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CONTRATOS Y ESTRATEGIAS
DE CARACTER DISCURSIVO
Un acto discursivo, es decir, un acto de lenguaje, pone siempre en
evidencia un proyecto global de comunicacién concebido por un su-
jeto comunicante (YOc). Por ello, es obvio presumir que desde el
punto de vista de su produccién, el acto discursivo sea considerado
como “una expedicién y una aventura” en lo que se refiere a su as-
pecto intencional y que todo comunicante intente lograr a través de
su discurso que el sujeto interpretante se identifique plenameate con
un destinatario ideal (TUd). Pero para lograrlo tendra que hacer uso
de determinados contratos y estrategias de cardcter discursivo que
dependen exclusivamente de su voluntad, puesto que es él quien los
escoge, de acuerdo con el marco situacional (aspectos comunicacio-
nales y sicosociales) (Charaudeau, 1983: 50-56).
El contrato discursivo es ese “ritual sociolingiiistico” constituido por
el conjunto de obligaciones que han sido codificadas por las practi-
cas sociales propias de una determinada comunidad. Asi, las condi-
ciones de produccion y de interpretaci6n del acto de Lenguaje
(circunstancias discursivas) dan origen a un “implicito codificado”
que tiene que ver obligatoriamente con el estatus de los interlocutores
Yo comunicante y Td interpretante~ y con la relacin que los une.
Veamos: si alguien sube a un taxi y dice “al acropuerto, por favor”, el
chofer inmediatamente se dirigira a ese sitio, sin que medien consi-
deraciones de otra naturaleza, puesto que ha reconocido el contrato
propuesto y lo acepta. En caso de no aceptarlo, expresaria su recha-Julio Escamilla Morales
zo con enunciados de tipo “No, no puedo”, “No voy hacia ese lado”,
etc. Para él la situaci6n es muy clara: Se trata de un contrato de
prestacion de un servicio pablico que se acepta o se rechaza. Igual
sucede con los demés contratos discursivos, como el de veracidad
que propone el periodista, el de ficcién propuesto por et literato, el
humoristico, el de complicidad, el de autoridad, el pedagdgico, etc.
Entre los periodistas y sus lectores, por ejemplo, se establece el con-
trato de veracidad, que conduce a estos tiltimos a aceptar como
verdaderas todas las noticias de un periédico o una estacién de
radio, por el hecho de provenir de una persona o entidad que es
considerada como seria y veraz y, por consiguiente, digna de todo
crédito. Hay, adem4s, contratos discursivos que son muy peculia-
res, como el contrato de lo insélito que se establece entre los peri6-
dicos 0 revistas y sus lectores. “Violador cobraba a sus victimas” 0
“Teodoro estuvo cavando su propia tumba”, titulares aparecidos
en la revista “Vea”, de la ciudad de Bogota, son claros ejemplos de
dicho fenémeno. Lo que se ha planteado en esos titulares es, evi-
dentemente, un contrato o relacién discursiva especial, fundamen-
tada en la presentacion de noticias sensacionales o fuera de lo
comuin, las cuales son leidas con avidez por un publico que por
estar tan familiarizado con ellas, las busca afanosamente.
Como esta nocién de “contrato discursivo” implica que los indivi-
duos que pertenecen a un mismo tipo de practicas sociales sean ca-
paces de reconocer las representaciones discursivas de tales practicas.
es facil entender que el sujeto comunicante debe siempre suponer
que su interlocutor posee una competencia discursiva de reconoci-
miento de esas practicas sociales similar o idéntica a la suya. Es por
eso que el acto de lenguaje se convierte, segun Charaudeau, en “una
proposicién que el YO le hace al Tu”, esperando como contraparte
que éste acepte dicha proposicion.
Si una persona dice a su interlocutor “No camines tan rapido. Te vas
a cansar”, con el proposito de hacerlo caminar mas rapido, esta po-
38Fundamentos scmiolingutsticos de la actividad discursiva
niendo en ejecucién lo que se denomina “contrato humortstico”, el
cual debe ser percibido come tal por el destinatario. Pero en el caso
en que este Ultimo no acepte ese contrato y, por el contrario, camine
mas lentamente, el comunicante habré fracasado en sus intenciones,
puesto que no logr6 el efecto que habia previsto. En ese caso, el suje-
to interpretante no habra reconocido el contrato discursivo que se le
ha propuesto.
