ARIO BELLATIN
Las reLas dos
Fridas
E! fin de este libro es realizar una biografia para jovenes de la pintora Frida
Kahlo. Tengo pensado comenzar el relato situandome en la junta de trabajo con
los editores que me comisionaron el proyecto. Es la primera vez. que escribo por
encargo, y no sé en ese momento si voy a ser capaz de cumplirlo. Una de las
caracteristicas de mi escritura es precisarnente no tener una conciencia clara de
mites y rumibos de los textos. Pero
fia de alguien cuyos datos de vidada
on
or
ras
er
vida
cio:
Pasé algunas semanas pensando en el mito creado alrededor de Frida Kahlo.
Visité varias veces su casa. Lo hice con una cémara fotogréfica con la que traté de
reconstruir en algo el espiritu de la época. Llevé conmigo una cémara estenopéica,
es decir, un instrumento de madera que en lugar de lente lleva una pequefia platina
agujereada con la punta de un alfiler. Realicé varias fotos. Deseaba ver si, después
de revelar las imagenes, encontraba algo que no hubiera sido expresado por nin-
giin biégrafo. La cémara de madera, la cual cargué con rollos de colores, capt6
distintas tomas de los jardines donde Frida Kahlo paso buena parte de su vida6
Deciaf enviar la imagen —la que me habfa entregado la editorial— a una se-
rie de conocidos. La mandé por correo electrénico. Deseaba saber la opinion
que tenfan sobre la pintora. Después de algunas horas comenzaron a llegar
las respuestas. La mayorfa obvias. Me hablaban de una pintora casada con
Diego Rivera que vivi6 en el barrio de Coyoacén. Que suftié de polio durante
la infancia y tuvo un grave accidente en la juventud. Que desarrollé una obra
pictorica peculiar, por medio de la cual renové de alguna manera lo conside-
rado como auténticamente mexicano. Me informaron asimismo que tuvo una
decidida militancia politica de izquierda, que sufrio un sinnumero de opera-
ciones sumamente dolorosas, que se hizo adicta al Demerol y que tuvo, a lo
largo de su vida, una serie de amantes, tanto hombres como mujeres. Incluso
alguien me contd que una de ellas se suicidé frente a su cama de enferma.Me tent6é entonces sobremanera la idea de hacer la biogra-
fia de una persona viva antes que de una persona muerta.Decido ir a buscarla. No tengo una idea clara de lo que pueda encontrar. Solicito
datos del lugar donde vive, pido que sitden con precision el poblado en el que
dicen que habita. Compro unos mapas de camino y preparo mi pequefio auto
para el viaje. Quiero que vaya conmigo mi perro, Perezvon, un border collie
sumamente listo que casi siempre est a mi lado. Al ver a Perezvén acostado
junto a mi mesa de trabajo, pienso en la gran cantidad de perros que apare-
cen en las pinturas de Frida Kahlo. Casi siempre se trata de xoloixcuintles, el
perro sin pelo americano, que no sdlo estén presentes en los cuadros sino la
misma Frida Kahlo posefa varios ejemplares. Existe la anécdota de que, en cier-
ta oportunidad, Diego Rivera le dio una tremenda golpiza a uno de ellos por
haber orinado sobre un 6leo que el artista no habia terminado atin de pintar.10
Entrada de
wt meweedo
Decido también ilustrar la travesia. Quiero hacer un registro grafico desde el
momento en que abandono mi casa hasta el instante en que me encuentre a
esta nueva Frida Kahlo. Deseo realizarlo por medio de la fotografia. Fue en-
tonces cuando decidi buscar la camara de mi infancia, Recuerdo que en el afio.
de 1968 me regalaron en la Navidad una camara Diana de pléstico. Era azul y
negro. Nunca fue revelada ninguna de las fotos que tomé en aquella ocasién.
Era tan complicado su funcionamiento —a pesar de tratarse de un articulo
vendido como juguete— que era casi imposible colocar los rollos o impedir que
se velasen. Por eso la accién de hacer fotos se limit6 a una suerte de simulacro.
Sin embargo, yo sabla que a partir de esa practica estaba formando algo asi
como una realidad fantasma. Creaba la posibilidad de ir detras de una espe-
ie de mujer muerta en vida. Tras una Frida Kahlo cuyo cuerpo no habia sido
realmente incinerado, sino que se dedicaba a atender un puesto de mercado.ue
ro.
asi
0e-
Fue de ese este modo como a fines del afio pasado tomé mi auto, al pe-
rro Perezvén y sali a la carretera. Como se sabe, no iba a un destino in-
cierto. Deseaba descubrir el misterio de una Frida Kahlo que supuestamen-
te habia continuado existiendo después de su muerte. Como se sabe, los
editores me habian entregado una foto, donde esa mujer aparecia posan-
do en una especie de cocina. Aparte de enviarla por internet, llevé la ima-
gen conmigo durante algun tiempo. La fui mostrando a diferentes perso-
nas mientras les preguntaba si sabian algo acerca de la figura representada.La mayoria de las personas interrogadas contest6 que se trataba de una
jer famosa, Algunos més aseguraron que estaba muerta —que habia
sufrido mucho durante su existencia—. Pero otros me dijeron que la co-
nocian, y que incluso me la podian presentar. Ya mencioné que esta tltima
respuesta fue la que mas me entusiasmo. Rapidamente resolvi algunos
asuntos pendientes relativos a mi trabajo. Asimismo llevé el auto al taller
para que lo sometieran a una revisién, y a Perezvon al veterinario para un
chequeo de rutina. Dias después, por fin, fui tras el rastro de aquel perso-
naje del que me habian informado a través del internet. El auto en el que
vigjaba era un Chevy del afio
2000: negro, austero, practi-
co. Esperé llegar a una parte
alta del camino para detenerme
a desayunar. En esa zona era
posible pedir caldos de hongos
silvestres y tortillas de mafz re-
llenas de flores. Bajé del auto
acompafiado de mi perro. Su
nombre, Perezvén, proviene de
un libro de Fiedor Dostoievs-
ky. En algunas escenas de Los
hermanos Karamazov aparece
un perro con ese nombre. El
animal es sumamente inteli-
gente. Acompafia a uno de los
personajes del libro, Itliusha,
durante su agonfa. El perro
parece saber que el nifio est
desahuciado. Realiza para él
una serie de maromas que logran hacer de la agonfa un trance armo-
nioso. A mi Perezvon lo conseguf después de una serie de pesquisas
que realicé para saber cudl es la raza mas comprometida con su amo
El nombre lo habia escogido desde algin tiempo atras, cuando advert!
