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Apreciaciones socioculturales de la musica Alan Edmundo Granados Sevilla José Hernandez Prado Coordinadores Universidad Autonoma Metropolitana Casa abierta al tiempc Universidad Autonoma Metropolitana CONTENIDO Rector General Dr. Salvador Vega y Leon Secretario General Mtro. Norberto Manjarrez Alvarez Unidad Azcapotzalco Rector Dr. Romualdo L6pez Zarate Secretario Mtro. Abelardo Gonzalez Aragon Wtroduccién Alan Edm ; Sevilla y José Hernandez Division de Ciencias Sociales y Humanidades iano Granados Sevilla y Jose Hemndndey eile 13 Director Dr. Oscar Lozano Carrillo Secretario Académico Lic. Miguel Pérez Lopez. Jefa del Departamento de Sociologia Dra. Marfa Garcia Castro Coordinador de Difusién y Publicaciones Primera parte Aproximaciones sociolégicas a la musica a intisica hoy. Arte, vanguardias y estetizacidn de la sociedad José Othdn Quiroz Trejo 23 musica como generadora de cohesién social: emergencia, sresentaciones colectivas y efervescencia social Dr. Satil Jeronimo Romero é Paulo César Rodriguez Castro 43 | — “miisica clasica” britani Ani primera edicién, 2016 5 I ica clasica” britdnica y la germénica. lexiones sobre una nota a pie de pagina de Max Weber José Hernandez Prado 61 © Universidad Autonoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco Division de Ciencias Sociales y Humanidades Coordinacién de Difusion y Publicaciones Av. San Pablo 180, Edif. E, Salén 004, Col. Reynosa Tamaulipas, Natanael Reséndiz Saucedo 78 Del. Azcapotzalco, C.P. 02200, Ciudad de México, Tel. 53189109 www.publicacionesdcsh.azc.uam.mx lintes sobre la racionalidad weberiana y la teoria fica de Theodor W. Adorno: el caso Schoenberg crisis de la obra de arte sociologia de la musica y el son cubano Avmando Sanchez Albarran 95 Segunda parte ISBN de la obra: 978-607-28-0833-1 Historia, memoria y muisica ISBN de la Coleccién Sociologia: 978-607-477-112-1 sia de la mdsica. Visiones desde la trinchera de la historia ii! Heliodoro Torres Medina 129 Se prohibe la reproducci6n por cualquier medio sin el consentimiento del titular de los derechos patrimoniales de la obra. ido y la mtisica como marcos de la memoria colectiva Inpreso en México / Printed in Mexico 1 Hidmundo Granados Sevilla 151 Tercera parte Misica, performance y resistencia El danzén en la Ciudad de México, nostalgia y reapropiacién de una practica musical Maria Cristina Tamariz Estrada Rockeras “histéricas-excéntricas”: autorrepresentaciones de rockeras en Tijuana y el Distrito Federal Merarit Viera Alcazar El valor ritual de la musica y la danza: entre los arquetipos y la renovaci6n tecnologica Gustavo Pérez Martinez Natanael Reséndiz Saucedo Cuarta parte Musicas e identidades emergentes Musica y representaciones sociales de la sexualidad: la juventud reggaetonera en México Dulce A. Martinez Noriega El consumo de misica, los gustos y procesos identitarios Juris Tipa Hay que “potrear” el arpa. El arpa ndhuatl de la costa de Michoacén Jorge Amés Martinez Ayala Quinta parte Significacién en los textos sonoros La sonoridad del silencio: un campo de sentido Yois Kristal Paniagua Guzman Reescritura, referencia y reinterpretacion en la cancién pop y su impacto en la cultura mexicana José Hernandez Riwes Cruz 10 171 197 239 249 299 | enguaje sonoro: identidad y construccién de sentido a partir del disefio sonoro y la musica Julian Woodside Epilogo Breve impromptu sobre Beethoven, artista empresario Pierre Bourdieu 339 367 11 | sonido y la musica como arcos de la memoria colectiva* Alan Edmundo Granados Sevilla** No ocurre nada esencial en donde el ruido no esté presente. Jaques Attali RiuSUMEN A pesar de que las ciencias sociales han soslayado el papel del sonido en la vida coletiva, se debe reconocer que la actuacion de los sujetos individuales y colectivos se inscribe en una mattiz sonora. Este reconocimiento abre nuevas vias pata la explicaci6n de los viejos problemas de las ciencias sociales. En el caso particular de este texto se considera que la sono- tidad es un elemento fundamental para explicar el recordar de Jos sujetos. Mediante el concepto de marco social de la memoria, propuesto por Maurice Halbwachs, y una aproximacién socio- logica de la sonoridad, se promueve el sonido al rango de marco social de la memoria. El texto postula la existencia de marcos sonotos de la memoria que contienen