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EL ESTADO VISTO POR KARL MARK* Maximilien Rubel “El Estado es la realidad de la idea moral —el espi- ritu moral come voluntad substancial manifiesta, cons- ciente de si misma, que se piensa y se sabe y que realiza lo que sabe en cuanto que lo sabe (...). En tanto cuanto el Estado posee la realidad de Ia volumtad substancial en la conciencia de sf particular elevada a su generalidad, es lo racional en y para sf". Fue bajo la envoltura de esta fraseologia metafisica (Filosofia def Bereche, 1821) como los epfgonos de Hegel se enfrentaron con el traba- jo de adivinar y de descifrar e] sentido de la filosoffa politica de su maestro, marcando sus diferencias con las etiquetas “de derecha” y “de izquierda”. Diez afios des- pués de la desaparicién del “filasofo de Estado”, la vi- sién intelectual adquirié un grado suficiente de perpec- tiva como para suscitar un nuevo movimiento critico, sin etiqueta concreta, pero plenamente consciente de tas ambigtiedades, incluso de las aporias del discurse hegeliano, orientado hacia un “sistema del desarrollo con- creto que alcanza el espfritu en su historia y que coloca en el punto final de toda la historia la exigencia de su futuro, (...) resucita de la quietud contemplativa del hegelianismo la praxis fichteana y rechaza la polémica contra el pensamiento normativo, contra el liberalismo, * La traducciém del francés es de Critica de [a Poiftiea, Edi- torial Eteétera de Barcelona, y se reproduce con su autorizacién, 23 contra el verdadero racionalismo, contra las Luces reali- gadas (...)". (A, Ruge, Hailische Jahrbiicher, junio 1840). La década de 1830-40 significé, para la renovacién de la reflexién politica, un periodo decisive tanto en Ale- mania como en Francia, donde la revolucién de Julio habia dado un formidable impulso a las ideas y doctrinas de las que nacera el movimiento intelectual y social bauti- zado con el nombre de socialismo. Bajo la influencia abiertamente reconocida del “pathos practico de los franceses’”, un escritor aleman se apercibid que en cierto modo Hegel “habia vivido con una conciencia demasiado clara la era de la revoluciGn como para no alcanzar, mds alla del Estado familiar (posesidn dindstica) y del Estado de la sociedad civil (Estado policial y burocrdtico), la exigencia del Estado bajo la forma de esencia piblica que se determina a si misma’’, pero que no “habfa vivido la lucha practica de la filosofia y, en su conciencia, la diferencia existente entre su filosofia y el Estado policial se debi esfumar precisamente porque, a diferencia de Kant, no tuvo que sufrir los asaltos contra los principios; al gozar de una plena libertad desde todes los puntos de vista, mientras ensefaba lo hacia en nombre del mismo Estado” (A. Ruge, Anales Alemanes, agosto 1842). El encuentra de Marx con la autoridad del Estado fue por decirlo asf, de naturaleza “material’’, antes de llegar a ser un tema de reflexién. Convertido en un perio- dista liberal después de haber abandonado toda espe- ranza de proseguir una carrera universitaria, defendia en la Gaceta Renana (1842-43) de forma filosdfica, pero en absoluto como hegeliano consumado, una concepcion abiertamente idealista del Estado: se trataba de preservar ja libertad de la prensa luchando contra Ia censura im- puesta por los funcionarios al servicio del Estado “cris- tiano” que era entonces Prusia. Contra un publicista reac- cionario que pretendia que los Estados europeos estaban fundamentados en el cristianismo, raiz del sistema educa- tivo, Marx citaba el articulo 30, de la Carta Constitucio- nal adoptada en Francia después de la reyolucion de Ju- lio: “Todos los franceses tienen igual derecho a ser admi- tidos en los empleos tanto civiles como militares’: en cuanto a la educacién de la juventud descansaba tanto so- 24 bre los antiguos clisicos y las ciencias como sobre el catecismo. “La verdadera educacién ‘piblica’ del Estado es en realidad la existentia racional y pitiblica del Estado; el propio Estado educa a sus miembros haciéndolos miembros del Estado, cambiando los fines del indivi- duo en fines universales, el instinto ciego en inclina- cién moral, la idependencia natural en libertad espiri- tual; de esta forma, el individuo se siente y goza en la vida del todo y el todo se siente y goza en el estado de espiritu del individuo” (12.7.1842 MEW I p. 95). El Estado es una asociacién de hombres libres que se educan mutuamente y en modo alguno una muchedum- bre de adultos que esperan ser educados por la autoridad establecida. No corresponde a la religidn sino a la filo- soffa el ocuparse de la naturaleza del Estado, El espin- tu del cristianismo es la negacién de la vida practica en la sociedad, con sus derechos y leyes, que nada tienen de caritativos. Solamente cl Estado teocrdtico es el ver- dadero estado religioso; en los Estados protestantes el reino de la religion seria la religign del dominio, el culto a la voluntad gubernamental. Los fildsofos conciben el espiritu general de las religiones como espiritu humano y no cristiano. Se debe definir el derecho de las constitu- ciones segin la naturaleza de la sociedad humana y no segiin la naturaleza de la sociedad cristiana, Sin embargo, existe un problema en extremo molesto para el sentido comin humano: Una de dos: o bien el Estado cristiano responde al concepto que define al Estado como siendo la realiza- cién de la libertad racional, y entonces sélo haria falta que el Estado fuera racional para que fuera cris- tiano; bastaria entonces deducir el Estado de la razon de las relaciones humanas, trabajo reslizado ya por la filosofia. O bien el Estado de la libertad racional no se deja deducir del cristianismo y entonces nos vemos obligados 4 reconocer que esta tendencia no se halla comprendida implicitamente en el cristianismo, ya que éste no admite un mal Estado. Ahora bien, un Es- tado que no es la realizacidn de la libertad racional es un mal Estado. (14.7. 1842 ibid., p. 103). 25 La filosoffa ha cumplido para la politica lo que las otras ciencias cumplieron para sus esferas Tespectivas, y Marx cita a todos los pensadores que han permitido a la politica emanciparse de la religién mirando al Estado con ojos humanos y para deducir de él las leyes naturales de la raz6n. Y su discurso contra la teologia y la ignoran- cia finaliza con una profesién de fe en favor del Estado racional conforme a la razén. Pero si en otros tiempos los fildsofos que ensefaban el derecho piiblico construyeron su concepta del Es- tado partiendo del instinto de ambicién o del instin- to social; si a veces incluso lo dedujeron de la razon, por el contrario, Ia concepcién filosdfica moderna, mas profunda y rica que la antigua, lo ha deducido partiendo de la idea de universalidad, Considera al Estado como el gran organismo donde las libertades Juridica, moral y politica deben hallar su realizacién y donde el ciudadano individual, al obedecer a la ley del Estado, no hace sino obedecer a las leyes natura- les de su propia raz6n, de la razon humana, Sapienti sat, (ibid. p. 103.). Como Spinoza —del cual habia estudiado atentamente ciertas partes del Tratado teoldgico-politicn (1670)-, Marx piensa que el derecho natural se perpetia en el or- den social, al confundirse la soberan{a del Estado con el poder efectivo, al estar el derecho positivo desprovisto de todo valor trascendente y al ser la democracia reconocida como el régimen “més natural’, Siendo el Estado por esencia una empresa de la razén, la libertad, definida como observacién de la razén, es la vocacién racional del Estado. Ante el conflicto entre el propietario (de los bosques) y el pobre (recogedor de lefia), el Estado tiene el deber de no convertirse en el instrumento de los intere- ses privados y de no tolerar que el rico se haga justicia per si mismo actuando sin escripulos contra el interés del pobre, La légica del propietario tiende a hacer del Estado su sirviente, mientras que el derecho del Estado contra el pobre, aunque era criminal, no puede ser cedido al particular, aunque éste sea propietario. Hombre de formacién juridica, Marx tuvo que empren- der una discusién sobre el sistema de representaci6n de 26 jos éydenes (Stande) en Prusia y explorar la naturaleza de las relaciones entre el pueblo, sus componentes socia- les y el Estado. Incluso tuvo que asumir la defensa de las “libres creaciones surgidas del espiritu del Estado prusia- no” contra una critica que ponia en cuestién el cardcter centralizador de las instituciones fundamentales del Es- tado