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Historia de la Cultura Occidental II Control de lectura 2: + HUBENAK, F. (2006) Capitulo 8. En Historia integral de Occidente (p.173-185). Buenos Aires: Educa. CarfruLo 8 EL SIGLO XVI. LA HEGEMONIA HISPANICA “Como decia el historiador suizo W. Neef, ‘todos los grandes problemas de la historia europea et estaban ya planteados al comenzar el siglo XVI, y hasta ahora, afiadia, ninguno ha sido resuelto’”". Los Reyes Catélicos, Carlos I y Felipe Il. La ruptura de la unidad politica de la Cristiandad urbana -crisis del Imperio y de la Iglesia-, estructurada sobre la concepeién agustiniana de la Ciudad de Dios y sus consecuentes valores ¢1 tianos, favorecié la lucha entre las monarqufas “modernas” por ocupar el vacio de poder. Este en- frentamiento condujo a la hegemonia espafiola en el siglo XVI, la francesa en el XVII-XVIII y la inglesa en el XIX. ‘Con referencia a la primera de ellas cabe destacar que fueron Isabel I de Castilla y Femando V de Aragén luego honrados como los Reyes Catdlicos- quienes ocuparon la ciudad de Granada, el ‘iltimo reducto musulmén en la peninsula -y en Europa occidental, como también fomentaron el descubrimiento del Nuevo Mundo: América. Asimismo fueron verdaderamente los forjadores del pri- mer estado modemo -en su verdadera acepcién técnica— al lograr la sujeciGn de la nobleza, el clero y la burguesfa incipiente?, como la consolidacién jurfdica, a la vez. que acentuaban su unidad con la expulsién de judfos y musulmanes. ‘Uno de los pilares fundamentales de la hegemonfa espafiola radic6 en sus poderosas tropas, los célebres tercios espafioles al mando de Gonzalo de Cérdoba, el Gran Capitén, que luego recorrieron victoriosos gran parte de Europa. “Bl fin fue logrado, cuando los reinos de Castilla y Aragén, unidos bajo Fernando e Isabel con- quistaron Granada, filtimo baluarte islémico, en 1492, El mandato misional que el hecho suponia no tomé inadvertida a la Iglesia de Espafia”®. Durante su reinado, una vez terminada la cruzada contra Jos moros, la peninsula unificada inici6 otra cruzada, a través de los mares, lanzdndose al descubri- miento, colonizacién y cristianizacién de un Nuevo Mundo’. En 1520 ascendié al trono de Castilla y Aragén su nieto Carlos I, quien al ser elegido empera~ dor (como Carlos V), logr6 regir unos territorios tan extensos que “en sus dominios no se ponfa el sol”. Durante su complejo reinado debi6 enfrentar el surgimiento del luteranismo, la competencia de 1 Negro Pavéin, Dalmacio, La tradicin liberal y el estado, Madrid, Unién Editorial, 1995, p. 89. 2 Muchos campesinos, en cambio, a medida que empeorabar las condiciones econémicas y sociales prefriron no cenrolarse en los efércitos y comenzaron, en gran prt, aemigrara las Indias 3 Jedin, Hubelt, Manual de historia de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1986, p. 608. “fr. Sierra, Vicente, El sentido misional de la conquista de América, Bs. As., Dictio, 1980. Resulta clara la expli- cacign del obispo Vaseo de Quiroga: "Poraue no en vano, sino con raucha causa y razén éste de ack se llama Nuevo ‘Mundo, y es Nuevo Mundo, no porque se halld de nuevo, sino porque es en gentes y cuasi en todo como fue aquel de la ‘edad primera y de oro.que ya por nuestra malicia y gran codicia de nuestra nacién ha venido a ser de hierro y peor” (cit. 174 FLORENCIO HUBENAK Francisco I de Francia y la amenaza de los turcos, mientras acrecentaba y consolidaba la conquista de las tierras americanas, obteniendo muchas riquezas, en oro y plata, que fueron utilizadas en de- fensa de esa unidad politica y religiosa. Carlos V fue el titimo monarca que defendié la idea neo-agustiniana de un Imperio cristiano (vet documento 1). Poco antes de morir logré asegurar la Corona hispana para su hijo Felipe II y hacer elegir emperador ~con sede en Viena—a su hermano Fernando, aceptando asf la divisién de los dominios de los Habsburgo. Felipe Il fue un tenaz defensor de la Iglesia y de la unidad espafiola; encamné los valores hispéni- os de su época: religioso, austero, laborioso; fue considerado el primer burécrata de la historia moder- nna por su esmerada dedicacién a las tareas de gobierno, ya que fue un incansable e introvertido hombre de gabinete ~el primero que ejercié el oficio de rey— que trabajaba en Ta soledad fisica y espiritual, pero {que conquistaba con su sonrisa o atemorizaba con su sola mirada. Durante su reinado se rebelaron sie- te provincias de los Paises Bajos al mando del estatuder Guillermo de Orange, que -al independizarse— conformaron Las Provincias Unidas y la actual Holanda, con capital en Amsterdam. Asimismo incor- poré el reino de Portugal y, con la victoria en Lepanto en 1571, alej6 el peligro turco (ad portas) del Mediterréneo, como'luego lo haré el rey polaco Jan Sobieski en 1683 en las puertas de Viena. Su intervencién en la politica inglesa incrementé la continua agresiGn de los corsarios ingleses (Como el célebre Drake), que alentados por su reina (Isabel J), atacaban a los opulentos galeones espa- fioles, impidietdo el monopolio ibérico en las Indias. El monarca intent6 contenerlos con la “Armada Invencible”, pero al ser destruida ésta, Inglaterra pas6 a ser —como veremos- “la reina de los mares”. Los Reyes Catélicos habian favorecido un renacimiento cultural ~afin con sus ideas poltico- religiosas~ que, a diferencia del itélico, fue conducido por la Iglesia mediante la enérgica mano del cardenal Jiménez de Cisneros, preparando el desarrollo literario del lamado “siglo de oro” y parale- Jamente el filoséfico-teolégico de la nueva escolfstica. Sus frutos se percibicron con claridad en cl Concilio de Trento. A su vez Cisneros participé activamente en la fundacién de la Universidad de Alcalé de Henares y dirigié la primera traducci6n de la Biblia al castellano. Enese siglo ~también conocido coino Barroco-Nebrija publicé su Gramdtica en lengua caste- Mana, e] marqués de Santillana escribié las serranillas y Jorge Manrique sus conocidas coplas. Igual- « mente se distinguieron escritores como fray Luis de Le6n (La perfecta casada y De los nombres de Cristo), san Juan de la Cruz (Subida al monte Carmelo y Lanoche oscura ‘del alma), Teresa de Cepeda y Ahumada o de Jest (Las moradas 0 el Soneto a Cristo crucificado) (ver documento 2), Garcilaso 4de la Vega (Sonetos), Miguel de Cervantes Saavedra (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Man- cha) (ver documento 3), Lope de Vega (Fuenteovejuna, El mejor alcalde el Rey, Peribafiez y el co- ‘mendador de Ocaiia y otras Comedias), Pedro Calderén de la Barca (El alcalde de Zalamea, Ladama duende y especialmente sus autos sacramentales), Francisco de Quevedo (Historia de-la vida del Buscén llamado Don Pablos), Tirso de Molina (El burlador de Sevilla) y pintores de la talla de Diego Rodriguez y Velézquez. (Las Meninas, La rendicin de Breda); el Greco (El entierro del conde de Orgaz), Diego Bartolomé Murillo (las diferentes Purtsimas), Francisco de Zurbarén, José de Ribera yen los Pafses Bajos Harmenszon van Ryn llamado Rembrandt (Autorretratos, La leccién de anato- ‘fa, Ronda nociurna) Pieter Rubens, autor de més de mil cuadors donde destacan voluptuosas (“ba- rocas”) mujeres y Anton Van Dyck, entre los més renombrados. No podemos dejar de mencionar el desarrollo arquitecténico que acompaiié esta renovacién y del cual el monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue todo un simbolo. Casi simulténeamente Felipe Il convirtié ~en 1561-1 la ciudad de Madrid en la capital de su reino. Paralelamente, en el émbito universitario tuvo lugar un “renacimiento” de los estudios escolés- ticos, motivado por las nuevas probleméticas temporales (ruptura de la Cristiandad, descubrimiento del Nuevo Mundo). Entre