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36 Historia de la literatura espaiola Culture Expats, editada por “Seix y Barat (ratios autores, 6 vole; Barcelona, 1953 ¥ 86;/ Rafael Alamira'y Plo’ Zavab; "Historia de Espa y' de la ivlleaclin expo §/volts Barton, 19134930; Fedo -Agado Bye, Manual de ‘Historia de spat ey 3 vol Mad, Ise 1956, Albirg , Jon Lois OLED Bisber Wisteria de A ltestirs esporols ff adrid Gredos (rome I) wala wip aos EDAD- MEDIA - ‘captruto PRIMER ~ = EPICA MEDIEVAL LOS CANTARES DE GESTA. EL “POEMA DE M{O CID” TA EPICA PRIBAETIVA Las mis antiguas manifestaciones conocidas de Ia literatura castellana co- rresponden a Ia poesia épica; més concretamente a la epopeya. El reciente Aescubrimiento de unas pequefas formas Wricas, llamadas jarchas (que estu- iaremos en el capitulo siguiente) anticiparia en més de un siglo los mites cronolégicos de nuestra literatura y exigiria comenzar su historia’ pot Ja poesfa lirica como més antigua.’ Optamos, sin embargo, por seguir la més'extendida costumbre de estudiar Ia épica en primer lugar: de un lado, porque las cite- es jarchas mas que poesfa castellana propiamente dichas son fragmentos muy breves de romance mozfrabe adheridos a composiciones liricas ardbigas y he- breas; y ademés, porque siendo escasa también Ja diferencia cronolégica, el valor intrinseco del Paema de Mio Cid, primera obta épica conservada, exced= hasta tal punto a las jarchas lircas, que bien merece ser el pértico de nuestra historia titraria. Digamoe de paseda que la prioridad de apariciéa entre la épica ¥y Ia lirica constituye un problema de solucién casi imposible. Dejando aparte €l dato concreto y real de que perténezcan 2 uno 0 a otto género los primeros ‘moniméntos conservados —hecho que puede variar de una a otra literatura—, es muy diffe precisar cui de los dos géneros posticas estd més entradiable- ‘mente arraigado en los hontanares psicolégicos de los pueblos, y cudl nace pri- ‘mero, por Jo tanto: si el deseo de conocer, de informar, de comuniear Jos he- chos de interés comén, que esti en Ia rafe misma de la épica, o Ja necesidad de exteriorizar los sentimientos propios, estimulados por las pasiones indi uales 0 por los acontecimientos colectivos. La pregunta casi es ocioga; lo més ~ probable-es-que-pica-y lirica nacieran-a Ja-ver, y que ni-siquiera se distin=— fuieran_en sus comienzos, al menos no en Ia medida en que-el-tiempo y su 38 Historia de la literotwa espatola Los juglares. La difusién, y casi la existencia, de esta épica primitiva esté ‘igada fatimamente a Ia persona del juglar. La obra épica no se componia para ser difundida por escrito, sino por via oral, por mediacién de los lamedos, Juglores, cuya estampa humana es inseparable del paisaje cultural de la Edad “Media '. Estos hombres recorrian los pueblos y castillos, en incesante pecegcinar, revitando relatos de varia indole y cantando composiciones liticas que acom- ‘Pafiabon con instrumentos musicales; recibfan su paga de los mismos oyentes, ‘que aguardaban su aparicién com apasionado interés No detemos, sin embargo, imaginarnos que las gentes de la Edad Media cesperases ansiosas Ia legada del juglar porque vivieran preocupsdas por la Aiteratuca, El juglar ejercia muy diversas actividades, y el difundir las ereacio- res épieas es posible que no fuera de las més importantes, aunque a nosotros nos interesa ahora especialmente: con su carga de relatos y de noticias, que representaban el Jado informativo de su actividad, vino a constituie al mismo tiempo, durante siglos, una de las contadas diversione’ con que el pueblo podia solazarse, En conjunto puede decirse que el juglar era a ta vez Ia informaciéa ¥ €l espectéculo. Porque juglaes los habla de muchas especies, segin fuera su habilidad y su pico, y poseian recursos muy diversos: hacfan pantomime: baile, acrobacias y juegos de menos, xe acompaiiaban de animales amaestrados, tocaban diversos instrumentos y llevaban frecuentemente consigo mujeres para cl baile 0 el canto, que hacfan ms deleitosas sus actuaciones. Estas Jo mismo tenfan Iugar ante m{seras genies aldeavas que en las cortes de reyes y de nobles, en fiestas, bodas y bautizos, coamemoraciones y solemnidades; en una palabre, siempre y en cualquier parte donde se ape Segiin fueran las artes que en el juglér predominaran, o su caricter, re: bia distintas nombres: zaharrones, trasechadores —o prestidigitadores ‘medadores, cazurs, bufones, truhanes; algunos se dedicaban también, o con Ctr, Rambn Menénder Pidal, Poesla fuglareica y olgents de lar Wiertures romé- rice, 6% of. corepida y aumentade, Madrid, 1957;, obra fundamental sbre la materia (las ediciones anteriores evaban el nombre de Poesia jslaresca y iueloes) Véaseade- ‘mds, Edmond Far, Les fongews en France au Moyen Age, Pats, 1910. G. Bosifcio, Gitart € Vominl dt Corte rel 200, Népoles, 1907. Jean Rychner, La chenson de sete, Ect sur Fart pique des jongeas, OsnbveLile, 1955. Aunque siempre te habla Jado 1s condsiéa eveacialmente ont que ene, ex ou cifwida, cata epicarimitva, los rds recientes studios tenden a subryara de manera particular, para desticar cauce~ Fes que afecan fundamentaimente a la aatraless de ita Ilttotire cantada o rectale ¥ Ta disinguen deta eset. Por de ponte, parece imponerse In denominacéa de literatura oral propusta por Milan Parry, para designar a la pica primitiva de tedicign oral ¥ popular. René Louis en su arto “Questex que TEpopée Vivante” (La Table Ronde, ‘lm, 192, 1958), rechiza las habitus denominaciones de epopeya popular y epopeya ula, basindose en que aquella es mis bien de cardcler stktocrdico y oe diige con referencia a In clase de los sefores y gentes militares; y propone ea susttciéa lot ‘erminos de epopeye viviente y epopeye Terrie, Vésze ademe el mencionado Nba de ‘ychner y Tor trabajos eltdos lego, ea Ia nota-38, sobre las teorles-del formulismo cn I plea tain rice medieval 38 preferensis, al resitado de compesiciones narratvas, y éitos son Tos que nos importan aqut; su actuacién vendria a sec entonces ego asf como una repre sentaciéa dramftca con un solo peesonaj, Los jugiares fueron mirados con gran prevencién por los moraistas y legis laores; paralelo al afin popular con que se les buscaba, corrié el estigma ‘oficial, idéntico al que hasta tiempos todavia muy préximos persiguié a las agentes de Ia fardndula, Alfonso el Sabio distingue, sin embargo, en sus Parti das entre los jugleres que recitaban cantares de grandes hechos de armas y los que ejerefan actividades menos nobles: aquéllos govaron de toda su estima, Yin encarese Ia costumbre de que los eaballeros, cuando estuvieren a la mesa, oyeran dichos canares, poraue asi “les eresgan Jos corazones et esforzi- bbanse faciendo bien” El oficio 0 arte de estos juglares ¢s Io gue se conoce en Ia historia litera Ha con el nombre de “mester de jugar, es dect, “menester” o “ministetio”, due vendtia a significar “ocupacién” o “profesiéa Digamos finalmente que el juglar no debe ser confundido con el trovador. Aqueél no componia, generalmeate, Ia obras que recitaha, pero hacfe, en cam- bio, negocio de este tratajo; ef trovador, por el contearfo, escribia pero no folia hacer profesién de zeitar, al meros en Ya guisa ambulante ds los jugla- 15, Por lo dems, Ia poesia teovadoresca, dada con preferencia al género lied, era més reftada y cortssana, a diferencia de a de “jugleria”, mucho sms ruds y popular, como veremos. Los “cantares de gests”, Los relatos épicos que difundia el juglar reciben el nombre de caniores de gesta. Fran poemas de cardcter en general heroico, y tenfan por cbjeto la vida de personajes importantes, sucesos notables © acon- fecimientos de Ia vida nacional que merecieran ser divulgados. La palabra 4gesia ha venido asi a convertse en sindnimo de “hecho hazafioso”; pero, ‘en realidad, este vocablo, derivado det verbo latino gero, que significa “hacer”, alude a “cosas hechas” 0 “sucedidas", para sefilar 1a contraposicién con 12 lirica, que se mutce de cosas imaginadas o sentides por el propio autor. El nombre de gesta con el sentido de “hazalla”, aparece ya citado por el Rey Sebio en el mencionado pasaje de Tas Partidas. Las gestas se componen y difunden porque satistacen dos profundas necesi- ades del pueblo: una, la curiosidad admiativa ante el suceso notable que Provoca un interés de indole podriamos decir novelesca otra, el afin de conocer aguellos hechos que de alguna manera afectaban al destino de la ‘comunidad. Podeia decirse que todos los modetnos medios de difusiéa puestos al servicio de la noticia —petiédicos, revistas, radi, televisién—, se condense: an durante aquellos siglos en la persona del fuglet y en los cantos que reci- ‘abe. Menéndez Pidal ha definido perfecamente el caricter esencialmente in- formative de estos pormas: “El cantar de gesta nace como substitutivo de la 0 Historia de ta literatura espaiola incxistente historiogratia, cuando a falta de amplios relatos en prosa, se dat ‘noticia de los sucesos importantes en el canto que los poptlarizaba..."2. Y explica luego m&s ampliamente: “Es aguella edad en que todo un pucblo, Mevado de un vivo interés nacional bastante undnimne, poseldo de un seat inieato politics célido y afectivo, més que préctico, requiere una habitual in- formacién sobre sus propios. acontecimientos presentes y passdos, y no ‘habiendo Ucgado atin, en su desarrollo cultural, a poseer une literetara regu armente escrita, ni menos un género prosistco historingréfico-en lengua Yul ‘2nr, emplea el metro, Ia rima y el canto como medios de pubticacin (en parte més podecosos que In escrtura) para fjar y difundir Ios relatos de interés Comiin. Multitud de noticias cantadas en esa edad porecen efimeras, pero se salvan aquellas que los oyentes eligea, las preferidas del pdblico, y el canto que goza de favor colestivo, retundiéadose de generacién en generacién, per- Petia al héroe, confriéndcle consagracién octica inmortal. La edad heroiea Gura aquellos siglos en que un pueblo de eropeya conserva viva la costumbre de divulgar en forma cantade los acontecimientos cotténeos, Pero en el curso de 305 sialos, 2 la vez que la noticia actual, se cantan también Joe sucesos que fueron noticiados en el pasado y que perduraron en el interés comin, Ast Ja Epopeya ex un género literario hermano de Ia Historia. La epopeya roménica es la hermana mayor de Ia historigrafia; nace cuando Ia histocia ‘no existia 0 slo se escribia en latin, lengua extrafia Te comunidad”? Estas gestas reciben con propiedad el nombre de “cantar” porque no esta- ben destinadas a Ia leetura, sino al canto o la revitacién, Se Tas conoce con el nombre genérico de “épica medieval” para distinguiclas de la antigua clisica y de Ia posterior renacentista; y también “romance” para “sefialar Is lengua, fen esta ocesién histériea, en que la dominante es el latin®. A Jo que habria que afiadir todavia el dictado de “popular” con que generelmente se-la designa; tno sélo para diferenciarla de las dos “épicas cultas” citadas —te renacentsta y la clésica—, sino para scfalar positivamente dos rasgos: primero, el que fuera dirigida a todo el pueblo sin disctiminscién, entendido en su més amplio sentido social, desde et rey hasta el més humilde lugarefio: segundo, que “tratara furdamentalmente de asuntos contemporineos y, por tanto, petfec- tamente inteliibles para todo género d= oyentes sin especial informasién 0 ‘preparacién. De modo principal se mutrié de temas © personajes nacionales, y con preferencia ‘castellanos, pero también dio entrada a motivos extranjeros: “La juglaria —eseribe Lépez Estrada— recogié no s6lo obras religiosas y épicas, sino otras de moda en el tiempo, que tomaban de otros paises y adap- taban 2 Ia lengua y a los gustos de spate... La diversidad de su arte obedece. 2 "problemas de ls poesia eps’, em Mis pésitas preferfor. Temas literaion. Ma trib 185, pe—43-Ceste taser es chico tamtign en Lor poder ¥ la epopeya ‘expatola, Mad, 1980, ¥en, fp. 45. nial siaeiyonnnin soya Epica medieval 4 ‘estas Condiciones sefialadas: tuvo que servir los gustos de ua piiblico muy diverso. Unos preferian Je tradicién, de modo que habfa asuntgs que no enve- jecfan porque el pueblo gustaba siempre de oirlos. Otros quetian Ja renova- cidn de las modas, impuestas por la variedad de un arte que entretiene por oficio, Pero esta intencién popular que pudo tener Ia obra del juglar por razén de Ia lengua y de 10s asuntes, no se ha de entender como propia de un arte drscuidado... La escuela de juglaria tuvo también su propio sentido artistico ‘manifestado en una técnica Iiteraria de escuela Este sentido o conciencia de escuela no limita, en cambio, en absoluto, la libertad con gue el juglar trata los poemas que difunde; segéin los gustos del auditorio, afiade, suprime y modifica versos 0 pasajes completos, y cuando la ‘curiosidad de los oyentes exigiera mayor detalle sobre algunos episodios de su gusto, no es diffeil imaginar al juglar forjéndolos de eu propia minerva, Este aspecto de le transmisi6a de 10s cantares debe ser tenido muy en cucata para entender algunos caracteres de Ia épica que veremos luego’, 4 Iniroduceién a ta Werotira medievel expatota, 34 ed Madtid, 1966, pls. 181184. 5 La erlticn mis reciente tende en efecto, 2 valorat cn mecida muy supetor a ls Aradicional el papel del juslar “como por'svez y recreador” de In pose Que difendla, 5, por Io tanto, su Importancia como refucidor y artista personal, Después de reletine alia gran diversided existente entre los justares —derce el rsiladar particular a serio e los reyes hasta ef trun mds bajo que cantaba eoplas por Ia calle estibe Edmund de Chasce: “Ente estos dot extremor habla otras clases de juglates y tpes tne, pero, dentro de au variedad, todos eompartisn Ia funcién profesional de actus ant Publce. Muchos no eran meros ejecutan:es, sino poeta. Los poctas omlesteafen que ser competentes en su mester de jalan, em cl canto y en l ter de instrumenio. Esto saponla una maestria arttica mayor de Lz que a tales poeta lee conceda ¢)jetanco: 40 sulor el Libro Alexandre, cuando hacia slarde de ok curso rimado y si silbar cuntedas. En efecto, la disiplina de los fuslares era mis rigurosa que In de ke pocat fue escribfan, porque las condiciones de Ja actutcién oral exefn el domalo sbitito de Ia versiineién popular ¥ de ls procecimientos formultios,procedimientor predomi rantemente habitules pero recreador por el poeta. Por un lad Ia efecusion rial y, por ofr, la slempre renovade comporicién pottice,exigen, pues, primero tlealo Fatt: tal y, spuds, a aplicacién de este talento al eervcio de un arte més o menos estab ldo. Les ponas ansnimnas, que = través de vatioe tgloe dvempebaron la dole foncisn fe entitener y educar, heredaton una traticiém profesional. Slo ando ia.deida portancin a los culivadores individoales de esta tradiiée, comprenderemos 08 Ia ne- ‘esrla exacttud el término poesla wadlclonal™ (EI arte fuslareso en el ‘Centar de Mio Cid. Madrid, 1967, pigs. 16-15). ¥ afade foego: “Lar modifcscionee aceriadss muchas veces represeatiran Una csllads censura otra eolsborecidn del pblico, El judet, que fe gan Ta vide actusndo ante este piblico, tcae que complacerle, La fensién Gut rela de su reacidn profeional con sus oyeates senstilira su gusto, al tono dsl de ets, deter tinando indiestamente Jo que se ha de guitar, Io que s esbe afar, Io que es preciso cambiar, En Ja possfa tradicional hay que tener presente, puss, al jusar inivigial, que, ' pear de so aciud impersonal, os, sia embargo, una petiona es desir, ante al ‘arta conscente de su arte ¥ téenicamente competent, como a su pbc, Aire final” (a, pz. 10. 