You are on page 1of 17
FABIOLA SOLIS DE KING Naciéd en Quito en 1936. Aunque es ingeniera agrénoma, su actividad profesional la ejerce den- tro del otro grado académico que ostenta, el de sicéloga clinica. En este terreno ha publicado: Variables psicolégicas en la migracién ferme- nina rural urbana (1977), La sexualidad feme- nina en el Ecuador (1987, en colaboracién con Gladys Moscoso), Un enfoque de psicoterapias breves (1988), Violencia intrafamiliar, enfoque psicolégico y juridico (2004, en colaboracién con Bertha Moreira de Alava). Dentro de la na- rrativa ha publicado dos colecciones de cuentos: Al otro lado del muro (1978) y Mundo aparte y otros mundos (1983). En 2004 publicé el libro EEncuentros (ensayos sobre el arte de la palabra y Ja pintura). G-) (Fabiola Solis de King) penetra con una alu-. cinante lucidez en los hondones del alma humana. ~ Ein esa frontera tan indecisa entre la vigilia y el suefio, y entre la aparente normalidad mental y la locura. Angel F. Rojas Los cuentos de Fabiola Solis se organizan alre- dedor de una estética del objeto insignificante, pues el mundo de las cosas, subitamente descu- bierto, enfrenta a los personajes con el misterio de la sexualidad, el miedo ante las trampas de lo co- tidiano y el quelranto frente a la orfandad, la mi- seria, el abandono, la enfermedad y la muerte. Alicia Ortega LA SABIDURIA DE UNA ENCICLOPEDIA Una mujer ante todo debe ser bonita y agradar.... Yo no uso antalones porque me gusta que [os horabres me vean las piernas. Miss Universo 1976 Un espasmo determiné el destino de Regina. Pocos instantes después de su nacimiento y una vez que su sexo fue debidamente comprobado, la madre decidi6 que la recién nacida seria una Reina de Belleza. Aquel jadeo entrecortado como motor agonizante con el que Regina anuncié su UWegada a esta feria de ilusiones (que Seguin el doctg parecer de los médicos tratantes se debié a un malentendido entre el flamante sistema respiratorio de la neo nata y la composicién quimica del aire terrestre) le pareci ala madre un suave y delicado suspiro, signo in equivoco de un alma sensitiva que debia ser el complemento de un cuerpo armonioso y que sélo podria estar dignamente representado por un rostro perfecto y simétrico como afiche de revista de mo- as. -205- AXIOMA PRIMIERO: Existe una proporcién directa entre la fragilidad del sistema respiratorio y la probabilidad de ser una Reina de Belleza (iss) por la poca oxigenacién de las neuronas. __ Apenas restablecida de su percance, Regina fue implantada en un mundo de lazos de satin, vuclos de delicado tul, angelotes rollizos y sonrientes dignos de un cuadro de Rubens bordados con primor por su inteligente ~y hdbil progenitora. Como prueba de realeza la madre mandé tallar una enorme corona de laurel guarnecida por dos efigies que, seguin indica ciones precisas dadas al tallador, debian representar a los soldados de la Guardia Suiza, milenarios cus- todios de la mas perfecta de las realezas. El encon- trar el toque regio a esta obra de arte era tarea imposible para el comun de los mortales. Ante la desesperacién de la Reina Madre, aquellas efigies parecian payasos de feria de pueblo y Ia corona, una torta de cumpleafios demasiado amada. Pero nadie ni mada podria cambiar aquella valiente decisién primera, y para que el cometido tuviera el mejor de los éxitos, la madre tomé6 a su cargo la dificil tarea de educar a la nifia. ‘Ya sabré cémo Ilevarte a un trono, decia la madre con voz estremecida por el mas puro amor maternal. Regina contestaba con una serie completa de gritos de dificil codificacién estremecida, a su vez, por la fuerza indomable de sus instintos de sobre- vivencia y la imperiosa necesidad de nutrirse. A esto debo poner remedio, reflexionaba la madre, y cuanto antes mejor. Comenzé por alimentar a Regina en forma controlada, pues una Reina de Belleza debia estar mas alla del principio del placer y Regina sdélo podia succionar contados minutos cronometrados con la exactitud de una carrera de caballos. Los berrinches de la nifia famélica desesperalban a la madre. -206- Regina, mi Reina, susurraba con voz doliente, atin no puedes comprender que tu glorioso destino supone un largo camino de sacrificios. En verdad Regina dio prucbas tangibles de su falta de comprensién pues enfermé de anemia. Al conocer el tipo de dolencia que maliciosamente se- caba los rios interiores de la nifia, la madre