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p PHILIP ABRAMS Poulantzas, Nicos, Political Power and Social Classes, New Left Books, Londres, 1973. [Poder politico y clases so- ciales en el Estado capitalista, Siglo XXI Editores, Méxi- £0, 1969.] Radcliffe-Brown, A.R., “Preface”, en M. Fortes y E. E. Evans Pritchard (eds.), African Political Systems, Oxford Uni- versity Press, Londres, 1940, pp. XI-XXIII. Runciman, W. G., Social Science and Political Theory, Cam: bridge University Press, Nueva York, 1963. [Ensayos: sociologia y politica, 2* ed., FcE, México, 1975.] Sartori, Giovanni, “From Sociology of Politics to Political Sociology’, en S. M. Lipset (ed.), Politics and the Social Sciences, Oxford University Press, Nueva York, 1969. [Politica y ciencias sociales, trad. de Maria Cerezales, Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1971.] Schraepler, E., Quellen zur Geschichte der sozialen Frage in Deutschland, Musterschmidt Verlag, Berlin/Gotinga, 1960. Verret, Michel, Théorie et politique, Editions Sociales, Pa~ ris, 1967. FRONTERAS BORROSAS: EL DISCURSO DE LA CORRUPCION, LA CULTURA DE LA POLITICA Y EL ESTADO IMAGINADO" en el norte de la India (en 1984-1985, y de nuevo en 1989] que he denominado Alipur, me Ilamé la atencién la fir cuencia con que el tema de la corrupcién surgia en las con- versaciones cotidianas de sus habitantes. La mayoria de las historias que, por la tarde, los hombres se contaban entre si, al terminar la jornada de trabajo y cuando se reunian pequefios grupos en los lugares habituales para conversar despreocupadamente, tenian que ver con la corrupcién (bhrashtaachaar) y “el estado”. A veces, la conversacion gi- Mientras realizaba trabajo de campo en una peguefia Et9) * Agradezco a Purnima Mankekar, James Ferguson, David Nugent, Don Moore, Lata Mani, Jane Collier, John Peters, Elizabeth Perry, Atul Kohli y a tres revisozes anonimos por sus observaciones pormenorizad: Este articulo fue presentado originalmente en un taller sobre las relac nes estado-sociedad en la Universidad de Texas, en Austin, 8-12 de febre- 10 de 1999. Se ha beneficiado de las observaciones erticas de los patici- pantes del taller del Comité Mixto ssxciacts sobre “los vocabularios del estado" de Oriente Proximo y Medio, en Hanover, NH, 24-25 de marzo de 1990. Asimismo, agradezco las aportaciones de los participantes del semi- nario en el Centro de Estudios Internacionales del nirr y el Cologuio de Antropologia cn la Universidad de California, Irvine. Muchas preguntas interesantes se plantearon en las presentaciones en la Universidad de Stanford, 12 de octubre de 1992; la Universidad de Columbia, 8 de febrero de 1993. la Universidad de Pensilvania, 22 de febrero de 1993, algunas de las cuales tendrdn que esperar el desarrollo de un manuserito mucho més extenso. Estoy muy agradecido con la Pundacién Fritz de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Washington, y con Ful- bright-Hays por subvencionar ef trabajo de campo durante el verano de 989 y el aio académico 1991 2992, respectivamente "iin lugar de adoptar la técnica laboriosa de poner, en el texto, “el esta- p ABHIL oUPTA, raba en torno a la forma en que alguien se las habia arreg]a do para ser més listo que un funcionario que quiso cobra tun soborno; en otras ocasiones, sobre “el precio actual” dc una conexién eléctriea para un nuevo pozo tubular o acerca de conseguir un préstamo para comprar un biifalo; otras veces, con respecto a qué funcionario habia sido transferi do 0 quign seria el més probable en ser nombrado para un cargo determinado y a quién sustituiria, quién habia ayuda- do voluntariamente a los miembros de su casta o a farnilin res sin aceptar un soborno, y asi sucesivamente. Secciones del cédigo penal se citaban y diseutian con gran detalle, la legalidad de ciertas acciones para cludir el procedimiento normal era objeto de acalorados debates, los pronuncia- mientos de los funcionarios del distrito se trataban a fon- do. ‘A veces parecia como si me hubiera topado con una discusién especializada con su propio vocabulario esotéri- co, una con la que, como laico y forastero, yo no estaba al tanto. En retrospectiva, lo mis llamativo de esta situacién es el grado en que el estado ha legado a estar implicado en el minucioso entramado de la vida cotidiana. Los pueblos del norte de la India, por supuesto, no son tinicos en este sen- tido. Es precisamente la capacidad nada excepcional del fenémeno lo que hace tan desconcertante la escasez de ani- lisis sobre el mismo. gla omnipresencia del estado lo hace invisible? ;O la relativa falta de atencidn al estado en el tra- bajo etnogréfico se debe a una metodologta que privilegia el contacto cara a cara y la proximidad espacial, lo que podria llamarse una “fisica de la presencia”? En este articulo intento hacer una etnografia del estado mediante el examen de los discursos de corrupcién en la India contemporanea. Estudiar el estado etnogréficamente do” entre comillas, de aqui en adelante omitié las comills, salvo en los puntos donde guiero dirigir la atoncién de manera explicita cobre la natu raleza cosificada del objeto denotado por ese término. FORTERAS BORROSAS: 2 \mplica tanto el andlisis de las pricticas cotidianas de las hurocracias Tocales como la construccién discursiva del es- tudo eta cultura publica. Este enfoque plantea cuestiones sustantivas 7 metodoldgicas fundamentales. Sustancialmen- te, permite desagregar al estado, centrandose en diferentes hurocracias sin prejuzgar sobre su unidad o coherencia. Asimismo, nos permite problematizar la relacién entre la translocalidad de “el estado” y las oficinas, instituciones y pricticas necesariamente localizadas por las que éste esta cjemplificado.[Metodolégicamente genera inquietud sobre ib forma en que aplicamos los mefodos etnosréficos cuan- lockobernf come en coerce el faclanantenté de una instivuctén travisfoGal que se hace visible en las précti- cas Focalizadas. {Cul es el estatuto epistemolégico del objeto de andlisis? sCudl es el modo apropiado de recopilar los da- tos; y cudl es Ia escala de andlisis correspondiente? En un contexto poscolonial, una etnografia del estado debe también aceptar finalmente el legado del saber occiden- tal con respecto al estado. En este articulo sostengo que debe neién convencional entre el estado y pelea rel enlace bes Wa prea porran te de los estudios académicos sobre el estado. ;Es el “imperialismo de las categorias”’ lo que permite que la particular configu- racién cultural de “estado/sociedad civil” derivada de la ex- periencia hist6rica concreta de Furopa logre naturalizarse y aplicarse universalmente? En lugar de tomar esta distincién como punto de partida, utilizo el andlisis del discurso de la corrupcién para cuestionar lidad_en el contexto de la Tndig-ET discarso de la corrupcidn resulta sf un lugar * Preguntas similares se plantearon anteriormente por L. Nader, “Up the Anthropologist—Perspectives Gained from Studying Up", en D. Hy- mes (ed), Reinventing Anthropology, Pantheon, Nueva York, 1972, PP. 306-307, * A. Nandy, “The Politics of Secularism and the Recovery of Religious Tolerance’, en V: Das (ed.), Mirrors of Violence: Communities, Riots snd Survivors in South Asia, Oxford University Press, Delhi, 1990, p. 69, ” AKHIL GUPTA, clave a través del cual el estado, los ciudadanos y otras or- ganizaciones y agrupaciones llegan a imaginarse. En lugar de tratar la corrupeidn como un aspecto disfuncional de las or- ganizaciones estatales, lo veo como un mecanismo a través del cual “el estado” en si se constituye discursivamente.’ ‘Ademas de la descripcidn y el anilisis, este artfculo tam- bién tiene un objetivo programitico: marcar algunos nuev horizontes a lo largo de los cuales la futura investigacién antropoldgica sobre el estado podria proceder provechosa- mente. El objetivo es delimitar algunas de las conexiones més importantes en un espacio muy grande, proporcio- nando de esta manera un conjunto de propuestas que se puedan desarrollar, desafiar y refutar por otras personas que trabajen en este tema, Al hacerlo, este articulo busca contfibuir al ciimulo de trabajo creativo en expansién que est sefialando el camino hacia un anélisis mas fecundo del “estado” “ Ese anilisis tiene sepercusiones importantes para la secid politica, ya que sugiere que la lucha por Ie hegemonia esté intrinsecamente ligads 2 la construccién del estado. Rechaza la cosificacién del estado, inherente tanto 2 los movimientos de vanguardia que "lo" tratan de derrocar como Jos movimientos reformistas que intentan trabajar en el seno de “€ * Eg. P. Abrams, "Notas sobre a dificultad de estudiar el estado” [ capitulo 1 de esta edicin]; A. Anagnost, “The Politicized Body A. Zito y T.E. Barlow (eds.), Body, Subject and Power in China, Unive cof Chicago Press, Chicago, 1994% A. Anagnost, ‘A Surfelt of Bodies: Popu- lation and the Rattonality of the State in Post-Mao China’ en F. Ginsburg, 1 R. Rapp (ds.), Conceiving the New World Order: Local/Global Intersec= tions in the Politics of Reproduction, University of California Press, Berke- Tey, 2995; A. Anagnost, “National Past-Times: Writing, Nartative, and History in Modern China’, manuscrito inédito; A. Ashforth, The Politics of Official Discourse in Twentieth-Century South Africa, Clarendon Press, Oxford, 1990%]. Brows; “In Pursuit of Hegemony: Representations of Autho- rity and Justice in a Sri Lankan Village”, American dinologist, vol. XV, nim, 2, mayo de 1988; B, Cohn, “The Census, Social Structure and Objec- tification in South Asia’, y "Representing Authority in Victorian India’, cen An Anthropologist among the Historians and Other Essays, Oxford Uni- versity Press, Delhi, 1987. pp. 224-254, 632-6824 D. Handelman, “Intro- duotion: A Recognition of Bureaucracy’, en D, Handelman y E. Leyton FONTERAS BORROSAS 6 Debo sefialar que atin queda mucho por hacer para sen- tur las bases empiricas de las etnografias del estado. Son muy pocos los documentos que por su fecundidad den evi- leneia etogréfica de lo que, en nombre del estado, hacen cn realidad los funcionarios del nivel més bajo." La investi- gacién sobre el estado, con su enfoque en las estructuras a (cils.), Bureaucracy and World View: Studies in the Logic of Offical Inter- pretation, . Johns, Newfoundland, Institute of Social and Economic Re- eatch, 1978; Handelman, “Introduetion: The Idea of Bureaueratic Orga- ation’, Sacial Analysis: The International Journat of Sociat and Cultural Practice, vol. IX, diciembre de 1981; M, Herzfeld, The Social Production of Indifference: Exploring the Symbolic Roots of Western Bureaucracy, Borg, Nueva York, 1992; R. Kasaba, “A Time and a Place for the Non-State: Social Charge in the Ottoman Empire during the Long Nineteenth Cen- fury’, en J. Migdal, A. Kohli y ¥, Shue (eds.), State Power and Social Forces: Donénation and Transformation in the Third World, Cambridge University Press, Cambridge, 1994; T: Mitchell, Tho Effect of the State, Department of Politics, New York University, manuscrito inédito, 198; “The Limits of the State: Beyond Statist Approaches and Theie Critics’ The American Political Science Review, vol. LXXXV, niim, 1, marzo de 199s: D. Nugent, “Building the State, Making the Nation: ‘The Bases and sand Limits of State Centralization in ‘Modern’ Peru’, American Anthro- pologist: Joarnal of the American Anthropological Assoctation, vol. XCVI, rim, 2, junio de 1994: M. Taussig, “Maleficium: State Fetishism’, en The Nervous System, Routledge, Nueva York, 199; J. Ula, “Cultural Poliies in an Age of S:atistics: Numbers, Nations, and the Making of Basque Identi ty’, American Ethnologist, vol. XX, nim. 4, noviembre de 1993: y M. M. ‘Yang, “The Gift Economy and State Power in China’, Comparative Studies in Society and History, vol. XXXI, nim. 1, Cambridge University Press, ‘enero de 1986, ® Herzfeld comenta: “Por lo tanto, con su tendencia a centrarse en lo exético y Io extraordinario, la antropologia ha dejado de lado las précticas de la burocracia (..] Sin embargo, como ha obscrvado Handelman, este silencio corstituye una omisign notable” (Tike Social Production... op cit. p. 45). La obra de Handelman (op.cit., 1978 y 1981) desarrolla una convo- catoria realizada por estudiosos como Noder para “estudiar escrupulosi- ‘mente” ¢ intenta hacer por las burocracias lo que etnégrafos como Rohlen han hecho por otras instituciones, como los bancos y escuelas. Véase For Harmony asd Strength: Japanese White-Collar Organization in Anthropo- logical Perspective, University of California Press, Berkeley, 1974, y Japan's High Schoobs, University of California Press, Berkeley, 1983. 6 ‘AKHIL GUPTA gran escala, los acontecimientos memorables, las politica mis trascendentales y las personas “importantes”, no ha lo grado arrojar luz sobre las précticas cotidianas’ de los bur eratas que nos hablan sobre los efectos del estado en la vidi diaria de la poblaci6n rural. Es de sorprender que sea muy poca la investigacién que se ha llevado a cabo en las ciudades pequefias (en el caso de la India, en el ambito del subdistri to), donde un gran niimero de funcionarios del estado, que constituyen la amplia plataforma de la piramide burocrati ca, viven y trabajan: los trabajadores de las aldeas, los custo dios de los registros de las tierras, los maestros de escueli primaria, los agentes de extensin agricola, el personal del hospital civil y otros. Este es el sitio donde la mayoria de li poblacién en un pais rural y agricola como la India entra en cohntacto con “el estado”, y aqui es donde se forjan muchas de sus imagenes, Si bien es necesaria la investigacién sobre las practicas de los funcionarios estatales locales, por sf misma no es suficiente para comprender eémo se llega a construir y re- presentar al estado, Esto requiere reflexionar sobre las limi- taciones inherentes a los datos recogidos en “el campo”. El discurso de la cortupcién, por ejemplo, esté mediado por los burécratas locales, pero no puede entenderse en su to- talidad si uno se mantiene dentro del ambito geografico delimitado de un municipio de subdistrito, Aunque en este articulo hago hincapié en el papel de [a cultura publica y los fendmenos trasnacionales, no quiero sugerir que los méto- * P Evans, D. Rueschemeyer y T. Skocpol (eds.), Bringing the State Back In, Cambridge University Press, Cambridge, 1985; T. Skocpol, States and Social Revolutions: A Comparative Analysis of France, Russia, and Chi- nna, Cambridge University Press, Cambridge, 1979. [Los Estados y las revo- luciones sociales: un andlisis comparativo de Francia, Rusia y China, ¥cr, México, 1984.] *P.Rourdieu, Oudline of a Theory of Practice, Cambridge University ress, Cambridge, 1977. [Bosquejo de una teorfa de la prifctica, Prometeo, Buenos Ales, 2012.] 5 FONTERAS BORROSAS. ” tlos cara a cara de la etnografia tradicional son irrelevantes. Sin embargo, si quiero cuestionar la hipétesis respecto a la superioridad natural la afirmacién de la autenticidad— mplicita en los derechos del conocimiento generados por cl hecko de “estar all?” (Io que podriamos llamar el “impe- rativo ontoldgico”). Tales reivindicaciones de la verdad se (ortalecen precisamente por el apego a la limitada nocién ilo “sociedad” y “cultura”, Una vez que ya no se considera jue las culturas, Tas sociedades y las naciones encajan sin problema en diferentes espacios,” hay que repensar la rela- ciGn entre la presencia corporal y la generacién de los datos ctnogrificos. La centralidad del trabajo de campo como rito iniciatico, como Arbitro de la autenticidad de los “datos” y como el fundamento iiltimo para el veredicto de las inter- pretaciones, se apoya en la idea rara vez cuestionada de que uno aprende acerca de la diferencia cultural principalmente através del conocimiento fenomenolégico adguirido en “el campo’, Este énfasis en la experiencia de estar en la proxi- midad espacial del “otro”, con su énfasis concomitante en la percepcisn sensorial, esté vinculado a una epistemologia empirista® que no es capaz de comprender cémo se consti- tuye el estado en términos discursivos. Es por esta razén que he combinado el trabajo de campo con otra practica empleada por los antropdlogos, prictica cuya importancia a menudo se subestimé en los debates sobre nuestra caja co- lectiva de herramientas metodolégicas. Fete es el andlis "A. Appadurai, “‘Cheory in Anthropology: Center and Periphery’, Comparative Studies in Society and History, vol. XXVILL, mim. 1, abril de 1986; A. Gupta y J. Ferguson, “Beyond ‘Gulture’ Space, Identity, and the Politi of Difference’, Cultural Anthropology, vol. VI, nan. 2, febre- ro de 1992: U. Hannerz, “Theory in Anthropology: Small is Beautiful?" Comparative Studies in Soctety and History, vol. XXVIL, nim. 1, enero de 1986, * Deberia ser obvio que To que estoy haciendo es una distincidn entre tuna epistemologia empirista y los métodos empiticos. No estoy diciendo, categbrieamente, que deba abandonarse la investigacién empiric, 6 AKEIL GUPTA, de ese texto cultural de amplia distribucién, el periddico. He visto las representaciones del estado y de “el piiblico” en periédicos en inglés y en lenguas vernaculas de la India. Al centrarme en la construccién discursiva del estado, quiero llamar la atencién sobre las poderosas pricticas cul turales mediante las cuales el estado esti representado sim bdlicamente ante sus empleados y ante los