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Honoer, Hegh.- El Romonkersme Madore : Olronze bd 1992 p.etl- ot Introduccién En Neo-lassicon (1968) se estudiaba la revoluci6n artistica que ‘comenzé en la década 1750-1760 y alcanz6 su cénit poco después ‘de 1790. En la presente obra, continuacién de la anterior, se anali~ fan las conseeuencins que durante el medio siglo siguiente tuvo jana revolucién todavia més eraseendental en Ja manera de enten~ er cl arte. Su tema ¢s cf romanticismo en cuanto fenémeno his _t6tico, no en cuanto estado de snimo presente en fodas ls épocas y eultuas, El afin de clasificar a los artists en romviticos 0 clést- fon introvertidos o extroversides, orales o anaes, comenz6 con Tos misnios roménticos, que tanto revalorizaron del arte del pasa- do, Dero esos sistemas binarios siempre me recuerdan aquel snti~ gue epigrama: «Yo divide el mundo en dos eategorlas, los que ividen el mundo en dos eategor‘as y los que no. Estoy con estos ulkimoss ‘Poco éxito han tenido los intentos de delimitar las corrientes coctineas neoclisicas y rominticas, incluso en el limitado periodo Gque va de 1750 2 1850, especialmente cuando se ha pretendido Shociae as unas exclusivamente con el reverdecct de la Antigie= GRY Gon, cL.medicvalismo-las otras o, en su nivel superior de rofin ton la preferencia mds por la linea que por el co Tor o mis por la forma abiecta que por lx cerrada. Ast considera dos, cl neoclasicismo y el romanticismo no pasan de ser ficciones creadss por nuestros modos légicos de pensamiento. Mayor valor ¢ interés tienen los estudios que han tratado de penetrar en las dudes culturales que estén detris de fas eategorizaciones de la ora de! afte y poner al descubierto sus tensiones interass A su Tur se ha llogado 2 ver en ese periodo, muy justificadamente, un proceso continuo que leva desde ef abandono del rocoes a me~ THisdos del siglo XVI a la eclosién del realismo a mediados del Xx, Se le stele Hamar sa época del romanticismon, y se a subdivide 2 vices reeurtiendo a los términos eprerromanticismoe y «lasicis- cow Sin -cimbargo, con semejance perspectiva queda 5 12. Bl romanticione tan tanto difuminado el efecto perturbador que tuvo el cambi fundamental de acted ao blo ante el arte, sine ante fa wi ce general, que inevitablemente hubo de derivarse de la Revolucién Francesa y de la subsiguiente difusisn de la filosofia de Kant, eal vex el acontecimiento intelectual ms sobresaliente desde la Re- forma protestant Siendo como somos herederos de todas las mutaciones que tuvieron lugar en Ia ultima década del siglo xvi, nos es preciso tn considerable esfuerzo intelectual para remontarnos con el pen- samiento a siglos anteriores, en los que se daba por supuesto que la iterarura yas ates vinuales habit aleanaade cous de perce cin insuperables en la Antigiedad clitica, en los que imperaba tuna teoria del arte mimetista, en los que segufa considerindose que la mtisica era un medio inferior de expresion artstica y el paisje un tipo inferior de pintura, en los que palabras como ima- ginacién, genio, originalidad o, ciertamente, revolucién, reaccién ¥ Fromintico no habian asumido atin sus eonnotaciones modernas, ¥ en los que atin estaba por nacer Ia idea de una derecha y una iz~ quicrda en politica, Resulta significative que el deseo de logear tuna empatéa historia surgiera en c) mismo momento. Pero mus chos estudios histéricos, y de manera muy especial los que tratan Ge los origenes del romanticimo y de ia Revolucin France, tienen el defecto de no distinguir claramiente entre las opiniones y os significados de las palabras en el siglo XIX y en épocas ancerio~ El uso de la palabra eroménticor (derivada de romance, compo= sicién en el idioma «romances vernéculo francés, por contrap cidn a una composicién latina) se registra por vez primera en la Inglaterra del siglo Xvit. De muchas de las ideas caras a los pensa- ores de principios del XIX se pueden encontrar antecedentes en Vico, en Jakob Bohme, en los flésofos hetméticos y mis atris atin. La admiracién por los fendmenos més violentos de Ip natura- Jean —montattas, cataratas, tempestades on el mar— puede detec tarse en el siglo xvi y aun antes; y lo mismo sucede con la fascinacign por las religiones esotéricas y la crcencia supersticiosa en Fantasias, vampiros