You are on page 1of 140
it, 3 TA PLUSVALIA BADE OLOGICA: ludovico silva LUDOVICO SILVA, Venezalan Nacié en Coracas en 1937, Fi 2 los aos de 1954 y 196 realiz6 viajes y estudies por di versos paises evrepeos y omer! cones, En diorios y revistas dal Venezvela y dal extraniera ha desarrallnds Inbor como ensayis- ta literario, y ha sido Sacretaria, General del Atenea de Caracas, de cuyn revista Papales fue cofuns dader. A su labor literstia uni postericrmante la investigacién fie loséfica. Es gradvada con /a men cién Summa Cum Loude en tiloso~ fia en la Universidad Central dey” Venezuela. Coma posta ha publi coco Tenebro 1964) ¥ Boom! (Carec prologa || de Thomas Merton}; como ensa- " COLECCION AVANCE yiste ha publicods, oporte del & : presente volumen, los libros: So- : - bre ef sociolismo ¥ los intelecua~ les [Coracas, Barbara, 1970), Teoria y practica de la ideologia jMéxico, | Nuesiro Tiempo, 19711, El estilo literario de Marx (México, Salo XXI, 1971), Vicente Gorbasi y la modernidad podtica (Universidad de Corabo. bo, 1974), Marx y Ia alienaclén (Coracas, Mente Avila, 1974], De Ie uno a fo otre |Ensayos filosdtica-literarios|, publicado también por Ediciones de | la Biblioteca en sy Coleccién Temas, asi como también Anti-manval para |/ uso de marxistes, marxélogor y morxionos, que edité Monte Avila en 1978. Obras tuyas han sido vertidas al italiane y al olemdn, Actual- mente ejerce f es docentes en la Escvela de Filosofia de Io ULC. TERCERA EDICION LUDOVICO SILVA , IDEOLOGICA PROLOGO DE JUAN NUNO Coleccién Avance Kiel reer EDICIONES DE LA BIBLIOTECA 3 0 UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA Diagramacion: ViLMA VARGAS La conciencia es ya de antemano un produc- to social, y lo seguird siendo mientras existan Seres humanos. Kart Marx Fr | Bl bloqueo politico y social de Ia concie la explotacién inmaterial, es ia condiciéa Primera edicion: agosto 1970 qW4_Non para que continie la explotacién Segunda edicibn: marzo 1975 material... EI peso relativo de la superes- Tercera edicién: marzo 1977 tructura ha aumentado con el auge de la in. | dustria de la comciencia. HANS Macnus Enxzenspeacrn ine Negar no es el opuesta de consiruir, sino de afirmar el orden existente. Leszek KoLAKOWSKI Si el mundo es su mercado, déjenos manejar el globo. The Imterwational Bank of Califormia (Mensaje publicitario) Copyright 1977 by Ediciones de ta Biblioteca de Ia Universida Central de Venezuela PROLOGO “Today. the ideology is in the process of production itself**. H. Marcuse Quine, uno de los més destacados representantes del empirismo légico, esa corriente terapéutico-filosdfica a la que Marcuse trata de “sadomasnquismo académico”, segura que ‘ideologia’ es una “mala palabra’, esto es, tino de esos tétminos que necesitan un buen sentide, cuando no un proceso clarificatorio. Si acaso se intentase dnicamente la tarea de fijar el aleance (extensional ¢ intensional) del témino, se come- teria el error metodoldgico (por lo demas, corriente en el empitismo Iégico) de dar por supuesto que los térmi- Mes tenen un valor auténomo, desligado del contexto histérico-social de su produccién y de su uso, y que, por tonsiguiente, basta con desarrollar una tarea de indaga- eién semantica para dejar establecido su significado o, al menos, apuntar hacia la zona de referencia, Tritase, en neral, del error metodolégico subyacente en toda ten- ficia contemporinea estructuralista (marxista o no) y que se catacteriza por desdefiar sin pruebas el aporte del nivel diaeténico para concentrarse exclusivamente en la interpretacién horizontal de términos y textos, De los varios méritos que posee la obra de Ludovico Silva sobre Ja plusvalia ideoldgica, no es el menor haber sabido evitar la trampa analitico-estructural por cuanto” ha dotado-al estudio del concepto marxista de ‘ideologia’ de una dimensién histérico-dialéctica que forma la parte] mis documentada y extensa de la obra (capitulos I al TV). Lo fundamental en esa primera y metddica parte reside en Ja acumulacién y sintesis de datos y en el recur- so a@ la caracterizacién negativa del problema relative Jas actuales dimensiones del concepto en estudio. Sirve lo primero para desarrollar una visién no s6lo documen- tada sino organizada de la arqueologia del concepto, pero es, sobre todo, el segundo aspecto ¢l que resulta excep- cionalmente til para el planteamiento contempordneo de cualquier problema de naturaleza ideolégica. Es muy probable que Marcuse fuera el primero en darse cuenta) de la necesidad de un recurso negativo para atacar lo: estudios sociales cuyo anélisis se lleve a cabo con cate- gorias marxistas. “Contemporary industrial civilization —sostuvo en El hombre tunidimensional— demonstrat that it has reached the stage at whieh ‘the free society’ can no longer be adequately defined in the traditional terms of economic, political and intellectual liberties. . . New modes of realization are needed corresponding t the new capabilities of society. Such new modes cai be indicated only in negative terms because they woul amount to the negation of the prevailing modes’. En tre esas nuevas modalidades de comprensién de la so- natal (en lo individual) y cultural (en la sociedad) con fines de perturbacién del sistema capitalista, i he Tee El_“‘constructo intelectual” de plusvalia ideoldgi- tm, creado por Ludovico Silva, trata _de describir una situaci6n_y de denunciar las consecuencias que de_ |la_se_derivan. Lo que encubre la plussalia ideoldgica es lo que Adorno Ilamaria “industria cultural", propia le las sociedades avanzadas; industria que tiende al control masivo de las conciencias mediante procedi- mientos tecnolégicos de difusién de ideas. Lo que Lu- aiica Silve apices al_ estudio de setmejante mecanismo productor de una determinada cultura es el_esquema Marsists de Te Teoria del valor’ i, en-el orden de las oducciones materiales, la base penerativa del capita ibe el ratgen_de Benefc, «patie dl de Beneficio, ya partir de] _cual_se produce la _explotacién “material _y Ja enajenacién social, wiiso_(c el racmamieno de Siva), eh prea cultural,_que ha_pasado a sor una expresién industrial autosuficiente, ha de registratse él cortespondiente fe- nomeno de plusvalia, En tanto montaje en paralelo, la , cmersco te —Ledovleo Silva es inobjetable; sin | embargo, una vex admitido como plan de trabajo, es menester llevar el esfuerzo descriptivo hasta el final para desmontar con todo detalle el mecanismo de pro- _ duccién de la plusvalia en el campo ideoldgico, Que Ges a, ROS a EA thay ne fa cortespandiente a “plusvalia ideoldgica”’, en_tant f ae ‘ais does oncreto productor de férmino neégaiivo (segan Ta expresiénmarcusiana) Ale Ha Aen ii Te la mas ve, matted POF: el si ogra We cnmpreTaT a de la < 7 le motivo de: a) Exigit una labor de especializa- con cultural miltiple que, en sus formas particulares, ya ha venido siendo desarrollada o por Ja llamada Es- cucla de Frankfurt o por Marcuse, desde los propios del hombre a partir-de una situacion opresiva, a_saber, “pemistente, sistemitico y creciente condicionamient 9 Estados Unidos; b) Cumplir con un objetivo mis amplio: la elaboracién de una teorla general de la ideologla, terreno no cultivado dentro de la sociologia marxista.! En el marco del tratamiento teorético general, Sil- va concentra la descripcién del objetivo. mismo de la plusvalfa ideolégica en “fortalecer y enriquecer el ca’ ital ideolégico del capitalismo; capital que, a su vez, ene como finalidad proteger_y preservar el” capital T innegable que, vista asi, la plusvalia idealégica se presenta a la vez como la excrecencia na- tural del see bisico y como el recurso sobre- impuesto por dicho capitalismo para lograr una mejor difision aceptacién 4 la cocente a quienes de- nden del sistema, Esto ¢3: ‘Ta plusvalia ideolégica juivaldria al control_autorregulador que ha generado el capitalismo én el plano dels falsas_representaciones sociales, con lo cual economiza tiempo y recursos mediante el procedimiento clasico del cortocitcuito en el sistema, En vez de tener praxis social explota i conjunto de ideas que Ja_encubran_ y_racionalicen, au- tonomiza de una yez por todas al conjunto de_repre- sentaciones (cultura) con que esconde sus _accionés Jo dota de_un motor reproductor de imdgenes a rs de _que la sociedad y cada hombre acepten la Practica de un _ sistema opresie. En cierto sentido, una teoria de Ja plusvalia ideolégica supone el reconocimiento de un triunfo notable por parte del sistema capitalista. Porque, en efecto, como Silva no deja de observar, “el 1. Silva reconoce que La Ideologia Alemana es el punto de Partide para semejante tarea teorética, pero resulta evi. dente que un trabajo a fondo no puede queédarse en la tan académica fase hermentutica del marzismo clasico, 10 tapitalismo, a través del control de las comunicaciones masivas y de la ‘industria cultural’, se apodera de una buena parte de Ia mentalidad de los hombres...": es tle creer que precisamente por no querer reconocer ese aspecto “'positivo’’ del control capitalista de la cultura, las doctrinas oficialistas, simplistas y esquematicas del marxismo, plenas de esa matchita vocacién de catastto- fismo que les ha hecho predecir periédicamente el inexo- rable fercdmbe de un sistema que sigue en pie mis firme que nunca, hayan resultado incapaces para lev tat urta_teoria_de Ja plusvalia ideolégica como la que Silva_aqui ne, Pero es asimismo evidente que la exigencia minima de objetividad cientifica reside en el reconocimiento de una realidad y no en el oculta- miento de la misma con fines de propaganda seudo- optimista. Pues bien: es ciertamente un hecho que las sociedades capitalistas, unidas a un gran sistema (im- perialismo) o formando subsistemas locales (mercados comunes), dominan ideolégicamente e incrementan su poderio material justamente a través de semejante do- minio ideolégico. Su denuncia es tanto mis necesaria cuanto que negarse a verlo o reducir su importancia fon actitudes que equivalen, en el fondo, a afianzar alin m&s ese dominio, haciéndole el juego, Sélo el en- frentamiento directo y critico de la fuerza mixtificante de la superideologia burguesa podra quebrar no el sis- tema capitalista (error de ciertas posiciones tacticas ver- balistas como las “chinistas’), sino la ciega, fatalista mecinica confianza de los partidos sedicentes revo- lucionarios, los cuales por no evaluar en su real me- ida al enemigo, o se han convertido en pasivos neo- tristianos de unas catacumbas socialistas, mis o menos tlandestinas, en la espera del inevitable Reino de la Revolucién, o comienzan ésta voluntaristamente, sin ll ton ni son, por donde menos puede producirse, para terminar, en cualquier caso, por practicar “‘objetivamen- te", una politica ad maiorem sistematis gloviam. +k La parte mejor trabajada y mas significativa del ensayo de Ludovico Silva es la metodolégica en su doble vertiente: de critica general al método de inves- tigacién marxista y de proposiciones especificas para la constitucién de una teoria general de la plusvalia ideolégica. Dedica Silva una buena parte de su obra a ctiticar el reificado concepto epistemoligico marxista de ‘reflejo', que presupone, por un lado, una lectura parcial y deformante de Marx y, por otra, un meca- nismo interpretativa que le ha hecho. mucho dafio a la gnoseologia marxista. En su lugar, propone Silva aceptac la mas esclarecedora nocién marxista de ‘ex- presion’, la cual obliga, en consecuencia, a trasladar todo el peso interpretativo al nivel del desciframiento de las correspondientes realidades. Si la superestructu- ta (cultura) fuese un ‘reflejo’, uno no tendrfa, en efecto, sino que limitarse a mirar en el espejo cultural pata saber qué imagen aparece en él procedente de la tealidad social. Si, por el contrario, esa misma realidad, sobreimpuesta a 1a estructura, estd constituida por ex- presiones ocultantes y deformantes de aqueélla, su es- cudrifiador tendria que hacer algo mas que echar una mirada al espejo magico: se vera obligado a levantar todo un método de interpretacién en profundidad que permita sacar a la luz y reconstruic las realidades ori- ginarias, deformadas por la ideologia, Es lo gue Ricoeur (en su altamente recomendable ensayo sobre Freud, titulado precisamente Sobre fa interpretacidn’) catacte- tiza como exercice du sopcon. Cualquier escuela de la 12 tospecha ha de partir del secelo que le inspire una supuesta realidad dada, bien sea la conciencia ivi- dual o la social. El mismo Ricoeur califica de “maestros de la sospecha” a Marx, Nietzsche y Freud,? porque tuvieron Ja decisién de comenzar por considerar a la conciencia en conjunto como “alsa” conciencia; ‘ con lo cual, Jos tres se vieron obligados a desarrollar un método de desciframiento que sitva a la vez para rom- per Ja estructura aparente de Ja (falsa) conciencia y mostrar el proceso de formacién de esa misma falaz presentacién de la conciencia, Armado del método hermenéutico, Silva penetra en el corazén del marxismo doctrinario ain no elevada a fijo y rigido sistema. Y si acaso alguien, acostumbra- do al vicio de las citas internas, necesita de alguna co- froboracién directa, puede tranguilizar su buena (y, oe ende, falsa) conciencia marxista con la doble e insespechable referencia de Marx, por un lado, y de Lenin, por otto. Para el primero, en su prefacio a la primera edicién de Ef estat no cabia Ja menor duda de que el objetivo formal cientifico de la doctrina del valor consistia tnicamente en “sevelar la ley econémica del movimiento de la sociedad moderna”. Sin mas. Lo ica que: 1) Marx no vacilaba respecto al ca- afdntica de su método; 2) Marx no limitaba dieha capacidad reveladora al orden inferior o “estruc- tural”, sino que la hacia extensiva a todo él conjunto ile la sociedad. Tal y como pretende hacer Silva con su 2 Que Silva también registra en su obra, aun a nivel des- igual, pera con la intencifin metodolégica de encontrar el trazo de unién entre Freud y Marx para aprovechar del primero los recur: I velar los m de la plu alia ideolégiea en el indiv: stulacién de una “teoria general de la plusvalia ideo- ica". En cuanto a Lenin, las cosas atin estan dichas mas clara y directamente. En su articulo de 1894, titula- do Quiénes son los “amigos del pueblo” » edmo luchan contra los soctaldemdcratas, expone ovil ha de ser el “objetivo directo" de toda investigacién marxista: “po- ner al desnudo todas las formas del antagonismo y de la ‘explotacién...". Ahora bien: una de esas formas y, en nuestra época, la decisiva, ¢s ciertamente la mix- tificaci6n idealégica. Poner al desnudo su maquinaria de constitucién y su capacidad de persistencia equivale a desarrollar la teoria correspondiente y, con ello, le- vantar el acta de acusacién, ee % El Marcuse de Oue-dimensional man asevera que las sociedades industriales avanzadas no han hecho sino introyectar las relaciones de dominio y de _explotacidn la_conciencia individual. Ese término, tan grifico y psicologizante, viene en ayuda de la proposicién espe- cifica de Ludovico Silva por lo que respecta a Ia cons: titucién de un metodo directs para detectar la oculta plusvalia ideolégica en la conciencia del individuo. Asi como la economia reyela el fendmeno, no menos ocul- to, de la otra plusvalia, Silva sostiene que ha de ser el psicoanilisis cl que permita revelar el fondo de falsifi- cacién. ideolégica que el capitalismo imperialista ha for- mado y mantiene represivamente en la conciencia de cada hombre. Con ello, hetmana Ludovico Silva esos “métodos de sospecha’’ que ya Ricoeur hace cinco afios postulate como paralelos, El procedimiento le permite a Silva obtener un resultado de capital importancia en la construccién de su teoria: [a condicién de estado pre- consciente, con el que opera y se afirma la penetracién ideolégico-cultural, pudiendo asi afirmar que “la base 14 de sustentacién ideoldgica del capitalismo imperialista fe encuentra en forma preconsciente en el hombre me- iia de ¢sta sociedad”. Las consecuencias son relevan- tes: 2) La maquinaria propagandistica del capitalisme fe apoya én el refuerzo original de las capas no inter- pretadas de la conciencia y tiende a sumergirlas, a re- primis, cscurecerlas ain mols -(procedimiento de a int : a _la_ termi elo fe mac puiiana);? b) La labor ideologizante (= falsificadora y sistemdtica) se Heva a Ghee wera, pudiendo decirse entonces que se trata de una falsa concientiza- «lén exterior a la conciencia misma. Es lo Silva denonhina, en un esfuerzo por sactificar también en el altar reflexolégico, “condicionamiento de la concien- cia", De esta manera, todo el trabajo mixtificador del tapitalismo se concentra en Ja nivelacién de los dos planos: el superior o cultural con el inferior o de rela clones materiales, La importancia de esta segunda con- fecuencia es obvia: seguir considerando a la ideologia buirguesa como un “reflejo”, separado e invertido, de {a infraestructura, obliga a relacionarla, por un lado, y 4 ponerla “derecha’’, por otro, perdiendo asi el tiempo ei un falso problema y, lo gue es r, haciéndole el Juego al sistema capitalista, acu lo que ende_es twaclar en vez de distinguir. jo que se trata, en- fonces, ¢s de operar eI corte entre lo que se produce materialmente y lo que se crea excedentemente y se “introyecta” en la conciencia como si fuera su propio y fatucal producto, cuando se trata, en verdad, de una ‘Por eso Lowenthal (citado por Silva en mds de unasocasién) pudo acufiar la expresién "psicoandlisis al revés' para describir uno de los medios masivos de informacién indus- trial: la televisidn, 15 ie ll falsa imagen levantada a partir de aquel producto. pri- mero, utilizado, explotado y deformado, No es de extrafiac que los “idedlogos" burgueses (tipo Raymond Aron, tan repetido) hayan podido ha- blar, no sin cierta razon, del fin de las ideologias. Cier- to, en un sentido: en tanto sistemas de transformacién y justificacién aparte del sistema socioecondmice, pero engendrados por éste, tienden a desaparecer ya qui se integran en la vida social y en la mentalidad indivi- dual a fravés de la via de penetracién cultural. Esto es: mediante el proceso de reificacin de los productas culturales, propio de toda plusvalia ideoldgica, ha lo- grado el capitalismo reproducir el modelo por excelen- cia de toda mediacién: algo asi como la eristiantizacié del sistema. La ideologia (Dios) se ha hecho hombre, encamindose en la conciencia del ciudadano (oyente, espectador, lector) para, en tanto productor, y productor enganiado, sacrificarlo en la cruz de la masificante aliena- cién. Lo mejor de todo es el caracter paraddjico qu asume el producto final del sistema. Por una parte, desaparece la ideologia cn cuanto que legra esconderse detr’s del naturalismo de cada conciencia y dentro de I; aceptada artificialidad de cada producto cultural; por ot lado, sin embargo, la sociedad entera se torna ideoldaie encencdida por dentro, desvergonzadamente transparent segura de no ser vista en su fealdad por haber feild ant a quienes pudieran contemplarla desde unas irreal afueras. Sociedad [ena de sagas, consignas, frases hech temas, modas, aseveraciones universales que revelan grado de composicién ideoldgica aleanzado gracias al Fer meno de la creciente plusvalia. Lo que tienen de saludable, en principio, las paradoja €s que crean la crisis que obliga a buscar salida a la o tradiccién revelada, Marcuse denuncia, por ejemplo, | 16 incoherencia existente entre la ticionalieets people del capitalis la pretendida tacionalidad con que el sistema bare Bae para sobrevivir. Por su parte, Ludovico diva ha encontrado y 0 de manifiesto la contradic- cidn se registra entre la explotacién material, produc- tora de capital, y la explotacién ideolégica, productora de consumo He capital, Sélo que en la medida en que aumente la explotacién ideolégica (y desarrolle las leyes propias de una Tintmica mercantil) chocari con las exigencias y 8 tuciones de la produccién matecial o de base, No se ra ile cllo que bastaria con esperar el surgimiento del punto le muptura provocado por la tension denunciada; aun suponiendo que Iegue histéricamente, siempre podrd ser sbsorbido por el sistema, a pesér de subsistir la contra- Wiccién. De lo que se trata es de organizac la critica interna ile un sistema doblemente viciado: en la base, por la Jotacién Econémica, y en Ja conciencia de sus integran- im, por la explotacién ideolégica. Korsch decia en su Karl Marx que “la forma cientifica del oscurecimiento de la plotacién de ta fuerza de trabajo como mercancia es la bros politica’’. Al aplicar el esquema critico de Korsch Al trabajo de Ludovico Silva, habria que decir que la forma flentifica del oscurecimiento, mucho mis grave, de la fxplotucién de Ja conciencia, se lleva a cabo a través de fa plusvalia ideoldgica, cuyo principal producto bien Piiliera ser denominado Filosofia. Juan NuXo Taracas, mayo, 1970. aS 2 NOTA DEL AUTOR A pesar de pertenecer a un contexto que no parece ser muy poético, el vocablo ideclogia cumple con uno tle los rasgos que Mallarmé consideraba intrinsecamente icos: ¢s un vocablo priiadtico. La palabra, cuando eu en situacién poética, irradia significados en ilitecciones, se expande luminosamente I adquiere una a ecié extrafia de precisién, opuesta a recisién del When cientifico: la poesia aspica deliberadamente a la fuultivocidad. Pero no toda palabra multivoca es por ello ica; especialmente, si multivocidad equivale en ella a ivocidad. El carkcter prismitico del vocablo ideolagia ede de su equivocidad, su radical ambigitedad. Por malhadado azar histérico se le ocurriria a Destutt de forjar ese vocablo contrahecho, hiperfilosGfico, que ede producie sino confusién, y por qué no se le oeurrié inventar una palabra que por su sola composicién Wuibria evitado nueve décimas partes de la equivocidad en feo la otra; por qué no inventé la palabra IDOLO- a1A, compuesto de idola y Jogos, en vez de unir arti- Ticialmente los dos vocablos mis problematicos de la his- tora: idea y logos? gNo habia dejado Francis Bacon, desde los tiempos del~Renacimiento y como critica de la ideo- logia medieval, su célebre teoria de los jdola, que es una Hols de Jos. prejuicos? te pores oe ro ya no hay remedio. El vocablo ¢s moneda torriente y, queramos o no, hay que contar con él. Pero 19 Li Z pee Mee Tasedt incontrovertible. Este libro trata de demostrar conste algo: el lector del presente volumen deberd siem- pre leec entre lineas, cada yez que nombremos a la ided- logia, esta otra palabra: idalologéa, que a pesar de su tarta- mudeo de vocales y consonantes, remite a un plexo de problemas especificos. Se trata, en el fondo, de hacer lo. misme gue hizo Bacon en su_hora: eritica de los idolos. © lo que Marx hizo: critica de los feticbes, que el modo capitalista de produccién logra engendrar en nuestro psiquismo, por debajo de la conciencia; fetiches que actian en nosotros al medo de capataces interiorés, y que son Tos meédiadores de la mis_gigantesca cxplotacién: la explota- cién de Ta conciencia, 6 mejar, Ty explotacién de la energta psiquica, Dijo Marx que todo cuanto acontece en el mundo ~ material histérico se reproduce fielmente en la ideologia 2 de los hombres. El hecho de que la explotacién material se ha reproducido con creces en el nivel ideolégico es hoy jue esta explotacién inmaterial —destinada a preservar el orden material existente, claro esti— conserva el componente especifico de la produccién capitalista: la plusvalia, Una. plasvalia ideolésica que prtoducimos_con nuestra fuerza de_trabajo_psiqui bajo psiquica convertida también mercancia, y que_va_a_engrosar el capital ideoldgico del imperial De este problema, que he querido bautizar con ¢' nombre de plusvalia ideolégica, se ocupa el ultima y mas extenso capitulo de este libro. El resto de los capitulos tiene un caracter mds 0 menos hermenéutico, y st labor ha sido fa de desbrozar el camino para Ja constitucién de una teoria general de ta ideologia, uno de cuyos puntos ——tan sélo uno— es el de la plusvalia ideoldgica. Hay, pues, muchas piginas dedicadas al andlisis detallado de textos clisicos o recientes —Marx, Engels, Sartre, Adorno, Althusser, Marcuse, Ortega...