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i Hans Kiing a oracion yel _ problema _ de Dios Hans Kiting La oracién y el problema de Dios © SANPABLO 2019 (Protasio Gémez, 11-15. 28027 Madrid) ‘Tel. 917 425 113 -Fax 917 425 723 E-mail: secretaria.edit@sanpabloes - wwwsanpabloes © Bditrice Morceliana, Brescia, 1991-2018 ‘Titulo original: La preghiera ela questioned Dio (Das Gebet und Gotesfage) “Traducido por Juan Antonio Carrera Péramo, SSP Distribucin: SAN PABLO. Divisién Comercial Resina, 1.28021 Madrid ‘Tel. 917 987 375 -Fax 915 052 050 E-mail: ventas@sanpablo.es ISBN: 978-84-285-5689-7 Depésito legal: M. 5471-2019 Printed in Spain. Impreso en Espana “Todos los derechos reservados. Ninguna prt dee obra puede ser reproduc, {Teena tid en manera signs poring medi sin permis prevoy ‘overt del eit slo exepein previa orl lL infacin Jeon derechos Inns pede or cna de loco Ley de prop a Car. 270 y siguientes del Cdigo Penal) Snecataftocopa 0 excanea gin Fetes aves CEDRO (Cento ple Derechos Repogaor encoicenicom) Introduccion Actualmente resulta dificil pensar en un tema més complejo y al mismo tiempo més ineludible como el escogido en el titulo del ensayo que presentamos aqui de Hans Kiing, una de las figuras mAs conoci- das y controvertidas de la teologia contemporanea, cuyo nombre esté vinculado, ademis de a importan- tes trabajos ya clisicos en el campo de la filosofia y la teologia, al Projekt Weltethos y a las grandes sintesis dedicadas a las tres religiones monoteistas, judaismo, cristianismo ¢ islam': La oracién y el problema de Dios. " Sobre el pensamiento teoldgico y la obra de Hans Kiing me li- mito a remitic ala sintesis de G. ZAMAGN1, La feologia delle relgioni 44i Hans Kiing. Dalla salvezza dei non cristianialltica mondiale (1964- 1990), EDB, Bolonia 2005, y al ensayo de R. GaRavENTA, Per una riforma radicale della Chiesa. Con Hans Kiing oltre Joseph Ratzinger, Orthotes, Napoles 2013. Ademés, también recomiendo: H. KONG, Proyecto de una étca mundial, Trotta, Madrid 1991; G. Monetro, Una Jfilosofia per Vecumenisme. Alberto Caracciolo¢ la teologia ecumenica di ‘Hans King, en D. VeNTuRELLt (8D.), Religion, etica mondiale destinae a La oraci6n y el problema de Dios No podemos pensar en la complejidad y en la in- compatibilidad simulténea del hombre contempo- réneo, como en realidad piensa el tedlogo disidente suizo, sino es partiendo del Zeitgeist, es decir, de la situacién espiritual de la época. Si ya se acabé la edad en que la oracién era un acto natural como el vivir, fisiolégico como el respirar, un acto que marcaba la vida, articulaba la jornada del hombre y aislaba el espacio creando un tiempo sagrado gracias al cual la otra temporalidad, la profana, del trabajo, de la fati- ga, de los quehaceres de cada dfa, encontraba sentido y redencién, este declive no es sine genealogia. King nos siti, desde las primeras paginas de este ensayo, en el centro de un complejo problemitico crucial, y lo hace inspirandose en un texto de Dorothee Sélle: -. Etica e preghiera nella Resistenza, en Humanitas 1 (1998); Le stazioni della liberta. Teresio Olvell ela Resistenza, 52-84, también en R. CELADA BALLANT, Esstenzae destinazione etica Studi sul pensiero contemporaneo, Edizioni dell Orso, Alessandria 2001, 165-189. Introduccién (1974 y 1996) hace la pregunta mas radical: ;Puede Ja Erlosung, la instancia de redencién que surge de la existencia, marcada por una laguna constitutiva, por una ofensa que la mueve hacia el Otro, resolverse en Emanzipation, en la lucha por la liberacién, en la pra- xis revolucionaria, nada mas que mundana?, Por til- timo, para hundir la sonda del interrogatorio en un abismo final, zel mal que sufre el hombre es solo la desigualdad, solo la discriminacién social y no tam- bign el sufrimiento, la muerte, las catastrofes natu- rales? Consiguientemente, gno contempla esa cuota de imposibilidad de redimir y la irreversibilidad que, como crisma y vulnus ontolégicamente arraigada en las estructuras mundanas, no parece justificada por ningtin esfuerzo humano?s. “CEH. KONG, Ser cristiano (wad. esp, de José Maria Bravo Naval- Potro), Trott, Madrid 2012, 599-600. Sobre est libro esencial del telog remit a ensayo de. Pi, La postin to estogen d lans King en Giornale Critic della Filosofia Italiana, IL Hemel So IV (1978) * Remito sobre estos motivos ala reflexién de A. Caraccolo, de quien me limito a recordar, sobre el problema del mal, Nichillsmo ed etic, I! Melangolo, Génova 1983 (20022), en part. Nichilismo e diac lettica religiosa, 9-30, y Figure della sofferenza fenomenicamente inutile 31-52, Sobre la dialéctica entre redencién y emancipacidn ef de A. La oracién y el problema de Dios 18 Estas son algunas preguntas inevitables que la lectu- rade las reflexiones de Kiing plantean desde sus prime- ras paginas. Por supuesto, la resolucién de la oracién en accién, de la religién en ética, del mal ontolégico en mal ético, econémico o social, y finalmente de la teodicea especulativa y metafisica -que con enormes dificultades habia conservado, hasta Leibniz, la idea de un mal ontolégico- en teodicea social, es hija no solo del siglo de las ideologias, tal como ha sido definido el siglo XX°, sino incluso antes del -segiin la expresién acuiiada por Henri de Lubac’- y dela «escuela dela sospecha>, para quienes la religion y la oracién no han hecho otra cosa que alimentar las ilusorias proyecciones de los hombres en retromundos CARACCIOLO, La viri¢ il corso del mondo, Lezionidellanno accademi- co 1975-1976, edicién de G, Moretto, Edizioni dell Orso, Alessandria 2002, $98, donde el fildsofo genovés retoma ls reflexiones de Kiing contenidas en Ser cristiano, alas que me he referido antes. Sobre este tema también remito a mi ensayo Tra Nulla religioso ¢ utopia politica 1 Sessantoto nella riflessione di Alberto Caracciolo, en Perla filosofa Filosofia e insegnamento XXI, 60 (2004) 27-45. © CEK.D. Bracuter, Il Novecento. Secolo delle ideologie, a cargo de Grillo, Laterza, Roma-Bari 1990. FCT be Lunne, El drama del anism ae, Encuento,Madeid 2008. Introduccién que, mientras predisponen a la victima para suftir pasi- vamente las injusticias y obligan dostoievskianamente alos hombresa ser felices en la servidumbre, potencian la paranoia de los verdugos y la opresién del poder. No obstante, el siglo de las ideologias ha sido tam- bién el de Auschwitz e Hiroshima, el siglo del hundi- miento de esas formas de pensamiento ante la hetero- geneidad catastréfica de los fines que ellos mismos pro- dujeron. Por lo tanto, también ha sido el siglo en que, como pocos otros, se ha asistido a la propagacién del mal no desde las zonas localizables 0 del dominio de la psique, sino desde el poder de aniquilacién del moi haissable, desde los abismos de la inhumanidad oscura y de la maldad enigmatica oculta en el turbio Abgrund de la voluntad, 0 desde el contexto mundano en gene- ral, de modo que el horror sui y el horror mundi podrfan entrelazarse, en ese siglo, para componer el escenario desalentador de un mal sin limites, inextirpable, «radi- cal», como lo Ilamé a finales del siglo XVIII Kant, cu- yos origenes permanecen tiltimamente inescrutables*. ‘obre este tema remito ala antologia que he preparado