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A. Robert - A. Feuillet INTRODUCCION A LA BIBLIA BIBLIOTEGA HERDER « BIBLIOTECA HERDER F Seen de taoe ders detrna, social vigente, dose empre’ ea Ton tenton poms 9 as primcas autoridads, dl peromien, HL Hlaag- Van den Born 8. de Auseo, DICCIONARIO DE LA BIBLIA, Volumenes Sisinrtios sbarean; 1) Todos tos pombres de prions y de nwares mencionads en a Yo Testament 9s elles nomiyes del Autaue 2) Ly fauna y ty fom del 3 te vide codons om Paleaina en los tempos bibizoe, 4) Las ialtacones ‘as Socios det Amiayo Tentment yet Nuevo, 3 La instclones ya eas Y'mu fvoacta. 6) Todo lo conceit ‘al texto de a Biba ya 50 caudlo 1, Ou MANUAL DE TEQLOGIA DOGMATICA. Volumen 29. 2 Expontign completa de le dogmatca, con enter modemo 7 sn spartan de la mds F, Soins, LA EDUCACION DE 8 MISMO, Volumen 35 ian io amis de reaseignes peoldgies de cuyo encauzamiento pucde depute et éxlo o Si mo ma promt ull de ns gon W. Sblien, PROBLEMA MORALES DE NUESTRO TEMPO. Vstunea 2. Epona clare 9 clea de os problemas mis scicangs pa el hombre actu 1. H, Newman, EL.ASENTIMIENTO RELIGIOSO. Volumen 20. Tastieas mis 'caacerstas del careeral Newnan en's fima mis perfece y definitva, en te y eh Esa taba, derecho de propiedad y datints sluclonc de sts problemas {ina comuniano, socal, novinento soe eisino) Mensano de fa yaa ner det Ipecac eatino, con wy aci6n es ‘a Giistor twice eatino, om a ‘roca; manifestacion’ de. plenitud visa del mister dein Telesi ‘A: Hamman LA, ORACION, Volumen A tac cl anals mini de toy teats bbs, patateot y apGcllos, el autor sa ‘racdn ‘aol terreno de ify non dtu primers Colo quo postmen e is ose {ide ils, en un eatufioreerlo tanto orci pevsonat como ai oriin Bufo so ld Coty db ra a, spa de Indieciones precisas Scesca de lot argumenton emplesdcs, por los padres del ‘Conciho {os elementos capaces de fhuminar 0 usta ia ostina re “—_ ‘Rectkidn de on Ibe claeo, Ge gn achnded por‘ umnodiore aneadkamente caste, = e or 1 ‘acrsin yTidrsiea, obva de ‘un precursor del ponsanionto aca! de la Isls. 1H, King, LA IGLESIA. Volumen 113. aii Teainene avert ¥ aaron, sobre la realiad do I Ie, sobre o qe hay {een ella sobre la forma én que isin se ha een a finn el tamscursg. W. Pull, PSICOLOGIA. DE LA RELIGION. Volumen 115, ‘ CSaipeni. at que se esta in viens relgosa en sus diversas petspectias. XN, Moni, DOCTRINA SOCIAL. Volimency 116117. = BY avelco deems doctrines consti por ura tclosia socal, iliisamente vida por ol hae ta Saye douse aueade'a a eabiad socal ees, y St legos "th Waa We at lene profaas~ se tat do captor In cacein de ea taldad au imate fustas orm H. Grac, HISTORIA DE LA MISIICA. Voluncy 120. "Hai Cancno, Sere se earcter popular de hv experenca miss, dese Ia er preci {inn igo 3k Sunil allo mail a primers mano, ‘T Kampmann, CONOCER PARA. EDUCAR. Votimencs. 1221 Fintipeiacide pote deh plaza co gor sox pat don conic exhau, To dal nibo'y Je adciscent Ef constimista i nite (pidclogaly tui el ito pele {0si) fran ons unigsd que vemos despepise sl compés del cesimsato Orgnico 7 Paseo Solcte prompeto completo, con detales EDITORIAL HERDER S. A. - Provera, 388 -* Barcslona (13) ed "| . Sin? (oe ELD pncipal 24 ce eo eel de ex Me Tntroducctin. En 61 se Gencn en ‘cuenta Ios adelantos de las més modemas in- vesigiciones ys utilizan los més recientes ‘amplitud y con bate bistOrica sOlida, se adapta / perfectamente a los saccrdotesv seglares cultos, | por su contenido conciso ¥ a la vez muy rico Y por una presentacisn ex extremo sugestiva ‘Rosalia de modo particular el profundo espiritu catélico que anima toda la obra, junto con una ron sbatact atectgtie GEM Re Sbleneas sctuales, ‘Los autores, siguiendo las directrices de Pio xj1 en su enciclica Divino afflante Spirit, pesentan sus trabajos con toda modest, per- ‘suadidos de que s6lo en un clima de Guténtica caridad cristiana y de sana libertad de hijos de ios puede realizarse el progreso de la exégesis ‘atélica. Intentan exponer su propia posicién sobre cada problema de forma clara y convin- conte, sin perderse en discusiones excesivamente téenicas y sin sobrecargar los trabajos de notas * instiictivas. Con su lectura y estudio podré captarse en cada parte, en cada fragmento de la Biblia, 10s valores reigiosos eternos, através de las contingencias inevitables en documentos que, siendo palabras divinas, no dejan de ser hhumanas,esertas en tiempos y lugarss tan dis: antes de los nuestros. La obra termina con” luna admirable conclusion que expresa con toda la profundidad del pensamiento y el calor de la fe cristiana los aspectos superiores de una teologia del Nuevo Testamento. Estas pisinas rho pueden resumirse — como tumpoco la obra ‘puede ser resumida —, deben ser leidas y medi tadas por cada leetor de este libro. Una abundante bibliografia indica las obras més significativas con relaci6n a los temas ex- puestos y més accesibles al conjunto de los lector, Rosin do tet, te itralin mapas y BIBLIOTECA HERDER SECCION DE SAGRADA ESCRITURA Vowasns 70 INTRODUCCION A LA BIBLIA Pablicada bajo Ia direccién de A. ROBERT y A. FEUILLET qT ” ie oI le A K BARCELONA EDITORIAL HERDER 1970 A. ROBERT — A. FEUILLET INTRODUCCION A LA BIBLIA ‘TOMO PriMERO INTRODUCCION GENERAL ANTIGUO TESTAMENTO. BARCELONA EDITORIAL HERDER 1870 erin catatlans de Atzisono Ros, dete obra pubcada belo te deci A. Rowext ¥ [A Prony, Ieraducton dle Bile), Deke at Cie, Edieus, Tournal 92 Primera ein 1985 Tenens hein 1970 ‘west: Haron, {de novia de 196. Da. JUAN Sense Pig, Vicario Orca (© Desa et Cie, Biter, Tear 1962 (© Bloat Herder 8 Ay Proven, $88 Bareona (Esp) 1967 Ne Reowmo: AMG x momen endo wnat: B. 21.9% - 1965 Panera Sr Griveia — Napoler, 249 — Boreione LISTA DE LOS COLABORADORES DEL TOMO PRIMERO P, Auvaay, de la Congregacién del Oratorio. A. Banuco, profesor en las Facultades Catblicas de Lybn. E. Cavaionsc, profesor en el Instituto Catblico de Parl Hi, Cazacits, profesor en el Instituto Catélico de Paris. J. Devorse, profesor en el Seminario Mayor de Annecy. ‘A. Geun, profesor en las Facullades Caiélicas de Lyén. P. Guscor, profesor en el Instituto Catblico de Paris. A. Lavivas, profesor en el Teologado $1. de Chantilly. HE, Lusteav, decano de la Facultad de Teologia de Angers INDICE Advertencia..s.sescccesees Prélogo por 8. E. Monsefior J. J. Waser Es Indie de figuras... oes soseeesees Tag ttt 2 25 ‘Aviso a los lectores 28 Lista de abreviaturas » INTRODUCCION GENERAL Bibliografia general......2.2.e+4 - : 2 Secciéa I. Los bros tnspirados, por A. Banuog y H. CAzELLES Preliminares. ein 35 Capitulo 1. La fe en fos Ubros inspirados 1, La Iglesia habla: 1, Las definiciones solemnes. 2, La lis- ta de los libros sagrados: Antiguo Testamento ~ Nue- vo Testamento.... 38 IL, La Sagrada Escritura segin el Antiguo Testamento--- 39 TIL, La Sagrada Fseritura sogin el Nuevo Testamento. 4“ IV. Los padres y la Escritura........- 6 Capitulo Ht. La inspivactén 1. Historia de una doctrina: 1. En Ia Edad Media. 2. Del sigle xvi al Concilio Vaticano. 3. Después del Con- cilio Vaticano t--... 4 TL. La inspiracidn y la psicolosia de los escritores sagrados: 1. La accién de Dios sobre Ia inteligencia de los es- critores sagrados. 2. La accién de Dios sobre la volun- tad de los escritores sagrados. 3. Dios y las Fucultades de ejecucién del hagidgrafo........ 48 TIL La ingpiracion y 1a composicién de los libros sagrados: 1. Las capacidades propias de cada autor. 2, La plu talidad de autores. 3. El inspirado, en 1a comunidad. 7 Indice 4. La costion dea insincin de In veri do los Setenta, pateateeaste 7 Capsitulo Hf EL canon de los libros inspirados T. Canon, eanénico, canonicidad.........-++.++ HL, La constitucién del canon: 1. El canon del_Anti Testamento. — En la época ristiana. 2, El canon del Nuevo Testamento.. TIL El eriterio de Ia inspiracién y de Ia canonicidad: 1. Los criterios internos. 2. Los criterios externos: Para el Antiguo Testamento — Para el Nuevo Testamento.. Cometusién: Extensién de ta canonicidad y de ta inspiracién 1. La inspicacién se extiende a toda la Biblia, 2. Toda 1a Biblia es palabra de Dios: Carte JV, La inerrancis de fox tren inspires I. La doctrina-...-. I, ,Cémo aplicar ol principio?.....-- i M1, Tas aplicaciones: 1. En el orden moral. 2. En el orden cientifico. 3. En el orden hist6rico. 1%, Log gfoeron Heron y a exprestn del pensamiento diving. Conclusién. Secciin I1. Las reglas de critica racional, por H. Cazsuuxs y P. Grstor Precliminares.. Capitulo 1. Et texto de la Biblia A. Los manuscritos del Antiguo Testamento I. Formacién de la coleccién cee I, Alrededor de Ia era cristiana. +. .......+ TH, De ta ruina del templo a los masoretas: 2.2.2... Apéndice: El Pentateuco samatitano «...,....c:ssceseceeeee B, Las versiones del Antiguo Testamento 1. es versiones gigas Lot Setenta ~ Aqui, Sinmaco, ‘Theodition y Origenes.. 1, Los targumes arameos « ereceececeres IIL, Las. versiones sirlacas y las otras versiones. orien- tales i AV. Las versiones latinas, 33 8 96 98 101 10s 106 110 13 4 Indice ©. EL Nuevo Testamento 1. El texto griego: Los papiros — Las copiasen pergamino. 116 TE, Las versiones....+ssceeesse+ 120 Capitulo U. La critica textual 1. Principios generales: 1. Factores historicos. 2. Factores psicoligicos. 3. Reglas de critica textual....... me Ti, La critica textual del Nuevo Testamento: 1. Sobre la ‘leccién de un texto. 2, Cuatro familias de textos. 3. Principios crticos de la eleccién entre las lecciones, 128 IIL, La critica textual del Antiguo Testamento : 133 Capttulo Tt. La critica tteraria 1, El problema de las lenguas biblicas. IN. La critica literaria del Antiguo Testamento: i. El pro- bblema de los géneros literarios. 2. Los géneros litera rigs en el Oriente antiguo. 3. Israel y el Oriente antiguo. 4. Los géneros literarios del Antiguo Testamento: Las. formas potticas — Las formas de la prasa. 5. Evolu- cién de los géneros. 6. Nota sobre la poesia biblica (por P, Auvray, del Oratorio): La_poosia — Los procedimientos poéticos ~ La prosodia hebraica— La misica I, Laerticaliteraria del Nuevo Testamento (por A. Feuillet ¥ P. Grelot, profesores en el Instituto catético de Pa- tis)! 1. Los materiales de ta tradicion sin6ptica: Las palabras de Jess — Los relatos evangslicos. 2. Las sintesis de los Evangelios y de los Hechos: Los sinép- ticos — El cunrto Evangelio — Los Hechos de los apéstoles. 3. La literatura epistolar: Et género epis- tolar en medio helenistico — Las cartas en el Nuevo ‘Testamento. 4. El género apocaliptico. 5. Importa de'los géneros literatios en el Nuevo Testamento.... 155 Capitulo WV. La eritica tistoriea I. Los problemas: 1. Importancia del medio. 2. Los com- ponentes del medio: El medio econdmico — Los datos politicos — La mentalidad del tiempo y las corrien- tes de pensamisnto..-.+...0+0+++ : 163 IK, Las fuentes utilizables: 1. La arqueologia biblica, 137 138 2. La arqueologia oriental 16 TIL Los resultados: 1. La extica histérica, 2. EI método histérico en exégesis. : Pear eaT: Conclusion: De ta eritica biblica al sentido de ta Biblia....... 174 9 Indice Pass, Secelén IIT. Ta interpretacién catdtica de los libros sagrados, por P. Gretor Preliminares 1. Los limites de la critica bibliea. 2. Critica biblica y lectura eristiana de Ia Biblia -.......... 19 Capitulo I. Eos fundamentos de ta exégesis eristiana 1, La exégesis biblica en ef judafsmo: 1, Origen de la exé ‘gesis judia: el midrd%. 2. Las formas del midra’. 3. Espirit y método del midraé, 4. La exégesis ylafe. 182 IL, La exégesis del Nuevo Testamento: 1. Perspectiva general. 2. EI midrag cristiano del Antiguo Testamento. 3. El ‘Cumplimiento de las Escrituras. 4. Los principios pauli ia a los Hebreos. 6. Las caracterfsticas espe 187 Capltalo If. La prictica de ta exégests cristiana I. La era patristica: 1. Los problemas. 2. Los elementos el método exegétics. 3. El problema de os sentidos biblicos..-...... 193 Wl, La Edad Media: 1. Problemas y métodos. 2. Bl proble- ima de los sentidos biblicos en santo Tomés........ 197 III. La época moderna: 1. Evolucion de la problemitica humana. 2. Balance de una investigacién historica.. 