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site LA LENGUA DE LOS ROMANOS Los primeros documentos que nos dejan ver palabras escritas en espa- fiol, y que constitayen asi el acta de nacimiento de nuestra lengua, datan de hace “1,001” afios. Los documentos mismos estan escritos en latin. Las palabras espafiolas son “glosas” marginales que explican o traducen tal © cual palabra dificil. Poniendo en orden alfabético las voces glosadas, puede armarse un diccionario modesto y burdo, sf, pero no esenc almente distinto de los empleados hoy por los hispanohablantes que estudian lati Ja palabra gloseda pertenece a una lengua muerta; la glosa, @ una lengua viva, el espafiol. Estas “glosas” se verén a su debido tiempo (pigs. 103- 109). Lo que ahora debe ocuparnos es la parte Jatina de los documentos, Ja parte més importante, Ia mas visible. Uno de esos documentos es cierto sermén de San Agustin, escritor que tuvo una influencia enorme en Ie cultura medieval. El latin de San Agus- tin ¢8 sustancialmente el mismo de Cicerén (y por “Cicerén” aay que entender el dechado © paradigma del “buen latin”). A primera vista, podria concluirse que en el lapso de casi cinco siglos que media entre Cicerén y San Agustin no hubo cambios notables en Ia lengua. Pero esto no puede ser. Ninguna lengua hz durado tanto tiempo sin cambios. Lo que pasa es que el latin agustiniano es una Iengua escrita. La lengua hablada por el propio santo a la hora de decir sus sermones, y no diga- mos la de Tos oyentes, no era ya el latin de tiempos de Cicerdn, En esos afios 354-430 en que vivid el santo, el “buen latin” se habia refugiado cen Ja escritura, Ahora bien, asi como el latin ciceroniano fue el modelo de la lengua en que escribié San Agustin, asf el latin agustiniano fue uno de los modelos de la lengua que siguié eseribiéndose durante siglos en toda Ja Europa de cultura romanica, desde Portugal hasta Alemania, desde Inlanda hasta Austria, Hasta el siglo x, y aun después, préictica- mente todo cuanto se escribfa en la Europa occidental estaba en latin. Y¥ lo curioso es esto: en el siglo x hacia ya mucho que el latin de Cicerén y el de San Agustin y el de sus innumerables continuadores era una len gua muerta. Ya en ningin Iugar se hablaba ese latin. Las “gloses” espa- folas que alguien puso hace 1,001 afios en el sermén de San Agustin con so LA LENGUA DE LOS ROMANOS: a 1 testimonio del paso de una lengua a otra. Son el reconocimiento de una lengua “vulgar”, desnuda de tradicién eserita, sin nada del prestigio del latin, pero con la ventaja suprema de ser la lengua hablada, la lengua viva de un grupo humano. Los diez siglos que preceden a la época en que se escribieron las “glo- sas” son los que verdaderamente cuentan para Ia historia del nacimiento del espafiol. Son siglos de actividad, de efervescencia, en que ocurrieron sucesos tan’trascendentales como la invasién de los godos y la de los arabes. Son los siglos de gestacién de nuestra lengua, los siglos que la hicieron. En la segunda mitad del siglo x el espafiol estaba ya de este lado: muchisimo més cerca del hoy, 1,001 afios mas tarde, que del ayer ciceconiano, 1,001 afios atrés. Diex siglos antes de que se escribieran las “glosas”, 0 sea unos pocos decenios antes del comienzo de la era cristiana, casi toda la peninsula ibérica estaba en poder de los romanos. No habfan muerto todas las len- guas precromanas, pero el dominio del latin estaba ya bien afirmado. Hacia unos doscientos afios que los Escipiones habian desembarcado en Emporion (Ampurias) para expulsar a los cartagineses. Esta expulsién, consumada el afio 206 a.C. con la toma de Gaddir (Gades, Cadiz), costé menos tiempo y menos sangre que el sometimiento de ciertos pueblos de tierra adentro. La memoria de Viriato, caudillo de la resistencia Jusitana, asesinado a traiciGn el afio 139, ha sido muy ensalzada por los portugue- ses, tal como los espafioles (Cervantes entre ellos) han glorificado a la celtibériea Numancia, que el afio 133 prefirid el suicidio colectivo antes que aceptar el yugo de Roma, En cambio, la ocupacién de la mayor par- te de la Bética (Ia actual Andalucia) y del litoral mediterréneo habia sido rapida e incruenta, La conquista de Hispania mareé el comienzo de la expansién del pode- rio romano fuera del territorio de la peninsula itélica. En el afio en que desembarcaron en Ampurias (218 a.C.), los romanos todavia lidiaban con varios pueblos del norte de Italia, En los tres siglos subsiguientes no s6lo sometieron a esos pueblos, sino que, continuando su expans dominaron en épocas stcesivas toda la poreién de Europa, Africa y cepresentada en el mapa que a continuacién podra verse. Tal Hegé a ser el imperio romano. A las guerras imperiales de conquista se afiadieron, en el siglo 1 a. las guerras (también imperiales) ocasionadas por la ambicién de man Estas guerras civiles tuvieron muchos escenarios a lo largo del imperio (Egipto, por ejemplo). En Hispania se desarrollé parte de la pugna entre x LA LENGUA DE LOS ROMANOS Mario y Sila y entte Julio César y Pompeyo. Con la devrota de Marco ‘Antonio, el afio 31 a.C., el duefio de la situacién fue Augusto, ‘Augusto es al imperio romano lo que ‘Carlos V es al imperio espafiol ya reina Vietoria al imperio briténico. Los grandes imperios han sido ¥ dmpre un tema polémico. ;Son un bien? ZSon un mal? Las respvess® vier len Pero, en el caso del imperio romano, no son diffelles de seeptar estas palabras de Rafael Lapesa: “Al conguistar nuevos paises, ace iar habe con las luchas de tribus, los desplazamientos de puedo Tar pugnas entro ciudades: imponia a Tos demés el orden que, constitufa gu propia fuerza”. Todos esos pueblos, diversisimos entre Sf, “uedaban Shjetos ala disciplina ordenadors de un Estado universal”, ‘Loe pueblos sates perdieron mucho, desde luego, Perdieron haste =u propia len- gues Pero no cabe dada de que, 8 Ja Tanga, ganeron también ‘mucho, ¢o- renzando con Ta Tengua latina que hicieron suya. ane ie gpoca en gue verdaderamente “todos los caminos Mevaben a Roma”, En todas las regiones que integraron el imperio romnavo quedan asec hey tramos de la enorme red de carreteras construids en esos tiempos. Fin todas partes hubo gobernantes, funcionarios, soldados y co- tiempos, noe, in todas partes se exigieron Toe mismos arcos y Tas mis mas ectelas, En todas partes se construyeron los mistnos acueductos ¥ enter y los mistos edificios (tempos, easss, eseuelay bains, circ ae) Bin todas partes se adopiaron Jas mismas formas de vice (dere- tho cganizacién civil, costumbres, trajes,téenias, axteranise)- En todas partes, on casi todas, se acepté la religién de Roma re oer partes, 0 en cast todas, Ja religion pagana fue siendo sus: tuidy Lontamente por 1a cristiana, basta que en el afio 313, bajo Const tino, la etistiana pasé a ser la religion oficial del imperio. En Ja visién teeiitea expuesta por San Agustin en La Ciudad de Dios, l imper'e aiietea la base del cristianismg, Lo mismo dice un enntemporsen Rho, el poeta Prudencio, nacido en Hispania: “Los pueblos hableban Teognas diferentes, Joe reinos tenfan las més diversas stig ones Dios (quo redcirlos a une sola sociedad, someter sus costurmbres & solo imperio, doblegar su cerviz bajo un solo yugo, a fin de que la religion ipero ecpareara Loe corazoncs de Tos hombres ..« Ast se preparé el ‘camino para Ta venida de Crieto y se echaron Los cimientos pars construit ci iiifiede de Ta paz universal hajo el gobierno de Roma”. «Un detalle minimo: on ol folklore anturano sobrevie, 0 sobreviva bust aoe Sud, Bey sain als ming fag dean inten En a polar sea (que ge prnancls ohen 1a ream at sn oo eaitann de ls ini svestres, Notable empersvenis de fin poaulto do relign remand. Fonto gipto olquide Armenia Asiria Mesopotamia Fenicia Judea ‘Arabia Pétrea ANOS 0. Con la derrota de Maren, icién fue Augusto. los V os al imperio espaol grandes imperios han ido Son un mal? Las respuesta; omano, no son diffciles de I conquistar nuevos paises, lesplazamientos de pueblos, nas el orden que constituia sisimos entre si, “quedahan do universal”. Los pueblos dieron hasta su propia len. anaron también mucho, ¢o- uya, todos Ios camtinos Hevaban el imperio romano quedan rreteras construida en esos mncionarios, soldados y co- % mismos arcos y las mis- los mismos acueductos y s, escuelas, hafios, circos, mas formas de vida (dere- icas, artesanias). En todas Roma.* 1 pagana fue siendo susti- el afio 313, bajo Constan- del imperio. En 1a visién ‘dad de Dios, el imperio 0 dice un contemporéneo : “Los pueblos hablaban diversas religiones, Dios sus costumbres a un solo afin de que la religion es... Asf se prepard el cimientos para construir de Roma”, cbresni basta ia hana), eotren. Notable supervivencie de Mesia Lusitania SSS ia Mauretania ae SSS Ss Egipto LA LENCUA DE LOS ROMANOS 3 Finalmente, en todas partes reson6 Ia lengua latina. Es verdad que no ‘en todas partes resoné con la misma intensidad. Los casos extremos estan representados, en el mapa que se ha visto, por las provincias extremas de Lusitania y Armenia. En Lusitania, todas las lenguas anteriores a la ocu- pacién romana desaparecieron ante el empuje del latin en Armenia, el finico latin que resond fue seguramente ol que hablaban unos con otros los soldados y funcionarios enviados desde Roma, y el poco que aprende- rian algunos nativos para servir de enlace con el resto de 1a poblacién. Desde luego, el latin no significé el menor peligro de desaparicién para el griego, hablado no sélo en la Grecia continental y en todo el Egeo, sino también en el Asia Menor y en Egipto. Al contrario: los ro- manos estuvieron siempre faseinados con la lengua y la cultura de los sgriegos, y nada ambieionaron mas que el ser tenidos como iguales a ellos. (Su ambicién quedé satisfecha: en las Vidas paralelas de Plutarco, es- critor griego de la gran época imperial de Roma, a cada griego ilusire corresponde un ilustre romano: Julio César es un segundo Alejandro, Gicerén un segundo Deméstenes, ete.) Muy pocos stibditos de habla grie- {ga aprendieron a hablar latin en cambio, el griego se ofa constantemente ‘en Jas calles de Roma, y se hablaba mis que el latin en el sur de Italia y en Sicilia, Ningin griego escribi6 en latin; en cambio, cl emperador Marco Aurelio, nacido en Roma, escribié en griego sus muy personales Meditaciones. En la provincia de Judea, el gobernador Poncio Pilato mand6 poner, sobre Ja cruz de un condenade 2 muerte, cierto famoso letrero “en hebreo, en gtiego y en latin”, pero bien hubiera podido pres- cindir del latin: para toda Ia porcién oriental del imperio romano, la lengua imperial fue el griego. Por lo demés, todos los documentos pri- tmitivos del cristianismo estin escritos en gricgo. La poreién del imperio en que predominé Ia lengua de Roma se lama Romania —y la disciplina moderna que estudia las vicisitudes del latin en esas rogiones se Hama filologia roménica. L.a Romania actual abarca s6lo cinco naciones europeas (Portugal, Espafia, Francia, Talia y Ruma- nia) y pedaros de otras dos (Bélgica y Suiza). Pero en los primeros siglos de nuestra ora inclufa un territorio mucho més amplio. El latin era Ta lengua dominante en provincias como Cartago (de donde era San Agustin) y como Panonia (de donde era San Jerénimo). Rumania, el pais moderno que hered6 el nombre de Romania, es también, parad6jica- ‘mente, el nico que quedé cercenado del bloque roménico original. A car bio de las pérdidas sufridas en Europa, In Romania haria més tarde con- quistas linglifsticas inmensas en el Nuevo Mundo: también los paises a LA LENGUA DE Los ROMANOS hispanoamericanos, y el Brasil, y Haiti y ol Canada franeés hablan roma- nice, 0 sea ‘roménicamente’, ‘al estilo de Roma’. (Del adverbio roménice procede la voz romance. Todavia en el siglo xvi, en vez de decir que algo estaba en espaftol, solia decirse que estaba “en romance”. ¥ los lingiis- tas Ilaman indiferentemente “lenguas romances”, “lenguas rominicas” 0 “lenguas neolatines” a las hijas del latin imperial.) La Hispania romana Cuando los destinos del imperio quedaron en manos de Augusto, los romanos no habian ocupado afin