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Gregory Bateson Una unidad sagtada Pasos ulteriores hatia una ecologta de la mente Edicién de Rodney E. Donaldson Supervisién de la edicién espafiola y prélogo de Marcelo Pakman. Titulo original en inglés: A Sacred Unity Further Steps to an Ecology of Mind © 1991 by the Estate of Gregory Bateson Introduction and Bibliography copyright ,, 1991 by Rodney E. Donaldson Traduccién: Alcira Bixio Primera reimpresién: junio 2006, Barcelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editoria! Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1°-1* 08022 Barcelona, Espafia Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 Correa electrénica: gedisa@ gedisa.com hup://www.gedisa.com ISBN: 84-7432-480-7 Depésito iegal: B. 32193-2006 Impreso por: Romanya Valls C/Verdaguer, | 08786 Capellades Impreso en Espatia Printed wnt Spain Queda prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio de impresion. en forma idéntica. extractada 0 modificada, de esta version en castellano o en cualquier otro idioma. Indice PR6LOGO 4 LA EDICION ESPANOLA, por MarceLo PaKMan . Intropuccton, por RopNey E. Donaipson .. Nora DEL EDITOR SOBRE LA SELECCION Y LA DISPOSICION DEL MATERIAL... PRIMERA PARTE FORMA ¥ PAUTA EN LA ANTROPOLOGIA Factores culturales determinantes de la personalidad .. 30 . La dignidad humana y las diversidades de la eivilizacion .. cee ceceeseeese Ne 3. Sexo y Cultura... 4, Naven: Epilogo 1958 5. Deformaciones producidas por el contacto cultural .....112 6. Algunos componentes de socializacién para el trance .116 7. De la antropologia a la epistemologia |... LBD SEGUNDA PARTE FORMA Y PATOLOGIA EN LA RELACION 8, Los nuevos marcos conceptuales para la investigacién de la conducta .. 140 9. Problemas cultur ales Planteados por el estudio del proce- so esquizofrénico 162 10. Un cientifico social examina las emociones 180 11. E] mensaje de refverzo ..... 187 12. La teorfa del deble vinculo, jfue mal comprendida? ....203 13. El desarrollo de paradigmas en la psiquiatria ..... 208 TERCERA PARTE EPISTEMOLOGIA Y ECOLOGIA 14, Mente/Ambiente 15. La cuestién (de lo que} e ; 16. Un enfoque formal! de las ideas explicitas, implicitas y encarnadas y de sus formas de interacci6n «00.65 17.El nacimiento de una matriz, o doble vinculo y epistemologia 18. Esa historia natural normativa llamada episte- mologia - 19. Nuestra propia metéfora: nueve afios después 20.La ciencia del conocer 21. Los hombres son hierb; de! proceso mental .. CUARTA PARTE SALUD, ETICA, ESTETICA Y LO SAGRADO ja metéfora y el mundo 22. Lenguaje y psicoterapia. E] ultimo proyecto de Frieda Fromm-Reichmann 23. La estructura moral y estética de la adaptacién. humana ... 24. Un enfoque sistémico . 330 25. La eriatura y sus creaciones 334 26. Ecologia de la mente: lo sagrado 337 27. Inteligencia, experiencia y evolucién 345 28. Ordenes de cambir 29. Refutacion de la defensa del dualismo mente/cuerpo 30. Sintomas, sindromes y sistemas ... 31. Busca lo sagrado: seminario de Dartington 32. “La diltima conferencia’ BIBLIOGAFRIA DE £4 OBRA PUBLICADA DE GREGORY BATESON INDICE TEMATICO wenn eo Prélogo a la edicién espafiola Marcelo Pakman 6.) Los espejos del ébano y del agua, El espejo inventivo de los suefios, Los liquenes, los peces, las madréporas, Las filas de tortugas en el tiempo, Las lueiérnagas de una sola tarde, Las dinastias de las araucarias, Las perfiladas letras de un volumen Que la noche no borra, son sin duda No menos personales y enigmaticas Que yo, que las confundo. No me atrevo A juzgar a la lepra o a Caligula. Jorge Luis Borges (Poema de la Cantidad, 1970) De todos los crimenes que las dictaduras cometen (¥ no son pocos), el intento de crimen intelectual no es, por cierto, uno de los menores. Dicho intento suele recorrer un orden ominoso que trasciende épocas y lugares. Sangre y fuego son los materiales que abundan en esa trayectoria, que cubre unespectro que va de la destruccién de textos y documentos al asesinato liso yllano. El proceso se completa con formas aparentemente mas benignas de control, come la censura, y con una forma inaparente de destruc- cién, aquella que proviene del aislamiento al que los gobiernos autoritarios sistematicamente someten a sus pueblos, asumiendo que ese aislamiento es el terreno en que perduraran y florecerdn los dogmas con los que quisieran reemplazar a la multiplicidad dis- carsiva de un universe cultural en expansién. La obra monumental de Gregory Bateson fue una de esas ausencias significativas en la nutricién intelectual de los pue- blos hispancamericanos, tan consistentemente rodeados, en este siglo, de esas murallas mds 0 menos invisibles que las dictaduras supieron construir a su alrededor. Cuando parte de esa obra atravess, a pesar de todo, esas murallas, fue bajo esa forma fragmentaria y fuera de contexte en que nuestros pue- blos, durante sus épocas aciagas y las consecuencias que ellas tienen sobre las épocas mejores, suelen contactar con los pro- ductos culturales del “afuera” {ese idealizado primer mundo que no esta, a su vez, libre de lo que Noam Chomski gusta lamar la “manufacturacién del consenso”!) En esas condicio- nes la falta de conccimiento del proceso que Hev6, como resul- tado, a ese producto, hace malinterpretario, aplicarlo de modo inapropiado, o repetirlo cual nuevo dogma. Asi, ese material valioso queda incorporado al sistema total que mantiene a los estudiosos “locales” en uns posicién de desprestigio o les hace invalidar y descalificar sus propies procesos de produccién y aprendizaje, 2 los que muchas veces les faitan los métodos, las condiciones econémicas, las circunstancias sociales, que permi- tan plasmarlos en discursos de peso internacional en el“merca- do” cultural Afortunadamente, a pesar de la destruccién que siembra, el intento de crimen intelectual nologra, conmucha frecuencia, su objetivo de destruir “ideas”. Por cierto que los dictadores, a juzgar por su insistencia en cometer siempre los mismos erro- res, no se preguntan nunca: “Pero entonces, {donde estan las ideas?”. Si lo hieieran, aprenderfan algo acerca de su propia episte- mologfa y algo acerca de cmo esa epistemologia no les permite tener acceso a otros modos de responder a esa pregunta, como los que Gregory Bateson estaba desarroilando en la época en que para Hispanoamérica era “algo que no sucedfa”, un “no suceso”. Encerrados en su propia ceguera, los sistemas dictatoriales jam4s dudan de que es destruyendo libros y cerebros que destruirdn las ideas y, una vez lanzados por ese camino, descubren que la destruccién debe extenderse hasta distancias insospechadas para ellos, porque en el mundo de lo que Gregory Bateson Hamaba la Creatura, cada uno de esos pasos de des- truccién del soporte material de las ideas genera nuevas ideas. 16 En el mundo de lo humano, de lo lingitistico-cultural, siempre existe la posibilidad del testigo, de aquel que recoja la memoria de la destruccién, que vuelva a encarnar esas ideas y les permita seguir su destino de generar nuevas “diferencias”. En Ultima instancia, ;cémo destruir todas las fotografias, todas las grabaciones, todos los documentos, todes los recuerdos, todas las pesadillas, en que “lo que no esta” sigue estando? Las ideas pueden, por cierto, morir, pero no suelen hacerlo por decreto, ni a sangre y fuego. Rodney E. Donaldson dedicé largos afios de sus energiasy su talento a la organizacién de] Archivo de Gregory Bateson, su antiguo maestro, y luego, ala edicién de este texto péstumo. Su conocimiento del hombre, su obray el contexto desu produccién hacen de su Introduccién una pieza invalorable para la com- prensién cabal de estos trabajos de Gregory Bateson que cubren casi cuarenta afios de su aventura intelectual en la exploracién de lo que, a partir de un cierta momento, él llamaria “ecologia de la mente”. Como toda lectura es una invitacion a la multiplicacién de ideas en eso que Francisco Varela !lama “el moline sin fin del lenguaje” *, ofrecer este texto al lector hispanoamericano dara, probablemente, una oportunidad nueva de crear pautas impen- sadas que contribuyan al tejido conceptual que crecis, en este siglo, en ese terreno limitrofe (pero entonces, {qué son los contornos?) entre ciencia, filosofia y religion que Gregory Bate- son supo explorar. Por ejemplo, para este lector sudamericano (que cumple con uno de esos tan comunes destinos latinoamericanos, el de no vivir en su pais), es hermoso descubrir (,inventar?) de nuevo algo que Jorge Luis Borges descubrié a principios de siglo, con los “uitraistas” espafioles: el valor estético de la “enumeracion contrastante” (que nunca dejé totalmente de explorar, a juzgar por los versos del Epigrafe). En Gregory Bateson, en su caso provisto del métode “abductivo” (que tomé de C.S. Peirce), esa intuicién estética se vuelve una indagacién intelectual (que para él no era muy distinto de una poética) como busqueda incansable del secreto de esa “pauta” que une al mundo de Jo viviente, incluyéndonos a nosotros mismos, que tratamos de entenderlo, y entendernos. Fue en esa bisqueda que Gregory Bateson comprendié, como pocos, que contestar las preguntas epistemoldgicas, lejos de ser una disquisicién intelectual super- il flua, era una cuestién de vida y muerte. Hemos visto por cudles caminos Jo fue para Hispanoamérica. Este libro deleitara a todos aquellos que, proviniendo de las ciencias duras o blandas, humanas o sociales, de la filosofia ola practica social, hayan “resistido a la vida cotidiana” 5 y man- tenido la pasion por esas preguntas inecentes y fundacionales de la epistemologia: {qué es conocer? squé es aquello que puede ser conocido? {qué son las ideas? jcudl es la sustancia de ese misterioinmediato quellamamos lamente?Aaquellos queen su camino se alejaron de ellas les recordara la magia de preguntar- selas. Es un placer y un privilegio presentar esta nueva encarna- cién de las ideas de Gregory Bateson, que Rodney E. Donaldson facilité con su magnifico trabajo editorial, para que cumplan ahora su destino multiplicatorio en el mundo hispanoamerica- no. Por caminos insospechados, las ideas tienen, muchas veces, una segunda oportunidad. Northampton, Massachusetts Febrero de 1993 Notas 1. Chomski, Noam, Media Control: The Spectacular Achievements of Pro- paganda, Open Magazine Pamphlet Series #10, febrero de 1892. 2. Varela, Francisco, “Reflections on the Circulation of Concepts between 2 Biology of Cognition and Systemic Family Therapy”, Family Process, vol. 28, N® L.pp.15-24, marzo de i989. 3. Cohen, Stanley y Taylor, Lurie, The Theory and Practice of Resistance to Everyday Life, Routledge, segunda edicién, 1992. i2 Reconocimientos Bien pudiera ser cierto, en el caso de todas los maestros dignos de ese nombre, que sus obras escritas no son mds que “la polvareda que dejan detraés de si”, segin las palabras de Chuang Tzu, y a veces yo mismo tengo la sensaci6n de que esto resulta peculiarmente cierto en el caso de Gregory Bateson. Sin embargo, personalmente yo seria un ser humano mucho mas pobre si no hubiera entrado en contacto con los escritos de Villiam Blake, R. G. Collingwood y otros que tuvieron gran importancia en mi vida y pensamiento; por eso me parecié que bien valia la pena dedicar nueve afios de mi vida a preservaresa “polvareda” de mi principal mentor. En medio del trabajo de organizar el archivo de Gregory Bateson y de publicar su correspondencia y sus ensayos mas importantes contraje una serie de deudas, como inevitablemen- te le ocurre a todo estudioso que emprende tarea tan enorme. Primero y ante todo agradezco a Lois Bateson, a Mary Catherine Bateson y a los miembros del Instituto de Estudios Interculturales (el albacea literario de Bateson) por confiarme la responsabilidad y el privilegio de preservar, organizar y publicar los restos de la obra profesional de Gregory Bateson. Su persistente fe, su apoyo, su paciencia y la confianza que me mostraron en los pasados nueve afies me eran indispensables y yo lo agradezco con gran afecto. Siento también particular gratitud por Mary Catherine que ha leido minuciosamente el manuscrite original. Las muchas otras personas que me brindaron apoyo, ayuda y aliento durante los afios de mi trabajo en el Archivo Bateson (que ahora es accesible al puiblico en la seccién de Colecciones Especiales de la Biblioteca de la Universidad de California, Santa Cruz) ya han recibido mis expresiones de agradecimiento en mi Gregory Bateson Archive: a Guide/ Catalog, y por eso no volveré a mencionar por su nombre aquia cada unade ellas. Con todo, la profundidad de mi gratitud contintia siendo inmutable. Entre aquellos que me prodigaron su apoyo durante todo el periodo de mi trabajo en el archivo y en este volumen, deseo 13 agradecer especialmente a Heinz y a Mai von Foerster, sin cuyo resuelto aliento y saber no estoy seguro de que habria podido resistir los choques producidos a lo largo de! camino. Mi carifio y respeto por estos dos amigos y mentores es profundoe y les habria dedicado este volumen a ellos si no fuera impropio dedicar la obra de otra persona. Es también imposible agradecer adecuadarnente a dos personas que estuvieron junto a mi durante muchos afios y a quienes amo en- trafiablemente, mis padres, el sefior y la sefiora E. L. Donaldson ¢h.). Por la ayuda financiera prestada al presente volumen agradezeo de corazon alos miembros de la W. Alton Jones Foundation, Howard Kornfeldy Dee Ann Naylor, Jay Haley y Paul Herbert, y del Instituto de Estudios Interculturales por su muy generoso préstamo de un procesador. Ain mds importantes fueron la amistad y el aliento de Laurence D. Richards, Pete Becker, Humberto Maturana, Jean Taupin, el desaparecido Ronald J. Stebbins, Frederick Steier, Jane Jorgenson, Eric Vatikiotis-Bateson, David Lipset y Melba Wallace. Estoy también profundamente agradecido por la constante ayuda que recibo de todos los miembros de la Sociedad Norteamericana de Cibernética. Dos estudiantes, Mareen Lambert y Carl Childs, leyeron el manuscrite en su totalidad e hicieron una serie de valiosas sugestiones. La introduccién se beneficié con el consejo de Elaine Jessen y otros amigos ya mencionados y también de mi editor, Tom Grady. Jenny Manes ofrecié una inestimable ayuda en la lectura de las pruebas de imprenta y Cornelia Bessie y John Brockman Asociados tuvieron la amabilidad de valorar el proyecto desde el principio y de darme suficiente margen para completar e] volumen en medio de una multitud de interrupcio- nes de varias clases. Por ultimo, estoy agradecido por la amistad y el apoyo de Al Guskin, Gary Zimmerman y todo el personal de la facultad de la Universidad Antioch de Seattle, especialmente a mis alumnos y colegas del Whole Systems Design Graduate Program. Pero superando todas las demas, esta mi deuda con el propio Gregory Bateson. Mis seis anos de trabajo con é! constituyen afios de formacién de un aliento y una profundidad tales que resultan raros en el siglo XX y aprecic particularmente los afios en que pude gozar de una interaccién casi cotidiana con Bateson. Este es para mi un privilegio que agradezco humildemente y por el cual ofrezco el presente volumen como la prenda mds simple. 14 Introduccién Tengo ahora una cuddruple visién, St, me ha sido dada una cuddruple vision; Es cuddruple en mis momentos de supremo deleite Y triple en la suave noche de Beulah Y¥ dodle Siempre. {Dios nos guarde De una vision tinica y del dormitar de Newton! William Blake, Carte a Thomas Butts, 22 de noviembre de 1802 Pues ahora reconocemos la indole de nuestro mal. Lo que nofunciona bien en nosotroses precisamente la separacién de estas formas de experiencia las unas de las ofras: arte, religién y todo lo demas; tinicamente podemos aleanzar nuestra cura reuniéndolas en una vida completa e indivi- sa. Ahora nuestra misi6n consiste en buscar esa vida, en elaborar la concepcion de una actividad que sea a la vez arte, religion, eiencia y todo lo demas. R.G. Collingwood, Speculum Mentis Antropélogo, bidlogo, filésofo, estudioso de la conducta y de Ja experiencia virtualmente en todas las esferas de la vida humana, Gregory Bateson (1904-1980) fue uno de los pensado- res mas penetrantes del siglo XX, un explorador que vio siempre las conexiones entre los varios objetes y terrenos de sus exploraciones. Bateson ocupa pues una posicién tinica y ade- cuada para ayudarnos a unificar nuestras vidas y conocimien- tos cada vez més fragmentados y ensefarnos —entre lineas— algo sobre e! amor, la elegancia, la claridad y la comprensién. 