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ARIO BELLATIN Las re Las dos Fridas E! fin de este libro es realizar una biografia para jovenes de la pintora Frida Kahlo. Tengo pensado comenzar el relato situandome en la junta de trabajo con los editores que me comisionaron el proyecto. Es la primera vez. que escribo por encargo, y no sé en ese momento si voy a ser capaz de cumplirlo. Una de las caracteristicas de mi escritura es precisarnente no tener una conciencia clara de mites y rumibos de los textos. Pero fia de alguien cuyos datos de vida da on or ras er vida cio: Pasé algunas semanas pensando en el mito creado alrededor de Frida Kahlo. Visité varias veces su casa. Lo hice con una cémara fotogréfica con la que traté de reconstruir en algo el espiritu de la época. Llevé conmigo una cémara estenopéica, es decir, un instrumento de madera que en lugar de lente lleva una pequefia platina agujereada con la punta de un alfiler. Realicé varias fotos. Deseaba ver si, después de revelar las imagenes, encontraba algo que no hubiera sido expresado por nin- giin biégrafo. La cémara de madera, la cual cargué con rollos de colores, capt6 distintas tomas de los jardines donde Frida Kahlo paso buena parte de su vida 6 Deciaf enviar la imagen —la que me habfa entregado la editorial— a una se- rie de conocidos. La mandé por correo electrénico. Deseaba saber la opinion que tenfan sobre la pintora. Después de algunas horas comenzaron a llegar las respuestas. La mayorfa obvias. Me hablaban de una pintora casada con Diego Rivera que vivi6 en el barrio de Coyoacén. Que suftié de polio durante la infancia y tuvo un grave accidente en la juventud. Que desarrollé una obra pictorica peculiar, por medio de la cual renové de alguna manera lo conside- rado como auténticamente mexicano. Me informaron asimismo que tuvo una decidida militancia politica de izquierda, que sufrio un sinnumero de opera- ciones sumamente dolorosas, que se hizo adicta al Demerol y que tuvo, a lo largo de su vida, una serie de amantes, tanto hombres como mujeres. Incluso alguien me contd que una de ellas se suicidé frente a su cama de enferma. Me tent6é entonces sobremanera la idea de hacer la biogra- fia de una persona viva antes que de una persona muerta. Decido ir a buscarla. No tengo una idea clara de lo que pueda encontrar. Solicito datos del lugar donde vive, pido que sitden con precision el poblado en el que dicen que habita. Compro unos mapas de camino y preparo mi pequefio auto para el viaje. Quiero que vaya conmigo mi perro, Perezvon, un border collie sumamente listo que casi siempre est a mi lado. Al ver a Perezvén acostado junto a mi mesa de trabajo, pienso en la gran cantidad de perros que apare- cen en las pinturas de Frida Kahlo. Casi siempre se trata de xoloixcuintles, el perro sin pelo americano, que no sdlo estén presentes en los cuadros sino la misma Frida Kahlo posefa varios ejemplares. Existe la anécdota de que, en cier- ta oportunidad, Diego Rivera le dio una tremenda golpiza a uno de ellos por haber orinado sobre un 6leo que el artista no habia terminado atin de pintar. 10 Entrada de wt meweedo Decido también ilustrar la travesia. Quiero hacer un registro grafico desde el momento en que abandono mi casa hasta el instante en que me encuentre a esta nueva Frida Kahlo. Deseo realizarlo por medio de la fotografia. Fue en- tonces cuando decidi buscar la camara de mi infancia, Recuerdo que en el afio. de 1968 me regalaron en la Navidad una camara Diana de pléstico. Era azul y negro. Nunca fue revelada ninguna de las fotos que tomé en aquella ocasién. Era tan complicado su funcionamiento —a pesar de tratarse de un articulo vendido como juguete— que era casi imposible colocar los rollos o impedir que se velasen. Por eso la accién de hacer fotos se limit6 a una suerte de simulacro. Sin embargo, yo sabla que a partir de esa practica estaba formando algo asi como una realidad fantasma. Creaba la posibilidad de ir detras de una espe- ie de mujer muerta en vida. Tras una Frida Kahlo cuyo cuerpo no habia sido realmente incinerado, sino que se dedicaba a atender un puesto de mercado. ue ro. asi 0e- Fue de ese este modo como a fines del afio pasado tomé mi auto, al pe- rro Perezvén y sali a la carretera. Como se sabe, no iba a un destino in- cierto. Deseaba descubrir el misterio de una Frida Kahlo que supuestamen- te habia continuado existiendo después de su muerte. Como se sabe, los editores me habian entregado una foto, donde esa mujer aparecia posan- do en una especie de cocina. Aparte de enviarla por internet, llevé la ima- gen conmigo durante algun tiempo. La fui mostrando a diferentes perso- nas mientras les preguntaba si sabian algo acerca de la figura representada. La mayoria de las personas interrogadas contest6 que se trataba de una jer famosa, Algunos més aseguraron que estaba muerta —que habia sufrido mucho durante su existencia—. Pero otros me dijeron que la co- nocian, y que incluso me la podian presentar. Ya mencioné que esta tltima respuesta fue la que mas me entusiasmo. Rapidamente resolvi algunos asuntos pendientes relativos a mi trabajo. Asimismo llevé el auto al taller para que lo sometieran a una revisién, y a Perezvon al veterinario para un chequeo de rutina. Dias después, por fin, fui tras el rastro de aquel perso- naje del que me habian informado a través del internet. El auto en el que vigjaba era un Chevy del afio 2000: negro, austero, practi- co. Esperé llegar a una parte alta del camino para detenerme a desayunar. En esa zona era posible pedir caldos de hongos silvestres y tortillas de mafz re- llenas de flores. Bajé del auto acompafiado de mi perro. Su nombre, Perezvén, proviene de un libro de Fiedor Dostoievs- ky. En algunas escenas de Los hermanos Karamazov aparece un perro con ese nombre. El animal es sumamente inteli- gente. Acompafia a uno de los personajes del libro, Itliusha, durante su agonfa. El perro parece saber que el nifio est desahuciado. Realiza para él una serie de maromas que logran