sobre los «scritos rligiosos kantianos: . Kan, II male radcale edicién a cargo de R, Celada Ballanti, Garzanti, Milin 2014 La oracién y el problema de Dios 12 Pero la «crisis de la oracién», en el anilisis de Kiing, se remonta genealégicamente mas atras, a los siglos modernos marcados por Descartes, desde el ad- venimiento de la ciencia moderna, de Spinoza, hasta aera de los Iluminados, a Kant y Hegel, con su modo de resolver y suplantar las formas simbélicas y ritua- les de la religién en una expresién conceptual de la verdad por obra de la filosofia, y a Feuerbach, con su disolucién de la teologfa en una proyeccién antropo- légica. Sin embargo, al igual que el siglo XX no es solo el siglo de las ideologias, sino también el del anuncio de su naufragio, del mismo modo la modernidad no es identificable con su critica radical a las religiones, ni siquiera con el espiritu confesional de las ortodo- xias que produjeron las Guerras de religion. En reali- dad, en los procesos de secularizacién que lo marcan, en las criticas radicales por las que ha atravesado, ha operado sobre la religién, y King es muy consciente de ello, una Destruktion en el sentido heideggeriano, es decir, no una aniquilacién, una pulverizacién, sino ‘una emendatio y una liberacién de los motivos y de las intenciones mantenidas encerradas y sofocadas. Hoy sabemos cuanto deben repensarse los proce- sos de secularizacién mas alla de los resultados antici- Introduccion pados de los ’. De esta migracién de la instancia y de la busqueda de sentido de las instituciones proceden las intermina- bles metamorfosis que marcan la Babel religiosa de nuestro tiempo y el pluralismo de creencias que -si bien se acogen de facto, pero no se piensan de iure- amenazan creando escepticismo y relativismo en lugar de riqueza y variedad. También sobre esto, las batallas de King dentro de la Iglesia catélica siguen siendo extremadamente ejemplares y dignas de ser objeto de reflexién”. Finalmente, ni siquiera el nihilismo puede decir una palabra negativa concluyente contra la oracién, que desde ese sumergirse en el Nihil, en el Nichts, en el vacio, como atestiguan los andlisis de King, resul- ta m4s universalizada que aniquilada. Ni siquiera la ausencia de un «Ti» a quien se dirige la apelacion, ni el hundimiento de lo divino en distancias inac- cesibles que desenfocan, hasta borrarlos, los rasgos ° Cal respecto mi estudio Pensiero religioso liberale. Lineamenti ‘figure, prospettive, Morcelliana, Brescia 2009, 256-258. "Resume bien el sentido R. Garaventa en el ensayo ya mencio- nado, Per una riforma radicale della Chiesa. Con Hans Kiing oltre Joseph Ratzinger. Introduecién que la metafisica podria lacrar en predicados ma- gistrales, ni siquiera esto, ni todo el dolor del mun- do, aniquilan el acto de invocacién que también se eleva frente a la Nada y sabe dirigirse a Nadie (Nie- mand), como ocurre en Paul Celan en la famosa poesia Salmo". Si Dios muere, el hombre contintia invocando su espacio, que permanece vacio como el almendro de otra famosa poesia de Celan, donde el Nichts cede el puesto a Dios, y el hombre continéa dirigiéndose a El. $i Dios muere, es necesario pre- servar el espacio del misterio, de lo imposible, de lo no condicionado, para que la tierra no quede tan de- solada como la que Nietzsche describe en su célebre y controvertida obra Asf hablé Zaratustra, cargada nicamente con una nube de tristeza y con pregun- tas sin responder’’. Por otra parte, hoy, como sefiala " CEP. Cetan, Poese,editado por Bevilacqua, Mondadori, Milin 1998%, 378-379. " Cfib, 414-415: «En el almendro / qué hay en el almendro? / Nada. / No hay Nada en el almendro. / Allesté y permanece». Véase elandlisis de esta poesta realizado por B. Were, La luce del nulla, Su- lta possibilita di una nuova esperienza religiosa (trad. it de G. Penzo- Penzo Kirsch), Queriniana, Brescia 1990", 36-37. ® CER. Nierzscue, As habl6 Zaratustra, Alianza Editorial, Ma: drid 2011. 15 La oraci6n y el problema de Dios 16 Edgar Morin, la ignorancia ya no es la causa de lo desconocido y del misterio, sino que son los mismos progresos cientificos los que, en su acaparamiento, cada vez evidencian mis la falta del no conocimien- to que atraviesa transversalmente, y no solo como limite externo, el saber. No es solo lo desconocido lo que est en el corazén de lo conocido, sino el mis- ferio, que es grandisimo frente a lo incognoscible como su frontera mas inalcanzable"*. Ya sea oracién profética o mistica, ya sea oracién de peticién o de bendicién, el hombre moderno y contemporineo todavia debe rezar, invocar alguna ‘Trascendencia. Asi suena la conclusién de Kiing. Si- guiendo las reflexiones, resulta una universalizacion progresiva del acto de orar, disuelto gradualmente por limites confesionales, estrechos, eclesidsticos, dogmaticos y asumido como un acto universalmen- te humano. Asi lo atestiguan ~en estas paginas— el cruce de Oriente a Occidente, de muchos contextos religiosos, de innumerables formas de oracién, des- de las de la fe hasta la meditacién zen, desde la Biblia ¥ E, MORIN, Conoscenza Ignoranza Mistero (trad. it. de S. Lazza- rieRaffallo Cortina), Milin 2018, 21 Introduecién hasta el misticismo de las religiones asiaticas, y la va- lorizacién de todos los hombres orando de formas distintas, respecto a quienes , al parroco se le escapa de la boca la pregun- ta: . Por lo tanto, gla oracién esté viva alli donde ya nada podemos hacer con nuestras fuerzas? En lugar de una accion auténoma, resuelta, profana, que asume sus pro- pias responsabilidades, en ciertas situaciones extre- mas, gla oracién debe convertirse en el escape de aquellos que no pueden o no quieren dedicarse a una actividad enérgica? Si, la oracién y el comporta- miento caen aqui en una contradiccién, que desen- mascara la oracién: claramente la oracién debe salvar un riesgo, proteger un escape, mantener una ilusién?, Deseando explicar la crisis de la oracién en la era moderna, debemos mostrar cémo la ausencia ma- 2 Sobre las objeciones que actualmente se argumentan contra la oracién me remito al cuaderno de «, editado por Ch. Duquoc y dedicado a La oracidn, en particular me refiero al articu- Jo de J . Bomamen, ;Tiene todavia sentido rezar? Crisis de la oracion y tentativas de slucién, en Concilium 8, 9 (1972) 97-112. Sobre la crisis deta oracién siva de la oracién, que ahora constatamos en todas partes, tal vez se preparé durante mucho tiempo. De hecho, Ia crisis de la oracién es una crisis de fe en Dios en general. Para ello bastar recordar aqui bre- vemente lo siguiente: + En tiempos de Descartes, quien después de ha- ber concebido su gran visién de una ciencia uni- versal hizo una peregrinacién, manifiestamente se rezaba, con un sentido de ingenua familia- ridad con Dios, como en la Edad Media y en tiempos de la Reforma; e incluso Pascal puede ser definido como un gran orante, al igual que san Agustin, san Bernardo de Claraval, Lutero y muchos santos. + Pero la agitacién de la ingenua comprensién de Dios por parte de las ciencias naturales, algin tiempo después, tenia que asegurarse de que un hombre como Isaac Newton, que atin podia re- conciliar la cientificidad rigurosa con la fe cris- tiana, no esperara ningiin