los miltiples maestros sobresalieron los frailes dominicos Francisco de Vitoria y Domingo de Sotoy los jesuitas Francisco Suérez, Pedro de Ribadaneyra y Juan de Mariana. Este movimiento produjo la edicién de una gran cantidad de obras, no sélo de literatura y teolo- gia sino, fundamentalmente, de espiritualidad (ascética y mistica), que anticipan la “renovaci6n" producida en el Barroco y que, en la linea de santa Teresa y San Juan de la Cruz condujeron a la clisica Imitacién de Cristo de Tomés de Kempis (ver documento 4) y a los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, cuya actualidad se conserva, A ‘EX milanés Podho Mirtic do Anplects vevetizfe mis tarde: “No se habla squf de cra cosa tino ds | | | I | | [HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 175 teligiGu, extirpar los vicios y fomentar las virtudes. Son cosas superiores a lo humano las que aqui se piensan, se hablan y se emprenden. Todo suena a espiritus celestiales. Yo miro a estos soberanos como un nimen venido de los cielos”®. Este “espiritu religioso” ayuda a entender la afirmacién que, después del descubrimiento de América, “toda Espafia fue misionera en el siglo XVI". ‘La expansién en biisqueda de un mundo nuevo Hasta la “época de las cruzadas” la Cristiandad vivi6 précticamente “encerrada” en los limites , El centro de este movimiento reformista, como resultaba obvio, fue Roma —donde se venfa in- cubando desde hacfa varios siglos— pero segiin un prestigioso especialista fue “la catdstrofe del sa- queo de Roma’, que casi universalmente fue mirado como castigo de la Roma del Renacimiento, la que inici6 una conversi6n interna”™”. Pero casi paralelamente ~y con mayor vehemencia— se mani- fest6 en la peninsula ibérica, donde los humanistas ~ante el peligro protestante- pusieron su pluma al servicio de Ia Iglesia. Allf tuvo lugar -como vimos- la actividad del cardenal Cisneros y el renaci- miento de la escoléstica. La “reforma cat6lica” comenz6 desde abajo con la renovacién y surgimiento de érdenes reli- giosas acostumbradas a vivir “en el mundo” y convivir con él para evangelizarlo, como los teatinos © las ursulinas. Era a todas luces evidente que se necesitaba una nueva forma de apostolado, para una religiosidad mAs popular y sacramental, vivida en la oracién y los sacramentos de la penitencia y la ceucaristfa. Esta nueva expresi6n religiosa se conocié como devotio moderna y su ejemplo més aca- ado fue el todavia actual libro Imitacién de Cristo de Tomds de Kempis (ver documento 4). 20 “Lo que vale recuerda Dempf (Sacrum Imperium, Mes lerancia de la paz de Westfalia” (Negro Pavia, D, op. cit, p. 78) 31 Comellas,J-L, El cielo de Colén, cit, p. 20. “La generalizaién del témnino Europa, en detrimento de Cristan- dad, comesponde precisamente Ia soberanta lena de los Estados nacionales. Como indica Pierre Chaun, ‘Europa, p- Jabra erudita..en el siglo XVII emprender, de Oeste a Ese, la conguistaprogresiva de su uso corrente’ En Inglaterra, Francia y Holandalasustitucin se hace entre entre 1630 y 1660, después a palabra se difunde por el Este que, en! siglo XVII se ha vuelto europeo, “Parad6jicament, la nocién de Europa une a un continentedividido en Estados que libran entre sf guetas ca iniatersumpidas” (Mouri, Edgar, Pensar Europa, Darcelona, Geiss, 1988, p. 43). 32 Llora,B., Garcia Villoslada, R, Montalbén F, Historia de la Iglesia Catdlica, Madrid, B.A.C., 1967, tI, PO tm > Este ombre le fue dado por la misma historiografa alemana que acura el titulo de “Reforma” para el protes- tantismo. 33 Liin Cher, Anuro, “La reforma de la Iglesia en el siglo XVI" en: Religén y Cultura, enero de 1991, p. 76. 3B 1527, por obra de los lasquencteslueranos al servicio del emperador Carios V. 3 Jedin, Hubert, Manual de historia de la Iglesia. Barcelona, Herder, 1986, p. 607. “I acco di Roma es el hundi- riento del humanismo frvolo, sensual, nturalista de Italia; marca el fn del Renacimiento clésico, pagano. ‘No era la ciudad la que perecta, sino el mundo’, todo un mundo ideoldgico la cultura de una época” (Garcia Villostada, Ricardo, “Humanism o contrarreforma o Erasmo y San Ignacio de Loyola en: Razin y Fe, se-oct. 1940, 512-513, p. 14) 38 “Los siete sacramentos (Bautismo, Reconciliacién ~Penitencia-, Eucaristie, ConfirmaciGn, Matrimonio, Orden sagrado -sacerdocio-.y UnciGn de los ntermos) corresponden a todas as etapa y todos los momentos importantes dela ida del cristiano: dan nacimiento crecimiento, curacin y misin @ la vida de fe de los cxistanos” (Catecismo de a Milano, Principat, sf, p. 22) hasta el edicto de to- 180 FLORENCIO HUBENAK Estos nuevos religiosos, durante horas, “‘predicaban la penitencia y la reforma de las costum- bres, tronaban contra el pecado, amenazando con el castigo de Dios y anunciando catéstrotes con palabras de los profetas y del Apocalipsis; condenaban la usura y recomendaban la limosna, exalta- ban la caridad y el amor al préjimo, exhortaban a la reconciliacién de los enemigos; peroraban viva- _neite sobre as cuatro postuimeras del hombre, exponfan los misterios de Ia vida de Nuestro Sefor de la Virgen, enterneciéndose y haciendo llorar al auditorio, cuando trataban de la pasi6n y muerte del Redentor. A su vez todos ellos asumicron como propio el socorro a los pobres y la asistencia a Jos enfermos, dando origen a los hospitales modernos. Elagravamiento de la rupturg religiosa y la presi6n del emperador Carlos V motivé que el papa Paulo IIfconvocara en 1537 un concilio en Trento, para tratar la reconciliaci6n con los protestantes. Alli cumplieron un destacado papel los te6logos espafioles, como también los defensores de la nueva devocién itélica. El concilio (1545/63) sufrié muchisimas vicisitudes pero logré su objetivo al precisar los dogmas que habfan sido cuestionados por los protestantes, fijando el credo catdlico (ver docu- ‘mento 11)*9 y, fundamentalmente, ante la prédica sobre la “justificacién por la sola fe” y “la predestinaciGn” rescat6 la libertad del hombre (libre albedrio) (ver documento 12) y también adopté una serie de medidas para reformar las costumbres corrompidas (ver documento 13); se * erearon los scminarios para educar al clero, se reglament6 la vida eclesifstica y el gobierno de la Iglesia, se fund6 la Universidad Gregoriana, se publicé la Vulgata (edici6n “oficial” de las Sagradas Escrituras, aprobada por la Iglesia) y se dispuso redactar un catecismo (conocido como de Pfo V) que compendiaba la doctrina catdlica para uniformar la ensefianza de los pérrocos; pero no se logré la reincorporacién de los protestantes. Finalmente por accién del papa Gregorio XIII fue modificado el calendario (1582), reemplazando el llamado “juliano” por el “gregoriano”, que todavia rige. La tarea reformadora més importante fue encarada por la Compatia de Jestis, nueva orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola y apodada “los ejércitos del Papa” (ver documento 14). EL fundador también redact6 unos Ejercicios espirituales, que atin siguen siendo un “modelo de con- templacién y acci6n en el mundo”. “Los jesuitas se pusieron a adaptar los nuevos métodos de la educacién humanistica a los ideales cristianos, y sus colegios, establecidos por todo el mundo ca- t6lico desde el Pera a Rusia, fueron los érganos de un tipo coméin de cultura humanfstica...Al ‘mismo tiempo, la obra de los jesuitas como directores de conciencia y consejeros espirituales, Ile- V6 la influencia’de la restauracién catélica a operar en las cortes y en los gabinetes, que eran los puntos clave de influencia social y hasta entonces habian sido el centro de los movimientos desintegradores que habfan minado la unidad del cristianismo”, Igualmente expandieron su obra hacia las lejanas tiepras “descubiertas”; tal el caso de Francisco Javier en el Japén y muchos jesui tas en América, que cumplieron una importante labor entre los nativos. As{ lo muestran, por ejem- plo, las misiones guarantes. ‘Deno menor significacién fue el papel de los predicadores, tanto jesuitas como pastores protes- tantes, quienes desde el piilpito-y en el caso de los catélicos también del confesionario— orientaban 1a vida cotidiana de los cristianos. “Lo que acrecia enormemente su importancia era el hecho de ser Ia Ginica tribuna desde la que se hablaba realmente en piblico a los miembros de todos los estratos sociales con frecuencia suficiente y de manera pormenorizada. Por supuesto, el predicador elabora- a su discurso segéin el patr6n de la doctrina religinsa y de las exigencias éticas del cristianismo, pero también se preocupaba de no olvidar en él ninguna cuestién de actualidad, erigiéndose asf en principal artifice de la opinién™?. 