la zona de los dstures y de los céntabros, en el norte de Hispania. Para someter 0 “domesticar” a esos pueblos, Augusto ordené en 19 a.C. que Ia séptima legidn del ejéreito quedara acuartelada en una zona fronteriza estratégiea. La ciudad y el reino de Len conservarian el recuerdo de esa Legién: Legionem > Laén. Tres Brandes ejudades fundadas en estos afios honran el nombre de Augusto: Emérita Augusta (Mérida),* Pax Augusta (Badajoz) y Caesaraugusta (Zeragoza). El mapa de Hispania se lend de topénimos latinos. Algu- nos nombres se han mantenido easi sin cambio, como Cérduba y Valentia. Otros se han transformado en el curso de los siglos: Antonianum (Antu- fiano), Aurelium (Orejo), Caepionem (Chipiona), Lupinium (Lupin), Metellini (Medellin), Mons Iovis (Mong6), Urso (Osuna). Ya hemos visto que los topénimos prerromanos, en particular los eeltas, no desapa- recieron del todo, pero a fines del siglo v, en visperas de la invasién de los visigodos, esos topénimos prerromanos eran pocos en comparacién con la abrumadora mayorfa de los plenamente latinos. Muchos legiona- ios se quedaron a vivir en esas tierras en que habian peleado, y miles EL puente quo ruta el'xjo Cundiana en la inmediaciones de Mésida,y la calada o cazre- tera que pasa sere , han estado en uso ininterrumpido a fo Targo de veiatesiglon De Méride ‘lian tres carzetoras pelacpales: une} Iemmade Wir Data "Calaada Ancha’ (convertida en espa en “Caming de la Plata"), iba a Céceres, Salamanca, Zamora y Astorga, con varealee que sdisban do Salamanca: otra iba a ‘Toleda, Alcala de Henares, Siziensa y Zetagucs, con ramal a Medel, Cordaba, Amequera y Milaga; ls texcera ibs a Sevills y Cidiz. Eh une guia do coneteras del imperio romano, Lamada Itineraio de Antonina, se enoncron basta fein y costo spol Hts canacasgevian ans to are fines mitra, pao far onrtantes medion de penetrac Yengua latina. La que prinsto se cons- foe la Vie Horedion, que venie do Perpltin y Hlegaba a Cartagena, pasnado por Ampurias, Barcelons, ‘Tarragona, Sogusto y Valenci. (La Vio Domicia ibe de Perpliin at norte de Ttalin) Entre Tarcagona y Ta Coruia habia otra lerguisims calzada, que pasabe por Litida, Zaregons, Numencia, Dargo de Onita y -Astorgs, La calzada mencionada en a verso 400 del Peama’ del Cid ("la calgade de Quinea ‘vale taepacast”) ora xm razal my secundric, que iba de Burgo de Oxms hacia el sun, LA HISPANIA ROMANA % de colonos italianos se desparramaron por un ancho pais cuyas riquezas ho habian sido explotadas sino rudimentariamente por los antiguos po- ladores. Julio César, que antes de la guerra civil habfa sido cuestor y luego pretor en Hispania, pag6 con recursos del pais Jes deudas enor- nes que le dejé su campagia contra Pompeyo, y ademas regresé a Roma con una fortuna considerable. Plinio el Viejo, en el siglo 1 4.C., podia decir que Hispania era el se- gundo pais del imperio, inferior silo a Italia. Ya dos siglos antes, en 369 a.C,, se habia otorgado a Cérdoba el titulo de “ciudad patricia”, y la cjudadania romana no tardé en extenderse a todos los hispanos. El primer personaje no italiano que Hegé a la dignidad de eénsul fue un hispano de Cédiz cayo nombre cra ya completamente romano: Lucio Comelio Balbo {Balbo era el sobrenombre: balbus es ‘tartamudo’). En Hispania nacieron dos de los sucesores de Augusto, famoses por la prosperidad que dieron al imperio a fines del siglo 1 y comienzos del st 4.C.: Trajano y Adriano. (Adriano, en particular, representa el fin del perfodo de expansién del imperio y el anhelo mas exquisite de imitacién de los griegos.) De los antiguos pobladores habia dicho Estrabén: “No falta mucho para que todos se hagan romanos”. En sus tiempos ya era plenamente romana le Bética, Pero “la desaparicién de las primitivas lenguas pen- insulares —dice Rafael Lapesa— no fue repentina; hubo, sin duda, un periodo de bilingitismo mis o menos largo, segsin los lugares y estratos sociales, Los espaftoles empezarian a servirse del latin en sus relaciones con los romanos; poco a poco, las hablas indigenas se irfan refugiando en la conversacién familiar, y al fin eg6 la Jatinizacién completa”, sal- vo en la tierra de los vaiscones. Pero en ese periodo de bilingtiismo hubo evidentemente, sobre todo en las zonas alejadas de las ciudades, muchos hispanos que s6lo hablaban su antigua lengua; y, por otra parte, muchos de los que ya hablaban latin no habfan podido borrar de su pronuncia- cién la huella de los idiomas indigenas, fenémeno observado varias veces, no sin desdén, por Cicerén y otros escritores romanos. El latin de Hispa- nia estuyo mareado, desde el principio, por esa influencia de las lenguas presromanas que los Jingitistes, con una metéfora geolégica, aman sus- trato.* Sin embargo, cuando Ia latinizaci6n fue completa, cualquier his- * Asi como los deseubridores y colenizadores de América adoptaren inmediatamente voces indigenay come areain, iguana ¥ eaca, asi los legionavie y ls primenos pobledoces roma: nos dy Ia peninsula ibériea no habrin tardado en hacer suyae cients indispensablee palabras indigenas ("iberiemoe” en el sentido arplio y no eentfico que queda expuesto en ln pig, 27)- Laie, por ejemplo, carece de verdaderas Manaras, de vastat mesctes, que en cambio abundan fen Ia geogratia eapadola, IY nombre indigena do esas Taras interminsbles, piramo, debe | 6 LA LENGUA DE LOS ROMANOS: pano de Coimbra, de Cérdoba o de Tarragona podia recorrer todo el imperio y hacerse entender dondequiera, sin mis tropiezos que los que puede tener hoy tn mexicano en Venezuela o un chileno en Espatia. ‘Para explicar el trdnsito del paganismo al cristianismo, los espafioles inventaron tardiamente dos cuentos: que el apéstol San Pablo hizo una gira de evangelizacién por Hispania, y que el cadaver de otto apéstol, Santiago, martirizado en Jerusalén, us6 su propio sepulero de piedra como barco y eruzé el Mediterraneo y parte del Atléntico hasta recalar tn Iria Flavia (nombre romano de 1a actual Padrén, en Ia provincia de Corufia), como para velar desde alli por la perduracién del evangelio. En realidad, la cristianizacién de la peninsula ibérica se Jlevd « cabo al mismo tiempo y con las mismas vicisitudes que en ¢l resto del imperio, En los dias del edicto de Constantino, précticamente todas las regiones de Hispania estaban cristianizadas. El salto de una religiOn a otra estaba ya dado, Io mismo que en tantas otras provincias del imperio. En lugar de los templos paganos comenzaron a levantarse los del nuevo Dios y de sus santos, y sobre las divisiones administrativas se fueron crean- do obispados y otras demarcaciones eclesiasticas, También estos primeros tiempos del eristianismo tienen su reflejo en la toponimia. Abandan en el mapa de Espafia los nombres que perpetiian los de los santos mis ve- etados en esos primeros tiempos, como Santa Eulalia y San Emeterio, mnartirizados respectivamente en Mérida y en Calahorra durarte 1a era de las persecuciones. Santolalla conserva el nombre de Sancta Eulalia Santander y San Medir, el de Sancti Emeterii. Y asi otros tepénimos: Saclices (Sancti Felicis), Sabagin (S. Facundi), Santis. (S. Tyrsi), Sen- ‘manat (S. Miniati), San Cugat (S. Cucufati), Sansol y Sanzoles (S. Zoi- li), Santibatie, (5. Ioannis). Algunas de estas fundaciones cristianas —quiza, en su origen, simples ermitas— deben haber sido tan “estra tégicas” como la de Leén, aunque las armas de las nuevas legiones eran ‘otras, Y asi como hubo Césares nacidos en Hispania, asi también en el siglo 1 hubo un papa espafiol, San Démaso, gue fue quien comisioné 2 San Jerénimo para que editara la Biblia en la Tengua de Roma. Ineberse adoptado inmediatements, En ef siglo dC, ‘an personaje de nombre Tolfo, que Te fata de cacerla por ol pickin qe abora so ilima Tierra de Campos, amontons x panne getter (Cara votive") tae cornamentas de los venados y mands geaber en ons Tipit ferme Ujocimente Diane, dices de la coz por baberle deparado tantos cirves “in pérami aauro' Hteralments ‘en ia llanura del péramo’. La expresion in adquore (qre on el a Sbomal™ denote caaiquier superficie lana, ceo de tierra, sea de agua) Thubiers sido insuf cere Manito ser esa von de susirao incerta para sicmpre en Je pledra, ixcorporeda no Seo i lenguaje, sino ¢ le medida podti, (Parque el agradecimlenro de Tullo esti expresedo fe eran.) LATIN HABLADO Y LATIN ESCRITO a La literatura latina ostenta nombres de grandes escritores hispanos, ro en la “edad de oro”, exclusivamente italiana —representada por poe- tas camo Virgilio y Horacio y por prosistas eomo Cicerén y Tito Livio—, pero sf en Ja subsiguiente “edad de plata”. Los mas antiguos son dos pepSrioos o maestros de elocuencia, Porcio Latrén y Séncea el Viejo, y un Tatadista de mitologia, Higino, bibliotecario de Augusto. Después hnubo toda una pléyade: Séncea el Joven, preceptor de Nerén, autor de trage- das y de obras filoséficas; su sobrino Lucano, que en la Farsalia narré Spicamonte Ia pugna entre César y Pompeyos Marcial, maestro del epi igrama; Quintiliano, el méximo compilador de la doctrina retériea apren- Sida de los griegos; Pomponio Mela, gedgrafo; Columela, tratadista de agricultura, En Ia época cristiana no hubo escritores hispanos de In talle de San Agustin y Sen Jerénimo, pero hay que mencionar a un polemista famoso, Osio de Cordoba, gran impugnador de la “herejia” de Arrio (sobre la cual véase adelante, pig. 66), y a dos execlentes poetas, Juven- co y Prudencio, el segundo de los cuales, en obras muy lefdas desde sus tiempos hasta el Renacimiento, cant6 a los méstires del eristianismo y celebré las virtudes de la nueva religién. Latin hablado y latin escrito La lengua literaria y Ia Jengua hablada pueden estar muy cerea la una de la otra, alimentindose y guidndose mutuamente, y pueden también estar a enorme distancia una de otra; pero, en cualquier caso, el lenguaje de Ia Hiterstura (y, por lo general, més el de la poesia que el de la rosa) suele ser una seleceién y una estilizacién, una especie de len. guaje aparte, mediante el cual se dicen cosas que no se han dicho en el idioma comtin y corriente, o se dicen cosas conocidas en wna forma en que nadie las habia dicho. Una gramética y un diccionario elaborados de acuerdo con el uso de los buenos autores” serian muy iitiles, desde luego, pero no para ensefiar la lengua tal como se habla. Ast como Ja poesfa de Rubén Dario y 1a prosa de Marti no dan una idea muy precisa del espafiol hablado en Nicaragua y en Cuba, asi Ia obra de Osio y Prax dencio no sirve para saber cémo se hablaba en la Espafia cristiana, ni Ja del filésofo Séneca para tener una idea precisa del latin que se ofa en las calles de Cérdoba —ni, por lo demés, la de Cicerén y Virgilio para darnos una imagen exacta de la lengua del pueblo romano (0 ite Viano) de esos tiempos. Son, todos ellos, productos refinados, hechos sin LA LENGUA DE 108 ROMANOS eo, cose que se puede decir, en ninguna intencién de realismo lingif general, de cualquier literatura, ‘Ms ain. La literatura latina estuvo, desde sus comienzos wismos, es- pecialmente divorciada de la lengua hablada por el comiin de la gente. Es muy poco lo que se conoce anterior al siglo mt a.C., pero, aun en el caso de que ya hubiera habido algo parecido a una Jiteraturs, ésta qued6 aplastada por la que en ese siglo inaugur6 el poeta Livio Andrénico, tra- ductor y adaptador de los griegos. La literatura latina no nacié Ienta mente del “pueblo” (como la griega y como tantas otras): decidi6, por asi decir, abreviar camino y, al igual que casi todas las demés institu ciones sociales de Roma, sin excluir la religién, se dedies durante siglos a beber en esas fuentes ilustres. Es verdad que también la lengua del pueblo romano (¢ italiano) estaba tomando del griego muchas voces “elementales” de cultura inexistentes hasta entonces en latin, como camera ‘habitacién’, bélneum “baio’, dncora ‘ancla’, chorda ‘cuerda’, cithara y dmphora y pirpura (porphyra en grie- g0). Pero en un Cicerén, en un Virgilio, la proporcién de helenismos —y helenismos no s6lo de vocabulario, sino también de sintaxs, y hasta “de pensamiento” o “de sentimiento”— esti, ostentosamente, muy