2 Historia de ta tteratwra espaiiola Las gestas perdidas. Fl primer problema con que se enttenia el estudio ‘do Ja épiea es la gren escasez de textos conservados. Menénder,Pidal lo declara ccon palabras desoladoras: “La tradiciSn espafiola, Jo mismo ea su edad he- rimitiva que en Ja de su mayor orecimiento literario, pietde todos © casi todos sus textos; de su época més floreciente s6lo se han selvado cinco miserables manuscritos, todos despiadadamente maluatados, faltot de muchas hhojes y alguno represeatado muy polremente tan slo por un par de folios". No es de extrafiar, por lo demés, le pérdida casi completa de estos textos, Claro esté que, al menos en su primera redaccién, tuvieron que esctibirse, pero nunca debieron existir copias muy sbundantes por Ja escasez y alto pre- cio del pergamino y porque el texto se confiaba, sobre todo, a la memoria del Juslar, que introdueia a su vez incesantes modificaciones; el poema se destina- ‘ba exclusivamente a la recitaci6n, como se advierte en las numerosas expre- siones del texto con que se solicita Ie atencién de los oyentes. “Toda la litera- tura en lengua vulgar —dice Menéndez Pidal— se propagaba més por el ofdo Que por Ta viste, pero, sobre todo, la Iteratura juglaresca. Hasta un trovador noble en el siglo Xi, el principe de Blase, Jaufre Rudel, envia a un su amigo cierto poema, no en hoja de pergamino, sino confiado al canto del juglac Fithol..."7, Adomds de esto, el rigor del tiempo y Ia incuria de las geateé han estruido implacablemente les escasos ejemplares que debieron de exist de cada poema. La Unica gesta castellana conservada casi Sntegramente es, como veremos, el Poema de Mio Cid, de mediados del siglo x1, pero esta no quiere decit que ‘no existioran antes de él otros muchos cantares de Ja misma fadole, y que ste represente el comienzo de la épica medieval. El problema ha sido larga- ‘mente discutido y ha dado origen a dos posiiones fundamentales que se con ‘reponen radicalmente, El francés Bédier ha sostenido la que se denomina teorfa “individualista”; para 41, los grazdes poemas que se conservan son los rimeros existentes —la Chanson de Roland, en Francia; el Poema de Mio Cid, en Espatie—, y ambos son obra de poctas individuales. La teorfa de Bé- ier arma, en sintesis, que las canciones de gesta no fueron escritas hasta ‘varios siglos después de Tos sucesos y sin relacién directa con ellos; fuera, en consecucncia, cteacién de poetas culos, de caricter clerical, que tomaron Jos datos para sus obras de fuentes escrtas, conservadas en alguna abadia o monasterio". Frente a esta opinién, el gran maestro Menéndez Pidal ha defen igo lo que é1 lama Ia “teoria tradicionalists”. “Piensa el tradicionalismo dive que 10s origenes de as Titeraturas roménicas con muy anteriores a Jos textos hoy subsistentes, y que éstos no pueden ser explicados sin tener ea § Problemas de ta poeta epica ed, city pA. St. 1 Reliquas de la pocsia épiea expatica, Nadid, 1951, pés. XIX, ——"ouphr Retin, Las Mjender @ es sur Is formation des chansons de ‘gee, 4 vols, 3* ed, Pars, 1926-1929 Epica medieval cuenta una larga tradici6n de textos perdidos, en los cuales, Jealamente, se hhan ido modelando Ja forma_y el fondo de los diversas “géneros literarios” Siel Roland o ¢1 Mio Cid se'contasen realinénte entre las primeras obras excti- tas en francés 0 en espafiol, serfa un milagro liteario absolutamente incom- prensible; tuvieron que precederles muchos siglos de trabajo para que la vul- garidad de uno y otro idioma nacicnte, y Ja de sus hablantes, fuese elevada 4 la necesaria digaidad artistica. Em los textos conservados el genio épico ‘aparece constituido con caracteres formales © ideolégicos totalmente extrafios a las obras latinas antiguas y alto-medievales que se pretende hayan sido inspiradoras tnicas” * ‘Rasgo fundamental de esta poesia heroica es su cardcter andnimo: “Las literaturas romances nacen ignoréndose a st mismas, desconociendo por com- pleto el valor y Ia consideracién debidas a la creacién artistica, y gran anacro- nismo comete la teoria individualista al exaltar ese valor, esa consideracién, en Jos tiempos remotos, al igual de lo que hoy sucede, El autor de cada obra primitiva no sospecha Ia permanencia de Ia produccién artistics, acude simple- mente a Ja mecesidad recreativa de un momento efimero, confundiéndose con Ja colectividad a Ja cual sirve, abismandose en los gustos e ideas de ells, y muy asombrado quedarfa si se le dijera que su nombre de bautismotiebia ir unido @ aquella obra; él recibe de Ia comunidad un legado cultural andnimo, ya en forma imprecisa, ya reducido a verso, y versifica de nuevo o reescribe Ja obra anterior, sintiéndose tan anénimo como los otros. Esta dnonimia es ley general en toda época de orfgenes literarios, observéndose sicmpre en os primeros textos conservados; s6lo més tarde empiezan a aparecerzalgunas cobras que llevan nombre de autor, con las cuales empieza la épaca del arte petsonal, mientras Ia anonimia continda abundante, aunque decteciendo, a lo largo de toda la Edad Media”. Lo que conduce al estado de constante refun- diciéa de que es objeto la obra: “...entonces la refundicién de Ia obra de lun autor por otro no es un accidente fortuito, sino que se hace de modo ha- bitual y regular. Y si cada refundicién puede tener varios autores simulténeos y siempre supone autores sucesivos, comete un ingenuo anacronismo Ia eri que se da por satisfecha con decir que la Chanson de Roland comienza con ‘Turoldo y con é{ termina. Més profundiza Gaston Patis cuando dice que los autores del Roland fueron legi6n” » Retguias de te porate éplea, e. cit, pig. IX. Menéndce Pidal ha expeesto 2a “Neorls tradicional”, con diverse amplitud, en dislntos lugares de aus obrar Aunque ecofernas, por su concisida, el texto eliado, l exticio mis completo y exlenso cocoa 4a primerm parte, capitulo Cy Ul, de su bro Le Chanson de Roland y ef netalicone. limo, (Orgenes de ta épica roménies), Madtid, 1953. Véase ademls libro Romarcers Hipinico (Hispeno-Portuguts, Americono y Sefard). 2 vols, Madd, 1983, en pares sLeapluo Il, ¥ Dos teortar sobre-la-Cpico-medieval-La Laguna de Teneit, 952 Regus... ed. eit, pi XI. N Adem, fy pp. XU. 4“ Historia de la literatura espaitla ‘De todo lo cual deduce Menéndez Pidal que la épica espaiila, en su época primitiva, vivié varios siglos en constante variaciéa y en estado latente: no Ihabia textos eserits, sino textos orales limitados a cada ocasiéa. Fuera de 4ésias, Ia obra permanecia en estado Ietente, asegurada su persistencia por la fuerza de Is tadiciéa que Ja mantenta y difundis, No podemos detenernas en la exposicin detallada de las razones aducidas or Menéndez Pidal para sostener la existencia de gestas épicas con anteriori- ad al Poema del Cid: digamos, en resumen, que su existeacia estd compro- ‘bads por abundantes testimonios, en especial por las prosiicaciones. de que fueron objeto en las Crénicas, como luego veremos. El cardeter de informacién ‘que hemos atribuido como fundameatal a estos poemas, erigia que fueren ‘compuestos @ raiz de los sucesos, y muchos de aquéllos tratan de asuntos 0 personajes muy anteriores al Cid, por lo que légicamente tuvieron que pre- ceederle. Por otra parts, las aludidas “prosiicacionss™ recogen datos que sélo ‘eran posibles en poemas coeldneos 0 apenas posteriores a los sucesos. Menéa- ddez Pidal ha insstido sobre este importante aspecto en numerosos pasajes de ‘sus estudios; dedo el habitual estilo cronistico —resumimos— en ninguna cednica se escribieron los innumerables pormeaorss en que el Poema del Cid, cconeretamente, concuerda con Ja histoia y con Ja realidad; ninguna erénica secoge la abundancia de personajes de segundo y tercer orden que figuran en aquel Poema; en consecaencia, cuando vemos que los cantates prosiicados en Jas erénieas se extienden en este torrente de detalles, podemos estar seguros dde que los tomazon de Ia misma vide coeténea —sin preteasiéa de hacer his- toria— y no de lecturas eruditas en fuentes eronfsticas 0 archivales, donde ta- les datos no han sido recogidos jamés Estas teorfas de Menéndez Pidel, por largo tiempo sestenidas y razonadas, hhan recibido revientemente una importante confiemacién en un descubrimiento realizado en 1954 por Démaso Alonso. Se trata de un peguedo texto, llama- do por él Nota Enilianense (por proceder del Monasterio de San Millia), en cl cual aparece ua breve relato de Ia derrota de Roncesvalles; que sigue en Iineas generales 1a Chanson de Roland y da Jos nombres do los principales ‘heroes de esta pesta, La Nota ha sido fechada, después de estudios rigurosos, entre 1054 y 1076, es decir de treinta a cineuenta afios antes de Ia composicién dz Ta Chanson, con Ja cual, segin Bédier, habia comenzado la epopeya. fran- ~ B Ademis ee Js obras de Mentader Pid cider, consltee del remo “Poesa Distoia eo ol Mio Ci, en De primitive lroeespatola y antgus dpa, Boenoe Altes 1951, pls. 14 y "Poems de Mio Cid’, en Expy se Histor, vl Y, Madiid, 1957, ig 645. Véas ademis: Piere Le Geni, "La noiion eat Intent tls deter tr ‘aux do R. Menéoder Pil" en Biletn Wiponique, LV, 1953, pgs. 12 a8. Del mismo “Le Tradiinalisme de D. Remén MenéoderPidnl (apts un ouwage rea” (aude & Ja moern veri de Posso-osarsea Hipage, 12-198, pes 18 ® Damo Aten, “La priniva ica tance a cen Primovers tenprana dela tetra enropen, Made ux de una noiaemlanense" 1861, ples. 8200. shafted lint ees Epica medieval 45 ‘esa. El hecho demuestra inequivocamente la difusién del tema épico de Roldan mucho antes de la gesta conocida y, por tanio, 1a existencia do. primitivas redacciones de Ia leyenda, es dcr, “la existencia de toda una actividad épica latente"; que eg justamente la teorla tradicionalista de Menéndez Piel ™ Formacién de los poemas. Desconocida hesta épéca recicale la exisien ‘Gia de los cantares de geste castellanos, se supuso por largo tiempo que la Primera manifestaci6n de nuestra épica 1s habfan consttuido Jos romances. ‘Los estudios de Milé y Fontanals® y de Menéndez y Pelayo iniciaron el adecuado conocimiento y valoraciéa de nuestra épica primitiva, que Juego ha sido estudiada de menera amplisima y profunda, en todos sus aspectos, por don Ramén Menéndez Pidal. EI problema de 1a formacién de las gestas ha pasado por dos etapas cipates. En Ja primera, anterior a los trabsjos de los investigadores citados, se supuso que cada cantar de gesta resultaba de Ja agregacién de numerosos poemas cortos, de indole épico-lirica, que, en nuestra e280, hubieran sido los romances; claro esté que no los que alora conocemos, evidentemente pos- teriages a los largos poemas épicos, pero sf ottos primitives! desconocidos hoy. Aplicando a 1a epopeya medieval la teoris de Wolt —formulada-en 1795— sobre Ia formacién de los poemas homéricos por aglutinacién de breves rapso- dias anteriores, defendieron Ia teoria de la agregacién algunos de los primeros roménticos alemanes —Wolf, Unland, Grimm—, Agustin Durda, el propio Mild, en Je primera etapa de sus investigaciones ", y posteriormente el francés Gaston Paris” —con su famosa teorfa de las “camtilenas”. Pero las investiga- ciones postetiores, de Milé, de Menéndez y Pelayo, de Menéade2 Pidal y del francés Bédier —de acuetdo en esto con Menénde7 Pidsl— permiten asegurar {que los poemas lergos fueron compuestos primero, y que las romances —como vyeremos detenidamente en su lugar— proceden do_una fregmentaci6n tardi de_las gestas, cuando, al cotrer de las tiempos, decay6 el gusto por las eompo- 1 Menfades Pldal ba deuiado todo el captulo X de su Lbco La Chanion de Ro- ond y ef neotradicioncliono, citado, phgs. 353-410, a glosar y eompleter el trabajo de Dimaso Alonso. Véase ala menciéo o comentario de otros extuion, ovocador por In publicacién de la Nota De la potsis heroico-populorcastellans, Batcelons, 18H, ¥ Aniclopla de poets Uricos caselanos, ed. nacional, vol. 1, Sentander, 1944, capl- tulo II, pigs. 121150, Estudios sobre el tat de Lope de Vera. ed. nacional, Santander, 1949. Tretedo de romances viele, val. I, VIE, VIMY IK, de Ia ctaen Antelope 2, a "La primidva poesfa betoisa", en Estudios > discurtor de cree hitrcay-lirori, ‘ed, nacional, vol. 1, Santander, 194), pgs. 14510, 1 Discurso preliminar de sus Romances cabalerescor ¢ hbicos, Madrid, 183 prélogo a so Romancero general, 1* ed, Madrid, 1849, en BAE, wl. X; mueva ecg 198s. 8 Observeciones sobre ta poesia popular, Barcelona, 1853 1 Hiscore Podge de Charlemagne, Pate, 1865, Lo liéraute frnglte x Mayene Age (LU-XIV siete), Pate, 1938. Exists dela Chonson de Rolend, 50 e4, Pari, 1896 6 Historia de la literatura espakola Epica medieval : a siciones de jin y slo se conservaron de-ellas los pasajes de mayor de ciertas seaicjanzas entre las dos y en la prioridad cronolégica de Ta fran- interés, miso menos reelaborados, ea forma de romances. La consistenciacen- ten de esis conclisiones ha movido después al propio Gaston Pacis a rt ficar noblanente au punto de vista anterior y aceptar para la épicn espazola Ja posterioridad de los romances respecto de las gestas ™, as deducciones de Menénder Pidal guardan, sin embargo, con‘le tela roméntico-tadicional, algunos puntos de contacto que conviene aclarar para evitar toda confusin. Supone nuesto gran investigador que “os viejo relatos tspatoles no solln pasar de 500 6 600 versos, pero que luego fueron ere ciendo en loagited al amplitre en refundiciones sucesivas, hasa legar @ di ‘mensiones mucho mayores, como el Poema del Cid, por ejemplo, que se apro- ima @ los cuatro mil veros. Menéadez Pidal admite, pues, la existencia de ‘Poemas mesores que son como los géemenes primeros de las gestas; solo que éstas no resultaron de aglutinar estos poemas breves —tarea que las vicjas teo- fas atriblian a un pocia cullo,consiente de su labor artistica—, sno de eu natural desarrollo o crecimiento, en virtud de las suceivas refundciones a 9 dss someter los postas anénimos en prolongada y multiple crecién: tal es ya To henos vsto— Ia teorfa de Menéndez Pidal por él amada “neotredi- ‘onli ‘Todava, sin embargo, la prosidad de Jos romances ha. sido sostenida por algunos investigadores como H.R. Lang y Pio Rajoa, Este ultimo, que habia combatido con Menéndez Pidal la teoria de las “cantilenas” para la pice francesa por la ausenci total de pruebas concluyentes, expone, en cam Vio, abjeions en el caso de In épica espafiolas sigue ereyerdo en In sntigi- dad de ls romances y se muestra escépico en cuanto a su posible dervacin Ge los cantare, basindose partcularmente en que tan solo en mustea épica se da este hecho do Ia descomposicién de una gesta en cantos mt breve. Pero Menésdez Pid, que ha reaglido conta la objeciones de Rajoa expore cue éste preisamente es el hecho diferencil de nuestra épica: su prsstencia ttadiconal y su eapacidad de evolucién y transformacién, de Its que volvere- jaa Spree a Origen de la épica castellana, El segundo problema, mucho més discutido due el anterior, es el que concierne al origen de nuestra épica. Tres teorfas han sido propuestas: Ja francesa, la germénica y 1a ardbigo-andaluza. La francesa, defendida por Gaston Paris y por Eduardo de Hinojosa, sosticne que la épica espaiola procede de la francesa, baséndose cn el hecho igeode des Infants de Lara", en Journal des Savanis, 1898. fous on the mete of the Poem of the Cis", en Romanic Revlew, V, 1914, pdgk pas 1-50, 25349; VILL, 1917, pgs 241-278, 401-433; IX, 1918, plas. 48-95. © Orixini deltepopea_ffancese, Florencia, 188 ‘dubbi_ concernent en The Rom DS, pips tl, ola. Marzo, 1904. esa respecto de Ia espatla. Menénder Fidal al fonmular su propia tcort sciite el infu fraveds, pero Slo m partir de comienzos del siglo x; en esta época es manifesta Ia presencia de numerosos elementos de a cultura tan: cese en diversos campos de la nuestra, debido al gran nimero de juglares do Jn nacin vecina que venen a In peninsula con ocasién de las peregrisaciones a Santiago y que difunden agu los grandes canto épicos dal ciclo carolingio: aa intensifcacin de la telaciones policas entre In corte casteliana Ia francesa; al estabecimeno en Espafa de lor monjes cluniaceases y a la e- sada tambiga de numerose eaballeror de Francia, dos de Jos cuales legan 2 casa con sendas hijas dl monarea castisn0; todo lo eual provoca infu- jos abundantes, El que se ejree sobre muestra épica no serfa mis que wa apeco de aqulla ifluencia general. Ahora bien; esta sportacién, segin ha precisado Menénder Pidal, debe consierare como un afiuente, que acarrea Clementos nusvos & nucsea épiea cuando ja se encuentra enteramente forma 4a, pero que en modo alguno le da origen: recordemos Ja conclusién, ya sitada, de que nuestros grandes poomas épicos, como compuestos a raiz de tor sicesos que reiren, son en su mayor parte anteriores a los eomienzos Alectarados dl nu fences = Menéader Pal fa ecindo fos elemencs del Poca de Bio Ci! imindos de 1a Gps tance, Toe evs quan tedden «singer lie ececroe! open et Indefnia “tno” en Is enaraiones depts, generic cashes For lyebo ve : Verde tots las promer € der, $ tects br oer «pce tetera fle demancha, leven pondnes