dejé es- capar un suspiro de alivio: la anemia le parecia tan romantica y exquisita como la tuberculosis que hizo famosa a la Dama de las Camelias y a Alejandro Dumas lo lené de gloria. Si bien Margarita Gautier no Wegé a Reina de Belleza (el mundo de ese en- tonces se contentaba con reinas que ejercian la po- testad real por derecho propio) por lo menos tuvo en jaque a los hombres que valian la pena en el Paris languido y pecador de mediados de siglo. De esta reflexién surgiéd otro elemento importante en la educacién de la nifia: jiLOS HOMBRES], grité triunfante la madre, una reina de belleza debe por lo menos agradar si no enloquecer a los hombres. Y como valiente soldado, tomé posesién de la verdad descubierta. Comenzé en forma cientifica y metédica a ilustrarse sobre las cualidades fermeninas mas caras al mundo masculino por conquistar. Adquirié libros. sobre el tema, se suscribi6 a publi- caciones periédicas pertinentes. Conocié los recin- tos austeros y llenos de sabiduria de las bibliotecas y, en fin, se enriquecié con la experiencia de la obser- vacion directa. : AXIOMA SEGUINDO: Elementos en relacién directamente proportional con las pro- babilidades de ser una Reina de Bellexa (miss): la anemia, los hombres y una madre inteligente. Nada podra impedir que yo Megue a mi meta, decia la madre Nena del convencimiento de un na- vegante extraviado. -207- Tras concienzudos estudios que Henaron dias interminables en la vida de la incansable investiga- dora, tras seguir por largas horas las peripecias de algunas conquistas amorosas, tras mucho ticmpo. invertido en las sillas de los salones elegantes (enno- | blecidos de cobre y terciopelo y lamparas a profusién | de cristal de roca plastificado), en el desciframiento de los zumbidos de moscardén hambriento de los tés de beneficencia, entre los humos de desodorante y las sonrisitas de prima tonta en dia de cumpleafios de los gabinetes de belleza (puntos estratégicos debi- damente establecidos) la madre se crey6 poseedora de sdlidos conocimientos que le permitirian esta- blecer con certeza y seguridad matemiaticas, aquellos atributos que lograrian que la cabeza de Regina se transformase en una digna base de la corona de latén dorado con destellos de pedacitos de vidrio recor- tado, de una Reina de Belleza. DIOMA TERCERO: Exxdste una relacién directamente proporcional entre la asis- tencia a gabinetes de belleza, salones de modas_y tés de bene- Sicencia y las probabilidades de Hegar a convertirse en una Reina de Belleza (miss). Debo escribir y mandar editar un folleto, o mas, bien un libro, o talvez una enciclopedia, meditaba la madre. Talvez sea mejor imprimir revistas periédicas que puedan ser leidas por Regina semana a semana para que asimile la sabiduria con la facilidad que brinda una fotonovela de moda. : ‘Tras mucho reflexionar sobre las alternativas, la madre tom6é la heroica decisi6n de perpetuar sus sélidos conocimientos y envidiable tecnicismo en la magnifica inmovilidad de una enciclopedia. Asi que Alteza Real, dijo la entusiasmada madre, - editaré una Enciclopedia. Luego empezé la compleja tarea de encontrar un digno titulo a su obra. Se sintid como un ser omnipotente a punto de decidir el sexo de una cria- tura o de fijar las Iineas de un rostro nuevo. -208- «Cémo Megat a ser el sucfio inalcanzable de un hombre», pensoé la madre, pero lo de inalcanzable suena a nunca o peor a jamas. Lo de suefio no resulta tan convincente como el impacto de la realidad. Y el titulo fue descartado por su intangibilidad. «Enciclopedia de la Mujer Femenina», se dijo para sf la docta madre. Horrorizada recordé un hom6fono: emancipacién fernenina, y el titulo fue descartado por su obscenidad. Los titulos cruzaban, relampagueaban y morian: «La misién de toda mujer bella», «Cémo ser una Miss perfecta en diez lecciones», «Belleza y Trono Real», «El suefio de una madre», etc., etc., etc. «Cémo llegar a Reina de belleza en forma cien- tifica y planificada». Fue el destello que qued6 pren- dido como luna lena. Cientifico se deriva de ciencia, reflexionaba la madre, y ciencia es el conocimiento exacto y tazonado de las cosas, leyé en un dicciona- rio. Una Reina de Belleza no puede desperdiciar su energia vital en razonar ni en adquirir ningun cono- cimiento exacto de las cosas, se dijo la madre desde la caspide de su sabiduria. Recordé uno de los principios aceréa del des- gaste que supone el