que necesitaba un animal a mi lado que hiciera mas amables los tran-
ces finales o las enfermedades de sus duefios. Algo similar debe haber
pensado Frida Kahlo al tener en la Casa Azul tantos animales. Posefa in-
cluso una pequefia venada. En una de sus pinturas la representa con la
cabeza de la propia pintora y el cuerpo del animal tasajeado de flechas,rrataba de una
a —que habia
ron que la co-
ue esta Ultima
esolvi algunos
| auto al taller
inario para un
2 aquel perso-
auto en el que
chevy del afto
istero, practi-
ra una parte
ara detenerme
esa zona era
Jos de hongos
jas de maiz re-
Bajé del auto
mi perro. Su
n, proviene de
or Dostoievs-
scenas de Los
zov aparece
e nombre. El
mente inteli-
aa uno de los
bro, Illiusha,
nia. El perro
> el nifio esta
iza para él
trance armo-
de pesquisas
con su amo
ando adverti
Jes los tran-
+ debe haber
°s, Posefa in-
esenta con la
o de flechas.
De todas las personas que conozco solo una —a quien no he visto sino
mente— supo que el nombre de mi perro proventa del libro del es:
=or ruso. Se trata de Chris, un joven mistico a quien vi por primera vez
ante un viaje. Lo ultimo que supe de su persona fue que iba a internarse
la selva amazénica. Hace poco adverti que solo hemos estado juntos en
7a ocasi6n. Sin embargo, siento que sé més de él que de Frida Kahlo,
mito me ha perseguido desde hace muchos afios. ¢Seré que una per-
sona, en este caso Frida Kahlo, puede terminar desapareciendo por un
exceso de interpretacio-
que se hagan sobre
la? Conoci a Chris en
sna cena llevada a cabo en
1 pequefio restaurante.
spués caminamos jun-
por calles mal ilumi-
‘adas, Asistimos luego a
una fiesta. Sin embargo,
2se tiempo infimo se con-
virtio para mi en algo casi
infinito. No el recuerdo de
ios tenis blancos que Chris
levaba puestos en aquella
ocasi6n, ni el de la tunica
negra que suelo utilizar.
Tampoco la conversacion
sobre un circo ambulante
—historia presente en el
jibro que Chris acababa de
publicar— que sostuvimos
durante nuestra caminata.
Nada externo tuvo importancia. Posiblemente algo similar ocurria en el
(0 Frida Kahlo. La atmésfera creada en la Casa Azul, su tipo de vida, la
indumentaria que decidié utilizar en cierto momento. Tal vez todos esos
elementos hayan servido Unicamente para dejar caer una suerte de velo
—como el que sent/ aparecer entre Chris y yo— detrés del cual se escon-
dia realmente la posible verdad de la artista. Una impostora acaso? ¢Una
vida planteada a manera de una puesta en escena? Fue quizé la unica forma
de sobrellevar libremente su trabajo artistico a pesar de las circunstancias.4
le record
de! joven
La configuracién del limite entre lo impostado y lo real es lo Unico que debe
importar, me dijo Chris antes de despedirse. ZA la sombra de estas palabras
seremos capaces de ver, a pesar de las imagenes, tanto graficas como literarias
creadas alrededor de ella, a la verdadera Frida Kahlo? ¢Podré saber yo quién es
de verdad el mistico Chris, a pesar de las conversaciones que hemos sostenido
sobre San Juan de la Cruz, Santa Teresa o sobre sus estudios rigurosos acerca
de la resurrecci6n de la carne? Ese limite —la ignorancia del otro a pesar de
haber tocado puertas aparentemente intimas— debe ser algo asi como una
superficie que delinea la totalidad de lo visible. Como las claves de acceso para
la béveda de algo que sdlo puedo denominar como el clima del alma. Quiza
tanto en mi experiencia con el mistico Chris como en la historia montada alre-
dedor de Frida Kahlo, hubo demasiado clima del alma puesto al descubierto.r
. La noche anterior a la partida, en el Chevy acompafiado de Perezvén, soné que
ves me encontraba en una playa en la que habia una casa. El cielo estaba saturado
ido —hasta el exceso— de estrellas. Aparte, me parecié entrever algo extrafio en
ca el panorama, Admirar un lugar paradisiaco conformado todo de luz fue como
sperecié.
soho do
de
nd apreciar al alma levanténdose de su deseo y conciencia. Fue como creer que el
ra final, la muerte, se encontrara ya ala vista, lo que me permitfa en ese momen-
4 to tener la sensacion de estar presente en varias realidades al mismo tiempo.Estoy seguro de que aquella sensaci6n —de habitar al mismo tiempo una serie
de mundos— es la que me va a permitir escribir la biografia de una mujer que para
algunos est muerta y viva para otros. Es posible que el camino de los que se
encuentran en una suerte de més allé no definido —situacién de la mayorfa
de los difuntos que no se terminan de ir—es la que podemos encontrar, tanto
en Frida Kahlo como en la mujer que posee un puesto en el mercado, como en
el mistico Chris, como en mi mismo. Puede resultar dificil describirlo. Trabajoso
tratar de encadenar lo especifico de una secuencia determinada. Quiza s6lo sea
posible atisbar ciertas fases del proceso. La bata que utilizaba Frida Kahlo para
pintar, el borde del vaso donde el joven mistico tom6 un sorbo de agua, la mi-
rada atenta de Perezvon. Es posible que sdlo sean manifestaciones de un mas
alla indefinido, que el ojo humano esta incapacitado para captar. La camara de
fotos, y mas atin si se trata de una de juguete, quizé pueda descubrirnos algo.Un alma imperativa —la de la mujer de la imagen que debia
reconstruir sin duda lo era— suele tener como caracteristica
principal que el comienzo de su camino acostumbra estar
preso de accidentes y de sensualidad. Pero a medida que va
avanzando —envejeciendo— es capaz de llegar a un estado
de calma, mediante el cual puede reconciliarse con cierta
plenitud, que es la Unica posibilidad de traer consigo su pro-
pio oriente, como dirian ciertos misticos de la antigtiedad.Mientras pensaba en estas vaguedades, los lados de la carretera
me mostraban amplios horizontes. Me detuve nuevamente en
un restaurante. Caminé hacia las mesas. Habia un sol resplan-
deciente, calido, pero las zonas de sombra estaban congeladas.
Era radical el cambio de temperatura que existia entre un ex-
tremo y otro de la mesa. Perezvon buscé un rincén asoleado.etera
te en
plan-
adas.
n ex-
ado.