hacer de la agonfa un trance armo- nioso. A mi Perezvon lo conseguf después de una serie de pesquisas que realicé para saber cudl es la raza mas comprometida con su amo El nombre lo habia escogido desde algin tiempo atras, cuando advert! que necesitaba un animal a mi lado que hiciera mas amables los tran- ces finales o las enfermedades de sus duefios. Algo similar debe haber pensado Frida Kahlo al tener en la Casa Azul tantos animales. Posefa in- cluso una pequefia venada. En una de sus pinturas la representa con la cabeza de la propia pintora y el cuerpo del animal tasajeado de flechas, rrataba de una a —que habia ron que la co- ue esta Ultima esolvi algunos | auto al taller inario para un 2 aquel perso- auto en el que chevy del afto istero, practi- ra una parte ara detenerme esa zona era Jos de hongos jas de maiz re- Bajé del auto mi perro. Su n, proviene de or Dostoievs- scenas de Los zov aparece e nombre. El mente inteli- aa uno de los bro, Illiusha, nia. El perro > el nifio esta iza para él trance armo- de pesquisas con su amo ando adverti Jes los tran- + debe haber °s, Posefa in- esenta con la o de flechas. De todas las personas que conozco solo una —a quien no he visto sino mente— supo que el nombre de mi perro proventa del libro del es: =or ruso. Se trata de Chris, un joven mistico a quien vi por primera vez ante un viaje. Lo ultimo que supe de su persona fue que iba a internarse la selva amazénica. Hace poco adverti que solo hemos estado juntos en 7a ocasi6n. Sin embargo, siento que sé més de él que de Frida Kahlo, mito me ha perseguido desde hace muchos afios. ¢Seré que una per- sona, en este caso Frida Kahlo, puede terminar desapareciendo por un exceso de interpretacio- que se hagan sobre la? Conoci a Chris en sna cena llevada a cabo en 1 pequefio restaurante. spués caminamos jun- por calles mal ilumi- ‘adas, Asistimos luego a una fiesta. Sin embargo, 2se tiempo infimo se con- virtio para mi en algo casi infinito. No el recuerdo de ios tenis blancos que Chris levaba puestos en aquella ocasi6n, ni el de la tunica negra que suelo utilizar. Tampoco la conversacion sobre un circo ambulante —historia presente en el jibro que Chris acababa de publicar— que sostuvimos durante nuestra caminata. Nada externo tuvo importancia. Posiblemente algo similar ocurria en el (0 Frida Kahlo. La atmésfera creada en la Casa Azul, su tipo de vida, la indumentaria que decidié utilizar en cierto momento. Tal vez todos esos elementos hayan servido Unicamente para dejar caer una suerte de velo —como el que sent/ aparecer entre Chris y yo— detrés del cual se escon- dia realmente la posible verdad de la artista. Una impostora acaso? ¢Una vida planteada a manera de una puesta en escena? Fue quizé la unica forma de sobrellevar libremente su trabajo artistico a pesar de las circunstancias. 4 le record de! joven La configuracién del limite entre lo impostado y lo real es lo Unico que debe importar, me dijo Chris antes de despedirse. ZA la sombra de estas palabras seremos capaces de ver, a pesar de las imagenes, tanto graficas como literarias creadas alrededor de ella, a la verdadera Frida Kahlo? ¢Podré saber yo quién es de verdad el mistico Chris, a pesar de las conversaciones que hemos sostenido sobre San Juan de la Cruz, Santa Teresa o sobre sus estudios rigurosos acerca de la resurrecci6n de la carne? Ese limite —la ignorancia del otro a pesar de haber tocado puertas aparentemente intimas— debe ser algo asi como una superficie que delinea la totalidad de lo visible. Como las claves de acceso para la béveda de algo que sdlo puedo denominar como el clima del alma. Quiza tanto en mi experiencia con el mistico Chris como en la historia montada alre- dedor de Frida Kahlo, hubo demasiado clima del alma puesto al descubierto. r . La noche anterior a la partida, en el Chevy acompafiado de Perezvén, soné que ves me encontraba en una playa en la que habia una casa. El cielo estaba saturado ido —hasta el exceso— de estrellas. Aparte, me parecié entrever algo extrafio en ca el panorama, Admirar un lugar paradisiaco conformado todo de luz fue como sperecié. soho do de nd apreciar al alma levanténdose de su deseo y conciencia. Fue como creer que el ra final, la muerte, se encontrara ya ala vista, lo que me permitfa en ese momen- 4 to tener la sensacion de estar presente en varias realidades al mismo tiempo. Estoy seguro de que aquella sensaci6n —de habitar al mismo tiempo una serie de mundos— es la que me va a permitir escribir la biografia de una mujer que para algunos est muerta y viva para otros. Es posible que el camino de los que se encuentran en una suerte de més allé no definido —situacién de la mayorfa de los difuntos que no se terminan de ir—es la que podemos encontrar, tanto en Frida Kahlo como en la mujer que posee un puesto en el mercado, como en el mistico Chris, como en mi mismo. Puede resultar dificil describirlo. Trabajoso tratar de encadenar lo especifico de una secuencia determinada. Quiza s6lo sea posible atisbar ciertas fases del proceso. La bata que utilizaba Frida Kahlo para pintar, el borde del vaso donde el joven mistico tom6 un sorbo de agua, la mi- rada atenta de Perezvon. Es posible que sdlo sean manifestaciones de un mas alla indefinido, que el ojo humano esta incapacitado para captar. La camara de fotos, y mas atin si se trata de una de juguete, quizé pueda descubrirnos algo. Un alma imperativa —la de la mujer de la imagen que debia reconstruir sin duda lo era— suele tener como caracteristica principal que el comienzo de su camino acostumbra estar preso de accidentes y de sensualidad. Pero a medida que va avanzando —envejeciendo— es capaz de llegar a un estado de calma, mediante el cual puede reconciliarse con cierta plenitud, que es la Unica posibilidad de traer consigo su pro- pio oriente, como dirian ciertos misticos de la antigtiedad. Mientras pensaba en estas vaguedades, los lados de la carretera me mostraban amplios horizontes. Me detuve nuevamente en un restaurante. Caminé hacia las mesas. Habia