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El Pacto de Dios Su excelencia y su desconocimiento Rev. F. van Deursen Pastor reformado Wezep (Paises Bajos) Traductor: Juan T. Sanz FUNDAGION EDITORIAL DE LITERATURA REFORMADA (FELIRE) Primera edicion: 1994 Segunda edicién: 2007 FUNDACION EDITORIAL DE LITERATURA REFORMADA STIGHTING UITGAVE REFORMATORISGHE BOEKEN Apartade 96018 - Oa060 Bare Espana Apartado 1053 = 2280 GB Rijswijk-2H Paises Bajos Portada: Sigal Yaar Depdsito legal: 8. 33.735 LS.B.N 905 311024 9 - 2001 Impraso en Romanyaé/Vails, S.A. Verdaguer, 1 - Gagellades (Barcelona) Printed in Spain INTRODUCCION iEl Pacto de Dios! No vamos a reflexionar sobre uno de los mil y un temas de los que la Biblia habla. El Pacto de Dios no es simplemente una parte de la teologia dogmatica, Tampeca ¢s5 el caballo de batalla de ciertos pastores, ni un tema de conversacién para los circulos biblicos sobre el que razonar tranquilamente. No; es la accidn y el efecto de pactar Dios con nosotros en nuestro Sefior Jesucristo. El Pacto da Dios 4s la base en que se asienta nuestra vida, y la atmosfera en que respiramos. Caminamos, nos sentamos, comemos, bebemos, dormimos, trabajamos, somes jovenes y nes hacemes viejos en esa actitud de compromiso para con Dios. Vivimos y morimos, y luego yacemos -quiza en nuestros sepulcros- como muertos que estan en una actitud de compromiso regiamentada y Sancionada para con Dios Todopoderasa. Las Sagradas Escrituras hablan de este Pacto desde 4l libro del Génesis al Apocalipsis. En las guardas de la antigua edicién de la Biblia neerlandesa, llamada «Siblia de los Estados», se lee este titulo tan sugerante: La Biblia, este es, foda fa Sagrada Escritura, conteniendo todes los litres candnicos dei Antiguo y Nuevo Testamento. Aqui la palabra testamento significa sencillamente pac- io. ¥ con ello las gquardas de dicha edicidn proporciona- ban inmediatamerte la vision exacta de la Biblia: La Sagrada Escri-tura es el Libro del Pacto de Dios con Su pueblo. Este es el asunte principal: Lo que Dios promete a Su pueblo en Su Pacto, lo que le ordena en ese Pacto y lo que |e amenaza con ese Pacto. Yo quisiera hacer ver alga de la excelencia de este Pacto, sobre todo teniendo como telén de fondo el des- conocimiento que del misma aun hoy encontramos en muches cristianos. Al sefalar en ellos ese descuide, pueden estar seguros que no lo hago desde un alto trono refor- mado. Con mucho gusto les reconoezca coma hermanos y hermanas en Jesucristo; pero es0 no quila que, por ejemplo, también se pueda aplicar al «movimiento evan- délico» de nuestro tiempo aquella observacion de la Sagrada Escritura: «Amados, no creais a toda espiritu, sino pro- bad Jos espiritus si son de Dios», 7 Jn. 4: 1. Capitulo | En primer lugar, pues, racordemos cémo Dios esta- bleciO Su Pacio con Abram y con nosotros. jAcaso nos pregunté cortésmente tante a Abraham como a nosotros si sentiamos algo hacia Su Pacto? -No; asi como tampo- co nos preguntd si deseabamos sar nifc o nifia al nacer. El, por asi decirlo, senciflamente nos impuso a Abraham y¥ a nosotros ese Pacio, Gomo un gran principe en el antiguo Oriente hacia con un vencido, al cual, sencilla- menta ¥ Sin preguntarle, la imponia soberanamente un pacto de vasallaje, asi hizo Dios también con Abraham y con nosotros. i Por cierto, Abraham yacia durmiendo cuando Dios cerro Su Pacto con él, como leemos en Génesis 15: «Mas a ia caida del sof sobrecogid ef suelo a Abram (...) En aquel dia hizo Jehovd un pacto con Abram...9, (vw 12-27) LY sucedié realmente con nosotros de manera muy distinta? -No; sencillamente nacimos an al Pacto de Dios, y quiza dormidos fuimos introducidos en fa iglesia o lu- gar de cultos para ser bautizados. Asi pues, asa relacion de pacto con Dios es un estado de cosas que Dios sen- cillamante ha dispuesto