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Trrvto oniciNAt: Andar, Hablas, Pensar Auror: Rudolf Steiner “TRADUCCION: Marfa Solé de Sellarés EDITADO POR: EDITORIAL ANTROPOSOFICA Reservados todos los derechos en lengua castellana ISBN: 987-9066-43-X Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723, EDITORIAL ANTROFOSOFICA El Indio 1837 (1607) Villa Adelina. Buenos Aires. Argentina “Telifax: 4766-1817 E-Mail: antroposofica@radar.comaar ANDAR, HABLAR, PENSAR Las conferencias anteriores no han intenta- do formular meramente nuevas teorias sobre educacién, sino fundamentar una verdadera actitud de educador. Mi objetivo ha sido ha- blar mas bien al corazén que al intelecto. Esto es sumamente importante, sumamente esen- cial para el maestro porque, como hemos visto, el arte de la educaci6n debe partir de un cono- cimiento més profundo del hombre integral. Durante largo tiempo ha sido costumbre oft en los cfrculos educativos que hay que hacer esto o aquello en la ensefianza. Muy frecuente- mente la preparacién de los maestros consiste en poco mas que asimilacién de ciertas reglas y teorias sobre el tratamiento del nifio La maxima devocién del maestro hacia su misin nunca podré cultivarse en esta forma: solamente puede conseguirla si realmente es capaz de penetrar en la plena naturaleza del hombre como cuerpo, alma y espiritu. 3 Para quien tiene ideas vivas acerca del hom- bre en este sentido y luego se ve colocado ante su cometido profesional, esas ideas se convier- ten inmediatamente en voluntad; aprende a hallar respuestas précticas a preguntas de pe- 0, {Quién las plantea? El mismo nifto. Lo de mayor trascendencia, pues, es aprender a leer en el niffo, lo que es efectivamente posible si existe un conocimiento real y préctico del hombre como cuerpo, alma y espfritu. Por esta razén es dificil describir la educa- cién dada en la Escuela Waldorf. No es algo que puede “aprenderse” 0 discutirse; es pura y simplemente cuestién de préctica, y sélo se pueden dar ejemplos de una educacién con- ¢reta cuando se tratan las necesidades de los casos particulares. Esta préictica debe ser el re- sultado de una experiencia de hecho, porque el conocimiento de la naturaleza humana es un sine qua non en esta forma de trabajo. La educacidn es un asunto que concierne a la so- ciedad en el mas amplio sentido, porque co- mienza inmediatamente después del naci- miento. Concierne a toda la familia y comuni- dad, ciertamente, a toda la humanidad en conjunto. Antes del cambio de los dientes, 4 aproximadamente a los siete afios, 1a educa- ‘cién tiene lugar especialmente en el hogar, si existe el conocimiento de la naturaleza del ni- fio. Un autor alemdn, Jean Paul, hizo una acertada afirmacién al decir que en los tres primeros afos de la vida, el ser humano aprende més que en los tres de estudiante. (En su tiempo sélo habia tres). Los primeros tres afios y luego hasta all sép- timo son los més importantes en el total desa- rrollo de un hombre, porque la condicién hu- ‘mana en el nifio es radicalmente distinta dela vida posterior. En sus primeros afios, el nifto es, todo él, 6rgano sensorio. El alcance de esta idea no se retiene mentalmente con suficiente intensidad; hay que recurrir a formulaciones drésticas para expresar la verdad entera. En los afios siguientes, por ejemplo, el hombre saborea los alimentos con su boca, paladar y lengua. Bl sabor esta localizado, por decirlo asf, en la cabeza. Pero no es asi en él nifio, sobre todo durante esos primeros afios en los que el sabor actia a través de todo el organismo, el nifio gusta de la leche de su ma- dre, su primer alimento, de arriba hacia abajo, con sus mismos miembros. Los procesos que 5 en la vida posterior tienen lugar en la lengua, en el nifio pequefio se extienden por todo el organismo que vive, por asf decirlo, saborean- do todo lo que traga. Hay en esto un fuerte elemento de animalidad, si bien nunca debe- mos compararlo con la ordinaria naturaleza animal. La naturaleza animal en el nifio se ele- va , podriamos decir, a un nivel superior. El ser humano nunca es un animal, ni atin en es- tado embrionario (de hecho en este estado menos que en ningtin otro). Pero se pueden aclarar las ideas exponiéndolas de ese modo, mediante el uso de una comparacién. Los que tienen una verdadera visién inter- na de los procesos