—, procusando leerlos ori- ginariamente, repensindolos con entera libertad critica. 20 El libro se me ocurrié a ralz de asistir simultinea- mente a dos seminarios en la Universidad Central: uno, en la Escuela de Filosofia, dedicado a Sartre y guiado por el profesor Federico Riu, a quien debo agradecer sugeren- clas y criticas muy valiosas; el otro, cn Ja Escuela de His- foria, dedicado a las relaciones entre Historia y Sociologia y dirigido por el socidlogo alemin Heinz Rudolf Sonatag, fiyo lalante controversial me obligé en mas de una ocasion 4 rectificar puntos y afinar conceptas. Debe, igualmente, aynidecer a Victoria Duno, cuyo profundo conocimiento de Sartre y de los problemas de la ideologia en el marxis- mo, me obviaron muchos pasos importantes en el curso we la investigacién, Al profesor Juan Nufio y a su saga ciudad critica debo la correccién y el ajuste de algunas atticulaciones esenciales en [a elaboracién del concepto central del vohumen. Al profesor Guillermo Pérez Enciso tadezco una lectura implacable de estas paginas; y, nalmente, digo lo propio de las observaciones hechas por imi mujer. Naturalmente, los defectos en la armadura del volu- fen que hayan persistido de tan valiosa colaboracién, son ile mi entera responsabilidad Lupovico SILVA NOTA A LA SEGUNDA EDICION Divina letra: la segunda edicién, Para un escritor ve- nezolano, eso es algo como pan con miel, o labio con teta, si es que hay alguien que encuentre algo mis sabroso. Yo no estoy, a estas alturas, totalmente de acuerdo con este libro. Me parece algo exagerado. Pero. bien se decia desde tiempos antiguos que la verdad consistia en una exageracién. Hay quienes lo han con- siderado verdadero, o al menos recomendable, como es el caso de muchos estudiantes universitarios. Yo no soy quién pata meterme en estos asuntos, que mas que a mi conci¢rnen a mis lectores. Sdlo tengo que decir aqui que no me arrepiento de nada cuanto esté escrito, asi esté Ileno de errores. Uno ha nacido para equivocarse, y quien no se equivaca es un malnacido. Al lector nuevo debo advertirle que lo que aqui esta bien dicho, mejor lo esté aan en mi volumen Teoria y practica de la ideologia, editado en México por Nuestro Tiempo en 1971 (2* ed., 1974), Me refiero sélo a ciertos conceptos. De resto, no me queda mas que desearles paz y belleza a mis tranquilos y discretos lectores, Gracias, Amén, Eu AuToR Primavera de 1975. I NAPOLEON Y LOS IDEOLOGOS Crest A Vidéologie, 4 cette ténébteuse metaphysique, quien cherchant aye subtilité les causes premiéres veut sur ces bases fonder la législation des peu- ples, au lieux d'appropier les lois A la connaissance du coeur humain et aux lecons de l'histoire, qu'il faut attcibuer toutes Jes malheurs de notre belle France. NaPoLeon No le dedicaremos especial importancia en este libro Jos origenes del vocablo “ideologia’. Partimos del hecho me su sentido definitivo se encuentra en las obras de undadores del marxismo, cuyas proposiciones habri eontrastar con Ja realidad de nuestro siglo XX, cosa que haremos en el capitulo final del presente volumen. Jo nos interesaran los origenes del vocablo en cuanto i 3 de sus usos primeros han determinado en medida los diversos usos posteriores; muy especial- Jos usos equivocados, probable, y asi lo aseguran autores especia- sobre este tema —como K. Mannheim y Hans que fue Destutt_de T: 836) el creadi pai fue creada como desi filoséfica destinada @ formar la base de ncias. Esta ciencia es la science des idées, libro (Bruselas, 1826, I, 3). resencia del equivoco en los del vocablo. Destutt consideraba a Con- el verdadero fundador de esa ciencia; pero fa hecho sino desarrollar Ja proposicién ia cual hay que estudiar y Aescrbie al observa y des- 25 he cribe un objeto de la naturaleza, un mineral_o una planta, at Para Destutt, la ideologia es nada menos que wad partel de la zoologia. “Opina —dice Barth— que el examen de} las facultades mentales del hombre solamente puede ser it realizado mediante un método —precisamente la ideolo Bia— que wo necesita tener en cuenta ninguna idea re gloid, sino que procede, sin contemplaciones, a la manera de las ciencias naturales, y no conoce limite”. “Ni ell origen metafisico de Ja naturaleza y del hombre, ni caricter ético-religioso de éste, son objeto de investiga y conocimientos cientificos"'. Tales caracteristicas, que las de un naturalismo a ultranza, son el primer sinto’ de la fuente de equivocos en que habria de constitu con el tiempa, el tema de la “Tdeologia’* Después Destutt, el vocablo fue usado por Napoledn en un senti distinto, El régimen autocrético del emperador cteyd co veniente utilizar la palabra para manifestar desdén todes aquellos que asumen —como escribe Barth— actitud tedrica que no concuerda con la realidad, es deci con Ia realidad polftico-social". Sin embargo, Bonapart consideraba mas que nadie a la ideologia como algo creto, porque de otro modo no la hubiera perseguida encono. Modernamente, Spengler ha expresado al respects cosas andlogas a las de Napoledn, y ha descrito al idedlogy como hombre separado de la prictica. “El idedlogo —di Spengler—, con sus principios y sus programas, pertene a la historia de la literatura; no a otra. La historia pronuncia su juicio; y este juicio no refuta al idedlog sino que lo deja abandonado a si mismo, con todos § 1. Sobre Destutt de Tracy, creador del vocablo fdéolg, opinaba Marx en estos crudos términos: "El ladivo D répresenta «él cretinismo burgués en toda su beati (BI Capital, Fondo de Cultura Econdmica, 4* ed., Ménh 1966, vol. Il, p. 434 Bepicntcs (Spengler, La decadencta de Occidente, Il, a; cf. Barth, op. cif, p. 9). Si aludimos a los origenes de la palabra “Ideologia’’, m exclusivamente con la intencién de plantear el hecho ile la multivocidad que ha acompafiado al desafortunado vociblo desde sus propios origenes. Es curiaso, por ejem- , que su creador, Destutt de Tracy, descartara de los Objetivos de la Ideologia la consideracién de “las ideas Weligiosas”; precisamente fueron las “ideas, o represen- litiones de este tipo, uno de los componentes bisicos y eae de lo que luego llamé Marx “Ideologia’; al de la critica feuerbachiana de la religién, uno de los os lineamientos del concepto de “alienacién tuvo en Marx a propésito de la “alienacién religiosa’’, Miperacién mediante el ateismo “es el advenimiento adel Aumanismo tedrico” (cf, J. D. Gaccla Bacca, lWMianiimo ledrico, practico y positive segin Marx, Fondo ) Cultura Eeonémica, México, 1965, p. 16), Pero mis emante atin que el sefialamiento de esta inicial poliva- ii de la “Ideologia", nos parece el paso dado por 4 Warth al incluir es su libro sobre la Ideologia un @ wcerca de “la teorja de los idolos de Bacon y pretacién anticlerical pet Helvetius y Holbach’’ ‘fl, pp. 29-62). No entraremos a considerar fecunda intuicién de Barth. Tan slo consig- las analogias que se nos ocurren al pensar en Marx: lo que pata Bacon fueron los idala, eso logia para Marx, lo que para Bacon fue la win inductiva, eso fue para Marx la concepcién | tle Ia sociedad; Jo que para Bacon fue la nweva fa Marx la critica de la Economia Polf- la “fetichizacién” de que habla Marx, ble a la idolizacién que, segiin Bacon, carac- Vieja filosofia? Los “fetiches” que produce la 27 alienacién del trabajo, sno tienen su parentesco sanguin y lineal con los “idolos" que produce Ja alienacién reli- giosa? No sera posible, por tiltimo, encerrar todas estas analogias dentro del concepto unitaria de slienacidw ideo- Iépica? Ya Mannheim habia sefialado la importancia d estudiar a Bacon en relacién al tema de la ideologia. Lo dice claramente: “La teoria de Bacon de los idola puede) set considerada, hasta cierto punto, como precursors de la moderna concepcién de la ideologia, Los fdalay eran fantssmas Q preconcepeiones, y, tal como nosotros los conocemos, idolos de Ja tribu, de Ja caverna, del foro y del teatro. Todos éstos son fuentes de error, derivados: algunas veces de la naturaleza humana misma; otras, de los individuos particulares. ‘También pueden ser atribuidos a la sociedad o a Ja tradicién. En algunos casos constituyen obstaculos para el conocimiento de la verdad" (ddealagia’ y Utopia, ed. Aguilar, Madrid, 1958, pp. 119-120). La distincién entre fdeologia y ciencia, que es hoy uno de los puntos neuralgicos de la teorfa de la ideologia, también se halla en Bacon, Véase lo que afirma en el pardgrafo XXXVI del Nevwen Organsm: Los idolos y nociones falsas que estin ahora en posesiém del entendimiento humano y hondamente afirmados eo 41, no solamente lo Henan de tal modo que es dificil abrir paso a la verdad, sino que aun después de hsher cedida el paso hacia ella, se pondrin delante otra vex y le serviran de estorbo en Ia renovacidn misma de las ciencias, a menos que el hombre, advertido contra ellos, se haga tan fuerte como le sea posible. (Naw Organum, XXXVII, ed, Losada, Buenos Aires, 1961, p. 83). Nunca se ha notedo con suficiente vigor que la obi de Bacon constituye propiamente una critica radical de 28 la Meologii medieval. Su critica es muy semejante a la apie hace Marx de la ideologia alemana. Bacon no cri iticaba tales 0 cuales formulaciones tedricas tle lu Edad Media, sino la bare misma de sustentsctén ideoldgica del pensamiento medieval, centrada en la prio- vidud de la fe sobre Ja razén y en Ia amctoritas. Era la ideo- Jople religiosa, verdadera concepcién del mundo de la Yidad Media, lo que Bacon criticaba, Y lo hacia en nombre tle la verdad y de la ciencia empirica, experimental: ya no se trata de deducir la realidad’ toda a partir de un uxioma o principio “dado” (auge de 1a silogistica), sino le establecer la induccién como verdadero método de la ciencia: la induccién, razonamiento probabilistico que se ebtiene a partir de los datos sensibles y la observacién. Tul era, en sustancia, la nweva ciencia. Y la critica a la Meologia del viejo método asume en Bacon todas las taracteristicas polémicas: hablart asi de la “basura ¢sco- Tistica”, etc. Otro punto de primera importancia en la teoria de los Afola es entender el fenémeno ideolégico coma un lenguaje impuesto a los hombres. Veremos, a lo largo ile este libro, cémo 1a misma interpretacidn se da en Marx, y cimo en el siglo xx no puede explicarse la ideologia ino como un lenguaje impuesto, sobre todo, por los medios eomunicacién, Marx diré que la ideolopia es “expre- Y fAusdewck) de las relaciones materiales; y para ser mic tiene que ser /engwaje,; aunque sdlo sea en tilidad de lo que Freud Hama restos verbales o restos winémicos (cf. cap. V de este volurmen). Bacon dice tex- (walmente: Hay también otros idolos provenientes, por decitlo asi, del pacto y asociaciin del género humane entre si, a los cuales Jos del fore, a causa del comercio. y consorcio 29 de los hombres. Ahora bien, los hombres se asocian mediante la palabra, y como las palabras estin impuestas segdn la soncepcién del vulgo, de ahi que esta falsa ¢ impropia imposicién de palabras viene a destruir de mil maneras el entendimienta (...), Ahora bien, Ins palabras fuerzan el entendimiento y Jo perturban todo, y llevan por ende a los hombres a mil controversias y fantasias sin contenido alguna. (Ibid., XLII, p. 86). Bacon se equivocaba: esas fantasias sf tienen un contenido, que les viene suministrado por el hecho de ser expresiones de la estructura social, Pero ya es bastante haber caracterizado a Ja ideologia como un lenguaje impuesto, hipdtesis que tendremos oportunidad de probar abundantemente. Hubiera tenido la ‘‘ideologia" un naci« miento mas afortunado si, siguiendo la tradicién de Bacon, se la hubiera Hamado #4. , nombre mucho! mis apropiado que el de “ideologia”, que desafortunada- mente tenemos que usar. “Ideologia" arrastra las nociones de “idea” y de “logos’’ que, unidas, asumen un cardcter de equivocidad extrema, por su excesiva carga filosdfica: pricticamente la filosofia ha estado siempre centrada ea esas dos palabras, Y a Destutt se le ocurrié unirlas en mala hora para designar la ciencia de [as ideas, como si las ideas fuesen objetos observables en In cabeza practi- cando en ella una viviseccién, Es muy posible que el significado despectivo del términd (que ¢s el mis cercano a la significacién marxista, del mismo) provenga del uso que le dio Napoledn, revit- tiéndolo contra los miembros del Inssitwt National, entre ellos Destutt. Napoleén veia, por supuesto, mucho mis claro que aquellos idedlogos: Napoleda se enfrentaba a la prictica y veia claro en ella, Veia, asi que aquellos “cien- 30 iificos de las ideas” no eran otra cosa que fantaseadores fominticos, vastagos de una Ilustracién separaba el ‘undo de las ideas del mundo de las relaciones materiales. Napoledn vefa que aquella “ideologia’” tenia cl sentido tico de defender los intereses dé la Ilustracién en fontra de los intereses del Imperio. Y era artidario, asi, ile conservar los principios religiosos, pues él sabia parley famente que Ja religin es un principio de cohesién de las fuereas sociales: intuia el verdadero sentido de la ideo- Jogla, ese sentido que Althusser ha caracterizado metafé- fieamente al decir que 1a ideclogia es algo asi como un “(emento” que unifica —para bien o para mal— las fuerzas sociales y Hena sus intersticios.? Napoledn vio por mera vez —como ya lo habia avizorado Bacon— que ideologia no puede ser una “ciencia” de ideas, sino mis Iien wn sistema de creencias: creencias en los principios feligiosos, los principios juridicos del stafss, los principios lvicos y_estéticos. Por eso decia Napoledn agudamente que Ia religién cs “el misterio del orden social”, misterio s, claro estd,, comviente conservar como tal fs proteger esterases materiales del Imperio, Vinculd, ademas, la WWeologia a la metafisica, cuando expresé ante el Consejo ie Estado en 1812: Crest 4 V'idéologie, & cette ténébreuse metaphysique, qui en cherchant avec subtilité les causes premiéres veut sur cts, 4 Dice Althusser exactamente: “Para comprender su forma de presetcia mas general, cs necesario considerar que la ideologia se desliza en. Seah Jas Fae a edi ae ee 63 Como una especie de cemento de natural poeiaseaure el aa la cohesién de los hombres 2 sus papeles, a sus fusciones y a sus relaciones sociales” (cf. "Sobre el concepto de ideologia", en Polénica sobre miwcimo y bumairmo, ed, Siglo XX1, México, 1968, p. 180). SE bases fonder Ja législation des peuples, au lieux d'appropier Jes lois a la connaissance du coeur humain et aux lecons de Thisteire, qu'il faut attribuer toutes les malheurs de notee belle France (citado en Barth, op, cit, p. 24). Veia Napoleén con toda claridad lo que posterior- mente sistematiz6 Marx, a saber: que /e seeps de los idedlogos es explicar la historia por las ideas, y no las ideas por la bittoria. Los idedlogos, dice, no siguen las lecciones de la historia, sino que quieren que la historia se adapte a sus ideas. Es exactamente el reproche de Marx a los filésofos e historiadores alemanes, expresado ‘con abundancia en La Idealogia Alemana. Es el reproche a la Ilustracién y a su reina Razén ae como dirt Engels mas tarde (Del Socialitma utépico al Socialismo cientifico, 1), “no eta mas que el reino idealizado de fa burguesia’; “I: justicia eterna vino a tomar cuerpo en la justicia burguesa, la igualdad se redujo a la igualdad burguesa ante la ley”, etc, (Marx-Engels, Obras Escogidas, ed. Progreso, Masea, 1966, v. II, p. 114). La lucha de Napoleén se configura” asi como una lucha contra el Aistorieisina de los idedlagos. Se da, pues, la paradoja de que Napoleon, politicamente mis conservador que aquellos idedlogos, sabia mucho mejor lo que era Ia ideologia, pues lo sabia por la practica. Asi, los idedlogos, que eran revolucionarios, pretendian realizar una refotma de la educacién, una renovacién uni- versitaria, basados en Ja ideologia; pero fue el conservador Napoleén quien logré unificar los diversos colepios e instituciones superiores en una especie de monopolia edu- cacional. Como lo ha expresado Darcy Ribeiro, “la univer- sidad emergente de la Revolucién fue sdlo un sistema de escuelas superiores integtadas dentro de un vasta monoy lio educacional creado por Napoleén en 1806-1808, con el propdsita de unificar politicamente y uniformizar cul- Be furulmente a Francia” (La wniversidad wecesaria, ed. Ga- lema, Buenos Aires, 1967, pp. 20-21). Asi nacié la “ideologia”: tormentosamente, como un wemillero de equivocos, El esfuerzo de Marx seri poner tin poco de orden en el asunto, y veremos que no lo con- ‘gue del todo, al menos en Jo que respecta a la “ideolo- pa, i a pesar de haber descrito los elementos funda- tmentales para una teorla de la ideologfa, dejé algunos puntos incompletos, o sdlo pergefiados. Y atin hoy en dia #! asunto esta lejos de ser aclarado, y peea mis que funca los miltiples usos y la equivocidad del vocablo, que jetsa no existirian si a Destutt no se le hubiese ocurrido forjar tal vocablo de esta manera; si se hubiese hablado desde cl comienzo de idofologia, este vocablo habria remi- fide de una vez a una realidad precisa: el sistema de repre- Miliones, creencias, valores que, como veremos, son im- Jiiestos de modo no consciente al hombre al entrar en las felaciones de produccién sociales, y que funcionan en él tomo fdolos (Marx dird fetiches), no como fdeas. Il MARX, ENGELS Y LA IDEOLOGIA Erase una vez un hombre listo al que le dio por pensar que los hombres se hunden en el agua y s¢ ahogan simple- , mente porque se dejan Ilevar de fa det de lat gravedad. .. Marx _INTRODUCCION de ideologia en los fundadores del marxis- iversos grados de complejidad. Es i flit de antemano, como paso previo a la clasificacién ps grados de complejidad, que este concepto es uno menos precisos y unfvocos que figuran en las obras tx y Engels. No quiere decirse que no haya en Engels los elementos necesatios para constituir foso concepto de “ideologia”’; a nucstro juicio, ementos existen. En todo caso, hay en la obra de y Engels —y particularmente en esas prodigiosas yas de juventud que constituyen los primeros capi- La Ideologia Alemana (1845)— dos tipos de ntos que obligan a una severa y detallada reflexion menudo se elude: por una parte, alli estin los bisicos para constituir una feoria general de la por la otra, conceptos-matrices aptos para ser lidos aplicando instrumentos tedticos propios de tiempo. Siempre seré preciso no olvidar que ellos ‘Martx— concentraron sus esfuerzos en el de la estructura econdmica de Ja sociedad capi- _¥ que sus observaciones sobre eso que ellos mismos ‘superestructura ideolégica’’ son —salvo con- iones— aisladas y dispersas anotaciones hechas Mir en cartas, en psreadaies de obras inconclusas, en al margen. Marx y Engels observan a menudo of rece —_—— se - a? en sus escritos que la superestructura “se levanta" sob Ja estructura econémica; pero en ningdn sitio, que se mos, explican detalladamente ef proceso de génesis €sa supefestructura, ni su constitucién misma. La me prueba de que esto es asi la tenemos en una declaraci epistolar de Engels, fechada en Londres el dia 14 julio de 1893, en la que textualmente dice: | Falta, ademas, un solo punto, en el que, por lo general ni Marx ni yo hemos hecho bastante bincapit en naest etcrites, por lo que la culpa nos corresponde a todos igual. En fo que mis nosotros insistiamos —y no podia por menos de hacerlo asi— cra en derivar de los hed econdmicos bdsicos las ideas politicas, jurfdicas, etc, y actos condicionados por ellas. ¥ al proceder de esta mane el contenido nos hacia olvidar Ja forma, es decir, ef proces de génesis de estas ideas, etc. Con ello proporcionamos nuestros adversarios un buen pretexto para sus errores tergiversaciones (Carta de Engels a F. Mehring, julio de 1893; Marx-Engels, Qbrat Ercogidar, ed, cit., v, II, p. 502) ne Sobre esta importante declaracién de Engels inexplicablemente ha pasado inadvertida para es cond taristas— volveremos mas adelante, sobre todo para su rayar el fragmento que a ella sigue. Queriamos aho! notar tan slo que, de acuerdo a lo expresado por e propio Engels, Jos fundadores del marxismo descuidaron lt explicacién de la génesis de la superestructures ideal giea, y esta es una de las razones de peso que existen pa comprender Ja diversidad de las actuales interpretacion 9 usos del vocablo “‘ideologia"’ —entre ellos, el que haci Sartre, Hecha esta advertencia previa, trataremos a con: tinuacién de enumerar, lo mas sintéticamente posible, la! 38 jones, uso y matices que adquiere la nocién de “Weologia’” dentro del marxismo, ) LA ANALOGIA DEL “REFLEJO" Una primera maneca de aproximarse a la nocién de Weologia es mediante una férmula analégica empleada Marx al comienzo de su Ideologis Alemara; se trata ins metéfora que sirve a Marx para iniciar lo que, jeplin veremos, constituye su ataque contra los “idedlogos’’. parte de la premisa siguiente: la ideologia, sea cual fe su rasgo especifico, es siempre ideologia de hom- _ feres concretos; esto ¢s, fa ideologia forma nas de real, (El estructuralismo contemporineo, por boca de wutor Como Maurice Godelier, afinaria tal proposicién niendo que, al ser la ideologia un componente estrwe- ‘Yura! de la realidad, la ideologia forma parte de lo real, wai no de sus relaciones vistbles). Ahora bien, admitiendo Ia ideolopia es parte de lo real, gcuil es su forma, es lo que a esta forma determina? Marx, como nos antes, comienza por via analégica, es decir, por wha via xe fotalmente explicativa: La conciencia_no. puede ser nunca otra cosa que else vomjciente, y el sex de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda ideologia los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cémara oscura, este fenémeno responde a su proceso histérico de vida, como la inversién tle los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente fisico, 4 (C. Marx, La Ideologia Alemana, ed. Puchlos Unidos, Montevideo, 1968, p, 26). Ja analogia es la siguiente: la ‘mente del hombre ® comporta frente al proceso de Ia historia de un modo 39 andlogo a como se comporta la cimara oscura frente a fealidad fisica natwral; y asi como en la cémara oscura st forma un reflejo invertido de la realidad fisica, tambi en la mente del hombre tiene lugar la formacién de w “reflejo” de la realidad bistérics, en el cual “los hombres y sus relaciones aparecen invertidos”: este “reflejo"’ es ideologia. Obsérvese algo que, a nuestro juicio, es importante; esta primera caracterizacién de la ideologia es, por decicld asi, neutral. Independientemente de que, a partir de es§ descripcién liminar y de datos en ella contenidos, Mai se inicie inmediatamente en su ataque contra las “ideo logias” Piste este primer raspo sirve para catae terizar feda ideologia: tanto la _conservadora —sistema d valores y representaciones que hombre acepta_pasiva mente, sin examen critico— como la rev i tura critica coa el sistema establecido de valores. En es sentido, wo prede na haber ideolagia: si no vivimos em \ fuptura o adhesién consciente a un sistema de valores, i sera inevitablemente porque pertenccemos, sin saberlo, g { un sistema. Sobre esto volveremos, pero para concluir, { entre otras cosas, en la_tesis nad de_que, i n_revolucids ultimo anilisi “conciencia”, Nitese, asimismo, algo que ya se perfila claramente en esta primera nocién marxista de ideologia, y gue i tendrd gran importancia en formulaciones mis ayanzadas, i asi_como el seficid de la cdmara oscura esta determina por_I idad natural, tos ideologia estd determin bor da realidad bistérica. Pero sélo hasta este punto nos es dtil la analogia di Marx. Lo caracteristico dé toda bella y buena analogia es su gtan riqueza de sugerencias y relaciones, peto también ww reza explicativa, Las analogias no explican.t Weichenbach ha formulado una critica aguda al pensa- imiento platénico diciendo que éste realiza brillantes analo- gli, mas #a explica: funda su sistema sobre una analogia ntre la “vision de este arbol" y la “'visién de la Idea de irbol, como si una analogia entre “‘visién’” fisica y “yisién” intelectual sirviese de explicacién cientifica. “Pasa por alto —escribe Reichenbach— el hecho de que el «vere de las relaciones necesarias es esencialmente diferente del ver de los objetos empiricos. Si se sustituye tna explicacién con una imagen y se inventa un mundo tonstituido por una realidad independiente y «superiors, fi porque dt fdsoto ptocede por analogia mas que por anilisis’ (H. Reichenbach, La filosofia cienitfica, F.CE., México, 1953, p. 28). La analogia de Marx entre el reflejo que se da en la cimara oscura y el “seflejo” que se da en la mente del hombre (o sea, la ideolopia), es fecunda en cuanto analogia, pero mo explica. gQué es lo que no explica? No explica aquello que decia Engels y que hemos recor- dado: Ja génesis de ese “reflejo". La analogia resulta insuficiente porque, si bien posible comparar literal- mente la mente humana a una cdmara oscura, no es licito, légicamente hablando, concluir de tal comparacién que el “reflejo" ideclégico de la realidad histérica que se da i la mente del hombte se produce del mismo mode como ‘ produce el reflejo invertido en la cimara oscura. Este filtimo es ua simple fenémeno dptico-geométrico, en tanto 1, Nosotros creemos en el valor de la analogla de Marx en tanto Marx la propone sé/a como uma analopla. Son otros Jos que le han tomado por una explicaeéén, El valor primar- dial de la analogia fue descrito por Aristételes en una formula de su Elfca Nivomagwear “La analogia es, pues, iguakdad de relaciones”, frater logon (Et. Nich., Vi, 1131 a 30). Sobre esto, ef. injra, Cap. V, § 2. 41 que el primero es un fenomeno intelectual, Entre el reflejo que se produce en Ja cimara oscura y la realidad que lh : produce hay una relacién causal, si admitimos que tincipio causal se cumple cuando —coma escribe Mari unge— “la determinacién se realiza en forma wnfvor ¢ ineguivoca por condiciones externas" (cf, M. Bunge Causalidad, Hudeba, Bs. As., 1961, p. 38)? Ahora biel la analogia de Marx se rompe precisamente cuando advierte la imposibilidad de establecer la misma relacié fwwsal eatre 1a realidad histérica y el “reflejo" ideolépico i como respuesta a aquella realidad, se produce en la nte del hombre. La ideologia no es un ‘producto de Ja realidad histérica en el mismo sentido en que el reflejo de la cdmara es producido por la realidad natural, Ni Ja mente del hombre es una camara oscura (aunque puedan ser comparadas analégicamente), oi la realidad histérica se comporta del mismo modo que la realidad natural. 2, Por cierto que, en el libro suyo ya citedo, Mario Bun, hace una acertada critica de la teoria materialista del conocimiento, si por esta se entiende Ia llamada “teoria di reflejo". La critica de Bunge tiene el mismo sentido ja nuestra: el “reflejo" no es sino una metifora que real en el mundo del conocimiento; el término habria gu: tado a Marx, dado que é] mismo lo empled en La Ideolagh Alemana al hablar de que las relaciones materiales “ reproducen” en la ideologia. Pero nosotros preferimos término —también de Marx— de Ausdruck, expresion Escribe Bunge: “De acuerdo con la teoria materialista d criterio de verdad no puede aplicarse a los objetos abstract (ideates) tales como los de la légica, la matemitica y I filosofia, pese a las afirmaciones de Jos materialistas vul gares. La palabra ureflejow, segiin se emplea en Ia teoris materialista del conocimiento, sdlo debe significar que mente inadecuada, pues sugiere la nociéa lockeana de el conocimiento es un reflejo pasivo, una impresién ambiente sobre una pizarra anteriormente en blanco, papier emplear en lugar de «reflejo» Ja palabra «repra- luceién», pues constituye un proceso creador con sus leyes: propias” (Cawsalidad, ed. cit., p. 174, 1.). 42 Pero de algo si estamos ciertos: le ideologia es algo deter- minado por la historia, y §, LA POLEMICA DE MARX Antes de pasar a examinar més al detalle esa “deter- minacién” que acabamos de mencionar —y que constituye uno de los puntos més dificiles y discutidos del manas- mo—, demos un paso dado por Marx, para seguir mis fielmente su pensamiento: encuadremos lo ya dicho dentro de un contexto polémico, que es el de La Ideologia Ale- mana (1845). Es en este momento cuando Marx habla desdefiosarnente de los “ideSlogos’, ;Qué hacian los "idedlogos” y por qué fueron Hamados de esa manera? Definamos su actitud por contraposicién a la de Marx, como hacen los autores de La Ideologia Aleman: “Noso- tros —dicen alli Marx y Engels— no partimos de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tam- 0 del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aqui, al hombre.de carne y hueso; esto es lo que hacen los «idedlogos> y ala Filosofia»; nosotros partimos —concluyen— del hombre que realmente actia y, arrancando de si proceso de vida real, exponemos también el desarrollo de los reflejos ideoldgicos y de los ecos de este proceso de vida’ (cf. Marx-Engels, La Ideclogia Alemena, ed. cit. p. 26). {Por qué partir de las “condiciones materiales” y del 43 “proceso material" de vida? Se parte de alli, dice Marx, que esas condiciones y ese proceso son empiticamente registrables. Si, por el contratio, partitsemos de donde parte la filosofia alemana, o de donde parten, en general, las “ideologias”, entonces no habria posibilidad de esta- blecer una ciencia positiva, capaz de inferir probabilidades reales mediante el método inductivo y la observacién, sino que se entronizaria el pensar especulativo. Por eso escribe Marx que alli donde termina la eee comienze la ciencia real y positive. Marx se adelanta en casi un siglo al despiadado ‘ataque que realizarin los légicos del siglo xx contra toda filosofia especulativa y habria, sin duda, aceptado la posibilidad y la necesidad de una filosoff cientifica: Esta fase de la vasta polémica (en que consistid, si bien la vemos, toda la obra de Marx) puede denominarse antitustancialisla. Es preciso. destruir esa apariencia di sustancialidad que tienen las ideologias. En 1a historia, las ideas no cambian y evolucionan por si solas, coi sustancias separadas; los que cambian y evolucionan. hi téricamente son los hombres y sus relaciones mateciales. Al cambiar los hombces, cambian también ss ideas, Exac- tamente al revés del platomismo, segiin el cual Ja realidad material era tan sélo un veflejo vago de otro mundo verdaderamente real, que era el mundo de las ideas, Marx las ideas (y por tanto, las ideologias) son tan_ sé] un reflejo, una “sublimacién necesaria”’ de las relacion materiales de vida, que constituyen Ia auténtica realidad, Escribe, por eso, Marx: “La moral, la religién, la metafisica y cualquier otra ideologia y las formas de conciencia que a ellas cdrresponden, pierden asi la apariencia de ste propia sustantividad, No tienen su propia historia ai su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su pro- duccién material cambian lambrén, al cambiar esta realidad, 44 iw ponsamiento y los productos de su hereto: No es ln conctencia la que determina la wv: sino la vida ta que determina la conciencial’ (ibid.).* Consignaremos aqui, a fin de ilustrar con mayor exactitud esta fase del pensamiento de Marx ¢ el problema de la ideologia, un texto mucho menos conocido de La Ideologia Alemana, sobre el cual ha llamado lamente Ja atencién el ensayista italiano Mario Rossi (“Marx e Tideologia tedesca", en la revista Socieid, N* 1, Milin, eméro 1969, PP. 47-50). Marx polemiza con Max Stirner, esto es, “san fax": “Abora pademos descubrir por qué san Max titula toda la primera parte de su obra «E! Hombres y presenta toda su historia de magia, espectros y cuentos de caballerias como la historia «def hombres. Las ideas y los pensamientos de los hombres eran, naturalmente, ideas y pensamientos acerca de si mismos y de sus relaciones, la conciencia que se formaban de sf sitmos, de jor hombres, pues no era solamente Ja conciencia de Ja persona individual, sino del individuo en conexién con toda la sociedad y de Ia sociedad toda en que vivian, Las condiciones, independientes de ellos mismos, dentto de las que productan su vida, las formas necesarias de intercambio con ellas relacionadas y Jas correspondientes relaciones personales y sociales tenian que revestir mecesariamente, en la medida en que se expresaban (ausgedriickt wurden) en pensamientos, la forma de comdi- clones ideales y relaciones necesarias (die Form von idealen Bedingungen und notwendigen Verbaltuissen}, es decir, eobrar su expresién (Awtdrwck) en la conciencia como determinaciones (Bertimmungen) emanadas del concepto det hombre (aus dem Begriff udes» Menschen), de la esencia humana, de Ja naturaleza del hombre (dem mensch. lichen Wesew, der Natur det Menschen), emanadas del hombre mismo. Lo que los hombres eran, lo que eran sus relaciones, aparecia en Ja conciencia como representacién Aa w a i ¢Cual eta, pues, el punto de vista de los filésofos alemanes, y, en general, el de los “idedlogos’? Era un punto de vista, dice Marx, que “desciende del cielo a la tierra", en el sentido explicito de sapette de la con- ciencia como del individuo viviente’. No entre lineas el ataque a Hegel, No hay conciencia, o Idea, © Espiritu absolutos que gocen de autonomla como para tener existencia e historia propias; ni mucho menos hay del hombre fevschien im Bewusstreie als Vorstellung von, dem Menschen), de su modo de ser (vom seinen Daseins- weisen) o de sus mds precisas determinaciones conceptuales. Una vez que los fdedlogos (die Ideclogen) habian dado por supuesto que las ideas y los pensamientos dominaban toda Ia historia anterior, que 1a historia de los pensamientos y las ideas era toda la historia hasta entonces, una ver que se habfan imaginado (eingebilder) que las telaciones reales se habian ajustada siempre «! hombre y a sus rela ciones ideales, es decir, a las determinaciones conceptuales {(Begrif{shestimmangen); una vez que habian convertido, én general, la historia de la conciencia de los hombres acerca de si mismos en el fundamenta de 1 historia real (zur Grundlage ihrer wirklichen Geschichte), nada era mis facil que Hamar a la historia de la conciencia, de las ideas, de lo sagrado, de las representaciones establecidas (der fixierte Vorstellungen) la historia “del hombre’ y hacer pasar ¢sta de contrabando como la historia teal’. (Macx-Engels, La Ideologta Alemana, Ill, 4, D, ed. cit. Pp. 213) (Nos ha parecido interesante transeribir entre parén- tesis algunas de Jas expresiones originales de Marx, a fia de contribuir a fijar una terminologia que traductores y comentaristas han diversificado al maximo. Hemes consul- tado el texto alemin en Marx-Engels Werke, Diete Verlag, Berlin, 1962, band 3, pp. 166-167), 46 es dificil leer” entidades ideales que, ademas de ser auténomas, sean iquello qué determina la vida de los hombres. Todos esos wustancialismos esconden, en el fondo, una gigantesca impostura, que es la impostura de la filosofia: la cosifi- cacién del mundo de las ideas y la consecuente desmate- fializacién de “este” mundo en que vivimos. Tal es una dle las facetas principales de ese fendmeno que se perfilara tomo alienacidn ideoldgiea. Claro es que esa alienacién te explica, como todo fenédmeno ideoldgico, a partir de condiciones materiales. Pero esta explicacién, paraddjica- mente, no servird para “justificar’ a esas formaciones ideolégicas que han sido Filosofia, Religién o Mitologia; todo lo contrario; serviré para deseubrir ehmo Filosofia, Religién o Mitologia se han empefiado, a lo largo de toda la historia, en “justificar’’ ellas a las condiciones materiales existentes. Asi, la Filosofia griega podia petfec- tamente, desde sa nivel idealdgico, no sdlo justificar un fenémeno como la esclavitud, sino, ademas, “explicarlo”’ y tecomendarlo: para que se sostenga la repdblica gober- nada por los filésofos, la repGblica de los aristoi, es preciso que haya esclavos, cosas frabajando, que sirvan de cimiento material a aquella privilegiada apabllca Por otra parte, las insurreciones de esclavos, gue eran cada vez mas frecuentes en Grecia y que se hicieron ley en el mundo helenistico, eran simples fenédmenos que tenian Ingar en el mundo de las apariencias, de la daxa, de las imagenes: pues, naturalmente, en el mundo de las ideas no existen insurrecciones de esclavos. El mundo de las ideas juridicas también ofrece abundantes ejemplos. Si se medita bien en ciertos supuestos del derecho romano, como aquel segan el cual el derecho no es derecho porque sea justo, sino que es justo porgue es derecho, se complicicert que no hay alli otra cosa que una ideologia dedicada a hacer la apo- logia de ciertas condiciones materiales existentes en el 47 ' imperio romano. Basta, que el derecho diga: el esclavo es necesario, para que “el esclavo ¢s necesario” sea algo fusto. Del mismo modo, la Mitologia sirve para crearle la ilusién al hombre de que domina a las fuerzas naturales; por eso, dice Marx, la Mitologia cae en desprestigio cuando aparece | un efectivo y verdadero dominio del hombre sobre dichas fuerzas. Asi, los hombres se han imaginado, a lo largo de la his que en lugar de ser sus ideologias producto de las condiciones materiales en que han vivido, estas condi- ciones se adaptaban a sus ideologias. Y, en efecto, no es falso afirmar que a menudo los hombres han * querido adaptar su vida a sus sistemas de valores religiosos 0 filoséficos; fe de ese intento mo ha surgido jams revolucién alguna. Como escribe Hans Barth (ap. city # 132), “cuando una transformacién tevolucionaria de jas relactones sociales parece partir de la religién y la filosofia, en realidad vicha transformacién descansa en un desplazamiento de los intereses de un organismo social”. Es posible que Descartes haya imaginado ser él con sus ideas quien “acabé" a la Edad Media; pero a la Edad Media no la acabé ninguna idea, sino Ia historia, el cambio en las relaciones materiales, la nueva tecnologia de los hombres europeos, Si hay cambios ideolégicos, se deben a estos hechos, y no al revés. Los cambios ideoldgicos, para deciclo con palabras de Marx, no hacen otra cosa que “expresar” en el terreno de la vida mental cambios we tienen lugar en el terreno de Je produccién y tepro- uccién de Ja vida real. Pareceria, segtin esto, que “vida mental” se opone a “vida real”. Sin embargo, ambas son reales, concretas, 4. En un texto’ de Marx que comentaremos ampliamente en el Gltimo capitulo de este libro, se dice lo siguiente: “Las ideas dominantes no son otta cosa que la expresidn (Aus Los sujetos de la historia, dijeron una y otra vex Marx y Engels, son Jas sociedades humanas dadas. Estas weiedades deben ser entendidas como totalidades con un ileterminado grado de complejidad. Tal com lejidad puede feducitse a tres elementos, segin ha indicado Engels: una aitividad econémica de base, una organizacién politica y unis formas ideoldgicas: filosofia, moral, arte, religion, fredo juridico, etc. Resumamos, a partir de esto, el camino fusta ahora recorrido en Ia comprensién de la nocién jarxista de la ideologia: Ja ideologla forma parte orgdnica dle la tolalidad social, es un hecho real que ha de enten- lerse como: componente estructural de toda sociedad. Althusser explica esto con plistica, claridad: “Todo ocurre fomo si las sociedades humanas no pudietan subsistic sin estas formaciones espectficas, estos sistemas de represen- ficiones (a diferentes niveles) que son jas ideologias. [as sociedades humanas secretan la ideologia como el elemento y la atmésfera misma indispensable a su respi- ricidn, a su vida histérica, Sélo una concepcién idealdgica del mundo pudo imaginar sociedades sin ideologias...” (L. Althusser, La yevolucidn tedrica de Marx, ed. Siglo XXI, México, 1967, p. 192). Pero hay mas: si hay quienes parecen interpretar a Ja “superestcuctura ideoldgica’, dentro de la doctrina marxista de la sociedad, algo asi como el piso mds alto de un edificio, bastaré con recordar que Marx mismo jamis tuvo nada que ver con interpretaciones scme- jantes, Seamos claros: lo importante de la_“‘superestruc- tura”’ es lo que, de puro ser cosa obvia, pocos han querido notatlo y subrayarlo: que es una esractard, O mejor dict, algo que responde a una estrictira, \Si la sociedad es un drcE) ideal de las relaciones materiales, las_mismas rela- ciones materiales dominantes concebidas como ideas” (La Ideologia Alemana, cd. cit, pp. 30-51, @ bien, Marx- Eugels Werke, ed. cit, band 3, p. 46). 49 1 j todo, una totalidad, todo Jo que dentro de ella exista estard determinado por Ja estructura de esa totalidad.