por encima del nivel medio popular. La lengua literaria tavo asi, desde sus principios, leyes especiales. Y si en muy poco tiempo se esfumaron las diferencias entre la “cultura superior” de Grecia y Ia tosca cultura de la vieja Roma, también hizo falta muy poco tiempo para que se exa- cerbara, esta vez en el interior del mundo romano, 1a diferercia entre “cultura superior” y hibitos toscos, entre lengua literaria y lengua colo- quial. Horacio odieba al “vulgo profano”, a la mayoria chata. Se ha observado que, en comparacién con las pocas palabras que designan en latin a la ‘persona educada’, abundan notablemente en la literatura (cs- cxita por personas educadas) las designaciones despectivas del lerdo, det zafio, del obtuso, del patén, del salvaje que se resiste a la civilizacion, y, en lo que se refiere al lenguaje, los sinénimos de “ristico’, birbaro’, ‘extranjero’. (2No so oye hablar todavia de “expresiones résticas”, de “voce harbaras”, de “extranjerismos”?) Pero, mis que emitir juicios acerea del concepto que los romanos tenfan de Ja cultura, lo que importa es reconocer una realidad, un hecho de enorme importancia para el desarrollo del espaiiol y de las demas Jen- guas romances: la diferencia entre “Latin clésico” y “Jatin valgar”. El espafiol y las demés lenguas romances, en efecto, no proceden del latin empleado por los supremos artifices del lenguaje, sino del latin de la LATIN HABLADO ¥ LATIN ESCRITO » gente corriente y moliente, el latin hablado en las casas, en las calles, en los campos, en los talleres, en los cuarteles, Imposible negar el papel formador de Cicerén y Virgilio, y de sus con- tempordneos y sucesores, asi paganos como cristianos (digamos Ovidio y Ausonios digamos Boccio y San Gregorio). Sus obras han Hegado a rosotros gracias a que fueron copiadas y recopiadas una y otra vez, hasta cl siglo xv (cuando los impresores sustituyeron a los copistas), por una gran cadena humana interesada en mantener, si no todo un concepto de cultura, por lo menos un ideal de lengua. Los ejecutores de esa tarea fueron el gramStico, el monje, el literatus, el eléricus. (De litteratus vie- ne Ia palabra espaiola leerado, que llegé a significar ‘abogado’ o ‘legu- leyo"; de eléricus viene la pelabra francesa clere, con que se designa todavia al “intelectual”.) Ademés, esta fuera de duda que esos transmi- sores consiguieron implantar su ideal en buena parte de Europa: durante toda la Antigiiedad tardia y toda la Edad Media estuvo vigente un canon 0 lista oficial de auctores admirables y dignos de imitacién, un canon en que se hacia cada vez més dificil hacer adiciones. Podemos tomar como paradigma el caso de Virgilio.* La obra de este “padre de la cultura occidental” estaba allf, perfecta, inmévil en su per- feccién —y cada vez mas dificil de entender. Los graméticos se dedi- caron entonces « explicarla, y en algiin momento sus apuntes de clase comenzaron a ser copiados por Jos alumnos. El mis famoso de estos co- mentarios explicativos fue el del gramatico Servi, que vivid unos cuatro siglos después de la muerte del pocta. A lo largo de Ia Edad Media, y hasta bien entrado el Renacimiento, el minucioso comentario de Servio ne en las escuelas europeas uno de los libros més indispensables. La lengua literaria se habia petrificado (0 marmoreizado) mientras a len- gua popular seguia su marcha. Y asi, en el imperio romano-cristiano, un mundo que kablaba latin, las escuelas acabaron por servir ante todo para ensefiar latin, ¥ no a todos los muchachos, sino a una minoria. Que los * Visglig (7019 2.C.), poeta de Ia armenia y la serenidad, canter de smores ¥_puiajen pastorles (Bucileas) y de las labores pacifcas del campo (Geérgicas), fue también, pare Aéjicament, ‘el eanter del arrojo militar quo sseguré el dominio “universal” de Roma en ‘empoa de Augusto, Tel e» el teron do ln Eneide, nt obra muestra. Pero, a diferencia de si ‘ontemporinen Tita Livny Metorlador de los episodes yealos o semireales que levaren n Rows dle la insgnifcancia a Ta grande, Virgilio, nspirada en la ilfada y 18. Odiser, tat mis ion do derle a Rama un pasado mice, y convtti a Julio Céear en descendiente del legen ddario Tneas, béroe troyano que salié do su petrin destruida y peregrind y eat y pele6 para cumplic su dvino destino de creador de un imperio, El mensnje central de Virito se encuen tra en ol centro jasto de In Faeida, puesto en labios de Anqulses, padre de Bneas: “Té romano, scuéedate do mantener a Ios puebles bajo tu imperio. Seam éatas tas artes: inp tar Tan 'Teyes de Ta pes tatar ean benevoloncla a Tos sometdos, y reprimir a los altsnero 0 LA LENGUA DE LOS ROMANOS graméticos consiguieron implantar su ideal cultural/lingiifstico, en este caso su culto a Virgilio, se ve por los siglos y siglos que duré una poesfa europea escrita en un latin y en unos metros clisicos eserupulosamente aprendidos, fruto de escuela, de sudor y de mordedura de ufias. Loot a esos graméticos y letrados latinos y latinizantes que nos trans- mitieron la obra completa de Virgilio. (Y léstima que no nos hayan transmitido muchas otras cosas: la obra completa de Petronio, por ejem- plo,) Pero también, desde el punto de vista lingiifstica, jqué Jeslucido papel les tocé desempefiar! En un momento en que el latin que hablaba a gente no era ya a todas luces el que ensefiaben los graméticos, uno de éstos, Tamado Probo, eseribié denodadamente una famosa lista negra de maneras de hablar, que se conoce con el nombre de Appendix Probi (siglo 1m d.C.). “No digas asi, di de esta otra manera, que es -a correc: ta": tal es la estructura del librito. Pero sus formas “correctas” no tienen el menor interés (son las del archiconocido latin literario). Lo que sf tie- ne enorme interés, lo que ha hecho la fama del “Apéndice” de Probo cs lo otro, Jo incorrecto y vulgar y grosero que él esta censurando. Se puede decir que Probo no falla nunca: siempre acierta, pero al revés de como él pretendia. Gracias a su prurito castigador y destecrador de palabras del vulgo, tenemos unas muestras preciosas de cémo se hablaba ‘en realidad. 0 sea que en ¢l pleito entre Probo y el vulgo reprobado, quien tuvo Ia razén (no 1a razén estética, ni la cientffica: la demnuda ra- zn histériea) fue decididamente el vulgo. Debié haber habido muchas de esas listas negras, todas ellas parciales y locales, puesto que los “‘vicios” no eran exaciamente los mismos en todo el mundo de habla lating, todas ellas provisionales © incompletas, puesto que el Jatin hablado seguia en todas partes st camino. Asi como los fenémenos Tingiifstioos actuales nos dan Iuces acerca de Jos del pasa- do, asi también la actitud de los graméticos modernos nos eyuda a expli- car Ia de los antiguos. No hay que olvidar, por otra parte, que todos los hablantes Ievamos en nuestro corazoncito un Probo en potencia, el cual entra en aceién cada vez que se nos escapa, de manera fatal y mecéinica, un “No digas yo cabo, se dice yo quepo”, un “No digas cuando vuélea- ‘mos, se dice cuando volvamos”. Y ese gramitico interior y agazapado es una institucién, una academia en germen. El horror al cambio y a las costumbres distintas de las propias siempre ha existido. Si toda la vida he dicho “les escribo a mis amigos” y “‘de acuerdo con el uso”, nada mas natural que reprobar a quienes dicen “le escribo a mis amigos” y “de acuerdo al uso”, formas ajenas a mf, a mi manera de vivir la lengua t i f t ' t ‘ | BL LATIN VULGAR a espafiola; y Io tinico que me hace falta pare demostrar —oon abundunc's ge buenas razones— que yo estoy bien y los demés estin mal, que lo corresto es ‘les escribo” y “de acuerdo con”, es sentirme gramético pro- fecional. Probo y sus congéneres fueron unos profesionales del horror ‘Jo nusvo, a lo incorrecto, a lo vulgar. Lo triste, para ellos, es que rara ‘ven ese horror profesional ha conseguido detener el cambio en su carrera. ‘La ciencia Lingiistica moderna naci6 en el momento en. que los filélo gos y dialectélogos del siglo pasado, en vex de profesionalizar un horror tan primatio y elemental, profesionalizaron la voluntad de no botrorizar- ve de nada, 0 sea la voluntad de entender. El Tenguaje quedé entonces como purifieado, Tan cien por ciento hablante de un idioma es el caxpe- Sino inds inculto como el académico més refinado. Al lado de un texto dde fray Luis de Len puede ponerse una expresién “vulger” de Cespe ‘lesa de Tormes 0 de Santiago del Estero. Quienes dicen setiombre y lo bokque son tan perfectos hablantes de espafiol como quienes dicen, sep- tembre y los bosques, ¥ i alguien insite en sentir como “vulgares” Tas figs primeras formas, su sentimiento no cuenta. De esa manera la expre- Sion latin vulgar ha quedado completamente desvilificada y se ha eonver- tide en un término tGenico de inmenca utilidad para quienes reconstruyen tes clapas inieiales de las Ienguas romances. El latin vulgar se puede Tlamar también protorromance. El latin vulgar Una reconstruccién lingilistica bien hecha es una de las hazafias mis bellas de la inteligencia. La reconstruccién del indoeuropeo ha sido dift- cil; la del latin valgar no lo ha sido tanto: tenemos en este caso documen- tos abundantes y directos a nuestro alcance, Los “‘romanistas” han eseru- tedo minuciosamente las eotnedias de Plauto, han interrogado hasta Lo file el lenguaje del Satyricon de Petronio y el de ciertos pasajes de Jas Metamorphoses de Apuleyo; han registrado cada “falta de ortogra fin” y cada “error gramatical” de los documentos escrtos y de los miles de inscripciones que los romanos dejaron en tierras del imperio a lo lar go de los sigloss y, sobre todo, no se cansan de buscar en cade detalle fle las lenguas romances actuales (y de sus sespectivas Titeraturas, y de sus respectivos dialectos) Ia pista que podra Wlevarlos hasta ese latin val- gar que rara ver se escribié en cuanto tal, a ese latin vive que los gra rmiticos hubieran querido borrar de la faz del imperio. 2 LA LENGUA DE LOS ROMANOS Ya en Plauto, nacido a mediados del siglo m 2.C., aparecen formas Lipicas del Jatin vulger, como caldus y ardus en vez. de las formas “cul: tas” odlidus y dridus. (Nuestro caldo se remonta al caldus de Plauto; ahora es sustantivo, pero en espafiol antiguo era adjetivo y significaba ‘caliente’, como en italiano.) En el primer siglo del imperio los vulgaris- mos documentados son ya muchisimos: se euelan cada vez més en el terreno de la escritura, lo cual es indice de su enorme arraigo. En esta época, un demagogo de la aristocritica familia Claudia, deseoso de “po- pulatidad”, decia Mamarse Clodius, que era como el pueblo (Ia mayo: ria) pronunciaba el nombre Claudius. La simplifieacién del diptongo au es rasgo propio del latin vulgar: la palabra espaiiola oro viene del latin aurum, pero Tos romanos del siglo 1, al pronunciar descuidadamente su aurum, decian ya algo parecido a nuestro oro. Es imprescindible, pues, tener aunque sea una sumaria idea de cier- tos aspectos fondticos y Iéxicos del latin vulgar. Para ello podri servir la lista de ejemplos que en seguida daré. Cada ejemplo leva, a Ja inquier- da, le forma “corrects” o literaria (la del latin “clasico”), y a la derecha el resultado espafiol, precedido en algunos casos del resultado espaiiol areaico (palabras entre paréntesis). Son, pues, tres columnas de palabras ‘o expresiones; la importante es Ja central, que va en orden alfabético, y en cursiva, para que el lector, a lo largo de mis comentarios, pueda localizar cémodamente los ejemplos. Las formas latino-vulgares corres: ponden a fechas diversas, no siempre faciles de precisar. Probo escribié su Appendix en el siglo mt, pero es claro que muchos de los “vic'os” que censura eran anteriores a sus tiempos. No se trate, ademas, de formas ya “cuajadas”: son formas en desarrollo, en cierto estado de uso y desgas- te, y el desgaste suele Hevarse siglos; rara vez se dan casos tan répidos como el del usted o usté en que qued6 convertido el pronombre vuestra mereed (explicado adelante, pig. 227). La lista representa, de manera general, el latin hablado entre el siglo my el siglo V en un im mano cada vez més tambaleante, pero no del todo desunido. Habia, si, diferencias entre regién y regién, pero atin no dialectos propiamente di- chos.