exponer los dientes (sin sufrir calambres musculares) en una sonrisa congelada que deleite al universo. Y la madre con su raciocinio lleno de la légica de un juez de tribunal descarté, por su peligrosidad e implicaciones, la palabra ciencia. AXIOMA CUARTO: Elementos en relacién inversamente proporcional con las probabilidades de convertirse en Reina de belleza (miss): la intangibilidad, la obscenidad y la ciencia. «Cémo llegar a Reina de Belleza en forma pla- nificada», una radiante sonrisa, que pinté pequetios pliegues saltarines en aquel rostro maternal, rabricd el déscubrimiento. Este fue el supremo instante en que la Enciclopedia fue engendrada y concebida, y si bien ciertas circunstancias ¢ incidentes mas o menos -209- agradables, que preccdieron a la concepcién de Re- gina fueron por esta vez obviados, la madre se sintid una vez mas henchida con los latidos de una vida que empezaba. Las paginas como miusculos en for- macién se Henaban una a una de pequefias venas, vasos, arterias por donde comenzaba la circulacién viviGicante que ayudaria a la elaboracién planificada de flamantes «misses». Empezé el alumbramiento largo y dificultoso de diez retofios de letras de oro antiguo y lomos color de vino aficjado francesa- mente. . Un aspecto muy notorio que contrastaba con la fragilidad de cuerda de violin de Regina era el gran wolumen de estos otros vastagos de su madre: relu- cientes, grasosos y bonachones como cura de pa- rroquia se alineaban uno a uno, encima de un estante, los diez tomos después del nacimiento. Re- gina gimoteaba tratando de alcanzarlos atraida por la robustez de miembros firmes y rojizos de los recién llegados. A pesar de la educacién especial y el entrena- miento intenso, la madre olvid6 ilustrar a su pri- mogénita sobre los misterios de la ley de gravedad, desconocimiento que no impidié que los esfuerzos de Regina tuvieran el mejor de los éxitos: como una avalancha y con la dureza de granito: los diez tomos, con su cargamento de axiomas, cayeron pesada- mente sobre el asombro petrificado de la reina que no pudo ser. AXIOMA FUNDAMENTAL: (post mortem) Elementos en proporcén inversa con la probabilidad de ser una Reina de Belleza (n7iss): las leyes ordinarias de lagravedad y la curiosidad por una Einciclopedia cualesquiera que sean su color, forma o contenido. -210- EL SENOR DE LAS COMODIDADES ‘Tenfa una figura sarmentosa como si una cria- tura insaciable, que morara en sus entrafias, lo con- sumiera dia tras dia en un viaje continuo por sus arterias y venas, ascendiendo y descendiendo hasta el fondo oscuro y liquido de su origen, medrando de su sustancia. ‘Todo en él era un «como si» inacabado, con el desolado aspecto de un proyecto que qued6 trunco: su rostro era inexpresivo, sin definiciones como si perteneciese a un alma aburrida, vacia y fatigada, como si sus ojos oscuros y hundidos hubiesen ates— tiguado todos los fenémenos y ya nada les fuera extrafio, como si la bUsqueda de la casualidad o la creencia en los caprichos del azar le hubiesen sido arrebatados por una despética orden de mando, como si su capacidad de asombro hubiese muerto dejandole las pupilas insensibles y sin brillo. Su boca parecia un trazo absurdo anclado en medio de una barba que era lo tinico rebelde de su fisonomia en sombras. La cabeza y el cabello habifan perdido sus limites propios, era dificil discriminarlos. -211- Parecfan una selva impenetrable cuyos confines se desconocieran por completo y estuviera poblada de visiones espeluznantes, de escenas en las que se desarrollaran vidas enteras, tepitiendo férmulas, confirmando alternativas, intercalando siempre las mismas paradojas y asumiendo las mismas cquivo- caciones, escudrifiando las palabras perdidas de un. pasado siempre presente, pegado a todos los poros: de su piel amarillenta. Lo mas desconcertante de todo era que no hablaba ni refa nunca. Tampoco podia esbozar una sonrisa. ‘Vestia siempre con el mismo traje, un traje tan gastado y deslucido como su piel. Pero la linea del. pantalén recta, muy recta, daba mucha distincién a su miseria. Una distincién con ribrica en lazo, pues, de las tantas cosas que impregnaban de rigidez su presencia cotidiana, la corbata en lazo, negra como. ‘ana mariposa de mal augurio, era de lo mas nototio. La Uevaba con altura y con honor mas alla de las’ hhilachas de su camisa. La linea recta y la corbata de. lazo, detalles al parecer insignificantes, le