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jue la ciudadania cosmopolita implica el reclano y el reposiciona- fhiente de lo universal su iteracion- dentro del mavco de ke local, fo regional, u otros sitios de activism e intervencién democréticos. Me centro en tres casos extrafdos de procesos evropeos recientes para ilus- tar pricticas de iteracién democrética en accién: el «caso del fular> en Francia; el caso de una maestra germano-afgana a la que se le negé el derecho de ensefiar con su cabeza cubierta y la decisién de la Corte Constitucional alermana sobre la cuestin y, finslmente, una decisién de 1990 de la Corte Constitucional alemana que neg6 el derecho de vo- to en dlecciones locales a residentes de larga data de la provincia de Schleswig-Holstein y la ciucad-estado de Hamburgo. Es:as decisiones fueron sustituidas en 1993 por el Tratado de Maastricht, pero pusieron en movimiento un proceso de iteraci6n democritica que resulté en la abolicién de las leyes de ciudadania alemanas mas bien anticuadas y restrictivas, que databan de 1913. 6 Sobre la hospitalidad: una relectura del derecho cosmopolita de Kant Este sapitalo comienza con un anilisis dela visién de Kant del derecho cosmopolita. El abordaje de Kant se centra en las relaciones morales y legales validas para individuos de distintas comunidades circunscritas ys por tanio, demarca un do! evo situado entre la ley de entes politicos especificos por un lado y la ley internacional consuetudinaria por el otro. Katrin Flikscauh lo dice caramente: «Kant reconoce tres. aiveles distintos aunque vinculados de relaci6n de derechos: el "Dere- cho ce un Estado" especifica relaciones de derecho entre personas den- to de un Estado; el “Derecho de Naciones” corresporde a relaciones de derecho entre estados y “el Derscho para todas las naciones” 0 “De- echo cosmopolita” concierne 2 las relaciones de derecho entre perso- nas y estados extranjeros» (Flikschuh, 2000: 184). Los dilemas norma- tivos de membresia politica deben localizarse dentro de esta tercera esfera de jus cosmopolitician. «La paz perpetua» y el derecho cosmops una reevaluacién contempordnea Escrito en 1795, a firmarse el Tratzdo de Basilea entre Prusia y la Fran- cia revolucionaria, el ensayo de Kant «La paz perpetua» ha conocido un considerable renacer del interés en los iltimos aftos (véase Bokman y Lutz-Bachmann, 1997). Lo que hace particularmente interesante este en- 2» sayo bajo las condiciones actuales de globalizacién politica espFORIDD lel proyecto de Kant de paz perpetua entre las naciones. ant formula tres «articulos definitivos pars la paz perpetua entre esta, dos». Estos dicen: «La constitucién politica debe ser en todo Estado re. publicana>; «EI derecho de gentes debe fundars¢ en wna federacion de estados libres» y «El derecho de ciudadanfa xundial debe limitarse a las condiciones de una universal hospitelidad» (Kant, [1795] 1923: 434-446; [1795] 1994; 99-108}. Gran parte del estudio de este ensayo se ha cen. trado en la forma legal y politica precisa que pockian adopraro se que- tia que adopten estas articulos y ensi Kant quiso proponer la creacion de una federacin mundial de repablicas (ein foderative Vereinigung) 0 una liga de estados naciones soberanss (Vélkerbund). To que a memids queda sn comcnare SRO «a paz perpetua», el nico de hecho que Kant desigaa expl Ja ve i Itbiirgerrecht. El original en alemin (Kant, [1795] 1523: 443). Kant mismo sefala io ex- trafio de la locucién de «hospitalidad» en este contexto y por tanto co- menta que «es una cuestién no de filantropia sino de derecho». Dicho de otro modo, !a hospitalidad no debe entenderse como sna virtad de sociabilidad, como la bondad y generosidad que uno puede mostrar a forasteros que llegan ala tierra de una persona o que se vvelven depen dientes de los actos de bondad de uaa persona a través de circunstan- cias naturales o de historia; la hospitalidad es un sderecho» que perte- rece a todos los seres humanos en la medida en que los veamos como articipantes potenciales en una repiblica mundial. Pero el «derecho» de hospitalidad es extrafio en el hecho de que no regula