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aad TUM Rais de Qe susin pose. Bho Ein) Waal: NRoRuore PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION! La raz6n humana tiene el destino singular, en uno de ‘sas campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestio- nes que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la raz6n, pero alas que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades. La perplejidad en la que c2e la raz6a no es debida 2 culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso e ible ca cexige su propia naturaleza), legando a condiciones progresiva- mente mis remotas. Pero, advietiendo que de esta forma st. tarea ha de quedar inacabads, ya que las cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurric a principios que sobrepasan todo posible uso empirico y que patecen, no obstante, tan libres de sospecha, que la misma razdn ordinatia se halla de acuerdo con ellos. Bs asi como incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que éstas se deben ecesariamente 2 errores ocultos en algin lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastacién empirica alguna por sobrepasar los limites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se lama metafisica. Hubo un tiempo en que Ja metafisics recibia el nombre de reina de todas las ciencias y, si se toma el deseo por la realidad, bien merecia este honroso titulo, dada wria de su objeto, La moda actual, por 4 in B omits Kane este prélogo (N. del T.) avn avin 8 KANT/CRITICA DE LA RAZON PORA. consiste en miifestar ance ella todo su desprecio. La matrona, ATK rechazada y abandonada, se lamenta como Hécuba: modo mani ‘a reruns, tot generis nasivque potens —mune trabor exul, inept) —, Su dominio, bajo la administracién de los dagmaticos, em- pez6 siendo de Pero, das igua barbarie, tal dominio fue progresiva- ‘consecuencia de guerras intestinas, en 38 eseépticos, especie de némadas que imiento duradero, destrufan de vez en . Afortunadamente, su atimero era redu- cido. Por ello no pudieron impedir que los dogméticos intenta- ran reconstruir una vez més dicha unin, aunque sin concordat centre sf mismos sobre ningiin proyecto. Mas recientemente parecié, por un momento, que una cierta fisiologia del entendi- miento humano (la del conocido Locke) iba a terminar con todas esas disputas y que se iba a resolver definitivamente Ja legitimidad de aquellas pretensiones. Ahora bien, aunque elorigen de la supuesta reina se enconte6 en la plebeya experien- cia comtin y se debid, por ello mismo, sospechar con fandamen- ‘to de su arrogancia, el hecho de habérsele atribuido falsamente AX tal geneslogia hizo que clla siguiera sosteniendo sus pretensio- nes. Por eso ha recafdo todo, una vez mis, en el anticuado y earcomido dogmatisne y, a consecuencia de ello, en el despres tigio del que se pretendia haber rescatado Ia ciencia. Ahora, ‘as haber ensayado en vano todos los métodos —segiin se pien. sa, reina el hastio y el indiferentimmo total, que engendsan cl caos y la noche en las ciencias, pero que constituyen, Ja vez, el origen, o al menos el preludio, de una préxima transformacién y claificacidn de las mismas, después de que un celo mal aplicado las ha convertido en oscuras, confusas Es imitil la pretensin de fingit indiferencia frente a investigaciones cuyo objeto m puede set indiferente ala naturale- za humana. Incluso esos supuestos indiferentistas, por mucho que se esfuercen en disfrazarse transformando el lenguaje de J escuela en habla popular, reeaen inevitablemente, ast que se ponen = pensar algo, en las afirmaciones metafisicas frente 3 Ovidio, Metemrfoie todas, poderosa entre tnt smerble,(Versién del. Inace poco Ik mayor de ‘soy destersds como una PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION 9 a las cuales ostentaban tanto desprecio. De todas formas, esa indiferencia, que se da en medio del florecimiento de toda: las ciencias y que afecta precisamente a aquéllas cuyos mientos —de ser aleanzables por el hombre—serfan los sltimos A XI f'los que fate renunclaria, representa un fenémeno digo de atencién y teflexiOn. Es obvio que tal Indiferencia 10 e+ tfecto de la igeresn, sno del Julio 1 maduro de uns 60- fa que no ge contenta ya con tn stber aparentes e, por una parte un Inmamiento la razOn para que de nuevo emprends Tend de de oa eee ae al auroconocinien toy, por ota, para que insticuya un tribunal que garantice sus protnsiones legicinse que Sea pez de terminar con ‘todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autori- A XI ad, sino con las leyes ecernas ¢ invariables que Ta razéa posce. Semejante tribunal no es otro que la misma oritica de la raxén pura. No entiendo por tal la de libros y sistemas, Este camino —el nico que quedaba— es el que yo he seguido y me halaga el que, gracias a haberlo hecho, haya _ sebsenien be 14 nazon roma encontrado el modo de acabar con todos los errores que hasta ahora habfan dividido la razdn consigo misma en st uso no empirico. No he eludido sus preguntas diseulpindome con 1a insuficiencia de la razén humana, sino que las he especificado exhaustivamente de acuerdo con principios. Una vez descubies. Axi to el punto de desavenencia de la razén eonsiga misma, he resuelto tales préguntas a entera satisfaccion suya. Claro que Jas contestaciones' a esas preguntas no han cotrespondide a las expectativas del exaltado y dogmitico ata de saber, ‘Tal afin s6lo podria quedar satisfecho mediante poderes migicos, delos que yo nada entiendo, Pero tampoco era ése el proposite de la raz6n, El deber de la filosofia n producide por ua malentendido, I pérdida de preciados y queridos erro. es, sean cuantos sean. En este trabajo he puesto la mayor atencidn en la exhaustividad y me atrevo a decir que no hay un solo problema metafisico que no haya quedado resuelto 9, del que no se haya oftecido al menos la clave para resolverlo, Y es que la razén puta constituye una unided tan perfects, que, de Tas euestiones que ella se plantea a sf misma, habria que techazar tal principio, puesto que entonces tampoco seria eapaz clucioaar con plena segurided ninguna de las rentines cuestiones, Alddeci esto ereo ver en el rostro del lector una indigna- AXIV cidn mexclada con desprecio ante pretensiones aparcatenene tan ufanas y arrogantes. Sin embargo, tales pretensions con incomparablemente més moderadas que las de cualeuier auton del programa més ordinario en el que pretends demostren Pongamos por caso, la simplicidad del alma o la necesidad de un primer coniengo del mundo, En efecto, cate autor ce compromete a extender el conocimiento humane fe alld. de todos los limites dela experiencia posible, cosa que desbords por completo mi capacidad, lo confieso humildemente, Lin lugar de ello, me ocupo de la razén misma y de su penser puro, Pars lograr su conocimiento detallado ino necesito harene Iejos demi, ya que encuentro en mi mismo ambi come a misma Idgica otdinaria me oftece una muestra de ope todos los actos simples de I raz6n pueden ser entera ysistomiee camente enumerados. Ta cuestién que se plantes aguf ev Is de cuinto puedo esperar conseguir con la razén a! se me prlva de todo material y de todo apoyo de la experience PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION u Hasta aqui lo que se reficre 2 Ia completud y exhaustivi- dad de todos y cada uno de los abjetivos que, como ot de nuestra investigaci6n cxitica, nos plantea, no un propésito arbitratio, sino la misma naturaleza del conocimiento, Hay que considerar ain la certega y a claridad, dos requisitos que,afectan a la forma de dicha investigacién, como exigencias fundamentales que se pueden imponer razona~ blemente a quien se atreva a acometer una empresa tan esca- rosa. - Por lo que se refiere a la cerfeza, me he impuesto el cxiterio de que no es en absoluto permisible el apinar en este ‘ipo de consideraciones y de que todo evanto se parezca a tuna hipétesis es mercancia prohibida, una mercancfa que a0 debe estar a Ja venta ni aun al més bajo precio, sino que debe ser confiscada tan pronto como sea descubierta, Todo conocimiento que quiera sostenerse 2 priori proclama por sf mismo su voluntad de ser tenido por absolutamente nece- determinacién de la cual ha de servic incluso de ejemplo de toda certeza apodictica (filoséfica). Si he realizado en esta obra la tarea que me he comprometido, es algo que dejo enteramente le corresponde tinicamente aducir razones, no el enjuiciar el efecto de las mismas sobre sus jneces. De todas formas, permitasele al autor, a fin de que nada motive involuntariamente un debilitamiento de tales raz0- nes, sefialar por sf mismo los pasajes que puedan dar lugar a cierta desconfianza, aunque afecten sélo a un objetive secunda- rio. Asi se evitard a tiempo el influjo que una duda acerca de este punto, por muy pequefia que sea, pueda cjercer sobre ¢l juicio del lector en relaci6n con el objetivo principal. Para examinar a fondo Ia facultad que llamamos entendi- miento y para determinar, a la vez, las reglas y Iimites de su uso, no conozco investigaciones mis importantes que las, Presentadas por mf en el segundo capitulo dk trascendental bajo el jgaciones son las que més trabajo me han costado, aunque, segiin espero, no ha sido en vano. Esta indaga Tanteada con alguna profundidad, posce dos vertientes distintas. La primera se refiere a los objetos del entendimiento puro y debe exponer y hacet intel ble la validez objetiva de sus conceptos a priori. Precisamente axy AX al KANTICRITICA DE LA RAZON PURA por ello es esencial para lo que me propongo. La segunda tuata de considerar el entendimiento puro mismo, segin sus posibilidades y segiin las facultades cognoseitivas sobre las A2vm que descanss, y, por consiguiente, de estudiar su aspecto subje- AxVu vo, sta discuson, a pesar de su gran importancl co cee —“—i—nrrsrssse ye que la pregunta fundamental contin ieado exe es ¥ eutnco pueden conocer el enteadimiento y Ia soba oon independencin de toda experiencia 90 est ota edn ee ————— 65, en cierto modo, buscar In canon de un niece dacs Poter, en ete cent, cierto patcido con wan hipotese oad, ase, como mostraré en ota ocaicn, no ecave wt ke heey Patece como sivme permitets aguf la Hberad de pion como si el lector quedata tambien libre park spar Caren sodo, Teniendo esto en cutie, cho adeantaries erocadane lee a deduccién objetivn, que cola que me inaces eee rente, adquiere toda so fuctza aun on co de cee deduct subjetiva no le convenga tan plenamente ong espero, De cualquier forma, lo dicho en is pigioes 99 5 052 Puede ser satiiente seen Fitaltente no que tte adres tector tee derecho a exigt, en primer lage, le eleried tearsie aoe sediant copes, pero tamblén, en segundo hagee a ay intro (estes) medi icons, elec medion enn strat Huseacione ones fa prinra he ca fa ha sido tambien Ia exusn forties de que te Tove gets complir con ln segunch exigen inser tan etic, ext tambien razomble. Ao igo de mil tayo he ences casi constamtemente dadando acerca dl partde « ne teacidn con este punto. Lor eemplos yh luatracione eae re me ban pateido necesroe y por ello Bulan relives én us lugares adecuadon dentro dl primes esboso, Peters Advert Ia magnitud de mi tves la muldted ae dopey de tos que tender que ocuparme. ‘Al drmie eoenes dee saclan ya bastante In ob, me parcels inoportane congo ‘ia més con ejemplos e ilustiaciones ic solo se eee " Las pigion se seflzen ia edciéa A, Comerponden © hs pig ‘nas 125 y 126 de la presente edicién (N. det T.). 