146 Joan pe Dros Antas
todo caso, tal como lo hemos transcrito no carece de clerta elegan-
cia literaria, que no suele hallarse por aqui en composiciones se-
rmejantes, cogidas, como quien dice, ‘al pie de la mata”. Otero
D'Costa dice haberlo recogido en Tona, de labios de una anciana
del pueblo, cuando el hoy historiador era apenas un muchachito
curioso. No experimentaria el romance, mis tarde, una laudable
cotteccién al pasar por el escritorio del erudito? Para mejor seria,
'y no hariamos de ello pleito a nuestro ilustre paisano,
De todos modos, Jo mas de considerar es el hecho de que nos
thallamos en presencia dé un romance popular antiguo, santanderea-
no, compuesto seguramente cuando el recuerdo de las mathadadas
fandanzas y final aventura del valiente soléado estaba atin fresco
fen estas regiones donde tuvo su beneficio de encomendero,
‘La Revolucin Comunera, inmenso movimiento de indole social-
‘econémica, ocurrido en la Nueva Granada a fines del siglo XVIII,
y qué tuvo su principal foco y mayor actividad en las hoy tierras
Zantandereanas, fue motivada por los excesivos impuestos que ago-
biaban al pueblo, los abusos de 10s encargados de cobrarlos, y la
dificultad para obtener justicia. Esto iltimo se expresa en el ta-
mado
ROMANCE DE LOS COMUNEROS
el Alcalde Io transporta
sulcando valles ¥ cerros,
ppora que al Corregidor
Je confiese sus duelos.
EL Corregidor lo empunta
cargado de muchos pliegos,
diciendo que el Protector
5 al cielo no sé pa onde, 5 quien otiende sus rucgoss
ini hay quién lo sepa ahora ef Protector to dirige
mesmo. ql Qidor santafereio,
Eh rico le tra ol probe, Oitdor que no tiene orcjas
Gpichindio que vale menos, 9 que ccuerda sin Acuerdo.
ricos probes le tiran
@ partirlo medio a medio.
Acallen los atambores
vosotros sede atentos,
‘que éste es el romance fiet
que dicen los comuneros:
Tira la cabra pat monte
1y el monte tira pat ciclo,
Resta al indio querellante
como su mero consuelo,
ol Rey de Espana y de Indias,
jPero el Rey esté muy lejos! ...
Presto te advierte et Fiscal
que al Alcalde vaya luégo;
‘Forxtone SaNTANDEREANO 147
Por lo demis, ningiin otro acontecimiento de ta época colonial
io tema para tintos romances, pasquines, ensaladillas, epitafios y
toda clase de burlas y criticas en verso, en los cuales desahogé el
pueblo’ su rencor contra la opresion de vireyes, oidores y golilas
be toda laya; y no sélo en la Nueva Granada, sino a lo largo de
‘América, donde simultineamente se produjeron alzamientos de la
‘misma indole contra el Gobierno espafiol
Del tercer cuarto del siglo XVII, en sentir de Otero D’Costa,
data otro romance famoso, el de “El Sefior de los Milagros’. Se
fefiere en a, en forma ingenua, aunque con ciertos pujos eruditos,
{1 origen del célebre crucfijo que se venera todavia en la ciudad
de Giron, y es objeto, anualmente, de una concurrida romeria, &
fa cual acuden peregrinos de toda nuestra Repiblica, y aun de
Venezuela. Dice ast:
ROMANCE DEL SESOR DE LOS MILAGROS DE GIRON
Que sea en metro o en prose
hoy sale a lus mi ignorancia
ssiendo en un comin principio
‘en sermén corrido 0 also
poniendo por norte y gua
a la que es Madre de gracia,
que déndome ella su ayuda
diré junto con el dngel:
“Ave, Uena de gracia,
Dominus tecum, principio
de la divina embajada,
y que bendito es ef jruto
“de tw vientre, lo declara
tu prima Santa Isabel
cuando fuiste a visiterla:
Pues no sois v0s, ok Seiiora,
‘aguella de quien se canta:
‘Mater Domini nostri,
‘Mater Inmaculata?
Pues siendo vos, ok Seiiora,
nuestra macstra y luz clara,
podréis con tw patrocinio
dar a mi discurso entrada.
A quitn pediré socorro
‘para una empresa sograda,
Siendo el objeto que inspira
fl mismo Autor de la gracia.
Dénde encontraré discursos
cuando mis fueraas no
alcanzon
ni aun a iniciar ob intento;
pero ya wna lus clara
que en los celestes Balcones
se recrea y se regal,
me va descubriendo senda,
‘mas senda tan poco usada
que sélo un piloto hay
que sea capas de explicarlas
3) esto como cose propia
te conservé presersada
siendo ab initio concepta.
Supuesto que es mi intencién
cscrbir en esta plana,
tu fiel_y devoto autor
fn su ausilio a Marla Hama,