ciudadanos de li nacién.” Estas précticas culturales pilicas se llevan a cabo enun espacio controvertido que no puede conceptualizarse como un dominio cerrado y delimitado por las fronteras nacionales. Las ideologias populares, regionales y naciona. les compiten entre s{ por la hegemonia y con los flujos trasnacionales de informacién, gustos y estilos incorpora dos en los productos basicos comercializados por el capital multinacional.” La exploracién de la construceién discur: siva del estado, por tanto, requiere necesariamente la aten: cién a los procesos trasnacionales en el sistema interes- Para un ejemplo similar, vase Ruth Benedict, The Chrysanthemum sind the Sword: Patterns of Japanese Culture, Hougthon Miflin Ge., Boston, 1946. [EI crisantemo y la espada, Patrones de la cultura japonesa, Alianza Editorial, Madrid, 1974.] Una reciente discusin, de caricter ejemplat, se puede encontrar en M, Herzfeld, "History in the Making: National and International Politics in a Rural Cretan Community’, en J. Pina-Cabral y J. Campbell (eds.), Europe Observed, MacMillan Press, Houndsmills, 1992, El proyecto mayor tiene una dimensién histérico-oral y de archivo ignificativa, asi como wn muestreo extenso de los diversos medios de eo- municacién, Véase tembién el magnifico articulo de Achille Mbembe, “Provisional Notes on the Poscolony’, Africa: Journal of the International African Institute, vol. LXIL, nim. 1, eneso de993, por su sugerente uso de articulos de periddicos. ® Véanse los articulos de T. Mitchell, The Rffect of State, op. eit, y ‘Taussig op. cit, sobre este tema * El trabajo de Handler, “On Having a Culture: Nationalism and the Preservation of Quebec's Patrimoine’, en G. W. Stocking, Jr (ed), Objects and Otkers: Essays on Museumss and Material Culture, History of Anihro- pology, vol Il, University of Wisconsin Press, 1985, demuestra muy bien c¢émo fumcionan estas Iuchas en el caso de abjctos que cl gobierno regio- nal de Quebec desea designar como patrinoine regional. FONTERAS BORROSAS: n lutal'A su vez, el sistema interestatal no es un orden fijo, sino que esta sujeto a la transformacién que surge de las acciones de los estados-nacién y de los cambios que tienen lugar en la economia politica internacional, en este periodo ic ha sido denominado diversamente “capitalismo tardio”* 6 la era de la “acumnulacién flexible" Por ejemplo, las nuc- vas politicas de literalizacién seguidas por el gobierno del Partido del Congreso en la India desde las elecciones de 1990 slo pueden entenderse en el contexto de un discurso tras- nacional de la “eficiencia” promovido por el Fondo Mone- tario Internacional (rai) y el derrumbe de la ex Unidn Sovietica, uno de los mis importantes socios estratégicos y econémicos de la India, Del mismo modo, los intensos de- bates sobre la corrupcidn en la India en 1989,” centrados en una transaccién dentro de la economia internacional de ar- mas, hacen evidente el complejo entretejido de los discursos locales y las prdcticas internacionales, gCudl es la importan- cia tedrica de estas observaciones? En pocas palabras: cual- quier teoria del estado debe tener en cuenta su constitucién a través de un ccmplejo conjunto de representaciones y *C, Calhoun, “Tiananmen, Tel tionalization of Culture and the Re} re, vol. Il, ntim. 1, 1986. , Mandel, Laie Capitalism, Verso, Nueva York, 1975. [Hay tradue- ign al espatiol: Bl capitalismo cardio, Era, México, 1979.1 “ D. Harvey, The Condition of Postmodernity: An Enquiry into the Ori- gins af Cultural Change, Blackwell, Nueva York, 1989. (La condicidn de la posmodernidad. Investigacion sabre los origenes det cambio cultural, Amo- Buenos Aires, 1998.1 " Bl escindalo, que legé a ser conocido como el Bofors Affair, involu- 16 presuntamente al gobierno de la India por recibir sobornos de un f- inte de armas suceo por Ia compra de un obs. Lo que dio tal promi- nencia al eseindalo es que se crefa que el soborno fue a dar a las manos de los miembros de alto rango del gobierno y el partido del Congreso, tal vez incluso del primer ministro. Neturalmente, el partido del gobierno no prosiguié la investigecién con gean entusiasmo, y hasta ahora no se han encontrado pruebas concrete. ision and the Public Spheres Interna 1g Spring of the 1989, Public Culea~ 80 ‘AKIMLL GUPTA pricticas que se intersecan espacialmente. Esto no indica q\i pueda demostrarse que cada episodio de interaccién coms nitaria entre los aldeanos y los funcionarios del estado tie vinculos trasnacionales transparentes; slo hace considers que esos vinculos tienen efectos estructurantes que puede sobredeterminar los contextos en los que se realizan | practicas cotidianas. En lugar de tratar de buscar el nivel lo cal 0 comunitario de la concepeién del estado como si en capsulara st propia realidad y tratar “lo local” como una unidicl espacial sin problemas y coherente, debemos prestar aten cién a los contextos “mediados de forma miiltiple”® a través de los cuales el estado llega a ser construido. En el desarrollo de mi analisis me he basado en gran me dida en los trabajos de otros etndgrafos de Asia del Sur que se han ocupado del estado. En su anilisis de los rituales de desarrollo escenificados en la presentacion de un gran pro yecto acuifero en Sri Lanka, Serena ‘Tenekoon” demuestra que la distribucidn simbélica del agua en todas las direccio nes a través del pafs se convierte en un medio por el cual el alcance del estado est representado. En este caso, la repre- sentacién literal de atravesar el espacio de la nacidn viene a significar la ubicuidad y la translocalidad del estado. Por el contrario, James Brow® muestra cémo un proyecto inmo- biliario del gobierno de Sri Lanka hace que el estado sea concretamente visible a los ojos de los aldeanos. Aqui, el én- fasis est puesto en las posibilidades de imaginar lo trans- local que se activan mediante la materializacién del estado através de marcadores espaciales, como las casas." * La frase pertenece a Lata Mant [véase “Multiple Mediations: Femi- nist Scholarship in the Age of Maltinational Reception’, Inscriptions, vol. V, 1989] “N.S, Tenckoon, "Rituals of Development: The Acelerated Mahavali Development Program in Sri Lanka”, American Eehuologist, vol. XV; mayo de 1988. J, Brow, op. ct. El excelente ensayo de Michael Woost, “Nationalizing the Local Past 1 q FONTERAS BORROSAS a Dado que la etnografia del estado desarrollada en este urticulo se centra en el discurso de la corrupcidn, y puesto {jue la corrupcidn se presta més fécilmente a los estereoti- fios apenas disimulados del Tercer Mundo,” valdria k pena ‘locir algo sobre cémo procedo a desarrollar una perspecti- va sobre el estado explicitamente antiorientalista. Cuando se combinan los conceptos de paises corruptos “sibdes- vrollados” con una perspectiva desarrollista, en Ia que “las Ielaciones entre estado y sociedad” en el Tercer Mundo son Vistas como si reflejaran la posicién desarrollista previa de Jos pafses industrializados “avanzados’, a tentacién de com- pararlos a “ellos” con “nuestro propio pasado” prueba ser irresistible para muchos estudiosos occidentales.” En su lugar, debemos preguntarnos cémo se puede utilizar el es- \udio comparativo de las formaciones politicas del Tercer Mundo para hacer frente a la “naturalidad” de los concep- tos que han surgido a partir de la experiencia histérica y el contexto cultural de Oceidente. Al centramnos en la cons- truccién discursiva de los estados y los grupos sociales nos os posible ver que el legado de ls erudicién occidental sobre in Sri Lanka: Histories of Nation and Development in a Sinhalese Village’, American Eshuologist, wl. XX, 1993, aborda también cuestiones similares. * Bl término “Tercer Mundo” encapsula y homogeniza lo que, de he- cho, son diversas y heterogéneas realidades [véase C. Mohanty, “Under Western Eyes: Feminist Scholarship and Colonial Discourses”, feminist Review, vol. XXX, otofo de 1988], Implics, ademas, que el “Primer” y el “Tercer” mundos existen como espacios separados y separables [A. Ah- mad, "Jameson's Rhetoric of Otherness and the ‘National Allegory’, So- cial Text, vol. XVII, otofio de 1987]; por tanto, los dejaré en mavisculas para resaltar su problemtica situacidn, De manera similar, el “Occidente” ‘no es, obviamente, una entidad homogénea y unificada. Utilizo el :érmino para hacer referencia a los efectos de las representaciones hegeménicas de Occidente més que sus trediciones subyugadas, Por ello, utilizo el sérmino simplemente para referirme a una coyuntura histérica particular del lugar, elpoder y el conocimiento, y no a un espacio geogrifico. ® Fersémeno que Johannes Fabian denomine “alocronismo” [Véase Time and the Other: How Anthropology Makes its Object, Columbia Uni~ versity Press, Nueva York, 1983.] 8 ARHIL QUPTA el estado ha sido la de universalizar la particular construt cin cultural de las “relaciones entre estado y sociedad” vi, la que los conceptos especificos de “estadidad” y “sociedad civil” estan unidos.* En lugar de construir sobre estos con ceptos, en este articulo se plantea si es posible demostr. su provincialismo frente a los incontables contextos cult: rales histdricos.* Comienzo con una serie de apuntes que dan un sentido de funcionamiento local de “el estado” y Ia relacién de la poblacién rural con las instituciones estatales. A mi modo de ver, las interacciones cotidianas con las burocracias es tatales constituyen el elemento més importante en la cons truccidn de “el estado” forjada por los aldeanos y los fun cionarios del estado. Después, observo el campo mis amplio de representaciones de “el estado” en la cultura péiblica. Por Ultimo, trato de demostrar cémo los encuentros en el dm. bito local con el estado se articulan con las representacio nes en los medios de comunicacién. Esto es seguido por la conclusién, que presenta sistematicamente las cuestiones tedricas mas amplias planteadas en el articulo. EL ENCUENTRO CON “EL ESTADO" EN EL AMBITO LOCAL Para la mayoria de los ciudadanos de la India, el contexto mis inmediato para encontrarse con el estado es proporcio- * Bste comentario fue expresado por Partha Chatterjee en “A Response to Taylor's ‘Modes of Civil Society", Public Culture, vol. Il, nti. 1, 1990, en respuesta a Charles Taylor [Modes of Civil Society’, Public Culture, vol, Il, nim. 1, 1999): su reciente libro, The Nation and Its Fragments Colonia! and Poscolonial Histories, Princeton University Press, Princeton, 1993, reafirma y desarrolla el argumento, \gradezco a Dipesh Chakrabarty por recordirmelo por la primera se e] excelente capitulo final de su monografia sobre Ia clase obre- ra.en Bengala, en Rethinking Working Class History, Princeton University Press, Princeton, 1989, en la que trata directamente esta cucstid } FONTERAS BORROSAS. 8 jlo por sus relaciones con las burocracias gubernamen- Jules en el ambito local. Ademés de ser difundidas por los inedios de comunicacién, las representaciones del estado se_ (lectwian a través de las pricticas piblicas de diferentes ins~ {ituciones y agentes gubernamentales. En Mandi, el centro ministrative mas cercano a Alipur, las propias oficinas de las distintas burocracias gubernamentales funcionaban como sitios donde se intercambiaba informacién impor- tunte sobre el estado y donde se forjaban las opiniones acer- a de las politicas o funcionarios. Por lo general, un gran niimero de personas concentradas en pequefios grupos en terrenos de los tribunales locales, la oficina del magistrado ile distrito, el hospital o la estacién de policia discuten y \lebaten acaloradamente las tltimas noticias, Fue en lugares como éstos, donde los aldeanos interactuaban entre si y con los habitantes de las aldeas cercanas, tanto como en los medios de comunicacién, donde la corrupcién se discutia y debatia, Por lo.tanto, observar de cerea estos escenarios nos per- mité obtener una impresién del tejido de las relaciones entre los funcionarios del estado y sus clientes 2 nivel lo- cal. En esta seccidn me baso en tres casos que, en conjunto, presentan una gama de relaciones entre los funcionarios del estado y las poblaciones rurales, El primero concierne a un par de funcionarios, colocados en puestos inferiores pero importantes en la jerarquia burocritica, que explotan con éxito la inexperiencia de dos hombres del medio rural, E] segundo caso se refiere a las acciones parcialmente exito- sas que emprendié un hombre de casta baja para protegerse de las amenazas de un poderoso jefe de aldea,” con aliados * Bl jefe de aldea es un Funcionario clegido por todos los votantes re- gistrados de una aldea. Los partidos politicos rara vez participan en les élecciones locales, en el sentido de cue los candidatos no representan a los partidos nacionales 0 regionales durante estas clecciones. \ los jefes no se Jes considera parte del gobierno ni la personifieacién de las bases de los partidos politicos, a pesar de que pueden desempefiar funciones impor- 8 AKHIL GUPTA en la burocracia, al recurrir a un oficial superior. El tetcv1 cjemplo se basa en una serie de acciones realizadas por «| poderoso Bharatiya Kisan Union (literalmente, Sindic:t Campesino Indio), un movimiento de campesinos co nitarios que a menudo infunde terror en los corazones tl los funcionarios estatales locales. Debido a que dan wi configuracién concreta y forma a lo que de otro modo seri una abstraccién (“el estado”), estos encuentros cotidiano proporcionan uno de los componentes criticos a través «le los cuales el estado llega a ser construido. Pequefio pero préspero, Mandi” alberga los extremos miis bajos de la enorme burocracia estatal y federal.” La mayori de los funcionarios importantes del distrito, incluidos aque llos cuyas oficinas se encuentran en Mandi, prefieren viv' ‘en otra aldea mis grande que sirve como sede del distrito. Parte de la razén es que en Mandi la vivienda de alquiler es dificil de encontrar (como descubri para mi frustracién); igualmente importante, les permite mantenerse en contac to més estrecho con sus oficiales superiores. Sharmaji era un patwari, un funcionario que leva los registros de las tierras de aproximadamente cinco a scis al deas, o cerca de cinco mil parcelas, ubicadas en las afueras de ‘Mandi. Los patwari son los responsables de llevar los regis tros de las tierras, de medir fisicamente las areas e incorpo- rarlas en los registros, asi como de evaluar la calidad de la tierra, El patwari también lleva un registro de las muertes en una familia, para el caso en que se dé uns disputa entre los herederos sobre la propiedad, o la necesidad de dividirla en tentes en representacién del pueblo en las instituciones burocrétices y partidaries AL igual que todos los demés nombres en este articulo, éste también. cesun seudénimo. Ademés, debido ala naturaleza sensible de este materia las identidades y las ocupaciones de todas las personas que aqui se men- clonan se han modificado radicalmente. 