EI restaurante se encontraba rodeado de montafias. La mesa que eleg{ mi-
raba hacia el sur. Detras de los picos que podfa observar existe un pequefio
poblado donde vive un escritor amigo mio. En aquel poblado se utiliza una
antigua lengua originaria de otro continente. Se trata de una comunidad que
provino de cierta region de Europa, de donde mi familia también es originaria.
Ese amigo escritor —roméntico puede ser un buen término para describir-
lo— ha ganado algunos concursos literarios y publicado textos en la tierra de
origen de sus ancestros. Entre sus planes de vida est el de suicidarse cuando
la lengua de sus antepasados sea desplazada por el habla general. Aqui habita
confinado en una comunidad cuya mayoria se dedica a fabricar quesos y man-
tequillas. Para tener libres los establos de roedores, la Unica raza de perro
permitida es una especie de terrier denominado ratonero. Estén prohibidas
todas las demés variedades caninas. Se piensa que asi se evitan cruzas inde-
bidas, lo que daria como resultado la proliferacion de perros callejeros. Cada
casa, cada establo, cada negocio cuenta con un perro ratonero en la puerta.Mientras me dispongo a subir al auto nuevamente, una mujer se acerca para
ofrecer unos pastelillos que asegura acaba de hornear. Estoy a punto de aceptar-
los, pero los rechazo con un gesto. Miro ala mujer y constato, como es obvio,
que no se trata del personaje que estoy buscando. Voy detrs de una Frida Kahlo
con vida. Al ver su silueta recuerdo vagamente fragmentos de un poema de
20
modelo al
TS. Ehot
TS. Elliot, donde una voz asegura que ha cometido fornicaci6n, pero se disculpa
afirmando que ocurrié en otro pais y, ademés, con una mujer que ya esté muerta.
Me despido de la vendedora, quien ha colocado su cuerpo a contraluz al lado de
la carretera. Al irme alejando me ofrece sdlo la espalda. Seguramente la mujer
retratada por el poeta —extranjera y muerta— tomaria una actitud semejante
frente a quien revelara en pblico un secreto tan intimo como la fornicacién.ara
tar-
vio,
hlo.
de
Frida Kahlo, de alguna manera se trataba también de una mujer extranjera
Muerta ademas. Fallecié no solamente en el afio de 1954, cuando fue cremada
en una funeraria del centro de la ciudad, sino que tuvo una especie de prime-
ra muerte en 1926, durante el terrible accidente que sufri6, ya que segtin los
dictémenes médicos era casi imposible que hubiese sobrevivido. Podia tratarse
de una mujer extranjera porque su padre provenia del imperio austrohtingaro
y entre ellos se comunicaban en aleman. Extranjera y muerta, dos elemen-
tos capaces de hacer ptiblico cualquier clase de secreto. Frida Kahlo parece
que lo intuy6. Ambas caracteristicas le dieron la opcion de vivir como si ya la
vida no existiera. Le otorgaron algo asi como un derecho que le permiti6 re-
construirse una y otra vez hasta hacer de ella una suerte de mujer-monstruo.Perezvon se ha acomodado en el asiento trasero. Decido hacer otra parada en el
camino y visitar a mi amigo, el escritor que acostumbra expresarse en dialecto.
En cierta ocasién me habié del cementerio de la comunidad. Un cammposanto que
cuenta con una zona dedicada a los mértires del fascismno, del fascio como les
llaman, que es una ideologia que imperé durante generaciones en buena parte
de los habitantes de esa regién. Es algo extrafio imaginar que en las llanuras del
2
Detalle
fascist ala
que alguien
ado
udimentaia
una exlla
Ge Dovd
centro de México exista un cementerio con estas caracteristicas. Pienso en la pos-
tura politica de Frida Kahlo. En la 6poca de su militancia no creo que haya sabido
de la existencia de células fascistas a menos de 200 kilometros de su casa. ¢Qué
habria hecho de conocerlo? ¢Hubiera convocado a los riembros de su partido para
atacar a los integrantes de una comunidad que ni siquiera hablaba casi el espafiol?nel
cto,
que
del
0s
ido
Qué
ara
ol?
Mi propia familia es fascista. Huy6 de Italia poco después de
2 calda del Duce Benito Mussolini. Mi madre lleva incluso el
nbre de su hija: Edda. Jamés, ni siquiera varias generacio-
después, sus miembros han dado muestras de abandonar
ideologia. Una vez que escaparon, pudieron poner en
oréctica alguno de sus aspectos en el pais sudamericano al que
zrribaron. Tengo recuerdos de infancia, en los que escucho
conversaciones familiares jug ges
sostenidas para adaptar 3
estrategias de aplicacion
de ideas fascistas en su
nueva realidad. Mi abuela
acostumbraba repetir lar-
gas diatribas acerca de la
existencia de razas inferio-
es y, a veces, las demnos-
traba frente al personal
que atendia la casa familia.
La foto del Duce Mussolini
siempre se mantuvo en un
ugar principal. De vez en
cuando, mi madre y sus
nermanas ponderaban lo
apuesto de su porte. A ve~
ces via mi abuelo hablando
2 solas con aquella foto.
En clertos momentos de
quellas insélitas conver-
iones, solia mostrarle el dedo indice de la mano derecha.
Se lo habia destrozado adrede. Inmediatamente después
“el linchamiento de Mussolini colocé su dedo en un yunque
, le pidi6 a un compafiero que descargara el martillo sobre
Mi abuelo hizo luego Io mismo con el dedo de su amigo.
esa forma lograron hacerse pasar por heridos de gue-
a, como miembros heridos del bando contrario ademas.
Vista del pais dande miMi abuelo murié cercenado. A Frida Kahlo le fue amputada una pierna. Una
diabetes obligé a los médicos a operar a mi abuelo. Primero fue una pierna,
luego otra. Tiempo después los dos brazos. Aparte de esa enfermedad, un
desorden en la circulacion parecié afectar su capacidad mental. El proceso
fue largo, como extenso fue el tiempo que Frida Kahlo tuvo que sopor-
tar el dolor que le ocasionaba la recuperacién de sus distintas operaciones.