relaciones en- tre individues que son miembros de una entidac civil especifica bajo cuya jurisdiceién se encuentran; este «derecho» regula las nteracciones de individuos que pertenecen a entes civiles diferentes pero que se en~ cuentraa el uno con el otro en Jos margenes de comunidades circuns- critas, se siti e alli que el derecho de hospita idad ocupa el espacio en- trelos derechos humanos y los derechos civiles, entre el derecho de hu- manidad en nuestra persona y los derechos que nos corresponden en la medida en que somos miembros de republicas especificas. Kant escri- “Para la versi6a en castellano hemos vtlizado: Kant, Inmanuel, Le paz perpe- ‘ua (radvecién de F Rivera Pastcr) de la Biblioteca Virwal Miguel de Cervantes, 2woraccervantesvirwal.com, Esto vale para todas ls cits traducidas al castellano dee. teensayo de Kant. [N. eT} 30 hospitalidad (Wirtberkeit] el derecho de un extranjero a ‘no recibir un trato hostil or el mero hecho de ser legado al teritorio de owo. Este puede rechazarlo si la repulsa no ha de ser causa de la rai, nna del reciénllegedo; pero mientras el extranjero se mantenga pacifico en sv puesto no sera posible hostlizario. No se trata aqui de un dere, cho por el cual el reciénllegado pueda exigir el trato de huésped [Gus recht} que para ello seria preciso un convenio especial bento [ein ‘wobltitiger Vertrag] que diera al extranjero la consideracién y trato de un amigo 0 convidado [Hauszenosen}-, sino simplemente de un derech ea tados los hombres asiste: Fiindase este derecho en la comin pesesin [das Recht des gemeinschafilichen Besitzes) de la su, perficie de a tierra; los hombres no pueden diseminarse hasta el infini- to por el globo, cuya superficie es imitada, y, por tante, deben telerar -mutuamente su presencia» (Kant, [1795] 1923: 443; efr 1949, 320). Kant distingue el «derecho por el cual el reciénllegado pueda exigit el trato de huésped> al que llama Gastrech, del derecho de visitantes (Besuchsricht). Elderecho a ser visitante permanente se otorga a través dle un acuerdo especial lbrementedecidide que va mis alls de lo que se le debe moralmente al oto y a le que tiene derecho legalmene; por tanto, Kant dice que esto es un wobltatigey Vertrag, un scontrate de beneficencia>. Es un privlegio especial que el soberaro republican puede otorgar a ciertos extranjeros que habitan en sus territorios, que realizan ciertas funciones, que represenian sus respectivos entes polti- 0s, que rzalizan un comercio a lirgo plazo y cosas por el estilo. El droit 'aubaine enla Francia prerrevolucionaria, que otorgaba a 03 €x- tranjeros ciertos derechos de residzncia Ia adquisicion de propiedades y la prictica de una profesidn, seria un ejemplo histérico pertinemte Las concesiones comerciales especiales que el Imperio ctomano, Chi. 1a, Japén ¢ India otorgaron a occidentaes a partir del siglo vit serfan otros. Los judios en la Europa premoderna que luego de su persecu- A través de un argumento patentemente circular, Locke sostiene que h propiedad privada emerge del hecho de que los medios de apro- piacién son ellos mismos privador: «podemos decir que la laber de su cuerpo y ¢l trabajo de sus manos son propiamente suyos [...] a esto na- die tiene derecho sino é mismo» (bid,). En el contexto de la expansin europea en las Américas en el sigh xvu, el argumento de Locke sirvié para justificar la apropiacién colonial de tierras precisamente con la afirmacién de que la tierra, habiendo sido dada a todos «en comin» podia entonces ser apropiada justificadamente por los industtiosos y econémicos, sin causar daiio a habitantes existentes y, de hecho, para beneficio de todos (Tully, 1993; Gq, viende en ella una formula apenas disimulada para la expropiacion de pueblos no europeos que no tienen la capacidad de -esistir el asalto imperialisia (Kant, [1795] 1994: 107; véase también Muthu, 1999, 2000) Apoya a los chinos y los jeponeses en su intento por mantener alos co- merciantes europeos a distancia. Entonces qué es lo que justifica real- ‘mente la premisa de la «posesin comin de la tierra»? Una vez que la tierra ha sido apropiada, otros ya no tienen derecho a