Banos tale verison sree tev brn cans sn es dn adr (0 RES; Jas oracones narratives, como ls por el Cid deserada; y Is manifetac Fidel, que ba poatalzado repeucamente I tempor de Walf, en que se desconois la Epica catellana y hasta se negaba Ia poibildad e su exsteaca era natural que, aparecendo el Poema de! Cid como nota sislada de Ia iteatra espaola fente a la rca producién éyica frances, se le ealfcase de simple remedo semieruito de mogelos fasceses. Pero Soy que vemot ese Poema como parte fe une completa pocslaheraia centlana de caster muy diferente de Ja francesa, no puede menos de reconocerte que le pormenoces, el arpimento y el espirita general del Poema som complelameste otos que los de lax canons; el estlo sdlo en muy pe queta parte es semelanle; el veo mismo, con ser andlogo, es muy diferente en ague- Ila y en estas obras Iiterarias. De modo que Ja meson puede quedar en terreno firme, reconoiéadote en el Cantar un fondo de tadicsn podea indiena yuna forma algo reoovada por-la-lofuenia francen" (Poema de Mlo Cid, en-Espata.y-su Historie, ‘ob, cit, pig. 66M). Conslense stnismo. las cbrat de Menéndez Pidsl, ya citade, Deis, y adore: In Ltrodsecisn a x3 edciéa del Pooma de Mlo Cid, Mads, 1313, 48 Historia de ta literatura espaola Menéndez Pidal defends el origen germénico de nuestra épica, idéntico, Pues, al que se admite para la francesa, Los visigodos, Jo mismo que los otros pueblos germanos, tenian desde antiguo cantos guerreros, cuya existencia std confirmada por diversos historiadores —Técito, Jerdanes—, y que siguie- son cultivando después de establecerse en Ja peninsula: “Pasada la época de Jas emigraciones, los purblos germanos que se establecieron en las provincias del derruido imperio romano occidental siguieron usando sus cantos histo- sales antiguos, a Ja vez que siguicron noticiando en cantos nuevos Ios sucesos recientes, ensalzaado los personajes hazafiosos de a actualidad, ereando nue- vos héroes, y nuevas leyendas, es decir, continuaron la edad heroica que antes vivian, Salvo que los hérocs de ahora no aleanzaban la fama comtin de antes, extendida a las varias estirpes germénicas, sino que su gloria quedaba reducida, al dmbito de. su propia nacién nucva’”™, ‘Menéndez Pidal ha documentado minuciosamente Jos componentes de esta, pica visigoda que pueden rastrearse Iuego en los primeros eantos épicos eas- tellanos, ‘Se he objetado que los visigodos, por estar ya muy romanizados al llegar 1 Espafa, habian perdido sus cantos épicos antiguos; pero Menéndez Pidal hha rebatido esta duda recordando Jos numerosos elementos germanos que exis: ten fuertemente arreigados en tantos aspectos de Ja cultura medieval, y que pPenetran hasta Jos mismés tiempos modernos. Por Jo que a Ia epopeya se refiere, afirma: “Esta negacién, fundada en conceptos roménticos sobre’ la esencia de Ia epopeya, no tiene hoy fuerza alguna. Cuando no pensamos que Ja epopeya tenga un origen mitico, sino historigréfico, debemos suponer que a cristianizacién y romanizacién de tos godos, comenzada en el siglo 1¥, en el impetio de Oriente, ea tiempo de Fritigerno, no cantrariaba los cantos histo- riales de ese pueblo, sino en Jo que acaso tuviesen de mitologia pagana inci. Dias. 3849; y “Orfenes de a epopeya easellana”, en La epopeya castellana a través dela Meratura espatola, Mads, 1959, pgs. 1-40. Merece 1a pena repetir las palabras de Gaston Paris, que Menéadez Plisl reproduce al foal de este dldine tabaio cit. Pais, defensor prmeramente del orig francés e muestra épica, reconoce Iuego # Indiscutble personalidad: "La epopeys e:padola —dice tiene un eardcter particular constants, un noble porte may expaiol y, x veoes, una feroura que conmueve ¥ encsata como for delicads apareida de pronto en Jer quicbras de un dspero pedaico. Su estilo «3 tambidn muy suyo, y superior 3} de Is epopeya ftancess, al menos tal como nos ha Sido teansaliea+ soba, energico, fea, sin lugates comuses, pero Fico eae fésraas consagradss que desde Homero forman parte del exo de Ia. ver ya, impresions por su sensilla gaad:za y sorpreade a menudo por wn brillo itenco Y podsroso, Espata bien puede esar ctgllss de 24 epopeya medieval, lamentando las dessichadss crcuostancias que han causado Ia gran pérdida Ce su textes” 4% Cle: Ortgenes de ls epopeye casllana, cit, y Los godos y al origen de Ia epopeya —tspetola-reproduciéo en-"Loa-godos-y-la-epopeya:erpatoln";en-Expata-y 24 Htoria ——| val, 'y €9 Mis pdghas preferdas. Temas lierarioe,edisiones citadas. “Los godos y el orgen de Ia epopeya espaol", en Eizatia y ae Hirtoria, pp: 23 Epica medieval 49 dentalmente. Y pensando esto, si Ios antiguos cantos de Jos franceses esta: ‘ban en uso atin en el siglo 1%, y Jos cantos heraicos de los visigodes eran Usuales alin en el siglo V eu Aquitania ea Jos funerales de Teodoredo, no es vverosimil que hubiesen caido en olvido entre los godos establecidos al sur 4e los Pirineos, cuando Jos godos coeténeos de fuera de Espafa seguian usen- do esos cantos, segin testimonio de Jordanes". Menéndez Pidal aduce luego un texto de San Isidoro, Zastitutionum disciplinae, escrito para Ja educaciéa do los jévenes nobles, en donde el santo escritor recomienda, junto a las ‘enseianzas de cardcter clisico, que “en el ejercicio de la voz debe cantar al son de Ia citara gravemente, con suavidad, y no cantares amatorios © torpes, sino prefetir los cantar de los antepaszdas (Carmina maiorum), por los cules se sientan Jos oyentes estimulados a Ja gloria”; alusién clara —dico— a los ccantos heroicos que estaban, pues, en uso. Y aflade més abajo: “Siglo y me- io antes que Carlomagno mandase que lot eantos birbaros y antiquisimos de los frances fuesen aprendides de memoria, disponia Tsidoro igualmeate entre los visigodos que antes de llegar a In adolescencia cantasen Jos mucha- ‘chos nobles Iag hazadas de Jos antepasados”», En confirmacién de su teorfa recuerda Menénder Pidal los temas de Ia épica goda que han pasado a In épica espafiole, y que not sirven como evi- ddenie lazo de unin entre ambas, Destacan entre ellos los referentes a la ruina de Ia monarquis hispano-visigoda bajo sus dos iltimos reyes Vitiza y Rodrigo; este ultimo, especialmente, origina uno de Jos ciclos épicos de mayor amplitud yy duracién en Ja literatura espatiola, Muy importante es asimismo —en apoyo fc Ia misma demostraci6n— la persistenciaen Ia épica tardia de un tema godo —el de Walther de Espaiia o de Aquitania, recogido en el romance de Gaife- ros y Melisenda— perteneciente todavia al tiempo de las grandes migraciones germanas; y también el de aguella leyenda segin Ja cual el pueblo godo se libetta de su servidumbre por “el precio de un caballo”, tema que azranca de Jos origenes de aqucl pucblo y que llega hasta Fernén Gonzélez, libertador del condado castellano del poder del reino leonés por idéatico procedimiento. La teoria frabe-andaluza ha sido defendida por el docto arabista Julifn Ribera®, Los drabes no parece que cultivaron Ia poesfa épico-narrativa, pero fen Tas crénicas musulmanas aparecen restos de Ieyendas de origen indigena, Ihecho que para Ribera equivale a Ta prosilicacién en Jas erénicas castellanas de Ia épica posterior. Ribera cree, en consecuencia, que hubo una épica popu- Jar andaluza, vivamente nacionalista, dfundida por los cristianos residentes a Ja zona musulmana, pero que luego, falta del necesario ambiente, desapa- 2 fam, fd, i 203, ey Wy i 384 a Kem, fd, ple. 285. >» Discuro pronuncindo en Ix Academia de Is Histri, 1915, Um EsnaouA.— 4 $0 Historia de la lheratura espatola reei6 sin dejar otra huella que el indicado rastro en las exGnicas drabes. Ribe- ra ha tratado asimismo de sefalar puntos de contacto entte alguna de estas Jeyendas hispano-érabes, en particular le de Jarac ben Mont, o Montell, sefior de Guadhlajara, con cantares de gesta espaliles o franceses. ‘La tesis de Ribera para explicar el origen de Ta epopeya medieval romance hha perdido 1a mayor parte de su importaucia ante los argumentos de Menéa- dex Pidal en favor de Ja suya, germénica; con todo, resulta cierto que algu- ‘nos elementos, puramente accesorios, de procedencia ardbiga, referentes a de- ferminadss costumbres, se incorporaron a nuestra épica; fenémeno bien mn tural, por lo deinés, dado el intenso ¥ prolongado contacto entre ambos pueblos. (Caracleres de Ia pica espaol, Aunque, por 1a comunidad de origea que hemos visto, Ia Spica espala tiene semejensas muy abundantes con le de otros pueblos de Europa, con la francesa espestimente pose as ve ec. teres peciarsimos que i diinguen, El pune de cls es dl redo, 0, Jo que en este caso vendla a set lo mismo, a histriad. La epopeyn ees fola es bisicamentehistiia, se ocupe de sucesor rales, 2 sujla alas datos topogritios y ambientales; no quiere deste que se Wate por es de singles exGnicesrimadas despovists de potastn, sno que estin aseates de las Jos elementos marailosos o fatistces, ln fuerza sobrchunanas, los prod. flor de Ia terra o del cso, que tanto sbundan, por el contro, en la épica francesa germana, Lo maravilso queda redusido a aquellos elements —suetos, conjures que eran entonces realidades para la erencia popular Nuestra dice pons la poesia muy cera dela realidad, o, como die Menén der Pidal my bellameate, “dente posi la historia" “jer Ia iveatva cveadora en Ia scecign poicade los besos po odosconcios, en Ja ea turaciéa de la muliforme actulidad, en Js Grmatiacién de ls siucions familiares a todos". “Parece —eeribe Léper Esrada~ como sls mismos hechos valeran por s{mismos para colmar Ja medida dela imapiacéa que pocblo de Castilla pda ass jugares"® Compeetas, como sabemos, ral do os sucios que asraban,nucsas estas Heparon a ser consierades como fuente esac para Ia histo, y ai, fueron prosiadas en Is stnias partir Gl siglo nr es ec, que m0 s6lo se tamaron de ells los datos oportinos, sino que fueron prctcameste incororadat en su toaidad al texto hisio, sobre todo et la Prime Grinca General, de Alfonso el Stic, destacendo apenas su estructura ext ay llegando a copia 0 veces Irs fragments tinados™ “Pero no sa cxacto —aclara Menénder Pidal— atibuir la mayor verosiiitud © stor 3 "Carasteres primordales de I Uteraturs espala", en Eipata y Mitra, 0 ety vol I pie. 646 . 5% Introduccion al extn de la ertera medieval espaol, ct, phe, 198, ‘Menéadez Fidil, “Alfonso X y les ljends heroics", ‘eapatote y sniqua dpe, ed. cit. (elisimo y apetado taba Epica medieval 31 dad de Ja epopeya castellana nicamente ¢ Ja proximidad en que se halla res pesto a Ios sucesos cantados; hay que explicar esas cualidades por otra causa ‘mis general: 1a fuerte tedencia realista que predomioa en todas las épocas de Ie literatura espadola, realismo que es, a Ja ver, 1 causa do"la misma proxi midad y contemporaneidad mencionadas"*. Lo que quiere decir que es el ins- Linlo realisia castellano cl que se sentia profundamente atrfdo por la realidad, sintiéndose capaz de elevarla a nivel poéico en lugar de dejarse seducir por ‘maravillosas invenciones o hechos remotos sobre los que hubjera que fantasear. El otro caricter que destaca en nuestra épica medioval es &u wradicionali- ded, 0 mejor, su enorme capacidad de resistencia al tiempo y su perduraciés ; Jo que también podeia Uamarse su vitalidad. (Recugedense abora las objeciones e Plo Rajoa expuestas mis arriba). Es ése un fenémeno que tendremos ml tiple ocasién de comprobar a lo largo de muestra historia literaria, y al que hhabremos de sludir, consecueatemente, repetidas veces; pero que ahora debe guedar ya puntualizado, Mientras Francia a] declinar Ja Edad Media abando- na los temas épicos, que ya no han de texer eco alguno en su literatura pos- terior, en Espafia rebrotan una y otra vez para alimentar siglo tras siglo una de Jas corrientes més caracteristicas de muestra literatura nacional. Menéndez Pidal, que ha expuesto en repetidas ocasious este cardcter, escribe est pala- bras al defini los rasgos eseaciales de nuestras letras: “Lo excepcion®l de la Iiteratura espafiola no se funda slo en exe cardcter de su teatro, sind en el ‘continuo renovarse as leyendas histéricas en més géneros potticos-@ue en ninguna otra literatura, Cada uno de los arustos heroicos recibe formas varias fen Ja epopeya, en Jas erénicas, en el romencero, en In comedia elésica, en el ‘drama neoclisico, roméntico 0 moderno, ex Ia poemética y en Ia livid de va- sos tiempos, en la novela...”. Y aflade luego Tas palabras que dejamos tans- critas a propésito de los rasgos mas generdes de nuestras letras es decir: que s6lo con Tas obras que tratan del Cid “se ha podid formar una Antologia don- de estén representados todos Ios siglos y le mayor parte de los géaeros liteca- ios eultivados por laé letras hispanas; para seguir en su desarrollo le Ieyeada 4de Jos Tnfantes de Lara o la del ultimo rey godo, es preciso esbozar un com pendio de literatura espatiola, en el que Siguran las épocas, las escuelas, las formas y los gusios principales. Cosa semgjante no puede hacerse con la pro- duccién artistica de ningin otro pueblo” En lo que atalie al aspecto formal, la fpica espafola se distingue por dos rasgos fundamentales: por el empleo de la rima asonante y por el metro inregular, es decir, no sometido a ninguna cuenta en su némero de silabas. La épica francesa utilizaba en sus comienzos la rima asonante, como Ja espafcl, ero pronto comienzan a predominar los yoemas consonantados hasta que al fin la rima asonante queda elimineda, Ex cambio, “en Espatis el asonante % Origenes de ls epopeya cortlana, ed ci, 64. 38. 8 Caracteres primordaes.-, ed lt, pg. 68 52 Historia de ta literatura espaiiola Feina inconmovible, desde el siglo x1 hasta el xv, Io mismo en el Mio Cid que en Roncesvalles, en los Infantes de Salas y en el Rodrigo” *, En cuanto al metro, Ia epopeya espafiole; desde el principio hasta el final “nos muestra un verso de desigual auimero de silabss, dvidido en dos hemisti uios, los cuales ora ticnen 7 ++ 7 silabas, ora 6 + 7, 7 + 8,6 + 8,8 +8, etc, sin regularidad apreciable” ®. Por el contrario el verso francés se somete desde Jos comienzos a sflabas contadas. Durante mucho ticmpo se ha dscutido la ireguleridad silabica del Mio Cid, que varios eruditos negaron, atsbuyéndola ‘2 meros exrores del copista. Menéndez Pidal ha demostrado, en eambio, que se trata de wn carfeter comiin a la poesia primitive anglonormanda, noecaliena Y espatiola, y que solamente Ia regularidad méicica de Ia juglaia francesa cons- tituye Ja excepeion. Este apego = Ja rima asonante y a In irregulatidad métsica demuestra “el caricter extremadamente arcaico y tradicionalsta de la epopeya espaiola res. ecto de Ja francesa. Nos han mostrado también un desarrollo muy indepen- iente de la una con relacién a Ia otra, respondiendo a la gran diferencia de sspiritu ¢ inspiracién que las separa’”™. Se supone que la épica francesa debié @e conocer una primera etapa de versificaciém irregular, pero que luego aben- ddoné por las formas perfectas ®. Problema imporjante, bajo el aspecto de Ja rima, es el empleo en nuestra épica de una ¢ afiadida a las palabras agudas al final de los verios (como Uamada paragégica desde los estudios de Nebrija, lerarla como una licensia poética para hacer asonantes: opinién aceptada en un principio por Menéndez Pidsl, ¥ste, en cambio, he recificado después sosteniendo que dicha e fue una forma usada realmente en el printive % “La forma épia en Espata y en Francia", en De primitive trce expat y an ‘eva hice, ed. cit, pig. 37. 3 Idem, fd, pag. 41 3 fae, $4, p83. 