* Los hispanos y los italianos, que olvidaron la palabra clésica * En um sentido, Ta Tenguas romances modernas pueden conskerasse “dialects del Ttin Su voeabulasio "Dsica” —-digames cielo, lrre, agus, pan, tine, rose, dbl, piedia, mano ¥ pis, wmor y Rumor cs en todas custancialmente el mismo. Tomande como “base" 100 pali- Ihravclave, un romanista de nestor tieapos ha etablecido Jos sjauintes indices de diver. senein: extee el itslino 7 el sbevorromance (espaol, portguée, catalén), 1626: enire el ‘pail y el yortueuis, slo 7%; eatre el portogués y el eatalin, 11%. (Em cambio, entco l'iliano ¥ el satdo hay una divergencia do 776. A diferencia de Sicilia, tn commnicada ‘oon el zesto del imperio romime y tan populese siempre, la éspera Cerdefa esturo elmpro prineeninseoincn EL LATIN VULGAR 43 wiinculus ‘ti’ y la sustituyeron por otra més econémica, thius, tomada Jal esiegn (copafol fo, italiano zio), deben haber sentido anticuados @ Jos galos que se aferraron a la vieja palabra (avtinculus > aounclu > quonele >> francés actual oncle), pero es evidente que durante largo tiempo siguiexon entendiéndola (conocimicnto “pasive”, come dicen los lingiistas), aurque para ellos la palabra normal fuera thius. Buen nime- ro de las formas que aparecen en Ja lista corresponden a ese latin geo- grificamente indiferenciado, pero he dado la preferencia, como es nati ral, a los desgastes y a las inmovaciones que se originaron o que prospe- taron en Hispania, (Pongo acentos graficos para ayuda del lector, Ni en {atin clisico, ni en latin vulgar, ni siquiera en espaficl medieval se es- cribfan acentos.) He aqui la lista: invenire cafflare hallar Alaerem alécre(m) alegre extéllere aliiare akar andere usare oser vie viola abuela rms ccaballu(m) caballo scare Slomare Tamer édere comédere comer ‘agnum cordériu(m) cordero cava cova eueva unde de unde donde déminum —domnu(m) duefio Toqui fabulare sabia vis fortia fuerza frigidomn frida) fro frater, soror—germanu(m), afm) hermano, -0 porque el habla. de Cerdefia no on muy margnada, Tan Fosse dlvergncia oe exp 36 Sean 2 inom dein ular Pde aoc, pueden, gan a sale cee en chine me “oulaY, por set in mis cerns al atin cisco.) — Momaiene Cog de Ramen’ Sednd)compar svrnsningrt Iw 7 ved (eaetase de Raimond stro del unis, lx de. nea dalacton “teseano, romano, verci0, ranomtée uapoltang'—= con Ie unidad y diversidad de 1a flosofia: durante sw viaje, ner Sere iaeoms alameda insineme ex bablar sian, a Te acesejaba gis, “on uae een, an qr slr (por ay deni de ae se gehoera palabras que te ineran & Ia boc latinas ea ee Pear bablado en la cera natal do Montane, col err let ah ale a termine mate Bare Sign dela Slsnfia; ene tanton ros y tanta vr PES aie tas conta que en labo encuentran todos estes suche dst MER de no proponerss “ LA LENGUA DE LOS ROMANS cantiveram —habebafm) cantatu(m) habia cant fee tape mete” Se” ium jocutm) léeere legére, leyére ine” pulchriorem —magis formosu(m) mas hermoso alum rmatiana (mala) manzena, utare mudare mudar milie-rem —— mavliéce(m) (muller) majer altsimum ——malla(m) altw(m) muy ato " vespertilio mure(m) eaccu(m) (mur tego) murefda culm cclu/m) (clo) oje ia ‘odorem resae olorefm) de illa rosa olor de la rosa ulgere ordiniare ordesar ‘euricula oriela (orella) oraja puer ninnw(m) sido perfetem — periéte(m) pared pfserem éssara(m) pajero pigritia —— pigrisia pereza fragmentum —pitaccium pedazo pervenize ——plicare Tega pote potere poder interrogare —_praecunctare proguntar velle quatrere (kerére) uerer ivan rum) S oe veéminy ORTH rostro gnu (rétula) —rotela (rodiella) odilla strépitus rugitu(m) sido seribere scribire escribir cliudere serare cerrar sensu sessu(m) (siess0) s0s0 ensis, glidius — spatha laborare tripaliare trabajar i sare veer sé vetlu(m), veclam) —(wiello) viejo nipting eva Teds Comencemos con *olorem de illa rosa (los vocablos precedicos de as- terisco van a remitir a la lista anterior). Las funeiones que en latin clé- sico se habian expresado mediante desineneias de “casos”, incerporadas a la palabra respectiva (rosa ‘Ta rosa’, rosae ‘do la rosa’, rosarum ‘de Jas rosas’, rosis ‘con rosas’, etc.), en latin vulgar se expresar: i preposiciones, y asi la funcién del caso “g 7 co” ae quedo a fas a preposicién de. De los seis casos del latin clasico no sobrevivié sino BL LATIN VULGAR 7 el “acusativo”, que originalmente sélo servia para indicar objeto directo; ‘lesapareeié asf el “nominative”, que indicaba el sujeto de la oracién: mujer y pared no vienen de los nominativos elasicos mulier y paries (estrijulos: miclicer, pd-rives), sino de los acusativos vulgares: "mu- liére(m) y *pariéte(m). (Por eso muchas palabras de la lista estén en acusativo, reconocible por la -m final: dlacrem, agnum, etc. Esta -m va ‘entre paréntesis en la columna central porque no se pronunciaba.) La expresién *olorem de illa rosa hubiera significado en latin elisico algo ‘asi como ‘olor procedente de aquella rosa’ (una rosa lejana), o bien ‘olor caido (0 sacado) de aquella rosa’: Ja preposicién de tenfa una fuerza sig nificativa que perdié al convertirse en mera articulacién gramatical. (En ‘de unde, el de era pleonasmo, pues unde significaba ya por si solo ‘de donde’; el de de nuestra expresién de donde resulta asf un segundo pleo- nasmo.) Por iltimo, en *olorem de illa rosa aparece una parte de la oracién que no existia en latin clisico (y que si existia en griego): el articulo. Nuestros articulos definidos el, la, proceden de los pronombres ille, lla, que significaban ‘aquel, equella’, con un valor demostrative que perdicron al convertirse, como la preposicién de, en mera articulacién gramatical. Los cambios de pronunciacién que figuran en Ia lista no son dificiles de entender. Hay sonidos que se pierden, sonidos que son sustituides por otros, acentos que se desplazan, etc. Véase, por ejemplo, *rium, *mudare, *sessum, *legére, El légere clisico se pronunciaba ticuene; el *legére vulgar se pronuneiaba con una g parecida a la del italiano genere o del francés genre, sonido completamente nuevo (por comodidad, podria eseri- birse LeYERE, con una -y- no muy distinta de la que suele oirse en la forma espafiola leyeron). Tampoco es dificil de entender el cambio de la palabra esdrdjula parietem a la palabra Hana *pariétem: es el cam- bio que hacen hoy quienes en vez de Iiada dicen Iidda. En *alécrem y en *scribtre —que se pronunciaba més bien scrrvine— hay cambios de vocal ademas del cambio de acento. El cambio odorem > *olorem ya se ha visto (pig. 11). En el easo de *cova no hubo propiamente cambio de pronunciacién, sino que se adopts y sustantivs un adjetivo ya existente en latin arcaico, cova ‘hueca’. Me detendré en *domnu(m) para Hamar la stencién sobre dos fen6- menos. El primero se rofiere al acento. El latin clisico, para decislo a nuestra manera, era riquisime en palabras esdrdjulas, cuya peniltima silaba (la que segufa a la acentuada) tenia una vocal “breve”, de tan LA LENGUA DE LOS ROMANOS corta duracién que Ilegé a ser imperceptible, El latin vulgar anulé esas silabas pendltimas, y déminum quedé en *domnu(m). La misna historia 8¢ nos muesira en Yauca, *fridu(m), *oclu(m), *oricla y *vetlu(m). Se puede formular une “regla” segtin la cual las vocales peniiltimas de los esdrijulos elésieos so volatilizan en el latin vulgar de Espafia, y atin mas en el de Francia (alguien ha hablado humoristicamente de “la tragedia de a pentitima”). En cambio, Ia ailaba acentuada de esos esdrijulos clésicos fue practicamente inmune al desgaste: hay voces que ce desplo- maton de tal modo que ahora, sobre todo en francés, no conservan sino una de sus tres 0 cuatro silabas originales, y la parte voeilica de este monosilabo procede siempre de Ia silaba acentuada (aviinculus > oncle, pronunciado onk1.). Obsérvese cémo en *fridu(m) no solo desaparceié Ja vocal, sino también la consonante: 1a pronunciacién frigda o friydu esultsba incostenible, En el caso de *auca, conviene notar que Ta pila. bra dvica (cuya v se pronunciaba como la w inglesa: Awica) ha sido “re. construida’” @ partir de *auca, palabra que pasé de un significedo amplio Cave’, o quiza ‘ave de corral’) a otro muy preciso: el de ‘garso’ (0 sea 00a), a pesar de que el ganso tenia su nombre en latin: duser. acusative dnserem. E] otro fenémeno que se nos muestra en *domnu(m) se xefiere a la daracién de las vocales. En latin clésico habia diez vocales, cinco largas y cinco breves. Teéricamente, una larga duraba en sw pronunciacién el dloble que una breve (si le larga se representa con una negra, In breve se representarg con una corchea). El “ritmo” de la palabra domsare, cuya si laba do- es breve, no era como el do la palabra donare, cuya silaba do- es larga. Y la diferencia de duracién acarreaba una diferencia de tim. bret las vocales breves se pronunciaban con la boca mis abierta. Pero la oposicién entre breves y largas, sobre la cual esta fincada lt. prosodia del Jatin elésieo, quedé sustituida en el latin hablado por la oposicién entre silabas acentuadas (largas o breves) y sflabas no acentuadas, El Jatin vulgar es ya una lengua “acentual”, Mantuvo, sin embargo, la dic- tincién entre vocales abiertas y vocales cerradus, particularmente en el caso de lao y de la e. La i breve de déminum desaparecié, como se ha visto, mientras que Ia o, breve también, no sélo se mantuvo por ser la acentuada, sino que “acentué” su apertura hasta el grado de convertirse en diptongo; en el latin vulgar hispano *domnu(m) se promunciaba pro- bablemente puomNu, o incluso DUONNL, que ya esté cerca de duct. (Como se verd después, pag. 102, Ia estabilizacidn del diptongo we fue Tenta: porta vacilé entre puorta y puarta antes de quedarse en puerta.) i I | i } | | BL LATIN VULGAR al mo refuerzo de apertura sélo se dio en las vocales acentuadas. Er caro, por ejemplo, que en doma(m) Toanne(m) ¥ domna Joanna Ja 0 de domn- perdia el acento (con Io cual 1a palabra se convertia en un proclitico), y asi el sesultado no es duetio Juan y ductia Juana, sino don Juan, dofa Juana. El resultado de * potére no es pueder, sino poder; pero el resultado de peter (3* persona de presente de indicative) si ex puede. También es abierta y acentuada la 0 de *cova, de *fortia y de ‘acum, cuyos resultados tienen diptongo. En cambio, la o eerrada y acen- tuada nunca se diptongé: la palabra latina dote(m) sigue siendo dote en safiol. : cae es eeaaa aan aE pes abieria, sélo que aqui el resultado final fue el diptongo iet *vetlu(m) se hizo viejo y el eaccu(m) de *mure(m) caecu(m) se volvi6 ciego. También equa, con su e breve y acentuada, se convirti6 en iegua, 0 sea yegua. En cambio, la ¢ de plénum es cerrada y se conservé sin alteraciones: leno. | En la primera columna sbundan los esdrjulos; en la texoera hay sdlo dos, pajaro y murciélago, lo cual muestra gréficamente el papel “deses- drujulizador” que tuvo el latin vulgar. La palabra péssar es una de las condenadas por Probo: en latin “correcto” se decia pdsser. Por otra par- te, el acusativo clisico era pésserem, no *pdssarum; y ademis, pésserem era s6lo el gorridn, mientras que pdssarum vino a ser toda ave pequefa, todo péjaro. (Parecida es la historia de dnsar. “No se diee dnsar, sino inser”, clamaba Probo; pero el dnsar espatiol viene del dnsare(m) latino- vulgar.) La evolucién de *péssarum es anormal: como la pensiltima vocal es breve, el producto espatiol “debi6” haber sido pasro (0 parro), no péjaro. Es razonable decir que 1a conservacién del esdrijulo obedecié a la influencia de los sufijos étonos que hemos considerado (pig. 29) como fenémenos de sustrato prerromano: las palabras bélago, gdndara, s6tano, etc. denotan una tendencia esdrujulista capaz de evitar en algu- ros casos la “tragedia de la pentiltima”. El apoyo de esos sufijos prerro- manos debe haber impedido que palabras como edntharus, érphanus y vipera dejaran de ser esdrijulas en el latin vulgar hispano: sus descen- dicntes son cdntaro, huérjano y vibora. Y en cuanto al otro esdrijulo de la tercora columna, 0 sea el correspondiente