El concepto de estrategia discursiva, por su parte, se basa en que
el sujeto comunicante concibe, organiza y pone en ejecucién sus in-
tenciones con el fin de producir ciertos efectos de conviccién o de
seduccion en el sujeto interpretante, y levarlo a que se identifique
—conscientemente o no- con el destinatario que ese comunicante se
ha construido mentalmente.
Segin Patrick Charaudeau —tal como ya ha sido sefialado-. el proce-
so de produccion discursiva nos muestra el desdoblamiento de la
funcion protagénica del YO: el Yo comunicante es un sujeto que existe
en la realidad y que acuia fisicamente; es el organizador, ini¢iador y
responsable del acto discursivo. El Yo enunciante, por su parte, es un
Sujeto que s6lo existe y se realiza en el “circuito de la configuracién
discursiva”; es el responsable del efecto que produce la palabra en el
interpretante. En ultimas, es una imagen discursiva que oculta, mas 0
menos, al sujeto comunicante.
En cuanto al desdoblamiento del TU, hay que decir que el destinata-
tio (TUd) es el interlocutor ideal imaginado por el sujeto comuni-
cante (YOc) segtin sus intenciones comunicativas, pero que no
siempre coincide con el interpretante (TUi), que es un sujeto que
actiia independientemente del comunicante, convirtiéndose por esa
raz6n en el responsable del acto de interpretacion que él mismo
realiza.
Ahora bien, de acuerdo con sus intenciones, pero siempre en funcién
de las libertades y limitaciones impuestas por tas condiciones del acto
discursivo, el sujeto comunicante puede hacer uso de estrategias tan
39Jatio Escamilla Morates
disfmiles como Ia verdad, la mentira, la ironta, la demagogia, la pro-
vocaci6n, el secreto, el rumor, la litote, etc.
A la luz de lo antes expuesto, intentaremos describir aqui algunas de
esas estrategias discursivas:
LA MENTIRA
Definida con relacién a la verdad, la “mentira consiste en dar volun-
tariamente a un interlocutor una visién de la realidad diferente de la
que uno mismo tiene por yerdadera” (Durandin, 1983: 19}, con el
propésito de ejercer en él una influencia que modifique sus opinio-
nes o su comportamiento. Entonces, recayendo la mentira sobre sig-
nos muy concretos, o sea, sobre aquello que se le hace percibir al
interlocutor (palabras orales o escritas, imagenes, gestos, etc.), ten-
dremos que:
El sujeto enunciante (YOe) dice p,
El sujeto comunicante (YOc) sabe 0 piensa no-p.
Ahora bien, partiendo del hecho de que fa mentira es una estrategia
que generalmente busca obtener un grado de credibilidad en el suje-
to interpretante (TUi), es apenas natural que el sujeto comunicante
acttie de tal forma que aquél se identifique con un destinatario (TUd)
que crea que el comunicante (YOc) piensa p. Este es, por ejemplo, el
caso de un individuo que le dice a su novia “Te quiero mucho” (p),
sabiendo perfectamente que ello no corresponde a la realidad.
En ese caso, la mentira se fundamenta en que el enunciante en el
momento de su enunciacién dice p (“Te quiero mucho”), pero como
comunicante piensa lo contrario, 0 sea, z0-p (“No te quiero mucho”).
Aqui, la mentira ha consistido, pues, en una operacién de transfor-
macion de la realidad que puede llegar a ser una invencidn (en el
caso en que se haga creer que el amor que no existe, existe) o una
40Fandamentos semiolingulsticos de la activitad discursiva
deformacion (si se habla de un amor que existe, pero caracterizandolo
de una manera falaz (Durandin, 1983: 78).
Sin embargo, esta estrategia sdlo se concretard 0 sdlo tendra efecto
cuando el sujeto interpretante (TUi) se identifique plenamente con et
destinatario (el Tu idealizado por el sujeto comunicante), es decir,
cuando la novia en su proceso de interpretacion del discurso en cues-
tion, crea que el sujeto comunicante piensa p (“Te quicro mucho”).