43, % Sobre los complejos problemas concersesies 2 ls méttice de In épca esata consiles, ademds del trabajo anterior itado: R. Menéaces Pidl, Contr de bib Cla, Texto, reméfca y vocabulario, 3° ef, Madrid, 1954 vol. I, pst 76103: € miemo, Focsa jusleresca 9 orfgenes de tas Wteraturas romdnicas, ed. cit; del mise, “Ronee tes Us nuevo cantar de gesta espanol del siglo an", cit logo. Pedro Henriques Uresn, La versicocibn trresular en la poesta castllang, Madrié, 1933. T. Navan Tomnds, Meéuice expatola, Syracase, 1956. EC. Hills, “leregslac epiz memes A compare stody ot the metro of the Poem of the Cid ad of ‘erin Aneloncrman, Feaneotalia and ‘Veectian Epic Poems", en Homenaje a Menénder Pidal, I, Madid, 1925, pigvas 19-771 La mayor de los entcos admite hoy ya las opiniones de don Ramén Menéader Pid sobre In irepuaridad mética de muestas gests, pero exisien todavia quienes impose ‘nin, Ctr. Ch. V. Aubrun, “La méirigue du "Mio Cit” ex en Balle Fspani- ae, XLIX, 1947, pigs. 332372; del mismo, "De Ia mesure dex yer: ania labigues mééitvau, en -Billerin~-Hisponique,LIM-1951y- ig 351374- Sabre hos eco G0E eenden ‘embida Ie repulaidad, véase referepcin en Menénéer Pal, eda el Cantor de Mio Cid, eitads, yol. HI, “Adiiones plas L1761.196 nehedchaininatassiltcs ttle acs Epica medieval : 3 romance y que 1s épica conservé por arcaismo; la e seria, puss, etinol6gica ¥ no paragéaica, y este arcafsmo constituye una prueba més del peculiar ea- ricter de avestras gestas y, por tanto, de la independencia de su crigen y particular evoluciéa respecto de Ja francesa ®, croxorocia Monéadez Pidal distingue cuatro etapas en el camino de muestra épica: ) una primera 0 de formacién, desde los orfgenes —en égoca que no 5 puede preciser, pero que no debe ser posterior al siglo x— hasta 140; en esta etapa se componen cantares breves —hasta de $00 6 600 versos—, sobre el tema de don Rodrigo en sus diversas ramas, Feréa Gonzilez, la Condesa Traidora, ef “Infant Gercia”, dltime conde castellano, los hijos de Sancho el Mayor de Navarra, una primera versién del Cereo de Zamora, y Jos Infaa- tes de Lara en su forma primitiva (véase Iuego, en el pérraio sobre “Otras gestas castellanas”), Al final del perfodo se inicia la difusiéa de tos temas franceses por Jos juglares que penetran a lo largo de Ta ruta de Compostela 2) etapa de florecimiento o plenitud, desde 1140, fecha en que se supone exct to el Poema de Mio Cid, hasta 1236, aflo correspondiente al Chronic Mundi, Ge Lucas de Tuy, primera obra historiogréfica que utliza extensamente les estas como fuentes histérieas. En esta ctapa los cantares épicos genan en pet- feccién y longitud, y se acusan 10s influjos franceses a que hemos aludido; a lla, a més del Poema del Cid, pertenecen —entre ottos— los temas ée Ber- nardo del Carpic y le Mora Zaida; c) desde 1236 hasta mediados del siglo x1v, etapa de las prosficaciones, entre Ins cuales sobresalen Ia Primera Crénica Ge- erat de Alfonso #1 Sabio, 1a Crénica de Castilla (cuya primera parte se im- Primié en 1512 como Crdnica Particular del Cid), 1a Crénica Portiguesa de 1344 (escrita por el conde de Barcelos), sus refundiciones, y la Crénica de Veinte Reyes"; d) épaca de decadencia, hasta mediados del siglo xv; hincha- 26n y grandilocuencis de Ia épica. Bajo el influjo de nuevas condiciones soria- Jes y de nuovas formas poéticas, se pierde el gusto por Jos viejos exntares pions de robusta severidad, al mismo tiempo que se da entrada en ellos a lementos movelescos 0 legendarios; se acentian los efectos dramiticos y se tionde a Ie desordenads glorificacién del hésoe. Los latgos poemas se faccio- ran y s6lo sobreviven aquellos episodios culminates més gusiosos que, 4 Le forma tpica en Enpaha y en Frome, ited, pigs. 36-41, 4 Cte. LF. Lindey Cinta, Cvbnies Geral de Expanka de 1344, 3 vols, Labo, 951, 1954 y 1961 (Vol. 1, “inicodusio"). Ramen Menénéee Pigs, Primere Criice General de Expats, 2° ef, 2 vols, Matti, 1955 (vol. 1, pigs. XV y 58); del mmo, “Tadleo "alidnd de las Cidnicas Generales de Espata. A propio de los abajo de LF. Lindley ‘Grim’, en Holein de Ta Real Academia de la Historia, CRXXVE, abun 155, ni nas 131487. Diego Catalin MenénderPical, De Alfonso X al conde de Doel, Max ig, 196, 4 Historia de la literatura espaiota desgajados del tronco, quedan como breves poemas independientes. Estos fragmentos que elaborados bajo el nuevo estilo constituyen los Uamados romances, no suponen de hecho la destrucsién, sino Ia evolucién de Ia épica; representan la forma original que aquélla adopia pare penetrar, como veremos en su momento, en Ios siglos dureos RL “POEMA Dp stfo c1D" Fecha y autor del Poema. El Poema de Mlo Cld es el primer monumento escrito que se conserva de nuestra épica medieval (précticemente el primero de nuestra literatura, si exceptuamos los balbucientes restos de Ia lirica a que ya aludimos). El hecho de que se hayan perdido todas las gestas anteriores, Pertenecientes a la época de formacién, ha dejado como pértico de muestra historia iteraria esta obra que supone una autéatica cunibre, no s6lo deatro Ae su género, sino con valor absoluto, y representativo, por afiadidura, de mu ‘hos caracteres que van a ser consustanciales a muestra literatura nacionel I Poema fue desconocido hasta que en 1779 lo publicé Toms Antonio ‘Stnchez en el volumen I de su Coleccidn de poesias castellonas anteriores al siglo XV. Menénder.Pidal le ha dedicado estudios completisimos y definitivas, y todo cuanto se digs de Ta obra no puede ser sino resumen de sus conclu © 1a biviogatla sobre Ja poesia pea medieval en estos ltimos tiempos es tn inameros como importni. Ades de las obras cttdas en las notas precedents, con salts, sobre problemas dela épca en general 0 en elaién con Eapaia: Léon Gautier, Les Epopées frangaises. Etude sur ler orginer et Phisioire de to Uéraure nationle, 28 ed, Pars, ISTE-I894. G. Kuch, Histoire postque dex Mérovingens, Posy 1893 Pio Raja, Orpiat delPepopea francest, leas, 1884, Ualo Silo, Le origin’ delle ‘amon! di gesa, Pada, 1940 (uaduceéa fancesn. Pare, 1951), Luigh Fowcolo Bene- Geto, L'epopee at Roncsvall, Florencia, 194, Toles Hortent, La Chanson de Rolend dens lee Witiretes frangie et expasnole au Meyen Ase, Lich 1951. Maurice Del- boule, Sur la gentse de la Chanson de Rolond, Brusls, 1954, Pierre Le Gentil, La ‘Chenson de Roland, Pals, 1955.1. Rychner, La chanson de gerte, Ginebra, 1958} Exch von Richthofen, Esdior dpicor medicyale, Madrid, 1954; del mama, “Iatsrpitactones hatco legendarian de In pice medio", en drbor, XXX, rim. 110, 1955, plas. 177 196, Mattia de Riguct, Los catares de sete francses. Sus problemas, su relzciin con spoha, Madre, 1952; teadveion francesa, refund, Pans, 1957. C. Guetiei Crocet, ‘LEI spognola, Miks, 194. F. Merepill, Question’ riguardent Pépiea speatuola, Mi- lin, 1949, Cecil Maurice Bowe, Primitive Sone, New York, 1962 40 Las ediciones biseas del Poema son las de Menénder Pil: Poema de Mio Cid, "Citscos Castellanos", Madd, 1913 (B® ed, 1951); Hckin dfaiva dal texto, en Contr de Mlo Cid. Texto, raméiea y vocebulero, 3 wole, Maid, 1908-1911 (ed, Masrid, 19541950. Buda de A. M. Huntington: texto, taduediéa Ingles, estudio note 3 vols, Nueva York; 197-1903 Eaicién-facsnil- por bx Ditecige Gzveal-de Archivos y Bilitesi, para conmemorar In donacién del Ode de Per Abbat ech’ a la Biblioteca [Naciosal de Nadia el 20 de cicembre de 1960, Macrid, 1961 Epica medieval 55 El Poema ba legado hasta nosotros en copia nic, hecha en 1307 por un tal Per Abbat, pero debi de ser compuesto hacia 1140, Consta de 3.730 versoe, yal edie que lo contene le falta Ia hoja del principio y dos en el interior. Menéadeo Pidal ha reconstuido el texto de estas Ingunas toméndolo de Ja prosifcacién del Cantar hecha en la Cronica de Veinte Reyes, versién casi ‘inice la copiada por Per Abbat. Nada se sabe sobre Ia persona d> éc, spate el hecho de que figura su nombre en otros varios documentos de 1a po, pero tampoco es posible presiar sla palabra Abbat indice un apelido ‘0 una dignidad religiosa. Se nora quign fue el astor dsl Poems. Desde sus primeros estudios Me- néndez Pidal establecié que debja de tratarse de algtin juglar de Medinaceli 0 de nos alrededores, pinién —indscutids, por supuesto- que el gran medie~ vatsta ha repeido en sucesivos trabajos. Fl autor del Poema, simque men cions cindades de tds Ta peninsula y describe iticrasios que coinciden, en arte, con las grandes vias romanas, slo da pormenores topogrficas ~de los gue revelandireto eanccimiento del lugar descrito— « 10 largo del camino, muy de segordo orden, que conduct de Burgos a Valencia, y sobre todo de los aletedores de Medinacei, cegin éta tia repetdas veces mencionada, 2 pests de gue en ella no suede nintin aontecimientocsencial para FtRccién del Poem, slo que algunos personajes, en sus ides y venida, pasar all Con paejo dtl ex descr tambign fa reién de San Esteban de Gormaz, cn coyar prosimidades se siti el robledal ée Corpes; no slo te dai minu- siosasinformaciones de ests pares, sino que “la efrenta “episodio central de toda la accién del poema”, pertenece exclusivamente a Ia tradiciéf local de San Eneben sn que la historia poses nota alguna de tal suceso. Aunque San Esteban de Gormaz ist unos ockenta Klémettos en tinea acta de Me- éinaceli, Menéndez Pidalaénitia que un mismo poeta podfa conocer perf tamente ambas regione y resoger los pecaliars dslctalsmos de Ins dos, que 5 otro de los grandes indicios para fijar la patria del juglar del Cid. Pero toda esta hipstesis, acreditada por la autoridad de Menéndez Pidsl, ba sido rebatida rsientemente par el propio autor en vn intereantsimo tr bajo lado Dos Poeas en el ‘Cantor de Mio Cid’ *. Tratacemos de resumir Jos resultados de esta insstiencién, que viene a mosifcar tambien buens parte de los puntos devise anterioenente admitidos Hibo un poets de San steban de Gormar, bastante antiguo, buen conos cedor de Ios tiempos pasado, que exciba muy cerea de 1a realidad histria, rot poeta de Medi conscountementealjado de los hechos del Cid, que petiabs més libremente La intensa actividad noticiera provo- eda por el Campeador desde muy joven eisai, poco de su muerte, en Ta Hineoria Roderi,eetiteente 1103 y 1109; por aqiellos mismos afes, sf 1 LAXKH, 1961, pies 145200; reproducléo en En torno al Pema def Ci, Barcelona, 1953, FAgh 100162 (Camas por esta edicin} 56 Historia de ta literatwra espafiola ma ahora Menéndez Pidal, debi6 de escribir su Cantar de Mio Cid el pocta ‘de Gormaz, En cambio, el refundidor de Medinaceli debié de levar a exbo sit obra alrededor de 1140, fecha propuesta anteriormente por el gran imvestigador para la ttalidad del Poems. ‘Al posta do San Fstebun pertenece el plan total de la obra; a 4 se éebe el enfogue de la figura del héroe, no como conquistador afortunado, sina ten- iendo a su penosa lucha contra la envidia de una clase social superior, hasta gar al supremo encumbramiento de emparentar con las casas soberanas de Espatia. Al poeta de San Esteban —en el texto hoy conservado— pestenece {ntegro al Cantar del destirro (leno de recuerdos topogréfcos de las ceranias e aquella localidad, referente a los primeros hechos del Cid desterade; he- hos por lo general poco importantes, pero histGricamente comprotados), ‘Pero som ya considerables las alteraciones en el Cantar de las boda, y muy notables las de ts atrenta de Corpes, todas ellas debidas a Ia posterior inter- vencién del juglar de Medinaceli. Este, mucho més alejado de los suesos, in- ‘troduce adiciones novelescas; todas las referencias a Medinaceli y sus cerca nfas son un continuo anacronismo, pues el rey Alfonso VI no poseyé ayuella fortaleza hasta cuatro sos después dc muerto el Cid; el poeta modifca deta- Mes de muchos episodios en el Cantar segundo; y en el tercero intensfen to- os Jos hechos que contribuyen @ poner de relieve Ja cobardla y vilem de Jos de Carri6n, con Ia posteior reivindicactém del héroe en las Cortes de Toledo y Ia derrota en duelo de los infantes. Menéndez Pidal admite shora que no ‘cxisti6 la supuesta boda del Poema, pero sf quizd.unos esponsales, que los d= Carri6n rompicron, éejando abandonadas.a las hijas del Cid en las cecanies de San Esteban durante el viaje de regreso a Burgos, al entererte de que dl rey hhabla roto de nuevo con el Campeador por no haberle éste ayudado en Is de- fensa del castlo de Aledo. No hebiendo, pues, ruptura de matrimonio, no ppodia darse Ta reclamacién del Cid de que se habla en el Canter, ni tempaco, 6gicamente, el desafio y 1a infamis de Tos infantes. Pero el poeta de Medina eli modifica los hechos y encarece a alevosta de los de Carién pare tejer luna trama dramética y alzar sobre ella Ia gloria de los nuevos matrimoaies de Jas hijas del Cid. Este, pues, tan s6lo pudo reclamar la devolucién de It date y regalos de sus hijas, y Ia condena de los infantes no sucedi6 en realidad. ‘Menéndez Pidal que afirma las diferencias en el grado de verismo histirieo entre uno y otro poeta, sostiene en cambio que ambos se hermanan —siendo bien distintos— en Ia excelencia do Ta ereasién literati. Fl pocta de Medias Celi *..granda el eycenario de los sucesos; el matrimonio, en ver de loves ponsales, y la cruel alevosia de Jos infantes eleva Ta accién a un plano supe- rior, en ef que se desarrolan Ia trégica escena de Corpes, Ia admirable esién de Ia corte de Toledo y los retos y duclos finales. Sélo ahora el excelente Can- tar antiguo adquiere un supremo valor poemético” #, 4 fem, fd pl 16 7 4 Epica medieval “ = 37 En Jo que atafe a la versiicacioa Menéndez Pidal diitingue dos modalida- es que conteibuyen a reforzar su convicci6rt en Ia hip6tesis de los das auto- res. El poeta de San Psteban procura una versicaciéa variada con frecuen. te cambio de asonantes, y, dada la difcultad de muchos de éstos, habe frecuen- temente tiradas ‘de menos de diez versos; este sistema domina por completo en el primer Cantar, disminuye en el segundo y casi desaparece en él tercer. Por el contrario, el poeta de Medinaceli tiends una versificacién de gran sen- cillez, suprime tos asonantes difcles, eliminando las tiradas de,esta indole, y consigue largas tiradas homogéaeas “, Admitida la nueva hipétesls det gran investigador det Cid, seguitemos, in embargo, refiriéndonos, pare mayor comodidad, al autor del Poema como ‘ico. Divisién. Sega Menéndez Pidal el Poema puede dividirse en tres partes ‘que é! ha denominado Cantar del destierro; de las bodas de las hijas del Cid: y de Ja afrenta de Corpes. La hoja primera, segin Ia reconstruccién de Me- Inéndez Pidal, debia de refecir Ia expedicién del Cid para cobrar las paries de los moros andaluces, su incidente con el conde Garela Ordéliez y Ja venganza do éste que acusa al Cid ante el rey de haberse quedado con parte de los tri- Dutos: iritado el monarca, desterra al Cid. Y agut comienza el texto conser- vado del Centar, refiriéndonos el instante mismo en que aquél abandona su casa y sale de Vivar El desarrollo de los hechos es como sigue, Canter I (hasta el verso 1.085): EL Cid sale de Vivar, dejando sus pelacios desiertos, y Hega a Burgos, donde nadie se atreve a derle aslo por temor a las represatias del rey. Una nifia de Iueve afios fe ruega desde una ventana que no intente a ayuda por la fuerza pra no perjudicar a los moradores; la escena es inolidable: Non vos osartemos abrir nin coger por nada; ssinon, perderiemot los averese las casas, ¢ aun demds Ios ojos de las carat. Gia, en el nuestro mal vos non ganades nada; ‘mas el Criodor vor vala con todas ss vertudes santas €¢ fornds pora su casa (¥, 44-49) En la ciudad, su sobrino Martin Antolin: le consgue dinero engafendo a Ios jndfos Raquel y Vidas, de quienes toman un préstamo entregindoles en prenda dos arcas lenas de arena, en las que finge que guarda sus tesotos. El Cid s¢ “Sobre algunos problemss sucitdos por Ta dob suri, ase: M, Laza Palaces, Le Expos del Pocia de Mlo Cid, Malaga, 1964, en expec) pigs. 6870. 