3 Llorea, B. y otros, Historia citada. t. I, p. 527. Cfr. nota 19. 49 4 partic del Concilio de Trento la Iglesia se defini6 como “Santa, Catélica, y Apostlica Iglesia Romana” para smarcar sus diferencias con las restantes creencias cristianas (Profesién de fe 18-XI-1564). Para une explicacién sencilla dol Credo véase: Santo Tomés de Aquino, El Credo comentada, Bs. As... Athanasius Scholastica, p. 199. 41 Dawson, Ch., El movimiento. p. 48. A err aac HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 181 Por otra parte la piedad popular fortalecié el culto a la Virgen Marfa, fundamentalmente a tra- yés del rezo del rosario establecido por el papa Pio V con motivo de la victoria sobre los turcos en la batalla naval de Lepanto (7 de octubre de 1571) la creencia en la Inmaculada Concepcién**. La importancia de Trento se valora cuando comprobamos que “a partir de las prescripciones del Concilio, favorecidas y combatidas por los gobiernos, el catolicismo renovado progres6 y recon- Guist6 almas... Sociedades enteras se empapan de a atmésfera de la religin y, fundamentalmente, an religiosas sus estructuras mentales. El clero interviene desde el nacimiento hasta la muerte en todas las etapas de la existencia. No hay otro estado civil que el de la Iglesia. Bautismos, iatrimo- nos, decesos, todo es registrado por el cura (...) El trabajo, regulado por la luz del dfa y, en la campi- Fa, por el juego de las estaciones, también lo es por las fases del afio litirgico. Los domingos no se trabaja, 1o mismo que en muchas fiestas de santos. Las carnicerfas cierran durante la cuaresma. Las diversiones populares acompatian el jébilo de la Iglesia. Ella es quien da a determinados dias su as- to festive, como a otros su carfcier de penitencia. Se celebra la Navidad para recordar el naci- Prieto del Salvador, Pascua por el dia de la Resurreccién, las fiestas de la Virgen para evocar sus favores insignes y anunciar la venida de Cristo. Cada pais, cada ciudad, honra un santo protector, ‘cuyo nombre se repiteen las familias de una generacién a otra (..) La Contrarreforma, al multiplicar las imégenes y alentar la apelacién a la intercesiGn de los santos, orienta hacia la doctrina definida por la Iglesia una inquietud que de otro modo fécilmente derivaria hacia la magia™®. El “espiritu de Trento” duré hasta avanzado el siglo XX. El Barroco Muchos autores sostienen que el siglo XVI produjo un nuevo “estilo”, basicamente artistico, al que denominaron Barroco*. Para otros en cambio implicé una manera nueva de entender la vida, una nueva cosmovisin, identificada cou un “espfritu de la Contrarreforma”, coincidente con lahe- sgemonfa espaiiola y la expansién de la reforma tridentina, Trataremos de rastrear sus manifestacio- nes més importantes. La Corte papal -surgida del “renacimiento”- y modelada al estilo espafiol durante el reinado del poderoso Felipe Il, asumié como propia la reconstruccién magnificente de la ciudad eterna ~es~ pecialmente con Sixto V-, ala vez.que retomaba un papel “politico” en la nueva Europa, actuando de ‘manera similar a los restantes monarcas. La consecuencia fue la Roma papal, “tal como habla de conservarse hasta nuesto siglo, a muestra més grandiosa de urbansmo que jamds se haya intenta- do...7, ‘La obra del Concilio se extendi6 sobre la cultura europea ~que conocemos como Barroco- in- fluyendo especialmente sobre las manifestaciones artisticas, encauzando una serie de expresiones que conllevaban la anarqua disolvente del manierismo. El arte que hoy conocemos como barroco se caracterizé por un deseo de alcanzar lo superlativo, los espacios donde se mezclan las luces y las sombras, la espiritualidad y la sensualidad, lo bello y lo feo. “El barroco rompe los frontones, los superpone, anima las lineas, retuerce las columnas, se complace en el fastuoso orden corintio. Hace “© Fue atribuido a santo Domingo de Guzman e implica la repeticién del rezo del avemaria, oraci6n formalizada en ‘casi de la primera cruzada (1095). ‘44 La Santisima Virgen ‘es honrada con raz6n por la Iglesia en un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos és antiguos, se venera a la Santisima Virgen con el titulo de Madre de Dios, bajo cuya proteccin se acogen los fieles ‘suplicantes en todos sus peligros y necesidades (...) Este culto..aunque del todo singular, es esencialmente diferente del ‘alto de adoracién que se da al Verbo Encamiado, lo mismo que al Padre y al Espiritu Santo, pero lo favorece muy pode~ rrosamente; encuentta su expresién en las testas itirgicas dedicadas ala Matire de Divs y eu la oracién mariana como cl Santo Rosario, sintesis de todo el evangelio”, (Catecismo de la Iglesia Catélica. 2678). La creencia en la Inmaculada Concepeién fe definida “dogma de fe” el 8 de diciembre de 1854 y establece que “Maria fue preservada inmune de tod ‘mancha de la culpa original en el primer instante de su concepciGn por singular graciay privilegio de Dios omnipoten- mee 45 Tapie, V., El Barroco, Bs. As., EUDEBA, 1965, pp. 48/50. 46 G1 termino proviene de una forma de perla (barroco, barrueco) caracterizada por cierta extravagancia 0 exbe- rancia, pein a 182 FLORENCIO HUBENAK proliferar una vegetacién de follajes exuberantes. Suscita alrededor de las céipulas y de los patios todo un pueblo de estatuas, de animales fantasticos y de hombres. Hace gesticulur a unas figuras gro- tescas, cuyas orejas se convierten en cuemos de la abundancia; y en vegetales, sus mejillas y sus mentones. Esta fantasfa, esta imaginacién desbordante vuelve a encontrarse en los escritores... se busca todo lo que es ingenioso, inesperado, excesivo; hasta qué punto se puede triunfar haciendo apreciar los caracteres exagerados”... En él se “manifiesta el gusto de la libertad, el desdén de las reglas, de Ia medida, del recato. Se presenta irracional, contradictorio. El artista no parece saber lo que quiere, o, mas exactamente, quiere el proy el contra...El artista barroco propende a amar todo'lo que es movido, tumultuoso, artificioso, enfético y, al mismo tiempo, desbordante, lujuriante, proliferante. Pieter Rubens (1577-1640), admirable maestro del color y del movimiento, fue, sin duda, el mas grande de todos los pintores barrocos™®, Una de sus expresiones mas importantes tuvo lugar en la misica cuando el Papa Pfo IV nombré Giovanni Sante “Palestrina” compositor de la Capilla Pontificia, implementanda toda un estilo musical con canto y érgano (las misas del Barroco). “A. partir de entonces, la nueva mésica ilustraria Ja gloria y la majestad de la Iglesia’. Los protestantes, a su vez, influidos en parte por los gustos de Latero, desarrollaron una misica religiosa més popular, cuyo ejemplo més conocido fue en el siglo siguiente Juan Sebastian Bach (1685/1750), cuya Pasidn segtin San Mateo sigue siendo considerada ‘por muchos ~con el Mesias de Federico Haendel (1685/1759)~ como insuperables