un sol resplan- deciente, calido, pero las zonas de sombra estaban congeladas. Era radical el cambio de temperatura que existia entre un ex- tremo y otro de la mesa. Perezvon buscé un rincén asoleado. etera te en plan- adas. n ex- ado. EI restaurante se encontraba rodeado de montafias. La mesa que eleg{ mi- raba hacia el sur. Detras de los picos que podfa observar existe un pequefio poblado donde vive un escritor amigo mio. En aquel poblado se utiliza una antigua lengua originaria de otro continente. Se trata de una comunidad que provino de cierta region de Europa, de donde mi familia también es originaria. Ese amigo escritor —roméntico puede ser un buen término para describir- lo— ha ganado algunos concursos literarios y publicado textos en la tierra de origen de sus ancestros. Entre sus planes de vida est el de suicidarse cuando la lengua de sus antepasados sea desplazada por el habla general. Aqui habita confinado en una comunidad cuya mayoria se dedica a fabricar quesos y man- tequillas. Para tener libres los establos de roedores, la Unica raza de perro permitida es una especie de terrier denominado ratonero. Estén prohibidas todas las demés variedades caninas. Se piensa que asi se evitan cruzas inde- bidas, lo que daria como resultado la proliferacion de perros callejeros. Cada casa, cada establo, cada negocio cuenta con un perro ratonero en la puerta. Mientras me dispongo a subir al auto nuevamente, una mujer se acerca para ofrecer unos pastelillos que asegura acaba de hornear. Estoy a punto de aceptar- los, pero los rechazo con un gesto. Miro ala mujer y constato, como es obvio, que no se trata del personaje que estoy buscando. Voy detrs de una Frida Kahlo con vida. Al ver su silueta recuerdo vagamente fragmentos de un poema de 20 modelo al TS. Ehot TS. Elliot, donde una voz asegura que ha cometido fornicaci6n, pero se disculpa afirmando que ocurrié en otro pais y, ademés, con una mujer que ya esté muerta. Me despido de la vendedora, quien ha colocado su cuerpo a contraluz al lado de la carretera. Al irme alejando me ofrece sdlo la espalda. Seguramente la mujer retratada por el poeta —extranjera y muerta— tomaria una actitud semejante frente a quien revelara en pblico un secreto tan intimo como la fornicacién. ara tar- vio, hlo. de Frida Kahlo, de alguna manera se trataba también de una mujer extranjera Muerta ademas. Fallecié no solamente en el afio de 1954, cuando fue cremada en una funeraria del centro de la ciudad, sino que tuvo una especie de prime- ra muerte en 1926, durante el terrible accidente que sufri6, ya que segtin los dictémenes médicos era casi imposible que hubiese sobrevivido. Podia tratarse de una mujer extranjera porque su padre provenia del imperio austrohtingaro y entre ellos se comunicaban en aleman. Extranjera y muerta, dos elemen- tos capaces de hacer ptiblico cualquier clase de secreto. Frida Kahlo parece que lo intuy6. Ambas caracteristicas le dieron la opcion de vivir como si ya la vida no existiera. Le otorgaron algo asi como un derecho que le permiti6 re- construirse una y otra vez hasta hacer de ella una suerte de mujer-monstruo. Perezvon se ha acomodado en el asiento trasero. Decido hacer otra parada en el camino y visitar a mi amigo, el escritor que acostumbra expresarse en dialecto. En cierta ocasién me habié del cementerio de la comunidad. Un cammposanto que cuenta con una zona dedicada a los mértires del fascismno, del fascio como les llaman, que es una ideologia que imperé durante generaciones en buena parte de los habitantes de esa regién. Es algo extrafio imaginar que en las llanuras del 2 Detalle fascist ala que alguien ado udimentaia una exlla Ge Dovd centro de México exista un cementerio con estas caracteristicas. Pienso en la pos- tura politica de Frida Kahlo. En la 6poca de su militancia no creo que haya sabido de la existencia de células fascistas a menos de 200 kilometros de su casa. ¢Qué habria hecho de conocerlo? ¢Hubiera convocado a los riembros de su partido para atacar a los integrantes de una comunidad que ni siquiera hablaba casi el espafiol? nel cto, que del 0s ido Qué ara ol? Mi propia familia es fascista. Huy6 de Italia poco después de 2 calda del Duce Benito Mussolini. Mi madre lleva incluso el nbre de su hija: Edda. Jamés, ni siquiera varias generacio- después, sus miembros han dado muestras de abandonar ideologia. Una vez que escaparon, pudieron poner en oréctica alguno de sus aspectos en el pais sudamericano al que zrribaron. Tengo recuerdos de infancia, en los que escucho conversaciones familiares jug ges sostenidas para adaptar 3 estrategias de aplicacion de ideas fascistas en su nueva realidad. Mi abuela acostumbraba repetir lar- gas diatribas acerca de la existencia de razas inferio- es y, a veces, las demnos- traba frente al personal que atendia la casa familia. La foto del Duce Mussolini siempre se mantuvo en un ugar principal. De vez en cuando, mi madre y sus nermanas ponderaban lo apuesto de su porte. A ve~ ces via mi abuelo hablando 2 solas con aquella foto. En clertos momentos de quellas insélitas conver- iones, solia mostrarle el dedo indice de la mano derecha. Se lo habia destrozado adrede. Inmediatamente después “el linchamiento de Mussolini colocé su dedo en un yunque , le pidi6 a un compafiero que descargara el martillo sobre Mi abuelo hizo luego Io mismo con el dedo de su amigo. esa forma lograron hacerse pasar por heridos de gue- a, como miembros heridos del bando contrario ademas. Vista del pais dande mi Mi abuelo murié cercenado. A Frida Kahlo le fue amputada una pierna. Una diabetes obligé a los médicos a operar a mi abuelo. Primero fue una pierna, luego otra. Tiempo después los dos brazos. Aparte de esa enfermedad, un desorden en la circulacion parecié afectar su capacidad mental. El proceso fue largo, como extenso fue el tiempo que Frida Kahlo tuvo que sopor- tar el dolor que le ocasionaba la recuperacién de sus distintas operaciones. Mi abuelo vivi6 casi veinte afios mientras iba siendo despojado de