pursiano. Entances, la imagen frecuente bajo la pluma de Marx, es la de un Estado-organismo, la de una vida de Estado organica, de una razén de Estado organica, y a partir de esta exigencia Marx critica la composicién social de las Dietas prusianas, sociedades de intereses privades que tienen el privilegio de hacer valer sus limites particulares contra el Es- tado, por tanto una autoconstitucién legitima de elementos no estatales en el Estado (31.12.1842 EB Ip. 419}. A propdésito del principio de la representacién corpo- rativa heredada de la Edad Media y de la posicién privile- giada del orden de los terratenientes frente a la clase intelectual privada de representacién, Marx escribe: “Para que la exigencia de una representaciGn de la in- teligencia tenga sentido, deberfamos interpretarla como la exigencia de una representaci6n consciente de la inteligencia popular que rehusa hacer valer con- tra el Estado unas necesidades individuales, pero cuya suprema mecesidad es la de hacer valer el Estaclo mis- mo, reivindicarlo como su propia accién, su propio Estado, Ser representado es siempre un estado pasivo; solo Jas cosas materiales ininteligibles necesitan de una representacién viviendo como viven en la depen- dencia y bajo la amenaza; pero ningun elemento del Estado puede ser material, inanimado, dependiente o estar amenazado, La representacién no debe conce- birse como la representaciGn de cualquier materia que no sea el mismo pueblo, sino solamente como la aufo- rrepresentacién, de éste, como una accién de Estado que —sin que sea su accién de Estado tmica, excepcio- nal— no se distingue de las restantes manifestaciones de su vida piblica mas que por la universalidad de su contenido. No debe considerarse la representacién como una concesién a la debilidad sin defensa, a la = 27 impotencia, sino por el contrario, como Ia vivacidad consciente del poder supremo. En un verdadero Estado no existen propiedad heredada, ni industria, ni ninguna clase de sustancia material que pudieran, en cuanto tales elementos brutos, hacer un trate con el Estado; sélo existen poderes espirituales, y solamente en razén de 70 resurreccion estatal, de su renovacion politica podrin los poderes naturales acceder a hacerse oir en el Estado. El Estado irradia por toda la naturaleza con sus nervios espirituales, y es necesario que en cada momento pueda verse que quien domina no es la materia sino la forma, no la naturaleza sin el Estado sino Ig naturaleza del Estado, no el objeto esclavizado sino el hombre libre. (Gaceta Renena, 1842, EB I, p. 419). Esto era ya una critica, aunque indirecta, al estatismo mondrquico de Hegel con sus esferas particulares del de- recho privado y del interés privado, al plantearse el Esta- do como necesidad exterior” de uma subordinacién y de una dependencia cuya especulacién se esforzaba en di- simular antinomia mediante artificios verbales tales como “fin inmanente”, “unidad del fin universal”, etc. Ha- biéndole impedido la censura continuar su analisis de la realidad manifiesta del Estado prusiano y sus criticas de la constitucién corporativa a las instituciones medie- vales, Marx se deeidid a “arreglar cuentas” con su con- ciencia filosofica de poco antes y a desligarse de la fas- cinacién de un maestro cuyo enigmético discurso se habia atrevido a ridiculizar en un epigrama cuando era estu- diante: Ensefo palabras mezcladas a una agitacion demoniaca y confusa: Que cada uno piense lo que quiera. (1837, EB, I, p. 607) De esta forma el joven discfpulo atribuia ya al maes- tro un pensamiento oscuro, y cuando, seis afios después, analizara minuciosamente su filosofia politica, Hevara la ironfa hasta pretender que él no hacia sino “tradu- cir en prosa” una frase del autor marcada por un “mis- ticismo légico, panteista’’. Lo que Marx denuncia sistematicamente es el proce- dimiento incesantemente recomenzado, que consiste en “subjetivizar’’ la Idea, en invertir la relacién real de la familia y de la sociedad civil con el Estado viendo en ella 28 una actividad puramente imaginaria: La familia y la sociedad civil son los presupuestos del Estado, los factores realmente activos; pero en la éspe- culacién ocurre lo inverso. Sin embargo, si a la Idea se la hace sujeto, los gujetos reales —la sociedad civil, la familia, las “‘circunstancias, el buen gusto, etc'’— se convierten en elementos irreales, obietivos, dela Idea con una significacion bien distinta (1843, MEW, I, p. 206, Critica de la filosoffa del Estado y del Derecho de Hegel. La subjetivizacion (Verselbstdndigung) del Estado co- tresponde en Hegel a un doble interés: el interés espe- culativo de erigir la Idea en demiurgo de |o real y lo real en manifestacion de la razon, por una parte, y el interés politico de erigir al soberano —el monarca— en “persona- lidad del Estado”, en soberania encarnada cuyo placer individual se indentifica a la razén: “El Estado soy yo" Hegel admite la dificultad que encuentra el “‘razonamien- to” para captar el “concepto del monarca” e insiste contra la tentacién de recurrir a la autoridad divina, en Ja inmanencia de la dignidad del monarea, cuyo concep- to implica la idea de un comienzo absoluto, no derivado, incondicionado, A lo que Marx objeta: En cierta medida, todo ser necesario es “su propio comienzo condicionado’’; esto vale lo mismo para el poder del monarca que para el propio monarca (ibid. p. 229), “Tonterias’, ‘“‘misticismo”, ‘‘trivalidad”, “‘mistifi- eacion”’... estas expresiones tan poco corteses en la plu- ma del joven ecritico desenfrenado acompaian a intui- ciones que nos remiten a una concepcién de conjunto todavia embrionaria, ciertamente, pero cuyo principio democratico esta ya logrando: “Hegel transforma todos los atributes del monarca constitucional de la Europa contempordnea en auto- determinaciones absolutas de la voluntad. No dice; La voluntad del monarca es la decisi6n Ultima; sino que afirma: la decisiGn ultima de la voluntad es el monarea. La primera proposicién es empirica, la se- gunda cambia el hecho empirico en un axioma meta- fisico (Ibid, p. 226). 29 Al conferir la soberania al Estado y a su encarnacién mondarquica, Hegel evoca la soberania del pueblo sola- mente con banalidades; de hecho no la admite mas que “hacia el exterior”, ya que sdlo le reconoce accién “ha- cia el interior” a través del “yo simple” que es, para los individuaos, el “todo”, o sea, el Estado. Como si el pueblo no fuera el Estado real, El Estado es una nocion abstracta, solamente el pueblo es algo concentro, Y, cosa curiosa, Hegel, que no vacila en atribuir a las abstracciones una cualidad viviente como puede ser la soberanfa, sdlo lo hace dudando y con todo tipo de clausulas cuando se trata ‘de cosas concretas. (ibid. p. 229), Partiendo de aqui, Marx desarrolla extensamente una concepcién de la democracia que marca a la vez la rup- tura definitiva con la filosoffa de Hegel y la adopcién de un credo humanista que no deberia tardar en alimen- tar una reflexi6n tedrica en la que socialismo, comunismo y anarquismo podrian encontrarse para llegar a la nega- eién de lo politico; en el concepto mismo de una demo- cracia que parte del hombre y acepta al Estado como “objetivizacién” del hombre, existia el germen como un econcepto del no-Estado forjaco expesamente como anti- tesis del “misticismo” hegeliano que, partiendo del Es- tado, reduce al hombre a envoltura subjetivizada del Es- tado. La severidad de la critica marxiana se nos aparece eon todo su esplendor cuando ataca el carActer casi zo0- lagico del argumento hegeliano que, aun acercandose por un lado a las realidades polfticas modernas, se hace regresiva y retracede, por su adhesién a los criterios de corporalidad y de herencia, hacia la esclavitud antigua, mas atin, hacia el despotismo asiatico: Una de dos: o bien, como ocurrio en Grecia, las res- publica es el verdadero asunto privado, el contenido verdadero de los ciudadanos, y el hombre privado cs asclave, y el Estado politico como tal es el iimico ver- dadero contenido de su vida y de su voluntad, como en el despotismo asiatico; o bien el Estado politico no es otra cosa que la arbitrariedad privada de un individuo particular, dicho de otra manera, el Estado politica es tan esclavo como el Estado material. La 30 diferencia existente entre el Estado modemo y estos Estados de la unidad substancial entre pueblo y Esta- do no reside en el hecho de que los distintos elementos de la constitucién forman una realidad particular, como quiere Hegel, sino en que la constitucién misma forma una realidad particular al lado