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De wuelta en el Trout, Rose recuperd su temple; otra vez al mando, hasta que murié de céncer de pulmén. «Supongo que fue un errors, dijo una vez, entre copas y cigarillos, del tiempo que pasé et a agencia de publicidad, opero ruve que hacerlo.» 6, LAETICA DEL TRABAJO. .. «Toda arcer, afirma Oscar Wilde en el prefacio a El retrato de Dorian Gray, wes a a ven superficie y simbolo. Los que se incernan bajo la superficie lo hacen por su cuenta y ricsgo.»*? Las super- ficialidades de la sociedad moderna son més degradantes que las supetficics y las mescaras del arte. Los vecinos de Rico no se inter naron con él demasiado hondo. Las panaderos trabajan com mé- ‘quinas de facil manejo que les dan una comprensién superficial de su trabajo. Rose se fue a trabajar en una empresa de Park Avenue donde el énfasis de la juvencud y el buen aspecto Las mis fugaces, jay! de todas las cualidades humanas- significaba que su experien- ia acumulsda de la vida tenia poco valor. ‘Una razén para esta superficialidad clegradante es la desorga- nizacién del tiempo. La flecha del tiempo se rompe; no tiene una trayectoria en una economia politica constantemente reconverti- dda, que odia la rurina y programa a corto plazo. La gente siente la falta de relaciones humanas sostenidas y propésitos duraderos. La gente que he descrito hasta aqui ha tratado de encontrar la pro- fundidad del tiempo debajo de [a superficie, aunque sea registran- do el malestar y la ansiedad por el presence 1La ética del trabajo es la paleétra en la cual la profundidad de la experiencia se ve mds desafiada hoy dia. La ética del trabajo, tal como la entendemos corriencemente, reafirma el uso autodisc ado del tiempo y el valor de la gratificacién postergada. Esta dis- ciplina del tiempo fue fo que dio forma a la vida de Enrico y a la de los obreros del automévil en Willow Run y de los panaderos 103 gtiegos de Boston, Trabajar duro y esperar, éta fue su experiencia psicolégica de la profundidad. Una ética del trabajo como éta de- pende en parte de unas instituciones lo suficientemente estables pata que una persona pueda practicar la postergacién’ Sin embar- 0, la gravficacién postergada picrde su valor en un régimen con instituciones répidamente cambiances; se vuelve absurdo trabajar largo y duro para un empleador que s6lo piensa en liquidar el ne~ gocio y mudarse Seria un sentimentalismo tacicurno lamentar la decadencia del trabajo esforvado y de la aucodisciplina, por no hablar de la buena preparacidn y el respetode los mayoses y todas las otras alegrias de los viejos tiempos. El serio asunto de la antigua ética del trabajo pone pesadas cargas al trabajo en sf. La gente queria buscar lo que vali en el trabajo; en la forma de «ascetismo mundanal>, como lo llamé Max Weber, la gratificacién postergada podia convertirse en tuna prictica profundamente autodestructiva. Sin embargo, la al- ternativa moderna a la prolongada disciplina del tiempo no es un remedio real a esta autonegacién. La moderna ética del trabajo se centra en el trabajo de equipo. Celebra la sensibilidad de los demas; requiere «capacidades blan- das», como ser un buen oyente y estar dispuesto a cooperars sobre todo, el trabajo en equipo hace hincapié en la capacidad de adap- tacién del equipo a las circunstancias. Trabajo en equipo es la &ti- ca del trabajo que conviene a una economéa politica flexible. Pese 2 todo el aspaviento psicolégico que hace la moderna gestion de empresas acerca del trabajo en equipo en fbricas y oficinas, es un erhos del trabajo que permanece en la superficie de la experiencia. EI trabajo en equipo cs la prictica en grupo de la superficialidad degradante. 