1. Horent “Tradition poéique du ‘Canzar de Mio Cig’ au XII" ste 12 de Cho ‘Médidvate VI, 1964, pls. A317. Edmund de Chat, El ete luslaresco en el ‘Cantar de Alo Cid, Madris, 1967 (-Aptnice, Creaciéa y recrencén en el Porma de Mio Cu", pls. 308315, 8 Historia de ta tteratura espaRola irige luego a San Pedro de Candela para despeditse de su exposa dota Ji- mena y de sus hijas, que deja confiadas al abad del monasterio. Llega hasta Ja frontera de Castilla, atraviesa el Duero y pemmocia en Figueruela, donde se le aparece en suefos el arcingel Gabriel que le anima y le predice gren- ddes victorias. Entra en tierra de moros,aselta Ia villa de Castej6n, pone sitio 1 Alcocer, vence a los moros de Calatayud, que acuden en socorro de Ja villa, ¥ ecoge Un rico botin’del que envia un espléndido regalo al monarca por medio de Alvar Fétiec. El rey permite entonces que se alsied nueves ttopas fn Tas filas del Cid. Con este ejécito reforzado ataca a los moros en Huese, y aliado con el rey moro de Zaragozs derrota a los mores de Lérida eyudados Por el conde de Barcelona; hace a éste prisiouera, pero Jo deja Iuego en Tibertad, Cantar II (hasta el verso 2.277): El Cid se encamiza hacia Velencia. Se ‘apodera de Férica, Onda, Almenara y Murviedro, stis a Valencia y la conguis {a después de derrotar a un ejército de socorro enviado por Jos moros de Se- villa y Murcia. Eavia nucvo presente al rey de Castilla y le pide que dsje i su lado a su esposa ¢ hijas; ef rey accede 8 la peticién; llegan aquellas a Valencia, acompaliadas de Alvar Faiiez, y son recibidas con todo honor. El id, desde ta Torre del Alcézar, los muesta Ja ciudad y Io beleza de su huect. Poco después Valencia es sitiada por un ejéccito del rey de Marruecos: el ‘Cid lo derrota y envia un tercer presente al rey Alfonso, Los infants de Cartiéa solicitan a las hijas del Cid en matrimonio; el rey de Castilla interviene para lograr ef consentimiento de aquél y lo perdona solemnemente. Con los pre- parativos de las bodas termina el Canter. Cantar TH: Los infantes de Carrién mvestcan muy pronto su eoberdia en diversos hechos de armas. Un dla se escapa un leén de palacio y los infantes se esconden vergonzosamente, Io que proveca las burlas de Jos hombres del Cid. Dolidos Jos infantes, piden permiso para marchar con sus esporas Carrién, y al pasar por el robledal de Corpes Jas desoudan y maltatan, Aejéndolas luego abandonadas. Un sobrino del Cid, Félez Mufog, las encuentra ‘en el monte y las devuelve a su padsa FI Cid, iertado por tan inicua afrenta, ppide justicia al rey. Este concova Cortes en Toledo, a las que acuden los in- fantes y el Cid; éste les pide la devolucién de las espadas Colada y Tizona, ‘que Jes habia regalado, y le dote de sus bijas, y los desatia pare reparar su honor. Los mantenedores del Cid vencen 2 os de Carsiéa. ¥ el anuncio de que Tos infantes de Navarra y de Aragén soliciten en mstrimonio a dofia Elvira y dofa Sol pone fin al poema. Historicidad y realismo del Cantar. De acuerdo con el carécter que dij ‘mos consustancial a nuestra épica, el Poema de Mio Cid destaca por su condi cia eminentemente histériea ®. De los posmas nacionales de la literatura uni- 4 -istrca-el-Cla-ha-sdo-risworamente documentds por Nenéae e sus obras magistrales, verésdero monumento de nuesta.hisoro Fa peaonati det Pidal on Epica medieval 3" versal es 6ste el que recoge hechos més prGximos a fa fecha de su composicién es muy probable incluso que el autor hnbiera conocido al Cid 0 por lo menos a Personas que To trataron, No s6lo el héroe. sino casi todos los personajes que aparccen en el poems, aun Jos menos importantes, tuvieron existencia real, qe ha sido exactamente documentada; tam slo unos pocos levan alguacs cam bios en sus nombres, asl, por ejemplo, Jas hijas del Cid, que no se lamaben Evra y Sol, sino Cristina y Maria, Zguelmente hstéricos son Je inmensa ma. yporia de los sucesos politicos y militares que te refieren. Slo unos pacos care een de exacttud histérica 0 estén Tigeramente modifcados: El Centar habla 44e una sole prisién del conde de Barcelona, pero fueron dos en realidad: el sitio de Valencia se prolonga en ef poema por espa 5 ais, cuando no pasé de veinte meses; seguin el poema, la eonguista de Murviedro y le bata 1a de Sativa precedieron a la toma de Valencia, cuando de hecho fueron pos: teriores. El casamiento de las hijas det Cid con los infantes de Currin fue considerado legendario por Menéndez y Pelayo, pero Menéndez Pdal ha demos. teado que no se efectuaron los metrimonios por la corta edad de las doncells, pero sf quizd unos esponsales, No es cierto tampoco que una de Tas hijes easara oa un infant de Aragéa, sino con el conde de Barcelona, Ramin Beren- suse II. A poco més de estos detalles se reducen las inexacttudes bstricas 4c} Poema. Izualments exiguos son los elementos maravillotos 0 fantéicos: la spariciéa del arcfngel Gabriel (que, por serlo en suetos, no es hecho de mara- villa), el episodio de las areas de arena y el del lo6n que arustS a 10s de Ca- ri6n son apenas los inicos eon sabor de cosa novelesca # [La parte histcia referente a Jos personajes musulmanes es, sin Embargo, én el Poema bastante menor. Segiin Menéndez Pidal, sSlo Yget de Marruccos ¢s un personaje real, es decir, Yisuf ben Texufin primer emperador de Ma- ‘dentiticar 9 Bucar con slguno de los Abu Beker contempordnens del Cid: asimismo, es fabuloso el rey de Valencia Tamin, ¥ 10 hay not bala, tinlads Fa Brpefa del Cid, 4* ed, 2 vole, Madrid, 1947; 5* ed, 1956 (exit wos veriéa abreviada, publicida en In Coleccién “Austat", nfm. 1002, con cl ilo de ET de civutgacion es dil’ el io de Stephen Ciisls, In Search of the Ci, London, 1965. El mismo episodio de! Ted 0 nos parece tan novelesco como genstlente ve fem, ni aun suponiendo que existan anéedotss semejancs tn ditor poemas frances, sue pudieran nber inprado al juglar del Cid. EI mismo Menénder Pidnl que 1 pa entie los “elementos Seles” del Center, ‘polo del Poems, dada Ia eostumbre de mantener feres enlauladss en los palacios Se los grandes" ("Poca del Mlo Cid", en Espaha y mi Hiri, 1, eit, ples. 663 66). Che ‘Maia. Gost de. Menénéez Pidsl, "Leones coméstcos", en Cloileia ao Th no. 9, ‘mayojnio 1951, pips. 1618 Cesdreo Banders.Gémer, “El sucho del Cid e0 eesodo 21 Bla", en Modern Language Notes, LXXX, 2, marzo 1965, pigs. 45251 0 Historia de la literatura espaola motos, Ia fundamental historcidad del poema apenas se resiente por esas jn- crustacionesnoveleseas oeonusionss de personae Mis notable todavia que la vertidadhistérien e5 To exactud seogrsfica ¥ Sopogrfa. Tos los lugares ypoblaciones que se mencionsn en peema exinen reaimente y en el puto ea que se les sida. Ahora bien: el detale en Tas desripciones vaia notabiemente sein los pataes: el aor, como vi, ‘mos, ¢s muy miaucioso en ado el camino que va dz Burgos a Valencia y sobre todo cuanto més se aproxima a Menace, pero es bastante ms impreiso al alejarse de estas rons; at —puntulia Menéndee Pid mientras lo Cet 2130 eros el largo atedio de Valens, empl 430 para narat Ia congusta dk los ponets lugs fronts, Csjény Alcoce,prdstmos 2 Medinacel Es ls corns de ét timo mencioa ciaco Ingres es de Ts cates ton ahora campos o montes deshaitados: al como en na dstacia de 20 le rts en las proximideds de Son Exban de Gorm se nombran diate 1s y lgaejos hoy desconcios. En cambio, Ge ninguna otra region de Essa fa tan important incluso como Burgos, Valencia, o Taledo, da el poeta dea. Ie alguno de lignes vesinos, grandes o chicos, Ala par de esta esencalhisoidad ext el carcter reaita de todo el porma: reslimo que alcenr en igual media at tono vital de Tos sucess Fetsons, al ala tod do su Casilla coatempordnea, de ia que 8 ef fide lsimo, como a Ia exactiud en Ios dates mls variedos de Is vida ondnarie, Mintnder Pal ba destacao ln gran vtedad de sentient recpidos or €l poeta, que corespnden a 1a ampited del panorama social Human que Geseibe. AS, or ejemplo, en el Rolnd todos los personajes piesan y oben como gueteos sélo preocupados por sus deberes militares; al here frances nada Te importa sino el desco de servic bien su emperador, y su misma ca. tstrofe como meestro gra eco deca se funda en ies prmente fu. ales: slo por un pundonor mit fnexzemo como Sncompreasie, secon dena on 22000 personas a mocn sin per el avxio neesatio. Muy al on taro, sain-comenta Menéoder Fa a contimiicdn, “en ver de fandare en esas costombrespropias de una aroercia esaparesda, 1 Pocme del Cid ‘busca base inconmovibo en sentiientos dz valor humand perenne, y afima ssf au tert. El vasallajeocupa una parte del poems, pero no la pte auc est consgeadn a Ia alenta do ts 'ijes del here: Los personajes no oon Siamente efits de cxisanos y mort, sino que toman pare en Ta accion gentes extrafias a Ia vida militar, mujeres, nifios, monjes, burgueses, judfos, Jos cuales en su obrar nos hacen ver I vida pectica de les cidade, la con. tratacién, las despedidas, los viajes, los saludos y alegrias del encuentro, las bodes, las reunions fntias, par ilar de asiniosfaalares o para romesr 1a siesta, Jos ala, las enrevistas scenes Jos offs eligisca, La gues misma es mucho mds variagse intesaneen cl Cid que-en al Roland” Por WH Poems de Media ea En tno ol Poona de Cl, ch, pat 46 Avéio ‘att que Bu ete isis ends tea cela, compa a Coton pica medieval : a seme ‘sto mismo, €l propio Meigndez Pidal ha’ podido escribir todo ua capitulo de su introduccién al texto del Cantar, dedicado a mostrar su riguroso valor ar qucol6gico; en medida muy superior a 1a de todas las fuentes historiogrdticas, 1 Poema del Cid es un documento incomparable para el conocimiento de las de Roland on el Cantar éel Cd ea plrafos afortinados, de. los que damos not fexgmentos a contasacifn: “Disfamos que Ja Chanson fut cirita pera el pucblo, ¥ el Conc Yo fue dexée el panto de vista del pueblo. La gandiora deadicha de Roldan ‘us pares se exyonta ala admiracdn de todos, en lagu populae, en imdgence sudiblee YX Wsibles, qe servan de vebelo a docuiaat epistles y oftcian, en saradipne, ek Heal mondrquico y nobis, consustacal cou Francia. No hay en la Chanson perso sajesplebeys, porque el iatalo era dar que adnirar al pueblo ¥ 00 mates ce cos i clemat reablo, slocado 2 altura coavenients pera sti leno de imigeaes reuleentes que recverd las Sauces bibles de un prio roménic, con las que se convive slo ea espiita": ‘opontendo luego el carter human y realsta del Poema, everbe: “El tema Btcraio & ste Cantar 80 fo por encima del poeta y de ais cpentes sepia acontecte en Ia Casson; tos personajes n0 son formas estimades sin um deatro que hacer wuble, ala petspectivainims y exterior; el mito no eid visto dexe lejos para ser meratiente com ‘eaplado y venerado, Lo missno que ‘amanecer' y ‘aaocheser legen «converse ea fenémenos incorporados @ ln experiencia del que habia, asf también el tome épieo se uli eo In vide Inmediata det arity de sus oyeates Dios, que buer vaso? ji ovieze buen score BB. Cid cs, entnces, no abla Ja gues ideal que cabslgn sobre estos ettom sino ade ads Is perons que quizt conocié el jue, y sia duda alguna conocieroa muchos de ox oyenies; exon oyeron bablar de él a sus padtes, y wablan que el Rey que habla terra al Cid era el abuelo de Alfonso Vil, que en el preseaie momento teinaba, El ost proyeté su anloefectvo ewe ho, porque el Cangeador era algo ms que UE ‘sure veneable a la cual sto se acede pot Ia escla msn de Ja veneracioo: era ta Deromaje ¥'n Ik vex usa persona al aleanes de Jn expecenra do lor eyentes", Afiade luego: “La obra pottca es a la vez ura exdnisa nowindh, y to forma expesive eats ‘24 cera de Ia prosa que del vero. La proxinidad familiar, ln desnuder tngeaua de 'o expreado, no cris en veriot artifclacoe (oe de La Faraia y la Chanson) que itn plan ya ingresr en una reiidad desosads,inacosble,solemne, que munca, hubiéanes seta verter en las pobses palabras de nesto hablar colidvoo, El nombre ‘pocmes ‘seado de los ratios en retree, no conviee en vetdad 4 sie “astar, que © algo oi abide en os rowos dela hiss literaray se tata de un plnero cenarico em ol que 4 sontunden Ia experiencia de fo trascendente podtico y Ia expericacia de Io efeciva ente vivido 0 vivble para el ayente 0 lector”. Y coment, fnalmente, més abajo “Las gests castllnas nines eraliaron a ua rey como peromje centeal, y nada ea elas fortesponde a la chansons del iso carlngo. Muy por el conta, ls prandes heroes GJ plea casein tuveron gue oponerse a los ree 0 fueron viebins det ato Ibjsto: Deroardo del Carpio, Femén Oonztler y el Cid, Las genies de abajo. daban ‘as su alent ctesciones antiicas que forzosamente habrian de permanecer en el far. ‘Bio de agulls;_quienes recompenssban al joplar con vino y dincros, lactase tox qu ‘to eran plebe, wan en el héror del eanar tna magaicacién de aur proyectos vide, oa excarmciéa de sto, Kjos, pero no imposes desis. Bernardo, Fema Goat ‘let y el Cié fueron eipléeidos supedatives de pueblo; ht radia el antido 6 que a Historia de a literatura espaiola costumbres, insttucfones, armas y técuicas guerceras, viviendas, vestidos, ali- mentos, Y atendiendo 2 Jo que mas comtinmente Lamarnos realismo, en el seu- ‘ido de téenica artistica o descriptiva, el Pocma es el primer gran paradigma el siempre tan ponderado realismo hispano, Del Poema estén ausentes, sin embargo, las notas extremosas de crueldad y brutalidad tan frecuentes en otras obras épicas, pero el autor no elude, sin embargo, los rasgos fuertes ¢ intensos ‘que den color y vivera s la narracién. En varias ocasiones describe con gran Plasticidad la eficacia batalladora del héroe: .diol tal espadada con el so diestro brago, ‘ort por ta gintura, el medio eché en campo... (v. 750-751), al rey Farie tres colpes le avie dado; les dos le fallen, el tinal ha tomade, Por laloriga ayuso Le sangre destellado... (v, 760-762) Alcancélo el Cid a Biicar 4 res bracas de! mar arriba algé Colada, um grant colpe dédol ha, 1s carbonclas del yelmo — sollidas gelas ha, Cortét el yeimo e, librado todo lo hal, Jaua ta citura el espada Negado ha. (v, 2.420-2.424), ola de algunos de sus hombres: Martin Antolinez un colpe dio a Galve, as carbonclas del yelmo eché gelas aparte, cortél et yelmo que legd ala carne... (. 765-767). Y el porta desliza a contiouacién esta puntada de humor: saber, el otro ron gel os6 esperar. 0.769), En suma: el pocta observa y reproduce siempre los detalles necesarios para su objeto con minuciosa exactitud; y con una atencién que s6lo parece posible fen um testigo de los hechos, anoia menudos aspectos que le sicven a maravilla para caracerizar una situaciGn o un personeje. op Tofenes de Currién, uttiicor arin\Gcratas, aparezcan em ol Cantar det Cid bajo luz ‘muy deifevrable, pier esnrnecidor por su cobsrda, y luego casigador por su Yen" (La rela Hitdrice de Espeta, Mético, 1984, pigs. 26%, 268-26, 270 y 270). Epica medieval 6 ‘Los valores humanes del Poema.. Ese cadctr realist det Poema tiene més amplia confimacién ce sentido humano que resplandece en toda la ‘obra. El Cid es siempre un personae heroic, pero munca fantésico como cl francés Roldén o el germano Sigiido: sus hechos son extraordnatios, pero tienen siempre Iugar dente de la escala de las fuerzas humanas. Todas Jas pasiones que animan al héoe som igualmeate humanas y naturales; en los ‘momentos de mayor intensidad no estan con descomedida violencia ni le {mputsan a tomar venganzas personales, sino que se producen con engi vii pero siempre equiibada y serena: asf, pse In ira que despierta en su imo Ja baja venganza de tos infantes de Carri, Ueva Ia queja ante el rey para ‘obtener una separacién legal y justa. A su denuedo y valetia une el Cid una cautelosa prudencia y no pequeda astucia también para sacar partido de las cireunstancias. No duda en recurrr al engaio para burlar a los judios en el episodio de las areas de arena, pero tiene conciencia de Ja maldad del hecho; Pr eso se jusiiea con sw apremiante macesidad y trata de que el eagnio no zea conocido para no provocar escéndalo. Ea sus relaciozes con el rey procede siempre con un profando sentido de lealtad; sabe que aquél le trata injusta- mente, pero Jo justlica por las iasdias de sus enemigos que 1o ponen a mal con el monareas munca quiere enftenirse con su setor natal y Ifenvia regalo was regalo hasta conseguir le rebabilitacién y tomar a au gracing ‘De especial importancia para valorar todo el sentido humano del héroe son sus relaciones familiares; trata a su esposa e hijas con sobria temura y emocionada naturaidad, de las que son ejemplo las escenas de Ia despedida fen San Pedro de Cordes y la Uegada de aquélla: a Valencia. Con sspilez ‘conmovedora refer el poeta el encuento del Campeador con los sya: Encliné las manos la barba vellida, las sues flias en brago las prendia, egétas al corazén, ca mucho las quer Lora de los ojos, tan fuerte mientre sospira “Ya doa Ximena, a mi mugier tan complida, ‘commo ala mie alma yo santo vos queria” (274.279), ‘Al amanecer del dia siguiente tiene lugar la tierna despedida: La oragién fecha, 1a missa acabada la an, salieron de la eglesia, ya quieren cavalgar, EIGid a doia Ximena tvala abracar; dofia Ximena al Cid 1a manol va besor, Morando de los oj08, que non sabe gué se for. E dla las nities _torndlas @ cater: ‘2 Dios vas acomiendo, — e al Padre spirtal agora nos partimos, Dios sabe el ajuntar’ “ Historia de ta Uteratura espaiola Lorando de tos ojos, que non vidiestes ata, cassis parten unos d otros comma la una de la carne, (v. 366375). Hasta tal punto son anos y entraiables los sentimientos couyugales y pater- ales del Cid, que ha podido verse en él un caricter excesivamente