de la naturaleza, pueden captar la siguiente impresi6n de estos proce- sos en el animal, si observan una manada de vacas pastando en un prado. Cuando la vaca se acuesta para ingerir su alimento, se entrega al cosmos de la forma més portentosa, Todo un mundo, una sintesis entera del proceso cdsmico, acttia en la digestion del animal que experimenta las visiones més maravillosas. Este proceso digestivo del animal es un pode- roso acto de conocimiento. Mientras digiere, se entrega al cosmos de un modo imaginativo 6 como en un ensuefio. Esto puede parecer una afirmacién extravagante, pero por més extra- fio que parezca, es absolutamente verdadero. Si ahora elevamos este proceso a un nivel superior, podemos comprender de qué mane- ra experimenta el niffo las funciones de su or- ganismo corporal. Todas estas funciones ffsi- cas van acompaftadas de un género de sabor; y asimismo se extienden a todo el organismo del nifio, los procesos que en la vida ulterior estén localizados en la vista y el ofdo. Piensen en la maravilla del ojo; cémo la vista capta el color del exterior y forma un cuadro interno. Este proceso se halla localiza- do, separado de nuestra experiencia global. El intelecto se apodera de lo que crea el ojo de modo tan admirable y forma con ello una si- lueta mental. Igualmente maravillosos son los procesos que, en el adulto, estan localizados en el ofdo. Todo lo que esté distribuido en los diversos sentidos del adulto, se extiende por todo el organismo en el nifio. Desde luego, en éste no hay separacién entre espiritu, alma y cuerpo, pues todo lo que procede del exterior se re- . produce en su ser interno: el nifio imita lo que lo rodea. Teniendo esto presente observemos cémo adquiere el nifio durante sus primeros afios tres facultades que condicionan su vida ente- ra: el andar, el hablar y el pensar. El “andar” es, por decitlo asf, tinicamente una abrevia- cién de algo mucho mas trascendente. Deci- ‘mos que el nifto aprende a andar porque éste es el rasgo més visible del proceso, pero este aprendizaje implica que el nifio conquista su justo equilibrio en el mundo espacial. Cuando nifios, nos'esforzamos en conseguir una pos- tura erguida, en adaptar nuestras piernas a las leyes de la gravedad, de suerte que nos mantengan en equilibrio, y lo mismo hace- ‘mos con los brazos y las manos. Todo el orga- nismo se orienta. Aprender a andar significa encontrar las direcciones del espacio para si- tuar en ellas el organismo. Debemos conside- rar debidamente ahora el hecho de que el ni- fio es un ser sensorio, imitativo; todo, duran- te los primeros aos, se aprende mediante la imitaci6n, tiene que conquistarse por medio de la imitacién del ambiente. Ahora bien, es evidente que el organismo 8 hace brotar de s{ mismo los poderes de orien- tacién y que estd dispuesto, desde el princi- pio, para conseguir la posicién vertical y no andar a gatas horizontalmente; usar los bra- 20s de manera que se mantenga el equilibrio en el espacio. Todo esto es inherente a la pro- pia naturaleza del nifio y se lleva a cabo por los impulsos del mismo organismo. Si ahora comenzamos, como educadores, a ejercer violencia para llevar adelante lo que la naturaleza humana quiere hacer; si no com- prendemos que hay que dejarla en libertad y actuar nosotros como simples auxiliares, da- flamos el organismo del nifio para toda su vi- da terrenal ulterior. Si erréneamente, por mé- todos externos, obligamos al nifio a que ande, sino nos limitamos ala mera ayuda, sino que ejercemos presién sobre él, le causamos un perjuicio que dura hasta 1a muerte, especial- mente dafiino en edad avanzada. En los ver- daderos métodos educativos nunca debe con- siderarse al nifto como él es en un momento dado, sino en relacién con el total de su jorna- da, desde el nacimiento hasta la muerte, por- que la semilla de la vida terrenal entera ya es- t4 presente desde el principio. 