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jViva el bajo pueblo! LA PLEBE URBANA DE BUENOS AIRES Y LA POLITICA ENTRE LA REVOLUCION DE MAYO Y EL ROSISMO Gabriel Di Meglio rometeo? iF ib ro % DiMeglo, Gabrie! \Vivaelhajo pueblo! : I plebe urbana de Buenos Aires y la politica entre ls revelucion de mayo yelrosismo - La ed. - Buenos Aires Prometeo bros, 2007. 365 p.; 21x em, ISBN 987-574-103-5 1, Historia Politica Argentina. 1. Tilo cDD 320.982 ‘©De esta edicion, Prometeo Libros, 2007 Pringles 522 (C11183AEJ),Cludad de Buenos Aires, Argentina, Tel: (54-11) 4862.6704 / Fax: (54-11) 4864-3297 Info@prometeolibros.com www prometeseditorial.com Diseio y Diagramacion: R&S ISBN: 987-574-103-5 Hecho el depesito que marca la Ley 11.723 Prohibida su teproduccidn total o parcial Derechos reservados || sae . oreazon, 1497 Indice Agradecimientos u Btlned ceca acearaneaantnscat Capitulo Lcludad ylaplebe 2 Capitulo Trl ie SE SSN sme politica plebeya (1806-1811) 7 Capinulo mt “Nuestro sistema’ politica y guerra (1812-1818) 223 Capitulo IV iculotes despiadados”: el verano de 1819 y los conflictos FE iranian anaaiaiaaeaaonnlal Capitulo *Muera el mal gobierno”: la plebe ante el orden (1821-1823) 221 Capitulo VI *Vivael bajo pueblo" los aos del partido popular (1823-1830) 255 Conclusion 309 Apéndice si Fuenues y bibliografia : ot || sae A mis viejo, Cristina y Rafael || sae Agradecimientos Como suele ocurrir, este libro tuvo un proceso de gestacién muy Lar go. Comenz6 con una investigacien estudiantil en la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires que devino tesis de licenciatura y que mas tarde fue considerablemente ampliada y profundizada, convintién dose en tesis de doctorado en le misma universidad. El libro es una adapiacién de esa tesis. En estos afios mucha gente fue fundamental para que estas paginas pudieran escribirse. Recién cuando empecé a pensar las lineas de agradecimiento tomé conciencia de cudntas personas apor- taron de diverso modo en ese proceso y hasta donde es cierto que el solitario trabajo del historiador no es tal sino que tiene un componente colectivo decisive Mi primer agradecimiento es para Noemi Goldman, quien fue mi di: rectora de tesis, mi jela de catedra y directora de becas a lo largo de una Aécala, Doy gracias su constante estimulo intelectual, sus recomenda: ciones, sus atentas lecturas y su paciencia hacia mi desorden, El segundo «5 para Raul Carioli con haberse entusiastado por la publicacidn de este libro y haber tolerade sin ningiin problema mis atrases, La investigacion que aqui se presenta pudo realizatse gracias @ una beca de formacién de posgrado del Conicet y también @ mi participacion en proyectos UBACYT. Mi sede de trabajo ha sido el Instituro de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani», de la Facultad de Filoso- fia y Letras, UBA. Quiero agradecer a sus integrantes: 2 Susana Yazbek y Fabiana Arbia por el permanente buen clima, y a los bibliotecarios Mar- celina Jarma, Margarita Sampictro y especialmente Abel Roth, porsu ayuda inestimable. Agradezco también a los trabajadores del Archivo General de la Nacion (en particular a Fabian Alonso), la Academia Nacional de la Historla,el Museo Mise y el Archivo Historico de la Provineia de Buenos Aires. La colaboracién en el relevamiento documental de Miranda Cassino y, principalmente, de Selva Ciotti, fue esencial para completar el corpus de fuentes de Ia investigacién. Asimismo, el aporte de Daniel Santilli fue sustancial para el anilisis de los censos que se abordan en el primer Gaon Dr Meu capitulo del libro; agradezeo su paciencia y predisposicion para guiar mis primeros pasos en las complejidades de la demografia historica Hay ocho personas @ les que quiero hacer un agradecimiento especial 4 Fabio Wasserman, quien fue mi «gufax en los primeros pasos en el mundo académico y siempre me transmitié un admirable optimismo, a Carlos Cansanello, cuyos consejos fueron muy importantes para iniciar este camino, a Retl Fradkin y Jorge Gelman, que con sus sugerencias y fuerte esiimulo fueron ericiales en el tltimo tramo del trabajo, a Hilda Sabato y Marcela Ternavasio por sus entusiastas y agudas observaciones a lo largo de los aftos, 2 José Carlos Chizramonte, quien con sus opiniones me obligé siempre a hacer un prevechoso replanteo de los problemas, y a la memoria de Enrique Tandeter, cuyos comentarios en la etapa final de mi investigacién fueron fandamentales. Otro aporte clave fue el de quienes leyeron partes de la tesis o del libra y me brindaron observaciones de gran provecho para modificar distintos aspectos o advirtiendo cosas interesantes en las que yo no habia reparado, Agradezco por ello a Laura Cutrers, Judith Farberman, Juan Pablo Fasano, Flavia Macias, Julian Giglio, Ana Wilde y Marisa Balda- sarre (cuya ayude fue ademas importante mientras «sufriamosy la redac- cién simulténea de nuestras respectivas tesis) En espacios institacionales como seminarios y jomadas, pero tam bien en charlas de pasillo 0 en mesas de café, amigos y colegas -0 ambas cosas a la vez— contribuyeron con sugerentes comentarios, ctiticas pro- ductivas y recomendaciones de fuentes y bibliografia, Quiero agradecer por ello « Roy Hora, Nora Souto, Luis Alberto Romero, Silvia Raito, Klaus Gallo, Gustavo Paz, Maria Elena Barral, Roberto Di Stefano, Juan Carlos Garavaglia, Roberto Schmit, Julio Djenderdjian, Nicolas Kwiatkowski, Omar Acha, Inés Rojkind, Fabian Herrero, Valentina Ayrolo, Javier Trim boli, José Emilio Buructia, Ezequiel Abasolo, Gabriela Martinez Doug. nac, jorge Myers, Alejandra Irigoin, Marisa Pineau, Maria Eugenia Nés- polo, Maria Inés Shroeder, Alejandro Rico, Fernando Boro, Ariel de la Fuente y Juan José Santos. La carrera de Historia genera grandes amistades surgidas en cientos de horas dedicadas a preparar finales kilométricos, a consumir litros de calé, mate y otras bebidas, a bailar 0 a discutir apasionadamente sobre los ma variados asuntos. Mi grupo de la facultad fue fundamental para el desa rrollo de esta investigacién, ayudindome con los documentos, leyendo partes, haciendo comentarios importantes © simplemente alentende, Por 50 expreso mi agradecimiento a Gustavo Alvatez, Pablo Palomino, Maria- na Pérez, Marina Franco, Leandro Castagnari, Silvina Silva Aras, Monica || see 2 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! Corominas, Maria Paula Gonzélez, Ricardo Watson y Lucas Rentero. 4 estos dos tiltimos, mis compafieros “eternautas”, les agradezco particular mente su paciencia Un agradecimiento especial es para Natalia Pineau, con quien com parti todos los aftos de investigacién y tedaccién, Sin su permanente ayuda, sus opiniones y su paciencia dudo que este trabajo hubiese llega: do a buen puerto. Por ultimo, tambien mi familia fue importante en este proceso, Por eso va mi agradecimiento total a mis padres Cristina y Rafael y a mis hermanas Valeria y Marina. Espero que a todos les guste el libro que ayudaron a construir. || sae Introduccién E125 de mayo de 1979 las escuelas de la Capital Federal realizaron ~ come todos los atos~ el acto conmemorativo de la Revolucién de 1810. Ese dia, en un colegio pablico del barrio de Colegiales, un grupo de alumnos de primer grado hizo su debut en acontecimientos de ese tipo, interpretando a un grupo de personajes de la Buenos Aires colonial, Un negrto que vendia velas, una mazamorrera, un sereno, un vendedor de plumeros y alguno que otro mas bailsron en el escenario una suere de candombe para festejar que se acababa de producir la destitucién del Ultimo virrey del Rio de la Plata. La pobre tentativa actoral fue saludada con aplausos por docentes, madres y padres con la usual indulgencia con que se suele juzgar el accionar de los nifios. Uno de ellos, e! que represento el papel del negrito vendedor de velas con un convincente color otorgado por un abundante uso de corcho quemado sobre la cara~ es ahora el autor de este libro, quien en ese momento ni sospechaba, come es logico, que algiin dia iba a ser historiador y se ibaa interesar en cémo el negrto, la mazamorrera, el sereno y les otros vendedores ambu. lantes participaron en el proceso politico al que aquella jornada de mayo dio comienzo. {Tan sélo festejaron lo que otros habian hecho, como se presentaba en el acto de la escuela, o jugaron un papel mas activo, inclu so decisivo para entender un periodo crucial en la conformacién de la Argentina? Ese es precisamente el objetivo de este libro: analizar en las dos decadas que siguen a la Revolucion de Mayo la relacion con la pol tiea de aquellos que ocupaban ta franja inferior de la piramide social de la ciudad de Buenos Aires, la plebe urbana Li iniencion del andlisis es mostrar que el papel de Ia plebe en la politica entre 1810 y 1830 fue muy destacado y que ese grupo no fue una caja de resonancia de las decisiones y acciones de la elite portena sino que también coniribuyo a delinear ef destino de Buenos Aires. Es mas, no es posible comprender la politica portena de la época si no se atlende 4 la participacion plebeya. El libro reconstruye cémo experimentaron los plebeyos la irrupcién de la puja politica, la guerra, y la aparicién de nuevos fundamentos de gobierno. Para ello se exploran las diversas for Gaon Dr Meu mas de participacion plebeya, como la intervencién en las disputas entre las facciones revolucionarias, la presencia masiva en manifestaciones publicas, la propagacién de rumores, la circulacién de ideas, periddicos, pasquines y canciones patridticas en calles, mereados, plazas y pulperias, la realizacion de motines liderados pot plebeyos en el ejéreito y la mil: cia, Se observan también la fuerte identificacién de la plebe con la patria, la iniransigencia mostrada hacia sus enemigos, la construccion de lide razgos populares y la existencia de una conflictividad social al interior de la vida politica El desarrollo de la narcacién es cronoldgico y se estructura en el vin- culo entre la plebe y la elite politica de Buenos Aires, las acciones y reacciones de una y de otra. Se presta atencién también a la presencia de Ia elite econémica y los sectores medics de la sociedad portefa, asi como al papel fundamental del espacio urbano como transmisor de tradiciones y novedades Asi, el libro relata un proceso que ya ha sido abordado desde otras épticas en muchas ocasiones, pero esta vez el ee esta puesto en la actuacion de la plebe en él Piche es una definisign en cierta medida arbitraria ~come lo son siem: pre las definiciones~ que engloba a todos los que compartian una posi- cion subaltemna en la sociedad por su color, su ocupacién, su falta de ‘respetabilidad” -el titulo donfdona hasta que se democratizé, como ex- plicaremos mas adelante-, su pobreza material, su situacion de depen: dencia, su imposibilidad de acceso a las areas de decisién politica, su analfabetismo, los espacios residenciales, los lugates de sociabilided, la inestabilidad laboral. la movilidad espacial frecuente. y en muchos casos la imposibilidad de formar un hogar, Estas caracteristicas uaian a indivi- duos muy diversos y también a los esclavos, a quienes aqui consideramos come parte de la plebe, més allé de la fundamental diferencia con el resto por la falta de libertad. Casi la totalidad de los no considerados blancos ~negros, pardes, trigueios eran parte de ls plebe, pero también habia muchos blances en ella. Aquellos que se dedicaban a tareas sin calificacién eran asimismo principalmente plebeyos. incluyendo a los artesanos pobres y a la gran mayoria de los oficiales y aprendices de las artesanias. Los que no tenian una ocupacion y se ganaban la vida como podian, los mendigos y los pobres que vivian de la caridad y la limosna ~ salvo una pequefa porcién- eran miembros de la plebe. Una buena par te de aquellos que vivian en casas de otros eran plebeyos, asi como la mayor parte de los que residian en convents. Ahora bien, la poblacién que se encontraba en esta situacién, la parte mas baja de la sociedad portena, era un grupo sumamente heterogeneo, 6 || see 6 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! multiocupacional y multiétnico, ¢ internamente jerarquizado (un artesa no pobre y un mendigo sin duda no se pensaban como parte de un mismo conjunto social). Las mujeres estaban mayoritariamente subordi nadas @ sus padres y maridos. Nadie en este conjunto -9 s6lo unos pocos con el correr del tiempo- se identificaba como pane de él, Cémo estu- diar entonces a este conglomerado, cue segin un historiador solo era coherente para la elite que lo agiurinaba con les términos plebe y a veces chusma, populacho, vulgo 0 bajo pueblo? ! Tomando precitamente esa unifi cacién que se hacia “desde arnba” pero otorgandole otro sentido. Aqui se «ligid utilizar el termino plebe, empleado por la lite, por ser el que mejor se ajusta a los requerimientos de la investigacién. Otros vocsblos han sido utilizados por la historiografia para referirse al mismo grupo social: sectores populares, clase obrera, cases populares, clase baja, capas populares, po- pulacho, multiud, pueblo, clases trabajadoras, grupos subalternos, mases. La vaguedad de nociones como masas, capas 0 multitudes poco itil para un andlisis, lo que es extensible a la muy utilizada pueblo, particularmente confusa dada su polisemia en el lenguaje politico hispano de la época Gencralmente se utilisabs para significar « “toda la sociedad” y a la vez era empleado para nombrar a una ciudad como un cuerpo politico sobe- rano de los que formaban la monarquia hispana. Por su parte, la nocion de clase y sus diferentes derivados son diffeiles de aplicer en una ciudad decimonénica preindustrial Si se interta la categorizaciOn mediante la clasificacién de los lugares de los habitantes de Buenos Aires en la estructura productiva no s¢ podria pasar de un analisis ocupacional, dada la gran variedad de relaciones de produccién coexistentes: asalariados, esclavos, vendedores cuentapropistas, artesa- nos. Es muy dificil defender que cada uno de estos pequefios grupos JL Romero. Latinoaménca, Las cudadks y ls ideos, Buenos Aires, Siglo XX, 1986, p 140 (1% ed. 1075) Ademsedecia que "nadie sabia qn era quién en loeseetores medioe populares” p. 139. Deni del marxismo la dlicltad la planted Georg Lukses: “la relacion de la conscien- «ia declase conta istoriaes completamente dstints en los tiempos pre-captalistas de lo que esen el captalismo. Fues en aquellos las casesno pueden identificarse mas que por mnediodelainterpretaion dela historia por obre del matetalismo historico, prtiendo de la realidad histéricainmediatamente dada, mientras queen e captalismo las clases son la realidad histerica mista inmediaamente dada” (bastadilas originales). En Lukes, Histora-yconsciencia de clas, Barcelona, Grijalbo, 1969, p. 63. Elargumento fue reto- mado por E. Hobsbawm, ‘Notas sobre laconciencit de case”, en Hobsbawm, El mundo AGN, sala IX, Cabildo de Buenas Aires— Archive, 1811, expediente 191 * AGN, sala X, legajo 20-9-7, expediente 45 Jen adelante se consignarin divectamente los numeras dela sala, leajo yexpediente] || sae 2 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! leidos mas tarde por otra gente, son de suma utilidad no s6!0 para balan: cear a los antedichos sino también por su propia mirada sobre la plebe, determinada principalmente por la voluntad de controlarla El archive judicial es sumamente iil para investigaciones como la de «ste libro, ya que a primera vista ofrece un contacto menos mediado con 1 bajo pueblo. En los testimonios de los testigos, acusados y denuncian- tes en las causas criminales, militares y eiviles se reproducen textuales las palabras de los plebeyos, que en atros documentos son imposibles de ser aprehendidas. Sin embargo, esa riqueza no puede eludir el hecho de que los declarantes en esas instancias solian encontrarse alli contra su volun: tad, © per lo menos en una situacién tensa, expucstos ante el poder de las autoridades y su capacidad represiva. Ello obliga al historiador a “es cuchar” « los que hablan con los jueces con sumo cuidado y ano tomar come mis “verdaderas” las afirmaciones que alli se hacen sdlo por haber sido producidas direcamente por los plebeyos." Algo similar acurre con el archivo policial. Mis allé de lo “teniadoras’ que puedan ser sus infor: maciones sobre los plebeyos, es necesario siempre tener en cuenta que epresentan una mirada muy sesgada.