en su temética. Casi paralelamente en la peninsula itélica se cre6 la 6pera, que adquiri6 répidamente una gran popu- Jaridad, aunque sus teatros s6lo “se pusieron de moda cuando las iglesias dejaron de estarlo..."5°, A su vez, la costumbre de los protestantes de realizar sus ceremonias en simples salones, desalent6 las construcciones de catedrales y favoreci6 indirectamente que se impusiera un nuevo estilo represen- ‘tado en Ia iglesia del Gesii, construida en Roma, en 1568, como sede de los jesuitas. Esta forma fue continuada por muchos arquitectos, entre los que sobresalié Lorenzo Bernini, convocado por el Papa para acabar la basflica de San Pedro. Como observa un autor el “nuevo estilo arquitecténico, el Barroco (...) se hizo inmensamente po- pular y se propagé desde Roma por toda Italia hasta la Europa central y cat6lica, llegando a Polonia, y, através de Espafia y Portugal, hasta el sur y el centro de América. Represent6 una gran reanimacién del arte religioso popular, ésta fue, quizé, una de las armas més eficaces de la Reforma catélica, ya que impresionaba, y siguié impresionando, la imaginacién de la poblacién catélica de Europa de un modo que ni siquiera podfan lograr los sermones de los predicadores de las nuevas érdenes”’!, El Barroco refleja, asimismo, sino un cambio cosmovisional, al menos una modificacién con- siderable de las costumbres; y quizs el aporte mis significativo consisti6 en la importancia que fue adquiriendo la “corte” y sus “formas de vida", elocuentemente reflejadas en la literatura y el arte de laépoca (ver documento 15). La palabra “cortejar” —vinculada al mundo amoroso~es una clara muestra de esta inflnencia en los siglos posteriores, pero los “placeres de la caza, de la mesa y de la cama” tampoco son ajenos a las costumbres de este perfodo. A su vez, quien observa cuidadosamente la vida en las cortes de los siglos XVI y XVII com- prueba facilmente “la influencia de la corte barroca sobre la ciudad en casi todos los aspectos de la vida"? como tampoco se le escapa que “frente a la rica vida comunal de la Europa barroca, con st magnificencia exterior y su pobreza interna, sus palacios y sus monasterios, sus santos y sus men- digos, surgié una sociedad de piadosos mercaderes y comerciantes y artesanos, que trabajaban duro y parejo y gastaban poco y se miraban a si mismos como los elegidos de Dios, y que estaban listos para luchar a muerte contra cualquier tentativa del rey o el obispo por interferir en su religién o en su negocio”®®. El avance social del mercader (burgués) ~y su concepcién de la vida se impontan entamente. “4 Pillorget, René. Historia universal. IX. Del absolutismo a las revoluciones, Painplona, EUNSA, 1984, p. 204 y Trevor Roper, Hugh, “El siglo del Barroco", en: La épaca de la expansién, Madrid, Alianza-Labor, 1989, p.29. 5 Clark, K., op. cit, p. 346. 5 Koenigsherger, H.G., Mosse, George, Europa en el siglo XVI, Madrid, Aguilar, 1974, pp. 343/4. 22 Mumford, Lewis, La cultura de las ciudades, Bs. As., Emecé, 1945. I, p. 188. ee a HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 183, ‘Finalmente es importante destacar que el Barroco -especialmente en la penfnsula ibérica-, pese a su origen cortés, supo expandirse ~y adaptarse, especialmente en el plano emocional~ a los diferentes ‘estamentos de la sociedad, preferentemente por medio de la miisica, la pintura y el drama religioso, que reflejaban la piedad popular y los anhelos esperanzados ~atin apocalipticos y temerosos— de la época. Es interesante observar c6mo ante la crisis religiosa ~y sus implicancias politico-militares y socia- Jes- el hombre se manifiesta como un sujeto angustiado, contradictorio e inseguro ~y por ello pesimista-, como los tiempos que le toca vivir, yelaboré una diferente percepcin de la vida. Como afirma un histo- riador especializado en la época, “...2 los escritores barrocos pudiera atribuirseles ‘un universo, grandio- so en muchos aspectos, pero casi siempre hostl, dominado por la fatalidad y las fuerzas ocultas””**, Esa sociedad “angustiada” que se refugié en los placeres, a su vez. “vivi6” acrecentando sus miedos. En el arte y Ia literatura del Barroco podemos apreciar una exacerbacién morbosa del interés por la muerte; que en algunos casos hoy llamariamos “macabro” (ver documento 4), En sintesis, “el Barroco, la época entre 1610 y 1660, quiso sublimar las tensiones entre el en- suefioy larealdad natural, entre la cultura nrdica genménicaprotestante, yl cultura del sur, ating catélica”®S, Podemos sefialar que “a fines del Barroco nonos queda més remedio que constatar un agotamien- tomuy extendido de las energias eclesidsticas y hasta cristianas en Europa, junto con una posicién cada, vez mis rigida de los frentes El resultado de todo ello fue el deslizamiento fatigoso hacia el racionalistno craso y hacia el indiferentismo. Las disputas religiosas condujeron al apartamiento de la religién”®6, y toda Europa asistié al lento y complejo nacimiento de una “mentalidad burguesa”. La guerra de los treinta afios El entrentamiento bélico —conocido como “guerra de los treinta afios™ (1618-1648) y que ter min6 “incendiando toda Europa”~ fue la propagacién de las guerras de religién locales al ambito ceuropeo, agregando a la temitica religiosa la lucha por la hegemonfa europea. Fue el cardenal fran- cés Richelieu, excesivamente interesado en terminar con el poder de los Habsburgos, quien la {nternacionaliz6 logrando que Francia obtuviese sus objetivos, ya que la guerra ayud6 a destruir eco- ‘n6micamente las posesiones de los “Austrias”, a la vez que terminaba con su poder politico. ‘Como sefiala el historiador Trevor-Roper, “la guerra de Treinta Afios fue una guerra~o més bien ‘un conjunto de guerras— entre imperialismos rivales: las ambiciones espafiolas en Europa, las ambi- ciones sajonas én Alemania, las ambiciones suecas en el Baltico, y todos los temores y ambiciones secundarias que éstas excitaban. Fue también, al principio, una guerra de ideologfas: la Contrarreforma contra la Internacional calvinista. Como tal, desbordé las simples fronteras politicas”®”. La paz -o paces—fue firmada en dos localidades de la Westfalia (1648) y en ellas, fundamental- ‘mente ~ademés de las cuestiones estatales-, se reconoci6 la licitud del protestantismo, oficializando las decisiones de la paz de Augsburgo de 1555 (el lema: cuius regio eius religio). Cabe observar que el Papa condené formalmente la citada paz (ver documento 16). Westfalia significé reemplazar la concepcién universal de la Cristiandad por una nueva politica (racionalista), basada en el equilibrio de las nuevas monarquias que implicaba pactos internacionales y alianzas matrimoniales para conte- ner a las “potencias™ hegem6nicas. Se estaba construyendo un nuevo derecho de gentes —el derecho intemacional- para reemplazar los epigonos de la “teocracia papal”. El antiguo Imperio Romano de la naci6n alemana “desapareci6” como “idea” y “realidad” ~aun- que siguié habiendo un emperador en Viena**— y “Alemania se fraccioné en centenares de unidades, 54 Maravall, José A., La cultura del Barroco, Barcelona, Ariel, 1983, p. 323. 55 Negro Pav6n, D., op-cit. p. 147. 