2 PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION 13 si se adopta un punto de vista popular, méxime cuando este trabajo no podria en absolute conformarse a un uso popular y cuando a los verdaderos conocedores de Ie ciencia no les hhace tanta falta semejante alivio; aunque siempre es agtadable, podria Iegar aqui a tener efectos contraproducentes. El abate ‘Terrasson? dice que si se mide un libro, no por el niimero de paginas, sino por el tiempo necesario para entenderlo, podria afirmarse que algunos libros sertan mucho més cortos si no fueran Jan cortos. Pero, por otro lado, cuando nuestra intencién apunta a la comprensibilidad de ua todo de conocimiento especul: que, aun sicndo vasto, se halla interrelacionado con un princi- pio, podemos decit con la misma razén: algunos libros sertan ‘ucbo més claros si ma bubiesen pretendido ser tan elaros, Pues, aunque los medios que contribuyen a la claridad ayudan® cen algunos puntos concretos, suelen entorpecer en el conjante, ya ne no petmiten al lector obtener con suficiente rapidez una visién panorémica, y con sus colores claros tapan y hacen itreconocible Ia articulacién o estructura del sistema, que es, sin embargo, lo més importante a la hora de juzgar sobre Ja unidad y Ia solidex del mismo, Creo que puede reportar al lector un no pequeiio atracti- vo el unir su esfuerzo al del autor si, de acuerdo con el esbozo presentado, espera Mevar a cabo de forma completa y duradera una obra grande e importante. Segtin los conceptos ‘que offecemos en este libro, la metafisica es Ia unica, entre todas las ciencias, que puede prometerse semejante perfeccién, y ello en poco tiempo y con poco, aunque concentrado, esfiuer- zo. De tal manera, que no queda a Ia posteridad sino Ia ta- rea de organizarlo todo de forma diddetiea segiin sus designios, sin poder aumentar cl contenido de la ciencia en lo més minimo. En cfecto, la metafisica no es més que el inventario de todos los conocimientos que poseemos, sisteméticamente ordenados por la rayén pura. En este terreno, nada puede eseapar a muestra atencién, ya que no puede ocultarse a la razdn algo que ésta extrae enteramente de sf misma. Es ella la que lo trae a la » Jean Terrsson (1670-1750), Eecritor francés. Kent ude a au obra La philoopbie applicable tne lor objets de Pept of dela raton(XT54), teal fl alemin en 1762 eon et titulo. de Philaaphie mech strom elgemninee Bisginse af ele Gegrtinde des Geiser and dir Sten. La cta pestenece » la pigy 1YT lugar de fehlens, (N, AxIX AXX AXXI Axx m KANTICRITICA DE LA RAZON PURA na intuicién especial conducente a una determi. nada experiencia, puede tener sobre ellos influjo ninguno para ampliarlos 0 aumentarlos, hace que esta incondicionada com pletud no sdlo sea factible, sino necesatia, Tecwm habita of ‘noris, quam sit tibi carta supellex\, dice Petsio. Semejante sistema de la razon pura (especulativa) espero esctibirlo yo mismo bajo el titulo de: Metaftsica de la naturaleza, Aunque no tends la mitad de la extensién de la presence critica, su contenido sera incomparablemente més rico. La critica que ahora publico debia, ante coda, exponer las fuentes y condiciones de su posibilidad, y necesitaba desbrozar y allanar ua suelo completamente inculto. Frente al presente libro espero del lector Ia paciencia y 1a imparcialidad de un juez. Frente al otto espero, en cambio, Ia benevolencia y el apoyo de wa colaborador. Pues, por muy completamente que se expon- ganenla del mismo exige que no fate ninguno delos conceptos derinades, Estos sltimos no pueden ser enumerados @ priori, sino que han de ser buscados de forma gradual. Y, dado queen la tities se agota toda Ia sintesir de los conceptos, en el sistema ademas, que ocurra lo mismo con el andlisis, todo Jo cual constituye una tarea ficil y es més bien un pasatiempo que un trabajo, Me res respecto a la de los pliegos. En ellos encuentro algunas erratas, pero no confunden el sentido, a no ser la de la pagina 379, 4 empezando por abajo ®, donde debe leerse especifico en lugar de esriptice. La antinomia de la raz6n pura, paginas 425-4618, esté dispucsta en forma de tabla: todo lo que corresponds a la desis va siempre a la izquierda y lo que pertenece a la authtess, a la detecha, Lo he ordenado asi con el fin de que tar entre sf Ia proposicién y su contra. proposicién. * Ocspate de tus cous yveeks enka reducidos son tus recursos (Vessin aa) ® Paginacion de 9 Nem (N. del. Drimera edicisa (N, del 1.) todos los principics del sistema, la exhaustivided - PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION! Sita_elaboracién de oc al_dominio_de.Ja.razén Mevan_o. tuna ciencia, es algo que pronto puede apreciarse por el resulta do. Cuando, tras muchos preparativas y aprestos, Ia razén. se queda estancada inmediatamente de legar a si fin; 0 cuando, para alcanzarlo, se ve obligada a retroceder una y otra ver y @ tomar tro camino; cuando, igualmente, no es posible poner de acuerdo a los distintos colaboradores sobre la manera cuando esto ocurre se puede jante estudio esta todavia muy de haber encontrado el camino seguro de una ciencia: no es més que un andar a tientas. Y constituye un méi de Is razén averiguar dicho camino, dentro de Jo posible, aun a costa de abandonar como’ instil algo que se hallaba contenido en el fin adoptado anteriormente sin reflexién, Que Ia légica ha tomado este camino seguro desde Jos tiempos mas antiguos es algo quie puede inferirse del hecho de que no ha necesitado dar ningiin paso atrds.desde Aristételes, salvo que se quieran considerar como correcciones Ia supresién de ciertas sutilezas innecesarias o la clarificacién de lo expuesto, aspectos que afectan a la elegancia, mas que a In certeza de la cienicia, Lo curioso de Ia légica ¢s que tampoco haya sido le avanzar un solo paso. Segiin todas las pues, definitivamente conduida. En efecto, modernos han pensado ampliarla a base itroducir en ella capitulos, bien sea pricolégicor, sobre las distintas facultades de conocimiento (imaginacién, agudeza), 2 Del ako 1787 (W. det) avi avin pix ax Ae KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA, bien sea metafiins, sobre cl otigen del conocimiento o de los distintos tipos de certeza, de acuerdo con la diversidad de objetos.(idealismo, escepticismo, etc.), bien sea antropoligies, sobre los prejuicios (sus causas y los remedios en contra), de la légiea_estin ses Dorseram saa aurea capone de y.demostrar con rigor. Sela ee oem aera oes ones oes objeto, sean los que sean los obsticulos, fortuitos o naturales, €l entendimiento no se ocupa ‘iés aie def mismo y de su forma. Naturalmene, es mucho més dificil para la raz6n tomar el camino seguro de la cienciat cx, consttuya simplemente el vesfbulo, por af de las cleneias y, aunque ae presupone una logic para Jos conocimicntos concretos que se abordon, hay que busear In adquisicion de étou en las clon propia y objetivamen dicta. ae [Ahora bien, en la medida en que ha de haber saz tn dichas ciencias, tiene que conocere en ellas algo « prion, Y este conocimiento puede poscer dos tipos de telacién cod fe objeto: o bien para dermimr simplemente éte tle ¥ m4 concepto (que ha de venir dado por otro lado), 0 bien aes cnvrtile oh reciod. La primera slack, eo dela zén; la segunda, el envciniento pr imientos ha de exponerse primero por separa- do Ia parte pura —sea mucho © poco lo que contenga—, a saber, la parte en la que Ia raz6n determina su objeto entera” mente a priori, y posteriormente lo que procede de otras Fuentes, a fin de que no se confundan las dos cosas. En efecto, es ruinoso el negocio cuando se gastan ciegamente los ingresos sin poder distinguir después, cuando aquél no marcha, cudl ces la cantidad de. ingresos capaz de soportar el gasto y cudl cs la cantidad en que hay que reducislo, PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 7 La motirftien y In fie son_los_dos_conocimientos, teGricos de la razén que deben deverminar sus abjelos « priori {Es primera de forma enteramente pura; In segunda, de forma al mnenos parcialmente pura, estendo entonces sujets tal deter- minacidn a otras fuentes de conocimiento dist © La matemética ha tomado el, cami desde os primeros | se piense la raz6n tinicamente se ocupa de s{ misma— el hallar, ‘9 mas bien, el abrir por s{ misma ese camino real. Creo, B XI por el contrario, que ha permanecido soucho tiempo andanido 4 tiontas (especialmente entre los egipeios) y que hay que juit tal cambio a una revolucién llevada a cabo en un ensayo, por la idea feliz de un solo hombre. A partir de este ensayo, rno se podia ya confundir la ruta a tomar, y el camino seguro de la ciencia quedaba trazado e iniciado para siempre y con sleance ilimitado. Nila historia de la revolucién del pensamien- to, mucho més importante que el descubrimiento del conocido 4c los mis pequefios elementos de las demostr: io de la mayorla, no necesitados siquicra — demuestra que el recuerdo del cambio umbrarse este nueve camino debié ser consi- derado pe muy importante y que, mismo, se hizo inolvidable. Una nueva luz se abrié ‘© como se quiera) que demostr i, sus propiedades, sino extraer éstas @ priori por medio de lo que él mismo pensaba y exponia (por construccién) en conceptos. Advi también que, para saber @ priori algo con certeza, no debia a cosa sino lo que