a *mure(m) caecu(m), ya vimos que su terminacién es t{picamente “ibérica”. (El resultado normal, murciego, se us6 también en espafiol antiguo, y en portugués se sigue diciendo murcego.) sees Al desesdrujulizarse, Ia palabra *pigrtia convinti6 sus dos tltimas si- labas, ti y a, en una sole, euya pronunciacién pasé de ‘tia a ‘tsia: PIGRt- «e LA LENGUA DE LOS ROMANOS -rsta. También *fortia, *matiana y *tertiariu(m) se pronuncishan TORTSIA, MATSIANA y TERTSIARIU. Este sonido 78 no existia en latin clisico: fue adquisioién del latin vulgar. Otra adquisicién, la del sonido ge del ita- iano genere, ya ha quedado mencionada a propésito de *legére. El nom bre de Cicerdn, Ciceronem, pronuneiado KIKERONEM en latin eldsico, tuvo guertes diversas en latin vulgar: en algunos lugares el xesultado fue Ts ‘rseroxe, con un sonido ts parecido al de FonrstA; en otros lugares el resultado fue CHICHEKONE, con ese sonido cit tampoco conocido antes en Iatin, (El sonido & de las silabas ce y ci no sobrevivié sino en Cerdefia.) Tampoco habia Id en latin clésico. La tercera palabra de nuestra lista se pronuncisha eatéllere, con dos eles, 0 més bien con una ele prolongada, que en latin vulgar acabarfa pronunciéndose mas 0 menos como esa elle “espafiole” que en el idioma actual tiende a desaparecer, pues son mino- ia quienes —en el norte de Espafia, en Bolivia y otras regiones sudame- rieanas— distinguen ain entre cayo y callo, entre haya y halla, El verbo eatillere deseparecié, pero la doble ele de callum y callem se convirtié cn Ia elle de eallo y calle, Las palabras vulgares *caballu(m) y *rotella se parecen ya a caballo y rodiella, En nuestra lista hay otras cuatro “fuentes” del sonido ll: 1) *plicare produjo Hegar, tal como pluvia y plorare produjeron Uuvia y Horars 2) *elamare produjo Hamar, tal como clavem produjo Have ty puede aiiadirse flamma > Uama) ; 3) *oclum y *oricla se pronunciakan apro- ximadamente OKLLU y OREKLLA (el sonido IZ no se conservé en este caso en espafiol, pero si en portugués) ; 4) *muliere(m) y *tripatiars segura- mente se pronunciaban ya en latin vulgar MULLERE y TREPALLARE 0 TRE- PALLARE (también esta elle se conserva en portugués). La entreda de fi, otro sonido inventado por el latin vulgar, tiene una historia parocida, Ast como caballu se pronuncié caballo, asi *nin-nu se pronuncié nites asi como la pronunciacién de muliere estaba ya cerca de la de muller, ast Ia de *vinia y *ordiniare debe haber andado ya cerca de la ce vita y ordefiar. El verbo *comédere no es ereacién del latin vulgar: existia ya en latin dlasico al lado de la forina simple édere, pero el latin valgex de Espaiia olvid6 la forma édere y se qued6 sélo con la forma comédere (pronuncia- da ya, seguramente, comére). Es como si el prefijo com- hubiera servido de refuerzo o puntal para un édere cuya -d- iba desapareciendo. Otras veces son los sufijos los que sirvieron de refuerzo: *aviola y *tertia- viu(m), por ejemplo, muestran la adicién de los sufijos -ola y -aria. EL sufijo de diminutive ‘ulus, ula que se ve en la palabra rétula (literal- t EL LATIN VULGAR, ® mente ‘ruedecilla’) dejé de ser productive: on latin clésico, vétulus y ‘murioula eran diminutivos de vetus y auris, 0 sea que significaban ‘vieje sito’ y ‘orefita’, pero en latin vulgar significaban simplemente ‘viejo! y ‘orejae. (También oveja, canijo, oguia y rouchas otras voces expafiolas proveden de diminativos en ‘ulus, “ula que perdieron au fuerza de ei Prfieacién,) El sufijo de diminutivo que prosper en Jatin vulgar fue villus, ella: en vez de rétula se dijo *rotella. (En tiempos de Probo se “firte normalmente passarellu, donde ya aleteaba nuestro pajarillo.) ‘Al lado de las palabras del latin clésico que, con transformaciones como las que acuban de verse, siguieron vives en el latin vulgar, hay cp nuestra Lista muchas que desaparecieron y freron sustituidas por otras. Las transformaciones obedecen por lo comén a “reglas” faciles de formu. lan, 9 act, generalizando, decirmos que todas las sflabas e2/ct y ge/gt fl latin elisico cambiaron de promunciacién en el vulgar, o que la {se hizo d en casas como mutare y patrem (*mudare, padre), pero tivo ‘otra guerte cttsndo estaba seguida de i tons, como en *fortia (FORTSIA), y hasta podemos asegurar que *pdssarue “debi6” haberse transformado bn pasro (0 parro) y que Ymure caccu “debi6” haberse quedade en ‘muarciggo. En cambio, es imposible reducir a “reglas” cl fendmeno de la desaparicién de palabras y su sustitucién por otras que antes no existiany © exkstian pero significaban algo distinto, Se trata de episodios aislados, impredecibles, sin conexién entre unos y olzos. Pero pedemos vislumbrar Giertas tendencias. Por ejemplo, en la creacién de *altiare y *fortia (y fn la consiguiente desaparicién de extdllere y de vis) tiene que haber contado poderosamente 1a conveniencia de vineular ese verbo y ose sus- tantivo con los sélidos adjetivos alrus ‘alto’ y fortis ‘fuerte’. Pero geémo explicar la aparicién de "spatha? ;Esnobiemo de los militares? La pale- bra spatha ce tom6 del griego, donde signifieaba ‘pala’ y también “espx da’, aunque no cualquiera, sino ‘la ancha y larga’ como pela. En todo caso, ef fendmeno que nos interesa aqui no es la simple edquisicién de una palabra, puesto que todo vocabulario esté en continuo proceso de cre- cimiento, sino el hecho de que esa spatha recién Negada haya dejado fuera de combate a los clisicos gladdius y ensis y haya quedado en toda Ja Romania como la designacién general de ‘la espada’ (cualquiera: tam ign 1a no larga ni ancha). En algunos casos tiene que haber habido inicialmente una intenciGn ir6- nica o humoristica, En vez de domus mea ‘mi casa’, dio en decirse mea 0 A LENGUA DF 10s ROMANOS casa ‘mi cabafia’ (‘mi bohio’, ‘mi jacalito’, ‘mi humilde morada’), aun- que fuera una casa hecha y derecha. En vez de caput ture ‘tu cabeza’, dio en decirse tua testa ‘tu cacharro’ (‘el pedazo de olla o de maceta que pareces tener donde Jos demés tenemos la cabeza’). No deja de ser eurio- s0 que testa haya quedado como la designacién normal de ‘la cabeza’ en casi toda la Romania: italiano testa, francés téte, ete. En espafiol arcaico se dijo riesta ademas de cabeca (que no viene del clisico caput, sino del vulgar capitia). De la misma manera, al principio *fabulare era ‘decir boberias o patrafias’, ‘parlotear’; *eaballus era el ‘penco’, el ‘matalote’s y “rostrum era ‘el pico” de un ave, ‘el hocieo’ de un cerdo. Ademis de la intencién chistosa —parecida a la de testa ‘cabeza’—, puede descubrirse en *rostrum uno como afan de precisién o de Enfasis: ol pico de un péjaro y el hocico de un puerco son ‘rostros’ en forma “pro- inente”. Hay varios eacos asi en nuestra lista. Es razonable decir que la palabra *tota suplanté a nuptiae porque el aspecto mas sobresaliente de una boda son los compromisos que contraen los novios: *0ta acabé por significar ‘la boda’, pero en latin clasico significaba sdlo ‘las prome- sas’ (cualesquier promesas). Para el concepto de ‘Megat’ se adopts el ver- bo *plicare, mucho mas concreto y dramatico que el neutral pervenire (compuesto de venire) : plicare significaba propiamente ‘artibar (por fin) 4 puerto’, ‘atracar’. Y *clamare no era un ‘lamar’ asi como asi, sino un ‘llamar a grito pelado’; pitaccium —palabra tomada del griego— no era fragmentum de algo, sino la ‘tira que sobra’, el ‘colgajo'; *praecun(c)- tare —forma “incorrecta” que tomé el verbo clisico percontari— no era simplemente ‘preguntar’, sino ‘someter a interrogatorio’ como ent una ave- riguacién judicial; *serare no era ‘corrax’ de cualquier modo, sino con. sera, 0 sea con ‘cerrojo’; *rugitus no era un genérico ‘ruido’, sito el ruido més impresionante, el que hiela la sangre, el ‘rugido’ del leén; *quaerere (pronunciado cuénene, y luego KERERE) no era un simple ‘querer algo’, sino *hacer indagaciones o bisquedas’ para lograrlo. Una sustitucién pin- toresca es la de invenire por *afflare, verbo que al principio denotaba el ‘resoplar del perro al dar con la presa’, un ‘hallar’ sobresaliente, rui- dosamente expresivo. (EI perro, viejo compaiiero del hombre, influyé también en la creacién de los verbos regafiar y engaftar. El verbo gannire, que dio gaitir en espafol, sinificaba en latin no sélo ‘ladrar’, sino tam bién ‘tefunfufiar”, Para explicar la forma regafiar, que originalmente significaba ‘mostrar los dientes’ en sefial de enojo, hay que postular un verbo latino-vulgar reganniare, hecho a base de gannire. La forma in- gannare, también procedente de gannire, y también hipotética, signifi- EL LATIN VULGAR st caria primero ‘ladrar’, luego ‘echar pullas’, y finalmente ‘burlar’, ‘en- afar’. i rer padre, madre, abuelo y abuela son normales en todo el dominio actual de la lengua espafiola. Hay, sin embargo, zonas —geogré- fioas o sociales— en que es “mas normal” sustituirlas por papd, mamd, abuelito y abuelita, al grado de sentirse malsonantes por duras (por ca- rentes de matiz afectivo) las cuatro primeras. Asi, la gente de Hispania se acostumbré a lamar *aviola (‘abuelita’) a la avia (‘abuela’), de tal modo que avia desaparecié, eayd en desuso. De tanto imitar, al hablar con el nifio pequefi, los balbuceos del propio nifio —su ne-ne, su e- fie, ete.—, ae olvidé por completo la palabra clasica puer: el nombre del nifio pasé a ser *ninnu(m). Ast también, *cordériu(m) no fue al principio cualquier cordero, sino ‘el tardio’ (el mas provocador de ter- ura), ni *jocu(m) cualquier juego, sino el que consiste en ‘broma’, en ‘chiste’, La palabra *germanu(m) era al principio un adjetivo que signi- ficaba ‘auténtico, verdadero’; frater germanus era el hermano genuino? (no el medio hermano, no el hermanastro) ; pero el adjetivo se sustanti- v6, y germanu y germana acabaron por no significar en Hispania otra ‘cosa que ‘hermano’ y thermana’: frater y soror quedaron en olvido, mien- tras que en Italia siguen viviendo en las formas fratello y sorella. (La h- de hermano es adventicia y nunca se pronuncié; en la Edad Media se es- cribfa ermano; en portugués es irméo.) He aqui, por tltimo, otros tres casos curiosos. El verbo *ordiniare fue, a todas luces, invento de los ordefiadores, pues sélo pare ellos podia ser significativo el ‘llevar el orden’ de las cabras 0 vacas ordefiadas; el caso es que la gente fue olvidando el clésico verbo mulgere en favor del “tec- nicismo” *ordiniare. (El viejo mulgere subsiste en el portugués mungir y en el asturiano esmucir.) El verbo *tripaliare, por su parte, tiene que hhaber sido invento de los trabajadores, en una época en que todos los trabajos duros eran'realizados por inmensas muchedumbres de esclavos. El tripalium era un cepo o instrumento de castigo para esclavos insumi- 08, hecho de tres palos, como su nombre lo indica, y *tripaliare era ‘padecer el tormento del tripalium’. Pero, aun no castigados en el cepo, Ja vida de los esclavos era una tortura, y asi *tripaliare acabé por signi- ficar lo que en latin clésico era laborare: ‘trabajar’. (Entre tripaliare y el modemno trabajar hay que situar una forma intermedia, treballar.) El Yerbo tripaliare se dijo en todo el imperio romano, al lado de laborare. Pero labrar, descendiente espafiol de laborare, no signified ya ‘trabajar’, sino ‘arar’ (trabajo masculino protot{pico) y ‘bordar’ (trabajo femenino 2 LA LENGUA DE LOS ROMANOS: prototipico). Finalmente, la palabra *matiana nos muestra ua fendmeno que parece més propio de los imperios mercantiles del siglo xx que del viejo imperio romano. El nombre de la manzana era malum, pero un tra- tadista de agricultura, Caius Matius, contemporéneo de Cicerén, dio pres- tigio a cierto tipo de malum que en honor suyo —y quiz 2or razones de propaganda o mercadoteenia— ce Ilamé matianu: los mala matiana (mala es plural de malum) eran al principio las manzanas “por exce- Tencia”, y acabaron por ser cualesquier manzanas. La pronunciacién del latin vulgar, MATSIANA, era ya casi la de macana, como se desia en espa- fiol arcaico. (De manera no muy distinta, hacia 1930, todo graméfono © tocadiscos se Hama vietrola: originalmente, Victrola sélo habia sido una de las varias