1, Vida y obra de Bateson La vida de Gregory Bateson abarca un considerable terreno tanto de la geografia como dela imaginacién. Tomé parte en una 15 expedicién biolégica realizada a lasislas Galapagos, hizotraba- jos antropoldgicos en el terreno en Nueva Inglaterra, Nueva Guinea y Bali y ensefié en Cambridge, Sydney, Columbia, la nueva facultad de Investigacion social, Harvard, en la Facultad de Medicina dela Universidad de California, en Stanford, enla Escuela de Bellas Artes de California, en Ja Universidad de Hawaii y en la Universidad de California en Santa Cruz. Era miembro de la sociedad Guggenheim y miembro dela Academia Norteamericana de Artes y Ciencias. Fue un maestro que siempre ensefié a la luz de su pensamiento actual, su obra ejercié influencia en estudiosos de una gran variedad de campos y contribuy6é con buena parte del trabajo de base para el estabiecimiento de Ja terapia familiar. Sin embargo, el alcance y la profundidad de su pensamiento han hecho que resultara una figura evasiva hasta para muchos que pretenden conocer su obra. Hijo de! biélogo inglés William Bateson (que acuné la pala- bra “genética”), Gregory concurrié a la Universidad de Cam- bridge donde obtuvo el titule de bachiller en ciencias naturales yel titulo de Magister artium en antropologia. En 1936 sereveld como un considerable tedrico en los campos de la antropologia y la filosofia de la ciencia con su libro Naven: estudio de los problemas sugeridos por ur cuadro compuesto de la eultura de una tribu de Nueva Guinea trazado desde tres puntos de vista. En los afios siguientes, Bateson inicié técnicas fotograéficas en el terreno con su primera esposa, Margaret, Mead, y el resultado de su trabajo fue Cardcter balinés: un andlisis fotografico (1942) y una variedad de peliculas etnograficas sobre Bali y Nueva Guinea. Después dela Segunda Guerra Mundial, duran- te la cual se desempeiié en Ja oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos come planificador de personal y especia- lista regional del Asia sudoriental, Bateson se convirtié en una de las primeras figuras del nacimiento de La cibernética y de la teoria de sistemas, Alrededor de la misma época, se trasladéa California y comenzé a estudiar el campo de Ia psiquiatria, trabajo del que resultaron dos libros, Comunicacién: la matriz social dela psiquiatria(1951)en colaboracién conJurgen Ruesch y La narracion de Perceval: una descripcion por un paciente de su psicosis, 1830-1832 (1961), trabajos que culminaron en la teoria del doble vinculo de la esquizofrenia, por lo cual obtuvo el premio Frieda Fromm-Reichmann sobre Investigacién de la 16 Esquizofrenia. Pasande de la psicoterapia familiar a la comu- nicacién animal en busca de un apoyo abduetivo mas amplio para su teoria, Bateson pas6 la década siguiente estudiando la conducta y la organizacién social de los delfines en las Islas Virgenes y en el Instituto Ocednico de Hawaii mientras ajus- taba continuamente su pensamiento acerca del papel que tienen los tipos logicos en la integracién de todos los niveles de comunicacién bioldgica: el genético, e] individual, el cultural y el eeolégico. En Pasos hacia una ecologia de la mente (1972), Bateson recogié todos estos hilos para revelar una nueva epistemalogia de fuerza y belleza enormes. De regreso en California, Bateson pasdé el resto de sus afios elaborando una sintesis final de su obra, Mente y naturaleza: una unidad necesaria (1979), mien- trasejercia funciones en la Junta de Regentes dela Universidad. de California, daba conferencias y organizaba talleres para comunicar sus ideas a otros estudiosos y a quienes estuvieran interesados por ef futuro del pensamiento occidental y de nuestro planeta; sus ideas resultaron tener significativas im- plicancias en terrenos tan variados como la proliferacién nucle- ar, la ecologfa, el crecimiento espiritual, la estética, la ética y sobre todo la epistemologia. Gregory muri el 4 dejulio de 1980. Su obra ultima, El temor de los dngeles (1987), fue completada por su hija Mary Catherine Bateson. Pero todos estos dates biograficos no logran reflejar toda la significacién de la obra de Gregory Bateson. Lo que él propuso, sobre todo, fue una nueva manera de mirar el mundo, una nueva epistemologia. En su trabajo de amplisime alcance sobre pautas de cambio progresivo en las relaciones humanas, la aplicacién de la teoria de Russell de los tipos légicos a la historia natural humana y a la teoria del aprendizaje, la funcién del cambio somatico en la evolucién, la naturaleza del juego, la teorfa del doble vinculo en la esquizofrenia, los efectos del propésite eonsciente sobre la adaptacién humana, la naturale- za de la adiccién, la relacién entre conciencia y estética, los eriterios de proceso mental y la “metapauta” que elimina la supuesta dicotomfa entre mente y naturaleza; en toda esta obra aparentemente dispar, Bateson trataba continuamente de es- clarecer el fundamento de forma y pauta en el mundo viviente. En consecuencia es uno de los principales precursores de lo que bien puede ser un importantisimo cambio del pensamiento 17 occidental, un cambio paradigmatico por el que se pasa de una biosfera que excluye lo mental a una biosfera que emerge en y a través de procesos mentales. Las implicaciones de semejante unificacion teérica ~y vivida— de mente y cuerpo, quedan atin por desarrollar. La obra de Bateson es unica. Parafraseando una de sus propias caracterizaciones, podriamos decir que valiéndose de resultados obtenidos en ia antropologia, la cibernética y la ecologia avanz6 partiendo de principios muy simples para elaborar una visién del mundo adecuada para afrontar los problemas actuales, pues suministra un sdlido fundamento para comprender lo que noesta bien en Jas actuales maneras de concebir la humanidad y la naturaleza. Considerando que pasé toda su vida explicando la manera de eoncebir procesos mentales de cualquier indole, la obra de Bateson es valiosa para los estudiosos de virtualmente todos los campos que sé interesan en las bases epistemolégicas de sus disciplinas y, en particular, de sus investigaciones y pensa- mientos. Su obra tiene muchas significativas implicancias en cuanto a los problemas teoricos, sociales, ecolégicos, éticos, educacionales, médicos y personales de nuestro tiempo. Ti. Una anidad sagrada: pases ulteriores hacia una ecologia de la mente Casi en el momento en que aparecié Pasos hacia una ecologia de da mente, se le pidié a Bateson que publicara un segundo volumen de sus ensayos; a medida que su reputacién crecia esa demanda también crecid proporcionalmente. Lo mismo que en el caso de Pasos hacia una ecologia de la mente, los articules contenidos en Una unidad sagrada: pasos uiteriores hacia una ecologia de la mente, se han publicado en una variedad de revistas y libros, muchos de ellos agotados o de poca cireulacién, en tanto que algunos eran inéditos. Aunque fui yo quien seleccions y dispuse los articulos, este libro es de Gregory Bateson. En la medida en que fue posible he separado mi propia voz de la suya, he hecho selecciones que, segun cree, é] habria aprobado y he hecho de la fidelidad a sus palabras la base de mis principios como editor. Mis diecinueve afios de familiaridad con su obra, que comprenden seis afios de aprendizaje personal con él y nueve ajios de trabajo con los 18 materiales de su archivo me infunden cierta esperanza de que mis decisiones como editor no difieran demasiado de las que Bateson mismo podria haber tomado. En todo case mt intencién es la de que el libro sea tipicamente de Gregory Bateson y como he ebservado que la mayor parte de las personas que hablan o eseriben sobre su obra no comprenden la naturaleza y la textura de la totalidad hacia la que siempre apuntaba Bateson, creo que es importante comenzar con lo que el propio Bateson dice de su empresa. El fundamento ultimo de su obra es el concepto de “ecologia de la mente” que Bateson definié una vez del modo siguiente: una nueva manera de pensar sobre la naturaleza del orden ya organiza- cién de los sistemas vivientes, un cuerpo unificade de teoria tan global que arroja luz sobre todas las esferas particulares de la biologia y el estudio de la conducta. Ese modo es interdisciplinario, no en el sentido habitual y simple de intercambiar informacién entre diversas disciplinas, sino en el sentido de descubrir pautas comunes a muchas disciplinas. En Pases hacia una ecologia de la mente, Bateson la definié © como “una nueva manera de pensar acerca de las ideas y esos agregados de ideas que yo amo 'mentes”, Por ideas, Bateson entendia algo “mucho mas amplio y mas formal que el concepto convencional’, en tltima instancia, “toda diferencia que hace una diferencia” recorriendo un circuito. Esimportante advertir que las cuestiones planteadas son, no logicas, sino ecoldgicas: {Como interactian las ideas? {Existe alguna clase de seleccién natural que determine fa supervivencia de algunas ideas y la extincién o muerte de otras? {Qué clase de economfa limita !a multiplicidad de ideas en una determinada regién de la mente? ;Cusies son las condiciones necesarias de Ja estabilidad to supervivencia) de tal sistema o subsistema? Las ideas se relacionan, no en virtud de la ldgica, sino en virtud de la historia natural. En Mente y naturaleza: una unidad necesaria, Bateson proponia “una metaciencia indivisible, integrada, cuye objeto ese] mundo de la evolucion, del pensamiento, dela adaptaci6n, dela embriologiay de la genética, es decir, la ciencia dela mente en el sentido mds amplio de Ja palabra”. Lo que deseaba investigar era “ese saber mds amplio que es el cemento que mantiene unido ... el munde biolégico total en el que vivimos y en el que tenemos nuestro ser”. 19 E] método de esta metaciencia es la “descripcién doble o mmiltiple”, la yaxtaposicién de procesos mentales (agregados de ideas) para descubrir las pautas subyacentes y la economia de la formacién de pautas encarnada en ellas, asi como descubrir las complejas riquezas ¢ incrementos de conocimiento y com- prensién producides por su combinacién. Semejante método es necesario puesto que el proceso evolutive (de cualquier clase) debe depender de esos incre- mentos dobles de informacién. Todo paso evohativo es una adicién de informacién a un sistema va existente. Como esto es asi, las combina- ciones, las armontas y los desacuerdos entre sucesivas porciones y capas deinformacién presentarén multiples problemas de superviven- cia y determinaran mmiltiples direcciones de cambio. En quizé la mas clara y mas concisa enunciacién de la tarea propia del nuevo campo —al que Bateson se refiere alternativa- mente llamandolo ecologia de la mente o Epistemologia (esta ultima palabra eserita cada vez mds con KE mayiiscula para diferenciarla del estudio de “epistemologias locales”)-, Bateson concluia que “comparar pensamientocon evoluci6n y epigénesis con ambos ... es Je manera de investigar de la ciencia llamada ‘epistemologia”. Por otra parte, Bateson agregaba “podemos decir que la epistemnologia es el resultado y premio de combinar los puntos de vista de todas estas ciencias genéticas separadas’. Por ultimo, y quizd esto sea lo mds importante, la finalidad central de esta ciencia consiste en “proponer una wnidad sa- grada de la biosfera (el énfasis es mio) que contenga menos errores epistemoldgicos que las versiones de esa unidad sagra- da que hanofrecido las varias religiones de la historia”. Bateson crefa firmemente que somos partes de un mundo viviente y que nuestra pérdida del sentido de la unidad de la biosfera y de la humanidad y la pérdida de la nocién de que esa unidad ultima es estética constituye un desastroso error epistemoldgico: “Me rindo a la creencia de que mi conocer es una pequefia parte de un conocer més vasto e integrado que entreteje toda la biosfera o creacién”. El subtitulo de este volumen, Pasos ulteriores hacia una ecologia de la menie, tiene la finalidad de indicar tres cosas: 1) que el volumen contiene pasos ulteriores hacia una ecologia de la mente dados bajo la forma de ensayos adicionales de Bateson que pueden agregarsea los ensayos ya publicados para suministrar mayor claridad sobre los caminos por los cuales Bateson legs a su sintesis; 20 2) que e] velumen contiene propiamente pasos ulteriores correspon- dientes alos afios que siguen a la publicacién (1972) de Pasos hacia una ecologia de la mente: 3) y que este velumen procura explicar y enriquecer ulteriormente el concepto de ecologia de Ja mente y sus implicancias para tratar los criticos problemas que debe afrontar la humanidad. En mi tarea de editor he procurado ligar estas tres significa- ciones de la palabra “ulteriores” y sugerir maneras en que los lectores puedan enriquecer su apreciacién de la epistemologia general que Bateson nos ofrece y puedan timonear cuidadosa- mente entre los dos escollos de nuestra era, la trivializacién yla osificacién (a vulgarizacion y la creacién de dogmas). Con todo, quizd sea apropiado valernos de estos dos ultimos conceptos como cufia para penetrar en la indole de la epistemo- logia total. Al final de Mente y naturaleza, Bateson hace la si- guierte afirmacién: “Ser consciente de la naturaleza de lo sagrado o de la naturaleza de la belleza es el desatino del reduccionismo”. Comprender Ja profunda verdad de esta afir- macién y luego contemplar esa cemprensidn a la luz de una ecologia de la mente que involuera una economia de flexibilidad significa haber entrade en el corazén de la epistemologia. Explicar detalladamente este iltimo punto sin vulgarizarno es tarea sencilla. Me parece que resulta valioso tomar la experiencia de tratar de ser consciente de aquello de lo cual Meramente ser consciente es matario y colocar esa experiencia junto a una descripcién formal de sistemas cibernéticos. Expe- rimentar la primera es experimentar el tipo de organizacién mental descrito en la segunda. Y la naturaleza de la belleza y de lo sagrado tiene algo que ver con la integracién de la erganizacioén total (inconsciente y consciente) que nosotros somos. Es esta aguda y perspicaz critica de le consciente lo que hace a Bateson particularmente dificil, y valioso, para muchos lectores. ‘Trate de realizar el lector el siguiente ejercicio. Cierre los ojos e imaginese que usted esta creciendo (una proeza que en verdad usted alguna vez cumplid, aunque éste sea, tal vez, un uso poco familiar del pronombre usted). Imaginese todas las ramificaciones y autodiferenciaciones que necesariamente se 21 produjeron en el proceso e identifiquese imaginariamente con ese proceso. Si toma el ejercicio con seriedad, descubrira que hay algo esclarecedor en ponerse en contacto con ese “usted”. Por qué? éY¥ qué nos dice esta experiencia sobre lo quesignifica decir “yo”? Ahora imaginese que ese “tw” que crecié en usted tiene andlogos en todos los seres vivos, en ecologias de cosas vivientes yen toda ia evolucion biol6gica asi como en la evolucién de ideas en el sentido mds convencional y estrecho de 1a palabra. Este ejercicio puede ayudar a poner en marcha unacompren- sién mds profunda de lo que implica la epistemologia de Bate- son. También puede suministrar un terreno de experiencia desde el cual tratar el “conocer encarnado” (frente al “conocer acerca de”), 1a posibilidad de empatia con otras criaturas y hasta con los precesos biolégicos y ecolégicos, la potencial humildad que semejante comprensién ampliada de uno mismo puede procurar al mds estrecho “yo” consciente y, lo mas importante de tedo, la nocién de integrer muchas partes y niveles mentales. Encarar seriamente el concepto de una ecologia de partes y niveles de procesos mentales —pasando desde una individual “diferencia que hace una diferencia” a los casos mas amplios posi- bles de lo que Bateson Iamé una “tautologia ecolégica” evoluti- va(por ejemplo, la total ecologia planetaria interconectada, que incluye el pensamiento humanoy lossistemas sociales vistos en la perspectiva del tiempo)— nos permite vislumbrar en toda su compleja simplicidad la naturaleza de la epistemologiaque Bate- son nos ofrece. En ultima instancia, esta manera de mirar las cosas nos revela un mundo de habitos, de detalles de conducta, dentro de los parametros impuestos por esos habitos, y hasta otros pardinetros impuestos por hdbites atin mas profundos (frecuentemente mas antiguos, freenentemente metidos en Gestalten mas vastas y siempre abordando proposiciones de un grado aun mayor de abstraccién o de generalidad) hasta que Tlegamos a las mas abstractas pautas-en-el-tiempo (habitos), incluyendo a la posibilidad misma de semejantes pautas-en-el- tiempo. Comoexplica Bateson en el tercer ensayo dela Parte UIT de este volumen, “Lo que estabamos haciendo en 1955-1960 era el comienzo de una ciencia formal que estudiaria las formas de interaccién entre ideas explicitas, implicitas y encarnadas”. Es fundamental advertir que en esa ciencia formal propues- 22 ta (como lo sefiala Bateson en el cuarto ensayo de la misma seccién) “no tratamos con balances de energia sino con balances de entropia, negentropia, caminos y pautas disponibles”, en suma, con una economia de flexibilidad (véanse “El papel del cambio somatico en la evolucion” y el primer ensayo de la Parte II de este volumen}. En “El mensaje del refuerzo”, Bateson sefiala las implicaciones de este ultimo punio al observar que lainformacién de tipo superior ... es en ciertas circunstancias més util cuanto menos ‘consciente’ sea. Esto sugiere que no sélo el tipo légico de una porcién de informacién sino también su localizacién y condicién dentro de! cireuito del arganismo pueden afectar su utilidad en el aprendizaje. En otras palabras, existe una economia que parece regir las relaciones entre los hdbitos y las conductas que cuadran dentro de los pardmetros (0 contextos) impuestos por los habitos, asi como entre los habitos mismos. El modo de mirar las cosas Wamado ecologia de la mente consiste en tomar un fragmento de proceso mental y sus relaciones con la ecologia mental mds amplia en que reside y compararlo, en compafiia de sus relaciones ecolégicas, con ecologias de procesos mentales de una regién diferente de la Mente, en ultima instancia, “comparar... pensamiento con evolucién y epigénesis con ambos”. Por eso aconsejo al lector que aborde cada ensayo contenido en este volumen como si fuera primariamente un ensayo sobre regiones de una tautologia ecolégica evolutiva y que sdlo secun- dariamente lo aborde atendiendo a las cuestiones m4sinmedia- tas que trata e] ensayo y que mantienen su andlisis de una ecologfa de ideas fundado en la experiencia. Para reformular la presente discusién, invito al lector a que considere una cuestién expuesta, segiin me parece, en “Refuta- cin de] dualismo Mente/Cuerpo”. Cuando Bateson dice “quiza las personas que dejan sus cuerpos podrian permanecer con sus cuerpes si comprendieron alguna vez profundamente la verdad fundamental de que la religién es unificadora y antigua, en tante que fa magia divide, degenera y es tardia” y cuando agrega que “estar plenamente presente en el presente, aqui y ahora, y ser del cuerpo es extraiamente dificil”, podemos entenderlo como sugiriendo que la unidad mente/cuerpo 0 el dualismo mente/cuerpo es, en definitiva, no sélo una cuestién de “hecho” sino también una cuestion de ética, de integridad 23 (empleando esta palabra en su sentido usual y también en el sentido de integrar todos los aspectos de uno mismo o de la experiencia de uno}. Como dice Bateson en Ja “Ultimaconferen- cia”: “Pareciera importante para nuestras nociones de respon- sabilidad ... que aceptemos muy firmemente gue cuerpo y mente son uno”. En este punto el lector puede recordar con utilidad esas agudas palabras del primer capitulo de Mentey naturaleza: una unidad necesaria: “unificar y, por Jo tanto, santificar”. Si, como afirma Bateson, todo cuanto podemos conocer es la diferencia, luego es por io menos plausible que el grueso de nuestros problemas personales, interpersonales, internaciona- les y ecolégicos deriven en definitiva de la simple transforma- cién de una distincién en una separacién y de la separacién en una oposicién. Es evidente que una oposicidn presupone una separacién y que vna separacién presupone una distincién. Es menos obvio, aunque se lo puede comprender si se hace el esfuerzo, que una distincién de alguna manera parte, divide, un terreno en el que antes de la distincién estaban unidas las des mitades. Y hasta podemos vislumbrar la idea de que ese terreno es en algun sentido uno mismo-en-interaccién o por lo mencs que la distincién es, en algun sentido, una distincién hecha dentro de nuestra propia experiencia. Todo esto no significa proponer y aceptar lo que e] mundo de Ia légiea podria tender a deducir: un vacio dentro dei cual no hay distinciones de ningan género. Esto es demasiado simple, aunque cierto dentro de sus propios limites. Antes bien, lo que proponemos es una danza: una danza (a falta de una palabra mejor) de integracién, la danza de una tautologia ecologica evolutiva. "Es ésta una cuestién de cémo mantener eses diferentes niveles ...no separados,... yno confundides”, como dice Bateson refiriéndose al argumento catélico y protestante sobre si el pan “es” el cuerpo o “representa” el cuerpo (véase “Ecologia de la mente: Lo sagrado”). Quiz4s ahora estemos preparados para discutir la sugestion implicita en el titulo que elegi para la seccién final de este volumen: “Salud, ética, estética y lo sagrado”. Para mi, es evidente que la obra de Bateson contiene las 24 simientes de nuestra liberacion de aquello que Blake llama “dormitar de Newton”. Entendémonos, no digo “las respues- tas”, sino que digo tan sdlo las simientes, puesto que toda respuesta es intrinsecamente terca. éEn qué consisten, a mi juicio, esas simientes? 