® Dados los problemas con todos los tipos de documentacién para es tudior a la plebe urbana, y le dificultad que implica abordar una cues tign que no es ceatral en la mayoria de ellos —la relacién entre la plebe y la politica, la estrategia aqui empleada ha sido la del uso superpuesto de multiples fuentes. Se han utilizado todos los tipos de documentacion recien descriptos para reconsiruir uns historis politica de Buenos Aires en las segunda y tercera décadas del siglo XIX centrada en la participa- cin de la plebe urbana, Asi, se emplearon relatos de viajeros, comer ciantes y diplomiticos que estuvieron en la ciudad entre 1810 y 1830, memorias y autobiografias de los miembros de la elite contempordnea 4 lo hechos; correspondencia privada de figuras destacadas de la politica del periodo; algunos de los periédicos publicados a lo largo de las dos décalas consideradas, los “acuerdos” (sesiones) del Cabildo de Buenos Aires entre 1811 y 1820; los informes existentes en el archivo de esa ® Veanse al respecto A. Farge, La Atracciom del archivo, Valencia, Edicions Alfons el Magrainim, 1991; C. Ginzburg, El queso y los gusanos, Barcelona, Muchnik, 1991; C Mayo, . Mallo yO. Barreneche, “Pcbe urbana y justcia colonia: las fuentes jodicales Notas para su manejo metodoligico”, Edudios e Investigaciones, n°1, UNLP, 1989, * Vease R. Gul, *Lapross de a conirainsurgencia"en S. Rivera Cusicanqui y R Baragan (scleceign), Debates pot-colonials: una intraduecin a lox estudioe dela eubalternidad, La Pa2, SIERPE Publicaciones, 1997, Gaon Dr Meu inatitucién; los bandes publicados por los sucssives gobiemos de la dé cada revolucionaria y algunos impresos del gobierno en la década si guiente; las érdenes que los gobiernos dieron a la policia entre 1812 y 1828 y las informes que los jefes de ésta elevaron a las autoridades en la misma etapa; y les fojas de servicio de diversos oficiales de! ejército. Del archivo judicial se privilegié la documentacién criminal. Por un lado se abordaron todos los legajos de los delitos cometidos por los miembros de los distintos cuerpos militares en el perfodlo 1810-1820, seleccionande las causas que involucraban a integrantes de las tropas (soldados, trom- petas, tambores, cabos y sargentos), al ser estosen su gran mayoria miem- bros de la plebe. Los casos relevados juzgan episodies ocurridos en la ciudad 0, en pocas ocasiones, en alguna expedicion militar que partio desde Buenos Aires. Por otra parte se abordaron juicios criminales que implicaban a la poblacion urbana y tambien se examinaron varios juicios civiles, que ofrecen menos informacisn directa sobre la politica de la época pero han aportado algunos datos sustanciales acerca de los rasgos de la plebe portena, tras fuentes que se utilizaron en la investigacién con las solicitudes de la poblacién a los sucesives gobiernos, generalmente pequerios escri- tos con peticiones acerca de una situacién particular, buscando el favor de les autoridades, Los “vancioneros populares” han sido también una fuente de importancia; tienen sus propias dificultades: agrupan cancio: nes y posmas recopilados muchos atios después de su redaccién, y en cast todos los casos se trata de escritos realizados por letrados alenos a la plebe De todos modes, hay indicios de que ésia cantaba algunas de ellas y ademas sus textos reflejan cieras ideas que circulaban en la época. Finalmente, otras fuentes empleadas en el libro son los censos de pobla- cién efectuados en la ciudad de Buenos Aires en 1810 y 1827, con los que se realizé una muestra para contribuir a establecer las caracteristicas de la plebe urbana, Este abordaje con diversos documentos es heredero de la tradicion de la “historia popular”, surgida hace mas de medio siglo con el trabajo de historiadores marxistas de Gran Bretafia y Francia, A partir de alli la cantidad de investigaciones sobre las clases populares en diversos tiem- pos y espacios ha sielo sumamente abundante y ha dado lugar a diversas cortientes con producciones muy ricas, como la Microhistoria italiana, los Estudios Subslternos de la India, y la tendencia anglonorteamercana que se ha deilicado a investigar la “accion colectiva” integrande a le his tora, la ciencia poltica y la sociologia. Una preocupacién clave de estas corrientes al pensar las acciones populares fue entender su racionalidad, || see Py oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! mostrar el orden dentro del aparente desorden, la I6gica que marca « cada acto que podia ser considerado irracional por los contemporineos de otro grupo social © por antigues historiadores, Todas han contribuido aubicar a la documentacion no creada para ser leita a posteriori sino cou una utilidad momentanea, particularmente las fuentes judiciales y poli ciales, en el sitial de honor para estudiar « las clases populares.” Para terminar, veamos la organizacion del libro. El primer capitulo delinea ls caracieristicas de la ciudad de Buenos Aires después de la Revolucion, y presenta los rasgos sociales, econémicos y culturales de la plebe que residia en ella. Los cinco capitules uleriores (Il al VI) constitu- yen el corazén de la argumentacién: el anilisis de las practicas politicas de la plebe urbana de Buenos Aires. Los capitulos Il, Il y IV se ocupan de la década de la Revolucién. En el segundo se realiza una revision de la actuacion de la plebe en los acontecimientos ocurridos entre 1806 y 1810 -periodo en el que comenzé la movilizacion con fines militares, s¢ ex: plora su relacion con la Revolucién de Mayo y se aborda el fundamental afto de 1811, en el que surgieron las practicas politicas que llevé adelante la plebe a lo largo de la década revolucionaria. El tereero rastrea de qué modo se presentaron esas practicas en el agitado periodo que corre entre 1812 y 1818, atendiendo también a las ideas politicas que comenzaban & circular entre los plebeyos y a la experiencia militar de los que particips ron en la guerra de independencia. El IV se centra en des coyunturas particulates: el verano de 1819, momento critico en Buenos Aires que permite observar en detalle las formas de participacion de la plebe en la politica, y los conflicios de 1820, en los cuales algunas plebeyos cum- plieron un rol protagonico. Los dos capitulos siguientes abordan la politica en la década de 1820, El quinto cuestiona, desde la perspectiva de la plebe, la nocién de “feliz * Los trabajos pionetos fueron los de Eric Hobsbewm (Rebuldes primis, Barcelona, Ariel, 1983, 1°ed. 1950), George Rude (La Multitud en la Hstoria. Los disturbios popu- laresen Fronciac Inglaterra, 1730-1848, Madrid, Siglo NXI, 1979, I" ed. 1968), Edward Thompson (La formacign histrica dela clase abrena Inglaterra: 1780-1832, Barcelona, Critica, 2 tomes, 1989, 1° ed. 1964), y Albert Sobout (Los sans-culates. Movimiento populerysobiertorevolucionario. Madrid. Alianza, 1987. 1° ed. 1964). Para la Microbis- toria taliana vease como ejemplo G, Lev: Laherenciainmateral, Madd, Narea, 198%, poral grape de bs bclia weave 5. Rivera CisinonjelyB: Bareagin (selceckén), Date post-colomiales: una introduccion a los estudios de la subaltermidad, La Paz, SIERPE Publi ‘aciones, 1997; parala ultima corriente sefalada vease como ejemplo S. Tarrow, Powerit Movement, Saciel Movemeets ard Contencous Politic, Cambridge, Cambridge Universi- ty Press, 1998. Gaon Dr Meu experiencia” para denominar la etapa de Ins reformas rivadavianas que siguid al derrumbe del sistema revolucionsrio. Explora también un indi: cio por el cual se bosquejan las ideas sobre la legitimidad de gobierno ‘entre la plebe urbana, y las razones de su concurrencia a las movilizacio nes politicas. Finalmente, el sexto se encarga de los aftos que van desde 1823 a 1829, observando los cambios -el papel central de las elecciones en Ia disputa por el poder y las continvidades —la persistencia de las manifesticiones callejeras y la participacién de plebeyes en la pugna de las facciones~ en las practicas politicas de la ciudad de Buenos Aires. El anilisis se inicia en 1810, con la Revolucién que dio nacimiento a tuna nueva politica, y concluye con el ascenso a la gobernacion de Juan Manuel de Rosas.a fines de 1829, puesto que ese hecho marca el comien- zo de un nuevo sistema politico en el cual la participacién plebeya se redefinio. El libro se centra, por lo tanto, en un periodo de veinte anos que se encuentra entre los més complejos y apasionantes de toda la his: toria argentina. En esa etapa, la vida politica de Buenos Aires tuvo entre sus componentes fundamentales 2 la plebe urbana 6 || see 2» oreazon, 1497 Cariruio I La ciudad y la plebe “Buenos Aires es alguna cosa con respecto a la América del Sud; poca cosa con respecto a todo el continente y s6lo un punto perdido en la superficie del globo. Este punto, sin embargo, ha sido luminoso y ha brillado esplendorosamente”, decia un vialero francés cuando finalizaba «1 periodo abarcado por este libro."® Ese puntoes el objeto de este primer capitulo, que funciona de doble presentacidn: la del escenario de nues- tra narracién y la de nuestro sujeto. Asi, por un lado se revisan las carae- teristicas espaciales de Buenos Aires, los sitios en los que tavieron lugar todos los hechos y procesos que analizaremos. Por otto, se indagan los rasgos de la plebe de esa pequena urbe, los sectores mas bajos de su sociedad, cuya accién es el tema central del libro. Buenos Aires: un escenario dinamico Santa Marfa de los Buenos Aires ~que originalmente se lamaba Trini dad pero termine adoptando una abreviatura del nombre de su puerto~ fue una modesta ciudad en tamato y poblaciéa de un area marginal del Imperio espafol hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando fundamental mente cuestiones estratégicas levaron a la Corona a crear el Virreinato del Rio de la Plata, del cual fue declarada capital. El equilibric geopolt tico del continente sufri6 asi un gran cambio, y también el econémico, puesto que la riqueza argentifera de Potosi paso del Vireinato del Pert a su muevo vecino austal. Lima perdio parte de su importancia y Buenos Aires, que ya dominaba econdmicamente un respetable territorio, acre centé la suya en lo politica y lo comercial. Urbe mercantil-administrati- A eabelle, Va aArgestina, Uruguay y Bras en 1930, Buenos Aires, Fd. Ameticana, 1943.p. 108 Gaon Dr Meu va, 90 erecimiento fue impactante en el medio siglo que antecede a la Revolucion de Mayo. Al término de los afios 1820 albergeba a més de 55.000 habitantes y se extendia a lolargo de casi tres kilémetros de sur a norte y de poco mas de un kilometro y medio de este a oeste, prolongada en suburhios semirura- les que daban lugar a un anillo de quintas que la rodeaba completamen- te, Para quien la miraba por primera vez desde el Rio de la Plata su perf no era demasiado sorprendente: “la vista de Buenos Aires desde su rada y el desembarcadero, no ofrece nada de placentero. Una larga hilera de ‘ediflctos bajos e trregulares ... le dan el aspecto de una poblacien peque- Jia, sino fuers por dos o tres torres de iglesias”.” A cantinuacién disefare- mos un recorrido por la Buenos Aires postevolucionaria, utilizando la informacién que brindan esos relatos de diplomaticos, comerciantes, na- turalistas y aventureros europeos y esiadounidenses, complementindola con datos tomades de otros escrites y del analisis de mapas de la época.” Tendremos asi una descripcién de la fisonontis urbana y edilicia que es necesario conocer pata el objetivo de este libro. La ciudad consistia en tres zonas sucesivas: un nticleo urbano conse lidado de poco mas de un kilémetro de lado desde la plaza principal, ”'B Schmidimeyer, Viaje a Chile a traves de los Andes (1820-1821), Buenos Aires, Editorial Claridad, 1947, 9.33. ® Quienes vsitaron Buenos Aires entre 1810 y 1830, y luego lo registron por escrito, fueron: losbritanicos Emeric Vidal (1816-18), llusiraciomes ptorescas de Buenos Aires } Montevideo, Buenos Aites, Documentos de la Facultad de Filosofia y Letras, T. 1, 1923, John Py William P. Robertson (ambos estuvieron en el Rio de la Plata hasta 1828, John llego tas las invasionesinglesasy William en 1813), Caras de Sudamérica, Buenos Aites, Fmect, 1050, 3 tomas, y La Argentina en la epoca de la Revoluesin. Carte sabre el Paraguay, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1920; Samuel Haigh (1816 y 1821), Bosquejos de Buenos Aires, Chey Pera, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1920, John Miers (1819), Vige al Plata, 1819-1824, Buenos Aires, Solr-Hachette, 1968; Peter Schmidtmeyer (1820), op. cit; Alexander Caldeleugh (1821), Viajes por America del Sur-Ro de a Plata (1821), Buenos Aires, Solar, 1943, Woodbive Pavish (1824a la decads de 1840), Buenas Aires y as Provincia de! Rio de la lata, Buenos Aires, Hachette, 1958, Franets Head (1823), Joseph Andrews (1823), en .Fondebrider, comp., La fuemos Aires jena, Testmonios de extrenjers de 1536 hasta hoy, Buenos Aires, Emecé, 2001; John Beaumont (1826-1827), Viajes por Buenos Aires, Entre Rios y la Banda Oriental (1820- 1827), Buenas Aires, Hachette, 1057; ylandnimo que firms coma “Un Inglés" (1820. 1825), Cinco afios en Buenos Aires, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986 (tambien son utiles los datos que brindo Charles Darwin, quien ambo en 1852, y bs testimonies dejados por ‘atios oficiales y soldados que comatieron ea las invasiones inlesas de 1806 y 1807, ‘como Alexander Gillespie, Buewos Aires yel Inerior, Buenos Aires, Hyspaméria, 1986), los franceses Akide d}Orbigny (1826), Viaje por América Meridicnal Il, Buenos Aires, Emecé, 1999, y Arsene Isabelle (1830-1833), op. cit losestadountifenses E.M. Bracken 8 || sae 2 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! seguido de una segunda zona urbana con grandes espacios baldios ~que también puede considerarse suburbana~ que fue creciendo entre 1810 y 1830, y finalmente un tercer anillo suburbano ubicado “extramuros”, inmediawo y no muy extenso, que combinaba quintas con mataderos, cortales, el cementerio y el puerto del Riachuelo. Luego se abria otra zona exclusivamente de quintas, y, mas alla, la campana cercana, Las calles portenias se estructuraban en damero "una de las de traza- do mas regular que hay en el mundo”, dijo Darwin de Buenos Aires! y s6lo unas pocas alrededor de la plaza principal estaban empedradas. Las de tierra, y por ende barro, dominaban el panorama, haciendo del trin- sito urbsno una empresa compleja les dias de lluvia. La poblacién se movia por esas calles a caballo o a pie. "Caminemos” por ellas, entonces, para reconocer la fisonomia de una ciudad de la cual casi nada se conser. va hoy:* A igual que casi todas las urbes indianas, Buenos Aires estaba organi- zada.en torno a una plaza central, la Plaza Mayor, ubicada cerca del rio por la condicién de puerto que se le habia otongado desde su segunda fundacién en 1580. Después de la derrota de la invasiones inglesas de 1806 y 1807, la plaza pasé a llamarse “de la Victoria”. Ocupaba el sector veste de Ia actual Plaza de Mayo, mientras que el sector este era otra plaza, separada de la primera por medio de la Recova, voluminose edi cio cuyos arcos se aleuilaban como tiendas de ropa y sus cuartos como ridge, M. Rodney (ambosen 1818), Laindependencia argentita, Buenos Aires, América Unig, 1927, y John Murray Forbes (1820-1831), Once afos en Buewos Aires (1820- 1831), Buenos Aires, Emezé, 1936; el sueco Jean Graaner (1816 y 1818), Las Prowncias del Rio de le Plata en 1816, Buenos Aires, El Ateneo, 1949. Utlizamos los planos contec- cionadoe por Cervifo en 1814, Manso en 1817, Bertrée en 1822 y Bacle en 1830 todos en A. Taullard: Los planos mas antiguos de Buenos Ares, 1580-1880, Buenos Aires, Peuse1, 940). Tambien empleamos phos presentesen Comando en Jete del Ejereito: Resena istorca organica del ejercito argestino, Buenos Aires, Biblioteca del oficial, Circulo Militar, 1971, p.120y E. Fite.en Elmotinde astrencas, Buenos Airs, Fernande? Blanco, 1960. Algunas precsiones sobre edificios ae tomaron de la maqueta realizada por R Prestigiacomo y F Uccello en La Pequcka Algea. Vida eotidiana de Buenos Aires, 1800- 1860, Buenos Aires, Eudeba, 2001, otras deR. Llanes, Antiguas plazas de la Ciudad de Buenes Aires, Buenos Aires, Planeta, 1998, Por ultimo, se emplearon las memoias de José Wilde, Bucnos Aires desde 70 aios ards, Buenos Aites, Eudeba, 1960. “En Fondebrider op. lt, p. 113, * Muy poco de esa ciudad queda en a acual metrépolis el Cabildo (resonstruido en lt Adecaca de 1940), ls iglesias -generalmente muy mocificadas~, la casa de ejercicios ‘spirale, varias plazas algunas resdencia: las de Ezeurra Floriagn, Liners (Cate dralal Sur) y Esteban de Luca (San elm) Gaon Dr