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reer gue un cl en un infierma cae rma dun desea ‘ure amor: qui apa sabe dla ba vida ye Ami hermana Carmen, que nun crey@ en mis fantasmas, pero sien mis suens. Ami hijo Oscar, de quien es facil sentirseorgullosa UNO Los fantasmas no existen, 20 La experiencia nos confirma Ia evidencia de su natur leza ficticia: nadie ha podicdo comprobar de forma convin= cemte su pertenencia al plano de lo rel Sin embargo, hoy apelo ala complicidad de quien lea cstas paginas: no podris entender la historia que sigue si, al menos, no crees minimamente en st existencia. Sino es asi, resulta inutil que contindes leyendo, Yo misma, si hubiese encontrado esta advertencia al ccomienzo de un libro unos meses atris, lo habria cerrado ‘en la primera pagina y lo habria devuelto a la biblioteca, O se lo habria regalado a mi prima Marina, tan aficionads a las novelas de jovenes magos y de adolescentes vampiros, ccuyas peripecias me han resultado siempre tan absurdas ‘como prescindibles Pero madd es igual que hace unos meses, ni yo misma, lo soy ni el mundo que me rodea, Ahora s¢ que no es mis {que un decorado fieticio, bajo el cual palpita lo que no se dleja ver: algo que se presiente y, a veces, se nos presenta ‘como si los espejismos hubiesen saltado al otro lado de sus reflejos, ‘Ast irrumpis en mi presente el espectro de un habi- tante del pasado, arrastrando hacia mf y en tropel a un sjencito de sombras que se convirtieron en mis peores pe- sails Los recuerdos se me agolpan hoy sin orden ni concier- ss tas que fai tomando desde que comprendlt que aula experienela demoledora podlia acabar difuminan- lose en el olvide tienen un preludio que atin me cuesta ondenar. Qué ocurtio antes y qué despues, ya casi no im- porta, Lo cieno ¢ importante fue que sucedi6, mas 0 me- ros, como fo cuenta, Por mucho que se quieraes imposible ‘reprodueir fidedignamente los hechos pasados, siempre wiadiremos algin detalle que no estaba u omitiremos una frase que para siempre quedara ocultaen el tiempo. Solo la realidad es la verdad absoluta; lo demss, lo narrado, no deja de ser Riccion Mis recuerdos borrosos se desdibujan pero no dejo de relacionar el pistoletazo de partca de mi desazon con la rnoche en que mi hermana Carmen gimoteaba en su habi- tacion a las tantas porque no se sabia la leecion de Litera- tra, Podria asegurar que la escena ocurtio la noche antes dle escuchar por primera vez aquella vor: «Ayiidame a covdlaes, La primera piedra de la enorme torre que se fue ‘construyendo en mi vida la puso mi hermana una noche de Mi padre se agereo ala cocina. ese dia mie tocaba a mi los plats dle la cena, y Us tt toro Mis condescen= siente =u herman esta Horando, dice que no se sabe no se {ue eccton. Al leg a su altura, grité: Lo hare, pondré carteles por todas partes en el instl- tuto y se lo diréa mis amigos. Lo prometo Nome cetuve a comprobar el efecto de mis palabras. Segui acelerando y legue a casa sin respiracion ‘imo done después de semen? Los desconociosse meson con ls ember sears pes azar ms persamienos yx ocars Tales de ie da dia, un nuevo expecto malo aparceiadopcae a amare aida me pseu zveadas partner Ro ‘me dormis, La noche se me hizo tan etema como la maldi- ign de Lope a mi amigo. Espantaba pensar en una noche tras otra de pesadills en velay eso era, tambien, lo que le csperaba al tuerto si yo me rendia Lina, la Loca, anal sus gritos desgarrados a mi desve~ lo, Ella st que desearia olvidar las experiencia nefasias de su vida, pero yo no querta perder el recuerdo de lo sucedi- do, por muy espantoso que resultara, El habia dicho que lo ‘olvidar todo, pero lo que esté