1) en la rectificacién de lo que yo llamarfa una relacién incorrecta 0 incompleta con lo consciente, rectificacién efectuada al comprenderse que nuestro “yo” con sus propésitos conscientes es slo una miniseula porcidn de la vida plena que constituye nuestro derecho de nacimiento; 2) en la rectificacién de lo que yo Hamaria una relacién incorrecta 0 incompleta con el lenguaje, rectificacién realizada al comprenderse que el lenguaje es primariamente crientativo v sdlo secundariamente es descriptiv 3)en la superaci6n del abrumador y predominante error de proyectar modelos de procesos mentales conscientes a procesos mentales pre- eonscientes, un error de] que hasta la propia cibernética estd saliendo sélo lentamente; 4)en una rectificacin de los errores del siglo XIX durante el cual (como Bateson escribi¢ en un metdlogo inconctuso) “los bidlogos se esforza- ban por desembarazar ai cuerpo de la mente y los fildsofos por desencarnar a Ja mente”: 5) en ja sustitucién de lo “Idgico” atemporal, que antes sirvid come modelo o imagen de la mente, por lo “eco-idgica” ternporalizado; 6)en la integracién de intelecto y emocién (lo cual recuerda otra delas joyas de Blake: “] Pensamiento sin afects hace una distincién entre Amor y Sabiduria, asf como entre cuerpo y Espiritu:”); 7) enel entendimiento de que el aprendizaje es un proceso estecéstico que formalmente corre paralelo con procesos filogenéticos segin la seleceién natural; 8) en el acento puesto en el conocer como opuesto al conocimiento y Shen la afirmacién “de que nuestra pérdida del sentido de la unidad estética fue muy sencillamente un error epistemolégico”. Ensuma, enla posibilidad misma deunaecologia de ia mente. nko Y desde la perspectiva de una ecologia de la mente, me parece un ejercicio nada trivial indagar la indole de Jas totali- dades que funcionan optimamente. jEstén relacionados lo sagrado, la salud, la ética y la estética o, hasta cierto punto, son incluso “lo mismo”? {En virtud de qué derecho podemos decir 25 que son “lo mismo”? ,Y cudles serian lasimplicaciones resultan- tes para cada uno de ellos en tanto campos separados de indagacién, tanto como para, en los campos de la medicina, la aducacién, el cambio social, ete.? Me parece que si considerdramos la salud, la ética, la estética y lo sagrado desde el punto de vista de un organismo- en-su-ambiente funcionands como un todo, es decir, como algo definido operativamente (y no prescriptivamente),! es concebi- ble que lleguemos a una visidn de cada una de estas categorias, aparentemente separadas, como apuntande a un complejo estado dindmico de una tautologia ecoldgica evolutiva. Para volver al lugar del que partimos repitamos: “ser cons- ciente de la naturaleza de lo sagrado o de Ja naturaleza de la belleza es el desatino del reduccionismo”. Dejo comocuestién genuina y abierta la relacién entre salud, ética, estética y lo sagrade e invite al lector a que la indague. Por mi parte, estaré satisfecho si el lector considera que todos los “pasos ulteriores” contenidos en el presente volumen se juntan para integrar una unidad sagrada necesariamente mas riea que cualquier descripcién que se haga de ella. Por Ultimo, espero que el libro sirva como trampolin a quienes sean capaces de explorar... ulteriormente. Dejo a Gregory las palabras finales. Por ultimo esté la muerte. Escomprensible queen una civilizacion que separa le mente del cuerpo tratemos de olvidarnos de le muerte o de crear mitologfas sobre la supervivencia de la mente trascendente, Paro sila mente es inmanente no slo en esos senderes de informacion que estan situados en el interior del cuerpo sino también en senders exteriores, luego Ja muerte asume un aspecto diferente. El nexo individual de senderos que llamo “yo” ya_no es tan precioso porque ese nexo es sélo parte de una mente més vasta. Las ideas que parectan ser yo también pueden Jlegar a ser inmanentes en usted. Ojalé perduren ... si son verdaderas Rodney E. Donaldson Seatile, Washington 4 de julio de 1991 1, Véese William Bleke quien dice: “Si la Morel fue el Cristianismo, Séerates fue el Salvador’, y “Jostis fue todo virtud que obraba por impulso, no por reglas” y considérese lo que dice Lewis Carroll: “Me gustaria estar contenta’, dijo la reina. ‘Sdlo que nunca recuerdo la regia para estarlo”. 26 Nota del compilador sobre la seleccién y la disposicién del material El contenido de este volumen fue seleccionado entre mas de un centenar de articulos publicados e inéditos. Limitaciones impuestas al tamafio del libro obligaron a omitir una serie de trabajos dignos de ser incluidos aqui, de manera que inevitable- mente algunos lectores lamentardn que se haya omitido este o aque! articulo favorito. En mi seleccién me guié el deseo de representar todos los aspectos de la obra de Bateson y también Ja determinacién de elegir aquellos ensayos que contribuyen a Ja teoria en desarrollo. En primer lugar, como he observado la tendencia de muchos lectores a considerar partes de la obra de Bateson y a pasar por altole naturaleza y contextura del todo, seleccioné articules con miras a empujar suavemente al lector enla direccién de ese todo al que Gregory siempre tenia presente en su trabajo. Lo mismo que Ja obra anterior, Pasos hacia una ecologia de la mente, el presente volumen tiende a orientar al lector hacia la epistemologfa total y no tan sélo a una porcion 0 porciones de la obra de Bateson. Los titulos de las primeras tres secciones son los mismos titulos de la segunda, tercera y quinta secciones de Pasos hacia una ecologia de la mente de Bateson. Esos titulos representan los sucesivos perfodos de su vida en los que sus preocupaciones predominantes fueron ta antropologia, la psiquiatria y lanneva epistemologia surgida de la Teoria de los Sistemas y de la Ecologia. Desgraciadamente no habia ensayos realmente ade- cuados y disponibles que trataran solamente sobre la teoria evolucionista, una omisién que lamento. Tuve la fuerte tenta- cién de extraer de Pases hacia una ecologta de la mente, “E) 27 Yegué a considerar central de la epistemologia de Bateson, siempre que se lo lea en un nivel suficientemente metaférico. Sin embargo, el lector pereeptivo observard una versién ante- rior del argumento de ese articulo en “Los nuevos marcos conceptuales para la investigacién de ila conducta”, incluido aqui. Dentro de cada seccién, los ensayos estan dispuestos en orden cronolégico, salvo dos excepciones hechas por razones estilisticas. Al comienzo de cada articulo puse una nota de pie de pagina para indicar la ocasién en que se escribié el articulo 0 se pronuncié la conferencia, ademas de la fecha de la redaccién (que no coincide con ja fecha de publicacién; esta altima se encontraré en Ja bibliograffa consignada al fin del volumen). Habiendo indicado asi el contexto de las observaciones, dejé luego sin explicar en el cuerpo del texto les palabras y frases que se refieren a la particular ocasién. Siguiendo la prdctica del propio Bateson en Pasos hacia una ecologta de la mente, he omitide enfadoso material de introduc- cién y calladamente corregi algunos errores menores. Los articulos que fueron objeto de cierta refundicién figuran en la bibliografia como “repreducidos, publicados” en el presente volumen. Por fin, este libro es una mezcla de material escrito y oral que ofrece al lector una experiencia del Gregory Bateson formal ¢ informal. Los lectores que consideran pesados los primeros escritos de Bateson pueden saltarlos transitoriamente y conti- nuar leyendo los ensayos posteriores y charlas informales para volver luego al material anterior fortificados por la apreciacién del sentido en que se movia la obra de Bateson. Aunque hay algunas repeticiones, el hecho de que una serie de importantes ideas aparezca en diferentes contextos y yuxtaposiciones puede estimular al lector a profundizar su comprensién, que nunca puede ser el resultado de un solo encuentrocon el punto tratado. Espero que el lector obienga de las siguientes paginas tanto goce intelectual como yo he obtenido. 28 PRIMERA PARTE FORMA Y PAUTA EN LA ANTROPOLOGIA 1 Factores culturales determinantes de la personalidad* Cuando pensamos en la multiple variedad que presentan los diferentes casos de conducta humana, cuando observamos aun native de Nueva Guinea hacer esto, a un native de Nueva York hacer lo otro y a un nativo de Samoa hacer aquello, nos encontramos, en nuestro caracter de cientificos, ante una difi- cultad muy seria: la dificultad de tratar de imaginar qué clase de aseveracién general puede abarcar esos fenémenos tan variados. ¥ lo cierto es que muchos cientfficos elaboraron enfoques diferentes para tratar de resolver este problema. En la presente obra [Personality and the Behavior Disorders], por ejemplo, hablamos de las teorias desarrolladas por fisidloges y neurélogos y de otras teorias elaboradas por aquellos que estudiaron los fenémenos del aprendizaje experimental, tam- bién tenemos otras teorfas impulsadas por quienes estudiaron Ja patologia mental, ete, El supuesto fundamental en que se basa un debate como este es que todas esas variadas teorias, por diferentes que sean entre si, no son necesariamente contradic- torias; que finalmente hay una posibilidad de traducir lo que proponen las teorias desarrolladas por los psicoanalistas en los * Tomado de Personality und the Behavier Disorders: A Handbook Based on Experimental and Clinical Research, vol. 2. publicado por Joseph McV. Hunt en }944con awtorizacién de John Wiicy & Sons. Inc. Copyright® 1944 de Ronald Press Company, El articulo fue escrito en 1942. 30 términos de las teorias derivadas de la fisiologia y desde ellas a aquellas derivadas del aprendizaje experimental. A pesar de esa gran esperanza de traduccién definitiva, no podemos ignorar el hecho de que las teorfas se originaron en el trabajo de diferentes estudiosos que emplearon distintos tipos de datos. Este capitulo tiene la intencién de suministrar alguna aseveracién general acerca de |as teorias elaboradas por quie- nes trabajaron con un tipo de datos muy curiosos, es decir, las observaciones hechas entre personas iletradas, y deberemos hacer un esfuerzo per construir ese cuadro de una manera inductiva, partiendo de los muy diferentes hilos del trabajo antropoldgico cultural, Pero antes, debemos hacer una declara- cién negativa sobre el “determinismo cultural” que debe quedar claramente establecida en la mente del lector. No creemos que lacultura “determine” completamente nada. Desgraciadamen- te. la expresién “determinismo econdémico” ha Legado a ser un lema para aquellos que creen que los “factores” econdémicos son mas “basicos” que, probablemente, cualquier otro. Segtin mi opinién, este punto de vista es funesto y quisiera verlo reempla- zado por el concepto de que, en el mejor de los casos, es importante tener en cuenta el enfoque econdémico dela conducta humana (y quizd muy importante) por el discernimiento que proporciona. Esta es una posicion muy diferente e implica que Ja economia es algo que los cientificos hacen y no algo que existe en el mundo como una causa determinante o “basica”. De un modo similar, podemos utilizar la expresién “determinismo cultural” para dar a entender que la “cultura” es una abstrac- cién; un rétulo ya dispuesto para identificar un punto de vista elaborado por una cantidad de hombres de ciencia, un punto de vista desde donde esos estudiosos alcanzaron alguna visién coherente. El origen del concepto de determinismo cultural En sus albores, la antropologia se interesé principalmente por la cuestidn de la descripcién y especialmente los primeros antropélogos se sintieron impresionados por los rasgos sobresa- lentes caprichosos de las culturas que estudiaban. En sus intentos de generalizar, dichos antropdlogos se preocuparon principalmente por encontrar identidades o estrechas similitu- 31 des entre los fenémenes que deseubrian en determinado lugar y los fendmenos de algun otro sitio. Quizd sea éste el primer paso que da una nueva ciencia: la busqueda, no de una regula- ridad abstracta, sinode una similitud episédica, concreta, entre lo que ocurre aqui y lo que ocurre en otra parte; o bien entre algo que acurre ahora y algo que ocurre en otro momento. En consecuencia, las teorias de esos primeros antropélogos se orientaron principalmente a explicar tales similitudes y, natu- ralmente, como las similitudes buscadas eran episddicas, el tipo de teoria que surgia también era episddica, una teoria histérica. Por ejemplo, es el caso de la polémica desatada entre aquellos que crefan que las semejanzas entre culturas muy separadas debian censiderarse atendiendo a un proceso evolutivo similar y aquellos que sostenian que tales semejanzas sdlo podian considerarse parte de un proceso de contacto y difusién cultu- rales. En la segunda mitad del siglo KIX y en los comienzos de este siglo, los antropélogos culturales recibieron la profunda influencia de modos de pensar que ellos creyeron coherentes con la teoria de la evolucién de Darwin, y en realidad seria justo culpar a Darwin por algunos de los errores cometidos en este periodode la antropologia. La teorfa darwiniana, enlaformaen que se popularizé, ponfa el acento en los problemas del origen. Se suponia que la manera de explicar algtin fendmeno biolégico —especialmente en el caso de algiin detalle anatémico— era buscar el origen filogenético dei detalle anatémico. De manera similar, los antropélogos se preocuparon por buscar filogenias culturales y sus disputas eran disputas parroquiales dentro del supuesto general de que la respuesta estaba en la filogenia. En el campo biolégico, las maneras de pensar cambiaron muche desde 1900. Cada vez mas los bidlogos fueron poniendo el acento en los procesos del cambio evolutive y dieron cada vez menos importancia a la historia real o al “arbol” filogenético de cualquier especie dada. Hoy los bidlogos hablan no ya de filogenia sino de genética y de crecimiento. E] mismo cambio se ha dado en e! campo de la antropologia cultural. Nosotros podemos estar algo rezagados respecto de los bidlogos, pero lo cierto es que la direccién que Hevé el cambio de nuestra manera de pensar fue la misma. Actualmente, en lugar de debatir cuestiones referentes a la filogenia cultural, discutimos los detalles menudos del cambio cultural y aun mas los detalles minuciosos de la organizacién interna que se da en el sence de 32 una cultura en un determinado momento. Hemos desarrollado una especie de “fisiologia” cultural en lugar de andar a tientas, come haciamos antes, detrds de detalles aislados de la anato- mia cultural y hemos elaborado una especie de “genética” cultural en lugar de la antigua filogenia cultural. Con la expresién “determinismo cultural” traté precisamente de abar- car esta especie de “genética” cultural y de “fisiologia” cultural. La transformacién bdsica de nuestra manera de pensar, desde el enfoque episddico e histérico que busca similitudes hasta un enfoque cientifico mas ortodoxe que busca regularidades dela conducta humana, fue dandose gradualmente durante los ultimos veinte afios y aquellos que mds contribuyeron a provo- car esa transformacién dificilmente advirtieron la clase de contribucion que habian realizado. El desplazamiento de un enfoque al otro significa que, en lugar de investigar un conjunto de variables, nos concentramos en otro conjunto y quizds el primer paso haya sido que Boas (1938) acufiara el concepto de “area de cultura”, que nos permite descartar un conjunto de variables y comenzar a prestarle atencién a otro conjunte de variables. De acuerdo con esta teoria, es posible delimitar areas dentro de las cuales ha habido tanto contacto entre varias culturas que cada una de las culturas de esa 4rea supuestamen- te ha tenida acceso por contacto a cada uno de los principales asuntos culturales que se hayan desarrollado en esa drea. Estas areas se delimitan mediante un cuidadoso estudio de las se- mejanzas que existen entre culturas vecinas y tal delimitacién esta orientada a comprobar el simple hecho de las relaciones que existen entre esas culturas, antes