200 Capitulo HI. Posicién actual del problema T. Las exigencias de la teologia: 1. La teologia de ia reve acién. 2, La teologia de la inspiraci6n. 3. La teologia de Ia Iglesia.......--2s..2 UL. Las directrices dela Iglesia: 1. La inierpretacién auténti- ‘ca de la Escritora, 2. Las intervenciones de la Iglesia en la época contemporinea. IML El problema de tos sentidos biblicos y la critica biblica: 1. El problema del sentido literal. 2. El desarrollo de la revelacién y el problema del sentido pleno. 3. Sentido literal, sentido pleno y tipolégico. 4. Divisiones de la tipotogia. 5. Qué es el sentido espiritual? 6. Sentido consecuente, sentido acomodaticio. 7. Clasificacion, de los sentidos biblicos sees 208 IV. EI sentido eatélico ......... 216 202 10 Indice ANTIGUO TESTAMENTO Bibliografia general. PRELIMINARES. EL MARCO HISTORICO DE LA BIBLIA, por E, Cavaionac y P. Gaetor Bibliografia general. . Capitulo 1. EL antigua Oriente antes de los israclitas 1. xipto y Mesopotamia TI. El imperio egipcio y los hittas.- IL, Primers expansion del impero aio Copitulo Hl. Siria y Palestina hasta el siglo VILL antes de Jesuerito Siria y el pais de Canain IK, El problema de los patriarcas hebreos.. IIL. Israelitas y filisteos : IV. El imperio isracita.. V. Israelitas, fenicios, VE Intervencién asiria VIL. El retroceso asirio.. Capitulo Ht. Desde ta hegemonta exiria hasta ta babilénica I. El renacimiento asiio: 1. Teglat-Falasar mt y Salma nnasar V, 2, El reinado de Sargén 1 (722-708)......- Senaquerib (704-681) y Asarhadén (681-668) ‘Asurbanipal (hacia 668-630)...........+ (Fin def imperio asirio, eae : /, Nabucodonosor (605-562). Rested Capitulo IV. EL imperio persa 1, Medos y persas...... TE, Creacién del imperio persa: Ciro (S51-530) y Cambises (530-522)... seeseeeeeee TM, Darlo 1 (22-486) y Serjes (486-465): 1. 1 reinado de Darlo, 2. El reinado de Jerjes. 3. Politica reigiosa. TV. Artajeries t (464-424) y Dario m (424-404) i 'Y. Los altimos reyes persas (404-333) Capitulo V. Los griegos y el Oriente 1. Las conquistas ‘de Alejandro. II, El imperio de Alejandro, desmembrado AIL Los Ptolomeos y Palestina .20..0-.....e.0. TV. Aparieién de Roma en Oriente: Anioco Epifanes. ul 256 259 Indice Capteulo VI. La hegemonta romana T. Las guerras de liberacién judia: 1, Judas Macabeo. 2. Origen de la dinastia asmonea ce 262, TL Querells seléucidas y querellas judias: 1. El debi lento de Siri yde eipo. 2 El Estado Judo. 3 EL auge de Roma. 265 UL, Los judtos en el imperio romano 267 TV. La toma de Jerusalén por Pompeyo..- 269 PRIMERA PARTE. LA TORAH O PENTATEUCO, por H, Cazeuuss, Bibliografia general av m Premilinares 1, Los cinco libros, 2, Su objeto 23 Capitulo F. El aspecto tterario del Pentateuco L. Teopiezos y cortes en ta narracién. 216 I Reanudaciones on el relto y asrupaciones légieas 0. 277 IIL Repeticiones y duplicades. 29 IV. Vocabulario y estilo 279 Capitulo Hl. El trabajo de Ia critica L. De Ia antigiledad cristiana al siglo xvut...... 283 Wi. La critica literaria: desde Astruc hasta Wellhausen 285 TIL. El sistema de Wellhausen: 1. Fundamentos del sistema. 2, Exposicién del sistema... 288 IV. Influencia del sistema wellhauseniano: 1. Los puntos ‘débiles del sistema. 2. La oposicién al sistema. 3. Ten- taias de solucién, 4 Intervensiin del maistrio eclesiéstico -..-...-.. 293 Capitulo If. EL Pentateuco y ta arqucotogia det Préximo Orien- te, de 1890 a 1914 1, Los descubrimientos cess 308 IL. Primeras tomas de posicién de la Santa Sede 306 IIL, Nuevos progresos del orientalismo.. 308 IV, La arqueotogia en Palestina....... 308 Capitulo IV. La escuela de ta bistorla de las formas J. Una nueva orientacién del trabajo 31 TL. Principios de la escuela........+4 Bice BID IME, Los resultados. ...cecciscccscsieesssesceessess 314. 12 Indice Capitulo V. Datos actuales que condicionan ef estudio del Pentateuco T, Datos de la arqueologia reciente de Palestina......... TE. Nuevas vias de acceso... ‘| UL. Nuevas soluciones. IV. Directivas de la Iplesia Conelusién. Sinopsis det contenido y de (a teologia del Pentateueo I, Las antiguas tradiciones: 1. En los origenes. 2, El papel ‘de Moisés, 3. Colecciones posticas. HL El yahvista: El universo sobrenatural del yahvista. 2. Su ‘optimismo religioso. 3, Nacionalismo y = La caida de Jerusalén y la predicacién de a esperan- 2a. 4, Teologla einflucacia de Ezoquiel: La nota teo- éntrica — El pueblo de Dios, pueblo cualitative — EL pucblo de Dios, pueblo 'mesidnico — Univer- satimo y partelarso — Ezequiel, padre det j- daismo....... IL, Tsaias 40-55, 0 ia consolacion : 1 Bi problema del Segundo Issias: ;Forma el Segundo Isaas un blo- {que aparte? — Origen del libro. 2, Composiciéa del libro: Disposicién general ~ Los materiales ~ Ori- sen de la coleccin. 3. Yuhveh establece su reino so- Jommemente: La vocacién de Ismael — El Mesias Ciro (45,1) — Anuncio dela caida de Babilonia — EL nuevo éxodo. La salud. 4, El reino de Dios esiablecido por la predicacién y el martirio: El problema literario de los cinticos del siervo de Yahvch — Hey unidad de autor? — Identifeacién del slervo: mirada de con- junto — Dos tipos de expicacion Capitulo V. EL profetismo en la época persa (338-332) Introduecién histérica: Evolucién del profetismo — Pro- reso de la doctrina........ Los profetas de la restauracién: 1. Ageo: Fl contexto histérico — El libro — El mensaje. 2. Zacarins: EL hombre y el contesto historico — El libro — El mensaje. 3. Los complementos del libro de Isaias: Isafas 56-66 (Tercer Isaias) — Isaias 34-35: ol «pe- quctio apocalipsiy — Isaias 24.27: gran apo calipsisy seth HL Los profetas de los silos v'y 1: 1. Malaquias: La épo- ‘ca — Estructura y contenido del libro — El mensaje, 2. El libro de Jonés: Analisis de libro — Fecha, género literario, inalidad:3Joelt Andlisis del libro ~ Proble- ‘mas eriticos ~ El iensaje. 4. Abdias: Bl libro — El mensaje. 5, Zacarfas 9-14: Contenido — Datacién — EL mensaje 7 fetes S24 1 508 sis 316 16 Indice CUARTA PARTE, LOS «KETOBIM» 0 HAGIOGRAFOS Seccién I. Los Salmos, por P. AUvRAY Bibliografia. Capitulo 1, El libro de tos Salmos L. Lugar en la Biblia y designacién. TI, Contenido. : IIL, Subdivisiones. IV, Titalos: 1. Designacién del géncro de los salmos. 2. In- dicaciones precedidas de un «lamed». 3. Datos mus ales. 4. Explicaciones propiamente liturgicas. 5. In- icaciones histéricas. Conclusién : Capitulo Ht, EI texto 1. El texto hebreo. 2. Las versiones hechas del hebreo, 3. Las versiones secundatias. Capitulo Ul. Géneros literarios de los Salmos Variedad del género sélmico. Los himnos. Las soplicas 7 Salmos de accién de gracias. ‘Salmos reales. Salmos mesidinicos o Salmos didécticos y salmos de sabiduria.. tras categorias. Capitulo IV. Origen e historia de tos Salmos 1. Antigiiedad de los salmos. Te UL. Autores de los salmos. Capitulo V. Doctrina de los Salmos 1, Cuestion de método U1. Piedad popular y vi WL. Principales temas doctrinales: 1. Dios. 3. El hombre. 4. Retribucidn, Conclusion. Seceiéa U1. Los otros hagiégrafos, por H, Lusseau Captulo 1. Los Proverbios 1. Titulo. 538 539 $39 541 S41 546 549 $52 555 356 557 558 558 561 562 564 365 565 on Indice Il. Contexto historicoliterario de la obra: 1. La sabiduria en el Oriente antiguo, 2. La sabiduria en Israel 31 LIL, Estructura del libro de los Proverbios. 377 IV, Origen de las secciones y del libro. 319 V. La doctrina de los Proverbios: 1. Doctrina general del ‘escrito: Los eseribas de la ley — La buena manera de vir — Los Proverbios y las antiguas tradiciones de Israel. 2, Aspectos particulares de las colecciones: Las seceiones salomSnicas — Las secciones suplemen- tariss — La introduccion..... 580 VI. La sabiduria en el libro de los Proverbios: I. La sabic ‘duria del hombre. 2. La sabidurfa personificada. 3. La sabiduria diving... fees 585) VIL. Canonicidad y uso litargico fesse 587 Capitulo Hl. Job 1 |. Lugar en Ia Biblia y tema general. 2. Fstruc- tura literaria. 3. Génesis de le composicién: Unidad aparente del libro — Indicios de refundicion — Con- : clusién-.-.. cecceeee 589 Ih, El problema abordado: 1. Un tema comin de las litera- ‘turas antiguas, 2. El problema de la retribueién en el libro de Job: El contexto bibtico — Las tesis del ti- ‘bro ~- Desarrollo ulterior del problema... 592 UL, Fecha, autor, génaro literario: 1. La fecha. 2. El autor. 3. EL género literario, 596 Iv, Job en el progreso de ia revelacién Di $98 Capitulo HHL. El Cantar de tos cantares Contexto historicoliterario del Cantar 600, Aspecto general del Cantar. oor Las divarsas interpretaciones del Cantar: 1. Las inter pretaciones antiguas. 2. Desde el siglo xvut hasta nuestros dias. 3. Posiciones actuales lisis del ‘Cantar. ‘medio ambiente del Cantar. W. v. VL Género literario del Cantar. Vil. Fecha y autor del escrito VII. Canonicidad y uso litérgico. Capitulo 1. Rut Contenido de Ia obra... 7 oO Aspecto caracteristico del escrito oul Fecha de la obra . 612 Indice IV, Finalidad del autor + 613 VL Valor histérico. 614 Capitulo V. Las Lamentactones T, Contenido de la obra.......seeet 16 TH, Géaero literatio...-...++2+0+ Pee Hie MUL. Procedimientos técnicos y valor literario.-.. 618 IV, Fecha y autor. - 619 Vi Us0 litirgicos ss esses eeeeseees 620 Capitulo VI. BI Eelesiastés (Qohetet) L. Aspecto general de la obra : ves OD IL, Contenido doctrinal. PE MIL, Composicién de ta obra. 64 IV. Unidad de autor. es Y. Fecha de la obra. as Vi, EI Eelesiastés en cl progreso de la revelaciéa........ 626 Vil. Canonicidad. : Capitulo VIL. Ester IL. Aspectos de la obra hebrea. ee 628 UL, Valor historico a9 1M, Ester y I Besta de fos uri et IV. Fecha y autor. 62 V. Canonicidad. 633 Capitulo VII Danie T. Aspecto del relato biblico: 1. La seccién narrativa, 2. La seccién profética 634 Ml, Origenes de la obra actual: 1, Datos y discusiones, 2. Posiciones actuales.. as a 636 Fuentes anteriores 639, La personalidad del héroe. 00 ..-....+. «0 Procedimientos de Ia narracién........- «0 Cardeter de las visiones .. oa Signifcado religioso de la obra: 1, Teologia de Ia his- toria, 2. Bl mesianismo ..... 2 Capitulo IX, Esdras y Nehemias Ei libro. 1. Divisign. 2. Aspecto del relato biblico .... 645 TL. Ensayos de reconstruccién cronoligica. 1. Fuentes del autor. 2. Explotacién de los documentos. 3. Orden eronolgio: El problema — Ura hipéteis de tran- saccién i i oar 19 Indice te mm. 650 IV. Signifcado religioso 651 Capltulo X. Los libros de las Crénicas 1. Aspecto general de la obra. 655 1K, Feentes def eronista: 1. Fuentes historicas. 2. Otras HUES -esaseesscvsevucese z 655 IML. Fin y género lterario de las Crénicas’ 1. EI Heid. 2. Posiciones eriticas.... : 637 IV. Valor esligioso de la obra. 661 'Y. Fecha de la obra 663 VI. Canonicidad y uso ltargico.. 668 PARTE QUINTA. LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS, por ‘A. Lerivas Bibliografia general-.....2.2+ se 666 Capitulo 1. Bare 1. Composicion. 667 I. Contenido. . . 668 JIL. Doetrina. on IV. Apéndice: Ia carta de Jeremias on Coptde Tablas Textos. aathnespeetHt@t3| UL Contenido ft 614 ML, Género literation +. .sssee- 61s IV, Doctrina. tee 676 V. Tobias y Ahigar on Capitulo ML. Juait I. Texto, 19. IK, Género literaci. on ML, Contenido. 681 IV. Teologia y moral 683 Capt IY, Los Wrox de tas Macabeor Titulos y textos.- 685 IL, Ellfr i 1 Canienide, 2. Génec terri. 686 UL Ellibro If: 1, Contenido. 2. Género literario. 3. Doctrine 4, Influencia..... ana 689 IV. Concordancia de los dos libres. 3 20 fadice Capitulo V. La sabidwia 1, El Wibro: 1. Titulo. 2. Autor....s.eseeseee os TI, Composicin: 1. La sabiduria y Tos impios. dadera sabiduria. 3. Las obras de la sabiduria..... 696 I. El libro de la Sabiduria y el helenismo. 699 AV. Doctrina. : cee 68 Caplio VI. El Eset (0 Sale) 1k Seat 701 um 702 mw. 04 N 7 708 V. Limites © influencia co 705 Conde Vi, Sopementon te Hives de Ber y de Dit Suplementos a Ester I disbee et 708| 1, Suplementos 2 Dunit Santeestcn al cap. 3.2. Los cap. 134. i 709 CONCLUSION. LA FORMACION DEL ANTIGUO TESTA- MENTO, por P. Gretor Bibliografia m1 Preliminares 1. Génesis de ta Biblia a 713 U1. Limites y divisiones de este esbozo. m4 Capliulo 1. En los origenes de la Biblia: Moisés I, Dela era de las tradiciones orales a Ia civilizacién es- rita ee i 76 M1, Las tradiciones de Israel. 