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Gérard Pommier La excepcién femenina Ensayo sobre los impases del goce Alianza Estudio / Gérard Pommier Alianza Ensayo La excepcion femenina Ensayo sobre los impases del goce Alianza Editorial ' _ Buenos Aires - Madrid Traducci6n de Silvia Yabkowski Titulo original: _ L’exception feminine. Essai sur les impasses de la jouissance. Esta obra ha sido publicada en francés por Point Hors Ligne (1985). © Gérard Pommier © Ed. cast.: Alianza Editorial $.A,, Buenos Aires, 1986 ISBN: 950-40-0021-5 Hecho el depdsito que marca la Jey 11.723 Inpreso en la Argentina - Printed in Argentina INDICE Identificar a la mujer see 29 ‘Un goce en exceso: volver a ser mujer . . 41 Pasividad femenina, actividad masculina 48 La mistica, verdad del goce femenino . 67 Orgasmo, letra det suefio él - LOS IMPASES DELGOCE ..... 0.00.0. 2000 0000000. 93 Lo abierto, hasta donde las palabras pueden Hevarnos 100 E] obstaculo del goce del cuerpo, su resto»... 0.00... 0008 112 De la angustia a la angustia: advenimiento ético EI Amor, signo de lo imposible . . Goce falico, padreversion .... INTRODUCCION Cuando Freud busca el sentido del sintoma, serdn inicialmente sus pacientes las que le permitiran orientarse. Es el primero en animarse a confiar en sus voces sin temer a los escollos, empezando por aquel amor descabellado pidicamente Hamado transferencia que hard huir a Breuer, su primer compaftero de ruta. La palabra femenina se encuentra en pri mer plano en la talking cure de los L’studios sobre la histeria. £1 psicoand- lisis esta entonces atin en germen. Se terminara de afirmar con el suefio de la inyeccién de Irma en 1a Traumndeutung. Sin embargo, paraddjicamente, el esfuerzo teérico de Freud a propo- sito de las mrujeres, que han guiado sus prinieras investigaciones, durante mucho tiempo no avanza. Lo propio de lo femenino parece no dejarse encuadrar en Jas generalizaciones que él elabora y reformula durante las primeras décadas de su obra. Adn ahora, las fluctuaciones y, las incerti- dumbres que jalonan algunos textos autorizan diferencias de interpreta- cion que no existen cuando se trata del hombre. Es a partir de la excep- cion femenina, pero dejando su especificidad en la sombra, que el desou- brimiento freudiang se ha desarrollado en un movimiento que parece exclir su punto de origen. Sera necesario aguardar los textos de {os ulti- mos afios para que. la inspiradora de la obra encuentre el lugar que le corresponde. Y aun asi es preciso detenerse mucho en sus articulos de 1931 y_ 1932 para darse cuenta de que Freud eleva alli sus incertidum- bres pasadas a la altura de un axioma: es necesario otorgar un estatuto de excepcion a lo femenino, ciéndole un destino no diferente © complementario, sino suplement y contingente. Esta posicién des- 10 La excepeién femenina. Ensayo sobre los imipases det goce completa el hermoso armazon tedrico que podria ser constraido 4 pro- pdsito de Jos hombres. La singularidad femenina resiste a su conjunto. pero lejos de ser indecible o inefable, esclarece en cambio los impasses que encuentra tanto el goce de los hombres como el de las mujeres. Su éxcepeién confirma la regla que rige el universo de lo masculino en ef sintoma y en el malestar. Es preponderante por un motivo histérico puesto que el psicoandlisis ha sido inventado gracias al discurso de la histérica y lo ¢s también por un motivo estructural que es importante delimitar, | Las particularidades propias de la femineidad que parecen haber hecho obstaculo a la generalizacién de la teoria freudiana son conoci- das: se trata del problema que plantea ¢! complejo de castracion, la iden- tidad femenina, la especificidad de su goce, rasgos todos que, en grados diversos, parecen hacer objecién a la primacia del falo. Es curioso constitar que los detractores de Freud han querido ver en dL un nuevo idedlogo del patriarcado, cuando, lejos de negar sus o- teristicas, ha mostrado sus resortes. Es mds, conviene partir de la dificul- tad que éstas representan para situar el falo en la articulacion de los goces, posicion que, mas que desvalorizar lo femenino, le ofrece un lugar dominante. 