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| | | ' | i i i | j i i 1 | { BICICLET CEVENTO Reso esté parada, que una ‘ene 3 ioe 1o se entiende Cina de le calle Batis a © do 1979, un ve- ésima idea de hacer lanca haya tenido la a nuevo Supongo que el incauto ignorsba goer amigos y yo estabamos teres ese| geen atravesando, para Panne de nuestras frecuentes ilisticas. Y como vivia sobre el ado opuesto de la manzana, no sabia 0 podia saber que su vereda era Parte de una de las cuatro rectas que tenia nuestro circuito. Cuando levanté las beldosas vie- jas, nos provocé un problems grave: al llegar a la altura de su casa, Habla que bajar a la calle en la casa ariterior y volver a subir en la siguiente. Y creo que ya he dicho que los més chicos no tenian permiso de correr en bici por la calle. Supongo que fue Ser gio —que no tenfa hermanos menores, pero sf una frialdad de miras admira- ble~ el que nos enfrenté con a tinica solucién posible: mentir. Como esa casa estaba al otro lado de la manzana, nuestras madres ignoraben la circunstahcia. Asi las co- ‘sas, [os menores fueron adoctrinados con consis- nas especiticas, al estilo de “si le decis una palabra a mamé, yo te reviento’ Santa solucién. Ninguno de Ios chiquilines resulté un soplén, y el nuevo trazado demés, le dio un toque interesante: del circuito, 2 ana en ahora dispondriamos de un frenaje con chic plena recta, al mejor estio del Autédromo de Bue- hos Aires. Es cierto que exista la posibildad de que tun auto nos atropellase en plena maniobre, pero nos parecta una chance remata, En e808 as, por le lle Bahfa Blanca no endaban ni los perros. Hallada la solucién, perdimos interés por la vere- Y nos hebituarnos al frenaje, la manio~ da del vecino al bajar a la calle y volver bra y la nueva aceleracién, a subir. . | Y mientras tanto, y sin mayor interés de nues- tra parte, el vecino curnplié las etapas para renovar completa su vereda: tomé los niveles, hizo un con: trapiso nuevo de cemento y piedra, lo dejé fraguar. Cuando lo tuvo listo, colocé en su sitio las baldosas nuevas, Al terminar, clavé unos palitos, les até un piolin para rodear el trabajo recién concluido y adver tit alos potenciales transetintes que no lo pisaran. Hasta ahi, todo perfecto. El problema fue la si- guiente carrera. Porque a mitad de la primera vuelta resulté que Sergio, que andaba puntero y carecia en general de mayores escripulos, inicié la recta de Ba- hie Blanca seguido de cerca por varios de los otros. Muy de cerca. Nunca se lo pregunté, pero estoy seguro de que, al llegar a la zona del desvio, dud6 entre las opciones que se le abrian. Primera opcién: bajar af la calle, arquear el cuerpo, apretar el freno, levan- 3 tar la cola para evitar el golpe de la bajada del cor én, dar un par de pedaleadas para no perder tanta velocidad, virar otra vez hacia le vereda, inclinar de | nuevo el cuerpo, pero hacia el otro lado, erguirse j

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