Meu viviendas administradas por el Cabildo, La segunda plaza era llamada de las Armas, por estar delante del Fuerte, 0 del Mercado, pues albergaba a uno de éstos durante los primeros atios del perfodo estudiado. En él se vendian principalmente alimentos, desde pescados, armadillos y perdi ces haste la fundamental came vacuna, que se adquiria en un puesto ubicado en la esquina de las actuales H. Yrigoyen y Balearce (ademas, varies camiceros ambulantes ofrecian su sanguinolenta mereancia en otros lugares de la ciudad). La verdura ge vendlia en Ia siguiente esquina, hoy Defensa e Yrigoyen, delante de los “altos de Escalada”, una propiedad de cuartos para alquiler en cuya planta baja funeionaba la coneurtida “fon- da de la Catalana". En 1822, el activo mercado dejé de funcionar en esa plaza.” En e] mismo espacio se levantaba ~aproximadamente en el sitio que hoy ocupa la estatua a Manuel Belgrano la horca para las ejecucio- nes. Habla también una construccion recestada sobre la calle de las To- res (hoy Rivadavia) llamada “piquete de San Martin’, que era pare de un desaparecido edificio de los jesuitas. Alli se ubicaba una pequena guardia militar, hasta que fue demolide en algin momento entre fines de Ia décade del '10 y principios de la siguiente De acuerdo al disefio espanol de las ciudades de Indias, la plaza estaba rodeada por la iglesia mayor, el Cabildo y, en una ciudad cabecera, la sede del gobiemo. Esta se ubicaba en el Fuerte, construido en piedra y ubicado entte el bajo del rio y Ia plaza (en el terreno que hoy ocupa la Casa Rosida). Fue el sital de la autoridad que ejercieron los gobernado- res, vitteyes, goblernos revolucionarios, gobemadores de Buenos Atres desde 1820 y la fagaz presidencia de 1826-1827. Frente a su lado sur se encontraba la Barranca de la Campana (actual Ministerio de Economia), que se uilizaba come campo para practicas de tiro, a sus espaldas esta. ban las toseas en las que las lavanderas hacian su trabajo y los aguateros Juntaban su mercancia, y ligeramente hacia el norte estaba el punto fue durante el siglo XVIII un muelle pero ya no existia en esta epoca que se usaba para desembarcar productos y pasajeros. Hacia el sur se vetan des- de alli casas que caian directamente sobre el agua, “atacadas' por el rio en los dias de creciente. Para el norte se encontraba la Alameda, un paseo extremadamente modesto consistente en unos pocos Arboles alineados frente al rio, al cual acudian los domingos los miembros de la elite. Al volver a la plaza por el lado noreste se pasaba por dos hoteles para ver luego el edificio en construccidn de la Casa de la Comedia (que no se ® El hecho generd perjuisios « los que tenian tindas en la Recor, Viase Ia qua de Fortunata Rodriguez en AGN, X, 13-4-6, SOC (enero de 1824), || see 0 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! terminaria hasta bastante después de este periodo), emplazado en la es quina de las actuales Rivadavia y Reconquista, un lugar conocido como *hueco de las énimas” por el cual muchos evitaban caminar. Del mismo lado, pero sobre la Plaza de la Victoria, se levantaba la Catedral, cuya fachada habia tenido que ser derribada a mediados del siglo XVIII. Du- rante la década de 1810 no tuvo ninguna entrada, se ingresaba directa mente al bien adornado cuerpo principal. Pero a prineipios de la decada siguiente la Catedral fue uno de los edificios portetios mas radicalmente modificados, cuando durante el gobierno de Martin Rodriguez (1821— 1824) se realiz6 una nueva fachada ~que pervive— en estilo neoclasico, la cual respondia a una motivacién laica: era un templo votive dedicado a los ejércitos de la independencia, con un fuerte simbolismo republica: no." Otro edificio antiguo se erigia en el lado oeste de la plaza: el Cabil- do, ayuntamiento que contenia ademas a la carcel urbana, por la cual pasaban casi todos los acusados de un delito (una vez juzgades, si eran hallados culpables, solian ser remitidos al presidio). Después de que el Cabildo fuera disuelto en 1821, el espacio fue utilizado para el tribunal de justicia. A ou lado se encontraba la casa del obispo en un terreno ahora ocupado por la Avenida de Mayo que se convirtié en 1821 en la sede del cuerpo de policia, Del lado sur se encontraba la “vereda ancha”, cen la que se instalaban distintos vendedores callejeros, y donde en 1818 se construyé la *recova nueva’ paca albergar tiendas. Siguiendo la calle del Cabildo hacia el sur se pasabs por el café de la Vietorta (actual cruce de Yrigoyen y Diagonal Sur) ¥ se llegaba tras cami- nar una cuadra a la iglesia de San Ignacio, a cayas puertas se vbicaba la “Plaza Chica’, que coronaba una de las manzanas mas complejas de la ciudad, la que habia sido el centro de la Compania de Jestis haa su expulsion en 1767. El ex colegio jesuita se ubicaba en la misma cuadra de la iglesia; en los anos virreinales se llam® Real Colegio de San Carlos y se convirti6 en el cuartel del regimiento de patricis desde 1806. El edi cio albergo desde 1812 al primer y al segundo tercio civico, cuerpes milicia- nos de la ciudad, y en 1818 volvié a instalarse alli el colegio, llamado “de la Union” y mas tarde “de Ciencias Morales’, A la vuelta estaban la biblio: teca, una imprenta y el tribunal de cuentas. En la esquina ¢e las actuales Perit y Alsina se encontraba el llamado “cuartel de las misiones”, que SF lata, “Cultura urbana y organizacida delterritorio",en N. Goldman, (dir), Revlu «én, Republica y Confederacian, Toma 3 de Is coleecion «Niseva Historia Argentinas ‘Buenos Aites, Sudamericana, 1998, ao Gaon Dr Meu albergabe en los aos posteriores « 1810 @ los milicianes pardos y more nos del tercer terco civico. En la misma manzana estaba en la época de la Revolucion —no se sabe con exactitud donde el cuartel del Regimiento de la Esirelle 0 de América, y unos aftos mis tarde la sede del Regimiento Fijo, ambos cuerpos del ejército regular; Los cambios de esta manzana en la década siguiente fueron destacados: en el solar del cuartel de las misio- nes se constmuy6 en 1821 la Universidad de Buenos Aires (los soldados negros fueron reubicados a algunas cuadras hacia el sur, sobre la actual calle Defensa); se mantuvieron la biblioteca y el colegio, y se agregé una escuela de dibujo. Donde estaba el tribunal de cuentas se levanto el edi- ficio mas impactante del momento: la Sala de Represeniantes, un espacio semicircular para la que se transformé en la institucion mis importante de Buenos Aires en esos aftos. Son éstas las tazones por las cuales se la denomino en 1821 “Manzana de las Luces". En la manzana subsiguiente hacia el oeste Choy inexistente por la apertura de la avenida Julio A. Roca) se ubicaba el llamado “Cuartel de la Rancheria", pues alli habia existido hasta su incendio en 1796 un teatro homonimo. Fue sede de cuerpos milicianos tras el atacue inglés y desde 1815 se le otorgé al ejército regular. Junto a él habia un pequetio espacio denominado “plazuela de la Rancheria", exactamente frente al cuartel de las misionesfuniversidad. Detrés del cuartel, hacia el oeste, habia otre cuartel, el de los artilleros De regreso a la Plaza Chica bordeando San Ignacio se pasaba frente a la Casa de Expositos, para los ninos abandonedos, junto @ ta cual habia una peqvena carcel que tomaba su nombre y era condcida como la “Cana Siguiendo hacia el este y cruzando la actual Bolivar, se legaba a la Libre- ria del Colegio, y cruzando la actual Alsina, a la esquina ocupada por el famoso Café de Marco. Continuando una cuadra hacia el rio se arribaba 4 San Francisco, una de las iglesias mejor euidadas del periodo -la nica con dos torres terminadas~ seguida del convento franciscano homéni- mo, que fue uno de les pocos que no desaparecié t1as la reforma eclesias- tiea de 1822, a cayo costado se encontraba la capilla de San Roque. De- tras del convento, sobre Balcarce, se encontraba el “bajo de San Francis co", una residencia colectiva en la que habitaban familias pobres Siguiendo por Defense hacia el sur se accedia 4 la iglesia de Nuestra Sefiora del Rosario, conocida popularmente con el nombre del convento aledatio, Santo Domingo. Detris del convento ~que fue secularizado por las reformas rivadavianas y reemplazado por un museo de historia natu ral- habia un cementerio y si se seguta hacia la bajada del rfo se legaba sobre la actual avenida Belgrano a la aduana “de Basabilvaso” (diversos || see 2 oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! sitios adoptaban el nombre del propictario o de algiin vecino notorio, como la “Vuelta de Rocha”, el “Hueco de dofia Engracia”, etc). Frente a Santo Domingo, otra vez sobre la calle Defensa, que era la principal via de acceso desde y hacia el sur de la ciudad, esiaba la casa de Bernardino Rivadavie, Esto no es casual, muchas de las familias de la elite portenia residian al sur de la Plaza de la Victoria, alrededor de las tres iglesias de las ordenes jesuita, franciscana y dominica, y hasta a cinco o sels cuadras de aquella. Asi, nombres que dirigieron Ia politica en los aflos considera- dos habitaban en esa zona: Manuel Belgrano y Santiago de Liniers en la misma manzana que Rivadavis; Juan José Paso, Gregorio Tagle, Martin de Alzaga, Vicente Lépez y Planes, Satumine Segurola, les familias Escala da, Ezcurra, Balcerce, Elorriaga y Rosas, todos vivian en las manzanas del sur. Algunos pocos como Feliciano Chiclana preferian el oeste de la pla- za, mientras que las familias Riglos y Urioste se ubicaban directamente frente a ella, y otros residian al norte de la misma: Miguel de Azcuénaga, Juan Martin de Pueyrredén y uno de los Balcarce vivian en la manzana de la Catedral, y alli cerca lo hacian Mariano Moreno y Mariquita Sn- chez, Pero hacia el norte las residencias de la elite no se internaban mas que una o dos cuadras desde la plaza central, hasta las inmediaciones del consulado de los tiempos coloniales (actuales Reconquista y Mitre), edi ficio que fue sede de la Asamblea del Ano XIII y del Congreso Constitu: yente que tras declarar la independencia en Tucuman se traslad6 @ Bue- nos Aires, ast como de la case de la moneda en los atios 1820. También en torno a la iglesia y convento de la Merced (actual esquina de Peron y Reconquista), tinica sede de las drdenes religiosas originarias ubicada al norte, Frente a la iglesia se construyé ¢l teatro de la comedia, un edificio muy sencillo que funcioné alli durante todo el periodo. Al lado de éste y detrés de la iglesia hebta cuarteles militares Regresando al punto que habiamos dejado en el sur y continuando en esa direccion por la calle Defensa se pasaba por delante del nuevo consulado (entre las actuales México y Chile), y, was cruzar el “Tercero del Sur” ~arroyo que antiguamente habia sido el limite de la ciudad~ se accedia al hospital de los monjes betlehemitas (en Independencia y Bal: carce). A unss cuadras de alli estaba el centro del barrio conocido como cl Alto de San Pedro Telmo. Su eje era la plaza de Io Residencia, mas tarde Hamada del Comercio (hoy Plaza Dorrego), mercado de una parte de los productos que Hegaban de la campafia sur. El primer nombre lo recibia porque en diagonal a ella se ubicabs ura censtraccién abandone: da por los jesuitas cuando fueron expulsados (después de 1810 se ubied alli la cétcel de mujeres), junto a una iglesia en construccién, Ambas Gaon Dr Meu habian sido ulteriormente ecupadas por los betlehemitas (hasta que fue ron secularizados en 1822), quienes crearon un hospital ée hombres ~ llamado “de la Residencia’ junto al templo sin techo, Este se convirtio «en fabrica de canones después de la Revolucion, La ciudad terminaba alll cerca en su punto de mayor altura el actual Parque Lezame-, un espacio abierto dominado por un depésito de polvora y una quinta que pertene- cia a.un inglés. Desde alli podia verse hacia el sur el pequeno puerto de La Boca del Riachuelo, en el que se cargaban eueros para ser exportados. En orieniacién sureste se encontraba un menudo caserio llamado Barra- cas, donde se ubicaben algunas quintes pertenecientes a miembros de la clite, una serie de barracas de almacenamiente de productos, un puesto de control de movimientes desde y hacia la ciudad llamado “La Banderi- ta” -emplazado muy cerca de la pequefia capilla de San Lucia en la ruta 4 la campana sur (actual Montes de Oca)-, un puente para cruzar el Riachuelo ~¢el otro lado del cual se ubicaron a mediadas de los afios 1810 los primeros saladeros~ y una colina conocida como “La Convale- cencia”, cuya altura la convertia en el lugar mas salubre de la baja ciudad y por ello devino en residencia hospitalaria (alli ce encuentran hey los neuropsiquistricos Borda y Moyano). Al pie de la colina, hacia el norte (en Ia actual plaza Espana) estaba situado el Matadero del Sar o de Santo Domingo, uno de los tres que tenia Buenos Aires por entonees —el que fuera evocado por Esteban Echeverria en su famoso relato— y a su lado se encontraban los “corrales del Alto” para el abasto de ganado (actual Plaza Constitucion), Estos puntos se hallaban fuera del casco urbano, cercanos a las rutas de comunicacién con el interior, pero estaban integradas a la ciudad porque su existencia dependia de ella, con la cual tenfan una interdependencia constante Lo misme ocurria al norte de Buenos Aires. Si se continuaba en est direccién después de la iglesia de la Merced, se llegaba a otro convento que no fue secularizado después de 1820: el de las monjas Catalinas (en las actuales San Martin y Viamonw) y mds alla se ubicaba el Retiro, gran espacio abierto que constituia el limite septentrional de la urbe. Esta zona, también alta, albergé la Plaza de Toros hasta 1819, cuando las co- ridas fueron prohibidas. A su alrededor se ubicaron algunos edificios militares: el cuartel de la milicia de caballeria tras las invasiones inglesas, el cuartel de ildisares y el de los Granaders « Caballo ~creado en 1812; se utilizaba también pata los fusilamientas levados a cabo durante todo el periedo, En los efios 1820, el Retiro que desde las invasiones inglesas tenia el nombre oficial de “Campo de la Gloria” y luego pasé a ser la || see * oreazon, 1497 {Viva el bajo pucble! ‘Plaza de Marte"~ era asimismo una suerte de parque publico y dentro de Ia ex plaza de toros bandas musicales solian tocar en las tardes primave- rales. A dos cuadras de alli (uncal y Suipacka) se emplazaba la iglesia del Socorro, Avanzando hacia el norte por el bajo, boreando el rio, se cruzaba una zona en la que tropillas de carretas venidas de Tucuman y Cuyo hacian sus campamentos, Mas alla, alejandose de la ciudad, se ubicaba la iglesia del Pilar, sede haste 1822 de los padres recoletos. El que habia sido su huerto se transforms a partir de ese ato en el Cemen- terio del Nore. Delante de la iglesia se hacian bailes nocturnos freeuen- temente y durante la década de 1820 tenian lugar ali, en octubre, fiestas masivas en conmemoracién de la virgen del Pilar. Detras del huerto/ce- menierio habia otro matadero (Pueyrredén y Las Heras). Mucho mas al norte, en las cercanias de la zona en la que Juan Manuel de Rosas levan- taria anos mas tarde su palacio, se ubicaba un poivorin —Ia “polvora de Cueli"= junto al camino que iba a Santa Fe (actual Jardin Botanico) Regresando a la ciudad se pasaba por el “hueco de las cabecitas” (plaza Vicente Lopez), que tomaba su nombre de que alli se arrojaban las de las ovejas y vacas degolladas en el matadero. Quedan por revisar algunos puntos destacados entre el centro y los suburbios: las plazas y las iglesias, que marcaban les centros secunéarios de la vida urbana, Cerca de la Plaza de la Victoria, hacia el veste, se encontraban la iglesia de San Juan (Alsina y Piedras) y la de Sen Miguel (Suipacha y Mitre). Frente a la “plazoleta del Temple” (Suipacha y Via- monte) se ubicaba el parque de artillera, En la “Plaza Nueva”, conoctda en tiempos caloniales como el “hueco de Amarita’ y rebautizada “Plaza de las Artes” en 1821, funcionaba un mercado y en sus proximidades existian numerosos puestos de artesanos. Proxima a ella se levantaba la iglesia de San Nicolas (exactamente en el lugar que ahora ocupa el obe- lisco) y en diagonal a ésta, en la esquina de las actuales Corrientes y Cerrito, se encontraba una pulperia cuyos duefios aparecen repetida- mente en este libro, los hermanos Salomon. A dos cuadras de allt (donde ahora esti el edificio de Tribunales) se levanto la [abrica de fusiles, de- lante del “Hueco de Zamudio” ~mas tarde “plaza del Parque”- en cuyo extremo norte se creé en 1828 un espacio de recreacion, jardin y teatro, que adopts el nombre de “Vauxhall” y luego "Parque Argentino”. Al oeste de la linea de San Nicolas (es decir Ia actual 9 de julio), bisagra entre el centro y las zones suburbanas, habia varios “huecos”, es decir espacios vacies, algunos de los cuales s¢ fueron urbanizando y desaparccicion ~ como el "Hueco de Vidal” que tenfa mas de diez manzanas entre Ma- Gaon Dr Meu theuJujuy y México-Alsina~ mientras que otros devinieron plazas, Este fue el caso del “hueco de dota Engracia” que pasd a ser la “plaza de la Libertad” (nombre que conserva) y del “hueco de los sauces” (hoy plaza Garay), Hay dos areas urbanas que resta vistar: en primer lugar las parroquias de la Concepcidn y de Monserrat, en tornoa las cuales se fue establecien- do durante toda la etapa aqui contemplada una parte destacada de la poblacién negra libre de Buenos Aires, y la zona comenzé a ser conocida como “barrio del Tambor’? Cada parroquia tenia su plaza: de la Con- cepcidn ~ »Borrador den oficio dirigito por la Junta Cental a Baltasar Hidalgo de Cisneros, Mayo Documental, T. VII, cit, p. 258. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! ron a Gebildo, y obligaron al cuerpo @ que apactase al virrey con el nombre del pueblo”. Es muy dificil poder determinar la composicién de la “multitud” que presioné delante del Cabildo el 25, pero sia duda no era muy numerosa 1 capitular Leiva salié al balcon principal para anunciar los cambios que se habia pedido en nombre del pueblo y encontrs la plaza casi vacia; “édonde esta el pueblo?”, ironiz0. La presion y la amenaza de la fuerza gjercida por los tevolucionarios fueron fundamentales en el logro de su intencién. El petitorio que presentaroa al Cabildo “fue firmado por los Jefles y varios oficiales urbanos, todos naturales de aca y por otros indivi- duos de baja esfera, armados todos, pidiendo a la voz y con amenazas la deposicion del presidente y vocales de la junta, y que se reemplazasen con los que ellos nombraban” ' Farece evidente que hubo plebeyos pre- sentes en los acontecimientos que condujeron a la revolucion, pero lo que es muy claro es que quienes la dirigieron pertenecian a Ia elite E| flamante gobiemo intent6 desde su advenimiento ganarse el res- paldo de toda ta sociedad porten, incluyendo a la plebe, pero fue muy cautclose en lograrlo manteniendo el orden social completamente inalte ado, En las regiones americanas donde las diferencias étnicas eran mas marcadas que en la capital austral, el miedo a los resultados de una movilizacién popular era grande, a la luz de les ejemplos de la indepen: dencia de Haiti o del levantamiento de Tupac Amaru y Tupac Catari en los Andes, Sin embargo, las tensiones sociales no eran en Buenos Aires tan tntensas como en otras areas y la no muy segura situacion inictal de la Junta la levé a buscar adhesiones hacia abajo. La posicién de los revolue cionarios era incontrastable en un primer momento pero no parecia muy solida a mediano plazo, de ahi que buscaran ampliar sus apoyos a través de diversos recursos." Un camino fundamental de comunicacion con la plebe fue la milicia, cuyo apoyo habia sido decisivo para lograr la destitucion del virrey. Su El paridarioes Beruti, op. cit, 1960, p. 3763. Les opositores son un anénimo, ‘Cart sin firma a José Igmacio Gorostiza y José Antonio Chavari en BM, T. ¥, p. 4287; Francisco de Orduna,“Iniorme oficial cel subinspector del Real Cuerpo de Artilleria de Buenos Aires’. BM. TV, p. 4326: y otroandnimo del 29 de mayo, ‘Diario de los aconte- «imieatos’, BM, TIN, p. 3238, ~ Lacita de Leiva en Levene, "E125 de mayo", op cit, p. 51. Laotraen Francisco de Orduta, op cit, p. 3228. ~ Para delinear las vias que toms el gobierno para dirigirse a la plebe seguiremos la sngumentacion de Talio Halperin Donghi, RG, p. 170 ss (y agregando ott informa, «ion. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! de la Reconquiste estaba entre ellos y su popularidad era alin demasiada para que el grupo dirigente se arriesgara a que volcara el apoyo plebeyo en contra de la nueva situacién. Se temfa que de conducirse a los venci dos a la capital *hubiera tode et pueblo y tropas pedido por Liniers, y habria sido ocasi6n de una sublevacién general”. Otto recaudo de la Junta fue su orden de que “todos los habitantes de qualquier clase, cali dad, estado, sexo, condicion que sean, manifestaran las armas blancas 6 de chispa que tubieren”, o sufririan desde el destierro a la pena capic tal. Aunque principalmente se buscaba contar con armas para equipar 2 las tropas y a la vez impedir la formacién de algin movimiento contra rio al gobierno, no hay que dejar de lado la preocupacién que podian generar plebeyos armados por fuera de las instituciones militares, en un contexto de precariedad del poder. Recapitulando, la politica que nacia de la ruptura del vinculo colo: nial incluia en su horizonte a sectores amplios de Ia poblacién portefia debido por un lado a la experiencia de las invasiones y los nuevos cana- les entre la elite y la plebe creados por la estandarizacién de las milicias, y por otro a una interpelacidn “desde arriba” a los mas bajos componen: tes de la sociedad, Ahora bien, fue a partirde 1811 que las posiciones de la plebe, hasta entonces un tacito apoyo a la nueva situacién, devinieron accidn electiva de algunos de sus miemubros, Las tres formas de particips cién plebeya en la politics durante los diez aftos que duraria el gobierno central creado por la Revlucion de Mayo surgieron ese af: la presencia «en las celebraciones publicas, la tntervencion —tiderada por miembros de Ia elite y/o el Cabildo— para dirimir conflictos entre las facciones que aparecieron dentio de los revolucionarios, los motines militares protago- nizados por plebeyos en el ejército y la milicia, A continuacién analiza. remes a cada una de ellas El surgimiento de las practicas de participacién de la plebe La primera prdctica: intervencién en las disputas facciosas A principios de 1811, la Revolucién comenz6 a afrontar los primeros obsticulos serios en su intento de immponerse sobre todo el Territorio virreinal. La Junta habia conseguide que la mayor parte de la poblacién de la capital se voleara a su favor y que casi todas las ciudades interiores Ta siguieran en Ia decision tomada, Pero Asuncion y Montevideo no lo ° Berut, op. cit, 1960, p. 3769; GBA, TI, p. 165 (28 de febrere de 1811) aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! caso de Tomas Grigera, el principal conductor de los concurrentes, sdlo conocida hasta ese dia entre la pobre clase agricultora, Grigera era un alcalde con mas poder que el habitual, puesto que la Junta le habte encomenda- do “la demarcacion de quarteles en las quintas de esta capital, para el arreglo de su policia”, con lo cual habia tenido que recorrer en profundi- dad toda la zona periférica “desde Barracas hasta el bajo de la Recoleta’, tarea que finalizo en marzo de 1811.‘ Es evidente que en la realizacion de su trabajo anudé lazos provechosos con los alcaldes y con diversos habitantes de los suburbios De las quintas parece haber provenido una buena parte de los pre- sentes, que vestian poncho y chiripd. Tal vez algunos fueran habitantes de la campana propiamente dicha, aunque el hecho de que se reuniesen en tuna noche en la Plaza de Miserere sefala que probablemente la mayoria fuera de las inmediaciones. Pero ya hemos visto que los ponchos y los chiripa eran prendas corrientes entre muchos de los residentes urbanos, cl énfasis que pone Niifiez en ese hecho obedece a su sompresa porque quienes los vestian estuvieran actuanéo politicamente, Y en el petitorio figuran come firmantes, junto a algunos alcaldes de hermandad, una serie de slealides de barrio de la ciudad, concretamente los de los cuarte- les 6,8, 15, 17 y 19 (del ordenamiento de 1794), EL 8 era céntrico, el 6 y <1 15 eran las zonas prviféricas de la Concepcion y el Ato, el 17 se ubiea ba entre Monserrat y Lorea y el 20 en el extremo noroeste de la ciudad. Hemos visto que en todos esos cuarteles ~salvo el 8 el resto tenta amplios descampados en su interior tambien habia labradores y que buena parte de los habitantes de esos barrios debia usar la tipica vestimenta pampea- na, De acuerdo a los testimonios, los alealdes no acudieron solos sino encabezando a habitantes de sus cuarteles, por lo que podemos concluir que hubo en las jornadas varios quinteros pero también moredores de esos barrios urbanos, que tenian una vasta poblacién plebeya."” Posteriormente, Niifiez expone el hecho: acuparon la plaza Mayor como mil quinicntos hombres, pidiendo a gritos la reunidn del cucrpo municipal. Su *°AGN, IX, Cabilde de Buenos Aires - Archivo, 1811, 19-6-3, 110, © Enel petitorio, que se reprodujo entero en la Gazeta Extraerdineria del 15 de abril de {811 (GBA,T. I, pp. 281-293),consa quienesfueron losadherentes, aunqueen muchos casosno se consigno su cargo yen ninguno el ntimero de cuatel, Coejemtos|a informa «ion con les AEC de 1810 1811 (T.4) para obtenerlos nombres delosakcaldes de barr. As{ se determind que os firmantes Martin Grandoli Juan Pedro Aguirre, Miguel Arellano, Rafae| Ricardea Fermin de Tocorna eran eapectivemente lovalcaldes de loscuartsles 6, 8,15, 17920. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! La remocién de los diputados morenistas de la Junta ha sido sefalada por los observadores contemporaneos y por los historiadores como el punto central del petitorio y el eje de la movilizacién, Los opositores al presidente Io acusaron de haberio uamado todo con ese fin -y se lo Juzgarfa por ello en 1814-. mientras que los acusados lo negarian rotun- damente ("el gobierno no tuvo el menor influjo", sostuvo el Dean Funes, tambien sentalado como instigador de Jas jomadas, “la revolucion del 5 y 6 de abril... ue sofocada’)."”* Sin embargo, su intervencién en la organic zacién es indudable: Joaquin Campana, redactor del petitorio, era un abogado alineado con Saavedra y se apropio de un cargo tras el aleja- miento de les morenistas de la Junta; Grigera y los jefes militares que fueron a la plaza también eran reconocidos adictos al presidente. Y los linicos perjudicados fueron los diputados vinculados al grupo del Café de Marco, Las instigadores utilizaron el peso local de los alcaldes de barrio para reunir a la gente. Pero éstos no lo hicieron solamente con su influencia sino que apelaron a un argumento que figuré como primer punto del petitorio ‘Convencklo el pueblo de Suenos Ayres de que ls medidas adoptadis hasa el di parala reconciacion de lnsespafiols europeos conlosamericnos,son amas de Ineficaces, pejudiciales & la gran causa y sistema de gobierno, que se sigue, dlebe abrazarscen lovenidero;es su volurtad. que seexpulzen de Buenos Ayres todes loseuropeos de qualquier clase 6 condicion.”* No se trataba tan sélo de una excusa que encubria el ataque al grupo morenista, sino que el hecho de que se lo colocara en primer lugar marca su importancia. ;Cémo entender que el sector politicamente mis mode- rado haya decidido utilizar una medida sin duda radical, expulsar a gente con la que tenis afinidades sociales, incluso en algunos casos fami- llares? En la hucha facciosa que tba a caracterizar a toda la década revolu- cionaria, cada grupo se radicalizaria con el solo fin de desplazar al con trario. A principios de 1811 los morenistas se habian dedicado a defender la situacién de los peninsulares, con lo cual Saavedra y los suyos decidie- ron tomar la causa contmaria para enirentarles. Pero lo que e= preciso destacar es que este paso adelante del grupo mas conservador de la elite revolucionaria se debi6 a que se tataba de un tema capaz de movilizar a * Las primeras palabras cit, en Nutez, op lt, p. 465; las otras en G, Funes, “Apunta mientos para una biogra(in”, BM, T.1L. vol. 2,9, 1539. °° GBA, TI, p. 282 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! patrcioety éte Pucblo de Buenos Aires, que ha sido el Ibertador de todas esse pueblos que estaban esclavos. © Se insertaban en la acusacion referencias a la muerte de los que se opusieron a la Revolucion en un principio, fusilados por la primera expedicion al Alto Peri, y el tradicional odio popular a los enemigos de siempre, los portugueses. La apelacién al orgullo de la ciudad, junto al hecho de que los pasquines manuscritos se arrojaran en la calle, incluia 4 los plebeyos patricies como interlocutores posibles. Una caracteristica que tendria la vida politica portena en las dos dé cadas aqui estudiadas, la importancia del rumor politico, ya se percibe claramente en estos meses. Mientras circulaban los pasquines corvié la voz de gue el Ejérctio del Norte se habia rebelado, al tiempo que el secretario Campana -el dirigente de las jomadas de abril que ahora con- ducia un tribunal formado para perseguir opositores denuncié una posible invasién nocturna de la ciudad por parte de los montevideanos Se docidis por ello reinstaurar la suspendida medida de expulsién de Peninsulares (1° de julio), pero finalmente volvié a aplazarse.'* A los soldados poriefios que aciuaban en la Banda Oriental un oficial los inci to ala desercion, “havlando de la debilidad de nuestras tropas, y que benian a batimos tropas de Espafia y que no podia durar esto. que todo hera aparato” "= Por afadidura, la guerra hizo su apaticion en Buenos Aires el 27 de Julio, cuando la pequens “escuadra sutil” de la sitiada Montevideo ~ cinco buques modestos y dos caftoneras que habian sido decisives en asegurar la fidelidad de ese puerto al Consejo de Regencia~ bombardee la costa procurando amedrentar a la poblacion. De acuerdo al comer ciante John Robertson, quien presencis el hecho, no sélo no se logrs ese objetivo sino que en las terrazas de las casas céntricas la poblacion se dedic6 a mirar la caida de las granadas como si fueran fuegos de artifici. El comandante de la escuadra, Michelena, intimé luego rendicién a la ciudad; no le fue aceptada y tenové su ataque, ante el cual, burlandolo, “las negras lavanderas prorrumpian en gritos, golpedndose la boce con ~ Dil ™R. Levene, “Formacion del Triunvirato", en ANK, Histriade la Nacin Argentina, op ‘it, vol. V.2" secion, 1941, p. 372, Para hs persecuciones de Campana véase 1, Grrit, “Autcbiografia polities”, EM, T I], 1678, * AGN, X, 303-1, 5M, 905, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! surgié una tercers forma de participacién politica plebeya que se enmar c6 en los cuerpos militares, tanto milicianos como del ejércite regular, Nos referimos a los motines protegonizados exclusivamente por sargen- tos, cabes y soldados, sin intervencidn de los oficiales. Ya hemos consig. nado que el grueso de la tropa estaba integrado por miembros de le ple- be, mientras que la oficislidad la formaban casi exclusivamente indivi duos de la elite y los sectores medios. El primero de esios motines plebe ‘y0s fue el del regimiento de patricios. el 7 de diciembre de 1811 E] ejército habia comenzado desde mediados de ano un proceso de profesionalizacién para una guerra que amenazaba ser larga y el Primer Triunvirato buseaba limitar el poder de las milicias urbanas. Belgrano, quien habia sido sargento mayor de patricios cuando el cuerpo se forme en 1806, fue nombrado su comandante e inicié cambios disciplinarios, cuyo resultado fue que “se levantaron los sargentos, cabos y soldados, desobedecen a sus oficiales, los arrojan del cuartel, insultan a sus jefes, y entre ellos mismos se nombran comandantes y oficiales, y se disponen sostener con las armas” sus reclamos, “imposibles de ser admitides, sien- do entre ellos la mudanza de sus jefes, y nombrando a su arbitrio otros’ La reaccién de las autoridades fue répida y eficaz. Procuraron persua dir a los rebeldes de que les conventa renditse pero estes se mantuvieron férreos en su posicién. Fueron entonces atacados en el cuartel donde se atrincheraban por el resto de la guarnicion de la ciudad (reforzada por el regreso de las unidades que habian asediado Montevideo hasia que se firmé un tratado y se levanté el sitio) y debieron rendirse tras un combate muy violento, Ei repudio fue enfatizado: “el espiritu de anarquia preparabs la ente va disolucién del sistema’, sostuvo Le Gaceta® Las felicitaciones a las tropas que se mantuvieron ficles inundaron el penddico oficial, y se les brindaron mis que palabras: el Cabildo les obsequié abundante carne, pan y vino y recibieron un sueldo integro con fondes pablicos de la ciudad. A los mutilados y los deudos de los leales fallecidos también se les otorgé dinero*”* * id, p. 3808. 