sus miem: bros. Permanecié casi todo el tiempo acostado. Frida Kahlo hizo instalar en su propia cama un dispositivo para pintar mientras se encontraba sin poder levantarse. Pidid ademas que colocaran un espejo en cenital para apreciar en su propio rostro el paso de los minutos que duraban sus recuperaciones. Una ma, un sO Dor nes. an er M familia estuvo en quiebra durante alguin tiempo. Sobre todo en el proceso de llegada a su nueva realidad. Poco después logr6 recuperarse, pero los afios de instalacin en el nuevo pals arrastraron consigo las miserias, tanto materiales como simbdlicas, de la posguerra. Uno de mis tios, hijo de mi abuelo, inventd un medio de transporte para el eventual traslado del enfermo de su habitacién a la estancia principal. En el afio de 1953, Frida Kahlo asisti6, acostada en su cara de enferma, a su primera exposicién individual. La cama fue cargada Visa ae como si se tratara de un féretro. Para el traslado del abuelo, mi tio le adapt6 ‘una silla de madera normal unas pequefias ruedas de carropatin. El ruido que hacian al rodar era minimizado por un extrafio sonido, chichu, chichu, que expresaba mi abuelo con la boca mientras era transportado. Una vez en la sala era depositado en un sofa amarillo colocado al lado de la ventana que daba a la calle. Desde su posicién se alcanzaban a ver las copas de los arboles que crecian en el parque frente al cual el departamento se encontraba situado. Las ventanas estaban cubiertas la mayor parte del tiempo con persianas de metal. Recuerdo que también habia otra foto del Duce en el departamento. Exis- tia una muy pequefia en la mesa de noche del abuelo, Entre otros asuntos relacionados con esos afios, quiza el mds desagradable fue apreciar a la abuela acusar a los miembros de la familia de sentir atraccién sexual unos por otros. Mas de una vez nos acus6 de cometer incesto. Es curioso, pero nadie en ese tiempo pens6 que la abuela pudiera sufrir algun tipo de pertur- bacién mental. Algunos achacaban lo extrafio de su cardcter y de sus accio- nes al agotamiento que significaba velar por el bienestar de su marido enfermo. Parece que se sentia con el poder de exigir a los demas miembros de la familia una especie de pago por el sacrificio que estaba realizando. La abuela no deseaba la ayuda de nadie. Se negé a la pre- sencia de otra perso- na para cuidar al en- fermo. Algunos afios| atras, mi abuelo habial llevado a la casa a ur muchacha que su fami- lia le encomend6 d rante uno de los vi Jjes de trabajo que soli realizar. Antes de et fermar, el abuelo se dedicaba a visitar distintas regiones del pais par vigilar el funcionamiento de la red de plantas de luz. Habla aprendido, sus tiempos pasados en la juventud fascista, el oficio de técnico en el tricidad. La abuela nunca permitié que esa muchacha ingresara en habitacién del enfermo. Compré incluso una vara en el mercado la que acostumbraba someter a la joven a una serie de castigos fisic amento. Exis- otros asuntos apreciar a la n sexual unos curioso, pero ipo de pertur- ) de sus accio- stamiento que velar por el de su marido Parece que con el poder a los demas s de la familia de pago por que estaba jo. La abuela ba la ayuda de ‘negé ala pre- e otra perso- uidar al en- jgunos afios i abuelo habia la casa a una a que su fami- comendé du- 10 de los via- abajo que solia Antes de en- del pais para prendido, en igresara en la mercado con sstigos fisicos. Frida Kahlo descubrié en cierta ocasién que su marido, el pin- tor Diego Rivera, mantenia relaciones sexuales con su herma- na més querida. Habian crecido muy unidas. Pidio el divorcio. Afios después, Frida Kahlo se casaria con el pintor nuevamente. y Fae Y Lee Perezvén, acomodado en el asiento trasero, se quedo profundamente dormido hasta que llegamos a la comunidad donde habitaba mi amigo el escritor. El Chevy tom6 un sinntimero de pendientes y subidas. La carretera} habia sido construida paralela a varios precipicios. El poblado de mi amigo’ es més limpio que los que se levantan a su alrededor. El guardia del ce- menterio, que no es originario de la regidn, nota que en aquel camposanto| suceden cosas extrafias. | Me lo dice cuando lo} visito. He llegado esa misma tarde, me he instalado junto a Pe- Tezvon en el hotel Ve- necia, que curiosamente admite perros en sus habitaciones, y he ido a la casa de mi amigo elescritor, quien se en- cuentra conmigo en es- tos momentos. El guar- didn me informa que casi todos los fallecidos son personas jévenes, quienes mueren de ma- les no muy frecuentes en el resto de la regién. Muchos de ellos pre- sentan sintomas vira- les, fiebres altas, que terminan causando intempestivos decesos. Otros caen en estados depre- sivos severos que los hace ver ante los demas —antes de ser colocados en su respectivo atatid— como una suerte de alma en pena. Algunos comienzan a presentar los ojos transparentes 0 las pieles empiezan a perder pigmento. Al momento de escribir los nombres en las tumbas, deben ser las mismas familias quienes repitan a los enterradores, una Por una, las letras de aquellos nombres tan ajenos a la tradicion del pats. ofundamente a mi amigo el s. La carretera o de mi amigo uardia del ce- el camposanto osas extrafias. ce cuando lo e llegado esa arde, me he ) junto a Pe- 1 el hotel Ve- ‘curiosamente erros en Sus nes, y he ido de mi amigo "quien se en- onmigo en es- intos. El guar- informa que los fallecidos nas jévenes, ueren de ma- ly frecuentes » de la region. Je ellos pre- ntomas vira- es altas, que tados depre- ser colocados ena. Algunos empiezan a | las tumbas, radores, una cién del pais. Duardo es el nombre de mi amigo el escritor. Ha publicado, como sabemos, algunos libros y ha logrado crearle una grafia al dialecto, que hasta hace poco era expresado solo en forma oral. La basa en elementos del espafiol. A partir de este trabajo ha contribuido a crear una polémica con los hablantes del dialecto europeos, pues su grafia esta tomada del italiano. La comida mas apreciada de la zona es el conejo con