7 17 TIL, Los textos eseritos mas antigues: Moisés.v-....0- 0. 719) Capitulo 11. Serusalén, centro cultural 1. La cultura israclita a comienzos de la monarquia -.... 721 IL, Los vestigios de una administracién. . Ra BI, Acerca del culto. + RB IV. La literatura de sabiduria... ns 'V. Memorialistas ¢ historiadores. 726 vi mm Copitulo Il. Los reinos paralelos 1. La wradicion de Israel y la tradicion de Juda......... 730 a Indice Ul, La influencia profetica en sta Bi TT La influencia profética en Judd veces B4 IV. Después de la caida de Samaria Hie attbTsy Captuule IV. En los orlgenes del judaismo 1, El movimiento deuteronémico. .. BI II, Renacimiento del profetismo BB IU. La tradicién sacerdotal-. 740 IV. La consolacién de los desierrados... a2 Capitulo V. El judatumo en la época persa 1. El profetismo en tiempos del segundo tempio. 146 IS, Desarrollo de la corriente sapienciat no 747 LIT, Desarrollo del lirismo religioso..........s0ccscseee 749) AV, De la historia al «midras» 750 V. La fijacion de la «torah» 751 Capitulo VL. El judaismo en ta época helenistica 1. El desarrollo de los géncros en el judaismo palestino. 754 HE. El afontamiento del judaismo y del belenismo........ 756 {dice de citas bibticas o 761 Indice analitico sumario : 23 INDICE DE LAMINAS 1. Lineas 2 a 29 del cap. 40 del libro de Isaias, en el rollo mayor de este profeta, hallado en Quraria. ..... nz I, Una pagina del Codex Vaticanus 144 1, Pape pls 457. Ergpuenton lca 18 del Evangetio de san Juan, siglo 1 IV. Papiro pascual de Elefantina. 7 7 V. Escriba fenicio ante su rey, siglo vat &.C. ce 8 VI. Carta de Lakis, contemporinea del profeta Jeremias VI. Mésicos det Oriente antiguo.... VII Escribas egipcios. Gizeh (anterior a 2500 a ADVERTENCIA Hay diversas maneras de hablac de la Biblia y de ayudar a nuestros contemporineos a captar el sentido de Ja palabra de Dios. ‘Que nadie se llame a engafio sobre la finalidad y el caricter de la pre- sente obra, No se trata de un manual clisico, algunos de cuyos pasajes hhayan de aprenderse de memoria, y en el que se hallen soluciones netas y ®, Paris. RHPR Revue d'histoire ét de philosophie religi-use»*, Pars RHR «Reve de Thistoite des Religions», Paris RSPT «Revue des sciences philosophiques et théologiquesy*, Le Saulchoir. RSR «Recherches de Science religienses*, Pari Scr, cs Tm , Leiden. ZAW «Zeitschrift fr die altetamentliche Wissenschaft», Berlin. ZNW «Zeitschrift fr die neutestamentlche Wissenschaft», Berlin, Para las siglas de los grandes comentarios, vésse infra, p. 218 INTRODUCCION GENERAL SIBLIOGRAFIA GENERAL Hi, Hore, L. Lavom, fnioducio generalis in sacram scripturam®, Roma 1958. AL Mer-A. Vaccani-A. Bea, Insiutiones bible, Roma #1951. J. Rene, Manuel dEcriture Sainte, |. 1, Paris-Lyén 61949. ‘A. Roveet-A. Teicor, Initiation bibligne*, Paris-Tournai 31984, SiMON-PRADO, Proelectiones biblicae®, Turin 41946, Pralectionum biblicarum compendium 1; Propoedeutca®, Turis 71953, Madrid 51958, G.M, Prnasits, Inrodusione generale alla Sacra Biblia’, Trin 71952, — Introduccin general ala Sagrada Escrturas, Madrid 1959. A catholic commentary in Holy Scripture*, Loodres 1953; versién casellana: Verbum Dei. Comentario a la Sageada Escritura, Herder, Barcelona 2196058, © Rivat, Secolf aut Mondo*, Turin 1935. J. Lev, §. 1, La Bible, parole furnaine ef message de Diu*, Paris-Lovaina 1958, 229-336 R. RADANOS, Propedéutica biblia®, Madrid-Salamanca 1960, SECCION PRIMERA LOS LIBROS INSPIRADOS por A. Barucg y H. Cazelles PRELIMINARES ‘aLiocRAHiA M. J. LacRance, L'npiration des Livres sants*, RB 1896, 199.220. E, MaNcsnor, aft. L~nspiation de ['Eeriture®, DTC vu (1923), col. 2068-2266, H. Losseau, Besa! sur la nature de Vinspiration seripturaire®, Paris 1930. A. Bea, De’Seripturae sacrae Inspratione quaestiones historicae et dogmaticae, De Inspiratione et inerrantia sacrae Scripturae*, Roma 1947. P. Synavey B. BeNotr, La Prophétie*, en Sio, THOMAS O'AQUIN, Somme zhéolo- sigue, 64, Rev. des Jeunes, Paris 1947, 293-376, G. Countans, att. Inspiration et Inerrance®, SDB 1 (1989), col. 482-539, C. Canustn,” La lecture chrévienne de la Bible*, Maredsous 1980, 105138. y 232-249; versi6n cestellana: La leetwa evitiona de ta Bibliat, ELE, Baree- lena 1956, P, Benorr, L'nspiration, on Initiation biblique®, Pacis 1954, y 6-44. Muchas religiones tienen sus libros sagrados. Este fenémeno univer- n la historia de las civlizaciones: zera posible que los ran fjar en textos y luego conservar en forma escri este aspecto de su pensamiento y de su vida que les era el més caro, a sie ber, sus relaciones con Dios? Estos libros los guardan como un depésito venerando, dado que, abordandolos con fe, esperan hallar en ellos una respuesta a los interrogantes de su alma, luz para guiar su vida. La revelacién divina conservada primero en la religién judia y luego cc la cristiana, tiene también sus Sagradas Escrituras, sus libros Santos, ‘como decia ya el primer libro de los Macabeas, 1 Mac 12,9; antes de aden- trarnos en el estudio de su contenido, vamos a decir cual es la fuente de la santidad que distingue estos libros de todos los demés. En efecto, para los creyentes que han descubierto ta religién auténtica en medio de las diversas corrientes en que se traduce el sentimiento religioso del hombre, estos libros no tienen igual. Los libros sagrados de Tas religiones no eris- tianas, pueden leerlos con respeto, con simpatia comprensiva, que trata de seguir en ellos al itinerario del esfuerzo del hombre que busca a Dios. Sin embargo, la Biblia constituye a sus ojos un hecho iinico. En ella, no blo el hombre invoca a Dios y se esfuerza por discernir su respuesta; Dios mismo habla al hombre, ppr su propia iniciativa, La Biblia es, con toda verdad, su misma palabra, Puede darse que el texto no offezca a 35 Los libros inspirados veces sino un interés humano aparentemente limitado: listas geneal6gicas tun tanto farragasas 0 la historia aneedética de personajes mis o menos edificantes. A pesar de todo, a través de todo esto, Dios comunica un ‘mensaje. El pensamiento de los autores humanos a quienes debemos estos libros, su concepcién de la vida, su mentalidad, su cultura, todo esto ‘no es el elemento primordial de las obras que dejaron escritas; todo su genio humano esta al servicio de algo més grande. Escribieron bajo 1a ‘accién del Espiritu de Dios, el Espiritu (rah) que daba fuerza sobre- natural a los libertadores de Israel, Jue 13,25, el Espiritu que animaba a los profetas, Os 9,7, el Espiritu que ahora se infunde a la Telesia de Cristo y la anima. Segén la expresion de la segunda carta a Timoteo, Ia Escritura es santa porque esti divinamente inspirada (shedpneustos: 2Tim 3,16). ;Qué es, pues, la inspiracion? ‘Aqui no se trate de una inspiracién profana, como, por ejemplo, la de un artista 0 de un poeta. No se trata tampoco de la inspiracion deli- ranie que hacia perder a la pitonisa de Delfos el dominio de la razén y de los sentidos, No es la inspiracién religiosa que se puede reconocer in cluso en algunas obras no cristianas: ésta no rebasa el nivel del mero ‘genio humano. La inspiracién biblica es una accién sobrenatural de Dios, a la vez discreta y profunda, que respeta enteramente la personalidad de Jos autores humanos. — pues Dios no mutila al hombre que ét mismo ha creado —, pete los eleva por encima de ellos mismos, pues Dios es capaz de hacerlo. Asi pues, 1os libros nacidos de Ia actividad de estos autores ‘no son solamente humanos, sino divinos; no expresan s6lo un pensamiento hhumano, sino el pensamiento de Dios. Y, sin embargo, estin enraizados con la naturaleza humana: en ellos, todo es del hombre y todo es de Dios. i toles, al escuchar a Cristo, recibjan de de un modo humane, asi también el lector de Ia Biblia halla en ella {a palabra divina enuncieda a fa manera fhumana, Es éste un hecho fundamental que no se debe olvidar cuando se ‘estudian los libros sagrados. Por el hecho de saber que Ia palabra de Dios esté enunciada en len- ‘guaje humano, no estamos inmunizados contra toda sorpresa. No siem= Pre nos damos cuenta de hasta qué grado nuestros modos de expresion son tributarios del mundo en que vivimos, de nuestros habitos y de sues tras categorins de pensamiento. No imaginamos ficilmente que Dios utili zara otros modos de expresién. Hace falta una sOlida cultura y una buena. ‘ifosofia para admitir que Ia infinita simplicidad de Dios se refractara asi 1 través de la indefinida complejidad de la ereacién, de Ia que el lenguaje toma sus términos y sus imégenes!. Un libro que proviniera de Dios y se ft moo de epee (Cara elo Contin ‘tale Cor Shard Be 38}; DE hen, TOR, DBI 6a 36 Los libros inspirados dirigiera a la humanidad entera, debia adoptar su forma a través de una variedad muy vica de medios de expresin, sendo ast que cada grupo hu mano est familarizado con un pequefio nimero de ésos®. Esta aparente paradoja del Dios creador, simple y rascendente, pero qe se da a conocer través de todas las leyes de un lengusie creado es ¢] miserio que cons- tituye la Esertura y del que hay que darse eventa antes de tratar de des- cubrr su mensaje. Fate die event, esta toma de conciencia no puede realizarse sino ‘la luz de testimonio mismo de los autores tagrados que consignaron tl mensaje en ta Exrtura,juntamente con el testimonio de los padres. Esto constituye el estudio de a fe en or libro sagrados tal como sha ex: presado en el pueblo escogido y en la Iglesia de Cristo, A este estudio sigue tl de a noc deinspiracién, tall como se ha ido claborando ene tranacurso de fos silos, gracks al trabajo de los tedlogos, sobre todo de santo To- mis de Aquino®, en parte sancionado por I Iglesia. El estudio se ciera con la exposicién de dos consecuencias esenciales de Ia inspiraci la formacién de un canon que defina ta lista de tos libros inspirados y la ine- rrancia de las Sagradas Escrituas. Nos. debe admire nace. de toe sve do Stiga ates Cees ‘CAPITULO PRIMERO. LA FE EN LOS LIBROS INSPIRADOS G1. La Iglesia habla, 1, LAS DEFINICIONES SOLEMNES. Durante largos silos, la Telesia, antes de verse inducida a definit so- lemnemente su fe en la irispiracién de los libros sagrados, se ha nutrido de la Sagrada Eseritura. Por lo demas, ortodoxos y protestantes compar ten esta fe, aun cuando varie la interpretacin de la palabra que la ex- presa: sheopneusros, 2 Tim 3,16, La Iglesia ha precisado su creencia en dos coyunturas. En el concilio de Trento, el 8 de abril de 1546, establecid ¥y afirmé que Dios es el autor (auctor) tanto del Antiguo Testamento como el Nuevo y dio la lista de los libros que admitia como !. La Iglesia luchaba entonces no ya por salvar el principio de la inspiracién, sino por mantenerfo en toda su extensién, dado que se atacaba el ca- ricter sagrado de ciertos libros: los llamados deuterocanénicos?. En el concilio Vaticano 1se trataba propiamente del principio mismo de Ja inspiracién, ya que algunos negaban toda intervencién sobrenatural dde Dios, El 24 de abril de 1870, ei concilio formula el principio siguiente: «Si alguien no admite como sagrados y candnicos los libros completos de Ja Sagrada Escritura con todas sus partes, segin la enumeracién que hace de ellos el santo concilio de Trento, 0 sf niega que estos libros estén divina- ‘mente inspiredos, sea anateray. 2. LA STA DE Los LiBRaS SAGRADOS. La Splesia cree, pues, en la inspiracién de cierto iimero de libros, cuye lista ha fijado con precisién para cortar de raiz toda discusién. El orden y la clasificacion de estos libros han variado, y en esto Ta Iglesia deja plena libertad. He aqui una de las clasifcaciones posibles que, en cuanto al Antiguo Testamento, respeta el orden de Ia Biblia hebraica, atiadiendo La fe en los libros inspirados Antigua Testamento: Cinco libros dichos de Moisés, o Pentateueo: Génesis, Exodo, Levi- tico, Niimeros, Deuteronomio. Son los libros de la ley, 0 la torah. Josué, Jueces, 1° y 22 libro de Samuel, 1° y 22 libro de los Reyes. A estos libros os llaman los judios: los primeros profetas (prophetae priores). Tsaias, Jeremias, Ezequiel, y los 12 profetas menores: Oseas, Joel, Amés, Abdias, Jonds, Miqueas, Nahm, Habacuc, Sofonias, Ageo, Zavarias Y Malaguias, Son los profetas llamados posteriores (prophetae posterio- ves). ‘Selmos, Proverbios, Job, Cantar de los eantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés (0: gdhelet), Ester, Daniel, Esdras, Nehemias, 1.