21 Debido a que el rérmino “federal ce utiliza rirsmente en la India, me referiré a él por su equivalente indio, es decir, “central”. FONTERAS BORROSAS: 85 lyin momento. Hay varios funcionarios por encima del palwari cuyo deber principal —si no el tinico— es hacerse iryo de los registros de las tierras, En. promedio, el total syclende a cerea de dos funcionarios por cada aldea. Por sor- prendente como pueda parecer este tipo de expansién bu- rética, no debe olvidarse que la tierra es el principal medio produecidn en este escenario. ‘Sharmaji vivia en una casa pequefia y discreta, arraigada on la parte antigua de la ciudad. Si bien, al principio, yo es- {aba confundido, al final identifiqué qué camino tomar en las estrechas y sinuosas calles que me conducirian hasta su ‘asa, La parte baja consta de dos habitaciones y un pequefio patio cerrado, En una de esas habitaciones habia una enor- me puerta que daba a la calle, Esta habitacién funcionaba como la “oficina” de Sharmaji, Allies donde él se encontra- ba por lo general, rodeado de clientes, aduladores y colegas. Dos hombres, en particular, estaban casi siempre a su lado. Uno de ellos, Verma, igualmente un patwari de la aldea na~ tal de Sharmaji (y, por tanto, un colega), estaba claramente en una posicién inferior. Funcionaba como el alter ego de Sharmaji, le llenaba los libros de contabilidad, a veces ac- tuaba como fachada y en ocasiones como mediador en complejas negociaciones sobre la cantidad de dinero que se necesitaria para “hacer un trabajo”, y por lo general se com- portaba como un confidente y asesor que ayudaba a Shar- maji a identificar la mejor estrategia para eludir las limita ciones administrativas y legales para la transferencia de titulos de propiedad. La otra persona trabajaba tiempo com- pleto como fiel sirviente; se ocupaba de varias tareas oca- sionales y del hogar vinculadas con los deberes “oficiales” de Sharmaji, asi como con su familia. Contra dos de las paredes laterales de la oficina habia bancas; frente a la entrada hacia la parte interior de la habi- tacién habfa una plataforma elevada, apenas lo suficiente- mente grande para tres personas, Era aqui donde Sharmaji se sentaba y levaba a cabo la audiencia, y era aqui donde | | 86 AKI. GUPTA ‘guardaba los registros de propiedad de las aldeas que adn nistraba.” Todos los que tenian que realizar algtin negov in llegaban a esta “oficina”. En un momento dado habia por | general dos o tres grupos diferentes, interesados en diferens ‘es transacciones, que se reunfan en la pequefia habitaciv Sharmaji conversaba con todos ellos al mismo tiempo. y menudo cambiaba de un interlocutor a otro en medio «li una sola frase. Todos los presentes participaban en la dis cusién de los asuntos relacionados con los demas. Con fie cuencia, Sharmaji interrumpia sus declaraciones y se diri gia a los otros preguntando retéricamente: “;He dicho aly malo?” O: “Lo que he dicho es cierto 0 no?” La mayor parte de las transacciones que se llevaban a cab en esta “oficina” eran relativamente sencillas: agregar o cli minar un nombre en un titulo de propiedad; dividir un parcela entre hermanos; arbitrar en una pelea por las tierras en disputa. Dado que los terrenos se encontraban separados centre si mediante pequefios terraplenes construidos por lox mismos campesinos y no por cercas u otras barreras fisicas, un sujeto equis se podia adjudicar un pedazo de tierra al mostrar que la habfa arado, Los campesinos con intenciones rapaces comenzaban lentamente, en cada temporada, a arar slo unos centimetros més alla del limite de su propiedad para que en un plazo breve pudieran hacerse, con eficacia, de unos pocos metros del terreno de sus vecinos. Si un ve- cino queria pelear y reclamar su tierra, iba con el patwari para que dirimiera en la controversia mediante la medicién fisica de la zona con una cinta métrica. Por supuesto, estas cosas “costaban dinero” pero, en la mayorfa de los casos, las “tarifas” eran bien conocidas y fijas. ‘Aun asi, por mds abierto que fuera el proceso de dar so- bornos y por muy piiblica que fuera la transaccién, existia sin embargo un aspecto performativo que tenia que llegar a * La forma en que operaba Sharmapi es una reminiscencia de un dar ‘nua indio, una cost real FONTERAS BORROSAS. br \Jominarse, Iustearé esto diltimo con una historia de un so- homo fallido, Un dia, cuando legué a la casa de Sharmaji a inedia tarde, dos jévenes cuya aldea cayé en la jurisdiceién ile Verma estaban tratando de agregar un nombre al titulo de su parcela Estaban sentados cerca del lado izquierdo en uno de los bancos laterales. Ambos estaban probablemente on la diltima fase de su adolescencia. Sus sandalias de goma y cl pelo despeinado sefialaban claramente que eran habitan- {es de la aldea (una impresién reforzada por la ropa, que ob- Viamente no habia sido confeccionada por el sastre que hormalmente atendia al conjunto de jévenes “clegantes” de | aldea donde habitan), Parecian ineémodos y un poco ner- viosos en la habitacién de Sharmaji, una impresion que se esforzaron por disipar al adoptar un tono demasiado con- fiado en su conversacin. ‘Aunque nunca supe por qué querian agregar un nombre alos registros de propiedad, me dijeron que esto estaba en relacién con sus esfuctzos para obtener fertilizante me diante un préstamo para el cual la tierra serviria como garan- tfa, Cuando Tlegué a la escena, las negociaciones parecian y haberse roto: los jévenes habian decidido que no contarian con la ayuda de Verma para hacer que circulara la documen- tacién a través de las diversas ramas de la burocracia y que, en vez de ello, lo harfan ellos mismos. Sharmaji y los deméds presentes (algunos de los cuales eran campesinos preocupados por conseguir que les llegara su turno) convencieron primero a los jévenes de que nunca podrian hacerlo por si mismos. Esto se logré diciéndoles en tono agresivo que siguieran adelante y trataran primero de hacer el trabajo por su cuenta y que, si todo lo demés fallaba, siempre podrian volver con Sharmaji. “Si no lo lo- gran, siempre estaré dispuesto a ayudar’, dijo éste. Acto se- guido, uno de los agricultores presentes dijo a los jévenes ‘que Sharmaji era una persona con muchas influencias. Sin parecer que prestmia, el propio Sharmaji dijo que cuando los grandes campesinos y lideres importantes habjan nece- 86 ARHIL GUPTA sitado que se hiciera su trabajo, habia sido a él a quien r¢ currieron, Tal vez debido a que no habian sido prevenidos de su: reputacién, los nerviosos clientes parecian perder toda su bra vuconerfa. Pronto empezaron a suplicar ayuda, diciendo “Tau [hermano mayor del padre], tui sabes lo que es mejor. gpor qué debemos estar dando vueltas si tt estés aqui?" Shar maji le pidid a Verma que “ayudara” a los jévenes. “Aytidalos a que se realice su trabajo’, siguié instando, a lo que Verma responderia: “Nunca me negué a ayudarlos”. Entonces, los dos patwaris entraron en una habitacién contigua, donde entablazon una breve conversacién a susurros. Sharmaji tea- parecié y anuncié en voz alta que tendrian que “pagar pot ello’, Los jévenes de inmediato quisieron saber cudnto se necésitaba, a lo que Sharmaji respondi6: “Deberian pregun- tarle eso [a Verma] Poco después, Verma hizo una reentra- da perfectamente sincronizada. Los jévenes le repiticron la pregunta, Verma respondié: “Den lo mas que deseen”. Cuan- do volvicron a plantear la pregunta, respondié: “No soy yo quien deba decirlo, Entreguen cualquier cantidad que estén dispuestos a dar”. Luego, los dos clientes susurraron entre si, Finalmente, uno de ellos rompié el impasse buscando en el bolsillo de su camisa y sacando cuidadosamente unos billetes doblados. Le entregé a Verma diez rupias.” Sharmaji estallé en carca~ jadas y Verma sonrié, Sin parar de reir, Sharmaji le dijo: “Tenias raz6n", Verma les dijo a los jévenes: “Incluso por diez rupias estaré encantado de hacer su trabajo, pero pri- mero deben contar con la firma del jefe de su aldea, ast es la * AL tipo de cambio vigente en el momento del incidente en 1989, 2 délar= 18 rupias; en efecto, el cliente le entregaba a Verma el equivalente de 56 centavos de délat. Esa cifra es engafiosa, sin embargo, ya que no in dica el poder adquisitivo. Diez rupias serian suficientes para comprar un buen almuerzo no vegetarlano para una sola persona en un restaurante de carretera o un kilo de mangos de alta calidad, pero no lo sufiiente para un parde sandalias de goma. ._ FONTERAS BORROSAS. 89 ley”, Sharmaji les dijo que no sabjan nada sobre la ley, que hecesitarian més de catorce rupias sélo por el costo de la soli- citud, ya que con el fin de agregar un nombre a una parcela | solicitud tendria que ser retroactiva por algunos meses. nie la mencién del jefe de aldea, los j6venes se sintieron desalentados, Explicaron que las relaciones no eran buenas ne ellos y el jefe de aldea, y que estaban en campos opues- tos. Me parecié que, desde el principio, Verma lo sabia. Sharmafi, entonces, les dijo a los jévenes que primero deberfan haber indagado “el costo” por “agregar un nombre en el registro” en estos dias. “Vayan y averigiien el costo de poner su nombre en el registro de la propiedad —dijo— y luego den 2 Verma la mitad exacta de eso.” De inmediato se dirigid a uno de los campesinos presentes y le pregunté cuinto habia pagado hacia diez aiios. El hombre dijo que habia sido algo as{ como ciento cincuenta rupias. Entonces ambos, Sharmaji y Verma, se levantaron bruscamente y se fueron a almorzar. Los jévenes se dirigieron a las demés personas y pre~ guntaron si sabjan cudl era la suma que correspondia. Todos ellos dieron cifras que oscilaban entre ciento treinta y cien- to cincuenta rupias, pero dijeron que su informacién era obsoleta, porque eso es lo que les habia costado hacfa diez afios o mas. Los j6venes trataron de poner buena cara a la negociacién fallida al sugerir que no seria una gran pérdida si sus esfuerzos no habian tenido éxito. Sino consegufan el préstamo, seguirian cultivande como solian hacerlo, es de- cir, sin fertilizante. Nadie pudo decirles cul era la cifra actual. Incluso el fiel sirviente, que seguia alli sentado, se negé a responder, diciendo que no estaba en él intervenir, y que todo depen- dia de Sharmaji y Verma, La “prictica” de dar sobornos no era, como los jévenes aprendieron, simplemente una trans- accién econémica, sino una prictica cultural que requeria un alto grado de competencia interpretativa. Cuando los aldeanos se quejaron de la corrupcién de los funcionarios 9 AKHIL GUPTA del estado, por tanto, no estaban simplemente expresanilo su exclusién de los servicios del gobierno porque éstu eran costosos, aunque eso no constituia un pequefio factor Mis importante atin, estaban expresando su frustracidn porque carecfan del capital cultural requerido para negocir habilmente por los servicios.” Todo el episodio fue dirigido magistralmente por Shat maji y Verma. A pesar de que salieron con las manos vacias de esta ronda particular de negociaciones, sabfan que lox j6venes regresarian finalmente y entonces tendrian que pa gat més que el precio habitual para lograr que se hiciera cl mismo trabajo, Sharmaji aparecia a veces como el benefac tor y el suplicante, suplicando a su colega en nombre de los clientes. Verma logré parecer estar dispuesto a hacer el tra bajo. El acto de dar el soborno se convirtié totalmente en un gesto de buena voluntad por parte de los clientes en lugar de un mecanismo deliberado para lograr que todo marchara viento en popa. Curiosamente, se dio demasiada importan- cia ano mencionar una suma. En este caso, los funcionarios estatales les ganaron la batalla a un par de clientes inexpertos. Los funcionarios de bajo nivel, sin embargo, no siempre se salen con la suya. En la implementacién de programas de desarrollo, por ejem- plo, los funcionarios locales a menudo tienen que buscar a los beneficiarios con el fin de cumplir los objetivos estable- cidos por las autoridades superiores. Los beneficiarios de estos programas pueden entonces emplear la autoridad * Encuentro ef concepto de Judith Butler de género como perfor- mance de gran utilidad para reflexionar sobre este tema, sobre todo por- que hace hincapié en que los agentes involucrados no siguen un guion cultural regido por el comportamiento sujeto a las reglas. [Véase J. Butler, “Gender Trouble, Feminist Theory, and Psychoanalytic Discourse”, en. L. J. Nicholson (ed.), Feminism / Postmodernism, Routledge, Nueva York, 1990. Hay traduccién al espafiol: Fearinismo / posmodernisma, Feminatia, Buenos Aires, 1992.] Agradezco a Don Moore par insistirme sobre este punto. FONTERAS BORROSAS. 5 Ue los niveles superiores de la burocracia para ejercer cierta presién sobre las autoridades locales. En Alipur se han construido varias casas de acuerdo con dos programas de gobierno, el Indira Awaas Yojana y el Nirbal Varg Awaas Yojana (literalmente, el Programa de Vi- vienda Indira y el Programa de Vivienda para los Sectores Més Débiles, respectivamente). Ambos programas estin destina- dos a beneficiar a los pobres que no tienen una casa de la~ drillos (pucea). El Indira Awaas Yojana era para los harfjans [intocables] sin tierra, mientras que el Nirbal Varg Awaas Yojana era para todos los que posefan menos de un acre de tierra, carecian de una casa de ladrillos y su ingreso estaba por debajo de un limite especificado.* ‘Me informaron que uno de los “beneficiarios” era Sripal, asf que hablé con él frente a su nueva casa. Sripal era un hom- bre delgado, de osamenta pequeita, de no mas de veinticin- co aftos, que vivia en un grupo de casas de casta baja (jatav) en Ia aldea. Cuando vi la vivienda de ladrillos de una sola habitacidn construida junto a la casa de su madre, no pude menos que notar que parecia bastante sdlida. Pero Sripal inmediatamente descarté esa idea. El jefe de aldea, Sher Singh, seleccion6 a Sripal para este programa. Cuando se aprobé su nombre, el trabajador de desarrollo de la aldea® Io llev6 a la ciudad, hizo que le toma- ran una fotografia, y luego abrié una cuenta a su nombre en un banco. Para obtener la documentacién se le cobraron_ doscientas rupias. Después se le dio una hoja (parchi) que le daba derecho a recoger cantidades predeterminadas de ma- * Este nivel se precisaba en 6 400 rupias (aproximadamente 215 déla- res) por afio para el aio fiscal 2992-1993, El trabajador de desarrollo de la aldea es un funcionario del gobierno regional que se encarga dela ejecucidn de “programas de desarrollo" en un peque‘io cfrculo de aldeas; el ntimero en el circulo varia de tres a doce, de- pendiendo de sus poblaciones. Al igual que otros funcionarios del gobier- no, el trabajador de desarrollo de le aldea esta sujeto a frecuentes traslados, por lo menos una vez cada tres afi, 2 AKHTL GUPTA terial de construccién de un almacén designado por el tra- bajador de desarrollo de la aldea. El dinero que se requeria para transportar el material al sitio de construcci6n salié de su propio bolsillo. E] trabajador de desarrollo de la aldea le pidié que pagara unas quinientas rupias adicionales para obtener los ladrillos, Sripal declaré que no tenia dinero. “Si quieres, toma mil rupias del costo del material [de la parte de la subvencidn de la casa reservada para la compra de ma- teriales], pero no me pidas que te pague nada.” Sripal afirmé que eso era exactamente lo que habia he~ cho el trabajador de desarrollo de la aldea, proporcionarle el material que s6lo valia seis mil rupias de las siete mil rupias que le habfan asignado.” Una vez mas tuvo que desembolsar el costo del transporte para que enviaran los ladrillos de un homo cerca de la aldea. Sripal afirmé que los ladrillos que le dieron eran ladrillos amarillos de calidad inferior (peelay eenth) que se habfan horneado inadecuadamente. También descubrié que se suponia que se le rembolsarfa el costo de mano de obra. A pesar de que él mismo habfa construido la casa, porque era un albafil calificado, nunca recibié las tres~ cientas rupias destinadas a los costos de mano de obra asignados en el programa. ‘Como si esto fuera poco, Sripal no recibié ningéin material para una puerta ni una ventana, por lo que resultaba imposible vivir en la nueva casa, Ningin funcionario habia ido a i peccionar el trabajo para ver si faltaba algo. Sripal se quejé de que aquellos cuyo trabajo era inspeccionar los edificios sdlo se quedaron sentados en sus oficinas y aprobaron la construc- cién porque eran ellos quienes tenian la autoridad para crear el registro oficial (“Ellos son los que tienen la pluma y el pa- pel {Kaagaz-kalam unhee kay paas hai}”). Sripal es analfabeto. " Sripal afirmaé saber Ia cantidad exacta al consultara “las personas que saben leery escribir’. Los funcionarios de la ofcina del Bloque me dijeron, sin embargo, que se asigné una suma de ocho mil rupias para este tipo de proyectos. FONTERAS BORROSAS. ” Frastrado por su casa sin puertas, presents quejas ante la oficina del Bloque y en el banco que le presté el dinero para la construccién. Mientras tanto, Sher Singh, que habia estado empleando a Sripal como jornalero en su granja, se enojé con Sripal por negarse un dia a ira trabajar. Sripal explicd que no habia podido ir porque sus familiares habian llegado durante ese dia y dejarlos se habria interpretado como inhospitalario. En cualquier caso, Sripal dijo que no podia hacer ningiin tra- bajo pesado porque se habia roto el brazo hacia algdin tiempo. Cuando Sher Singh se enteré de que Sripal se habfa que jado de él y del trabajador de desarrollo de la aldea en la ofi- cina del Bloque, amenazé con darle una paliza tan fuerte que no volveria a pisar la aldea, Temiendo lo peor, Sripal huyé de la aldea y se fue a vivir con sus suegros. A pesar de la amena- za directa conta su vida, Sripal no se amilané en sus esfuerzos por lograr justicia, Cuando vio que sus quejas no provocaron ninguna respuesta, se acercé a un abogado para redactar una carta al juez del Distrito, la autoridad administrativa més alta de la zona, Esta estrategia dio sus frutos en cuanto a que se envié un contingente policial a la aldea para investigar. Cuando le pedi a Sripal que me dijera lo que deefa la carta, le sacé una copia para mi. “Qué puedo decir? —pregunté—. Léala usted mismo.” En la carta se alega que el trabajador de desarrollo de la aldea dejé de enviar el material necesario y que, debido a que el cacique habia amenazado a Sripal con darle una paliza, éste se habia visto forzado a hui Después de la visita de la policfa, Sher Singh hizo las pa- ces con Sripal. Incluso lo contraté para construir una casa para otra persona dentro del mismo programa, Por otro lado, Sher Singh dejé de pedirle a Sripal que fuera a trabajar en su granja. Pero el trabajador de desarrollo de la aldea amenaaé a Sripal con meterlo a la cércel a menos que devolviera tres mil rupias para financiar el costo para terminar la casa, “Uno de " Luego me enteré de que 3000 rupias del costo total se administran en forma de prestamo que debe pagarse en veinte cuotas durante diez acs, 4 AKHIL GUPTA mis parientes es guardia de cdrcel [thanedaar] —le habria dicho a Sripal—. Si no pagas, haré que te metan en la eadrcel’ Sentado frente al espacio vacio que habia de ser la puerta de su casa, Sripal me dijo que ya se habia resignado a ir a la cér cel. “:Cual es la diferencia? —se pregunté—. Vivir de la ma nera en que vivo es tan bueno como estar muerto.” A pesar de que finalmente fracas6 en sus apelaciones a la justicia, el caso de Sripal demuestra que incluso los miem: bros de las clases subalternas tienen un conocimiento prac tico de los miiltiples niveles de la autoridad estatal. Frente los atropellos del jefe y el trabajador de desarrollo de la al- dea, Sripal habia apelado a la autoridad de una persona tres niveles mas arriba en la jerarquia burocrdtica. Debido a que, en teoria, los gobiernos central y