pistas para acceder al pa- sado de individuos y colectivos. * Una version preliminar de este texto fue presentada en la Semana de estudios sociales. culturales de la miisica, Departamento de Sociologia, uaM Azcapotzalco, cl 22 de eneto de 2014. Maestro en sociologia por la vam Azcapotzalco, Estudiante del docto- rado en antropologia social en la ENAH. Palabras clave: sonoridad, memoria, marco social de la mem tia, musica, tecuerdos, anamnesis, Maurice Halbwachs. INTRODUCCION Recordamos a través del espacio y el tiempo. Al : on H po. Al trasladarnos un sito que previamente visitamos acude a nosotros, sin pedirl una multitud de recuerdos. Los edificios, calles y objetos evoc recuerdos. Un paseo por una calle que hace tiempo no visitamo pice apg en nuestra memoria personas, gestos, conversaciones yy acciones del pasado. Lo mismo sucede con el tiempo. Las distintas formas en que se objetiva el tiempo social traen a nuestra mente fragmentos del pasado. Los calendarios que se deshojan como si de atboles se tratara Nos tecuerdan la muerte de un ser quetido, el cumpleafios de un amigo 0 un acontecimiento traumatico que calé hondo en la vida colectiva. No hubiéramos recordado tal o cual cosa sin el concurso de ese tiempo o espacio concreto. Los grupos ejercen un efecto andlogo sobre nuestra me- moria. Alentrar en contacto con familiares 0 amigos que no ha- biamos visto aparece ante nosotros una veta de recuerdos que aparentemente estaba olvidada. La religion y la clase social ala que pertenecemos nos hacen participes de tradiciones que no forman parte de nuestra biografia personal pero son fundamen- tales para la cohesién social de los grupos a los que pertenece- mos, la reproduccién de la identidad colectiva y la construccién de una identidad individual. La sociologia de la memoria de Halbwachs atendid muy tem-= prano el papel que determinados marcos sociales desempefian en el recordar de los sujetos. En sus dos grandes obras sobre memoria colectiva asigné el papel de marco social de la memoria al espacio y al tiempo. También reconocié que la memoria de la familia, las clases sociales y los grupos religiosos depende de la existencia de marcos sociales. A pesar de que dedic6 un ensayo 182 4 la descripcién de la memoria y los recuerdos en los musicos' stos ultimos entendidos como asociacién profesional que con- serva y transmite un conocimiento— pas6 por alto el papel que \lesempeiia el sonido en la construccién del recuerdo. ¢Acaso la musica, practica eminentemente social, no promueve en nosottos ln rememoraci6n de etapas previas de nuestra vida?; no sucede frecuentemente que al escuchar una cancidn nos tetrotraemos a momentos distantes cuyo recuerdo no hubiera sido posible sin su ayuda?; eno es frecuente que los ruidos de la ciudad, calles y espacios que conformaron el paisaje sonoro de nuestro pasado evoquen recuerdos cuando volvemos a enconttarlos? En las paginas que siguen proponemos que la concepcion original de los marcos sociales de la memoria puede ser amplia- da; esto nos permite reconocer la existencia de marcos sonoros que contienen claves que permiten reconstruit la memoria de individuos y colectivos. Para llegar a este punto es necesario re- cuperar el concepto de marco social dela memoria, disperso en dos obras que Halbwachs consagro a estudiar la relacién entre memoria y colectividad. Para promovet la sonoridad al estatus de marco social de la memoria es necesario conceptualizarla, en su ptoducci6n e interpretacion, como una practica social y como resultado de practicas sociales. LOS MARCOS SOCIALES DE LA MEMORIA [En sus conocidas obras La memoria colectiva y Los marcos sociales de Ja memoria, Halbwachs propuso una hipotesis que result6 des- concertante en su momento. La memoria, a despecho de las ex- plicaciones psicologistas,’ es de los grupos, antes que de los | Nos teferimos al texto La memoria colectiva en los misieos publicado en un pri- mer momento en la Reowe philosophique en 1939. Actualmente aparece como anexo en La memoria colectiva. » “Muchas veces nos asombramos cuando leemos en los tratados de psico- login donde se estudia el tema de la memoria, que el hombre pueda ser estu- 153 individuos. Ellos son capaces de recordar debido a que asumen el punto de vista del grupo. El grupo propotciona los recursos necesatios pata reconstruir el pasado; ademas, en muchas