milagro dela oracién, sino solamente la ayuda de Dios a través de las leyes de la naturaleza: Dios en el cosmos es ce- lebrado con gran respeto, pero ya no se cuenta 27 La oracién y el problema de Dios mis con su intervencién en el complejo engra- naje del reloj del mundo’, + En la filosofia barroca, Spinoza, como panteis- ta, apoyé expresamente la rigida necesidad de todas las leyes naturales y, por lo tanto, la falta de sentido de la oracién de peticién, y luego, acontinuacién, Goethe y muchos otros ya no rezaran més, sino simplemente se sumergi- rin, llenos de asombro y amor, en el infinito Uno-Todos, en la Naturaleza-Dios*. + En la Ilustracién, Dios se retiré por completo frente ala naturaleza y sus leyes, se fundé una moral sin religion y el escepticismo también destruyé a oracién de alabanza y de accién de gracias. Asi, por ejemplo, el enciclopedista Diderot terminé su propia Interpretacién de la naturaleza con la famosa oracién paraddjica: «Oh Dios, no sé si existes, pero quiero pensar como si ta vieses en mi alma [... ]. De hecho, el curso de las cosas es necesario en si mismo, > CFK. D, Bucuourz, Isaac Newton als Theologe, Witten 1965; M.J. Bucky, Motion and Motion’ God, Princeton 1971. ‘Cf Exist Dios? 0<, BI, 1: Todo en Dios: el legado de Spinoza, sssnnsonssretiannnataeseeaeesetieseeAe EASE Sobre la crisis dela oracién si tino existes, o por una orden tuya, si ta exis- tes...>5, + Kant, quien completé y superé la Iustracién, rechaz6 resueltamente la oracién como «fe- tichismo»: para él, la oracién es «solamente un deseo manifestado a un Ser que no necesita ninguna explicacién de la intencién interna del sujeto que desea algo», incluso , es decir, «el since- ro deseo de agradar a Dios en todo lo que hace- mos y en lo que no hacemos», como un medio (voluntario y, en el fondo, superfluo) para vivi- ficar el sentimiento moral®. + Después Hegel reconocié como centro de culto solo esa «devocién», en la que el sujeto, con pura interioridad y consciente espiritualidad, se sumerge y se mueve en el Infinito, una de- SD, Divenor, Ocwvres complites, edicién a cargo de J. Assézat, Pa- 15 1875, vol II, 61. " sph Assan 1. Kant Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunfi, en W. Weiscutepe (ep.), Werke, Darmstadt 1956, vol. IV, 870s (trad. it. Di Pocat, La religione entro i limiti della sola ragione, Bari 1980,217s, 29 La oracion y el problema de Dios 38 vocién que, sin embargo, como todo el mundo religioso, debe ser elevada a un nivel superior por el pensamiento especulativamente filosé- fico’. + Pero Feuerbach dio la vuelta a la unidad hege- liana de la conciencia humana y divina e in- terpreté la oracién como una proyeccién del corazén humano y la conversacién del hombre consigo mismo*. + Finalmente Nietzsche pervirtié la oracién en la blasfema letania del pollino adorado para bur- Iarse de quienes «de nuevo se han vuelto pia- dosos...»°. La oracién -tal como surge claramente aqui- es la prueba préctica de la comprensin de Dios: como es expresado Dios, asi se practica la oracién, Y tal como ‘oramos, también asi es comprendido Dios. Teniendo en cuenta la historia del pensamiento moderno y su 7 Cf Bxiste Dios? 0, BU, 2: La nueva filosofia de la religién. Clb, CI, 1: Dios como imagen refleja del hombre. °R Nuwrzscus, Ast hablé Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid 2011. Sobre la criss dela oracién biisqueda de Dios", podemos limitarnos aqui a resu- mir brevemente algunos hechos a medida que emer- gen dela historia y la critica de la religion: + Orar es humano. Orar es un antiguo gesto hu- mano, Algiin tipo de oracién alos dioses, al Ab- soluto, a Dios, siempre ha sido transmitido por todos los pueblos de todas las épocas de la his- toria. Ni siquiera las multiples objeciones crit cas de la Edad Moderna han podido silenciar completamente la oracién"”. + Que la oracién sea solo una conversacién entre elhombre consigo mismo (Feuerbach) y un de- seo infantil (Freud) depende de la cuestién de si Dios es simplemente una proyeccién o una ilusién del hombre. Pero esto es precisamente Jo que no se puede demostrar”. ""Bsta historia ha sido trazada en el volumen citado ;Existe Dios? " CEW, HaRENBERG (8.), Was glauben die Deutschen. Die Em- tuid-Um-frage. Ergebnisse, Kommentare, Minich-Maguncia 1968, 61 Sein ents encuest, solamente el 13% de los entrevistads decir: « es significa: tivo que Karl Barth (Kirehlche Dogmatik 1/2, Zolikon-Ziirich 1938, 324-3$6) no hable de Ia oracién en las religiones. {Onacion de feo meditacion zen? Y que la oracién se haga hablando o en silencio, con la palabra o solo con los gestos, ya sea improvi- sando espontdneamente o recitando formulas vene- rables antiguas, que se susurran y se cantan, en un estado de necesidad o simplemente por un deseo, por respeto o por gratitud, como cristianos podemos asu- mir que realmente estamos hablando de oracién (no importa de qué religién). Y de esta oracién debemos decir con oportunas distinciones criticas todo lo que debe decirse de las mismas religiones*: incluso esta oracién ~aquella que es la verdad de esta religién— puede ser en la préctica un camino que conduzca ala salvaci6n. Si tratamos de reconocer todas las diferentes for- mas de orar y de rendir justicia a cada una de ellas, esto no puede significar que todo sea igualmente bue- no e igualmente justo. Hay algunas diferencias cuali- tativas: la oracién a cualquiera de los muchos idolos no es la oracién al tinico Dios verdadero; la oracién primitiva que pide la victoria durante una batalla no es lo mismo que el himno de alabanza al Creador de CEH. Kine, as religiones. iste Dios?, Trotta, Madrid 2010, G I: El Dios de 35 La oracion y el problema de Dios 36 todas las cosas; un salmo de maldicién del Antiguo Testamento no se puede identificar con la oracién sacerdotal de Jesits que nos dejé san Juan; la oracién al arcéngel Miguel no es idéntica al Ven, Espiritu San- to... Como en las religiones en general, también es preciso distinguir’ en sus oraciones, y precisamen- te, por los cristianos, de acuerdo con las normas del Evangelio de Jesucristo. En este sentido, se debe enfatizar que a las dos formas fundamentales de religiosidad* también co- rresponden dos formas bisicas de oracié profética y la oracién mistica o la meditacién. Trata- mos de delinear claramente la diferencia -siguiendo el rastro de Friedrich Heiler*- comparando la oracién. profética, en la forma de la oracién biblica, con la ora- cin mistica o la meditacién, en particular en la forma del zen. La primera nos resulta més familiar: gc6mo se rea- liza la oracién en la Biblia? En la Biblia, la oracion de 3 1b, GI, 2: (Todas igualmente vendaderas? 