sobre nosotros, sin nosotros y Dara nosolras. Sin preguntarnos, puso sobre la vida de Abranam y sobre la nuestra la grandiosa cupula de Su Pacto de gracia. Muchos sevangélicos s¢ equivocan al respecto, y hacen y dicen como si nosotros debamos escoger «por el Se- fers; pero el plano Evangelio de gracia as la buena nue- Va que Dios escogid desde hace mucho tiempo para nosotras, El Evangelio funciona come un pacte y anun- cia el mensaje gozoso de que a Dios le ha placido, en Su amor insondable, estatlecer un Pacto de gracia; a como lo describié el apdostol Juan: eEn esto consiste af amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amd a nesotros, y envid a su Hijo en propiciacion por nuestros pecados«, 7 Jn, 4; 10. Pero, cuando vemos ese cardcter contractual del Evan- gelic, enseguida nos damos cuenta de que, por encima de todo, no podemos transmitirlo como una dulce supli- ca enla que Dios y Su Hijo, por asi decirlo, nos rueguen un amor correspondido de parte nuestra. Pues, como ya dije, el Pacto da Dios no sdélo consta de las mas glorio- 5a$ promesas de la gratia divina, sino que también con- liene mandatos; pero, sobre todo, no nos olvidemas da SUS amenazas de castigo. Algunas veces me pregunto si @8a8 promesas, mandatos y amenazas resuenan suficien- temente en las campafias de evangelizaci6n, que de vez en cuando s¢ suelen organizar. «|Tierra, tierra, Uarral oye la palabra de Jehove (..J No os angaféis; Dios no puede ser Dur- lado», Jen 22: 29 y Ga. 6 7, Como en la antigdedad un vasallo dabia honrar a su gran Duque, asi también nosotros, como cristiandad bautizada, debemnos cumplir y mantener el Pacto de Dios; porque la incredulidad es la revolucion. Capitulo Il Gon lo dicho hasta aqui, ya he dado paso aun segun- do punto que, en la historia del establecimiento del Pacto, quise indicar, a saber, que Dios, al establecer Su Pacta con Abraham, al mismo tiempo lo establecia con la des- cendencia de éste, la cual, como sabemos por la histo- ria biblica, abn no habia nacido. Por consiguiente, lsaac ya habia sido incluide e introducido en el Pacto de Dios mucho antes de su nacimiento. En efecto, Dios puso eal acento de Su compromiso con Abraham sobre todo el 6 pueblo de Israel adn no nacido entences. Coma también lo hizo Gon nosotros, cuando el Pacto de Dios fue exten- dido por la predicacién de los apdstoles, después del gran dia de Pentecostées, también hasta nuestros lejanos antepasados en la alin pagana Europa y desde ésta hasta todos los continentes: 7Y estableceré mi pacto entre Mi y tl, y tu des- cendencia despuds de ti) an sus generaciones, por pacto perpetua, para ser tu Dios, y ef de tu descendencia despuds de tie, Gn. 17: 7. ¥ la sefial y el sello de aquel Pacto los desed Dios ver marcados en un sitio muy elocuente de todos los cuer- pos de los jovenes israclitas, concratamente en su orga- no reproductor, Gon Io cual Dios el SENOR esclarecié ain mas, que El ponia Su mano en todo lo que en el camino de la procreacion procediere del israelita, Esto tue algo que el SENOR Dios no sélo puso en claro me- diante la circuncision, sino también con toda serie de sefales y sellos. Esto se manifiesta especialmente an el litre llamado Levitico; en el cual, de muchas y diversas maneras, Dios inculca a Su viejo pueblo: jVosotras sois Mi pueblo! |Vosotres me pertenecéis! |Vosotros estais del lado del Dios de la vidal ;Vosotras sois Mi pueblo santo! iSed, pues, santos y vivid también santamente! Esta era la leccién de la dieta especial de Israel (referente a ali- Mentes puros @ impuros), y del calendario especial de Israel con sus sabados, y de todos los preceptos res- pecto a toda clase de pureza de Israel. Por medio de todos estos preceptos el SENOR inculedé a Su pueblo, que El, mediante Su Pacio -por asi decirio- le habia le- vantado por encima de las olas