licintropos, pesadills, etc. El interés por la hecratura y ta arquitectura medigvales, y su imitacién incluso, se remonta a mucho antes del siglo XIX, hasta fa misma Edad Me~ dia. En realidad, se sabe actualmente que el exotismo, especial. mente el sefuelo del Oriente misterose, que enn tanta fuerza atrajo a varivs pintores y escritores de comienzos del XIX, cons al igual que ottas muchas tendencias «roménticase, un el mento que reaparece sucesivamente en la cultura occidental desee Ia Antigitcdad Orra manera de acercarse al romanticism ha sido proceder a partir del arte y Ia estécica de siglo XX, eratando de desenredar los i / Introduccion 13, hilos de la continuidad de la evanguardiaé en la enmarafada cultu- a decimondnica, Como inevitablemente buscamos en el arte del pasado las cualidades que nos parecen mds vitals y significativas ten el del presente, resulta dificil salvar los escollos que presenta cesta alternativa, que, por supuesto, los mismos romnticos defen dieron, Ha venido forzosamente a falsear el panorama del arte de finales del Xvutt al establecer una divisi6n artificial entre neoclis- cos doctrinarios y «prerroménticoss progresistas que luchan contra las convenciones de su época y acaban convittiéndose en romnticos, cuando no en impresionistas 0 expresionistas. Andlo- igamente, los estudios sobre los comienzos del XIX se han centra- do en las obras que parecen apuntar hacia algo posteriot: a Monet, Picasto, Jackson Pollock © Mark Rothko. Pero una cosa es decir {que los grandes bocetos de Constable nos resultan més atrayentes ‘que sus cuadros acabados, y otra insinuar que Constable compartta nnuestras opiniones, Y sin embargo, hay mucho en el romanticismo que parece sorprendentemente emodernon: los grandes, casi abstractos, éua- dros stimos de Turner, por ejemplo; ls misteiosss, csi surrealis- tas, Zoomoyfois y_Metempscosis de Grandville; algunos austeros edificios de Schinkel, casi sinternacionalmente modernos, Casi, pero no del todo, La naturaleza experimental de buena parte de la Iteratura moderna parece estar prefigurada én algunas creaciones, rominticas. En la comedia satirica de Tieck Der gestifele Kater (El ‘to con botss) los wespectadores» participan en la obra, discutien- do sobre la representacin, mientras que los actores se quejan de sus papeles. En la novela de B.T.A, Hoffmann Lebensansichten des Katers Murr se entremezclan sin previo aviso (muchas veces en mitad de una frase) piginas de Ia conmovedora autobiografia de un nnisico loco y cuartillas con las memorias de su vanidovo y su- Ficiente gato. En la novela Godwi de Clemens Brentano, los perso- rgjes hablan de cémo el autor les ha malinterpretado y scaban por escribir su muerte. Pero recursos semejantes habfan sido ya utli- zados anteriormente por Sterne y (en menor medida) por Cer= vantes. Lo espectficamente innovador de estos escritos ela ironfa romsdatica que subyace al juego con distintos niveles de realidad, y que los distingue también de los experimentos més recientes Las definiciones del romanticismo suelen ser 0 tan generales gue abarcan un desconcertante nimero de caracteristias, la Inayor parte ue las cuales son comunes a otras épocas ¥ euturas, 0 ieas que excluyen la mayorfa de las que usualmente se atribuyen a los romdntieos En un celebrado ensayo, A. O. Lovejoy propuso que la palabra srominticos se usara sélo en el sentido de la detinicisn de romantiche Pocse publicala por Friedrich Schlegel cen 1798, y que el resto de los sromanticismose se distinguieran de Este y entre s6! Pero como quiera que e! mismo Friedrich Schle- ) 14° Elromanticsmo gel uri el término sin demasiads coherencia, con esto no se consiguié més que reducir un grupo de ideas vagamente relacio~ rnadas aun rximero casi infinito de afirmaciones hechas por diversos individuos en momentos diferentes. Se le ha erticado mucho a Lovejoy el conceder tanto peso a esta definicién de 1798, Pero, primera de una larga serie, su importancia es sobresa- Iiente no nica ni fundamentalmente por lo que dice, sino por constituir sencillamente tn sintoma de la necesidad apremiante de efinir cualidades apenas mencionadss en las teorias del arte por centonces vigentes, necesidad que tal vez indique un carnino vili- do pata Ilegar 2 una definicién del romanticismo, Peto, por