de la vida real del pueblo, en que el Estado politico se ha convertido en ls constitucién del resto del Estado (ibid., p, 234} Hegel no tiene ningim reparo en evocar la prueba on- tologica de la existencia de Dios para ejemplificar, a pro- POsite del monarea hereditario surgido de la idea pura, el “paso del concepto absoluto en el ser". Sin nombrar para nada a Feuerbach, Marx muestra, como ya lo habia hecho éste, la inversi6n en Hegel de lo subjetivo y de lo objetivo, y viceversa: En vez de que el Estado se realice como Ia realidad Suprema de la persona, como la suprema realidad social del hombre, es la persona empirica le que se realiza como la realidad suprema del Estado. Una frase como conclusion de un anilisis particular- mente impresionante de la burocracia como “formalismo del Estado” de la sociedad civil, revela el secreta de la am bicion de Hegel: Hegel da a su légica un cuerpo politico; no da la |6- gica del cuerpo politico (ibid., p. 250). Dualismo, antagonismo, autoritarismo. He aqui las caracteristicas que Marx deduce y subraya en la teoria hegeliana del poder cuando examina las relaciones de las corporaciones. (Kérperschajt) y comunas con la adminis- traci6n gubernamental. Donde Hegel ve una identidad superficial, hasta una “mezcla”, Marx capta un antagonis- mo fundamental, como en el caso de la administracién de las corporaciones cuya autoridad reposaria en la con- fianza de los circulos de los miembros profesionales, sometidos ellos mismos al interés supremo del Estado: Propiedad privada é interés de las esferas particulares contra el interés superior del Estado: antagonismo entre la propiedad privada y el Estado {ibid., p. 251). Desmenuzando cuidadosamente ¢! complejo discurso de su autor, Marx reduce el aparente idealismo del fild- sofo a sus presupuestos e implicaciones antinédmicas. El a1 Estado de Hegel reside en el exterior de la sociedad civil, se afirma como realidad extraia y trascendente en re- lacioOn a la naturaleza de esta sociedad. La “policia”, la “justicia’ y la “administraci6n” no son delegados de la misma sociedad civil que adminis- tra en ellos y mediante ellos su propio interés general; son delegados del Estado con la tmica finalidad de administrar el Estado en oposicién a la sociedad civil (ibid., p. 252), Un dualismo idéntico caracteriza el modo de eleccion de los ciudadanos para los empleos del Estado. Por un lado, la “posibilidad” que tiene cada ciudadano de con- sagrarse a la “funcién general’; por otro, la ficcién de una “generalidad’’ que no es de hecho sino particulari- zacion y trascendencia, En el verdadero Estado no se trata de la posibilidad para cada ciudadano de consagrarse a la clase (Stand) general como a una clase particular, sino a la facultad de la clase general de ser realmente general, o sea el estado (Stand) de cada ciudadano. Pero Hegel parte de la premisa de! estado ficticiamente general, de la generalidad particular del estado. La identidad que Hegel construye entre la saciedad civil y el Estado es la identidad de dos ejércitos enemigos, donde cada soldado, mediante la desercion, tiene la “posibilidad” de convertirse en miembro del ejército ‘enemigo’’; de seguro, Hegel describe asi exactamente la situa- cién empirica de este. tiempo (ibid., p. 254), Aparece dé manera clara que el “verdadero Estado” que Marx opone aqui al Estado de Hegel, implica la negacién del Estado solamente politico en provecho de la sociedad liberada de toda autoridad trascendente y de toda burocracia investida magicamente, En un Estado razonable, habria que pasar un examen més bien para ser zapatero remendén que para ser funcionario. ejecutive; ya que el oficio de zapatero remend6n es una aptitud que no cuenta a la hora de ser un buen ciudadano, un hombre social, mientras que el “saber politico” requerido es una condicién sin la cual se vive en el Estado fuera del Estado, sin la cual se halla uno separado de si mismo, privado de 32 aire. El “examen” no és mas que una formalidad masé- nica, el reconocimiento legal del saber civico como pri- vilegio (idem. p. 254), El estado monarquico (y partiendo de esta observa- cién histéviea podriamos extrapolar para caricaturizar regimenes més cercanos a nosotros) aparece en Hegel co- mo un sistema de emanaci6n en el que las funciones po- liticas se transmiLen como asuntos a las autoridades, la monarquia “reparte el Estado entre los burécrai transmite los cargos “de la misma manera que la Santa Igle- sia romana confiere las Grdenes’’. Detras de las falsas iden- tidades y concordancias postuladas por Hegel, Marx descubre los abusos de la jerarquia necesaria a la protec- cién del Estado contra los simples miembros de la socie- dad civil. Detraés del postulado de un poder legislative que, formando parte de la constitucién, la trasciende al mismo tiempo, se halla la antinomia de la accion constitucional del poder legislativo y de su vocacién igualmente constitu- cional. Existe antinomia entre la apariencia de la ley consciente fijada mediante la constitucién y la esencia de su ley inconseiente que contradice a la primera. Marx se cuestiona acerca del significado del dualismo manifies- to de una concepcion que coloca al Estado por una parte como suprema presencia de la libertad y de la razon consciente y que, por otro lado, coloca a la ley como si fuera el resultado de cambivs inconscienles, de la ciega necesidad natural. Hegel pretende por todos los medios presentar al Esta- do como la realizacién del Espiritu libre, pero de he- cho resuelye todas las contradicciones dificiles haciendo intervenir una necesidad natural que es lo contrario de la libertad, As{, la transformacioOn del interés par- ticular en interés general no se realiza como resultado de ninguna ley piblica consciente; se debe, por el con- trario, a la mediacién de la casualidad, realizindase como un reto a la conciencia. Por el contrario, Hegel ve por todas partes, en el Estado, jLa realizacién de la libre voluntad! (Ibid, p. 259). La historia de la constitucién refuta la construccién hegeliana de una ‘‘transici6n progresista’, ya que toda constitucién que sea realmente nueva es la obra de una a3 revolucién, pero para que los verdaderos cambios sean rea- lizados por individuos consciente, @s necesario que el progreso sea erigido en principio de la constituci6n, es decir, que el soporte verdadero de la constitucién, el pueblo, se convierta en principio de la constituciGn. El progreso, en este caso, se confun- de con la constitucién (ibid., p. 259). La critica de la concepcidn hegeliana del Estado condu- ce a Marx al examen critico de! régimen constitucional y de la relacién histérica entre las reyueltas revolucio- narias y el papel dindmico del Poder legislativo ilustrado por la Revolucion francesa, La constitucion no es otra cosa que un arreglo entre el Estado politico y el Estado. no-politico; por con- siguiente, en si misma es necesariamente un convenio realizado entre fuerzas esencialmente heterogéneas. Esta es la conclusion a la que llega Marx partiendo de una premisa donde se adivina que “el pueblo” se en- tiende como “Estado no-politico”, éTiene el pueblo derecho a darse una nueva constitu- cién? Solo se puede responder afirmativamente a ee- ta cuestiOn, ya que es patente que la constitucién que ha dejado de ser la expresién real de la voluntad del pueblo se ha convertido por esto mismo en una ilusion (ibid., p. 26D). El concepto de Constitucién aparece de esta manera como contradictoria en si mismo desde el momento on gue existe un conflicto entre la Constitucién y el Poder legislativo. Marx introduce con obstinacién el concepto de pueblo cada vez que Hegel se limita a hablar del Es- tado, del gabierno, de la administracion, de la legislacién, sin olvidar... el dinero, que el filésofo define como un medio para realizar la “‘justicia de la igualdad”, En resu- midas cuentas, si toda constitucién encierra las determi- naciones fundamentales de la “voluntad racional’’? son éstas las que deben formar el “credo politico” dal pueblo, pero este credo es asunto entonces del saber y no del querer. Al igual que la voluntad de un individuo, la voluntad de un pueblo no puede ir mds alld de las leyes de Is razon, En un pueblo fuera de razén no se concibe una a4 organizacién racional del E: oO. Cuando Hegel habla del pueblo lo hace solamente para designar a “‘esa parte de los miembros de un Estado” como “la parte que no sabe lo que quiere", ya que no es cosa suya la comprensién profunda; gacaso no es lo pro- pio del vulgo considerir sospechosas las intenciones del