1a antigua ética del trabajo revelaba conceptos del cardcter que atin cuentan, incluso si estas cualidades ya no encuentran una ex presién en ka vida laboral. La antigua ética se fundaba en el uso autodisciplinado del propio tiempo, con el acento puesto en una prictica autoimpuesta y voluntaria mds que en una sumisién me- ramente pasiva a los horarios y a Ja rutina. En la antigiiedad, esta 104 2 2 a oouaisieutennersenes pansion disciplina autoimpuesta se consideraba la tinica manera de mane- jar el caos de la naturaleza; era algo necesario que se peda a los agricultores todos los dias. Agui esti el consejo que les da Hesiodo cn Los trabajos y los dias: No dejes para mafiana o para pasado mafiana; los graneros tno los llenan aquellos que posponen y piesden el tiempo sin sa- ber adénde van. El trabajo prospera poniendo cuidado; el que pospone se enfrenta 2 la ruina.®? La naturaleza es incierta, indiferente; dl mundo del agriculror es duro. «De dia, los hombres nunca descansan del esfuerzo y la congo- jj, afirma Hesiodo, «y de noche no descansan de Ja muerte.08 No obstante, en el mundo de Hesiodo, esa disciplina autoim- puesta en el uso del tiempo parecia més una necesidad que una virtud humana. La mayoria de los agricultores de los tiempos de Hesiodo eran csclavos mds que pequefios propictarios rurales li- bres; esclavo u hombre libre, la lucha del campesino con la natura- leza parecla menos importante que las bacallas militares de los hombres de la ciudad. Mas tarde, Tucidides sefiala con cierta indi- fetencia cémo espartanos y atenienses por igual arrasaban los cam- pos sembrados de sus enemigos, como si el trabajo de los campesi- nos no tuviera derecho moral a salvarse. En el curso del tiempo, la estarura moral del campesino se ele- vva. La necesidad del trabajo duro se vuelve una virtud. Virgilio, «asi quinientos afios después de Hesiodo, atin invoca en la prime- ra de sus Gedrgicas la anarquia de la naturaleza: Con frecttencia he visto, cuando un amo ha metido segado- res en los campos y ya estén atando en gravillas la cebada de frd- gil tallo, que los vientos todos a una se enzarzan en tal lucha que Hegan a arrancar de cuajo las gravidas mieses, aventéndolas por los aires, de forma que el huracin se las leva en negeo remolino, como si fueran cénuls livianas y pajas voladoras.*° Virgilio, como Hesiodo, entiende que lo tinico que puede ha- cer un campesino a la vista de este torbellino es tratar de adminis- 105 trar su uso del tiempo; pero por su misma determinacién de du- rar, el campesino se ha vuelto una especie de héroe. Aqui reside el sentido del famoso pasaje del segundo libro de Jas Gedrgicas, en el cual Virgilio describe a los soldados lanzados a una dudosa batallav; el campesino se mantiene apartado de sus luchas, y de aquellas del «Estado romano y los imperios condena- dos a perecer.* El campesino sabe que no hay victorias decisivas sobre la naturaleza: la victoria es una ilusién. Para Virgilio, el valor moral de la agriculrura es el que ensefia Ia sesoluci6n permanente, al margen de los resultados. ¥ en las Geérgicas, Virgilio da al ada- gio de Hesiodo ~a#l que pospone se enfrenta a la ruinay— un nue- vo significado. El «campesinos que todos llevamos dentro lucha contra la capacidad de arruinarse a s{ mismo. Las Gedrgicas trasla- dan la anarquia de fa nacuraleza a una visidn de anarquia interior, psiquica; contra estas batallas interiores la tinica defense del indi- vviduo es organizar bien su tiempo. ‘Cuando la nocién de autodisciplina aparecié por primera ver, contenia una fuerte dosis de estoicismo, no filossfico, sino una es- pecie de estoicismo préctico que afirmaba Ja constante necesidad de combatir la ananqufa interior sin esperanzas de victoria. Al pa- sar a las creencias cristianas tempranas, este estoicisme préctico dio forma a las primeras doctrinas de la Iglesia sobre la perezx: la peteza menos como un estado de placer sibasitico que como des- composicién interna del ser. Durante casi mil ais, desde la des- cripcién de la pereza que hace san Agustin en sus Conjfesiones hasta