polenta. Conigili gigante, Recuerdo una plaquita de metal de la infancia que contenta estas palabras. Me habfan comprado dos conejos. Mi padre les construy6 una jaula y le pedimos al abuelo que, curiosamente con un yunque y con un martillo, esculpiera esas palabras en una pequefia placa. gPor qué habria escogido mi abuelo, ya en la vejez, trabajar con un yunque y un martillo? Frida Kahlo nunca supo lo que se estaba gestando en estas montafias mexi- canas? Seguin dicen, en esa época el poblado era sumamente rudimentario. Las familias se transportaban en carretas haladas por mulas, y la correspon- 30 itantes regresé en ese tiempo a Italia, Algunos no volvieron de la guerra. Muchos de aquellos ausen- tes son precisamente los héroes que aparecen en las lapidas del cementerio. xi ese en- rio. Mi estancia en el poblado fue relativamente corta. Solo dos dias. Me llamé la atencién lo simple y comodo del hotel. Me sorprendié que me aceptaran con Perezvon, y que no pusieran reparos en que pagase después de abandonar la habitacion. Antes de partir, la familia del escritor Duardo prometié matar un conejo para mi proxima visita. Imagino a mi propia abuela con los conejos prendidos de las orejas a los cordeles donde se tendia la ropa. Dandoles con un piolet —especie de martillo— un golpecito en la nariz que los dejaba muertos al instante. Pienso en la pintura La venadita de Frida Kahlo. El cuerpo de ani- mal luciendo la cara de Frida Kahlo con una serie de flechas atormentandolo. Liego varias horas después a la ciudad desde donde me anunciaron por primera vez la existencia de Frida Kahlo. Lo primero que me sorprendié es un graffiti de Lenin lla mando al despertar social del pueblo. Estaba anocheciendo. Tuve el deseo de permanecer unos dias en aquella ciudad. No queria ir directamente al poblado donde vivia la Frida Kahlo que mantenfa un puesto en el mercado. La habia imaginado en varias ocasiones desde cuando me hablaron de ella por primera vez. Intuf que se levantaba muy temprano en la mafiana y que dedicaba mas de dos horas en acicalarse. Acicalarse es la palabra adecuada, pues preparaba una 32 tina con agua hervida con flores; se untaba aceites en la piel y en la cabellera; se hacia complicados peinados, trenzas. Planchaba luego sus huipiles y al final, antes de salir a la calle, engarzaba una serie de flores a su tocado. Presiento que se desplazaba con cierta dificultad. Le costaba algo de trabajo ponerse de pie. Una vez que despertaba debia esperar cerca de quince minutos, inmoévil, para tener a certeza de que se encontraba con vida. En el techo de la cama conta- ba con un espejo. Muy parecido al que tenfa colocado la otra Frida Kahlo. Es por eso que lo primero que miraban ambas al despertar era su propia imagen 5 era; inal, que pie. para nta- ). Es gen. Frida Kahlo iba reconociendo, poco a poco, sus facciones. Su cabellera sobre la almohada. Se oian algunos sonidos. Aves, gallos que cantaban en corrales vecinos. Se escuchaba también el megafono con el que contaba la alcaldfa del poblado. Felicitaba a todos los que ese dia cumplian afios. El cuarto de Frida Kahlo est repleto de objetos. En un rinc6n se encuentran colgados los huipiles. En un jarron se mantienen frescas las flores que ese dia colocara en su pelo. Antes de acostarse ha dejado agua cristalina en una palangana, y puesto al lado una tela blanca de algod6n. Se pone lentamente de pie. Camina unos cuantos pasos. Los primeros son los més di- ficiles. Luego de las abluciones se sienta en una esquina. En la habitacion hay un espejo de cuerpo entero, en cuya luna se encuentra escrito un poema. Habla no de mujeres muertas con las cuales se cometi6 estu- pro en el extranjero, sino de la inconsistencia del tiempo. Frida Kahlo no sabe quién lo elaboro. Lo vio cierta mafiana trazado en la luna y no quiso pregun- tar. Quizé fue Diego Rivera ola mujer que se suicid6 a los pies de su cama. Tal vez lo escribio Le6n Trotsky como un ejerci- cio de lenguaje. Frida Kahlo lo mantuvo como aparecido de la nada. Sin embargo, lo lee cada mafiana como si no lo conociera. Se viste. Se coloca la falda larga, el huipil, inserta las flores al tocado. Se maquilla los labios, los ojos, las cejas. Se cuelga los aretes y va acomodandose la docena de collares que usa diariamente. Vive sola. Nadie es testigo de sus transformaciones. Aquel cuarto decorado constituye toda su vivienda. Sus cosas se encuentran todas alli presentes, completas, a la vista y al alcance de la mano. En una esquina de la habitacion estan colocados los implementos que necesitara para la com- pra diaria. Hay allf una gran bolsa de material sintético, un monedero. En este cuarto no hay implementos para las pinturas. Cualquiera sabe de lo toxico que es el dleo, y sélo a una persona descuidada se le ocurrirfa dormir en el mismo lugar donde trabaja. Frida Kahlo les habia contado, a sus colegas del mercado principalmente, que estaba juntando dinero para comprar un terreno y montar alli una especie de zoolégico. Deseaba convivir con animales. Queria un mono, una guacamaya, un venado, un pavo real y varias iguanas. Pero sobre todo, anhelaba tener una gran cantidad de perros xoloixcuintle. cado \prar eaba raya, odo, intle. Jegué a la ciudad precisamente cuando se preparaba para celebrar la Navidad, Las calles estaban repletas de personas. En los negocios la gente hacia largas colas delante de las cajas. Ademés, la ciudad parecia apurarse en terminar las actividades que habfan quedado pendientes a lo largo del afio. Aparte de poner en remate los excedentes, se organizaban celebraciones publicas: comparsas, pasacalles, exposiciones de arte. El mismo dia de mi llegada acudi a una insOlita procesi6n gpagana? Un hombre desnudo presidia a un grupo de feligreses vestidos con ropas invertidas a las de su sexo. Si eran hombres vestian como mujeres y si mujeres como hombres. En ciertos autorretratos Frida Kahlo realiza un ejercicio similar y aparece, mas de una vez, con ropas masculinas. Al avanzar, la carava- na iba desenrollando una interminable tela roja sobre el piso empedrado de la ciudad. La procesi6n terminaba ante las puertas cerradas de un templo catdlico. 