mortales del Diablo y de la corrupcién, y le habia colocado sequro y feliz en la plataforma de Su gracia y de Sus promesas de vida. Pero, lamentablemente, jcuan desconocida as por muchos cristianos este grandiosoa hecho: que Dios, hace ya mu- chos siglos, establecid Su Pacto como una enorme cam- pana de cristal sobre sus ascendientes lejanos; que su bautisme les quiere confirmar y sellar que pertenecen al 7 pueblo de Dios; que Jesucristo, con Su sangre y Su Espiritu, les ha sido prometide solemnemente; y que, si Dios les mira, ve en sus frentes una seial roja: alli asta rociada la simbélica sangre de Jesucristo, como un sella o marchamo de que les esta permitido participar de toda Su obra redentora. Muchos se comportan no como aliados, sina coma incluseros o advenedizos. Dios les colocd en el bote salvavidas de Su Pacto, pero ellos viven como si adn flotaran en el mar del mundo come naufrages condena- dos a muerte. Paro con eso al mismo tiempo descono- cen que Dios les ha situado a ellos mismos junto con tedos sus hijos ya nacidos o alin por nacer, bajo el de- recho tanto de las exigencias de Su Pacto como de las sanciones de la maldicién del mismo. Yo noto este desconocimiento no solo en muchos “evangélicos=, sino también en muchos miembros de las iglesias grandes y establecidas. Tales cristianos hacen como si Dios aun debiera ocuparse previamente de cada uno de ellos; como si El no les hubiera ya santificado en sus antepasados, a lo cual yo califico como nuestra santificacion histérica, De ahi que también sean sensi- bles a prequnlas como; -»;'¥a has sido bautizado con el Espiritu? 4¥a te has decidido por Jesis?» Estas prequn- tas podria hacerlas un misionero a gentes paganas: para no encajan en, y serla impropio hacérselas a, hijos de padres y ascendientes creyentes an Cristo. Porque estas preguntas igneran teda la obra que ya hizo el Espiritu de Dios; y que El, a millones de todos los paises del mundo, ya les separdé, en los ijares de sus antepasades, da las garras del paganismo, les hizo par- ticipes del Pacto de Dios y les sumergid en la Palabra de Dios, y con allo en el salvifico conocimiento de Dios; o, como el apostol Pablo lo expresa en su carla a los Efesios: «Crista amd a la igiesia, y se entregd a si mismo a ella, para santificaria, habiéndola purificado en al lavamiento def agua por ta palabra», 5: 25-26, Este es nuestro «bautismo con el Espiritu Santo; nuestro ser sumergidos en Su Palabra; pues la Palabra de Dios, -ella «es» al Espiritu de Dios; o, mejor dicho: Su Voz. Donde suena la Palabra, alli habla el Espiritu, viene a decir al apdstol Juan: «... Las palabras que Yo (Jesus) os he habla- do, son Espiritu y son vida», Jn. @: 63, Cuando Jesucristo, segin Apocalipsis 2 y 3, dicta a sven siele cartas, todas ellas concluyen con estas pala- ras: El que tiene ofdo, ofga fo que ef Espiritu dice a las iglasias-. Por consiquiante, lo que Jesds les decia, lo decia el Espiritu. Anora pregunto a los lectores cristianos: ~No hamos sido sumergidos todos en ese lavamiento-del-agua-por- la-palabra? ©, si lo prefieren, gno hamas sido sumeargi- dos en ese lavamiento-del-Espiritu? (Pues bautizar indi- ca, a fin de cuentas, sumergir como en un bafe de re- ganeracion o purificacion). Recuerden por un momenta toda esa ensefianza en las Sagradas Escrituras, que el buen Espiritu de Dios ha hecho que se les diera desde Su noes gacaso no han sido ya bautizados por el Espi- rita’ Por eso es que también sea una observacién imperti- nente ¢ inadecuada cuando se afirma que en las iglesias se deberia hablar mucho mas acerca del Espiritu. Por- que donde esta la Palabra, alli esta el Espiritu. Pero tambien ésto es verdad: donde se amordaza a la Palabra, alli se apaga al Espiritu. No debemos hacer como si el Espiritu de Dios alin no se hubiera interesado mucho por nuestra