2° GBA, T.IIL p47 (10 dediciembre de 1811), ParaJohn Robertson. enya casa faeusada de hospital parsatender alos atacantes heridos~que fueron varios-,se tat de un hecho sumamente preocupante que podta conducira la anarquia (Cartas de Sudamerica, op, cit, TM p. 91) © GBA, TIL, pp. 49a 51 (13 de diciembre de 1811); AEC, T 4, p.716; GBA, TIL, p 87 (de enere de 1812); Aviso oficial del 4 de enerade 1812,AGN.X, 446-7, Gobierno (indice) aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! derrota del Desaguadero en julio~ a acclerar la profesionalizacién del eiército, tarea que intensificé el Triunvirato.** El proceso implicaba una homologacién ereciente de los cverpes militares y el lugar prvilegiado que los patricios habian detentade hasta ese entonces se perdia gradual: mente, De abt que el cortarles las trenzas, distintivo del regimiento, fuese una afrenta para sus integrantes, Si los oficiales parecen haber aceptado los cambios, que de todos modos les garantizaban su posicion en Ja nue va estructura, entee la tropa la persepeién fue muy diferente y quienes la componian se sintieron atacados en sus derechos. En los puntos siguientes del petitori los sargentos, cabos y soldados rebeldes solicitaban un cambio en la oficialidad, proponiende princi: palmente al capitin Juan Pereyra, quien habia integrado el cuerpo, como coronel en lugar de Belgrano. Mas que sefialar que aquel organizara el movimiento -no fue siquiera sospechado por el gobierno~ la demanda indica la mis sma situacién’ recuperar a un oficial respetada, que “tenia en el cuerpo de Patricios mas prestigio que Saavedra”, como forma de volver al pasado reciente. Elegir oficiales era precisamente lo que los milicianos habian hecho en el momento de la formacién de los cuerpos, con lo cual no habfa nada novedoso en el reclamo.*! Un antecedente de este levantamiento ~aunque afuera de la ciudad- fue la desercién masiva de milicianes de caballeria el 27 de jubo de 1810, cuando la expedicién que envio la junta al interior se adentrs en tettitorio santafecino, No conocemos la procedencia de los soldados y es probable ~tratandose de caballeria— que muchos fueran de la campana, pero lo que nos interesa son los argumentas que dieron a su capitan para desertar. Luego de recordarle la fidelidad incondicional que le habjan brindado en el cercano pasado, “se me presentaron en tumulto cuarenta y un hombres desiendome que ellos estaban prontos a la defensa de la patria y de la religion”, pero que los habian movilizado “para dos o tres dias y que allandose en pais extrano en cavallos montados y la ropa puesia y cin un real para sostenerse ... les era honreso bolverse a su pais”. "7, Loza, "Organizacion mibiar (181 1-1813)",en ANH, Historia de la Nacon Argent a, op. cit, vol.V, 2° seecion, 1941 © Eltestinonio es de Domingo Matheu, cit en Fite, op. cit, p. 99. Halperin Donghi marco la congruencia del pedide de los mllicianos con la pracica previa, en RG, cl, p. 205. Para este autor, que no se detiene en lacuesticn de las trenzas el episodio puso fin 4 las formas de militarizacion uebans crealas durante lasinvasiones inghsas, porende, al relativo grado de democratizacicm que habia acompafiads a sh surgimiento (en si “Milinrizacion revolueionaria.. ar cit) aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! la guerray la declaracién de la independencia, posiciones que la xeercaron 4a la Sociedad Patriotica, a la que terminé absorbiendo, Su antagonismo con el Trunvirato fue en aumento, aunque se demors por ls amenaza de contiarrevolucion peninsular que implicé la Conspiracion de Alzaga en sulio de 1812, de la que hablaremos més adelante, La noticia de la victo- via de Belgrano en la batalla de Tucumén, que leg6 a Buenos Aires el 5 de octubre ée ese ano, avivo la agitacion y estimulo a la nueva faccion a im- pulsar un cambio de gobierno por medio de una aceién de tropas y plebe, ante su imposibilidad de llegar al poder por via legal.2* El gobierno estaba en guardia desde julio, cuando advini6 al Cabildo que habia intentos de desorden y por ende “que por ningun titulo se permitan reuniones del populacho, ni en los Cuarteles, ni en los Cuer pos de Guardia, ni en algun o:ro punto”, y “que los Gefes de las Patrullas cuiden de disolver las reuniones que adviertan” (notemas que se refirio al populacho, la plebe), La preacupacién era evidentemente fundada por- que poco después, el 8 de octubre, “hubo otra revolucién o sacudimien- to velednico también hijo legitimo del 5 y 6 de abril de 1811", que prove: 66 la caiéa de los primeros triunviros, “y se nombraron en pueblada otros tres”, Otta vez los cuerpos militares ocuparon la plaza de la Victoria Junto a grupos de plebeyos y un conjunto de gente decente que llevaba la voz cantante, conducido por Monteagudo, Nuestro conocido Beruti sos tuvo que el golpe lo concret6 la accién de la tropa “unida con el pueblo”; esta vez,a diferencia de abril de 1811, reconoci6 a ta plebe como puchlo, ya que estaba de acuerdo con la causa que defendia”” Los concurrentes presentaron un petitorio al Cabildo solicitandole que reasumiera el man- do y que el gobierno renunciara, El “pueblo, argumentaron, exigft una pronta respuesta y prometia “obrar con dignidad, pero también jura no abandonar el lugar que ocups hasta ver cumplidos sus votos".® Con el objeto de intimidar, zlgunos grupos habian apedreado la casa de Puey- rredén y la de uno de sus hermanos antes de la Ilegada de las tropas a la plaza. El rasgo repetido motivo o1ra protesta La deposicion de todos los gobernantesel 8 de octubre de 812;y mutacin toi dle personas, In dispersion de los diputidos de tedos los pueblos, de que se ‘8 Halperin Denghi, RG; Palacio, Historia argentina, op. cit; Gonzalez Bernalda, “La Be vobitin Franecan 5, artcet “La primera cita en AEC, T.V; p. 272; la otra es de Posadss, op. cit, p. 1420; luego Beruti, op.cit.,1960, p. 3836. 59 EI petitori fue reproducido en La Gazeta Extraerdinaria del 22 de octubre de 1812, GBA,T. Il, p. 318, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! Paso, puesto que los miembros de la Sociedad Patristica y la Logia contia ron aparentemenie en sus propios miembros y en los cuerpos militares Un uimo elemento que se desprende de Ia causa es la afirmacién de que se iba a guitlouinara fos males puisaros como pretexto para soliviantar & la poblacion, Por un lado muestra la inrupcién de un discurso poltico violento de le mano de la nueva politica: matar a los “malos’ de la misma ciudad no ya solamente a Jos extranjeros~ podia ser empleado como un estimulo, Pero a la vez sefala que los hechos del periodo jacobino de la Revolucion Francesa eran conocidos mas alla de la elite ilustrada, dado que supuestamente fueron los Sosa los autores de la frase. Nunca una guillotina se habia levantado en Buenos Aires, con lo cual la metifora remitia a ese cercano pasado europeo. No contamos con informacién acerca de ottas conspiraciones durante el siguiente bienio, en el cual la Logia Lautaro, el grupo politicamente mas radical dentro de los revolucionarias, manejé el gobierno central surgido en 1810. El sector excluyé deiberadamente cualquier intento de ampliacion de la participacién plebeya en la politica portena. Tampoco cstimulé la aparicién de clubes © de cualquier otro tipo de organizacién popular que viabilizara la accién de la plebe urbana.* La ausencia de movilizaciones antigubernamentales con participacién plebeya entre enero de 1813 y abril de 1815 se debi6 principalmente « que ninguna faccién portefia procuré disputarle abiertamente el poder a la Logia, Sin embargo, es asimismo plausible que el entusiasmo por la accion de la Revolucion se mantuviera aan en sectores amplios de la sociedad, a lo cual pueden haber contribuido acontecimientos como la caida de Montevideo en manos de los revelucionarios en junio de 1814. la libertad de vientres decretada por la asamblea gene76 seguramente el apoyo de los esclavos y los negros libres, aunque no tenemos datos al respecto para ese momento. Sin duda, el elemento decisivo que logré la calma fue el aumento del conuol estatal sobre la ciudad. Algunos cambios institucionales previos permitian a las outoridades vigilar mejor lo que ocurria en el espacio urbano, continuando una tendencia afianzada con el Primer Triunvira to, que a'su vez retomaba la politica de los Borbones. En enero de 1812 se habia ereado Ia Camara de Apelaciones para ocuparse de Ia justicia en lugar de la disuelta Audiencia (formndose luego una Comisién de Jus ticia para ocuparse del problema de les robos), y se habia recuperado el cargo de gobernadorintendente, que habia guedado en manos de los jense Gonzalez Bernaldo, “La Revolucion Francesa.” art cl aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! de Fernando VII (hecho que moderé completamente el radicalismo de la Asamblea rioplatense), caida de todos los otros focos rerolucionarios americanos ante los embates realistas. El devaluado poder de Alvear se mantenfa por su control del ejército, al que habia hecho salir de Buenos Aires pata instalerse en el més tranquilo campamento de los Olivos, al norte de la ciudad, Ante la aparicién de conspiradores, Alvear mands {usilar y exhibir publicamente el cadaver del capitan Ubeda, supuesto sedicioso, al tiempo que comenz6 a mantener una disputa con el Cabil- do, Pero una parte de ese ejército que se habia ido conrirtiendo en el eje de 2 politica revolucionaria produjo su ruina, cuando la expedicion envisda a Santa Fe para reprimir a los disidentes artiguistas se sublevé el 3 de abril en la campana bonaerense, liderada por el general José Alvarez Thomas. Al conocer el hecho, Alvear se dirigio al campamento de Olivos, donde gran parte del ejercito allt acantonado seguia siendo su soporte. Entonces, 1 Cébildo, considerandolae malas consecvencias que podriansobreven, ams al puebloa toque decampana, yen eguida resumi el mandoen si disalviendo ¥ quitancile ha autoridad a 1a Asamblea, lo que hizo saber al publico por un bbando ..esacaptalsehallba indefensa, puesno tenia mistropas que lostercios civicos, y€stos casi sin armas, sin municiones, y sin anilleria, por habersela llewsdo toda con anticipacion Alvear al cempamento, ° AEC, TVI, p. 500 (27 de mayo de 1815), ®! AEC, TV, p, 508 (6 de junio de 1815); bid, T. VIL, p. 219, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! tha con casos meninos de los caidos en la guerra (prictica que ya se util similares tras las invasiones inglesas) y se liberé a algunos esclavos, en presencia de todas las autoridades ("Gobierno, Cabildo, Camara de Ape- laciones, Consulado, Geles Militares, y el Cavildo Eclesistico”), como se hacfa en el perfodo colonial. En 1814 se preparé wna gran comida para los presos en honor “de nuesira Regeneracion poltica’.”” ‘Todos los anos se iluminaban las calles y los principales edificios con hachas de cera, faroles y candilejas, se emplazaban efimeros arcos de triunfo, se realizaban bailes, se disparaban cafionazos y se hacian sonar las campanas, junto a otros fastuosos actos, como el incendio de dos costosos castillos construidos especialmente para la ocasién por cl Cabil- do en las fiestas mayes de 1813. En la misma oportunidad ~que coinci did con el momento mas radical de la Revolucién—el gorro lrigio, simbo- lo de la Revolucion Francesa, paso a ser una parte fundamental de los festejos: todos los capitulares y gran parte de los asistentes concurrieron usando uno. Como parte de la programacién se incendiaron piiblica- mente los recientemente sbolidos instrumentos de tortura y no se colocé Ia bandeza espafola en el Fuerte.2"' Estas acciones simbélicas se dirigian 4 toda la sociedad y eran especialmente importantes para la plebe, pues si la elite tenia contactos con integrantes de los circulos de gobierno, quella contaba con menos relaciones con Ia dirigencia revolusionaria y sus ideas, Asi, las celebraciones callejeras continuaron su funcién colo hial de ritual de convivencia social, pero en un contexto muy transfor mado, Aun cuando el esplendor de las ceremonias y el interes de la poblacién decayeron con el correr de los anos y la duracidn de la guerra, las fiestas continuaron congregando a mucha gente y el Cabildo siguié organizandolas cuidadosamente.*” Los concurrentes renovaban alli su identificacién con la causa y su presencia en la escena politica También la vida religiosa fue impregnada por la nueva politica: inclu so la importante Cuaresma, entre el Carnaval y la Semana Santa, podia no ser respeiada si se preseniaba algin acontecimiento propicio, como ocurrié en 1813 con la celebracién por la victoria de Salta. A la vez se siguieron festejando todas las noticias favorables y los sucesos importan- ® AEC, TV, pp. 200, 211, 212 (1812), 567, 573, 577 (1813), T. V1, p.157(1814), "Bera, op. ct, 1960, p. 3847 °*L, Munilla: “El ante de las fiestas: Carlo Zucchi yel ane efimero festivo", en: F Alia yL Munilla, Carlo Zucehi y el neocasicimo en el Rio de la Plata, ct. El Cabildo siguio “emplesndo varios acucrdc porate en Ia preparacin de le Ristas mays ase AEC, cit tomos VI, VIly VIIL aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! implicades, Asi, a lo largo de un mes comenzado el 4 de julio, treinta y tres peninsulares fueron fusilados y colgados de horcas ubicadas delante del Fuerte, entre ellos el mismo Alzaga (el 6 de julio). Se trat6 de una ejecucién multitudinaria: “fue su muerte tan aplaudida que cuando murié se grit6 por el publico espectador viva la Patria varias veces”, y luego “aun en le horca lo apedrearon, y le proferian a su cadaver mil insultos, en terminos que parecia un Judas de sabado santo”*" Apedrear y quemar a tun mufeco que representaba a Judas era una costumbre que databa de la colonia; unos anos més tarde un visitante la describié como una ¢e las “diversiones de la plebe”, que consistia en colgar en la calles *munecos de tmpo rellenos de cohetes y combustibles. En la noche del sébado se les prende fuego y don Judas estalla entre los gritos de la multitud” Pero en julio de 1812 la agitacién preocupé al gobierno, que el mismo dia de la muerte de Alzaga le escribio al Cabildo advirtiendo “observarse en el Pueblo una exaltacion, y efervescencia, que pudiera insencible- mente degenerar en el desorden, y la anarquia con perjuicio de la tran- quilidad publica’, por lo cual pedia al ayuntamiento que tomara medi: das “eon prudencia, y circunspeccion para bolver al Pueblo & su antiga tranquilidad, haciendo que por la noche patcullen los SS. Alcaldes, y Regidores, aconsejando a quantos encuentren por las Calles, que se ret: yen, pues que hé deseparccido el peligro, 6 por los medios que se crean mas conducentes al restablecimiento del sociego general”. El cuerpo municipal lanzé una proclama para serenar los énimos, a pesar de Jo cual la intranquilidad persistio -y no estaba dirigida por la opositora Sociedad Patridtica, que ante la emergencia habia decidido apoyar al gobierno mientras segufan los fusilamientos. EL 8 de julio se esparcié elrumor de que habian desembarcado los marinos de Montevideo y mucha gente se congregs en la plaza y en los cuarteles para la defensa.2" Las noticias, verdaderas y falsas, corrian profusamente: un pasquin denun- "Beruti op cit, 1860, p. 3830, En las paginas siguientes relata h muerte de los otros Summaries Militares, AGN, X, 28 legajos. En una misma cousa pueden figurar varies deseriores (que huyeron juntos), pero aqui se ha consideradoe! numere de cuss. 165 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! las justicia militar “en estado de ser en el tedo incorregibles en sus deplo- rables excesos, y siendo esta especie de gente demasiado datiosa a qual quiera sociedad” al punto que hubieran merecido la pena de muerte, pero resolvi6 que “seria mui doloroso la sufriesen cinco individues en circunstancias que necesitamos de gente para la guerra", por lo que los indultaton y los mandaron al frente por dos afios,® No habia un criterio practico claro acerca de como castigar a los desertores. En la reglamenta- ién bordénica un reincidente debia ser condenado a muerte, pero po- cas vecesesa norma se cumplia. A algunos se los perdonaba, como el caso recién aludido, pero una buena parte sufria una recarga en el tiempo de servicio o algiin castigo menor, como “tres meses de limpieza del cuartel arrastrando una cadena”, Sin embargo, en algunas ocasiones se tomiaron medidas mas fuertes: un soldado tres veces reincidente recibid doscien- tos palos al ser aprenendido; voivio a huir, lo capturaron y le dieron ocho ais de presidio. Al menos en dos ecasianes los desertores fueron condenados a muerte y ejecutados.” La desercion era casi exclusivamente un delito ¢e la tropa. Muy pocos oficiales la cometian: en 112 casos considerados sélo dos los involucra ron, mientras que 10 de esos juicios implicaron a suboficiales como acu- sados y en los 100 restantes se trataba de soldados. Utilizando una mues: tra de 91 filisciones de desertores (Comada de la que ya se detalls previe mente, con las filiaciones de todos los que fueron acusados de cometer alguna falta) se puede delinear el perfil de quienes comettan el delito. Se trataba cast exclusivamemte de anslfabetos (Solo cuatro sabian escribir su firma), mayoritariamente jévenes (entre 16 y 25 aos) y los solteros eran mas del doble de quienes estaban casados, Los origenes eran variados: 37 eran oriundos de diferentes partes del ex vireinato, 21 provenian de fuera de sus limites (de Chile, Espana, Africa), 21 eran portefios y 13 procedian de la campaia bonaerense. Los de color triguefio (Iuuena parte de los que llegaban del Interior eran considerados asi) doblaban a los Dblancos y morenosinegros. Las ecupaciones de los desertores eran varladas en esta muestra 26 se encargaban de tareas artesanales, 23 tenian “oficio de campo” y 22 no tenian ningin oficio, al tempo que habia unos pocos AGN, X, 20-11-7, SM, 4401817) © El primer caso consignado en AGN, X,30-3-3, 5M, 976. Uno de os fusilados en AGN, X, 30-2-2, SM, 736 (1816), Unteniente coronel fue juzgaclo-en 1812 porhaberejecutado 4 un recluta tras su primera desercion, cuando el castigo para escs casos era la prision libid. 