9 Ahora bien, como el nifio es el mas delica- damente equilibrado érgano sensorio, no so- lamente es sensitivo a las influencias fisicas que lo rodean, sino también a las influencias morales, especialmente a las del pensamiento. As{, por muy rebuscado que pueda parecer a la mentalidad materialista moderna, el nifio siente todo lo que estan pensando quienes se hallan a su alrededor. Como padres 0 como maestros debemos, no solamente evitar las ac- ciones exteriormente impropias, sino ser in- ternamente veraces, internamente morales en pensamiento y sentimiento, puesto que el ni- fio percibe todo esto y lo absorbe. No sola- mente forma su naturaleza de acuerdo con nuestra palabras y acciones, sino en armonfa con nuestra total actitud mental y afectiva, El ambiente es, por consiguiente, lo mas impor- tante de todo en el primer perfodo de la edu- cacién del nifio hata los siete afios. Ahora surge la pregunta: En qué sentido podemos ayudar durante el proceso de orien- taci6n y aprendizaje del andar? A este respec- to debemos recordar que una ciencia de cardc- ter espiritual, no una ciencia materialista y muerta, puede observar los hilos que se co- 10 nectan con la vida. Tomemos a un niflo que haya sido obliga- do a andar y a adaptarse al espacio por todo género de medidas coercitivas, y vedmoslo después, a los 50 afios, 0 entre los 50 y los 60. Si ninguna otra cosa ha intervenido, lo halla- remos padeciendo de toda clase de enferme- dades metabélicas; reumatismo, gota, ete. To- do cuanto hagamos al nifto de naturaleza psf- quica o espiritual (y manejamos energfas psf- quicas y espirituales si obligamos al nifio a adoptat 1a posicién vertical o a andar aunque lo hagamos ignoréndolo) entra en el nivel en que lo espititual actiia directamente en lo ff- sico. Y las energfas subsisten. Las fuerzas que se hicieron entrar en juego al aplicar métodos altamente discutibles, persisten activas du- rante toda la vida terrena y, si no fueron las correctas, reaparecerdn mas tarde en forma de enfermedades corporales. Precisamente con los nifios, toda educa- ci6n es al mismo tiempo, educacién fisica. No podemos organizar la educaién fisica como disciplina separada, puesto que todo lo que corresponde al alma y al espiritu trabaja al mismo tiempo sobre jo fisico; es verdadera- u mente educacién fisica. Cuando observamos como se adapta el organismo del nifio para conseguir la posici6n vertical y andar, segui- mos atenta y amorosamente el prodigioso misterio que realiza el organismo humano al pasar de la posicién horizontal a la vertica Cuando ajenos a todo sentimiento religioso nos acercamos al pequefio con actitud de ve- neracién hacia los poderes creadores, divinos, que lo sittian debidamente en el espacio; cuando, en otros términos, estamos ahf como auxiliares del nifio en su aprendizaje para an- dar y guardar el equilibrio; auxiliares que in- ternamente aman la naturaleza humana en el nifio, que siguen con amor toda manifesta- cién de esta naturaleza, entonces generamos fuerzas que aportan salud y que pueden rea- parecer después como actividades metabéli- cas saludables, en las edades entre los 50 y 60 afos, época de la vida en que, especialmente necesitamos dominar los procesos del meta- bolismo. He aquf el misterio de la evolucién huma- na; todo lo que es de naturaleza psiquica y es- piritual en una etapa de la vida se transforma en fisico, es decir, se manifiesta fisicamente en 2 una etapa posterior. Afios mas tarde se hace evidente en el cuerpo fisico. He aqui lo que ocurre, cuando se aprende a andar. El nifio al que amorosamente se gufa para andar, va a desenvolverse en hombre sa- no; pues el amor aplicado al proceso del aprendizaje del andar, aydua mucho ala sana educacién del cuerpo. Expuesto lo que antecede, estudiemos aho- ra la siguiente etapa: el hablar surge de ese proceso de orientacién en el espacio. La fisio- logia moderna sabe algo acerca de ésto; pero no mucho. Sabe que los movimientos de la ‘mano derecha corresponden a cierta actividad del lado izquierdo del cerebro relacionado con Ia facultad de hablar. La fisiologfa admite la correspondencia entre los movimientos de la mano derecha y la Hamada circunvolucién de Broca en el lado izquierdo del cerebro. La ma- no se mueve, gesticula; las energias se intro- ducen en ella, pasan al cerebro donde se con- vierten en el impulso del habla. La ciencia co- noce solamente un fragmento del proceso, porque la verdad es la siguiente: el habla no surge meramente porque un movimiento dela mano derecha coincide con una circunvolu- B cién de la parte izquierda del cerebro; nace de todo el organismo motor del ser humano. Por «un misterioso proceso del organismo humano, la manera como aprende el nifio. a andar, a orientarse en el espacio, a transmutar los