escrito es como si hubiera jo siempre. se lrre ie cama ycomlos lied mals como mitisica de fondo, comenct a escribir esta historia, antes de que fuese demasiado tarde, antes de que se me borrase su imagen y la peculiar sensacion que provocaba en mi piel el contacto con sa fria Sombra. Antes de que el olvido arrancase al espectto tuerto de mi memoria ‘Con la primeras luce del alba escuch a mi padre tras- tear en la corina y sali del dormitorio para desayunar con €L Necesitaba preguntaele algunas cuestiones y l era el ‘mico que sabia las respuestas. —Hoy también has dormido mal —afirmé, no necesi- taba preguntérmelo —Tan mal como t —apostille—. Sin embargo, esas dos... elie refiriéndome a Carmen y ala abuela—. Segu- ro que hoy sibado les dan las once y siguen en la cama, iQue afortumadas, verdad! —dljo con envidia. —Descie luego, los que no dormimos bien apreciamos Jo importante que es hacerlo de un tirén, —W ati qué te preocupa? —pregunts, Los insomnes sabemes de sobra que las noches en vela son propicias a los pensamientos oscuros y alas inguietudes. Los fantasmas —contesté sin pensar a Mi padre me miré incrédulo: Eli tenes diecistisatos, ya va stendo hora de que ssuperes esos miedos. Bueno —intenté rectficar—, no es exactamente eso, Esta noche me haa dado por pensar en la cantidad de fan~ tasmas que debe de haber en el barrio, Desde el siglo xVt hhabr muerto mucha gente aqui Se acomodé en la sillay su expresion cambié, se notaba que el asunio le interesaba realmente y que estaba dispues- ‘oa hablar largo y tendido, Habia dado en el clavo, mama tena razon, Nite lo imaginas. En esta calle habia muchas taber- nas, la gente que venia ala capital a vender sus productos del campo pasaba por aqui. Habia continios robos y asesi- natos. Por eso cerraron la puerta por la que se entraba a la ciudad iQue puerta? —Que puerta va‘ ser. La Puerta Cerzada, por eso se ama ast la plaza —Fijate, toda mi vida pasando por ela y no tenia ni idea del origen del nombre. E50 les pasa a muchos madsilenios —dijo con tono despectivo—. Luego van por aht visitando musees por el mundo y ne han visto El Prado. —Pero a tino. Tu si que eres un madrileno de pura cepa —Y luego estan los ajustictados en la plaza dela Ceba- da, ali se instalaba el patibulo con el garrote vil —prosi- guio—. ¥en la Plaza Mayor ambien hubo ajusticiamientos durante siglos ue horror! —exclamé. tba a ser peor de lo que imagine, 122 Tambien durante la Guerra de la Independencia luo lo suyo, Cerea de la Puerta de Toledo hubo un teri- ‘ie enfrentamiento conta los franceses que acabs con m- hos madriletios muertos. ¥en la Guerra Civil nite cuen- to. AL principio de la calle bombardeaban casi todos los “vas me loa contado tu abuela. —jpios mio! Estaba a punto de decinle que se callase, y €1 0 note —eNo te estaré asustando? iQue va! —dlisimulé—. Fs que es tremendo. Si prefiees, dejo de conta No, por favor. —Necestaha mis informacion—. ¢S4- hes sen las escaleras de la Colegiata mataron a alguien? Vaya! —exclame satisfecho—. «Como lo sabes? —He oido algo en el ins ‘No podia contare la verdad, evidentemente. “Me extra, los chicos de ahora no tienen nt idea le estas historias y os profes me temo que tampoco No —reetfiqué para resultar mes creible— Fe ula que se lo expleaba alos turisas, pero no me enter Iie Wes lo que te digo, si hasta los extranjevos se sb imejor nuestra historia. Alli mataron al obispo Marine: aquierdo, en el siglo xx ‘Lo mité con los ojos muy abieris. Ast que ent sme astis6 la tarde anterior: a siguiente alma en pet «ue requeria mis servicios Quien lo mato y por qué? —pregunté como co mt inuerropatorio. Hija «tanto no lego. Pero fue un