al primer Renacimiento, este estoicismo préccico mantavo con fuerza su influencia ética. La programacién del ticmpo, como el repique de campanas, podia ayudat 2 hombres y mujeres a organi- zar sus dias, pero no infundisles el deseo de aucodisciplina: ese de- seo slo podia generarlo una aprensién més honda al caos domi- nnante interno y externo. ‘A principios del Renacimiento algo le ocurrié a este estoics- mo practico tan arraigado, No fue directamente desafiade como valor ético, pero sf afectado, sin embargo, por una nueva aprecia- cidn de los seres humanos como criaturas histéricas, criaturas que no sélo duran afio tas afio, sino que eambién evolucionan. El es- toicismo inquebrantable del campesino no era suficiente para el 106 hombre hist6rico: las condiciones de la disciplina tendrian que adaptarse 2 un yo en flujo constante. Pero ;edmo? Fiste era el dilema al que se enfrent el fildsofo florentino Pico della Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del hombre. Pi- co es Ia primera vox moderna de home ftber, es deci, vel hombre como hacedor de sf mismo. Pico afismé que el hombre es «un animal de naturaleza diversa, multiforme y desteuctible>.‘” En esta condicién flexible, «es propio del [hombre] tener aquello que es- coge y set lo que quieres.®® Mas que mantener el mundo como lo ha heredado, tenemos que darle nueva forma; nuestra dignidad depende de que asf lo hagamos. Pico afiema que es «innoble ... no dar nacimiento a nada desde nosotros. Nuestro trabajo en el mundo es crear, y la mayor creacidn es nuestra propia historia. La virtud de imponer una forma a la experiencia sigue siendo una manera fundamental de definir a alguien que posee un carécter fuerte Sin embargo, el homo faber troperé con cl dogma tradicional ctistiano, San Agustin advirtié: «Quita las manos de ti mismo; tra- tas de construirte y construyes una ruina.» Un cristiano que obe- deciera a san Agustin deberia intentar imicar la vida y el ejemplo de Jestis. Ast, el obispo Tyndale aconsejaba a un feligrés que se sintieta «cambiado y formado como un Cristo». Cualquier erea- cin puramente personal seré necesariamente inferior.” Es una virtud somerer el tiempo personal a una disciplina, pero pecado de soberbia planificar la propia experiencia Pico no fue sordo a estas convicciones. El también crefa que la conducta cristiana requiere autodisciplina y la imicacién de vidas cjemplares. Sin embargo, y en contra de esta conviccién, su con- cepcidn del tiempo histérico esti formada por modelos literarios del viaje espiritual; Pico invaca a Ulises, el marina, cuyos viajes cteaban su propia historia interna aunque el marino nunca dude de sti meta iiltima, El cristiano que hay en Pico esté seguro de su destino final, pero él también quiere hacerse a la mar. Pico della Mirandola es uno de los primeros fildsofos renacentistas que cele- bran los riesgos psiquicos a sabiendas de que el mar interior, como los océanos que exploraban los navegantes de su época, es territo- tio desconocido. 107 Estas dos lineas éticas contrarias, la autodisciplina y la crea- cién de si mismo, apatecen juntas en ef ensayo mas oflebre sobre la ética del trabajo: La etica protestance y el expiritu del capizalismo, de Max Weber. Weber quiso mostrar su combinacién, més que su contradiccién, analizando los albores del capitalismo moderno. Sin duda Weber crefa que la antigua exhoreacién de Hesiodo al campesino -sNo pospongas— se invertia en el capitalismo para volverse «Debes posponet», Lo que se debe posponer es el deseo de gratificacidn y realizacién; tenemos que moldear la biografia de ‘modo que al final logremos algo; entonces,y sélo entonces, en ese tiempo futuro, estaremos realizados. En el presente hay que seguir actuando como el campesino de Virgilio, combatiendo la pereza y Ia fuerzas del caos interior mediante un rigido y tenaz. prorrateo del tiempo. Para ser francos, Weber