De esa manera, el sujeto comunicante (el novio, en este caso) habra
obtenido de parte de su destinatario (la novia), la crgdibilidad que
buscaba, sobre todo, la credibilidad en algo que es falso-0 que no es
del todo cierto.
La IRONIA
Como “contraverdad” que es, la ironia tiene lugar cuando lo dicho
explfcitamente en un enunciado se halla desmentido por una infor-
maci6n situacional o contextual implicita, imposible de desconocer
por parte de los interlocutores. En realidgary aunque algunos pien-
sen que ella depende menos de las palabras que de !a risa, del gesto y
de la voz, “la ironfa es un procedimiento que superpone a un deter-
minado valor argumentativo el valor contrario, juzgado mas acorde”
(Berrendonner, 1981: 187), de tal modo que al afirmar p, uno sugiera
no-p. .
Esta concepcién de la ironfa como superposicién de dos valores
argumentativos contradictorios, nos permite comprender mejor la
dualidad del funcionamiento irénico de ciertos términos, lo mismo
que et argumento y las conclusiones o las alternativas de conclusion
de un enunciado, ya que éste, “por medio de sus marcas argumenta-
tivas, no hace mas que proporcionar informaciones [‘instrucciones’,
diria Ducrot] concernientes al valor argumentativo que conviene atri-
buirle a su enunciacién” (Berrendonner, 1981: 196). Por lo demas, la
ironia es considerada un “arma ofensiva” por algunos y “defensiva”,
41Julio Escamilla Morales
por otros. Berrendonner se inclina por lo segundo y reconoce que
por ser ella una “estructura semantica argumentativamente parad6-
jica, es de aiguna manera neutra en cuanto a su funci6n, y puede ser
utilizada tanto con fines polémicos como panegiricos, tanto agresi-
vos como gratificantes” (Berrendonner, 1981: 225). Sea lo que fuere,
hay en Ia ironia una “transgresion de la ley de sinceridad” (Kerbrat-
Orecchioni, 1984: 215). Por eso, esta actitud retérica se manifesta-
ra asi:
E] sujeto enunciante (YOe) dice p.
EI sujeto comunicante (YOc) no esta de acuerdo con p; por el
contrario, sabe o piensa no-p y quiere, al mismo tiempo, que el
sujeto interpretante (TUi) entienda justamente no-p.
Lo anterior puede ser ilustrado con el siguiente caso: X busca al res-
ponsable de una accion indebida y cree que éste no es otro que Y. Si
Y se declara inocente, X puede decir: “Claro, yo sé que ti no eres
capaz de matar ni una mosca” {p), con la intencién de que Y se per-
cate de que X piensa realmente lo contrario de lo que dice: “Tu eres
capaz de cualquier cosa”. En este caso, la ironia persigue construir,
en Ultima instancia, una imagen de destinatario desfavorable al suje-
to interpretante, ya que deja ver que X (YOc) acusa a Y (TUi). No
obstante, puede suceder que el sujeto interpretante sea incapaz de
saber lo que verdaderamente quiere hacerle entender el sujeto comu-
nicante. En otras palabras, que no logre comprender si p debe ser
tomado metaféricamente, irénicamente o “al pie de la letra”, caso en
el cual la estrategia de la ironia habria fracasado.
LA DEMAGOGIA
Cuando el sujeto comunicante, consciente de la existencia de deseos,
afectos y valores en su destinatario, intenta lograr a través de su dis-
curso que el sujeto interpretante vea reflejada en él su propia imagen,
es decir, su propio estilo de vida, sus valores ¢ ideales, sus normas y
42Fundsmentos semiolinguisticos de la actividad discursiva
modelos, pone de manifiesto una estrategia demagégica basada en
aspectos motivacionales, con el fin de valorizarlo como destinatario.
Esta valoracin -insincera, por lo general- puede ser considerada como
un caso particular de la mentira (Kerbrat-Orecchioni, 1984: 264) y
hace parte del aspecto pragmatico de la comunicaci6n, debido a que
tiene como objetivo orientar al destinatario hacia un determinado tipo
de accion (Dalmas, 1981). Entonces, si el sujeto comunicante intenta
ganarse la confianza del destinatario escudandose en sus propios va-
lores morales, politicos o religiosos, la demagogia se producira de la
siguiente manera:
EI sujeto enunciante (YOe) dice p (lo cual puede ser verdadero 0
falso, segtin el caso), 10 cual muestra una imagen de destinatario
que le resulta favorable al sujeto interpretante;
el sujeto comunicante (YOc) pretende que, gracias a la identificacion
TUi=TUd, el sujeto interpretante le facilite la consecucién de sus
propositos.