gobierno? Habiendo reservado el monopolio del saber politico a los burécratas, Hegel respeta sin embargo la voluntad de los érdenes sociales, movidos por el interés privado e ineapaces de hacer suyo el “asunto general”, de donde la paradoja de una relacion de dos formas de voluntad que se enfrentan en tanto que intereses opuestos. En los Estados modemes, como en la Filosofia del Derecho de Hegel, la realidad consciente y verdadera del asunto general es s6lo formal; dicho de otra forma, solo lo formal es ¢] asunto general real. No hay que menospreciar a Hegel porque describa la esencia del Estado modemo tal cual es, sino porque considera que ésa es la esencia del Estado, Que lo racionsl existe de manera real, es lo que se revela precisamente en la contradiccién de la realidad irracional, que es preci- samente lo contrario de lo que pretende ser y que pretende lo contrario de lo que es (ibid., p, 266). Esta exégesis ingeniosa de una de las proposiciones mas enigmaticas de Hegel —quien habria revelado su sen- tido a Heine traduciéndola por “esto podria también querer decir lo siguiente: todo lo que es racional debe ser'— denota en Marx la aspiracién profunda a una especie de unidad, hasta de confusion de lo politico y lo social, del Estado y la sociedad, del “‘asunto general” y el pue- blo, vision en la que la categoria de lo “social”, traducido por “voluntad genérica’’, sera absorbido rdpidamente en este “humanismo real” que sera para el discipulo critico del difunto filasofo del Estado, un comunismo muy poco distante del anarquiamo, Este proceso asoma muy particularmente en el parrafo siguiente, en el cual Ja reflexion critica va mas alla de las ficciones conceptua- les de Hegel: El Estado constitucional ex el Estadu en que el inte- rés del Estado en cuanto interés real del pueblo sélo existe formalmente y, por tanto, como una forma de- 85 termineda al lado del Estado real; el interés del Es- tado adquiere aqui formalmente una realidad formal, Se ha convertide en una fermalidad, en el “haut goat” de Ja vida popular, en una ceremonia, El elemento representative (stdndische) ea la mentira reconocida, fegal de los Estados constitucionales segiin la cual el Estado es el interés del pueblo o el pueblo el inte- rés del Estado. Esta mentira se desvelard en el conte- nido. La mentira se ha establecida como poder legis- lativo precisameni# porque ésie tiene como contenido el interés general, porque es un asunto de “saber” mas que de “querer”, porque es el poder metafisico de Estado, micntras que esta misma mentira como poder gubernamental, etc., deberia o bien disolverse inmediatamente, o bien convertitse en una verdad, El poder metafisico de Estaco era el lugar mas adecuado er la ilusién general y metafisiea del Estado (Jbid,, p. 268). Ordenes (Stdnde), pronto clases sociales, sociedad ci- vil, pronto sociedad burguesa, pueblo, pronto proletaria- do: asistimos a lo largo de este trabajo inacabado sobre los conceptos juridicas a la primera iniciacién al métado de la inversion légica, que Marx adoptard en adelante camo su propio método disléctico, instramento de and- lisis que le servira para definir y exponer la naturaleza de los antagonismos sociales y del determinismo econd- mico. Hallares como el indicio de un cambio en la refle- xiOn, en un estadio en el que la inmediatez de los proble- mas se impone a las consideraciones puramente especu- lativas. Estado y gobierno se hallan siempre del mismo lado, co- mo idénticos, y el pueblo, disuelto en sus esferas par- ticulares y de los individuos singulares (...) Los érde- nes son la aintesis entre ef Estado v la sociedad civil. No se nos dice, sin embargo, cémo deben operar los Ordenes para unir en su seno dos estados de danimo contradictorios. Los drdenea son la contradiccidn establecida del Estado y de la sociedad civil en e! Es- lado, vy constituyen al mismo empo la exigencia que intenta resolver esta contradiecién (ibid, p. 270). En la politica de Hegel, la muchedumbre o masa se 36 eorresponde con el Estado como lo inorgénico con lo orginico, como la ignorancia con el saber, ya que la inteligencia politica se halla en el exterior de un popu- lacho al que manipulan y explotan los “monopolistas del Estado orgénico". Después de haber seguido paso a paso la exposicién hegeliana sobre la mediacion poll- tica de los Grdenes sociales y haber subrayado la sepa- racién entre la vida civil y la vida politica planteada artificialmente como identidad —principio valido para la Edad Media, cuando el Estado politico era el represen- tante de la nacién—, Marx confecciona la lista de todas las contradicciones de un raciocinio del que, sin embar- Bo, nunca criticara su profundidad: El punto importante en Hegel reside en que ve si la separacion entre la sociedad civil y la sociedad polf- tica. como una antinomia, Pero su error estriba en que se contenta con la apariencia de esta solucién y la propone como la realidad misma, mientras que “las pretendidas teorias” que 6] desprecia, exigen con razén la “separacién'’ entre los drdenes civiles y les ordenes polfticos, ya que expresan uma consecuencia de la sociedad moderna; de hecho, el elemento po- litico representativo no es aqui otra cosa que la ex- presién efectiva de la relacién real entre el Estado y la sociedad civil, su separacion (ibid,, p. 279). Hegel niega toda importancia y eficacia politicas a la sociedad civil en cuanto que esfera de lo privaco; la con- eibe como una “simple masa indiferenciada”, una “mu- chedumbre reducida a 4tomos”, un orden privado separado del Estado y opuesto al mismo, y en cuanto tal no puede adquirir ninguna importancia politica, a no ser que me- die un acto politico parecido a una “transubstanciacién completa”, En este punto de la confrontacion, la criti- ca de Marx adquiere el caricter definitivo que marcard en adelante la etapa por él denominada “auto-esclareci- miento”. Como un indispensable examen de conciencia ante una nueva etapa que reuniese a la vez la teoria y la practica: En este caso, es el individuo singular quien ilustra la ley general. Sociedad civil y Estado se hallan separados, Consiguientemente hay asimismo una separacién entre aT el ciudadano y el burgués, miembro de la sociedad civil, Es necesario que se opere una rupture esencial con el mismo, Como ciudadano real se encuentra en una do- ble organizacién, la organizacion buroerdtiea —es una determinaciOn formal externa del Estado puesto al po- der gubernamental, que no le afecta, ni tampoco a mu realidad independiente y la organizaci6n social, 1a orga- nizacion de la sociedad civil, Asi pues, en ésta el indivi- duo se sitaa como particular fuera del Estado: no toca para nada el Estado politico en cuanto tal. La primera es una organizacion de Estado a la que sirve slempre como materia. La obra es una organizacion civil, cuya materia no es el Estado (ibid., p. 281). Toda la atencién del comentarista debe centrarse en la dicotomia fundamental que Marx traspone del drea conceptual a la observacién de la vida concreta donde observa que el Estado y el gobierno practican la abstrac- cion de los lazos sociales del individuo y le reducen a una simple individualidad contrapuesta a las realidades comu- nitarias. La separaci6n entre la sociedad civil y el Estado poli- fico aparece necesariamente como separacién entre el burgués politico, ¢l ciudadano, con Teepecto a la sociedad civil, a su propia realidad empirica y viva, ya que en cuanto idealista del Estado, es un ser com- pletamente diferente, distinto de su realidad, opuesto a s{ mismo. (ibid. } Tras el estilo vago de Hegel, Marx entrevé la mala conciencia del pensador que no puede impedir que su doctrina revele una tendencia a privilegiar al Estado en detrimento del Privatstand, de la sociedad civil y de los particulares, al pretender oponerse a una concepcién “atomista” y “abstracta”, que seria la negacién del lazo existente entre el interés particular y el interés general, Segiin Marx, la concepcién atomista y abstracta de Hegel cormesponde al atomismo real de la misma sociedad. El atomismo al que se precipita la sociedad civil me- diante su acto polftico, proviene necesatiamente del hecho de que la comunidad (Gemeinwesen), el medio comunitario (das kommunistische wesen) en donde exis- te el individuo singular, es la sociedad civil que se halla se- 38 parada del Estado, o dicho de otro modo, que el Bs- tado politico es una abstraccién de esa sociedad (ibid. p. 283). A partir de aqui, el andlisis marxiano se concentra en la estructura de clases, més exactamente en la