You are on page 1of 56
son, pero esta en particular lo es mis ‘Tata de un adolescent de 14 aflos que debe hacer cargo de sus hermanas menores Su histva esl trnsto dolooeo para descubrr que cuando uno quiere, puede. Me basé en mis 14 Wand V1 Na ONOL sos, cuando después de flleoer mimacte, le twve que quitar la Pata Potestad de mis hermanos menores a mi pace y me inter con ellos. No habia ota sala la tomé con mucho miedo, al borde del toot, pero o hice. Escrbr en seria es prestale verdad a relat para crear empatia y snergla para que asila obra {a reoscbo ef lector en su cabeza y con 2s sentimientos. Eta novela eats esata para los lectores que no estén acostumbrads ‘2 verse como personajes con finals fleas abiertos, como algo ‘OW BAIS OF stint a ser parte de a xiica rj, “Todos pedemos ser héroes de nuestra propia historia, amén de lo que digan ls giles, nadie nos puede prohibir ni dacimos lo Le importantes os la historia que nos contamos ‘Mario Silva Mera TONO EN LA DURA Mario Silva Mera Wes va her vas an Mari Sve Mera TONO EN LA DURA Mario Silva Mera Thu: Tofo ent dra Piers en b216 ‘Deo porada Vente stay Cmts sia ‘ve 978356920007 Depa aga A164 tad por ITACA Presentacién Esta novela es fleclbn, en un sentido esticto del término. Pero ‘Tofo existe, camina por las calles de alguna poblacién manteniendo el equilbrio, como sla veredas por donde transita fueran una cuer- da loa. Tene las mismas preguntas y ganas de encontrale un sen- tido ala vida que cualquier joven, la misma inteligencay el mismo sueto de sr feliz. Tl vr tiene més desconfanza y sin duda menos esperanza en el futuro. Por eso seafera alo tnico que lo mantiene Vivo: el caro por los suyos yuna clerta conmiseracién por el dolor ajeno, como s se viera en un espeo. La guerra que ha enfrentado desde pequetio no lo ha vencido. Ha estado a punto de endurecer su pel para dejar de seni Pero él sabe que dejar de sentir eso mismo que estar muerto.¥To8o quire seguir viva porque alguien més lo necesita con desesperaclén, y por {que ha conocido el afecto profundo que se da entre quienes tienen ‘menos. Toto es generoso en medio de una realidad violenta, cruel Para fundacién ITACA es un orgullo publica esta novela de Ma- tio Siva, gran colaborador de nuestros talleres en centros de relu- sin cerados del Servicio Nacional de Menores. Queremos acercar a Tofio alos ectores, porque el miedo a lo desconocido explica en parte la falta de urgencia de la sociedad por actuar a tiempo frente 1 este drama, La pobreza no hace “dlitntas” alas personas, pero las obliga, en acasiones a exconderse tras una méscara que Infunde terror Muchos mueren j6venes sin haber podido conocer su propio rostro,en un deliio de destruccién que nos alcanza a todos. Muchos no logran torcere fa mano al destino el temoral cambio ya falta de confanza en ellos los demas les parecen obsticulos demasiado grandes. ‘Nuestralvtacin es aconocer mésalédelosestereotipos, gracas| slo pluma experiencia de Mario. La historia de Toho ls demés perso- nas pod haber sido la de cualquiera de nosotros. Fandacén Culture para a Renserciin Social TACA Prélogo _Cémo sobrevive nuestra juventud?:Dénde estin dando sulucha las nuevas generaciones a pesar dela evidente criss de sentido quelos adultos hemosinstalado? Offateanos cas de manera instintve-en a micro en las grandes concentraciones callejeras- que se reconocen fuera de la maquinaria socal, pero lremediablemente dent, obligados a movllizarse creat- vamente con las pocasherramientas que el Estado a farilay la edu- ‘acié les han entregado,sujetos ala vorigine, amasando un porvenie InclertedueRos solo de su propia vluntad,Parecieraserque hoy en dla valor de unser humano se mid por su peso en joyasy ropa marca. El malllamado loser es quien estudia, se esfuerzay respeta asus padkes. Sin duda todos nos hemos equlvocado.Fstageneracén pedi los pos bles eferentes que debimos habe nstalado, quedandoamerced delos rostros de moda en TV, (la antsépica caja de Pandora” en las sts palabras de Ervique Linn) Sus préctcas de consumo, sus conversaciones ‘matinales, sus suefos, machas veces terminansiendo la proyeccon ‘matio de premio de consuelo) de pobresestereotipos realty; vacuos, desechables,egélatas Hoy en dia solo es noticia quien pege primero _y ms letalmente con alg dato biogrfico para le camila de os op ‘nélogos. Por su pats el Estado ha errado de manera ya cal crnica el iagnéstico sus experts tecnécratas, desde el Olimpo,luchan contra ‘delincuencia invtiendo en mis carabineros, més control, mds cérels. Solo al abismo nos conduce este camino, mientras un aldabén gigan- te suena hace décadas sordamente en