En ultimas, 1a demagogia como estrategia basada en las necesidades
y aspiraciones del interlocutor es, de acuerdo con Charaudeau, una
“buisqueda de complicidad”, tal como se observa en un texto de pu-
blicidad politica que aparecié en la seccién de “Avisos clasificados”
de varios periédicos colombianos durante la campajia presidencial
de 1990:
éBusca empleo?
Con Alvaro Gémez Presidente habra 2.000.000 de empleos nue-
Os.
En esie caso, la complicidad buscada tenia que ver con el hecho de
convencer o hacerle creer al lector (sujeto interpretante) ~en el caso
en que éste se identificara con la imagen de destinatario que alli apa-
recia (los desempieados colombianos que darian cualquier cosa por
conseguir un empleo)- que pera 0 seria verdad solo si esos sujetos
interpretantes (electores potenciales) respaldaban la candidatura
43Julio Escamilla Morates
conservadora de Alvaro Gomez. Sin lugar a dudas, el sujeto comuni-
cante de este texto publicitario enfatiz6 sutilmente la conviccién como
condicion necesaria para la accion, pues para él el efecto perlocucio-
nario (en este caso, el efecto producido por lo que se dijo) era mas
importante que et acto ilocucionario (el simple acto de haberlo di-
cho). Sin embargo, como el TU no es nunca un simple receptor de
mensajes, sino un sujeto que hace su propia interpretacién de acuer-
do con las circunstancias discursivas en que se encuentre y, por ende,
de acuerdo con el YO, es posible que la real interpretacion hecha por
el sujeto interpretante (los sujetos interpretantes, por cuanto son
muchos) haya dejado sin validez la imagen de destinatario ideal vis-
lumbrado por el sujeto comunicante.
Esta ultima posibilidad fue ilustrada de manera categorica por el
caricaturista Al Donado, en el diario El Espectador, de Bogota. En
efecto, en una de sus caricaturas publicadas dias después de la apa-
ricién del texto en cuesti6n, encontramos a un tipo que, después de
haber leido el anuncio publicitario de la campafia de Alvaro Gomez
Hurtado, se dice a si mismo: “iHm! Y ni siquiera ha conseguido
empleo para él”, en una clara alusion a un acto enunciativo del mis-
mo candidato frente a los periodistas en el que declaraba que él esta-
ba buscando “el primer puesto de Ja naci6n”.
La situaci6n que acabamos de presentar, claro ejempto de la asime-
tria de la comunicacién, nos muestra a un sujeto comunicante (par-
tido conservador, sin ninguna duda) que se ha construido una imagen
de destinatario (TUd) que no corresponde a lo que es el sujeto inter-
pretante (TUi). El lector, a su vez, se ha construido una imagen de
interlocutor que no corresponde al enunciante real del acto de len-
guaje (YOe), sino al enunciante que él, como sujeto interpretante,
imagina, de acuerdo cgn las condiciones de produccién de ese mis-
mo acto, En otras palabras, este sujeto interpretante (TUd), que no
corresponde al destinatario al cual se dirige el sujeto comunicante
(YOc), al producir su propio acto de interpretacion remite a este Gl-
timo una imagen de enunciante de lo que el YO creia o queria ser.
44Fundamentos semiotinguisticos de la actividad discursiva
La PROVOCACION
Aunque por lo general el sujeto comunicante concibe su acto discursivo
con la intencién de lograr que el interpretante (TUi) se identifique con
el destinatario (TUd), el conocimiento que dicho comunicante tenga
sobre la personalidad y las convicciones del sujeto interpretante podra
Hevarlo a escoger una estrategia argumentativa de provocacién, que
no se caracterizara por perseguir esa identificacién, sino por todo lo
contrario, ya que al no sentirse identificado con el destinatario vislum-
brado por el sujeto comunicante, el interpretante pondrd en practica lo
que Charaudeau denomina “defensa reveladora”. En consecuencia, la
estrategia de la provocacién se caracteriza porque:
El sujeto enunciante (YOe) dice p, lo cual muestra una imagen de
destinatario (TUd) desfavorable para e sujeto interpretante (TUi).