36 Las siguientes jornadas fueron de espera y de vigilia. Se establecio a mi alre dor una especie de tiempo muerto, en el cual iban disminuyendo las activid: habituales y todo parecia concentrarse en las celebraciones cercanas. Me par mis facil obedecer ese orden e incluso celebré, en compaiiia de algunos ami gos, la Nochebuena. Nos organizamos alrededor de una mesa colocada al ait libre, Estuvieron presentes —sin duda se traté de una reunién peculiar— uni maestro japonés, un artista visual meridional, dos educadoras nérdicas y una familia de la localidad, compuesta por una madre y ocho hijas pequefias. Una de las educadoras nérdi- cas me obsequié la mi- niatura de un leon de pla- ta. Esa noche me acosté minutos después de la medianoche. Perezvén lo hizo, como siempre, al pie de mi cama. Escu- ché a lo lejos el estruendo de los fuegos artificiales. Misicas diversas, entre- veradas por la distancia. Através de la ventana de la habitacién pude ver el cielo alumbrado por una gran cantidad de estre- llas. No habia luna. Recor dé el suefio que habia ex- perimentado meses atrés, cuando recibf el encargo de hacer una biografia sobre Frida Kahlo. La ausencia de luna me permitié apreciar de manera mas intensa el resplandor que producia la saturacion de estrellas. Se trataba de un destello que podria considerarse de baja intensidad pero que, sin embargo, se mantenta en forma constante. Horas después, cuando comenzé la calma poste- rior a la fiesta, sali de la casa antes de que amaneciera. Subi al Chevy y prendi la luz interior del auto. Miré el mapa que habia conseguido unos dias antes. Alli estaba marcado —lo habia sefialado yo mismo con mi pequefia pluma fuente Inoxcrom— que debfa tomar una carretera secundaria que nacia en determi- nado cruce de caminos. La sefial del cruce de caminos lo indicaba un motel. ami alrede- actividades Me pareci6 jgunos ami- ycada al aire uliar— un rdicas y una quefias. Una joras nordi- quié la mi- leén de pla- 2 me acosté spués de la Perezvon 10 siempre, cama. Escu- ol estruendo artificiales. rsas, entre: la distancia. 2 ventana de pude ver el ado por una d de estre- una, Recor- ue habfa ex- meses atras, ( el encargo a biografia manera mas ‘ataba de un smbargo, se ima poste- evy y prendi as antes. Alli luma fuente en determi- a un motel. No realicé esta tiltima etapa de mi viaje acompafiado de Perezv6n. La gente de la zona parecia temerle a los perros. No quise estropear la primera cita. El poblado aparecié después de varias curvas peligrosas. A lo largo del viaje habia leido una serie de carteles que anunciaban que la carretera era sinuosa. A mitad de camino tuve que pasar por un poblado dedicado a la experimentacién con hongos y raices alucinégenas. En aquella poblacién todo parecfa estar en orden, salvo los anuncios pegados en las vidrieras de los negocios que ofrecian tours que prometian distintos tipos de sustancias. Detuve el auto. Tenia sed. Me lla- mé la atencién que en el ambiente de ese poblado no quedara ninguna huella de los estadis alterados que se vivian en forma cotidiana. Como sefialé, todo estaba en orden. Entré a una cantina, pedi una Coca-Cola y subi nuevamente al auto. Continué con el camino. Repito, no percib{ nada fuera de lo normal. Cuando llegué al poblado que estaba buscando, lo primera que quise visitar fue el mercado. Fui al rea donde estaban instaladas las vendedoras de flores. Compré algunos ramos, y luego le mostré a las mujeres la imagen de Frida Kahlo que me habfan entregado en la editorial. La miraron fijamente y luego se la fueron pasando una a otra. Sonrefan con malicia. Finalmente me la devolvieron y me pidieron que volviera por donde habfa venido. No crefan que esa mujer, la de la foto, estuviera disponible para nin- gin fordneo. Me dijeron que poseia un puesto de comida y que habia tenido problemas con las juntas del mercado, con las autoridades, con los curas. Lo mejor era no visitarla, me advirtieron. Si queria co- mer algo habia otros puestos disponibles. No siga su viaje, se atrevié a decir alguna. Me parecié el esquema regular de ciertas obras literarias. Siem- pre parece existir un lugar in- termedio donde le advierten al viajero no proseguir con la travesia. Quiz4 algo similar sucedfa en los afios cuarenta cuando algtin foréneo desea- ba visitar a Frida Kahlo. Casi parse omeenlt aie nunca se encontraba sola. Para acceder a ella se debia pasar antes por otras personas. Cuando Ilegé André Bretén, por ejemplo, tuvo que ser el poeta César Moro quien le sirviera de guia. Lo misrno —Ia presencia de un guia que impidiera de alguna forma enfrentarse de manera directa con Frida Kahlo— sucedié durante la visita de Le6n Trotsky y de Serguei Einsenstein. Me alejé de aquellos puestos llevando las flores. Recordé también que en esas obras, a pesar de las adverten- cias, siempre el personaje llega al lugar que esta buscando. 38 lo primero de estaban nos ramos, ‘Kahlo que jamente y on malicia olviera por de la foto, e para nin- ijeron que e comida y problemas mercado, , con los no visitarla, queria co- 0s puestos ja su viaje, alguna. Me regular de rias. Siern- in lugar in- advierten guir con la jo similar s cuarenta neo desea- Kahlo. Casi febia pasar sreton, por \ le sirviera npidiera de con Frida le Serguei > las flores s adverten- | buscando. Via la mujer desde lejos. Al instante supe que se trataba de la persona que estaba buscando. No puedo precisar si aquella certeza me la daba su presencia fisica 0 mas bien el aura que se desplegaba a su alrededor. No habia posibilidad de separar una de otra. No era una Frida Kahlo corporal. Parecia més bien un fantasma que continuaba vivo después de cincuenta afios. El vestido, los colla- res, los aretes, las flores en el cabello avalaban la certeza pero, sin embargo, no eran lo fundamental. Era como si una réfaga de viento se estuviera llevando constantemente