el vaco, sostenido brlosamente or una tradicién narativa que se sumerge en fos ttimas creulos del miseria y que todavia nadie ha escuchado correctamente,represerta- ‘da por Manuel Rojas, Nicomedes Guzmén, Armando Méndez Crrasco, ‘Aledo Gémez More Luis Corneo, Luis Rivano, por solo nombraralgu- nos. Literatura vivencaly cotidiana,registros agontzantes de hombres, 1y mujeres cuya Unica esperanza es la supervivencia, obras que superan ‘cualquier estudlsocolégico y que engrosa ahora Toto en a dura an ‘actual que se toma esalofiant, ya que la dur, a posta, esque el Tono ‘std ahi porque abi nacié, porque esa es su gente, su clase, porque sus hermanas lo necesita y la necesidad no solo tiene cara deheree, sino {de violenca, de money, de cana ygolpza poli. sts en el epicentio {como todos los personajes de esta narratva) dels principales tensio- nes del sistema poltico-econémico y es al mismo tiempo denuncia y lagnéstica del rotunde fracaso gubernamental. Es esta una prosa dal, que no raquere de los barracos proced ments atiborados de monélogosinteriresy extensos pases donde {luso de a cotiente dela conciencla parece ms un tratado de scoio~ ‘En Too en la dura la técnica dela novela contempordnea y el gulén ‘inematagrfico crean una sintess ue merece ser estudiada, ‘of luchs porno perder su dma cuota de humanidad pero el me- lo es demasiado fuerte la poblacién es un ghetto, un pas tan auténomo ‘que quien destaca por st nabeza es un enemigo que amenaza can deses- ‘ablzarlsstema, cya nel unciona con factores claves: seria gno- ranciaeinconsecuencainsttuconal, puesto que quienes enabolan desde lcento el curso dela justia socal entegan las bases de suimpostll- ded. Estabreve novela debleraserircomoun "vatado sobre labandono, ‘0al menos como prueba de qua teraturano es mera dscripciéne imi- tacién de a realidad sino invetiva cra julio sobrelastensiones dscur vas entre el sujto ye poder dea imposicén burerétia, que lo limita a rmantenerse de hinoosen contra de us deseos ya que su esenca siempre ‘se lalibetad, jams extrpada por stem alguno, Bajo la méscara dela personalidad ls jvenesgitan aux. Conocedores dela versién més os ‘ura del progreso, rechazan las pocas sees de empatiaycomprension ‘que a veces logran capt, endurecdos necesarlamenteporla experienc, primey gran forma deaprenlzae Sinembargo,pesea todaslasformasde pesimismo atela realidad que hemos constudo, Toho en la dura muestra Tamejor cara dea esilenia de aquellos vieos valores que peseatodoslos. pronésticoseistrén siempre enelcrazén humane, Esteban Hasbin ‘Mogiteren Literatura Latinoameriana y Ciena Universidad de Saniogo Con tado mi amor a mis hijo Vicente y Cri Para Angélica Beatriz Vargas Hemdndez, por ayudarme a encontrar el viento necesario para legra puerto. Amihermana Graciela. Ya Martina Florencia Gonzales, por hacerme sentir su Teta Mari, Elletroro de la posta parpadeaba. Las puertas se abrieron con violencia, entré una camila cargando un lesionado. Una de, las ruedas rengueaba y chirriaba como rata vieja herida en una pata, La empujaban dos paramédicos seguidos por un carabi- ‘nero que miraba con ojos cilatados al herido, Detrés del policia venia Tofo, 14 afes, rostro y manos manchados con sangre. En la puerta de emergencies esperaba una médico mula, alta, ro- busta pero de formas bien marcadas y pelo ensortijado. —Por favor, llame a mi hermano, es carabinero —suplicé cl herido mientras sostenia su abdomen sangrante. Ladoctora dio érdenes con acento caribefio, se incliné so- bre el herido, lo examiné répidament, la camilla desaparecié ten el pasillo del quiréfano, ella la siguié con pasos largos, se- uros, moviendo su voluminoso trasero de izquierda a derecha, dejando el recinto pasado a perfume caro. —jQuédese alll, ya le tomo su declaraci6n —le ordené el carabinero, y Tofo obedecé sin saber qué hacer, mirando el piso, mordiéndose el labio inferior y metiendo las manos en los bolsi- los. Hacia fri. Mié hacia el techo y lo vio bajar para aplastaro. Se senté al costado del pequefo escritorio que flanqueaba la puerta de entrada entre los barios y las consultas. Miré el lugar, fen a puerta de salida el carabinero hablaba por radio, leyendo su libreta de apuntes. Tofio caminé sigilosamente con la es- palda pegada al muro y escuché: —Si, mi sargento, herido a bala en el asalto. No, disculpe, no sabia que... jA su orden! Si, su estado es grave, traido por un vecino, cambio. Esté siendo intervenido —por el parlante del ‘aparato salié la respuesta: “Recibido", Su pierna derecha comenz6 @ tirtar; traté de detenerla colocando las manos sobre la rodilla. Comenz6 el interrogato- fio, Respondié