° y 2.° libro de las Crénicas. Son los hagiégrafos o ketibin, Baruc, Tobias, Judit, 1° y 2° libro de los Macabeos, Sabidurta, Eclesiés- tico (0 el ). Estos libros vinieron a la Iglesia Cristiana en Ia Biblia griega. Nuevo Testamento: Los cuatro Evangelios, segin Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los Hechos de tos Apdstoles. Las 14 cartas conservadas bajo el nombre de san Pablo: cartas 2 los Romanos, a los Corintios (2 cartas), a los Gélatas, a los Bfesios; a los Filipenses, a 10s Colosenses, a los Tesalonicenses (2 cartas), a Timoteo 2 cartas), a Tito, a Filemén, a los Hebreos. Las amadas epistolas catélicas: dos de Pedro, tres de Juan, una de Santiago, une de Judas. EL Apocalipsis de san Juan, ‘Tales la fe actual de la Iglesia. En los libros euyos nombres acabames de refer, reconoce la presencia de una inspiracién divina. Pero ; de dénde viene esta fe? ; Como se fue afirmando poco a poco, antes de ser definido taxativamente, el dogma concerniente a esta fe? La Sagrada Escritura segin el Antiguo, Testamento. En el Antiguo Testamento nacen libros que fijan tradiciones ances: tales, Jas organizan segiin las necesidades catequéticas y parentticas cul- tuales, las glosan segin lus orientaciones religiosas, cuyos grandes anima- ores espiituales son los profetas. Lo mismo se puede decir de los anales y erdnicas que vieron luz en la época de la monarquia israelita. Todos ‘estos recuerdos se consignaron por escrito porque estin en relacién con lo sagrado, Asi, las tradiciones patriarcales conciernen a los titulares de as promesas divinas, beneficiarios de las teofanias. Sus gestos y sus pala- bras se transmitieron cerca de los santuarios, lugares privilegiados de las 39 Los libros inspirados comunicaciones divinas, adonde todavia se va & honrar su memoria, Un libro Atco un dia para recoger y hacer més utilizes universalmente Jos relatos de estas primeras manifestaciones y revelaciones de Dios 2 los pares. Hiabré también escritos que consignen los recuerdos que guardaba I nacién, de los jefes que Dios habia dado a su pueblo. Un Moisés, un Josué, un David recibieron su espivita y fueron investides de sv auto- dad. Cuando comience la era de los analstas, éstos se preocuparin de far, a raz de los hechos mismos 0 con cierto retraso, los hechos y las pa- labras de estos hombres de Dios. Entonces aparecerin los micleos de una historia de los reyes, historia sagrada, puesto quo es la historia do la ‘casa de David>, y de una historia nacional, que es lx historia del puc- blo escogido. Paralelamente se constiuirén libros destinados con servar los oriculos de los profetas, los grandes inspirades. Los profetas dicen la palabra. de Dios; ellos mismos, o sus discipulos, resogen esta palabra. En toro a sus nombres y a sus escrtos se forman colesiones formadas de elementos a veces heterogéneos. El Pentateuco se cons- tituyo alrededor del nombre de Moisé. El nombre de Tsaias domina tuna coleccién profética que englota oriculos de fechas muy distints. El Salterio toma cuerpo en torno al nombre de David, y los eseritos de Sabidurla se agrupan en torno al de Salomén. Estos libros llevan, pues, un sello de fndole reigiosa, Ningin texto anterior ala eautvidad atribuye su redaccion a Dios mismo, pero a veces se atribuye a su volunted la coasignacién por escrito de un relato © de tuna serie de ordculos que arin origen al libro, Isalas y Jeremias nos re- fieren la orden cecibida de Dios, de consignar en un fibro alguoos de sus ordeulos, Is 30,8; Jer 36,228.32, sin que por lo demis oe diga nada del cardcter sobrenatural de’su composicidn. Se rere tambien que Moisés seseibié las palabras de Yahnehy, Ex 244, 0 «por orden de Yahvehn, Naim 33,25 ef. Ex 17,14. En fos libros redactados en la cautividad 0 di pugs de ella e hace mencién del «libro dela ley (de Yabveh)», 2Re 22,115 2CrOn 17,93 34,14; Neh 8.8.18, pero esta expresion ro es equivalente de ‘libro de Dios», que n0 se hala en el Antiguo Testamento. Asi, Neb 8,1 precise que se trata del wibro de la ley de Moisés, que Yabvch prescribio a Israel, Sin embargo, en este momento, dada la veneracién misma de que se Jos rodea, parece que se precisa la creencin en el eardctersagrado de cir- tos libros, Fs el caso del wlibco de la ley de Dios, del que se halla en po- sesidn Esdras y que va a leer solemnemente al pueblo. Es el caso de los libros con que Nebemies ha constituido una biblioteca, ‘cuidado de reunir Judas Macabeo después de su dispersion cuando la persecucion de Antloco Fpifanes, 2Mac 2,13-15 y IMac 1,596. Por primera vez en In literatura bilica aos hallamos con Ia expresién «dos Whros santos» para designar a las Fseritures, {Mac 12.9, consuelo en Ja persecucién; ef, también 2Mac 8,23, 40 La fe en los libros inspirados Un buen testimonio de la creencia del judafsmo en el cardcter sagrado de las Escrituras Jo hallamos en Ia carta del seudo-Aristeas5. Este docu- mento atestigua un hecho: la preocupacién de los judios de la didspora, por poseer en su lengua el Pentateuco y los otros libros que se lefan en Jerusalén (ef. también 2Mac 2,15 y el prologo del libro del Eclesiéstica); atestigua también una creencia: la que se tenia en la intervencién divina en el don de los libros santos. Cuando el autor del 42 libro de Esdras, 4Esd_ 14,23-47, presenta a Dios dictando x Fsdras, durante cuarenta dias, doseientos cuatro libros, de los cuales sélo setenta serdin publicados, dda fe de la misma concepcidn. Los judfos més recientes, al decir que estos, libros «mancillan las manos», no harin sino expresar en forma de entre- dicho la misma creencia: los libros tienen, por su origen, un cardcter sagrado. § IL. La Sagrada Eseritura segiin el Nueyo Testamento, Nuestro Seftor, que venia a completar Ia ley y los profetas, no se desvia de ta actitud religiosa de sus contemporineos. Como ellos, argumenta remitiendo «a las Escriturasy, recalcando sus aserciones con Ia frase ritual ea las escuelas: «(como) est escrito», ef. Mt 4,410; 21,13; Le 19, 46..., {Grmula que repiten los Apéstoles por su propia cuenta, Mt 2, 5; Act 7,42; Rom 1,17; 3,4; 1Pe 1,16, etc. AL hablar asi entienden em pefar la autoridad de la Escritura, nica autoridad que es divina, tnica capaz de garantizar acontecimientes futuros. ‘San Pablo demuestra clarameate el crédito prestado a las Escrituras, tanto en los eirculos del judaismo como entre los cristianos, cuando es- cribe a Timoteo: “Desde tu tierna edad aprendiste las sagradas letras que te pueden insteuir para Ia salvacién mediante la fe en Jesucristo. Toda Escritura esti inspirada por Dios y es atl para ensediar, refutar, corregir, para formar en la justicia: asi el hombre de Dios es cabal y est apercibido para toda obra buena, 2Tim 3,15 s, La segunda carta de san Pedro expresa la misma doctrina: «As{ tenemos mas firme la palabra pro- fética: hacéis bien en manteneros cerca de ella, como cerca de una lém= para que brilla en un lugar oscuro. Sabed ante todo que ninguna profecta de la Excritura es objeto de interpretacién personal. Porque jamés profe- cia provino de voluntad humana, sino que los hombres hablaron de parte de Dios, movidos por el Espiritu Santo», 2Pe 1,19-21. De estos dos textos se desprende algo mis que una simple afirmacion dd la autorided de las Escrituras. Dan su justificacién formulando ya lo csencial de la doctrina de Ia inspiracién. Las sagradas letras son objeto de ensefianza y de tradicion, 1o mismo que otras verdades religiosas, cf. 2Tim 3,14, Ademds, son una fuente de sabiduria, de salvacién, una base 5 Veome p58 9 106 4a {Los libros inspirados de enschanza y de formacién cristiana. Mas en concreto, en su totalidad, estin inspiradas por Dios»® (theopneusioi, divinitus inspiratae). LO ‘cual equivale a decir que tienen su origen ea el Espiritu Santo, Esta misma asercién vuelve a hallarse en ta 2Pe: no deben nada a la voluntad humana, sino que son obra del Espiritu Santo que opera en los hagidgrafos. Asi, cconcluye el autor, la Bscritura, obra de hombres movides por el Espiritu, no es, en modo aiguno, objeto de interpretacion individual, sea por parte del autor 0 por parte del lector. Puesto que procede de arriba, sélo la ‘comprenderd un hombre animado del Espiritu de arriba, Dos expresiones entran con estos textos en ef campo de la lengua tcolbgica: la de escriior inspirado, término de que se servirin los latinos para traducir fa expresién griega de 2Pe, y Ia de libro inspirado, segin et Propio término de 2Tim. Asi, los veremos utilizades en forma habitual or los padres y los tedlogos para explicar el carécter especial tanto de los libros biblicos como de sus autores. SIV. Los padres y ta Kscritura. Poco a poco ef lenguaje cristiano fue detalando este concepto miste> rioso de libro inspiado, de escritorinspirado. Asi vino a crear el termina abstracto de inspiraci6n, atribuido tanto al libro como al autor (san Gre- g0rio Niseno). Los padres tratan sobre todo de traducit en términas con cretos su modo de concebir Ia accién inspradora de Dios. Esta consstid. dirin, en promunciar (g. leein), en sugerie (et. ypasoreuein), en dictar (at. deta) lo que los hagidprafos habian de iansmitirnes. Con ello ‘quieren poner de relieve la primacia de la accién divina y no materializar s4 imervencién. Con todo, es cierto ae, partiendo de estas representacio- nes muy antropomérficas, se originard mas de una desviacion. La teolo- ia de la inspiracién no logrard siempre evitar perfectamente una repre- seatacién mecénica de la accién divina que conducicé a un sorprendente Ieralismo en la interpretacion del texto. Por el trimite de los conciios afticanos de fos siglos 1¥ y vy de las profesiones de fe antimaniqueas que imponen a los obispos, otra expre- sim adquitiri derecho de ciudadania en la lengua teol6gia: la de Dias, ‘autor de la Escritura. Se forma como reaccién contra la teorka maniquea: ‘como no hay dos principios autores de Ia economia del mundo, tampoco hay dos en Ia histora de la salud, aun evando haya habido dos alanzas. Si las profesiones de fe conteaidas en los Statuta Ecclesiae antiguae® ponen 4. Fist dee tao antennae ings » dar vedo paiva alan tide anSete de Gules (Ps saa ns spat dee a Poe ences ee oer dene en st ca30 de 2Tion i chad testo posvo; Mowion mim NA Wes ace se Scio Hera nt Bete der orl oh shoei 325; DB 2, we io ote a2 La fe en los libros insprrados la mira, en primer lugar, en el error dualista, parece ser que los térmninos eleidos par incon ta dob Ite de tian, de I aves proclma 8 ‘como tinico autor, es decir, «la ley, los profetas y los apdstoles», sr reson ain ud tx liber gue conten a Nistor de ono y 06 Testamento. Esto se diri expresamente en los textos de los concilios ulte- riores que volveran a utilizar la frmula (Concilio 11 de Lyén, Concilio de Florencia on el decreto para los jacobitas, Concilios de Trento y Vati- ano 1), En correlacién con la afirmacidn de que Dios era realmente autor de los libros sagrados, la tradiciOn ha sostenide siempre que los hagidgrafos ‘eran tambign autores de los libros escritos por ellos. Decir que la Biblia era palabra de Dios equivalia a atribuir a Dios la paternidad principal, pero subrayando, cuando se ofrecia la ocasién, los rasgos de originalidad impresos por cada autor en su obra: estilo, peasamieato, organizacién de la materia. Asi, san Cirilo de Alejandria hace notar que san Pablo construye bien las frases, que san Juan redacta bien los discursos. And- logas observaciones se pueden leer en san Juan Criséstomo y en san Agus tin, Peto el mismo san Agustin precisa que estas cualidades literarias son en si mismas un don de Dios a los escritores. Importaba, en efecto, sub- rayar su dependencia frente al autor divino. Esta dependencia se traduciré con determinadas imigenes. Los es- critores, diran los padres, son los instrumenios de Dios, su pluma, su ci- tara (Cohortatio ad Graecos, Hipslito, san Gregorio Niseno). A través de estas imigenes, el pensamiento trata de concretarse y corre peligro de ceristalizarse. Se queria inculcar la jerarquia de las causas en a génesis del libro sagrado y presecvat ef primado de la causalidad divina; con ello amenaza el peligro de reducit el papel del hombre al de un utensilio mecinico. Si a esto se aliaden las frecuentes y multiformes afirmaciones sobre la inerrancia absoluta de la Biblia, habremos recogido los elementos prin- ciipales de 1a doctrina de la inspiracién en la época patristic. A las ge eraciones siguientes incumbiré el quehacer de intentar, a partir de estos datos, una sintesis teoldgica més racional y més profunda. 