Pero el sujeto comunicante sabe muy bien que entre el sujeto inter-
pretante (TUi) y el destinatario (TUd) no hay semejanza alguna (TUi
+ TUd). Lo que el comunicante persigue, entonces, es ta reaccion
del interpretante.
De lo anterior se desprende que el discurso de la provocacién busca
efectos sicolégicos que originen un cambio de conducta en el inter-
pretante, puesto que /loca sus sentimientos morales, politicos, inte-
lectuales, estéticos, etc. Ei objetivo de la provocacin es, por lo tanto,
suscitar en el sujeto interpretante (TUi) algunas emociones ¢ inducirlo
a la accion, es decir, a Ja realizacién de actos especificos”.
Veamos cémo funciona esa estrategia de la provocacién en los textos
de dos calcomanias que hace algunos afios aparecieron colocadas en
el interior de algunos buses urbanos de la ciudad de Barranquilla:
1) SLUSTED NO BS UN BUEN BARRANQUILLERO
USTED NO ES UNA MIERDA,
Aunque en su articulo Martine Dalmas (1981) no se refiere exactamente a la provoca-
cién cuando habla del papel de las emociones en la argumentacion, creemos que sus
Planteamientos son igualmente validos para ta explicacion de esta estrategia discursiva.
45Julio Escamilla Morates
2) SI USTED NO QUIERE A BARRANQUILLA,
USTED NO QUIERE Ni A SU MADRE.
De entrada hay que resaltar la presencia formal de la marca
enunciativa “usted” que aparece en ambos textos. Ella se refiere, evi-
dentemente, al sujeto destinatario, que no es otro que todas aquellas
personas que utilizan el servicio de buses publicos en la mencionada
ciudad, lectores obligados de los Jetreros y calcomantas que alli son
colocados.
Por otra parte, aunque el sujeto comunicante (YOc) no se deja ver
formaimente en sus discursos, los textos mismos se encargan de suge-
rirnos muchas cosas acerca de él. CQuién es realmente el autor (YOc)
de esos dos mensajes? Aunque los textos no lo dicen expresamente, es
S6lo a través de ellos y con la ayuda de las “posibles interpretaciones”
que podemos conjeturar ~por lo menos— cuAl es el sujeto enunciante
(YOe) que aparece hablando en esos discursos”. En efecto, tratandose
de una supuesta campafia civica, debemos pensar que el YO que se
encuentra encubierto en esos enunciados es una persona que no est4
conforme con el comportamiento de algunos barranquilleros frente a
los problemas de esta ciudad, raz6n por la cual los interpela y los con-
mina a que se pregunten qué clase de barranquilleros son, con la con-
viccion de que seguramente los sujetos interpretantes (TUi) rechazaran
esa imagen de barranquilleros que él sugiere como destinatarios (TUd).
En otras palabras, a partir del proceso de interpretacin realizado por
cada lector se generara —de una manera o de otra— no solamente una
actitud de diferenciacion personal, sino también colectiva.
Ahora bien, équé podemos decir acerca de los términos utilizados en
esos textos? Sencillamente, que su autor -desconocido por nosotros
como ser real- opto por el empleo de la agresion verbal como estra-
* El andlisis de un texto no puede cefirse exclusivamente al punto de vista del sujeto
‘omunicante o al del interpretante, sino que debe dar cuenta también de las «posibles
‘interpretacionese, es decit, las diferentes posibilidades de inierpretacion que se des-
prenden del entrecruzamiento de los procesos de produccidn ¢ interpretacion discursivos.
46Pundamentos semiolingutsticos de la actividad discursiva
tegia discursiva de provocaci6n, con el claro propésito de desenca-
denar la “defensa reveladora” de la cual habla Charaudeau, puesto
que al no reconocerse en la imagen de destinatario sugerida por el
enunciante, el sujeto interpretante se ve obligado a reaccionar, de-
mostrando asi que TUi y TUd son bien diferentes. Es decir, ei sujeto
interpretante tiene que probarles a los otros y probarse a si mismo
que é] no es ese baranquillero del cual hablan los textos de las calco-
manfas citadas, sino alguicn distinto que si se preocupa por los pro-
blemas de su ciudad.