estatales estin comprome- titlos a proteger a las personas de castas reconocidas como Sripal, Ja queja con respecto a la amenaza contra su vida fue tomada muy en serio. El envio de la poliefa a la aldea fue una clara advertencia para Sher Singh de que si se atrevia a ha- cerle dafio fisico a Sripal, correria el riesgo de represalias por parte del mecanismo represivo del estado. Antes de dejar este episodio con Sripal, quiero abordar explicitamente lo que nos dice sobre los vineulos trasna- cionales. Es evidente que no es posible esperar encontrar dimensiones trasnacionales visibles para todos los encuen- tros comunitarios; eso requeriria un tipo de determina- cidn inmediata que es empiricamente falso y analiticamen- te indefendible. Por ejemplo, las condicionalidades del Fur no explican direetamente este episodio en particular en el programa de construccién de viviendas. Pero al forzar al go- bierno de la India a reducir el gasto interno, las condicio- nalidades tienen consecuencias presupuestarias para esos programas. Esto influye en qué programas se financian, smo se implementan y a qué niveles, a quién se dirigen y por cudntos afios deben continuar este tipo de programas. Del mismo modo, si se quiere entender por qué, en primer lugar, existen los programas de desarrollo, tales como la FONTERAS BORROSAS 95 construccién de casas para los pobres, y por qué se origi- han y gestionan per el estado, hay que colocarlos en el con- texto de un régimen de “desarrollo”, que entré en vigor en cl orden internacional de la posguerra de los estados-na- cién descolonizados." Lo que sucede en las comunidades est, por tanto, complejamente mediado, a veces a través de enlaces multiples, a veces de manera més directa, por esos vinculos, La experiencia de Sripal de enfrentar a una organizacién del estado en contra de los dems y de hacer uso de sus muil- tiples capas en su provecho configuré, sin duda, su propia construccién del estado, Al mismo tiempo, al final, parecia vencido por los procedimientos de una burocracia cuyas reglas no comprendia, Sripal se encontraba entre aquellos beneficiarios de la asistencia de “desarrollo” que lamentaban, haber aceptado la ayuda. Se sintié profundamente rechaza- do por los mismes programas que emplea el estado para legitimar su mandato. La implementacién de programas de desarrollo, por tanto, constituye un escenario clave donde las representaciones del estado se integran y donde se disputa su legitimidad. Es posible encontrar, asimismo, muchos casos opuestos en que las autoridades locales son quienes, situadas en el polo receptivo, deben ventilar la animadversin de los al- * A, Escobar, "Discourse and Power in Development: Michel Foucault and the Relevance of His Work to the Third World’, Alternatives, vol. X, rim, 3, julio de 2984 Escobar, “Power and Visibility: Development and the Invention and Managernent of the Third World’, Cultural Anchropalo vol. IIL, mim, 4, noviembre de 1988; J. Ferguson, The Anti-Politics Ma- chine: ‘Development’, Depoliticization, and Bureaucratic Power in Le- sotho, Cambridge University Press, Cambridge, 1990. ” Explorar las implicaciones de toda la cadena de medizciones para cada ejemplo etnogrifico habria desviado el articulo hacia demasiadas di- recciones diferentes y habria provocedo que perdiera su objetivo. Esta es luna tarea que me propongo llevar 4 cabo en tina larga monografie. Aqui hhe querido subrayar que no hay que olvider que el anilisis detallado de la vida cotidiana esté sobredeterminado por influencias trasnacionales. 96 ‘AKHIL GUPTA deanos hacia las instituciones estatales. Algunos ejemplos son proporcionados por varios mecanismos de la Union Bharatiya Kisan (sku). Una de las quejas campesinas més frecuentes es que tienen que pagar sobornos a funcionarios del Hydel Department por remplazar transformadores fun- didos. Cada uno de estos transformadores suministra por Jo comiin de cinco a diez pozos tubulares. Un joven campe- sino me relaté un incidente comin, El transformador de suministro de electricidad a su pozo tubular y los de once de sus vecinos explotaron, Asi que cada uno contribuyé con ciento cincuenta rupias (aproximadamente diez délares al tipo de cambio vigente en ese entonces) y llevaron el dine- ro al ingeniero asistente del Hydel Department. Le dijeron que sus cultivos estaban muriendo por ls falta de agua y que se encontraban en serios problemas. Al parecer, les dijo: “GY yo qué puedo hacer? Por ahora no tenemos el equipo de remplazo”, Asi que le dieron las mil ochocientas rupias que se habian reanido y solicitaron que se remplazara el trans- formador lo antes posible. El ingeniero tomé el dinero y les prometié que el trabajo se realizarfa en pocos dias, tan pronto como el equipo llegara. Al ser un hombre “honesto” (es decir, uno fiel a su palabra), hizo que se instalara el trans- formador tres dias después. Cuando la misma situaci6n volvi6 a repetirse poco tiem- po después, el joven acudié a la gente de Kisan Union y solicité que le ayudaran a conseguir un nuevo transforma- dor. Asi que cerca de cincuenta de ellos se subieron en los tractores, se fueron directamente a la casa del ingeniero ¢jecutivo y acamparon en el jardin (una forma comin de desobediencia civil en la India es gherao [cercar e impedir los movimientos] de un alto funcionario). Se negaron a moverse hasta que un nuevo transformador se instalara en la aldea. El ingeniero ejecutivo les prometié que “de inme- diato enviaria algunos hombres”. Efectivamente, los téeni- cos eléctricos legaron al dia siguiente y lo remplazaron. No todos estos incidentes terminaban amistosamente, FONTERAS BORKOSAS 7 La ripida respuesta de estos funcionarios se debié al hecho de que la Unién Kisan ya se habfa establecido como una fuer- za poderosa en esa rea en particular, como seri evidente a partir de algunos ejemplos. En un incidente, una multitud se marché con seis transformadores de una estacién de ener- sia eléctrica a plena luz del dia." Los campesinos ya no temfan a los oficiales de policia y de ingresos; en ocasiones, los ‘arrestaban’, los ataban a los arboles y los obligaban a hacer “sentadillas”. Se negaron a pagar las cuotas de clectricidad (hasta sesenta por ciento de las cuotas del sector agricola siguen pendientes de pago en un distrito cercano) y oblige- ron a los funcionarios "corruptos" a devolver el dinero tomado supuestamente como soborno. También me enteré de un in- cidente en una aldea adyacente, donde los empleados de las empresas eléctricas fueron sorprendidos por los aldeanos robando alambres de cobre de un transformador; furiosos, los aldeanos procedieron a darles una paliza y los “encarce- laron” en una casa de la aldea. De todos los hechos descritos anteriormente, debe que- dar claro que los funcionarios de nivel inferior desemperian un papel crucial en los encuentros de los ciudadanos con “el estado”, Obviamente, no es posible hacer ninguna indi- vidualizacién de la naturaleza y el contenido de la interacci6n entre los aldeanos y los burécratas. En contraste con Shar- maji y Verma, que manipulan a sus crédulos clientes, estan los funcionarios que son maltratados por los activistas cam- pesinos del axv. Del mismo modo, igual que los funciona- rios locales utilizan su conocimiento de los procedimientos burocriticos para Hevar a cabo u obstruir una transaccién maniobrando entre los diferentes niveles de la jerarquia ad- ministrativa, también los subalternos como Sripal demues- tran una competencia practica en el uso de la naturaleza * Agj Tak, "Vidyut Station say Bheed Chay Transformer Uthaa lay Gagee” [na mulsitud se lleva consigo seis transformadores de la estacién de energia eléctrical. 11 de agosto de 2989. 98 AKHIL GUPTA jerérquica de las instituciones del estado para sus propios fines. En el Ambito local se hace dificil experimentar al esta- do como una entidad éntica coherente: lo que uno enfren- ta, en cambio, es mucho més discreto y fragmentario: los funcionarios de registros de tierras, los trabajadores de de- sarrollo de las aldeas, la Electricity Board, los jefes, la poli- cia y la Oficina de Desarrollo del Bloque. Sin embargo (y siempre debemos tener en cuenta este hecho aparentemen- te contradictorio), es precisamente a través de las précticas de dichas instituciones locales que una institucién translo- cal, como el estado, llega a ser imaginada. Los encuentros del nivel local con el estado descritos en esta seccién aytidan a discernir otro punto importante. Los, funcionarios como Sharmaji, que pueden muy bien consti- tuir una mayoria de los empleados del estado que ocupan cargos en la plataforma inferior de la pirimide burocrética, plantean un interesante desaffo a las nociones occidenta- les de la frontera entre el “estado” y Ia “sociedad” en algunos aspectos obvios. La experiencia histérica occidental se ha construido sobre los estados que ponen a las personas en localizaciones diferentes de sus hogares —cn oficinas, acan- tonamientos y tribunales— para marcar su actividad “racio- nalizada” como titulares de cargos en un aparato burocritico. Personas como Sharmaji titan por la borda esta distincién no sélo entre su papel como servidores piblicos y como ciudadanos privados en el lugar de su actividad, sino tam- bign en la forma en que operan.” Casi todos los dems fun- cionarios en situacién similar, en los diferentes poderes del estado, operan de manera andloga. Es mas facil encontrar- los en los puestos ambulantes de té y en sus casas que en sus oficinas, Mientras que los tesricos de la modernizacién erpretan esto invariablemente como una prueba més del fracaso en el proyecto de que instituciones eficientes se arraiguen en un contexto tercermundista, se podria fécil- Agradezco a Joel Migdal por sefalarme est. FONTERAS BORROSAS ” mente dar yuelta a la pregunta y examinar la adecuacién te6rica (y el carcter acusadamente moralista) de los con ceptos a través de los cuales se describen tales acciones. | otras palabras, si los funcionarios como Sharmaji y el tr bajador de desarrollo de la aldea borran por completo las fronteras entre el “estado” y la “sociedad civil’, es tal vez porque esas categorias no son adecuadas en términos de criptivos a las realidades vividas que pretendidamente re- presentan. Por Ultimo, serfa Util extraer las implicaciones del mate- rial etnogrifico presentado en esta seccién por Io que nos dice acerca de la corrupcién y la implementacién de politi- cas, En primer lugar, las personas aqui descritas —Sharma- ji, el trabajador de desarrollo de la aldea, los funcionarios de la Electricity Board— no son poco comunes o excepcional: en la manera en que realizan sus funciones oficiales, en su voluntad de aceptar sobornos, por ejemplo, o en su conduc- ta hacia diferentes clases de aldeanos. En segundo lugar, a pesar de que los ingresos por sobornos de los funcionarios de nivel inferior son sustanciales. es importante ubicarlos en un “sistema” mayor de la corrupcién en la que sus supe- riores estén firmemente implicados. De hecho, los jefes de Sharmaji dependen de su considerable capacidad de manio- brar los registros de tierras para sus propias operaciones, que son por varias escalas de magnitud mayor que las su- yas. El suyo es un “negocio de volumen’”; el de ellos, uno de “alto margen”, El los ayuda a satisfacer a sus clientes y, de paso, compra proteccién y seguridad para sus propias acti- vidades. Este tiltimo aspecto requiere ampliarse. A menudo se afirma que, incluso bien disefiados, los programas de go- bierno fallan en su aplicacién, y que el mejor de los planes termina por hundirse debido a la corrupcidn generalizada en los niveles inferiores de la burocracia. Si esto pretende explicar por qué fallan los programas de gobierno, es total- mente falso (adems de ser clasista), ya que esté claro que 100 AKHHIL GUPTA, los funcionarios de menor nivel son sélo un eslabén en la cadena de las pricticas de corrupcién que se extiende hasta le ciispide de las organizaciones estatales y va mucho més alla, hacia las politicas clectorales." Los politicos recaudan fondos a través de los burécratas de alto rango con fines electorales, [os burécratas de alto rango exprimen este i nero tanto de sus subordinados come directamente de los proyectos que supervisan, y los subordinados siguen su ejem- plo. La diferencia es que, en tanto que los funcionarios del estado de alto nivel recaudan grandes sumas de las relati mente pocas personas que pueden permitirse el lujo de pa- garles, los funcionarios de nivel inferior las recaudan en pequefias cifras y de manera cotidiana de un gran méimero de personas. Es por esta razén que la corrupcién es mucho mas visible en los niveles inferiores. El “sistema” de la corrupcién no s6lo constituye, por supuesto, una mera coleccin de practicas cuya ejecucion mis extendida se produce a nivel local. Es también un cam- po discursivo que permite que el fendmeno sea etiquetado, discutido, practicado, criticado y denunciado. La siguiente seccién esté dedicada al anilisis del discurso de la corrup- cién, y sobre todo a su cardcter localizado hist6rica y regio- nalmente. EL DISCURSO DE LA CORRUPCIGN EN LA CULTURA PUBLICA Analizar el discurso de la corrupcién pone de relieve las précticas culturales de gran aleance por las cuales el estado esta representado simbélicamente ante sus empleados y “ R. Wade, “The System of Administrative and Political Corruption: Canal Irrigation in South India’, Journal of Development Studies, vol. XVII, rim. 3, 1982; Wade, “Irrigation Reform in Conditions of Populist Anar- chy: An Indian Case’, fournal of Development Economics, vol. XIV. nim. 3, 1984; Wade, “The Market for Public Office: Why the Indian State Is Not Better at Development", World Development, vol. XIL, nim. 4, 1985, > | FONTERAS HORROSAS ot ante los ciudadanos de la nacién." Las representaciones del estado se constituyen, se cuestionan y se transforman en Ta cultura péblica. La cultura pablica es una zona de debate cultural que se lleva a cabo a través de los medios de comt nicacién, otros modos de reproduccién mecinica y las pric- ticas visibles de instituciones tales como el estado.” Es “el lugar y lo que est en juego”® de las batallas por el significa- do cultural, Por esta razén, el andlisis de los articulos en los periddicos locales y nacionales nos dice mucho sobre la for- ma en que “el estado” llega a ser imaginado.* * Saivo algunas notables excepciones, la representacisn simblica del estado es todavia un terrtorio en gran parte inexplorado, Bernard Cohn “Representing Authority in Victorian Ida’, en An Anthropologist among... 2p. cit, p. 658, por ejemplo, ha demostrado cémo la Asamblea Imperial de 1877 penmitis al estado colonial britinico representar su autorided sobre Ie India, al mismo tiempo que hizo "manifesta y convincente la sociotogia (colonial) de la Inds’. Véase también el estudio de Nicholes Dirks, The Hollow Crown: Ethnohistory of an Indian Kingdom, Cambridge University Press, Cambridge, 1987, sobre un pequefio estado independiente en la In- dia del Sur precolonial y colonia © A. Appadurti, “Disjuncture and Difference in the Global Political Eoonom’ Public Gulture, vol I, niim. 2, 1990: A. Appadural yC. A. Bree- kenridge, “Why Public Culture?, Pattie Culture, vol. Ly nim. 1, 1988, pp. $95 B Gilroy, There Aust No Black in the Union Jack, Hutchinson, Londres, 1987; M. Gurevitch ct al. (eds, Culture, Soctety and the Media Methuen, Nueva York, 1982; 8. Hall eta. (eds), Culture, Media, Langa 46, Hutchinson, Londres, 1980; B, Waits etal (eds), Popular Culture, Past dnd Present, Open University Press, Londres, 1982 “S, Hall, “Culture, the Medio and the Ideologieal Effect, en Gureviteh et al, ep.cit * De forma deliberada, he evitado el uso en este artfculo del término “esfora piblica’, Como Habermas en The Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a Category of Bourgeois Society, sur Press, Cambridge, 1989 [1962] deja en claro, la “esfera pblica” constituye cles. pacio donde la sociedad civil emerge con el auge de ls formaciones socia- les burgueses. Es all que el debate critic y racional entre los sujetos bur- ‘gueses peda tener lugar sobre una variedad de temas, neluldo el estado, y cs alli donde los controles sobre el poder del estado surgen a través de la fuerza de la opinién pablica instruidas e.g. J. D. Petets, "Historical Ten sions in the Concept of Public Opinion’, en T. . Glaser y G. T. Salmon 02 AKULLL GUPTA Pude constatar la importancia de los medios de comuni- cacién cuando —escasamente dos meses después de que Ra- jiv Gandhi fuera elegido primer ministro, a finales de 1984— un anciano de la aldea, de una casta superior, cuyo hijo era un hombre de negocios con estrechas relaciones con el Partido del Congreso, me dijo: “Rajiv ha fallado’, Me sorprendié escu- charle decir esto, y le pregunté por qué lo pensaba. Respon- did: “En su campana, Rajiv prometié erradicar la corrupcién, pero jlo ha hecho? Nada ha hecho al respecto” Si bien, du- Tante su campafia, Rajiv Gandhi no habia visitado la zona alrededor de Alipur, este hombre era muy consciente de todas sus promesas de campafia, Como muchos otros en Alipur, escuchaba todas las noches la emisidn de noticias en hindi de la BBC World Service, asf como la radio nacional contro- lada por el gobierno (Akaashvaani), Estaba bien informado sobre los acontecimientos internacionales, y a menudo me hacfa preguntas detalladas con respecto a los acontecimien- tos del momento en los Estados Unidos 0 Iran. Si bien la radio y la televisi6n desempefian, sin duda, un importante papel como medios de comunicacién, los perié- dicos son quizé el mecanismo predominante en la cultura pablica para la circulacién de discursos sobre la corrup- cién.