necesariamente se segufa de lo que con arreglo a su concepto, habia puesto en ella. La ciencia natural tardé bastante més en encontrar la via grande de la ciencia. Hace sélo alrededor de un si 1 aiseaceles, si, de soverdo con Rosenkranz, te lee gluon, en vee de glieatg (Ni. del T) Ba efecto, advistid que no debia B xt 18 KANTICRITICA DE 1.8 RAZON PURA y medio que la propuesta del ingenioso Bacon de Verulam en parte ocasion6 el descubrimiento de Ia ciencia y en parte le dio mis vigor, al estarse ya sobre la pista de la misma Este descubrimiento puede muy bien ser explicado igualmente por una ripida re Previa en el pensamiento, Sélo me referiré aqui a la ciencia natural en la medida en que se basa en principios emp Cuando Galileo hizo baat por l plan inctinado unss bolas de un peso elegido por el mismo, o cuando, Tovrea a. = =—S—r—§_ —<—— habia supnesto equivalente al de on determinado, velonen de agus, 0 cuando, mis tarde, Stahl tansformé aivtlee ea DxOH eal y sia de uevo en metal, a base de quiseice algo devolvérscoh, entonces los investgadores de In saturn, comprendicton sibitamente alge, Eetendieon due Ie cern rrr ie, que Ia terdn tne «pie atticbarse con lee princbioe de 5 joicios de acuerdo on loys consumes y tee tiee aon obligar ln matualesa a responder sus preguntes peo va dsjarsecondacie con andaderss, por asi decor Delo eavasin las observaciones fortitas y‘salizdas sia’ tn plas weecee Sr ——r———C smodos, la sazéa busen y nesesit. La tacca debe aberdor "a natuelezallevando en uns mano los peinlpice segee lee cuales s6lo pueden considersrse como eyes los fesémence concordantes,y enla otra, el experimento que ells hare seco lu de tales princpios. Aunque debe hacerlo para ser inser por a naturales, 20 Io harden alice de dos que esencha todo Io que el mestzo quiere, sino sore ney designado que obliga lon testigos a responder 4 ls presuneng aie 4 les formulas De modo que incluso a fies oie cee BXIV tan provechosa revolucion de su metodo « un Kien hee buscar (00 fing) en la natitsless lo que la misnee sass sue debe aprender dela, de'to cual no sabria nada por sf sola, Unicamente de esa forma ha alcaneads 4a ciencin aatural el camino seguro de le tlnein degeds de santos afos de no haber sido mis que va mero spas aint, % No sigo exactamente el hilo de Ia historia del método exp «20s comienzos siguea slendo mal conocides. (Nota de Kars SO DE LA SEGUNDA EDICION 19 isica, conocimiento especulativo de la raz6n, lado, que se levanta enteramente por encima ‘experiencia, con meros conceptos. (no aplicéndotos a la intuicién, como hacen las mateméticas), don de, por tanto, le razén ha de ser discipula de si mis ha tenido hastz ahora la suerte de poder tomar seguro de Ia ciencia. Y todas las demis? y de que seg éstas ie que Jo aniquilara todo, Efectivamente, ea la metafisiea Ia razén se atasca continuamente, incluso cuando, hallindose frente 2 leyes que la experiencia més ordinaria confirma, ella se empena en conocerlas a priori. Incontables veces hay que volver atrés en In metafisies, ya que se advierte que el camino no conduce a donde se quiere ir. Por lo que toca a la unanimidad de Jo que sus partidarios afirman, esti atin tan lejos de ser un BXV hecho, que ms bien es un eampo de batalla realmente destina- do, al parecer, a ejercitar las fuerzas propias en un combate donde ninguno de los contcndientes ha logrado jams conquis- tar el més pequefio terreno ni fundar sobre su victoria una posesién duradera. No hay, pues, duda de que su modo de proceder ha consistido, hasta In fecha, en un mero andar a fientas y, lo que es peor, a base de simples conceptos. ZA. qué se debe entonces que Ia metafisica no haya encontrado todavia el exmino seguro de la ciencia? gis acaso imposible? Por qué, pues, la naturales ha castigado nuestra azn con el aff incansable de perseguir este camino como tuna de sus cuestiones més importantes? Mis todavia: iqué ppocos motivos tenemos para confiar en la razén si, ante ao de los campos mis importantes de nuestro anhelo de saber, 19 sélo nos abandon, sino que nos entretiene con pretextos vanos y, al final, nos engafia! Quied simplemente hemos erra dicho camino hasta hoy. Si es asf zqué indicios nos har ‘esperar que, en una renovada biisqueda, seremos més afortuna- dlos que ottos que nos precedieron? Me parece que los ejemplos de ta matemitica y de Ja ciencia matural, las cuales s¢ han convertido en lo” que som ahora gracias 2 una revolucién repentinamente producida, B XVI A Bmendiendo, de acuerdo con Eedmann, ariges, en lugar de alrie aa 7) Bxvn 20 KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA son ! lo suficientemente notables como para hacer reflexionar sobre el aspecto esencial de un cambio de método que tan buenos resultados ha proporcionado en ambas ciencias, ast como también para imitarlas, al menos 2 titulo de dentro de lo que permite su analogia, en cuanto conocimientos de s226n, con Ja metaffsica, Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro conocer debe segirse por los objetos. Sin embar. 80, todos los intentos reslizados bajo tal supuesto con vistas a establecer a priori, mediante conceptos, algo sobre dichos objetos —algo que ampliara nuestro conocimiento— desembo- caban en el fracaso. Intentemos, pues, por una vez, si no adelantaremos més eit las tareas de Ia metafisica suponiendo que los objetos deben conformarse a nuestro con cosa que concuerda ya mejor con la deseada pos un conocimiento a priori de dichos objetos, un conocimiento ” que pretende establecer 0 sobre ¢stos antes de que nos ‘come con los primeros pensamientos jiendo que no conseguia explicar los ‘mientos celestes si aceptaba que todo el ejército de estrellas gireba alrededor del espectador, probs si no obtendria mejores resultados haciendo girar al espectador y dejando las estrellas en reposo. En la metafisica se puede hacer el mismo ensayo, fen lo que ataiie a la intuicién de los objetos. intaicion taviera que regitse por la naturaleza de los objetos, no veo cémo podria conocerse algo « priori sobre esa natiraleza. Si, en cambio, es el objeto (en cuanto objeto de los sentidos) el que se rige por la naturaleza de nuestra facultad de intuicién, puedo representarme ficilmente tal posibilidad. Ahora bien, como no puedo pararme en estes convertit en conocimientos, sino que debo referirlas a algo como objeto suyo y determinar éste mediante puedo suponer uns de estas dos cosas: 0 bi por medio de los cuales efectio esta determi ién se rigen también por el objeto, y entonces me encuentto, una ver mis, con el mismo embarazo sobre la manera de saber de al algo a pr bien supongo que los objetos 0, lo que 5 lo mismo, Ia experiencia, nica fuente de su conocimiento (en cuanto objetos dados), se rige por tales conceptos. Ea este segundo caso veo en seguida una explicacién més facil, * Leyendo Waren en lugar de Wire, de acuerdo con Roseslerane (N. ary PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION a dado que la misma experiencia constituye un tipo de conoci- imicote que requiete entendimicnte y cate posse una teglas gue yo debo suponer en mf ya antes de que los objetos me sean dados, es decir, reglas 2 priori. Estas reglas te expres, en conceptos 4 priori a por tanto, se conforman necesariamente todos los objetos de la experiencia y con los que deben concordar. Por lo que se refiere a los objetos que son meramente pensados por la razén —y, ademas, como necesarios—, pero que no pueden ser dados como Ia fazén los piensa) en la experienc las tentatives pata pensarlos (pues, desde luego, tiene que ser posible pensarlos) proporcionarin una magnifica piedra de toque de lo que consideramos el nuevo método del pensa- miento, a saber, que slo conocemos @ priori de las cosas Jo que nosotros mismos ponemos en ellas Este ensayo obtiene el resultado spetecido y promete 4 Ia primera parte de la metafisica el camino seguro de la ciencia, dado que esa primera parte se ocupa de conceptos egin dicha transformacién r muy bien Ia posibilidad \davia, se pueden propor- leyes que sieven de base del pensamiento, se puede exp! de un conocimiento 2 priori y, mi cionar pruebas satisfactorias a 42 priori de la natural los objetos de Ia cia. Ambas cosas eran imposibles cen cl tipo de procedimiento empleado hasta ahora. Sin embar- g0, de la deduccién de nuestra capacidad de conocer a priori fen Ja primera parte de la metafisica se sigue un resultado 3% adoptar dos puntor de vista difecentes: por ‘unapatesorganizindolosde forma que tales bjetor pueda scr considerndos comma os de los setidos y de Ia rizin, como objeto relat xvi xix Bxix BXXI 2 KANTICRITICA DE LA RAZON PURA extrano y, al parecer, muy perjudicial para el objetivo entero de a misma, el objetivo del que se ocupa la segunda parte ido consiste en que, con dicha capacidad, jamis podemos traspasar la frontera de la expe posible, cosa cial de esa ciencia, directa de Ia verdad ‘ado de aquella primera apreciacién de nuestro conoci- miento racional a priori, a saber, que éste sélo se tefiere a Fenémenos y que deja, en cambio, Ia cosa en si como no ida por nosotros, a pesar de ser real por sf Pues lo que nos impalsa ineludiblemente 2 t sxperiencia y de todo fenémeno es Ia sazén, necesaria y jus de condicionado hay ee ee cadamente, exige a todo lo Que cosas en i, recamando. de eats forma ta sere completa ‘Ahora bien, supe. iendo. que nuestfo conocimiento empirco se tige hor hee bjetos en cuanto cons en ve descubre que lo ince te puede pensar sn entrain; por eh contetion eaponio, Gee uci tepresenacign de ler cos, tl coms nr toe ads, no se vige por éstis en cutnto cosas cnal,sine see tis bien esos objetos, en cuanto fendmenos, se tena foe tests forma de representacin, denporne le Contd cata nati ys, por coigulene, se devcubre quelo micasicin ado no debe hallaae en lat couas en eusnea ls conocer (a eunmto nos son dade), pero s, en cambios eh ln cover én cvanto ng las conocemoss en cannto coms eh ti, ateneee te pone de-maniiewto que lo gue al comiensa ‘thee 4 titulo de ensayo se halla justificado’. Nos queda ain por jocentat, después de haber sido negndo a le eda eapcouatcn todo avance en el trend supensemible s no se teenerunns datos en su conocimiento prio para determioss sel cone cepto rcional y tnscendente de lovincondsionado y vebieee, tar, de exe modo, seg el deseo den meate, os lesen Tal experimento de la s2zéa pura ee parece bet efectiae los