La escogencia de las expresiones utilizadas en esos mensajes no pue-
de entenderse, pues, como un simple “acto de vulgaridad”, sino como
algo que debe lIlevarnos a la brisqueda de explicaciones mucho mas
conscientes y, sobre todo, libres de prejuicios y tabuies lingtiisticos.
Se trata de discursos que, en realidad, al ser concebidos y enuncia-
dos de esa forma, se convierten en el testimonio de una estrategia
argumentativa mucho mas sdlida y convincente que otras relativas al
mismo problema de desidia ciudadana que sc vive desde hace tiem-
pos en Barranquilla. Con ellos se pretende confrontar al sujeto inter-
pretante y hacerlo caer en la cuenta de que debe asumir una conducta
que vaya en bien de la ciudad.
EL SECRETO
Las intenciones del sujeto productor de un acto de lenguaje no siem-
pre estan relacionadas con la posibilidad de decirlo todo. En algu-
nos casos, las mismas circunstancias discursivas en que se produce
un acto de esa naturaleza Hlevan al sujeto comunicante (YOc) a
callar, de manera total 0 parcial, aquello que no le conviene decir.
Esta omisi6n, voluntaria y utilitaria por lo demas, es la base esen-
cial de la estrategia del secreto, un fendmeno discursive que “con-
siste simplemente en privar al interlocutor de una informacién y, de
ser posible, en no dejarle siquiera adivinar esta carencia” (Durandin,
1983: 81)
41Julio Escamilta Morales
La estrategia discursiva del secreto se fundamenta, pues, en la no
utilizaci6n de signos (cualquiera que sea su clase) relacionados con
aquello que esta siendo tratado en un determinado proceso interactivo.
No obstante, resulta apenas légico admitir que deben existir algunas
marcas o alguna alusin que insinue que en un acto de esa naturale-
za se ha escondido algo que no se quiere 0 no se puede decir, ya que
“es evidente que sin esas marcas el secreto no existiria” (Greimas y
Coiirtes, 1979). Mas atin, a pesar de que fa ausencia de tales signos
dificulte el reconocimiento preciso de esas marcas, ello no es Obice
para que el sujeto interpretante de un discurso se dé cuenta de que se
le esta ocultando algo.
Por lo general, el secreto se presenta en un contexto situacional en ef
que hay muchas cosas dichas y en donde parece que se han dado mu-
chas informaciones, seguramente con el propésito de que el sujeto in-
terpretante no se dé cuenta que se ha omitido algo que se le quiere
ocultar (Durandin, 1983; 87). Segdin Durandin, la omisi6n parcial de
informacién en un discurso cualquiera puede modificar sustancialmente
{a significaci6n total de éste. En raz6n de ello, el secreto (que desig-
na s6lo con el nombre de “omision”) debe ser “asimilable a la mentira
porque produce los mismos efectos”, sobre todo “si lo que se omite
decir es importante para fa persona a la que se le esta hablando, y si
ésta no tiene otras fuentes de informacion” (Durandin, 1983: 82). En
lo que a nosotros respecta, debemos decir que no estamos de acuerdo
con esta posicion, por la sencilla raz6n de que si un sujeto comunican-
te (locutor} calla algo, al no estar afirmando nada no puede estar afir-
mando algo falso, y la falsedad es una de las condiciones inherentes a
la mentira como estrategia discursiva.
De todos modos, ef secreto no sélo sirve para omitir hechos, sino
también para ocultar intenciones, siendo éstas mas dificiles de detec-
tar que aquéllos. Al decir del propio Durandin (1983: 82), “si se omi-
te un hecho y el interlocutor lo conoce, podra sorprenderse y hacer
preguntas; en cambio, si se omiten intenciones puede hacer hipote-
sis, pero no puede oponer ninguna constatacion’.
48Fundamentos semiotinguisticos de la actividad discursiva
EI secreto -no esta de mas decirlo- no tiene nada que ver con el
implicito resultante de las condiciones de producci6n e interpreta-
cién discursivas, ya que si bien en éste también se da la omisi6n, lo
que el sujeto comunicante decide “no decir” no es desconocido por
el destinatario.