que a reconstruir espe- culativamente la historia de ambas. Cuando se conocié, esta teoria fue considerada un enfoque hist6rico de Ja cultura y la inspeccién preliminar que se hizo de las culturas con el fin de determinar si realmente constituian ese tipo de “drea cultural” y de establecer sus limites, fue, en realidad, histérica. La teorfa estaba a salvo de cualquier ataque histérico gracias a ese trabajo preliminar, pero lo que éste lleva implicito —que podamos decir de una determi- nada cultura: “esta cultura oestacomunidad han tenido, mediante Ja difusion, acceso a tedas las cuestiones importantes registra- das en esa drea”— nos permite pensar enlasdiferencias queexisten entre las distintas culturas dentro de semejante area. Podemos apartarnos del problema de la difusién englobandolo dentro de una clausula general “siempre que otros aspectos sean iguales” 33 y dedicarnos a indagar las culturas atendiendo a otras variables que no sean los detalles histérico -episédicos de difusidn y contacto.! Cuando observamos dos culturas vecinas, por ejemplo, los pueblos Zuni y los indios del sudoeste, podemos dejar de preguntamos: “;Qué similitides tienen estos pueblos que muestren que son dos culturas relacionadas entre sf?”, pues aquel trabajo preliminar ya respondié a esa pregunta con una afirmacién general: “S{, ambas culturas estan relacionadas entre si”. Y podemos continuar preguntandones: “;Pues entonces por qué una es tan diferente de la otra?” Y podemos tratar de reducir esas diferen- cias mediante generalizaciones, por ejemplo, sefialando que las prioridades internas de los Zuni implican una aversion tal ala pérdida del autecontrol que, por intenso que haya sido el contacto que tuvo esta cultura con las tribus vecinas(que basan sus cultos religiosos en el uso de la droga peyote) o con los europeos (que basan la seciabilidad en el consumo de aleohol) Jos Zuni, en el mejor de los casos, adoptan versiones extremada- mente desnaturalizadas de esos rasgos culturales. Una segunda tendencia del pensamiento antropolégico mo- derno, casi tan importante como la ruptura con lo episédics y lo histérico, fue el reconocimiento gradual de la falacia de la “concrecién descolocada” (Whitehead, 1920) y ese reconoci- miento provino, no de la epistemologia, sino de una cuidadosa demostracién fictica de que las teorias que asignan una efecti- vidad causal a la “religién”, a la “geografia”, al “lenguaje” y a otras esferas semejantes, no se ajustan a les hechos. También en este caso Boas fue un pionero pues mostré que la familia del lenguaje que posee un pueblo no determina otros aspectos de su cultura, que tampoco las circunstancias geograficas que les toca vivir determinan otros aspectos de su cultura, etc. En realidad, Boas fue el primero que nos liberé de examinar dos conjuntos imttiles de variables y continué demostrando que habia otro conjunto de variables que tampoco eran temas provechosos de indagacién. Durante el principal perfode del trabajo de Boas, hubo otros antropélogos dedicados de manera similar a desarroilar un enfoque no histérico y abstracto de los fenémenos de la cultura. Malinowski (1927 a) con un equipo de colaboradores bien entrenados que trabajaron en el terreno, mostraron que los modelos de conducta de cualquier comunidad formaban una unidad entrelazada e interdependiente; que la “cultura” de 34 cualquier pueblo no debe considerarse como un conjunto de partes que puedan investigarse separadamente sino que debe observarse la suma total de conducta, artefactos y circunstan- cias geograficas como un sistema funcional interconectado, de modo tal que, si partimos, por ejemplo, de la conducta alimen- taria —el sistema de agricultura, caza, pesca, etc.—y examina- mos cuidadosamente ese sistema, comprobaremos que el fun- cionamiento —el trabajo continuo, efectivo del sistema agrico- la— se interrelaciona a cada paso con la religién de ese pueblo, con su lengua, con su magia, con las cireunstancias geogréficas de su vida, etc. y, de manera similar, que la religion de ese pueblo se interrelaciona con todas las demas facetas de su conducta; también con su economia y hasta con sus relaciones de parentesco. En realidad, Malinowski senté las bases para desarroliar un enfoque organicista de los fenémenosculturales. Mientras Boas demostraba que el lenguaje no es wna causa de la religién o de lo magieo, Malinowski demostraba que todo lo que conformaba un sistema cultural era, si no ya unacausa, en todo caso una condicién necesaria para que existiera todo lo dems. Mostré que al describir una cultura, era posible comen- zar con cualquier categoria institucional de conducta y desde alli trabajar, de adentro hacia afuera, con los siempre crecien- tes circulos de relevancia hasta que todo el sistema cultural apareciera como un antecedente importante del conjunto par- ticular de datos dei que partimos. Mientras Malinowski y sus colaboradores estaban dedica- dos a demostrar la enorme complejidad y la interdependencia reciproca de todas las partes de una cultura y determinaban, come en un complicado rompecabezas, la continuidad y las ramificaciones de todas esas rclaciones, Radcliffe-Brown (1931, 1940) enfocaba el problema en una perspectiva diferente. Este autor acepté, como algo evidente, la enorme interdependencia que existia en una cultura yconsideré el sistema de conducta de toda comunidad como algo orgdnico en ese sentido. Entonces continué preguntandose: “;Cual es la estructura ésea? ;Cudles son los rasgos sobresalientes de este detaliado e intrincado disefio?” Y 1a respuesta fue lo que llamé la “estructura social’. A lo largo de toda la variedad de los serios trabajos de campo antropolégicos realizados desde la época de Morgan (1871) hasta la de Radcliffe-Brown, siempre se puso el acento en el estudio de los sistemas de parentesco de los pueblos iletradas y 35 esas profundas y llamativas diferencias descubiertas entre un sistema cultural y otro estimularon una amplia variedad de especulaciones. Se interpretaron pues los datos desde el punto de vista de Ja evolucién. Las peculiaridades de diferenciacién entre el hermano de la madre y el hermano del padre se consideraron sintomas de un ex matriarcado. Las mismas peculiaridades de las culturas iletradas se interpretaron tam- bién mediante las teorfas de la difusién. En la época de Radclif- fe-Brown el tema central, el problema central de la etnografia, era el parentesco. Por consiguiente, Radcliffe-Brown desarrollé su trabajo como un estudio de la interrelacién existente entrela estructura de parentesco y lo que él llamé la “estructura social”. Por esa expresién, Radcliffe-Brown entendia el sistema de subgrupos: clanes, mitades, jerarquias de edad, facciones, cla- ses, castas y otras formas de dividir una comunidad. Radcliffe- Brown desarrollé su obra principal estudiando las tribus aus- tralianas y logré demostrar la interrelacién funcional que existia entre el sistema totémicoy el sistema altamentecomple- jo del rol de conducta de los diversos parentescos. El sistema totémico es unilateral y “cerrado”, lo cual equivale a decir que la posicién que ocupa un determinado pariente —por ejemplo, el hermano de la madre o el marido de la hermana del padre— es fija con respecto al yo, de modo que todos los cufiades del yo pertenecen necesariamente ala misma generacién y al mismo grupo totémico. No disponemos aqui del espacio necesario para internarnos en los detalles menudos del sistema australiano. Basicamente, si consideramos solamente dos de las divisiones exogamicas de la comunidad, por ejemplo, Halcén y Cuervo, en las que la calidad de miembro esta determinada por la linea de descendencia materna o paterna, queda claro que si todos obedecen la regla de la exogamia, cada hombre del grupo de los Haleones debe tener relaciones politicas con miembros del grupo de los Cuervos y que, aun antes del matrimonio, deberia clasificar a todos los miembros de ese grupo como “potenciales parientes politicos”. Los sistemas australianos avanzaron mu- cho mas en este sentido y superpusieron mds divisiones dicoté- micas que definen las generaciones, asi como la descendencia lineal, hasta Wegar la situacién de que cada individuo puede clasificar a todos los demas miembros de la comunidad equipa- rando la calidad de miembro de un subgrupo con el parentesco potencial que esa persona pueda tener con él. 36 Puede considerarse que semejante sistema se desarrolla en dos niveles de abstraccién. En primer lugar tenemos las pautas de conducta impuestas entre parientes, por ejemplo, entre el hermano de Ia esposa del grupo de los Halcones y el marido de la hermana del grupo de los Cuervos, y en segunde lugar, todo el simbolismo del mito y la ceremonia que define la principal relaci6n de grupo entre los Halcones y los Cuervos. Radcliffe-Brown queria mostrar que los supuestos psicolégi- cos que existen dentro de una familia —las pautas de conducta entre el hombre y la esposa, entre los padres y e] hijo— se vinculaban con la pauta general de ese sistema totémico, que también rige la pauta de conducta de los miembros del clan. Los clanes y las demds subdivisiones de una tribu australia- na son partes de un sistema muy complejo de oposicién y adhesién. Las tensiones ambivalentes culturalmente induci- das entre parientes afines se repiten en la relacién entre los grupos que estan potencialmente relacionados con vinculos afines y todo el funcionamiento de 1a sociedad depende de esas ambivalencias y del justo equilibrio entre los componentes positives y negativos de hostilidad y afecto (asi como nuestra sociedad depende, en un periodo de /aissez faire del justo equi- librio entre la competencia y la cooperacién, entre la produccién y el consumo, etc.). De modo que el trabajo de Radcliffe-Brown condujo, finalmente, a cierto concepto general de que en una comunidad estable la oposicién y la adhesién pueden aleanzar un equilibrio y quizds ese trabajo de Radcliffe-Brown sea el primer impulso que desvié el estudio de la cultura y de la sociedad hacia un estudio de la psicologia.*Et propio Radcliffe- Brown no consideré que su trabajo fuera psicolégico, pero estaban implicitos en é! algunos supuestos sobre la personali- dad humana, sobre la naturaleza psicolégica de la masculini- dad y la feminidad, sobre la condicién de padres y la condicién de hijos, sobre la oposicién y la adhesién, el amor y el odio, que constituyeron un primer paso hacia ese desarrollo posterior de la antropologia cultural que presté cada vez mayor atencién al trazado de los aspectos caracterolégicos delaconducta humana? Por lo demas, en el trabajo de Radcliffe-Brown se establece el supuesto de que los pueblos son psicolégicamente semejan- tes, de que hay ciertos rasgos psicoldgicos b4sicos an los indivi- duos. La tarea del antropélogo era pues preguntarse acerca de la estructura y el funcionamiento de la sociedad humana, 37 “siendo todos los otros aspectos iguales” y en esta ultima expresién estaba implicita la idea de que la personalidad humana es, hasta cierto punto, constante. El siguiente gran cambio ocurrido en el enfoque antropold- gico se produjo cuando se quisieron indagar ademas otras variables, Se demostré entonces que la personalidad humana. no es constante y esto fue en gran medida obra de dos alumnas de Boas, Ruth Benedict (1934.a) y Margaret Mead (19284). Esta Ultima fue a Samoa a estudiar los fendmenos de la adolescencia en el nivel de la conducta. Tacitamente se habia supuesto que el impacto psicoldgice ejercide por le aparicién de la pubertad, produeia “naturalmente” una conducta necesariamente inten- sa y erratica durante el tiempo que duraba el ajuste al nuevo equilibrio psicolégico. De este supuesto se seguia que, si el cardcter y la psicologia humanos eran esencialmente semejan- tes en todo el mundo, debiamos esperar que en todas las culturas se diera un periodo similar de desajuste. Sin embargo, Margaret Mead (1928 a) mostré que tal aseveracién no era verdadera en el caso de Samoa y. luego, que la tranquila y gradual adaptacién de los adolescentes de Samoa podia atri- buirse a las peculiaridades de la organizacién familiar de esa region. Mientras en las culturas occidentales la organizacién familiar es tal que se establecen intensos vinculos entre el nifio yuno 0 dos adultos, en Samoa los vinculos afectivos son menos estrechos y se dispersan entre una gran cantidad de adultos y de mujeres encargadas del cuidado de los nities. Es decir, que, en realidad, la capacidad de desarrollar una conducta emocio- nal intensa es una variable que depende del medio cultural. Desde aquellas épocas, la antropologia cultural se dedieé cada vez mas intensamente a desenmaraniar los problemas sumamente complejos que surgen cuando censideramos variables no solamente toda la estructura de las agrupa- ciones sociales y todo el sistema de conducta, sino también al individuc humano que manifiesta esas diferentes formas de conducta. Esta indagacién de los problemas de la cultura y de la conducta humana se ha desarrollado siguiendo diferentes line- as que, finalmente, se ayudan unas a otras pero hasta ahora no han logrado una sintesis conjunta perfecia. Y puesto que no se ha logrado esa sintesis, nosotros debemos necesariamente analizar cada una de esas lineas por separado. 38 Tipologia y sindromes psiquiatricos Para todo antropélogo que estima que la personalidad es una variable que debe ienerse en cuenta, el problema téenico crucial es el de deseribir la personalidad. No hay manera de reconocer una variable hasta que no se logra “echarle sal en la cola . El problema de manejar una nueva variable, o mejor dicho semejante conjunto de variables como las que designa la palabra “personalidad”, inmediatamente nos obliga atratar de encontrar, o bien enunciaciones numérieas —dimensiones mensurables— que permitan evaluar la personalidad, o bien, si no logramos elaborar tal enfoque cuantitativo, descubrir adje- tivos que describan la personalidad. Por lo tanto, es natural que la antropologia se haya voleado a la psicologiay particularmen- tea aquellas escuelas psicoldgicas que trataron de definir o de discernir diferentes tipos de personalidad. El primer trabajo realizado en esta direccién fue el de Seligman (1931), quien empleé latipologia propuesta por Jung dei tipo de personalidad “introvertido” y el tipo “extravertido”. Seligman trate de deseri- birlasculturassegiin|a estructura de personalidad delosindividuos mas introvertida o mds extravertida que ellas producian. Muy pocos psicdlogos siguicron la linea de trabajo de Selig- man y el siguiente intento importante de describir una cultura atendiendo a los tipos de personalidad fue el de Ruth Benedict (1934 a). Benedict recibié la influencia no de Jung, sino antes bien de la escuela de historiadores de Dilthey y Spengler. La autora traté de aplicar la dicotomifa‘ entre, “apelineos” y “dio- nisiacos”, al contraste existente entre los Zuai, un grupo bas- tante apolinco del pueblo del sudoeste, y dos grupos de gente violentamente dionisiaca, los indios de los llanos y los Peniten- tes mejicanos, con quienes los Zufii estaban en contacto. Es significativo que esta técnica de describir el contraste cultural tuvo mas éxito en las manos de Benedict cuando la aplicé a culturas que realmente estaban en contacto. Benedict pudo mostrar, por ejemplo, que los indios de los llanos y los Peniten- tes asignaban un valor muy alto a varias formas de excitacién en estado de disociacidn. Los indios de los Nanos aleanzan la experiencia tistica al tratar de obtener una visién, ya sea mediante lasevera autotortura, ya sea mediante la autorrepre- sién, y también pueden alcanzarla mediante el consumo de drogas. Entre los Zufii, todas estas practicas o bien no existian, 39 o bien —lo que es atin mds significativo—, si existian, se las realizaba de un modo tal que perdfan su calidad dionisiaca. Mientras los indios de los Ilanos consumen el peyote, una droga, para lograr un alto grado de disociacién, los Zuni, teniendo al alcance la misma droga, viviendo cerca de la regién donde ésta se obtiene, nunca aceptaron el culto del peyote como parte de sus practicas religiosas, salvo en el caso de un pequefio grupo atipico. Demanera similar, los Zufi se resistieron alaleshol, un elemento al que, encierta medida, sucumbieron todos los demas grupos de indios americanos. En general, mientras que los Indios de los Hanos busean el éxtasis, los extremos de la experiencia religiosa, los Zufi practican su religion con decoro y precisién. La danza de los Zumii es exacta, Ja reproduccién de una pauta bien reglada, y no es extatica. Benedict pude seguir este contraste a través de toda la gama de las culturas de los Zuni y de los indios de los llanos y mostrar que esas culturas se hab{an especializado coherentemente en tales formas particu- lares de expresidn en todos sus campos e instituciones. . Ademas de emplear esta dicotomia, Benedict (1934 a) uti- lizé conceptos derivados de la psiquiatria. Benedict analiz6 dos culturas la de los Dobu, del oeste del Pacifico y la de los Kwa- kiutl, del noroeste de América y mostré hasta qué punto la sospecha paranoide invade la cultura de los Dobu, mientras que los Kwakiutl se caracterizan por una tendencia paranoi- de mas megalémana. oo Este emplec de la terminologia derivada de Ja psiquiatria plantea inmediatamente ciertos problemas y dificultades. Enla civilizacién occidental consideramos las tendencias, paranoides como algo patolégice y la imagen que tenemos de un paranoico es la de una persona atipica que vive entre otras personas que noestdn profundamente apremiadas por la paranoia. Elcuadro de los Dobu o de los Kwakiutl que pinta Benedict es el de una comunidad en la que las tendencias paranoides se desarrollan normalmente en todos, o en la mayor parte, de los individuos. Sélo podemos comprender las normas de esas culturas si supo- nemos que esas tendencias estan presentes, o bien en todos los individuos, o bien en tantos individuos que tales tendencias parecen materia normal de la vida social. En una comunidad semejante, las estructuras paranoides, en lugar de constituir las