marcas de graméfonos.) En toda esta serie de sustituciones que hemos visto, desde *altiare y *fortia hasta *tripaliare y *matiana, hay un rasgo comtin: una como ne- cesidad de mayor énfasis, de mayor expresividad. Brotan muevas palabras porque las anteriores se sienten demasiado pilidas o neutrales: * pitaecium es mucho més enfatico que fragmentur, y *plicare mucho mis expresivo que pervenire. Pero, a la larga, lo que fue novedoso acaba por haccrse neutral a su ver; si toda una sociedad acoge la innovacién, ésta “se lexi- caliza”, pasa a formar parte del léxico o diccionario comin de le lengua. En los dltimos afios del latin, iniciada ya la Hamada alta Edad Media, se difundié Ia leyenda de San Martin de Tours, el que partié en dos su capa (cappa en latin vulgar) y le dio la mitad a un pobre desnudo que results set nada menos que Cristo; comenzaron entonces a levantarse, primero en Francia y Iuego en el resto de la cristiandad, iglesitas y mis iglesitas, cada una de las cuales alardeaba de poseer 1a cappella o mnedia capa (cappella es el diminutive de cappa) con que el santo habia remediado Ia desnudez de Cristo: tal es el origen de la palabra capilla. Pero al cabo de poco tiempo dejé de haber asociacién entre una capilla y San Martin, EL LATIN VULGAR 3 no eran tres, como en espafiol, sino cuatro, cada una con sus muchos tiempos verbales, marcados por sus respectivas desinencias. Y habia de- sinencias no sélo para la voz activa, sino también para la voz pasiva: ‘emamus ‘amamos’, pero amémur ‘somos amados’. Més atin: habia una tercera voz, llamada “deponente”, pasiva por su forma y activa por su significado: pese a su desinencia -ur (de vou pasiva), iitimur no quiere decir ‘somos utilizados’, sino ‘utilizamos’. El latin vulgar eliminé mu: cha de esa superabundancia y simplifies enormemente la maquinaria del verbo. Los graméticos, como Probo, tuvieron amplia materia para sus censuras. Imaginemos que, en vez de “yo quepo, ti cabes ...” y de “yo cupe, tt cupiste ...”, muchos hablantes adultos dijeran en nuestros dias “yo eabo, tu eabes ...” y “yo eabf, ti cabiste...”, que es como dicen constantemente los nifios en tado el mundo hispinico. Los gramaticos pon- drian el grito en el cielo. Bien visto, las formas yo cabo y yo cabi son las preferibles: satisfacen ese como apetito de clarided, simplicidad, regu- laridad y légica, tan trabado con lo que Hamariamos instinto lingiiistico. Los nifios tienen razén, Sus padres y macstros, que hasta ahora hemos impedido que yo cabo y yo cabi se generalicen, estamos atentando contra la realidad Tingiiistica en nombre de otra cosa, que Hamamos “educa- ida”. Pues bien: lo que nos muestra el latin vulgar es que la masa de los hablantes carecfa colosalmente de “educacién”; sus masivas “‘inco- rreceiones” invadian de tal manera el campo todo del verbo (habria que imaginar mil casos andlogos al de yo cabo), que al fin Ja estructura clisica se vino al suelo. Pese a los clamores de los graméticos, muchos verbos alteraron hasta la forma del infinitiva: audere se hizo *ausare, posse se hizo *potere, uti se hizo *usare (y titimur fue sustituide por uusamus, ete.). Desaparecieron del todo las flexiones de la voz pasiva (y de la deponente). Sélo se salvaron, y no en su totalidad, las desinen- cias verbales —modo, tiempo, nimero, persona— de la voz activa. En espafiol, son apenas siete las formas que contimian las del latin clasico: canto, canté, cantaba, cante, cantara, cantase y cantare (y esta ultima, futuro de subjuntivo, de hecho ya es una forma muerta). Todas las otras Proceden de las “incorreeciones”” del latin vulgar. Por ejemplo, cantaré | como dejé de haberla muy pronto entre la manzana y el oscuro Caius Matius. (El primero que hablé de un cielo encapotado, imagin6 el cielo como una cara grandiosa cubierta con un giganteseo capot2 de nubes. t Hoy, el adjetivo encapotado ha perdido toda expresividad; y ademés, los ceapotes se van haciendo raros.) Veamos ahora algunos cambios morfolégicos, comenzando con las for- mas verbales. El verbo latino eldsico era una parte de la oracién muy compleja, muy abundante en formas. En primer lugar, las conjugeciones Viene de la forme compuesta cantare habeo, literalmente ‘cantar tengo’, © sea ‘tengo que cantar’. (Todavia en el siglo xvr se sentfa cartaré como forma compuesta, separable en sus dos elementas: cantar -+ he, del verbo haber. Se decia normalmente “‘cantarte he una copla”.) Otras flexiones Verbales del latin clasico se sustituyeron con el verbo habere + participio Pasivo: en vez de eantdveram so dijo *habeba(m) cantatu(m), literal- st LA LENGUA DE LOS ROMIANOS mente ‘tenia cantado’, Al mismo tiempo, el verbo esse ‘ser’ + participio se encargé de sustituir todas las desinencias de la vor pasiva: en vez de amébar se dijo era(m) amatu(m) ‘yo era amado’, etc. Por otra parte, en Ja mayor parte de Hispania quedé completamente desmanteleda la ter- cera de las cuatro conjugaciones clisicas, cuyos verbos pasaron a la se- gunda (légere > *leyére) 0 a la cuarta (scribere > *scribire). Las flexiones nominales del latin clisico corrieron en el letin vulgar una suerte peor atin que las flexiones verbales. 0, para decirlo desde un unto de vista positive, les escolares de habla espafiola que hoy sufren al “tripalium” del aprendizaje de nuestras tres conjugaciones (y de los complicados verbos irregulares) debieran agradecerle al latin vulgar el haber casi arrasado con las cinco declinaciones clisicas de los sustantivos y adjetivos, cada una con seis y hasta siete “casos” del singular y otros tantos del plural, y una de ellas, la tercera, plagada de endiabladas va- riantes y excepeiones. Las dnicas desinencias que se selvaron fueron las de género y mimero. Uno de los rasgos caracteristicos del latin vulgar es su tendencia a decir analiticamente (en dos 0 mas palabras) lo que el latin clisico decia sintéticamente (en una sola). Cicerén habria sonreido si alguna vez. hubie- ra ofdo Yolorem de rosa en ver de odorem rosae. Para él, la funcién de genitive estaba englobada en la desinencia -ae, En latin clasico, la simple -e de integre ya denotaba que la palabra era adverbio y no acjetivo. Ast también, el -fssimus de altissimus y el ’-ior de piilchrior ya indicaban, respectivamente, grado superlative y grado comparativo. En :odos estos casos el latin vulgar tomé la via analitica: *olore(m) de illa rosa, *inté- gra mente (o sea ‘con intencidn entera’), *multu(m) altu(m), *magis. formosu(m). (También en latin elisieo existia formosus ‘hermoso’, pero el comparativo era, por supuesto, formésior.)* * EI latin volgar xo mantuvo eon vida ‘elior/peior ¥ maler/minar —o sea melira/m)/peiore(m). ete perdido’ su faerza: cor una cosa “mayor que” otra ha sido y sigue siendo lo mismo que ser Inds grande, ie. Las parejas anterior/posterior, inferor/exterior superor/infrir, que mw Fieson en latin vulzar,roriteron con eu ploss forma latina en época rlativamente moderna, pero con sa fuera comperativa bastante ateniads: ao ablo 00 decimos gue una ecea es ¢ tata HOptovier gue” otra, igo que sulen oie y leere cxpresiones como. “mds inteiee” 0 tupecior’ inadmietbles para un gramétlon eatreto, ya gun, siendo fnterir “mds interno! y supe- “mnie allo, sera disparate decir * slo", Es edad que tan rejor/peot ¥ mayor/menar 20 3680. neorretamente” en el nivel popular © calo- suial: no es rara oir que tne core es “mde msjor” quo otra, 0 que fulano es "mty mayer” (ya Gonzalo de Bereco, en al siglo 2m, esribla mie major). —— Algunoe comparativs cliseae re sstantiraron en Invi vulgat y medieval: de seniore(m) ‘miés ancisno’ viene seer; de pricre(m) ‘mnie delantero” viene prior "Tambign fae tardia Ia tosdopeién del sine de nuestros euperlativs sinttion, En ellce ce ‘que. doe parejas de comparativos “cntéicee": ue Hasta Ia fecha no han | EL LATIN VULGAR 55 ‘A propésito de *magis formosu(m), no estar de mas recordar que nuestra lista recoge de preferencia los fenémenos ocurridos en Hispania. No en todas les regiones del imperio tuvieron éxito las mismas “‘inco- rreeciones”. En todas partes se dijo “caballu(m) en vez de equus y *ori- cla en ver de auris, pero no en todas pattes se impusieron *comédere y *matiana, por ejemplo. El italiano nozze y el francés noces muestran que no en todas partes desaparecié muptiae en favor de *vora, Ademés, el auge arrollador del latin vulgar, aquello que hizo que las “incorreceio- nies” se convirticran en “lo normal”, contra la “norma” purista ¢ inane de los gramiticos, coincide con esos siglos de inmense conmocién politica y social que presenciaron el resquebrajamiento y final colapso del im perio romano de Oceidente. Roma fue haciéndese cada vez mas impo- tente para afirmar su dominio en zonas ya ocupadas por los pueblos det Norte, y la “norma” del latin hablado en la Urbe fue alejéndose cada vez mis de los usos de las Galias, de Panonia, de Africa, de Hispania, eteéiera. En otras palabras: no hubo un latin vulgar, sino muchos. El latin de Italia mantuvo con el de le mitad meridional de Francia una relacién més estrecha que con el de ninguna otra zona del imperio. Algunos han calificado este latin franco-italiano de “menos ristico” o “mis metropo- litano” que el de las demas zonas. Lo cierto es que la idea de ‘mas her- moso’, en el latin vulgar de Italia y Francia, no se expres6 con las pa- labras *magis formosu(m), sino con otras muy distintas: plus bellus (italiano pit: bello, francés plus beau). En la preferencia por *magis formosu(m) nos acompafia el rumano (mai frumés). En la preferencia por *quaérere nos acompata el sardo, donde existe 1a arcaica forma Kérrere (en cambio, italiano volere, francés vouloir). En la preferencia por *afflare nos acompafian el dalmata aflar y el rumano afla (el latin franco-italiano adopté una expresién més intelectual, tropare, de donde vienen trovare y trouver). Y en la preferencia por *fabulare —o quiza Inds bien fabellare— nos acompafia, inesperadamente, el romanche, don de *hablar” se dice favler (el latin franco-italiano prefirié parabolare, de donde proceden parlare y parler). Una iiltima ohservacién, sobre el orden de las palabras dentro de la mmantiene firme la fuersa euperltiva: cuando ofmos que algo ex “muy scbracsime” o “tan alti- sino”, subemos que se trata de expresionce ancrmelas (exageracioner momenténess). Lo mismo ay quo decit de, lov pocos terminados en -érrimo, como pulguérrina (latin elisice pulehirr nas “hemos, cormpendete al cmpraie ltr). Otros seats liscos de Auopeiin reciente ton infimus, incimus, mésinus/minimas y dptimus/pésinus (oterpondion- tes a oe comparative infeier, interior, maior/miuor y melior/pelor). Algunes de ellos Genden 8 perder su fea superlatira’ aunque los gramiticne pongen cl grita en el cielo, son normales ‘expresionos “muy iatimo” y “el més minima dotalle’ 6 LA LENGUA DE LOS ROMANOS frase. En esto hubo siempre una gran distancia entre el latin literario y ¢l latin eoloquial. En el primero abunda el hipérbaton, o sea la inter- posicién de material lingiistico entre dos términos relacionados por el sentido y 1a concordancia (carieaturescamente “‘en una de fregar cays caldera” en vex de “cays en una caldera de fregar”). Traducir a cual- quiet lengua moderna, no diganios a poetas como Virgilio y Horacio, sino 4 prosistas como Cicerén y Técito, supone un previo esfuerzo (o un hibi- to) de reacomodo de las palabras. En el hermoso verso de Vi-gilio, “si vestrem tenui musam meditaris avena”, estan entreveradas una con otra Jas expresiones silvesirem musam, ‘la musa que vive en los aosques', y tenui avena, ‘eon una delgada flauta’. El latin cologuial nunca eonoeis esa refinada anarquia, y escrito tardios como la regla monfstiea de San Benito (siglo vt) abandonan casi del todo semejantes saltos sintfcticos y reproducen ya, evidentemente, el orden Iano que se usaba en la len- gua hableda, La regla de San Benito dice, por ejemplo: “Ad portam monasterii ponatur senex sapiens, qui sciat accipere responsum et rédde- ze, el cujus maturitas eum non sinat vagari”. Afadiendo articalos y pre- posiciones donde hacen falta, esta oracién puede traducirse palabra por