poseerla. Se deben respetar as relaciones de propiedad existentes. Sies asi, toda co- maunidad tiene el derecho de defenderse contra quienes duscan acceso a sus territorios. Fuera de la seguridad de que rechazar a quienes buscan hospitalidad no causaria «su destruccién» -admitiendo que «s en si misma una formulacién impreciss- las necesidades urgentes de otros no censtitayen motives suficientes para cambiar la voluntad de comu- laces scberanas existentes. La defensa de la sing en su Rechtslebre, la primera mitad de Die Metaphysik der Sitten (La metafisica de la mo- ral). Dos pasajes son de especial relevancia aqui: La superficie esférca de la tierra une todos fos fngares en su superficie; porque si su superficie fea un plavo no ciccunsito, los hombres po- dispersarse de tal modo que no entra ed alguna si y la comuridad 20 seria entonces un resu! cit a. (Kan, [1797] Ye modo que sel prin- pie de cualquiera de estas tres formas posibles de condicién de derecho, el matco pars todos les de- Inds es inevitablementeindeterminado y debe colapsarfinaknente. (Sant, [1797] 3922: 117-118, al como es citsdo por Flikschub, 2000: 1790) Sin entrar en detalles de discrepancias que puedan eaistir entre el ensayo «La paz perpetua» y la disertacién més dificil y completa de Kant en Los elementos metafsicos de la justcie, para mis propositos la pregunca més importante es esta: ¢Kant quiere derivar o deducir el de- recho cosmopo.ita del hecho de la esiericidad de la superficie de la tie- ra? :Cual es el lugar de est@@0BOR) el argument moral de Kant? Si fuéramos efectivamente a suponer que Kant us6 laesfericidad de la tie~ ra como una premisa justificatoria, :no tendriamos que concluir en- Jel hecho de que to- dos los castillos en todas partes estén construides sobre arena no se sigue que el mfo también deberia estarlo. Del mismo mode, el mero he- cho de que en slgin lugar y en algin punto debo entrar en contacto con otros seres humanos y no puedo escaparles paca siempre, no impli- cca que al tener tal contacto deba tratarlos con el respeto y la dignidad que debe acorderse a todo se: humano. Flikschuh er realidad no sostiene que la esfericidad dela superficie de la tierra es una premisa justificatoria: «La superficie esférica de la 4 tierra es el espacio empirico dado parala obra 20: estin constrenides a articular sus pretensiones de libertad de elzccién y accién {...}. Por 2l contrario, la circunscripcién global constituye un dato objetivo, condicién inevitable de realidac empirica dentro de cu- yos limites los agentes humanos estin constrefiidos a establecer posi- bles relac ones de Derecho» (2000: 133). «Las circunstancias de justicie» por cierto que defnen «las condi- ciones de nuestr: obra posible», como observa Flikschuh. Asi como los hechos de que somos seres mortales, fisicamente miembros de la misma especie y afectados por necesidades bésicas similares para ase- gurar nuestra supervivencia, constituyen condiciones constrictivas en nuestro razonamiento sobre la justicia, del mismo modo la esfericidad de la superficie de la tierra funciona para Kant como una condicion li- rmitante de «libertad externa». Esto erco que resulta ampliamente claro de la frase de Kant «de modo que si el principio de la libertad externa limitada por la ley carece de cualquiera de estas tres formas posibles de concicién de derecho» (Kant, (1797] 1922: 118). El «principio de la li- bertad externa» es la premisa justificatoria en el argumento que lleva al establecimiento del derecho cosmopolita. Dado que, sin embargo, el gjercicio de nuesta libertad externa significa que tarde o temprano, ba- jo ciertas circunstancias, necesitaremos cruzar fronteras y entrar en contacto con seres humanos de otras tierras y culturas, debemos reco- nocer lo siguiente: primero, que la superficie de la tierta sera distribui- da entre los territorios de repiblicas individuales?’ segundo, que son necesarias condiciones de derecho que regulen transacsiones intra- asi como interrepublicanas y, finalmente, que enixe estas condiciones se encuentran aquellas correspondientes a los derechos dz hospitalidad y permanercia temporaria. En el préximo capitulo espero mostrar que una recorstruccién del concepto kantiano de derecho a la libertad ex- terng llevarfa a un sistema de derecho cosmopolita mis extenso de lo que Sant mismo 20s ofreci6. La relevancia contempordnea del concepto de Kant de «permanencia temporaria» La alirmaci6n de Kant de que un primer ingreso no puede negarse a «quienes lo buscan si esto resultaraen su «destruccién» (Untergang) se~ 14 incorporada a la convencién de Ginebra sobre el estatuto de los re- fugiados como el principio de , y hace depen- der su condicisn legal del jefe del hogar. Aun asi, al estipular que una constitucién republicana «es la base original de todo tipo de constitu- cin civil» (Kant, [1795] 1923: 435; [1795] 1994: 100) y al vincalar la az entre estados a sus cons:ituciones interna festacable que se diera tanta imporiancia a as relaciones internaciona- les que surgen de las necesidades de los visjeros, descubridores, refu- giados y asilados, para delirear el derecho cosmopolita Kant demarcé claramente las(@@asiOned entre los requerimientos de tuna moralidad universalista de ofrecer permanencia temporaria atodos y la pretrogatiza legal del soberano legal de no extender tal permanen- cia temporaria a la condicin plens de miembro. Contra Kant, argu- ‘mentaré que el derecho del residente temporal a ser miembro debe ver- se como un derecho humano que puede jus:ificarse bajo los principios de una moralidad universelista. Los términos y condiciones bajos los ‘cuales puede otorgarse la condicin de miembro a largo plazo siguen siendo prerrogativa del soberano republicano. Pero aqui también de- ben respetarse los condiciorantes que impoaen los derechos humano: tales como la no discriminacién y el derecho del inmigrante a un de do proceso, Si bien no puede rechazarse la arerrogativa de los estados, de estipular criterios para la incorporaci6n, debemos preguntar: Qué pricticas de incorporacién serian no permisibles desde un punto de vis- ta moral y cuales son las pricticas que resultan moralmente indiferen- 15,05 deci punto vista moral? En conclusion, quie~ ro lamar a ests contradiccion (GEABy delincarla sistemsticamente 40 La paradoja dela legitimidad democratica Idealmente, gobierno democrético significa que todos los miembros de une entidad soberana deben ser respetados como hibientes de dere. ches humanos, y que los consocios de este soberano se asocian libre. mente entre sf para establecer un régimen de autogobierno bajo el cia] cada uno debe ser considerado -anto autor de las leyes como sujeto g ellas, Este ideal del contrato original, al come lo formmulé Jean-Jacques Rousseau y fue adoptado por Kant, es un dispositivo stil heuristica. mente para capturar la légica de las democracias modernas. Las demo. cracias modernas, a diferencia de sus contrapartes antiguas, coi sus ciudadanos como consocios derechohabiente . Les droits ae sta es la logica idealizada de les revoltciones democra. ticas modernas que siguen los ejemplos de Estados Unidos y Francis, El soberano democritico obsiene su legitimidad no meramente de su acto de const tucién sino que, de modo igualmente significativo, de la conformidad de este acto con los principios universales de derechos Jnumanos que enalgiin sentido se dice que preceden y anteceden la vo. Juuntad del soberano y con los cusles el soberano se compromete. «No. sotros, el pueblo» refiere a una comunidad humana particular, citcuns. crita en el espacio y el tiempo, compartiendo cultura, historia y legado parsiculzress pero este pueblo se establece como cuerpo demozritico 3 actuar en nombre de lo universal luego secircunscriben es dl Habermas (Habermas, 1998: 115). Sin embargo, desde Rousseau también sabemos que la voluntad del pueblo democritico puede ser lezitima pero injusta, undnime pero mal aconsejada. «La voluntad general» y «la voluntad de todos» pueden no coincidir en teoria ni en practica. El gobierno democritico y las de. ‘mandas de la jusicia pueden contradecirse. Los compromisos previos democraticos expresos y la idealizada fidelidad a los derechos humano, vniversales ~vids, libertad y propiedad~ deben ser reactualizados y