lo corpéreo y quedara s6lo el vacio como testimonio de su pre- sencia. All{ se encontraba el perfil de ese fantasma. No como la otra Frida Kahlo vistiendo huipiles y trajes folkldricos. La mujer que tenia delante no mostraba el cuerpo cubierto con un vestido. Se trataba més bien de un cuerpo cosido a un vestido. De una carne que necesitaba de una tela semejante para poder existir. Supe que, llegadio el momento, a esta mujer seria imposible cremarla como lo hicieron con la otra Frida Kahlo. La Frida Kahlo del mercado debia ser colocada, envuelta en una mortaja de papel, dentro de una caja de madera rustica repleta de pétalos de flores para permitir que se hiciera un solo elemento con la naturaleza pre o primero je estaban (os ramos, Kahlo que ijamente y on malicia. olviera por de la foto, e para nin- jjeron que e comida y problemas | mercado, es, con los no visitarla, | queria co- ros puestos ga su viaje, alguna. Me a regular de arias. Siem- un lugar in- le advierten eguir con la 2igo similar jos cuarenta neo desea- } Kahlo. Casi debia pasar Breton, por on le sirviera impidiera de ‘a con Frida yy de Serguel do las flor las adverten- 4 buscando, Via la mujer desde lejos. Al instante supe que se trataba de la persona que estaba buscando. No puedo precisar si aquella certeza me la daba su presencia fisica 0 més bien el aura que se desplegaba a su alrededor. No habfa posibilidad de separar una de otra. No era una Frida Kahlo corporal. Parecia mas bien un fantasma que continuaba vivo después de cincuenta afios. El vestido, los colla- res, los aretes, las flores en el cabello avalaban la certeza pero, sin embargo, no eran lo fundamental. Era como si una réfaga de viento se estuviera llevando constantemente lo corpéreo y quedara solo el vacio como testimonio de su pre- sencia. Alli se encontraba el perfil de ese fantasma. No como la otra Frida Kahlo vistiendo huipiles y trajes folkloricos. La mujer que tenia delante no mostraba el cuerpo cubierto con un vestido. Se trataba mas bien de un cuerpo cosido a un vestido. De una carne que necesitaba de una tela semejante para poder existir. Supe que, llegado el momento, a esta mujer seria imposible cremarla como lo hicieron con la otra Frida Kahlo. La Frida Kahlo del mercado debia ser colocada, envuelta en una mortaja de papel, dentro de una caja de madera riistica repleta de pétalos de flores para permitir que se hiciera un solo elemento con la naturaleza, 40 Entre las pocas cosas que me dijo —en realidad ella no me hablo nunca de manera directa, lo hicieron sus ayudantes— fue que le estaban disefiando una especie de mortaja. Ella se mantuvo casi todo el tiempo de espaldas a mi. Adujo que debia tener lista una comida laboriosa para el dia siguiente. No me podia atender Sin embargo, afiadié que no deseaba llevar una mortaja tradicional, una que asemejara un habito de mon- ja. Tampoco queria ser enterrada con un traje de noche, como acostumbraban usar algunas muertas cu- yos cuerpos habia visto al descubierto en los cementerios después de los des- laves. Precisaba una de papel de resina, que fabricaban al- gunos artesanos de las cercanias. Le pa- recia lo mas acorde con su estilo de vida. Una mortaja que no fuera una mortaja. Que se deshiciera a medida que su piel se desvanecia. El papel escogido era gris. Dijo que ya le habfan tomado ciertas muestras. Las mangas le quedaban un poco anchas, asi como era exage- ado el largo. Pero la persona que se las confeccionaba le habia dicho que asi debia de ser, con ese remanente en la tela de papel. Le aseguré que habia investigado lo que su- cede con los cuerpos después de ser enterrados. Era nece- sario por eso confeccionar el traje dos tallas mas grandes. la no me udantes— aja. Ella se que debia ite. No me llevar una radicional, asemejara ) de mon- sco queria ada con un ache, como raban usar juertas cU- pos habia escubierto menterios ie los des- cisaba una de resina, icaban al- tesanos de jas. Le pa- nas acorde ilo de vida. ja que no @ mortaja. Jeshiciera cogido era tras. Las era exage- -cionaba le ente en la lo que su- Era nece- s grandes. Parecia preocuparle en ese momento lo que sucederfa con la resurreccion de la carne. A la Frida Kahlo de Coyoacén la habian incinerado y, como se sabe, algunos dicen haberla visto sentarse en mitad de la pira. Nuestra Frida Kahlo no deseaba una muerte semejante. De un tiempo a esta parte, la incineracin se habia convertido en la Unica opcién que tenfa la gente de pocos recur- 508 econémicos para des- hacerse de sus muertos. A pesar de no tratarse de una persona religiosa —lo dijo— le alteraba lo que sucederia durante el dia del Juicio Final. Qué cuerpo iba a ser capaz de presentar ante Dios. No en vano lo habia cui- dado con esmero, Oirla a través de sus asistentes —ella seguia sentada de espaldas— me hizo re- cordar las pesquisas inte- lectuales con respecto a la resurreccion de la carne que efectuaba en su gabi- nete de trabajo mi amigo el mistico Chris. ¢Qué iba a presentar? repiti Frida Kahlo. Un montén de cenizas tal vez? ¢Una calavera con el cabello y las ufias crecidas hoes de manera descomunal? Conocia una anécdota —que le conté una mujer muy bella que la visit6 en cierta ocasién premunida de una cémara de fotos— de un hombre que por razones desconocidas fue sacado de la tumba del cementerio local y los pajaros picotea- ron su cabeza de manera despiadada. Frida Kahlo dijo tener gra- bada en su mente la escena del cadaver, vestido con sus mejores galas, mostrando el créneo limpio de cualquier huella de carne. Resgos que Kahlo Ajfiadié que no conocia exactamente los motivos por los que una mortaja de papel podia llevarla por un camino intermedio, Tal vez después de algun tiempo de muerta s6lo quedaria el papel en el cual el cuerpo habia sido envuelto Se conservaria quiz4 como una suerte de pergamino. Los restos de la piel se pegarfan, se plasmarian, con la superficie confeccionada por el artesano, y con- formarian asi una misma textura. El papel haria quiz el rol de