\Los términos de “infraestructura’’ y “'superestructura’’, a pesar de no ser rechazables (a condicidn de entenderlos como Jos entendié Marx), han sido en parte los causantes de algunos lamentables malentendidos y vulgarizaciones. En un didlogo sostenido con Henri Lefebvre, en 1962, sobre el tema Ideologie y Verdad, el escritor francés Francois Chatelet exptesé con claridad este problema: ...de mode que hay un vinculo estructural, dinimico, que une las practicas sociales, y particularmente las pricti- cas socioeconémicas, a su expresidn ideolégica. En realidad, Jo que mostré Marx es que entre las “infraestructuras” econémico-sociales y las “superestructuras’ ideoldgicas. .. hay un vinculo, y que ese vinculo ¢s precisamente la estructura de una sociedad dada, Sefialemos a este respecto un hecho significativa: en Jos manuales de marxismo se habla mucho de infraestructuras y de superestructuras, y s€ ignora justamente el término comin, que recibid la atencién de Marx: la estructura, eso gracias a lo cual “infraestructura’ y “superestructura™ se constituyen y s€ determinan, la una en relaciém con Ja otra. (Francois Chatelet, Henzi Lefebvre, Ideofogia y Ver- dad, Carlos Pérez Editor, Buenos Aires, 1968, p. 48). En segundo lugar, la ideologia no debe ser entendi- da como la entienden los “idedlogas", la ideolagia debe ser descrita y explicada cientificamente, como se explica cualquier otro fenémeno caracteristico de la historia hu- mana. De lo contrario, si para explicar o describir el papel de Ia ideologia adoptamos el punto de vista mismo de la ideologia, caeremos en su propio juego y terminaremos considerindola como un fendmeno independiente: es lo que 50 hacen los filésofos que explican la filosofia desde ella misma, como si existiese una “Filosofia independiente”, como si la conciencia tuviese un desarrollo autonomo, como si hubiese —dice Marx— una “historia de las ideas" pa- tilela y separada de 1a historia de los hombres. ‘A estas alturas, quisiéramos, antes de seguir ade- lante, aprovechar la ocasién para proponer la elimina. cién det vocablo “‘reflejo" de la terminologia marxista, en el aspecto que nos ocupa: la ideologia, Si Marx lo usd varias veces, ello se debe a que nadie le impedia hacer metaforas: precisamente un hombre de ciencia que tmabaja duramente en construir un saber real y positivo tiene perfecto derecho a usar —con la discrecién con que lo hizo Marx— unas cuantas metéforas para aumentar la carga de sugerencia de su doctrina. $i Marx no hubiese escrito, entre otras cosas, E/ Capital, de cuyo contexto es posible extraer el justo lugar epistemoldgico de conceptos como “alienacién” o “ideologia” (cf. infra, cap. V), en- tonces-se comprenderia y se justificaria el hecho lamentable que ha ocurrido en ciertos “marxistas'': tomar expresiones que en Marx no eran sino puras analogias, respiros liteta- fos, por explicaciones. Se ha pretendido, asi, explicar la ideologia como el reflejo de las condiciones materiales, claro és que si esta se acepta como explicacién cientifica, habri que concluir, en plan deductivo, que las condiciones ynateriales “causan” ese reflejo, es decir: que la “base ma- terial’ es la cansa de la "superestructura’, Con to cual, sobra decirlo, nos despefiamos en el mis rigido causalismo yen la mis desenfrenada hipéstasis de toda Ia ter inologia marxista. Convertimos, en suma, a Marx en un “idedlogo", esto es, un fildsofe de viejo ceo, con su “sistema” y su universo de entidades ideales, independientes por com- pleto de la historia. En el momento en que se habla de determinacién causal nos alejamos de la historia, En 51 f este punto insinda su nariz la agresiva pregunta: cy la dialéctica de la naturaleza? Pero ni siquiera Ja tocaremos. Ahora estamos en condiciones de plantearnos dos cuestiones que son bisicas en la discusién marxista de Ja ideologia, Son ellas: a) Si la ideologia no es nunca un fenémeno independiente, si debe entendérsela siem- pre como delerminada por las condiciones materiales de la produccidn de los hombres, entonces, gcomo nos ex- plicaremos la evidente influencia de las ideologias sobre aquellas condiciones materiales? ¢Cémo nos explicare- mos que las ideologias hayan servido para mantener el state quo material? Hn suma, gcémo nos explicaremos la influencia que sobre los hombres tienen las ideas —o mejor, los prejuicios— de los hombres? b) Si toda ideologia es “engafiosa", si las ideologlas son “forma- ciones nebulosas” en las que “‘aparecen invertidas” los procesos reales de vida; si, en summa, no se puede acudir a lo que los hombres piensan de si mismos para explicar la historia y no se debe confiar cn esas “teptesentacio- nes’ para intentar romper el shale quo capitalista, en- tonces gpara qué cecomendar como el mejor de los ca- minos la “toma de conciencia ideolégica” del proleta- riado? ;Para qué predicac una “ideologia revoluciona- ria”, si toda ideologia es por definicién seaccionaria? Hemos tratado de hacer estas preguntas como las pode hacer cualquier recién Ilegado al marxismo; como alguien a quien son presentadas unas tesis y, naturalmente, se hace preguntas Iégicas acerca de ellas, Sabemos que tales preguntas caerian mal a algunos que, inmediatamente, re- clamarian nuestra “falta de fe" en el marxismo; pero coma 4 nosotros no nas interesa estar a estas alturas resucitando la polémica medieval entre Fe y Raz6n, sino que damos r sentado el cardcter autoritario del wisi credideritis, non intelligetis, nos tendria perfectamente sin cuidado que nos 52 acusasen por falta de “fe” en el marxismo, entre ottas fa- zones, porque consideramos un irrespeto a un cientifico “creer en él como si se tratara del Mago Merlin o la Virgen del Cobre. ¥ aun cabria otra manera de plantear la ewestidn bj); no por cierto la menos importante. La_ideologia aparece en Marx, unas veces, como “conciencia social” que domina a los hombres sin que éstos_lo spans por su parte, Engels, en un texto que citaremos, abla de “faisa conciencia”; qué clase de conciencia es ésta —nos preguntamos— que es en realidad jnconsciencia? Pot otra parte, gedmo se diferencia esa “ideologia” de la fa- ma de comeiencia, también “ideoldgica”, de las clases dominadas, que es el presupuesto de la revolucién social? 4, RESPUESTA A DOS GRANDES CUESTIONES Responderemos ordenadamente a €8a5 cuestiones, ay La primera cuestién, 2 saber: “sCémo s¢ ex- plica cn el marxismo que, siendo la ideologia siempre determiviada pot las condiciones materiales histéricas, pucda ella a su vez defermindy en un momento dado a aquellas condiciones ?”, es sobremaneéra importante, parque de su consideracin surge la explicaciém que no podia segtin vimos en el paragrafo 2 de esta parte de nuestro trabajo— surgir de la sola analogia entre la mente de los hombres y de una cimara oscura. La imagen invertida que se produce en la lente fotografica puede explicarse como un reflejo causado por la realidad fisica natural. En cambio, segiin vimos, el “reflejo” ideolégico que en la mente hu-- mana se produce al contacto con la tealidad histérica no puede entenderse como un efecto rausude por esa realidad, La determinacién causal, deciamos, se caracleriza por ser univoca, inequivoca y por cumplirse de acuerdo a condicio- i | nes externas, Y la forma como la realidad de Ja bistoria determina a la ideolagla no es wnivoca, ni inegsivoca, wt mecesariamente Je re como una determinacién externa il Fombre. La ideologia, pues, no se produce en ¢l hombre mecanicamestte, como el reflejo de la realidad natural que se produce en la camara fotogrifica, Si en vex de en- tender a la ideclogia como un “reflejo'” (vocablo pasajero y puramente literario en Marx) * Ia entendemos, siguiendo al propid Marx, como expresion (Ausdruck) de la realidad histérica, © sea, como el Jenguaje con el cual los hombres ttatan de expresar lo que piensan, sienten o desean acerca de sus condiciones materiales de vida, habremos dado un gran paso; y lo habremos dado, ademés, siguienda las propias huellas dejadas pot Marx.* Entenderfamos asf 5. Que el célebre “reflejo" no es mas que una metéfora con valor puramente ilustrativo, ‘lo demuestra, ademas, el he- cha (nunca advertido) de que Marx Jo acompaiia de otra metdfora, igualmente ilus' iva, Dice Marx: "...¥, arran- cando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de Jos reflejos ideoldgicos y de Jos erer de este proceso de vida” (La Ideologia Alemana, ed. cit, p. 26). Si quienes elaboraron, en nombre del marxismo, la “'teo- ria del reflejo", se hubieran fijado mids en esos ecor de la vida real que, metaforicamente, son las formaciones ideo. IGgicas, entonces sin dnda , habrian construido. laboriosa- mente una “teoria de los ecos”. Pues gqué distancia va de eco a refleja? 6. Esta_interpeetacién de la ideologia como _lengusje_que expreia a la conciencia (o inconscientia) social, que pro- emos para suplantar la teoria de la ideologia, como “teflejo", no es otra que la que ofrece el misma’ Marx en un pesaje de Le Ideologla Alemava. Describe alll Marx las distintas variables que es preciso tener en cuenta part hacer un andlisis de la sociedad desde el pus to de vista del materialismo histérico. Una de estas va- tables gon las “formas dé conciencia” que aparecen desde el comienzo de Ia vida socraf del hombre, administradas por “los primeros idedlogos: los sacerdot Caemos, fenémenos come el arte, en sus aspectos ideolégicos: el arte no es un simple “reflejo" fotogrifico de la realidad histérica, el arte no es mimesis; pot el contrario, el arte es expresiout, lenguaje mediante el cual los seres humanos manifiestan lo que piensan y sienten acerca de la vida que les tocé vivir, Esto es por completo independiente y diverso de si esa expresidn o lenguaje se corresponde exactamente pues, en Ja cuenta, dice Marx, de que el hombre tiene también una conciencia, “Pero tampoco ésta —afirma— es de antemano una conciencia «pura». El wespititus mace ya tarado con la maldicién de estar aprefadon de materia, que aqui se manifiesta bajo la forma de capas de aire en mavimiento, de sonidos, en una palabra, éajo fa forma de lenguaje, El lenguaje es tan viejo como. la conclencia: el _lenguaje es la conciencia prdctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a cxistir también para mi mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios del intercambio con los dems hombres (...). La conciencia, por tanto, es ya de antemano wn producto social, y lo seguird siendo mientras existan seres huma- «nos, (La ideologia Alemana, ed. cit, p. 31). Aprovechemos la circunstancia para uansctibir una frase que nos es util, tomada de la obra de Ortega y Gasset Ideas y Creenciat. No deja de ser interesante comprobar como Ortega, en cuya obra casi jams aparece él vocablo “ideologia’’, cuando lo usa es para relacio- narlo com el lenguaje. Escribe él: “'Olvidamos demasiado que el lenguaje es ya pensamiento, doctrina, Al usarlo como instcumento para combinaciones ideoldgicas mas complicadas no tomames en serio Ia ifeologha Primaria pe al expresa, que él es". Sobre esta idea, de gran ‘ecundidad, volveremos en un capitulo posterior de este libro, cuando pasemos evista a Ia concepcién orteguiana de las “ideas” y las “creencias", donde, sin hablar expre- samente de la “ideologia”, hace Ortega una descripciéa muy valida y sugerente del fendimeno ideolégico ea cuan- to tal. Veremos entonces que lo que Ortega llama “creen- ciss’ es una de Jas formulaciones mis apropiadas que hemos vista de lo que es la ideologia. 35 =e (como un sefleja fotagrafico) con la realidad, Marx parece decic que la expresién ideolégica ¢s clara en cuanto que, examinindola, podemos averiguar lo que cada época pensaba de si misma; pero también advyierte claramen- te que lo que cada época pensaba de sf misma no sé cortesponde casi nunca con lo que en esa época real. menie ocurria, Bl arte gricgo nos habla de un ideal de hombre que nada tenia que ver con el hombre concre- to qué realmente sostenia la base econdmica de aquella sociedad; aquel hombre concreto era un esclavo y re presentaba mas bien el polo inverso: la negacion del ideal humano, Por todas estas razones, todo cientifico social tendré que iniciatse mediante una critica radical de las ideologias, pues éstas se encargan invariablemente de entregarnos una visién engafiosa de la realidad, una visién que con Frecuencia expresa todo lo contrario de lo que en la realidad ocurre; razn por la cual —pensamos— Marx creyé opottuno compararla, aunque fuera sdlo de paso, con la imagen de la realidad que se produce en la cimara fotogrifica, pucs esta imagen ¢s invertida, Aparece asi, cuando quizé menos lo esperibamos, la explicacion precisa de la idea corriente que se tiene de los poetas y artistas: seres capaces de inventarse dorados mundos cuando el mundo rea! se presenta amargo ¢ inhumano. Sin embargo, para ejercitarse en Ja critica radical de las ideologias, es preferible hacerlo en campos distintos al del arte, pues en éste se da, como apuntaba el propio Marx con sorpresa, un distorsionamiento positive de la realidad, un engafio creador que constituye una singular paradoja, no sélo por lo que acabamos de anotar, sino por algo mis que noté Marx en un pasaje de sus Grundrisse y aie constituye un agudo problema para toda posible sociologia del ar- te, a saber: si toda produccién espiritual depende de la estructura, siempre variable, de las condiciones materiales 56 de vida en las que los hombres producen y reproducen, y si, por tanto, la reproduccién artistica cae también dentro de esa determinacién, gc6mo comprenderemos que el arte priego signifique para nosotros mucha mas de lo que deberia significar, puesto que las formas de producciéa de las ciudades-estados griegas hace mucho Hempo que fueron desplazadas? Marx se enfrenta asi al problema: “La difi- cultad no estriba en cémo comprender que el arte y la poesia épica griepa estin ligados a ciertas formas del des- envolvimiento social, La dificultad ‘estriba en que el arte yrisgo nos proporciona ain goce artistico y que, en cierto modo, vale como norma y modelo inalcangable”. Tomamos este fragmento del libro de Hans Barth ya citado, Barth co- mentaba (p. 128): “Marx hace problematica una sociologia de las formas estéticas en la medida en que reivindica para lo bello un caricter supratemporal, entrando asi en con. tradiccién con los principios del materialismo histéric Barth asegura que con esto Marx abre él mismo una bre- cha en su doctrina de la ideologia: “Concedemos —dice— que una cstética que eleva el arte de los griegos a norma representa una singularidad condicionada histéricamente y quizi también nacionalmente; sin embargo, el hecho deci- sivo pata nosotros radice en que Marx mismo toca el pro- blema de la supertemporalidad de Ja idea” (p. 129). ‘Todas estas observaciones de Barth, en las que cree descubrir una “contradiccin” dentro de la doctrina marxista de la ideologia, tienen, a nuestro juicio, el inneyable valor de plantear seriamente un interesante problema, pero a fin de cuentas nos parece un falso problema. Es cierto que Marx demostré sorprese al comprobar —como consta en sus bo- rradores— una especie de inbemporeicad y normatividad perenne en fendémenos espirituales como el arte Briego. Cierto también que el haber sido Marx educado de acuerdo a las normas del “humanismo” clasicista no constituye ni de 57 a lejos una explicacién del problema. Lo que no advirtié: Marx (y ¢8 extrafio que no advirtiera Barth) es que su propia doctrina del materialismo histérico le brindaba una explicacién de esa aparente “'supertemporalidad’ del arte. Lo Gnigo “eterno” y “fijo" en este caso —si es que hay algo con esos rasgos— es algo que en modo alguno pertenece a la realidad Aistériea, sino que pertenece a la realidad que Sartre llamaria practico-inerte: ia estatuas griepas y los textos de los poetas. Pero la imagen histdrica de Homero y la comprensién de las estatuas y templos es algo que varia constaniemente, de acuerdo a cada época histdrica. El efebo desnudo caracteristico de la estatuaria griega es algo perfectamente distinto para un hombre del Renaci- miento de lo que era para uno de aquellos cristianos primi- tivos que andaban martillo en mano mutilando los sexos de las estatuas paganas. No hay tal supertemporalidad del arte, ni mucho menos de las normas estéticas; esas normas puede que les sean tittiles a los profesores de artes plisticas, ero ningin artista del siglo xvi o del siglo xx ha logrado acer nada qué valga la pena mediante la simple “aplica- cidn” estitica de esas normas; si ha creado algo, ha sido violentando esas normas 0, en tode caso, dotindolas de un contenido histérico distinto en cada ocasién, Se nos excusard esta digresién estética, que, sin embargo, nos ha servido para precisar m4s atin ciertos aspectos del problema que nos ocupa. Continuemos. La ideologia es, pues, determinada por la estructura social, mas no de una manera lineal, mecanica, sino déalge- ticamente, Que tal determinacién sea “‘dialéctica’’ no signi- fica otra cosa sino que, no siendo univoca, ni inequivoca, ni debida a factores necesariamente externos, esa determ- nacién puede considerarse reversible: la ideologia, que es expresion de la estructura social, puede, a su vez, ejercer determinacién sobre esta estructura, Pero esta tltima de- 38 terminacién habrd de entenderse siempre como la que puede ejercer ef producto sobre ef productor, y no a la inversa, La estructura social siempre actuaré como primum agens (si entendemos esta expresién latina, empleada por Engels, despojada de su origen causalista), La ideologia es, di- jimos, expresién de la estructura social; no hay incon- yeniente, dentro del materialismo histdérico, en aceptar que cualquier expresién —cvalquier lenguaje— puede actuar sobre aquello de Jo cual es expresién o lenguaje; pero siempre a condicién de que se reconozca que antes de todo lenguaje ha de haber unas condiciones materia- les que permitan la formacién de ese lenguaje, Fs conce- bible una etapa del hombre en que éste atin no hablaba, al menos articuladamente; en cambio, ni légica ni mate- rialmente es concebible un lenguaje sin alguien que lo hable. A menos que... jse trate del logos divino! No es admisible la prioridad de la ideologia so- bre aquello de lo cual ella es expresién. Que haya ¢s- clavos €3 ¢anditia sine qua von para que se produzca una ideologia esclavista en el sentido estricto del término; que haya depauperacién extrema en la base de Ja poblacidn es tuna de las condiciones para que se produzca una ideologia religiosa basada en la caridad; un fenémeno como la “ideo- logia cristiana’’ no preexistia al hecho histérico material de Cristo; en suma, pata que se produzca una idea de alpo, tiene que existir antes ese algo, Mas no se trata de una mera prioridad temporal, sobre la cual podriamos perder- nos ¢n infinitas especulaciones del tipo “el huevo o Ia ga- llina’’; se trata de una prioridad Idgies, que seria muy facil de explicar si se tratase de ‘una determinacién causal ali- ciendo que Iégicamente la causa precede al efecto, pero que es més dificil de precisar por tratarse de una de- terminacién dialéctica, Lo que es dificil de advertir es la frecuencia con que marxistas y no marxistas confunden 59 ptiotidades temporales con prioridades légicas, y viceversa, Se pretende erigic la consideracién diacrénica de las “es- fructuras” de Marx como un argumento contra la conside- racién sinerdnica de las mismas. Se olvida demasiado a me nudo Ja advertencia hecha por Marx desde sus Manwseritos del 44: “Nosotros —dicc— no hablaremos de los brumo- sos origenes de la humanidad, no hablaremos de prehistoria: hablaremos de Aisforia’’. Asi, Marx comienza haciendo un Cotte sincrénico en la estructura del capitalismo; pero Marx sabe muy bien que tal corte careceria de valor si no se acom- pafiase de una consideracién diacrénica, Tal ¢s el ma- terialismo histético. gY el problema del origen? De esa debe ocuparse ¢l materialismo dialéctico, para afirmar que io puede haber conciencia sin un ser consciente, pues en definitiva y Ultima instancia el principio de todo es un principio material. Por eso, toda determinacién primaria es material; s6lo secundariamente ped hablarse de que el espiritu, o Ja conciencia, o las ideas influyan"o determinen la realidad material. Para usar un vocablo caro a Duns Scoto, digamos que la primalidad cortesponde a la materia. Ahora bien, es preciso que la materia tenga una dialéctica, porque de otto modo no se explicaria racionalmente el momento en que Ja materia se hace animal, y el animal se hace hombre: o sea, la aparicién del hombre como momen: to de la evolucién material. Biolégicamente se ha inten: tado explicar la aparicién gradual de la inteligencia en los monos superiotes por el uso frecuente ¢ instrumental i determinadas condiciones impusieron a las extremida- les superiores de los monos; dada la conexién de esas ex- tremidades con las células cerebrales, éstas se desacrollaron progresivamente a medida que aumenté el uso de aquéllas, Una explicacién de este tipo es trasmitida por el eminente filésofo marxista inglés George Thomson en su obra Las primeros fildsofos (Ed. UNAM, México, 1959, cap. I, 60 punig. 2: “La mano y el cerebro’). Resulte o no cierta cualquier explicacién de esta naturaleza, hay una que tabemos nunca resultard clerta: que habia una “conciencia’” preexistente a todo el proceso evolutivo material del cual surgié el ser humano, Una tal “conciencia”’ anterior no ee servir de explicacién ms que a un ser dominado pee la pee teligiosa, que intente una explicacién no cientitica mundo y de la historia, Nos hemos extendido tratando de salvar algunos de los muchos escollos que sé presentan inevitablemente a todo intento de dar una respuesta genuina y minimamente ade- cuada a nuestra pregunta a) de este parigrafo 4, Sobra decir que no pretendemos aqui dar respuestas exhaustivas, sino tan sélo remozar cuestiones y poner de relieve algunas de las ambigiiedades, imprecisiones, equivocos —en gran parte terminolégicos— que han lastrado siempre a los co- mentarios hechos a la obra de Marx y Engels. Lograt esto e imposible si no sometemos los textos de los fundadores del marxismo a un examen radical, no con el 4nimo fdeale- féco'de destruirlos o de hacer su apalogia, sino con la dis- posicién cientifica, clertamente comprometida, de com: prenderlos en tedo su alcance y también en sus limitaciones, 0 se cteia que los textos de Marx y Engels no ofrecen limitaciones? Mientras no sé admita la postura religiosa que considera a esos textos intocables escrifivras, persistira la legitimidad de someterlos a examen radical. No otra cosa haria Marx mismo si viviera hoy. ;O también se creia que, después de casi cien afios de revoluciones cientificas, no ha de ser revisado el marxismo original? Si la nocién de “ideologia" que perfilan Marx y Engels adquiere sus definitivos relieves s6lo con la incorporacién de nuevos ins- trumentales teéricos —como, por ejemplo, el psicoandli- sis—, ¢por oe s¢ ha de llamar despectivamente “revisio- nismo” a todo intento de desarrollar geniales intuiciones ile! 6L (ue, en algunos casos, se quedaron precisamente en el nivel eérico de “intuiciones'’ y no alcanzaron explicitacién ientifica? Pues el hecho, actwal, de que sea posible ela- sorar una nocién cientifica de la ideotogia dentro del narxismo, no significa otra cosa sino que hoy es po- ilble desarrollar el marxismo hasta zonas o niveles teori- cs que en su tiempo no pudo alcanzar, De otro modo caeriamos en lo que se ha caido a veces: en una perma- nente “justificacion" del marxismo y de los textos de Marx, justificacin que tanto Marx como Engels habrian rechazado con indignacién, Por lo demis, si el examen radical de los textos de Marx y Engels revela alguoas insuficiencias, también, y sobre todo, revela hallazgos hasta ahora no adyertidos o no suficientemente calibrados, Tal coma hemos escrito mis arriba, gpor qué los comentaristas se han empefiado tozudamente en destacar el término de “reflejo” —vago y puramente analdgico— a propésito de la ideologia, en lugar de destacar el término “expresién” (Awsdrick), que tanto Marx como Engels emplean con més frecuencia ain que el primero? Tal vez la razén sea simple: el vocablo “reflejo’ se encuentra al comienzo mismo de La Ideologia Alemana y es repetido por Engels en algunas de sus cartas mas citadas. Después, la culpa per- tenece tambi¢n a ciertos teorizadores marxistas del arte, cuyo tazonamiento ha sido éste: si la ideologia es un “refle- jo’, y el arte pertenece a la ideologia, entonces el arte es un “reflejo” de la realidad; el arte burgués es un reflejo “engafioso”, luego el arte revolucionario debera ser el reflejo exacto de la realidad. Es preciso rechazar con vio- lencia esta estética caricaturesca y retréprada, El arte no es un “'reflejo” de la realidad por la simple razdn de que la mente del hombre wo es un espejo ni una chmara foto- Brifica; el arte —como la ideologia toda— es, en cambio, Ge expresidn de la realidad, es lenguaje, porque el ser humano Ji-es un ser que habla con un lenguaje y se expresa,’ Siempre el arte ha servido para conocer lo que los hombres piensan, sienten o quieren acerca del mundo; pero jamas ha servido, sino indirectamente y con toda suerte de reser- vas, pata conocer lo que realmente ha sido el mundo en cada época, Al historiador, al cientifico social, Je interesan por igual los testimonios objetivos de la realidad y los tes- timonios subjetivos. Pronunciarse sélo por los primeros equivale a hacer una historia de hechos en sucesion lineal, lo que implica un falseamiento de la historia humana; 7, La influencia de esa célebre metifora del “reflejo” (de Ja cwal hay que decir resueltamente que si Marx y Engels hubjeran previsto los efectos, la habrian eliminado sin mas de sus escritos) ha sido tan grande que ha trascendido incluso el dmbito de los vulgarizadores para penetrar hasta las mds rigurosas y criticas interpretaciones del marxismo. Nos ha sorprendido constatar, por ejemplo, en Althusser, cuya terminologia suele ser implacablemente rigurosa, 1a tranquila aceptacién del famoso “reflejo”, como si cons- tituyese no una mera analogia, sino toda una explicacién: “\..a la différence d'une science, une idéologie est a la fois théoriquement close et politiquement souple et adap- table, Elle se ploie aux besoins du temps, mais sans mouve- ment apparent, s¢ contentant de refiérer par quelque modi- fication insensible de ses propres rapports internes, les chan- gemenis historiques qu'elle a pour mission dassimiler et de maitriser’’. No deja de ser sintomatico, dicha sea de paso, el jucgo literario que un poco més adelante hace Althusser basandose en la metifora del “reflejo": dice de la ideologia que “elle n'est que ce méme temps (histérico, LS.) pris dawe fe capture Pun refler spécelare...". (Lire le Capital, ed. Frangois Maspero, Paris, 1965, vol, I], pp. 105-106). Nosotros nada tenemos, desde luego, contra el uso de metiforas, figuras literarias y, en general, analogias, en cualquier clasé de texto, incluidos Jos rigurosamente cien- tificas. La metifora es también un método de conocimiento, 63 Re también pronunciarse por lo segundo equivale a acer tan slo una historia de las “ideas” que el hombre ha tenido de si mismo, como si estas ideas —esta ideolo- gfa— tuviesen una historia independiente. La primera de ambas vias conduce al mas grosero empirismo irracionalista; la segunda ha servido para hacer las “historias de la filo- soffa”, “del arte’, “de las ideas juridicas", “de las teli- giones”’, etc., que tratan sus temas como si fuesen produc- tos aéreos, criaturas habidas en el mundo de las ideas por misteriosa partenogénesis. Para finalizar con la pregunta a), que, como se ha podido ver, envuelve muy diversas cuestiones cuya multi- plicidad no debe ser obstaculo para su unificacién en un y el razonamiento por amalogia tiene sus propios fueros, Lo que nos parece inaceptable es que, dentro de una teoria cientifica, s¢ proponga como explicacidn lo que no es sino una imagen literaria, un recurso expresivo que aparece en La Ideologia Alemana de Marx-Engels y que desafortuna- damente fue usado mis tarde por Engels con cierta siste- maticidad, como yeremos en seguida en¢ algunos textos. Numerosas visiones marxistas de la historia de ta filosofia se ven afectadas por este uso, que en si mismo nada tiene de reprochable siempre que se lo asuma coma un simple recurso, Es dificil encontrar un libro de filosofia marxista, o de visién marxista de la filosoffa, donde no se diga que los patadigmas platénicas son un “reflejo ideolé- gico” de determinadas condiciones materiales. De acuerdo; pero esa “explicacién” —que no es tal— nos deja pric. ticamente in pudibus frente al problema. La palabra rejtejo, si se la acepta como explicacién cumplida, introduce un. peligroso unilateral causalismo fisico alli donde existe una relacién dialéctica entre la practica bisidrica y la forma como los hombres la expreran, En otras partes Althusser emplea el término que_consi- deramos. Serpe designar la ideologia, a saber: “ ‘i ae Ee por couple, en Powr Marx: “ideo. ‘ogie est, alors, l'expression du rapport des hommes a leur amondes. (p. 240) solo conjunto, introduciremos a continuacién una serie de textos del compafiero de Marx, Federico Engels; estos textos nos serviran, por una parte, para aclarar y completar algunas de las cuestiones ya presentadas, y por otra, para hacer la critica de cierta terminologia marxista que, a fuesteo juicio, ha entorpecido durante décadas la compren- sién del propio marxismo. Pero antes advirtamos que, a pesat de que ejerceremos esa critica basindonos en la lerminologia engelsiana, esto no significa de parte nuestra en modo alguno que hagamos éntrar a Engels dentro de sa taza de comentaristas dogmiaticos que Sartre denomina “marxistas vulgares", por contraposicién al “marxismo genuino”. Entre otras razones, aclaramos esto porque nues- tra critica atacari términos que, en ocasiones, Engels toma del mismo Marx, con lo que resultaria —si no se aclaran las cosas— que el mismisimo Marx iba a tetminar siendo “in “marxista vulgar’. A continuacién presentamos un srupo de textos de Engels, algunos de ellos clisicos, aun- que no por ello menos virgenes de anilisis: 1) La situacién econdmica cs la base, pero los diversos factores dé la superestructura que sobre. ella co. levansan las formas politicas de Ja lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase teiunfante, etc, las formas juridicas, incluso les reflejas de todas estar twchas reales ew ef cerebro de los participantes, las teotlas politicas, juridicas, las ideas religiosas y el desacrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas— ejercen también su influencia sobre el curso de Jas luchas histéricas-y-detecminan, predo- minantemente en muchos casos, ‘su forme.’ \Es un juego mutuo de arciomes y reacciones entre todos /estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de tasualidader (es decir, de cosas y acaccimientos cuya tra- 65 bazén interna es tan remota o tan dificil de probar que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de lla), actba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento econémico. (Carta a J. Bloch, septiembre de 1890; cf. | Marx-Engels, Obras Excogidas, ed. cit, v. I, pp. 492-493). 2) El desarrollo politico, juridica, filosdfico, religioso, literario, artistic, etc., descansa en el desarrollo econémico. jemds efectos pasivos. Hay un juego de acciones y reacciones, base de Ja necesidad econdmica, que se impone m altima insiancia. (Carta’a H. Starkenburg, enero de 1894; op. cit, v. Il, p. 510) 3) Si bien las condiciones materiales de vida son cl primum agens, eso no impide que la esfera idealdgica reactione a su vex sobre ellas,, aunque su influencin sea secundaria... (Carta a K. Schmidt, agosto de 1290; op. cit, v. Il, pp. 490-491). 4) El reflejo de las condiciones econémicas en forma de principios juridicos es también, forzosamente, un reflejo javertido; se opeta sin que fer sujetor agentes tengaa con- cdencia de ello; el jurista cree mangjar normas aptioristicas, sin darse cuenta de que estas normas no son mds que simples reflejor econdmicos; todo al revés. Para mi es evidente que esta inversién, que mientras no se la reconore constituye lo que nosotros Vamamas cancepcién ideoldgica, repercute a su vez sobre la base econdmica y puede, dentro de ciertos limites, modificarla. (Casta a K. Schmidt, octubre de 1890; op. cit, v. II, p. 499), Con nuestras observaciones a este grupo de textos de Engels concluiremos todo lo referente a la pregunta a). Otros textos serin utilizados més adelante en reteren- cia a la pregunta b). Seria mucho lo que habria que decir acerca de los cuatro fragmentos citados. Ni de lejos agotaremos todo lo que ellos ofrecen de positivo y de negativo para la constitucién de una ciencia marxista; asi, por ejemplo, dejaremos intacte el problema de la “casualidad”, corre- lato del de Ja “necesidad”, pues aunque esti ligado de algtin modo a nuestro tema, nos obligaria a desbordar los estrictos limites de este ensayo. Condensaremos auestras observ aciones. . En primer lugar, subrayemos enérgicamente la pro- liferacién en Engels de términos que parecen responder, si no a una concepcién declaradamente mecanicista (Engels Ia rechazaba con horror), si por lo menos a una concep- cin de la sociedad y de la historia que, para expresarse, es incapaz ain de abandonar la terminolagha mecanictsta, lo que es sintoms imequivoco de inseguridad tedrica, Inse- guridad que no aparece en Engels cuando se trata de explicar otros aspectos de la teoria marxista, como, por ejemplo, los conceptos de plusvalia, estructura econdmica, etc, Para referirse a la ideologia, Engels echa mano de metiforas usadas por Marx casi un cuacto de siglo antes, y lo que es mis sorprendente atin, deja de lado u olvida ~-para explicar el mismo problema— términos mucho mas rigurosos seguros que habian sido usados por ambos al redactar ee como La Ideologia Alemava. Asi, resulta 67 poco menos que increible que, en 1890, Engels siga usan como si sé tratara de una nocién rigurosa, la idea ( cs tan sdlo una analogia literaria) de que las ideolog son los “reflejos de las condiciones materiales “en cerebro” de los hombres (e/d. texto 1), La consecuent de tal abuso terminoldgico fue doble y no se hizo esperar, por un lado, se tendié a creer que la relacién dialécti entre Ja estructura econdmica y el sistema ideoldgico valores que aquélla determina, era tan sdlo esa: un reflej Supérestructural qué, a su vez, es spa de espejear sobre ja estructura econémica; y por otro lado, se tendid a u y abusar de semejante terminologia dando por sent apologéticamente, que ess era la terminologia de la Eseri- tara marxista, Tal ha sido cl efecto de toda esa prolif racién de términos que, en el mejor de los casos, som literarios, y en el peor, son mecanicistas: la “base"’ sobre ja cual “se levanta” la superestructura; los “‘teflejos en el cerebro”; el juego de “acciones y reacciones” entre base y superestructura (como si se tratara de leyes fisicas); ¢f desarrollo ideoldgico que "descansa” en el desarrollo eco- némico; el “reflejo invertido’', ete., etc. Pero no todo es negative, En medio del estaiiino general que se engendra con todo ese vocabulario, la sapa- cidad y el talento de Engels descubren que las relaciones entre ideologia-y estructura econémica no pueden ser expli- cadas satisfactoriamente mediante un determinismo cawsaly “No es —dice claramente— que la’ situacién econémica sea la causa..." (texto 2). Sin embargo, a continuacién, tratando de explicarnos que aunque la ideologia pueda “en_cierto modo” mmodificar la estructura. econémica, nus dice “ po ‘mpre, en Gltima lica_que el que Ja ideologia e_determir pte “secundario”. ales exprestones han hecho también carrera en el marxis- 68 mo del siglo xx. No debemos, por estas razones, negarle in inmenso mérito a Engels, sobre todo teniendo en cuenta que, después de su muerte, es muy poco lo que se ha logrado de cientifico em el intento de explicar qué cosa yea Ja dialéctica materialista. Lo mis licido que se ha logrado en este terreno lo constituyen, a nuestro juicio, algunos ensayos de Louis Althusser, tanto en el Pour Marx, tomo en Lire le Capital. Nosotros compartimos, por cierto, wna de las mas singulares y audaces tesis de Althusser: la i6 da ie ascgura que, aunque Mi no_nos dejo una_feori ne la dialéctica, si nos dé} a preetica tedrica en obras a ecuca aclu ae ja teoria para _pod' que nosotros mpezar_a decir que estado cientifico, una dialéctica materialista, r, una filose ia_marxista, si usamos el término un sentido distinto al que empleaba Marx cuando atacaba a los “filésofos" 0 “idedlogos” alemanes... Hasta aqui nucstras respuestas a la pregunta a). Pero ne queremos pasar a la siguiente cuestién sin antes ofrecer, a manera de excelente resumen del genuino pen- jamiento marxista sobre este aspecto del problema de la ideologta, unos fragmentos del notable ensayo de Mario Rossi titulado “Marx e l'ideologia tedesca” (cf. la revista Sociefa, n* 1, Milfn, enero, 1959). Esctibe Rossi: Quanto al processo di idealizzazione (el proceso de forma cién de las ideologias, L.S.), Marx sembra intenderlo come un proceso di attrezione, onde le condizioni storiche diven- gono “condizioni ideali ¢ rapporti necessari’, quindi in certo modo perdono Ja loro mobilita ¢ si fissano come qualita 0 predicati dell'uomo, ovvero “determinazioni” da sso. “scaturenti” quasi sue “note” analiticamente da e380 ricavate a ed css0 apposte (nétese Ia importancia de tal observacién, L. §.): conezione del processo astrattive che 69 singolarmente si avvicina pih alla tradizione logivo-formale che non ai pit recenti tipi di soluzioni dello stesso pros blema, primo fra tutti la deseri ed ipostatizzante in Feuerbach, che gioca sull'elementa del Araneazione, che qui non appare affatto, La formulazione | di Marx potrh apparire ora insufficiente ed incerta, speciule mente ove Ie si paragoni con le ben pit: complesse e rigorose descrizioni dei processi d'ipostatizzazione della filosofia aprioristica di Hegel nella Critica def diritto stetwale begee fiano, 0, per altro verso, con [a teotia dell'asfrazione delerminaia dell'Inirodwziome alla Critica dell economia bolitica che compie il tentative di fondare una dialettica concreta di esperienza osservativa ed astrazione scientifica (pp. 48-49). Estas observaciones de Rossi son tan fecundas y agudas que, a partir de ellas, bien se podria desviar el analisis de Ja nocién marxista de ideologia hacia una investigacién de los presupuestos epistemoldgicos fundae mentales de toda ciencia marxista, Pero, obviamente, ten- dremos que contentarnos aqui con sefalar timidamente con el dedo la enorme cuestién, Cuestion que, hasta donde se nos alcanza, permanece pricticamente intacta. Sobre el problema de la verdad o falsedad (respecto al proceso real de la historia) que contengan las idcologias, escribe Rossi algo que vale la pena meditar: Marx lascia qui imprecisato se questa formazione della sovrastruttura sia logicamente esatta 0 erronea, e dere Jasciare imprecisata questa questione perché essa non @ risa- lubile in astratto una volta per tutte, ma dipende sia dalle strutture che condizionano la formazione sovrastruteurale, sia dall'ambiente sovrastrutturale precedente, cio® dalla ttadizione culturale: insomma, da diverse circostanze stori- jone del processa astrattive che. A Marx, invece, preme che sia chiato, nel quadro della concegione materialistica della storia, che le forma- zioni sovrastrutturali mon si giudicano da sé, in base ad astratti criteri di verita, ma si giudicano soltanto sulla base d'una ricognizione delle strutture dalle quali sono condi- zionate... (p. 49). A continuacién, Rossi esctibe unas palabras en las que se lee entre lineas un intenta de explicacién de por qué Marx no se ocupé nunca de describir en detalle el proceso de formacién de las ideologias: Mare, insomma, ha dato wna critica dell’apriorismo filo- sofico, una fondasione del nuove metodo scientifica mate- tialista, ma nom ha dato una fewomenolagia della forma- vione della sovrastruttura: e non ha data perché essa avrebbe contrastato con el principio della concezione materialistica della storia, in quanto una simile fenomeno- logia avrebbe finito col condizionaio, a sua volta, tutto dl fapporto struttura-sovrastruttura, Che le struttura condizioni la sovrastruttura significa avzitwtte che ¢ casa a condizionare la formazione di una determinata logica (per es., la logica formale aristotelica, quella medievale scolastica, quella deduttiva razionalistica, quella dialettica hegeliana, ecc. quindi non c'é neppute una fogica wmica che possa mettersi al di sopra di questa movimento, dirigerlo e giudicarlo. Anche ja logica materialistica doveh riconoscersi (¢ si rico- nosce) “condizionata dalle presenti strutture storiche (p. 30). Esta iiltima observacién de Rossi —que nosotros aqui no discutiremos— es, desde el punto de vista tedrico, opulenta: offece jugosa carnadura para realizar sobre ella las mas encarnizadas disputas. Nosotros la utilizaremos tan 7 singolarmente s che non ai avvicina pid alla tradizione logico-formale i recenti tipi di soluzioni dello stesso pi Blema, primo fra tutti la descrizione del processo astratti ed ipostatizzante in Feuerbach, che gioca sull'elemento dellt siraneasiene, che qui non appare affatto, La formulazione di Marx potra apparire ora insufficiente ed incerta, special mente ove Ia si paragoni con le ben pit complesse e rigorose descrizioni dei processi dl'ipastatizzazione della filosofia aprioristica di Hegel nella Criticr del divitto statwale beges Hane, a, per alteo verso, con la tearia dell'astrazi determinate dell'Inirodusione alla Critica dell" econom politica che compie {1 tentativo di fondare una dialettica concreta di esperienza osservativa ed astrazione scientifica (pp. 48-49), Estas observaciones de Rossi son tan fecundas agudas que, a partic de ellas, bien se podria desviar el andlisis de la nocién marxista de ideologia hacia una investigacién de los presupuestos aiihetildtiegs funda- mentales de toda ciencia marxista. Pero, obviamente, ten- dremos que contentarnos aqui con sefialar tmidamente con el dedo la enorme cuestién, Cuestién que, hasta donde $¢ nos alcanza, permanece pricticamente intacta. Sobre el problema de la verdad o falsedad (respecto. al proceso real de Ia historia) que contengan las ideologias, escribe Rossi algo que vale la pena meditar: 7 Marx lascia qui imprecisato se questa formazione della sovrastruttura sia logicamente esatta o erronea, © deve lnsciare imprecisata questa questione perché essa non é riso. lubile in astratto una volta Per tutte, ma dipende sia dalle strutture che condizionano 1a formazione sovrastrutturale, sia dall'ambiente sovrastrutturale precedente, ciod dalla tradizione culturale: insomma, da diverse circostanze stori- che. A Marx, invece, preme che sia chiaro, nel quadro della concegione materialistica della storia, che le forma- zioni sovrastrutturali non si giudicano da sé, in base ad asteatti criteri di verita, ma si giudicano soltanto sulla base d'una ricognizione delle strutture dalle quali sono condi- zionate... (p. 49). ‘A continuacién, Rossi esctibe unas alabras en las que se lee entre Ifneas un intento de explicacién de por qué Marx no se ocupé nunca de describic en detalle el proceso de formacién de las ideologias: Marx, insomma, ha dato una critiee dell'apriorismo filo- sofico, una fondaziowe del nuovo metodo scientifico mate- rialista, ma non ha dato una fevomenologia della forma: vione della soveastruttura: e non [ha data perché essa avrebbe contrastato con el principio della concezione materialistica della storia, in quanto una simile fenomeno- logia avrebbe finite col condizfonata, a sua volta, tutto il rapporto struttura-sovrasteuttura. Che le struthuta condizioni la sovrastruttura significa ataitwéro che & essa a condizionare Ja formazione di una determinata logica (per es., la logica formale aristotelica, quella medievale scolastica, quella deduttiva razionalistica, quella dialettica hegeliana, ecc.), quindi non ¢é neppure una logica wefca che possa mettersi al di sopra di questo. movimento, dirigerlo e giudicarlo, Anche la logica materialistica dovra ticonoscersi (¢ si rico- nosce) “candizionata dalle presenti struttuce storiche... (p. 50). Esta altima observacién de Rossi —que nosotros aqui no discutiremos— es, desde el punto de vista tedrico, opulenta: ofrece jugosa catnadura para realizar sobre ella Jas mas encarnizadas disputas, Nosotros la utilizaremos tan 7h sGlo para pasar por ella, como por un puente, hacia la pregunta b) que formulamos paginas atras. La pregunta b), que introdujimos al final del pari~ grafo 3 de esta parte de nuestro ensayo (tid. supra), puede reformularse sintéticamente de este modo: zen qué sentida espectfico y estricto deberemos entender, ‘dentro del marxismo, proposiciones como la “toma de conciencia ideo- Jégica de las clases dominadas", si precisamente e] marxis- mo nos dice que el_rasgo fundamental de toda ideofogia es el de erigirse en sistema de fepresentaciones que actin @imio conciencia engatiosa (Engels dird false), esto es, como Ta Hasién de poseer una conciencia auténtica, libre e individual, cuando en realidad de verdad vivimos domi- nados, sin saberlo, por una superestructura de valores: sociales he distorsiona y tergiversa la imagen real y efectiva de las relaciones materiales? De un modo mis concreto, y utilizando cierta termi- nologia de Marx ampliamente difundida (por ser tomada_ de su famoso Prdlego —citado siempre como la Effet tung— aa Contribucién a la critica de la economia poll tied), podriamos fortnular la cuestién de este modo: segtin Marx, al Iegar a una determinada fa: fuerzas productivas materiales de_la sociedad chocan con las-relacionesdeproduccién existentes o —pata decirlo — ton Jas relaciones de propiedad dentro ha nvuelto hasta alli; se abre asi_una _social; al_suscitarse ]a_contradiccin ra econémica, se_revoluci también “toda restructura erigida sobre ella"; ahora bien, utrif este proceso, surgen —dice Marx— formar idea- i > idgicas en-gue Tar bo n conciencia di con fltcto_y Tw jor yesolverio, La pregunta es, pues: gnos hallamos aqui con una nocién de ideologia diferente de Ja expuesta por Marx y Engels afios antes en La Ideologia 72 de desarrollo, las” Memana? (Puede designarse cc con el mismo vocablo tanto el sistema de Tepresentaciones-y valores que domina a los hombres en una époce sid que ellos lo sepan, como la conciencia que —ocasionada por contradicciones materiales we tienen Iugar en la estructura econémica— se erige lrente a aquella imcousciencia para cwestionarla y destrutrla? Seri Iicito hablar al mismo tiempo de inconsciencia ideo- | yica y de conciencia ideoligica; de la ideologia que, inconscies nte se tiene, y de la