organiza- cidn en ordenes (Stdnde) de la sociedad civil, concepto que va adquiriendo el sentido de “sociedad burguesa”, y considerando al dualismo fundamental como una heren- cia de la Edad Media sin que Jas instituciones de media- ei6n heredadas del pasado y renovadas en la organiza- cion del poder legislative pueda superar el dualismo, o sea la oposicién, de los extremos que constituyen por una parte el elemento, gubernamental y por otra el ele- mento de los ordenes sociales, Como intérprete del Esiado moderno, Hegel cons- truye el poder legislativo en funcion de un tercer ele- mento que es el poder politico ilusorio, Se deduce de manera automéatica que este Estado no es un verdadero Estado, ya que en él los atributos de estado —uno de los cuales es el poder legislativo— han de considerarse no en y para si, no de forma tedri- ca sino prictica, no como fuerzas autdnomas, sino como fuerzas marcadas por una antinomia, ne conforme a la naturaleza del hecho, sino a las reglas convencionales (ibid., p. 289). Existe una armonia aparente entre la generalidad empirica, entre la sociedad civil y el principio monarqui- co; de hecho, la sociedad civil representada por los érde- nes sociales no es sino un comité singular que se opone a la singularidad del principe, el “Uno empirico”, y la pretendida mediacion se revela en tltima instancia como (el) antagonismo implacable. £1 principio mandrquico, medisdor en apariencia entre el gobierno y los érdenes, representa al mismo tiempo el “todo” del Estado y la sociedad civil, él mismo es el Estado. Hegel “que Io in- vierte todo”, hace que el poder gubernamental sea una emanacién del soberano, del cuerpo del monarca, “la prolongacién mistica del alma que heblta su cuerpo, el cuerpo del principe" (ibid, p. 291), Se puede descubrir facilmente, en la tarea critica de Marx, un esfuerzo para llegar al fondo del “misterio” 89 de la filosoffa politica y religiosa de Hegel buscando en la manifiesta modemidad de ésta misma un conjunte de argumentos y conclusiones susceptibles de ser inverti- dos y de servir de apoyo a una reivindicacién fundamen- tal: la primacia de la sociedad civil sobre el Estado poli- tico, mas exactamente, de los drdenes sociales (Stdnde) como particularidad, sobre el Estado polities concebido coma generalidad. Siguiendo paso a paso las construc- ciénes conceptuales de Hegel, Marx parece acechar los puntos débiles y contradictorios de un raciocinio que acaba por volverse en contra de su autor para dejar sitio a este elogio de la democracia que se halla en las anti- podas de la monarquia constitucional, substancia de loa Principios de la Filosofia del Derecho, El “‘poder legislativo" es la totalidad del Estado po- litico y por tanto la contradiccién de éste ultimo que se ha vuelto manifiesta, Consecuentemente, cons- fituye su disolucion abierta, En él se contraponen principios completamente diferentes, Ello aparece, por cierto, como la oposicidén de los elementos del prin- cipio soberano y del principio del elemento corporativo etc. En verdad se trata de antimonia en el Estado politti- co y la sociedad civil, la contradiecién de! Estado po- litico abstraco consigo mismo. El poder legislativo es la rebelién fortmutada (El error principal en Hegel consis- ten en tomar la contradiecién del fenémeno como uni- dad en el ser, en (a idea; mientras que, de hecho, es de esencia mas profunda, una contradiccion esencial, como por ejemplo la contradiecién inherente al Estado poli- tico, e igualmente a la sociedad civil (ibid. p, 295 sg.) Marx organiza toda su eritica de la filosofia politica de Hegel centrandose en la idea de “‘contradiccién”, pero de hecho se trata de una refutacion mae conereta, cuyo objetivo se sitda menos en el terreno de la exégesis légica que er el de las realidades histéricas, presentes o futuras. Sin adherirse todavia a ningin “materialismo”, Marx opo- ne ya a lag ilusiones, al romanticismo, a las ficciones alegoricas de Hegel, argumentos sacados de la observa- cin directa de los fenémenos sociales, principalmente del conflicto de intereses entre los distintos Grdenes, en relacion con la institucién del mayorazgo, la oposicién 40 de las fortunas privadas, la vida familiar, en suma, debido al peder real de la propiedad privada sobre el Estado politico. Lo que se presenta en el derecho privado bajo el aspecto idealista de una voluntad comin, recihe en el derecho ptblico el estatuto de la “moralidad natural’. ¢Cual es el Estado que ni siquiera puede saportar el idealismo del derecho privado? ,Cual es la filosofia del derecho en la que la autonomia de la propiedad privada posee, en el derecho privade, una significacién diferente que en el derecho publico? (Jbid., p. 306). La critica marxiana culmina en la tesis devastadora segan la cual la pretendida “realidad de Ja idea moral” que seria el Estado segin Hegel, se desvela en fin de cuentas como “religiGn de la propiedad privada”, ya que el mayorazgo libera al propietario del Hstado, le con- vierte en independiente del interés y de la finalidad del Estado, del reconocimiento de la muchedumbre y de la inseguridad de su oficio. He aqui donde hallamos independencia con respecto al Estado y a la sociedad civil, y esta abstraccion reali- zada de los dos es de hecho Ja mas barbara dependen- cia de ia gleva, y conatituye en el poder legislative la mediaci6n y la unidad de ambos, La propiedad pri- vada independiente, o sea, la fortuna privada abstracta y la persona privada que le comesponde, constituyen la més alta concepcién del Estado politico (ibid., p. 309), La confrontacién con el monarquismo de Hegel se con- vierte poco a poco en un ataque frontal contra una filo- sofia “zoolégica’’ del pensador que colocara el criterio del nacimiento, o sea del azar fisico, por encima del prin- cipio de la eleccién, o sca, por encima de los derechos innatos del hombre En todas partes, Hegel desciende de su espiritualismo politico al materialismo més yulgar. En Jos puntos mas altos del Estado politico es siempre el hecho del naci- miento de ciertos individuos que se encarguen de las tareas més altas del Estado. Las actividades mas clevadas del Estado, coinciden con los individuos en razon de su nacimiento de igual manera que el rango del animal, su caracter, su modo de vida, etc., le vienen de nacimiento. 41 El Estado adquiere en sus mds altas funciones una reali- dad animal, La naturaleza se venga del desprecio que Hegel le ha hecho, Si es exacto que la materia ya no representa nada para sf ante la voluntad humana, en este caso la voluntad humana no conserva ya nada para si, salvo la materia (/bid., p. 310). La reflexion de Marx revela ademas claramente la doble influencia de la critica antihegeliana realignda por Feuer- bach y de las primeras lecturas socialistas, seguramente de Wilhelm Weitling, de Moses Hess y de Proudhon, No hay pues que sorprenderse de que aparezcan ya en las ultimas paginas de esta exégesis los elementos de una critica del Estado y de la propiedad privada que consti- tuiran Ja substancia del anarco-comunismo, al que Marx daré muy pronto su adhesion. La autonomfa, la independencia en el Estado poli- tico (...) es la propiedad privada que aparece en su cumbre como propiedad innata inalienghle. La inde- pendencia politica no procede pues de la propia natu- raleza del Estado politico, no es un obsequio que ofre- ce el Estado politico a sus miembros, no es el espr- ritu que le anima; son més bien los miembros del Es- tado politico quienes obtienen su autonomia de un ser que no es el ser del Estado politico, de un ser del derecho privado abstracto, de la Propiedad privade abstracta. La independencia politica es un accidente de la propiedad privada y no la substancin del Estado politico (ibid., p. 312). Se comprende asimismo, siguiendo atentamente ag tltimas criticas formuladas en este asbozo literario diri- gido a Hegel, que Marx tuviera Ja intencién de hacer de su trabajo una obra definitiva y que, instaldndose en Pa- tis (octubre 1843), anunciara inmediatamente este pro- yecto en una ‘‘Introduccion”: aunque parece una con- clusi6n anticipada, en donde la critica de la politica por una parte y la adhesidn a la causa del proletariado moderno por otra, dejan entrever las lineas de una obra mas vasta, esta “Economia” cuyos grandes temas, ade- mas del “capital”, iben a ser el “trabajo asalariado” y el “Estado”, Es pues adecuado —constatando que no se realizo este plan— el atribuir una importancia decisiva 42 a las reflexiones que siguen, y ello tanto mas cuanto que constituyen como el embridn de