Mi abuelo vivi6 casi veinte afios mientras iba siendo despojado de sus miem:
bros. Permanecié casi todo el tiempo acostado. Frida Kahlo hizo instalar en
su propia cama un dispositivo para pintar mientras se encontraba sin poder
levantarse. Pidid ademas que colocaran un espejo en cenital para apreciar
en su propio rostro el paso de los minutos que duraban sus recuperaciones.Una
ma,
un
sO
Dor
nes.
an
er
M familia estuvo en quiebra durante alguin tiempo. Sobre todo en el proceso
de llegada a su nueva realidad. Poco después logr6 recuperarse, pero los afios de
instalacin en el nuevo pals arrastraron consigo las miserias, tanto materiales
como simbdlicas, de la posguerra. Uno de mis tios, hijo de mi abuelo, inventd
un medio de transporte para el eventual traslado del enfermo de su habitacién
a la estancia principal. En el afio de 1953, Frida Kahlo asisti6, acostada en
su cara de enferma, a su primera exposicién individual. La cama fue cargada
Visa
ae
como si se tratara de un féretro. Para el traslado del abuelo, mi tio le adapt6
‘una silla de madera normal unas pequefias ruedas de carropatin. El ruido
que hacian al rodar era minimizado por un extrafio sonido, chichu, chichu, que
expresaba mi abuelo con la boca mientras era transportado. Una vez en la sala
era depositado en un sofa amarillo colocado al lado de la ventana que daba
a la calle. Desde su posicién se alcanzaban a ver las copas de los arboles que
crecian en el parque frente al cual el departamento se encontraba situado. Las
ventanas estaban cubiertas la mayor parte del tiempo con persianas de metal.Recuerdo que también habia otra foto del Duce en el departamento. Exis-
tia una muy pequefia en la mesa de noche del abuelo, Entre otros asuntos
relacionados con esos afios, quiza el mds desagradable fue apreciar a la
abuela acusar a los miembros de la familia de sentir atraccién sexual unos
por otros. Mas de una vez nos acus6 de cometer incesto. Es curioso, pero
nadie en ese tiempo pens6 que la abuela pudiera sufrir algun tipo de pertur-
bacién mental. Algunos achacaban lo extrafio de su cardcter y de sus accio-
nes al agotamiento que
significaba velar por el
bienestar de su marido
enfermo. Parece que
se sentia con el poder
de exigir a los demas
miembros de la familia
una especie de pago por
el sacrificio que estaba
realizando. La abuela
no deseaba la ayuda de
nadie. Se negé a la pre-
sencia de otra perso-
na para cuidar al en-
fermo. Algunos afios|
atras, mi abuelo habial
llevado a la casa a ur
muchacha que su fami-
lia le encomend6 d
rante uno de los vi
Jjes de trabajo que soli
realizar. Antes de et
fermar, el abuelo se dedicaba a visitar distintas regiones del pais par
vigilar el funcionamiento de la red de plantas de luz. Habla aprendido,
sus tiempos pasados en la juventud fascista, el oficio de técnico en el
tricidad. La abuela nunca permitié que esa muchacha ingresara en
habitacién del enfermo. Compré incluso una vara en el mercado
la que acostumbraba someter a la joven a una serie de castigos fisicamento. Exis-
otros asuntos
apreciar a la
n sexual unos
curioso, pero
ipo de pertur-
) de sus accio-
stamiento que
velar por el
de su marido
Parece que
con el poder
a los demas
s de la familia
de pago por
que estaba
jo. La abuela
ba la ayuda de
‘negé ala pre-
e otra perso-
uidar al en-
jgunos afios
i abuelo habia
la casa a una
a que su fami-
comendé du-
10 de los via-
abajo que solia
Antes de en-
del pais para
prendido, en
igresara en la
mercado con
sstigos fisicos.
Frida Kahlo descubrié en cierta ocasién que su marido, el pin-
tor Diego Rivera, mantenia relaciones sexuales con su herma-
na més querida. Habian crecido muy unidas. Pidio el divorcio.
Afios después, Frida Kahlo se casaria con el pintor nuevamente.
y Fae Y LeePerezvén, acomodado en el asiento trasero, se quedo profundamente
dormido hasta que llegamos a la comunidad donde habitaba mi amigo el
escritor. El Chevy tom6 un sinntimero de pendientes y subidas. La carretera}
habia sido construida paralela a varios precipicios. El poblado de mi amigo’
es més limpio que los que se levantan a su alrededor. El guardia del ce-
menterio, que no es originario de la regidn, nota que en aquel camposanto|
suceden cosas extrafias.
| Me lo dice cuando lo}
visito. He llegado esa
misma tarde, me he
instalado junto a Pe-
Tezvon en el hotel Ve-
necia, que curiosamente
admite perros en sus
habitaciones, y he ido
a la casa de mi amigo
elescritor, quien se en-
cuentra conmigo en es-
tos momentos. El guar-
didn me informa que
casi todos los fallecidos
son personas jévenes,
quienes mueren de ma-
les no muy frecuentes
en el resto de la regién.
Muchos de ellos pre-
sentan sintomas vira-
les, fiebres altas, que
terminan causando intempestivos decesos. Otros caen en estados depre-
sivos severos que los hace ver ante los demas —antes de ser colocados
en su respectivo atatid— como una suerte de alma en pena. Algunos
comienzan a presentar los ojos transparentes 0 las pieles empiezan a
perder pigmento. Al momento de escribir los nombres en las tumbas,
deben ser las mismas familias quienes repitan a los enterradores, una
Por una, las letras de aquellos nombres tan ajenos a la tradicion del pats.ofundamente
a mi amigo el
s. La carretera
o de mi amigo
uardia del ce-
el camposanto
osas extrafias.
ce cuando lo
e llegado esa
arde, me he
) junto a Pe-
1 el hotel Ve-
‘curiosamente
erros en Sus
nes, y he ido
de mi amigo
"quien se en-
onmigo en es-
intos. El guar-
informa que
los fallecidos
nas jévenes,
ueren de ma-
ly frecuentes
» de la region.
Je ellos pre-
ntomas vira-
es altas, que
tados depre-
ser colocados
ena. Algunos
empiezan a
| las tumbas,
radores, una
cién del pais.
Duardo es el nombre de mi amigo el escritor. Ha publicado, como sabemos,
algunos libros y ha logrado crearle una grafia al dialecto, que hasta hace poco
era expresado solo en forma oral. La basa en elementos del espafiol. A partir de
este trabajo ha contribuido a crear una polémica con los hablantes del dialecto
europeos, pues su grafia esta tomada del italiano. La comida mas apreciada de la
zona es el conejo con polenta. Conigili gigante, Recuerdo una plaquita de metal
de la infancia que contenta estas palabras. Me habfan comprado dos conejos. Mi
padre les construy6 una jaula y le pedimos al abuelo que, curiosamente con un
yunque y con un martillo, esculpiera esas palabras en una pequefia placa. gPor qué
habria escogido mi abuelo, ya en la vejez, trabajar con un yunque y un martillo?Frida Kahlo nunca supo lo que se estaba gestando en estas montafias mexi-
canas? Seguin dicen, en esa época el poblado era sumamente rudimentario.