asunto « rmacha conmocion en su época, creo que hasta Ci cribis sobre ello, Gallo... —susurré para sf—. Nil ‘ma parte de los madrilenos habré leido a Gallos. La voz de Carmen nos sobresalt6: De que hablais? Aparecié con aspecto de'sonambula en la cocina a una hor inapropiac pra la Bella Darlene —éPero que haces despierta tan temprano? ~pre ‘mi padre, extranado—. Es sibado, = —He quedado con Lidia para visitar juntas la casa de Lope de Vega y tengo que lavarme el pelo antes, Ademas, olvide quitar el despertador anoche y acaba de sonar. {eA a casa de Lope? s que tenes febre? —e busls ap: Mien aie Carmen sealandome—, Que me trae loca con un trabajo que tengo que hacer pata el es 180 a para el profe de iQue te habras inventado! —rio mi padre. pote lo imagines, papa —dijo Carmen. Cuando acabemos te lo contaré, seguro que te gusta la historia, —Estoy segurisima —corrobort. bs DIECISEIS | espués de la eveladora conversacion con mi padre no me vwrevi arsalir de casa en todo el fin de semana, ante la ‘estranieza general de mi familia, Pretexté malestar y dedique lus horas muertas a leer y eseribiz. Necesitaba informacion wobre el obispo Martinez Izquierdo y sobre Lope de Vox \snos cuantos libros e Internet me la darian. Tambien debut ‘primis tunos carteles, El lunes decidiria si hacia uso ee ‘odo ello para ayudar a los espectros o si, definitivamente, ‘cambiaba de lugar elibro de Lope y daba por fnalizada la pesadilla. Ysobre todo, tenta que escribir con detalles todos, los episodios espeluznantes vividos los ultimos dias, antes de que se los levase el viento del olvido, Demtasiado fuerte para dejarlo al capricho de la volitil memoria Ricardo me llam6 esa misma maftana, interrumpiendo mi concentrado ajetreo; hasta me habia olvidado de él 2s. Por qué no vienes esta tarde? —Mas que preguntér- elo melo pidio—. Yo no pienso salir de casa por st me ‘uelvo encontrar con el tipo ese, vers se cansa y me deja en pu Nuestros motivos eran parecidos, ambos nos excondia- mos al calor del hogar huyendo de nuestros perseguidores, Prisioneros de nuestros miedos. song omome me encerro my ble, eh pr lo msstn, —Sabes que con tu patie en casa prefiero no acerca me. Bueno, si te encuentras mejor, paste un rato. Mi rat dre nos hara tuna buena merienda, Vale, yate iré comando. Fn cuanto colgué volvt a olvidarme de Ricardo y de las meriendas de su made, hasta ese diam plan favorito para ‘una tarde de sad, Primero me dediqué a buscar datos sobre el obispo, el nombre de su asesino y las posbles causas de su muerte Imemet me fue dando las respuesta Narciso Martinez Izquierdo fue el primer obispo de la sdocesis de Madrid-Alcala.Firme y austero, comenz6 a tomar medidas para poner orden en las relajadas costumbres del lero local, con lo que se gan numerosos enemigos. Peo tuvo poco tiempo para crear las insituciones propias de wna did- cesis. El 18 de abril de 1886, Domingo de Ramos, por la ‘matana, cuando subta por las escalinatas dela Colegiata de San Isidro para celebrar 1a misa, don Narciso cata abatido por los dsparos de pistola del sacerdote perturbado Cayetano Gate, ua das evciase du pltica de reformas de 16 ‘Se me pusieron los pelos de punta: tiroteado en las rmismas escaleras donde se me habia aparecido. Ya cono- cia el nombre del asesino, Cayetano Galeote, pero los ‘motivas del erimen no aparectan muy claros en est pa- gina. Tampoco en otras que también hablaban del su- ‘Debia halla algin dato que borrase el desconcierto de los ojos del espectro. Me inquietaba que el misterio pudie~ se continuar después de mas de ciento veinte anos, Segut abriendo paginas y leyendo teorias sobre el crimen. Por fin, cencontré una