cotidiano ¥ normal, bien diferente de otros héroes épicos con sus gests teatrales y des. medidos. Pero esta condicién no es sino refcjo det gran realismo del pocma, que capta Jos hechos en toda su sencilla verdad. Los valores artisticos del Poema. Entre Jos grandes métitos artisteos del Poema de Mio Cid, Mentudez Pidal, siguiendo les ideas expuestas or Fer nando Wolf, encarece Ja perfeccidn en la arquitectura general de la obra, en “le peticia, tino y fimura de seleccién admirable pera convertic el cast mon- t6n de mat ies, quo In vida ottece, en un edificio de lineas sobrias y magni por ejemplo (y el dato sisve para desacreditar le vieja critca que s6lo vio en el Cantar una simple crénica rimada), el poeta reduce a una las dos prisiones del conde de Barcelona y a uno también los dos destienos del Cid, y simplifica “con verdadero arte las bruscas altemativas de ex0j0 y favor de Alfonso VI, reduciéndolas a una sola y trabajosa progresién zm que el desterrado va ganando el favor real”, Ponderando esta misma perlecci6n de su estructura total dice Edmund de Chasca que “el Cantar exatllano es fl mis poético de Jos cantares de gesta europeos, si por poético exteader ‘mos el efecto total de In fdbula como ereaciéa ¥ la acectada disposisién de todos y cada uno de sus elementos constituives para lograrlo” 5, ¥ eaca: rece Tucgo Ia perfecta ordenacién de todos Jos elementos del Cantar en torno al nucleo principal, que es la honra del héroe, segin habia ya notado Pedro Salinas: “Tieue la obra como tema —dice De Chasca— el restablecimiesto de 4J8 perdida honra del héroe. Empieza con el destierro de éste y termica con su triunfo juridico en las Cortes de Toledo. Y todo lo que ocarre enlte este Principio y este fin contribuye al engrandecimiento progresivo de Rodrigo: Je enaltece Ia serie de victorias obtenidas desde Castején hasta Valencia; le ‘enriquecen los fabulosos caudales que estas victorias le propercionan; Ibs ia. fantes de Cerin, “de natura tan alla’, Ie honran al querer casarse can sts Iijas aunque sea por la codicia de sus bienes; y, paradSjcameste, su mayor deshonor, la afrenta de sus hijas, es la ocasiéa imprevista de su mayor honra, 1 segundo casamiento de las muchachas —esta vez con Jos Infaates de Nava. mma y de Aragén—, que le hace familiar de los reyes de Fspaia"®, 5 Poema de Mio Cid, ct, phe. 656y 66t 3 Esictire y forma en el *Poema de Mlo Ci", State University of Yows Pres 1955 pép, 25, EST = Adem, fd. ples. 28.29. Ct, Pedso Salinas, Bl Caner de Mlo Cid, Poa de te hon- +r, Univeridad Nacional de Colombia, IV, 1945, pig. 924, Gustavo Correa “El tenn TIT AIAMIT sso 2 & 8 8 3 ul Epica medieval . 65 Destaca sobremanera en el Poema Je sobriedad, Ja severa grandeca, Ja contexcién con que el poets elimina todo Jo inuitil, todo efectismo rebuscado, todo adoro imaginatvo por Ios cusles no se preocupa; la poesia brota de ls smiama lana verdad de los hechos. La figura del Cid aparece ast muy escasa- ‘mente idealizada, pero n0 por eso pierde la gignnte proyeeciéa de tn heroe ico. EX Cid, segin puntualiza Menéndez Pidal —precisamente porque “Es- alls, Ia de los frutos tardios, vive en retraso Ja wltima edad heroica del mun- o"— es el poster personaje que “pudo sparecer ante la fantasia humana con los atrbutos del héros épico”, cuando ya las fuentes histrieas documen- tales se habian muliplicado, y por eso pudo ser a la ver un personaje mitico © kistrico; at, afade, micntras de Aquiles y de Sighido la historia no re- cverda dato alguno y de Roldéa apenas la noticia de si muerte, el Cid real aparece ampliamente reatado en multitud de historias érabes y latinas. A Jos cuarenta aos de muerto su héroe, el poeta no puede fantatear maravi- osos sucesos, y su genialidad consiste en elevar a poesia Ia misma realidad al pocta teve tan sélo que consagrar el tipo heroico; por eso, desfamos, el personae da su talla sin necesidad de idcalizaciones, “A través —dice De Chasea— de todos sus lances y trabajos, el Cid ejemplifca las més altas virtu- des cabellereicas: hombria, leltad, religigsidad, cortesta y, sobre todo, mods- racién y mesure. De ahi que su comportamiento ejerza tan puntualmente ea auestro énimo el efecto propio de Ia epopeya: la admiracén. La vietud de ‘producir este efecto esta en la forma del Poema, que celebea la grandeza del héroe"®, Para pormenorizar los procedimicntos artisticos de que se vale el porta del Cid, podemos resumir los enunciados por De Chasca en su citado estudio: 4) Variedad en el movimiento, Cada cantar tiene su propio tempo: ripida mar- ‘ha militar co el primero, marcha triunfal ea el segundo, trgica cabalgata en el terero. Desde que el rey decicta el destiewo del Cid hasta Ja conquista de Valencia, és no se detiene sino para tender celadas, sitiar y tomas algin descanso. #) Raipida enumeracién de lugares para sugerir et movimiento. El poeta susie aque! avance iresistible con tan efemplar pasquedad de medioe ‘que a veces se limita a mencionar los lugares de Ta ruta Salieron de Medina, € Saléri passavan, Arbuxuelo arriba privado aguijavar, el campo de Taranz luégol atravessavan, vinieron a Molina, la que Avengalyén mandaya. (W, 1.542-1.545). 4 Is boars ea ol Poema de Milo Cid", en Hispanic Review, XX, 1982, plat. 185-199. Det rismo, “Estueturs ¥ forns ene Poema del Cid", en Hispanle Review, XXV, 1957, Bi sions 280280 5 De Chara, Buuren ety BAS: 29, Ten esrafoun— 5 66 Historia de la tveratura espafola Epica medieval af 4) Sensacién del tiempo, El poeta acierta magisiralmente a dar 1a sensecién del tiempo que transcurre, registrando una y otra vez el amanecer y anoche- cer de las jornadas: el dia es exido, la noch querie entrar. 3m). ya vedes'que entra la noch, el Cid es presurado... (139, Ca.a mover ha mio Cid ante que cante et gallo (169). Andidieron de noch, que vagar non se dat. (7.434), (© aquel verso maravilloso, que se ha citado tantas veces: ‘apriessa cantan los gallos e quieren crebar albores.. (9.235). 4) Movimiento dramético. Los provesos psicoldgices marchan progresivamen- te en la esfera de lo afectivo; asf, la confianza det Cid en sf mismo, que va desde Ia incertidumbre de la pertida (al salir de Castilla dice: “non sé si en- traré y mas en todos los mios dias”, v. 220; y al despedirse de Jimena: “agora nos partimos, Dios sabe el ajuntar”, v, 373) hasta la absoluta segurided des- ppués de Ia victoria contra los moros de Marruecos: ‘mis fijas e mi mugier veerme an Tidiar, en esas tierras agenas veréin las moradas cémmo se Jazen, afarto verdn por los ofos cémmo se gana el pan. (v. L641-1.649), ©) Presentaci6n de personajes. El poeta los presenta siempre con la eco- nomfa de elementos tantas veces, aludida y siempre con gran oportunidad; nunca los amontona, de modo que disteaigan Ja atencién del hilo principal 0 de Ja persona del héroe. f) Transiciones. Fl poeta acrecienta el interés dramit co saltando oportunamente de una a otra accién sin enumerar todos los pasos que las relacionan, pero dejando muy claro el puente imaginativo en I aten ci6n de los oyentes; estos saltos son tan frecuentes dentro de la acciéa narra- dz como ei Ia dramatizada. g) Parquedad del pensamiento. El elemento reflexivo esté reducido en et Pocma a lo minimo; Jos personsjes dan 2 cono- cer su carécter a través de sus acciones, son hombres de accién, munca hay soliloquios; sus “silencios“meditativos”som ¥aros, pero muy signiicativos sin embargo. #) Sentido formal de las palabras. Muchos vocablos son usados en. tun sentido transeendente, que se repite ademés:frecventemente en el Poems con hondo valor poético; ast, el verbo “cabalgar” no es en muchas ecasiones el mero acto de it a caballo, sino de obrar o de actuar en su més amplia signiticacié Cavalgad, Gid, ef buen Campeador, a mungua en tan buen punto cavalgs varén... (v. 407-408), A todos estos rasgos podrfan todavia aGadirse algunas peculiaridades. Pi smeramente, 1a maestria con que el autor escoge los rasgos caracteristices de ‘cada personae, para fijarios con sintéticos epitetos, de formidable sabor épico, tan sencillo como profundo: el Cid es “el que en buen hora naci6”; Martin ‘Antolinez es “el butgalés complido” *. Otro aspecto importante: el poeta cortz ‘recueatemente la técnica narrativa y para dar mayor viveza ¢ intensidad a su relato se disige al oyente con expresiones que reclaman su atencién: ‘Tanta cuerda de tienda I veriades creber. (we Laan). o presnta I aca en dita forma dramdtice,o a introduce fluo con ‘dampre mferado y heres comesiacon evo qe rabeayen odo tends tates sibrayaas aupone a eee todo ua uo global, como en et ctadsino ‘ios, qué buen vest, si oviese buen sere! = &am, apuntan slo a rasgos sss 0 morales de los personajes, oconsisten en lever Pincladas eon que se apoya una desripciéa o un pale sie el sol, Dios, qué fermoso apuntaval... W450. Blimmnecate se ba scado cl Inter de Jos crfcos por Ia dlelén formolinice ex 1s poeta ésics, Véase la mosogratia fundamental de Ruth House Webber, Formule Dieton in he Spanish Bolla, Berkeley and Los Angeles, 1951, Dela misma, “The Diction of the Roncesylles Fragment en Homencle a RodrieuerMotina, U, Masti, 196, psi sat 311321. A. D. Deyermond, “The Singer of Tales and Medizeval Spanish Epic", en Bulletin of Hispanic Sd, XLX, 1965, pgs. 1-8. Para In teora del formullsmo de rin tadvional e0 otras Hieraturas europeas,efr, los trabajos fondamentales de Albert 1B. Lond, The Singer of Toles, Cavbridge, Mass, 1964, y Prancls P. Magoon, Ir, “The Orat-Formutistic Character of Anglo-Srxoa Narrative Poot", en An Anthology of Beowulf Criciom, Univety of Nowe Dame Press, 1983, pfgs. 18221. Consilews tm igo Tatinns Fotteh, “The Chanson de-Geate inthe Light-of Recent Investigations of Balkan Ee Pootry, en Linguine and Literary Studies n Honor of Helmut A. Hated Washingion, 1964, pps. WAC. oe Historia de ta literatura espaiiola Atendiendo ahora a Io que llama Démaso Alonso “estilo creat”, es de- cir, el que pone el porta “en la figuracién de su mundo imaginado", resalta, 48 amaestia con que el juglar dei Cid sabe mostearnos el vivir psicoldzico de sus criaturas, poniendo ante nuestros ojos sus matizadas evoluciones “con tal vvariedad, con tel profundidad, con tal riqueza —dice el eritico mencionado— ue aqui veo uaa de Tes notes que més justiiean el tener al Poemia del Cid por obra macsira de nuestro arte Al estudiar diversas secuencias relativas al rey y a las relaciones entee el Gid y tos infantes de Carriéa, destaca Démaso Alonso Ja admirable concisiGn del poeta, que en muy pocos versos deja plaateado el problema, sin descrip~ sioues, haciendo heblar brevemente a sus personajes, eseogiendo los datos in- spensables sin echar mano de incidentes insdlitos, preseatando directamente €l proceso de la acciéas y todo, de tal modo que el lector entra de leno en Ja situacida, ss embsbe de ella como ea materia realisima y puede captar en toda su profundidad les reaccioues fntimas y los matices de las palabras y de Jos ccaracteres, En el trnzado de éstos sobrestle el poeta por Ta nitider con que acierta a iferenciarles, por Ia vida individual de que Jos anima, por la intensidad y fuerza del retraio; y siempre —el critico no se cansa de repetirlo— con asombrose parquedad de elementos, con matices apenas indicados, con tenves coloracionss, con trazos ligersimos: “moderaciOn, falta de insistencia en la pincelads, insinuacién, refeeno"%, tal es su técnica. Entre los raszos mis notables del Cantar destaca ademés Démaso Alonso Ja presencia d= uno, el humor, quizé no subrayado por nadie con anterioridad 8 su estudio, El Poema de Mio Cid anticipa la mezcla de lo serio y lo cémico, llamada a ser ten caracteristica de nuestra literatura, particularmente ea el teatro dureo, Esta intrusién de elementos e6micos se da también en Ta épica francesa, pero de forma muy distinta, con tendencia a lo chocarrero y grotesco que ,ca ovasiones, como en el Pélerinage de Charlemagne, degenera en una Dufonada épic, o eu la risa gruesay jocunda, como en el Baudowin de Sebourg. En Ja Charwor: de Roland se encuentran baladronadas de los moros o injurias sgroteseas de fes paginas contra los dioses porque no les ayudan en la batalla, Junto a muy escesos pasajes inénicos; “pero nada semejaate —dice Démaso Alonso— al dibujo de trazo fino, al estudio matizado, que es nota constante e los caracteres cémicos em el Cantar... En esto del humot el anGnimo creas or del Mio Cid es un-ertista de una intuiciéa mucho més podeross, pero también de una téenica mds avanzada y de un gusto mucho meaos fécil que ‘su supuesto modelo francés"®. Asuntes cémicor, como la escena del Jeéa 8 “Batlo y crexci6o.en el Poema del Cid", en Emsayos robe 6d, 1944, pa B - 3 teem, 0, pa. 9 5 Nae, pg 92. a espaol, Ma Eplea medieval 8 —aque sigios més tarde habfa de inspirar ¢ Quevedo una parodia chocarrera de muy dudoso gusto— son tratados en el poema co unos pocos verses, en Tos que Ja desairada sifuacién queda patente sin una sola pincelada sucia 0 ‘grotesca. En Ia escena de Ia persecucién de Bucar por el Cid, a orilas del mar, de nuevo dos o tres verso le bastan al posta para iluminar el Jado eémico del ance, sirviéndose tan s6lo de las palabras del Cid y de Ia respuesta de Bucar: cd torna, Biicar! Venist dalent mar, Verte has con et Cid, el de la barba grant, Saludar nas hemos ames, e tajaremos amistad! Respuso Biicar al Cid: Confonde Dios tal amistad! Espada tienes en mano e veot aguijar; ‘si como semeja, en mi la quieres ensayar™, En el pasaje de Ia prisin y libertad del conde de Barcelons, también destacado por Dimaso Alonso, una ironla suavemente matizada sirve para revelar Ia Indole del personaj, vanidoso y petulente, que promete no probar bocado ex protesta contra los “malcalzados” que Je’prendieson en Ja batalla, pero que Juego 2 os tres dias so lanza a comer con voraz apetto eusndo le aye decit al Cid que, si lo have, le pondré en libertad. Ejemplac asimismo de esta fina comicidad rebosante de ironia es todo el episodio de los judios Raquel y Vidas, en el cual el posta se abstiene dé defnir el cartcter de los protagonistas y deja todo el efecto eémico, maliciosamente aut, a Ios propias palabras de los actores y © Ja grasin de la situaciéa. Y siempee, como a lo largo de todo el ppoema, con ejemplar eseasez ds medios; en lo cémico, lo mismo que ea los momentos draméiicos o en el juego psicoligico de fos caracteres, “insinuar y no recargar": tal parece ser el lema esilitico del poet Seria yano, naturalmente, tratar de hallar en el Poema de Mfo Cid Tas re- buseadas delicadezas 0 10s refinemicntos propios de una poesfa sometida a siglos de desarrollo y elaboracién ; es éste un arte sancillo, de primitiva rudeza el lenguaje todavia es Aspero y duro. Peto dentro de estas inevitables limit ciones el Poema es ura auténtica obra maestra absolutamente viva, a Ta que ‘atin afiade mayor encanto y sabor si misma reciedumbre elemental, propia mas bien de Ia época y de Ia tosquedad del instrumento linglistico que debida impericia del poeta; éste es un artista personalisimo, con plena conciencia de sus propésitos, que maneja numerosos y fértiles recursos para modelar artis- in. Asi, he podido,decir del Poema Américo Castro que ‘es tan complejo y de estructura tan trabada y consecuente, que estl excluida Ja hipsiesis de que nos hellemos ante un primario balbuceo” . ido por Démaso Alonso, en tem, 1, ples. 9495, % “Pocsta y realidad en el Poema del Cit”, en Semblances y Esudion erpailes, Prine ‘ton, New York, 1956, pl 3, ee Prreemeesin 7) Historia de ta literatwa espaiota Valor nacional del Poems, Al tratar de Ja signiicacin del Poeme fuera ya de sus valores literaros, se piensa siempre en él, un poco iastintvamente, como encarnacisn del espititu castellano y primera maniestacién de Ia con- cieneia nacionel en aquellos momentos en que se estaba forjando el sc mismo el pueblo espatcl. Pero no todos Jos comeatarstas han visto en el Posma este mismo exprtes recordemos que al trater de Ja estructura del Camtar se ha ponderado en él Ja concentracién de sus partes en torno a la hoara del héroe, tema y ep cen- tral de la compasci6n. Haciendo hinceps, precsamente, en este axpeto, Karl Vossler afrma inequivoramente: “No nos encontramos ante una cuesién pu- zamente nacional eligi ni ética como en La Chanson de Roland en Los Nibelungos, sno ante algo esencialmente personal, porque del Gd, y nada és que del Cid, de su honra y de su gloria, es de To que en él se tala. La poesia s6lo proyecta su Juz sobre aquelias partes de su vide ‘en que esté planteada 1a cuestion de su prestigio personel, y en Ia que ésto se impone itoriosamente, No se tria tampoco de lz vida interior del hoe, ai de hazaias ni obres en beneficio de Ia comunidad, ni mucho menos de gorias externas, sno, precisemente, de la reparacién y defensa de su honor peson. Esta honra que el Cid consigue —eon Jo cual parece el pocma llegar al pinfcus Jo do su perfeecién— es la que al héroo ha hecho votos de alcenzar en el momento de salir de San Pedro de Cardeba y despedisse de Jimena.."