Las familias se transportaban en carretas haladas por mulas, y la correspon-
30
itantes regresé en ese
tiempo a Italia, Algunos no volvieron de la guerra. Muchos de aquellos ausen-
tes son precisamente los héroes que aparecen en las lapidas del cementerio.xi
ese
en-
rio.
Mi estancia en el poblado fue relativamente corta. Solo dos dias. Me llamé la
atencién lo simple y comodo del hotel. Me sorprendié que me aceptaran con
Perezvon, y que no pusieran reparos en que pagase después de abandonar
la habitacion. Antes de partir, la familia del escritor Duardo prometié matar
un conejo para mi proxima visita. Imagino a mi propia abuela con los conejos
prendidos de las orejas a los cordeles donde se tendia la ropa. Dandoles con un
piolet —especie de martillo— un golpecito en la nariz que los dejaba muertos
al instante. Pienso en la pintura La venadita de Frida Kahlo. El cuerpo de ani-
mal luciendo la cara de Frida Kahlo con una serie de flechas atormentandolo.Liego varias horas después a la ciudad desde donde me anunciaron por primera
vez la existencia de Frida Kahlo. Lo primero que me sorprendié es un graffiti de
Lenin lla mando al despertar social del pueblo. Estaba anocheciendo. Tuve el deseo
de permanecer unos dias en aquella ciudad. No queria ir directamente al poblado
donde vivia la Frida Kahlo que mantenfa un puesto en el mercado. La habia
imaginado en varias ocasiones desde cuando me hablaron de ella por primera
vez. Intuf que se levantaba muy temprano en la mafiana y que dedicaba mas de
dos horas en acicalarse. Acicalarse es la palabra adecuada, pues preparaba una
32
tina con agua hervida con flores; se untaba aceites en la piel y en la cabellera;
se hacia complicados peinados, trenzas. Planchaba luego sus huipiles y al final,
antes de salir a la calle, engarzaba una serie de flores a su tocado. Presiento que
se desplazaba con cierta dificultad. Le costaba algo de trabajo ponerse de pie.
Una vez que despertaba debia esperar cerca de quince minutos, inmoévil, para
tener a certeza de que se encontraba con vida. En el techo de la cama conta-
ba con un espejo. Muy parecido al que tenfa colocado la otra Frida Kahlo. Es
por eso que lo primero que miraban ambas al despertar era su propia imagen 5era;
inal,
que
pie.
para
nta-
). Es
gen.
Frida Kahlo iba reconociendo, poco a poco, sus facciones. Su cabellera
sobre la almohada. Se oian algunos sonidos. Aves, gallos que cantaban
en corrales vecinos. Se escuchaba también el megafono con el que contaba
la alcaldfa del poblado. Felicitaba a todos los que ese dia cumplian afios.
El cuarto de Frida Kahlo est repleto de objetos. En un rinc6n se encuentran colgados
los huipiles. En un jarron se mantienen frescas las flores que ese dia colocara en su
pelo. Antes de acostarse ha dejado agua cristalina en una palangana, y puesto al lado
una tela blanca de algod6n. Se pone lentamente de pie. Camina unos cuantos pasos.
Los primeros son los més di-
ficiles. Luego de las abluciones
se sienta en una esquina. En
la habitacion hay un espejo de
cuerpo entero, en cuya luna se
encuentra escrito un poema.
Habla no de mujeres muertas
con las cuales se cometi6 estu-
pro en el extranjero, sino de la
inconsistencia del tiempo. Frida
Kahlo no sabe quién lo elaboro.
Lo vio cierta mafiana trazado
en la luna y no quiso pregun-
tar. Quizé fue Diego Rivera ola
mujer que se suicid6 a los pies
de su cama. Tal vez lo escribio
Le6n Trotsky como un ejerci-
cio de lenguaje. Frida Kahlo lo
mantuvo como aparecido de la
nada. Sin embargo, lo lee cada
mafiana como si no lo conociera. Se viste. Se coloca la falda larga, el huipil, inserta
las flores al tocado. Se maquilla los labios, los ojos, las cejas. Se cuelga los aretes y va
acomodandose la docena de collares que usa diariamente. Vive sola. Nadie es testigo de
sus transformaciones. Aquel cuarto decorado constituye toda su vivienda. Sus cosas se
encuentran todas alli presentes, completas, a la vista y al alcance de la mano. En una
esquina de la habitacion estan colocados los implementos que necesitara para la com-
pra diaria. Hay allf una gran bolsa de material sintético, un monedero. En este cuarto
no hay implementos para las pinturas. Cualquiera sabe de lo toxico que es el dleo, y
sélo a una persona descuidada se le ocurrirfa dormir en el mismo lugar donde trabaja.Frida Kahlo les habia contado, a sus colegas del mercado
principalmente, que estaba juntando dinero para comprar
un terreno y montar alli una especie de zoolégico. Deseaba
convivir con animales. Queria un mono, una guacamaya,
un venado, un pavo real y varias iguanas. Pero sobre todo,
anhelaba tener una gran cantidad de perros xoloixcuintle.cado
\prar
eaba
raya,
odo,
intle.
Jegué a la ciudad precisamente cuando se preparaba para celebrar la Navidad,
Las calles estaban repletas de personas. En los negocios la gente hacia largas
colas delante de las cajas. Ademés, la ciudad parecia apurarse en terminar las
actividades que habfan quedado pendientes a lo largo del afio. Aparte de poner
en remate los excedentes, se organizaban celebraciones publicas: comparsas,
pasacalles, exposiciones de arte. El mismo dia de mi llegada acudi a una insOlita
procesi6n gpagana? Un hombre desnudo presidia a un grupo de feligreses vestidos
con ropas invertidas a las de su sexo. Si eran hombres vestian como mujeres y si
mujeres como hombres. En ciertos autorretratos Frida Kahlo realiza un ejercicio
similar y aparece, mas de una vez, con ropas masculinas. Al avanzar, la carava-
na iba desenrollando una interminable tela roja sobre el piso empedrado de la
ciudad. La procesi6n terminaba ante las puertas cerradas de un templo catdlico.36
Las siguientes jornadas fueron de espera y de vigilia. Se establecio a mi alre
dor una especie de tiempo muerto, en el cual iban disminuyendo las activid:
habituales y todo parecia concentrarse en las celebraciones cercanas. Me par
mis facil obedecer ese orden e incluso celebré, en compaiiia de algunos ami
gos, la Nochebuena. Nos organizamos alrededor de una mesa colocada al ait
libre, Estuvieron presentes —sin duda se traté de una reunién peculiar— uni
maestro japonés, un artista visual meridional, dos educadoras nérdicas y una
familia de la localidad, compuesta por una madre y ocho hijas pequefias. Una
de las educadoras nérdi-
cas me obsequié la mi-
niatura de un leon de pla-
ta. Esa noche me acosté
minutos después de la
medianoche. Perezvén
lo hizo, como siempre,
al pie de mi cama. Escu-
ché a lo lejos el estruendo
de los fuegos artificiales.