crea que esta ética del trabajo era un fraude. La postergacién es infinita, el sacrificio no conoce tregua; ka recompensa prometida no llega nunca Esta visién del tiempo de trabajo sirve a Weber para criticar las modernas ideas sobre el cardcter, especificamente la creencia en el hombre coma su propio hacedor, La versién del ensayo de We- ber que con mayor frecuencia sda en las excuelas es mas © menos Ja siguiente. El procestante del siglo XVI intentaba demostrar stt dlignidad a ojos de Dios diviplindndose, pero a diferencia del peni- tente catélico que se recluye en un monasterio, el protestante de- mostrard su dignidad anulfndose en el presente, acumulando pe- quefias.prendas de virmad mediante el sacrificio diario. Esta abnegacién se convertird Inego en el «ascetismo mundano» del ca- pitalismo del siglo XVIII, con el acento puesto en ahorrar mas que fen gastar y su erutinizaciény de la actividad cocidiana, su miedo al placer. Ese breve pasaje consigue vaciar el texto de Weber de su grandeza trdgica. En opinién de Weber, el cristianismo es una fe distintiva por- que sumerge a hombres y mujeres en. una duda profundameate dolorosa al pedirles que se pregunten a si mismos: «Soy un ser shumano dignot» La caida y sus consecuencias parecen responder a esa pregunta de un modo decisive: «No lo soy.» Peto no hay reli- gidn que pueda imponer una visién absolura de la indignidad hu- -rfa una receta para el suicidio. Antes del advenimiento del | i : provestantismo, ef catolicismo habja intentado tranquilizar a la imperfecta humanidad aconsejéndole que se rindiera a las instivu- cones de la Iglesia, a sus rcuales y alos podleres mégicos de sus sa cerdotes. EI protestantismo buscé un remedio més individual a esa duda. Fs extrafio, pero Martin Lucero, que habria debido ser la figu- 12 ejemplar para Weber, no lo fue. En las «Noventa y cinco tesis, pastor rebelde oponia a los consuelos del ritual una experiencia ands desnuda de la fe: la fe no podia venir, segéin Lutero, por oler incienso o rezar ante estatuas y cuadros. Los ataques a los iconos hhan tenido una larga historia en las religiones, como en el islam y d judatsmo, pero Lutero se distinguid por sostener que el hombre «la mujer que renunciaban a la idolatra tenian que hacer frenve a las cuestiones de la fe solos y sin ayuda, mds que como miembros ce una comunidad. La suya es una teologia del individuo. Fl individuo protestante tiene que modelar sti historia de modo que dé como resultado un todo valioso y con sentido. El in- cividuo se vuelve éticamente responsable de su tiempo vivido, articular; el vigjero de Pico ha de juzgarse moralmente por la na- rracién del modo como ha vivido: hasta los devalles de unto tempo de suefio se ha permitido uno y cémo se le ha ensenado a tuablar a los hijos. Muy poco es lo que pocemos controlar de lo istoria de nuestra vida, pero Lawtero insiste en que debemos asumir la responsabilidad por su conjunto.,* En La ética protestante, Weber se concentra en un aspecto de la doctrina protestance que hacia imposible asumit la responsabili- dad de la propia historia personal. Lutero habia afirmado que ona- dc estd seguro de la integridad de su propia contriciéns.2? El tiano vive en la duda total sobre si seri capaz de justificar la historia de su vida. En la teologia protestance, esta duda absoluta se transmite por la doctrina teoldgica de la predestinacién, aparen- temente misteriosa. Calvino afirma en la Jnstitucidn que slo Dios sabe si un alma se salvaré o serd condenada tras la muerte; no po- demos abusar de la Divina Providencia. Destrozado por el peso del pecado, el ser humano vive en un estado de constante insegu- ridad, sin saber si la vida conduciré a una eternidad de espantosos tormentos, Esta es la cruz de la humanidad protestante: tenemos 109 que ganarnos nuestra posicién moral y, sin embargo, nunca pode- ‘mos presumir con confianza de