parte del mundo an que vivimos. Esta es un desconaci- miento censurable de toda la obra que El ya hizo en la historia de nuestros respectivos paises y descendencias, Los cristianos que hagan eso, también son frecuente- mente enemigos de (lo que ahora calificaré} el bautismo de nifios. Eso podris serlo simplemente con que nie- gues que Dios establece Su Pacto con los creyentes y con su descendencia; y cuando te dejes guiar por el a individualismo que diguelve a toda la humanidad en un numero incentabla de hembres y mujeres independian- tes-los unos de los otros. Pero los llamades sindividuos» no existen; sencillamente, porque Dios no los ha creado. Cada hombre y mujer tienen un padre y una madre, cuatro abuelos y ocho bisabuelos..., y sobre esas generaciones Dios colocé la campana de cristal de Su Pacto, Este es el segundo punto que quise poner bajo la consideracion del lector; Que el Pacto de Dios es un- asurto-de-ganeraciones, da toda una serie de genera- clones, de antepasados, padres, hijos e incluso sus hijos aun por nacer en el afio 2000. En ese Su Pacto, Dios incluyé a muchos europeos, americanos, africanos, etc., a lo largo de los siglos. Por consiguiente, el desconocimiento o desprecio del Pacto de Dios es tan fatal también para nuestra visidn de la situacién del mundo. Pues, cuando no vemos la amplitud @ historia del Pacto de Dios, antonces también estamos ciegos para ver la iremenda ruptura y desercion del Pacte en la cristiandad moderna. Las campanas -evan- gélicas», por mas bienintencionadas que sean, a veces me causan una impresidn bastante ingenuamente opti- mista, porque no mencionan ese abandono masivo del Pact, y mucho menos anuncian la amenaza de la mal- dicién del Pacto de Dios sobre la cristiandad apdstata. Capitulo Il Ahora llego al punto tercero: La excelencia de la vida en el Pacto de Dios también es frecuentementa desco- nocida o despreciada, porque se produce una huida hacia teda clase de religiosidad-de-experiencias. Personas que pasan a una iglesia -evangélica» o pentecostal frecuenlemente se lamentan de la vida eclesial: -~iLas iglesias? Estas son un montén de gentes que han sobrevivido asi mismas. El tradicionalisma y el formalis- mo celebran fiesta, y la conciencia de comunidad fre- 19 cuentemente se ha perdido. Las teologias dominan la Palabra de Dios, y a veces reina alli una frialdad de pie- dra» -lerminan diciendo. i5e¢ puede comprender que entonces huyan las ove- jas del redil? Muchos ven un solo remedio a esos males en esto: -~jEl Espiritul Debe repetirse nuevamente «Pen- tecostés». Debemos ser bautizados con el Espiritu; en- lonces retornaran la certeza y el gozo de la fe. ;Vuelta al tiempo apastélico! Nuestras rauniones congregacionales y cultos dominicales también estén establecidas y se desenvuelven demasiado rigidamente, jUn culto de igle- sia debe «hacer» algo en ti! jAlgo debe «fluire del mis- mol» Seguro que nuestros lectores conocen esos razo- namientes. Pero, 450n realmente légicos? jOh!, no voy a negar que una ciarta sobriedad y rigidez calvinista tambidn nos ha jugado una mala pasada en los cultes. Una cierta medida de flexibilidad cultica tampoco es pecado. Pero en esto, como en todo, «probemos los espiritus, 1 Un. 4: 1. ,Todo esto es cierlamente segun el sentido y cri- terio del Espiritu Santo? Creo que aqui no estamos ante nuevos, sino ante fendmeanos e interrogantes muy antiguas. Nuestros lec- tores conocen la historia biblica y, por consiguiente, saben cuan frecuentemente Israel abandoné el Pacto de Dios. ZEn dénde, pues, encontré Israel su paz espiritual? Por- que, cuando un hombre ya no la encuentra mas en las promesas de Dios, ,debera buscar otra fuente de paz? iEn dénde, pues, la bused y la encontré Israel? -En una religiosidad dura y extraordinariamente movida y brillan- le: en una vivencia o