gufmiar bajo el nome de enssyo. Ce re bajo el nomixe de prortininte i ‘enocimiento puro 4 priors en dos costs en cusato fendimenot PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 23 sitio para tal ampli mos, pues, libertad para Hlensrlo. Estamos incluso invitados por la razdn a hacerlo, si podemos, con sus datos Bsa tentativa de transformar ahora empleado por la metafisica, e pleta revolucién de acuerdo con el cjemy y los fisicos, constituye Ia tarea de esta pura especulativa. Es un tratado sobre el métodd, no un sistema sobre Ia ciencia misma. Traza, sin embargo, el perfil entero lacién interna. Pues lo propio de la razén pura especu- mnsiste en que puede y debe medir su eapacidad segiin sus diferentes modos de elegir objetos de pensamiento, ea que puede y debe enumerar exhaustivamente las distintas For- mas de proponerse tareas y bosquejar asi globalmente un siste- ma de meiafisica, Por lo que toca a lo primero, en efecto, nada puede aiiadirse a los objetos, en el conocimiento a priori, fuera de To que el sujeto pensante toma de sf mismo. Por Jo que se refiere a lo segundo, la razén constituye, con respecto 1 los principios del conocimiento, una unidad completamente separada, subsistente por s{ misma, una unidad en la que, como ocurre en un cuerpo organizado, cada miembro trabaja en favor de todos los demis y éstos, a su vez, en favor de los primeros; ningun principio puede tomarse con seguridad desde wn sinico aspecto sin haber investigado, a la vex, su relacién global con todo cl uso puro de la razéa.A este Las leyes centeles de los movimientos de los cuerpos eleses propor 6 es . BXXI ocx 24 KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA respecto, la metafisica tiene una suerte singular, no otorgada « ninguna de las otras ciencias racionales que se ocupan de objetos (pues la légica sdlo estudia la forma del pensemienta cen general). Esta suerte consiste en lo siguiente: si, mediante Ja presente critica, fa metafisica se inserts en el camino seguro puede abarcar perfectamente BXXIV los conocimientos que le pertenecen; con obra y la dejaria, para uso de la posteridad, como patrimonio al que nada podtia afadirse, ya que s6lo se ocupa de principios y de las limitaciones de su uso, limicaciones que vienen determi, #08 mismos principios. Por consiguiente, esti tana bign obligada, como ciencia fundamental, a esa completuedl ¥ de ella he de poder decitse: ni! actu reputans, quid sxperesset ‘agendu Se preguntard, sin embargo, equé clase de tesoro es te que pensamos legar « la posteridad con semejante metafisi. © depurada por la critica, pero relegada por ello 2 un estado de inercia? Si se echa una ligera ojeada a este obra se puede quizd entender que su utilidad es s6lo negetina» os advierte que jamés nos aventuremos 4 traspasar los limites de la experiencia con le razén especulativa. Y, efectivamente, ésta es su primera utilidad. Pero tal utilidad se hace inmediata’ mente positioa cuando se reconoce que los prineipios con los sno constituyen, 10 que, examinados de cerca, tienen le una reduccién de nuestro uso de la BXXV saz6n, ya que tales principios amenazan realmente con exten. der de forma indiscriminada los limites de la sensibilidad, a la que de hecho pertenccen, e incluso con suprimir Puro (prictico) de la razdn. De ahi que uns critica que restrinja Ja raz6n especulativa sea, en tal sentido, mgativa, pero, a la vez, en Ia medida en que climina ua obsticulo que seduce su uso prictico o amenaza incluso con suprimielo, sea realmente de tan positive ¢ importante utilidad. Ello se ve claro cuando, te obligads a ir més sensibilidad, Aunque para esto la ayuda de la hha de estar asegurada contra la oposicién * No du sade por hecho mientras quede algo por hacer (Wesson de) PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 25 do ésta ltima, a fin de no cter en contradiccién consigo misma, Negar a esta labor de la critica su wtilidad posit ‘cquivaldsla a afirmar que la polieia no presta un servicio ‘que Jos ciudadanos pueden temer unos de otros que cada uno pueda dedicarse a sus asuntos en paz y seguridad. tanto fendmenos; que mpoco possemos concepios del ew. teadimiento ny por tanto, elementoe pare conoeet les cose tino en la media en que puede dasre In intucion corerpon. diene tales conceptors que, en consecuencia, no podeinos conocer wn objeto como cota en mama, sino en ceeo objeto dele Inuicion enpiica, es dec, en canto fendmenn Dello se deduce ue toto pouble conocimiomo especlative dia savin ac hal limitado os spl objeto dea experi, tis. No obstante, bay que dejar simpre a salvo —y elo ha de tenerveen cuenta que, tungue no podemos mmear cies objets como coast en si mismas, af he de vernos posible, i mon ert. De To somo, seul abr onicibn de ue habia fendmeno sin que ada se manifest {2 Supongamos shots que no she hecho la dineén, enable Sida como necenia en nucsta ete, entre conse einai eat, Un ese conto chusss a ter, por ejemplo del slim humans, que fey a ln wee, crt voluntad a bale tometidn a la necesided naturl, deck, que no. co ibe, Bl coments den objeto in sen posgue Is experiencia ‘xf, Puedo, en ambi, pn 5 decir, slempre que mi concepto set pen ermpre que no me contradgs, ‘onocimientorerico, Puede hllasefgutlments en las fuentes del eonocimiento pidetico (Note de Kars) BxXV) BxXY, BxxIK 26 KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA En efecto, se habria empleado en ambas proposiciones la pala- bbra calma> exactamente en ef mismo sentidn, a saber, como von cosas en ol primer sentido, es dec, en euamte euros ot Js experienc, sin que le estén sometdae, on cage mismas cosss en el segundo sentcoy si eso ee ser eats Se considers In voluntad en su fenémeno (eng wanes? ville) como geccatimente conform th lges mance ys em tl sentido, como mir, pete, por vig pene misma voluntad es comsderadh como algo peneteines tna cost en sf misma y no aometida a dickes ojo nei como litre, sin que se dé por ello contradicede senna Ge buedo, cs lero, romar mi ame desde este alison nan de vista por medio de la and expeculatins fo mes en por medio dela obsereacon' a Conoces la libertad coma Shr ——————— distincin critica ente los dos tpos de seprtsensacen (ene lectus!) y Ia limitacién que tal chsincion Imo oe conceptos puros del ententimieat, asi tome, pele égicameni, en los prncipios que de los denen & tos shore que le mocal premupone nceeseiamente le Peon) (en el mis esrctoSertido) como propiedad de seesea ee tad por intcoducc «pri como tos del tan nen Britico originate que sesiden en tla y que scan shan nce cribles de no presupoaersc le ible, Spe tembién que lara especuatva ha demostenda goes hE —=E_r— El que lo contratio ino hemos supuesto PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 20 de antemano fa libertad) tendrian que abandonar su puesto en favor del meconisme de Ja natnraleza. Ahora bien, la moral no requiere sino que Ia libertad no se contradiga a si misma, que sea al menos pensable sin necesidad de examen mis hondo Por consiguiente, no ponga obstéculos al mecanismo del mismo acto (considerado desde otra punto de |. Teniendo en cuenta estos requisitos, tanto la doctrina dela moralidad como la de la naturaleza may nes, ‘cosa que no hubjera sido po: hubiese ensefiado previamente nuestra in respecto de las cosas en si mismas ni hi posibilidades de conccimiento teérico a los simples fenémenos. Esta misma explicacién sobre la ps d de los prinei- pios exiticos de la razén pura puede ponerse de manifiesto respecto de los conceptos de Dios ¥ de la naturalega sinple de nuestra alma. Sin embargo, no lo voy a hacer aqui por razones de brevedad. Ni siquiera puedo, pues, aceptar a Dios, la libertad y la inmortalidad en apoyo del necesario uso préctico de mi razén sin quiter, a la vez, a la raz6n especulativa su pretensin de conocimientos exagerados. Pues ésta tltima tiene ‘que servirse, para llegar a tales conocimientos, de unos princi- ios que no abarcan realmente més que los objetos de expe cia posible. Por ello, cuando, a pesar de todo, se los apl a algo que no puede ser objeto de experiencia, de hecho convierten ese algo en fenémeno y hacen asi imposible toda extension préctica de la ra26n pura, Tuve, pues, que sup: cl saber pata deja icio de que se puede avanzar en clla raz6n pura, constituye 1a verdadera fuente de toda ineredulidad, siempre muy dogmitica, que se opone moralidad. Aunque no es, pues, muy dificil leger a Ia a, concebida de acuerdo ftica de la raz6n puta, sf ¢% regalo nada desdenable. Reparese simplemente en Ja cultura de la razén avanzando sobte el camino seguro de Ja ciencia en general cn comparacién con su gratuito andar a tientas y con su irreflexivo vagabundeo cuando prescinde de Ia critics. © bien obsérvese eémo emplea mejor el tiempo una juventud descosa de saber, una juventud que recibe del dogmatismo ordinario tan numerosos y tempranos estimolos, sea para sutilizar cémo- damente sobre cosas de las que nada entiende y de las que ‘nunca —ni ella ni nadie— entender nada, sea incluso para BAXX Bxxxt Baca BXXXI 28 KANTYCRITICA DE LA RAZON PURA trata de descubrie nuevos pensamientos y opiniones y para Gescuidar asf el aprendizsc de las clones ripseens, Rene considérese, sobre todo, el iogprecible inveel que ieee cl terminar para siempre, al mode sudiv, ce deel, ponienda claramente. de manifesto It ignorancia del sdversheo: con todas las objeciones ale moraided ya teligion, Doss slemge er r—tr—— pero con ela se encontrard tambien una dialeeia de le rose ora que le es natufl. Hl primero y mas importance saccey el Glosofa consi, pues en orca de woe ve ne €! peru! iio de ln metas tponand la Yucnte de ‘A postr de esa importante modifcacién en el campo de las ciencis y dela perdida que le rsdn copenlation he de soportar en fus hast ahora pretendidos dominion, ject SS h—rh—rhMmr———“Fe hr © gue el mando excrajo hasta hoy de las casetanaas dela rite La pérdide afectn 510 al mompalio de or talon soa ee ‘ntrtduos mires. Yo preganto alos mks iflenibles dogo Hicos sh, un vez abandonada la escuela, ls demostractnes sea de Ia pervivencn del i muerte 3 partir de fe a sustancia, fen de la ertad de I volunte frente al mecanismo general por tnedia is dntinciones sutiles, pero impotents, entc aecesiaed sobjetiva y objetiva, sea de ln exbtencis ie Dine desde cl concepto de vm ente realsino (de le centingercn de lo mudable y de la necesidad de un primer