*. A su ver, Leo Spier considers al Cid mis como encarnaci6a dl general expicitu caballeresco eumpeo gue de Castla en particular, insstiendo incluso en que Ja ponderada lettad del Cid hacia su rey injusto ¢s una genétic vrtd caba- Ieresoa, y que nada pesan en su dnimo motivos de fndole politica nacional ". Tas afirmaciones de estos hispanistas no carecen de peso. El mismo Menéa- dea Pidal, que tan vigorosamente ha defendido la plesa concieacia histrica aque dirgid los actos del Ci, reconoce que “no hay en el Poome del Cid una doa patritica tan preisamente eoncebida como en la Chanson de Roland”; y admite luego que “el Poema del Cid no es nacional por el patrotsmo que cn él se manifest, sino més biew como retrato del pueblo donde se esciié™* LY en este sentido, copia de Ta realidad como sabemos que es en toda su exten- sia, l Poema recoge fietmente el espiit castelano y, a través de 4, todas aaguellas cualidades que habian de ascender a ra2gos de indole nacional, y rmodelar ef al de Espaia para muchos silos fuuros. Menéndez Pidal iss enumera de este modo: “Ea el Cid se reflan Jas mas nobles cuaidedes del pucblo que Te hizo su héroe: el amor 2 la femilis, que anima Ia eecocién hasta de las més alts y absorbentes empresas; Ia fdelidad inquebranabe (© "Cart esptfols a Hugo yoo Hotmaenul", en Algunos cxactees deta eltera cspaiola, Buenos Aites, 1983, pg. 1. "Sobre el ealetr Mistvieo del Cantar de Milo Ci", ea Nueva Revita de-Flelogte Hispénea, TF, 194, pgs. 105-17 © Poema de Mio Ci, ciado, pig, 683. Epica medieval : 1 fe generosdad magndnima y allaera aun para con el Rey; Ja intemidad det featimieato In lal sobredad de To exten. Es hondamente nacional el splits democrtco encarado en ese ‘buen vasallo gue 20 tene buen efor fn ese simple hidalgo, que despeiado por le alta nobleray abandonado de £u fey, leva cabo Js ms grandes hechos,smete to el poder de Marre as y vera sus bias Mega a ser relat. Ademfs, el Poema del Ci, apart dose de ta hosilded ‘regione! que rxptan otros castellznos, extend #0 respeo y sv amor a “quant gant ex Espa’: ara a unida en'su mayor parte por el impeio de Alonso sobre ‘portogaletcs, giliianos, Ioneesy eat flan’; la considera también toda bajo el nombre de I ‘Tinpla crisianded, temple en Ia comin guera cota lor ores y hoarada ea aut dveras familias reales por Ia sangre del Cid: ‘oy los reyes de Eapaa ss perientes son’, EI mismo Voss, lisas ms anion de las que hemos tansrio, fdmite: “El Caner de Mio Cid enol que ol hstorador de la Irate pre: fende ver tanta caractericins frances, dene, ea relia, ua fsonomfs muy original, muy castelaca y muy humana” "En mueston dias Edmund de Chases ha deicado a efuerza a sttematiar tos pusios esenciales de esos probleras; los Babla ya expuesto en su primer estudio mencionado —Fstructura y forma en el 'Poema de Mio Cid’ pero inssto eon mayor rigor y deteimiento en su nuevo Hb, El ate uiresco ‘en el ‘Cantar de Mio Cid’ ®, ampliacién del anterior. - primer aspect, al que ya nos hemos refed, ool que afeta a toma central del poem, Ia honra ds hoe, en toro al eal el aut. del Cantar di pone con el mayor sito Jos contcnits. Fl sama total de inegentes teasonados por To gue exige Is hon del Cid —die De Chesca cSstise Ye la accién principal; el factor eteminate ex Ta relaién ene el rey Ale foaso y su vasallo Rodrigo de Vivar: or lo tat, sn état los dos pins pales personajes de Ta cin, De Chasen exon el proceso de ets reaco- es, cya ina. ivisra sin en el centro mismo det poems, cimndo en el Eno real comienva a vericase el cambio que hae posible el perd6n, 9 que viene Sclerminado no or beevolena Gel mone, ne como TetGo de tos propioshechos del héroe: de si pessente engandeiniento y de st fenerosa conduct para con sure. Hay'un punto que importa destaca. Po dro Satis en un hermoso estudio tivlado "Za vue al espaso”4, habla analizado con gran penercién el lado humano, el mats fli y entaable ae la relacién ent Rodrigo y so mue, como ona moesta de Ie. sens dad y fra picolipca del poeta dd Cid. De Chas, cn renoncir, por Supucsto, esta crtera inerpetacign és cist, lo fearpora también aps © iem 10, res 69-684 4 Cats epole ty $e 5 Clade elena Fed Sine,“ suca el epei enayo she racer y endl en Contr de Mio Ci, en But of pone Seen, XI, 14, Gg. TB. rm Eoica medieval s Sebemeleed ls venganza armada; cuando el rey decide hacer de easamentero, 1o hace por rain de estado, como galardéa pare un héroe cuyas havafas le convertian un blenbechor piblic, 1o que concede al enlace interés politico; vane Jos mensajros de Navarra y de Aragéa Megan a Toledo para pelt Ia mano de las hijas del Cid, no s6lo se dirigen al Campeador como a un potentado, sino como a una gran figure polis, eayas noeras “alent del mar andan”, y cuya. causa era lo bastante importante para que te convocaran por 61 las Cor. tet de Espa, : ‘Qued por fia —y eté unido estrechamente con el punto anterior el de Ja valoraci6n personal del Cid. Bajo el influjo de los prejuicios anticidianos éiturdidos por Dozy —reuerda De Chasca— ae ha yenido negnndo que la obra del Ci histrico cbedeiera al impalso dela xeconqust. Menénder Pidal hi demostrado cumplidaneate que el Cid real actué con plcaa conciencia de 53 si histica, Pero sigue discutgedase el problema de si el Cantar ze- fej eectvameate dich actiud, Spitzer, Northup, Gerald Brenan ® y Carmelo Gerieno™ sostinen que en el Poem, & diferencia de las chansons francs, 20 strata de crurada alin: el Cid no pretends sno ganar averes, Ja cons sulita de ticrasy bots, su personal engrandecimiento “para rescatar su honor steel monara”, Frente a ellos Thomas R. Hart® y Edmund de Chasca de- fenden el esp de crazada que animé al Cid en Ia conguista de Valencia Y mencionan disntos pases det Cantar en donde queda patente Ia inteneién poles y religiosa de sus campus. Todo To cusn0 obsta para que queden 9 menos desacados Jos méviles humanos que estimulan al oe y alos gue: ‘eros que lo acomparan jo contrat supondria una casa de hombres quimé. ices, ingenuarent idealzados, ajo por entero al saber concreto ¥ rea- Asta ‘que impregna todo el Poema: el gozo ante Ia riquera conquistada, Ia scesidad de adquicla para Ja meen subsitncia, sobre todo para cimentat su ropia calidad y honcr Za lengua en el Poema de Mio Cid’. El Tenguaje épleo. Nos hemos refe- vido enteriormente a Ta distancia gue separa 1a fecha probable de redacciéa ‘del Poema a la de su nica copia legada hasta nosotros: doscientos afios de ‘trancmisién fide y no documentada, durante Tos cuales cada copista. moder nizaba el lenguaje, sustituyendo palabras o construcciones anticuadas por otras vigentes en el momento de Ia copie. Las mismas rimas fueron objeto de mo- erizacién; ast la copia de Per Abbat dice fuert, muert, aluén, donde Ta con- fonancia hubiera exigido fuort, muort, aludns y quiad también heyan sido elic ‘minadas otras formas dialetales no castellanas que pudo tener el poema, com: ® Gerald Brensn. The Hitrctere of the Spanth People, New York, 1957, piss. 44-45. ® Carmelo Garisno, "Lo seligosay Io fantsico ea el Poema de Mlo Ci, en Hix ania, XLVIT, 196, pes. 61-78, Thomas R, Hart Se, “Hirechal Patter fa the Cantar de Mlo Cit", en Romanle Review, It, pégs. 161-173, um Historia de la literatura espatiola puesto originalmenté fuera del teritorio castellano. De todos modos, predomi- nan en el Cantar los rasgos viejos y.dialectales, que han permitido localizarlo en el espacio y en el tiempo. ‘Aunque la épica nace primordialmente con fines de informacién, poco 2 ‘poco —como dice Lapesi— se va convitiendo en “poesta del pasado” ®. Se- ‘mejante condicién sitia ls hechos en un pretetito cada yez més Iejano trans- formando Ja realidad en havaiias ejemplares, camino del mito; se diluye lo ppatticulae histérico y se destaca poco a poco su esencia mnés fatima y durable. En este proceso, los poets endea a la idealizaciéa, de Ja cual forma parte el tipo de lenguaje que escoyen; se eliminan frecuentemente las palabras cotidia- 1s, propias det habla vulgar, y se prefieren tipos de expresién més enaoblec dos y estilizados. Asf, se evten vocablos como perro, izquierdo y pobre —exis- tentes desde muy antiguo en el vocabulario conversacional— y se wilizan can, siniestro y menguaio, que se tenfan por ms nobles. Con ello se procursba ‘como una aimésfera de lejanfa, que contribufa a situar Jos hechos en un pasado més ideslizado. Influa también, probablemente, el hecho, recordado ‘por Lapesa%, de ue las gestas iban destinadas con preferencia a un publico sefiorial, sogin quella condicién subrayada por René Louis en el estudio mencionado”, y que Je Leva hasta el extremo de rechazar Ja denominaciéa, tradicionalmente utilizads, de “epopeya popular”. A este afin de ennoblec- ‘miento —contratio, pero, al mismo tiempo, paralelo a Ja frecuente modern zacién del leaguaje— pertenece también Ia costumbre de los juglares de con- servar en las rimas 1a ¢ final Iatina, como en laudare, mortaldade, male, pre- ‘guntare, trinidade, cibdade, sehore, y ain afadirla a palabras que no Ta tenfan fen su origen, como sone, vane, estane, dirade, tomove; con lo cual, 2 la vez, se facilitaba ef hallazgo d+ asonancias. De hecho, cuando a partir del siglo 31 se extiende Ia vacilacién entre la conservacién y supresién de la ¢ final, los Jules se sirven de ambas formas indistintamente como una préctica de ¢&- ‘mods Ticencia poética™ Se funden de este modo usos arcaicos con audaces innovaciones, que den ‘al lenguaje de ta épica carder muy particular; 1o més comin es, sin embargo, Ja pemistencia de xasgos arcaizantes, que a veces se perpetian en creaciones pposteriores, manteniendo en vigor usos desaparecidos en el habla ordinaria desde varios siglos atrés. “El lenguaje épico —resume Lapesa— es una cadena ccuyos eslabones estin forados en épocas muy diversas. Fl arcafsmo se con- ‘iets en licencia postica del gévero o en férmula estereotipada, y puede alcan- Rafe Lapess, “La lengua ‘de In poesia dries", en De la Edad Media a muesiot lay, Made, 1967, pp 1. % Ratae Lapest, Hisoric‘de ta lengua espatola, 6% ed, Madrid, 1965, pi. 158. % Vease not 1 — a = “ % Cte, Rafeel Lapa, “La apcope de In voctl‘eneastllano angus. Intento de exp ceacién histris", en Estdion dediados a Menéader Pidal, I, 195%, pgs. 185226. Epica medieval : ” zar une libertad de aplcacién y un uso distemético que nunca tuvo mientras fe prdtica espontines dl habla dara” El aludido propésito ‘de ennoblecimiento del pasado requiere dotar a las ersonas ya las cosas de culidades excelentes; de agut, el empleo, ya aludi de epittos magnificadores, ue acaben por convertirse en expresiones cristali- zadas como férmules rituals: al Cid sc le lama ef que en buen hora nacié 0 a! que on buen ora ginsé expada; los caballeros del Campeador son ardidas lenaes. Con frecuencia se‘Gesigea a una persona u objeto cop una calidad ave se Te atibuye por antonomasia; el procedimieato siatéctico consste en tnteponer el aticulo al adjtivo, con Io cual se Je individuatiza, atsibuyéndole te poscsién en exclusiva: Babieca el coredor, Castella Ia genll, Castilla la ien nombrada, Valencia ta clara; 0 en colocar tras el nomxe propio un sustantivo coma precedido de areulo 0 de un demostativa: Burgos la casa, Alien tas torres. Las brmulas épics, as como el empleo de epitetos ceracter rizadores, ponderativos, afectivos, cic, 0 los procedimientos esilisticos con- vencionales, propios del lengua de estos poemas, son innumerables y es im: posible exponerlos aqu en detalle,Impocta, sin embargo, aludir, cuanto me- 40s, aun probleme, Fs tal Ia variedad y mimero de diches f6rmulas.que Tos ‘noderos “oraistas” han pretendido rede el Ienguaje épico a Ia apligactn csi mesiniea y tlca de un caudal convencional. De Chasca, en si sitimo libro mencionado™, feasciona contra esta simplifcacién y estudia Ja rica, com- Pleided del poeta del Ci, qe aleanza le carga afeciv, intencional y estticn oportuna en cada cts, medienteel empleo de los més variados recursos esti- Ustios y el arte de patcuarzareada férmula con matices expecialeses'Teual ae su héroe, dice bellamente Lapess, el poeta de Medinaceli sabia encontrar Ja expresin juste,y comedida; como el Cid, fablaba blen e mesurato, En st obra, el idioma presentiba ya sus caravieres més permanentes: aliento vital YY movlidad afeciva”®. En el wo de fos tempos verbles el Ienguaje épio, y concretamente el del Cid, ofrece una varisdad muy dificil de pecisar y de enjuiciar; y, en conse- uence, Ingamente daeutlda por los lnvestigadores®. Et narrador salta sci 7 La fenva de la poesia dpe" et, we. 4. % EL arte fuplarsco en el ‘Cantar de Mio Cit, eit; véanse especialmente Tos eapii~ tos ¥, VII, IX y X. Ctr. tumbita, R. Menéader Pidl, “Férmulas pleas en el Foema et Cid, en Romance Phiology, VII, 1953-1954, pigs 261-267; y Rita Hamilton, “Epic septhets in the Poema de Mio Cit", en Remue de Litérature Comparde, XXXVI, 1982, is, 161178. 7 Historias ty ple. 16. 2 Stephen Gilman en au Hbro Tiempo y jormar temporaes en el "Poema de Mio Git, Madtid, 1961, ha trtado de encontrar a sista esilisico. peculiar que Fula al pocls en el empleo de los tempos, basiodoso en et significado de cada secién, en I foole de tn acci6n-verbaen-ta-caldad-dl-sjeto —protagonists 0 secundatio, t32i~ ‘vidual o multiple 0 ef contenido seméctico del veibo, ele, eto. y pretence Mepar 1 precfones muy onsets, BE, Sandomnn en si trabajo "Narrative Tenses of the 1966, pags. 93-498, 16 Historia de ta Weratura espattola ‘mente de un punto de vista a otro, de un enfoque al opuesto; con el propésito, probablemente, de vivificar 1a narracién y evitar Ia monotosfa, el poeta pre- senta Jos hechos desde distintas perspectivas y distansiss; constentemente, dice Lapesa", pasa de una Iejana objetividad (pretérito indefinide) a una ac- ‘walided inmediata, 0 1a scompafia —describiéndola— en st realizacién (im- perfecto); y hasta el pretérito anterior o el pluscuampetfecto pierden su valor fundamental de prioridad relativa para convertirse en simples pasedos: Partids de la puerta, por Burgos aguijaba ltegé a Sancta Maria, luego descavalge, 4inc6 los inojos, de coragon rogava.:. Mfo Cid de lo que vidié mucho era pagado; itantes de Carrién bien an cavelgado, Térnanse con las duetas, a Valencia an entrado; ricas fueron las bodas en el alcéger ondrado®, Contribuye igualmente a dar al Cantar su movilidad caracterfstica la fre- ‘cueacia con que el poeta pasa de Ja narracién al discurso directo, infundiendo a le accién exe cardcter dramético, de “semirrepresentacién”, que ha sido se- Past in the Conter de Mio Cid" (en Studer tn Romance Philology ond French Liters fare Presented to John Orr, Manchester, 1953, phgt. 258-281, cstingue eae los psi raretivos ¥ Ios dialogados; pero no encuentra a diferencia de Gilmsa, ninguna nora ceveciics, ¥ piensa que los tempos han sido exogidor por ef povia erbltaramest, por meros sropésitos de decoracién estillca, lo que equlvaldcs decir a tenor de sa suslo Mteracio. Thomas Montgomery en un reclenle estudio —"Narratve Tene fa the ‘Mio Cid" (en Romance Philology, XI, 3, febrezo 196, péss. 253-274) examina Tas worts propuesta, especialmente In de Gilman; Mega a la concisién de que el Poems refleia, aunque en forma imperfecta y borcos, un arcico exquemna lingbitco relacon ido con el lengmie épico de olor pater; pero considers atisreada In pretension de Gilman de auibule una partular intencién esiliica a cada Gempo vebal. Et primi arte del Cantar, aun con todas sus exceloncss, dillimente pod expreste Jos matce, temporstes, propios de un poeta modems. El valor del tempo dependia en gran parte 4 contexto (dobre este problema véase L. Warant, “Le wéle dv conteste dats les valeurs ae Vimparfit, en Mélanger DelBoull, J, 1968). E) posta