ideologia que cons-\ cientemente se sostiene? Nosotros creemos que, dentro del marxismo, y mis ain con la ayuda del freudiano de “inconsciente” y “preconsciente", y luego con el jungiano de “incons- tiente colectivo’, esté bastante claro de cudles problemas se trata; pero nuestra pregunta esta dirigida a averiguar si dos zonas de problemas que son en si mismas distintas, © distinguibles te6ricamfiente, pueden englobarse bajo el solo nombre de “ideologia”. Nuestra opinién —y ya lo dijimos al comienzo de este ensayo— es que con ese voca- blo, como casi con ningtn otro en nuestro siglo, se ha cometide un exceso semintico. Que un vocablo tenga mil significados distintos y matices diversos, es cosa que no preocupa a nadie basta el momento que se pretenda hacer wn uso cientifico de ese vocablo. La escritura poética admi- que hasta exige para su con: walencia semantica de los vocablos, puesto que aspica a ¢30 que Mallarmé denominaba_el_caricter prismatico. BY poeta, como el Tégico matemitico, parte de lo que Saussure Mamaba Ja “‘arbitrariedad’’ del signo; pero, en direocién inversa fears légico, el poeta concluye en todo signo puede if a ser ico siempre que, Rartlaidose oe arbitrariedad, se eae de ia maul plicidad de sentidos o valores. En cambio, el légico, par- tiendo de la arbitrariedad del signo, esto es, de su acti, 73 lo dota exclusivamente de dos posibilidades formales de valor: 1 6 0, Verdad o Falsedad, y en base a tales valo! realiza toda suerte de operaciones légicas. La validez (relativamente a su tiempo) de Ja ciencia marxista reside en que, frente a la actitud especulativa dé la filosofia tradicional que aseguraba manejar “certezas absolutas" y apriosisticas (incluida la revolucién kantiana de los juicios sintéticos a priori) se postulé a si misma como una ciencia basada en el registro empirico ¢ inductive de la realidad, no con el objeto de eleborar una sintesis 4 priori, ni un sistema deductivo, sino con la misién especifica de determinar con la mayor exactitud posible el gtado de probabilidad dentro del mundo factico y obser- vable, y llegar, asi, a la predéccidv ciewlifica. Asi enten- demos nosotros la ciencia marxista, dentro de la cual no cabe la profecta —que se deja para los poctas o pata el intuicionismo, cuando no para la mintica—, sino la predie- cién cientifica. (Por estas tazones consideramos —como escribimos al comienzo de este trabajo— que resulta muy fecunda la analogia hecha por Hans Barth entre la actitud induetiva de Bacon y la de Marx, relativamente cada una a su Epoca). Ahora bien, retomemos nuestra interrogacién. Dentro de una ciencia cuyo caricter es el que acabamos de descri- bir, gresulta propio y adecuado, cientifico, el uso de térmi- nos como “ideologia” para designar sin mis una multiplt: cidad de nociones que en modo alguno admiten la reaie- cidn d una sold, univeca y compressiva nocién? Nuestra respuesta es terminante: o se acepta el marxis- mo como ciencia, y en ese caso sé eee relegar el yotablo “ideologia"’ a cierta zona de significacién e inven- tar o redescubrir otros voeablos para designar ciertas zonas de significacién hasta ahora incluidas equivocamente bajo “ideolagia”, o de lo conteario se acepta la interesada 74 critica de ciertos teéricos del capitalismo, segiin los cuales el marxismo no es cientifico, sino precisamente ideo/dgico, La alternativa es clara, y nosotros —como lo eviden- an estas piginas— tomamos partido por la primera opeién: el marxismo es una ciencta, y precisamente por no constituir, come diria Sartre, un Saber hipostasiado, jie. fe una revisién continua de su terminologia, aparte de la necesaria revisin que exige el desarrollo histérico mismo. Marx no nos dejé una profecia que debe cumplirse por si sola como un mandato divino, uma predestinacién supra- temporal que gravita como espada sobre la humanidad; lo we Marx nos dejé fue una predircidm cient fica, ama pro- bubilidad maxima cuyo cimplimiento depende de nosotros, de nuestra voluntad de trabajar por ella diatiamente; unos, lo hacen en la trinchera politica; otros, en un frente arma- do; y otros, no menos efectivos, deben hacerlo desde dentro de la ciencia misma, si es que ésta los ha convencido de sus posibilidades de autodesarrollo. 2Qué se debe entender, pues, por ideologia? Nos- otros proponemos que mo se use esa palabra cuando se quicra significar cosas como “toma de conciencia”, sea esta conciencia la individual o la conciencia de clase; Marx opo- nia la conciencia de clase a la ideologia; lo que ocurre, en suma, cuando un individuo, o una clase de individuos, se dan cuenta de que son explotados, o colonizadas, y cuando al mismo tiempo el poder explotador o colonizader preten- de convencerlos de que esa situacién es natural, de que ella tiene sus “valores”; todo eso, decimos, no podemos lla- marlo pee ideolégica, asi Marx haya escrito en su famo- so Prdlogo que hay “formas ideolégicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto”. Si eso fuera lo linico dicho por Marx, no habria problema; el caso ¢s que, en la abrumadora_mayorfa de los casos, tanto pata Marx como para Engels, seo. gia se define precisamente como 7 Jo contrario, esto es, como aquel sistema de. representaci j valores estatuidos en una sociedad, que preserva el orde material existente y contra el cual se etige en un mort dado Ja concienti. fas clases que dentro.de ese orden explotadas; el momento de esa conciencia coincide con agudizacién maxima de un conflicto que ocurre dentro aquel “orden estatuido”, es decir, en la estructura econé: mica: un conflicto entre las fuerzas productivas de la $0- tiedad y las velaciones de produccién existentes, La_expresién “‘ideologia _revolucionaria’—resulta asi una Salina La alienacién ideoldgica no puede servit para realizar Ta revolucién, Habré que buscar otro vocablo para designar la posicién doctrinal aa revolucionario, pues de no ser ast subsistirin los peligrosos equivocos que hasta” ahora se han dado en este terreno; equivocos que, por cer to, representan una gran fuente de ingresos para el capita: lismo, segim un proceso que en cl capitulo V estudiacemos bajo el nombre de plusealia ideolégica, que es la 1 rO- om Hs ducen, en beneficio del capitalismo, todos aquellos s que cecen actuar segtin su “conciencia, pero que, por no haber preci ‘conciencia”” mada siguen sometidos al im| la ideologia y, por tanto, a la totalidad de la estructura material que quisieran destruir, La falta de dlaridad y de conciencia doctrinales, a la que contribuyen los equivocos terminoldgicos y la aceptacién: dogmitica de toda fraseologia marxista, son determinantes fundamentales de la alienacién idcolégica y la consiguiente plusvalia, también ideoldgica. Numerosos serian los pasajes de Marx y Engels que podrian tracrse a colacién para probar que el sentido de “ideolagia’” que proponemos es el we corresponde a su mas auténtico pensamiento; algunos los hemos citado ya. Véase esta frase capital de Engels: “La ideologia es un proceso que se opera por el llamado pensador consciente- 76 fnente, en efecto, pero con una conciencia falsa, Las ver- iladeras fuerzas propulsoras que lo mueven, permewrecen ignoradas por él; de otro modo, no seria tal proceso ideo- igico”™ (Marx- Is, Obras Escagidas, ed. cit., v. Il, p. 02). Esto lo escribe Engels en 1893, el mismo afio en que Vieud, segin él mismo cuenta, Hegé a la conviccién de la “existencia de procesos animicos que sélo inconscientes dian ser” (S. Freud, Esquema det pricoandlisis, en byas Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1948, ¥. Il, p. 9). Es evidente que, de haber conocido las inves- ligaciones freudianas, tanto Mane) como Engels, quienes ilesdle hacia varias décadas habian descrito el fendmeno en ju aspecto colective social y con un yocabulario a veces cambiante, habrian, sin duda, modificado y precisado ese yorabulario, y habrian averiguado que la présidn ejercida por un sistema ideolégico (que a su vez cs producto de ua situacién material determinada) se convierte en repre- vién, en fuerza que domina inconscientemente a los indi- viduos. Pero no sélo a los individaos, sino a una clase social entera, mediante ese fenémeno cuya significacién para el mercado mundial advirtié Marx desde 1845: los medios de comunicacién (cf. La Ideologia Alemana, ed. cil, pp. 65-66). Ahora bien, surge una importante y peligrosa cues- tin: en una futura sociedad sin clases, ¢desapareceri la ideologia? Observemos muy detenidamente, antes de pro- funciaroos sobre tan espinosa cuestién, Ja respuesta que da Althusser a semejante pregunta en su ensayo Marxismo y humanismo: “Si toda la funcién social de la ideologia se resumiera en el cinismo de un mito (como las «bellas mentiras» de Platén, o las técnicas de la publicidad moder- na), que la clase dominante fabricaria y manipularia desde el exterior, para engafiar a quienes explota, la ideologia desapareceria con las clases. .."". 77 Interpretemos segue! nosotros: lo que desapare: con las clases es uno de los significados del término ideole gia, puesto que desapareceria el denotstum, o sea, el “SiR tema de valores y representaciones, etc", Ahora bien, reducimos “ideologia” a un signo verbal cuyo denotalws es ése y nada mis que ése, entonces afirmaremos: si, las clases desaparecera sin duda alguna Ia ideologia, fos hombres serin duefios a cociencia de su fuerza de trabajo y 09 existira la propiedad privada, etc, Mas Althusser continda: “Pero, como hemes visto, aunt en el caso de una sociedad de clases, la ideologia tiene papel activo sobre la clase dominante misma y contribu, 4 modelarla, a modificar sus actitudes para adaptarla a sub condiciones reales de existencia (ejemplo: la libertad jutle dica) —queda claro que la ideologia (como sistema d representaciones de mata) es indispensable a teda sacteda dra formar a los hombres, transformarlos y ponerlos en estido de responder a las exigencias de sus condiciones de existencia, Si la historia en una sociedad socialista ¢s, lo decia Marx, una perpetua transformacién de las condi- ciones de existencia de los hombres, los hombres deben transformados para que puedan adaptarse a estas condicio. a tacién> no puede ser abandonada a la pontaneidad, sino que debe ser aswmida, dominads, con® trolada (subrayado de L. 8.); en la ideologia se expres esta exigencia, se mide esta distancia, se vive esta contradic cién y se realiza su resolucién. En la ideologia, la sociedad) sin clases vive la inadecuacién-adecuacién de su relacién con el mundo, en ella y por ella transforma la conciencia de Jos hombres, es decir, su actitud y su conducta, pata situarlos al nivel de sus tareas y de sus condiciones de exis~ tencia” (La revolucién tedrica de Marx, ed. cit., p. 195), Pero ese fenomeno que se dari en la sociedad sin clases —y que nosotros no dudamos se dark— seguir 78 siendo, en el estricto sentido del término, idealdgico? Ese r que, segtin dice Althusser, asumiré, dominara y con- rolark las nuevas relaciones humanas, zgravitaré sobre la iwente de los hombres y en su interior del mismo modo que hoy gravita y vive, en los hombres de la sociedad burguesa, sistema ideolégico de valores producido por el capita- lismo? Nosotros nos resistimos a lamar con igual nombre ‘los fendmenos que no solo son distintos, sino que son ‘ontrapuestos, Si el sistema de representaciones y valores ditija y controle Ia sociedad sin clases no ¢s un poder decuado a la realidad y encauzado conscientemente hacia la wocializacién, 1a jgualdad humana y la yalorizacién del hom- bre por el hombre; si en esa sociedad se sigue engaflando y falseando la realidad; si sigue habiendo culto a la perso- nilidad y campos de concentracién, entonces sin duda ese poder seguira siendo idealdgico. Pera si ese poder cumple en af mismo el ideal de Ja revolucién permanente, que no ¢ otra cosa que un incesante desarrollo de Ja conciencia y un incesante examen de si mismo, entoncps no engafiart a los hombres y metecerd ser llamado con otro nombre. 4 NOTA FINAL A manera de epflogo de este capitulo, hagamos frente 4 una —s6lo a una— de Jas muchas dudas que acaso las paginas precedentes hayan creado en el lector. La duda puede ser ésta: si la expresién “ideologia revolucionaria” resulta, dentra de nuestro anilisis, una contradiccién, y si lo que se propone ¢s un cambio verbal puramente, ¢chmo habra de peels a la realidad que antes se designaba bajo esa expresidn? Una vez eserito este capitulo, donde terminamos pro- poniendo que se reserve la palabra “ideologia” para desig- har un sistema de valores y representaciones que tienden a 79 preservar la estructura social existente y que presionan al individuo y a la sociedad desde su preconciencia, nos hi caido en las manos un ensayo de Max Horkheimer donde, por vias muy distintas —pero no contrapuestas— a las nuestras, acaba proponiendo lo mismo que nosotros. Escril Horkheimer: “Deberia reservarse el nombre de ideo! —frente al de verdad— para ef saber que wto tiene col ciencia de su dependencia y, sin embargo, es penctrable yt para la mireda histérica..." (cf. Theodor W. Adomo Max Horkheimer, Sociofogica, ed. Taurus, Madrid, 1 p. 64). Esta coincidencia nes anima para responder de claro y terminante a la duda propuesta, En vez de “ic logia revolucionaria”, hablemos de Conciencta y Teor revolucionarias. “Ideologia revolucionaria’” esconde absurdo siguiente: “inconsciencia revolucionaria’’. Si revolucién es algo, es el esfuerzo pr clevar a la conciend de los hombres el estado real del mundo; cs la presenta- cién directa y la denuncia del pantano que ocultan lag ideologias. ELI SARTRE, MARX Y LA IDEOLOGIA La certidumbre de que un anticomu- nista es un perro no me abandonaba ni me abandonara jamds... Uno y otro estabamos condicionados, aunque en sentida contrario. Nuestros sinsa- bores acumulados lentamente, revela- ron de pronto, al uno Ios errores del estalinismo, al otro los de su propia clase. En nombre de los principios que ésta habia incalcado, en nombre de su “humanismo” y de sus “humani- dades”, en nombre de la libertad, ‘la igualdad y la fraternidad, senti por la burguesia un odio que s6lo morira conmigo, SARTRE (Merlean-Ponty vivant) { INTRODUCCION Hemos ensayado, en las piginas que anteceden, una Interpretacién (no demasiado ortodoxa) del verdadero y filtimo significado de “ideologfa’ en los fundadores del ynurxismo, ¥ en vista de que hemos hallado que no existe tina definicién totalmente univoca de lo que Marx y Tingels entendian por “ideologia”, hemos arriesgado una tesis, tratando —ésa es al menos nuestra intencién— de reducir la significacién del término “ideologia" a aquella que a nuestro entender fue fa primordial, tanto en Marx como en Engels. ‘Ahora nos toca confrontar ese andlisis con el de ilgunos textos de Jean-Paul Sartre donde se utiliza el término en cuestién, Como se veri, sera preciso adentrarse en esos textos a fin de hallar posibles coincidencias con el marxismo y también posibles iferencias; y atin mis alla de eso: averiguar si, en definitiva, el uso que nos ptopone Sartre no se constituye en ofro sentido, mas del témino “ideologia”’, lo que, desde nuestro punto de vista, vendria a complicar soberanamente las cosas. Los fundadores del imarxismo no lo usaron univocamente; los marxistas del siglo Xx tampoco han ‘bedide usarlo de ese modo, que seria el modo cientéfico de usarlo; por su parte, los tedricas no comunistas o anticomunistas también han contribuida, en no escasa medida, a sobrecargar el término de signifi- caciones: piénsese en Scheler, Pareto, Mannheim, Bell..., 7 83 piénsese también en los planes explicitos, declarados abier tamente, del Departamento de Estado norteamericano, con lo que ellos han Mamado la “ofensiva ideolégica’’ sobre Latinoamérica, Afadase a todo esto lo que las diversas. practicas de la lucha politica y militar en el viejo y el nuevo continente han arrojado: los “frentes ideol6gicos’’, la “guerra de ideologias”, etc, Y no se desprecie en modo alguno el uso cotidiano, callejero, del vecablo, segin el cual cada fulano tiene su ideclogia. Resultado: lo que al comienzo de este ensayo denomindbamos “pandemonium semintico”. Armados, pues, de nuestro anuilisis del término, acer quémonos cautelosas al uso que de él hace Sartre. 2. LOS PROBLEMAS SARTREANOS En el Apéndice del presente capitulo, el lector podria hallar algunos textos de Sartre. Exarninemos a continuacién los alli numerados 1 y 2, en los cuales parece destacarse un uso de “ideologia” que es, al menos a primera vista, especificamente sartreano, © que, cn suma, choca con Jas acepciones que hemos encon- trado en Marx y Engels. Advirtamos uma vez mas que nuestro criteria de fondo seri siempre Ja comparacién con el marxismo, precisamente porque ése cs el Fondo de la discusién planteada en Questions de Méthode: existencia- lismo y marxismo. Sartre afirma que el marxismo es la filosafia de nuestra Epoca y que ella seri ¢asuperdble mientras no sca superada la praxts que la engendré, En sus lineamientos generales, si se acepta como punto previo (y ya se vera que hay problemas para aceptarlo) que el marxismo cs una fifosefid, habria que reconocer que tal tesis es correcta, al menos desde el punto de vista marxista, Y seria correcta 84 porque, segiin el marxismno, los cambios. radicales en la superestructura (y por tanto, en la filosofia) son siempre expresiones de cambios radicales habidos en la estructura socioeconémica, El marxismo como filasofis resulta asi “insuperable” mientras no se produzca la-revolucién social anunciada por Marx, esto es, mientras en el capitalismo ‘ontemporineo no se agudice al maximo la contra ion entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccién (a csto iiltimo parece referitse Sartre cuando habla en fos textos cle “'praxis’’). Sartre afirma en seguida que, mientras no sea supe- rado el marxismo, no sera conveniente llamar “fildsofos” a los “hombres de cultura”, sino tan s6lo Adedlogos, enten- dliendo por “idedlogos' aquellos pensadores u hombres de cultura a los que la praxis contemporinea conmina a ser tan sélo comentaristas 0 parisitos de Ia realidad filos6- fica hasta ahora no superada por Ja praxis histérica: el murxismo. Lo de “parisitos" no debe entenderse sino como una exageracién literaria (la buena literatura, como Ja de Sartre, e3 siempre una exageracién) y no como una expresién linealmente despectiva; de otro modo mo se entenderia que Sartre considerase su propia doctrina exis- tencialista como una “ideologia”, esto es, como un sistema parasitario del marxismo cuyas lagunas estaria destinado a llenar, Surgen aqui dos importantes problemas: 1) Las afirmaciones de Sartre se basan en el supuesto de que el marxismo es una filosofia, ¢Es esto cierto? ¥ de serlo, zen qué sentido habra que entender filosofia? b) El uso que hace en esos textos Sartre de “ideologia", equé tiene que ver con los que hemos visto con los usos de Marx y Engels y, en todo caso, con el uso 35 i que nosotros proponemos como auténticamente maraista? Tratemos de responder ordenadamente a estas cues tiones, En cuanto a la pregunta a), la consideraremos someramente, porque de lo contrario nos veriamos obliga- dos a escribir un volumen entero sobre ella. El problema de una filosoffa marxitta es sumamente delicado y requiere un anilisis detallado y profundo de lo que es la Filosofia y de lo que es el marxismo. Por otra parte sobre este dificil asunto han escrito abundantemente tedricos del marxismo, como Louis Althusser, a quiencs mo preten- demos mejorar en este punto, Las opiniones de Althusser en este sentido, en obras como La revoluctéin tedriea de Marx, La filosofia como arma de la revalucidn y Lire le Capital, nos parecen justas y correctas, aunque no consti- tuyan ni mucho menos evidencias; pensamos que € licito hablar de una filosofia marxista que conticae un método y un objeto propios, que es cientifica y que, sobre toda, no se declara como un sistema cerrado, sino como una fuente de permanente investigacién basada en Ia obser. vacién y el analisis histérico y animada por un rasgo cen- tral de la ciencia moderna: la generalizacién inductiva y la prediccién cientifica. Y mas aan; tal filosofia es fuente de investigacian de aquello que fundamenta al materiali mo histérico: la dialéctica materialista, Ahora bien: dialéctica materialista esta lejos de ser un cuerpo de doc- trina acabado y completo, pese a que haya escolarcas‘del marxismo empefiados en sostener Jo contrario. Opina Al- thusser que es preciso disefiar ese edificio, a partir de la practice teérica de Marx y de algunos textos suyos de caricter metodolégico, como la Introduccién a Ja critica de la economis politica, de 1859, y también de algunas frases de los Cuadernos Filosdficos, de Lenin, y ¢l texto 86 de Mao Tse-tung titulado A propdsito de la contradiccion (cf, Althusser, La revolucidu tedrica..., ed. cit, px 150). Dejemos, pues, ese enorme tema de lado y encaremos el problema provisoriamente desde otros Angulos. Consideremos, a titulo de ejemplo, lo que a este respecto Mama el filésofo francés Henri Lefebvre “el error de Sartre". En un texto suyo al que ya hemos aludido, donde polemiza sobre las nociones de ideologia y Verdad, escribe Lefebvre unas palabras quescitaremos in extenso porque constituyen una opinidn incisivamente centrada en nuestro tema; El marxismo ha anunciado el fin de las ideologias y la superacién de las idealogias, Ahora bien, leyendo su Gltimo: libro comprobamos que para Jean-Paul Sartre el marxismo es Ia filosofia de nuestra época. Y comprobamos también que pata él el existencialismo es una ideologia destinada a Ilenar Jas lagunas del marxismo cn cuanto filosofia. A. mi me parece que Sartre plantea mal el problema funda- mental. En efecto, si s¢ reconoce que las primeras obras de Marx, que se integran a todo el resta de su doctrina, no son obras filosdfiras, sina obras que contienen la critica radical de la filosoffa, no se puede decir que el marxismo sea una filosofia, El marxismo sélo se ha convertide en filosofia deformindose, institucionalizindose. Al consi- derar que el marxismo es la filosofia de nuestra época, Sartre acepta sin advertirlo el marxismo institucional, el marrismo deformado por Jos tltimos 40 afos de historia, y especialmente por el estalinismo. Y¥ cuando propone al existencialismo como ideologia, na se petcata de que Marx