conservante. Por eso Frida Kahlo habia pedido también que la mortaja contara con una ma cara. Era posible que en su concavidad, que muy pronto dejaria de ser papel para convertirse casi en una tela, quedaran grabados los rasgos de su rostro. Cuando le pregunté qué sabfa de la Frida Kahlo de Coyoacan, me contest que habla escuchado decir que después de muerta realizaba de manera indirecta obras de bien en ciertas comunidades indigenas, en algunas de las cuales ya s6lo practicamente quedaban mujeres. Los hombres habian partido para trabajar en lugares Iejanos. La manera como la Frida Kahlo muerta las ayudaba era por medio de un porcentaje que esas mujeres recibfan de una Fabrica de tenis que vendia un modelo con la imagen de la pintora. Con el dinero obtenido, las mujeres de las comunidades habian podido implantar nuevas técnicas de almacenaje de aqua 44 Me conto también que habla sabido de la existencia de otra Frida Kahlo por- que alguien, en cierta ocasi6n, le llevé una foto de la pintora. Me dijo ademas —parece que conocia algo de su biografia— que nacié en la Ciudad de México el 6 de julio de 1907. A los siete afios sufrié de polio: una mafiana desperto y no se podia mover. No se trat6 de una dolencia severa, Como secuela le quedd una pierna mas delgada que la otra. En 1922 ingres6 a estudiar medicina, y ese mismo afio conocié a Diego Rivera, a quien habia ido a visitar para mostrarle sus pinturas. En 1926, mientras se encontraba en compaiiia de su novio de ese entonces, el autobiis en el que viajaban fue arrollado por un tranvia. Frida Kahlo sufrié heridas severas. Deba haber muerto. Las heridas eran tan graves que parecia casi imposible la recuperacién. Cuando super6 aquel estado, Frida Kahlo se hizo miembro del Partido Comunista. Un afio después se casé con Die- go Rivera. Vivieron por un tiempo en el mismo edificio que habitaba la anterior esposa de Diego Rivera, Lupe Marin, quien a su vez se cas6 con el poeta Jorge Cuesta. En 1930 Frida Kahlo y Diego Rivera pasaron una larga temporada de trabajo en los Estados Unidos. En esa época Frida Kahlo comenz6 a utilizar los trajes regionales mexicanos que la llegaron a caracterizar. Se dice que mientras carninaba de esa manera por las calles algunos nifios se le acercaban para pre- guntar donde estaba el circo, Dos afios después regresaron a México y Diego Rivera sostuvo un romance con la hermana de Frida Kahlo, quien al enterarse lo abandon6 y rent6 un departamento en el centro de la ciudad. En 1935 le realizaron la primera operacion. Fue en el pie. En 1936 se fue a vivir a casa de sus padres en Coyoacan —la famosa Casa Azul—. Durante esa temporada le practicaron una segunda y una tercera operacion. Organiz6 en esa época un comité de solidaridad para los refugiados espafioles, Llegd por entonces Leon Trotsky a México, y algunos dicen —no existen pruebas— que establecié una relacién amorosa con Frida Kahlo. Poco después conocié al escritor surrealis- ta André Breton, quien a instancias del poeta César Moro realiz6 una visita a México. A Frida Kahlo le organizaron un poco més tarde su primera exposicién individual en Nueva York, en la galeria Julian Leoy. Al siguiente afio viajé a Paris, donde expuso en la galeria Reno. Algunos la tildaron de surrealista, término que la pintora rechaz6. Ese mismo afio se divorci6 de Diego Rivera. En 1940 Leén Trotsky fue asesinado con un piolet en el barrio de Coyoacan, donde se ubicaba su casa. Frida Kahlo expuso en la Galeria de Arte Moderno en la Ex- posicién Internacional Surrealista. Ese afio se volvi6 a casar con Diego Rivera Habitaron por un tiempo en la Casa Azul. Frida Kahlo fue nombrada maestra i 46 en la escuela La Esmeralda, e impartié las clases en el estudio que tenfa mon- tado en su casa. En 1944 comenz6 a llevar un diario. En 1946 fue operada de la columna. Paso por verdaderos suplicios para su recuperacién. Algunos sostienen que no fue operada de manera correcta. Que los médicos erraron en ésa y en las intervenciones precedentes. En 1950 la operaron siete veces de la columna. Los dolores posteriores fueron insoportables. La paciente hizo uso indiscriminado del Demerol. Paso nueve meses internada en el hospital. A partir de entonces se desplaz6, buena parte del tiempo, en una silla de ruedas. Una mujer enamorada de ella se suicid6 al pie de su cama porque Frida Kahlo se negé a corresponder su amor. Ingirié un veneno, que habia llevado consigo, en la cocina de la Casa Azul y regres6 de inmediato a la habitacion para que Frida Kahlo la viera morir. Ya en esa época cornenzo a ser conocida la compul- sion casi maniaca que sufrfa Frida Kahlo por adquirir objetos. Mantenia en su casa colecciones completas de joyas, vestidos, telas y multiples cerémicas. En el jardin proliferaban las plantas y los animales. Era impresionante apreciar cémo, a pesar del dolor constante que parecia aquejarla, dedicaba varias horas, diarias a su arreglo personal y a una serie de detalles de la casa. Se convirtiO en la modelo preferida de muchos de los fotégrafos de la época. En 1953, la galeria de Lola Alvarez Bravo organiz6 la primera muestra individual mexica- na de la artista, Frida Kahlo asistio a la inauguracion llevada en su cama de enferma. Un afio mds tarde, después de haber participado en la manifestacion contra la injerencia estadounidense en Guatemala, Frida Kahlo contrajo una pulmonia fulminante y murié al atardecer del 13 de julio. Su cuerpo fue velado en el Palacio de Bellas Artes, envuelto en una bandera roja, y al momento de la cremaci6n, algunos testigos afirman que se sento en medio de la hoguera. 7 Para mi sorpresa, viendo en el mercado a esa Frida Kahlo de es- ia paldas haciéndome un recuento de la vida de la otra Frida Kahlo, cons- 08 tato que todos los datos que me esta ofreciendo los esta leyendo de un on libro que mantiene escondido entre sus faldas. Mientras tanto, sus asis- es. tentes se esmeran en atender como es debido a los demas comensales.

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