Misicas diversas, entre-
veradas por la distancia.
Através de la ventana de
la habitacién pude ver el
cielo alumbrado por una
gran cantidad de estre-
llas. No habia luna. Recor
dé el suefio que habia ex-
perimentado meses atrés,
cuando recibf el encargo
de hacer una biografia
sobre Frida Kahlo. La ausencia de luna me permitié apreciar de manera mas
intensa el resplandor que producia la saturacion de estrellas. Se trataba de un
destello que podria considerarse de baja intensidad pero que, sin embargo, se
mantenta en forma constante. Horas después, cuando comenzé la calma poste-
rior a la fiesta, sali de la casa antes de que amaneciera. Subi al Chevy y prendi
la luz interior del auto. Miré el mapa que habia conseguido unos dias antes. Alli
estaba marcado —lo habia sefialado yo mismo con mi pequefia pluma fuente
Inoxcrom— que debfa tomar una carretera secundaria que nacia en determi-
nado cruce de caminos. La sefial del cruce de caminos lo indicaba un motel.ami alrede-
actividades
Me pareci6
jgunos ami-
ycada al aire
uliar— un
rdicas y una
quefias. Una
joras nordi-
quié la mi-
leén de pla-
2 me acosté
spués de la
Perezvon
10 siempre,
cama. Escu-
ol estruendo
artificiales.
rsas, entre:
la distancia.
2 ventana de
pude ver el
ado por una
d de estre-
una, Recor-
ue habfa ex-
meses atras,
( el encargo
a biografia
manera mas
‘ataba de un
smbargo, se
ima poste-
evy y prendi
as antes. Alli
luma fuente
en determi-
a un motel.
No realicé esta tiltima etapa de mi viaje acompafiado de Perezv6n. La gente
de la zona parecia temerle a los perros. No quise estropear la primera cita. El
poblado aparecié después de varias curvas peligrosas. A lo largo del viaje habia
leido una serie de carteles que anunciaban que la carretera era sinuosa. A mitad
de camino tuve que pasar por un poblado dedicado a la experimentacién con
hongos y raices alucinégenas. En aquella poblacién todo parecfa estar en orden,
salvo los anuncios pegados en las vidrieras de los negocios que ofrecian tours
que prometian distintos tipos de sustancias. Detuve el auto. Tenia sed. Me lla-
mé la atencién que en el ambiente de ese poblado no quedara ninguna huella
de los estadis alterados que se vivian en forma cotidiana. Como sefialé, todo
estaba en orden. Entré a una cantina, pedi una Coca-Cola y subi nuevamente
al auto. Continué con el camino. Repito, no percib{ nada fuera de lo normal.Cuando llegué al poblado que estaba buscando, lo primera
que quise visitar fue el mercado. Fui al rea donde estaban
instaladas las vendedoras de flores. Compré algunos ramos,
y luego le mostré a las mujeres la imagen de Frida Kahlo que
me habfan entregado en la editorial. La miraron fijamente y
luego se la fueron pasando una a otra. Sonrefan con malicia.
Finalmente me la devolvieron y me pidieron que volviera por
donde habfa venido. No crefan que esa mujer, la de la foto,
estuviera disponible para nin-
gin fordneo. Me dijeron que
poseia un puesto de comida y
que habia tenido problemas
con las juntas del mercado,
con las autoridades, con los
curas. Lo mejor era no visitarla,
me advirtieron. Si queria co-
mer algo habia otros puestos
disponibles. No siga su viaje,
se atrevié a decir alguna. Me
parecié el esquema regular de
ciertas obras literarias. Siem-
pre parece existir un lugar in-
termedio donde le advierten
al viajero no proseguir con la
travesia. Quiz4 algo similar
sucedfa en los afios cuarenta
cuando algtin foréneo desea-
ba visitar a Frida Kahlo. Casi
parse omeenlt aie nunca se encontraba sola. Para acceder a ella se debia pasar
antes por otras personas. Cuando Ilegé André Bretén, por
ejemplo, tuvo que ser el poeta César Moro quien le sirviera
de guia. Lo misrno —Ia presencia de un guia que impidiera de
alguna forma enfrentarse de manera directa con Frida
Kahlo— sucedié durante la visita de Le6n Trotsky y de Serguei
Einsenstein. Me alejé de aquellos puestos llevando las flores.
Recordé también que en esas obras, a pesar de las adverten-
cias, siempre el personaje llega al lugar que esta buscando.
38lo primero
de estaban
nos ramos,
‘Kahlo que
jamente y
on malicia
olviera por
de la foto,
e para nin-
ijeron que
e comida y
problemas
mercado,
, con los
no visitarla,
queria co-
0s puestos
ja su viaje,
alguna. Me
regular de
rias. Siern-
in lugar in-
advierten
guir con la
jo similar
s cuarenta
neo desea-
Kahlo. Casi
febia pasar
sreton, por
\ le sirviera
npidiera de
con Frida
le Serguei
> las flores
s adverten-
| buscando.
Via la mujer desde lejos. Al instante supe que se trataba de la persona que
estaba buscando. No puedo precisar si aquella certeza me la daba su presencia
fisica 0 mas bien el aura que se desplegaba a su alrededor. No habia posibilidad
de separar una de otra. No era una Frida Kahlo corporal. Parecia més bien un
fantasma que continuaba vivo después de cincuenta afios. El vestido, los colla-
res, los aretes, las flores en el cabello avalaban la certeza pero, sin embargo,
no eran lo fundamental. Era como si una réfaga de viento se estuviera llevando
constantemente lo corpéreo y quedara s6lo el vacio como testimonio de su pre-
sencia. All{ se encontraba el perfil de ese fantasma. No como la otra Frida Kahlo
vistiendo huipiles y trajes folkldricos. La mujer que tenia delante no mostraba el
cuerpo cubierto con un vestido. Se trataba més bien de un cuerpo cosido a un
vestido. De una carne que necesitaba de una tela semejante para poder existir.