Jo gencral, ls definiciones del romanticismo que se formularan a comienzos del siglo XIX son tan contradictorias que no es posible reducirlas a un sistema dinico y coherente. ¥ lo mis= mo puede decirse, evidentemente, de las obras artstias y litera sas mis importantes los cuadros de Turner, Constable, Delacroix y Caspar David Friedrich, por ejemplo, o,'sdlo en Inglaterra, la poesia de Wordsworth, Shelley, Byron y Keats. Su caracterfatica Inés obvia es la diversidad, y sin embargo en todas ellas se mani fiestan opiniones sobre cl arte y la vida que dificren radicalmente de las expresadas con anterioridad. Como en otro contexto ha se- alado Lévi-Strauss, sno son las semejanzas, sino las diferencias, ass} aque hacen que se parezcans. Al artista romintico, individualita © apasionado y creador espontineo por naturalezs, dela manera mis > Intrduccién 15 csencial ¢ fatima, toda norma le resultaba profundamente antips- tica Baudehire decta que ve! romanticismo no se sita exactamen- te ni en Ia cleccién del tema ni en la total sinceridad, sino en una manera de sentin. ¥ esta manigre de sentir s6lo puede percibirse, por supuesto, subjetivamente. De ahi esa dificultad a ls hora de Gefinir el romanticisme que llevarfa a su primer historiador 3 afit— mar, en 1829, que es sprecisamente lo que no puede definitses.* tas moivaiones fis de ls romsnicos son demasiado com plcjas para que se las pueda eneapsular en una fSrmula sen Ps a muchos les animaba la oposicin a a Jocrinas exes del clasicismo, al racionalismo de la Hustracibn, o alas ideas polti- cas de la Revolucién Francesa, a otros muchos, Delacroix y Tur- ner entre ellos, to, Ni en la literatura ni en las artes visuales puede decirse que el romanticismo sea tan s6lo, y ni siquiera bisicamen= tc, una expresin de antirracionalismo en la esfera de las ideas 0 de antiliberalismo reaccionario en la de la politica ‘Adems, en lis artes visuales no existe un vestilon romintico, si con es0 $6 quiet lenguaje connin de formas visuales y ‘medios de expresién comparable al barroco o al rococé, No hay cobra de arte que cncamne los objetivos y tos ideales de 10, por ejemplo, representa Fl juramento de los Horacios de David los de los pintores neocliscos. No existe ningu- rma gran obra macstra paradigastica del romanticismo. Los ideales igura i. Detale f,103 5 ) 16. Elromanticismo y las cosmovisiones romzinticas se comunicaban —tenfan que ser comunicados as en razGn de su naturaleza rondatiea— a través de una variedad tal de leaguajes visuales que el término romani co ¢s aplicable 2 obras que, formalmente, no tienen nada en comin: por ejemplo el Coracero herido de Géricault, de 1814, y el retrato de Franz Pforr obra de Friedrich Overbeck, de 1810 (f= gurasiy i. Lo que en el uno es representacign audaz y libre, con pinceladas amplias y manchas de pigmento salpicadas con esponta~ neidad aparentemente exuberante, es cn el otro claboracién me~ siculosa, meditativa, con la precisién de pincelada del miniaturists Las formas de Géricault resaltan en el lienzo, modeladss con cams~ biantes contrastes de luz y sombra, superponiéndose bruscamente Jos pigmentos claros a los oscuros. Las formas de Overbeck se at~ ticulan con precisin y frialdad, con contornos firmes, mis dibujp- dos que pintados, rellenos habilmente con colores suavemente modulados de una tonalidad otofal atenuada, «dulce, aunque trs- Los sistemas de composicién son distintos también: dindmico y abierto el de Géricault —se dirfa recortado de un cuadro més amplio de una batalla, estético y cerrado a cal y canto el. de Overbeck. Resulta por tanto, imposible hablar del romanticismo igual que del neoclasicismo 0 de cualquier otro estilo internacio~ nal anterior, y este libro ha de scr necesariamente muy distineo del que le precedi6, Et estilo neoclésico- mis que ser rechazado de golpe como lo habia sido, por ejemplo, cl rococs, se Fite transformando y frag mentando gradualmente en los primieros anos del sighs XIX. Un antista de la época claro en sus escritos y sumamente inteligente {aunque no muy dotado}, Vietor Selmeee, situaba el origen de la pincura romantica francesa en el estudio del gran neoclisice Jac~ ques-Louis David, que incitaba a sus alumnos a cultivar su talento individual. El movimiento romantico, deefa, fue una