motor), han * sido alguna vee cpaces de legar al geen publice t4/menor inflencia en sis conviccionee Spor cl contaes aus se refiere a la pervivenci del sun ee Sateen icin natural, observable en cada bombcey consis en Ia imposblidad de que las covss temporles (on nana insuflcientesrespecto de las povencialidades del destino cates del hombre) le satiogan plenament, To ue a pro a esperanza de nase Jay as Por Io ue ae Ja conciencia de sta se debe fo ‘ de la 0 PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 29 las tres que se extienden entre Ia gente en cuanto basades cen motivos racionales; si todo ello es asf, entonces estas posesio- znes no sélo continuarin sin obstéculos, sino que aumentarin su crédito cuando las escuelas aprendan, en un punto que ‘afecta a los intereses humanos en general, a no arrogarse aleanzable por respeto) ¥, consignientemente, ali probatorias universalmente comprensibles y que, desde el pun~ to de vista morsl, son suficientes. La mencionada ttansforma- cidn sélo se refiere, pues, a las atrogantes pretetssiones de las escuclas que quisieran seguir siendo en este terreno (como Jo son, con raz6n, en otros muchos) los exclusivos conocedores y guardadores de unas verdades de las que no comunican a ln gente mas que el uso, reservando para si la clave (quod secur nescit, solus vult scire vider). Se atiende, no obstante, 2 una pretensién mis razonable del fildsofo especulativo. Este sigue siendo el exclusivo depositario de una ciencia que ¢s Util a Ja gente, aunque ésta no lo sepa, a saber, la critica de la razén, Esta critica, en efecto, nunca puede convertirse en populaz. Pero tampoco lo necesita. Pues del mismo modo que no penetran en la mente del pueblo los argumentos perfec- tamente trabados en favor de verdades stiles, tampoco Megan a ella las igualmente sutiles objeciones a dichos argumentos. Por el contrari asi como toda persona que se iablemente 2 los argumentos mis elevado y extenso que el tan facilmente vex por todas, por medio de una rigurosa investiga: los derechos de la raz6n especulativa, el esedndalo que estallaré, tarde o remprano, entre el mismo pueblo, debido @ las disputas sin critica en las que se enredan fatalmente los metafisicos (y, en calidad de tales, también, finalmente, los dérigo: que falscan sus propias doctrinas. Sélo a través de la es posible cortar las mismas raices del materialise, del fatalizno, del ateétme, de la incredulided librepencadora, del fanatismo y la sipersticioa, todos los cuales pueden sex nocives en general, también las del idealieoo y del escpticirmo, que son mis rosos para las escuelas y que dificilmente pueden llegar a las masas. 1 Lo que ignom conmigo pretende apasentarsaberlo l solo (Versién 4a) Bax BXXXY BXXXVI 30 KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA Silos gobiemnos creen oportuno intezvenir en los asun- tos de los cientificos, seria més adecuado a su sabia tatcla, tanto respecto de las ciencias como respecto de los hombres, cl favorecer Ia libertad de semejante ctitica, tnico medio de establecer los productos de la razén sobre una base firme, gue ef spoyar el ridiculo despotismo de unas escuelas que levantan un griterfo sobre los peligros piiblicos cuando se rasgan Jas telarafias por ellas tefdas, a pesar de que la gente wt hecho caso y de que, por tanto, tampoco puede su pérdida La critica no se opone al procedimiento degmatico de la saz6n en el conocimiento puro de ésta en cuanto ciencia (pues Ja ciencia debe ser siempre dogmética, es decir, debe demostrar con rigor a partic de principios a priori seguaros), sino al depnuati: ‘mo, decir, a la pretensién de avanzar con puros conocimientos conceptunles (10s filoséficos) conformes @ unos principios —tal como la razén los viene empleando desde hace mucho tiem- haber examinado el modo ni el derecho con que El dogmatismo es, pues, el procedimiento dogmi tico de la razén pura sin previa ertioa de su propia expatided. Es conmposic re, pues, hablar en favor de la rivolidad charlatana bajo el nombre pretencioso de popul: dad 0 incluso en favor del escepticismo, que despacha fa metati sica en cuatro palabras. Al contrario, a critica es la necesaria preparacién previa para promover tna metafitica rigurosa que, como ciencia, tiene que desarrollarse necesariamente de forms dogmatica y, de acuerdo con el mis estricto sequisito,sistemati- «a, es decis, conforme a Ia escuela (no popular). Dado que Ja metafisica se compromete a realizar sux tarea enteramente 4 priori y, consiguientemente, a entera satisfaccién de la 12260 ‘especulativa, es imprescindible la exigencia mencionada en ulti mo lugar. Asi, pues, para llevar a eabo el plan que la evtica impone, es d gue seguir cl que fue siguroso método del oélebre Wolf, el mis grande de los filésofos dogméticos y el primero que dio un ejemplo (gracias al cusl fue el promotor en del todavia no extinguido espiritu de rigor) de cémo el camino conceptos, Ia biisqueda del rigor en las demostraciones y la evitacién de saltos atrevidos en las deducciones. Wolf estabs PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 31 ca en ese estado de ciencia. Sélo le falté la ides de preparar previamente el terreno mediante una critica del érgano, es decir, de la raz6n pura. Este defecto hay que atribui modo de pensar dogmético de su tiempo, més que a él mismo, Pero. sobre tal modo de pensar, ni los fldsofos de su época s de todas las anteriores tienen derecho a hacerse reproches :uos. Quienes rechazan el método de Wolf y el proceder de Ia erica de la raz6n pura a un tiempo no pueden intentar tra cosa que desentenderse de los grillos de la ceneia, convertic trabajo en juego, la certeza en opinién y Ia Filosofia en ilodoxia. Por lo que a esta seguada edicién se refiere, no he dejado pasar la oportunidad, como es justo, de veneer, en lo posible, las dificultades ¥ la oscuridad de las que hayan podido derivarse los malentendidos que algunos hombres agudos han encontra- do al juzgar este libro, no sin eulpa mis quizé. No he obser- vado nada que cambiar en las proposiciones y en sus demostra- ciones, asi como en la forma y la completud del plan. Elo se Jor una parte, a que esta edicién ha sido sometida a jo examen antes de presentarla} al piblico y, por otra, al mismo cardcter del asunto, es deci, 2 la naturaleza de una rs26n pura especulativa. Esta posee una auténtica estructu- ra en la que todo es Srgano, esto es, una estructura en [a que el todo esta al servicio de cada parte y cada parte al servicio del todo. Por consiguiente, la més pequefia debilidad, sea una falta (error) o un defecto, tiene que manifestarse ineludi- Dlemente en el uso. Este sistema se mantendr inmodificado, segiin espero, en el faruro. No es la vanidad la que me inspira tal confianza, sino simplemente la evidencia que ofrece el comprobar Ia igualdad de resultado, tanto si se parte de los clementos mis pequefios para legar al todo de la razén pura, como si se retrocede desde el todo (ya que también éste esti dado por s{ mismo a través de la intenciéa final en lo practico) hacia cada parte. Pues el ‘mero intento de modificar Ia parte mis pequefia produce inmediatamente contradicciones, no s6lo fen el sistema, sino en la razén humana en general. Ahora bien, queda mucho que hacer en la exporicién. En Ia presente ediciéa, he intentado introducit correcciones que remediaran el malentendido de la estética, especialmente el relativo al * Leyendo, de acuerdo con Brdmann, seen vex de er (N. del T) al BXXXVE BXXXVI BxxxIX px Bx Bxut XE. 32 KANT/CRITICA DE LA RAZON PURA concepto de tiempo; Ia oscuridad en Ia deduccién de los con- ceptos de! entendimiento; la supuesta falta de evidencia sufi- ciente en las prucbas de los principios del entendimiento puro y, finalmente, la falsa interpretacién de los paralogismos intro. ducidos en la psicologia racional. Hasta aqui tinicamente (es decir, slo hasta el final del primer capitulo de la dialéctica trascendental), se extienden mis modificaciones en el modo de exposicién En efecto, el tiempo era demasiado corte y, por lo que se refiere al resto, no he hallado ningiin malenten. ido de parte de los eriticos competentes ¢ imparciales. Aunque no puedo mencionar a éstos elogiindolos como se merecen, Feconocerén por si mismos la atencién que he prestado a sus observaciones en los pasajes revisados. De cara al lector, sin embargo, esta correccidn ha trafdo consigo una pequeria pérdida que no podia evitarse sin hacer el libro demasiado voluminoso. Es decir, algunas cosas que, aun no siendo esencia. X Sdlo amass adicén en seni propio, aunque dniente en a soo de demise, a etetuads le pigina 273 cou une mace ede aon pclegicoy con ona gator thmosacoa tes ase ucion exter Por wy inant gue 5 sence de a meta (de becho endo un cscs se laos y del encmiets nunans en gentile ens que separ slo por jt ln enon de as cove oer ‘notte (a pene de que de lis extacoo toon ate poss ene es Y elmo saber contaponer ns pres i Wal exitenca, Dado queens capecones las, lgontsonurdaden, ucgo ‘gulen ele dela prueba os halla, desde se modifique ete periodo como sigue: Peet al permanent onde sk ‘ii en mi. Pats td ls fare de deerminacn diesen ad be, eres es son representa, como tale, lat mimes miten age ppoonete teint dr ts, en relacion om fal peda determitore in cambio, coutgveoonet, mi extn ee tempo on ae tales reprecetaans ambiance Br probable geo digs conta est demosteacién: slo tengo coneieaca inmediats de lo sue ead ‘demi represnacin de as conan externas, En consecvensin ue, sie en el tiempo (y,consiguientemente, dela deserminabilidad de In anes oe tempo) Lo cul, aunque es algo més que tener simplemente concienca Je smi representcidn, es ienico «la onenia mpirica de i cut determinable en selec com algo que te hale ligndo » mi exiencis pero 9884 fra de a. Bata concencia de mi existenca ene tiempo se halla, oes, éotcamente liad a le conclencia de una eelacin son algo enterioe« me Le ‘gve une insepurablemente lo exterior con ml sentido inten ey es, Us eope--—p 2 Vease p. 246 de esta edicin (N. del) este p. 247 de esta edicion (N. del T:) PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 33 ara la completud del conjunto, pueden set echadas de ‘Si por algunos lector, didn su posible utidad desde to punto de ist, han tenido ue ser soprimidas 0 abreviadas fem det eabidn a ion exposiign que es ahora, sequin conto, ,——— dro queso io proposickones ys