4B ‘eaPiruLo seoUNoo LA INSPIRACION ‘IBLIOGRAFIA GM. Pearsuia, La nozlone dell spracione seriturale secondo { primis! doce Imenit cristianl*, «Angelicumo xX, 1943, 3252. = La inspiracion biblica®, en XIV Sern Biblica Espatola, 129-222, Madtié 1954, R.A. P. McKenzie, Some Problems in the Fleld of Insplrarient, CBQ 1958, 18 Aux Jones, Biblical Inspiration: A Christian Rendez-Vous, Set., 1958, 97-110, El estudio de una doctrina teoldgica se hace partiendo de los textos de la Eseritura, patristicos y eclesidsticos. En ellos halla el te6logo Ia expresion, de la fe y descubre Ia continuidad de esta misma fe. En este sentido inte- sroga los textos escriturarios para conocer la doctrina de la inspiracién. Seria un citculo vicioso pedirles que demostraran su propia inspiracién; luno no es testigo en su propia causa. Pero incluso el incrédulo reeonocerd cn estos libros un testigo de Ia fe de Israel o, por mejor decir, de la fe vie vida por cierto nlimero de israelitas, entre ellos Nuestro Sefior mismo y los apéstoles. Asi, observamos que cada dia se da mis importancia al conocimiento de todos los datos concretos que precisan el origen de los libros y determinan el alcance exacto de su testimonio historico. § 1 Historia de una doctrina. 1. Ew 1a Boab MEDIA. Las primeras reexiones teotégicas sobre el modo de inspracion de los libs sagrados estan todavia entorpecidas por cierta confusion en los términos y en los conceptos. Huge de Sam Victor, muerto en 1141, in- centa una distincién. Contrapone a. profetas y hagi¢grafos: era ya aleo muy stil, Sento Tomés hari suya esta distineidn, aunque sin introdueira, en ¢l estudio de Ja inspiracién, que en realidad no hizo. Con él y con En- ‘gue de Gante, a teologia retexionara sobre los papeles respectivos de Dios y del hombre cuando un efecto resulta de su mutua cooperacién: es el caso de la profeca, Sento. Tomés, hablando ocasionalmente de los libros sagrados, es aplcaré una teorla semejante dicendo: «El autor prine cipal de la Sagrada Escrtura ese] Espiritu Santo... el hombre fue el autor insrumental> (Quod. wi, att. 4, ad 3). 44 La inspiraci6a Después de él, te6logos como Pedro d'ailly tratarén de distinguir Ia accién de Dios y la accién del hombre refiriéndose a los diferentes sen- tidos de Ia palabra «autor» (compositor, editor, compilador, garante). ‘Otz0s, como Cano, intentarin una distincién entre lo que es revelacién y lo que es mocién acompafiada de una ayuda. Pero su pensamiento es ‘todavia vacilante. 2. Deb staLo xvi AL CoNcaLio VATICANO f. Béitez mantiene 1a distincién entre revelacién e impulsién dada at hagidgrafo. Choca, sin embargo, hallar en su pluma una asercién que protende nada menos que hacer diear por Dios las palabras mismas del libro, para evitar asi toda adulteracin de las ideas que inspira. Ante se- mejante exigencia no tiene nada de extrafio ver elevarse une oposicién, ‘como tampoco verla exceder Ia medida. Esta oposicién esté formulada fen una proposicién del jesuita de Lovaina, Lessius: «Si se diese el caso de que un libro (quizé sea éste el caso de 2Mac) fuese escrito con solas las, fuerzas humanss, sin la asistencia del Espiritu Santo, y que luego el Espi- ritu Santo atestase que en tal libro no hay ninguna falsedad, por el hecho mismo vendria @ ser Escritura Sagrada.» Uno de sus colegas, Bonfrére, volveria a utilizar 1a misma idea para expresar lo que, siguiéndole a é), se ha llamado inspiracién subsecuente, Estos teOlogos, impresionados por las diferencias en cuanto a la profundidad del pensamiento, la intensidad de sentido religiosa y de estilo entre Ios diversos libros biblicos, buscaban ‘revelacion directa para los libros estimados superiores, simple direccién destinada a preservar a los escritores de error en el caso. do los libros considerados menos sublimes, simple aprobacién después de la composicign para los libros que aparecian demasiado humanos. ‘De hecho, Lessius, al tratar de explicar la proposicién citada, tuvo que desautorizasla, Un libro semejante, concedi6, gozaria de autoridad di independientemente de su cualidad de Sagrada Escritura. Después de Bonfrére no se volvi6 a hablar de este intento de explicacidn de la inspira cién hasta que en 1850 un tedlogo de Munich, Hansberg, la resucito, sus- tituyendo la aprobaciéa subsecuente del Espiritu Santo, reclamada por Lessius y Bonfrére, por la aprobacidn de la Iglesia. También los padres del Concilio Vaticano 1, on la sosién de 24 de abril de 1870, creyeron deber precisar, en el capitulo de la revelacién, que la fe de la Iglesia en la Inspiracion de los libros sagrados no se basaba en ningin modo en el hecho de que estos libros, «escritos por la sola industria humana, hayan sido después aprobados por la autoridad de la Tglesiay’, ‘Las teorias de la sugestion y del dictado quetian sin duda subrayar la realidad del papel de eutor atribuido a Dios. La teoria de la aproba- 306, #1787; DBE TO 45 Los tibros inspirados cién subsecuente trataba de salvar, en lo posible, el mismo papel en el hombre... pero sacrificando el dato tradicional —e incorporado al lenguaje mismo del magisterio — de Dios como autor. Por es0 otros tedlogos trataron de presentar una explicacién capaz de satisfacer a las dos exigencias. La ausencia de error en la Biblia habia sido afirmada cons- tantemente por toda la tradicién. ;No era esto la marca principal de la accién inspiradora de Dios? Algunos parecieron creetlo. Para ellos toda Ja accién inspiradora consista en una asistencia divina dada al autor hu- mano «para que 90 yerrer. Bonfrére habia dado ya el primer impulso proponiendo, juntamente con la explicacién que hemos sefialado, otra, segin la cual «Dios no obraria como inspirando (en realidad, por esta palabra entiende una revelacién) 0 dictando, sino como alguien que di rigiers con la mirada al escritor para que no errase... Por lo demés, si corriese peligro de equivocarse, el Espiritu Santo le ayudaria con su inspiraciéa». Bonfrére no habia hecho sino una suposicién entre otras, varias. Chrisman (1792) precis6: «La inspiracién por la que el Espiritu Santo dirige los autores sagrados mientras escriben, de modo que los, preserve de error, se puede considerar como suficienten, y Jahn (1816): ‘Llamames inspiracién a esa asistencia diving que excluye el error.» Estos teblogos concedian un puesto a Ia accién divina en la compo- sicién misma de la obra. Pero jbastaba esto para justificar el titulo de autor dado a Dios por la Iglesia? Asi, el Concilio Vaticano 1, ala reproba- ‘in de In teoria de Haneberg, afadié la de la teoris de Jahn, diciendo: ti es Sélo porque contengan la revelacin sin error (que la Iglesia los tiene como sagrados y canénicos), sino porque, habiendo sido escritos por inspiracion det Espiritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la Iglesiay2. Con estas palabras, el Concilio volvia a orientar la atencidn hacia los datos esenciales de la tradicién: los libros sagrados fueron escritos por inspiracién del Espiritu Santo (accidn cuya raturaleza no definia): por razén de este hecho tienen a Dios por autor, Y por esta razén la Iglesia Ios conserva con veneraciéa. 3. Desputs Det, Coxcitio Varicano Después del Concilio Vaticano 1, la teologia aplicaré una atencion especial al estudio de ta nacién de autor. El cardenal Franzetin, tratando de conciliar las funciones respectivas de Dios y del escritor,distingue dos a pectoseen el libro, que es su obra comin. Et elemento formal es aquello que ios quiere; lo revela, directamente o por mera gracia inspiradora, cuando el eseritor conoce ya lo que ha de escribir. El elemento material consiste cen las palabras que expresan estas ideas. De ahi la opinion de Franzelin: Dios puede ser Ilamado autor de un libro solo con que el elemento for- mal provenga de él. No es necesario que también suministre el elemento 2 HB 77; Pr 306, 11787: BI 76, La inspiracion material, En este caso, Dias no se desentiende de la expresién de las ideas aque quiere comunicarnos, pero pera que sean reproducidas correctamente basta una simple asistencia, sin que haya necesidad de inspiracion verbal, El eminente te6logo no se equivocaba desde el punto de vista de ta au- toridad divina, pero no le sucedia lo mismo desde el punto de vista det ‘rigen del texto, En este caso no se debe descaidar el punto de vista psi- colégico, operando en el escritor una viviseccién de mala ley. Cuando te trabeja, ise pueden separar sus ideas de las palabras que las ex- presan? ‘Un documento de capital importancia debia, veinte aftos después de Jos trabajos de Franzelin, atraer Ia atencién de los teblogos hacia las re- laciones entre Dios inspirante y el eseritor inspirado. Le6w xm, en su encictca sobre la Sagrada Escritura (Providenrissimus, 1893), propuso fn efecto una doctrina de Ta inspracion en acto y puntualiz sus efectos sobre la psicologia de los escritores. El Espiritu Santo, se nos dice, «de tal manera los excit6 y movid con su influjo sobrenatural pars que eset bieran, de tal manera los asistio mientras esribian, que rectameate hablan de concebir en su mente (reete mente conciperent) y fielmente hablan de querer consignar, y aptamente, con infalible verdad, expresar todo aque- llo y sélo aquello que EI mismo les mandara» sta doctrina esquiva los peligros que hablan hecho fracasar las ten- tativas anteriores. Renuncia a especular sobre los diferentes sentidos de la palabra autor 0 sobre los diferentes comportamientos de los autores ierarios. En ella no aparece Dios como haciendo aparte i solo todos los actos propios del autor y causindolos Iuego en el escritor. Toda su acciGn tiene lugar en el hombre que trabajs, ‘Tampoco se hace distincién entre la parte formal del libro, que seria mds especialmente de dominio divino, y la parte material, més directa- mente de dominio humano. Por lo ders, la encilica no presenta Ia ins piracién en cuanto cualidad del Iibro, sino la accién de Dios unida a la accin del hombre. En esta colaboracién mutua—en la que el hombre sirve de medio de expresién a Dios, que nos comunica su mensaje —, el primado, la inicia- tiva se reserva cleramente a Dios. Pero el hombre'no aparece como ins- teumento meramenie pasivo: su intelgencia concibe las ideas, su volun tad quiere escribir fielmente, todas sus facultades de escritor en accién concucrirén a una expresién auténtica del pensamiento divino. En todo esto el hombre este puesto sobre el impulso, a mocién, la asistencia de Dios que prescribe y determina el contenido de su comunicacion escrita Conviene notar, edemis, que esta presentacion de la doctrina de la inspiracién, en la que se adivina el pensamiento de santo Tomds sobre Ja cuestion conena de la profecia (ic, q, 171-178), evita, no obstante, Ia teeminologia escolistica. No se trata ni de causa principal ni de causa ins- (5 De 3393, 1982; DBI 24, a ‘Les libros inspirados ‘trumental y, mucho menos, de determinacién fisica o moral. La enciclica, expresindose asf, quiere tnicamente presentar la accién divina conjugada con ta del hombre sin falsear en nada el dato fundamental de Dios autor, sin poner ni quitar nada a su significado, Como después de la enciclica, el tratado sobre la inspiracién, de Fran- zelin, seguia constituyendo la base de la mayor parte de los manuales y de no poces estudios, el padre Lagrange, tedlogo y exogeta, creyé deber ‘ponerse a un método que tomaba como punto de partida lo que no era, segin todos 10s documentos eclesiisticos, sino una consecuencia de la inspiracion: 1a nocion de Dios autor4. «Resulta claramente de este pro- cceto que la inspiracién no se debe explicar por la formula Dios es el autor de los libros sagrados, sino que, al contrario, la formula “Dios es el autor de los libros sagrados” estriba en In verdad de esta otra: los libros cané- nicos fueron escritos por inspiracién del Espiritu Santo. Ast pues, Ia no- cidn de la inspiracién deberd ser examinada en si misma, pero debers concebirse de modo que incluya esta consecuencia: “Dios es el autor de fos libros sagrados’.” No creia tampoco Lagrange que fuese posible obtencr una nocién exacta y completa de la inspiracién s6lo con el estudio det origen, de Ja Forma literaria y del contenido de los libros sagrados. El estudio critico de la Biblia dista mucho de ser perfecto y defintivo: de él no se pueden : juicio sobre Ja eleccién de las palabras, sobre la eleccién de los documentos: ‘que guiarén el pensamiento del lector hacia Ja verdad, sobre el género iterario adaptado al orden en que se sitia la verdad que se va a transmi- tir, El profeta, una vez iluminado, habla a sus contemporéneos y se hace comprender por un contacto de presencia a presencia, con tal que el oyente sca receptive. El escrtor sagrado, en cambio, debe realizar, por la mocion divina, una obra literaria que hable, o que haya de hablar aun cuando 1 csté ausente; esto implica una accién de Dios mis diversifcada, que debe no sélo elevarle al conocimiento de las verdades sobrenaturales, sino soslenet Su pensamiento en toda la sere de juicios que debe emitir. 