4 Ib, GI, 2: :Religién misticao profética? S CFE Hitter, Das Gebet. Eine religionsgeschichtliche und religion- spsychologische Untersuchung, Miinich 1918, 1923°, 1969, en concreto BIILIV: La oracién en la msistca; La oracién en la piedad profética. mortem nanan ¢Onacién de feo meditacién zen? la persona devota se practica de una manera natural y espontinea, en el corazén de la vida y desde la vida: una ingenua «efusién del corazén». Asi hemos orado siempre desde que existe la humanidad: invocacién espontdnea ante las tribulaciones, deseo elemental con la esperanza de la realizacién. Manifestacion sim- ple de la necesidad y de la demanda: esta es la forma original de la oracién del mismo hombre primitivo’, Este invocar y pedir originario en la pobreza y en la esperanza, en la Biblia aparece ciertamente inte- riorizado, moralmente purificado y completamente dirigido al unico Dios JHWH. Sin embargo, siempre sucede en la simplicidad y con un realismo infalible: solicitud de cumplimiento, ayuda, misericordia, gra- cia, salvacién para uno mismo, para los demés, para todo el pueblo. Un postulado que se expresa libre- mente, pero también un agradecimiento, un elogio y una celebracién. Y aunque en el tiempo esta oracién también se fija en formulas, litirgicamente estiliza- das, solemnes y, a veces, incluso asociadas con pric- ticas ascéticas, la Biblia no sabe de discursos sobre el método, sobre la sistematica ni sobre la psicotécnica © Cfib, A: La oracion ingenua del hombre primitiva, 37 La oraci6n y el problema de Dios 38 de la oracién; ni conoce los grados de la oracién, que deben ser descritos; nila uniformidad de la experien- cia religiosa vivida; ni la superacidn de la conciencia normal, excepto en las experiencias vividas de la vo- cacién y de la revelacién profética; ni la reflexi6n psi- coldgica sobre la oracién, a pesar de todas las criticas hechas por los profetas a la oracién y a los sacrificios, y también desconoce los esfuerzos ascéticos para al- canzar ciertos estados psicolégicos. Por otra parte, la Biblia habla del didlogo, si bien es un didlogo ingenua- mente irreflexivo, con Dios; de las manifestaciones de la fe, de la esperanza y de la caridad, todo con gran variedad y pluriformidad individual. 3Cémo se distingue de eso el orar o meditar misti- co? La oracién del hombre mistico tiene lugar en el desapego del mundo y de las propias pasiones y en la dedicacién al Bien Supremo. Ella debe conducir al hombre metédica y sistematicamente al Absolu- to, entendido como plenitud o vacio: desde lo terre- no-sensible a lo espiritual-celestial, la ascensién del alma a Dios (elevatio mentis ad Deum) 0 al nirvana, de Ianada de uno al Bien Supremo, ya sea pensado como plenitud o como vaciamiento, como extincién. Todo eso en una progresién ordenada: ante todo concentra- {Onacién de fe o meditacion zen? cién voluntaria, a menudo empefiada y provocada por diversos medios fisicos y ps{quicos; después la con- templacién libre, extdticamente pasiva, olvidadiza de uno mismo; finalmente, el éxtasis arrebatado 0 em- briagado, en el que el hombre se pierde en la incon- mensurable plenitud de la Divinidad o en la eterna quietud del nirvana en medio del samsara, Naturalmente, estos dos tipos basicos de oracién no se han mantenido puros a lo largo de la histori Con los vinculos de la piedad mistica —con la primitiva religion popular y con la piedad de la fe~ en Oriente yen Occidente hemos Ilegado a conferir numerosos enfoques diferentes a la religiosidad mistica: algunos mis afectivos y otros mds frios o insensibles, erdtica- mente 0 espiritualmente, cultural 0 no cultural, poéti- camente fantasiosa o racionalmente reflexiva, mono- teista-impersonal o tefstica-personal... Sin embargo, a pesar del vocabulario a menudo personalista, no po- demos ignorar los puntos en comiin de los diferentes escenarios misticos, A pesar de todos los cruces y todas las formas mix- tas, no podemos desechar la diferencia fundamental entre la oracién biblica y la oracién mistica. Ilustre- mos este punto refiriéndonos a la meditacién zen, tan 39 La oracion y el problema de Dios 40 diferente de la oracién biblica, la cual hoy también atrae a muchos cristianos de Oriente y Occidente’. La «meditacién zen» es basicamente una tautologia. De hecho, la palabra zen -la pronunciacién japone- sa del signo grafico chino Ch’an, que a su vez es una traduccién del dhyana sanscrito~ significa «medita- cién». El zen nacié (bajo la influencia del budismo mahayana indio) en el siglo VI en China, pero actual- mente esta muy extendido, especialmente en Japén. El zen es el ejemplo tipico de una religién misti- ca, Aunque, en un sentido mas general, sea una reli- gidn mistica, el budismo, especialmente en su version mahayana, también incluye elementos proféticos: la veneracién de Buda, el recogimiento, la exégesis y el comentario de los escritos sagrados, que en muchos casos aporta claridad al formalismo, al intelectualis- mo y ala cientificacién del budismo. El zen, por otro lado, pone el acento en la directa experiencia inme- 7 En la bibliografiacristiana sobre la meditacién zen son particu- larmente ales: H. DumOuLin, Ouliche Meditation und crisiche Mystik, Friburgo-Ménich 1966; W. Jonnsron, The Stil Point. Re- jections on Zen and Christian Mystiom, Nueva York 1970; H. M. ENoMtva-LassaLte, Zen-Meditation. Eine Einfidhrung, Zéirich-Einsie- deln-Colonia, 1975. gOracin de few meditacion zen? diata y en la iluminacién personal del hombre indivi- dual, que el zen intenta favorecer sin «autoridad», sin profetas y sin sagradas escrituras. Pero, como se llega a la iluminacién? A través de una preparacién gradual y tranquila (escuela zen Soto) o bien de una manera totalmente improvisada (escuela zen Rinzai). Los medios, sin embargo, en ambas escuelas, son los mismos: sentarse (zazen) en la posicién de loto, con la respiracién profunda y eliminando todos los pen- samientos, pero también en la estricta supervisién del maestro zen, en los reveses y, sobre todo, en los enigmas (japonés: koan), sobre los que a veces se puede reflexionar durante afios (como, por ejemplo: «Dénde ves la nada? ;Cudndo ves la nada? ;Qué edad tiene la nada...?>). Con el término «nada» ciertamente no se entien- de una posicién nihilista, sino la realidad tltima inde- finible. El hombre debe aprender a identificarse con ella superando el dualismo a través de la técnica zen. Con una concentracién intensa (sdnscrito: samadhi) y no sin esfuerzo y suftimiento, pero también con el riesgo de alucinaciones (maya, japonés: makyo, apa- riencia) y crisis nerviosas (locura zen), el hombre puede lograr la iluminacién (sénscrito: bodhi, japo- A La oracién y el problema de Dios 42 nés: satori). Esto se puede articular en diferentes ni- veles: a veces se est esperando en vano durante afios, pero también puede acontecer inesperadamente en la vida cotidiana. A diferencia del budismo amida, que espera todo de la gracia, de «otro poder» (tariki), el zen se basa totalmente en el esfuerzo del hombre, en «su propio poder» (jiriki). De esta manera se puede alcanzar el resultado, incluso desgarrado, con seguri- dad? Aqui también la norma es valida: aquellos que puscan la iluminacién con demasiado celo la echarén de menos. Solo el hombre sin egoismo la encuentra. 4Cémo debe comportarse aqui un cristiano? Un cristiano, que sabe que tiene que atenerse a laoracion. biblica, zpuede practicar también la meditacién zen, Ja técnica del yoga, la «meditaci6n transcendental» uw otras formas de meditacién oriental (tibetana, bir- mana)? 