experiencia religiosa. Ahora bien, los lectores comprenderan que una fiesta sacrificial en la que se ofrecia un nifo al dios Moloc gausaba mucha mas impresién y era mas conmovedora que el ofrecer um cordero en el templo de Jerusalén. Asi considerada, la vida en el Pacto de Dies era mucho mas sobria y normal que el culto a los dioses Baal y Molec. Debemos ver y distinguir profundamente esta diferen- cia. El israelita piadoso confiaba en las promesas de Dios, y vivia desde la alianza o alingamiente de Dies con W él. El israelita apéstata negaba que Dios se habia li- gado o compromatido con Israel, e intentaba por su parte «contentar a Dios» ofreciéndole una porciém de «religiosidad» mas o menos dura e impresionante. El primero encontraba su paz en las promesas de Dios, y el segundo hallaba su paz en su propia «experian- cla» religiosa, Ahora bien, esto mismo notamos tambien en los mis- ticos medievales. «Vivencia, una vivencia profunda»; de esto se tralaba para aquellos manjes y monjas en los conventos. Pero, da hecho, unos cuantos siglos mas tarda, también para los misticos reformados del siglo XVII se trataba de esa experiencia o vivencia religiosa profunda. Yome temo que el actual «movimiento evangélico= nos quiere mostrar una nueva variante de aquella «vivencla religiasas. Asi pues, s¢ oye decir: -La religién debe «hacerte« alga, un culto religioso debe «penetrartes, calar en ti, emocionarte, conmoverte. Sobre todo, un culto reli- gioso debe ser «cdlido=. Pero tengo la impresién de que en el «movimiento carismatico y pentecostal» debemos observar una moderna forma de la antigua emistica», Can lo cual quiero decir que, para su paz espiritual, muchos de ellos se apoyan en lo que per- sonalmente han experimentado en «vivenclas« religic- sas. Alo cual también podria calificar de «piedad fue- ta del Pacto de Dios, Semejante piedad fue y es, segin idea de muchos, «mas sensible», «mas calida» y, sobre todo, también «mas personal+, que el culto sobrio a Dios el SENOA, en el que un hombre como Pedra, incluso en el gran dia de Pentecostées, en absoluto la vemos estatico exponiendo unos «textos biblicos=, Realmente puedo comprender que fos cristianos que pasaron largos afios en una iglesia donde recibleron piedras por pan, se marcharan de ella y buscaran tal religiosidad vivencial, Pero debo afiadir, que ese no es el camino. El Gnico remedio para la iglesia y para el cristianismo ya fue pre- sentado en su dia por el profeta Isalas a su pueblo, cuando exclama: 12 «jA la ley y al testimonio! Sino dijeren con- forme a este, es que no jes ha amanecida-, is. 8 20. El culto religigoso de Dios y para Dios consiste en escuchar: «E/ que tiene aida, olga fa que ef Espiritu dice a Jas iglesiase: la Palabra dei Espiritu de Dios; de ella debemos depender todos. Esas Sagradas Escrituras que nes esté permitido poseer en blanco y negro; ésas son las que debemos leer; ésas son las que nos deben ser expuestas y predicadas; ésas son las que debemos creer y hacer. Porque la fa no es una experiencia poderosa del sentimiento {aun cuando también le pueda acompafiar), sing qué es una firme confianza que el Espiritu Sante Opera por el Evangelio en mi corazon. Por consiguiente, como iglesias refarmadas no em- prendames ninguna lucha de concurrencia o rivalidad con fas iglesias pentecostales respecto a la lilurgia de nues- iros cultos religiosos, pues entonces estarlamos inten- tande soldar hierro con barre. Por ejamplo, cultos en los qué predomine él canto, y a la predicacién solo se le dediquen diez minutos, serlan el anuncio del vacio de nuestras iglesias. Tampoco es preciso que los reformados envidian los Himnarios savangélicos, pues en ellos $e canta muy poco de Dios y de Sus obras asi como de una vida plena en Su Pacta, y demasiado del propio «yo» piadose que acapté a Jesis, en lugar de