aos pruebas ol metodo Ge prcsentectén se sparta a veees tanto dl emplesdo. en I sienciay no uns lavencidn, es un sentido, 20 una Imagiaaclén. Pues el sentido conciencia de wns celacion con iA i earl Ta a eae eer epee eres Soca ece tear See ee BxLI verte tn cada caro de acuerdo com ls regls sega la cuales datingsimcs fs ex periencia en general (incluso ls interna) de In imaginacién. Para ello se presi= [pone sempre a peoposicién de qve xe da realmente experiencia externa Se poe~ ‘Se objets todavia que a representacin de algo permanent en In exsteneit 20 fr lo mismo que una riperardn permanant, Pues aunque Is primers} puede ‘como toda lr representaciones que poseeinos, aligval que no somos eampoco capaces de aclarar como pensamos lo peemane- fe en viempo, de cuya cocastenca con lo mdable sarge el concepto del eun- bio (Nota de Ken) 2 Eesiendo, de acuerdo con Wille jr en lugae de die (N. del T:) 34 KANTICRITICA DE LA RAZON PURA anterior, que no ha sido posible desarrollarlo a base de interpolaciones. De todos modos, esta pequefia pérdida, que puede remediar cada uno por st cuenta consultando ly Primera edici6n, se veri compensada con creces, segiin espero, por una mayor claridad en esta nueva edicién. Me ha cor do gratamente el observar, a través de diferentes eseritos pil cos (sea en Ia recensién de algunos libros, sea en tratados especiales), que no ha muerto en Alemania el espfritu de profun- BXLMI didad, sino que "mente ha permanecido por breve tiempo acallado por el de una moda con pretensiones de genialidad en su libertad de pensamiento. Igualmente me ha complacido el comprobar que los espinosos senderos de la critica que conducen a una ciencia de la tazén pura sistematiza- da —tiniea ciencia duradera y, por ello mismo, muy necesaria zno ha impedido que algunas cabezas claras y valientes legaran 2 dominarla. Dejo a esos hombres meritorios, que de modo tan afortunado unen a su profundidad de conocimiento el talento de exponer con luminosidad (talento del que precisa- ‘mente no sé si soy poseedor), Ja tarea de completar mi traba que sigue teniendo quiza algunas deficiencias en lo que afet a Ia exposicién, Pues en este caso no hay peligro de ser efutado, pero s{ de no ser entendido. Por mi parte, no puedo, de ahora en adelante, entrar en controversias, aunque tendré cuidadosamente en cucnta todas Ja insinuaciones, vengan de amigos o de adversarios, para utilizarlas, de acuerdo con esta Propedéutica, en Ia Futura claboracién del sistema, Dado que al realizar estos trabajos he entrado ya en edad bastante avanza- a (cumpliré este mes 64 afios), me veo obligado a ahorrar tiempo, si quiero terminar mi plan de suministrar la metafisica de Ia naturaleza, por una parte, y Ia de las costumbres, por otra, como prucba de la correceién tanto de la eritica de Ja razén especulativa como de la critica de Ia razén préetica, Por ello tengo que confiar a los meritorios hombres que han hecho suya esta obra Ia aclaracién de sus oscuridades —casi xu iscurso filoséfico tiene puntos vulne- le presentarlo tan acorazado como la estructura del sistema, considerada como unidad, no corre ningtin peligro. Son pocos los que oseen Ia suficiente agilidad de espirity para apreciae en su Conjunto dicho sistema, cuando es nuevo, y son todavia menos los que estén dispuestos a hacerlo porque toda innovaciéa PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION 38 ones en todo escrito, especialmente en el desatrolla como discurso libre, cuando se « ver para quien domina la idea en su conjunto, De todos modos, cuando una teorfa tiene consistencia por sf misma, las gcciones y reacciones que la amenazaban inicialmente con ro vienen a convertirse, con los afios, en medios wat sus desigualdades e incluso para proporcionarle indispensable, siempre que haya fentes y verdaderamente populares personas imparciales, que se dediquen a el Kénigpherg, abril de 1787. yooh T Cen), Cais Be ager prion FE Midane 5 Ue Garcia, (eds) ademancer: Spine . Prélogo Por qué esta critica no Hleva el titulo de «Critica de la razén pura préctica», sino solamente el de Critica de Ia razén préctica en general, a pesar de que el paralelismo de ésta respecto de la especulativa parece exigir lo primero, es cosa que este tratado explica suficientemente. El debe s6lo establecer que hay razén pura practicay critica con esta intencién toda su facultad précti- ca. Si lo consigue, ya no necesita entonces criticar Ia facultad pura misma para ver si la raz6n, con semejante faculiad, no se excede a sf misma, atribuyéndosela gratuitamente (como ello ocu- re en la especulativa). Pues si, como raz6n pura, es ella realmen- te prdctica, demuestra su propia realidad y la de sus conceptos por el hecho mismo y es en vano todo disputar contra la posibilidad de serlo. Con esa facultad queda también entonces afirmada la libertad transcendental, tomada en aquella significacién absoluta en que la raz6n especulativa, en el uso del concepto de la causalidad, Ja necesitaba para salvarse de la antinomia en que cae inevita- blemente, cuando quiere pensar Jo incondicionado en la serie del enlace causal; este concepto de lo incondicionado, empero, no pudo Ia raz6n establecerlo més que de un modo problematic, ‘como no imposible de pensar, sin asegurarle su realidad objetiva, sino solamente para no ser precipitada en lo profundo del escep- ‘smo y atacada en su propia esencia por la pretendida impo- sibilidad de aquello que, al menos como pensable, tiene ella que dejar valer. 16 Critica de la racéa practica EI concepto de la libertad, en cuanto su realidad queda de- mostrada por medio de una ley apodictica de Ia raz6n préctica, constituye la piedra angular de todo el edificio de un sistema de la raz6n pura, incluso la especulativa, y todos los demas con- ceptos (los de Dios y la inmortalidad) m sin apoyo en 41 y adquieren con él y por él consistencia y realidad objetiva, es decir, que su posibitidad queda demostrada por el hecho de que._la libertad es real; pues esta idea se manifiesta por medio de Pero la libertad es también Ia tinica entre todas Jas ideas de la raz6n especulativa cuya posibilidad a priori sabemos (wissen), sin penetrarla (einzusehen), sin embargo, porque el condicién' de la ley morel, ley que nosotros sabemos. de Dios y de 1a inmortalidad no son empeco condiciones de la ley moral, sino s6lo condiciones del objeto necesario de una voluntad determinada por esa ley, es decir, del uso meramente prictico de nuestra raz6n pura; asf, pues, de esas ideas también podemos afirmar que no conocemos ni penetramos, no digo tan sélo la realidad, sino ni siquiera la posibilidad. Pero, sin embargo, son ellas Tas condiciones de la aplicacién de 12 voluntad, mo ralmente determinada, a su objeto que le es dado a priori (el supremo bien). Por consiguiente, su posibilidad: puede y debe ser admitida en esta relacién préctica, sin conocerla y penetratla, sin embargo, tedticamente. Para la titima exigencit sentido pre tradiccién) 10 50 imagine nadie encontir aqut tnconsecuencias, porque stad condici6n de la ley moral y luego en el trataco misito ‘onteriormente ‘zados pare ai ‘ncontrarse la Tey motel en norowes, Préiogo ” talidad, por medio del concepto de Ia libertad, realidad objetiva, ridad © incluso necesidad subjetiva (exigencia de la razén pura) de admitirlas, sin que por eso empero se encuentte exten- dida la raz6n en el conocimiento tebrico, sino que sélo la posi- bilidad, que antes era solamente problema y que viene a ser aqui aserto, es dada y asf encuentra el uso préctico de la razén su enlace con los elementos del teérico. Y esta exigencia no es algo ia hipotética de una intenciGn arbitraria de la especulecién, de tener que admitir algo si se quiere, en la especulaci6n, hacer un uso completo de la raz6n, sino una exi- gencia legal (gesetzliches) de admitir algo, sin lo cual no puede acontecer aquello que se debe poner irremisiblemente como el propésito de la accién y omisi6n. Seria desde luego més satisfactorio para nuestra razén es- peculativa resolver estos problemas por si y sin ese rodeo, y conservarlos como conocimiento (Einsicht) para el uso préctico; pero nuestra facultad de la especulaci6n no se halla dispuesta de un modo tan favorable, Aquellos que se jactan de tales y tan elevados conocimientos deberian no guardarlos para sf, sino ex- ponerlos ptblicamente al examen y apreciacién. Ellos quieren demosirar; jenhorabuena!, demuestien, y si salen josos, Ia critica rinde sus armas a sus pies. Quid statis? Nolint. Atgui licet esse beatis*. Pero como ellos, en realidad, no quieren, proba- blemente porque no pueden, debemos nosotros volver a tomar jestras menos aquellas armas, para buscar en el uso moral 6 8 conceptos de Dios, libertad ¢ jided, pera cuya posibilidad no encuentra aquella espe- culacién garantia suficient se explica asf también, por primera vez, el enigma de Ja critica, de cémo se puede denegar realidad objetiva al uso suprasensible de les categorfas en la especulacién y concederles, sin embargo, lidad en consideracién de los objeios de la 5 pues esto tiene que parecer necesariamente Was ese USO prictico se conozca s6lo por el inedio de wn andlisis completo de es mo, nos convencemos ahora de que esa realidad pensada no ie @ perar aqui a determinacién alguna tedrica de las cate- gorfas, ni a amplizciSn algune. del conoc en lo suprasen- * Hosecio: Sétiras 1, 1, 19 (Nota del traductoz) 18 Crttica de la razén préctica sible, sino que s6lo se quiere con esto significar que en todo caso les corresponde, en esa relacién, un objeto, porque 0 ellas estén contenidas en la necesaria determinacién a priori de la voluntad © estén unidas insepatablemente con el objeto de la misma, en- tonces desaparece aquella inconsecuencia, porque se hace otro uso de aquellos conceptos que el que necesita la razn especu- lativa. En cambio, muéstrase ahora una confirmacién muy sa- tisfactoria y que antes apenas si se podia esperar, del modo de pensar consecuente de la critica especulativa, y es a saber: que la exftica especulativa se esforz6 en dar a Ios objetos de la cx- periencia como tales, y entre ellos, a nuestro propio sujeto, el valor de meros fendmenos, en ponerles, sin embargo, como fun- damento, cosas en sf y, por consiguiente, en no considerar todo suprasensible como una fiecién y su concepto como falto de contenido; y ahora, en cambio, la raz6n prictica por si misma