3 Orar mistico: éCristiano o no cristiano? Como meétodos, las formas orientales de meditacién se pueden separar en gran medida de su contexto reli- gioso -budista o hinduista-, de tal modo que hoy en los libros y cursos se pueden recomendar el zen o el yoga cristianos. Al hombre contemporaneo, a veces un poco neurético, no puede hacerle mas que bien la quietud, el silencio, la concentracién: asi puede ser capaz de reencontrarse consigo mismo, recoger sus Propias energias y Ilevar a cabo sus tareas cotidianas tal vez de un modo mejor. Todo lo que ayuda a los empresarios japoneses, gno puede ayudar también a sus competidores europeos 0 estadounidenses? Sin 43 La oracién y el problema de Dios 44 embargo, silas formas orientales de meditacién se re- ducen a meras técnicas psico 0 socioterapéuticas, una especie de entrenamiento autégeno o de eliminacién de los desechos espirituales -como por ejemplo la agresividad en el trabajo, entonces podria perderse el sentido auténtico de estas vias orientales, que de- ben ser formas de reencontrarse con uno mismo, de ampliar la conciencia y, en el fondo, del encuentro con el Absoluto (concebido de todos modos). Las vias orientales, bien entendidas, pueden ser de gran ayuda para los hombres occidentales y también para los cristianos en el reconocimiento de su propia unilateralidad y en el redescubrimiento de momentos olvidados o perdidos de su tradicin, Aqui, las comuni- dades religiosas cristianas se encontraran con impor- tantes tareas para si mismas y para los demas!: + Frente a la separacién y la abnegacién («la cruz»), entendidas erréneamente, debe estar la preocupacién por ser hombres auténticos, por el devenir integral y salvifico del hombre. * Cfuna vision panordmica del asunto en H. WALDENFELS, Medi- tation - Ost und West, Einsiedeln-Ziirich-Colonia 1975, 11-48. Onar mistico: ¢Cristiano o no cristiano? + Frente ala intelectualizacién y la teorizacién de Ja piedad (Ia separacién de la teologia de la pie- dad a partir de la alta escoldstica), debe estar el eercicio practico y la ortopraxis (no solamente tedricos, sino también pricticos de la vida espi- ritual; en Oriente, la importancia de los «maes- tros»). + Frente auna «espiritualidad> espiritualista y el cuidado de las almas sin el cuidado de los cuer- pos, debe acentuarse la corporeidad tanto en la atencién a las actitudes corporales (posicién del loto como una expresién de tranquilidad e intenso recogimiento) como en el esfuerzo por una respiracién controlada y adecuada. + Frente a la dispersién del espiritu en la super- ficialidad, en los negocios, en la agitacién, en las turbaciones interiores de la vida de cada dia, debe fomentarse una concentracién a través de la participacién intuitiva en las profundida- des del yo (no mas «enigmas», racionalmente resolubles, entornos, por ejemplo, en el mu, ell «nada» japonés). + Frente al continuo hablar y actuar prisionero de las cosas, debe estar el silencio y la espera, libera- La oracidn y el problema de Dios 46 dos de los pensamientos, de los sentimientos, de los deseos, los cuales también pueden re~ nunciar a las palabras y a las imagenes para lle- gar, en la quietud y libres de todo, a si mismos; también, el vacio beatifico, la ausencia del yo y Ja nada absoluta, a la que el hombre debe ser despertado por la iluminacién. Por lo tanto, en este sentido, la meditacién orien- tal y, en particular, el zen esencialmente significan libertad: libertad de uno mismo en el olvido de uno mismo; libertad de toda restriccién, de toda instancia que quiera interponerse entre el hombre y su expe- riencia y la iluminacién inmediata; libertad también de Buda y de las sagradas escrituras; libertad, en «l- tima instancia, desde el mismo zen, desde la misma meditacin. Solo en plena libertad interior el hombre puede llegar a la iluminacién, en esta vida o mas ade- ante. Si, en la escuela de Nagarjuna y Nishida’, nos referimos al «vacio», «la nada absoluta>, el . En lugar de trazar un ideal de vida mondstica (Qumran), Jests se dirige al mundo y al projimo; en lugar de huir del mundo, él aspira a dar forma al mundo; en lugar de la contemplacién, él prefiere el servicio entregandose al hombre; en lugar de la negacién de si mismo, él prima el amor activo al projimo y a los enemigos*. En Jestis, el absoluto no se vuelve casi exclusiva- mente apersonal, no se experimenta como desprovis- to del mundo, de la historia y de la palabra, sino que, como Dios vivo, dentro del mundo y su historia, se percibe a través de la palabra de sus testigos. En este Dios vivo y en su palabra, el cristiano encuentra, no solo un apoyo ante la posible arbitrariedad subjetivis- ta en la consideracién solitaria, sino también la pro- vocacién a la vida y la accién. Asi que, en el cristianis 3 CEH. KUNG, Ser cristiano, Trotta, Madrid 2012, C I, 3: gEmigra- Onar mistico: ¢Cristiano o no cristiano? mg, a diferencia de Oriente, el acento, al final, no se pone en el vacio, sino en la plenitud; no se pone en el alvido de si mismo, sino en la conquista del yo; no se pone en a nada, sino en el nuevo ser; no se pone en el nirvana, sino en la vida eterna. Asi pues, gla meditacién o la oracién mistica es ge- neralmente cristiana? A esta compleja problematica solamente podemos responder haciendo algunas dis- tinciones': 1. La meditacién mistica puede ser cristiana: no debe ser descalificada como no cristiana. Personas representativas, que fueron responsables de la intro- duccién de la piedad mistica en el cristianismo, como los alejandrinos Clemente y Origenes, Agustin, Dio- nisio el Areopagita, pero también misticos medieva- les como Bernardo de Claraval, Francisco de Asis, el ‘Maestro Eckhart, Juan Tauler y, mas adelante, en el si- glo XVI (via purgativa), en la CELe 5,16; 6 12; 918.28; f3,21 La nueva oracién de Jesis desempefia un papel sorprendentemente modesto. De él ademas de sus palabras en la cruz*- solamente nos han sido transmitidas dos oraciones*. Que Jestis oé en la soledad ya lo atestigua Marcos’. Consiguien- temente, refiriéndonos a Jestis podemos decir: no a la oracién obligatoria. Qué consecuencias tiene esta situacién para no- sotros? Para nosotros, la cuestién critica: en la histo- tia del cristianismo -si recordéramos constantemen- tea Jestis-, gpodria haberse hecho de la oracién una accién legal en las confrontaciones con Dios? ;Podria haberse declarado un deber legal, como sucedié, por ejemplo, desde la Edad Media para la oracién regu- lar de las horas, que inicialmente se introdujo para los monjes y que terminé siendo impuesta como Offizium = deber, bajo pena de pecado, también a los clérigos seculares? ;Podria haberse hecho de la ora- cidn un buen trabajo meritorio, cuya ejecucién fuera recompensada y cuya omisién castigada? ;Podria ha- berse vinculado alguna vez ciertas formas de oracién > CEMc 15,34 pans Le23,34.46. *CEMt 69-13 par; 11,255. 5 CEMe 1,35; cf Mc 6,46 par. La oracién y el problema de Dios 68 con las indulgencias, es decir, con la remisi6n de cier- tas penas, terrenales y del otro mundo, causadas por el pecado? 