ser buenos y ni siquiera de haber hecho lo que es bueno; lo tinica que es posible decir es: «Me es- fuerzo por hacerlo bien.» El Dios de Calvino responde: «Esfuérza- te mds, Nada es suficientemente bueno.» Qura vex mis, esto corte el riesgo de ser una invitacién al sui- cidio. Al protestante, en lugar de un balsimico ritual se le ofrecis tuna medicina més dura: el trabajo esforzado y constante orientado hacia el futuro, Organizar la historia de la vida personal a través de un trabajo asi podria servir como una lucecita en la oscutidad, una sefial de que hemos sido elegidos y de que nos salvaremos del infierno. A diferencia de las buenas obras de los catélicos, el traba- jo duro no podia servirle al protestante para ganarse un favor ma- yor del Creador; ef trabajo s6lo oftece sefiales de intenciones dig- nas a un juez divino que ya ha decidido cada caso de antemano. Este es el terror que acecha detrds del concepto abstracta de .% A la ma- yoria de los trabajadores esta recomendacidn les sonaba algo rara, pues se sabia que la empresa crataba a los operarios vietnamicas con escaso respeto, pero se consideraba que los nuevos empleados ‘que jugaban este juego abfan superado airosos su formacién en capacidades humanas, El tiempo dedicado a estas sesiones era bre- ve: pocos dias, a veces sélo unas horas. La brevedad refleja la reali dad a Ja que los trabgjadores tenian que hacer frente en el trabajo flexible, que requiere un estudio répido de nuevas siruaciones y nuevas personas. Por supuesto, el piblico son los directivas a los que el nuevo contratado trata de impresionar; el arte de fingir en el trabajo en equipo es comportarse como si uno estuviera diri- giéndose sdlo a otros empleados, como si el jefe no estuviera real- mente observando. Cuando la sociéloga Laurie Graham fue a trabajar en una ca- dena de montaje en Ia planca de Subaru-Isuau, descubrié que «la metéfora del equipo se empleaba en todos los niveles de la com- patiias y que el equipo de mayor rango era el Comité Operativo. 17 La analogia con el deporte desplegaba toda su fuerza, los defes de equipo», de acuerdo con un documento de la empresa, «son cole- gs altamente cualificados, como capitanes de un equipo de balon- esto», El concepco de equipo justficaba el trabajo flexible como una manera de desarrollar las capacidades individuales; la empresa afirmaba que «todos los miembros asociados recibirin formacién cen diversas funciones, y las ejecutarén. Esta formacién aumenta su valor para el equipo y para (Subaru-Isuzu], asf como su propio sen- timiento de autoestimay.*” Lauric Graham se encontré inmersa en ‘una «cultura de cooperacién mediante simbolos igualitarios.% El socidlogo Gideon Kunda denomina a este trabajo en equi- po «interpretacién profunda», porque obliga a los individuos a Imanipular su aspecto y su comportamiento con los demas.” «Qué interesante.» «Lo que te he oido decir es...» «Cémo podriamos hacerlo mejor’ Estas son las mascaras del actor en el jucgo de la cooperacién. Los jugadores de éxito en los grupos de formacién de Darrah raramente se comportaban igual fuera del escenario que cuando los jefes estaban observéndolos. De hecho, el socidlogo Robin Leidner ha explorado los guiones esctitos que en la realidad se le entregan a los empleados en las empresas de servicios; lo que estos guiones tienden a hacer es establecer la «cordialidad> del em- pleado més que dirigirse al fondo de la preacupaciéin de un clien- te. En un mundo labora estilo torniquete; las méscaras de la coo- peratividad estén entre los dinicos objetos personales que los trabajadores llevan con ellos de una tarca a otra, de una empresa a otra: ventanas de sociabilidad cuyo chipertexto» es una sonrisa ga- nadoray Si esta formacién en capacidades humanas es slo un acto, &, también, una cuestién de mera supervivencia. Hablando sobre personas que no conseguian desarrollar répidamente