y sin haberse concertado con la especulativa, proporciona realidad ‘a.un objeto suprasensible de la categoria de la causalidad, a saber, a la libertad (aun cuando, como concepto practico, sélo también para el uso préctico), y confirma, pues, extrafia, pero indiscutible afirmacién de la critica especu de que incluso el sujeto pensante es para st mismo, en ta intuicién interna, sélo fendmeno, recibe también aqui, en la critica de la raz6n préctica, su plena confirmacién, de tal modo que habria que venir a ella, aun cuando la primera critica no hubiese de- mostrado esa proposicién’. Asf comprendo yo también por qué las objeciones més im- Portantes que se me han presentado hasta aqui contra la critica, giran precisamente alrededor de estos dos ejes, a saber: por una parte Ia realidad objetiva, negada en cl conocimiento teérico y afirmada en el prictico, de las categorfas aplicadas a Ios not menos, por otra parte la exigencia paradéjica de hacer de si mismo un nogmeno como sujeto de la libertad, pero al mismo tiempo también un fenémeno en la propia conciencia empirica, Proloso 19 con respecto a la naturaleza. Pues mientras no se tenfa concepto sano detecminado de la moralided y de la libertad, no se podfa adivinar, por usa parte, qué es Io que se queria poner como yimeao a le, base del pretendido fenémeno, y, por otra, si en todo caso era posible formarse etin wn concepto de ese notimeno, habiendo ya dedicado anieriormente tados los conceptos del en. tendimienio puro, en el uso ie6rico, exclusivamente a los meros fenémenos. S6lo una detenida critica de In raz6n préctica puede deshecer ¢3a mala inteligencia y poner en plena luz el modo de penser consecuente que precisamente constituye su mayor ventaja. Basta lo que antecede para justificar por qué, en esta obra, Jos conceptos y principios de la razén pura especulativa, que ya han sufrido su crftica especial, son, sin embargo, de vez en cuando sometidos 1ma vez mas a examen; lo cual, en otros casos, no cvadra muy bien con la marcha sistemética’ de una ciencia por constrnir (pues las cosas ya juzgadas deben, en equidad, sélo set mencionsdas, y no volver otra vez a ponerse en cuestién); pero ello eta aguf permitido y hasia necesario: porque la razén con aquellos conceptos es considerada en el trinsito a otro uso totakente distinto del que alif hizo de ellos. Este ténsito, em- pero, hace neceseria una comparacién. del uso antiguo con el nuevo, para distinguir bien el nuevo camino del anterior, y al mismo tiempo hacer notar la conexién de ambos. Asf, pues, las consideraciones de esta clase y, entre otras, aquellas que han sido enderezadas nuevamente hacia el concepto de Ia libertad, en el uso préciico de la raz6n pura, no habrin de considerarse como paréntesis que quiz s6lo deban servir para Il del sistema eritico de 1a raz6a especulativa (pues éste es comy en st objeto) y, como suele ocurrir en una construccién preci- piteda, para poner posteriormente puntales y apoyos, verdaderos miembros que dejan ver la conexién dando a conocer ahora, en su exposicin real, conceptos que alli sélo podian ser presentados problemsticamente. Este recuerdo Imente al concepto de Ja libertad, del cual se debe ‘alleze que muchos se jactan de penetrarlo bien su posibilicad, consideréndolo solamente en .. thientras cue si le hubiesen examinado iormente, desde el panto de vista transces:- do que reconocer tanto lo indispensable que 20 Critica de la razén préctica es, como concepto problemitico, en el uso completo de la razén especulativa, como también su completa incomprensibilidad, y fuego, pasasen con él al uso practico, hubieran tenido que Tlegar por s{ mismos, precisamente, a determinar ese concepto respecto a sus principios, segiin esa misma determinacién que tanta dificultad ofrece a su acatamiento. El concepto de Ia libertad es el escollo de todos los empiristas, pero también la los principios précticos més sublimes para los moi que comprenden por ello que necesariamente debs un modo racional. Por esto ruego al lector que no pase distraf- damente los ojos por lo que al final de la analitica se dice sobre ese concepto. Juzgar si un sistema, como éste de la razén pura prictica que se desarrolla aqui, saliendo de la critica de esa razén, ha costado mucho 0 poco trabajo, sobre todo para no fallar el punto de vista execto desde donde el conjunto del mismo pueda ser rectamente bosquejado, es cosa que debo dejar a los conocedores de esta clase de trabajos. Supone, ciertamente, la Fundamentacién de la Metafisica de la moralidad, pero s6l0 en cuanto ésta nos hace trabar un conocimiento provisional con el principio del deber y adelanta y justifica una determinads férmula del mismo’; por Io demis, se basta a sf mismo. Que la divisién de todas las ciencias précticas, cosa que harta la obra completa (zur Volistandigl no ha sido afiadida aqui, como se hizo en Ia critica de la razén especulativa, encuentra también fundamento valedero en la cons- titucién de esa fecultad racional préctica. Pues 1a determinacién particular de los deberes como deberes humanos, para luego dividirlos, es s6lo posible si, antes, el sujeto de esa determinacién (€l hombre) hha sido conocido segtin la constitucién con Ia etal es él real, aunque conocido sélo en la medida en que necesario con relacién al deber en general; pero ese conoc aber en general sea algo insignificante y superfvo. Prélogo a no pertenece a una erftica de la raz6n préctica en general, que sélo tiene que dar de un modo completo los principios de a posibilidad, de la extensi6n y de los Ifmites de la razén préctica, sin referencia particular a la naturaleza humana. La divisién per- tenece, pues, aqui al sistema de la ciencia, no al sistema de la critica. ‘A cierto critico de aquella Fundamentacidn de la Metafisica de la moralidad, hombre amante de la verdad y mor digno, sin embargo, siempre de estimacién, que me reproche de que el concepto del bien allf no habla sido (como segtin su opinién hubiera debido hacerse) establecido antes del principio moral*, creo haber contestado a su satisfaccién en la segunda parte* de la analitica; del mismo modo he tenido en 4. Se me podria atin hacer el reproche siguiente: zpor qué no haber ex- también con anteioridad el concepto do la facullad de desear 0 del Ser necesariamente empirica, cosa, sin embargo, que hay que decidir antes que if completamente refutada en es justo, este punto controvertido. Vida es la facultad de un ser de obrat segiin a facultad de desear. La facultad de desear es la facultad de ese ismo ser, de ser, por medio de sus representaciones, causa de la realidad “in con las. condiciones subjetivas de la facultad de Ja causalidad de una representacién en con- la Psicologia; to demas | lo proporciona. Fécilmente se apercibe que la cuestién de si el placer debe ser a Ia determinacién de ese facultad, queda xplicacién se compone exclusivamente de notas del entendimiento puro, es decir, categorias que no contienen nada ‘que se encuentran en 1 vigja marcha dogmética ilosofia y de hacer desapatecer faltas que no *'Debe decir en ef segundo capitulo (Nota det edit). 2 Critica de ta racdn prdctica cuenta algunas otras criticas, que han Hegado a mis manos, de hombres que dejan ver en su coraz6n la voluntad de descubrir la verdad (pues los que s6lo tienen delante de los ojos su antiguo sistema y ya han resueito de antemano lo que debe ser aprobado © desaprobado, no piden explicacién alguna que pudiera oponerse su opiniGn particular); asi me comportaré también en lo su- cesivo. ‘Cuando se trata de la determinacién de una facultad particular del alma humana, en sus fuentes, contenidos y puede, ciertamente, segiin Ia naturaleza del conoK mano, empezar ms que por las partes del alma, por la exposicién exacta y completa de esas partes (en la medida en que ello es posible, dada la situacién actual de nuestros elementos ya adqui- ridos). Pero hay una segunda atencién que es mas filoséfica y arquitectOnica; es a saber: concebir exactamente a idea del todo, y, partiendo de ella, considerar en una facultad pura de la raz6n todas aquellas partes en su recfproca relacién unas con otras, derivindolas del concepto de aquel todo. Este examen y esta gerantfa s6lo es posible por medio del conocimiento més intimo con el sistema, y aquellos que, en consideracién de la primera investigacién, se hubiesen hastiado, estimando, por tant no vaifa la pena adquirir ese conocimiento, no Megan al s grado, a saber: que es un regreso si antes dado analiticamente; y no es maravilla ‘onsecuencias por todas partes, aun cuando mismo, sino s6lo en la propia incoherente marcha de su pensa- miento. Con respecto a este tratado, no temo el reproche de querer introducir un nuevo idioma, porque el modo de conocimiento de que se trata aquf se acerca por sf mismo a Ia popularidad. Este reproche, con respecto a le primera critica, no podria tampoco 2 observan hasta cuando s° hace de conceptos de Ia ra76n un uso que se extiende al conjunto completo de la misma® * EL texto dice: als wenn man von Begrifen einen Gebrauch der Vermunft ‘mack, der aufs Ganze derselben geht. La tedneci6n exacta de esto erfa: hasta de razin que Préloso 2 ocurtirsele a nadie que la hubiese no s6lo hojeado, sino repen- sado. Forjar nuevas palabras alli donde el idioma ya de suyo no carece de expresiones para conceptos dados, es un esfuerzo in- fantil para distinguirse entre la muchedumbre, ya que no por pensamientos nuevos y verdaderos, al menos por un trapo nuevo sobre el traje viejo. Si, pues, los lectores de aquel escrito conocen ‘més populares que se acomoden, sin embargo, al ‘amiento mismo, y, por consiguiente, la de toda expresién igne, me harfan un gran favor con lo primero, pues yo s6lo quiero ser comprendido, y realizarfan con Io segundo una obra meritoria para la filosoffa. Pero mientras aquellos pen- samientos subsistan, dudo mucho de que puedan hallarse para cellos expresiones adecuadas y al mismo tiempo cori 5. Més (que aquella incomprensibitidad) temo yo aqui que se interpreten smal de vez en cuando expresiones que yo busqué con sumo euidado para no dejar que se fallara el concepto a que se refieren, fas categorfas de Ia razéa practica, en el titulo de Ia ma ‘on un pre ico meramente posible (como, v. gr., 1a soluciGn de todos los pr Ufa Geometria'y 1a Mecénica); 10 segundo, lo que ess en esa mis ‘con una ley que reside realmente en