2. Jesiis ord simplemente en la lengua materna: mientras que las oraciones oficiales (Shemd y Tephi- Ila) se decian en hebreo, el Padrenuestro es una ora- cidn en la lengua popular aramea. También la deno- minacién especifica atribuida por Jestis a Dios, Abba, es aramea. Jestis, por lo tanto, no esta interesado en el respeto de un lenguaje sagrado solemne. Lo més importante para él es que la oraci6n sea posible tam- bién en medio de la vida, en la vida cotidiana, que sea entendida y que provenga del corazén. Mientras que a los contemporineos les encantaba acumular invo- caciones y palabras solemnes, Jestis, como hemos di- cho, se dirigié a Dios simplemente con la expresién escandalosamente familiar Abba = padre. Por lo tanto, refiriéndonos a Jesiis, debemos decir: no a la oracién altamente estilizada. Aqui también se plantea la pregunta: si realmente quisiéramos seguir a Jest, gse deberia imponer la sa- grada lengua latina durante siglos y con todos los me- dios de restriccién espiritual a toda la Iglesia occiden- La nueva oracién de Jess tal? {No habria sido necesario, accediendo a las legiti- ‘mas peticiones de los reformadores, haber introducido antes la lengua materna en la celebracién de la eucaris- tia, en lugar de oponerse —basicamente en vano- con cuatrocientos cincuenta aiios de resistencia? En el con- cilio Vaticano II, no deberia haberse clarificado esta cuestién con un debate de fondo alla luz del mismo Je- siis, en lugar de limitarse a provocar alos tradicionalis- tas con adaptaciones comprometedoras, que después requeririan una implementacién coherente? 3. Jestis recomend6 la oracién en secreto: mientras aalgunos fariseos les encantaba ser sorprendidos du- rante la hora de la oracién en las plazas ptiblicas, en medio de la gente, para mostrar a todos su piedad, Jestis -sin negar naturalmente el culto piiblico de la comunidad- desea la oracién, literalmente, en la propia , es decir, pricticamente en un ocultamiento total y -lo que es igualmente impor- tante— en un espacio completamente profano. Inclu- so la tiltima cena de Jestis -origen del banquete y de Ia celebracién eucaristica~ tuvo lugar en un espacio ~CEML66. 61 La oracion y el problema de Dios 62 privado. Refiriéndonos a Jestis debemos decir: no a Ia oracién espectacular. Pregunta: si hubiésemos querido recordar a Je- sis, ghabriamos abusado de la oracién reduciéndola auna presentacién jerarquica? gHubiera sido posible solemnizar, adornar y sobrecargar ritualmente preci- samente la celebracién de la eucaristfa hasta el punto de, como sucedié en el catolicismo barroco postri- dentino, convertirlo en una ejecucién operistica para la mayor gloria de una Iglesia triunfalista? :Podria al- guien haber comprendido la simple expresién de Je- stis: «Haced esto en memoria mia», en el sentido de una manifestacién publica de oracién, subrayada por la procesién con la «custodia> del «Santisimo»? 4, Jestis recomendé la oraci6n breve: mientras que los contempordneos pretendian hacerse favorables a Dios con muchas palabras y largos discursos, Jesus pide que no hablen como los paganos, que piensan que pueden ser escuchados debido a sus muchas pa- labras, como si Dios no supiera ya lo que necesita- mos’. Confrontado con la mayoria de las oraciones > CEML69-13. La nueva oracién de Jess de la época, el Padrenuestro, que en Mateo sigue esta recomendacién como un ejemplo practico de su apli- cacién’, es una oracién muy breve’. Consiguiente- mente, refiriéndonos a Jestis, debemos decir: no a la oracién despreocupada. Pregunta: si quisiéramos seguir el ejemplo de Je- siis, :podriamos alguna vez descuidar la calidad de la oracién en beneficio de la cantidad, como ha ocurrido durante siglos? En la oracién eclesidstica de las horas, gpodrian imponerse esas enormes (ahora abrevia- das) cantidades de oraciones? ;Se cultivaria el Rosa- tio tan acriticamente, a pesar de todos los momentos de meditacién? Por lo tanto, en el periodo poscon- ciliar, gpodemos pretender volver a canalizar y regu- lar de nuevo la liturgia, favoreciendo los estereotipos teol6gicos de las oraciones en lugar de promover la espontaneidad, la imaginacién y la creatividad de los hombres y especialmente de los sacerdotes, todos es- tos aspectos importantes para la vida de la liturgia? A través de todas estas practicas, ino se ha convertido “Th, ° Esto todavia seria mis auténtico sla versi6n més breve de Lucas (Le11,2-4) también fuese la mas originaria, 63 La oracién y el problema de Dios 64 frecuentemente la oracién en un ejercicio exterior que solo termina realizandose de una forma més me- cAnica? {Un charlar en el més verdadero sentido dela palabra? Por todas estas cosas, la oracién ha dejado de tener significado para muchas personas? 5. Ala oraci6n, Jestis asocia la disponibilidad al per- dén: mientras ya en su tiempo era normal respetar exactamente los limites entre el amigo y el enemigo y compensar el mal con el mal, Jess establece la dis- ponibilidad ilimitada al perdén como condicién sine qua non de cada solicitud de perdén'", Consigniente- mente, refiriéndonos a Jestis debemos decir: no a la oracién sin consecuencias. Pregunta: si las indicaciones de Jestis se tomaron en serio, podria haberse promovido de esta manera la oracién privatista en la Iglesia? gLa ortodoxia de la oracién no era a menudo mas importante que la or- topraxis de los orantes? No debian hacerlo con de- masiada frecuencia solo con el «Dios de mi alma», sin estar listos para cumplir seriamente los deberes sociales? ;Acaso la «salvacién de mi alma» no se © CFMt6,12; 18,21-35, La nueva oracién de Jesis destacé con demasiada frecuencia sin siquiera tomar conciencia de la corresponsabilidad social y la nece- sidad de perdén? ;No se contimia todavia hoy en las. diversas iglesias celebrando la eucaristfa como un re- cuerdo y un signo de la unidad entre los cristianos, sin poner decisivamente en practica la reconciliacién entre las iglesias y su comunién en la eucaristia? Con demasiada frecuencia, en el campo del ecumenismo, las personas que esperaban acciones concretas fueron silenciadas con explicaciones de tono devoto: todavia no podemos reunirnos, pero por eso hemos orado. Todo esto con respecto a la oracién de Jesis. ¥ después de todo lo que se ha dicho, ya no se deberia cuestionar mas que para los cristianos la oracién de hoy debe hacerse de acuerdo con el ejemplo de Jestis: una oracién como la de Jestis. Pero, gqué debemos decir de la oracién dirigida a Jestis? Aquellos que no estén dispuestos a identificar monofisicamente a Jestis con Dios tendrin sus dificultades aqui y deben proceder con cautela, El exegeta del Nuevo Testamento de Tubinga, Gerhard Lohfink, ha estudiado a fondo los datos neo- testamentarios. Resultado: en el Nuevo Testamento hay textos que hablan de una proskynesis, de una pos- La oraci6n y el problema de Dios 66 tracién ante Jesus en el sentido, no solo de cortesia 0 sumisién, sino también de adoracién. Con una vision retrospectiva, a la luz de la Pascua, en los evangelios se presentan las personas que se postran ante el Jestis terrenal. En la perspectiva del cumplimiento final, en algunos otros pasajes", también se habla de la prosky- nesis realizada ante Jests por los poderes angélicos 0 por la comunidad celestial. Sin embargo: «En el Nuevo Testamento no hay un solo texto que hable explicitamente de una proskynesis ante Cristo en la adoracién»". Por lo tanto, uno no puede deducir una proskyne- sis ante Cristo como un tito litérgico; sin embargo, uno debe presuponer, al menos en algunos himnos a Cristo en himnos, no de, sino a Cristo-, una actitud interior correspondiente a la proskynesis. ‘Acertadamente, Lohfink se pregunta hasta qué punto es posible adorar en general a Jestis, en una " CFFlp 2,10; Heb 1,6; Ap 5.8.14. 