oca- siones, es él quien promueve la rememoraci6n. Sin adhesién al grupo, no hay pasado del individuo, y si lo hay, se trata de uno altamente fragmentario. La pregunta que debemos responder es la siguiente: qué es un mar¢o social de la memoria? La definicion de este concepto Ptesupone asumir una postura frente al problema del sujeto de la memoria, que se puede sintetizar en las siguientes preguntas: equién es el sujeto de la memoria, el individuo 0 la colectividade, dicho en otros términos ¢quién recuerda? De acuerdo con Ricceur la historia de las respuestas a estas preguntas se sintetiza en la polémica entre fenomenologia de la memoria—que sostiene que el recordar un proceso exclusivamente individual- y la sociologfa de la memoria —que aseguta que todo recuerdo es colectivo—. Ricoeur reconocié en Halbwachs al repre- sentante mas acabado de la sociologia de la memoria: “se debe a Maurice Halbwachs la audaz decisién de pensamiento que consis- te en atribuir la memoria directamente a una entidad colectiva”) Aqui consideramos que el autor de La memoria colectiva pro- puso una solucidn que lo ubica entre la fenomenologia y la so- ciologia. Halbwachs consideré, al igual que Durkheim,‘ que las facultades humanas como el pensamiento, el lenguaje y la me- motia, dependen de condiciones externas al individuo. Si nos preguntamos ¢quién habla?, debemos responder: el individuo aislado. Sin embargo, el individuo se sive del lenguaje que es diado como un ser aislado. Parece que para comprender nuestras operaciones mentales, debemos partir del individuo y cortar todos los lazos que lo unen, con la sociedad” (Maurice Halbwachs, La memoria colectiva, p. 8). > Paul Ricceur, La memoria, la historia, el olvido, 2010, p. 157. * En Las reglas del método sociolégico Durkheim analizé al lenguaje a la luz del concepto de hecho social. De acuerdo con este anilisis el lenguaje es una institucidn social externa al individuo que se impone y lo obliga a pensar y actuar de acuerdo con formas claboradas colectivamente. 154, una institucién social que lo sobrepasa, limita lo que dice y la forma en que dice. De alguna manera, la sociedad siempre esta implicada en el decir del individuo. La sociedad es condicion de la posibilidad del decir del individuo. Algo similar ocurte con el pensamiento y la memoria. A pesat de que el pensamiento y la rememoraci6n son actos ejecutados por el sujeto, la sociedad se encarga de elaborar el conjunto de nociones, ideas y conceptos que sitven al individuo pata conocer y recordar. Sin estos marcos sociocognitivos el individuo estaria incapacitado pata pensar o tecordar. Halbwachs reconocié que el acto de recordar es individual, sin embargo, la existencia de marcos sociales de la memoria es condicién pata evocat fragmentos del pasado.° Hs la existencia de esos marcos, el contenido de los recuerdos y las condiciones bajo las cuales reaparece el pasado, lo que lleva a este autor a afirmar el caracter social de la memoria. El texto Los marcos sociales de la memoria abre con la siguiente historia: una nifia esquimal encontrada en el bosque era incapaz de proporcionar detalles de su pasado, sin embargo cuando se le presentaron algunas imagenes pudo recuperar recuerdos de su familia, el lugar donde habitaba y las tareas que realizaba. En esta historia, las imagenes que permitieron a la nifla rememorat funcionaton como matcos. De este relato podemos extraer una ptimera conclusién: el marco es externo al individuo. A pesat de que la capacidad de recordar es del individuo, los medios para recordar son externos a él. El relato anterior también permite establecer la siguiente con- clusi6n: el individuo aislado es incapaz de recordar 0 reconstruit su pasado. Alejado del grupo apenas es capaz de evocar algunas imagenes de vivencias anteriores. Para recordar es necesario que existan marcos externos, de caracter social, que contribuyan a la reconsttuccién y rememoraci6n, éstos son “los instrumentos sta soluci6n al problema de la memoria es la que lo coloca en una postura intermedia entre una vision psicologizante de la memoria yuna sociologizante. 155. que la memoria colectiva utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonia con los pensamien- tos dominantes de la sociedad”. La nifia esquimal fue capaz de recordar gracias a las imagenes que le presentaron, estas imagenes referian a determinados productos resultado de practicas sociales como alimentos, utensilios y viviendas.’ \ EI matco es un esquema simbélico situado en la sociedad, Nos permite recuperar recuerdos 0 Ilenar las lagunas que ine- vitablemente encontramos en la memoria. El esquema repre- sentacional no contiene el pasado, se compone de indicaciones para recuperarlo. Al ver un calendario nos enfrentamos con la tepresentacion de una forma de organizacién social del tiempo. Pero el calendario no contiene mas que algunos acontecimien- tos hist6ricos apenas relacionados con nuestra vida individual y colectiva. Sin embargo, es un medio pata recuperar fragmentos de nuestra vida colectiva, al verlo recordamos, por ejemplo, el nacimiento de una persona y una serie de expetiencias asociadas a ella o rememoramos un patiente fenecido y las conversaciones que entablamos con él. En La memoria colectiva Halbwachs analiz6 el papel que des- empefia el tiempo y el espacio en relacion con la memoria. El tiempo, ademas de ser un fendmeno fisico, es una institucién so- cial. Como institucién social provee una matriz de coordinacién para las acciones de los hombres. El tiempo social se compone de horarios que regulan el quehacer de los individuos: tiempo de © M. Halbwachs, op. ait, p. 10. 7 Las vivencias de un sujeto y su pensamiento estén atravesados por matcos sociales. El actuar cotidiano se desarrolla al amparo de una familia, clase social o religion, éstas dan forma a la experiencia que el sujeto tiene del mundo; para nombrar al mundo y pensar en torno a sus sujetos y objetos nos servimos de un lenguaje y corrientes de pensamiento que han sido creadas por comuni- dades lingiiisticas y cognitivas que nos precedieron en el tiempo. * Cada calendario refleja una forma distinta de organizacién social del tiempo. Elcalendario maya se compone de 18 meses, cada uno tiene una duracién de 20 dias. A estos se agregan 5 dias superfluos. El calendario esta organizado en torno al ciclo agricola (roza, siembra y cosecha) de las comunidades indigenas, 156 trabajar, de consumir, tiempo libre o de ocio, tiempo de rela- cionarse, tiempo que no se puede perder o que se puede perder (:d6nde esta el tiempo perdido?). " Ademés de coordinar la accién, el tiempo ~a priori de la in- teraccin social— proporciona una matriz o marco para la re- memoraci6n. El calendario nos recuetda los acontecimientos importantes de nuestra familia: cumpleafios, aniversarios, naci- mientos y decesos. También nos recuerda los mitos fundaciona- les y fiestas que dan sentido a nuestra cada vez mas desgastada conciencia nacional. En relacién con la memoria, el espacio desempefia un papel andlogo al tiempo. Es un marco en el cual estan contenidos re- cuetdos. El espacio contiene lugares y objetos de memoria que estén densamente cargados de recuerdos colectivos; ejemplo de éstos son las plazas y los monumentos. Por otto lado, la geome- tria del espacio doméstico —la casa— es capaz de evocar recuer- dos de nuestra familia. Debido a que los marcos se encuentran en constante deve- nir, la imagen del pasado se transforma de manera permanente. Es por ello que mas que tecotdat, reconstruimos el pasado. Si el marco que nos ayuda a rememorat se transforma, cambia la imagen que construimos del pasado. Si el matco desapatece pet- demos una herramienta fundamental para recordar. Si en algun momento el marco se recompone parcialmente, port ejemplo, en una reunidn con gente que no habiamos visto en afios, restable- cemos una via de acceso a nuestros tecuerdos. Elmatco social de la memoria, en sintesis, es una matriz exter- na al individuo, en constante devenir, a partir de la cual el sujeto y los colectivos son capaces de almacenat y recuperar sus recuerdos. LOS MARCOS SONOROS DE LA MEMORIA Si llevamos al extremo la postura de Halbwachs respecto a la memoria colectiva podemos postular la existencia de otro tipo 157 de marcos. El recuerdo se fija en marcos temporales y espacia: les. gNo sucede, como mencionamos al comenzar este esctit que el recuerdo se fija también en el sonido?; gno es cierto que determinados sonidos evocan ciertos recuetdos?; sno es verdad que fragmentos de nuestro pasado estan inextricablemente ata- dos a una cancién? Pero, gno violentamos el concepto de marco social cuando se incluye al sonido al lado de categorias eminentemente socia- les?; eno se desdibuja el concepto de matco