* En el estudio de fendmenos translocales como (¢as.), Public Opinion and the Communication of Consent, Guilford Press, ‘Nueva York, 1993, Dado que el argumento que sigue plantea interrogantes sobre la importacidn generalizada de estas categorias al contexto particu- Jar en andlisis, esta nocién de la “esfera pibliea” no es particularmente Util. Me apresuro 2 afadir que de ninguna manera estoy dando a entender ‘que “Occicente” sea el tinico en poseer un espacio para el debate pablico y Ta discusién. La nociGn de la esfera pblica, sin embargo, denota una for- ‘macién hist6rica y cultural particular influida por el feudalism, el gobierno zeal, el surgimiento del capitalism, la importancia de los centros urbanos y el papel dominante de la iglesia como una institueién que no se repro- duce de fa misma forma en otras partes del mundo. * Para aquellos no familtarizados con el contexto de la India, podria ser til sefalar que la 226m por le que me concentro en los periédicos es que, mientras la radio y Ia televisién estan estrictamente controladas por FONTERAS BORROSAS 104 estado”, los periédicos contribuyen a la materia prima ne cesaria para la descripcién “gruesa”, Esto deberia ser eviden- te al comparar los articulos de prensa —conceptualizados como textos culturales y documentos sociohistéricos— con las entrevistas orales. Dado que los articulos de prensa se presentan invariablemente por corresponsales locales, constituyen, al igual que las entrevistas orales, cierta forma de conocimiento situado. Evidentemente, resulta ingenuo percibirlos como si tuvieran una relacién privilegiada con la verdad de la vida social; sin embargo, tienen mucho que ofrecernos cuando son vistos como una importante forma discursiva a través de Ja cual la vida cotidiana es narrativi- zada y las colectividades son imaginadas. Por supuesto, los relatos presentados en los periddicos se tamizan a través de conjuntos de filtros institucionales, pero, por esa sola raz6n, sus representaciones no estiin més profundamente compro- ‘metides, Tratados con negligencia benigna por los estudian- tes de la vida contempordnea, los relatos se metamorfosean misteriosamente en invaluables “datos de campo” una vez que el papel se ha puesto amarillo en los bordes y deshecho en los pliegues."Y sin embargo, no esta del todo claro me- l gobierno, la prensa es relativamente autnoma y frecuentemente critica de “cl estado’. La Giniea fuente adicionsl importante de noticias en las 20- nas rurales ela radio trasnacional, cuya cobertura sabre la India sigue slendo limiteda, ya que sigue enfocada en las noticias mis importantes y, Por tanto, carece de los pormenores y la especificidad de los periédicos. * Esto no quiere decir que, en el pasado, los antropélogos no hayan incorporado los periddieos en sus anilisis (¥éase, por ejemplo Benedict, op. cit.). Hersfeld explica con mucha claridad el papel marginal de los pe- riédicos: "El periodisino es tratado como algo que no es auténticamente ettiografico, ya que proviene del exterior y es ret6ricamente factual [..) En consecuencia, Ie intrusidn del lenguaje de los medios de comunicacién ‘en el discurso del pueblo ha sido ignorada en gran medida’ (op. cit, p. 94). Herzfeld insite en un andlisis exhaustiva de Tos periédicos, incluso euan- do la unidad de anitisis es “Ia aldea’s otros, como Benedict Anderson y Achille Mbembe, han hecho hincapié en la importancia teérica de los pe- riédicos en la construceién de lz nacién y para el andlisis de “el estado’, respectivamente, [Véase Imagined Communities: Reflections on the Origin 104 AKHIL GUPTA, diante qué alquimia el tiempo convierte los datos “secun- darjos” del antropélogo en los datos “primarios” del histo- riador. Aparte de las razones tedricas que pueden aducirse para apoyar el anélisis de los articulos de prensa, la importancia de todos los periédicos en lengua vernécula, sean regionales © nacionales, radica en el hecho de que contienen secci nes especiales dedicadas a las noticias locales.” Estas sdlo se distribuyen en la regién a li que corresponde la noticia Por tanto, si se toma el mismo periddico en dos ciudades diferentes en Uttar Pradesh, algunas de las péginas en el interior tendrin contenidos totalmente diferentes. Las no- ticias sobre un drea en particular, por tanto, sdlo pueden obtenerse mediante la suscripcin a periddicos dentro de esa drea. En este sentido restringido, los articulos de prensa sobre un drea en particular sdlo se pueden obtener dentro de “el campo"* and Spread of Nationalism, Verso, Nueva York, 1983 (Comunidades ima- ginadas: reftesiones sobre ef origen y la difusién del nacionalismo, xcx, México, 1993), y A. Mbembe, “Provisional Notes on the Posteolony", art cit] © Este andlisis de los periédicos examina las relaciones entre los dis- cursos locales y trasnacionsles de la corrupcién, pero no los vinculos centre el capital trasnacional y los periddicos locales. Por ejemplo, aun- que ninguno de los periédicos distribuidos localmente (en idioma in- glés o en lengua vernicula) son aun parcialmente propiedad de empresas trasnacionales, muchos de ellos dependen de los organismos multina- cionales para las noticias internacionales, Un estudio detallado también tendrfa que dar cuenta de la compleja relacién entre Ia acumulacién de capital nacional ¢ internacional. Ademis, la relacién entre la propicdad y dl contenido de los periddicos es incretblemente dificil de establecer ¥ esté mucho més all del alcance de este articulo y la competencia del autor. Deseo agradecer @ un revisor anénimo por plantear estas estimu- lantes preguntas, “ Herefeld ha hecho una advertencia a la que hariamos bien en prestar atencidn: "No resulta Ficil que podamos establecer distinctones tajantes y répidas entre zonas rurales y urbanas, analfabetas e instruidas (0 al menos petiodisticas), locales y nacionales. Estos términos —urbanidad, afabeti- PONTERAS BORROSAS 105, El método de estudiar el estado presentado en este ar- ticulo asocia el discurso de la corrupcisn en la prensa en lengua vernécula y en inglés con las declaraciones hechas por los aldeanos y funcionarios del estado. Veremos que los discursos y las practicas locales en materia de corrupeién estaban intimamente vinculados con el reportaje que se encuentra en la prensa vernéeula y nacional. Este punto se demostraré al mirar primero algunos ejemplos de la pren- sa nacional, en inglés, y luego en gran medida los de los periddicos verndculos.” La corrupcién, como un tema, dominé en dos de las tres elecciones nacionales celebradas en Ia década de 1980. En su resumen de la década, la revista quincenal de noticias India Today encabez6 la seceidn sobre “Los afios ochenta: Politica” de la siguiente manera: “La politica del comunita- rismo, la corrupcidn y el separatismo dominan una década plagada de acontecimientos”.” La eleccién de Rajiv Gandhi en noviembre de 1984 fue librada en gran medida con las zacién, interés nacional y sus ant6nimos— aparecen en el discurso de los aldeanos, y son parte de ese discurso ..] los més amplios discursos sobre el lugar de Grecia en el mundo a la vez alimentan y se alimentan de las opiniones expresadas en las aldeas mis pequetias" (History i the Ma- king... op. cit, p. 117). “Atacar'el estado’ y la ‘burocracia’ (a menudo mis cosificados como 'el sistema’) es una tictica de la vida social, no una es- trategia analitica. No reconocer esto es esencializar el esencialismo. En {érminos etnogrifcos, esto nos levarta a ignorar la multiplicidad de peca~ dos cubiertos por los estereotipos monoliticos dela burocracia’ yl esta- do!” (The Social Produetion of Indifference, op. cit, p43). “Si bien en toda la regi6n las tasas de alfabetizaciGn son relativamente bafas, el impacto de los periédicos va mucho mis all de la poblacién ins- truida, ya que las noticias se transmiten por via oral través de una amplia gama de grupos. Las noticias polticas en ls televisi6n estatal, Doordars- han, por el contrario, despiertan un alto grado de desconfianza, porque todo el mundo en cuestién sabe que ésta es el portavorz del gobierno. * India Today se publica en varias lenguas de la India y tiene una gran audiencia en pequefas cludadesy aldeas. La corrupetén también ocupa un lugar destacado en la prensa vernécula, y en lo que sigue haré una compa~ racién de la cobertura en ésta con revistas como India Today. [P. Chawla, I) 106 AKHIL GUPTA consignas de la erradicacién de la corrupeién y la preserva- cidn de la integridad de la nacién frente a las amenazas se- Paratistas de los sikhs. Precisamente porque desde el prin- cipio se le apods “Mr. Clean’, el tema de la corrupeién legs més tarde a perseguirlo a medida que su administracion lleg6 a ser objeto de sospechas por supuestamente aceptar sobornos de Bofors, un fabricante sueco de armas de pe- quefio calibre. De hecho, Bofors se convirtié en la pieza central del exitoso esfuerzo de Ia oposicién para derrocar su régimen, En las elecciones de 1989, en las que un go- bierno ajeno al Partido del Congreso llegé al poder sélo por segunda vez en los cisarenta y tres afios de politica electo- ral, otro Mr. Clean, V. P. Singh, se convirtié en el dirigente. Anteriormente habfa sido expulsado con poca ceremonia del gabinete de Rajiv Gandhi, ya que, como ministro de Defen- sa, habia iniciado una investigacidn sobre el “Bofors Affair”, En términos electorales, el efecto de Bofors fue explosive precisamente porque se convirtié en un simbolo de la co- rrupcién del estado en todos los niveles. Por ejemplo, el con- ductor de un autobis de la notoriamente ineficiente Uttar Pradesh State Roadway aba no darme el cambio di- ciendo: “Si Rajiv Gandhi puede recibir sesenta y cuatro mi- Hones de rupias en sobornos, gqué hay de malo en que yo me quede con sesenta y cuatro paisas de un boleto?”* El discurso de la corrupeién, sin embargo, fue mucho més alld de tan solo establecer los términos de la contienda electoral entre los partidos politicos. No sélo ayudé a defi- nir "lo politico’, sino que también sirvié para constituir al “pablico” que se percibfa que estaba haciendo frente a la corrupeién, Dado que, en gran parte, esto se hizo a través de “The 80's: Politics”, India Today, edicién internacional, 15 de enero de 1990, p.18.] * Al ipo de cambio imperante, 64 millones de rupias = 36 millones de dlares. Por tanto, 64 rupias equivalia a 3.6 centavos de délar, menos que elcosto de wna taza de 8 FONTERAS BORKOSAS. voy los medios de comunicacién, hay que prestar especial aten cidn a los periddicos como textos culturales que nos dan pistas importantes sobre la cultura politica de la época. E una serie de encuestas preclectorales muy relevantes, el diario metropolitano inglés que més se lee, el Times of In- dia, intenté analizar el impacto politico de Bofors y se dis- puso a establecer la forma en que el electorado consideraba Ja corrupcién, Uno de sus articulos comienza con una cita de un aldeano que coments: “Si uno [un partido politico, es decir, el Partido del Congreso] es una sexpiente venenosa, el otro [el partido de la oposicién] es una cobra’ El ar- ticulo continué diciendo: “Ya sea que ¢l Partido del Con- greso esté en el poder o en la oposicién, eso no tiene ningu- nna importancia para el hombre y la mujer comiin que tienen que hacer frente a la proliferacién de la corrupcién que afecta todas las esferas de la vida [...] Bofors no hard mella en sus vidas, En cambio, el pago de una tarjeta de raciona- miento o la permanencia en un trabajo silo hacen’. El articulo desarrolla atin més la relaci6n entre el “ciu- dadano comin” y el estado con respecto al papel de la poli tica formal y los politicos: En U. B, la mayoria consideré que [el aumento de la corrup- cién] se debia a la ereciente corrupcidn en los circulos po ticos. M. P. Verma, un retrégrado lider de elase de Gonda, se- ial6 que los politicos hoy en dfa son impulsados en funcién de un programa con una sola mira: tomar el poder a toda cos- ta, ¥ las enotmes cantidades de dinero gastadas en las elec~ ciones se obtienen por medios deshonestos. “Sin corrupcién no hay politica’, dijo Aminchand Ajmera, un empresario de Bhopal.* “Bofors Is Not a Major Issue: Pre-Eleetion Survey 4° Times of India, 13 de agosto de 1989, p. * Idem. * Hem. 208 AKHIL GUPTA El tema de la corrupcidn fue destacado en India Today en un articulo sobre un plan del gobierno central para ayu- dar a los pobres, que sefialaba cémo los recursos que asig- naba el gobierno central estaban siendo mal utilizados por el gobierno estatal en Madhya Pradesh (1989). En este ejem- plo, la politica formal no se reduce a la competencia entre los partidos politicos, y el aparato burocritico (donde se reciben sobornos por trabajos) no se confunde con el régi men (donde presumiblemente fueron a dar los sobornos de Bofors). En cambio, el discurso de la corrupeién se fue con- virtiendo en un medio por el cual una imagen bastante com- pleja del estado se construyé simbélicamente en la cultura piiblica. ‘Ademiés, examiné las ediciones locales de seis periédi cos en hindi con diferentes orientaciones politicas y con mayor circulacién en el érea de Mandi: Aaj, Dainik Jaagran, Amar Ujaala, Hindustan, Rashtriya Sahaara y Jansatta. lubo diferencias significativas entre las revistas y los periédicos en idioma inglés recién mencionados, con sus lectores ur- banos cultos de “clase media’, y la prensa vernécula. La razén radica en la ubicacién estructural de los diarios nacionales en idioma inglés en las regiones “estratégicas”: los centros trbanos de la capital, la alta politica, la udministracton y la educacion. Los periédicos en lengua vernécula conservaban un sentido més rico de la naturaleza del estado, constituida por multiples capas, debido a que sus reportajes se centra- ban necesariamente en acontecimientos en diferentes loca- lidades, lo que correspondia a los niveles inferiores de la jerarquia estatal, Ellos no podian, sin embargo, desconocer al mismo tiempo los acontecimientos en los niveles més altos del estado (regin) y de la nacién. Por el contrario, los periédicos metropolitanos se centraban casi exchusivamente en acontecimientos a gran escala, y las burocracias locales * El programe en cuestidn es el Programa de Desazrollo Rural Inte- grado, , FONTERAS BORROSAS 109 figuraban principalmente en las cartas de quejas escritas por los ciudadanos sobre los servicios de la ciudad. La pren sa vernécula por tanto delineaba de manera particularmen- te clara la naturaleza de multiples capas y pluricéntrica de “el estado’. Los periddicos en hindi con circulaciones regionales li- mitadas, le{dos sobre todo por los residentes de las muchas ciudades pequefias y aldeas grandes que salpican la campifia, eran de hecho, a diferencia de los diarios “nacionales” en hindi como el Nevbharat Times, mucho menos propensos a cosificar al estaco como una organizacién monolitica con una sola cadena de mando. Estos llevaban a cabo la practica de nombrar explicitamente los departamentos especificos de Ja burocracia estctal. La prensa verndcula también parecia perseguir historias de corrupcién con mayor celo que su contra~ parte metropolitans.” Por ejemplo, eldiario Aaj tuvo titulares como los siguien~ tes: “La policia ocupada calentando sus propios bolsillos’; *Saqueo en hospital para tuberculosos’,” y “Campesinos acosados por funcionario de concentracién parcelaria’’” En ninguno de estos informes se invocaba al estado (sarkaar) como una entidad unitaria. En todos ellos, se nombraron los departamentcs especificos y, muy a menudo también, personas especificas. Asimismo, documentaban con gran detalle en qué consistfan exactamente estas pricticas co- rruptas, Por ejemplo, el articulo sobre el hospital para tu- berculosos declaré exactamente cudnto dinero fue “cobrado’ ® Este hecho debe acabar con el mito de que el discurso de la corrup- cin se encuentra sélo entre la clase media urbana de indios “ocetdenta- zados’. “Calentar el bolsillo” es una metéfora de aceptar un soborno. He tra- ducido todos los titulas del hindi original. [Véase Aaj Tak, “Jayb Garmaa- nay May Juti Hal Polize, 18 de julio de 2989.] *T.B, Aspataal may Loot Khasol’, Aaj Tak, 25 de julio de 1986. “Chakbandi Adhikaasi say Kisan Parayshaan’, Aaj Tak, 22 de julio de 1989. ne AKHIL GUPTA por cada etapa (cinco rupias para una prueba, diez rupias para el médico, cinco rupias para el mediador, y asi sucesi vamente) en un tratamiento que se suponia que era siem: pre de forma gratuita. El articulo sobre el funcionario de concentracién parcelaria publicé su nombre y dijo cuanto dinero habia exigido en sobornos a campesinos especificos (también nombrados). Del mismo modo, el reportaje sobre la policia informé que una comisarfa especifica estaba ex. torsionando a propietarios de vehiculos con la amenaza de emitir citatorios falsos. Dos caracteristicas de estos informes fueron particu- larmente sorprendentes. En primer lugar, los funcionarios del estado més altos de la jerarquia a menudo fueron des. ctitos como nada receptivos a las quejas, ¢ incluso como cémplices de las pricticas