estas mascaras, un supervisor le dijo a Darrah que ola mayoria termi- nrg en una gasolinera».! Y, dentro del equipo, las ficciones que nniegan la lucha individual por el poder o el eonllicto mutuo sirven, para reforzar la posicién de los que estén aztiba Laurie Graham encontré a la gente oprimida de un modo particular por la misma superlicialdad de las ficciones del erabajo en equipo. La presién de otros colegas de su equipo de traba- jo ocupaba el lugar del jefe que aznzaba con el itigo para que los 118 coches avanzasen lo més ripido posible en la cadena de montajes Ia ficeién de empleados cooperando en equipo servia a la incesante pulsién de ke empresa a una productividad cada ver. mayor. Tras tun periodo de entusiasmo inicial, un colega le dijo: FPensaba que este lugar seria diferente con su concepto de equipo y todas esas bonitas palabras, pero la diteccién sélo esta tratando de que la gente trabaje hasta reventar.y Los diversos grupos de trabajo tenfan la responsabilidad coléétiva por el esfuerzo de cada uno de sus miembros, y los equipos se criticaban mutuamente. Un traba- jador entrevistado por Graham dijo que se le habia acercado un jefe de grupo y le habia dado una breve clase sobre cémo...traba- jamos mejor en equipo: “Captando el error de otra y haciéndoselo saber antes de que Hlegue al final de la cadena de montaje"». Los trabajadores se consideraban mutuamente responsables; eran obli- gados a hacerlo en las reuniones en que se practicaba algo pare~ cido a la terapin de geupo, una terapia orientada al balance fi- nal.l°! Pero la recompensa para el individuo es la reintegracién en el grupo. La ficcién de que los tabajadores y la direccién estan en el mismo equipo demostrs ser igualmente ttil a Subaru-Isuzu en sus tratos con el mundo exterior. Subaru-Isuzu utiliza esta ficcién de ‘comunidad para ayudar a justificar su feror resistencia a los sindi- catos; ademas, la fiecidn de la comunidad ayuda a justificar la cexistencia de una empresa japonesa que en Estados Unidos saca beneficios que luego envia 2 casa, Esta compaiia representa un caso extremo en el panorama de las empresas japonesas que tien- den a llevar el trabajo en equipo hasta su Imire, Sin embargo, des- taca una utilizacién mds generalizada del trabajo en equipo en las instituciones flexibles, «Lo que estas medidas tienen en comin», creen las economistas Eileen Appelbaum y Rosemary Batt, «es que no cambian la naturaleza fundamental del sistema de produccién nj amenazan la organizacién bisica de la estructura de poder de las ‘empresas.9!02 Mas importante en este aspecto es el hecho de que los directo- res se siguen aferrando a la panacea de hacer e! trabajo de turno todos juntos, todo en ef mismo equipo, con la intencién de resistir el desafio interior. Cuando en Reengineering the Corporation Mi- 119 cchael Hammer y James Champy inscan a que los jefes «dejen de actuar como supervisores y se comporten més como entrenado- res», lo hacen por el bien del jefe més que por el bien del emplea- do.103 Para expresatlo de una manera mas scria, el poder estd presen- te en las escenas superficiales del trabajo en equipo, pero la autori- dad estd ausente, Una figura de autoridad es alguien que asume la responsabilidad por el poder que gjerce, En una jerarquia laboral a la antigua, podia hacerlo declarando abiertamente: «Yo tengo el poder, yo sé qué es lo mejor, obedézcame.» Las vécnicas modernas de direccién de empresas intentan escapar del aspecto «autorita- rio» de tales declaraciones, pero en el proceso sc las arreglan tam- bién para no asumir la responsabilidad de sus actos. «La gente ne cesita reconocer que todos somos trabajadores contingentes de una forma u otras, manifests un directivo de ATT en un reciente aluvién de reducciones de plantilla, «Todos somos victimas del lu- gar y el tiempo. Si el «cambion es el agente responsable, si to- dos son «victimas», entonces la aucoridad se desvanece, pues nadie puede ser considerado responsable; con toda seguridad, no este gerente que despide a la gente. En cambio, es la presidn de los co- legas la que ha de hacer el trabajo del jefe. El repudio de fa autoridad y la responsabilidad en la superfi- cialidad misma del trabajo flexible en equipo estructura la vida la- boral cotidiana tanto en los momentos de crisis como en una hhuelga 0 una reduccién de plantilla, Bl socidlogo Harley Shaiken hha hecho un excelente trabajo de campo sobre este repudio coti- diano de la autoridad por aquellos que tienen poder, y vale la pena citar in extenso lo que un trabajador manual en un «equipo mix- to» de empleados administrativos y obreros e dijo a Shaiken sobre céo hoy se evita asumir la autoridad: En realidad, lo que est ocurtiendo es que no haces fiuncio- far la méquina solo, hay tres 0 cuatro personas a fos mandos; téenico, el programador, el tipo que hizo el equipo, el operador. ~~ Otta cosa que ocurre es que es demasiado dificil comunicarse con las otras personas implicadas en el proceso, No quicten saber sada, Todos tienen la formacién, los titulos. No quieren que les 120 hhables de nada que haya salido mal. Todo tiene que ser culpa cuya. Bllos seguramente no admiticén que han cometido un error ‘Cuando encuentro una manera de improviser alguna opera- cidn, si puedo hacerlo sin que nadie me vea, no se lo digo a na- dic. Sobre todo porque nadic nunea me lo preguntard.!”* Ef socidlogo succo Malin Akerstrm concluye de tales expe riencias que la neutralidad es una forma de traicién. La ausencia de seres humanos reales que digan: «Te diré lo que tienes que ha- cer», o como férmula extrema: «Te haré suftir», es més que un acto defensivo dentro de la empresa; esta falta de autoridad libera alos que estén al mando para que adapten, cambien, reorganicen sin tener que justificarse ni justificar sus actos. En otras palabras, permite la libertad del momento, una atencién concentrada sélo en el presente, El cambio es el agente responsable; el cambio no es tuna persona, ‘Ademds, cl poder sin autoridad permite a los lideres de un equipo dominar a los empleados negando la legitimidad de las ne- cxsidades y deseos de éstos. En la fabrica de Subaru-Isuzu, donde los directives recurrieron al discurso deportivo para Ilamarse a si mismos entrenadores, Laurie Graham descubrié que era dificil, si no firal, para un trabajador hablar de los problemas directa- mente a un jefe-entrenador en rérminos que no fueran la coopera- cién de equipo: la conversacién directa sobre demandas de au- mento de salario 0 menor presién para fomentar la product se vela como falta de disposicién a cooperar del empleado. El buen jugador de equipo no se qucja. Las ficciones del trabajo en equipo, a causa de su misma superficialidad de contenido y aten- cid puesta en el momento inmediato y su manera de evitar la oposicién y la confrontacién, son titiles en el efercicio de la domi- nacidn. Compromisos compartidos més profundos y sentimientos ‘como la lealtad y la confianza requeritian mas tiempo, y por esa misma razén no serfan tan manipulables. El director que declara {que todos somos victimas del tiempo y del espacio es tal vez la figura mas astuta que aparece en las paginas de este libro. Ha do- minado el arte de ejercer el poder sin tener que presentarse como responsable; ha trascendido esa responsabilidad por s{ mismo, po- 121 niendo lox males del crabajo otra veo sobre los hombros de sus vic timas, que —vaya casuialidad— rabajan para el. Este juego del poder sin aucoridad hace surgir un nuevo tipo caracteroldgico. En lugar del hombre llevado por las exigencias, aparcee el hombte irénico. Richard Rorry dice que la ironia es un estado mental en el que la gente «nunca es totalmente capaz de (0- marse a s{ misma en setio porque siempre es consciente de que los términos en que se describe estén sujetos al cambio, siempre es consciente de la contingencia y la fragilidad de su vocabulatio fi- nal, y, por Io tanto, de si misman.