Ia razén eh $0 de determinacién proble ‘aquella nota en que yo: ” Critica de ta razin De este modo, pues, serian descubiertos ahora los pri 4 priori de dos facultades del spi ad de conocer y 2 objetiva y, por la de desear, determinados segtin las condiciones, la extensién fundamento alguno para atrit y los limites de su uso, y de este modo, puesto un fundamento ro para una filosoffa sistemstica, tebrica y préctica, como ciencia, Lo peor que pudiera ocurrir a estos esfuerzos es que alguien iciese el inesperado descubrimien wede haber, cono. 10 constituidos de igual modo que nosotros nos conocemos, esto es, que los conocerfamos realmente. "ra menciono aqui que no es Ja universalidad del asent idez del mismo como conocimiento), sino que aunque aqu ibiese presentado asi en la experienci la universalidad se presentase casualmente, eso no podrfa, €s lo mismo conocimiento racional y conocimiento a prior embargo, proporcionar una prueba de la coincidencia con el ob- Querer de una proposi ia sacar necesidad (ex jeto; mas bien es Ja validez objetiva tan s6lo la que cor Pumice aquam) y querer proporcionar con ella también verdadera la base de un necesario acuerdo universal. universalidad a un juicio (universalidad sin la cual no hay racio- ‘Hume se encontrarfa muy alguno, consiguientemente ni siquiera 1a conclusién por rismo universal en pri ya que analogia es una universalidad y una necesidad que hubiésemos podido saber no pedia far de toda significacién n el concepto de la causa, una mera- costumbre, fuera admitida, para de- negar a la raz6n todo juicio sobre Dios, libertad e inmortalidad; muy hébil para, si se le concedfa tan sélo los principios, deducir de ellos conclusiones con todo rigor l6zico. y lo que le concierne; sig Pero Hume mismo no ha 0 tan universal como que habiendo algo 2 menudo y siempre seguido a cierto estado ideraba las pr te se pueda concluir a analiticas, y si esto fuese exact aquel (pues esto significa idad objetiva y concepto de un lace a priori), sino que s6lo se pueden esperar casos andlogos modo como los animales), lo cual equivale a rechazar el concepto de en el fondo, como felso y como un mero precedente, no demuestra irrefuta- ita divisibilidad del espacio, mientras que el blemente Ia infi * Debe decie a saber (Nota del editor, 26 Critica de ta razon prictica empirismo no Ia puede admitir, entonces Ia mayor evidencia posible de la demostracién esté en contradiccién manifiesta con las supuestas conclusiones sacadas de principios de experiencia, y hay que preguntar como el ciego de Cheselden: ;qué es lo que ime engafia, la vista o el tacto? (Pues el mo se funda en una necesidad sentida (gefithlten); el racional cesidad penerrada (eingesehenen).) Y asi se pirismo universal como el verdadero escepticismo que, en una significacién tan ilimitada se ha atribuido a Hume falsamente®, puesto que éste, al menos, deja en Ja matemética una piedra de toque segura para la experiencia, mientras que el escepticismo no admite piedra de toque alguna (que no puede encontrarse nunca mils que en principios @ priori) para Ia experiencia, aunque ésta, sin embargo, no se compone de meros sentimientos, sino también de juicios. ‘Sin embargo, como en esta época filos6fica y critica se puede dificilmente tomar en serio aquel empirismo, que probablemente no se alza més que como ejercicio del Juicio y para poner en clara luz, por medio del contraste, Ia necesidad de principios racionales @ priori, puede mostrarse agradecimiento a los que quieren afanarse en ese trabajo, por lo demas nada instructivo. 6. Nombres que designan ta ‘consigo mucha injusticia; como si una secta han dlevado siempre N. es un idealisa. Pues aungue sponden obj forma de la intuicién de Tos mismos dependa, no de ellos, sino sélo del espirita humana. Introduccién PROLOGO! Puede darse el nombre de razdn pura a la facultad del cono- cimiento por principios a priori, y el de la Critica de la razon pura a la investigaci6n de la posibilidad y limites de la misma en general, aunque por esa facultad se entiende s6lo la ra- z6n en su uso te6rico, como, bajo aquella denominacién, ha ocurrido en la primera obra, no queriendo someter también a investigacién su facultad coino raz6n practica, segtin sus princi- ios peculiares. Aquélla se aplica, pues, a nuestra facultad de conocer cosas a priori, y asf se ocupa tan sélo de la facultad de conocer, excluyendo el sentimiento de placer y dolor y la facultad de desear, y, entre las facultades de conocer, octipase del entendimiento segtin sus principios a priori, excluyendo el Juicio? y ta razén (como facultad que pertenece igualmente al conocimiento te6rico), porque posteriormente se averigué que ninguna otra facultad més que el entendimiento puede propor- cionar principios del conocimiento constitutives a priori. La critica, pues, que los distingue todos segtin la paiticipacién que cada uno de ellos pretende tener en la simple posesin del conocimiento por rafces propias, no deja resto alguno, mas, Ena segunda y tercera ediciGn dice: «Prélogo a la primera edicién». (N.del) 2 Bhtigndase, en lo sucesivo, Juicio como ta facultad de juzgar y juicio como una operacién particular de esa facultad. Sobre esto véase a pagina 40, nota del prélogo del traductor. (N. del.) 88 {MANUEL Rave que aquello que el entendimiento prescribe a priori como ley para la naturaleza, considerada como el conjunto de los fené- menos (cuya forma es igualmente dada a priori); la critica co- Toca todos los demas conceptos puros entre las ideas, las cua- les son trascendentes para nuestra facultad de conocimiento te6rico, aunque no por eso son intitiles 0 superfluas, sino que sirven de principios regulativos, ya sea para contener las in- quietantes pretensions del entendimiento, que (porque tiene Ia facultad de establecer a priori las condiciones de la posibi- lidad de todas las cosas que é1 puede conocer) cree por eso ha- ber encerrado en esos Ifmites también la posibilidad de todas las cosas en general, ya sea también para conducirlo en la con- templaci6n de la naturaleza, segtin un principio de integridad, aunque nunca lo pueda conseguir, y fomentar de ese modo el fin tltimo de todo conocimiento. Era, pues, propiamente el entendimiento, el cual tiene su propia esfera, y la tiene en la facultad de conocer, en cuanto encierra principios de conocimientos consiitutivos a prio} quien debfa ser, por medio de la Hamada, en general, Critica de la raz6n pura, puesto en un lugar seguro contra todos los. demas competidores. Del mismo modo, la razén, que no en- cierra principios constitutivos a priori més que en relacién con la facultad de desear, ha encontrado su esfera propia en la Critica de Ia raz6n practica, El Juicio, que, en el orden de nuestras facultades de conoci- miento, forma un término medio entre el entendimiento y la raz6n, tiene también por sf principios a priori?.,Son éstos constitutivos, o meramente regulativos (que no determinan es fera propia alguna)? {Da el Juicio la regla a priori al senti- miento de placer y dolor, que es el enlace entre la facultad de conocer y la facultad de desear (del mismo modo que el enten- dimiento prescribe leyes a priori a la primera y la raz6n a la segunda)? Con estas cuestiones se ocupa la presente Critica del juicio. Una eritica de Ja raz6n pura, es decir, de nuestra facultad de establecer juicios segiin principios a priori, seria incompleta cctrica DEL sutcio A siel Juicio, que también reclama para sf, como facultad de co- nocimiento, ese derecho, no fuera tratado como una parte es- pecial de la misma; por més que sus principios no pueden, en un sistema de la filosofia pura, constituir una parte especial entre los te6ricos y los précticos, sino que, en caso de necesi- dad, pueden ser ocasionalmente referidos a uno de esos dos. Pues si un sistema semejante ha de Hegar alguna vez a consti. tuirse bajo el nombre general de metafisica (y es posible reali- zarlo en su completa integridad, y ello es altamente impor- tante en todo sentido para el uso de la raz6n), debe la critica haber explorado antes el suelo para ese edificio hasta la pro- fundidad en donde estén los primeros fundamentos de la fa- cultad de principios independientes de la experiencia, para que no venga a hundirse por alguna parte, produciendo tras si, inevitablemente, la cafda del todo. Pero de la naturaleza del Juicio (cuyo uso correcto es tan necesario y tan generalmente exigido, que por eso, bajo el nombre de entendimiento sano, no se piensa ninguna otra cosa sino justamente esa facultad) puede inferirse facilmente que han de acompafiar grandes dificultades a la empresa de encon- trarle un principio caracterfstico (pues el Juicio tiene que con- tener en sf algo a priori, porque de otro modo, aun para la crf- tica més vulgar, no serfa puesto como facultad particular de conocimiento): este principio caracteristico no debe ser, sin embargo, derivado de conceptos a priori, pues los conceptos pertenecen al entendimiento y el Juicio se ocupa tan s6lo de su aplicacién. El mismo debe dar un concepto por medio del cual Propiamente ninguna cosa es conocida, pero que le sirve a él mismo de regla, aunque no de regla objetiva a la que pudiera conformar su juicio, porque entonces otro Juicio seria necesa- i pata poder decidir si el caso de la regla es dado o no. Esa perplejidad por un principio (sea éste subjetivo u obje- tivo) encuéntrase, sobre todo, en aquellos juicios lamados es- téticos, que se refieren a lo bello y lo sublime de la naturaleza odel arte. Y, sin embargo, la investigacién critica de un princi- del Juicio en ellos es el trozo més importante de una cri- 90 Insane Rane tica de esa facultad. Pues aunque por sf solos no contribuyan en nada al conocimiento de las cosas, pertenecen, sin erm bargo, a la facultad de conocer y muestran una relacién inne, data de esta facultad con el sentimiento de placer 0 dolor, se. giin algtin principio a priori, sin confundir este dltimo con lo que pueda ser el motivo determinante de la facultad de desear, pues ésta tiene sus principios a priori en conceptos de la ra, z6n. En lo que toca al juicio I6gico de la naturaleza, alli donde Ja experiencia establece una conformidad a leyes en cosas que el concepto general de lo sensible en el entendimiento no al. canza ya a entender o a explicar, alli donde el Juicio puede

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