ha anunciado el fin de las ideologias, ha hecho Ia critica radical de las ideologias, csos reflejos incompletos, muti- lados de la realidad, De modo que plantea de una manera fundamentalmente falsa el problema de las relaciones entre 87 ideologia y verdad, puesto que no reconstruye el pensa- miento. marxista en su autenticidad, en su movimiento inicial, integrado a todo pensamiento posterior de Marx, este pensamiento auténtica que nosotros, los “revisionistas”, nos esforzamos por restablecer. Fste es un primer error, muy grave, de Jean-Paul Sartre. (H. Lefebvre y F. Chatelet, Ideologia y Verdad, od. cit., pp. 36-57) Segiin Lefebvre, pues, el planteamiento de Sartre es falso y contradictorio. El razonamiento de Lefebvre parece descansar en la siguiente estructura légica: tadas las filo- sofias son ideolégicas; si ¢l marxismo es una filosofia, entonces el marxismo ¢s una ideologia. Y si todo esto es cierto, entonces lo que en realidad propone Sartre como Existencialismo en los textos citados no seria otra cosa que la ideologia de wna ideologia, lo cual es, si no un perfecto absurdo, pot lo menos un abuso conceptual, o eso que el propio Sartre llama “un exceso ideolégico”. El razonamiento patece contundente a primera vista, sobre todo si s¢ consideran aditamentos persuasivos como eso de que “el marxismo s6lo se ha convertido en Filosofia deformandose, institucionalizindose’’. Nosotros estamos de acuerdo con el espiritu, mas no con Ia letra, de las observaciones de Lefebvre; y diremos por qué, Si en vez de decir que el marxismo sélo es Filoso- fia en la medida en que se lo deforma e institucionaliza dijese, con mayor precisién y hondura, que el marxismo, en la medida en que ha sido institucionalizado, se ha con- yertido en una idealogia, entonces estariamos de acuerdo, al menos en lo que se refiere a la ideologizacién del mar- xismo en el siglo xx, que ha producido como resultado un marxismo oficial, hieratico, sacro, impuesto como credo y cuya premisa fundamental despide cicrta reminiscencia ‘medieval: credo nt intelligam. El mismo Sartre estaria mas ile wcuerdo que nadie en admitit —como Jo ha hecho cien veces— Ia parilisis del marxismo: “el marxismo se ha Uetenido” (Critigne de ta Raison Dialectique, p. 25) Pero que haya un marxismo oficial esclerético, ideo- lopico, es acaso una razén para decir, como dice Lefebvre, que el marxismo sdlo es filasdfico en la medida en que fe institucionaliza? ;Qué clase de “filosofia'’ es esa de que habla Lefebvre en un tono tan eévidentemente des- pectivo? Preguntémoslo a quemarropa: caalguier fitoso- fia, por el hecho de ser filosdfics, ges ya ideoldgica? Marx, es cierto, hizo la critica de la Filosofia y de jas filosofias: las amé ideoldgicas y, por tanto, enga- fiosas, falsamente independientes de lo real y, como diria Vngels, falsamente conscientes. Pero jacaso significaba esa critica, dentro del espiritu de Marx, una partida de defuncién. de toda. filosofia? * 1. La realfzacidn de Ja filosofla, de que hablaba Marx en su Critita de la Filosofia del Derecho de Hegel, éimplica la partida de defuncién de toda filosofia? He aqui una pre- kunta aan no definitivamente respondida. En esa obra escribe Marx que “la exaltacién idealista del universo es la expresién ideoldgica de la impotencia de los fildsofos frente a] universo’”, Frases como ésta no hacen sino impug- nar a la filosofia idealista —y, en general, a toda filosofia ideolégica—, pero no declaran el cese de toda filosofia. Asi, en el mismo texto se lee: “Una vez desenmasearada Ja forma sagrada que representaba la autoalicnacién del hombre, la primera tarea de ta filorofia gue se ponga al fervicio de la historia consiste en desenmascarar esa auto- alienacién bajo sus formas profanas. La critica del cielo se transforma, asi, en critica de la tietra...". (Marx, Critica de la Filosofia del Derecho de Hegel, ed. Nuevas, Buenos Aires, 1965, p. 11). Subsiste, pues, la pregunta: la critica de Marx, gva contra toda ofia, o sélo contra las ideoldgicas, esto cs, las que sirven de justificacion & un orden material existente? Nosotros creemos que en el Respondamos resueltamente que #0. Marx jam deseché la idea de que su concepciéa de 1a historia, critica del capitalismo o su teoria acerca de las formacion’ econémico-sociales tuviesen un fundamento filosdfic Hacia el final de su vida, cuando escribe el Postfacia a 28 edicién alemana de Ef Capital, habla abiertamente de s método dialéctico, y lo contrapone frontalmente al di Hepel: “Mi método dialéctico no slo es fundamentalmen- te distinto del método de Hegel, sino que ¢s, en todo y por todo, la antitesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de Idea, en sujeto con vida propia, es cl demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo", Y afiade Marx a continuacién una vieja proposicién suya, su proposicidn radical en Lt Ideolagia Alemana, que ya hemos analizado de diversas formas en este trabajo: “Para mi, Io ideal no es, por el contrario, mas que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre” (cl. BE Capital, ed. cit, vol. 1, p. xxiii). Lo que ocurre es que la filosofia de Marx es radical- mente nueva; tan radical y tan nueva, que ya no consistira en un “sistema” ad wsam pbiosophorum, un cuerpo certa- do de ideas provisto de leyes aplicables en cualquier época, sino en todo lo contratio: una ciencia de lo real, que descubre, entre otras cosas, que “cada época histdrica tiene sus propias leyes” (ibidem, p. xxii), ¥ que por sobre todas las cosas afitma que no es la conciencia de los hombres lo que determina a lo real, sino a la inversa: es lo real lo que determina a la conciencia, Los Ilamados “elementos conscientes”, dice Marx en el Possfacio arriba aludido, juegan sélo un papel secundario en la historia de la cultura. espiritu de Marx estaba lo que, empleando un tétmino contempordnea, puede Lamarse filesofia ctentifica. Volvamos ahora a nuestro razonamiento originario. la ctfitica de Lefebvre se nos revela errada por cuanto si es posible y legitimo hablar del marxismo como de una Jilosofia; siempre, claro esta, que se haga énfasis en el taricter ciensifiea de esta Filosofia, puesto que se funda, como decia el propio Marx, en todo lo “empiricamente fegistrable”. Asi la entiende, a nuestro juicio, Sartre, inclu- w cuando habla del marxismo como de “la filosofia de nuestra época”. El hecho de que Marx haya realizado la critica de las filosofias jdeolégicas no significa, para Marx, que toda filosofia sca ideolégica, Un saber es ideo- ligico en la medida en que se presenta como algo dado, independiente de la realidad histérica y sin conciencia de wu dependencia respecto a las relaciones materiales huma- fas; ¢s un saber imperativo, represivo, aprioristico, Una filosofia que no tenga esos rasgos y parta —como lo hace Marx— de ‘un anélisis de la estractura de la realidad histérica apoyado en un método dialéctico, no tiene por qué ser considerada “ideolégica”, precisamente por haber instalado en su seno Ja critica permanente y la con- tiencia vigilante frente a cualquier asomo de hipostatiza- tidn y ante cualquier tentacién de autoconsiderarse como un Saber ya dado y definitivo; precisamente por ser his: tirico, este Saber es intramundano y posee los rasgos de un modelo en el sentido riguroso del término, esto es: no un paradigma fijo, sino un cuadto de variables que pueden set sustituidas y modificadas por la historia misma. Tal vez sea esto lo que Sartre Ilama, con alto poder de sintesis y con virtuosismo lingiistico, lz phiosophie devenue monde. Es posible y legitimo, pues, hablar del marxismo como de una fildsofia, y no vemos en principio inconve- niente alguno en admitir, con Sartre, que el marxismo es la filosofia de nuestra época. Pues esta filosofia es algo mas que un “sistema”: es, como dice Sartre, el bam la tierra germinal en que vivimos; es la filosofia heel mundo; es la filosofia que ha demostrado en la practi histérica su postulado fundamental: transformar el mundo Este hecho no puede ser negado ni siquiera por un anti marxista. Pero, no se olvide, es tambien la filosofia qu se autacritica radicalmente, a fin de no llegar a cheer fue ella ew tanto sistema de ideas lo que transformé mundo: ha sido la practica histérica Ja que ha realizad esa transformacién, (Y cuando esa practica revolucionath se ha detenido, burocratizado, la filosofia marxista se hi detenido también, se ha burocratizado, se ha constituid en ideclogia). Con esta damos por respondida la pregunta o pto- blema a). La nocién de ideologia que maneja Sartre los textos citados (1 y 2) supone la admisién del marxis: mo; en tanto féilesofia, en sus das sentides aludides: como cuerpo cientifico de ideas basadas en e] métoda dialéctica, y como doctrina hecha mundo, constituida en el devertir- monde-de-la-philosopbie. Abora bien: ¢habra que lamar idedlogos a todos los que hoy viven dentro de esta filosofia hecha mundo? Con esto pasamos al drea del problema b): equée relacién hay entre el uso que hace Sartre de “ideologia’’ y €l que de este mismo término hace Marx? La forma como Sartre usa el término “idedlogos” no pee ofrecer problemas para su comprensidn, Tal vez tia con decir: hoy en dia, a esta altura del sigho, no hay otra filosofia “hecha mundo” que el marxismo, mien- tras no se supere la praxis que engendré a esa filosofia, ninguno de nosotros podra crear una filosofia radicalmente nueva: seremos, entre tanto, comentaristas, hombres de cultura, pardsitos del Saber, idedlagos. Formulado asi, el pensamiento de Sartre a este respecto no ofrece complica- 92 tones. Es cuestién de aceptar o no Mamarnos todos “ided- Jogos” del marxismo mientras no advenga la tevolucién social, Si lo miramos asi, este asunto se resuclye admitiendo simplemente que Sartre ha introducido wa sentido mds dle la palabra “ideologia’, De acuerdo al anilisis que hemos hecho del uso marxista de ese término, el de Sartre surge como un ouevo sentido, como uno de tanto matices que csa palabra ha adquirido en el siglo xx. Pero es preciso hacerle honor al’ genio de Sartre y eonfiar en que hay en ese uso de “ideologia” algo ms wie un nuevo matiz. A poco que se medita en los textos Sartre y se los telaciona con otros suyos, el problema deja de parecer tan sencillo de resolver. Por de pronto, se impone ¢ste razonamicnto: Sartte conocia el uso que hici fon Marx y Engels del téming “ideologia"; si se ha arriesgado en sus Questions de Méthode a inaugurat un so distinto, ‘debemos admitir que lo ha hecho a plena enciencia. 0 no? ¢Deberemos dudar de que Sartre cono- ese —a la hora de escribir las Qwestions— el verdadero significado de la palabra “ideologia” en Marx y Engels? Fista es la delicads cuestion, Nos inclinamos a creer que Sartre ha paseado su oblicua mirada por la obra de Marx y Engels sin detenerse, con la calma necesaria, a examinar el verdadero sentido que ellos dieron al término “ideologia”. Sartre parece dar ee término por supuesto, sin sospechar que pueda estar hoy en dia necesitado de un riguroso analisis. Sartre lo usa confiadamente, al igual que tantos autores contempo- rineos, sin cuestionar su equivocidad y sin preguntarse cual es el sentido genuine, vivant, de esa palabra. Sartre, en consecuencia, lo usa en su Critique equivocamente hasta contradictoriamente, lo que no es de extrafiar, porque x trata de una contradiccién que Sartre arrastta desde los 93 tiempos de Materialisma y Revolucidi. Unas veces (te tos 1 y 2) la ideologia es un sistema parasitario Frente la Filosofia o Saber marxista; y otras veces “el material mo dialéctico tiene sobre las ideologias contemporined la supetioridad prictica de ser /a Adeolog/a de la cl ascendente” (texto 4), gEn ape quedamos? E i ies filosofia o es ideologia? La contradicadn es menos que litetal. En su ensayo Persittencia del ideals en el ditimo Sartre (Caracas, 1969, atin inédito), Victor Duno ha hecho notar una contradiccién semejante a pro sito de un texto de Materiatisma y Revolacién: “Sarte Hega a afirmar que el materialismo ¢s el yuito del revoli cionario y ¢l existencialismo su filasofia: tesis exdtica q) no sera capaz de convencer ni a marxistas nia existenctas listas, pero que ya supone un primer intento de acerca miento entre existencialismo y marxismo, en el que € exittencialismo fungiria de base real y ef miarxismo bavia Jas veces de ideologia, Es evidente que la confusién de 1 papeles es total” (subrayado nuestro). También subtay Victoria Duno el hecho de que Sartre, en su Critique, parece olvidar el caricter cientifico del marxismo en bene= ficio de su aspecto “‘ideolégico”, (Nosotros preferimos insistir en que en el marxismo genuino no hay ningan “aspecto ideoldgico”; si lo que se quiere decir es que el marxismo tiene una funcién de clase o es el instrumento tedrico de la clase en ascenso, es preferible que a esta funcién © aspecto lo Namemos dacérieal (ana doctrina es algo que se sostiene a conciencia), pues se trata de un instrumento de lucha, un instrumento de ronciencia y en modo alguno de un credo ciego. De un mirtir cristiano primitivo st podia decirse que tenia en su mente un ins- trumento fdeoldgico de lucha: una fe, un credo, una con- fianza absoluta en la divinidad, Alla los que crean en el marxismo como en una Biblia; Marx no dejé un instra- 94 inento ideolégice, sino un instrumento tedtico. La media- ‘iin entre la teoria revolucionaria y la clase social que debe adoptarla y hacerla suya es una organizacién politica: #| partido comunista, (Que éste sea hay o no fa via para una clase histéricamente en ascenso tome eonciencia fevolucionaria y haga suya la teoria, es ya otro problema sompletamente distinto, y no pequefio, por cierto). Nos hemos encontrado ya con dos sentidos del tér- mino “ideologia’’ en Sartre, Por una parte, el que se ileriva del sustantivo “idedlogos”, y por la otra, el que w desprende de entender al materialismo histérico como “\deologia de la clase ascendente’. Ambos sentidos —ya jn hemos entrevista— son altamente problemiticos, no silo por las contradicciones terminolégicas en que incurre Sartre —de cuyo lenguaje no surge. una idea clara acerca ile lo que sean “filosofia” e “ideologia”—, sino también porque, aun tomando aisladamente cada uno de los dos sentidos sefialades y olvidandonos de que ambos son de tn solo pensador, si los confrontamos con la nocién marxista de “ideolagia” que hemos analizado en el capitulo Il de este ensayo, vemos que ninguno de los dos concuerds con lo que Marx y Engels entendieron por “ideologia’’. ,Debemos concluir en que Sartre desvirtha la doctrina mar- xista de la ideclogia? Nosotros creemos que si, y pensamos que ello sc debe a la ambigiedad radical de Ja posicién sartreana, Sartre afirma que la misién del Existencialismo -al que Ilama “ideologia"— es la de preservar e] marxis- mo, montarle una suerte de guardia pretoriana para sal- varlo de los marxistas “vulgares', del oficialismo y Ja burocracia, y, ademis, para Henar sus vacios 0 lagunas. Pero ;c6mo podra —nos preguntamos— una ideclogia llenar los vacfos de una ciencea; cOmo podri salvaguar- darla? Desde el punto de vista de la doctrina marxista de la ideologia, esto es un absurdo. La ideologia no puede 95 etigirse en defensora de la verdad, como la falsa conciengi no puede asumir la defensa de la conciencia verdade! Sin quererlo, Sartre pone al marxismo al revés. En Mai es la teoria el arma contra los idedloges, y la concie revolucionaria es lo Gnico que puede unir a los prol tios de todos los paises contra la explotacién material Ja explotacién espiritual, productora la una de plusvall material, y In otra de plusvalia ideolégica. ;O es que pal Sartre “ideologia” es sinénimo de “teoria’, o de “tom: de conciencia’? Si esto dltimo es cierto, entonces ¢s tamy bién cierto que la nocién sartreana de idcologia no sdl no concuerda con la nocién genuinamente marxista, si que es contrapuesta a ella, Y fiewe que ser asi, poteut Sartre lo ha escrito con palabras que no ofrecen duda: existencialismo ¢s una ideologia. Si hubiese escrito a com tinuacién: “Es una ideologia, y por tanto hay que com batirlo en nombre del marxismo", no habria problem: Pero Sartre se declara existencialista, esto es, idedloge, afirma que cl existencialismo quiere hey integrarse al marxismo, Quiere decir, entonces, que se trata de integra una ideologia a la Filosofie marxista. La manera de salva al marxismo de la esclerosis es insuflindole una dosis de saludable ideologia existencialista. No creemos que la idea hubiese gustado mucho @ Marx, ni siquiera teniendo en cuenta los bucnos propé= sitos sartreanos de instaurar un “marxismo heuristice’) esto es, un marxismo que s¢ revisa y critica constantemens te. Pues, como sera capaz el existencialismo de propore nar al marxismo ese vigor “heuristico” ? Nosotros creemos, por eso, que una buena parte de los argumentas lukacs! nos contra Sartre dan en el blanco, a pesar de las evidentes exageraciones de Lukacs. El existencialismo francés, dice Lukécs, pretende demostrar (después de la Liberacién) que responde a las mismas exigencias del marxismo, pero 96 mejor que él; mas para lograr tal pretertsién, modifica ligeramente a Heidepper sin tocar lo fundamental de su entelogia (cf. G. Lukacs, Exéstentialisme ou marxisme 2, ed. Nagel, Paris, 1948, cap, III, parigr. 1). No es el tema de este ensayo rastrear la presencia heideggeriana en la Critique de la raison dialectigue. Pero algo puede afirmarse ee a dudas: esa presencia exis- te, y existe en grado mucho mas eminente de fo que estaria el propio. Sartre dispuesto a reconocer, Sartre, por de pronto, esti expuesto a toda clase de criticas por volver del revés nociones tan importantes. en el marxismo como la de ideologia, Pero, ademas, cabe siempre preguntarse con toda la malicia del caso: jno sera, en efecto, el € tencialismo una ideclogia? Y por tanto: ino sera el exis- tencialismo eso que dice Lukdcs: una ideologia burguesa que, precisamente: por ser ideoldgica, es antimarxista? Una ideologia, escribe Horkheimer (cf. supra) es wer saber que wo tiene conciencia ‘de sn dependencia, definician que a nuestro juicio es auténticamente marxista, No cabri enten- der al existencialismo como un saber qué, pese a sus deseos de acercarse al marxismo, es profundamente depen- diente de la misma sociedad capitalista burguesa que el marxismo se empefia en cambiar? Nosotros sospechamos que esto es asi, aunque nos feservamos un analisis mas cuidadoso para otra ocasién. Entretanto, no es dificil constatar en ce la presencia de contradicciones que son mucho mas que terminoldgicas, y que parece lecer, no a simples cuestiones “heuris- ticas’, sino a divergencias de fondo —no siempre cons- cientes— con: el marxismo. Desde esta perspectiva podria entenderse también negativamente la afirmacién sartreana de que el marxismo es la filosofia de nuestra época, Esta “filosofia de nuestra , esta filosofia “‘hecha mundo” que mis que un 97 cuerpo cientifico doctrinal parece en Sartre una ¢s de gigantesco Saber difuso y ubicuo, un “humus”, ui suerte de sabiduria placentaria dentro de la: cual vivi amniéticos y cleges, ¢no parece mas bien una idealo gh 3. EL SABER INTERIORIZADO Y LOS “MASS MEDIA™ Como sé ve, las complicaciones van surgiendo ut p tras otra apenas se punza analiticamente el dorso de wu nocién de “ideologia” —la de Sartre— que en aparient no ofrecta-otra complejidad que la de ser una nocién m una nueva nocién de ese término que no en vano est compuesto de las dos palabras mas equivocas y archisigaift cantes de la historia del pensamiento: fdea y logos. Hemos visto también que esa nocién de “ideologta’ que parece negar de facto la presencia de filésofos en planeta mientras no se superen las condiciones objetivas: engendraron la gtan filosofia matriz, el marxismo, resu un tanto exdtica e inoperante. Exética, porque cae como w cuerpo extrafio en unas aguas ya bastante turbias: aquellas donde sobrenada [a palabra “ideologia". Inoperante, pore que en el preciso instante intelectual en que se pretende: casar a Existencialismo y Marxismo se introduce una nos cién ambigua o de dos earas que, o destruye al marxisma, @ invalida al existencialismo. En efecto, si, segin la primera cara de esta “ideologia”, resulta ser el marxismo una filo sofia y el existencialismo una ideologia, o esta ultima palabra esté puesta en el sentido marxista (caso en el cual se invalida al existencialismo como saber y como verdad), © no esta puesta en el sentido marxista (y entonces no se comprende qué diferencia habré entre filosofia ¢ ideologia, cosa que oscurece totalmente el contenido sartreano). Y si, por otra parte, de acuerdo con la segunda cara del término, resulta que el marxismo es la “ideologia de la clase ascen- 98 dente’, o Sartre no se comprende a si mismo, o se contra- ilice flagrantemente, o lo que es mds posible: usa “ideolo- la” y “Filosofia indiscriminadamente, con total ausencia je rigor y adaptandolas a las necesidades perswasivur de su iliscurso; en este caso nos encontramos con lo que Aristé- teles habria llamado discurso retérico, en oposicién a dis- furso demostrativo, Este aspecto no es de desdefiar en uno de los mis grandes hombres de letras de nuestra época y a quien el tiempo habrd de considerar como a un genial cteador litera- fio que anduvo de paro por la filosofia, Pero advirtamos desde ahora que no es pretensién nuestra restat profundi- iid al pensamiento sartreano, Se puede ser un profundo sador y no ser un pensador cientifico, sino un artista, puede ir tan lejos cof analogias como con explicaciones. Se puede usar un vocabulario impreciso y multivoco, y ser, sin embargo, un gran artista del pensamiento. Por lo demis, Sartre siempre tendri a su disposicién aquella frase de Vederico Nietzsche, entre irénica y sentimental: “Nada fos produce tanto gusto a los filésofos como que nos Namen artistas’’. Nos faltan atin por considerar aqui dos cuestiones fun- damentales, a saber: los posibles origenes o fuentes del concepto sartreano de “ideologia”, y su caricter Aistoricista. Antes de abordar estos dos puntos, consideraremos un in- leresante texto de Sartre —el que hemos clasificado en el Apéndice como texto Ne 5—, donde, sin mencionarse la labra “ideologia” (y sf, en cambio, “superestructura’’), ie alude directamente @ la doctrina marxista de las formas dones ideoldgicas, que