explicacién coherente: Una de las primeras disposiciones de Martinez Izquierdo ‘fue la asignaciOn de los sacerdotes al servicio de una iglesia ‘determinada. Con ello cortaba el abuso de algunos curas nada escrupulosos que acudian a a iglesia dande se diera mayor es- tipendio y se peribieran mas altos ingress, estando el servicio de otras igfsias abandonado por su pobreza. Cayetano Galeat, sin medio fijo de subsistencia, fue co- rriendo diferentes iglesias —San Ginés, San Marcos, las Co rmendadoras, la capila de los irlandeses— con su correspon- dient estipendio. Por fin, consi decir regularmente la misa de once en el Cristo de la Salud, cuyos emolumentos cubrian suficientemente sus necesidades. Pero aquello no duré mucho, pes el Rector, cerciorado de su mala conductay de los esc ddalos que daba, entpezé por Hamarle [a atencion acerca de todo ello y, como no le hizo caso y se afivm en su terquedad, ‘acabo por despedirle. El obispo Martinez Izquierdo confirma la decision. Tan justficada medida lev a Galeote ata ped ci final. Después de haber protestado sin éxito en cartas al Rector y ‘los Hermanes del Cristo de la Salud, se volvo hacia el prela- a7 do, Este, en son de paz, le buscd otra colocacion, pero Galewte no aceptd ninguna de las que le ofecieron. Sin tener en cuenta | buena voluntad de Martinez Lzquierdo, se agrio poco a poco ldesdichado Galeote yastemprendio el amargo camino que lo conduyj al crimen. Esperaba que aquella explicacion fuese suficiente. Si era ast, el lunes podria contarselo al obispo, concederle al fin la tanquilidad y librarme de su sombra. Solo de esa mane. ‘seria posible pasar por delante de la Colegiata sin que se ‘me helara la sangre y se me alteraran el pulso y la respira- ‘ion. Un fantasma menos en el bartio. Después tocaba ocuparse de la mujer atropellada, Se Ime ocurrio imprimir carteles con advertentias: los pegaria por las paredes, cerca del paso de cebra, y en los tablones de anuncios de todas las clases del instituto, En total, debi de hacer tnos treinta. Confiaba en que bastase con eso, Me aislé de tal manera del mundo ese fin de semana ‘que yo misma parecta una aparicion cuando abandonaba ‘momentaneamente mi cuarto para comer 0 cenat, Carmen ‘e ocupo de la vida cotidiana durante mi aislamiento, ~;Pues'st que tienes que estar mal —me dijo durante la ceria—. No has salido ni para vera Ricardo, porque lo de salir para poner la mesa ya sé que no es lo tuyo. Hasta mi madre me llamo preocupada, seguro que fae ‘mi hermana la que le cont6 mi extraflo comportamiento, Cuando le dije que no me dolia nada, supuso que era mal de amores: —éEs que te as peleado con Ricardo? —Su vor sonaba intranquila —No, mama. Es que tengo mucho que estudiar, varios trabajos que hacer y me ha pillado cansada, Si quieres que 28 {nos una tarde entre semana y compruebas que estoy Te tomo la palabra —aifjo mis contenta—, pero ya -ibes que nada de vernos en el barrio, lla no queria pisar la calle Toledo ni en suetios, no ‘spechaba que uhimamente yo también habria preferi- slo no tener que hacerlo. Serta un alivio para m{ huir de sll aunque fuesen un par de horas. El Paseo de Rosales, 4yWe tanto le gustaba a mi madre, me parecta ahora un lugar idflico. {Esconderfa tambien sus propias almas en pena? —Descuida, nos veremos en cualquier otro sitio, «En ét que no haya fantasmas», me fats afiadit. Por altimo, me restaba ponerme a leer biogralias dle ‘ope, empaparme bien de su vida y milagros para poxler Nablar al oido de mi amigo. ¢Cémo serta realinente Lope «le \ega? El podria contarmelo y yo adquiriia ast una infor ion prfvilegiada. ¢Quién, en el siglo xx1, ha podido sehr la personalidad