corruptas. “A pesar de varias quejas de los ciudadanos al jefe de la regién, no se ha hecho nada’, era un estribillo conocido en los articulos. Por ejem- plo, en un breve articulo se declard que el concesionario que tenfa el contrato para distribuir raciones de azticar y combustible subvencionadas las vendia en el mercado ne- gro con la proteccién politica y el pleno conocimiento de los supervisores regioneles.” Del mismo modo, en otro re- portaje, “Para lograr que funcione el teléfono, hay que dar- les dulces"," informaron que los empleados corruptos del departamento de teléfonos dijeron a los clientes que po- dian seguir adelante y quejarse todo lo que quisieran pero que, a menos que los trabajadores de teléfonos recibieran sus golosinas favoritas," los teléfonos de los clientes segui- rian sin funcionar, La segunda caracteristica destacable en los periédicos “Cheeni aur Mitti kay Tel ki Kaslabazaeri", Agj Tak, 22 de julio de 1989. * “Mathura ka Pedsa Khilaao to Telephone Bolnay Laguingsy”, Aaj Tak, 22 de julio de 1980, “Se trata de un dulce regionaimente popular: cl pedaas, de Mathura FONTERAS BORROSAS ” tegionales fue su énfasis en el piblico y en su construceion de éste. Una practica discursiva comin era hablar ile “el pti blico” (janata) que estaba siendo explotado abiertamente por la poliefa, o “los ciudadanos” (naagarik) que fueron hosti gados por los comerciantes ilegales, o “las personas” (loi), a cuya clara acusacién contra el hospital se Ie dio vor cn el petiddico, o ‘simples campesinos” (bholaay-bhaalaay kisaan) que fueron explotados despiadadamente por el funcionario de concentracién pareelaria. En todos los casos, la funcién de la prensa parecta ser la de crear un espacio en el que pudie- ran transmitirse las penalidades de las masas y perseguir el bien comin (janhit).. Por supuesto, la prensa fue haciendo mucho mis que simplemente ventilar las quejas preexistentes. El estado aqui construido consistia en instituciones muy dispares con poca o ninguna coordinacién entre ellas, de miltiples nive- les de autoridad, ninguna de las cuales era responsable ante la gente comtin, y en empleados (con la certeza de que no podian ser despedidos) que trataban con desprecio a los ciudadanos. Al mismo tiempo, estos informes también crea- ron sujetos® descritos como explotados, impotentes y ul- trajados. Destaco las funciones de los periédicos con el fin de llamar la atencidn sobre la estrategia retrica desplegada por los medios de comunicacién para incitar vivamente a la accidn a los ciudadanos que esperan que las instituciones del estado sean responsables ante ellos. Si bien he expuesto marcadas diferencias entre la prensa en inglés y la vernécula en sus representaciones de “el esta- do” y la construceién de sujetos, hay que tener en cuenta en todo momento dos advertencias. En primer lugar, si uno mira los periédicos de diferentes regiones de Uttar Pra- desh, y publicados en otras lenguas (por ejemplo, en urdu), dentro de la prensa vernécula se encuentran variaciones © Tal vez ceria mie preciso hablar aqui de “posieiones de sujeto” que de “sujetos a AKHIL GUPTA considerables.* En segundo lugar, los medios de comunica- cién no son la tinica fuente importante para la circulacién de las representaciones de “el estado” en la cultura publica. La policia y los funcionarios de la administracién expresan reiteradamente su frustracién por su incapacidad de hacer frente a “las historias salvajes” y “rumores” que combaten y contradicen la versién oficial de los hechos. En el Times of India se cita a oficiales de la policfa en un distrito adyacen- te: “Van sembrando rumores y no podemos luchar contra ellos con eficacia, Estos rumorés ayudan a reunir multitudes. Y, entonces, la multitud agitada se vuelve sobre la policia, Jo que provoca un enfrentamiento”. El “telégrafo descom. puesto” [sic] propaga rumores de manera répida y convin- cente." A diferencia de otras tecnologias de la comunicacién como los periddicos, la radio y la television, los rumores no se pueden controlar con sdlo frenar la fuente de origen.” Por tanto, el rumor se convierte en un vehiculo especial men- te efectivo para impugnar los relatos oficiales, sobre todo cuando los organismos del estado transgreden las normas locales de comportamiento. La corrupcidn, por definicién, es Ia violacion de las nor- mas y criterios de conducts. La otra cara del discurso de la "En este articulo mi andlisis se restringe a los perisdicos en hindi que publican noticias 1ocales de a regisn de Mand © C. Mitra y R. Z. Ahmed, "It’s Nalyma’s Niche, near the ‘Nahar, Times of India, India, 8 de agosto de 1986, pp. 1, 12. "Un excelente estudio de la importancia del rumor en el campo se encuentra en Amin, 1984, Un andlisis mis completo se centraria en el p2- peel de la radio y la televisién (ambas controladas por el estado) en todo esto, Wéase C. Mitra, “Tikait as Mini-Mahatma: Understanding the Rural ‘Mind-Set’, Times of India, India 9 de agosto de 1989. © R. Coombe, “Tactics of Appropriation and the Politics of Recogni- tion in Late Modern Democracies’, Political Theory, vol. XXI, nim. 3, agosto de 1993 © Bs en este sentido de violacién de las normas que el término se extiende con frecuencia ala vida moral bastante lejana del “estado’, para significar profanacién, deshonestidad, inmoralidad, vicio, impureza, deca- FORTERAS BORROSAS. ny corrupcién resulta, por tanto, un discurso de rendicién de cuentas.” Herzfeld pone el acento en el lugar correcto cuando dice que la “rendicién de cuentas es una amalgama saturada de ideas producidas, social y culturalmente, acerea de la persona, la presencia y el sistema de gobierno... [cuyol deneia y contaminacién. La literatura sobre la corrupeién se ha visto obs- taculizada por esfizerzo de encontrar un conjunta de normas culturales, universales ¢ invariables que ayudarfan a decidir si ciertas acciones se cla- sifiean como “corruptas’. Esta empresa fundacional pronto degeneré en el ttnocentrismo y el dogma, lo que condujo a un periodo prolongado de etd Inler Por seit ts eicthcone an ratura de la corrupcién cayeron en esta trampa etnocéntrica; algunas pro- Poneneategreamene sccaver los spac dela tear dele modem zacién. La unica razén por Ta que he elegido no ocupar aqui demasiado espacio discutiendo la literatura de la corrapcién es porque tiene muy poco que decir acerca de las principales preocupaciones de mi articulo, a saber, el andlisis etnogréfico del funcionamiento catidiano del estado y Ia construccién discursiva del estado en la cultura piblica. La tniea excepeisn se encuentra en la serie de estudios realizados por Wade, que deseriben la corrupcién etnograficemente a través de la observacién y entrevistas con funcionatios estes, Una musta representatva de los diferentes pun tos de vista en I iteratura de Ie corrupeién se puede obtener en M. Clarke (e4.), Corruption: Causes, Consequences, and Control, Frances Pinter, Lon dres, 1983: A.J Heidenheimer (ed), Politica! Corruption, Holt, Rinehart and Winston, Nueva York, 1970: 8. B. Huntington, Political Order in Changing Societies, Yale University Press, New Haven, 1968; N. I Leff, “Economie Development through Bureaucratic Corruption’, American Behasioral Scientist, vol. VII, nim. 3, noviembre de 1964; C. Leys, “What Is the Pro- blem about Corruption?” Journal of Modern African Studies, vol. I rim, 2, 1965; J. Monteiro, "The Dimensions of Corruption in India’, en A.J, Heidenheimer (ed.), Politieal Corruption, Holt, Rinehart and Wins- ton, Nueva York, 1970; J.C. Scott, “Corruption, Machine Polities, and Po- litical Change’, The American Political Science Review, vol. XIU, nim. 4, €. Scott, Contparative Political Corruption, Prentice 1972, y R.O. Tilman, “Emergence of Black-Market Bu- reaucracy: Administration, Development, and Corruption in New States’, Public Administration Review, vol. XVII, niim. s, 1968. Para una mono= agrafia reciente, véase R. Klitgeard, Controlling Corruption, University of California Press, Berkeley, 1988. [Contralando le corrupcién, Fundacién Hanns Seidel Editorial Quipus, La Paz, 1990.) ® Agradezco a Lata Mani por insistirme sobre este punto, a4 ‘AKMLLL GUPTA significado es culturalmente especffico... [y cuya] gestion de la identidad personal o colectiva no puede liberarse de la experiencia social”.” Las expectativas del comportamiento “correcto’, las normas de rendicién de cuentas y los criterios de conducta para los funcionarios del estado, en otras pala- bras, provienen tanto de los grupos sociales como de “el estado” A veces, estas normas y criterios convergen; con mayor frecuencia, no lo hacen. Asi, aqui encontramos eva~ luaciones divergentes y contradictorias acerca de si deter- minada linea de conducta es “corrupta”. E] despliegue por parte de los sujetos de discursos de la corrupcidn es media- do necesariamente por su ubicacién estructural (este pun- to se desarrolla mis adelante). Pero los funcionarios del estado también estén posicionados de forma miltiple den- tro de los diferentes regimenes de poder: en consecuencia, simulténeamente emplean, y estan sujetos a, bastantes dis- cursos diferentes de rendicién de cuentas. La manera en que estos funcionarios negocian las tensiones inherentes a su ubicacién en sus pricticas diarias ayuda tanto a crear cier tas representaciones del estado como a moldear poderosa- mente las evaluaciones de él, lo cual afecta su legitimidad. De hecho, la lucha por la legitimidad puede ser interpretada en términos del esfuerzo por construir simblicamente el estado y el “piiblico” de una manera determinada. Por otra parte, si uno tuviera que documentar las trans- formaciones en el discurso de la corrupcién desde Ia época colonial hasta el presente (un proyecto més allé del alcance de este articulo), quedarfa claro que el propio estado pos- ” Herzfeld, op. cit, p. 47 * Por ejemplo, un funcionario de alto rango que no ayuda a um parien- te cereano o a un vecino de la aldca a obtener un puesto en el gobierno es 4 menudo duramente eriticado por la gente por no cumplir con sas obli- saciones para con sus parientes y hermanos de la aldea. Por otro lado, las Imismas personas a menudo condenan rotundamente a cualquier funcio- nario de otra casts 0 aldea que ha hecho precisamente eso por ser “corrup- to” y culpable de alentar el “nepotisino". FONTERAS BIRROSAS colonial ha generado nuevos discursos de rendicion di cuentas. Acciones toleradas 0 consideradas legitimas bajo cl dominio colonial pueden ser clasificadas como “corrupts por los aparatos de elaboracién de normas del estado-nacion independiente porque una democracia electoral se consi dera responsable de “el pueblo" La percepcién de la coriup cidn generalizada en un pais como la India podria entonces ser en si misma una consecuentia de los cambios en el iis curso de rendicién de cuentas promulgado por los nacio nalistas poscoloniales. Ademis, los cambios significativos durante el periodo poscolonial xan surgido de las presiones de la politica electoral (como lo demuestra la controversia Bofors) y de la movilizacién campesina. En la regién de Mandi, la Kisan Union ha tenido mucho éxito en la organi zacién de los campesinos contra el estado, centrandose en el tema de la corrupcién en los niveles mas bajos de la bu rocracia, Si bien existen variaciones en el discurso de la corrup cién dentro de las regiones y durante la eta poscolonial, cl fin del colonialismo constituye una transicién significativa, Una de las razones de esto es cue los nacionalistas opues tos al régimen colonial buscan el tipo de legitimidad popu lar que les permita actuar en nombre de “el pueblo”. De este modo, imponen nuevas responsabilidades a los empleados del estado y confieren nuevos derechos a sujetos que en tonces son constituidos como ciudadanos, El estado pos colonial se propone conscientemente crear posiciones de sujeto desconocidas en la época colonial: la “ciudadania” no sdlo marca la inelusién en un dominio territorial, sino que indica un conjunto de derechos tedricamente invertidos en los sujetos que habitan el pais.” En una democracia popu- ” La modemidad del estado-nacién poscolonial se ejemplltica me diante el concepto de ciudadania consigrado en la Constitucis de [a India, tuna nocién sobre el individuo claramente enraizada en las ideas de la Is tracién, Mi uso del término “ciudadante” podria parecer que se remonta) sobre la cual argumenta en contra en «| ng AKHHIL GUPTA lista como la India, uno de los componentes esenciales de los discursos de la ciudadanfa ha sido que los empleados estatales se consideran responsables ante “la poblacién’ del pais. El discurso de la corrupcién, al marcar las acciones que constituyen una infraccidn de tales derechos, acta, por tanto, para representar los derechos de los ciudadanos ante sus ojos,” EI papel de la Kisan Union resalta més atin las significa- tivas variaciones regionales en el discurso de la corrupcién. Uttar Pradesh occidental, la regién donde se encuentra Mandi, ha sido el centro de las tan exitosas movilizaciones campesinas dirigidas por los campesinos pudientes. Este movimiento fue encabezado por primera vez por Chaud- hary Charan Singh, un ex primer ministro que constante- mente llevaba a cabo ataques contra el “sesgo urbano” de las politicas estatales. Ahora, la Kisan Union le ha dado una nueva direccién encabezada por Mahendar Singh ‘Tikait.”* resto del articulo, Lo que intento subrayar aqui, sin embargo. es que en un contexto poscolonial la nocién de “ciudadania” no dimana de la esfera pii- biea burguesa sino de los discursos y las précticas del estado-nacién mo- demo. Por tanto, la ciudadanfa es una posicidn hibrida de sujeto que tiene ‘muy diferentes resonancias en un contexto poscolonial de as que tiene en lugares donde est mezelada inextricablemente con el surgimiento de la ‘sociedad civil”. * Bl discurso de rendicidn de cuentas abierto por la ret6rica de la clu- dadania no tiene por qué volverse politicamente significativo. Tanto si Io 65 01n0 tiene que ver con el nivel de organizacién de los diferentes grupos alos que afecta "Es importante sefalar que, si bien la retérica de la Kisan Union pre- dica su oposicién al estado en términos de las politicas del estado contra Jos agricultores, la mayoria de sus protestas de base se organizan en torno a las instancias locales de corrupcién. El comportamiento de los funcio natios corruptos se convierte en na prueba mas de la explotactén de los agricultores por parte del estado. Exeepto en los niveles més bajos, todos los funcionarios tienen trabajos en los que se les transficre con frecuen- cia, Si bien ef cireulo en el que se pueden transferir varia segin el rango, en un estado tan grande como Ustar Pradesh, lo que Anderson ha deno- tminado “peregrinaciones buroeritieas” suele cubrir un drea bastante ex- FONTERAS BORROS Las castas terratenientes de la regién han llegado a ser bn tante présperas ya que han sido las principales bencliciatias de la revolucidn verde. Pero esta nueva riqueza aiin no se ha trasladado al poder burocratico y el capital cultural. En ots palabras, dado el papel central que desempefian les institts ciones del estado en la vida rural, estos grupos buscan esti bilizar las condiciones para la reproduccién de su hegemo nia, Debido a que pereiben que el estado acta en contra ile sus intereses, despliegan el discurso de la corrupeién pars socavar la credibilidad del estado y para atacar la manera en que operan las organizaciones gubernamentales.” El discurso de la corrupcién es fundamental para nues tra comprensién de la relacién entre los grupos estatales sociales, precisamente porque desempefia esta doble fu cidn de permitir a la gente construir el estado simbolic mente y que se defina a si misma como ciudadanes. Porque esa través de estas representaciones, y a través de las pricti- cas pttblicas de diversos organismos gubernamentales, que el estado ega a ser marcado y delimitado desde otras or- ganizaciones e instituciones de la vida social. El estado mi mo y todo lo que se interprete que esté al margen de él —comunidad, sistema de gobierno, sociedad, socieéad civil, sociedad politica— estan todos construidos culturalmente en campos ideolégicos especificos. Es por tanto imperativo que constantemente contextualicemos la construccién del tensa. Los funcionarios no pueden ser destinados a su aldea de “origen’, bloque, tehsil o distrito (en funcién de su circulo de responsabilidad). [Véase Imagined Communities... op cit] Si tuviéramos que analizar el discurso de la corrupcién en una re~ ain donde los grupos terratenientes dominantes y los niveles més bajos del estado fueran mis claramente cémplices (como, por ejemplo, en alga nas rogiones de Bihar), probablemente encontrariamos que ese discurso adquiere un entramado muy diferente. ™ Gail Kligman, “Reclaiming the Public: A Reflection on Creating Civil Society in Romania”, Fast Buropean Patties and Societ'es, vol. V, tin. 3, Sage, septiembre de 1990, 28 AKMIL GUPTA estado dentro de determinadas coyunturas histéricas y cul- turales. He empleado el discurso de la corrupcién como medio para demostrar cémo llega el estado a ser imaginado en uno de tales contextos histérico y cultural. El discurso de le corrupcién funciona aqui como un diagnéstico del estado. EL ESTADO IMAGINADO Banwari, un residente de casta reconocids de la aldea Ashan- ‘wad, a veinticinco kilémetros de Jaipur, dijo: “No he visto la ‘Vidhan Sabha o la Lok Sabha.” La tinica parte del gobierno que veo es la estacién de poliefa a cuatro kilémetros de mi casa Y eso es corrupto. La policia exige sobornos y no registra las quejas de la gente de castas reconocidas como yo" [Times of India, 1989, p. 71. Hasta aqui, este articulo se ha ocupado, respectivamen- te, de las précticas de los niveles locales de la burocracia y de los discursos de la corrupeidn en la cultura publica. Juntos, hacen posible cierta construccién del estado que articula la institucidn translocal imaginada con sus personificaciones localizadas. El gobierno, en otras palabras, se est constru- yendo aqui en la imaginacién y las practicas cotidianas de ia gente comin. Por supuesto, esto es exactamente lo que la “cultura empresarial” y el nacionalismo hacen: posibilitan y Juego naturalizan la construccién de este tipo de institucio- nes no localizables. Entonces llega a ser muy importante entender los mecanismos o modalidades que hacen que sea posible imaginar el estado. ;Cudl es el proceso mediante el cual la “realidad” de las entidades translocales llega a expe- rimentarse? Para responder a esta pregunta, hay que entender la ” Vidhan Sabha es la cimara alta del Paslamento y Lok Sabha la e4- mara baja. FONTERAS BORROSAS a funcién central de la cultura piiblica, que representa una de las modalidades mas importantes para la construccién dis cursiva del “estado”. Bs claro que no todo el mundo se ima gina el estado de Ja misma manera, Hasta ahora, muy poco se ha investigado sobre la relacidn entre los grupos de po- blacién ubicados diversamente y su utilizacién de los dife~ rentes medios de representacién y de los variados recursos de capital cultural al imaginar “el estado”, Por ejemplo, Ram Singh y sus hijos son hombres relativamente prdsperos de tuna de las castas mas bajas (jatav) en Alipur. Recientemen- te habfan adquirido un aparato de television como parte de Ia dote recibida por el matrimonio de uno de los hijos. Ram Singh me dijo, en una confesién nacida de una mezela de or- gullo y vergiienza, que, desde que la televisi6n habia llegado, su trabajo en el campo habia sufrido porque, en lugar de irrigar los cultivos, todos se sentaban a ver la televisién. (Tan- to los equipos de bombeo utilizados para el riego como el aparato de televisién dependian de suministros erraticos y ocasionales de clectricidad.) La televisién era un punto de referencia constante en la conversacién de Ram Singh Entrevisté a Ram Singh en el contexto de las proximas elecciones (se evaron a cabo en diciembre de 1989; versacién data de finales de julio). Dijo: con- El puiblico canta las bondades de Rajiv [Gandhi]. El realmen- te estd poniendo mucha atencién a las necesidades de los po- bres [Bahut gaur kar raha hain]. Rajiv ha estado viajando ex- tensamente por las éreas rurales y conociendo personalmente los problemas que enfrentan los pobres. Por esta razén, sin dua, apoyaré al Congreso, Consideramos al gobierno que brinda apoyo a nosotros, los humildes, como si fuera nuestra madre y padre [Usi ko ham mas-baap key samaan maantey hain}. Si no fuera por el Congre- * Enel momento en que se llevs a cabo esta entrevista, Rajiv Gandhi cera el primer ministro de la India. 20 AKHIL GUPTA so, nadie prestaria atencién a las castas mas pequefias [chotee jaat]. Ni siquiera dios se ocupa de nosotros, s6lo el Congreso. En ese momento, su hijo intervin: El Congreso es para todos los pobres, no sélo para las castas ‘mas bajas. Se est esforzando al maximo, tratando de crear més puestos de trabajo [en el gobierno] para la gente [Bahut jor aga rahen hain, naukri mein khichai kar rahen hain]. Ram Singh retomé la discusién: Aunque el gobierno tiene muchos buenos planes, los funcio- narios en el nivel medio se comen todo [beech mey sab khaa jaate hain]. El gobierno no escatima ningiin esfuerzo para ayudar a los pobres, pero los funcionarios no permiten que ninguno de los planes Llegue a los pobres. “GEL gobierno no sabe que los funcionarios son corrup- tos?’ —pregunté—. ;Por qué no hace nada?” Ram Singh respondié: Sabe algo, pero no todo. La razén es que la voz de los pobres no llega a las personas que esti hasta arriba [Garibon ki awaaz vahaan tak pahuchti nahin]. Si, por ejemplo, el gobierno destina cuatro lakhs [400000 rupias] para un plan, en realidad a nos- otros s6lo nos llega un lakh [100000 rupias]... el resto desapa- rece a mitad del camino.” Aqui, la posicién de Ram Singh muestra cierta conti- nuidad con una visién jerérquica més antigua del estado.” Normalmente, en tales puntos de vista, el gobernante apare ce como benévolo y caritativo mientras que el funcionario ” Un lakh = [100000]. En el momento de la entrevista, un millén de supias equivalian apusinniadauente a Gove dela, © Agradesco a un revisor andnimo por plantear este importante asunto. FONTERAS HORROSAS. bs local es visto como corrupto. Si bien éste puede muy bien ser el caso, creo que la perspectiva de Ram Singh se puede cxplicar adecuadamente al examinar las précticas actuales cn lugar de la sedimentacién de tales creencias.* Deberfa- mos analizar las pricticas del estado que refuerzan su pun- to de vista, Cuando se presenta una denuncia de corrupcién en contra de un funcionario local, la investigacién corre mpre a cargo de un funcionario de rango superior. Por consiguiente, los altos funcionarios son vistos como quic- nes remedian los agravios y castigan a los funcionarios lo- cales por comportamientos corruptos. El caso de Ram Singh nos recuerda que todas las cons- trucciones del estado deben ser situadas con respecto a la ubicacién del interlocutor. La posicién particular de Ram Singh nos ayuda a entender por qué imagina al estado como lo hace. E] es un hombre mayor de casta reconocida, cuyo hogar ahora posee uno de los cinco aparatos de televisi6n en la aldea, un simbolo clave de movilidad ascendente. Va- rios de sus hijos estn educados y, consecuentemente, dos de ellos han obtenido puestos relativamente buenos en el gobierno." Las castas reconocidas de esta area en general, y los jatav en particular, han apoyado histéricamente a regi- menes sucesivos del Partido del Congreso. Lo primero que impresiona de la interpretacién de Ram Singh acerca de “el estado” es qué tan claramente entiende su composicién como una entidad de multiples capas y di- vyersos escenarios y centros. Aunque la palabra para régi- men y estado es la misma en hindi (sarkaar), Ram Singh Otros eampesinos que ereen que los niveles ms bajos del gobierno son corruptos, pero no los més altos, no necesarigmente se adhieren a esa creencia por las mismas razones que Ram Singh. Todos los cargos gubenamentales tienen beneficios de reserva 0 cuotas para las castas reconocidas:en cada sango se reserva determinado porventaje de puestos de trabajo para la gente de ls eascas mes baja. Algunas veces, anbin se eauple la pabsbea shaasan, cuyo significa do es més cercano « “administracin wa AKHIL GUPTA mantiene una distincidn entre el régimen y la burocracia, Juzga que las buenas intenciones del régimen hacia las cas- tas mas bajas son frustradas por los funcionarios estatales corrompidos, Claramente, Ram Singh tiene la sensacién de que existen varias capas del “gobierno” por encima de aque- lla con que siempre ha tratado (Ia parte superior personifi- cada por el entonces primer ministro Rajiv Gandhi), y que los distintos niveles pueden ejercer atracciones opuestas so- bre las politicas (en concreto, las que afectan a una persona de casta reconocida como él), Curiosamente, Ram Singh reproduce una justificacién para el fracaso de la politica en cuestién (la formula es correcta, los culpables son quienes la implementan) que se encuentra extendidamente en las, “clases medias” de la India, es ofrecida por los politicos que pertenecen al régimen en el poder y es reproducida en el trabajo de los académicos, la alta burocracia y los funciona- rios simpatizantes de él de los organismos internacionales. El segundo hecho llamativo sobre el testimonio de Ram Singh es que, aparte de su descripcién matizada del estado como institucién desagregada y de miltiples capas, su and- lisis se asemeja mucho aun discurso sobre el estado que se difunde a través de los medios de comunicacién y, por tan- to, es trunslocal, El ejemplo de Ram Singh demuestra la im- portancia de la cultura pablica en Ia construccién discur- siva del estado: habla con conocimiento de causa acerca de la percepcién que tiene “el publico” de Rajiv y de su itinera- rio, La percepcién de su hijo con respecto al Partido del Congreso en cuanto a que es “para todos los pobres” se debe también claramente y en gran medida a las fuentes de informacién mediatizada Mis sospechas de que la estrecha asociacién con Rajiv Gandhi y la explicacién sobre lo corrupto de los niveles medios del estado estuvieron influenciadas por el impacto de la tele- visidn se vieron reforzadas cuando uno de sts hijos explicé: “De ninguna manera quiero decir que, por ver la television, Ram Singh FONTERAS BORROSAS ay Somos personas analfabetas cuyo conocimiento se limita a la aldea. De esta manera (es decir, mirando la televisi6n], apren demos un poco sobre el mundo exterior, sobre las diferentes partes de la India, sobre cémo viven otras personas; nos hace ser un poco mas mundanos {Kuch duniyaadaari seekh laayten hain]. En los preparativos para las elecciones, la cadena de te- levisién controlsda por el gobierno, Doordarshan, pasa la mayor parte del noticiero nocturno siguiendo a Rajiv Gan- dhi en sus giras de campafia, Naturalmente, no s6lo fue el pais el que se imaginaba en la televisidn a través de la repre- sentacién de sus diferentes partes, sino también el estado nacioral a través de la imagen de “su” Iider. Las compren- siones populares del estado, por tanto, se constituyen en un campo discursivo donde los medios de comunicacién desempefian un papel fundamental. Las palabras de Ram Singh revelan la parte importante que ejercen los medios de cormunicacién nacionales en los discursos “locales” so- bre el estado. Es evidente que no es posible deducir por completo la comprensién de Ram Singh sobre “el estado” a partir de sus interacciones personales con la burocracia; a la inversa, es evidente que no esta solamente repitiendo la informacién que obtiene de la television y los periddicos."* tenga esta opinién de [a corrupcisn en los niveles medios del estado; se- ‘guramente puede pensar de la misma forma también por otras razones. La televisién, sin embargo, parece haber influido en sus opiniones sobre este asunto: “nos hace ser un poco mas mundanos'. Sureferencia a “analfabetas” no debe ser tomada literalmente " Ensu discusién sobre el pueblo griego de Glendi y Ia ciudad provin- cial de Rethemnos, Herzfeld ha destacado este punto: "Nunca se ha duda- do respecto a la importancia de los medios de comunicacidn al conectar a Ja poblacién con los grandes acontecimientos nacionales ¢ internaciona les, Al igual que la tradicién de otros tiempos, los medios de comunica- cidn gereran un conjunto extraordinariamente homogéneo y generaliza do de estereotipos politicos. Mucho menos explorado, sin embargo, es céma se manipula este discurso” ("History in the Making." art cit. p.99, un 24 [AXEL GUPTA, Mis bien, lo que vemos en este ejemplo es Ia articulacién entre los discursos hegeménicos (necesariamente fractu- rados) y las interpretaciones inevitablemente situadas ¢ interesadas de los sujetos subalternos. Las experiencias co- tidianas de Ram Singh lo llevan a creer que debe haber fun- cionarios y dependencias gubernamentales (cuya presencia, motivos y acciones se le representan a través de los medios de comunicacién) interesados en ayudar a la gente como 1, Slo eso podria explicar por qué sus hijos han tenido éxito en obtener puestos tan valorados en el gobierno a pe- sar de su abandono por parte de los maestros locales y los malos tratos por parte de funcionarios locales, Sin embar- go, cuando habla de “el piiblico”, y con un conocimiento en primera persona acerca de los esfuerzos de Rajiv en nom- bre de los pobres, se esta basando claramente en la infor- macién mediatizada de lo que constituye el nivel superior de gobierno, quiénes son los agentes responsables por sus acciones y qué tipos de politicas y programas estin promo- viendo.” cussivas en el original). Habler: de manipulacién a veces parece hacer ‘como si existiera una “profunda” intencidn de trabajar para aleanzar me- tas especificas; prefero pensar en postbilidades de us, hs diversas formas en las que tal discurso puede utilizarse en diferentes circunstancias. "No es de extratiar que, al igual que otras personas, Ram Singh no ‘ocupe un espacio de oposicionalidad pura alos discursos y précticas do- minantes, ni que simplemente sea engafiado por ellos. Maddox sugiete {que los académicos pueden tener sus propias razones para buscar tan afa- rnosamente indicios de resistencia. Véase “Bombs, Bikinis, and the Popes of Rock ‘n’ Roll: Reflections on Resistance, the Play of Subordinations, and Cultural Liberalism in Andalusia end Academia’, articulo presentado en la 87 reunién anual de Ia American Anthropological Association, Phoc~ nix, Arizona, 1990. De hecho, las formas de resistencia sin ambigitedades son raras, como lo reconocié Foucault en “Truth and Power” y “Power and Strategies”, en Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1973-1977, C. Gordon (ed.), Pantheon, Nueva York, 1980, pp. 109-145: ¥ It simultaneided de la cooptacisn y Ia resistencia frustra las conocidas an- tinomies del pensamiento analitico. L, Abu-Lughod, "The Romance of Resistance; Tracing Transformations of Power through Bedouin Women’ FONTERAS BORROSAS us, Es evidente que no hay ningtin punto de apoyo de Ar- quimedes desde el cual visualizar “el estado’, s6lo numero- sos conocimientos situados." Los burécratas, por ejemplo, se lo imaginan a través de estadisticas,” informes oficiales y visitas, mientras que los ciudadanos lo hacen a través de articulos de prensa, tratos con determinados orgenismos gubernamentales, declaraciones de los politicos, y asi suce- sivamente. La construccién del estado varia claramente de acuerdo con la manera en Ia que se colocan los diferentes actores. Por tanto, es importante situar una determinada construccién simbdlica del estado con respecto al contexto particular en que se realiza. La importancia de los medios de comunicacién no debe hacernos olvidar las diferencias que existen en la forma en que la gente situada diversa- mente imagina el estado.” American Ethnologist, vol. XVII, nim. 1, febrero de 1990; P, Mankekar, ‘National Texts and Gendered Lives: in Ethnography of Television View- ers in a North Indian City", American Ethnologist, vol. XX, nim. 3, agosto de 1993, De hecho, el esfuerzo por mostrar resistencia, incluso en los ges- tos evidentes de deferencia, exige el postulado de actores ractonales muy estratégicos, una estrategia analitica que es de dudoso valor D, Haraway, “Situated Knowledges: The Science Question in Fe nisin aund te Privilege of Partial Perspective”, Feminist Studies, vol. XIV nim. 3, invierno de 1988, 1. Hacking, “Biopower and the Avalanche of Printed Numters', Hu manities in Society, vol. ¥; nti. 1982. © Se podria objetar que este tipo de declaracién implica una circulari- dad analitica: las construcciones del estado son contextuales y situadas; sin embargo, cualquier intento de definir el contexto y a situacion impli- ca el uso de discursos que pueden a su vez haber sido moldeados por las construcciones del estado, entre otras cosas Siguiendo a Foucauk,y espe- cialmente « Haraway (op. ci.), quiero argumentar que es insostenible la brisqueda de una via para evitar la determinacién mutua de los grandes contextos sociopolitieos y las posiciones discursivas. El analiste también. os parte de esta formacién discursiva y no puede aspirar a Megar a una descripeidn de la “condicién situada” que esté por encima, més alé o fuera del contexto que se est analizando. Esto es precisamente lo que los dis- ‘cursos “cientificos” buscan alcancar: una descripcién universalmente veri- ficable independiente del cbservador y del contexto, Haraway desmiente us AKHTL GUPTA Por ejemplo, la posicién de Ram Singh como una perso- na de casta inferior relativamente acomodada, cuya familia se ha beneficiado de las reglas relativas a las cuotas de em- pleo para las castas reconocidas, explica su apoyo a las altas esferas del gobierno. Al mismo tiempo, su interaccién con los funcionarios locales le ha ensefiado que ellos, al igual que los hombres poderosos en las aldeas, tienen escasa 0 ninguna simpatia por la gente de casta baja como él. Por lo tanto, muestra un sentido muy agudo de las diferencias en- tre los distintos niveles del estado. Por otra parte, si parece que comparte una visién particular de la falta de adecua- cidn de los programas de gobierno con la clase media, es el resultado de la convergencia de lo que ha aprendido de sus encuentros cotidianos con “el estado” con Jo que ha inter- pretado, como indica su hijo, merced a los medios de co- municacién, Es evidente que la ret6rica del Partido del Congreso, en cuanto a que es el partido de los pobres, en- brillantemente las pretensiones de objeividad plasmadas en estos diseur- 0s, mostrando que “la vision que ve desde todas partes y desde ninguna Parte’, 0 lo que ella llama el “truco de dios’, enmascara una voluntad de poder que constituye su propio proyecto politico, Sostiene que todas las pretensiones de abjetividad son perspectivas parciales, dependientes del contexto y visiones (o miradas) inerustadas discursivamente que no por ello son poco importantes o irredimibles. En otras palabras, l reconoci- iento de que las verdades del discurso eientifico se encuentran ellas mis ‘mas dentro de las redes expectficas de interconexiones cargadas de poder xno es sefal de un destizamiento hacia la aleatoriedad “todo se vale”, donde todas las posiciones se determinan subjetivamente y por lo tanto son irre- futables; véase también R. Bernstein, Beyond Objectivism and Relativism: Science, Hermeneuaies and Praxts, University of Pennsylvania Press, Fila- delfia, 1985. Mi esfuerzo por describir la posicién de Ram Singh segdin la clase, la casa, el género y las erarquias de edad se desprende de un discur- s0 cientifico social y de un sentido del eompromiso politico como tema poscolonial en el que la desigualdad, la pobreza y el poder constituyen las reocupaciones centrales. Dudo que un aldeano de casta alta describiera de esta manera a Ram Singh; tampoco es muy probable que To hiciera un funcionario del gobierno ni un ejecutivo del Banco Mundial. A peser de ser una descripcién particular, es, yo dia, cualquier cosa menos arbitra. tia. Agradezco a un revisor anénimo por obligarme a aclarar este punto, > FONTERAS BORROSAS. 