1 eseritor inspirado difiere todavia del profeta en cuanto que no es necesariamente el primero que haya de recibir la comunicacién del mensaje divino que debe consignar por escrito. La inspiracion no es la revelacién. Un esertor puede ser insprado para fijar por escrito el mensaje revelado 2 otra persona: asi, Barus para poner por escrito las revelaciones hecbas 1 Jeremias. No se requiere menos una accion sobrenatural de Dios sobre su espiritu, sin la cual no podria captar plenamente el mensaje que debe ‘consignar, y si se limitase al papel pasivo de secretario, no se compor- taria verdaderamente como autor, en el sentido pleno del término, en la redaccién del libro sagrado. De aqui se debe conclu que la actividad dol profetay Ja del escritor inspirado pueden presentarse de maneras muy diferentes. En la profecia, fa ferupcin de la luz de lo alto y el imperativo divino se manifstan a me. nudo bruscamente. Por el contrario, en la redacci6n de los libros sagrados, autor nos hace a veces la confidencia de sus tareas y de sus trabajos de informacién. Asi, ios redactores de los libros de Jos Reyes, exponen sus fuentes; los sabjos-nos dicen euiinto tuvieron que fatigase ‘para adquiit Ja sabiduria y cudin lejos fueron para procurarsela; ¢l redactor del segundo libro de los Macabeos Uega hasta a excusarse de no haber logrado compo- SIT. Vise tate Note complimeniae ser epatin, 7, P, Bevor, La Prophde, on Ki Tose a, 50 La inspiracion rer bien su obra, cuyas dificultades tenia bien ponderadas. El eseritor, cn efecto, tiene s6lo «el instinto profético», segiin expresign de santo To ‘mis, Lo que recibe de Dios, es tnicamente la luz sobrenatural que le per- ‘mite jazgar, con la misma certeza divina, de todo lo que se refiee a la com- posicign de su libro. El escritor inspirado tiene por lo menos conciencia de obrar como tal? No es necesario, El profeta tiene con frecuencia conciencia de la ilu- rminacién divina: «@Oriculo de Yahveht», exclama. Pero cuando los es- critores bibticos nos hablan de sus trabajos, parecen estar mis preocupa dos de su actividad humana que de la actividad divina presente en ellos, ‘Sucede lo mismo que con Ia accién de It gracia en la vida del cristiano, Sélo el mistico recibe, por un carisma especial, viva conciencia de la ac- de fa gracia en el seno de su inteligencia'y de su libertad. Incluso cenel caso del profeta, estima santo Tomas «que sucede a veces que el pro- feta no puede discemnir plenamente si sus palabras y sus pensamientos son resultado de una inspiracién divina 0 de su propio espititu» (q. 171, art. 5). Con mayor razén To hubiese dicho de la inspiracion. Pero no hay {ue olvidar el «plenamente» de la frase de santo Tomds. Bl autor sagrado no seria instrumento verdaderamente humano, con inteligencia y libertad, sino hubiese tenido la menor conciencia del fin religioso a que tendia su actividad de autor. {Hubiese sido verdaderamente humana su accién si, estando ordenada a los designios sobrenaturales de Dios, lo hubiese estado inconscientemente? En apariencia, un texto inspirado puede estar come pletamente desprovisto de toda referencia a la vida de fe, de esperanza y de caridad. Pero, en realidad, el estudio de estos textos descubre siempre tana intencién ms profunda: ef autor que roine estos. documentos y compone su obra, tiene conciencia de servir a un Dios que eleva y salva al hombre. 2, La ACCIGN DE Dios SOBRE LA VOLUNTAD DE LOS ESCRITORES SAGRADOS, Por este camino es como podemos darnos cuenta, siquiera sea muy imperfectamente, de Ia manera como Dios cbraba sobre la voluntad del cscritor. Leéa xin afirma esta accién: Dios — escribe — impulsé y mo- vid a Tos autores sagrados a escribir quae ise duberet. Asi pues, les ordend escribir ciertas cosas, y los impulsé a tal actividad. El estudio del infujo de la gracia divina sobre ia votuntad libre del hombre ha sido siempre un problema para el pensamiento religiso. No hay, por tanto, que extrafarse de que los teélogos hallen también alguna dificultad para precisar la manera como se conjuga la voluntad de Dios ‘con la yoluntad del hombre para Hegar a la producciéa de un libro ins rado. En todo caso es cierto que Dios, que ered al hombre libre, no su rime esta libertad cuando se trata de ejecutar un trabajo tan Superior 5, Cf, Dom Cun, La Lactre chanel Be* 239; ws cntlians: La era rotons ie Bt st Los libros inspirados ‘como el de poner por escrito para todos los tiempos cl pensamiento divino, Esta libertad, que en el orden natural se ejerceria al servicio de un fin, como el interés material de un individuo, Ja paz de una familia o la prosperidad de un Estado, se ejerce también aqui, pero en el orden sobre- natural. En el primer caso la voluntad humana es solicitada por un bien nas tural; en el caso del libro sagrado, es solicitada con miras a un bien sobrenatural: Ia liberaci6n del hombre y el establecimiento del reino de Dios, Tanto en un caso como en el otro, el hombre podria sustraerse. Si ‘compone el libro que Dios espera de él, no 10 hace s6lo bajo la mocién de Dios en cuanto regulador de Ia naturaleza; lo hace sobre todo bajo otra ‘mociéa, un llamamiento gratuito que le propone mucho més que una vida de animal racional: una vida de hijo de Dios, asociada a Dios mismo en ‘un aspecto particular de su actividad redentora, Tal es la vocacién sobre- natural, en funcién de Ia cual el escritor sagrado se decide a comenzar su obra y a llevarla a término. Esta vocacién no implica solamente una toma de conciencia del fin que se ha de conseguir, sino una solicitacién de fa voluntad, que es un aspecto esencial de la inspiracién divina. Aun caso ue, al principio de la revelacién, Ia finalidad tltima de los designios de Dios no se perciba en todas sus dimensiones, los autores saben ya que su actividad se relaciona con la vida del pueblo de Yahveh, que es una vida con Yahveh y un don de Yahveh. Dios mueve su voluntad por el deseo ‘de fomentar este bien sobrenatural cuyo conocimiento claro se va ampliando ‘8 medida que progresa la revelaciéa’, 3. Dios v LAs FACULTADES DB EIECUCIGN DEL HAGIGCRAFO, EI libro sagrado, siendo una obra concreta, no esté ultimado sino ‘una vez que las ideas estén revestidas de su expresién literaria. Aqui tam- bidn se ejerce una actividad humana multiforme: genio literario, imagi- ‘acién, memoria, delicadeza del sentimiento que prevé y dirige las reaccio- ‘nes de los lectores, actividad corporal. .. Cuando se trata de los libros Diblicos, toda esta actividad ha de attibuirse todavia a los dos autores. El ejercicio de estas facultades de ejecuciém irequiere una gracia de inspi- racién propia? No, respondia Franzelin, dado que este ejercicio esti en estrecha dependencia psicolégica de la inteligencia y de la voluntad, La sgracia de inspiracion dada para el ejervicio de estas facultades influye, pues, necesariamente sobre las facultades de elecucién. Bastar una casis- tencia» positiva de Dios destinada a salvaguardar la aptitud de Ja expre- sign para reproducir el pensamiento sin falseario. Parece que Ia enciclica Providentissinus no exige més en este estadio del trabajo literario. Otros te6logos creen que es necesaria una nueva gracia de inspiracién para ung BS mc tes ae cl ee ats as stn Sito cin ial cet et ul prac nei or Di ete et Serre Hea Bla ae oop * By ae ec ‘ot gun, culgues gos fn picnic eau SToual'ta eason oo msrumetiaiaas coo rapexo © Bio 52. La inspiracion. actividad de nuevo orden, cual es el trabajo de expresién que depende de facultades distintas do Ia inteligencia y de In voluntad. Peto con ello no pretenden volver a la teorfa del «dictadon de las palabras. El autor sigue siendo é{ mismo, como antes, con su estilo y sus capacidades propias, en €l trabajo de expresin de las ideas. Pero este trabajo se hace por influjo directo del Espiritu Santo, cuya finalidad no consiste en hacer mis perfecto (© mas comodo el trabajo literario, sino en hacer que sea el trabajo mismo de Dios. Recordamos estas divergencias de interpretacién inicamente para subrayar diversos aspectos en que se puede considerer la redaccién. de un libro sagrado. No es dificil reconocer aquf un acuerdo fundamental: la expresi6n misma de la idea no estd sustraida a la mocién del autor prin- cipal. Es . Ast, al lado del Espititu Santo, autor de la Escritura, aparece la Iglesia ‘como guardiana del depSsito inspirado. Esta relacién de la Escritura y de Ia Iglesia es lo que propiamente expresa el término de candnico aplicado 2 los libros sagrados. En si mismas, las nociones de canonicidad y de inspiracién no parece incluirse nevesariamente. De hecho, estén ligadas entre sl, La Iglesia s6lo reconoce como canénicos, libros inspirados; fuera del conjunto de 10s, libros a Jos que ella ha reconocido autoridad canénica, no admite que existaa libros inspirados. Se ha planteado 1a cuestién acerca de cartas o BB canon de los libros inspirados perdidas de san Pablo, la carta a los Laodicenses, Col 4,16, y otras dos ‘eartas a los Corintios, 1Cor 5,9 y 2Cor 2,4. {No estuvieron’ nunca estos textos incluidos en el canon de Ia Iglesia El hecho de provenir de un autor {nspirado, como lo es san Pablo, jharfa necesarlamente que fuesen textos candnicos, caso gue se viniesen a encontrar? Se puede discutir Ia cuestién, ‘pues si Dios inspire a ciertos autores, ¢3 para la redaccién de libros bien . Ahora bien, en ella faltan Extery los deuterocanénices, Esta lista, que no es ai catdlogo ofcal ni, seguraments,refljo exacto de [a peésica de ls iglesias cristianas de Palestina, representa més probable- mente ¢s¢ terreno comin a fos judios y a los cristianos sobre el que Onésimo podra libear cl combate por ia sad eterna En Algandiia, Onicenis parece verse soicitado por a tradicién que ‘se atiene al canon plenario y la necesidad de atenerse al canon recibido pot los judios cuando se dscute con ellos (Ad. Afr 5; PG 11,60). Cita, en afecio, como Escrtura a Ester, Judit, Tobias, la Sabidura, el Fcesastico. 5 poce,en sus Hexaplas marca con un obelo (=) los pasajes deuterocand- nicos y compila un canon de 22 libros fo hace mis bien como controver- fist deseoso de mostrarse al corrente de ls vaclaciones de los doctos, ue por razin de una docteina personal, y todavia menos en nome ¢& fa préctca de Ia Inlesia. Despuds de €l sam Atanasio endurecerd el pensa- tmiento del maestro. Fil también al canon completo antes de 367"9, oe manera general, cn ia prctica ecksistca, se converte en teérico de una concepciin singular del canon. Segiin él, los libros biblicos habrian de Tepartirse en dos grupos: primero Jas «fuentes dela salud, libros ofales en la Iglesia, o sen, 22 libros del Antiguo Testamento (Gon Baruc y si Esten y todos los del Nuevo Testamento, Luego habria Tos Kbros que 80 eatin cn ok canon, pero que los padres habian ordenado leer a los nuevos ids, Cita entonces la Sab, Eelo, Est, 30, Tob, Didakié y Herma. 