8G Lonrink, Gab es im Gottesdienst der neutestamentlichen Ge- imeinden eine Anbetung Christ, en Biblische Zeitschrift NF 18 (1974) 161-179, especialmente 172. La nueva oracién de Jestis €poca tan temprana, por un pensamiento todavia muy fuertemente judaico-neotestamentario. También el tedlogo mas importante del siglo III, Origenes, en su escrito Sobre la oracién, negé categéricamente la ado- racién de Cristo: «Si ahora entendemos realmente lo que significa “ora- cién’, ciertamente no podemos orar a ninguna cria- tura, ni siquiera al mismo Cristo, sino solo al Dios y Padre de todos, a quien nuestro mismo Redentor ha dirigido su oracién>"’, Si estudiamos desapasionadamente los relativos textos del Nuevo Testamento, su objetivo resalta siempre con claridad: por medio de Cristo, vamos a Dios, al Padre: «No hay adoracién de Cristo sin adoracién del Padre; ambas se entrecruzan, pero la una sucede en la otra", ® Onicens, Peri eucis 15, 1 citada en G. LOHINK, ae, 176. 61. CFW. Benner, Gebel. Mit einem Streilgespnich zwischen Lange und dem Autor, Stttgart- Berlin 1970, G.LoHPIN a6, 177 67 La oracién y el problema de Dios 68 Y la interpretacién dada por Lohfink a estos datos se corresponde en todos los sentidos con la interpre- tacién que damos aqui de la fliacién divina de Jestis: «Después de todo, en el Nuevo Testamento, la pros- kynesis ante el Cristo glorificado no es una adoracién aislada de la persona de Cristo, sino la adoracién del Dios que se revela a si mismo en Cristo. Es la adora- cién del Dios, que en Cristo ha obrado definitivamen- te su salvacién y, por lo tanto, de una manera altima ¢ insuperable, se ha convertido en una presencia en el hombre Jesis [... ]. En el Nuevo Testamento sin lugar a dudas hay una adoracién de Cristo, No porque Cris- to represente una divinidad, sino porque en él Dios se ha revelado definitivamente a si mismo y, por lo tanto, se ha convertido en el “signo de la presencia revelada de Dios” (E. Lohmeyer) >", En consecuencia, para la praxis eclesial y con la fi- nalidad de evitar malentendidos, debemos promover 5 fb, 178, CFH. KONG, Ser cristiano, Trotta, Madrid 2012, CV, 3: Interpretacion del orign; wb, @Eviste Dios?, Trotta, Madrid 2010, 6 I, 2: EI Hijo de Dios. La nueva oracién de Jess un retorno ala praxis neotestamentaria, lo que quiere decir que ~prescindiendo de los himnos- las oracio- nes sean dirigidas a Dios Padre por medio de Jesucris- to en el Espiritu Santo, como también era la antigua costumbre de la liturgia romana. 69 Ss éInvocar a Dios? ‘Mis alla de cualquier comparacién de la oracién mis- tica con la oracién profética, de la forma oriental de meditacién impersonal con la forma occidental de oracién personal, mas all de cualquier andlisis de la praxis de la oracién de Jestis con sus consecuencias para una oracién cristiana de hoy, sel hombre moder- no puede, mas atin, debe realmente todavia orar? Sin lugar a dudas, no es suficiente responder a esta pregunta afirmando que el cristianismo serfa incon- cebible sin la oracién, que viviria una vida de oracién individual y personal mucho mas rica que la de todas las religiones del mundo. De hecho, el problema no esta en si en el pasado hemos orado, sino en como debemos y como podemos todavia orar. val La oracién y el problema de Dios 72 Frentealas dificultades obvias para dirigirse a Dios con a espontaneidad del pasado, podemos entender los intentos de los modernos tedlogos cristianos para presentar la oracién de una manera diferente al hom- bre de hoy. Sin embargo, uno debe preguntarse si estos intentos son suficientes precisamente desde el punto de vista de lo especificamente cristiano. Por supuesto, la oracién puede definirse como una reflexién, una narracién, situando al hombre en la reflexién sobre su propia finitud radical, como hace el tedlogo prictico y psicélogo de la religién suizo ‘Walter Bernet'. Pero este reflexionar, narrar y situar, siquiere ser oracién, zno deberfa superar el horizonte de la experiencia y de la finitud? Por supuesto, uno puede denominar la oracién como una reflexién de- safiante sobre la vida en situaciones concretas, como Jo hace el tedlogo practico de Maguncia Gert Otto”. Pero este reflexionar, si debe ser una oracién, zno de- beria tener ugar (W. Stegmiller)"". UW, SreGMOLLER, Metaphysik, Skepsis, Wissenschaft, delberg-Nueva York 1969, 456. jerlin-Hei- 6 éPor qué orar? No, como un hombre ilustrado del siglo XI no ne- cesito avergonzarme de orar. Por supuesto, rechazo la oracién egoista, que me pone en primer lugar a mi mismo y mis deseos, mis necesidades y mis solicitu- des, ¢ identifica mi causa con la causa de Dios. Ni si- quiera tengo pensamientos ingenuos sobre una «in- tervencién» sobrenatural de Dios en el mundo. Sin embargo, Dios esta por encima o junto al mundo y a mi mismo. El no rompe milagrosamente las leyes de la naturaleza desde fuera porque yo se lo pida, El no juega alos dados fuera de sus propias reglas. 79 La oraci6n y el problema de Dios 80 Dios esté en el mundo y el mundo esté en El, Como fundamento, apoyo y fin originario que hace que todo sea posible, domina y rodea, trabaja desde dentro: y precisamente no como un tapagujeros fren- te a las indeterminaciones y la accidentalidad, sino como la libertad absoluta en todo y a través de todo. Y as{ como la libertad absoluta, Fl es cualquier cosa menos mi propia competencia, que con su poder y sa- biduria deberfa imponerme a mi costa. En virtud de mi libertad relativa, El no pierde nada de su libertad absoluta, no se limita, sino que solo gana, se confir- ma. De hecho, El es el que hace posible y continua- mente libera mi libertad. En este sentido creo, con los hombres de la Biblia, en un creador, en un gufa, en un perfeccionador del mundo y en un partner del hom- bre que apoya, domina y rodea todo evento mundano y humano. Y si acepto todo esto con confianza y con fe, ni siquiera puedo expresar esta fe? De cualquier modo "HL. KONG, :Eviste Dios? Trotta, Madrid 2010, G 11,2: ghntervenci6n de Dis? Al respecto cf G. GRES-HAKE, Theologische Grundlagen des itt ‘gebets,en Theologische Quartaschrift1S7 (1977) 27-40 (especialmen: te I Bittgebet und Gottesfage) y G. LonF1NK, Das Bittgebet und die Bibel, en Theologische Quartaschrift 157 (1977) 17-22. ¢Por qué orar? lo maximo para el hombre es que él pueda hablar, ser un ser lingiifstico. Y si propiamente en virtud del len- guaje soy un hombre, zno negaria que soy un hombre si no expresara también mi fe? Ahora mi oracién no es més que fe aplicada, es una «fe que habla», No puedo permanecer en silencio, debo dar una respues- ta (Ant-Wort) ala Palabra (Wort) que, en cuanto cris- tiano encuentro en la vanguardia de la predicacién cristiana, pero no solo en eso. Podria expresar y reconocer lo que pata mi en mi fe es simplemente realidad: que este Dios es el funda- mento, el apoyo y el fin originario de mi mismo y del mundo, el creador, el guia y el perfeccionador de mi mismo y del mundo, que este mismo Dios viene a mi encuentro en Jestis como el padre del hijo prédigo, ‘me capacita, en