palabra al espatiol actual: “A le puerta del monasterio péngase tn ancia- no sabio, que sepa recibir recados y dazlos, y cuya madurez no lo deje divager”. La Gnica alteracién en el orden de las palabras es la del final, eum non sinat (primero el pronombre eum y Iuego la negacién), tradu- cido por no lo deje (primero la negacién); pero en espa blll aie B :); pero en espafiol antiguo se Lengua culia, lengua vulgar y lengua semiculta No hay que olvidar, sin embargo, que la regla de San Benito es un texto cullo. Por més que su construccidn o sintaxis se haya simplificado, los materiales de Ia construccién no estin tomados de labios de Ia gente italiana del siglo vi, sino de la tradicién escrita, Comparado con la len- gua hablada en ese siglo, el latin de San Benito es muchisimo més arti- ficial que el Ienguaje juridico de hoy cn comparacién con el espafiol comin y corriente, Un reglamento persigue —o finge perseguit— la cla- ridad, pero también Ia permanencia; por eso evita el terreno moveilizo y fluetuante del lenguaje hablado y se refugia —o pretende refugiatse— fen una sintaxis y hasta un vocabulario més “hechos”, mis “corsagrados”, © sea mis tiesos y académicos. (Por ejemplo, en los textos jaridicos de LENGUA CULTA ¥ LENGUA VULCAR st hoy persiste ese futuro de subjuntivo, “el que impidiere w obstaculiza- po...” que nadie en st sano juicio emplearia al hablar. Y aunque desde hhace siglos todo el mundo dice hoja, sin pronunciar Ia f-, en el petrifi- cado lenguaje notarial persiste el arcaismo foja.) Cualquicra entiende la Gistancia que media entre todo lenguaje téenico y el habla de Ja gente, pero esa distancia esta exageradisima en el latin de San Benito. Las palabras que se han leido siguen aferradas a unas normas de correecidn {que en esa época no practicaban sino quicnes sabian leer y escribir. Co- menzando con la palabra porta (siendo asi que la gente decia puorta), todo ese latin es lenguaje escrito: subsiste la voz pasiva, que ya nadie tusaba (en vex de ponatur se decta sit pésitum, o mis bien algo como sia postu), y subsiste también la vox deponente, que hacia mucho habia que- dado ssimilada a la activa (no se decia ya vagari, sino vagare). Ahora bien, en esos afios en que Ia unided lingiifstica del antiguo im- perio romano est en pleno colapso, quieres saben leer y escribir son una minoria cada vez mas pequeia —justamente la minorfa cuyo ser ¥ que- hhacer esta instituyendo la regla de San Benito, fundador del monasticis- mo occidental. La escisién entre cultura “superior” y cultura popular, que en el siglo 1 equivalia grosso modo a la escisién entre patricios paganos y plebeyos cristianos (el cristianismo, “religion de esclavos”), se ha intensifieado ahora, slo que ehora Jos términos son otros. Los man- tenedores de la integridad y la unidad del latin en sus formas escritas vvan a ser los monjes, mientras las masas populares de los paises romé- nicos hablan una lengua cada ver més alejada de la gramética y el voca- bulatio “correctos”. Mas de un siglo antes de San Benito, una mujer Hamada Eteria (zo Silvia?), quiz espafiola, escribié un relato del viaje que hizo a los santos lugares de Palestina, en una Tengua que retrata infinitamente mejor que la de San Benito la realidad de su tiempo: en la Peregrinacién de Eteria (fines del siglo 1v) hay formas ya inequivoca- ‘mente espafiolas, como tenere consuetiidinem ‘tencr costumbre’ y subire montem ‘subir un monte’, En tiempos de San Benito, los rasgos del pro- toitaliano, el protofrancés, el protoespafiol, etc., estaban mas acusados que en tiempos de Eteria, pero él escribe un latin al margen de la reali- dad y la actualidad, un latin radicalmente conservador. Hay que agregar que el cristianismo, como el judaismo —y el isla mo més tarde—, fue una “religién del libro”: en él, los textos escritos tuvieron un peso incaloulablemente mayor que en la religién grecorro- ‘mana (la cual nunca tuvo “eredos” ni “‘catecismos”, y desde los origenes prehistories hasta los primeros siglos de nuestra era habia estado en 38 LA LENGUA DB LOS ROMANOS continua transformacién). Ala fuerza frenadore de lo gramatical se afa- 4i6 Ia fuerza inmovilizadora de lo sagrado, de lo sacramental. El latin eclesifstico, ejemplificado por la regla de San Benito, pudo asi mante- nerse como tn bloque de cemento a lo largo de la Edad Media, mientras fuera de las escuelas monéstions y catedralicias la gente hablba una lengua cada vez mas diversificada. También hay que afiadir la fuerza paralizadora de lo juridica: otra de las zones de conservacién 0 estanca- miento del latin son los documentos notariales de la Edad Media. El latin cristiano recibié una nueva avalancha de voces tomadas del griego: evangélium, dngelus, propheta, apéstolus, mértyr, episcopus, didconus, ecclesia, basilica, baptizare, etc., etc. Dado el estado de desgas te o evolucién de la lengua hablada, estos extranjerismos resulteban diff ciles de pronunciar. De manera esponténes e inconsciente, al asimilar esas voces tan usadas en la nueva religién, el pueblo hacfa por edaptar- las a los moldes del latin vulgar, del latin eotidiano (muchas de elas son esdréjulas, y en Iatin vulgar, como se ha visto, desaparecen las voeales 6 silabas peniltimes de los esdrdjulos). Pero la adaptacidn a los moldes familiares estuvo frenada en estos casos por los encargados de mantener la doctrina —o sea, a partir de San Benito, por los monjes, esos hombres, que durante siglos fueron de hecho los dnicos que, en el Occidente euro- peo, conservaran el hébito de leer y escribir. Los monjes, lectores de los monumentos latinos del pasado, pronunciaban las nuevas palabras greco- latins “con todas sus letras”, tales como consteban en textos que el vul- go no lefa. ¥, como la ensefianza religiosa era la nica que se impartia en forma organizada a todo el pueblo, el resultado fue que esas palabras, controladas por los restores de la cultura, no se romancearon como las, dems, o se romancearon de manera incompleta. Buen ejemplo de esto os Ia palabra monasterium (esdrijula: monasté- rium), wansplante latino del monastérion griego. Podria pensarse que monasterium no ofecia dificultad de asimilacién, pues existia ima pala- a casi igual, y ademés cien por ciento latina, ministerium, que signi- fieaba ‘oficio” u “obligacién’. Sélo que el vulgo, en la Hispania eristiana, no pronunciaba ya ministerdum, sino algo que se iba pareciendo a menes- ter y a mester. De haber quededo sin control, abandonada a la esponta- neidad de los heblantes, seguramente la palabra monasterium estaria hoy convertida en algo como moster. Pero el monje no sdlo lefa en Ja quiemd de su celda frases como la antes citada, “Ad portam monasterii ...”, sino que al dirigirse al pueblo, al ensefiar, decia también monasteriu(m), y fue esta forma latinizante, producto de cultura, la que acahé por inponerse. LENGUA CULTA Y LENGUA VULGAR 8 (Un pequefio avance de vulgarizacién, monesterio, como se dijo en la Edad Media, no pas6 més alla del siglo xv.) Por otra parte, los mismos que mantuvieron Ja palabra monaste- riu(m) reintrodujeron también en su integridad latina 1a palabra minis: teriu(m)s aplicada al ‘oficio’ u ‘obligacién’ de los eclesidsticos, y asi ninisterio recobré vida en su esfera religiosa y culta, al mismo tiempo ‘que menester y mester vivian en sus otras esferas. eed ‘La palabra monasterio y Ia palabra ministerio son “cultismos”, sim- ples adaptaciones de las voces latino-eclesidsticas, algo asi como plantas ve invernadero, Las palabras menester y mester son “vulgarismos”, des- Gendientes de_ministerium pulidos durante siglos a fuerza de vida autén- tica: plantas naturales, criadas fuera del invemadero, La palabra lantén, hombre precisamente de una planta muy vivaz y no cultivada por nadie, te un vulgarismo tipico, y tan resistente como Ja planta misma. A partir de plantézinem (prouuneiado PLANTACUINEM en latin clisice) se fue ransformando durante siglos por el simple hecho de estar viva en labios de Ja gente: PLANTAYINE, PLANTAINE, LLANTAINE (para el eambio pl- > Jxecerdemos plicare > Iegar), LLaNramn, Nantén —y Finalmente YAN- TEN (que es como yo ¥ 1a mayoria de los hispanoheblantes decimos, aun- {que sigamos eseribiendo Uantén). En eamobio, 1a pelabra vordgine es un ultisin tipico: se tomé directamente del latin en época moderna. En latin Mésico, plantdginem y vordginem eran voces morfolégicamente idénticas. Si hubjeran seguido asi —esto es, si vordginem hubiera seguido en uso constante—, hoy diriamos de seguro vorén o borén (como Ilantén), y vordgine nos seria tan ajena como plantigine. La palabra vordginem ca- recié de “romanceamiento”. Y el patrimonio de Ja lengua espafiola, st ‘caudal basico, est constituido por las voces del latin que se romances ron, 0 sea por los vulgatismos. Los cultismos son adicién, serecenta- riento. Caltismo y vulgarismo, por lo dem@s, no son sino la expresién Tingtifs- tica de la milenaria antinomia entre arte y naturaleza, entre artificio y naturalidad. Idealmente, lo que hace el arte es imponerse a Ja vida brata, refinar al hombre, civilizarlo (Apolo triunfante de Ia serpiente Pitén). Idealmente, también, Jo que hace la naturaleza es reafirmar una y otra ver In primacia de la vida (revoluciones culturales que, contra los privi- Tegios asumidos por el arte, reivindican la excelencia de lo natural). De hecho, aqui la antinomia arte/naturaleza —o innovacién/tradicién, como podria también decirse— acaba siempre por resolverse en una especie de equilibrio. El caudal bésico de palabras “naturales” (como Wantén) o LA LENGUA DE LOS ROMANOS coexiste en nuestra Jengua con las muchas palabras “de arte” que se le han ido afiadiendo (como vordgine). Desde los tiempos del Jatin vulgar o protorromance hasta el dfa de hoy, en efecto, los cultismos de origen latino clisica han sido un injerto constante, Aparecen ya en los primeros documentos eseritos, y no dejan de entrar mis y mas. La lista de las pégs. 43-44, muestra en su primera columna mas de medio centenar de palabras clisicas abandonadas o “de- formadas” por la lengua vulgar. De no haber sido por los eueesivos injer- tos latinizantes, todas ellas serian hoy incomprensibles para un hispano- hablante. Pero es claro que cualquier lector, sin necesidad de haber aprendido latin, puede entender la mayor parte de ellas. Alli estin fri- gido, integro, auricula, fragmento, interrogar, estrépito, laborar, nupcias, cultismos adoptados en época moderna —generalmente a partir del si- glo xvi—, pero que han aesbado por formar cuerpo con las veces roman- ceadas, las patrimoniales, las que siempre se dijeron, Alli estén también vespertilio y pigricia, de poco uso, pero que figuran en los diceionarios. All esté altisime, con esa desinencia de superlativo que el latin vulgar abandoné y que el espafiol (a diferencia del francés) ha vuelte a poner en plena actividad. Alli, finalmente, hay un buen niimero de voces no readoptadas en si, pero reconocibles por otras de la misma familia: no decimos invenir, pero st invencién; no decimos mutar, pero conocemos conmutar; parietem nos hace pensar en parietal; equus, en equitacién; fraier y puer, en jraternal y pueril. Los dos nombres de la espada yen. cidos por *spatha son reconocibles en palabras botinicas que se refieren a hojas en forma de espada: ensiforme, gladio, gladiolo, La forma dla- crem, desterrada por *alécre(m), subsiste en alacridad, Desaparceié dé: minum, pero decimos dominio y dominar; desaparecieron éculum y loqui, pero decimos oculista y elocuencia. Ete., etc. Todas estas formas, desde frigido hasta elocuencia, son cultismos. Pala- bras tan corrientes como simular y ferroviario, como exhibicién y contem- pordneo, o como dnimas del purgatorio, son cultismos puros, voces latinas no cocinadas por el romanceamiento, Si entraron y siguen entrando en Ja lengua es porque sirven, porque son precisas. Cuando hizo falta pala- bra para designar el cultivo de la vid, se acudié al latin, y con iis “vid” y cultura ‘cultivo" se formé viticultura. Cuando hizo falta adjetivo para deseribir figuras parecidas a Ia del huevo, no se partié de huevo, sino