7 1Los libros inspirados Estos son los libros «leidos», Nombra iuego, descartindolos do lo libros aceptables, los apdctifos, de origen herético, Ha surgido la cuestion de si san Atanasio negaba la ingpiracion de Ia segunda clase de libros, Parece «que nunca se pronunci6 elaramente sobre esta cuestén. Bl hecho de crear tuna clase intermedia entre los libros candnicos y los apdurifos muestra bien la impresisién de una teologia del libro inepirado. Andlogas vacla- ciones se encuentran todavia en saa Cirilo de Jerusalén, san Gregorio Na- sianceno, san Epifanio y, entre los sirios, en Teodoro de Mopsuesti, al {ue se opuso Teodoreio. Bt canon 60 del Concilio, muy discutido, de Lao- dicea hacia 360 (EB, 8.9), que se calla acerca de Ia mayoria do los deutero- ‘canénicos del Antiguo Testamento y del Nuevo, podria muy bien reflcjar 41 pensamiento de Teodoro de Mopsuestia. De hecho, sélo después del Conclio Quinisexto, © in Trull, del aio 682, Oriente adoptard el canon completo de los dos Testamentos. En Oceidente, la duda sobre la canonicidad de tos libros excludes del ‘canon judlo, aparecerd por primera vez con Rufino y san Jerénimo. Cuando se hallan en Roma, uno y otro no tienen Ia menor difcultad en wtlzar Jos libros recibidos por la Talesia latina. Pero también los dos se const- tuyen en adalides del canon restringido, Rufino en el punto de su carrera fen que descubre el pensamiento de Origenes y se deja infiuir por dl, san Jecéaimo cuando abandona Roma para vivir en Oriente. Rin, al sos- tener el canon de 22 libros tl como lo presentaba Origenes, considera, sin embargo, os otros libros como seclesifsticor, pero no los cree wilizables ppara confirmar los dogmas de la Iplesia. Y, sin embargo, cree en Ia ins- Piracién de tos Setenta, que comprendia. el canon complete San Jendwiwo es mis explicito que Rufino y, ea st prélogo galeato (escrito hacia el 390), especie de manifesto combativo con que prologa su nueva traduocion Sobre el texto hebreo, declara apécrifos todos Jos i= bros no comprendidas en los 22 del canon judio. El téemino empleado cequivalia a noger su inspiracién. En esto, san Jerénimo cantard exira ‘chorum en el concierto de Occidente, Esta posicign induciré incluso a san Agustin, sa mis célebre adversario, a urgiren Arica incqulvocas tomas de posicién que serin en la Iglesia las primeras profesiones de fe oficiales fen el canon tradicional, aun cuando no son definiciones del magisterio romano. Son evidentemento cosa de doctos as vacilaciones manifestadas princi palmente en Oriente y, por su influjo, més tardia y esporddicamente en Occidente. No revelan tna unanimidsd peéetica en torno al canon reducido, [Los mismos titubeantes no conforman siempre su prictica a ous teoris, Una vez pasadas las marejadas de fines del siglo m, de ls siglos my 1v, el siglo v volverd a la unanimidad del 1 y de princpios del m, excepto en Siria, donde abr que aguardar al siglo vu. EI canon de los libros inspirados 2. EL canon pat Nuvo TestaMenro, Cuando hablébamos del criterio de In inspiracién dejamos ya expues- {0s los motivos que indujeron a las iglesias a utilizar y a reunir los escritos emanados de los apéstoles 0 de sus discfpulos desde el momento en que estimaron que su Jectura era itil para la comunidad, aun cuando ésta no fuera el destinatario directo. En 2Pe, 3,16 se nota ya la utilizacién do es By. de Pedro, de Tomés, de Matias. Hechos de Andrés, de Juan y de otros ‘apbatoles. No es ficil determinar Ia diferencia que establecia Eusebio entre 1 tercera y la cuarta categorie. El mismo no parece haber quorido dar una opinién personal, Su sufragéneo, san Cirilo de Jerusalén, se serviré de otro lenguaje cuando, «por amor a la verdad», dé wna lista de libros re- ‘tbidos, en Ia que s6lo faltard el Apocalipss, Considera pérdida de tiempo 1 detenerse en puntos controvertidos. Hasta el Concilio Quinisexto, Oriente, mis fel que Occidente a la arta a los Hebreos, so mosirard bastante constante en exchuir el Apocalip- 1s, que no aparece en el canon 60 del Concilio de Laodicea ni en la iglesia de Antioquia. Por el contrario, Alejandria lo recibe y san Basilio, san Gregorio Niseno y seguramente san Grogorio Nacianceno lo reconocen on Capadocia. La Iglesia de Antioquia se mostraré bastante reticente reapecto a las cartas menores: 24n y 3J0, Judas, 2Pe, que faltan en las ver~ tones siriacas. También san Jerdnimo se have eco de las dudas de los doctos concer- lentes a Heb, 2Pe, Judas, Sant, 23n y 3in. Hace constar, sin embargo, la recepeién universal de Heb. 6s quizi el primero que distingue acerea do ella las cuestiones de autenticidad y de canonicidad. A decir verdad, mds de una vez parece hallarse perplejo. Y hasta parece contradecirse acerca de la autenticidad de las cartas de Juan, si bien habla en favor de 1a canonicidad. Aquf podemos hacer punto final en la historia de Ins controversies suscitadas por la eanonicidad de algunos libros del Nuevo Testamento. En efecto, ahora van a aparcoer las primeras listas oficiales en la Iglesia latina y pronto también las decisiones del magisterio romano. Los conci- los provinciales de Hipona en 393, de Cartago en 397 y 418, y el Concilio Quinisexto en Oriente en 692, a pesar dela ambigitedad de Ia decision con ue aprucba listas bastante desemejantes, pero algunas de las cuales son completas, ponen fin a las dudas. Se puede considerar como docamento del magisterio romano la carta de Inocencio I (405) a Exuperio, obispo de TTolosa (Francia), indic&ndole los libros recibidos en el canon y conde- nando cualquier ‘otro?. Igualmente, sin querer definir el contenido del feanon, el decreto pro lacobitis del Conclio de Florencia!” establece para los ‘monofistas deseosos de volver a la unidad, el canon catélico, Finalmente, &x profeso, el Concilio de Trento to repite y lo define contra los protestan- tes, invocando para ello la fe tradicional de la Iglesia. Apoyindose sobre los textos de los padres ortodoxos, afrma que el Concilio recibe y venera con igual piedad e igual reverencia todos los libros cuya lista establece luegoll, Fuera de lt Iglesia catdlica, las biblias protestantes, que siguen Dy 216.496; Dal Ie be totisb Fe it Bb 3 Los libros imspirados ‘omitiendo Jos deuterocanénicos del Antiguo Testamento, no han mante- niido el recelo de Lutero respect a los del Nuevo Testamento, Todos estan incluidos en ellas. Sélo algunos signos criticos manifiestan todavia vacilaciones doctas sobre la autenticidad del final de san Marcos, 16,9-20 y de un pasaje de san Juan, 8,111 $1. Et criterio de ta inspiracién y de la canonieidad. La Iglesia, consciente de ser el cuerpo mistico de Jesuctisto, animada y viviticada\por su Espiritu, lee e interpreta la Biblia con aquel que sabe ue es su aittor. La tradicién no es sino su vor continuada a través de los siglos. Guardando, protegiendo y comentando Ia Escritura, la Iglesia no se la somete como ua ser de cuya tutela estuviese encargada, sino que en lla ve la expresién mas sagrada de su propio pensamiento. Es siempre el pensamicnto del mismo Espiritu de Cristo, que en otro tiempo lo fi en ‘libro inspirado y To renueva de edad en edad en la Iglesia a la que da su asistencia, {Como puede la Iglesia adquitir conciencia de la calidad de inspirado {que posee un libro y no otro? ZQué es lo que la induciré a reconocer con suficiente certeza que ciertos libros le han sido destinados para regular su fe y su conducta? Ahi esté toda Ja cuestién de'tos eriterios de Is inspi- racién. Antes de seguir, en ef plano histérico, los pasos humanos por los que finalmente se lleg6 a la solemne declaracion del Concilio de Trento, deberpos plantear la cuestién en el plano teolégico, 1. Los cRITERIOS INTERNS. Se trataba de juzgar sobre el valor de los libros. Ahora bien, un libro aprecia leyéndolo. Se traté, pues, de buscar en la leetura misma de los libros bfblicos el indicio de su inspiracién y, consiguientemente, el funda- mento de sit canonicidad, Ya a fies del siglo 1 de nuestra era, si hemos de creer las tradiciones rabinicas, cuando el sinade de Jarmnia hbo de far el cuetpo de las Escrituras, algunos de cuyos libros eran discutides, los doctores judios propusieron que se tomaran en consideraciéa ciertos erie ferios intemos: sentido mis o menos religiosc del libro, conformidad con la torak mosaica. Asi Ezequiel, el Cintico y Ester fueron puestos en tela do juicio. Mis recientemente, Ia crisis protestante volvié a poner sobre el tablero 1a cuestién del canon biblico, y en parte fue a base de consideraciones del mismo género. Los te6logos reformados, con la preocupacién de romper con el magisterio romano y con la concepcion de la tradicion que le atci- bulan, pensaban hallar en la Escritura misma el testimonio de su inspira- ida, Seria facil destacar en sus escritos la debilidad y el subjetivismo de algunos de los criterios propuestos, pero seria un error pensar que la teo- 2 I canon de los libros inspirados Jogia bibtica protestante se haya quedado estancada en este estadio. Los tedlogos actuales no han ereido deber acomodarse a Ins posiciones, ver~ daderamente inconsistentes, que adopté Lutero en et mal humor de su polémica antirromana. De hecho, las biblias protestantes actuales no ofte- ‘en a sus lectores cierios libros del Antiguo Testamento que nosotros lla- ramos, con tn térming desafortunado, pues se presta a equivoeos, deu- terocansnicos!? y que los protestantes denominan, todavia més desafor- tunadamente, apécrifos!?. Del libro de S. de Districh, destinado a iniciar Jos fetes protestantes en la lectura de la Biblia, vamos a tomar Ia presen tacion de las posiciones de las iglesias reformadas ofcates*. Por lo que concierne a los escritos del Nuevo Testamento, Lutero los lasfica no son menos absolutas: «La Escritura no puede contradecirse> (Ep. xuvi, 6). En la edad media, santo TomAs pe Aquino expresa la opinion ‘comin cuando escribe: «Pero hay que reconocer que es verdad tado lo ‘que contiene la Sagrada Escritura. Con otras palabras, quien tuviere una ‘opinion contearia, seria hersjen (Quodlib xa, at, 26, so. 1) «iad a Wale ee SP Eouataoe 82 ado ee agus vex paren Su vedo se 82 La inetrancia de Jos libros inspirados ‘Abora bien, los descubrimientos modernos han multiplicado las dift- ccultades que encontraban ya los padres 2 propésito de este dogma, di- ficultades de orden cientifco, historico y moral, Para salir al paso a estas dificultades, ciertos espiritus han tratado a veces de restringit la extension de la canonicidad o el campo de la inspiracién. Otros, como A. Loisy, han renunciado a la inerrancia y, mediante Ia teoria de la «verdad relativa», se han hecho incluso Ia ilusién de poder «torpedear el viejo acorazado ‘de la inspiraciOn e inerrancia biblicas»2, Contra estas explicaciones disoiventes y contra ias negaciones abiertas del racionalismo y del evolucionismo, los papas han mantenido Ia doc- tina de la inerrancia. En la Providentssimus, Len xin afirmaba: «Quienes piensen que en Jos iugares auténticos de Ios libros sagrados puede haber Algo de falso, o destruyen el conceptc catélico de Ia inspiracién divina, 0 hacen al mismo Dios autor del error». Pio x condené los errores moder nistas de A. Loisy. BeNeDicro xv trat6 de esta cuestién en la eneiclica Spiritus Paracttus. Finalmente, al principio de Ia enciclica Divino afflante Spirita 7, Plo xi eseribia: «Esta doctrina que con tanta gravedad expuso nuestro predecesor Ledn xan, también Nos la proponemos con nuestra autoridad y Ia inculcamos a fin de que todos la retengan religiosamente»s, $11. {Cémo aplicar e principio? Conviene comenzar por recordar que sblo el texto inspirado goza de fa inerrancia. Hay, pues, que verficar de antemano sino incurrié el copista ‘en alguna falta, Si lo que se tiene a la vista es una traduccién, hay que cerciorarse de que reproduce bien ef original, La traduccion latina llamada Vulgate, en uso en nuestros libros litdrgicos