servfan como una tabla de salvacién, como alguien que ha perdido pie y se agarra a un soporte endeble para no desmoronarse. De vez en cuando, y seguin el estado | del tiempo, su vestuario se hacfa dominguero con un | enorme sobretodo que podia envolver dos veces su hhumanidad huesuda y quijotesca. Parecfa que todo su cuerpo se hubiese arrinconado en la esquina de un solo hombro y el resto, de esa vestimenta estuviera * Meno de un viento presuroso por Megar a alguna - parte, pues con su andar se agitaba como una ban-° derola de sefiales. Tenia, en fin, la apariencia de un fantasma libre de dimensiones corpéreas y que en una de esas tardes invernales se hubiera escapado de alguna pesadilla. En el barrio le decian el Sefior de las Comodi- dades. El Sefior de las Comodidades se movia por veredas y por calles con la precisién garantizada de un reloj suizo. Parecia que su misién definitiva y -212- esencial era defender al tiempo de dar un traspié que desconcertara alos horarios establecidos en las casas de sus vecinos. Esas casas arrimadas entre si para no caer de bruces, defendiéndose mutuamente por la debilidad de sus muros fragiles y viejos. Asi, el barrio contaba sus horas y minutos por los pasos y los ruidos del Sefior de las Comodidades. Y es que ca- minaba de diferente manera de acuerdo a la luz del dia y ala oscuridad de la noche. No miraba al parecer a nadie y, de vez en cuando, al pasar, lanzaba una ojeada a su entorno como verificando la realidad. Decian que no dormia nunca y que eso le pasaba por un castigo impuesto hace mucho tiempo. Pero no se sabia el motivo por el que fuera condenado para siempre. No alcanzaré la misa del padre Juan; decfa una beata cuando se ofan los pasos de las cinco de la mafiana y corria desesperada por embadurnarse con un poco de santidad que veia escaparsele por unos minutos de retraso. Aptrate, te atrasas a la escuela, gritaba una madre a su hija dormilona, al detectar el ruido de las siete de la mafiana que marcaba el paso del Sefior de las Comodidades. Me voy a quedar sin pan, se ofa decir a la duefia de la tienda de la esquina, que debia llamar a su proveedor de pan de trigo antes de quedar des- abastecida cuando, a las diez de la mafiana de todas las mafianas, el Sefior de las Comodidades, cruzaba la cuarta calle con un ritmo acelerado como si fuese una maquina cuyo motor hubiera alcanzado su maxima potencia. Las doce, las doce, murmuraba agitado el por- tero de la escucla, pues hasta el reloj del patio de tecreo era puesto en orden de acuerdo al ir y venir del Sefior de las Comodidades. Y el portero estaba convencido de la hora cuando los pasos marcaban la llegada del mediodia. Eran pasos quedos, como en puntillas, como con miedo de ir mas allé para no caer en una trampa o hundisse en un abismo sin fin. -213- En la tarde sucedia lo mismo. Cada hora, cada minuto cstaban fijados de acuerdo al andar del Sefior de las Comodidades, quien, a manera de un co- mandante en jefe pasaba revista al tiempo, lo hacia maniobrar, formar en columna o desplegarse en fila sobre las Calles y las plazas, como esperando des- cubsir una verdad que pudiera tranquilizarlo, pero no lo conscguia. La hora de almorzar, decian, y el barrio se con- vertia en un gran comedor, porque a la una de la tarde, las trece horas, todo ¢l mundo se sentaba a la mesa a escuchar los pasos algo tambaleantes que, en alguna forma, obligaban ala gente a enfrentarse con su hambre. Hambre unificada en el tiempo pero no en las posibilidades de saciatla. Para algunas perso- mas esa hora suponia engullir imaginacién pura y odiaban al causante de su congoja por tenerlos en esa especie de suplicio cotidiano y talvez los mas hhambrientos Negaban a desear su desaparicién. Pero el Sefior de las Comodidades continuaba incansable, en su labor. Nadie podia desconocer que su presencia, con todo lo extrafia y fantasmal, era una leyenda en la que se enraizaba la realidad de todos y que los transformaba en una especie de conspiradores sin causa. Al atardecer se atrastraba como un gato pegado a las paredes y a los muros, como queriendo convertirse en una Sombra impre- cisa, tenue. Era el momento de cerrar las puertas, correr los pestillos y cerrojos, reunir a la familia y empezar a rezar el rosario para conjurar las maldades del mundo e impedir que traspasaran los umbrales. Cuando el barrio se quedaba quicto, el Sefior de las Comodidades seguia