tenla que empleat una forma ‘oavenclonal de Tenguaje que Je pernmidera ser aceptado y entenaido; y era muy dif 4 inventara dstncones gramadcaes 0 esilscas para imponer a sus oyentessentidos particulars “ge su propia lengua pottica, Ctr. admis: Stephen Gilman, “The impectest tenses in the Poema del Cid", en Comparative Literate, VIM, 1956, pls. 291-366. Sobre 4s condicisn destetzadora del imperfect, ase Samvel Gili Gaya, mlacdn y ereacién x el habla fafentl, Discurso de ingreso en Ia Real Aczéemia Espatola, Madrid, 1961. Giver T, Myers, “Asonance and Tense in the Poema del Cid", en PMLA, XXX, W Historia, eit, pla. 189. © Citado por Eapese,en ft, pls. 159. © Giado por Lapesa'en "La Teagus... et, pis. 19 Epica medieval . n falado por Démato Alonso, Junio a dicha dramatiaci6n, que da al Poema su “andaduraesilsten rapidsima y modernisima”, sefala el citado ertico el esigamiento de las oraciones y Ia scucillez do das, 1a escasez de tases st- Dordinadas y Ja ausencia casi total de los enlaces, que haven tan pesada Is rosa de ls crénicas y en buena paric también los yersos de elerecta, Resul- tudo del predominio de las oraciones desligadss, “puestas ahi entre, drise ros que brutaimente ants el cerebro del Iector”™S, ex el triunfo de Tos ele- restos afestivos sobre los 1dgicos. Onras caracieristcas sintdcticas seal tame bién Lapesa: Ia abundancia de constrcciones inversas —vagar non se dan; ‘ues que a fazer lo avemos—: la frecuente omisién del verbo decir ante su ‘raci6a subordinada —e! mandado Negcba que es presa Valencia— la susie ifn del orden Ligco por la frase quebrada y viva, lena de repoticones y eam bios de construcsiéa —a fos de Mio Cid ya les tellen el agua; todar essas teres, todas tas preava; el moro, quando lo sopo, plégol de corazén—; el so ala oracién principal de miembros de In oracién subordinada —verds lax smoradas cémmo se jezen—, es. Difusién y éxito del Poema, Resumamos apretadamente la exposiciéa de ‘Menéndez Pidal sobre este punto. El Poema del Cid, “compuesto prixeipalmen- te sobre tradiciones locales de Medinaceli", se hizo pronto popular fuera de su tierra; Tos juglares posteriores. —Poema de Ferndn Gonzalez, Gesta del Abad de Montemayor, se iaspitaron en él repetidas yeces. En Jos siglos xu y xiv —aunque todavia en este tiltimo le copia de Per Abbat recoge el texto Viejo— cireula el Cantar no en su forma primitiva sino refundido, y con estas variantes lo prosiica Ia Primera Crénica General; ottos atreglos del Poema se reflejan en la Crénica de 1344 y en la CrOnica de las Reyes de Casila, cuya Jimpresia parcial se conoce bajo el titulo de Crénica Particular del Cid, De las Tefundiciones entonces existentes se derivan en el siglo xv diversos romances populares“, Pero a pesar de estos romances y de las viejas erénicas, el Poema del Cid no inspiré a ninguno de los grandes pootas dramiticos del siglo xvit: Ja Sgura del Cid se habia ido enriqueciendo con iaventados episodio: y adite- mentos mis del gusto de los nuevos tiempos, hasta convertirse ea a. cet legendario, que hizo olvidar el viejo poema; y éste quedé ignorado hasta que {fue publicado por Tomés Antonio Sénchez, en 1779, ‘ "Eatlo y creaciée en el “Poema del Cid", it, pie. 70. # fem, fd, née. 74. Sobre algunos aspects sintcticos del Pocma eft. Antonie M. ‘Badia Marga, "Dos tipos de lengua, cara’a care", e9 Studia Philologes. Homencie ofrecito a Démeso Alonso, vl. 1, Made, 1960, piss, 115439, Véase también América Castro, La relied isdrica de Espoka, México, 1954, en el Capitulo 1X, "La fica castelann, el paryrafo tiulado “Aspoctos dl estilo", pdet. 2762 = 1 Vase sabre todo R. Menéader Pidl,"Poesia popular y Romaasere®, oa Revi de lologla Espatola, 1, 1916, pigs. 387377. Del mismo, Romancero Hitpdnize, 1, Mi i, 1953, pgs. 22-208 6 Historia de la lierawura espaiiole Esta edcién no consiguié tampoco dels inmediate populaidnd; aparccie fen pleno auge del neoclasicismo, la Edad Media —casi jgnorada— no habie dlesperiado todavia ningdn ines, y atin faltaba medio siglo para que ea Francia y Alemania se dieran a conocer sus poeias nacionales sobre Roldén ¥ 10s Nibelungos. Los criticos neocisicos —Capmany, Quiatana, Martinez de Ja Rosa— tuvieron en muy poco aprecio el Poems. El comienzo de su valo~ racién tivo lugar con el fervor roméntico, y sus primeros entusiastas fueron 40s escoceses Southey y Hallam; este tltime Jo antepuso en valor a todo lo ue Ja literatura curopes habia producido antes del Dan‘, juicio que repitié cl norteamerisano Ticknor en su Historia de la Literatura Espafola Los Toméanticos alemanes participaron de 1a misma admiracin jniciade por Fede co Schlegel en 1811; Feraando Wolf dedicé al Pozma en 1831 uno de los estudios més justos y profundos, que habla de tardat largo tiempo.en ser aven- tsiado, La estimacién del Posma se Tue extendiendo a Jo largo del siglo x1%. y Damas Hinard y L. de Monge 1o antepusieron claramente a la Chanson de Roland; el 'venezolano Andiés Belio le dedicé también ponderades elosios, Entretanto ta crftica espaiola reaccionaba més lentamente, Amador de los Rios en 1863 inici el camito de la valoracidn; y al fin, en 1874, Mild y Fontanals colooé por primera vex el Pocma en el puesio justo dentro de la lite. Fatura épica casteliana, desconocida pricticamente hasta entonces, Menéades ¥ Pelayo en su Tratado de romances viejr dedicd al Cantar uaa digresiin pero, con todo, importantisima, con juicios de gran penetraciéa. Finalmente, Menéndez Pidal ha consagrado gran parte de su fecunda vida al estudio del Cantar, que queda después de sus trabajos exhaustivamente considerado en. todos sus problemas: como resultado de sus sabias investigaciones el Poca de Mio Cid es hoy, en Ia apreciacién general, n0 sédlo el primero de nuestron Poemas épicos, sino una cumbre indiscutible de las lettas universales Ea nusstios dias l tema det Cid, baséndose ya en el cantar antiguo, ba sido Mevado al teatro por Eduardo Marguina, en Las hijas del Cit; el episodio Ge 1a nina burgolese ha inspizado a Manuel Machado una bella y populaisime composicién lira. Varias versiones del Poema han sido realizadas al easter Mano moderna: Alfonso Reyes en pros, y Pedro Salinas, Luis Ouamer, Francisco Lopez Estrada y Camilo José Cela en vetsos de romance. Ademds de is obras citadas en nol anteriores, consice: E. C. Hl, “The Uri of the Roem of the Cis", en Mipani, Xl, 1509, piss TIMIIA. Heompoglog Covbats, "La sionimia y la uniad eel Poema del Ck”, en Hopanic Review, US Dit, Bearar Huet, Poe del Mio Ci, Santiago de Chil, 1948, Mack Sinden “The too Techniques of the Porma de Mio Cil: An Insepeative Essay", en RE, V, 12SE1B99, Pgs 222207. E.R. Cars, "Zur Lies des Milas, en Zehr frome, leche Philos, LVIM, 1938, péss. 130; 129232 y 4334, Rc Meneake Pel “La pica expaila y to “Licrarasdet des Bitwalies’ de E.R. Curis” comer 2 de Curtis) en Cale, bs todilin ye iiome, Bueoos ‘Apes, 1943.— Dal smisno, “La fecha del ‘Canter de flo Cid”, en Sidie Phiologen Bemeony chrecide @ Démaso Alonso, vo. Il. Masi, 1965, ‘pls. 711 (contsactea a eeeens Epica medieval é 2 OTRAS GESTAS CASTELLANAS Dijimos ea un apartado anterior que, aunque tan sélo ha Uegado hasta Zosotros en forma précticamente completa el Poerma de Mlo Cid, hablen sido fuentes hlstéricas ®, Los temas de dichas gestas fueron muy variados; la oa. Yorls se refieren a personajes © sucesos importantes de interés general, om prelerencia de Castilla, pero también fueron cantados aconteciienios noveble Bom, 956 F. Maton Llopis, “La moneda ex el Pocma del Cid Un comin da in ferpretnléa sumismécica del “Cantar do Mio Cid", en Bolt dele Raat neces, Se Ratna Letras Bascclons, XX, 1947, pigs, 4-86. 1. Giméaet Cutslere, “sate sete Gane edie; esti, orien, spervenc eo dels deglt Oo Gated de Murcia, XVL 1958. H, Ramude, “Te thing of Ale, Causes GE Se SSO em Bullesn of Hispanic Studies, XXXV1, 195), noes She Ne art AMM, TE Cis, peonaie monkrae’, en Reta de Estudos Poon, Ke, 22M, Bi 105141. 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Barbers, “The Pharmakos in the Poem de Mo Cit, en Hyun L196, pits 296241, Sobre el problema de lot judios y In polémica suictads, vate trebate Bamund de Chases, El arte fuglorescon cit, pigs 227134 ues seca as dos obras ctadas de Mendes Pil, Ain X y lr leyenda heieas y Reliquies de la poesia épica eapafola: eta thins ot eesti fundamental voted ac, 80 Historia de la leratra espafiola interés mis particular, st como aruntos de poceeacia france, eae Gla sobre la gua de Caromageo, as difundida por In ca de mda Panes Vamos a dar sucnt ide do oe tus epics prints 8) Cantar del rey Rodrigo y de a pirdida de spate La pote de este asuto expla qu se compusoan sobre probabenente, vet potas ¢s to ema ico nacional més amiguo dl gue se ene noc y songs 6s Indudalemente morirabe. Sus hulls prosieade apeecen en unertce exéaia, antsy desputs do Ja General ds llonn el Sabin, La ends ce ey don Rodiig, a caja foraciéa contitujeon pamilaeat’demente ‘iuoulmanes y crisis, se blu, eons elopesscicas doa dol, co dos ramas principales: ns, que abla la pda de Espta sr hij do ‘Visa: otra, qu eupba al rey don Rodhigs. Ea la forma en gue caja Jeyenda ene Tos efpales cistanos del not, la nails se de enter episodion fundamentals: Ja Cueva de Husclcs ola Casa emanate de To, edo; las ames de don Rodigo con Ia Cava Ia ij del conde en Dlidny Y ln pestensia de don Rodrigo en Vises, Etats ames Epes eon er fen Posteonmente a sendos ciclo o grupos de romances, que acopn marth tes numeroshinas,dtaidameneestidindas por don Ramon Mendes Pat 1) El Conde Ferndn Gordec, Uno de is episolon 1 car gen Aario del ertador del condado de Castle fue petialnane resale eo, Créntoa Noeense (mediados del spo Xt) Ete eae io, ete me gaden heroes populares, que fu objeto poseriomente de wa poss de cet, Be: sado prncpamente en un cata de esa (as orupacos de deh pa ea su luga oportun), Ota vera tradsional de in copay del cometh obese be Ia Crdnen de 734, en forma prosenda que conserva mile tsa del exgnal poco. Este cantar de gato de Fenn Cones pea, ya el carr alvo y retelde del pragoisa,er'el gue smpale ton Io omances tdiionales do sigs poseees™ Cantar de fa cones taideray del conde Sancho Gace, ee pesis- ado muy por exeso en Is Primera Crise General SF Tos Mefadn Pier tn ry tae hte + an, adi 1906 Alcanr HL Kas The Letnd of Rel hae he Woogh sd the Banat Cy sc. fae Meads Pla ef eae, 16 tra Nv, Wok. Del mi, Romane Teese Kase Bice it 3% Dal luna Flr de Toys fas etl Reb ok 3 fly Mead aoa Cn Conesne), yy ose soe fot Gtk, Mendes Pda Hal. yl 18 ys el mln, Ronmere Tradllonal 1, Mo, 19, pip Genres Cen, “St Fen ade fa Sin dh fannie ce Bal eae os a malls Gtr, Meataes Pd, “Ros potions elas welt No nde sion a Revit de Fit Bie 19D hig 399 ba toe Rees Se coop eatin Layne Condon on et Fists nee ae pe Epica medieval a €) Romanz dell Infant Garcia. Con’est titulo se Je designa en la prosfi- cecién de la Primera Crénica General. Fue también parcialmente recogida en las Crénicas latinas del Tudense y del Toledano, ©) Gesta de Ramiro y Garcia, Mijas de Sancho el Mayor. Prosifcada en la Crénica del Toledano y en la General de 1344”, f) Cantar de la muerte del rey don Fernando. Prosificsido en la Cronica de 20 Reyes y en la de 1344. Su contenido verss sobre la partciéa de los reinas centre los hijos de Femando I. Sirve de prologo 2 Ja catistrofe que se narra en el Cantar de Sancho 11%, ®) Cantar de Sancho II de Casilla y Cerco de Zamora, Mencioaado ea Ja Crénica Najerense, y prosifcado exteasemente en otras varias, sobre todo ea Ja Primera Crénica General y en la Crénica Particular del Cid. Baxdndose en cllas, Julio Puyol y Alonso ha podido recoastruir muchos fragmentos del Poema®, 1h) Cantar de ta Jura de Santa Gadea. Epitogo del Contar de Sancho H, ‘que prepara a su vez la enemistad entre el Cid y Alfonso VI, base de los acon tecimientos capitales del Cantar de Mlo Cla, i) Cantar de las Siete Infarces de Lore. Ha sido reconstruido casi fate- ‘aramente —en uno de sus més notables trabajos— por Menéndes Pidal, basén- dose principalmente en las prosificaciones de la Primera Crénica General, 1a de 1346, una refundicin ¢e ésta, y en una ampliicacién de la Tercera General. ‘Mengndez Pidal afirma que el Poema tiene sefales inequivocas de haber sido compuesto a raiz de los sucesos, ocurrides en Jos tltimos afos del siglo x”. % Cte. Menénder Pidal, "El “Romaaz del Infant Gare’ y Sancho de Novara anti fen Historia y Epopeya, ct, pig. 3358, Vése tmbida, del mismo, “Rel cit en fa nots anterior. Menendez Pidsl,"Relaoe pottos.", cit Cle. M. Menéader y Pelayo, Antoesia de postr Uris calla, e nacons, vel VE, Santander, 194, plgs. 283 y sR. Menéader Pia, ellie... ct, pigh as 240 9 8s Cli: Julio Puyol y Alonso, El Contr de don Soncko If de Casita, Madd, 1911. Miguel Angel Prado, Fudio comporedo de las devveciones eedtas y populares del Cantar de don Sancho I de Casilla, Sanfors, XVM, 190. 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Menénder y Pelayo, "La Iyenda de les Infantes de Lara poe Menéner Pial", en Exnudion y dicarsoe de eltca Muteica y Htraia, vol. , ef. nasoesl, Ssntinder, 194, pigs 11918. re rspifons, —6 Historta de la Uteratura espafola }) Cantar de la mora Zaida, Conservado en restimenes prosificados en ‘el Tudense, el Toledano y la Primera Crénica General. ¥) Pooma de Bernardo del Carpio. Tione numerosas vatiantes, una de las cuales recoge Ie Primera Crénica General. 1) Gesta det Abad don Juan de Montemayor. Tema de origen portugués, aunque el pocma, segin Menéadez Pidal, acusa gran influjo de las gestas castellanas. Prosificado en el Compendio Historial, de Diego Rodriguez de ‘Almella (tltimo tercio del siglo xv), e impreso ademds en un librito “de cor- el" de fines del mismo siglo ™. 1m) Cantar de Roncesvalles. Se conserva de él tan sélo un pequefio frage mento de 100 verso, hallados en 1916 en el Archivo Provincial de Pamplona, y publicado y estudiado profundamente por Menéndez Pidal ®. Es la més importante muestra de los poemas espafioles de tema francés. Segiin Menéndez dal, el poctaespaict no sigue directamente, salvo en el tema, 1es gestes fran ‘esas; no se limita a traduct, sino que imita con gran libertad. La métrica el fragmento, completamente irregular como la del Poema de Mio Cid, ha servido para robustecer Ia opinién de Menéndez Pidal sobre este cardcter mé- teico de nucstras geste. Perteneciente 2 fecha posterior, y denteo ya del perfodo de transformacién de Ia pica castellana, es el Cantar de las Mocedades de Rodrigo, que ser estudiado en el capitulo corespondiente. Cf: Theodor Heisermana, Untersuchungen zur Entstchune der Sage von Bernar- do del Carpio, Halle (Sul), 1923. A.B. Franklin, “A study of the origins of the legend ot Bernardo del Carpio", en Hispanie Review, V, 1937, pags. 285 y 38. W. J. Entwistle, “The cantar de gata of Bernardo del Carpio, en Modern Language Review, XXU, 1928. 1M, Defourneaux, "La légende de Bernardo éet-Carpo", en Bulletin Hispanique, XLV, 1963, pis. 116138, Rambn de Absa, “El come Bernat de Ribagorpa y Ta legends de Bernardo det Carpio", en Eitdios dedicados @ Menéndec Pidat, vol. Wl, Madr 1951, pigs. 465-487, Riiciin de R. Mentndez Pidl, Dresée, 1903. Ct.: Menéades Pidel, “La leyenda ‘el abad con Juan de Montemayor", ea Historia y Epopeya, cada, ples. 99-234. BR, Menénder Pid, "Roncesvalles. Un uevo cantar de geste espafiol del siglo XI", en Rerlta de Flolégia Espacla, IV, 1917, pgs. 105-206 (eproducido, en extrac- to, en Tres poetes primitives, Buenos Aires, 1948, pigs. 49-79). Ctr. Menénden Pidsl, La Chanson de Roland desde ef punto de visia del wradilonaliom, Facultad de Filosofia Yy Letras, Zaragoza, 1956. J. Sarothandy, "La Msende de Roncevaux", en Homenaje 4 Menéndez Pidal, vol. U, Madd, 1925, pgs. 259 ¥ ss Jules Horrent, Konces- rales. Elude sur le fragment de cantar de gesta conservé & Archivo de Navarra (Farplons), Dbtiotitque de Philosophie et Lettres, Lise, 1951. A. Burger, “La Iégende de Roncevaux avant lt Chowon de Roland", eo Romania, EXX, 1948-1949, pg, 433- 4. Ch. V. Aubeun, "De In mesure der vers anionyllbiques mééiévaux. Le Canter de Roneesvole", en Bulletin Hlspenique, LU, 1951, plgr. 351-374, Para todos los temas ricos mencionados, ef. Leyendas dplcar expafolas, estdio pretiminar de Enrique Mo eno Bez, "Odter Nuevos", 2° ed, Madi, 1966. _

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