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130 Juan pe Dros Arras carcelada. En cambio, los versos finales, en que intervienen la Vir- gen, San José y los angeles, dan margen para suscribir integra- ‘mente a la opinién de Moya, expuesta en el largo capitulo que de- dca al estudio de los origenes del romance, a su difusién por to- dos los pueblos de Europa, y a las variantes que se encuentran en diversos lugares de América. Dice asi: “Se piensa que el poeta que lo compuso hall6 argumento en al- Buna de las numerosas leyendas espafiolas e italianas que referian el martirio de las doncellas devotas, unas a manos de los herejes, ‘ottas como consecuencia de su castidad inflexible, tanto que nisi quiera hubiera admitida, los extremos a que Uegd Santa Maria Egipciaca. Ya Fray Peclro Rivadeneira hablaba en pleno siglo XVII de la reclusién austerisima de Santa Barbara, hecho en que inter- viene su padre, afanado en alejarla de la mirada de otros hombres.” El Ciego Del bello romance “EI ciego” se conserva también en nuestras ‘montafias una versién bastante deformada, y por consiguiente muy inferior en méito a las cuatro versiones espaiclas que trae el Pa- ‘dre Cayuela (Arturo) en su “Antologia escolar de Literatura cas- tellana”. Es un romance muy difundido en todas las regiones de Expaia y de América. La copia nuéstra diée asi: Caminando va ta Virgen —Por supuesto, sumercé; lejitos, para Belén, coja una, coja dos, ¥en la mité del camino coja tas que ha menester. bide el Nitio qué beber. —No se puede dar, mi vida, La Virgen coge una a una ‘mo se puede dar, mi bien; | hasta matar la sequia; ‘andemos unos pasitos ‘onde el ciego, que no ve. ¥ mientras tanto, pasito, el cieguito se decta: —sQuitn seré esta gran Sefiora —Ciego, déme una naranja que se encuentra en mi goardilla? que me muero de ta sé. ¥ al despedirse ta Virgen El cieguito respondié: el cieguito ya vela, Ismael Moya reproduce en su “Romancero” la siguiente linda ver- sin andaluza: FOLKLORE SANTANDEREANO 131 Huyendo del fiero Herodes — que al Nitto quiere perder, ‘hacia Egipto se encaminan — Maria, su Hijo y José. En medio de aguel camino — pidié el Nitio de beber. —No pidas agua, mi nino, — no pidas agua, mi bien, ‘que los rios corren turbios — + no se pueden beber. Andemos mds adelante — que hay un verde naranjel, ¥ 5 um ciego que lo guarda, — es un ciego que no ve. —Ciego, déme wna naranja — para callar a Manuel. —Coja usted las que quiera — que toditas son de usted. La Virgen como buena — no ha cogido mds que tres: tuna se la dio a su misio — y otra se ta dio a José, otra se quedé en la mano — para ta Virgen ofer. Saliendo por et vallado — el ciego comensé a ver. —£Ouién ha sido esta SeRora — que me ha hecho ténto bien? Seré la Virgen Maria — que al que es ciego le hacer ver. ROMANCE DE DON ALONSO Anoche a la medianoche salié un lucero a la plase, a alumbrarle a don Alonso que saliera de su casa: con un vestido de seda y abrochadores de plata, entre pluma y pluma teva el retrato de su amada, La propuesta que le hicieron jue darle de puialadas. Se volvié para su casa con la sangre aborboltada. —2Quién lo ha herido, don Alonso? dquién Le ha puesto tat celada? EI uno era Juan Deloy y el otro era Juan Detara,

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