56 Lotz, Joseph, Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento, Madrid, Cristiandad, 1982, I, p.319, 37 Trevor Roper, H., op. cit, p-36 58 “La emperatriz Maria Teresa, hacia el fin de su einado, se lamentaba en carta asu hijo: ‘,Qué es lo que puede cexistr sin una religion dominante?, La tolerancia y la indiferencia sou precisamente los medios més seguros de destruct orden establecido. ;Qué otra cosa hay para embridar los malos instintos? Nada... Te hablo como politica y no como cris- See 184 FLORENCIO HUBENAK que dificilmente podrfan lamarse estados"®, generando un problema geopolitico que no pudo resol- verse hasta el siglo XX. Por otro lado comenzaron a buscar su lugar nuevas monarquias en el hori- i zonte de Europa: Suecia, Prusia, Rusia De las negociaciones y tratados de Westfalia surgié realmente el sistema politico moderno ca- racterizado por el nacimiento de los estados de Europa, basado en el nuevo principio de la igualdad fundamental de los estados soberanos independientes y que significaba el triunfo politico de la “cul- tura nérdica” sobre la “latina”®. “Fue decisivo que sustituyese por fin la ratio status, de naturaleza utilitaria, econémica, a la ratio ecclesia, de naturaleza juridica, como fundamento universal de lo piblico, a partir de Westfalia, al obligar Richelieu a los Habsburgo a reconocer universalmente la independencia de la Iglesia protestante y los derechos de soberanfa. Con ello quedé definitivamente debilitado el Imperio y se liquidaron los restos de la res publica cristiana. Tuvo asimismo la impor- ' tante consecuencia de consagrar formalmente, sin perjuicio de la tolerancia, el principio cujus regio ejus religio..”1, a La guerra “fue una empresa imposible'en la-que Espaiia-agot sus hombres'y su erario y s6lo 4 gan6 las antipatfas de todos los europeos. Singular fue la antipatia de franceses a espafioles y, a stu | vez, de espatioles a franceses. En la paz de Westfalia fracas6 definitivamente el proyecto espaiiol y | ( triunfé el proyecto francés” y “destruy6 mucho més que la hegemonia espafiola en Europa. Destru- y6 todo un sistema, la s{ntesis de un siglo. El estado de la Contrarreforma, la Internacional calvinis- — ta, ambos decayeron con la lucha, y nunca volvieron a ser los mismos. Lo mismo sucedié con toda una filosofia. La guerra de Treinta Afios contemplé el final de una Weltanschauung: de una vision del mundo heredada de la Edad Media, que los grandes maestros cat6licos habjan elevado a sistema | universal, y que en realidad ni los luteranos ni los calvinistas, pese a todo su radicalismo ideolégico; | 2 habfan pretendido refutar”®. Westfalia, en definitiva, al reconocer la libertad de cultos en Europa y establecer la paridad religiosa entre el catolicismo y los demés credos cristianos, proclamé la ruptura de la Cristiandad. Ello alteraba el concepto de “armonfa” de la Antigtiedad Ievando a su eclosién las crisis de 1a conciencia cristiano-teocritica e imperial, iniciadas dos siglos atrés y modificadas — ‘como veremos— con la cosmovisién iluminista generada por la maduracién de “las nuevas ideas”. Pero “entretanto, la cultura barroca seguia atin viviente y activa en la Europa central. De hecho las diltimas décadas del siglo XVII y la primera mitad del XVIII fueron la gran época del barroco if austriaco. Esta fue la época que vio la reconquista de Hungria y Croacia de manos de los turcos, la derrota final de la expansin musulmana en la Europa oriental y la re-catolizacién de las tierras, danubianas bajo Leopoldo Il y Carlos VI Fue asimismo la edad de oro del arte barroco alemén, cuando Jos grandes monasterios e iglesias de peregrinaje (...) surgfan por toda Europa central (...) Sin embar- 20, esta cultura fue el producto final de un movimiento europeo que era ya cosa del pasado y no i’ podia sobrevivir a la pérdida de su trasfondo internacional. En consccuencia, llegé a un abrupto final ‘a en la segunda mitad del siglo XVII, y Alemania acept6 el Iluminismo de modo tan repentino y com- a pleto como dos siglos antes habfa aceptado la Reforma”; esta vez por “la influencia directa del Iu- minismo francés, que obraba a través de las cortes y los gobemantes, como Federico ll de Prusia y G José II de Austria”, Perola Austria barroca de los Habsburgo® —tan claramente representada por la emperatriz Maria : ‘Teresa— pas6 a ser gobemnada por su hijo José Il—"el sacristn mayor del Imperio”, como le llamaba el 5 Romano, Ruggiero, Tenenti, Alberto, Los fundamentos del mundo moderno, México, Siglo XXI, 1975, p. 47. © G1 Estado se consolidé en Westfalia como forma mediadora dominante en luger de la Iglesia, decidiendo el triunfo de la cultura nérdica, menos ligada al medio, més abierta al ensuefo al misterio-al mundo del pensaiento y de ‘ lo posible, sobre la latins, vinculada al entoro, ala tiera, alos sentiments, a la Naturaleza” (Negro Pav6n, D.,op. cit, ( p47) 81 Negro Pavésn, D., op. cit. p. 155. ¢ © Valverde, C., op. cit. p. 133, © Trevor Roper, H., op. cit. p. 39. Dawson, Cy Bl movimiento. p 65 Idem. i peop A a a ih i 2a HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 185 prusiano Federico II-, mas preocupado por “racionalizar la Iglesia que por gobemar. Las monarqufas absolutas ya han aceptado parte de las “nuevas ideas” que represent6 el “Despotismo Tustrado”. La decadencia espafiola Respecto a la penfnsula ibérica, con la muerte de Felipe Il subié al trono espafiol Felipe III (1598), ‘con quien se inici6 la época de los llamados “Austrias menores". Durante su reinado se acrecent6 la decadencia, tanto econémica -producida por la entrada del oro espafiol en la cadena econémica eu- ropea- como moral. Los nobles estaban cada vez. menos convencidos de los principios que defen dian, Se comenzé a reemplazar el privilegio por el servicio, y la burocracia y el centralismo ayuda- ron a la aparicién de la corrupcién y la molicie, Por otra parte, el gobiemo quedé en manos de los favoritos del monarca, denominados validos. Con Felipe IV (1621-65) se acentu6 atin més la deca- dencia, al enfrentarse Espafia con Holanda, Francia y Portugal. As{ el siglo XVIII encontré a Espaiia, sumida en una “guerra de sucesi6n”, que tuvo por resultado el ascenso al trono de Felipe V de Anjou- Bourbon (1700), que inicié la dinastia de los Borbones. “Laextincién de la dinastia Habsburgo en Espafia y la guerra de la sucesi6n espafiola pusieron de pronto a Espatia y la América espafiola bajo la égida de los Borbones, lo que rompié la conexién cute Espatia y Austria quc habfa tenido tan importante papel en la historia de la Contrarreforma y la aparicién de la cultura barroca. A primera vista puede parecer sorprendente que un mero cambio de dinastia pudiera tener efecto tan profundo en una nacién tan celosa de su independencia y de cuyo ‘apego a sus tradiciones nacionales y religiosas era tan orgullosa, como Espaiia. Pero aunque el espi- ritu del pueblo siguié sin cambiar, el gobierno espafiol estaba, a fines del siglo XVII, en un estado de tan extremo desorden e impotencia, como para crear un vacio en el centro del organismo politico... La corte espafiola volvidse un satélite de Versalles, como tautas otras cortes del perfodo, y quedaba abierto el camino para la penetraci6n de nuevos hombres, nuevos modales y nuevas ideas, en el cen- tro mismo de la vida nacional”®”. Pero aunque “el pueblo espatiol siguié fiel a sus antiguos principios espirituales y tradiciones culturales, éstos ya no pod{an influir en el curso de la historia, puesto que habfa perdido la jefatura intelectual y politica. Buropa ya era francesa. Apéndice documental . Documento 1 “No hay nada més nototio ni verdadero que, si Dios nos concediera la gracia de alcanzar la dignidad y ‘majestad imperiales, podrfamos ejecutar con tanta més facilidad la buena voluntad en que estamos, pues 1o {que nuestro dicho abuelo, rey de Aragén, ha hecho en muchos afios contra los infieles, con la ayuda y el poder ‘de esta nacién germénica, lo convertiriamos en una gran empresa sobre dichos infieles.en breve tiempo, con la ayuda de los sdbditos de los reinos y otros paises que ahora poseemos. Porque nuestra verdadera intencién y ‘oluntad es alimentar y poner paz por toda la Cristiandad y concertar totalmente nuestra fuerza y poder para la ddefensa, la conservaci6n y el aumento de nuestra fe" - ‘Manifiesto de Carlos VI al Imperio. “Ninguna monarquia es comparable al Imperio soberano, al que el mismo Cristo ha rendido homenaje. Noes ahora, por desgracia, més que una sombra de lo que fue, pero, con la ayuda de los paises y alianzas que Dios me ha concedido, espero Tlevarlo a su antigua gloria”. Carlos V., Dieta de Worms, 1521. 