del dramatuzgo por boca de un contem yo vaneo suyo, de alguien con quien convivid? Solo a mi iv setfa concedido tal privilegio Casi olvide que lo que debia buscar era el nombre dle « amada y el suyo propio para librarle de la maldicion y devolverio al mundo al que en realidad pertenecia, ue Ue ningun modo era el mio. Mas que olvidarlo, no lo ‘queria recordar, No era dificil reconacetlo, enseguida fui consciente de que habia un nombre femenino con dema- siaels posibilidades de ser el de ella. Hasta mi het mana se habia dado cuenta en su primera visita a la casa museo de Lope. La noche del domingo se empend en demostrir- melo: a9 —Me lo pase bien ayer con Lidia en la casa de Lope ae conte sentada en mi cama, no me habia dignado a scereatme por su cua, —Me alegro. —¥o tenia pocas ganas de hablar —Ya sé que has montado todo esto para que vaya y haga mi descubrimiento. Creo que esta bastante claro quien es la novia de ese famtasma, La guia nos ha contado que ‘en esa casa vivieron otras dos mujeres aparte de Marta de Nevares as hijas de Lope de Vega. Una de ellas se metio a ‘monja, ast que solo nos quedi la otra, la hija que tuvo con Maria. «Quieres que te diga ya su nombre? —iNo hace falta! La cont con brusquedad, no desea- ba escucharlo—. Ya lo sé, lo sé desde el primer dia, pero queria que t me dieses el norabre —ment. —¥ ahora querris que encuentze yo también el de él Eso serd ms dificil. ,Por qué no me das una pista? Carmen crela que, en ese juego inventado, era yo ‘quien iba creando nombres y poniendo seftielos para ac- tivar su imaginacion y su interés. No se me ocurria que respondere —No viene en internet —aseguré con conocimiento de causa—, Tendris que buscar en libros, pero no en biografias de Lope, Tienen que ser libros sobre el si- glo xv. Deduje la informacion sobre la marcha, solo le die evi- dencias, pero ella lo tom6 por indicios clave para halla lo ue buscaba WY donde encuentro esos libros? ¢Estin en la biblio- teca del insti? No, alt no, Por hoy ya esta bien de pitas. —No sa- bia por donde salir—. Ya te daré algunas ms, 10 sigue in- dagando, 130 Ella se fue tan contenta y yo me quedé rumiando mi reaccién. Era evidente que después de visitar la casa, de leer las biografias y de confirmar que no se trataba de Mar- ta de Nevares, las opciones estaban clams, demasiado claras ‘como para no querer reconocerlo. No cabia duda de cual era el nombre que mi amigo ansiaba recordar, lo que no sabia era si yo estaba dispuesta a decitseo, mn DIECISIETE Tunes comenzé con la habitual carrera matutina de la nano de Ricardo, Se repitieron los nefastos encuentro com. vwaestos perseguidores: el maton seguia en la puerta como + no la hubiese abandonado desde el viernes y la atrope- \Inda me volvio « mirar pidiendo clemencia, pero yo no vemblé porque ya sabla como librarme de ella Le pedi a Ricardo que me buscase en el patio 2 la hora lel recteo, Necesitaba su compafia para acometer lt er- presa de librarme de los fantasmas, sola me seguta dando tnieco. El acepto encantado después de um fin de semana wtero sin vernos. Lo que no le hizo tanta gracta cuando llog6 el momento fue mi propuesta de salir a a calle — {Fas loca? Ese to puede seguir ahi y no tengo ganas tle que me vea —Por favor —le rogué—., necesito tu ayuda, No creo ‘que entiendas To que voy a hacer pevo confia en mi, 3 Lo agar fueremente de la mano y tint de en diree- . Entonces lanz6 sobre mis. eterna, la que me tiene atrapado desde hace sighs, st sido en el amor y el olvido:«Vagaris por el tempo sin estar el todo muerto, sin recordar tu nombee ni el de lt mujer «que amas; condenaio a una eternidad sin sosiego hasta que alguien se apiade