esta “teoria critica” que una escuela contemporinea de filiacion “marxista” intenté desarrollar. Decir que el Estado es monarca hereditario, personalidad abstracta, significa simplemente que la personalidad del Estado es abstracta, o que es el Estado de la per- sonalidad abstracta; es precisamente asi como los Tomanos desarrollaron el derecho del monarea tinica- mente dentro de los limites de las normas del derecho privado, o consideraron al derecho privado como la norma suprema del derecho publico (...) Hegel desig- na el derecho privado como el derecho de la persona- lidad abetracta 9 como el derecho abstracto, Y en rea- lidad es como abstracciGn del derecho, y en consecuen- cia, como el derecho ilusorio de la subjetividad abs- fracta que hay que desarrollarlo, asi como la moral desarrollada por Hegel es la existencia ilusoria de la subjetividad abstrecta. Hegel desarrolla el derecho privado y Ia moral como abstracciones sin deducir de ello que el Estado y Ia moralidad de que son los presupuestos, sélo sabria ser la sociedad de estas ilu- siones; concluye, por el contrario, que el derecho pri- vado y la moral son elementos subalternos de esta vida moral. Pero el derecho privade, gqué es sino el derecho de estos sujetos del Estado?, y la moral équé es sino su moral? Mas exactamente, la persona del derecho privado y el sujeto de la moral son la persona y el sujeto del Estado. Hemos atacado repe- tidamente la manera como Hegel desarrolla la moral. Pero ne ha hecho nada més que desarrollar la moral del Estado modemo y del moderno derecho privado. Se ha separado més la moral del Estado, se ha eman- cipado mas. gQué se probé con ello? Que la separa- cién del Estado actual y la moral es algo moral, que la moral niega el Estado y que el Estado es inmoral. En realidad, Hegel posee el gran mérito de haber asig- nado a la moral moderna su verdadera talla, aunque no fuera del todo consciente de ello; consideré al Es- tado que supone esta moral como la idea real de la moralidad (ibid., p. 313). 43 Lo que Marx pretendia es un Estado “realmente ra- cional” y no un Estado, aunque fuera constitucional, cuya soberania seria la ‘‘propiedad privada del soberano’’. Mientras que en Roma el derecho privado, forma supre- ma del derecho de propiedad privada, termind aboliendo el derecho pablico, en la Germania, en donde el mayoraz- go limita la libertad de testar, el derecho publico sirve los inlereses de una clase de propietarios, los sefores de la tierra. En el mayorazgo, se constata que la propiedad privada esta en relacion a la funcién del Estado, de tal manera que la existencia del Estado es un accidente de la pro- piedad privada inmediate, de la propiedad innata, que es inherente a ésta. Ki Estado aparece asi, en los Puestos mda altos, como propiedad privada, cuando deberia ser la propiedad privada quien apareciera como propiedad del Estado. En vez de hacer de la propiedad privada una cualidad civica, Hegel hace de la ciudada- nia, de la existencia publica y del sentido del Estado, una cualidad de la propiedad privada fibid., p. 316). El analisis de Marx se concentra finalmente en la com. paracién entre Ia concepcién hegeliana —impregnada de espiritu medieval— de los Grdenes sociales y de los rangos nobiliarios en el Estado mondrquico constitucio- nal y corporativo, por una parte, y ol sistema representa- tive de las Camaras de diputados en lrancia y en Ingla- terra por otra parte. Llega de esta manera al problema de la participacién de los ciudadanos en lag decisiones relacionadas con los asuntos generales del Estado, pro- blema que Hegel, bajo el pretexto de no aceptar las ideas superficiales y abstractas sobre este tema, trata de manera un tanto altanera; oponiendo la forma racional del or- ganismo de Estado al elemento democratico que reivin- dica el derecho de participacién para el conjunto de los miembros del Estado, Si, para Hegel, este elemento demo- crético sdlo posee una existencia formal, a ojos de Marx representa la fuerza real que se confiere una forma ra- cional en el conjunto del organismo del Estado. Hegel no ignora el siguiente dilema: ges necesario que todos los cludadanos participen en cuanto tales, como indivi- duos, en los asuntos del Estado, o que lo hagan por me- 44 dio de los diputados? Este dilema Marx lo relaciona con el hecho de que existe separacién entre el Estado politico y la sociedad civil, Los asuntos generales del Estado son los asuntos publi eos, el Estado como asunto real. Deliberando y de. cidiendo es la manera como el Estado se realiza come asunto real, Consecuentemente parece deducime que todos los ciudadanos tienen una relacién con el Esta do en cuanto a asunto real de clios. El concepto de miembro del Estado de ciudadanog, implica ya que son un miembro del Estado, una parte de éste, que el Estado los acepta como una parte de sf mismo Pero aunque sea una perte del Estado, su existencis social consiste evidentemente en su participacidn rea en el Estado. No son solamente parte del Estado, sinc que el Estado es parte de ellos. Ser consciantements parte de algo, consiste en tomar conscientements parte de ello, en tomar parte consciente en ello. Sir esta conciencia, e] ciudadano solo serfa un animal (ibid. p, 323). La totalidad del Estado polities es ¢l poder legisla tivo, al que todos los ciudadanos quisieran participa’ para darse una existencia politica: es la aspiracién de |: sociedad civil por transformarse en sociedad politica por hacer de la sociedad politica la verdadera sociedad Es poner en crisis el principio representativo de la so ciedad civil con respecto al Estado politico mediante intermedio es la expresién del caricter antinémico 4 dualista de la sociedad burguesa. Cuando la sociedac civil coincide con la sociedad polftica, la funcién de poder coincide con la sociedad politica, la funcién de poder legislative pierde au cardeter representativo, mejor el poder legislativo es en este caso representacién en el sentido que toda funcién es representativa come por ejemplo el gapaterc que, satisfaciendo una nece sidad social, es mi representante, de la misma mane ra que toda actividad social determinada en tanto qu actividad genérica, no representa sino el género, o se: una delerminaci6n de mi propio ser, como todo hom bre es el representanie de su prdjimo. En este caso e at representante no por el hecho de que represente otra cosa, sino por lo que es y hace (ibid,, p, 325), Francia, ‘‘tierra de la cultura politica’, ofrece el ejem- plo perfecto de un fendmeno que deriva de la naturaleza dualista del poder legislative, o sea la controversia sobre la reforma politica, dicho de otra manera de la extension y generalizacion mas amplia del derecha de sufragio tan- to activo como pasivo. Es sin duda porque vio que su and- lisis conduciria a las virtualidades revolucionarias del sufragio universal que Marx juzgé inutil seguir esta ex- plicaci6n con Hegel, y al redactar paco después la “In- troduccion” a la Critica de la filosofia hegeliana del de- recho era perfectamente consciente de la enorme distan- Cia que le separaba ya del metafisico del Estado prusiane, Pero antes tuvo que despedirse de este Estado antijudio ¥a que cristiano, expatriandose: el ensayo sobre La Cues- tion judia (aparecido en 1844) constituye en su primera parte una confrontacién constitucional y tos Estados libres de América del Norte, tres sistemas que adoptaban con respecto al problema de la emancipacién de los ju- dfos actitudes distintas segin su propio grado de emanci- pacién politica: El Estado politico completo constituye, en su esen- cia, la vida genérica del hombre en oposicion a su vida material. La totalidad de los presupuestos de esta vida égoista continiian existiendo en la sociedad civil fuera de la esfera del Estado, pero como atributos de la so- ciedad civil. AUi donde el Estado politico ha adqui- rido su completo desarrollo, el hombre lleva no sélo de pensamiento, en la conciencia, sino también en la realidad, en la vida, una doble vida, celeste y terrestre, la vida en ja comunidad politica en donde se atirma como ser social, y la vida en la sociedad civil en donde actia como individuo privxtdo, considera a los demas hombres como simples medios, se degrada a si mismo al nivel de medios y se convierte en juguete de poderes extrahos, El Estado politico se relaciona con Js socie- dad civil del mismo modo espiritualista que el cielo con la tierra, Se halla con ella en la misma oposicién ¥ triunfa en ella de la misma manera que la religion triunfa én los limites del mundo profano: se halla 