social? : Debemos responder negativamente a estas dos preguntas. Una conceptualizacion sociolégica de la sonoridad y la misi- ca revela que el sonido es una practica colectiva que puede ser considerada como un marco social que promueve el recuerdo de individuos y colectivos. La sonoridad como fenémeno social Los sonidos, ya sea en su produccidn o interpretacién, son el _ resultado de practicas colectivas. Por supuesto que no todos los sonidos se producen a partit de practicas sociales humanas. Hay sonidos que se producen a partir de fuentes naturales la geofonia y parte de la biofonia— sobre las cuales el hombre no tiene injerencia alguna. E] sonido de una cascada es un sonido natural. No han obrado para su produccion fuetzas humanas. Sin embargo, la interpretaci6n del sonido es una practica social, la vivencia del sonido es una experiencia psicosocial."" Cuando un sujeto escucha un sonido y decide clasificarlo y nombrarlo como é/ruido de una cascada realiza un proceso sociocognitivo que ° La geofonia se compone de sonidos naturales que proceden de fuentes no bioldgicas. La biofonia se compone de sonidos producidos por materia vi- viente (Bernie Krause, 2012). © Como fendémeno fisico una onda sonora posee determinadas caracteristi- _ cas como amplitud y longitud. El volumen, tonalidad y timbre son teacciones — psicoldgicas a las caracteristicas de las ondas. Estas reacciones psicolégicas estan condicionadas por el ambiente social del individuo. 158 depende de la pertenencia a una comunidad de hablantes. El so- nido, en su produccién o interpretacidn, es una practica social. Cabe distinguir aquellas practicas humanas cuya orientacion principal es la creacién de sonidos —el canto, la ejecucién musical, la declamacién— de aquellas que producen sonidos de manera involuntaria —el trabajo con gran maquinaria de los albores del capitalismo occidental—. En ambos casos, el sonido es el resul- tado de practicas sociales que varian en el grado de conciencia con que producen ruidos. Los sonidos se desprenden de practicas humanas y contextos de interaccién especificos. El sonido es producto de determina- do tipo de relaciones sociales y econdémicas, se inscribe en una trama simbélica dada, supone determinado tipo de relaciones de dominacién entre hombres y entre hombre y naturaleza." El incansable martilleo de las maquinas que cosifican a Chaplin en Tiempos modernos supone la existencia de un régimen de produc- cién empefiado en creat objetos que posean, antes que nada, un valor de cambio. El silbato de una fabrica implica la existencia de un régimen disciplinatio que regula cuerpos, necesidades fi- siolégicas y movimientos. Los tuidos de las maquinas anuncian el triunfo de la sociedad capitalista sobre la inconstancia e im- petfeccién del trabajo artesanal. La produccién de sonidos esta condicionada por la existencia de dispositivos u objetos que tengan la posibilidad de generat- los. Hay dispositivos y objetos cuya funcion no es la produccién de sonidos, a pesar de ello, generan ruidos; las maquinas por ejemplo, contribuyen a estructurar el mapa sonoro en el cual se desenvuelve el actuar de sujetos y colectivos. Por otro lado, los insttumentos musicales son artefactos disefiados expresamente para producir sonoridades. 1) Para un andlisis detallado del entorno sonoro de las sociedades moder nas sugerimos al lector consultar el trabajo seminal de R. Murray Schafer The soundscape (1994), 159 Con lo dicho hasta este punto se puede formular la siguien afirmacion: el sonido, en su produccidn, interpretacion y fi ciones que desempefia tiene un cardcter social. En una concepcidn sociolégica del sonido, la misica ocuy un lugar preeminente. La musica es, antes que nada, una prt tica social, un hecho colectivo.” Cabe distinguir varios nivel al hablar de la musica como hecho colectivo. En el nivel de | composicién —pensemos en el compositor aislado que crea una obra y espera que sea interpretada en el futuro— la musica im- plica la presuposicién de que multiples egos podran coordinar Sus acciones para ejecutar la obra. A nivel de la produccién y ejecucién es una practica que implica la interaccién simultanea de egos en un complejo proceso de coordinacién de sistemas de personalidad. Este proceso de interaccién es posible por la existencia de un sistema de simbolos compartido. Finalmente, a nivel de la escucha