de ty te ayude a recuperar la memoria» sas fueron sus palabras, ls tnicas que siempre me ha sido permitide evocar, cual letania infinit, Condenado a una eternidad sin sosiego que ya duraba casi cuatrocientos anos. ¥ yo estaba destinada a ser quien se apiadase de ly le ayudase a descansar en paz por fn y 179 Para slempre. No podlia eludir mi responsabilidad, por més que ello supusiera perderio incluso en el recuerdo, Cuando todo acabara, su imagen se borrariadefinitivamente de mi ‘memoria Solo me quedaba escribir para que, al menos, puadiese reconocerlo como un personaje, como tina fceton Iieraria ‘Aim debia contarme el final, No habia sido necesario Pero él necesitaba desahogarse, sacar los malos recuerdos bra conjurar su propio miedo, para compartros conmigo Y astdescargr el peso de la amargura —En ese instante una potente vor se ale tas eit «Desvergonzado villano!». Fra Montalban, que me obser. ‘aba furlbundo,dispuesto a tomar venganza en pombe de st admirado Lope. Me arrastr fuera del aposento, me tz én wolandasy gto: {Como asta venirte aureves, sin temer tu dato, insolente? [Lamentaris tu osadite. Me eulpe de la enfermedad de Lope y tambien me maldijo: «Quien ‘ees que eres, sco astardo? Nadie te recordar, En cam bio, nosotros seremes inmortals, nuestra fama hard que Pervivamos en el iempos. Luego, manifest su odio moval empujindome hacia las escaleras lf me propind un tert= ble puntetazo en el ojo, se me fueron los pies y ca wodande hasta abajo golpeindome en la cabeza, Luego me expulsd a la calle a patadas. Un dolor infame me hizo perder la concienci, El mojicdn de Monclban me Tevaria ala mer, te sin emedtio. Quede postrao en medio de la eae sin que ningan cristiano se apiadase de mi iQue bruto! Si hace eso ahora lo meten en la cacel Aum chico indefenso, —Cuando desperté del desnayo, mi padecimiento era Ansuiribe y sangraba en abundancia. Raggué un jiron de mt camnisa y tapé con ella herida por la que se me escapaba la 180 vu Tablindoe y ones con depos oe samara Teo maar nite A In eg la muerte. Crt que viva un eto para Slingo de west dy omg ey 70 oem ungen door, Trl en ecoocer ea Madison de Lope se esas eumplndo punts por uno, eit eo mesa eo 9 mi nombre, so armen ore amor que prefab una maer coo rod ede cn 181 \VEINTITRES Busca mi nombre y arncame aquesta maldicién. 1a guplica se instalé en mi pensamiento para no dejar ime vivir en paz. Me escocia como la picadura de una avis- pp. Solo exstia una sida, un desenlace posible, por mu- cho que me doliera, y jamas lo encontrara si permancet sentada all, escuchandole, o me tefugiaba, acobardada,cn- tue las sibanas de mi cama ‘a oseuridad nocturna de mi cuarto, tantas veces temi- da, se convito entonces en un abrigo seguro. En medio de tanta desolacién, solo Carmen compartia la cabatta de Ro- binson conmigo y se acercaba a conjurar mis miedos pre- sentindome la cara dela realidad que me estaba perdiendo. El mundo del que me hablaba me parecta tan lejano como si se hallase en otra galaxia, a afos luz de distancia de mi hhabitacion, 13 —iLo he encontrado! —exclam euforica mi hermana entrando como un torbellino—. Sin la uhima pista que me dlistejamas lo habriaconseguido, pero sabia que aht estaba laclave Puse cara de no entender nada, pero contin hablando, Un ryo de esperansa entré con ella para encender una hse, micuamo oscuro. El momento migico se me presenta shor envuelto en un hale de misterio, como tel tiempo se buble, $e deteido durante los minutos que duro la revelacion —Fui ala lbreria esa que dijstis papa y ta, en la calle Mayor: Est muy bien, son todo libros sobre Madrid. En

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