re. negociados dentro de los entes politicos presentes como intenciones democriticas. Siempre hay poteacialmente un conflicto entre una terpretacién de estas demandas de derechos que precede a las formula. ciones expresas del soberano y las promulgaciones efestivas del pueblo en las pilabras ce Jirgen democratico que potencialmente pedrian violar tales interpretaciones. Encontramos este conflicto en la historia del persamiento p mo el conflicte entre liberalismo y democricia e incluso como el con- fo entre el constitucionalismo y la soberania popular. En cada caso, la logica del conflicto sla misma: asegurar que el soberano demecriti- co sostendra ciertas limitaciones a su voluntad en vietud de su compro- ‘iso previo con ciertas interpretaciones formales y sustantivas de de- rechos. Los tedricos liberales y democraticos disienten entre si en cuanto al equilibrio adecuaéo de esta mezeli: mientras los fuertemente liberales quieren atar la voluntad soberana a través de compromisos previos con una lista de derechos humanos, los fuertemente democré- ticos rechazan tal entendimiento prepolitico de derechos y sostienen que deben esta: abiertos a renegociacin y reinterpretacién por el pue- blo soberano, cunque admiten que esto se da dertro de ciertos limites. Peto esta paradoja de legitimidad democritica tiene un corolario Wwe ha sido poco ny /«Nosotros [e! pueblo» que acordamos re- gitnos por estas leyes también nos definimas como un «nosotros» en el acto msmo deautolegislacién, No son solo leyes generales de autogo- biemno las que se articulan en este proceso; ht comunidad que se some- tea estas leyes se define también definiendo limites y estos limites son tanto territoriales como civicos. La voluntad del soberano democriti- co solo puede extenderse al teritorio bajo su jurisdiccién. las democra- cias requieren fronteras. Los imperios tienen confines, m entras lis de- ‘mocracias tienen fronteras. El gobierno democritico, a diferencia del dominio imperial, se eerce en nombre de uaa comunidad especifica y solo obliga a esa comunidad, Por tanto, al mismo tiempo que el sobe- rano se define territorialmente, también se define en térmiinos civicos. Los que son miembros plenos del ente soberano se distinzuen de quie- nes «quedan bsjo su proteccién» pero que no disfrutan de «plenos de- rechos de membresiae. Las mujeres y los esclaves, los sirvientes y los hombres blaneos sin pri los no cristianos 7 las razas no en fas Faroosas palabras fe Kant meros «auxiliares de la comunidad politicamente organizada» (Kant, [1797] 1922: 121; [1797] 1994: 140).. Los limites de la comunidad civil son de dos tipos: po: un lado, de- finen la condici6n de aquellos que tienen cisdadania de segunda clase dentro del ente politico pero que pueden ser considerados miembros del pucblo soberano en virtud de vinculos calturales, familiares y reli- giosos. Las mujeres, asf como los hombres no propietariss antes de la extensién del sufragio universal cafan en esta categoria; lacondicién de 2 tales grupos se distingue del de otros residentes en que no solo tienen condiciéa de segunda clase sino que ademas no pertenecen al pueblo soberano en virtud de criterios relevaates basados en la ident.dad. Tal era la condicién de los exclavos afronorteamericanos luego de la Gue- Ide Estados Unios y la declaracién en 1865 de la 14a. Enmien- da de la Constitusidn (adoptada en 1868) que conferia la ciudadania es- tadounidense a la gente negra; también era esta la condiciéa de los indios norteamericanos a los que se otorg6 soberania :ribal. La con cién de la gente de fe judia en las trece colonia originales que forma- ron los Estados Unidos puede descritirse como de transicién de «au- xiliares de la comunidad politica organizada> a ser ciudadanos plenos. ‘Ademis de estos grupos, estin los residentes de d poli rente organizada que Be no poseen los criterios de dentidad requeridos a través de los cuales el pueblo se define, porque pertenecen a alguna otra comusi- dad politicamente organizada o porque eligen mantenerse como foras- teros. Estos son los «extranjeross y

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