un compromiso sin tregua a favor del prdjimo, a vivir, actuar e incluso morir de una manera verdaderamente humana. Todo esto es obviamente una realidad cotidiana. Consiguientemente, estoy, vivo y trabajo continua- mente , solo puede saberlo la . / Si, con Dios se puede hablar, de manera autocri- tica, franca y modesta, con todas las tonalidades y en todos los estados de animo, contentos y desconten- tos, riendo y llorando, exultantes y aburridos, con se- renidad y con impaciencia. No hay necesidad de un lenguaje elevado, de un estilo sublime, de expresiones sagradas, de formalidades ni de cortesias. Ninguna palabra es demasiado simple y ninguna proposicién Por qué orar? es demasiado torpe para ser pronunciada, si yo me dirijo personalmente con ella. Incluso en la oracién comunitaria las cosas no deben ser diferentes, no hay necesidad de un lenguaje especial. Unicamente no tengo necesidad de exponerme a la vista de todos, sino tener respeto por los demas. En el servicio religioso, no se debe evitar solamen- te el lenguaje sagrado rigido y altisonante, sino tam- bign la jerga de la calle, los remilgos intelectuales y la altaneria modernista. Aqui el lenguaje debe ser sobrio yal mismo tiempo conmovedor, capaz de expresar la experiencia de la comunidad orante en la presencia de Dios. Esto puede suceder, segiin el momento, el lugar y la situacién, sobre la base de un adecuado for- mulario preestablecido o bien mediante la oracién esponténea. Ambas formas pueden ser itiles. Millones de personas dicen el Padrenuestro, y cada uno puede poner en él a intencién més apropiada. El Kyrie, el Gloria, el Sanctus de la misa romana posibili- tan estados de animo comunes y pueden alcanzar una actualidad y resonancia, que faltan en ciertos textos espontineos. Una persona concreta, en algunos mo- mentos, puede ser feliz utilizando algunas oraciones ya formuladas; del mismo modo, en otros momentos, 89 La oraci6n y el problema de Dios la comunidad puede servirse de las oraciones espon- tdneas. En todo caso, en el servicio religioso de la co- munidad no debe prohibirse la oracién espontanea, libre, y esto esta completamente de acuerdo con el sentido de lo escrito por Pablo, cuando a la comuni- dad griega de Tesalénica escribia: «No apaguéis el Espiritu. No despreciéis las profecias. Examinadlo todo, y quedaos con lo bueno»*. Las oraciones espontaneas y las tradicionales pueden, porlo tanto, beneficiarse mutuamente, yen un buen servicio religioso, sin duda ambas tendran una adecuada interrelacion. En todas las tonalidades, pero también en todas las actitudes, se puede hablar con Dio: + En todas las actitudes corporales: no solo es- tando de pie (como hacian los protestantes en un tiempo), ni solo estando de rodillas (como hacian los catélicos), sino también estando sentados (durante un tiempo esta actitud de “Tes 5,19-21. 90 @Por qué orar? oracién tipicamente asidtica estaba prohibi- da para los cristianos), y, finalmente, incluso acostados (una actitud permitida hasta en los Ejercicios Espirituales del severo Ignacio de Lo- yola). + En todas las actitudes espirituales: a menudo un agradecimiento, una alabanza, una peticién explicita o una libre, una invocacién esponté- nea de agradecimiento o de perdén; también simplemente estando en silencio en la pre- sencia de Dios, como habitualmente hacen muchas personas que, solas, se sientan silen- ciosas en la iglesia buscando distensién y paz, poniéndose delante de Dios, que hace posible volver a la propia intimidad y abrir la dimen- sién de lo profundo; pero a veces también so- lamente basta el silencioso perseverar de una persona cansada, agotada, oprimida, que ya no encuentra mis palabras. En todas las tonalidades, en todas las actitudes, pero también en todos los momentos del dia se pue- de hablar con Dios. En cada momento del dia: una palabra de peticidn antes de una entrevista delica- a1 La oraci6n y 92 el problema de Dios da, de un trabajo dificil, de un viaje peligroso; una palabra de agradecimiento por un resultado parti- cular, por un regalo inesperado, una reconciliacién lograda, una operacién superada; una peticién de perdén, en cualquier momento... Sin embargo, la oracién no debe limitarse a las situaciones extraordinarias, en las cuales uno pue- de dirigirse rapidamente a Dios. Por esta razén son importantes como ya hemos visto con respecto a la oracién de Jestis- ciertos momentos fijos de oracién. Aquellos que no oran en determinados momentos, normalmente no suelen orar ni siquiera en los inde- terminados: ya los Padres de la Iglesia compartieron esta vision ms bien pedagégica-psicologica. ‘Al menos una vez al dia deberfa ser posible hacer una breve pausa, tener un breve pensamiento. Ac- tualmente, para la mayorfa de las personas, cierta- mente es muy dificil encontrar el tiempo necesario para hacer una oracién en medio de los mafianeros ajetreos cotidianos (radio, periddico, tareas domés- ticas); lo mismo sucede en las tltimas horas de la tarde, cuando ya estamos un poco cansados y nos hacemos un poco perezosos, con|a televisién a todo volumen. ePor qué orar? Ciertamente seria bueno, por la mafiana, agrade- cer por la tranquilidad de la noche, presentar las ac- tividades del dia, pedir una bendicién para uno mis mo y para los seres queridos. Algunos programas re- ligiosos de la radio matinal podrian -en unos pocos minutos— presentar o conducir a un habitual minuto de silencio y de oracién, También serfa ciertamente bueno, por la noche, agradecer el dia transcurrido, hacer una breve evaluacién de lo que se ha hecho u omitido, orar por todas las personas, por las que mas apreciamos y por las que nos resultan menos gratas, por las necesidades del mundo y, finalmente, una oracién para pasar una buena noche. Pero insisto una vez més: las dificultades son rea- les y, a menudo, no falta la buena voluntad. Por lo tanto, deberiamos tomar un poco mis en serio una antigua costumbre, practicada por el mismo Jestis, es decir, la oracién en la mesa, que permite una breve pausa, un breve pensamiento: no para pedir la comi- da, que ya esta sobre la mesa, ni siquiera para un sim- ple agradecimiento formal por la comida y las bebi- das, sino -pensemos en aquellos que estan solos o en Jos que no pueden comer en una mesa predispuesta— para dar gracias con palabras propias por el nuevo 94 iény el problema de Dios dia, por la mafana, por lo que por la noche queda atras y consiguientemente invocar, dependiendo de Jas situaciones, la bendicién para el cumplimiento de las tareas concretas que tenemos encomendadas o para ciertas personas que conocemos. Lo principal, sin embargo, en todos los casos, es que la oracién provenga del corazén y no sea simplemente el resultado de las costumbres adquiridas. La inteli- gencia, la voluntad y los sentimientos, la experiencia ylareflexién, lo externo y lo interno, lo individual y lo ‘comunitario: todas las dimensiones humanas pueden estar implicadas. Alexander Solzhenitsyn, quien ya en su madurez Ilegé a la fe en Dios y la oracién, en su novela Agosto 1914 habl6 tanto de Ja oracién de cos- tumbres o hdbitos como de la oracién concentrada y apasionada, que transforma y da fuerza: «

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