en Marx aparecen dialécticamente relacionadas con las formaciones econdmico-sociales. Como ye verd, lo interesante del texto es que nos sirve para cons- tatar cmo Sartre ¢s capaz de acercarse a la genuina nocién. marxista de “ideologia’, lo que viene a conyplicar atin mas esa exdtica nocién que presenta al comienzo de sus oad | tions de Méthode. La cita pertenece al Libro I, C, 4, ded Critique: Lo que intentamos mostrar aqui es que todas las pr didas superestructuras estiin ya contenidas en ja infraes tura como estructuras de la relaciin fundamental hombre con la materia trabajada y con los otros hombri Si luego las vemos aparecer y plantearse como svament abstractos y como superestructuras, lo que ocurre esq) un proceso complejo las refracta a través de otros cam y. en particular, en el campo del fenguaje, Pero i wim idea, wi wn valor, ai un sistema secian concebibles si estuviesen ya contenidos, a todos los niveles de la experien: cia y bajo formas variables, en todos los momentos de actividad y de la alienacién, a la vez como signo, exigencia en el Gtil y como desvelamiento del mundo través de ese util por el trabajo. (Ed, cit., p. 303, nota). Es evidente que esas palabras de Sartre estan también imbuidas del espiritu, 1a letra y la fuerza critica de La deo logia Alemana, en la que Marx y Engels denuncian [a dependencia dialéctica de toda ideologia con respecto a la estructura econémico-social, Es evidente también que, aun- que no mencione la palabra “ideologia”, Sartre esta pen: sando en ella; pues en la obra de Marx, “superestructura”” significa propiamente: “superestructura ideolégica’’, tal como consta, por ejem lo, en el celebértimo prefacio a la Contribucién a ta critica de la economia politica, Es evi- dente, asimismo, la adopcién por parte de Sartre de la eri- tica radical de las ideologias que hizo Marx desde su ju- yentud; ello se patentiza en su empeiio, tipicamente marxista, de desmomificar las superestructuras y denunciar 100 wy falso cardcter de “momentos abstractes”. Por dltimo, todas estas evidencias se resumen en un hecho singular: Sartre llega a emplear la misma metifora usada por Marx ra caracterizar 1 formacién ideolégica, y que nosotros mos analizado criticamente al comienzo de este ensayo. Donde Marx dice que la ideologia puede entenderse, en jina primera aproximacién analégica, como un reflejo pro- ilucido por Ja realidad histérica en la mente de los hom- bres (del mismo modo como en Ja cfmara oscura.. ., €tc.), dice Sartre: "'Si luego las vernas aparecer y plantearse como jnomentos abstractos y como superestructuras, lo que ocurre @ que un proceso complejo las refracta a través de otros pipes. .., En su empefio de buscar mediaciowes (Althus- jer ha dicho de Sartre que es “el filésofo de las media- cones"), Sartre recurre a la vieja metifora del “reflejo", y emplea el mismo vocabulario éptico de Marx. No podemos, em cierto, imputar a Sartre poca diligencia en su afin de explicar el “complejo proceso” mediante el cual In super- estructuta se genera de la estructura, aunque tal vez haya je recordar que, como ocurre en todo analisis estructural, el estudio de la géwesis de determinada estructura (la \deologia, p, ¢j.) supone abandonar el plano sincrénico pura entrar de lleno en el estudio de Ja historia; y, por lunto, ese estudio sélo tendrd Iugar en Sartre cuando apa- rerca la prometida segunda parte de la Critique, donde, como él mismo dice en las palabras finales de su gigantesco imer volumen, nows déconvvivons La signification prafon- de de I'Histoire et de la rationalité dialectique. Sin embat- Pp es de extrafiar ese empleo acritico del malhadado “re- Iejo” que tantos estragos ha hecho entre manualistas y apologetas, muy especialmente entre los estéticos de la $8.7 gPor qué no ha crefdo Sartre conveniente modifi- 2. Em los Ewsayor de Estdtica marxista-leninista de la Aca- 101 car ese vocabulario cxangiie ¢ invalido? ¢Por qué no pi fundiza en sus propias intuiciones, como, por ejemplo, Ja que viene casi explicita en el texto antes citado, don afirma que la refraccidn de la estructura en la superestruc tura se da “en otros campos y, ev particular, en el cam| del lenguaje"? A nuestro juicio, el verdadero nudo germinal de teorla marxista de Ia ideologfa esti en esa afirmacién: ideologia es expresién, lenguaje. No todo lenguaje ideolégico; el lenguaje de la ciencia no Io es ni quie serlo; FR sf es licito decir; toda ideologia es lenguaj Marx lo escribié literalmente asi: ideologia es Awsdruel ién de lo que los ltombres creen que es Ia realidad Sartre parece concotdar con esto. Pero ha medido Sart: las consecuencias de su concordancia en este punto Marx? Seamog justos, Sartre si ha dedicado largas paginas de su Critique —que es un inasible maremagnum filosofico de 755 inas en letra minéscula— al problema del lenguaje en el sentido anotado. Citaremos y comentaremos a continuacién algunos fragmentos. Pero antes aclaremos en dos bras el sentido dé nuestras observaciones en este punto, remos demostrar con todo esto que a pesar de demia de Bellas Artes de la URSS, ac: ia que fe auto. titula “Institute de investigacién cient hay todo un capitulo denominado “La imagen artistica como forma re es la realidad” (Ediciones Pueblos Unidos, Mon- tevideo, 1961, p. 111), donde se pretende —a la sombra de citas de Marx y Lenin— enlazar el arte con la ideo- logia de un modo tan extremadamente vulgar, que tet- mina olvidindose por completo el sentido marxista de “arte” y de “ideologia"; ello se hace en nombre del reflejo, y de un extrafio “pensar por imgenes' que sos- hamos debe ser el razonamiento -por analogia, o, mas Erercmante el que corresponde a la metifora. 102 la no concordancia ya sefialada, entre las doctrinas marxis- ta y sartreana de la ideologla, Sartre en diversas andlisis poncretos, llevado mas que por una teoria, por un instinto intelectual, entrevé el genuino sentido (para nosotros, el foarxista) del término “ideologia". O dicho mds simple: mente: lo wsa bien, cuando no teoriza sobre él. Para Marx, la moral, la religién, la metafisica, la vieja filosofia, son formaciones ideolégicar; pero gqué son moral, religién, metafisica y, en suma, la vieja Filosofia, sino lenguaje, a lenguaje interpretative que se queda en eso, en cere no pasa a fransformar el mundo? Ideologia i Ausdruck, expresién, lenguaje mediante el cual los hombres se hacen la ilusién de que poseen lo real. Por ito decimos que Sartre llega, por sus propios medios, a tuna formulacién semejante a la de Marx, al decir que la forma como la estructura social se “refleja" en la super- estructura (ideoldgica) es el Jengwaje. Nos interesaba sub- fayar esto para afirmar que, si bien el Existencialismo en quanto es de ralz ideolégica nada tiene que afiadir al mar- xismo, eso no impide en modo alguno que el individuo Sartre preste en su Critigue y otros escritos un valioso servicio a la ciencia marxista. El primero y no flaco reside en su ataque despiadado al marxismo vulgar. En nuestro yocabulario, pero refiriéndonos a Sartre, podemos afirmar we éste ha puesto al descubierto el cardcter ideolégico | marxismo oficial; o en otras palabras: su solapado idealismo. Sartre ha to al vivo, desde los aiios pos- teriores a la Liberaci6n, en Les Temps Modernes y junto a la pluma nitriea de Merleau-Ponty, el cardcter represivo, impositivo, del marxismo oficial, constituido en una especie de sabiduria del dogma. Por esto decimos que, aunque su letra existencialista a veces lo traicione, su espiritu es francamente marxista, Aunque sélo fuera porque Sartre es el pensador contemporineo que ha hecho cl esfuerzo 103. mis gigantesco para pensar dialécticamente, bastaia park consi rarlo un espiritu marxista. Pues eso es ser marxista, y no hacer protestas de fe, confesiones ideolégicas. Pero, ademas, Sartre ha contribuido al desarrollo de la ciencia marxista en aspectos particulates como el que ahora ocupa, a saber: la ideologia como lenguaje. Oigamos a Sartre, en pleno corazén de la Critigae, referirse a ciertos objetos prdctico-inertes particularmente interesantes. Son objetos de sentido colectivo, tales como ef televisor, la radio; mercancias que —afiadamos nosotro: no legs Marx a conocer, pero a las que habria mi enérgicamente que nunca calificado de fetichizadas, y ef las. se cumple la caracteristica radical de toda . cancia bajo el capitalismo: la de ser objetos fisicamente: metafisicos (cf. El Capital, ed. cit, vol. 1, p. 37). By impresionante, por cierto, ver cémo Marx profetiza advenimienta de radios y televisores, mass media: “En cuanto empieza a comportarse como mercancis, la mesa s€ convierte en un objeto fisicamente metafisico. No sdlo se incorpora sobre sus patas encima del suelo, sino que Je pone de cabeza fame 4 todas las demds mercancias, y de su cubeza de madera empiezan a salir antojos mucho mas regrinos y extraiios que si de pronto la mesa rompiese a lar por su propio impulso”’. _ Este introito marxista es apropiado para que oigamos mejor a Sartre, a quien citaremos esta vez en su propio idioma para no cercenar ciertos matices: Les ménagéres qui font la queue devant le boulanger, en période de disette, se caractérisent comme rassemblement & structure sérielle, et ce rassemblement est direct: la possibi- lité d'une brusque praxis unitaire (Iémeute) est immédia- tement donnée. Par contre, il existe des objets pratico. inertes de structure parfaitement définie qui constituent 104 eux-mémes, parmi la multiplicité indéterminée des hommes (d'une ville, d'une nation, du globe), une certaine plura- lité comme rassemblement indirect. Et je définirai ces rassemblements par Fabrense: par li je n'entends pas tant la distance absolue (dans une société donnée, A un moment donné de son développement) qui n’est, ¢n réalité, qu'une vue abstraite mais impossibilité pour les individus détablic entre eux des relations de réciprocité ou une praxis commune en faut quils sonte définis par cet objet comme membres du rassemblement. Tl importe peu, en effet, que tel auditeur de Ja radio posstde lui-méme un poste émetteur et puisse, en tant qu'individu, se mettre en rapport, plus ted, avec tel autre auditeur d'une autre ville cou d'un autre pays: le fait méme d'dcomter Ia radio, est. A-dire de prendre & telle heure, telle émissidn, établir un rapport sériel dabsence entre les différents auditeurs, En ce cas, l'objet pratico-nerte (c'est walable pour font ce quion appelle “mass medid') ne produit pas sculement Tunité hors de soi dans la matidre inorganique des indivi- dus: il Jes détermine dans Ja séparation et il assure, en tant qu'ils sont séparés, lewr communication par Palterité. Quand je “prends” une émission, le rapport qui s'établit entre le speaker et moi n'est pas une relation humaine... ainsi peut-on concevoir que l'action méme des auditeurs (sur les programmes ou les opinions exposées) restera sans effet... L’auditeur en désaccord avec la politique du gou- yernement, méme si, en d'autres lieux, au milieu de grou- pes organisés, il s'oppose efficacement pour sa part A cette politique, saisira son activité passive —sa “receptivite’— comme impuissance. 105 ...Dans son principe, dans sa réalité de voix i cette voix de speaker est mystificiante: elle se fonde la réciprocité du discours, done sur Ja relation humain cest téellement ane relation réifiante dans laquelle la ¥ se donne comme praxis et constitve I'auditeur objet de la pravis, bref Cest une relation unnivoque d’ riorité comme celle de l'organisme agissant avec I'envitg aement matériel mais dans laquelle je suis, a titre d'oh inerte, sowmis comme matérialité inorganique au bumain de la voix. Pourtant je peux, si je le veux, je bouton... Elle continuera de résonner dans des milliers de devant des millions d’auditeurs. C'est moi qui me préci dans la solitude inefficace et sbstraite de la vie pel sans rien changer a !'objectivité. Je n’ais pas nié la vo je me suis nié en tant qu'individe du rassemblement. J surtout lorsqu'il s‘agit d'émissions idéologiques, au fo est em tent qu Autre que j'ai souhaité que cette vou tt, cestA-dire en tant qu'elle peut, par example, null aux Autres qui I'écoutent.., Ce que j'éprouve justem est Fabserce comme mon mode de liaison aux Autres; _ cette solitude et commun qu'elle (la voix) a crée pout tous comme leur lien inerte. Dés que j'envisage en eff une action pratique contre ce que dit le speaker, je ne p la concevoir que sérielfe: il faudrait prendre les uns ap Jes autres les auditeurs... Evidemment, cette sérialit mesure mon impuissance et, peut-étre, celle de mon Parti. Ainsi l'auditeur impuissant est constitué par la voix mén comme menbre-auire du tassemblement indirect: en temps que les premiers mots une relation latérale de sérial indéfinie s’établit entre lui et les Auires. SAVOIR PRODUIT PAR LE LANGAGE LUL-MEME en tant qu'il ¢st un moyen pour les mais media... Mais eo savoir (lui-méme d'ordre sériel par son originé, son contenu et son objectif pratique) s'est dépuls longtemps transformé en fait, Tout auditeur ¢st objectivement i par ce fait réel, Cest-a-dire par cefte structure dtaxtériorité qui stest INTERIORISHE EN SAVOIR. (Critique..., Livre I, D, ed. cit, pp. 320-322), Il serait tout a fait erroné de réduire cés structures (colec- tivas, L, S.) et fewr mode dexpression aux seules sociétés capitalistes et de les considéret comme un produit historique du capital. En fait, on en trouve d'autres —différentes pat fe contenu mais semblables par leur essence— dans les sociétés socialistes. Un journaliste polonais citait avec indig- nation cette phrase qui s‘était étalée sur tous les murs de Varsovie, deux. ang avant Poznan; “La tuberculose freine la production’, IL avait raison et tort de s'indigner, tout ensemble. Raison parce qu'elle fait du tuberculeux en tant que trdveillear manuel un simple rapport négatif (et inerte) du miceobe A la machine. Peu de slogans, en effet, mani- festent avec plus de clarté la parfaite équivalence, 4 linte- tiewr d'un collectif, de Ia rmultiplicité sérielle et de Yobjet matériel commun, Mais, d'un autre cété, la phrase n'est pas stupide, ni fausse: elle est l'expression de [a bureacratie comme décomposition (par les exigences d'un champ prati- co-inerte) d'un groupe actif de direction en rassemblement sériel. La bureaucratic, en effet, cest l'Autre érigé en principe et en moyen de gouvernement: .cela signifie que la décomposition du groupe a totalment refermé Je champ infernal du pratico-inerte sur les hommes. Ce n'est point que Vhoinme cesse d’ttze V'avenit de "homme mais cet homme & venir vient A homme comme la chose bumaine, (Ubidem, pp. 348-349, nota), 107 Considerariamos excesiva esta cita de fragment entresacados de la enorme obra de Sartre, si no fuera por que estamos seguros de brindarle con ello un beneficio lector y, de paso, un homenaje al genio de Sastre, presente mds que nunca en los fragmentos antes transcritos. Ju David Garcia Bacca, después de leerse la Critique, esctib con irdnico entusiasmo un articulo donde decia que sobre Sartee hay cuatro puntos indiscutibles: que es feo, que ef un pelmazo, que es ua entrometido y que es un pra filésofo. Lo de “pelmazo™ se refiere a la Critigve, 753 paginas, de 55 lineas en promedio, en formato ladric Ilesco, con la amenaza, ya en la portada, de ser sélo el primer volumen” (cf. “Critica de la Raz6n Dialéctica de J. P. Sartre’, diario E} Nacional, Caracas, ed. del 18 de) julio de 1965). Lo de “entrometido” se refiere a que Sartre invade como un chorro, con su prosa opulenta, toda clase de comarcas filoséficas, sin importarle lo que de él piensen los poseedores de “cotos cerrados", Lo de “feo” y lo de “gran fildsofo".,. Recordamos estas donosas’ observaciones de Garcfa Bacca porque, en efecto, tal es el amontonamiento de paginas y de ideas en esta Critique, que semejante condicién se vuelve contra ella y es casi una objecién; viven en ese océano de reflexionts numero- sos parajes que, independientemente de su significaciom dentro del conjunto sistematico, poseen valor analitica intrinseco, y destellan como fragmentos preciosos, pero que hasta hoy, después de casi una década de haber aparecida” el volumen en Paris, permanecen injustamente inadver- tidos, Los comentaristas de Sartre, preocupados —con raz6n— por averiguar y precisar el caricter definitive de esa “dialéctica fundamental”, y por fijar criterios: acerca de la relacién problematica entre una dialéctica fundamen- tada a priori y la dialéctica marxista, no parecen haber tenido otto remedio que dejar de lado lo que, a nuestro 108 juicio, constituye y constituir’ el valor permanente de esta obra sartreana: sus andlisis particulares, sus desceipciones jnfinitamente sagaces de la realidad humana contempord- hea, Uno de estos anilisis es el que hemos citado anterior inente en algunos fragmentos; un anilisis que acroja luz efinitiva sobre un problema tan agudo como Ia formacién dela superestructura ideoldgica propia del capitalismo en iu fase actual, y la relacién de este problema con el del lenguaje. Ciertamente, no olvidamos que, desde una pers- tiva total de la Critique, la obra de Sartre se encamina acia la constitucién de una “antropologia estructural ¢ hhistérica”” que debe servir —tal parece set su pretensién— dle fundamento apodictico, aprioristico, de la razén dialéc- lira marxista, y que esto mismo, como lo sefiala Federico Riu en sus Ensayos sobre Sartre, resulta un propésito incompatible con la dialéctica marxista: "',. .retroceder a un plano antropolégico formal, como propone Sartre, con el fin de apresar las supuestas formas dialécticas origina- fias de la praxis humana, ¢s, desde ¢] punto de vista marxista, ingresar en el reino de la especulacién” (Federico Riu, Ensayos sobre Sarive, ed. Monte Avila, Caracas, 1968, . 165). Es cierto, decimos, que no se puede olvidar este cho a la hora de destacar el valor de ciertos anilisis particulares sactreanos, como ¢l que hemos indicado acerca de la formaciéa de la ideologia en el capitalismo actual. Fito es tan cierto como que el presupuesto de todo ani- lisis estructural marxista tiene que partir de la prioridad logica del todo sobre las partes; y asi, cualquier andlisis particular de Sartre no-descubre su sentido definitive mis we confrontindolo con la totalidad estructurada de la ritique, y atin més: con El Ser y la Nada (1934). Un primer resultado de tal confrontacién seria precisamente el que ya hemos atisbado en este trabajo, a saber: que a pesar de su infinita lucidez y, gpor qué no?, de su marxis: mo genuino en ciertas consideraciones particulares, la tot lidad de la obra sartreana en cuanto tal aparece como empefio ideoldgico, especulativo, situado en aquella que precisamente combate el marxismo, y que, como vi Horkheimer caracteriza con estas agudas jabras: Saber que ao estd consciente de in depewdencia, No a cometer nosottos la vulgaridad de afirmar, como gust algunos de hacerlo, que Sartre depende, sin saberlo, de origen “pequefioburgués”; pero si es perfectamente decir algo que por lo demés no es de extrafiar: que Sart en su Critique sigue dependiendo de Ef Ser y fa Nada, et es, de Heidegger y de la pretensién heideggeriana de est blecer una “ontologia fundamental”, aniloga en todo s do —como es¢ribe Riu en el libro ya citado— a la “dial ‘ca fundamental” sartreana. Ahora bien; el sa saber, el ser-consciente Sartre de la incompatibilidad ‘otal y radtel de semejante dialéctica aprioristica con 1a marxista, es i presupuesto ideolégice. (Victoria Duno, en el ensayo ¥ citado, lo dice con palabras acaso més concretas al habla de “persistencia del idealismo en el tiltimo Sartre’), Esta y no otra es la razin profunda de todos los vocos, ambigiiedades y contradicciones en que hemos visto incurtir a Sartre en sus usos de “ideologia”. Por si fuer poco, a los varios e incompatibles sentidos que hemos rag treado en la Critiqwe, se afiade ahora otro, presente en textos antes citados; es el sentido —de uso corriente, por Id demis— que viene dado al referirse Sartre a ciertas “emis siones ideoldgicas” que se oyen por Ja radio, emisiones en las que se expone doctrinalmente, por ejemplo, la opinit del gobierno, Sentido que, como hemos visto, tampoco casi con la significacién genuinamente marxista que hemos pro puesto en este ensaya, Dentro del contexto sartreano, cabri decir mis exactamente —con vocabulario distinto al d Sartre— que todas las emisiones de la radio son ideoldgicas 110 inuy en especial Jas gue no trarmiten doctrina alguna, pitin dedicadas, por ejemplo, a sugestionar al au itor fa que consuma incesantemente mercancias: cigarrillos, pits lavadoras y demis trastos. La radio puede, in- , sugestionar al auditor para que compre una radio, ito es: la mercancia puede hacerse propaganda a si misma 7 convencer, de paso, a ese hombre serial que la oye, de séla consumiéndola a ella, sdlo devorindola podra ser feliz. Pura ideologia. Pero lo que queriamos demostrar con todo lo anterior fs que, ‘a pesar del sentido total de la Critique, y del ca- Wicter ahistérico de esa “dialéctica fundamental”, aumero- fos andlisis sartreanos, particulares e bistéricos, tienen un ilio grado de validez, incluso desde el punto de vista mar- kita, Pues no debe olvidarse que, a pesar de la meta mencionada, Sartre ‘‘parte, como Marx, del individuo social determinado por relaciones sociales y situado nece- sariamente en un momento del proceso. histérico” (cf. F. Wiu, op. c##., p. 162). Cuando Sartre habla de la radio, del speaker y de los mass media en general,"es evidente que hace gravitat su andlisis sobre la realidad contemporinea; gus “‘colectivos”, sus objetos “practico-inertes”, la “seriali- lad’, ese “hombre-Otro” que Garcia Bacca prefiere llamar “no en cuanto uno de tantos”, etc., adquiere asi un rés- eo inusitado, al dejar de ser, en contra del propio tre, categorias formales, para llenarse de un contenida empicico concreto. Digimoslo mas enfaticamente. Sartre demuestra, por ejemplo, que es capaz de analizar con infinita precisién la formacién ideolégica propia de Ja sociedad industrial con- Ber potines en el hemisferio occidental; sin eludir ninguna tle las mediaciones que explican, a partir de la estructura econémica de esa sociedad, el gigantesco y omnimodo fenémeno de la alienacién, cuyo justo lugar de anilisis es

You might also like