705) Un deseror eincidenteen siete ocasiones fue tambien condenada a muerte pero luegose leconmuto por diez ahos de presidio (ibid, 30-1-5, SM, €60). 168 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! dos por plebeyos.™, Siempre tuvieron como origen alain reclamo con: creto de un cuerpo militar y no superaron el marce de s6lo un regimien- to, pero provocaron profunde malestar en los gobiernos de tumo. EI primero de estos motines fue el de los patricios de diciembre de 1811, que ya hemos visto. Ese episodio dejé una norma: la reaccion de las autoridades ante los motines liderados por plebeyos fue veloz y deci dida. Vale como ejemplo el frustrado intento de rebelion de los granade. ros de infanteria en 1814, que fue castigado con el fusilamiento de tres cabecillas a dos horas de haberse iniciado."** No siempre el resultado fue tan drdstico; a veces las investigaciones se hacian largas y no legaban a castigos graves, pero la realizacién del sumario implicaba en si misma tuna amenaza, apreciable en los intentos de los interrogados de deslizarse de lo ocurrido. En septiembre de 1813, un suceso en la compania de Pardos y More- nos envinda a la bateria de Punta Gorda, cercana a la capital (estaba emplazada en la costa de San Fernanda para evitar los saqueos que reali- zaban las incursiones montevideanas por el Rio de la Plata), provocé una investigacién inmediata por parte de la justicia militar El capitén de la compatiia, Mariano Riverola, habia ido a Buenos Aires a buscar los habe- res y vesiuario para el cuerpo y al regresar acus6 que le habian robado, pidiendo a los sargentos, cabes y soldados que solicitasen al comandante de la unidad lo dejase ir Santa Fe a buscar dinero para cubrir lo perdi do, Pero como Riverola se habia presentado sin nada el comandante lo mando arrestar en su casa, provocando que un sargento hiciera circular tun memorial ente la tropa exigiendo que se permitiera panir al capitan El cabo primero Juan Vilar, que figuraba entre los firmantes, cuando fue interrogado en el sumario posterior dijo que un sargento primero “han- daba ceduciendo a todos; y al declarante lo hiso que prestase su bolun tad para que firmase por el, ceduciendolo a el entre los dos Sargentos Basilio Pino, y Juan Fastin, y el Soldado Antonio Zosa, el que decia que era menester que cargasemos las Armas y Sacasemos las Municiones de la casa del Alferez". agregando que “era menester dar contra el Comandante de este Punto y contra todos los que no eran de nuestro Partido y el dicho Sosa agitaba ... que todos estubiesemos listos y sobre las Armas para lo Movimicntos de los cuales tomé parte macha gente, no ee incluyen los casos de insubordinacion de individuos sole o de grupos pequetios. Tampoco consignanos las agitaciones de los milicianos, que hemos detallado. uti, op, ci, 1950. p. 3859, Halperin Donghi setald este endurecimiento.como un «cambio con las practcas del period 1805-1811, ea RG. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! Los reclamos por haberes se combinaron en ciertas ocasiones con int tenciones mas amplias, como saquear y plegarse al bando artiguista. Por ejemplo, en 1816 fueron juzgados varios sargentos y soldados de drago nes y husares que habjan partido a combatir a Santa Fe, y fueron acuse: dos de procurar una sublevacién para sacar a los jefes, robar las fondos del ejército de observacion al que pertenecien "y pasarse con toda la tropa a la montonera o gente sublevada que se hallaba en Rosario’. En esta ocasién las autoridades se enteraron de la preparacién del levanta- miento por Ia denuncia de un tambor —José Sanchez, alias lagafoso. Se hizo rapidamente un sumario y algunos interrogados reconocieron que existia un proyecto d= manifestarse “para pedir sus Prest”, pero un sar ento coments que en realidad se habian producido dos planes diferen: tes, Primero se habia pensado en hacer una “rebolucion” debido a que no les pagaban; en cambio, iuego se habian agregado otros odjetivos ~que or supuesto él negé haher aprobado~ reunir a los artilleros y dragones a medianoche, “quitar los gefes, saquear el pueblo, y retirarse al Rosario, donde manteniendose con separacion de las tropas de aquel punto, nom brarian uno de les sargentos que los governasen, y despues con acuerdo y en union de aquellas fuerzas, y las de la Milicia que devian sitarse, marchar sobre BA con el fin de atacarlo”.™™ La presencia de un cercano sistema rival, la monionera artiguista, servia entonces de aliciente pare proyectos més ambiciosos que un reclamo salerial Los implicades en estos motines fueron en algunas ocasiones otiun: dos de le ciudad de Buenos Aires 0 individuos que teniendo otto origen ingresaron en el ejército en Buenos Aires desde el inicio de ls Revolue cion, Veamos, por ejemplo, el caso de los involuctados en el intento de motin recign expuesto. El cabo Martin Baez era porteno, de oficio sastre, y *senté plaza por 6 alos” ~es decir se enrolé— en 1814; el sargento Francisco Méndez también era sastre, pero era natural de la Colonia del Sacramento, habia sentado plaza por vago en 1810 por un lapso de cua. tro anos, ascendi¢ a cabo y luego de tomar Montevideo a sargenco segun- do; otro sastre portenio, Mariano Martinez, era sargento primero y habia sentado plaza voluntariamente en 1813; el soldade zambo Juan Bautista de Santo Domingo, natural de Benguela, de oficio albanil, fue rescatado de In esclavitud en Ia capital para servir en el ejército™ Pero en otros motines también participaron los destinados a las tropas porteiias desde "AGN, X,30- |, 603, Declaraciones del sargento Mariano Martinez, el seldado Vicente Pomposo los sargentos Bernabe Castro yFrancisco Mendibur ® AGN, X, 30-1-3, SM, 603, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Carituto IV “Los sanculotes despiadados”: el verano de 1819 y los conflictos de 1820 “No queremos espafoles / que nos vengan a mandar, / tenemos ame: ricanos / que nos sepan gobemar'.”™ La conviccion de esta estrofa com: puesta en Buenos Aires en 1819 era incontestable en lo referente a lox dos primeras versos, pero quiénes iban a ser los nombrados en los tlt mos dos fue una cuestién que estuvo lejos del consenso cuando llegé la crisis final del gobierno central nacido con la Revolucién. La erisis revelé algunas sefiales en la ciudad en el verano de 1819 y se mostré en toda su magnitud a lo largo de 1820. El propésito de este capitulo es analizar esas dos coyunturas, La primera tuvo modestisimos efectos en el desarro Ilo politico del perfodo y casi no ha sido tratada por los historiadores. Su importancia ¢s alia, sin embargo, para este libro: nos permite reconstruic las formas de movilizecion plebeys en la ciudad, La segunde si ha ocupe- do un lugar central en cualquier historia de esta etapa: en 1820 desapa. reci6 el gobierno centtal y Buenos Aites se conviriié en una mas de las Provincigs Unidas. Aqui analizaremos los confliccos que poblaron ese ano, para mostrar que en ellos la plebe consolidd su presencia como actor en la politica urbana * B, Hidalgo, “Cieltoa lavenida dela expedicion espatiola alRio de la Pata’ en Cielitos 1 didlos patrticos, seleccion de Horacio Jorge Becco, Suenos Aies, Centro Editor de América Latina, 1967, p. 25. Brtolomé Hidalgo era un cantor oriental ligidoal ariguis mo, ue en 1819 paso a Buenos Ares, orde vendia sus coplasen plazas y mersados hast su muerte.en 1822. Véase N. Fusco Sansone (recopilacion y prologo): Vie y obras de Bartolome Hidalgo, Buenos Aires edicion del neopilader, 1952, 181 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! por eso el intento de mestrar a Martinez como defensor de su figura, fuera esto real o no. También se percibe el antiespatiolismo, puesto que ambos contendientes se insultaron usando el término god, El reproche de Martinez acerca de la circulacion de nueves es una muestra de Ia proliferacion de “ramores que careciendo absolutamente de fundamento, logtan insinuarse en la credulidad publica’, segtin ent: tizaba el periodico oficial” Los rumores eran muchos y corrian febril mente por el Ambito urbano. El mas importante estaba relacionado con una noticia comprobada y que La Gaceia si aceptabs como real: una expe- dicion se preparaba en la Peninsula para atacar el Rio de la Plata. A partir del retorno de Fernando VII al trono se temia un ataque -) apelar « ello podia servir al gobierno como factor de unidad~ pero en 1819 los prepa: rativos en Cadiz eran ciertos (la expedicién finalmente no se llev6 a cabo porque uno de sus jefes, el coronel Riego, utilizo a las tropas para lanzar tuna rebelién contra el rey que inicid un periodo conocido en Espa como el trienio liberal). La Gaceta comentaba constantemente lo que avert guaba acerca de los preparativos de la invasion y la cuestion se discutia por la ciudad. Por ejemplo, en una fonda donde almorzaba alguna gente tuvo lugar en enero “una combersacion sobre la vos que corria de que benia una expedicion Espafiola Buenos Ayres", y uno de los presentes opind que eso seguramente no seria asi, dado que “aunque tubiesen pro- porsion de Baques y gente no la tenian de metalico, y en caso de haber tal expedicion nada arian, y mas bien a Lima seria su direccién”. Los rumores llegaban lejos: un oficial del ejercito espanol en el Alto Peru escribié en 1810 al virrey en Lima que algunos comerciantes provenien- tes de la capital de las Provincias Unidas “aseguran que el proyecto del enemigo es abandonar a Buenos Ayres, y retirarse a la campitia 4 hacer- nos la guerra luego que llegue la expedicion que aguardan por Diciem bre" En la ciudad, los espaioles volvieron a estar en la mira de las autori dades. Por ejemplo, Baltasar Suarez, zapatero orlundo de La Coruna, fue © GBA, TV, p.530 (25 de noviembre de 1818). “AGN, X,29-10-1,SM, 119. La Geceta se dedi el 17 de febreroa lasnovedades de le Peninsula el 3 de marzo coment que un cecique de los pampas habia prometido al gobierno luchar a su lado “quando arribe la expedicion espatola”, GBA, TV, pp.597 y 14. © Carta del jefe imerino del ejercito real del Peru Jose Canterse al Virrey del Peru, Joaquin dela Pezuela, desde Tupiza", en AGE, legajo del Brigadier General Niguel Esta nislao Soler. 185 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! La acusacién la hizo Clara Felan, ducta de una fonda en la que el francés solia comer, quien aseguré haberle respondido que “los franceses han venido 4 enganar al Gobierno por Xefes y Oficiales pero ellos son sastres y zapateros y ladrones, este gobierno no es melo™.”" Durante el Juicio pesterior parecié que la raz6n de la imputacién provino de pro- blemas personales que ambos tentan desde antes, pero es interesante notat tuna vez mas el clima de eirculacion de noticias y opiniones politicas: la declaracién muestra que la denunciante deminaba y usaba a su favor los rumores del complot frances, de las incursiones artiguistas y de la cons. piracion de Carrera y Alvear. Para completar el panorama de inquictud, dos observadores ingleses senalaron que en 1819, por cause del “despotismo militar” y la corrup: cion del régimen, junto al aumento de las “dificultades financieras de pais ... la indignacion publica se extendia tambien cada vez mas, presa- giando la caida de los corruptores’ > En esa agitaci6n estival resurgieron las formas de movilizacién politica plebeya que estaban adormiladas en Buenos Aires Febre el motin de pardos y morenes En enero, el director supremo José Rondeau ~reemplazante de Puey. rredén, quien se recuperaba de quemaduras sufridas en todo el cuerpo lanz6 contra el Litoral a la mayoria de las wopss portenas, en un nuevo € infructuoso afén de vencer a los artiguistas. y proclamé: “pond la capi tal en completa defensa con los elementos que nos restan”. Asi, un mes mas tarde el Cabildo convocé para una revista en la Plaza de Ia Victoria al tercer tercio civieo, el de pardos y morenos, pero los milicianos se hice: ron presentes “todos armados con sus fusiles, aunque les citaron sin arma’, y ante la orden capitular “fue la contestacién, decir con impavi dez, no gueremos, € incontinenti disparaban fusilazos eon bales, de eu yas resulias fueron heridos algunos que pasaban, quedando el gobierno y Cabildo desairados, y totalmente desobedecidos, ¢ insultados, segin el escandalo tumultuaso con que se negaron’.”” Se levanté en seguida un simario para esclarecer qué habia ocurrido, 1a causa fue que “en el Pueblo se decia que los iban a hacer veteranos’” 7 Elzcusado er Don Antonio Belins, ex cororel, Ambascitacen ladeclaracisn de Felan, AGN, X,29-10-1, SM, 119. Haba una serie de oficiales franceses, antiguos borapantistas, sirviendo en Buenos Aires * Robertson, Cartas de Sudamerica, op.cit., 2000, p. 476. " Berut, op. cit, 1960, , 3909. La proclama de Rondeau en GBA, TV p. 588. 18 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! 