casi todo sin equivocarse y el policia lo volvié a dejar solo para salir a contestar una llamada de celular, donde le informaban sobre un atropello can resultado de muerte en Santa Rosa. Apoyé la espalda on la pared y se incliné para ob- servar con més atencién: antesala repleta de gente de distintas ledades, unos de pie, acompafiantes con caras de preocupacion yy angustia; los otros, acurrucados sobre asientos plésticos color naranja, en actitud doliente y de andar sin billetzs, obligados @ ‘mendigar la atencién médica. El piso era de baldoses blances deslucidas, las paredes gris perla mostraban numerosas man- has de escritos hechos con lépices de tinta permanente, borra- dos a medias, y estaban bordeadas a unos cincuenta centime- tros del suelo por una franja de melamina color rojo mate. Vio de reojo cuando entré otra camilla que cargaba un herido con la cabeza abierta, los ojos en blanco, boca desencajads, ropas desordenadas, descalzo. Un paramédico dijo en vaz alta: —El sujeto venta volado. Se cruzé corriendo, levanté las ‘manos yl atropellaron. Yo lo vi, venta frente al chofer, era un hom- bre joven. Todos los passjeros dicen lo mismo... a un valadit, La doctora caribefa dictaminé que estaba muerto y lo medio taparon con una frazada. Lo metieron al otro pasllo, donde solo estaba permitido el paso al personal de la posta Alguien grité en urgencias y el carabinero fue a ver lo sucedido, Toho se acercé a la puerta, se preocupé de que nadie lo viera y llegé junto ala camilla. Su corazén comenz6 a lair a mil. Miré las zapatilas que estaban a sus costados y las reconocié por- que é' se las habia vendido, también reconocié el pantalén y la chaqueta, Si, el loco definitvamente estaba empastado. Era ol Petaca. Y podiria haber sido él. En su mente Tofio escuché como eco metilico la res- puesta que le dio su padrastro a los 11 afios. “YY qué hago si taigo preso?”, le habia preguntado. Ese dia el Lucho andaba completamente distorsionado por la pasta, con la angustia co- miéndole el cuerpo, hediondo a pléstico quemado, con su pinta de exoficinista, sucio como guaipe de mecénico con trabajo. Llagaron frente a un pequefa almacén, antes de entrar, le ro- plicé: “ePor qué preguntai es02, gno me crei lo que te voy 2 en sefiar? {No pasa, loco! (Mientras seai menor de edad, teni que pura moriren la rueda y vai a pasar corbatal Teni que cachar que hasta los 14 no te pueden agarrar por falta de discerni- rmiento, no te pueden maquiniar. /Avispate, logo! El choro cruje pero no grita, teni que ser campana de goma, hacerte el hue~ vvén, punto, esté diciendo" TTofio estaba vestido de colegial, caminaban por una po- blacién vecina. AY a dénde vamos ahora? —pregunts, Aqui mismo —le contesté el Lucho, mientras le apun- taba la entrada del pequefio boliche con el letrero Abarrotes El Safari. —Mira, yo te voy a ensefiar cémo se hace —siguié di ciendo, mientras el temblor de su voz se hacia més notorio—. ‘Tenemos que salvarnos. iT, piola y cacha cémo la hago! Tent que ser entero de escurrio pa hacerla, TTofio bajé la vista al suelo para que Lucho no se diera cuenta de que se habia puesto colorado. No le crela, no le po- dia creer porque lo encontraba pura boca. “Este loco es entero de cartéin, hechizo al peo. Pero es lo que hay”, pensé, Antes de entrar a robar, la cara del Lucho se puso blanca ‘como culo de monja alemana. En el interior comenzé a sacar mer- caderia de los estantes, las metié debajo de la casaca. Cuando cela estar iso, le hizo una sefa para que se acercara. Toft dio el primer paso, sintié un escalofio recorriéndole el cuerpo, aprets los gliteos y sus tripas sonaron vacias. Miré on todas direcciones yy antes de dar el segundo paso, vio @ un hombre joven salir por la puerta lateral del negocio con un ‘tonto de goma’ entre sus ma- ‘0s. Enté al local, cer la reja de entrads, Tofo dio un brinco para alejarse casi coriendo, Se detuvo en una esquina, aun par de ca- lles para esperaro, comiéndose las ufas, sudando. Cuando por fin lleg6, ol Lucho estaba mas molide que perro atropellado. —iChuchal, zquién iba pensar que esa huevé pichiruche iba a tener cémare? —dijo, mientras se limpiaba con papel higiénico la copiosa sangre que le salia del corte en la mollera, En la plea le pick agua encargado dels janes y se ln he Cami un pay de ls on leno. Tea vo Como se sobeba ies antebrazos, desputs pap sus ones; oo Glerecho comenzaba a inamarse rapidement ; —Casi me piteo al sapo culo, sino me pilla ala mala, se la doy en el suelo. ;Nunca te conté que soy cinturén pirpura en ka- rate, estilo Kempo? —se limpié las narces tapando un oficio y por

You might also like