ilusiones de unos pocos, se convierten en el conocimiento y la vision —los supuestos correctos— de los més. La sospecha 40 paranoide que cada Dobu siente por cada uno de sus congéneres es no una ficeién irreal, sino una generalizacién legitimada por su experiencia de que cualquier otro Dobu esta empejiado en embaucarlo, en golpearlo, de un modo o de otro: embrujandolo o robandole su cosecha mediante algun ataque magico a su huerta. Por eso, mientras para nosotros el término “paranoide” describe una relacién con otros individuos no paranoides, en este caso, al aplicdrselo Benedict a los Dobu, se refiere a relaciones entre individuos paranoides. Esto plantea muy seriamente el problema de la anomalia cultural y la contribucién que hizo Benedict (1934 b) para resolver este problema es haber sefialado que la anomalia es un fenémeno que depende de la cultura: que una estructura de cardcter que es normal entre nosotros, puede ser atipica entre los Kwakiutl o los Dobu, mientras que una estructura conside- rada normal y muy respetada entre ellos puede estimarse peligrosa y desequilibrante en nuestra comunidad. Este enfoque tipolégico de las culturas ha sido criticado, principalmente porque al suponer cierto grado de estandariza- cién, no da cabida a la anomalia. A este tipo de critica se puede responder, primero que la expresién anomalia implica una estandarizacién y, segundo, que la anomalia es algo que tiene un espacio y que se espera que aparezca en todas las culturas, aunque no se espera que esa anomalfa sea la mismaen todas las culturas. En realidad, si pudiera demostrarse una distribucién similar de las clases y la frecuencia de la anomaifa en todas las culturas, habria que abandonar este enfoque teérico completo. Con todo, nadie ha podido hacer semejante demostracion. Algunos trabajos se internaron en el estudio estadistico de la frecuencia de varias formas de psicopatologia que se manifies- tan en diferentes partes del mundo, perc hasta el momento son trabajos que s6lo han dado resultados muy poco concluyentes. Los métodos de diagnéstico y especialmente los métodos para seleccionar conduetas atipicas por compromiso con las insti- tuciones varian tanto de un pais a otro y fincionan de manera tan irregularenaquellas partes del mundo en lasquelamedicina curopea esta en contacto con los pueblos iletrados, que ninguno de los datos estadisticos puede ajustarse a un estudio comparativo. Sin embargo, hay algune prueba indirecta que muestra que, en realidad, las formas y frecuencias de la anomalia ciertamen- te dependen de las circunstancias culturales. Esa prueba deriva Al de nuestras comunidades, Por ejemplo, comprobames que cam- bios considerables en la frecuencia dela anomalia psicosomati- cay psicopatologica se dan de un perfode a otro. Una de las mas notables demostraciones tiene que ver con la distribucién por sexos de la uileera péptica perforada. Repetidamente se demos- tré (Alstead, 1939; Jennings, 1940; Mittelman y otros, 1942} que en la segunda mitad del siglo XIX en las culturas occiden- tales esta enfermedad afectaba mas a las mujeres que a los varones, Mittelmann y otros observaron que la proporcién en Nueva York entre 1880 y 1900 era de seis varones por cada siete roujeres. Los datos correspondientes para el periodo compren- dido entre 1932 y 1989 fueron de doce varones por cada mujer. En el mismo documento, los autores examinan las historias clinieas de una cantidad de casos ecurridos en Nueva York y muestran que la tilcera péptica perforada corresponde a un determinado tipo de historia psicolégica y de formacién de caracter; que ese antecedente es por lo menos tanto una causa como un efecto dela uleeracién; y que los cambios culturales del papel que desempefia cada sexo ocurridos en los ultimos cin- cuenta afios han sido tales que podrian corresponder al cambio notable registrado en la distribucién de los sexos. Podria argumentarse que la diferencia que pudo haber entre Ja Nueva York de 1900 yla de 1935 fue, como maximo, solamen- te deorden “subcultural”. Pero partiendo de esos datos podemos predecir que a fortiori, han de producirse diferencias aun ma- yores en la forma y la frecuencia de la anomalia psicosomatica entre medios culturales bésicamente diferentes. Otra respuesta que puede darseles a quienes critican el enfoque tipoldgico y psiquiatrico por su manera de tratar el problema de lo anémalo, podria basarse en el concepto de configuracion. Las teorfas se han elaborado en un nivel gestdl- tico de abstraccién, antes que sobre conceptos de simple causa y efecto. Tales teorias suponen que el individuc humano simpli- fica y generaliza interminablemente la opinién que tiene de su propio ambiente; que constantemente le impone a ese ambiente sus propias construcciones y significaciones; y que esas cons- trucciones y significaciones son lo que se considera caracteris- tico de una cultura, en contraste con otra. Esto significa que, cuando enfocamos un contexto extemadamente anémalo —ceuando observames, por ejemplo, al crisol de razas co- munitario de nuestra propia cultura— tenemos que admi- 42 tir que la heterogeneidad misma puede llegar a ser un factor estandarizante positive. Si admitimos que en una comunidad semejante, laexperien- cia individual es infinitamente variada y que cada individuo habitante de la ciudad de Nueva York, es, en este sentido, un producto unico, podemos llegar a decir que todos los individues son semejantes por cuanto todos han experimentado la hetero- geneidad de la ciudad; y atendiendo a esa experiencia comin, podemos avanzar un paso mas y encontrar ciertas semejanzas psicolégicas entre ellos. Y hasta podemos encontrar esas se- mejanzas institucionalizadas en las culturas de tales comuni- dades. Poemas tales como Balada para los norteamericanos de John Latouche, que se regocijan con la riqueza de un pasado heterogéneo, los programas humoristices de la radio y la infini- ta diversidad inconexa del Créase o no de Ripley, son todos as- pectos sintomaticos de esa estandarizacién debida a la hetero- geneidad. Hasta en los planes de estudio institucionalizados de ja instruccién superior podemos delinear las tendencias andlo- gas hacia Ja diseccion del conocimiento en fragmentos separa- dos. Creemos que se pone demasiado el acento en la informacion factica y que en gran medida se juzga el progreso de los estudiantes por el porcentaje de preguntas facticas inconexas que son capaces de responder correctamente. En realidad se prepara al estudiante para vivir en un mundo heterogéneo en el queresulta muy dificil aplicar generalizaciones y sele ensefia un modo de pensar que se ajuste a semejante mundo. En realidad si estamos dispuestos a pensar en un nivel “gestaltico” lo bastante elevado, los fenémenos anémalos acu- pan su lugar de manera muy sencilla y apoyan los conceptos de estandarizacién cultural antes que estar en conflicto con ellos. La heterogeneidad extrema llega a constituir un factor de estandarizacién y el accidente aislado de la crianza de un individuo ocupa igualmente el lugar que le corresponde. Los individuos humanos no viven en un vacio cultural y la persona andmala, aislada, accidental, afronta el problema de aceptar las normas de la cultura a la que pertenece o bien reaccionar contra ellas. Es mds, generalmente sélo se puede reaccionar contra una normasi se aceptan muchas de las premisas sobre las que se basa esa norma. El individuo que se resiste a una estructura jerdrquica, lohace tratando de elevarse en esa estructura; es decir que acepta la premisa principal de 43 que en su medio cultural la vida humana est4 estructurada jerarquicamente. Tocante a su cardcter, el individuo ha sido moldeado para adaptarse a las prioridades culturales, aun cuando luche contra ellas. En este sentido y en este nivel de abstraccién, el intento de describir las culturas atendiendo a los tipos de individuos que tales culturas promueven es, segiin creo, sélido; pero la mayor dificultad que se le presenta a este enfoque es que las tipologias en las cuales se basa son todavia bastante imprecisas. Adin no se han definido critica y operativamente los sindro- mes de introversién y extraversién, les caracteres apolineo y dionisfaco, la paranoia, etc. Desde luego no se supone que el antropélogo pueda responder a esta critica. Solamente toma- mos determinados términos de otras disciplinas y los adopta- mos como instrumentos convenientes y no pretendemos exami- nar en este capitulo la validez de esas tipologias. Con todo, podemos expresar la opinién de que el concepte general de los sindromes de personalidad es sélido, aun cuando el estudio de esos sindromes no haya avanzado todavia lo suficiente para nosotros, en otra ciencia, para que podamos emplearlos como instrumentos. Puesto que disponemos de otros varios métodos de enfoque, no debemos postergar nuestras inves- tigaciones simplemente porque una descripcién técnica no sea completamente satisfactoria. Nuestra solucién es com- plementar esa técnica con otras. Descripeién de la personalidad desde el punto de vista del proceso de socializacién Puesto que la descripcién de los sindromes del caracter se encuentra todavia en una condicién un tanto insatisfactoria, debemos inclinarnos a emplear otres métodos descriptives para relacionar el cardcter con el medio cultural en el que se da. De esos métodos, el mas promisorio es el estudio del proceso de socializacién mediante el cual se educa al nifio a fin de conver- tirlo en un miembro tipico de ia comunidad en la que nacié. En cierto sentido, este método es histérico antes que cientifico y supone que una descripcién dela personalidad puede alcanzar- se atendiendo a las experiencias vividas por el individuo. El métedo acepta el hecho de que virtuaimente carecemos de un vocabulario quenos permita describir cémo son las personas, de 44 modo que lo reemplaza por enunciaciones referentes al pasado de esas personas, Evidentemente, el gran pionero de este método fue Sigmund Freud. En este capitulo sera suficiente destacar ciertas peculia- ridades del enfoque clasico. Primere y principal, Freud era un terapeuta y su contribucién fue una ciencia y una técnica de terapia. Acorde a su propésito lo que nosotros sefialamos como una falla conceptual del método, es decir, la descripcién indirec- ta del presente mediante Ja invocacién del pasado, era una ventaja, algo positivo. El procedimiento terapéutico se basaba en la comunicacién entre el terapeuta y el paciente y paraesa comunicacién, un enorme vocabulario nuevo de terminos técni- cos que describieran Ja personalidad presente, habria sido excesivamente inconveniente. Todo lo que hacia falta era que el paciente pudiera comprenderse a si mismo; no era necesario que entendiera una ciencia general de la estructura de la personalidad; y 1a mejor manera de expresar esa comprensién de sf mismo era un lenguaje suministrado por el propio pacien- te. Las peripecias del material anamnésico del paciente propor- cionaban una variedad tan rica de material ilustrativo e inme- diatamente relevante que no era necesario contar con una terminologia ms precisa. En tales circunstancias, se construy6 una completa y sélida ciencia de la conducta y el cardcter humanos con menos de cien términos técnicos, la mayor parte de ellos definidos de manera imperfecta.* Cuandointentamos examinar lacontribucién que hizo Freud a nuestra comprensién de la cultura, descubrimos inmediata- mente que la preocupacién por la terapia y la pobreza de terminologia critica resultante, casi no nos permiten obtener ningin panorama claro de las opiniones de Freud respecto del papel que debe desempefiar la cultura, ode sus opiniones acerca desi la personalidad humana debe considerarse fundamental- mente “la misma” en todo el mundo. Esta claro que Freud creia que en todas las comunidades se dan procesos similares (por ejemplo, represion, desplazamiento, introyeccién, proyeccién, ete. ...) que producen el carécter humano, pero no estd tan claro Si crefa que esos productos de los diferentes lugares eran com- parables o que los diferentes procesos tenian la misma impor- tancia relativa en todas las culturas. Totem y tabé (Freud, 1904) es un intento de analizar los productos de esos procesos en Australia central. Freud 45 muestra, por ejemplo, que toda la gama de los ritos de la Australia central que incluyen un animal (consideradocomo un antecesor del clan 0 como tétem) pueden interpretarse como expresidn de actitudes ambivalentes respecto del padre, y este apélisis abarca satisfactoriamente tanto el tabu general de matar al totem, come las ocasiones rituales especiales en las que se mata al tétem, se lo come y se lleva luto por él. No obstante, Freud va mds alla y elabora una imagen tentativa del acto parricida original, a fin de ilustrar su hipote- sis. Freud sugiere que los hombres jévenes se liberaron de la tiranfa de un padre y hasta dice: “Quizds algun progreso cultural, como el uso de un arma nueva, les dic el sentimiento de superioridad.” * Este intento temprano de Freud de explicar los fenémenos culturales atendiendo al pasade psicolégico, plantea de manera dramatica los problemas de método y significacién sobre los cuales se concentré ef trabajo posterior. De manera general, podemos clasificar los varios intentos ulteriores de emplear les incidentes del pasado como un vocabulario descriptive dividido en tres grupos, de acuerdo con las fuentes utilizadas para obtener datos sobre los acontecimientos del pasado. Para el psicoanalista practicante, la principal fuente de informacién sobre el pasado es el material anamnésico del paciente, el panorama que éste puede darnos ahora de lo que piensa que ocurrié en determinado momento del pasado. Sin dudas, estaimagenes una version doblemente deformadadelos acontecimientos reales del pasado; deformada primero por la interpretacién que el paciente le dio alos hechos en el momento en que sucedieron y nuevamente deformada por el estado de énimo que tiene el paciente en el momento en que narra los hechos al analista. Pero a pesar de esas deformaciones, induda- blemente el cuadro anamnésico es una fuente verdadera, siem- pre que utilicemos sus contenidos tnicamente como un medio de describir el cardcter y la personalidad actual del paciente en el momento de la entrevista. Como el analista, el antropéloge que trabaja en el terreno utiliza una fuente indirecta para obtener informaci6n sobre el pasado psicolégico. El antropdlogo no puede registrar la expe- riencia y la conducta de un mismo individuo afio por afio, desde elnacimiento hasta la vida adulta, pasando por la adolescencia, jo cual, aunque engorroso, seria quizds el enfoque genético 46 ideal. En lugar de hacer esto, el antropélogo sostiene que los natives adultos que é]1 puede cbservar hoy presumiblemente tuvieron experiencias infantiles similares a las que tienen los nitios de hoy. Por lo tanto se empefia en describir a los adultos que observa atendiendo a la manera en que se trata a los nifios de hoy y a la manera en que se comportan esos nifios en respuesta a ese trato (Sobre un anélisis de este método, véase Lasswell, 1937). Para aquellos que estan familiarizados sélo con comunida- des que cambian rapidamente, en las que las normasculturales varian de un afie a otroy la mania de anotar bebés en los censos puede elevarse y caer en una década, la hipdtesis bdsica de que una cultura nativa se conserve estable por mas de treinta arios, puede parecer increible. Sin embargo, en general esta justifica- da. Antes de entrar en contacto con el hombre blanco, las culturas de los pueblos iletrados cambiaban mucho mas lenta- mente que las culturas europeas y sus normas estaban mucho mas claramente definidas que las nuestras; ademas, para el etndlogo no es dificil estimar en el terreno el grado de desorga- nizacién que sufrié una cultura desde que comenzé el contacto. Empleando este método, llegamos a una nueva evaluacién del papel de la cultura en modelar el cardcter y la personalidad del individuo. La posicién freudiana original, que asigna la maxima importancia a la constelacion familiar, atin no ha sido recusada y seguramenteno loserd en el futuro. Contedo, hemos Hlegado a advertir que las constelaciones familiares —las pau- tas de condueta que existen entre los miembros de la familia y las actitudes que subyacen a esas pautas— difieren profunda- mente de una cultura a otra. En el nivel psicoldgico podemos considerar, por supuesto, que los procesos del sexo y la repro- duccién son universales, pero cuando decidimos utilizar esos términos como aspectos de una discusién psicolégica, nos encontramos con que pueden tener significaciones muy diferen- tes en los distintos sistemas culturales. La iniciativa sexual puede provenir tipicamente del varén o de la mujer (como ocurre entre los Iatmul de Nueva Guinea)y el acto sexual puede ser eoncebido como algo agresivo (es el caso de los Mundugu- mor) 0 come una demostracién afectiva (come en el caso de los Arapesh). La relacién entre el hombre y la mujer pucde estar tefiida predominantemente porla dominacién-sumisiéno porel socorro y la dependencia, o por el exhibicionismo y el caracter 47 de espectador o por cualquiera de las muchas variaciones dela competencia o la cooperacién, y esas caracteristicas pueden estar relativamente estandarizadas de las maneras mds varia- das en las diferentes comunidades. Esto equivale a decir que la constelacién en la que nacié el niiio, la situacién edipica con la que éste se topa, varia profun- damente de una cultura a otra. Cuando el nifio se agrega a una relacién previa que ya involucraba a ambos padres, laconducta que éstos desarrollen respecto del nifio ha de depender inevita- blemente de la relacién que mantengan entre si.’ Las relaciones reciprocas estén en gran medida modeladas atendiendo a las convenciones de la cultura a la que pertenecen y si se desvian de esas normas, los padres, consciente o inconscientemente, reciben ja influencia de esa anomalia. De manera similar, la conducta que tengan con el nifio estard, en gran medida, convencionalizada y si cualquiera de ellos se desvia de las convenciones, no lo hard en ur vacio, sino que lo hard recone- ciendo consciente o inconscientemente esa desviacién. Por consiguiente, en las culturas sanas comprobamos que, de una generacién a otra se transfiere un alto grado de unifor- midad de cardacter, y a veces en las culturas malsanas compro- bamos una uniformidad semejante. Entre los Mundugumor (Mead, 1935) observamos que las anomalias y la culpa por esa condicién (mds que una simple conformidad), se transmiten visiblemente de generacién en generacién. El sistema matrimo- nial de estos pueblos es tan complejo y exigente, que en reali- dad, actualmente ningun matrimonio sigue las convenciones nativas. A pesar de ello, todos concuerdan en lamentar el hecho de haberse desviado del estandar cultural. Hasta ahora, hemos considerado unicamente lo que podria llamarse el “contenido” del caracter y la personalidad y hemos sefialado que hay profundas diferencias en las pautas de con- ducta que se transmiten al nifio. Si continuamos preguntando- nos como se transmiten esas pautas, comprobamos que tam- bién en este case hay diferencias entre una cultura y otra. En las culturas occidentales es comun considerar que el nifio, en su evolucién, elabora un conjunto de hdbitos intrapsiquices de autoestima y de autocensura. Ese superyése va formando sobre las impresiones que tiene el nifio del cardcter de uno u otro padre. Ese sistema de valoracién puede o no ser coherente con otros sistemas intrapsiquicos del mismo individuo y, cuando se 48 presenta alguna discrepancia, observamos los fenémenos de la culpabilidad. El sistema del superyé puede llegar a diferenciar- se hasta tal punto que incluso puede aparecer como una aluci- nacién de una voz represora o algo semejante. Todo este sistema depende claramente de un conjunto muy especifico de circunstancias. Para que se establezca un superyd organizado y mas o menos personificado, como Jo entendemos en las culturas oceidentales: a) las normas culturales deben inculearse y reforzarse predominantemente mediente el casti- go (que incluye amenazas de perder el afecto); b) el papel de quien castiga debe estar desempefiado por algin individuo adulto (unc de los padres o un padre sustituto); yc) la conducta del padre castigador debe haber establecido previamente cierto lazo afective profundo con el nifio, Estas tres condiciones pueden variar de muchos modos, segin las convenciones loca- les. El castigo puede ser severo 0 moderado, regular o irregular; puede aplicarse con ira o a sangre fria; la figura parental introyectada puede ser un vardn o una mujer (como en Manus); el vinculo afectivo puede ser fuerte o débil; puede tener diferen- tes caracteristicas y puede romperse de diferentes maneras. Pero, si se cumplen de algtin modo estas tres condiciones, cabe esperar que comprobemos que en la personalidad del nativo se da cierta estructura que podemos reconecer comoun “superyé”. Sin embargo, estas tres condiciones basicas para que exista este tipo de estructura de cardcter no es en modo alguno universal. En realidad, probablemente sea bastante raro en- contrarlas todas combinadas. En una gran cantidad de culturas (Samoa, Lepcha, Bali), el bebé pasa la mayor parte del tiempo alcuidadode alguna nifia, de modo. que sise establece un fuerte vincule afective (en tales casos se trata al bebé mds como un bulto que como a una persona), la personalidad introyectada ha de ser, no ya la de un adulto, sino antes bien la de una jovencita. En otros casos, el castigo es algo muy raro (Samoa); 0 quien Jo inflige es ofra persona diferente de los padres. En muchas tribus de indios americanos, elcastigo esta a cargode bailarines enmascarados. Y Ios padres recurren a los oficios de esos personajes desconocidos para el nimico, Cuando los bailarines aparecen, los padres simulan rogarles que perdonen al nifio. También hay casos en que para inculcar las normas culturales se apela a la invocacién de “lo que han de decir los demas”, con lo cual se establece una inclinacion a la vergiienza antes quea 49 la culpa y se intreyecta una vaga multitud antes que una personalidad tnica (Sobre un andlisis general de estas varia- ciones, véase Mead, 1940 b). Son particularmente interesantes las variaciones de 1a es- tructura de cardcter que dependen del tipo de vinculo estable- cido entre los padres y el nifo. En las culturas anglohablantes, en la infancia este vinculo contiene muchos componentes com- plerentarios. Son pautas de conducta en las que ios roles de los padres y el nifio se diferencian uno del otro y son reciprocamen- te complementarios (por ejemplo, dominacién-sumisién, soco- rro-dependencia, exhibicionismo-actitud de espectador, etc.). Pere la cuestidn del crecimiento consiste en gran medida en sustituir las pautas de conducta mas simétricas. Tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, observamos que se insiste con énfasis en que el nifio, mientras crece, no debe tener una actitud de abierta dominacidén o sumision en sus relaciones con las personas mas débiles o mas fuertes que él, respectiva- mente. Pero mientras que en Inglaterra, la remodelacién de esos vinculos se realiza con frecuencia separando drasticamen- te padres e hijos, por ejemplo enviando los nijios a un colegio internado, en los Estados Unidos, los propios padres cumplen esa funcién y responden come espectadores admirados a todas las sefiales de independencia o de autosuficiencia que pueda exhibir el nifio. Por lo tanto, en ambas culturas, desarrollamos una estructura de cardcter en la que las pautas simétricas se superponen sobre una base complementaria. No obstante, estas dos culturas difieren en cuanto a la relacién que se establece entre estos dos estraios (véase Bateson, 1942 a). En algunas otras culturas del mundonoexiste una inversién de ese tipo y sabemos que hay atin otras posibilidades: a) La conduct de les padres puede cer tal que enfatice, desde ol comienzo, pautas simétricas. Entre los latmul de Nueva Guinea, la madre se comporta como si el hijo fuera tan fuerte como ella (Mead, 1940 a). Primero, la madre rechaza las demandas de alimento del nifio y luego las acepta en respuesta al mal humor del chico: “el nif era demasiado fuerte”, Cualquier clase de eastigo va precedido por una persecucién y en general ef chico “es demasiado rapido” como para darle alcance. b) Los padres pueden tener una conducta que desaliente cualquier tendencia del nifio a establecer vinculos afectivos intenses desde el comienzo. La madre balinesa (y la que se ocupa del cuidado del nino) disfruta mucho de la actitud de respuesta de su hijo y con frecuencia incita a! nino @ que responda, ya sea mediante pequefias bromas, va sea mediante requerimientos afectuosos. Ella misma fue alguna vez una nifia balinesa y tuvo una madre balinesa, de modo que también ella es poco demostrativa del mismo modo que Io es su hijo. El nifio responde a sus requerimientos o bien con afecto o bien de mal genio, pero la respuesta cae en el vacio. En las culturas accidentales, tales secuencias conducen a pequefios accesos de amor y de ira, peroen Bali no ocurte lo mismo. En el momento en que el nifio echa sus brazos alrededor del cuello de la madre o rompe en Hlanto, la atencién de la madre se desvia (Bateson, 1941). Por eonsiguiente, al utilizar los detalles de la experiencia infantil como un vocabulario que permite describir la estructu- ra de caracter y al estudiar la relacién padres-hijos en diferen- tes culturas, es posible mostrar que el medio cultural eg impor- tante para la formacién del cardcter y la personalidad en varios niveles diferentes. Por un lado, puede contribuir a determinar el contenido; la lista de conductas que se transmiten de una generacién a otra es diferente en cada cultura. Por otro lado. y lo que es m4s importante que esa determinacién del contenido, el medio cultural puede contribuir (al alterar los contextos de aprendizaje) a modelar la interpretacién que el niio habitual mente daa sus propios actos y al universo enel que vive. El nino que aprendi6 mediante el castigo ha de ver una clase de mundo y el que aprendié mediante los premios ha de ver un mundo diferente. Finalmente, en un nivel atin mds importante, el medio cultural puede determinar la forma de organizacién dela conducta aprendida. En algunas culturas, ésta se organiza cuidadosamente segtin una figura parental, pero evidente- mente pueden darse otros tipos de organizaciones intrap- siquicas. El estudio de las actitudes interpersonales e intergrupales La marcada tendencia que tuvo la ciencia a buscar la causa nos Nevé atratar de deseribir el cardcter adulto atendiendoa la experiencia infantil. y en realidad, hasta ahora, ese enfoque ha resultado fructifero. Pero no es el tinico métedo cientifico, ¥ se han hecho muchos intentos de emplear la conducta adulta misma como un medio de descripcidn. Es posible elaborar una 61 clasificacién sistematica de los distintos tipos de conducta antes que una explicacién sistematica de esos tipos de conducta. Este método es necesariamente mas engorroso y exigente y su progreso dependera cada vez mas del empleo de estrictas definiciones operacionales y de las técnicas de la matematicay la l6gica simbdlica. Cuando colocamos la conducta adulta junto a la experiencia infantil, no necesitamos hacer una descripcién muy precisa del conjunto de observaciones puesto que la yuxta- posicién ya suministra cierta claridad suplementaria. Pero cuando sélo contamos con un tmico conjunto de fenémenos y de algtin modo debemos vérnoslas con él en sus propios términos, necesitamos una rigurosidad mucho mayor, no solamente para registrar los fenémenos, sinotambién para formular los proble- mas que esperamos resolver y los procedimientos analiticos que queremos aplicar a los datos recogidos. Hemos sefialado principalmente, que todos los detalles dela conducta y la cireunstancia que han de dar forma a lo que Hamamos una cultura estan interrelacionados y es facil adver- tir que en cada cultura se da una gran variedad de interrelacio- nes. Estan, por ejemplo, todas las relaciones que deben tenerse en cuenta si se quiere comprender la integracién de la comuni- dad en un nivel estrictamente sociolégico y si ésa es la clase de problemas que decidimos resolver, debemos colocar uno a uno todos los detalles de cOmo esta subdividida en grupos esa comunidad y los factores que determinan la unién oladisensién entre esos grupos. Este tipo particular de enfoque funcional ha de ser sin embargo de escasa utilidad si pretendemos construir un cuadro psicolégico del individuo que vive en esa sociedad. Para obtener ese cuadro psicolégico, hay diferentes modos de ordenar nuestros datos, de acuerdo con ia clase de visién psicoldgica que intentamos lograr. Visién det mundo. Los datos pueden ordenarse de manera tal que nos suministren informacién sobre cuestiones tales como la orientacién de los aborigenes en el tiempo y en el espacio, entre los objetos y las personas; los sistemas nativos de causa y efecto; la imagen que tienen los nativos del universo en el que viven; las diferentes clases de lo légico y lo ilégico alas que se ajustan. Este método no se ha aplicado todavia de manera sistematica a ninguna cultura, aunque los psicélogos “gestalti- cos”, y especialmente la escuela topolégica, dieron un importan- 52 te primer paso, ai hacer estudios experimentales con individuos de antecedentes europeos y norteamericanos. Enel nivel iletra- do, nologramos aleanzar tal grado de precision, pero es evidente que este enfoque puede descubrir, a través del imperfecto trabajo de reconocimiento hecho, mareadas diferencias entre Jas culturas. Comprobamos, por ejemplo, que en algunas cultu- ras toda la vida ceremonial est regida por un calendario, de modo que el estimulo que desencadena cualquier celebracién ceremonial es la fecha. En otras culturas, en cambio, comproba- mos que no se presta ninguna atencién a la fecha y las ceremo- nias se realizan por acontecimientos que ocurren en el nivel humano, tales como el nacimiento ola muerte, las victorias, las cosechas, los altereados, etc. Hasta en las culturas regidas por el calendario encontramos variaciones, Nuestro propio calen- dario esun sistema doble, en el quela semana es un simple tema ciclico, mientras que los dias y los meses se construyen dentro de un sistema interminablemente evolutivo. Para nosotros, el tema ciclico es comparativamente insignificante; olvidamos el dia de la semana en que nacimos, perorecordamos el dia del mes y el afio. En cambio, en Bali (Bateson y Mead, 1942), el tema ciclico es lo mas importante y cualquier individuo puede decir que nacié “el tercer dia de la semana de cinco dias y el sexto dia de la semana de siete dias” y quizd pueda decir también en qué mes nacio de la secuencia de doce meses. Pero no sabe decir en qué afio nacié y ésa es una cuestién que no le interesa.® Las diferencias de este orden son algo més que meros detalles del calendario y si examinamos el resto de fa cultura, observamos que el mismo tipo de diferencia que se advierte en la pauta percibida se repite en toda la vida. Nuestro mundo esta estructurado desde el punto de vista de que el pasado fue diferente del presente y que el futuro ha de ser también diferente. E] mundo balinés se basa en el supuesto de que el presente es sdlo una repeticion del pasado y de que el future ha de continuar ese mismo modelo circular. Sin embargo, las dos culturas se parecen en cuanto a utilizar metdforas especiales al referirse a las secuencias temporales. Orientacion hacia un fin. Un segundo método de ordenar los datos ha de darnos, en lugar de un cuadro cognitivo’, un pa- norama de la orientacion hacia un fin, Sefialamos antes que el nino balinés se siente permanentemente frustrado en los acce- 53 sos que provocan las secuencias de conductas de amor y odio y cuando examinamos la conducta adulta, advertimos queno hay secuencias de tensidn creciente en las relaciones interpersona- les, no hay alborote ni oratoria. Igualmente, tampoco hay tensiones crecientes en los esfuerzos por superar los obstaculos impersonales. Los balineses no tienen una expresidn para decir “esforzarse por’, y laorientacién hacia un fin noesté fortalecida por ninguna apreciacién de la secuencia de contrastes, en la cual la tensién creciente es seguida por el abandono. Los balineses no aumentan deliberadamente sus iensiones intrapsiquicas a fin de aumentar la satisfaccién ultima del abandono o la liberacién, como hacemos nosotros con los aperitivos 0 con la abstinencia deliberada. Pautas ajectivas y posturales. También podemos ordenar los datos de manera tal que nos proporcionen un cuadro “afectivo” del sistema de respuestas vinculadas. En un nivel postural muy simple, podemos observar que, en nuestra propia cultura, en los momentos de reposo, la gente tiende a dejar los dedos en posiciones reguiares. Silos dedos estan flexionados, lo estan en ja misma medida, o, si estan flexionados de distinto mode, lo hacen siguiendo algiin sistema regular de progresién, en gene- ral cada dedo un poco mAs flexionado que el vecino, sobre ei lado del radio. El balinés, las mas de las veces, deja sus dedos en lo que a nuestros ojos parecen posiciones deformadas, como si cada dedo fuera una entided separada o un érgano sensible separado. Hs verdad que en nuestra cultura, en algunos secto- res se considera de buen tono extender el dedo menique al alzar la taza de té, pero en Bali, ese tipo de practicas est4 enormemen- te desarrollada y los registros fotograficos muestran que la tendencia a colocar los dedos en posturas inarmonicasaumenta durante Ja excitacién extrema que caracteriza el tumulto que se deseneadena sobre el muerto en los funerales (Bateson y Mead, 1942), Al investigar mds profundamente este aspecto, comproba- mos que el acento puesto en la discrepancia entre las distintas partes del cuerpo aleanza su punto culminante en la hechicerfa. Encontramos juegos fantasiasos de equilibrio sobre un solo pie, y espiritus malignos que consisten en partes separadas del cuerpo, piernas personificadas, brazos, cabezas y hasta espiri- tus malignos que tienen un rostro diferente en cada articulacién. 5d Con esta clase de sintesis Hegamos a una descripcién cultu- talmente limitada del “miedo” al unir unestudio de las posturas y los contextos en los cuales se exhiben cicrtas posturas. Y no hay duda de que los estudios comparativos de las diferentes culturas en esa esfera han de mostrar diferencias muy profun- das en la organizacién de la emocion. La conducta interpersonal, Por Ultimo, podemos ordenar nuestros datos de manera tal que nos brinden un cuadro de las secuencias de conducta interpersonal. Una vez mas, en este caso nuestra principal dificultad esta representada por la definicién operacional de nuestros conceptos y unidades yno podremos hacer progresos hasta que contemos con definiciones operacionales claras de la dominacién, la sumisién, la depen- dencia, el exhibicionismo, el narcisismo, el climax, laidentifica- cidn y otras-cuestiones similares. Con tado, Chapple (1939, 1940) hizo un intento muy significativo. Utilizando una peque- fia maquina con un cilindro grabador, Chapple obtiene un registro de la duracién de todas las conductas abiertas durante una conversacién entre dos o mas individuos. Chapple ignora por completo el contenido verbal y la “significacién” de la conducta y concentra la atencién enteramente enlas ‘propiedades temporales. Esta simplificacién le brinda la oportunidad de dofinir operacionalmente Ja “iniciativa” atendiendo a las rela- ciones de tiempo, y sus datos le son tan iitiles que le permiten realizar un estudio estadistico de la “conducta iniciadora”, de las “interrupciones’ y de la “duracién de las respuestas”. Los resultados muestran diferencias muy marcadas entre los dis- tintos individuos y particularmente marcadas peculiaridades en el caso de las personalidades atipicas y psicopaticas. Podemos esperar que la aplicacién de estos métodos a indi- viduos de culturas diferentes de la nuestra sefialen marcadas diferencias y que este método nos proporcione abstracciones Utiles para trabajar con las caracteristicas culturales, Conclusién Podemos hacer un resumen de nuestro conocimiento de los factores culturales determinantes de la personalidad diciendo que, si bien la cultura no es en modo alguno el unico factor determinante, es uno muy importante. El conjunto de la con- 55 determinante, es uno muy importante. El conjunto de la con- ducta humana, como nosotros la conocemos (con la posible excepcién de algunos reflejos) es algo aprendido o modificado por el aprendizaje y el aprendizaje es, en gran medida, un proceso interpersonal. Los contextos en los que se desarrolla el aprendizaje varian de una cultura a otra, como también lo hacen los métodes de refuerzo. De modo que no solamente esta culturaimente determinado lo que se aprende, sino que tam- bién lo esta el papel que cumple la conducta aprendida enla vida intrapsiquica del individuo, Comer puede significar apro- ximadamente lo mismo para un hombre hambriento de eual- quier cultura, pero en el curso corriente de la vida diaria, salvo en los casos de extrema privacién, debemos esperar que cada uma de las simples conductas fisiolégicas, tales como comer, defecar, copular y hasta dormir, tengan una significacién espe- cial para el individuo y esa significacién ha de estar cultural- mente determinada y ha de variar de una cultura a otra. Nuestra tarea, como antropdlogos o como psicdlogos, es recono- cer y definir las regularidades en esa compleja marafia de fenédmenos. Referencias bibliograficas Alstead, G. 1939, The Changing Incidence of Peptic Ulcer, Londres, Oxford University Press. a Atkinson, J.J.,1903, Primal Law. Ligadoa Lang, A., Social Origins, Londres, Longmans, Green. ; : . 