186 FLORENCIO HUBENAK Documento 2 “Ya no durméis” ‘Todos los que militsis debajo desta bandera, ya no durméis, no durméis, pues no hay paz en la tierra. Ya como capitén fuerte quiso nuestro Dios morir, comencémosle a seguir, pues que le dimos la muerte, job, qué venturosa suerte se le siguié desta guerra! ‘Yano durméis, no duis, pues Dios falta de la tierra. Con grande contentamiento se offece a morir en cruz por darnos a todos luz con su grande sufrimiento ib, glorioso vencimiento! jh, dichosa aquesta guerra! ‘Yano durméis, no durméis, pues Dios falta de la tierra, No haya ningin cobarde, aventuremos la vida, pues no hay quien mejor guarde gue el que lo da por perdida. Pues Jess es nuestra guia yel premio de aquesta guerra, ya no durméis, no durméis, porque no hay paz en la tierra. Ofrezeémonos de veras motir por Cristo todas, yen las celestales bodas estaremos placenteras; sigamos estas banderas, pues Cristo va en delantera; no hay que temer, no durmdis, pues que no hay paz en la tierra. Documento 3 Santa Teresa de Jesiis (1515-1582) “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivia un hidalgo de los de lanza en astllero, adarga antigua, rocfn flaco y galgo corredor. Una olla de algo més vaca que ‘earnero, salpicén las mas noches, duelos y quebrantos los s&bados, lentejas los viernes, algdin palomino de afiadidura los domingos, consumfan las tres partes de su haci ida, El resto de ella conclufan sayo de velarte, a a ee HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE. 187 Jos veinte, y un mozo de campo y plaza, que asf ensillaba el rocin cum winaba la podadera. Frisaba Ia edad de nuestro hidalgo con los cincuenta afios; era de complexién recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran ‘madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenfa el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que este caso escriben; aunque por conjeturas verosimiles se deja en- tender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narracién de él no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estabs ocioso ~que eran los mAs del aio, ‘se daba 2 leer libros de caballerfa con tanta aficin y gusto, que olvid6 casi de todo punto el ejercicio de la ccaza, y aun la administracién de su hacienda; y lleg6 a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendi6 mu- cchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerfa en que leer,y asi, lev6 a su casa todos ‘cuantos pudo haber de ellos, y de todos ninguno le parecfa tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su prosa y aquellas entrincadas razones suyas le parecfan de perlas, y mas cuando egaba # leer aquellos requiebros y cartas de desafios, donde en muchas partes hallaba escrito: ‘La raz6n de la sinraz6n que a mi razén se hace, con tal manera mi raz6n enflaquece, que con raz6n me quejo de la vuestra fermosura’. Y también cuando lefa: ...los altos cielos que vuestra divinidad divinamente como las estrellas 08 fortifican, y 0s hacen merecedora del merecimiento que merece vuestra grandeza’. Con estas razones perdia el pobre caballero el juicio, y desvelébase por entenderlas y desentrafiarles e] sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mismo Arist6teles, si resucitara s6lo para ello...” Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, I, 1. Documento 4 “Muy presto serd contigo este negocio; por eso examina c6mo vives. Hoy es el hombre y mafiana no parece, En quiténdolo de los ojos se va la memoria. 10h, torpeza y dureza del coraz6n humano, que solamente piensa lo presente, sin cuidado de 1o porvenir! ‘Habfas de ordenarte en todo como si luego hubieses de morir. Si tuvieses buena conciencia, no temerfas mucho la muerte, Mejor serfa evitar los pecados que la muerte. Si hoy no ests preparado ,c6mo lo estarés mafiana? El dia de mafiana es incierto y qué sabes si amanecerés mafiana? Qué aprovecha vivir mucho cuando tan poco nos enmendamos? ‘La larga vida no siempre’ enmienda lo pasado; antes, muchas veces, afiade pecados. ;Ojalé hubiésemos vivido un dfa bien en este mundo! ‘Muchos cuentan los afios de su conversi6n, pero con frecuencia es poco el fruto de la enmienda. Si es temeroso el morir, puede ser que sea més peligroso el vivir mucho. ‘Bienaventurado el que tiene siempre la hora de su muerte ante sus oj0s, y se dispone cada dia a morir. Si viste moriralgn hombre, picusa que por aquclla carrera has de pasar. Cuando fuere de mafiana, pien- ‘sa que no llegards ala noche; y cuando fuere de noche no te atrevas a prometer ver la mafiana, porque muchos ‘mueren sébitamente. Por eso vive siempre prevenido y con tanta vigilancia que nunca la muerte te halle desapercibido, por- que Vendré el Hijo de la Virgen en la hora que no se piensa. ‘Cuando viniere aquella hora postrera, de otra manera comenzars a sentir de toda tu vida pasada, y mu- ccho dolerés de haber sido tan negligente y perezaso. {Cun bienaventurado y prudente es el que vive de tal manera, cual desea ser hallando en la hora dela muerte...!" ‘Toms de Kempis, Imitacién de Cristo, Cap. XXII. Documento 5 ‘Seftor, porque sé que habréis placer de la gran vitoria que nuestro Sefior me ha dado en mi viaje, vos cescribo ésta por la cual sabréis cémo en veinte dias pasé las Indias con la armada que los ilustrisimos Rey y Reina nuestros Sefiores me dieron, donde yo fallé muy muchas islas pobladas, con gente sin ndimero, y dellas todas he tomado posesi6n por sus Altezas con pregén y bandera real extendida, y no me fue contradicho. A la primera que yo fallé puse nombre San Salvador, a conmemoracién de su Alta Majestad, el cual maravillosa- ‘mente todo esto ha dado: los indios la Haman Guanahani. A la segunda puse nombre Ia isla de Santa Marfa de Concepci6n; ala tercera, Fernandina; a la cuarta la Isabela, ala quinta, isla Juana, ¢ asf a cada una nouibie nuevo. Cuando yo llegué a la Juana seguf la costa della a Poniente, y la fallé tan grande que pensé que seria 188 FLORENCIO HUBENAK por el dicho camino, pensando de non errar grandes ciudades ¢ villas; yal cabo de muchas leguat, visto que non habfa innovacién, y que la costa me ilevaba al Setentrién de adonde mi voluntad era contraria, porque el invierno era ya encamnado, yo tenfa propésito de hacer dél al austro, y también el viento medio adelante, deter- ‘miné de no aguardar otro tiempo, y volvé atrds fastas un sefialado punto de adonde envié dos hombres por la tierra para saber si habfa rey 0 grandes ciudades. Andovieron tres jornadas y hallaron infinitas poblaciones pequefias y gentes sin ntimero, mas non cosa de regimiento, por lo cual se volieron. Yo entendis harto de otros indios, que ya tenfa tomadas, como continnamente esta tierra ella isla. ¢ asf segu la costa della al Oriente ciento y siete leguas fasta donde facia fin; del cual cabo habia otra isla al Orien- te, distante desta diez ¢ ocho leguas, a la cual puse luego nombre la Espafiola; y fui alli, y seguf la parte del Setentri6n, asf como de la Juana, al Oriente ciento e setenta y ocho grandes leguas por via recta del Oriente, asi como la de Juana, a cual y todas las otras son fortisimas en demasiado grado, y ésta en extremo: en ella ‘hay muchos puertos en la costa de la mar sin comparaci6n de otros que yo sepa en eristianos, y fartos rfos y ‘buenos y geandes ques maravilla: las tierras dellas son altas y en ellas muy muchas sierras y montafias altsi- mas, sin comparacién de la isla de Cetrefrey, todas hermosisimas, de mil fechuras, y todas andables y llenas