revolucién, ‘no una insurreccién+?. EI neoclasicismo habia sido tan movimien to regeneracionista, un intento de purificar el arte y crear un estilo de interés universal y valider eterna, y Uewaba muy arraiga~ da [a impronta de su origen antirrococé. De los que se esforzaban por llevar a la practica su ideal de perfeecidn, austero y de ISgica concepeisn, se decia que estaban en la borne rowe, Pero, niediada Jb aitima década del Xvit, parecié que ese buen camino se iba convirtiendo paulatinamente en un callején sin saida. Y asf, aun gue los ronufinticos heredaron la enorme seriedad det neaclasichs- ‘mo y su repugnancia por el arte frivolo o meramente decorative, tracaban de expresarideales que pudieran ser experimentados tan sélo ev el alma individual, y situados ms alld de los Iimites del ra- zonamiento Isgico, BI romintico segula una ava iisteriosae que, en frase de Novalis, lleva hacia dentro» —y a veces al solipsismo. Para los roménticos, la sensibilidad individual era la Unica fa- Introduccién 7 ccultad capaz de realizar juicios estéticos. A clla se hablan de someter las reglas del arte, igual'que los dogmas de la Iglesia ha- 25. Coble tres Bian de see soperados, aceptados o rechazados con arreglo ala «luz peed od Interiors de los protestantes. Obras de arte antes aceptadas como ‘modelos por consenso universsl quedaron sometidas a revisidn. Caspar David Friedrich declaraba que la vinica ley del artista eran sus sentimientos. «Confla en tu genio, escribia el pintor nortea- mericano Washington Allston; vescucha tu vor interior y, més tarde © més temprano, ella no sélo se hard comprender por ti, sino aque te permitird traducir su idioma para el mundo, y en exto resi- de el nico mérito verdadero de una obra de arte». De aqui las nuevas actitudes ante la teorfa y la enseftanza del arte (la palabra waeadémicos comenzé a adquirir connotaciones oprobioss) De aquf también la idea de que el artista debe expresar hs creencias, esperantas y temores de su época y-de su pats, pues el nacionalis- mo es una forma colectiva de individualismo fntimamente rela- cionada con la idea de Ia libertad. Y cuando se llevs esta idea a su extrema ildgico dn la ficcién, y quizis también en la vida rea, los sentimientos del artista legaron a contar mas que las obras que creaba, 0 no tlegaba a crear El protagonista del Peinire de Selzboury de Charles Nodier dice ser un genio, y como tal es aceptado, pese a que nunca llega a pintar nada, Otro héroe erigico, en el relato de Balzac Le Chef diewore incon, capta la esencia de la vida en una sobra maestrav que a sus amigos no les parece mis que un amasijo castico de pig- rmentos, y se suicida, Podria uno preguntarse si Nodier y Balzac conocerian a Philipp Otto Runge, que dedicé la mayor parte de su breve carrera de pintor a lo que 6! llamaba «un poema fantésti- co-musical pictéricamente abstracto con coros, una composicién, ppara todas las artes en conjunto, para ef cual debe la arquitectura crigir un edificio tnicos, pero sélo aleanz6 a pintar una parte que luego mandé a su hermano destruir. La narracién de Nathaniel Hawehorne The Artist of the Beauifl se halla ciertamente inspira- da en parte pot el gran ¢ inacabado Festi de Baltasar en el que ‘Washington Allston trabaj6 dirante los iltimos veinticinco ates de su vida. «EI poeta deja su eancién a medio cantar, 0 a termina fuera del aleance de los ofdos humanos, en un coro celestial, es- cribiria Hawthorne. FE pinion scene Allunto= sles nitad deat ides en of nr para entristccerncs con 49 belleza imperfecta, y va 9 terminar de pintar= Ji, sino resulta irreverence decir, en los colores dol cielo, Pero en realidad exo incompletos bosqucjos de esta vida no suelen aleanzar la Si en lugar algun. Este freetieate fracaso de los proyectos que al hombre le so mis querides debe tonmarse como prueba de que las ‘cosas de la tierra, aun ideslizadas por la piedad o el genio, carecen de var Tor, salvo como ejercicios y manifestaciones del spit, ) 18 El omentcione En vietud de estas ideas, adquirié una importancia que antes no tena el boceto —Ia forma menos premeditada de arte, en la que los sentimientos del pintor o dol escultor pueden plasmarse ‘con espontinea jnmediatez— y también la libre manipulacién del pigmento o la arcilla que revelaba de la manera ms directa