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REFRANES stsite diclendo. que excuses, refra. snes, em un instante has eehindo aul ‘una Tetanin ello” (EL Ingenioso Hidalgo Don Qui- jote de la Mancha’ II Parte. Cap. XLII). Lo que quia contribuye mAs a dar al habla popular un sabor castizo, una gracia peculiar y hasta una fuerza y concisién que no alcanza el pulido lenguaje literario, son los refranes y dichos. 1Los eruditos y moralistas condensan en aforismos y_ proverbios las conclusiones de sus estudios; 1 filésofo reduce a. silogismos tos frutos de su sabiduria; el pueblo acuiia en refranes las leyes em- piricas de su experiencia, EI lamado “vulgo” —que no siempre es la gente vulgar sino ‘més bien la sencilla y de pocas letras— observa la vida y la con- ducta de los hombres a través de los aiios, y como “sabe mis el diablo por lo viejo que por lo diablo”, anota las coincidencias que tienen cierta correlacin nevesatia de causas y efectos, les encuen- tra semejanzas en la vida de los animales, en las propiedades de Jas plantas, en los sucesos de diatia ocurrencia en torno suyo, re- sume su proceso mental en una comparacién, la expresa en una formula breve y por lo general rimada para confiarla a la memo- ria y al oido, y surge el refrén, Y¥ os asi como el vulgo, testigo de que a menudo en este mundo los grandes bribones escapan al castigo, por su habilidad o por la de sus protectores, y los pobres diablos, inocentes 0 n6, por su cearencia de valedores, 0 por su falta de audacia y de dinero, o

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