Supe que, llegadio el momento, a esta mujer seria imposible cremarla como lo
hicieron con la otra Frida Kahlo. La Frida Kahlo del mercado debia ser colocada,
envuelta en una mortaja de papel, dentro de una caja de madera rustica repleta de
pétalos de flores para permitir que se hiciera un solo elemento con la naturaleza
preo primero
je estaban
(os ramos,
Kahlo que
ijamente y
on malicia.
olviera por
de la foto,
e para nin-
jjeron que
e comida y
problemas
| mercado,
es, con los
no visitarla,
| queria co-
ros puestos
ga su viaje,
alguna. Me
a regular de
arias. Siem-
un lugar in-
le advierten
eguir con la
2igo similar
jos cuarenta
neo desea-
} Kahlo. Casi
debia pasar
Breton, por
on le sirviera
impidiera de
‘a con Frida
yy de Serguel
do las flor
las adverten-
4 buscando,
Via la mujer desde lejos. Al instante supe que se trataba de la persona que
estaba buscando. No puedo precisar si aquella certeza me la daba su presencia
fisica 0 més bien el aura que se desplegaba a su alrededor. No habfa posibilidad
de separar una de otra. No era una Frida Kahlo corporal. Parecia mas bien un
fantasma que continuaba vivo después de cincuenta afios. El vestido, los colla-
res, los aretes, las flores en el cabello avalaban la certeza pero, sin embargo,
no eran lo fundamental. Era como si una réfaga de viento se estuviera llevando
constantemente lo corpéreo y quedara solo el vacio como testimonio de su pre-
sencia. Alli se encontraba el perfil de ese fantasma. No como la otra Frida Kahlo
vistiendo huipiles y trajes folkloricos. La mujer que tenia delante no mostraba el
cuerpo cubierto con un vestido. Se trataba mas bien de un cuerpo cosido a un
vestido. De una carne que necesitaba de una tela semejante para poder existir.
Supe que, llegado el momento, a esta mujer seria imposible cremarla como lo
hicieron con la otra Frida Kahlo. La Frida Kahlo del mercado debia ser colocada,
envuelta en una mortaja de papel, dentro de una caja de madera riistica repleta de
pétalos de flores para permitir que se hiciera un solo elemento con la naturaleza,40
Entre las pocas cosas que me dijo —en realidad ella no me
hablo nunca de manera directa, lo hicieron sus ayudantes—
fue que le estaban disefiando una especie de mortaja. Ella se
mantuvo casi todo el tiempo de espaldas a mi. Adujo que debia
tener lista una comida laboriosa para el dia siguiente. No me
podia atender Sin embargo, afiadié que no deseaba llevar una
mortaja tradicional,
una que asemejara
un habito de mon-
ja. Tampoco queria
ser enterrada con un
traje de noche, como
acostumbraban usar
algunas muertas cu-
yos cuerpos habia
visto al descubierto
en los cementerios
después de los des-
laves. Precisaba una
de papel de resina,
que fabricaban al-
gunos artesanos de
las cercanias. Le pa-
recia lo mas acorde
con su estilo de vida.
Una mortaja que no
fuera una mortaja.
Que se deshiciera
a medida que su piel se desvanecia. El papel escogido era
gris. Dijo que ya le habfan tomado ciertas muestras. Las
mangas le quedaban un poco anchas, asi como era exage-
ado el largo. Pero la persona que se las confeccionaba le
habia dicho que asi debia de ser, con ese remanente en la
tela de papel. Le aseguré que habia investigado lo que su-
cede con los cuerpos después de ser enterrados. Era nece-
sario por eso confeccionar el traje dos tallas mas grandes.la no me
udantes—
aja. Ella se
que debia
ite. No me
llevar una
radicional,
asemejara
) de mon-
sco queria
ada con un
ache, como
raban usar
juertas cU-
pos habia
escubierto
menterios
ie los des-
cisaba una
de resina,
icaban al-
tesanos de
jas. Le pa-
nas acorde
ilo de vida.
ja que no
@ mortaja.
Jeshiciera
cogido era
tras. Las
era exage-
-cionaba le
ente en la
lo que su-
Era nece-
s grandes.
Parecia preocuparle en ese momento lo que sucederfa con la
resurreccion de la carne. A la Frida Kahlo de Coyoacén la habian
incinerado y, como se sabe, algunos dicen haberla visto sentarse
en mitad de la pira. Nuestra Frida Kahlo no deseaba una muerte
semejante. De un tiempo a esta parte, la incineracin se habia
convertido en la Unica opcién que tenfa la gente de pocos recur-
508 econémicos para des-
hacerse de sus muertos.
A pesar de no tratarse
de una persona religiosa
—lo dijo— le alteraba lo
que sucederia durante el
dia del Juicio Final. Qué
cuerpo iba a ser capaz
de presentar ante Dios.
No en vano lo habia cui-
dado con esmero, Oirla a
través de sus asistentes
—ella seguia sentada de
espaldas— me hizo re-
cordar las pesquisas inte-
lectuales con respecto a la
resurreccion de la carne
que efectuaba en su gabi-
nete de trabajo mi amigo
el mistico Chris. ¢Qué iba
a presentar? repiti Frida
Kahlo. Un montén de
cenizas tal vez? ¢Una calavera con el cabello y las ufias crecidas hoes
de manera descomunal? Conocia una anécdota —que le conté una
mujer muy bella que la visit6 en cierta ocasién premunida de una
cémara de fotos— de un hombre que por razones desconocidas
fue sacado de la tumba del cementerio local y los pajaros picotea-
ron su cabeza de manera despiadada. Frida Kahlo dijo tener gra-
bada en su mente la escena del cadaver, vestido con sus mejores
galas, mostrando el créneo limpio de cualquier huella de carne.Resgos que
Kahlo
Ajfiadié que no conocia exactamente los motivos por los que una mortaja de
papel podia llevarla por un camino intermedio, Tal vez después de algun tiempo
de muerta s6lo quedaria el papel en el cual el cuerpo habia sido envuelto
Se conservaria quiz4 como una suerte de pergamino. Los restos de la piel se
pegarfan, se plasmarian, con la superficie confeccionada por el artesano, y con-
formarian asi una misma textura. El papel haria quiz el rol de conservante.