cantar lo contraria. Los reformados en sus cultos cantan no para calentar sus sentimientos religiosos, sino para alabar a su Dios y Padre, © para pedirle ayuda. Estimados lectores, soy un amigo y companero de todos los que humildemente aman y tamen a Dios nuestro SENOA -Salmo 119: 63-, y, en consecuencia, también lo soy de mis hermanos y herma- nas evangélicos que hacen tantas cosas buenas. Pero, cuando probamos los espiritus, debemos rechazar sin- ceramente el subjetivisme. Porque apoyarse en la prapia religiosidad es religiosidad caprichosa. Wéase Col. 2: 23. Es, pues, justo decir qua todo sentimianto y emocio- nes son contrabando? -jNaturaimente que nol Pienso que i3 si servimes al SENOR conforme a Su Palabra, todas las emaciones humanas vienen a estar en su justo lugar. Pues asi canté el salmista: «Canticos fueron para mi tus estatutos... mejor me es fa fey de tu boca que mililares de are ¥ plata... ;Cuda dulces son a mi paladar tus palabras! Mas que ja miel a mi boca», Sal, 119: 54, 72, 103. Los discipulos que iban camino de Emads reciben una explicacion biblica de un Extranjero desconecidoe, pero mas tarde reconocieron: eeNo andia nuestro corazdn en nosotros, mientras nos hablaba en ef camming, y cuando nes abria las Escrituras?#, Le, 24: 32. Este era mi tercer punto: despreciar el pacto de Dios por la religiosidad de vivencias. Capitulo IV Pero ain tengo un cuarto punto. Comencé recordando qué la Palabra de Dios, desde la primera a la ultima pagina, es el Libra del Pacto. Cada palabra de las Sagradas Escrituras esta determinada y coloreada por el Pacto de Dios. En el mundo de la Bi- blia, el introducir cambios en el texte de un compromisa normal era considerado algo escandaloso. Cuando un tratado llegaba a ser ratificado, no se le afladia ni se le quitaba nada al documenta. Hacer embrollos con el tex- to de un compromise o pacto era Considerado como ruplura del mismo. Esto, como es natural, también podia decirse -inclusa con mayor razan- respecto al Pacto de Dios. Por esa Israel comprendiéd muy bien que Moisés hablara lenguaje 14 de pacto, cuando en Deuteronomio 4: 2, dijera como compromisario del SENOR: «No afiadirais a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéls los mandamientos de Jehova vuestro Dios que yo os ordeno«. Comparese Dt. 12: 32, El sablo Agur hizo oir la misma amonestacién: «No afiadas a Sus palabras», «No afiadas nada a Sus dispo- siciones del Pacto» (a los diez mandamientos), No intro- ducir cambios arbitrarios a las determinaciones de ben- dicidn o de castigo expresadas por Dios. Consiltese Proverbios 30; 6. Este respeto nos incumbe a nosotros tenerlo mucho mas hacia las Sagradas Escrituras una vez que éstas ya estin completas. Si las leemos tal y como sea nos ofre- cen -como el Documento del Antiguo y Nuevo Pacto de Dios-, entonces escuchamos un sonido contractual en la reconvencién con qué terminan: e¥o lestifica a todo aque! que oye las palabras de Ja profecia de este fibro: Si alguna afadiese a esias cosas, Dios traera sobre él! las plagas que estan escritas en este libro, ¥ si alguna quitare de las palabras del libro de esta profe- cia, Dios quilara su parte del fibro de Ja vida, y da la sania ciudad y de las cosas que estan escritas en este libro», Ap. 22: 18-19, También pertenece a la excelancia del Pacto de Dios lo que confesamos en el arliculo siete de la Confesion de Fe Belga (y de los Paises Bajos}, puesto que alli se repile lo que atestigua la Palabra de Dios: “Craemos, que esta Santa Escrifura contiene de un mode completo fa voluntad de Dios (a), ¥ que todo fo que ef hombre esta obligado a creer para ser Salvo $8 ensefia suficientemen- te en alia (a). Pues, ya que toda forma de 15 culo que Dios exige de nosotros se halla allt excalentamenta dascrita, asi no las es permi- tide a fos Hombres, aunque incluso