mo- vimientos de los brazos, al principio erraticos e ingobernables, en gestos definidamente rela- cionados con el mundo exterior, Ilega a la ca- beza y se manifiesta como lenguaje. Cualquiera que sea capaz de comprender todo esto, se da cuenta de que los nifios que dan traspiés al andar, pronuncian todos los sonidos, especialmente los palatales, de un modo del todo distinto de aquellos cuyo mo- do de andar es firme. Todo matiz. de habla se deriva de la organizacién del movimiento; to- do en la vida comienza con gests, y el gesto se transforma interiormente en lenguaje. El habla, por lo tanto, es un producto del andar; es decir, dela orientacién en el espacio. Y el grado de capacidad que tenga el nifio pa- ra dominar el habla dependerd en una gran parte de haberle dado amorosa ayuda cuando estaba aprendiendo a andar. Estas son algunas de las conexiones mas 4 delicadas, reveladoras de un verdadero cono- cimiento del hombre. No sin raz6n he descri- to en detalle el proceso de llevar el espiritu al organismo humano; asf se consigue; el cuerpo sigue al espiritu en cada paso que da, si uno acerca el espiritu al nifio en la forma debida. Asimismo es un hecho que, al principio, el organismo entero es activo cuando el nifio es- td aprendiendo a hablar. Primero estén los movimientos exteriores, los movimientos de las piernas que producen los contornos fuer- tes del lenguaje, en tanto que los més delica- dos de los brazos y las manos, determinan la inflexién y la forma plastica de las palabras. Dicho mas brevemente; los movimientos ex- teriores se transforman en los movimientos internos del lenguaje. De igual manera que el elemento amoroso debe impregnar toda ayuda que damos al ni- fio cuando aprende a andar, la mayor veraci- dad interna ha de caracterizarnos cuando lo auxiliamos en el hablar. La mayor mendaci- dad de la vida se engendra durante la época en que el nifio est aprendiendo a hablar por- que en esos afios el organismo corporal total absorbe el elemento de verdad en el habla, Un 15 nifio cuyos maestros estén henchidos de inter na veracidad, a medida que imite cuanto lo rodea, transformar en habla lo que refuerce Ia sutil actividad que los procesos de inhala- cién y exhalacién constantemente generan en el organismo. Naturalmente que todo esto debe com- prenderse en sentido sutil y no en forma bur- da. Los procesos son ciertamente delicados; pero se revelan, sin embrago, en toda mani- festacién de vida. Al respirar inhalamos oxi- geno y exhalamos dcido carbénico. El oxigeno se tranforma en dcido carbénico en el cuerpo por el proceso de la respiracién; lo recibimos como a tal del mundo exterior, y le devolve- mos dcido carb6nico. La verdad o la mentira en quienes nos rodean cuando estamos apren- diendo a hablar determina si, en mas sutiles funciones vitales, somos capaces de transfor- mar en forma debida el oxfgeno, dentro de nosotros, en dcido carbénico. Este proceso es una objetivacién completa de lo espiritual en lo fisico. Una de las influencias més comunes y en- gafiosas ejercidas en el nifio es el uso del “len- guaje del bebé”. Inconscientemente, al peque- 16 flo no le agrada esto; necesita ofr el habla ve- raz de hombres y mujeres adultos; debemos hablarle en lenguaje ordinario y evitar el uso de “su lenguaje”. Al principio, naturalmente, el nifio balbuceard una imitacién de nuestras palabras, pero nosotros no debemos imitar ese balbuceo, es un maximo error. Cuando so- mos un eco de ese balbuceo, de su lenguaje imperfecto, dafiamos sus 6rganos digestivos. Una vez més lo espiritual revierte en lo fisico y acta directamente en los 6rganos corpora- ies. Todo lo que hacemos espiritualmente cer- ca del nifio es también educacién fisica. Mu- chos defectos tardios del sistema digestivo son causados por haber aprendido el nifio a hablar de forma incorrecta. Del mismo modo que el habla surge del an- dar y del asir, es decir, del movimiento, asf el pensamiento se desenvuelve del habla. Cuan- do ayudamos al nifio a andar, debemos estar saturados de amor; cuando lo ayudamos a conseguir el poder de hablar, debemos ser ab- solutamente veridicos, y puesto que el nifio es tun gran érgano sensorio y en sus funciones ff- sicas internas copia también Io espiritual, nuestro propio pensamiento debe ser claro pa- 0

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