del latin ovum, y se acuiié oval. No se dice tiniebloso, sino tenebroso, latin tenebrosus; no se dice suefiiaportader, sino somnifero, latin sonmiferun (Como el latin siguié siendo la “lengua de cultura” por excelensia hasta LENGUA CULTA ¥ LENGUA VULGAR a bien entrada la Edad Moderna, la mayor parte de estas palabras pertene- cen al vocabulario internacional. En la mayor parte de Tos casos, no fue ‘cl espafiol la lengua en que por primera vez recobraron vida.) ‘Al introducirse el cultismo ministerio ya existia en el latin habledo, como hemos visto, una forma “vulgar” (algo asi como menesteru) de donde proceden menester y mester. Pero el cultismo se generalizé, y vino ‘asi a formar una especie de duplicado con el vulgarismo: su “doblete alto. Una ojeada a estos “dobletes” cultos, aunque sea somera, nos en Sefia mucho acerca de algo tan esencial en La historia de nuestra lengua como es su relacién con el latin. En le siguiente lista hay primero una serie de palabras: articulo, aténito ..., etc, todas ellas (salvo pigricia) bien conocidas de los lectores, esto es, parte normal de Ia lengua, y todas cllas cultismos introducidos tardiamente, esto es, dobletes de otros tantos vulgarismos. En seguida, entre paréntesis, va Ia respectiva palabra latina st descendiente “auténtico”, 0 sea el vulgarismo, la voz madurada den- tro de Ia lengua espafiola a Jo largo del tiempo: fldccido (Cléecidus > lacio) jrigido (ixigidus > jrio) ‘gema (gemma > ‘yema) {ntegro (integram > entero) laborar (Iaborare > labrar) aiénito (atténitus > atuendo) auricula (auricula > oreja) cilido (célidus > caldo) capital (capitalis > caudal) citedra (cithedra > cadera) ceauda (cauda > cola) dlavicula (clavicula > clavija) ‘olocar {col-locare “> calgar) comunicar (communicare > comulgar) delieado (delicatus > delgado) cespétula (spitule > espalia) estuario (aestuarisim > estero) estrielo (strictus > estrecho) Jamélico (famélicus > hamelgo) fibra (Gra > hebra) Su simple forma externa les da a los cultismos un as tinto” (obsérvese, por ejemplo, la abundancia de esch Tegal (legalis > leal) litigar (itigare > lidiar) minuto (minutus > menudo) nitido (nitidus > neto) operat (operati > obrar) pelicula (pelicula > pelleja) Pigricia (pigritia > peresa) pleno (plenus > tieno) {quieto (quietos > quedo) Sumario (summsavius > somero) trunco (trunews > tronco) julos), sino tam- én “distinguido”. Son voces que parecen, en general, mis finas que los vulgarismos respectivos. Lo “distinto” y lo “‘distinguido” saltan atin més a la vista si se considera el significado. Los cultismos suelen signi- ficar cosas genéricas, abstractas, capaces de entrar en un discurso espect- lativo 0 filoséfico. Los vulgarismos designan mis bien lo inmediato y e LA LENGUA DE LOS ROMANOS concreto, la realidad familiar y casera. La palabra artéculo, por ejemplo, Disicamente ‘articulacién’ o ‘parte de un todo’, tiene miltiples areas de significacién, mientras que artejo no quiere decir sino ‘articulacién de los edos de 1a mano’ (o sea ‘nudillo’), Ast también, el significado de colo. car es mucho més amplio que el de colgar (colgar una camisa no es sing tuna de las posibles maneras de colocarla), y el uso de la palabra pelicu. 4a, tecnicismo del vocabulario bielégico y fotogréfico, es mucio mis ge. nérico que el de la palabra pelleja, cuya hechura, por otra parte, se nos antoja tan ristica, tan bueélica (ten inadecuada para las funciones enco- mendadas a pelicula). El lector que se detenga tn poco en estes dobletes podré darse el gusto de descubrir por cuenta propia Ia razén de ser de cada uno de ellos: el porqué de estricto, habiendo ya estrecho: el porqué de capital, habiendo ya caudal, ete, La operacién es sencilla: basta ver eémo se usa el cultisino y comparar este uso con el del vulgarismo. (Por ejemplo, al lado de “poseer un capital” sigue diciéndose “poser un caudal”; pero no se habla del capizal de un rio, ni de un aguila capital; tampoco se habla de pecados caudales, y no se intitula El Candal el re- volucionario libro de Karl Mars.) Para esa reflexién y comparacién podrén servir de algo las siguientes advertenci En aténito, lo que euenta es el tronido: tonare significa ‘tronar’ (Jipi- ter tonante es el que hace tronar); el prefijo ad: (adionare = attonare) afiade la idea de cereanfa: quien oye a unos metros el fragor del rayo se queds att6nitus, aturdido, En el valgarisimo correspondiente, alvendo, son de observar varios fenémenos: 1) el romanceamiento “normal” del es- drajulo Latino (diptongacién de o breve y acentuada, etc.); 2) el uso metaforico del aturdimiento: lo que es ei trueno para el desprevenido, 30 es para un hombre ordinario la pompa estruendosa (el atuendo) de tun emperador, de wn papa; 3) att6nizus tiene valor pasivo: ‘el cue queda aturdido por algo’; atuendo tiene valor activo ‘algo capaz de aturdir’; y 4) atténitus es adjetivos atuendo es sustantivo, (Hay estos ottos casos en que nuestra lengua hizo sustantivo lo que en latin era adjetive: edlido/ caldo, famélico/hamelgo, trunco/tronco.) El cultismo aurfeula se aplica a objetos que de alguna manera presen tan un aspecto de ‘orejita’, que es lo que significa la vor latina. (El cul. tismo an est en el mismo caso: en latin es diminutive de clavis ‘lave’. La palabra grecolatina cdthedra significa ‘silla’, pero con ella sucedié lo que hoy sucede con asiento, que puede significar ‘el mueble en que uno se sienta’ lo mismo que ‘la parte del cuerpo con que uno se sienta \ LENGUA CULTA ¥ LENGUA VULGAR “ (cufemisticamente, las “asentaderas”, Tas “posaderas”, ‘as destinadas a asentarse 0 posarse en una silla’). Al decir cadera, se evitaba decir ‘nal- gs”. Morfoligicamente, entre edthedra y cadera hay que poner el vulga- rismo catégra. Le pilabre latina femdlicus “harabriento? tayo su evolucién normal: famélicu > famelcu > hameleo > hamelgo. Si los diccionarios no re- gistran este resultado final, es porque la h- se pronuncia aqui como jota: jamelgo. Un caballo esquelético, imagen viva del hambre, no es caballo, sino jamelgo (y jamelgo si est en los diccionarios). ee Elealtismo gema (que es, por cierto, el més moderno de la lista) sig- nifica ‘piedra preciosa’ (latin gemma). Esto quicre decir que le yema del huevo, las yemas de los dedos, las de una planta que reverdece, se vieron como ‘lo precioso”, : El participio minutus significa ‘disminuido’ (tiene que ver con minus ‘menos’) : una boca menuda es la ‘de menor tamafio que lo normal’, Aqui Jo que se sustantivé no fue el vulgarismo, sino el cultismo: minuto es ‘pe- ddazo chiquito de tiempo’. a Es facil ver la relacién entre fldccido y lacio, ente litigar y lidiar, entre fibra y hebra, entre delicado y delgado, etc, y facil también ver {a diferencia de significado, 0 sea la razén por la cual se adoptaron Jos latinismos, Decir Jas auriculas en vex de “esas cavidades como orejitas que hay en la parte superior del corazén” resulta obviamente ventajoso para los hablantes. Pero zeuél es la diferencia “real” entre estuario y estero, entre integro y entero, entre frio y frigido? O sea: gqué necesidad habfa de introducir en estos casos el jatinismo? ,qué ventaja se obte- nfa? Estas preguntas no pueden tener respuesta categérica. Es claro que hay distintos tipos de “ventaja”, distintos grados de “necesidad”. Por algo hhan prosperado palabras como cognoscitivo y presciencia, tan enfitica- mente latinas, aunque “bien podria” decirse conocitivo y preciencia. Es claro que existe una minorfa para la cual ese énfasis latino afiade algo de significado, (A veces la minoria se reduce a una sola persona: es el caso del poeta que dice pluvia, que dice lilio, sin mas necesidad que el muy personal deseo de poetizar afin més a la Tluvia y al litio. Pero no podemos decir que pluvia y lilio sean verdaderos dobletes de Iluvia y lirio. No pertenecen a nuestro léxico.) : Finalmente, hay las palabras que no son vulgarismos ni cultismos, sino que se quedaron a medio camino, debido sobre todo a la influencia fre- nadora del latin eclesiastico. Ninguna de las mencionadas en la pag. 58 (coangélium, dngelus, etc.) tiene un descendiente plenamente vulgar. 6 LA LBNGUA DE LOS ROMANOS Buen ejemplo es justamente la palabra iglesia, que se quedé bastante cer- a del latin ecclesia, a pesar de su tendencia normal a convertirse en egri- ja, o siquiera en ilesia.* Estas palabras que se quedaron a medio esmino se Haman “semicultismos”, y también podrian Wamarse “semivulgaris. mos”. A diferencia de petra, que quedé convertida normalmente en pie- dra, el nombre Petrus se qued6 en Pedro 0 en Pero, sin aleanaar a llegar a Piedro 0 Piero; asi también ovicula y saéculum se convirtieron en cier- to momento en oviela y sieclo, pero ovicla avanzé luego a oveja, mientras que sieclo se quedé en sioglo (siglo), sin Negar a siejo o sijo, Hay cults mos que no son dobletes de vulgarismos, sino de semicultismes: asi téxi- co/t6sigo, secular/seglar, capitulo/cabildo. ¥ hay también semicultismos que son dobletes de vulgarismos: temblar, por ejemplo, se rcmanced de eno (tremulare > tremlar > tremblar > temblar), mientras que su doblete tremolar esté muy cerca de la forma latina. * La difialtad que tavo Ia palabra ecclesia pars inserarse en I Tengua espicla eat bien stestguada por la Yarledad de formas areeicas que de ella se conocen: por 3 lado ecleela, ‘ealesio, elguesia,iglojay elgueja, por otro lado igisi, egrija y aun grifa. Este hima forma ‘bo consta en documentos autigucs, pero es la que se ve ea al topénimo Grita, romances imiento de ecclesia alta, donde también el segundo elemento esti superevolucinad: alta > ‘tuta > ota, (En el siglo 3¥1 Tn forma eserta era ya igesi, pero Senta Teresa devin y esti Bia teeis) De manera patocida, loe topinimos Almonaster y Almonaeld ~-owyo pritaer ele mento, Ai, op brabe— nos mucstran dos formas vulgares de 1a palabra raonasterium, Iv LA ESPANA VISIGOTICA La soberbia capital del imperio romano fue tomada y saqueada el afio 410 por Alario, rey de Tos visigodos, el cual habia ocupado en afios an- teriores gran parte de los Balcanes y de le peninsula itélica, Esta humi- lacién de los romanos no fue sino el remate de una larga época de gue- rras cada vez més desesperadas y de intentos de negociacién cada vez ids diftciles entre ellos y los pueblos germénicos, que, después de defen- derse de los ejércitos romanos en los siglos anteriores, habian pasado a la ofensiva hasta acabar por ser duefios de la situacién. Los historiadores que se porien en el punto de vista de Roma Ilaman a esto “invasion de los. birbaros”, visigodos y ostrogodos, francos y suevos, alanos y véndalos (invasién aterradorat en muchas lenguas de hoy subsiste la palabra van- dalismo, y el vandalismo no fue propio sélo de los vandalos). Los que se ponen en el otro punto de vista lo Haman Vélkerwanderung, “migra. cién de los pueblos”, expansién de las tribus germénieas por el sur de Europa. La verdad es que desde comienzos del siglo mt las Tegiones tomanas, aun reforzadas con un niimero cada ver mayor de mercenaries nérdicos —Eztilicén, el general que se enfrent6 a Alarieo, era hijo de un cabecilla vindalo al servicio de Roma—, sc habfan mostrado incapaces de frenar Ja acometida de esos pueblos “birbaros”, que hablaban dialectos germa- nicos en diversos grados de diferenciacién, Los emperadores romanos no tuyieron mas remedio que hacer concesiones. Asi los visigodos, después de la toma y saqueo de Roma, pudieron establecer a lo largo del siglo ¥ un reino en Tolosa, al sur de Francia, aunque seguian siendo, nominal- mente, stbdites del emperador. Los primeros germanos que penetraron en Espafia (por los mismos aiios en que Estilicdn trataba de rechazar en Italia a Alarico) fueron los ‘indalos, A ellos siguieron, poca tiempo después, los alanos y los suevos. Los vindalos Hegaron hasta Andalucia (en cuyo nombre érabe, Andalus, se transparenta Ia palabra Véndalus) y de alli se lanzaron sobre el norte de Africa, mientras que los alanos y los suevos se establecieron en diver- sas regiones de la peninsula, Finalmente, a comienzos del siglo v1, los ©

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