sean Apos- toles, ensefiar de ofra manera qué como aho- fa sé nos ensefa por Ja Sagrada Escritura; es mas, ni aunque fuera un angel del cielo (bl), como dice el apdésto! Pablo (Gd. 1: 8). Por- que, coma esta vedado afadir algo a fa Pala- bra de Dios (bj, o disminuir algo de ella (Dt. 4: 2; 72: 32; 30: 6; Ap. 22: 19), asi de ahi se evidencia realmente, que su doctrina es perfectisima y completa en todas sus formas (c). Tampoco asta permitida igualar jos ascri- fos de ningun hombre -a pesar de Jo santos que Aayan sida foj- con las Divinas Escritu- ras, oi la costumbre (2) con la Verdad de Dios (oues la werdad esta sobre todas las cosas (0), nie! gran numero, antigdedad y sucesidn de adades o de personas (g}, ni los concilies, decretos o resoluciones (hj; porque todos jos hombres son de suyo mentirosos y mas va- nos que fa misma vanidad (i), Por tanto, re- chazamos de todo corazén todo lo que no concuerda con esta regia infalible (i), segun nos ensefaron fos Apdéstoles, diclendo: Pro- bad los espiritus si san de Dios (k) (T Jn. 4: 1), Asimismo: Si alguna viene a vosotras, y no trae esta docirina, no lo racibdis en casa () (2 din. 10). i 3: 1617, 1 Pe, 1: 10-92. fb} Pr. 30: 6; Ga. 3:15; Ap. 22: : 2) Hoh, 26: 22; Ao, 16: 4; 5 Nae Heh. 20: 27; Jn. 3) Ga. 1: 6 y 11; f Co. 15 4: 25 y 15: 15. (d) 1 Ti. 31. ig) 1 dn. 2: 1918, * ) 2 Ti. 2: 14) Mt. 17: fe, &: 20; ert Sats Be Blow ee ic de 1. th 2 din. 10, Tormade dat libro «Craemos ¥ confesames=, Ed, FELIAe, Apdo. Postal 1083, 2280 CB AWSWIJK-ZH, Polses Bajos), 16 Si nos limitamos al desconocimiento despreciativo del Pacto de Dios, entonces también nos podemeos recordar del peligro de los afiadidos caprichosos a la Palabra de Dios. A este respecto y para empezar, pocemos pensar an Io que toda clase de tealogias y filosofias han apar- tado a lo largo de los siglos. Y en nuestro tiempo la crilica a las Escrituras se ha introducido hasta en las iglesias que siempre fueron ortodoxas. Pero atin se puede guitar o afadir de otra manera a las Escrituras, Por ejemplo, Lutero tuyo que sufrir mucho con sectarios que surgian afirmando tener «revelaciones« que habian recibido «del Espiritus, con independancia de la Palabra. Por tanto, tengamos muy en cuenta la recamendaci6n de Agur y las Ultimas palabras de las Sagradas Escrituras: jNinguna afadidura arbitraria al Documento del Antiguo y Nuevo Testamento! Las Sagradas Escrituras estan cerradas y concluidas, seguin se dice en Apocalipsis 22: 18-19. Por eso ni no- sotras ni los tedloges tenemos derecho a afadir otros capitulos a la ultima Revelacién, por mas que éstos con SU pensamiento puedan ir mas lejos de lo que Dios nos permite, sequin fos limites qua ha pueste en las Escritu- fas a nuestro entendimiento acerca de El mismo. Pero, a este raspecto, también podemos mirar en otra direccién, donde se nos dice: -«j(Debemos volver al tiem- po apostolicoly Anteriormente ya racordaba este llama- miento. Pero, ges verdad? ;Debemos volver a recibir hombres y mujeres en las iglesias, que puedan hacer caer muerto a alguien, como hizo Pedro con Ananias y Safira?, Hoch. &. ~Debemos quitar la vista, coma Pablo hiza con Elimas, el mago?, Hoch. 13, ,;Debemos tener visiones, como Pablo?, Heh. 21. zGebemos hablar en lenguas?, 2 Go. 12, Pero, zpor qué han de ser posibles astas cosas, pera no apdostoles nuevos, con muchas car- tas apostélicas (como ocurre entre los «apostdlicose)? No; yo pienso que nos debemos percatar muy profun- damenta, que los afios 30 al 70, después de Cristo, for- maron una época unica en la historia de la salvacion. Fue el periodo del singular y Gnico sufrir y morir de Jess, de Su unica y singular resurreccién y ascension, 1 £4 alguien se le ocurre ponerse a orar por una repeticidn del Gélgota? Pero, gpor qué orar por una repeticién de Pentecostés? Jesus vino, y marché; una