de drboles de mil maneras y alts, y parescen que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamés pierden la foja segin Io que puedo comprender, que los vi tan.verdes y tan fermosos como son por mayo en Espafia. Dellos estén flotidos, dellos con fruto, y dellos en otro término segiin es su calidad; y cantaba el ruisefior y otros ‘pjaros de mil maneras en el mes denoviembre por alif donde yo andaba. Hay palmas de seis o de ocho mane- as, ques admiracién verlas por la diformidad fermosa dellas; mas as{ como los otros fcboles e frutos e yerbas: cenclla hay pinares e maravilla, e hay campitias grandisimas, © hay miel, e de muchas maneras de aves y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales e hay gente inestimable nimero. ‘LaEspafiola es maravillosa: las sieras y las montafas y las vegas las campifias y las tierras son fermosas yy gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los ppuertos de Ia mar, aquf non habria creencia sin vista, y de los rfos muchos y grandes y buenas aguas: los més de los cuales traen oro. En los rboles y frutos y yerbas hay grandes diferencias de aquellas de la Juana; en éta hay muchas especies, y grandes minas de o70 y de otros metales. La gente de esta isla y de todas las otras ‘que he fallado y ha habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, asf como sus madres las paren, aunque algunas mujeres, se cobijan un solo lugar con una foja de yerba 0 una cosa de algodén que para ello hacen ellos. Non tienen ferro ni acero; armas, ni son para ello, non porque no sea gente bien dispuesta y de fermosa estatura, salvo que son muy temerosos a maravilla”. Martin Ferndndez de Navarrete. Colecci6n de los viajes y descubrimientos “.,jBlevad el espiritu o sapientisimos ancianos! Oid un nuevo descubjimiento. Recordsis que Col6n, el dela Liguria, estuvo en los campamentos instando a los Reyes acerca de recorrer pot los antipodas occidenta- les un nuevo hemisferio dela tierra; tenis que recordarlo: de ello se traté alguna ver con vosotras,y sin vuestrO ‘consejo, segiin yo creo, no acometié él la empresa. Este ha vuelto incélume, dice que ha encontrado cosas admirables, ostenta el oro como muestra de las minas de aquellas regiones; ha trafdo algodén y aromas, ya de forma oblonga, ya redonda, més penetrantes que la pimienta del Céucaso, que los produce naturalmente aque- lla tierra, ydrboles coccineos. Caminando desde Cédiz hacia Occidente cinco mil millas de pasos. Segtin afir- ‘ma, dio con muchas islas. Entre ellas ocup6 una, que asegura tiene mayor dmbito que toda Espafia. Encontr6 hombres contentos con lo de la naturaleza, desnudos, que se alimentan con comidas nativas y pan de raices de ciertos matorrales de palmitos, Ilenos de nudos, que ellos a su tiempo cubren con tierra, y entre nudo y nudos se forman tubérculos a modo de peras o calabacillas. Cuando estén maduros, los secan al sol, como nosotros Jos nabos y los rébanos; los parten, los trituran haciéndolos harina, los amasan, cuecen y cocen: a estos gl6bu- {os les llaman agies, Los demés érboles, cuya mayor parte dan de comer, son diversos de los nuestros. No crfa laisla cuadrépedo alguno, fuera de lagartos enormes, pero inofensivos, y cierta clase de pequefios conejos que se parecen a nuestras ratas. Esta raza tiene reyes, y unos mayores que otros: guerrean entre sf con hondas, con muy agudas cafas chamuscadas, y con arcos. Auunque van desnudos, hay entre ellos ambici6n de mando; y se ‘casan. Qué es lo que adoran fuera del Dios del cielo, atin no lo ha averiguado. Habiais dado a Col6n tres na- ves: la mayor la perdi6 en la costa de esa isla; se le estrell6 sobre una roca cubierta por las aguas y plana: con Jas otras dos menores ha vuelto. Dej6 en Ia isla treinta y ocho hombres que, mientras él regrese a ellos, exami- nen la naturaleza de los lugares; y ios recomend al reyezuelo de la provincia que recorri6, que se llama Guacanaril, desnudo también. Se prepara otra armada mayor y-volverd”. Pedro Mértir de Angleria, Carta CXXXIII al Conde Tendilla y al Arzobispo de Granada, fee eee a HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 189 Documento 6 Barcelona, 29 de mayo de 1493. “Primeramente, pues a Dios nuestro Seftor plugo por su santa misericordia descubrir las dichas islas y tierra firme al Rey y a la Reina nuestros Sefores, por industria del dicho don Crist6bal Colén, su Almirante, Visorrey y Gobernador dellas, el cual ha hecho relaci6n a Sus Altezas que las gentes que en ellas hallé pobla- das, conocié dellas ser gentes muy aparejadas para se convertir a nuestra santa fe catdlica, porque no tienen ninguna ley ni secta, de lo cual ha placido y place a Sus Altezas, porque en todo es raz6n que se haga princi- palmente respecto al servicio de Dios nuestro Sefior y ensalzamiento de nuestra santa fe catélica; por ende Sus ‘Altezas, deseando que nuestra santa fe cat6lica sea aumentada y crecida, mandan y encargan al dicho Almi- rante, Visorrey y Gobernador, que por todas las vias y maneras que pudiere, procure y trabaje a traer a los ‘moradores de las dichas islas y tiera firme a que se conviertan a nuestra santa fe cat6lica; y para ayudar a ello, cenvian allf al devoto padre Fray Buyl, juntamente con otros religiosos que el dicho Almirante consigo ha de Llevar, los cuales por mano e industria de los indios que acd vinieron, procuren que sean bien informados de as cosas de nuestra santa fe, pues ellos sabrén ya, y entenderdn mucho de nuestra lengua, y procurando de los instruir en ella lo mejor que se pueda; y porque esto mejor se puede poner en obra después que en buena hora alld sea llegada la Armada, procure y haga el dicho Almirante que todos los que en ella van y més fueren de aqut adelante, traten muy bien y amorosamente aos dichos indios, sin que les hagan enojo alguno y procu- rando que tengan los unos con los otros mucha conversaciGn y familiaridad, haciéndose las mejores obras que ser pueda; y asimismo el dicho Almirante les dé algunas dadivas graciosamente de lus cosas de mercadurias de Sus Altezas que lleva para el rescate y los honre mucho; y si caso fuere que alguna o algunas personas ‘rataren mal alos dichos indios en cualquiera manera que sea que el dicho Almirante, como Visorrey y Gober- nador de Sus Altezas, lo castigue mucho por virtud de los poderes de Sus Altezas que para ello leva. Femando e Isabel. Archivo General de Indias. 1, 192 y, tomo 30, p. 145 y tomo 38, p. 180. “aquellos notables se han tra{do a la memoria para sefialar el tiempo en que Colom lleg6 a la corte, en lo ‘cual yo hablo como testigo de vista, porque me hallé paje muchacho en el cerco de Granada y vi fundar la villa de Sancta Fe en aquel ejército, y después vi entrar en la ciudad de Granada al Rey y Reina Catblicos, cuando ‘se les entrog6, y vi echar los judios de Castilla y estuve en Barcelona, cuando fue herido el Rey, como he dicho; y vf allf venir al almirante don Christobal Colom, con los primeros indios que de estas partes alld fue~ ron en el primer viaje y descubrimiento. Asi que no hablo de ofdas en ninguna de estas cuatro cosas, sino de vista, aunque las escriba desde aqui, o mejor diciendo, recurtiendo « mis memorales desde el tiempo escritas en ellos...Seis indios llegaron con el primer almirante a la corte a Barcelona, cuando he dicho: y ellos de su propia voluntad y aconsejados, pidieron el bautismo, y los Reyes Catdlicos por su clemencia se lo mandaron dar; y juntamente con sus Altezas, el serenfsimo principe don Juan, su primogénito y heredero, fueron los pa- drinos. ¥ a un indio que era el principal de ellos, lamaron don Fernando de Aragén, el cual era natural de esta 1a Espafiola y pariente del rey 0 cacique Goacanagari. Y a otro llamaron don Juan de Castilla, y a los demés se les dieron otros nombres, como ellos pidieron o sus padrinos acordaron que se les diese, conforme ala Igle~ sia Cat6lica, Mas a aquel segundo que se Ilam6 don Juan de Castilla, quiso el principe para s{y que quedase en su real casa, y que fuese muy bien ratado y mirado como si fuera hijo de un caballero principal, a quien tuvie- ra mucho amor. ¥ lo mando adoctrinar y ensefiar en las cosas de nuestra santa fe, y dio encargo de él a su ‘mayordomo Patifio; al cual indio yo vi en estado que hablaba ya bien la lengua castellana, y después de dos afios muri6”, Gonzalo Fernéndez de Oviedo. Historia general, Il- VI, p. 69 ss. Documento 7 “De Jos titulos no legftimos por los que los bérbaros del Nuevo Mundo pudieron venir a poder de los espatioles”. “1, Los bérbaros indios antes de que los espafioles llegasen a ellos eran los duefios verdaderos en lo pa blico y privado. 