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Notas 1, Sobreesta cuestién hay un interesanie libro polémico (Radin, 1933) en el que el autor ataca a Boas per noger un historiador, sin tener en cuenta las implicaciones que tayo la ruptura de Boas con el pensamiento histérico convencional para el posterior y mds cientifico desarrollo de la teoria antropoldgica. Véase también Kroeber, 1929. 2. En este sentido es dificil estimar las contribuciones del maestro de Radcliffe-Brown, W. H.R. Rivers. Originalmente Rivers fue un psicélogo y fisiélogo, pero luego Hegé a ser un antropélogo con mentalidad histérica (1923). 3. Sobre un desarrollo mas amplio del enfoque de Radcliffe-Brown, véase Warner (1941) y Dollard (1937). 4. Benedict no siguid las ideas de Nietzsche en los detalles mas minuciosos de la descripcién de esa tipologia. El sontido en que Benedict utilizé los términos “Apolineo” y “Dionisiaco” se comprende mejor si nos atenemos a sus palabras: "EI dionisiaco persigue los valores de la existencia “aniquilande las cadenas y los limites de la existencia”; en sus momentos mas valioses, éste trata de escapar de los limites que le imponen sus cinco sentides, intenta penetrar en otro orden de la experiencia. El deseo del dionistaco, tanto en la experiencia personal como en el rito, es lograr penetrar en un cierto estado psicolégico, aleanzar el exceso... El apolineo desconfia de tode eso, y con frecuencia sabe muy poco de la naturaleza de tales experiencias. Encuentra los medios de proscribirlas de su vida consciente. “Séle conoce una ley, medida en el sentido helénico”. Se mantiene en el medio del camino, permanece dentro de Ios Iimites del mapa conocido, no se entremeteen estados psicoldgicos desestabilizadores. Segan las certeras palabras de Nietzsche: atin cuando se encuentra en la exaltacién de la danza, “continda siendo é! mismo y conserva su nombre eivico””. 5. La ciencia mucho mas joven de la psicologfa de estimulo-respuesta, que tiene que vérselas con una gama mucho mds simple de fendmenos, ya cuenta con alrededor de cien o doscientos términes técnicos, muchos de ellos cuidadosamente definidos. 6. En una nota de pie de pagina de otra parte del mismo pérrafo, Freud cita un fragmento de Primal Law, de Atkinson, en el eual éste, mucho antes queel propio Freud, dice delos hombres jévenes: “Son una horda atin débil en la prepubertad pero que inevitablemente, cuando el tiempo les a6 la fuerza,han de arrebatarle al tirano paterno, medianteataquescombinados, 60 _ . Empleamos aquf los antiguos términos cognitive, Tenovados una y otra vez, tanto le vida como a la muj pags. 220-221). Freud no hace ningts entre la pubertad y el “arma nueva”. ‘Tengo entendida que el doctor Kurt Lewin inicié recientemente estudios sobreestas relaciones triangulares, observanda primeramentelos mod. He de conducta existentes entre dos nifios y agregando luego un tercer nike a fin de observar las ad; iones a fa de of adaptaciones que provoca ese agregado (atin no jer”, (Atkinson, 1903, n comentario sobre el paralelismo . En Bali, hay un sistema que da ntimeros ordinales a los afios, pero séle lo san las personas muy pedantes. La mayor parte de los estudiosos alineses se contentan con fechar sus manuscrito i secon balinesessecontents el diade la semana 1 é afectivo y conativo para ererirnes nog los procesos artificialmente aislados que se supone ‘ionen ugar en los organismos, sino a Jas diferentes clases de generalizacién ala que Hegamos utilizando diferentes métodos de ordenar los datos, 61 2 La dignidad humana y las diversidades de la civilizacién* Cuando se me pide que, en micardcter de antropélogo, tome las palabras “dignidad humana” y trate de aplicarlas a la enorme variedad de culturas y de civilizaciones que existen en e] mundo, primero debo detenerme a pensar qué quiero decir con la expresion “dignidad humana”. Comenzaré con la premi- sa de que es necesario cierto grado de aceptacién del si mismo como un requisito previo, no unicamente para la autoestima, sino también para que haya un respeto mutuo entre dos o mas personas y luego continuaré analizando qué fendémenos de la vida social, qué secuencias de conducta interpersonal tienden a promover tal generosa aceptacién del si mismo. Consideraré como elementos promotores de la dignidad humana: a) aquellas secuencias de conducta interpersonal que au- mentan la autoestima de uno de los participantes, sin dismi- nuir la de los demés: 5) aquellas secuencias que elevan la autoestima de todos los participantes: y c) aquellas ideas y aquellos supuestos generales sobre la vida que nos ayudan a observar nuestros propios roles con respeto. * Este documento fue presentado en el Tercer Simposio de la Conferencia sobre Ciencia, Filosofia y Religién, realizado del 27 al 31 de agosto de 1942 en Nueva York. Fue tomado de Science, Philosophy and Religion; Third Sympo- sim, publicado por Lyman Bryson y Louis Finkelstein, 1943. Hemos supri- mido un apéndice que contenfa material de andlisis. 62 Esta es la forma mas ajustada en la que puedo definir el eoncepto de dignidad humana y, como puede verse simulténe- amente, este marco definitorio aun deja libre al individuo para aceptarse o evaluarse a si mismo segin las mds diversas earacteristicas; y quizds ésa sea la mayor dificultad inherente a la cuestién planteada. Sabemos, por ejemplo, que los seres humanos, como un resultado de determinado medio cultural, de los antecedentes familiares, de la adhesidn religiosa, etc. pueden llegar a sentir un extrema repudio del si mismo. Pero el hombre es una criatura extraordinariamente versatil: puede cambiar continuamente de punto de vista, puede, como un matematico, poner entre corchetes cualquier yuxtaposicién de factores y aquellos que aprendieron a sentir un rechazo extre- Wo por si mismos, aun pueden legrar una generosa autoestima poniendo entre corchetes su repudio, Después de haber apren- dido el rechazo, estas personas pueden respetarse mds a si mismas por repudiarse. En ciertas circunstancias, hasta el autorrepudio puede elaborarse dentro de una pauta coherente que, en su conjunte, produce autoestima; y, si ocurre esto, sies posible construir lo opuesto de la autoestima en la autoestima, podemos suponer que disponemos de una variedad infinita de caracteristicas y que es concebible que cualquiera de ellas se incluya en una imagen organizada y aceptada de uno mismo. Ninguna enumeracién de tales caracteristicas serfa util para nosotros. Siempre debemos pensar atendiendo a Ja manera en que esta organizada la imagen del sf mismo. Con todo, sin pretender definir una lista de caracteristicas, es posible ofrecer algo semejante a un listado referente a las maneras en que puede organizarse la imagen: a) La aceptacién de uno mismo puede depender de verse como una reproduccién dela imagen que uno se ha formado de unode los padres (elpadre olamadre), En cierta medidaesto es cierto enlas prioridades culturales inglesas. En esa cultura una persona puede aceptarse a si misma si cree que est a la altura del rol y la suficiencia que estima tiene su padre (salvo, quiz4, si el padre ha sido una persona comple- tamenteatfpica o estigmatizada por lacomunidad ena quela persona vive). b) La aceptacién de si mismo puede depender de la capacidad de realizar la imagen que los padres tuvieron del futuro del nitio. Este eriterio de autoevaluacién probablemente sea més aplicable ex los Estados Unidos que en Inglaterra. En los Estados Unidos se supone 64 que el papel que tiene el nificen Ja vidaha deser diferente y superior al que desempediaron sus padres. Los norteamericanos se fijan una meta mucho mésambiciosa que losingleses (en parte como resultado dela tradicién de la frontera, en parte por la historia de inmigracién y asimilacién)'. La imagen parental del éxito y el progreso que ha de tener el niho puede ser vaga, y en el caso de los padres nacidos en et extranjero la imagen del éxito norteamericano que ebtendra el hijo puede estar extraordinariamente alejada delarealidad; peroaun asi Ja imagen estd alli y convencionalmente es mds brillante que la imagen que tiene el nifio de los logros alcanzados por sus propios padres. ¢) La seeptacién de sf mismo puede depender de la conformidad, de saber que no hay una notable diferencia entre uno mismo y los compajieros. Esta también es, quizas, una escala de evaluacion més norteamericana que inglese. Nuevamente como resultado de la inmigracién y la asimilacién, el norteamericano necesariamente aprende a orientarse por sus hermanos, por los demés nivios de su calle, por sus compafioros de escuela, ete. y su poder de aceptarse a simnismo puede disminuir a causa del sentimiente angustioso de que quizds él no sea exactamente como les demas. d) Bastante curiesamente, la aceptacion de si mismo hasta puede depender de la idiosincrasia. El otro dia me preguntaron qué sentia yo, como inglés, ante los titulos nobitiarios de la aristacracia inglesa. Mi primera respuesta fue: “Son personas diferentes de nosotros” y cuando me presionaron més y me preguntaron qué podia esperar yo de un hombre que llevaba un titulo hereditario, respondi que espe- raba quetuviera algo especial, podiaser suapariencia especialmente buena o especialmente desagradabie), su porte (especialmente ele- gante, o especialmente desmaiiado), en euma, alguna caracteristica notable, ya sea en masoen menos, Creoqueseria juste decir quepara los ingleses, en general, la aceptacién de sf mismo eumenta por el sentimionto de que uno es algo diferente de los demas y, recipro- camente, que un individuo es aceptado por sus compaiieros un poco imés fécilmente si so lo ha clasifieado come alguien levemente diferente. (e) FE} dréstice repudio por uno de los padres también puede aumen- tar la aceptacién de si mismo. Esto, por supuesto, brinda un panora- ma cultural agudamente discordante, tanto entre los norteamerica- nos como entre los ingleses, Nos muestra un sistema en el que él si anismo se considera un revolucionario, un Hitler, que lucha contra sus padresy gana la batalla contra la meta decrecer y transformarse en un funcionario de aduana y en cambio llega a ser un Lider de los perpetuos adolescentes revolucionarios. ; Ademds de estos diferentes marcos dentro de los cuales puede Jjuzgarse el si mismo, tenemos un variado conjunto de conceptos que pueden alentar o limitar la autoestima. Si, por ejemplo. consisle. ramos una cultura que ha hecho que la autoestima dependa de aleanzar un éxito mayor que el que lograron los padres (el punto b) mencionado antes) y agregamos a ese modelo la idea de que slo hay una cantidad limitada de éxito, de modo tal que el éxito de A sdélo puede obtenerse a expensas de B, el cuadro qui obtenemos reduce, necesariamente, el total de in dignidad huna. na. La valoracién del éxito que tienen los norteamericanos ha de apmentar el respeto mutuo entre los norteamericanos, mientras las circunstancias histéricas les permitan suponer que viven en una frontera perpetuamente expansiva, pero cuando se termi- nan las fronteras fisicas y aparecen los aprietos de la depresién econémica, el concepto contrario —es decir que sélo hay w mitada cantidad de éxito— siempre encuentra un asidero y siempre disminuye la dignidad. Evidentemente la frontera 1 debe ser necesariamente fisica, pero la tarea que se tenga po delante debe ser infinita. Quizds esta guerra y la reconsirundn que haya. que realizar luego, proporcionen espacio suficiente para esa expansiGn psicolégica. lemas esta el concepto del rol personal definid: generalizaciones mas interesantes que suelen oareree s ie comentarios de los norteamericanos sobre Inglaterra y de los ingleses sobre Estados Unidos es que los norteamericanos con- sideran que los empleados ingleses son serviciales, mientras que, a los ojos de los ingleses muchos empleados norteamerica- nos parecen o bien groseros, o bien serviciales. Sé que, como inglés, me siento continuamente desorientado por ello, especial- mente por lo que, a mis ojos ingleses, es una actitud excesiva- mente obsequiosa de los servidores de los hoteles norteamerica- nes. Ahora bien, todo esto depende de la idea que tenemos en nglaterra del rol definido. La tajante oposicién de dominacién- sumisién -en ja cual A ordenao perdona; B, obedece, y Apremia © castiga— quizd socave necesariamente la autoestima de B. Pero, como lo sefialamos antes, el hombre es un animal extraor- dinariamente versatil y puede poner entre carchetes ese tipo de Secuencias y reelaborarlas desde otro punto de vista. Algo de ese estilo ha ocurrido en Inglaterra; asi, yo mismo, un miembro de 65 la clase media o profesional, no me siento inferior aun miembro de la aristocracia sino que me siento diferente y soy capaz de asignarle un valor positive a ambos lados de esas diferencias. Un caso aun mas extremo y por consiguiente mas ilustrati- vo, es el sistema de castas de Bali, Este eg un sistema en el que la dominacién y la sumisién, como nosotros las conocemos, virtualmente no existen, puesto que las pautas de conducta que existen entre individuos de una clase social mas alta y otra mds baja se conciben no como algo impuesto por las personas de condicién mas alta, sino como surcos 0 carries inevitables de la estructura del universo; y esos carriles no solamente limitan las funciones de los individuos sino que hasta proporcionan un. lenguaje y un tone de voz con los cuales puede mantenerse una comunicacién libre y completa entre personas de una clase social ¥ otra. Los patrones de vida ingleses también tienen algo de este tipo de estructura impersonal. Las convenciones y modismos empleados por la gente de baja condicién al dirigirse a los de una clase social superior (y viceversa) no se consideran algo impuesto directamente por la persona superior (aunque el superior tenga cierta conciencia clara de ser devuelto al lugar que le corresponde por el inferior si él se aparta del modelo) y ciertamente es significativo que tales pautas se aprendan de manera indirecta. En las clases alta y media, los nifios apren- den la deferencia hacia sus padres, principalmente mediante la instruecién que reciben de la nifiera sobre cémo deben compor- tarse, y aunque en menor medida, mediante la relacién cara a cara con los padres; de manera similar, en los niveles sociales bajos, se ensefia la deferencia hacia aquellos que ccupan una posicién mas alta, de manera indirecta. El nifio de clase social inferior aprende de sus padres, de clase social baja, cémo comportarse con las personas de una clase social superior; no lo aprende mediante asperas relaciones, cara a cara, con éstas. Y cuando se han aprendido estas pautas, puede surgir de los niveles mds bajos una considerable protesta 0 eritica hacia los mas altos, sin que por ello se violen las convenciones. Mas sutilmente, cuando observamos las secuencias de con- ducta, encontramos que también aqui tenemos que vérnoslas no solamente con las frecuencias relativas de las diferentes clases de conducta, sino también con combinaciones mas in- trincadas. Estamos demasiado inclinados a pensar que la 66 relacién dominacién-sumisién es mala para la dignidad huma- na. Esto sélo es cierto en un nivel muy burdo y ereo que hariamos mejor en considerar una serie completa de temas — dominacién-sumisi6n, exhibicionismo-condicién de espectador, socorro-dependencia, etc.