En Ultimas, la estrategia discursiva del secreto se caracteriza porque:
EI sujeto enunciante (YOe) no dice nada sobre algo que sabe
(p= 0):
el sujeto comunicante (YOc) sabe p, pero no quiere o no puede
comunicarselo al destinatario (TUd);
el sujeto interpretante (TUi) se plantea la hipstesis de que el co-
municante (YOc) si sabe p, pero no quiere o no puede decirselo.
Lo anterior puede ser ilustrado con el siguiente caso, tomado del
final del filme Umberto D, del realizador italiano Vittorio De Sica:
Umberto, el protagonista, pobre jubilado a quien el gobierno no paga
puntualmente su pensién, enfermo y solitario, ante el inminente des-
ahucio que le hard la duefia de la pensién donde vive, decide aban-
donar ese lugar y suicidarse. Pero al momento de salir, Maria, la
doméstica, unica persona que le ha brindado su amistad y apoyo, le
pregunta: “i,Podré volverlo a ver a usted, sefior Umberto?”. Este, sin-
tiéndose incapaz de comunicarle su intencion, esquiva la pregunta y
le dice: “En el cuarto he dejado algunas cosas para ti”. Minutos mas
tarde llega con su perro a un establecimiento encargado del cuidado
de esta clase de animales, y dice a los propietarios: “tSaben? Me voy
de viaje y quiero dejarlo aqui por algin tiempo”. Ante la pregunta
“gCuando regresa?”, responde “No lo sé”, lo cual origina que estos
tltimos le nieguen el servicio que tes ha solicitado.
No es dificil comprender que en el caso que acabamos de presentar,
nos hallamos frente a dos estrategias discursivas totalmente distintas.
En la primera, el hecho de que Umberto conteste 1a pregunta de la
camarera (Maria) con el enunciado “En el cuarto he dejado algunas
49Julio Escamilla Morales
cosas para ti”, con el fin de ocultarle su firme intencidn de suicidarse,
es un claro ejemplo de lo que es el secreto como estrategia discursiva
que busca privar de una informacion al interlocutor. Todo aqui se debe
a que a Umberto no Ie conviene confesarle a a doméstica su decision
final, por temor a que ella interfiera en su plan. Por eso, escamotea la
respuesta que ella quiere conocer, sin poder evitar, no obstante, que
ella internamente haga conjeturas sobre el porqué de la respuesta ob-
tenida, lo cual no lo expresa con palabras, evidentemente, sino con un
gesto de la cara. No hay en este caso, pues, mentira por ningun lado.
En la segunda, por el contrario, al responder “No lo sé”, Umberto no
sdlo oculta su decision de suicidarse, consolidando de esta manera su
estrategia del secreto, sino que miente, ya que él sabe muy bien que no
realizard ningtin viaje y que, ademés, no regresard jamds a ese lugar.
El hecho de habernos referido por separado a cada una de las estra-
tegias que aqui hemos intentado describir -aunque no con la profun-
didad deseada- no significa de ninguna manera que ellas tengan que
ponerse en practica aisladamente. Por e] contrario, tal como acaba-
mos de ver en la situacion presentada en el filme Umberto D, la com-
binacion de las estrategias discursivas es una prueba de la importancia
de la dimension pragmatica del lenguaje, consistente en convencer y
persuadir al sujeto destinatario de aquello que uno dice con el fin de
incitarlo a la accién o hacer que asuma una determinada actitud.
Esta influencia que el sujeto comunicante quiere ejercer en el desti-
natario no puede estar, por ello mismo, desligada del marco situacio-
nal en que se lieva a cabo el acto de lenguaje, pues Ia interpretacion
que este interlocutor realiza, implica el reconocimiento de signos ver-
bales y no verbales y de los contratos y estrategias discursivas que
ese mismo marco situacional hace posible. En consecuencia, la efi-
cacia de un acto de lenguaje estara determinada siempre por la ma-
nera como han sido utilizadas las circunstancias situacionales y por
la influencia que se haya podido ejercer -para bien o para mal- en el
sujeto interpretante.
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