2. Bl emperador no es Seftor de todo el mundo. 3. Elemperador, aunque fuera duefio del mun- do, no por ello podria ucupar las provincias de los bérbaros, instituir nuevos sefiores, deponer 2 los antiguos y cobrar tributos. 4. El pontifice noes sefior civil o temporal de todo e1 mundo, hablando con propiedad de do- ee 190 FLORENCIO HUBENAK Papa no tiene potestad alguna temporal sobre los salvajes indios ni sobre otros inficles. 8. A loa bérbaros, si no ‘quieren reconocer dominio alguno del Papa, no pot eso se les puede hacer guerra ni ocupar sus bienes. 9. Si los salvajes, antes de que oyeron la fe de Cristo, pecaron con pecado de infidetidad, por no creer en Cristo. 10. Qué se necesita para que la ignorancia pueda computarse a uno, y sea pecado o vencible. 11. Si los bérbaros ‘estén obligados a creer ante el primero que les anuncia la fe cristiana, de manera que pecan mortalmente no creyendo en el Evangelio de Cristo por su sencilla anunciacién,[...] 12. A los bérbaros, porque de forma sim- plese les anuncia y propone la fe y no quieren recibirla al punto, no pueden los espafioles por esta razén hacer- les guerra, ni actuar contra ellos por derecho de guerra. 13. Los birbaros, solicitados y advertidos para que escuchen pacificamente a los que hablan de la religiGn, si no lo quieren hacer, no se exctisan de pecado mortal. 14, Cudndo los bérbaros estén obligados a recibir la fe de Cristo bajo pena de pecado mortal. 15. Si hasta aho- a alos bérbaros se les ha propuesto y anunciado la fe cristiana de tal manera que estén obligados a creer bajo nuevo pecado, no est bastante claro, segéin el autor. 16. A los barbaros, porque se les haya anunciado proba ble y suficientemente la fe y se hayan negado a recibirla, no por ello, sin embargo, es licito perseguirlos con guerra y quitarles sus bienes. 17. Los principes cristianos no pueden, ni siquiera con la autoridad del Papa, reprimir a los barbaros por los pecados contra la ley natural, ni castigarles por raz6n de ello”. “De los titulos legitimos por los que pudierani venir los bérbaros a la obediencia de los espatfoles.” “El primer titulo puede denominarse de la sociedad y.comunicacién natural. Respecto a esto, sea la primera conclusiGn: los espafioles tienen derecho andar por aquellas provincias Y.permanecer allf; sin dafio alguno de los barbaros, sin que se les pueda prohibir por éstos. Se prueba: 1. Por ‘el derecho de gentes, que 0 es el derecho natural-o se deriva del derecho natural. Instituta 1, 2, 1: ‘lo que la raz6n natural establece entre todas las gentes o pueblos, se llama derecho de gente’. Pues en todas las nacio- nes se tiene por inhumano acoger mal a los huéspedes y extranjeros, sin causa especial alguna. Y, por el con- trario, por humanidad y cortesia, portarse bien con los huéspedes, a no ser que los extranjeros hicieren mal al Iegar a otras naciones. 2. All principio del mundo, como todas las cosas eran comunes, era Ifcito a cada uno isiginse y recorrer cualquier regi6n que quisiera. ¥ no se ve que esto st haya quitado por la division de las cosas. Pues nunca fue intencién de las gentes por tal division quitar la comunicacién de los hombres. 3. Se puede todo Jo que no esté prohibido o produce injuria a otros o es en detrimento de otros; es asf que, como suponemos, tal peregrinacién de los espatioles es sin injuria 0 dafio de los bérbaros; luego es lita. [...] 10. “Por derecho natural todas las cosas son comunes a todos, y el agua corriente y el mar, y los rfos y puertos; y las naves, por derecho de gentes, es Ifito atracarlas a ellos’ (Inst. 2, 1, 1-5) y por la misma razén se consi- deran paiblicas; luego a nadie puede prohibirse usar de ellas. De lo que se sigue que los bérbaros harfan inju rias a los espafioles, si se lo prohibieran en sus regiones. 11. Ellos admiten a todos los otros bérbaros de cual- 4uiera parte; luego harfan injurias no admitiendo a los espafioles. 12. Porque silos espatioles no pudieran andar entre ellos, esto seria por derecho natural, divino o humano. Por el natural 0 divino ciertamente se puede. Si, pues, hubiera una ley humana que lo prohibiera sin alguna causa de derecho natural y divino, serfa inhumano ‘yno racional y, en consecuencia, no tendrfa fuerza de ley. Otro titlo puede haher, a saber: la causa de la propagacicn de la religisn cristiana. Fn cuya favor, sea la primera conclusién: 16s cristianos tienen derecho a predicar y anunciar el Evangelio en las provincias bérba- ras, Esta conclusién es manifiesta, por aquello de predicad el Evangelio a todas las criaturas, y, también, la palabra del Seftor no esté presa (IT Ad Tim. 2, 9). En segundo lugar, se muestra por lo dicho. Porque si tienen el derecho de andar y comerciar entre ellos, pueden por lo tanto ensefiar Ia verdad a los que quieran oirla, sobre todo en Jo que atafie a la salvaci6n y la felicidad mucho més que en lo que atafte a cualquier disciplina ‘humana. Tercero, porque en otro caso, quedarfan fuera del estado de salvacién si no se permitiera alos cristia- ‘nos ira anunciarles el Evangelio. Cuarto, porque la correccién fratema es de derechg natural, como el amor, y ‘como todos ellos estén no s6lo en pecado sino fuera del estado de salvacién, por tanto corresponde a los cris- tianos corregirles y drigirles, y aun parece que estén obligados a ello. Quinto y tiltimo, porque son projimos, como arriba se ha dicho. Es asf que Dios manda a cada uno cuidar a su pr6jimo (Eccl. 17, 12); luego corres- ponde a los cristianos instrur a los ignorantes en las cosas divinas”, Fray Francisco de Vitoria, Relecciones, Primera, Sumario 2 y 9. Documento 8 “A don Carlos, Emperador de Romanos, Rey de Espafia, Sefior de las Indias y Nuevo Mundo, Francisco Lopez de Gomara. Clérigo. ‘Muy soberano Sefior: La mayor cosa después de la creacin del mundo, sacando la encarnacién y muer- HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 191 Attica y Asia. También se puede llamar nuevo por ser todas sus cosas diferentisimas de las del nuestro. Los animales en general, aunque son pocos en especie, son de otra manera; los peces del agua, las aves del aire, los ‘Arboles, frutas, hierbas y grano de la tierra, que no es pequefia consideraciGn del Criador, endo los elementos ‘una misma cosa allé y acd. Empero los hombres son como nosotros, fuera del color, que de otra manera bes- tias y monstruos serfan y no vendrfan, como vienen de Adén. Mas no tienen letras, ni moneda, ni bestias de ‘carga; cosas principalfsimas para la policia y vivienda del hombre; que ir desnudos, siendo la tierra caliente y falta de lana y lino, no es novedad. Y como no conocen al verdadero Dios y Sefior, estin en grandis dos de idolatrf, sacrificios de hombres vivos, comida de carne humana, habla con el diablo, sodomia, muche- Concilio de Trento (1545/1653) GUERRA DE LOS “TREINTA ANOS" (1618/48) ——> Tratado de WESTFALIA (1648)

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