posi- ble ls individualidad del stoques del artista, su modo de expresisn nico. Pero también en los dibujos y pinturas meticulosamente detallados, delicadamente precisos, podia revelarse una visién del mundo inconfundiblemente personal, a veces casi tan de cerca como si se fuera miope, una respuesta hiperestética ante la exqui sits individualidad de las formas nacurales, representadas con trae zo8 nervios0s y delicados. Lo que los romnticos querfan evitar 3 toda costa eran las composiciones afablemente impersonates, los ‘cuerpos suaves y glabros y las andnimas superficis «lamidase del arte académico. Andlogamente, rechazaban la idea de que las ims genes simbélicas tavicran los significados codificados establecidos en los libros Se crefan en libertad para usar los simbolos a la ma- nera tradicional o de otras nuevas, dozando de un sentido personal alos ya de mucho tempo conocides, o para encontrar otros que expresazen_ las preocupaciones constantes del espfritu humane, Nada més lejos de sus ideales que las alegorfas renacentistas 0 ba- rrocas, que establecian una relacisn biunivoca entre simbolos ¢ ideas y se pintaban con arreglo a unos programas inventados mu chas veces por mecenas u hombres de letras Una obra de arte roméntica expresa el punto de vista sinico de su creador. Como deca Novalis, ecuanto mis personal, local peculiar, de su tiempo fe un pocma, més cerca se halla de] centro de la pocstae. Particular relieve se concedié, en consecuencis, a la autobio- gafia, que habfa ido suscitando un interés ereciente a lo largo del siglo XVitl, Las Confesones de Rousseau (escritas entre 1765 y 1770 y publicadas en 1782) constituyen una declaracién de singu- Jaridad: ai je ne vawy pas mieux, au moins je suis autren, Pero tos rominticos cretan que vallan més precisamente por ser diferentes de los demés. El earseter expliciaamence aucobiggedico y el tone fncime, casi confidencial, de tantos de sus mejores euadros y poc= amas (The Prelude de Wordsworth y los painajes de su nider de Constable, casi toda la pocsta de Leopardi, Tos cuadtos d& Capa Divid Friedrich, especialmente los cetratos de él mismo y de su spora) son responsables cn bucna mealies de la persistente (y des Eaminada) tenencia a buscar revelaciones igual de fatimas en by literatura y el arte de otras épocas —las obras de Shakespeare, por cjemplo, o los cuadros de Watteau. El siglo XVit habia sido ya una época de clasifieacisn. Ios in= sectos, [as plantas, los animales y las razas humanas fueron dividi- dos en géneros, especies y subespecies. Se suponfa que esto pon dria al descubierto el Orden divino o la estructura racional oculta ) Inroduccidn 19 ‘bajo la superficie de la naturaleza, pera cl resultado fue justamente cl contrario, El estudio pormenorizado de los espectimmenes indivi- ‘duales no hizo mds que poner de manifiesto sus diferencias, propiciando I especulacién sobre los confliros entre fuerzas ‘opuests y los misteriosos procesos de crecimiento y mutacién, Se apeld a la intuicién para resolver los problemas que el empirismo hnabfa sacado a la superficie. Una concepcién orginica y dinémica de la Creacién fue gradualmente feemplazando a la anterior, me~ canicista y esitica, al tiempo que las ideas sobre la naturaleza humana experimentaban ura transformacisn no menos trascen= dental, La antigua creencia de que aquélla habja sido siempre la ‘misma, en todo tiempo y lugar, no pudo ya sostenerse a la luz de los nuevos conocimientos sobre Ia historia de las instituciones po Iiticas, las religiones y el arte. Y a médida que se fueron poniendo, nds de relieve las diferencias, se empez6 a juzgat a cada civiliza- cién seguin sus propios méritos y a cada personaje hitérico de acuerdo con las normas de su época. Li historia comenz6 a de- sempefar en el pensamiento occis inte ps Iabria de tener a fo fargo del siglo XIX. «La mejor teorfa del arte 5 su historias, excribfa Friedrich Schlegel en 1812. Y fue tambi ppot esos aflos cuando las obras de arte empezaron a ser consider das —y expuestas en los museos— como expresién de esilos his- tricos en pie de igualdad unos con otros, y no como desviaciones de una norms tiniea, elvinico estilo auténtico. De esta manera, lo que comenzs siendo una investigacién itustrada sobre Tos supuestos de la Tustracisn, levada por