1 cuentra eco en la experiencia de Ram Singh; es po: eso que llama su guardién (maa-baap) al gobierno del Congreso y culpa a los funcionarios de nivel medio de no dir seyui iniento a los programas gubernamentales. Por consiguien te, la opinién de Ram Singh sobre el estado est formada tanto por sus propios encuentros con funcionarics locales como por le manera translocal de imaginar el estado heeht posible al ver Ia television. CONCLUSION En este articulo me he centrado en los discursos de la co rrupcién en la cultura piblica y los encuentros cotidianos de los pobladores con las instituciones de los gobiernos lo cales con el fin de trabajar hacia una etnografia del estado en la India contemporanea. Dicho estudio plantea multi ples y complejos problemas conceptuales y metodolégicos, de los cuales he tratado de explorar los que considero fun damentales para cualquier comprensién de las instituciones y las practicas estatales. EI primer problema tiene que ver con la cosificac inherente en. las descripciones unitarias de “el estado’ Cuando se analiza Ja manera en que los aldeanos y los fun cionarios se encuentran con el estado, se vuelve claro qu éste debe ser conceptualizado en términos mucho mas des centralizados y desagregados de lo que ha sido el caso hasta ahora. En lugar de tomar la nocién de “el estado” como pun to de partida, debemos dejar abierta la cuestién de anilisis en cuanto a las condiciones en que el estado en verdad opera " Frustrado con la cosificacin del estado y convencido de cue sila s¢ trataba de una fuente de mistificacién, Radciffe-Brown sostuvo «uc jel estado puede eliminarse del andlisis social! Véase el prefacto a M. Fortes y E, E, Evans-Pritchard (eds.), African Political Systems. Oxford ‘iniversity Press, Oxford, 1940, p. xxi, Una de las diseusiones mis serias sobre este tema se encuentra en Abrams [véase el primer capitulo de est: edicton| 28 AKHIIL GUPTA como un todo coherente y unitario.” Todos los datos etno. grificos presentados en este articulo —los casos de Shar- maji, Sripal, Ram Singh y la Kisan Union, y los articulos de la prensa verndcula— apuntan al reconocimiento de milti ples agencias, organizaciones, niveles, programas y centros que rechazan simplemente la conclusidn analitica. El segundo gran problema abordado en este articulo se refiere a la translocalidad de las instituciones estatales. He argumentado que cualquier andlisis del estado nos obliga a conceptualizar un espacio que est constituido por la in- terseccién de los fendmenos locales, regionales, nacionales y trasnacionales. En consecuencia, he destacado el papel de la cultura pablica en la construccién discursiva del estado. La combinacién del andlisis de la cultura publica con el estu- dio de las practicas cotidianas de los niveles inferiores de la burocracia nos ayuda a entender cémo la realidad de las en® tidades translocales llege a ser sentida por los aldeanos y las autoridades. Fl tercer argumento importante presentado en este articulo, vinculado también con la importancia de la cultu- ra publica para un andlisis del estado, tiene que ver con la construccidn discursiva del estado. Poner en primer plano la cuestién de la representacion nos pertuite ver las formas cn las que el estado llega a ser imaginado. BI discurso de la corrupcién y el de la rendicién de cuentas constituyen en conjunto un mecanismo a través del cual el estado indio llegé a construirse discursivamente en la cultura publica. Hay que tener en cuenta que el discurso de la corrupcién va- Bl excelente estudio de Richard Fox sobre cl estado colonial en el Punjab demuestra la construccién mutua de las identidades sik y “el es- tado", Hace hineapié en que “el estado” no es una “cosa” sino un “suceso” y que esta desgatrado por las contradicciones internas, la conciencia incom- pleta de intereses, la aplicacién incorrecta de los proyectos destinados & la promocién de sus intereses y los conflictos entre cada funcionario y la “organizacién. Véase Lions of the Punjab: Culture in the Making, University of Californta Press, Berkeley, 198s, pp. 256-157. FONTERAS BORROSAS: uy ria mucho de un pais a otro, dependiendo de las traycvto rias historicas y las gramaticas especificas de la cultura put blica. Una consideracién del contexto internacional de los estados-nacién, sin embargo, pone de relieve sus similitu des sustanciales." A fin de que un estado pueda representit legitimamente a una nacién en el sistema internacional «le estados-nacién, debe ajustarse al menos minimamente a las exigencias de un estado-nacién moderno. La tensién entre la legitimidad en el sistema interestatal y la autonomia y la soberania se esta intensificando para los estados-nacicn con el movimiento continuo hacia una esfera publica cada vez més trasnacional. La circulacién acelerada de productos culturales —los programas de radio y televisi6n, las noti cias, las peliculas, los videos, las grabaciones de audio, los libros, la moda— se ha basado en los cambios gigantescos en el capital multinacional. Cuando esto esté vinculado a la reduccién de las barreras comerciales, Ia crisis de la deuda en todo el mundo (especialmente visible en América Lati- na, Africa y Europa del Este), Ia produccién externalizada y Ja reestructuracién de los mercados (ejemplificada por la Union Europea), emerge un patron de gran entrecruzamien- to." Estas complejas interconexiones culturales ¢ ideoldgi- cas revelan que los discursos sobre la corrupeién (y por tanto de la rendicién de cuentas) son articulados desde el principio en un campo formado por la interseccién de mu- chas fuerzas trasnacionales diferentes. En resumen, para entender cémo los discursos de la corrupcién construyen simbélicamente “el estado”, hay que inspeccionar fenéme- nos"cuyos limites no coinciden con los del estado-nacién, Al mismo tiempo, sin embargo, estos discursos no operan ™ Anderson apunta ala similitud de los estados-nacidn, haciendo hin- ‘apié en la “modularidad” de “Ia tiltima oleada” de nacionalismo (op. cit. Pp. 104-128), y Chatterjee subraya el caricter “derivado” de los nacionalis- mos del Tercer Mundo en Nationalist Thought and the Colonial World A Derivative Discourse?, Zed Press, Londres, 1986. “A. Appadurai, “Disjuncture and Difference... op. ct. 0 AKHIL GUPTA de forma homogénea en todo el mundo. Mis bien se ar ticulan con trayectorias histéricas distintivas para formar, en diferentes contextos, tipos de hibridacién y criollizac linicos. El cuarto punto significativo, que se ocupa de la especi- ficidad historica y cultural de las construcciones del estado, tiene que ver con la vigilancia hacia el imperialismo del aparato conceptual occidental. En lugar de centrarme de entrada en las nociones de estado y de sociedad civil que se forjaron en el yunque de la historia europea, lo hago en las modalidades que permiten al estado (y de forma simulténea, alo que no es el estado) ser construido discursivamente. Observar las practicas cotidianas, incluidas las practicas de las representaciones y las representaciones de la prictica (del estado) en la cultura piiblica, nos ayuda a legar a una comprensién especificamente histérica ¢ ideolégicamente construida del “estado”, Este anilisis considera simulténea- mente los otros grupos e instituciones que son imaginados en los procesos de impugnacién, negociacién y colaboracién con “el estado”, No hay ninguna razén para suponer que existe, o debiera existir, una entidad unitaria que se diferen- cie de, y esté en oposicién a, “el estado”, una que sea mutua- mente excluyente y conjuntamente exhaustiva del espacio social. Lo que he tratado de destacar en este articulo es que Jos mismos procesos que nos permiten construir el estado también nos ayudan a imaginar estos otros grupos sociales: los ciudadanos, las comunidades,” los grupos sociales,” las coaliciones, las clases, los grupos de interés, la sociedad ci- vil, el sistema de gobierno, los grupos étnicos, los grupos subnacionales, los partidos politicos, los sindicatos y las or- ganizaciones campesinas. Para los fines de mi argumento, A. Gupta y J. Ferguson, ™ P.Chatterjee, op. cit ” P, Bourdieu, “The Social Space and the Genesis of Groups’, Theory ‘and Society, vol. XIV, nti. 6, noviembre de 198s, FONTERAS BORROSAS " era innecesario reunir a estos grupos en alguna relacidin neral. Por tanto, no utilicé el concepto de “sociedad civil que por lo comin Mena tal necesidad, en este anilisis del discurso de la cor-upcidn en la India. Ademis, no es tin con cepto autéctonamente invocado en los diferentes proceso encaminados a imaginar la identidad que he deserito aq.” La tltima cuestién que aborda este articulo se reficre a los temas de accién politica y activismo, preocupaciones uc se deben incluir en el campo de la antropologia aplicada. in el contexto del estado, la dicotomia colaboracién /resisten cia es de escaso provecho a la hora de examinar las estrateyias de la lucha politica. La razén es que tal bifurcaci6n bruta no hos permite sacar ventaja del hecho de que el estado es tna formacién que, como dice Stuart Hall, “condensa” las con tradicciones.” También oculta a la vista el hecho de que no existe una posicién estrictamente fuera o dentro del estado, porque lo que se ciscute es el terreno del campo ideoldgico, Cualquier lucha contra la configuracién actualmente hege ménica de poder y dominacién implica una lucha cultural, lo "No defiendo la posibilidad de la ingenua teoria “indigena’, ya que no ‘me queda claro lo que, posiblemente, podria significar taf concepto en la era del poscotonialismo y el eapitalismo tardio. En cambio, argumento {que la utilidad de los conceptos que se originan en “Occidente” pata cn tender la especificidad del contexto de la India nos permite desarrolli tuna erfttea del aparata de andlists mismo; D. Chekrabarty, “History as Critique and Critique(s), of History”, Economie and Political Weekly, vol, XXVI, niim. 37, 1991, James Ferguson (comunicacién personal, 8 le julio de 1992) me recverda que, incluso en los Estados Unidos, la nocivin de “sociedad civil” cuenta con muy poco apoyo fuera de los circulos ae démicos, 8, Hall, “Notes on Deconstructing ‘The Popular'® en Raphael Sumuct (cd.), People’s History and Socialist Theory, Routledge, Londres, “Culture, the Media and the Ideological Effect” en Michael Gute (cds.), Culture, Society and the Media, Methuen, Nueva York, 19825 lll, "Gramsc’s Relevance for the Study of Race and Ethnicity", Journal of Communication Inguirs, vol. X, nim. 2, junio de 1986; Hall, “Popular Cul ture and the State’ en" Bennett, C, Mercer y J Woollacott (eds), Popular Culture and Social Reltions, Open University Press, Milton Keynes, 1986 oy AKHIL GUPTA que Gramsci llamé la “guerra de posiciones”. Lo que est en juego es nada menos que una transformacién en la forma en que el estado llega a ser construido, Es una lucha que problematiza la division histérica entre los que optan por hacer un trabajo politico “dentro” del estado y los que tra- bajan “fuera” de él, porque la construccién cultural del es tado en la cultura publica puede ser el resultado de, y afec: tar a, ambas partes en igual medida. Al sefialar que los defensores del trabajo aplicado y los gue favorecen la intervencién activista a veces pueden compartir involuntariamente un proyecto comtin de cosifi- car “el estado” y luego localizarse a si mismos con respecto a la totalidad (unos en el interior y otros en el exterior), tampoco pretendo equiparar diferentes modos de compro- miso ni de menospreciar los puntos de vista, a menudo po- Iiticamente sofisticados, que los practicantes aportan a sus actividades. Todo lo que deseo enfatizar es que la teoria de “el estado” que uno adopta en verdad importa mucho en la formulacién de estrategias para la accién politica. Asi como la nocién de hegemonia de Gramsci lo llevé a pensar que 1917 puede haber sido el iltimo ejemplo curopeo del van- guardismo (lo que él llamé la “guerra de maniobra"), de igual modo mi andlisis de “el estado” leva a la conclusion de que podemos intentar explotar los procesos contradic- torios que van dirigidos a constituir["lo"]. Estas contra- dicciones no sdlo abordan las tracciones divergentes ejerci- das por las multiples agencias, departamentos, organismos, niveles y programas de "el estado’, sino también el terreno en disputa de la representacién publica. Si es precisamente en estas practicas de narrativa historica y abstraccién esta- distica, ficcidn velada y realidad brata en partes iguales, don- de surge el fenémeno del fetichismo de estado, tenemos que recordar lo inestable y fragil que cs esta autorrepresenta- cidn y cémo siempre podria ser de otro modo. He mostrado, por ejemplo, cémo el discurso de la corrupcién ayuda a construir “el estado”; pero, al mismo tiempo, puede poten- tialmente dar poder a los ciudadanos al sefialar aquellas ac- lividades que atentan contra sus derechos. Ura manera de pensar las estrategias de accisn politica, icotomfas tales como aplicado/activista, dentro / fue snilists de politicas lucha de clases y desarrollismo/ revo~ lucién, es establecer una distincién inicial entre el derecho y cl enpoderamiento.” La “maquinaria” del desarrollo, con su claborada aunque repetitiva Igica, se centra en el obje- \ivo de proporcionar derechos. Seguin cl argumento de James Ferguson,” lo hace, de hecho, s6lo para eliminar toda di cusiér. sobre el empoderamiento del horizonte discursivo (de abt el titulo de su libro, The Anti-Politics Machine). Sin embargo, estos dos conceptos no son mutuamente exclu- yentes. ¥ es aqui donde la incautacién de las fisuras y rup- turas, las contradicciones en los programas, las politica |as instituciones y los discursos de “el estado” permiten a la yente crear posibilidades para la acci6n politica y el act no." Veo la reflexién eritica sobre el discurso del desarrollo como un punto de partida para la accién politica, no como un movimiento de legada. Incluso a medida que empeza- mos aver que necesitamos, como felizmente Arturo Esco- bar! Io ha dicho, alternativas al desarrollo, y no alternati- vas de desarrollo, tenemos que aprender a no burlarnos de una politica plebeya del oportunismo, del aprovechamiento de estrategias que estan vivas para las posibilidades coyun- “ Blestudio de las hambrunas, de Amartya Sen, Poverty and Famines: ‘An Essay on Entitlement and Deprivation (Clarendon Press, Oxford, 1982), femplea ‘na teoria de los derechos para explicar quién sufre en una ham- buna y por qué. Véase también A. Appadurai, "How Moral [s South Asia's Economy? —A Review Article’, Journal of Asian Studies, vol. XLII, nim. 3, mayo de 2984. J. Ferguson, The Anti-Polities Machine.n op. cit: ® Debe quedar claro que no estoy sugiriendo que sélo aqui existen ilidades de intervencién. © A. Escobar, “Imagining a Post-Development Era? Critical Thought, Development and Social Movements’ Socia! Text, vols. XXXICXXXIL, 1992. ot ABIL GUPTA turales del momento. Keynes se ocupé de recordar a los economistas y los utopistas que "a fa larga todos estare- mos muertos”"* Los pobres, podria yo aftadir, slo viven le mitad de ese tiempo. Axum Gurra BIBLIOGRAFIA Aaj Tak, “Jayb Garmaanay May Juti Hai Police” (La policia ‘ocupada calentando sus propios bolsillos], 18 de julio de 19) fheeni aur Mitti kay Tel ki Kaalabazaari” [Merca~ do negro de azticar y combustible], 22 de julio de 1989. , “Mathura ka Pedaa Khilaao to Telephone Bolnay Lagaingay” [Para lograr que funcione el teléfono, hay que darles dulces], 22 de julio de 1989. —, “Chakbandi Adhikaari say Kisan Parayshaan” [Cam- pesinos acosados por funcionario de concentracién parcelaria], 22 de julio de 1989. , "T. B. Aspataal may Loot Khasol” [Saqueo en hos- pital para tuberculosos], 25 de julio de 1989. {dyot Station say Bheed Chay Transformer Uthaa lay Gagee [Una multitud se lleva consigo seis transfor- madores de la estacin de energia cléctrica], 11 de agosto de 1989. 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