y consumo la musica supone la existencia de compositotes, ejecutantes y ptiblicos que establecen cierto tipo de relaciones y entre las cuales destaca la transmisién de mensajes y la cteacin de matrices sonoras que permitan crear miltiples interpretaciones por parte de los escuchas. La musica se pone en juego en determinados momentos colectivos. Estos tienen un caracter religioso, secular o coti- diano, Forma parte de celebraciones religiosas, fiestas y carna- vales. También del entramado de las acciones que los sujetos desarrollan en su cotidianeidad: esta en los ascensores, restau- tantes, camiones e incluso los bafios. Por si esto no bastara, la musica, su ejecucidn y consumo es uno de los ritos seculares mas importantes de las sociedades con- temporaneas. El concierto en su versién moderna es un espacio fundamental en el consumo cultural de amplios sectores de la sociedad que promueve formas alternativas de socializacion, la adoracion de divinidades seculates y la sacrahizacion de 6rdenes © sociales alternativos. Alphons Silberman, The sociolggy of musit, 1998. 160 Los marcos sonoros de la memoria La misica y otras sonoridades tienen un caracter eminentemente social. Es por esto que podemos situarlas al lado del tiempo y el espacio en tanto que marcos sociales a partir de los cuales el su- jeto y los grupos rememoran y reconstruyen el pasado. Los marcos sonoros de la memoria se componen de aquellas sonoridades que permiten evocar recuerdos. Son sonidos a los cuales han quedado unidos fragmentos del pasado de individuos y colectivos. Los sonidos que acomparfian al sujeto alo largo de su vida se transforman en marcos que en el futuro le permitiran acceder el pasado. Asi como ciertas vivencias y experiencias colectivas e in- dividuales se vinculan con determinados espacios —una calle, el centro de la ciudad, un edificio— 0 determinados puntos del tiempo social —la nifiez, la adolescencia, una fecha determinada—, también quedan vinculadas a ciertos sonidos. En este punto es necesario aclarar la centralidad que le atribuimos al sonido en la evocacién de los recuerdos. La sociologia apenas atribuye importancia alguna a la sono- ridad en la explicaci6n del comportamiento social. Apenas si ha merecido algunas lineas en la reflexi6n de socidlogos como Weber y Simmel. Weber se intetesé en los procesos de racionalizacion de la musica; Simmel realiz6 algunas consideraciones en torno al papel secundario que desempefia el oido en la percepcién de la realidad social." A pesar de que la sociologfa releg6 a segundo término el papel del ofdo y el sonido, es innegable que las distintas etapas de la vida del individuo y los colectivos estan atravesadas pot sonidos. La vida social transcurte entre sonidos que son resul- tado de las relaciones sociales, de las relaciones de produccion y ' Carlos Fortuna, “La ciudad de los sonidos. Una heuristica de la sensibi dad en los paisajes urbanos contemporaneos”, en Cuadernos de Antropologéa Social, maim. 30, pp. 39-58. 161 reproducci6n del sistema econdmico, el desarrollo tecnolégico y la vida de la naturaleza. Incluso en el aislamiento mas absoluto el ser humano esta a merced de los sonidos que produce su pro- pio cuerpo. No hay vida social que sea totalmente silenciosa.'* El quehacer de una petsona o colectivo, en un momento de- terminado, se desartolla en una matriz espacial, temporal, social y sonota. Los ambientes sociales se caractetizan por la persistencia de determinados sonidos que enmarcan el quehacer de los sujetos. La suma de los sonidos —ruidos de las fabricas, los trans- portes, las conversaciones, la musica de fondo y la que no esta en el fondo- constituye una matriz sonora'’ que enmarca la co- tidianidad de sujetos y colectivos. Esta matriz sonora se une en vinculo indisoluble con las experiencias de los individuos y los colectivos. Cada experiencia social es acompafiada de un con- junto de sonidos. A través de la misica y el sonido se puede escuchar-rememo- rar el pasado. El sonido es una via de acceso al pasado. Al escu- char una cancién podemos recordar una conversacién, el rostro de una persona, un lugar o todo un complejo de imagenes que nos remiten a una época previa de nuestra la vida. Los sonidos que nos acompafiaton durante nuestra infancia o juventud son capaces de evocar vivencias que creiamos perdidas. El sonido de una vieja caja musical puede trasladarnos, en nuestra memoria, a la casa que habitamos en la nifiez. Las canciones que alguna vez estuvieron almacenadas en una vieja cinta nos permiten evocar viajes y trayectos recorridos con nuestra familia. Al escuchar el himno nacional recordamos las frias mafianas de escuela que dedicabamos a tenovar el pacto con la identidad nacional. Una vieja cancién promueve en los sujetos que la escuchan la recupe- racion de fragmentos pasados de su existencia como colectivo. 