4Qué mejor manera de comprender la diferencia que existe entre el “-gano peniano y el simbolo falico que partiendo del problema que plan- tea la “‘castracion’’ femenina? Como situar la perversion asociada al deseo de} hombre sin atrapar ala mujer en el fantasma inasible, ew la identidad cambiante en fa que ella se sostiene? En fin, donde va a parar el paraiso mitico del cual el hombre cree acordurse, fa plenitud original que lo impulsa a la caza sin la particulari- dad dei goce femenino? La femineidad ocupa un lugar dominante por su exclusion misma, tan lejos como remonten las reminiscencias, los recuerdos y las construc- ciones de la infancia. Lo femenino no armoniza con ninguno de los mon- tajes que proponen las teorias sexuales infantiles. Su realidad forma un agujero en el saber de esas ficciones. la doctrina de Freud se ha limitado a dar valor de verdad a las creencias de los nifios? ,Acaso persigue doctoralmente un suefio para- disfaco, det cual podriamos librarnos algtin dia? Si cl suefto infantil se organiza alrededor de Ia primacia dei fato, sus teorfas no son sin em- bargo falsas por contradecir la percepcién. Mis bien, lo falso de Ja teo- ria devela lo verdadero de una condicion de la existencia. En relacién ‘a esto, la teorfa del nifio es verdadera: la ausencia de un simbolo del sexo femenino es necesaria a la existencia, « la vida, pues es en el lugar "a la demanda de amor materno. Se identifica asf al Falo e identifi se a él, su madre no podra ser privada del mismo sin que él desaparezca. Introduccién AL mismo de esta ausencia que el nifio responde, con su cuerpo mismo, indo- De este modo, el nifio no puede per sin temer morir. Si acaso la percibe, un tal desprendimiento deja en su lugar un agu- jero, al cual nada corresponde en el orden del saber, a no ser una figura de la muerte. El desconocimiento del sexo femenino no es entonces el resultado de una ignorancia del organo, cuya existencia puede ser reco- nocida muy temprano, El saber busca definir el instramento que el goce exige y el falo viene a prestarle el nombre: el pensamiento ignorara siem- pre su ausencia, y se Joan Rivére es sin duda ta primera en haber valorizado, a fraves a ua ease oi Heo, A femenino. Su analizant ds alld del falo que descubre io Fem Suna Te jer joven brillante, que a pesar de sus éxitos sufce de una angusti inten después de cada una de sus conferencias. En la noche que sigue a sus p) Hentificar a ta mujer 39 sentaciones ptblicas, esté violentamente agitada por el temor de haber cometido una falta o una torpeza. No puede entonces recuperar su calma ¥ tranquilizarse mds que seduciendo a un hombre, en el cual Joan Riviére Feconoce una figura paterna, Para esta mujer, ios juegos de la seduccién rompen totalmente con la actividad intelectual que los precede, Este cambio de actitud es asombroso. Mientras que su trabajo estd continua- mente animado por una rebelion consciente contra un padre que ella des- precia, va a buscar reasegurarse en su imagen en ef momento del éxito, Si estd en rivalidad con ese padre escritor y hombre politico, zpor qué ie demanda consuelo cuando le gana en su propio terreno? ;La intensidad de la vida intelectual muestra un avatar.del pénis-neid, y la depresion an- gustiada que sigue al éxito debe ser ordenada entre las consecuencias de Ja culpa? “La demostraciénen publico —escribe Joan Rivitre~ cidades intelectuales, que, en si, do de una exhibicién que tendia dre después de haberlo castrado”. En este caso la actividad intelectual, del mismo modo que todo lo que responde a “lo activo” —en ef sentido freudiano del término— puede ser ubicado en el campo de lo masculino y el acto significard la poseston del falo. La depresion que sigue al éxito. indicard entonces en efecto que una equivaiencia ha sido establecida entre el falo como simboto de la ac- tividad y el pene paterno. El resultado de esta confusiéa proveca en este inomento particular una inhibicién de toda actividad, sin omitir la que le toca ala vida intelectual, Si tal equivalencia del falo y del pene ha pedido establecerse para esta joven, es Jegitimo pensar que su padre esgrimia su Yirilidad como ua falo universal. La minima actividad de su progenitura significaba, en esta medida, su castraciOn, especialmente cuando Hlegaba la hora del éxito, Tal castracién es inquietante porque abre un camino hacia el incesto, hacia el goce de la madre. En efecto, el padre se ve eliminado Por Un triunfo que finalmente es fuente de angustia. Parece entonces ne cesario buscar en una figura paterna ja prueba de que la castracién no es el resultado del éxito, y que el incesto sigue estando prohibido, Esta primera interpretacién de Joan Riviére merece ser completada Puesto que tal como esté, favorece, también, una confusion entre el falo y el pene: ysu modo de exposicién.no podria acaso hacer pensar que una actividad intelectual es del orden efectivamente de la rivalidad con el padre y de la castracion de este Ultimo? Esta cuestién merece ser precisa- da porque Ja descripcién de Ja actividad, luego de la depresin, podria hacer entender que tal alternancia es especifica de la femineidad, cuando en realidad fa misma interpretacién podria ser pertinente para muchos hombres.