46 obligado a reconocerla, a restablecerla, a dejarse domi- nar por ella, En su realidad mas inmediata, en la socie- dad civil, el hombre es un ger profano. Alli a donde a sus propios ojos y a los ojos de los demas es realmente un individuo, aparece como irreal. Por el contrario, en el Estado, donde e] hombre es considerado como un ser genérico, es el miembro imaginario de una soberania quimérica, despojado de su verdadera vida individual y repleto de universalidad irreal (1845, NEW, p. 354 sig. La Cuestion judia). Esta critica del Estado politico se organiza evidente- mente en tormo de una visién de la sociedad en donde el hombre, en su doble papel de burgués y de ciudadano experimenta el mismo desgarramiento que en su con- ducta contradictoria de hombre religioso y politico, de hombre privado y pablico, Como corolario légico de esta critica, Marx hace un juicio negativo sobre la eman- cipacién politica a la que, sin embargo, atribuye una re- lativa importancia en cuanto que etapa histérica que conduce a la emancipacién verdadera, a la emancipacion humana, a través del reconocimiento legal de Jos dere- chos del hombre y del ciudadano, Resumiendo, esta eta- pa en el camino de la emancipacidn se identifica con la existencia del Estado democratico emaneipado de la religion, y por esto mismo, Estado “‘cristiano”: En realidad, cl Estado cristiano realmente completo no lo constituye el Estado lamade cristiano que pro- clama que su base es el cristianisma como religion de Estado y excluye las otras religiones; lo es mis bien el Estada ateo. el Estado democritizo, e] Estado que relega la religion entre los otros elementos de la sociedad civil, El Estado, todavia teoldgien, que atin hace profesién oficial de fe cristiana, que no ae atreve alin a proclamarse Estado, ain no logré expre- sar bajo una forma profana, humana, en su realidad de Estado, el fyndamento Aumano cuya expresién trascendente constituye el eristianismo, El Estado MMa- mado cristiano es sencillamente el no-Estada, ya que no es el cristianismo como religién sino el trasfondo humano de la. religién cristiana el tnico que puede realizarse mediante creaciones verdaderamente huma- 47 nas (ibid., p. $57). Debemos retener de estas reflexiones sobre el “Estado cristiano” el interés positivo que muestra Marx por el “fundamente humano” de la religion que se hallaria negado, segin él, en el] Estado Ilamado cristiano, Estado imperfecto e hipécrita que busca en la religidn un medio de compensacion y una aprobacion de su imperfeccidn, mientras que el Estado perfecto acepta la religi6n con motivo de las imperfecciones inherentes a la naturaleza del Estado. Mientras que el Estado imperfecto halla en la religidn los motivos de una politica perfecta, la reli- gién conduce en el Estado perfecto a una politica im- perfecta, El Estado Mamado cristiano necesita la religién cris- tiana para complementarse como Estado, E] Estado democrético, Fstado verdadero, no necesita la religién para su culminacion politica. Por el contrarie, puede prescindir de la religion, ya que en él el fundamento humano de la religion es realizado de manera secular. El Estado llamado cristiano, al contrario, se comporta con respecto a la religidn de manera politica y con res- pecto a la politica de manera religiosa. Tanto como degrada las formas del Estado para reducirlas a apa- riencia, asimismo rebaja la religién y hace de ella una apariencia (ibid, p, 858), El Estado que politiza el Evangelio comete un sacrile- gio ante sus propios ojos, cae en una serie de conflictos dolorosos e insuperables, a menos que se disuelva ante la imposibilidad de practicar el espiritu evengélico, o de convertirse en ashirro de la Iglesia, En el] Estado Hamado cristiano, es ciertamente la alie- nacién quien predomina, no el hombre (...) El espi- dtu religioso sdlo puede convertirne en realidad en la medida en que el grado de evolucién del espiritu hu- mano cuya expresion religiosa es, se manifieste y se constituya de manera secular. Es lo que sucede en el Estado democritico, Su fondo no es el cristianismo sino el fondo humano del cristianismo (...), La contra- diecién que habita en el adepto de una religion par- ticular, en cenflicto con su condicién de ciudadano, no @§ sino una parte de la contradiccién profana uni- 48 uersal entre el Estado pol{tico y la sociedad civil. La realizacion del Estado cristiano es el Estado que se afirma como Estado y hace abstraccién de la religion de sus miembros, La emancipacién del Estado con res- pecto a la religién, no es la emancipacién del hombre teal con respecto a la religion (ibid., p, 361). Esta exposicion sobre el Estado Wamado cristiano y sobre el Estado polftico y la democracia en general, es- cerita con respecto al problema de la emancipacién po- litiea de los judios en Alemania, condujo a Marz a consi- derar ademas los problemas sobre la emancipacién humana en su conjunto y, luego, al pasar del concepto de so- ciedad civil al de sociedad burguesa, a discernir las causas del antagonizmo sobre el “idealismo del Estado” y el “materialismo de la sociedad burguesa” (ibid,, p. 369), Asi pasaria del andlisis critico de la propiedad privada al estudio de la “ciencia del enriquecimiento”, o sea de la economia politica, tras haber. adquirido la conviecion de que “el Dios de la mecesidad practica y del egoismo practico es el dinero” (p. 374). El modelo de la democracia perfecta evocado por Ale- xis de Tocqueville, genial observador de Ja sociedad ame- vieana, debid parecerle lo suficientemente esclarecedor para sentirse capaz de superar las audaces e inquietan- tes anticipaciones del aristocrata viajero y para volver su mirada hacia esa Alemania que acababa de dejar. Sélo Alemania habia sido capaz, mediante la filosofia poli- tica de Hegel, de dar forma al pensamiento que trasciende el Estado modemo la realidad del cual quedaba situada sin embargo “al otro lado del Rhin”, en Francia, por ejemplo. La concepcién alemana del Estado moderno hace abstracci6n del hombre real, reflejando con ello la rea- lidad del Estado moderno. Los alemanes han pensado, en politica, lo que los demas pueblos han hecho (Introducei6n en torno a la Critiea de la Filosofia del derecho de Hegel, 1845, MEW I; p. 385) Y como si quisiera forzar mas la paradoja, Marx se deja Wevar para su patria, polfticamente atrasada, con el suefo de una revolucién que haria que Alemania se si- tuara por encima del nivel oficial de los pueblos moder- 49 nos, al “nivel humano que constituird cl futuro mas inmediato de estos pueblos”. En Alemania se vive un rapido ange de la industria, la descomposicién de las clases medias, y en consecuencia la répida formacion de un proletariado cuyas reivindicaciones se nutren de las ideas radicalmente emancipadoras de la filosofia alemana. La revuelta de los tejedores de Silesia (julio de 1944) debié aparecerle como la confirmacién de su esperanzas. Amold Ruge subestimd el significado de este aconteci- miento que habia obligado al rey de Prusia a enviar a la tropa y a apelar a los sentimientos religiosos de los res- ponsables, los patronos de las fabricas y a la caridad de la Administracién. Segin Ruge, sélo podia tratarse de una concepcién falsa de la miseria obrera, del paupe- tismo, puesto que la sociedad alemana se hallaba despro- vista del espiritu politico y por este hecho consideraba imposible que pudiera elevarse a la conciencia del pro- blema general que constituye la civilizacién moderna, Fn sus criticas, Marx hace gala de los conocimientos recién adquirides mediante la lectura de los economis- tas clasicos y post-cldsicos, trazando un cuadro histérico del pauperismo y de las medidas de beneficencia que habion inventado los gobiemos para remediarlo. Recor- dando la energia e¢ inteligencia politica de la Convenci6n que habia “ordenado”’ Is abolicién del pauperismo, Marx Nega al punto de interrogarse sobre la funcién del Estado confontade al problema de la miseria de masa. Para un espiritu politico, lo parecido no es el Estado sino mas bien una determinada forma de Estado que hay que susti- tuir por otra, Desde el punto de vista politico, el Estado y la orga- nizacién de la sociedad son dos cosas diferentes. El Estado es la organizacion de !a sociedad. En la medida en que el Esiado reconoce la existencia de anoma- lias sociales, busca la razon de las mismas ya sea en las leyes naturales que ninguna fuerza humana puede do- blegar, o en la vida privada, que cs independiente del Estado, o bien en una inadaptacidn de la adminis- iracién que depende del Estado (Anti-Ruge, 1845 MEW I, p. 401). 