— como elementos panhumanos de la conducta, elementos que pueden combinarse de diferentes ma- neras para dar como resultade productos sumamente variados, algunos nocivos y otros benéfices. En Inglaterra. por ejemplo, en la relacién padres-hijos, los padres son, en su conjunto dominantes, protectores y exhibicionistas, mientras que los nifios practican la sumisién, la dependencia y la condicién de espectadores. Pero lo aprendido es la combinacién de esas actitudes y no cada elemento por separade y si colocamos a un. inglés en un papel exhibicionista —por ejemplo si llega a los Estados Unidos y da conferencias— su tono de voz hade reflejar inevitablemente esa formacién temprana segin la cual la dominacidn y el exhibicionismo estaban estrechamente vincu- jados del mismo lado del cuadro. De modo que nuestro persona- je hablara como si fuera 6] quien puede decidir qué es bueno para su auditorio. En la pauta norteamericana correspondiente, los padres rauestran una actitud dominante (levemente), protectora y de espectadores, mientras que los nifios manifiestan sumisién, dependencia y exhibicionismo. El exhibicionismo yla condicién de espectador estan invertidos en su combinacién con los demas temas y, en realidad, esa inversion parece ser un componente esencial de Ja manera de criar a los nifios nortea- mericanos. En Inglaterra se quiebra drasticamente la depen- dencia del nifio (en las clases alta y media) envidndolo a la escuela: en les Estados Unidos, los propios padres realizan un destete psicoldgico andlogo, al aprobar come espectadores toda sehal de independencia y autosuficiencia que dé el niiio. Lo que trate de decir es que tedo nuestro pensamiento sobre un euestién como le de la dignidad humana debe desarrollarse atendiendo a una Gestalt bastante compleja; y queen e! mundo de posguerra —aun ahora, en las relaciones entre las Naciones Unidas- debemos pensar en los problemas que nos plantean esas pautas. En caso de que triunfen los Aliados, ne veremos, espero, un mundo en el cual un conjunto de pautas culturales se imponga ineficazmente a todas las demas culturas y comunida- des. Por supuesto, algunas conversaciones sobre la democracia 87 suenan como si propusiéramos colocar quintacolumnistas de- mocratas en todos los rincones no democraticos del mundo: un procedimiento que seria contrario a todas las premisas basi- cas de la democracia, un procedimiento necesariamente ineficaz y, segun creo, ruinoso, aun cuando pudiera prac- ticarse. Yo mismo atribuyo un gran valor a la diversidad de las pautas culturales que matizan el mundo. Son algo bello y siento que el hecho de que exista esa diversidad es algo bello en si mismo. El problema, segtin lo veo yo, hade ser ordenar esa diversidad, pero no eliminando todas las pautas menos ‘una, sino inventando pautas de comunicacién que trasciendan las diferencias. Asi como a nadie se le ocurre proponer una comunidad no estratificada 0 indiferenciada, sino antes bien comunidades en las cuales la diferenciacidn aliente Ia autoa- ceptacién en todos los niveles de la sociedad, asi también, en el nivel internacional, deberfamos promover la diferenciacién con la aceptacién y la comprensidn de las diferencias. En el momento actual no sabemos qué pautas existen. He tratado de brindar unos poces comentarios minisculos sobre Inglaterra y sobre los Estados Unidos, pero lo cierto es que nunca se realizé un estudio serio del caracter inglés y de las pautas de conducta inglesas. Espero que lo que les he dicho sea un poco mas cierto y un poco més sencillo que le que pedrian obtener estudiando los estereotipos norteamerica- nos sobre Inglaterra 0 los estereotipos ingleses sobre los Esta- des Unidos. Algo es seguro: no es posible establecer una relacion estable entre dos pueblos con diferentes pautas culturales, a menos que los estereotipos desde donde cada uno mira al otro tengan algo que ver con la verdad. Uno puede mantener buenas relaciones durante un periodo breve con un esterectipo falso o puede arruinar la relacién durante mucho tiempo con un estereotipo falso; pero si se quiere establecer cualquier tipo de relacién permanente buena, las imdgenes elaboradas deben ser aceptables para ambas naciones y lo mas probable es que algo parecido a Ja verdad cumpla esa condicién. Uno puede querer u odiar a los ingleses por su arrogancia (con io cual supongo que nos referimos a una combinacién de dominacién y exhibicionismo, esto ltimo en lugar de ja condicién de espec- tador), o bien uno puede quererlos u odiarlos por el habito de disminuir la importancia de las cosas (de locual desconozco las 68 raices psicolégicas), pero realmente creo que todas estos enun- ciados simplificadores carecen de comprensién y que proba- plemente la comprensién mutua debe considerarse una condi- cién basica para que existan la autoaceptacién y el respeto reeiproco. Notas 1, Véase Margarct Mead, And Keep Your Ponder Dry (Nueva York, 1942), obra que prinda un andlisis mas complete sobre estas cuestiones de la cultura norteamericana. 68 3 Sexo y Cultura* Ciertamente es demasiado pronto para intentar introducir algun rigor en aquellas hipétesis antropolégicas que consideran al sexo como un factor causal o que tratan de explicar las diversidades de la conducta sexual poniendo el acento en el medio cultural. Hasta la palabra misma “sero”, tiene para no- sotros una serie de sentidos diferentes que varian desde la conducta copulativa observable y definible, hasta la tendencia o las tendencias hipotéticas que, segtin se supone, influyen en una muy amplia e indefinible categoria de comportamientos. Hasta considero dudoso que, en esta época, debamos tratar de aguzer nuestras definiciones, en lugarde esperar a que empiece a aparecer alguna claridad a partir de la recoleccién de datos adicionales. Después de todo, las definiciones y las abstraccio- nes sélo son “correctas” o “erréneas” en tanto forman parte de hipétesis que pueden comprobarse mediante la experiencia. Hipétesis tales como las que tenemos hoy, que relacionan el * El texto original, como fue leido antes de la Conferencia scbre los Factores Fisiolégicos y Psicoldgicos dela Conducta Sexual, en la Academia de Ciencias de Nueva York en las secciones de Biologia y Psicologia (1° de marzo de 1946), fue ilustrado con wna pelicula sobre ta conducta en estado de trance de los balineses y con una serie de tallas balinesas. Se utilizaron estos materiales para mostrar las umplias ramificaciones de efectos de la conducta humana gue en parte son atribuibles al “sexo”. El presente resumen examina mds profundamente de lo que fue posible hacerlo durante la conferencia las implicaciones tedricas de la clase de dates que se presentaron en esa ccasion. Publicado con autorizacién de la Academia de Ciencias de Nueva York. 7 sexo con la cultura, son ain tan vagas que sera necesario hacer un trabajo exploratorio mucho mas profundo antes de definir claramente las abstracciones referentes a esta cuestién. No obstante, esta actitud de laissez-faire respecto dela teoria implica un serio retroceso. Desgraciadamente es facil elaborar hipétesis con conceptes vagos y, en general, esas hipdtesis no pueden probarse ni refutarse. Las actuales teorfas sobre la formacién del cardcter y la personalidad ya contienen una cantidad excesiva de paréntesis (compensacién, bisexualidad, ete.) cualquiera de los cuales puede invocarse para explicar por qué, en un caso determinado, una conducta no es coherente con Jo que hipotéticamente se espera. Esta elaboracién de variables colocadas entre paréntesis ha HNegado a un punte tal que hoy es casi hiriente preguntarle a cualquier tedrico: “;Qué hecho concebible puede refutar su hipdtesis?” Con todo, hay dos posibles enfoques titiles: no presentar hipétesis rigurosas antes de que la ciencia esté preparada para ellas y sugerir, en cambio, el tipo de preguntas que deberiamos formularnos, y delimitar las categorias de hipétesis a las que deberiamos apuntar. El primero de estos enfoques sélo sera mencionado en esta etapa. Consiste en formular preguntas metacientificas sobre ese orden de hipétesis que podria relacionar un concepte 0 un conjunto de fenémenos derivados de un campo cientifico (la fisiologia) con conceptos y fenémenos provenientes de otro campo (la antropologia cultural). Estamos tratando de razonar desde una esfera de relevancia mas estrecha, el medio interno del individuo, hasta una esfera mas amplia que abarca el total de la conducta humana y del ambiente externo. Se sabe que todas esas transiciones de una esfera de relevancia mds estre- cha a una més amplia estan prefiadas de difieultades y a priori podemos esperar que cualquier pequefia alteracién que ocurra en la esfera estrecha se ha de reflejar en cambios excesivamente complejosen laesfera mas amplia. Un pequeiio cambiaocurrido en la estructura atdmica puede implicar un cambic total en el nivel molecular. De manera similar, hasta una cuestién tan sencilla como una diferencia en la estatura fisica puede deter- minar diferencias muy complejas de cultura 0 de sociedad. Se sabe que el sexo fisiolégico tiene complejas y pedervsas ramifi- caciones causales en cada individuo y, a priori, podemos esperar que las ramificaciones culturales y sociales de ese conjunto de 71 fenémenos sean tan complejas que el “sexo” casi deje de ser una categoria util para ordenar los fenémenos en ese nivel mas amplio. En realidad ya sabemos que aquellas extensiones sociales del “sexo” que los antropélogos Nlaman “familia” y “sistema de parentesco” son cruciales para la cultura en su econjunto, en el sentido de que toda conducta puede reconducirse a esos conceptos, del mismo modo que toda cultura en su conjunte puede reconducirse al hambre y a la economia de la alimentacion.'2* El hecho de que los efectos de cualquier fend- meno que se dé dentro de una esfera reducida se ramifiquen a través de toda la esfera mas amplia, indica que no podemos hacer muchos progresos al tratar de trazar las multiples mani- festaciones culturales del sexo fisioldgico. Sin embargo, es posible que podamos progresar eligiendo el enfoque inverso: es decir que partiendo de los datos culturales podamos elaborar hipétesis sobre la esfera fisiolégica mas estrecha. Este procedi- miento inverse tiene una ventaja y es que de ese iodo nuestras hip6tesis estan mds sujetas a pruebas experimentales. El segundo enfoque de las hipdtesis que relacionan elsexoy la cultura consiste en preguntarse qué clase de datos reiinen, de hecho, los antropélogos. Alo cual puede agregarse esta pregun- ta: ZQué clases de hipstesis verificables pueden ser sugeridas 0 probadas por este tipo de datos? En realidad, parece que hay una confusién considerable entre los demas cientificos y entre los antropélogos mismos, en cuanto a la naturaleza de los datos con los que trabaja el antrop6logo cultural. Por consiguiente, éstacs una cuestién que debe quedar categéricamente aclarada. También nosotros, con frecuencia. creemos que las abstracciones que elaboramos son una parte de los datos con los cuales elaboramos tales abstrac- ciones y consideramos que estamos estudiando Ja “cultura” ola “organizacién social” o la “difusi mn”, o la “religién” o el “sexo”. Las eriaturas de las que hablamosson mamiferos parlantesy ya sean nativos de la ciudad de Nueva York o de Nueva Guinea, mantienen conversacionescargadas de términos abstractos. De modo que, facilmente caemos en la falacia de asignar a esas mismas abstracciones un falso caracter concrete. Por consi- guiente, a veces es saludable dejar delado por el momento todas esas abstracciones y observar los datos verdaderamente objeti- vos de donde surgieron todas las abstracciones. Creo queen la antropologia cultural séle hay tres tipos de datos: 72 1) Un individeo identificado en un coniexto registrado tal + tal. Homado tal tat, a quien el antropéloge ha escuchado. Mas de lamitad de todos nuestros datos tienen esta forma y cuando trabajamos en e! terreno nuestro principal esfuerzo se dedica a la tarea sorprendente- mente diticil de reunir este tipo de datos. No siempre tenemos éxito por varias razones. A veces el individuo esta imperfectamente identifica- do. Podemos tener informacién insuficiente sobre su experiencia pasada y la posicién que ocupa en el sistema de parentesco y en Ja organizacién social. Con mayor frecuencia, sdlo podemos comprender demanera incompieta el contexto en el quo el individuo habla, Aun asi, este sigue siendo nuestro tipo ideal de dato. , 2) Un individuc identificado en el contexto registrado tal y tal que fue observade porelantropélogo mientras haciaestooaquelly. Tampacoen este caso ¢] registro ideal esta siempre completo. La identificacién del individuo y el registro del contexto presentan las mismas dificultades queen el primer caso, Ademnas debemos afrontar dificultades téenicas Thuy serias cuando tratamos de registrar movimientoscorporales. Aun utilizando téenicas fotogrdficas o cinematograficas, es algo casiimpo- sible y el registro obtenido sélo puode ser traducido a-una forma verbal que permita su andlisis v publicacién, con gran dificultad. 3) Artefactos (herranientes, instrumentos, obras de arte, libros, vesti- dos, embarcaciones, armas, etc.|, fabricados y/o utilizados por tales y tales individuos en tales y tales contextos. En general, estos son los A gees ns Eells de recolectar y los mds diffeiles de interpretar. ctualmente no hay en |: fi i doiea ete Ly la antropologia cultural otro tipo de Al examinar esta lista de tipos de datos, aparecen algunas trampas de la deduccién antropoldgica, El seftuelo mas grave es la tentacién de confundir los datos verbales con los datos de conducta. Objetivamente, podemos saber que un individuo dice de si mismo o de algun otro tal o cual cosa, pero no sabemos. objetivamente, si lo que dice es cierto. El hecho objetivo -la unica base cierta que podemos emplear~ es que ese individuo dijo tal ocual cosa. Sisu declaraciénes falsa o verdadera nodehe ser importante para las hipétesis que podames formular, a menos que (como ocurre a veces, aunque muy Taramente) contemos con otros datos objetivos sobre la verdad 0 falsedad de la declaracion original. Dificilmente pueda exagerarse la im- portancia de esta cuestién cuando consideramos la validez de las hipétesis vinculadas con el sexo: un asunto acerca del cual los seres humanos se muestran no solamente reticentes y 73 deshonestas, sino hasta totalmente incapaces de considerar un punto de vista objetivo para describir su propia conductaola de Jos demas. Un ejemplo puede ayudarnos a aclarar cémo debe obrar un antropdlogo en estos casos y cémo puede formular hipotesis sin tener en cuenta la verdad objetiva del dato verbal. Supongamos que el antropdlogo oye y registra, palabra por palabra, la declaracion de un hombre que afirma: “Copulo con mi mujer n veces por noche”, Este puede constituir un importante dato objetivo, porque en él estan implicitas numerosas indicaciones sobre la psicologia dela jactancia y el papel psicologico que tiene ei sexo en la vida de ese hombre. El antropélogo no debe preguntarse seguidamente: “La declaracion de este hombre es objetivamente cierta?”, sino que debe buscar aquellos datos que le permitan colocar la declaracién de ese hombre en una situacién cultural. Querra averiguar si la jactancia o el empleo de la actividad sexual como una forma de aumentar la autoes- tima son culturalmente aceptables. Querra saber si tal conduc- ta seconsidera agresiva y contra quién se dirige probablemente esa agresién, etc. Por consiguiente el antropélogo observara, primero y principal, quién esta presente en ocasién de la declaracion, cémo reacciona esa otra persona ante la jactancia. Tratard de ver si cualquiera de los presentes tiene un status marcadamente superior o inferior a} del individuo que habla y si hay alguna mujer presente; y luego puede tratar de obtener comentarios de los circunstantes, una vez que el que hablé abandone el grupo. Pero durante todo ese proceso, el antropd- logo no debe tratar de verificar la verdad de ja declaracién original y, en general, no debe importarle que la declaracién sea verdadera. Como maximo puede abrigar una pequefa dudaen el fondo de su espiritu, tomar nota de que hay algo que desco- noce, simplemente para recordar que toda hipdtesis que le insinue la declaracién registrada debe formularse consideran- do que la verdad o falsedad de la declaracién no son algo importante para tal hipotesis. El antropéloge cultural, en realidad, se encuentra en la peculiar posicién de estudiar a mamiferos que hablan y creo necesario sefiaiarles esta cuestién a aquellos que estudian criaturas menos articuladas y, por consiguiente, menos enga- hosas. El hecho de que nuestros objetes de estudio puedan hablarnos y hablar entre si, es la gran ventaja que tenemos 74 sobre quienes experimentan con animales. Con todo, es impor- tante no abusar de esta ventaja. Paraevitar taleserrores, deben tomarse rigurosas precauciones y esas precauciones, necesaria- mente, limitan la indole de las hipétesis que podemos construir y verificar. ; Otra peculiaridad de los datos reunidos por los antropélogos culturales es la extrema complejidad de cada dato individual. La exigencia de que cada dato contenga una identificacién completa del individuo y la descripcién del contexto quiza nunca se haya cumplido acabadamente en Ja practica. No obstante, lo cierto es que siempre son relevantes una gran cantidad de circunstancias, en el sentido de que un pequefio cambio en cualquiera de ellas puede invertir, o cambiar drasti- camente, la forma de la conducta que estemos registrando. De modo que casi no hay ninguna posibilidad de manejar los datos estadisticamente. Los contextos, los individuos y los diferentes tipos de conducta son tan variados que es imposible utilizar sus combinaciones e intercambios de ese modo. Los datos unitarios con los que se compone cualquier muestra son demasiado heterogéneos para que se los pueda arrojar juntos legitimamen- te en una tolva estadistica. Es mas, los dates no se seleecionan al azar sino que se reunen de acuerdo con circunstancias que se imponen por si mismas a los antropdloges antes que estar urdidas por elios. Los informantes de los antropélogos, escasa- mente utilizados, ne son una muestra tomada al azar de cualquier poblacién. Por el contrario, se trata de individuos cuidadosamente seleccionados y cuidadosamente entrenados. Y las caracterfsticas que hacen de un hombre un buen infor- mante (precisidn, inteligencia, capacidad de expresidn verbal, intereses especiales, determinado status social, etc...) no son estadisticamente normales en todas las poblaciones. Ademas, los informantes participan de la seleccién de datos por lo menos tanto como el propio antropélogo. Fl hombre que de algiin modo es atipico, psicoldgica, sexual o fisicamente o por su experiencia social, probablemente esté mas dispuesto a hablar con el antro- pologe y probablemente soporte esas entrevistas con un minimo de tedio. El individuo normal, tipico, raramente llega, si llega, a ser un informante cabal.* El hecho de que nuestros datos no convengan para hacer un anélisis estadistico significa que esos datos deben utilizarse de otro modo. Y esto es posible, precisamente porque el dato 75

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