14 Jaques Attali, Ryvidos, ensayo sobre la economia politica de la miisica, 2011. 'S En su anilisis sobre la vida de las ciudades Fortuna postula la existencia de un ambiente sonoro que enmatca la vida de los sujetos. Nuestro concepto de matriz sonora se apoya en varias de las observaciones realizadas por este autor. 162 Por sus caracteristicas, el sonido encaja en la definicion de marco social como esquema simbdlico. Los sonidos funcionan como significantes o vehiculos de los recuerdos. Regresemos a las maquinas del capitalismo retratadas en Tiempos modernos. El soni- do que producen —regular, estridente y alienante— puede evocar imagenes del pasado que nada tienen que ver con sus caracteris- ticas fisicas o simbélicas: los compatfieros de trabajo, afinidades, conversaciones y desencuentros. El sonido no contiene los re- cuerdos, encontramos en él indicaciones pata acceder al pasado. ‘También cumple con la caracteristica de externalidad al su- jeto. Los sonidos se encuentran en el entorno social, son pro- ducto de practicas sociales. Esta situacién impone ala memoria que descansa en los marcos sonoros cierta imprevisibilidad. De- bibo a que no sabemos qué sonidos escucharemos en el andar cotidiano somos incapaces de preveer que recuerdos vendran a nuestra memoria. Al igual que otros marcos, la matriz sonora que acompafia alos colectivos a lo largo de su existencia se modifica. En caso de que esta modificacién implique la pérdida de fragmentos de Ja matriz sonora disminuyen las probabilidades de recuperar re- cuerdos. En la obra de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, en- contramos una elaboracién literaria de la nocién de marco so- noro de la memoria: Pero de pronto fue como si ella hubiera entrado y aquella aparicion le provocé un suftimiento tan desgarrador, que hubo de llevarse la mano al corazon. Es que el violin habia subido a altas notas en las que per- manecia como en suspenso, un suspenso que se prolongaba sin cesar de sostenerlas [...] y, antes‘de que Swann hubieta tenido tiempo de comprender y de decirse: —es la frasecita de la sonata de Vinteuil, jno la escuchemos!-, todos sus recuerdos de la época en que Odette estaba prendada de él y que hasta aquel dia habia logrado mantener invisibles en las profundidades de su ser... se habian despertado —creyéndolos de regreso— y, a todo vuelo, habian vuelto a subir a cantarle con locura.' '6 Marcel Proust, En busca del tiempo perdido I. Por el camino de Swann, 2014. 163 El matco sonoro de la memoria lo constituye la sonata de Vin- teuil; contenido en él se encuentra todo el complejo de afectos que experimenté en algan momento por Odette. Basta con que el violin entone las primeras notas de la pieza para que Swann experimente el avasallamiento de recuerdos que no ha buscado y que no se detendrAn, que se abritan paso hasta su conciencia desafortunada. El marco sonoro de la memoria corresponde, al menos pat- cialmente, con el fendnemo descrito por Augoyard y Torgue bajo el nombre de anamnesis. Esta consiste en: An effect of reminiscence in wich past situation or atmosphere is brought back to the listener’s consciousness, provoked by a parti- cular signal or sonic context. Anamnesis, a semiotic effect, is often involuntary revival of memory caused by listening and the evocative power of sounds.” Para estos autores los contextos sonoros tienen un potencial mnémico. Este potencial no depende de las caracteristicas fisicas o simbélicas del sonido sino de un complejo proceso de interac- cion entre el escucha, la percepcidn, la memoria y los afectos. Es pot esto que un mismo sonido evoca recuerdos distintos en dos escuchas. Anamnesis y marcos sonoros de la memoria no son concep- tos antagdnicos; sefialan distintas fases del proceso del recordar através del sonido. La anamnesis sefiala la fase del proceso que ocurre dentro del sujeto;" el marco sonoro pone el acento en la produccién y organizacién social del sonido y la forma en que esto impacta el recordar de los sujetos. En este punto vale la pena retomar una de nuestras premisas iniciales: si bien es el sujeto el que recuerda, la sociedad proporciona los medios para recordar. En realidad, la relacién entre sonoridad y memoria es mas compleja. Hasta este punto hemos teconocido el papel que tiene "7 J, Augoyard, H. Torgue, Sonic experience. A guide to everyday sounds, 2005, p. 21. 