pensi dores tan osados como Herder y Kant, adguirié de repente un mayor apremio y una significacién mds general en la ultima déca da del XVitl La trayeetoria de la Revolucign Francesa agudiz6 enormemente la conciencia de Ia historia, Puso de manifesto ta complejidad de ideas que hasta entonces parectan sencillas Jos ideales de libertad personal y libertad politic, por ejemplo, 170 cran idémticos y hasta podfan exeluirse mutuamente. Demostré la debilidad de la raz6n y la fuerza de la pasiGn, la insuficiencia de las teorts y ef treinendo influjo de las cireunstancias sobre el desi rrollo de los acontecimientos. Como esctibié Wordsworth: fae wicjas ileas:y los esprit de ono tos ho Ia sinter. bees El romanticism fue, en gran medida, una respuesta a tal staac 6, nds bien, una diversidad de respuestas individuales sin mds punto comin que el de partida y constantemente sometidas a re= Visién en un mundo en transformacién constante. ) 20. Bl remanticimo Pues en cl romanticismo no se da un progreso lineal. Los esti- los romanticos en las artes visuales irradian en todas direcciones 3 partir del centro inmévil del neoclasicismo. En la pintura frances, por ejemplo, es posible ratresr corrientes que Tlevan de Jacques Louis David a Gros, Prud’hon Ingres, de Gros a Géricault y Delacroix, ete, aunque tratar de establecerlas al deta seria una febril inconsecuencia, y en cualquier caso demasiado simplista, pues revelarfa poco de Ia interaccién y nada de la influencia de los pintores extranjeros contemporincos y de los viejos maestros Las Felaciones entre Jos roménticos fieron siempre complejas. La foposicion consciente de un artista a la obra de otro contribuyd a Configurar los estilos individuales (y no sSlo en las obras de arte sus contempordneos se dieron cuents de que monsicur Ingres le- vvaba los cucllos cada vez mis altos y apretados, y Delacroix cada ver mas sucltos y holgados). ¥ las Semejanzas que se han descu- beso en obras de artistas que a veces nada sabfan el uno del otro (Blake y Philipp Otto Runge), 0 entre pintores y poetas (Turner y Shelley) © entre pintores y misicos (Delacroix y Berlioz) deri- Yan de sus intereses comunes. Andlogamente, ls teorfas estéticas gue proliferaron en esta época intentaban, mis que inAuir en las bras de arte, dar una respuesta filos6fica a los problemas que ate~ nazaban a los artistas. “Todo el mundo occidental experiments la conmocién que supusieron las sacudidas intelectuales y polticas de finales del glo xv. Todo cl arte de la primera mitad del XIX se vio Inayor 0 menor medida tefido por las ideas roménticas, mucho ais penetrantes de lo que lo habian sido las de la Hustraci6n en el siglo anterior. Pero la distincicn establecida entre artistas que se- fgutan el buen eamino y attistas que satisfacfan complacientes los ‘aprichos de clientes Frivolos se entendié entonces en un sentido diferente. Al ser la teoria mimetista del arte sustituida por otra de tipo expresivista el acento sc desplaz6 hacia Ia autenticidad de las ‘emociones expresadas y, en consecuencia, hacia la sinceridad e in- tegrided del artista. Se llegé asta admitir que la espontanecidad, la individualidad y la everdad interiors eran los criterios aplicables al tenjuicismiento de cualquier obra artistica, iteraria o musical de cuslesquiera dpoca y pats Es aqut tal vez donde se revela una de las caracterfsticas mis esenciates y definitorias del arte roméntice: elaupremo valor que lox ronunticos concedfan a Ia sexsibilivlad y 4 la ezutenticidads emotiva del artista, en cuanto tinicas cualidades apaces de dotar de evalideze a su obra. En lugar de reflejar los va- lores intemporales y universales del clasicismo, toda obra de arte romntica es nica, es la expresisn de la experiencia vital personal del arista, Por eso muchos cvadros de tema ostensiblemente «ro- tménticos (paisajes incxplorados o exéticos, fenémenos sobrenatu- Tales, escenas de la liveracura ¢ historia medievales) y también los p Invroduccién 24 {que imitaban los estilos de los grandes artistas rominticos fueron, J siguen siendo, rechazados por su falta de autenticidad individual Como sefiala un personaje de una de las primeras obras de Victor Hugo: «Distinguons, Monsieur ily a des romantiques et romantiques»

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