sola vez. ¥ el Espiritu de Jesus vino; una sola vez; y permanece para siempre como Representante permanente de Jesus. Léase Jn. 14: 16 y ss. ¥ como la permanencia de Jess en la tierra fue ro- deada de un gran numero de sefiales milagrosas irrepelibles -pues ahora ya no son resucitados otros Lazaros-, asi la iffapetiolé venida del Espiritu de Dios a la tierra ha sido enmarcada con schales irrepetibles, ¥ asi el Espiritu ins- pird a los irrepetibles Apostoles para completar la Pala- bra de Dios con sus escrites apostélicos. Nosotros no somos apdéstoles. ¥, mirdndalo bien, in- cluso no somos testigas dé Cristo, porque nunca le vi- mas nile oimos. Nosotros creemos en El, sobre la base del testimonio de los Doce, quienes le vieron y oyeron durante tres afios, hasta incluso después de Su resu- treccion. Por eso contrastamos convenientemente el uso de las Escrituras de nuestros colegas cristianos del movimiento “evangélico», Pues quien no lee la Palabra de Dios camo el Documenta dal Antiguo y Nuavo Pacto de Dios, la lee ligéramente como una coleccién de relates bonilos que und 4 und pueden servirnes de provecha, sin reparar en 6l lugar de cada historia en el gran tode de la Asteria de Ja salvacion; y, sabre todo, pasande de largo el caracter unico @ irrepetiple del tiempo apostélico. Por consiguiente, si necesitamos una cosa, ésa es realmente un estudio sdlida de las Sagradas Escrituras, una ensefanza fundamental de la Palabra de Dios en nuestros cultos y una lectura fiel y constante de la Bi- blia en nuestras casas. Entonces hacemos lo que nues- tro Sefer Jesucristo dijo em Sus siete cartas: El que tiene oda, oiga fo que el Espirity dice 4 Jag igigsiag». 18 Capitulo V Finalmente, echande una mirada a tode lo dicho has- ta aqui, deseo a nuestros lectores que el Espiritu de Dios quiera abrir mucho sus ojos a la excelencia del Pacto de la gracia de Dios, el cual esta como una béve- da grandiosa sobre sus abuelos y bisabuelos, en algdin lugar en sus sepulcros; sobre usted y sobre sus hijos, aqui en el pais de los vivos; si, incluso sobre hijos no- nacidos en el siglo XXI, si para ese tiampo nuestro Sefor Jesucristo aun no ha vuelto. En ese Pacto, en esa relacién para con Dios nos esta permitide vivir y morir. Ella nos promete direccién glorio- sa y real, proteccién en esta vida, perdén de nuestros pecados, purificacion de nuestros corazones y vidas por Su Espiritu Santa, y, luego, come coherederos de Jesu- cristo, al nueve cielo an la tierra, y gozar de paz plena con la iglesia de tades los siglos. Pero ese mismo Pacto nos convoca a servir a nuestro Rey y Padre con todo nuestro corazén y con todas nues- tras fuerzas. ¥, en caso contrario, ese glorioso Pacto de gracia nos conmina con la maldicién eterna, Pero eso sera por propia culpa, pues Dios es amor. iEl es el Salvador mas amante! see ¥. para terminar, me parece bien hacerlo con unas palabras de oro tomadas de un clasico formulario de la Santa Cena: «Para confirmamoas en ese Pacto de gracia, el Sefor Jesus, en su ditima cena, tomd el pan y habienda dado gracias, lo partid y dio a@ sus discipulos, diciendo: «Tomad, comed; esio es mi cuerpo que por vosotras es parti- do; haced esto en memoria de miu, Asimis- mo, desoues de la cena, tomo Ja copa y, ha- biendo dado gracias, les dio, diciendo: «Be- bed de ella todos. Porque ésia copa es el nuevo Pacto en mi sangre; la cual es derra- mada por vosolras y por muchos para remi- sida de pecados; haced esto todas Jas veces gue la bebiereis en memoria de mi» (a) En consecuensia, jJesucristo instituyd el Sacramento de la Cena, “para hacemos creer firmemente que perte- necemos a este Pacto de Gracia”! fa) 1 Go, 11 y dal libro -Decentemente y con orden=, Ed. FELIAc, Apdo. Postal 1059. 2280 CB RIJSWIJK-ZH, Palses Bajos). 20

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