de Occidemie, goza de un pri- Vilegio especial. El concilio de Trento la dectaro «autentica»s. Mas Pio x1 precisé que esta autenticidad es mas juriica que critica’. Esto significa que sth «absolutamente exenta de error en lo que concierne a la fe y a las ‘costumbres», pero tal privlegio no es tan extenso como el de la inerrancia, ‘como vamos a verlo en este pirrafo. Afiadamos, en fin, que los comen- tarios de la Biblia que son, a fin de cuentas, traducciones ammpliadss, y 10- das las interpretaciones que de ellos se derivan, pueden todos equivocarse, Esto sentado, conviene recordar algunas leyes del lenguaje humano ‘queevitan que se atribuya alos autores sagrados, errores que no cometieron, 112 Toda palabra puede significar diversas cosas; y hay que precisar bien lo que el autor quiere que signifique segin el contexto psicolégico fen que la coloca. Cuando decimos: «se levanra un viento», 1a expresién 10 tiene en absoluto el mismo sentido que en esia otra frase: ase levanta Ts, 783, DBL 2 2 Ss) PEE Da os. 3 Los libros i pirados Napokeén y hace su plan de batalla». Ahora bien, la Biblia etd redactada en un Tenguaje muy concreto, en que pululan palabras que expresan imé- genes, pero que pueden servir para expresar ideas muy diferentes, 22 La proposicién misma cambia de sentido segin ef contexto en que «xté colocada, El ejemplo clisico lo tenemos en el Salmo 53,2. Se halla en la Enrituca Ia afirmacién siguiente: «No hay Dios.» Por fortuna, el sontexto nos informa de que esta opinién errénea no es del autor, sino de los impios. Esto es lo ue se Hama una cftaexplfia: la opivién en ela expresada no debe atribuise al autor. Un decreto de la Comision Biblia, de 13 de febrero de 1905, admite aademés que en la Biblia puede haber citas implictas. Nos avurte, en efecto, que a veces citamos a otros sin creemnos en la necesidad de hacer cone. tar que citamos, Pero, naturalmente, hace falta tener razones valederas para ver en las palabras de un autor una eita impiiita y no una afiemacion expresa de su parte: normalmente se piensa lo que se escribe. También {en este caso el contexto eel que permite zanjar la evestin. Estos sencilles ejemplos siren para mostrar que el estudio del contexto es mucho mas necesario de lo que con frecvencia se cre. Inciuso para una simple demos- ‘acidn nos vemos obligados a emplear varias frases Sucesivas que Se ex- plican mutaamente. Ahora bien, la Biblia contiene cosas muy distintas de una demostracién. No hay, pes, més remedio que recurir al eontexto para darse verdadera cuonta de lo que quiere decir un autor en cada na de sus frases y del aleance que hay que alribuir & sus expresiones. 4.* Todas las frases dl libro y todas las expresiones escogidas por el autor depénden efectivamente de su linea general do pensamionto. Par aplicarles el principio de Ia inetrancia, hay que puntualizar bien en qué sénero de libro figuran. Una frase sobre Napoledn, como Ia que acabamos fe citar, tiene un aleance muy diferente segin se halle en un libro de his- toriafirmado por Thiers 0 Madelin, 0 en Le rouge et le oir de STENDHAL. El alcance de las frases, su valor de sfirmacion, depeade de eso que se llama et géneroliteario del libro. Ala posite, todo depende del jucio emitido por el autor cuando es- , que tra- tan de facilitar; este sistema, inventade, & lo que parece, por los arameos, 65 utilizado ampliamente, Se da el caso de que las letra estén ligadas entre si, pero no en el mismo grado que en ta excritura de los nabateos (érabes contemporineos, cuyas inscripciones estin redactadas en arameo). Ale unos rollos de Qumrdn, que contienen sobre todo textos del Pentateuco, estén todavia en antigua escritura fenicia, la misma que figura en las mo- nedas de tos reyes judios del siglo 1a. de I.C. (asmoneos); el mismo alfa- beto se emplea mas frecuentemente para transcribir el nombre divino (El 0 Yahveh) en ciertos rollos en hebreo cuadrado. Ademis de estos tex- fos biblicos, las cuevas de Qumrin ban rovelado eseritos propios de Ia secta, y hasta un modelo de alfabeto en el que se ensayaba un aprendiz de escriba En Quinrin se han encontrado casi todos los libros biblicos, pero con frecuencia en un estado muy frogmentario!3, Entonces no era la Biblia, como 1o es ahora, wn libro; era una serie de rollos, cuya altima colomna quedaba colocada al exterior cuando se replegaba el volumen (ct. Le 4, 20); por eso, las primeras columnas son las que por lo rogular estin me~ Jor conservadas, Estos rollos, provistos de un lienzo de protection, fueron ‘depositados en jarras cilindricas que podian contener mis de diez de ellos En sa tiempo no estaba quizi tan determinada como en to sucesivo la distincign entre los textos bibicos y los otcos: al final de sigho 1 de nuestra cera serd cuando los rabinos zanjen definitivamente la cuestion det canon THe 1, Mion, Dts at de dors dae dvr de do, Pi 957, 9193 y fetotee sas ati He ho th Bal rats tBu, C8 sy wi visions nin Rb i986 48.57 51m, we Stunt # Ac LamsOR, as estas de ‘Grin nat 196, 98 9 Las reglas de ertica racional de las Escrituras. Sin embargo, desde el siglo 1 estaban ya los libros re partidos en las tres grandes categorias tradicionales (pr6iogo del Eclesiéey fico, 8-10): ley, profetas (anteriores y posteriores!4),escritos (lamadod hhagidgrafos), cf. Le 24,44. Podemos, pues, utilizar esta clasificacion pars inventariar répidamente los descubrimientos de manuscritos brblicos hea hos en Qumrin, . Entre ellos estin representados todos los libros de-la ley (torah), El Génesis: mAs de § manuscritos, dos de ellos en escricura antigua, todow muy fragmentarios, ast como comentarios y una paréfrasis aramea (a veces aproximada al texto). Exodo: por Jo menos 9 manuscritos, dos de ellos en escritura antigua (uno contiene el texto en recensién «samaritana>), Levitico: por lo menos 9 manuscritos, varios de ellos en escritura antigua, Niimeros: por lo menos 8 maguscritos, Deuteronomio: por lo menos 16 manuscritos, dos de ellos en escritura antigua. ‘Los manuscritos de los «profetas anteriores» son también fragmenta~ rios, pero un poco menos aumerasas: 2 de Josué, 3 de los Jueces, 4 de Samuel, 3 de los Reyes. En cambio, de los «profetas posteriores» tenemos tun libro de Isaias easi completo, otros dos maauscritos harto importantes y 11 fragmentarios, como también comentarios. Se han identificado por lo menos $ manuscritos de Jeremias, 3 de Ezequiel, 4 de los profetas ‘menores, ‘Como era de prever, los libros de la tercera categoria no estin tan bien representados, si se exceptiian los Salmos. Ea euanto a éstos, aparte algunas copias de salmos aistados o escogidos, se han reconocido mis de 10 manusctitos, con algunas variaciones en el orden de agrupamicnto. ‘Ademis hay por lo menos un ejemplar de los Proverbios, 3 de Job (uno de ellos en escritara antigua), 2 del Cantar de los cantares, 2 de Rut, 3 de las Lamentaciones, 2 del Eclesiastés (q@helet), 1 de Esdras-Nehemias, 1 de las Crénicas. En cuanto a Daniel, hay 5 manuscritos en piel y uno en papiro, pero ciertos indicios han inducido a sospechar que el libro no es- taba todavia clasificado entre las «Ecrituras»'S, Hasta agui apenas si falta ‘més que el libro de Ester. Ext cambio, hay fragmentos hebraicos del Ecle- sidstico, fragmentos hebraicos y arameos de Tobias: estos dos libros no se conservarin en las colecciones biblicas del judaismo posterior y durante largo tiempo no se conocieron sino en su traduccion griega. Estos manuscritos son en su conjunto muy fragmentarios para que s6lo por medio de ellos podamos formarnos una idea del texto {ntegro de los libros. Sin embargo, son suficientemente numerosos para que se pueda apreciar el trabajo de copia y de transmisién del texto que, en Ia misma p0ca, se opera en los otros ambientes doctos del judaismo (obre todo las ‘eseuclas de escribas sometidas al influjo fariseo) y que se continuara du- ante los siglos siguientes hasta que quede fijado ne varietur el texto bi- blico en fa tradicién manuscrita. En efecto, cuando la guerra judia del 70, TE Wis suprso 2 1S GES Rtifiadie » 3.1. Muay Qumran Care 4 150. 100 El texto de la Biblia ‘que consuma la ruina de Jerusalén, Qumran es devastada y abandonada; Juego, al primer desastre so ailade el segundo del 130, después de la insu- ‘Treccién infructuosa de Bar Kosiba (0 Kokeba). El judaismo, pese a las Aifeies condiciones de vida que entonoes sel ean, se organiza no obs tant, especialmente en Gallen (erea de Tiberiades)y en Mesopotamia fon esos dos Tugares va a flare el texto sagrado, GIT. Desde ta raina del templo hasta Jos masoretas. siouiocraria S.A. Biexnaunt, The Hebrew Scripts, & fase, Londres B. J. Roveers, The Old Testament Text and Versions, Cardiff 1951 BE. WoRtaweN, Der Text des alten Testaments, Stuttgart 1982 Kats, The Cairo Genizah, Londres 1941 . Kexvon, Our Bible and the Ancient Manuscripts, reimpresa en Londtes (41948). C. van Puvvete, Monusrits hdbreax*, SDB ¥, col, 793-819 Después de la ruina det templo y del fin del sacerdocio, a Biblia es ta nica autoridad que les queda a los judios. Ast los doctores de Ia ey (Hie, Ismael, Eliezer, Aquiba) se preocuparon de fijar para su interpretacién reglas cada ver mus precisa (las midds), mientras que, por otra part, tun trabajo de compulsacion de las tradiciones da como resultado por wna parte la Misné y la Tosefta, y por otra parte los primeros eseritos edii- antes, los Hamados mldrdtém (stig indirectos de texto bfblico). Pero para garantizar {a unidad de fe en la nacién dispersada, era necesario po- der referire a un texto nico. Fue, pues, preciso hacer desaparecer las di- vergencias entre los manuscrios, diferencias todavia sensbles en Ios textos de Qumran, Tenemos excas0s informes sobre el modo como se lev6 a cabo ‘ste trabajo. Una tradicién del Talmud atribuye ef texto actual ta cole- elon de tres manuscritos hallados en el templo, habiéndose retenido Ia Jectura de la mayoria. Pero es probable que se atendiese mas a Ja auto Fidad de tal o cual maestro que al nimero de los manuscrtos. El trabajo 4 hizo progresivamente y, on su conjunto, se puede suponer que se hizo bien, aun cuando en algunos puntos de dealle pueda estar sujeto a ork ticas, Si bien todos estos siglo estan jalonados por algunos epigrafes en he- ‘reo, los documentos biblicos son raros. Del siglo i existen fragmentos del Pentateuco y extractos en flacteias extracts de Ia Biblia que se le- ‘aban en la fate yen 1os puios), ea particular el pasa litirgico llamado ma‘ (Escucha, Israel... Dt 64-9). Fragmentos littrgicos que con tienen textos biblicos se han encontrado en Dura-Europos, junto al Eu- frates; datan sin duda de siglo mt. Entre los papiros de Oxirinc, en Egipto Gos 1v-v), algunos contienen textos en hebreo, pero nada especiicar mente biblico, Hay que llegar a los siglos vit y vas para halla algunos tot Las seglas de critica racional rmanuscritos biblicos arrumbados en Ia guenizd de la sinagoga de la ciudad antigua de El Caio (la guenisd es el lugar donde se dejaban lo libros ea: grados inservibles). Las dos colecciones recogidas por Firkowitsch en el Siglo xx, actualmente en Leningrado, conienen ciertamente trozos ant 150s, si bien Harkavy ha insinuado sospechas sobre ells, principalmente Sobre Ios colofones(apéndices que mencionan s6lo el nombre del escriba Yla fecha del manuserito} La historia del texto se puede precisar mediante las traduceiones de que trataremos mas adelante. Estes estin con frecuen- cia bien datadas; ase aceran tanto més & nuestro texto hebreo cuanto mis recientes son»!6, lo que prueba indirectamente el trabajo de unificacién: ‘operado sobre este texto, Debemos sefilar ain fa segunda columna de les Herapla de Onioeses, que presenta el texto hebreo en carateres sre- 0s (antes do 240). Parece que yan esta época los escribas no se limita a cop ls cone ‘sonantes del texto, sino que aiiaden algunos signos bastante enigmaticos, como los hallamos en Qumeéa. Asi, ponen puntos (nequddét) encima de las letras sobre las que tienen dudas (15 pasajes fueron marcados de esta manera, 12 de ellos en el Pentateuco); la letra nun (n), invertida, debe

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