4 Alvear, pero €3 significative que él lo recordara de csa manera). EL tribunal apel6 a esa memoria para amedrentar a los interrogados con la evocacién de las penas sufridas por los protagonistas de esos alzamien: tos, Pero el recuerdo de los movimientos pasidos pudo también haber contribuido ¢ generar el levantamiento del tercio, puesto que si un he- cho de ese tipo era inédito en e] cuerpo de pardos y morenos, no se trataba de un episodio aislado en la politica revoluctonaria. Como motin miliciano tenia una filiacién directa con el primero de ese tipo en la Aécada, el del cuerpo de patricios de diciembre de 1811 (que de acuerdo 4 las declaraciones antedichas conocian bien). Y también es posible que los menes imporantes intentos de metin que exploramos en el capitulo II hubieran dejedo sus fellas, dada la forma en que las noticias se esparcian a través de la ciudad Esta seivindicacion de un derecho tradicional de los milicianos pre sentaba una situacién compleja para el gobierno: plebeyos armados ~ pues eso eran quienes integraban las tropas y la suboficialidad del tercio, todos eran negros, ninguno era don— desobsdecian a las autoridades, y en la crisis de 1819 éstas no podian reprimislos como antes, sino tan s6lo contenerlos. Hubo asimismo un elemento novedoso en este motin: sus protagonistas fueron exchisivamente negros, La cuestién racial se hizo presente en un segundo plano; la vimos en el ease de Santiago Manul y fue consignada por un vecino: “Don Pedro Lesica observé en la tarde del Jueves que un negro velero y cojo se distinguio en sus gestos y amenasas 2 los Blancos" ;Era ese vendedor de velas un miembro del terclo 0 se agregé a la agitacién viendo a los morenos insurreccionados? No tenemos informacién par dilucidarlo, pero de todas formas, la percepcion de tuna animosidad contra los blancos contribuyé seguramente a hacer més conflietivo el episodio para las autoridades. El peligro de un movimiento racial puede haber ayudado a que diversos vecinos se sumacan a los civi cos de caballeria en la operacién nocturna que desarmé en el hueco de la Concepeisn a los que querian continuar con la agitacion. Esto no era s6lo temor paranoico de la elite. sino que es indudable que en la virulen: cia con que se defendi6 el derecho miliciano se expresaban también ten: siones sociales y raciales, En esta ocasién, y en practicamente todo el periodo iniciado por la Revolucién, la conilictividad social y racial se expresé en la ciudad de Buenos Aires a través de la disputa politica © id, declaracion de un soldado carpintero (no consta el nombre). © Ibid, pane de don Eustoquio Diaz Velez aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu similitud si se tiene en cuenta que varios ladrones que confesaban sus delitos eran incorporados en esos aitos en el cuerpo de policia Luego de la agitacidn del verano el gobierno logrs devolverle cierta quictud politica @ la ciudad, mientras la situacion se complicaba en otros espacios del ex virreinato, A diferencia de lo ocurrido durante 1811, en octubre de 1812, abril de 1815 y luego a lo largo de 1820, el impacto de los sucesos de la capital no fue decisivo en 1819; la causa principal del derrumbe directorial no estuvo en sus problemas en Buenos Aires sino en los que enfrentaba en el Litoral y el Interior“ Lo que se desprende de estos episodios estivales es que la participa- cién politica de la plebe porteRa estaba casi reducida al final de la déca da de 1810 a la accion dentro los cuerpos militares. Tanto el motin diri- gido y protagonizado por plebeyos como la movilizacién para lograr un cambio gubernamental organizada por capitanes milicianes volverian a aparecer en 1820. Ambos formaban ya parte de un repertorio de accién politica urbana La plebe en los conflictos de 1820 “EI ato vigésimo del siglo 19 va a ser probablemente un teatro de sévias y gloriosas escenas para nuestra patria", anunciaba La Gaveta a po: cos dias de su comienzo"” Aunque no de la manera planeada por el editor del periddico, las escenas se sucedieron durante 1820, que fue clave en el desarrollo politico de Jos territorios del ex Virreinato del Rio de Ia Plata. Fse ao de ‘anarquia", en el que desaparecia el gobierno central creado por la Revolucién, estuvo en Buenos Aires jalonado por violentos conflictos y fue considerado tanto por los contemporéneos que escribieron sobre él como por los historiadores un _momento de crisis total, un compendio de calamidades desencadenadas simultaneamente. Su proclamada negatividad le dio un lugar importante en la historiogra: fia argentina, que se detuvo asiduamente en sus peripecias. Aqui vuelve 4 set abordado en uno de sus aspectos fundamentales: el imporante papel politico que jugaron en ese momento varios miembros de la plebe Thi. Declaracion de Olevarreta, Un ejemplo de un Iadron que se convinisen celador de policia tras #4 confesion es el de Garito, a quien ios refrimos en cl cxpitulo Il, AHPEA, 4-2-34,]C, 19; lo mismo ocurriconel adran Tapa Aujers, AGN, X, 32-10-4, PO, libro 8, 115, *° Halperin Donghi. RG. cit.» 247 ° GBA, ci, TVI, p.1 (6de enerode 1820) || see 20 oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! temporaneos en sis testimonios, lo cierto es que Ix movilizacién de un parte del bajo pueblo, principalmente en el segundo tercio civico, fue decisiva para resolver la suerte de la politica en esos momentos criticos, dada la falta de poder de respuesta de los sectores dominantes.” El 4 de julio Dorrego fue nombrado gobernador y salié a la campania, derrotando en Pavén y en San Nicolas a la invasién de Lépez, Carrera y Alvear, a los que persiguio hasta la frontera santafecina, Segun un obser vador inglés, su ejército se componia “de cuantos carreros y mozos de cordel pudo haller’.*® Después procuro atacar a Lopez en Santa Fe, pero fue seriamente vencido en el combate del Gamonal, Tras la derroca, la Junta reemplazé a Dorrego por cl comandante de los blandengues ~cus todios de la frontera de Buenos Aires con los indigenas~ Martin Rodri- sguez, pero el Cabildo y los civicos recibieron con desagrado esta noticia por iratarse de un integrante de la faccion directorial. En octubre ese descontento se volveria accion El levantamiento de octubre de 1820 E\ alzamiento de octubre consolidé a la plebe urbana como un actor politico. No porque ella hubiese conducido el movimiento ni porque sus mierabros hubieran intervenido solos en ese episodio (un actor suele compartir el escenario con otros), sino porque su participacion en él condensé una serie de pricticas que hemos ido delineando hasta ahora, las que hasta entonces se habian dado en forma paralela y esta vez se Cuando Rodriguez fue designado gobemador el desconiento aumen: 16 notablemente entre los civicos, que deseaban la continuidad de Dorre: ‘go.en ese cargo. Este habia llevado al segundo tercio a las recientes victo rias sobre los santafecinos, tras lo cual el cuerpo regresé a Buenos Aires (su fancion era la defensa y no la invasién de otm provincia). Una vez derrotado en el Gamonal, Dorrego habia pedido que le enviaran a sus » Segun Lopez (op. elt p. 100): "El pueblo genuino ...esencialmente localista, «allejero y plebeyo .. no tena mas bandera que el impulso mecainico de a defensa local, 1 que llotaha indecisa todavia, aunque eon predilecclones naturales favor de los tevol- tos0e los opositoresal Dtcctotio], que moralmente eran macallegsdos. su indoley acu trato, que ls clases superiores. Entre estos elementos pepulares ocupaan les civic. principalmente el regimiento llamado segundo tercio, el prime? rango de la mics turbans” © Un Inglés, 0p. cit, p. 150, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu politica de Buenes Aires, mediante el envio de tropa rurales para repri: mir 2 la plebe urbana." Adscribimos a esta mirada porque creemos que 1 resquemor que los militares y publicistas que integraban Ia faccién popular ~a la que nos referiremos luego causaban a la elite economica y al antiguo grupo centralista proventa, mas que de una propuesta de mo- delo politico, de la posibilided de generar inestabilided, lo cual conse- guian prineipalmente por su capacidad de movilizar a parte de la plebe. La accién decidida de Ia elite que apoyé a Rodriguez se dirigié contra le ocurrido en la década que terminaba, contra el modo de politizacion de la sociedad que habia incluido a sus sectores bajos Tres actores de la politica revelucionatia fueron derrotedos en octu: bre de 1820: el Cabildo, los lideres del “partido popular” y la plebe. Obviamente no eran homologables: la tiltima seguia generalmente a los otros. Recientemente se ha expuesto que no hubo una panteipacioa ac: tiva de los plebeyos en el levantamiento, sino que estuvieron alli porque recibieron ordenes, no por su propia voluntad.”” Sin embargo, la intran- sigencia de le tropa muestra el desarrollo de una especie de “motin ple- beyo". como los que hemos vista antes, no contra sus dirigentes, sino llevando adelante las posiciones que éstos habian defendido mis alla de las intenciones de esos mismos lideres. Es decir, la tropa desobedecio a sus jefes para mantener la postura que ellos habian impulsado antes de que optaran por negociar. La union de distinias pricticas de la década que se cerraba -acudir a movimientos facciosos liderados por la elite y realizar motines sin la intervencién ée ésta en la milicia y el ejérctto~ explicité el papel activo que la plebe habia adquirido a través de la in- transigencia de quienes ocupaban la Plaza de la Victoria, el lugar central de la vida politica portena, y de la desobediencia a las especulaciones de sus oficiales (no de todos, un sargento mayor exhorte a las tropas ano ceder y Epitacio del Campo fue acusado de haber tratado de matar al gobernador Rodriguez cuando éste eniré en le plaza).“® Esta resistencia facilito el objetivo de los sectores que respaldaban a Rodriguez: desarti- cular la slianza entre los tres actores antedichos. © E, Barba, Unitarimo, jederalismo, rossmo, Buenos Aites, CEAL, 1982; E Herero, Federalistas de Buenes Aives. Una mirada sobre la politica posrevolucioneria, 1810-1820, tesie doctoral, FFyL, UBA, 2000, cap. 8 (estemd Inegoel tema en “Un golpe de Esta do... Lopez, op. eit; Halperia Donghi, De la Revelucén de Iadependenda.... op. sit. 10. °° F Herrero, . sole militar. “* Alcomenzar la negociacion, el sirgento mayor don Nicolis Pombo “fue uno de los sma chsceadlos para que no ae cnlrase en transaccion alguna’, en AGN, X, 30-2-1, 5M, 683. El comentario de la actitud de del Campo lo hizo Roque Bauirix, quien combatio del lado de los civices, cit.en Saldis, op cit.p. 79. || see 20 oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu El hecho provoes protestas de los otros tres jefes, que fueron desesti madas por Dorrego. Este tipe de actitudes permisivas, claamente dile- rente de la de ottos oficiales, como se desprende del enojo de los demas “en nuestra division no se comen aves” dijo el ofuscado Lamadrid— eran importantes para conseguir la adhesi6n de los plebeyos.*” La cercana relacién con las tropas era también una caracteristica de Soler, quien ademas “no se desdenaba de alternar en los cafés con los mulatos, con la canalla mis soe2, que lo trataba de igual a igual’, Esto se ligaba seguramente a que entre 1808 -habia ingresado a la carrera militar antes de las Invasiones Inglesas~ y 1812 fue oficial del cuerpo de pardos y marenos, con lo cval ahi debe haber canstruide un vinculo can esos elementos plebeyos."® Sus gestos le valieron también popularidad, como el que hizo en 1814 de acoger bajo su proteccion a esclavos huidos de Montevideo durante el sitio a cea ciudad, © a principios de 1820, cuando cedié seis meses de sus sueldos y gratificaciones en beneficio de familias perjudicadas por la guerra." Su gran ascendiente parece haberse termi- nado con su huida después de la derrota a manos de los santalecinos en Junio de 1820, De hecho, en los afios siguientes no se vuelven a encon- trar indicios de sw populacidad y en cambio hay un poema que lo ridicu- liza por aquel acto poco heroico: *A Soler lo redotaron / En la Canada de la Cruz; /y del jabon que le cieton / Corrié mis que un avestruz. / Cola alzada se larg6 / El guapetén general, /y jue a levantarel pingo / Alla en la Banda Oriental. / Dizque en la Loma del Diablo / Recién vino a Reso- llar; { Diciendo: no estoy seguro. / Y mirando para atrés".”® Pagola era el nico de los tres que no habia nacido en Buenos Aires, sino que era oriundo de la Banda Oriental, Contamos con menos datos *Lamadsid, op. eit, pp-229y 230. © Lacita en Iriarte, op. ct, vol. 3, p, 4 Solerfue suceswvamente capitan del cuerpo de castas de infantcria desde Gctubre de 1808), sargento mayer del regimiento de castas {junio de 1810)y teriemte coronel del regimiento de pandos y morenos (enero de 1812) Combatio 1 los ealisas de Montevideo, fue gobernador-intendente dela Banda Oriental (1814)y goberradorintendente de Buenos Aivs desde marzode 1815 (cuando diigis lk defensa contra Alvesr). Luego mito en el ejrct de los Andes (desde 1816), ya su regreso fue general en jefe del ejerctto exterior de Buenes Aires (marzode 1820), AGE, legaodel Brigadier General Miguel Estanislao Soler * Solicitud cle130 de noviembre de 1815 de “Ana Sustez negra emigrada de Montevi- deo" en AGN, X, B-9-5, SOC; la ceston de sueldosen AEC, TIX, p. 54 ~* "Poesia Biogrifica cle Resas",en R. Rodriguez Moks, "Luis Perez la biogralia ce Rosas «seritaen yersoen 1830", en Histona, 6, 1956, Buenos Aires, p. 118. En ese momento Solereta un enemigo del ederalisma, por hahee participada del movimiento de Lavalle en 1829. 6 || sae ae oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu via, Impulsada por este ultimo, una vaste serie de medidas fue imple: mentada en la ahora provineia auténoma: la ley electoral de sufragio amplio, la disolucién de los cabildos de Buenos Aires y Lujan, las refor- mas eclesidotica y militar, la ley de enfiteusis, la ercacion de la Universi dad, el Archivo ¢e la provincia y la Biblioteca Pablica, una nueva plant ficacién urbana y otras. Debido a ello, al progreso econémico y especial- mente al fin de los conflictos, algunos partidatios del gobierno llamaron “feliz experiencia” al perfodo, expresion que luego fue rescatada por la historiografia. La estabilizacion de la situacion politica permiti6 al gobierno centrar se en el ordenamiento del espacio de Ia nueva provincia. En esa opera- cion tuvo un lugar preferente la campana de Buenos Aires, en Ia cual desde entonces se iba a incrementar notablemente la principal actividad econémica del Rio de la Plats poscolonial, la ganaderia, con cuyo dese rrollo se formaria una clase terrateniente que pronto adquirirfa la prima- cia provincial.“ Pero el conirol del espacio urbano, que como vimos habia aumeniado con los gobiernos revolucionarios, I horizonte de la administracion del Partido del Orden. Ya hemes consig- nado que en los tltimos aiios revolucionarios el Directorio eludié au- mentar la presion sobre la plebe urbana, mientras que la crisis que co- menz6 en 1819 y se agravé en 1820 la hizo descender atin mis. No es entonces sorprendente que el advenimiento de una etapa pacifica haya implicado el retomo de la busqueda de un mayor control estatal sobre la ciudad y sus habitantes Rivadavia emiti6 una serie de drdenes en este sentido a los funciona- tios del Cabildo hasta que éste desapareci6 en 1821 -tras la caida del poder central se habia disuelto la intendencia de policia y sus tareas habian regresado al ayuntamiento- y mas tarde a la reformada policia.** Tullo Halperin Dongh la ecuperd para hablar de la epoca en RG y también Io hizo Luis Allerto Remero en su La "Jez experiencia 1920-1824, Buenos Aires, La Basil 1976 Su uso fue muy extendidoa partirde entonces ~ Para el ordenamiento del espacio rural desde losanos 1820 veanse J. Gelman, “Crisis y reconstruccicn del orden en la campaia de Buenos Aites, Estado y socedad en la primera mitad del sig XIX", Boletin del Ravignani, 3° serie, n° 21, 2000; 0.C. Cans nelle, "De etbditos nciudadanos. Loe pobladores rurale bonaerenses entreel Antiguo Regimen yl Modernidad”, bi, 3° serie, n°1, 1995; R. Fradkin, "La experiencia de ls Justicia: estado, propietaris yarrendatarios en la campana bonaerense”, en AAVY, La juente judicial en la Constraccion de ia Memoris, La Plata, Suprema Cone de Justicia de la Provincia de Buenos Aites, 1909. ~* Romy, Historia dela Policia Federal, op. cit, tomos Ly IL. Elfin del Cabildo di lugar también ah designacion de cualrojueces de primersinstancia para supliresa fancion que || see mm oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu haberse acercado al muelle el dia en que esteban enrolando marinos y sritar “por repetidas ocasiones Viva Sarratea, y preguntandole si queria engancharse dixo que no necesitaba del dinero de la Patria porque el tenia dinero™ Se alejé del lugar y volvio dando “aquellas boses de Viva Sarratea, como el persuadir & algunos matineros de los que estaban por hallf que no se engancharan”, Fue entonces enviado preso a bordo de uuno de los barcos, pero una vez alli “como oyo decir a todos en general Viva la Patria, se encaré el atrevido diciendo Viva Sarratea’, tras lo cual un oficial ordend a otros marineros que lo golpearan. Cuando mas tarde fue interrogado, Deli se exculpo diciendo que ese dia estaba ebrio y que come habia sido soldado en la guerra de Espaia “recivié en la Batalla de Salamanca una bala en los pies, y una herida de sable en la frente de la que resulta que cuando hai luna 6 rebolucion del tiempo, esta suma- mente trastomado”. No establecteron ninguna relacton entre él y Sarra tea, sino que parece haber utilizado ese grite a favor de un rival de la faccin gobemante para importunar a los oficiales. Es posible que apro- vyechando su estado alguien le hubiese sugerido que lanzara esa consig: na, pero la angedota ilustra claramente la persistencia de la circulacién de temas politicos en los espacios urbanos, ya que Deli habia estado bebiendo en una pulperia antes del episodio.