18 “Anamnesis can be situated at the level of individual psychology, as it is semantic and is linked to the global organization of perception” (ibid. p. 22). 164 el sonido en la rememoracion y el recordar. Hemos hablado de aquellos sonidos que poseen una capacidad evocadora: el sonido de una chicharra evoca el salén de clases de la infancia, el soni- do de un viejo tocadiscos nos recuerda momentos de nuestra nifiez. Pero estos sonidos tinicamente evocan, no son memoria en si mismos. El problema de la memoria sonora se puede en- carar de otra forma. Algunas sonoridades, la musica principalmente, tienen la capacidad de convertirse en memoria. Los colectivos pueden transformar hechos relevantes de su devenir en musica 0 cantos. A través de estos cantos se asegura la rememoraci6n de aconteci- mientos fundacionales, mitos ¢ historias. En tanto que la musica y el canto se transmitan oralmente y no se almacenen en un so- porte que los endurezcan y eliminen su plasticidad funcionaran como memoria colectiva. Experimentarin cambios, perderan elementos y ganaran otros, a pesat de esto, se mantendran como expresiones vivas de colectivos que se encuentran en movimiento y que cuando miran al pasado se enfrascan en la tarea de recons- truir mds que en la de recuperat vivencias en estado original. En este punto se debe reconocer que si bien el sonido promueve el recuerdo, hay sonidos que estan hechos a partir de la memoria. A MANERA DE CONCLUSION Elconcepto de marco sonoro de la memoria pretende contribuit alos estudios sobre la sonoridad y las relaciones que esta ultima entabla con distintos procesos de la vida social y del individuo en tanto que ente socializado. Alreconocer la existencia de una matriz sonora que rodea la vida social se abren nuevas vias en la comprensién de la me- moria. Desde una perspectiva psicologizante el individuo esta abandonado exclusivamente a sus facultades. Su capacidad de recordar o pensar depende exclusivamente de lo que hay en al. La aproximacion sociolégica al fendmeno de la memoria reco- 165 noce la contribucién de la sociedad al acto de recordat. El hecho de rememorar no depende exclusivamente del individuo; con- tribuyen a la memoria, los grupos con los cuales nos relaciona- mos, los espacios que habitamos y por supuesto, los sonidos que escuchamos. A partir de Halbwachs se reconoce que la memoria tiene multiples puntos de anclaje: una parte importante de ellos es externa al individuo. El tiempo y el espacio —condiciones a priori de la interaccién social, los sonidos y los olores son perchas de las cuales colgamos nuestros recuerdos. Y basta con que encontremos unos sonidos para desenterrar nuestro pasado. BIBLIOGRAFIA Attali, Jaques, Ruidos, ensayo sobre la economta politica de la musica. México, Siglo XXI, 2011. Augoyard, J., Torgue, H., Sonic experience. A guide to everyday sounds. Canada, McGill-Queen’s University Press, 2005. Durkheim, Emile, Las reglas del método sociolégico. México, Colo- fon, 2002. Fortuna, Carlos, “La ciudad de los sonidos. Una heuristica de la sensibilidad en los paisajes urbanos contemporaneos”. Cuadernos de Antropologia Social. Nim. 30. Argentina, diciem- bre 2009. Halbwachs, Mautice, a memoria colectiva. Espafia, Prensas Uni- versitarias Zaragoza, 2004. » Los marcos sociales de la memoria. Espatia, Anthropos, 2004. Krause, Bernie, The great animal orchestra. Finding the origins of music in the world’s wild places. Inglaterra, Profile Books, 2012. Murtay Schafer, R., The soundscape. Our sonic experience and the tuning of the world. RUA, Destiny Books, 1994. Proust, Marcel, Ex busca del tiempo perdido I. Por el camino de Swann. Espafia, RBA Libros, 2014. 166 Ricceur, Paul, La memoria, la historia, el olvido. México, FCH, 2010. Silbermann, Alphons, The sociology of music. Inglaterra Routled- ge, 1998. 167

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