™ Una visidn irénica de uno mismo cs la consecuencia légica de vivir en un tiempo flexible, sin ctiterios de autoridad 0 responsabilidad. Sin embargo, Rorty en tiende que no hay sociedad que pueda cohesionarse por la ironia en cuanto a la educacién, afirma que «no puedo imaginar una cul- tura que sociafizara a su juventud de una manera que las hiciera dudar continuamente de su propio proceso de socializaciém,7 La ironfa tampoco estimmula a la gente a desafiar al poder; Rosty afirma que esta percepcién del yo no nos chard mas capaces de do- minar las fueraas lanzadas contra nosotros».%%* El carécter irénico del tipo descrito por Rorty se vuelve autodestructivo en el mundo ‘modemo; uno pasa de creer que nada es fijo a uno soy totalmente real, mis necesidades no tienen sustancia», No hay nadie, ninguna. autoridad que reconozea su valor. La ética del trabajo en equipo, con sus izonias internas, nos alcja mucho del universo del adusto y heroico campesino de Virgi- lio. ¥ las relaciones de poder contenidas en el trabajo en equipo. el poder ejercido sin llamadas a la auvoridad, estd muy lejos de la éti- ca de la responsabilidad personal que caracteri2aba a la antigua éri- cca del trabajo con su mortalmence serio ascetismo en el mundo. La clsica ética del trabajo de la gratificacién postergada y el probarse 4 uno mismo por medio del trabajo duro dificilmente puede apelar 4 nuestra simpatia, pero el trabajo en equipo no deberia tener un derecho mayor, con sus ficciones y su fingida idea de comunidad. Ni la antigua ni la nueva ética del trabajo proporcionan una respuesta satisfactoria a la pregunta de Pico della Mirandola: 122 pi «;Cémo debo modelar mi vida?» La pregunta del fildsofo italiano desencadena todas las cuestiones que hemos expuesto sobre el tiempo y el cardcter en cl nuevo capitalist. La eultura del nuevo orden trastorna profundamente la auto- omganizacién, Puede separar la experiencia flexible de una écica personal estitica, como le ocurria a Rico. Puede separar el trabajo sencillo y superficial de la comprensidn y el compromiso, como les ocurria a los panaderos de Boston. Puede hacer del riesgo cons- tante un ejercicio de la depresién, como le ocurrié a Rose. El cam- bio multiple e irreversible, la actividad fragmentada, pueden ser ccbmodos para los nuevos amos del régimen, como la corte de Da- vos, pero pueden desorientar a los sirvientes del égimen. Y el nuevo exbos cooperative del trabajo en equipo pone en el lugar de amos a los ofacilitadores» y «gestores de procesos» que soslayan el sincsro compromiso con sus subordinados. Al pintar este cuadro soy muy consciente de que, pese a todas las reservas, corte el peligro de parecer un coniraste entre un antes, que era mejor, y un ahora peor. Ninguno de nosotros podria de- sear volver a la seguridad de la generacién de Entico 0 de los pa- naderos griegos, cuya perspectiva era claustrofbicas sus condicio- nes de autoorganizacién eran rigidas. En una visién a largo plazo, sibien el logro de fa seguridad personal ha servido a una necesidad profunda, préctica y psicoldgica del capitalismo moderno, ese lo- ¢gfo se ha cobrado un precio muy alto, Una politica insensible a la antigiiedad y los derechos temporales gobernaba a los trabajadores sindicados de Willow Run; continuar hoy ese modo de pensar seria una receta para la autodestruccién en los mercados y las redes flexibles de la actualidad. El problema al que nos enfrentamos es cémo organizar nuestra vida personal ahora, en un capitalism que dispone de nosotros y nos deja ala deriva. El dilema de cémo organizar una narrativa vital se aclara en parte sondeando cémo, en el capitalismo de hoy, la gente se en- frenra al futuro.

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