*”* Precisamente en una de ellas, el albaniil Andrés Fernandez, que era soldado de la Legién Patricia, fue golpeado por una pattulle a comienzos de 1821. Segan testigos, el cabo de la partida, al ver la papeleta de Fer nandez, le grito que “seria uno de los guapetones del cinco de octubre”, tras lo cual le dieran culaiazos y golpes que lo dejaron en muy mal esta- do. Los miembros de la patrulla sostuvieron que entraton a la palperta al escuchar gritos de borrachos a la medianoche y que cuando intentaron enviar a cada uno a su casa Fernandez los insult6, diciendo que eran ‘votarates, cajetllas, y que quando viniese Ramires se lo habian de pagar que el se bengaria”, tras lo cual se envolvi6 la chaqueta en el brazo “en accion de defensa y resistencia”, El tribunal le dio la razon a los que patrullaban y sancioné al pulpero por permitir reuniones en horas pro- hibidas, Es interesante que el albafil utilizara el término cajetilla como insulto, puesto que con él adjudicaba a los representantes del poder un denominativo despectivo de contenido social (petimetze, coqueto). Pero To que queremos desiacar aqui es la apelacién a la politica: la mencién del entrerriano Ramirez ~quien en los primeros meses de 1821 combatia 4 Bucnos Aires y Santa Fe, ahora aliadas ante cate enemigo comin~ y el "AGN, X, 20-11-2, SM, 290. No & consignz si hubo algtin castigo para climputado, 28 || see zt oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu yo a medidas intransigentes contra los enemigos (como en las jornadas de abril de 1811 y las movilizaciones posteriores a la conspiracicn de Alzaga), la percepcién de un dinero (como algunos “agitadores” en octu- bre de 1812), la defensa de la ciudad (ante cl posible ataque de Alvear en 1815), un derecho no respetado (la profesionalizacién del cuerpo de Patricios en 1811 o ls intencion del Cabildo en 1819 de hacer acuartelar al tercio de pardas y morenos), la oposicién @ un grupo politico impo pular (el ascenso de Rodriguez en 1820). En consecuencia, los princi pios vociferados por los que participaron en la *Revolucisn de Tagle”, aunque hubiesen side propuestos por sus Iideres, strven de indicadores del pensamiento pleheyo y no deben tomarse como una mera obediencia 4 la yoluntad de los jefe. El grito principal durante la breve asonadla fue “viva la Religion, viva la Patria y muers el mal Govierno”.* Esta triada serviré para explorar tuna cuestién central en este periado: cuales eran las nocicnes de legiti- mided entre la plebe. La ruptura del vinculo colonial habia puesto en primer plano el problema de como reemplazar a la hasta entonces indis cutida legitimidad de la monarquia espaficla, Habia que establecer sobre qué bases se ibaa mandar y obedecer de ahi en mas. El problema de la legitimidad implica la aceptacion del origen del poder o de las reglas de su ejercicio por parte de quienes son gobernados por esas regles. Es de- cir, supone lz construccién de principios de autordad politica que sean respetados y compartides por la poblacién, aunque se trate siempre de tuna construccién dinamica, plena de tensiones.** En el caso rioplaten- se, hasta 1810 la sujecion al rey no fue puesta en discusion -la conilieti- vidad de la sociedad colonial se expresaba por otros canales~, pero una vez que los terricorios del virreinato se declararon independientes las normas que fundaban la obediencia debieron redefinirse Durante la década de guerra independentista el dilema quedo irre- suelto, en tin marco de experimentacisn y de una conciente provisorie- dad. Luego del derrumbe de Ia autoridad central en 1820, Buenos Aires, al igual que las otras provincias, se organize como un Estado que funcio © AGN. X. 15-3-6, Revolucion de Tagle. Hubo otras consignas, como “Mueran Tos herejes’,en thi, declracion de Fermin Viera © Frangols-Xaver Guerre fue quien anallzo con mes profundidad el pasijeen el mundo hispano de unalegitimided furdads en a soberanta del rey auna en la que la soberania correspondea l nacion,formeda por una pluralidad deciuddanos. Veanse privcipal- mente xu Modernidad ¢Independenciae, op- ei, y “De la politica antigua a la politics moderna, La revolucion de la Soberanta, en EX. Guerra etal, Les espaios bios ex Iberoamerica. Ambiguedades y problemas. Sgles XVUI-XIX, Nexico, Fondo de Cultura Economics, 1998, || see ae oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! para fuera una vez que estaba hablando de la Patria”, mientras que un soldado acusado por varios testigas de haber golpeado a otra adujo en su defensa que no tenfa a nailie para presentar, “salvo el Prometimiento que ha hecho a le Patria”, Otro caso es el de un tambor del cuespo de drago- nes que fue aputalado por dos marineros espanoles de la fragata Trini dad -que habian asesinado a sus oficiales en alta mar y habian pasado a luchar para Buenos Aires~ por haberles dicho tras una discusion “dema siado favor os hase la Patria con consentiras en que piseis este suelo”. Las autoridades se encargaron de custodiar este lugar central: un soldado brio fue juzgado por grtar *jViva el carajo!”, en vez de yivar a la pa- tria.®” A la vez, como hemos visto, las canciones revolucionarias de la década anterior, que se ertonaban en las fiestas pero también en las pul- perias urbanas, destacaban de igual forma la importancia del principio patriotico. De la misma manera, el haber participado en el ejército revoluciona- rio habilitaba a pedir en nombre de la patria. Asi, en 1815 el soldado Pascual Albarat solicité que se le pagaran sueldos atrasados apelando a que “sirvio a la Patria 2 afios 9 meses impulsado del deseo de secrificarse como buen americano en st cbsequio’, mientras que el sargento Manuel Almada realiz6 un reclamo por lo mismo: “relaciona sus servicios en defenza de la Pattia, y hallandose en suma indigencia con toda su familia por no haversele asistido en mas de cuatre afios sino con pequefias can- tidades 4 buena cuenta, pide se la acuda con la que VE tuviese & bien en razon de sus haveres devengados” *” En los aos postertores a la guerra, los servicios patristicos continnaron siendo vtilizados para hacer petic ciones, Muchas solicitudes al gobierno Ilevahan como argumento “los consiantes servicios que ha prestado 4 la causa de la Patria’.*" Francisco Femindez, preso tras haber herido a alguien que lo insulté, pedia un indulto al gobiemo de Buenos Aires, aduciendo que “por resultado de mi licita defensa fui condenado a la dura suerte de sufnr un ato de Presidio, despues de mis constantes servicios a la Patria en la Marina, donde he servido generosamente en sus diferentes expediciones navales. sin que haya obtenido sueldes algunes, que desde luego cédo en obse- n orden: “Sumario fermado contra Aniceto Martinez..", AGN, X, 27-4-2a, CCR (yahemosmencionado este caso enlos capitals Ily IV} ibid, 302-1, SM, 884 (1816), “Sumaria¢ informacion contra Vizente Gomes", il, 7-4-2, CCR, ibid, 29-0-0, SM, 08 (1820); ibid, 30-1-1,9M, 487 819), ©. Ambos en AGN, X, 8-7-4, SOM. ™ Vease AGN, X, 12-4-4,SOM (1821). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! Cabildo y el de otras comorsciones -por ejemplo una cofradia~: el de aquel alcanzaba a todos los habitantes del territorio bajo su jurisdiccién y no solamente a sus miembros, En sus acuerdos procuraba permanente- mente promever lo que fuera “de mayor conveniencia al bien publica”. Asuntos como el abasto de alimentos para la ciudad fueron una constan: te inquietud de los capitulares, particularmente visible en los recaudos para “que nunca se verifique que el publico sutra escasez de carne” ni que hubiese problemas con el pan, causas de diversos mosines en otras ciudades iberoamericanas y europeas de la época. Su intencién era tam bien regular los precios para evitar perjuicios entre la poblacidn: preocu- pades en 1813 por el “escandaloso precio 4 que en el dia se vende la came al Publico, con el mas grave perjuicio de este", ordenaron que se convocase a los abastecedores para definir el precio para cada estacion.™" EI Cabildo pagaba pensiones a viudas y huerfanos de victimas ée la gue- ra, proporcionaba vestimenta a los presos, asistia a families que sufrian tuna inundacién, auxiliaba con préstamos a labradores en dificultades, impulsaba la reduccion de cargas fiscales sobre los artesanos cuando és tos estaban en una mala situacién, promulgaba los bandos destinados « |i poblacién, sus funcionarios daban discursos en ocasion de las celebra ciones publicas que ademas eran organizadas por la misma institucion, y cra también a autoridad directa sobre los alealdes de barrio y sus teni tes.*? Es muy dificil conocer cémo juzgaban los miembros de la plebe las medidas del Cabildo, pero parecen haber sido percibidas tal como éste lo planteaba, el cuidado del bien comun, Con su disolucion desapareceron Ia atencion que uno de sus funcionarios —el Fiel ejecutor~ brindaba al abasto urbano, y el papel que cumplia el Defensor de Pobres intercediendo entre éstos ~incluidos los esclavos~ y el gobiemo. Una esclava que pre Eluso de esta frase en AEC, T, Vi, p. 433. Fara la parcularidad del cabildo vease A Lempériére, “Republica y publicidad a firales del Antiguo Régimen (Nueva Espatia)", en EX Guerra etal, Losespacis publics en tberoemeria, op et. "AEC, T.VI,p. 601 TX p. 617. Los acuerdo dedicadoe a ls cuctiones del abssto de «arney trigo son muy nurnerosos. Véase AEC, ere lV, tomos V al IX (que cubren toda la decada de 1810), ® Los bandos estan recopilados en AGN, X.legajos 44-6-7 y-44-68, Cobiemo. Para el resto de las actiidades mencionadas véase AEC, T.V, pp. 104, 174, tomo Vil: 87, 189, 434, 036; asistencia a inuadados de Barraeas en T, VIL, pp. 30-4, 355 y 384; asitenicka bhbradoresen T.VI, p.28; protecciona artesanes en TV; p. 194, un discurso deun regidor ‘en mayo de 1812 en T. ¥;p. 216. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Gaon Dr Meu inferir que sus palabras estaban pensadas para influir en valores existentes y no tratar de introducir un discurso totalmente nuevo. No apelé al tradi cional odio al porugués ~con el cual obviamente también contabs—” sino ala lucha entre Repiiblica y libertad contra Imperio y tiranta, esiablecien- do una continuidad con la guerra de independencia La aceptacion de la idea republicana permite explicar ssimismo que desde 1821 no hubiese una oposicion permanente y ablerta al Partido del Orden. Si las nociones de legitimidad de los sectores ajenos a la elite hubiesen sido completamente diferentes a la de ésta, dificilmente ese partido hubiera podido gobernar. Lo que si se discatio fue la legitimidad de ejercicio, pues al atacar al Cabildo —con el cual se iba un supucsto protector del bien comiin—y a la religion, no cumplia lo que un gobierno, cualquiera fuera, debia hacer. La historia del desarrollo del republicanis- mo en Buenos Aires excede los objetivos de este libro pero es importante destacar que para entenderla no hay que explicar simplemente como la accién de la elite borté la legitimidad previa y edueé al resto con nuevos principios, sino que la opcién republicana estuvo desde la Revolucion ssociada con vastos sectores de la poblacion, puesto que les discursos y las précticas que surgieron en 1810 -¢ imprimieron la experiencia de la participacién politica de la plebe portefia~ tenian un contenido fuerte: mente republicano: s¢ gobermaba de hecho en nombre del pueblo (més alld de cual fuera éste) Los motives de la plebe en el “Motin de Tagle” El problema de la legitimidad fue crucial para el desencadenamiento de la “Revolucion de Tagle” y constituye el trasfondo de la participacién plebeya en el episodio. Pero para entenderla es también necesatio explo: rar las formas de la movilizacion de los concurrentes y sus motivs para acudir. Iriarte nos proporciona una observacién que permite vislurabrar la relacion entre algunos miembros de la plebe y el principal organizador del evento, Tagle. Este, © ovupa de Ios mas pequetice pormenotes, del estado de wslaciones con Ine ciudadanos entre si, de sus reyeras personales: de lasconversacionesmmis trivia de lis gentes del pueblo, con las que consewa relaciones por medio de sis Segun el periodico The Britis Packet, El odio inveterado que los descendientesde los ‘espafolessienten hacia los brasilefos es implacable e ireductible” (en De Rivadavia a Rosas, recepilacion ytraduecisn de G. Lapidoy B. Spota, Buenos Aites,Solar/Hachette, 1976.p. 54). 28 eatoFratpm| ate oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. {Viva el bajo pucble! press lo ineluyeron en su conduesion y lo entraron en el fuerte”. No es posible saber si lo que sostenian era cierto o si habian concurrido por su propia voluntad, pero un testigo sostuvo que lo que decia De la Rosa era mentira y ottos desmintieron al peén Marcos Carmona, quien habia de- clarado gue habia sido arrestado en Flotes por los amotinados y obligado a acudir a la ciudad.*? Muchos de estos individuos estuvieron detenidos Juntos tras el acontecimiento y es probable que los que participaron vo- luntariamente hayan imitado los testimonios de los forzades como coar tada. El tribunal de ls causa ebsolvi6 a algunos y condené a ottos a dos anos al servicto de las armas, ¥ a los martneros a servit en la escuadra de Ia provincia. Dos de los lideres del levantamiento, miembros de Ia elite fueron ejecutados, pero ninguno de sus seguidores sulri6 esa pena La consecuencia direcia de la asonada ue la creacién, convocada el mismo 20 de marzo por el gobierno, de un “Cuerpo del Orden” integra do por voluntarios. El jefe de policia informé que se present6 una ‘mul: titud de vecinos” de los cuarteles céntricos, ¢ Iriarte coments que quienes fueron a la plazs eran “Generales, jefes y oficiales que no etaben en actividad, letrados, magistrados del alto tribunal de justicia, hacenda dos, comerciantes, empleados civiles, vecinos, propietarios, etc.” Es decir, aquellos que si estaban disfrutando una lic experiencia Para los que no, como muchos miembros ée la plebe, la “Revolucion de Tagle” fue un retomo a las formas de participacion de la década ante- rior, aunque en este episodio hubo dos elementos novedosos: la abierta aparicion de la religion en la escena politica y la intervencién de gente proveniente de la campatia. En ésta, la prociamacién del derecho abso- luto de propiedad y la liberalizacion del comercio y la produccion, que fueron impulsadas por las autoridades en los primeros ahos 1820, se enfrentaron con los valores de la mayoria de los residentes rurales, edifi- cadlos sobre la idea del bien comun. De alli que estos cambios se vivieran como un avance sobre derechos consensuales y que se propagara una sensacion de indignacién moral.** @Pudo contribuir esto a la presencia de poblacién campestre en la movilizacién de Tagle? Es probable, aunque no lo sabemos con ceneza Lo que sies claro.es que en las raives de la agitacién politica de la década de 1820 no sélo se encuentran las disensiones intraelite, sino también las consecuencias de las transformaciones postevolucionarias ent el resto de la sociedad de la Provincia de Buenos Aires * Todos en iid * tnlorme de Achaval en ibid; Irate, op. ct. vol.3, p-63. " R, Pradkin: ‘La experiencia de lajusticia.”,artcit,p. 168. Gaon Dr Meu Se ha observado que ls implementacién de un sistema representative “liberal” no significé la sibita apacicién de ciudadanos, que fue en cam- bio un proceso de larga duracién.* Aunque varios miembros de la plebe portena participaron en el flamante tipo de elecciones como veremos en 1 préximo capitulo— y no hubo ninguna impugnacién al republicanis mo, la concepcién de la legitimidad entre elles no coincidfa todavia, al menos en parte, con la que constituia al nuevo orden. El malestar no se generé con los preceptos del gobierno sino con su desempeno, por la percepcion que no habia resguardado el bien comin, de que no habia conservado “los prineipios de justicia que fundan el pacto social", que ahora cocxistian con el republicanisme.** Al iniciarse Ia década de 1820 algunos grupos de la plebe portena parecian estar buscando a un padre perdido después del proceso revolucionario, * Cansanello, ‘De subditosa ciudadanes...".op. it © Lacita es de Guera, “El soberano y su reino", op. cit, p. 37, || sae ae oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You 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Cuadro 1s - Origen del servicio 1810-1820 Origen delaervicio Destinados Ey Rescatados 8 Yoluntarios aL Total 163) 1810 - 1820 Destinados Voluntarios 45% 49% Rescatados: 6% Fuente: Elaboraclén propa sobre 163 iiaciones. AGN, Sunmarios Mildares, sala X32 legajos Gaon Dr Meu Cuadro 12 - Tipos de delito 1810-1820 Tipos de Delite 1810-1870 Desercion ite Violenciafisica (homicidios, hers y pelea) 104 ‘Atentados contra sutoridades 48 Rebos 6 Fuge 20 Ques 3B Tol 363 1810-1820 Otros Fucas a0 16 ‘ Desercén 30% Robos 13% atertados contra ‘autoridades: 13% violenca Fisica (homicides, heridas vy pdlese) 2% Fuente: Elaborscion propia sobre 353 fiiaciones, AGN, Sumarios Mibtares,calaX, 32 legajos na eatoFratpm| se oreazon, 1497 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book.

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