50 ‘Todos los Estados buscan la causa de sus taras en los defectos accidentales o deliberados de la Administracion que es la actividad organizadora del Estado, Pero el Esta- do reposa en la contradiccién entre las buenas intencio- nes de la Administracién y los remedios de que dispone, entre los intereses generales y los intereses particulares. La Administracién se halla impotente ante los antago- nismos Materiales que desgarran la vida burguesa. Esa division llevada al extremo, esa bajeza, esa escla- virtud de la sociedad civil constituyen el fundamento so- bre el cual reposa el Estado moderno. al igual que la sociedad civil de la esclavitud constituia el pilar natural sobre el cual reposaba el Estado antiguo, La existen- eia del Estado y la existenecia de la eselavitud son in- separables (ibid., p. 403). El Estado moderno estA indisolublemente ligado al mundo del trafico moderno, a la vida privada moderna. Suprimir esta vida es suprimir el Estado, pero el Estado esta lejos de pensar en el suicidio. Cuanto mas fuerte es su Estado, mas pojitico es un pais y menos dispuesto esta para buscar la razon de los males sociales y para comprender su principio ge- neral, en el principio del Estado, o sea, en la organiza- elén actual de la sociedad de la que él mismo es ex- presién activa, consciente y oficial. La jnteligencia politica es precisamente inteligencia politica porque piensa en el interior de los limites de la politica: y cuanto més aguda se manifiesta, mas se encuentra y an es de contprender los males sociales. (ibid., p. 5 De esta manera se plantearon en Marx los elementos de una teorfa del Anarquismo a partir de sus primeros contactos con el pensamiento socialisia y con el movi- miento obrero. Al entrar en la arena politica va a tener ocasién de enriquecerlos a la luz de los grandes aconteci- mientos historicos de que serd el observador y, a veces, el cronista, Antes sin embargo habri intentado situar el problema del Estado y de sii desaparici6n en el contexto de una concepeién global de la evolucién social, mas par- ticularmente de una interpretacién “materjalista’ de la historia, de una historia concebida ante todo como es- 51 pacio y terreno de luchas entre clases sociales. Partiendo del hecho de que el “primer acto histérico de los hom- bres” es la produccién de los mediog para satisfacey sus necesidades alimenticids, de que una vez adquiridos los instrumentos de la satisfacci6n provocan nuevas necesi- dades y de que a fin de cuentas la multiplicacién de las necesidades intensifica la diversificacién de las rela- eiones sociales mas alld de log lazos familiares, Marx hizo de las interrelaciones “materialistas’, de las “fuerzas productivas”, de los hombres-cooperadores y de la divi- sion del trabajo los principios-clave de su teoria politica. Si existe el Estado, significa que hay “contradiccién” entre los intereses de los individuos singulares o de las familias singulares y e] interés comiim de todos los indi- viduos.Ya que la divisién del trabajo no es un acto concer- tado y libre sino mas bien natural y forzado, la actividad social se cristaliza, por asf decirlo, en una fuerza mate- rial por encima y al exterior de los productores que pierdan el contro! de ella y es precisamente como consecuencia de esta contra- diccién entre interés particular y el interés comin que este iiltimo adopta en cuanto Estado une forma independiente, separada de los intereses reales indivi- duales y colectivos, al mismo tiempo que se constituye como comunidad ilusoria, aunque siempre sobre la base real de los lazos presentes cn la totalidad del con- glomerado de familias y de tribu como los lazos de sangre, lengua, divisidn del trabajo a mayor escala y otros intereses, en especial (...) sobre la base de las clases sociales surgidas de la divisién del trabajo: estas clases se separan y se particularizan en toda aglomera- cién humana de este tipo y una de ellas domina a las demas (1845-56, MEW III, p. 33, La Ideologta Alemana). El interés general que el Estado y sus duefios preten- den representar y defender no es otra cosa que ilusién, principalmente en las sociedades en que las clases toda- via no han aleanzado un grado de desarrollo: que les permita hacer contrapeso ante la influencia autoritaria del poder politico que trata de darse la mas amplia auto- nomia, Este no es el caso de las sociedades més désarro- lladas en donde el Estado es “comprado” por la clase 52 de los propietarios privades que disponen del instru- Mento del crédito publico y de la bolsa para asegurarse el control del poder. Siendo una clase y no ya un orden (Stand), la burgue- sia se ve obligada a organizarse a nivel nacional, no ya local, y de dar a su interés medio una forma general, Como consecuencia de la emancipacién de la propie- dad privada con respecto de la comunidad, el Estado ha adquirido una existencia particular al lado y al exte- mior de la sociedad burguesa; de hecho, no es otra eosa que la forma de organizacién que se confieren necesariamente los burgueses, ya sea hacia el exterior © hacia el interior, para garantizarse mutuamente au propiedad y sus intereses, (ibid., p. 62). Norteamérica ofrece la realizacién completa del Esta- do modero, mientras que Alemania se halla todavia en el estadio de una sociedad organizada sobre la base de sus cuatro Grdenes (Stande), sin que la burguesia halla logrado alcanzar una posicién dominante, Esto ea todavia més real con respecto al proletariado alemén, que se prepara sin embargo para su vocacién revolucio- naria a medida que la produccion industrial sustituye a las formas artesanales de produccién, Marx no permite ninguna duda sobre el “anarquismo” que constituye la naturaleza profunda de su comunismo, Ya que el modo de produccién, bajo las coacciones impuestas por el Es- tado, toma cada vez més el caricter de la esclavitud, (los proletarios) se hallan en oposicién directa con la forma con que los individuos de la sociedad se han dado hasta este momento una expresién de conjunto, © sea con el Estado y han de derribar el Estado para afirmar su propia personalidad. (ibid., p. 77). Observamos aqui al tedrico comumista convertirse en guia politico formulando el postulado central y el obje- tivo final del gesto revolucionario de los esclavos modemos intimados a tomar conciencia de las potencia- lidades emancipadoras de mi existencia social en tanto que clase mayoritaria ante el Estado descubierto, recono- cido, como poder ilusorio al servicio de una minoria de poseedores. Pero el Estado dista mucho de ser una “idea fija” de la que basta con desprenderse para hallarse libe- 53 rado de ella como pretende Marx Stirner. (Stimer) es realmente el ‘“‘creyente”, el “poseida”, el “politico”, cuando piensa en el Estado; Hegel idea- lizaba Ia idea que los idedlogos politicos se hacfan del Estado y que partian de los individuos; Hegel transfor- ma la voluntad comin de estos individuos en volun- tad absoluta, y esta idealizacion de la ideologfa (Stir- ner) la concibe ingenuamente como la concepcién exacta del Estado y la critica con esta conviccidn, declarando que el abeoluto es el absoluto, (ibid., p. 381). Compartiendo las ilusiones de los politicos y de los juristas, Stimer ve en la propiedad Privada, la propiedad de un Estado que seria el tmico “poderoso” y por consi- guiente el Gnico propietario; una especie de tercer poder opuesto a la clase dominante y que absorviera todo el poder frente a ella. La confrontacién con la ideologia y los ideélogos alemanes que acaparé la herencia de Hegel fue la ultima occasion que se ofrecié a Marx para enfocar el problema del Estado al nivel propiamente filosdfico, Pero tras esta confrontacién se disimulaba el ambicioso proyecto de una investigaciGn histérica cuyo plan esbozé en once Puntos en el mismo caret “ronfidencial™ que tiene las once tesis sobre Feuerbach: 1, La Historia de la génesis del Estado modermo o la revolucién francesa, La presuncién del ser politico —confusién con el Estado antiguo. Actitud de los revolucionarios pera con la sociedad burguesa. Desdoblamiento de todos los elementos en seres burgueses y en seres politicos. 2, La proclamacién de los derechos del hombre y la eonstitucién del Estado. La libertad individual ¥ el poder pablico, Libertad, igualdad y wnidad, La soberania del pueblo, 3. El Estado y la sociedad civil, 4. El Estado representativo y la Carta Constitucional, El Estado representativo constitucional, el Estado representative democratico. 54

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