Por eso Frida Kahlo habia pedido también que la mortaja contara con una ma
cara. Era posible que en su concavidad, que muy pronto dejaria de ser papel
para convertirse casi en una tela, quedaran grabados los rasgos de su rostro.Cuando le pregunté qué sabfa de la Frida Kahlo de Coyoacan, me contest que
habla escuchado decir que después de muerta realizaba de manera indirecta
obras de bien en ciertas comunidades indigenas, en algunas de las cuales ya s6lo
practicamente quedaban mujeres. Los hombres habian partido para trabajar en
lugares Iejanos. La manera como la Frida Kahlo muerta las ayudaba era por medio
de un porcentaje que esas mujeres recibfan de una Fabrica de tenis que vendia un
modelo con la imagen de la pintora. Con el dinero obtenido, las mujeres de las
comunidades habian podido implantar nuevas técnicas de almacenaje de aqua44
Me conto también que habla sabido de la existencia de otra Frida Kahlo por-
que alguien, en cierta ocasi6n, le llevé una foto de la pintora. Me dijo ademas
—parece que conocia algo de su biografia— que nacié en la Ciudad de México
el 6 de julio de 1907. A los siete afios sufrié de polio: una mafiana desperto y
no se podia mover. No se trat6 de una dolencia severa, Como secuela le quedd
una pierna mas delgada que la otra. En 1922 ingres6 a estudiar medicina, y ese
mismo afio conocié a Diego Rivera, a quien habia ido a visitar para mostrarle
sus pinturas. En 1926, mientras se encontraba en compaiiia de su novio de
ese entonces, el autobiis en el que viajaban fue arrollado por un tranvia. Frida
Kahlo sufrié heridas severas. Deba haber muerto. Las heridas eran tan graves
que parecia casi imposible la recuperacién. Cuando super6 aquel estado, Frida
Kahlo se hizo miembro del Partido Comunista. Un afio después se casé con Die-
go Rivera. Vivieron por un tiempo en el mismo edificio que habitaba la anterior
esposa de Diego Rivera, Lupe Marin, quien a su vez se cas6 con el poeta Jorge
Cuesta. En 1930 Frida Kahlo y Diego Rivera pasaron una larga temporada de
trabajo en los Estados Unidos. En esa época Frida Kahlo comenz6 a utilizar los
trajes regionales mexicanos que la llegaron a caracterizar. Se dice que mientras
carninaba de esa manera por las calles algunos nifios se le acercaban para pre-
guntar donde estaba el circo, Dos afios después regresaron a México y Diego
Rivera sostuvo un romance con la hermana de Frida Kahlo, quien al enterarse
lo abandon6 y rent6 un departamento en el centro de la ciudad. En 1935 le
realizaron la primera operacion. Fue en el pie. En 1936 se fue a vivir a casa
de sus padres en Coyoacan —la famosa Casa Azul—. Durante esa temporada
le practicaron una segunda y una tercera operacion. Organiz6 en esa época un
comité de solidaridad para los refugiados espafioles, Llegd por entonces Leon
Trotsky a México, y algunos dicen —no existen pruebas— que establecié una
relacién amorosa con Frida Kahlo. Poco después conocié al escritor surrealis-
ta André Breton, quien a instancias del poeta César Moro realiz6 una visita a
México. A Frida Kahlo le organizaron un poco més tarde su primera exposicién
individual en Nueva York, en la galeria Julian Leoy. Al siguiente afio viajé a Paris,
donde expuso en la galeria Reno. Algunos la tildaron de surrealista, término
que la pintora rechaz6. Ese mismo afio se divorci6 de Diego Rivera. En 1940
Leén Trotsky fue asesinado con un piolet en el barrio de Coyoacan, donde se
ubicaba su casa. Frida Kahlo expuso en la Galeria de Arte Moderno en la Ex-
posicién Internacional Surrealista. Ese afio se volvi6 a casar con Diego Rivera
Habitaron por un tiempo en la Casa Azul. Frida Kahlo fue nombrada maestrai46
en la escuela La Esmeralda, e impartié las clases en el estudio que tenfa mon-
tado en su casa. En 1944 comenz6 a llevar un diario. En 1946 fue operada
de la columna. Paso por verdaderos suplicios para su recuperacién. Algunos
sostienen que no fue operada de manera correcta. Que los médicos erraron
en ésa y en las intervenciones precedentes. En 1950 la operaron siete veces
de la columna. Los dolores posteriores fueron insoportables. La paciente hizo
uso indiscriminado del Demerol. Paso nueve meses internada en el hospital. A
partir de entonces se desplaz6, buena parte del tiempo, en una silla de ruedas.
Una mujer enamorada de ella se suicid6 al pie de su cama porque Frida Kahlo
se negé a corresponder su amor. Ingirié un veneno, que habia llevado consigo,
en la cocina de la Casa Azul y regres6 de inmediato a la habitacion para que
Frida Kahlo la viera morir. Ya en esa época cornenzo a ser conocida la compul-
sion casi maniaca que sufrfa Frida Kahlo por adquirir objetos. Mantenia en su
casa colecciones completas de joyas, vestidos, telas y multiples cerémicas. En
el jardin proliferaban las plantas y los animales. Era impresionante apreciar
cémo, a pesar del dolor constante que parecia aquejarla, dedicaba varias horas,
diarias a su arreglo personal y a una serie de detalles de la casa. Se convirtiO
en la modelo preferida de muchos de los fotégrafos de la época. En 1953, la
galeria de Lola Alvarez Bravo organiz6 la primera muestra individual mexica-
na de la artista, Frida Kahlo asistio a la inauguracion llevada en su cama de
enferma. Un afio mds tarde, después de haber participado en la manifestacion
contra la injerencia estadounidense en Guatemala, Frida Kahlo contrajo una
pulmonia fulminante y murié al atardecer del 13 de julio. Su cuerpo fue velado
en el Palacio de Bellas Artes, envuelto en una bandera roja, y al momento de
la cremaci6n, algunos testigos afirman que se sento en medio de la hoguera.7 Para mi sorpresa, viendo en el mercado a esa Frida Kahlo de es-
ia paldas haciéndome un recuento de la vida de la otra Frida Kahlo, cons-
08 tato que todos los datos que me esta ofreciendo los esta leyendo de un
on libro que mantiene escondido entre sus faldas. Mientras tanto, sus asis-
es. tentes se esmeran en atender como es debido a los demas comensales.