“La actividad encuentra siempre la figura del padre, y esta constatacién no permite adn distinguir lo-que es propio de lo femenino, de sus capa- representan un éxito, adduirfa el senti- 4 mostrar que ella poseia el pene del pa- Ag Para conservar su originalidad, el punto de vista de Joan Riviére debe ser articulado con el andlisis del momento de seduccion que le sucede, Es a partir del escenario de un suefio que puede desprenderse lo que es propio de lo femenino: “Una torre situada en fo alto de una colina se desmoronaba e iba a aplastar a los habitantes de un pueblo situado en Io bajo, pero tos habitantes se ponian miéscaras en su cara y escapaban asi a la catéstrofe”. . Joan Riviére ve en este suefio fa consecuencia de fa rivalidad con et padre y de la culpa que acompafia a su castracién, Este momento es se- guido de angustia, luego de la seduccién que es indicada por el Hevar mas- caras cuya funcién es asegurar una proteccién. La paciente se disfraza de “mujer castrada” y lleva entonces la‘“mdscara de la inocencia”. Esta lec- tura sigue siendo sin embargo restrictiva, pues no es solamente proteccién Jo que es buscado gracias a la seduccién, sino también un goce sexual: jel desmoronamiento del falo, que acd esté figurado, no caracteriza al mo- mento en que va a delimitarse lo propio de lo femenino? ;La mascara no viene a cubrir lo que esta mis alld del goce falico? (Donde estarfa sin esto el dleseid del syefio’. Ask, la puesta on juego de Ia mascarada no busca tan- t6 reparar la castracién del padre, que es de todas formas inevitable. Pone ademas en escena al goce femenino que est mis alla del falo. La mascara es entonces esta apariencia que cubre a la nada, forma el soporte de esta vacuidad que es ta causa del deseo. jHay otra consistencia de ta causa det deseo que el disfraz? ,Lo femenino, si soporta ef fantasma del hombre, puede presentar otros rasgos que Jos de la mascarada? Joan Riviére consi- dera que asi sucede: “El lector puede preguntarse como distingo yo la femineidad verdadéra y el disfraz. En realidad yo no mantengo que tal diferencia exista”, © Elarticulo de Joan Riviére despeja por primera vez en el campo freu- diano la inexistencia de un significante de fa mujer. Esta ausencia de iden- tificacion angustiante y problemdtica articula ademds un acceso al goce propio de lo femenino. La maécara recubre un afuera del lenguaje, que sin embargo la produce. La mascarada ofrece su consistencia a un goce que permanece més alld del simbolo. Se despliega en este revés en que un padre muestra sv falta, En este trauma que un hombre encuentra con la castracion, una mujer se sitta en el lugar donde falta y ella es amada por- que ella simboliza esa falta. Dar apariencia a Ja causa del deseo en ese momento en que el falo alcanza su limite no es de ningin modo una “falsa femineida: ”, sino la tinica posibilidad que queda ofrecida en este punto de desfallecimiento. donde el Nombre se muestra y se oculta, ostenta su semblante, descubre la vacuidad que bordea. UN GOCE EN EXCESO: VOLVER A SER MUJER Metamorfoseado en mujer durante siete afios, Tiresias puede compa- tar el goce femenine con ef del hombre. Esta experiencia le procura Ln saber mas grande que-el de los dioses. Consultado por Zeus y Hera, rev : Jat que la mujer encuentra en el amor un placer diez veoes mas grande que ef hombre. Su respuesta le valdrd ser enceguecide por Hera furio ‘ al ver revelado el secreto de su sexo. Es, por el contrario, gratificado con el don de profecia por Zeus. Mis tarde, adivino en Tebas y conociendo al secreto del goce femenino, podrd predecit la suerte reservada a Edi °. Por qué Hera estan celosa de ese seoreto? {Fs novesario verdadera, ne Soe ea ae oie su goce permanezca ignorada, hasta devaluada, ara ave ruc el 2 tener un placer sin medida, comparado al de su consort: Sin dud hay una especie de secreto, de velo echado sobre el gira feet ne, come si su realizacion estuviera ligada a Ja ausencia contenant es inieran. Las palabras faltan para decirlo; aun si lo cemnivlo. 3 quizas por esto que tan pocos testimonios permiten {Sigui i a Tiresi i nen is Si tendo Entonces un instante a Tiresias, se dir que el placer fe- disimil? En fa rivalidad viotenta, episodica, nue spe a ante ronan simi n , opone a este herm: x 3 osu hemmana, 4 este esposo y a esta esposa que son Hera y ‘Zeus, Bie pie wa mayor, ésta habria solamente triunfado. Y no es asi. tingoliony ki Ne oo camearade all vel hombre, del cual debe ser dis- t ido, era estalla, aracid tun si juega en su favor, la priva de una diferencia freductible nee lees 4}

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