en su trajin y si algun tras- nochador se topaba con esa figura, a la que las sombras daban una apariencia inverosimil, debia recurrir a toda la entereza que le permitia la cantidad de borrachera que cargaba encima, para hacerle frente. A unos, el susto les servia de leccién, a otros, les parecia un desafio y xeincidfan para probar fuerzas. -214- A esas horas oscuras, el Sefior de las Comodi- dades se ponia en movimiento con pasos cautelosos. Caminaba lentamente por la penumbra silenciosa como entablando un didlogo secreto con alguna idea que le podria servir de coraza contra el miedo cir cundante. Parecia a punto de descubrir alguna clave accesible sdlo al conocimiento de los iniciados. Sin embargo habia un no sé qué de desamparo en esa recelosa actividad de medianoche. . Luego se iniciaba un nuevo dia y recomenzaban los pasos y los ruidos de los pasos, asumiendo su derecho consuetudinario de dar vida organizada a este barrio invadido, al parecer en forma irremedia- ble, por ese quehacer incansable y febril. Pero lo que nadie sabia, ni nadie podia sospe- char era que cl Sefior de las Comodidades estaba muerto. Habfa muerto, algan tiempo atras, de vida na- tural. ‘Alguien, como juez, duefio absoluto de la ver- dad, le habia dado a conocer el fallo: «Usted esté muerto para siempre. Muerto de contado». El Sefior de las Comodidades habia apelado y se habia resistido a aceptar.la sentencia. De todas maneras fue juzgado y sentenciado: «Un muerto no puede atreverse a andar entre los vivos», le sefialaron con mucha autoridad. 3 Le dijeron que podia contagiar su peligrosa dolencia, que ademas de peligrosa era mortal. Y la , vida era mas fragil que la muerte. La muerte llamada esquizofrenia. Esa era la sentencia. Y la condena: lejarse, lo mas que pudiera, de las orillas de la vida. «Usted es una amenaza si sale afuera», le dijeron en forma seria y solemne. El Sefior de las Comodidades se irnaginé ser una maquina cuyo funcionamiento habia sido sus- pendido abruptamente, a pesar de que sus piezas y - ensambladura estaban nuevas y flamantes. -215- «No lo creo. No estoy muerto», creyS que bal- buceaba. De pronto se vio sumergido en medio de ti- nieblas estrelladas y le alcanz6 un sonido estridente que retumbé en todos los vacios de su cuerpo, re- soné en todos sus poros desgarrados y los ecos se propagaron dilatandose en uma especie de coro demoniaco. Era su propio grito desafiante. «Sujétenlo», oyS decir a los jueces y el Sefior de las Comodidades se sintié marcado para siemapre. Para refrendar la sentencia fue obligado a atra- vesar laberintos nebulosos y regiones perdidas donde moran los sucfios solamente. Y los jucces, cautelo- sos y lenos de sabiduria, cargaron su cabeza de des cantidades de electrones para aplacar su rebeldia y confirmar el decreto de su muerte. «El electro lo dejara tranquilo», escuché desde el centro de su completo ofuscamiento, sus ojos se hicieron vidriosos por el espanto y traté de salvarse del terror, esforz4ndose en creer que estaba siendo testigo de una escena ajena que no le concernia. Pero se dio cuenta, desde una infima necesidad de reflexién, que debia Someterse a todo. Un muerto como él, no podia luchar entre los vivos. Ademis, los jueces, con la insistencia victoriosa de aferrarse al goce brutal que da la autoridad, no podian equivo- carse. Nada ganaria con su rebeldia. No podia con- tradecirles y creerse vivo a pesar de sentir la calidez de su sangre corriendo, astutamente, por sus venas. Fue entonces cuando decidié aceptar la sen- tencia y refugiarse en el mundo de los suefios. Em- pez6é a engafiar a todo el mundo, a esconder su muerte para no contagiar a los demas, para evitar que se rnurmure y que se sepa que estaba contaminado, que su presencia suponia peligro, peligro de muerte. Eso si, frecuentaba a sus jueces para tenerlos tran- quilos y les daba cuenta, con la minuciosidad de quien crea un sistema oblicuo de torturas, de sus actividades de muerto. Crefa que con su docilidad ellos le permitirian recuperar su vida y tener asi, otra -216- | : ' 4 oportunidad. O por lo menos le devolverian su rostro, un rostro que antes habia podido sonreir. Todo eso para no levantar sospechas. Debia some- terse, en cada visita, a la Ihavia eléctrica, que, segan los jueces, le permitfa mantenerse muerto en una forma decente y aceptable. Lo peor fue que el Sefior de las Comodidades no se dio cuenta de que iniciaba, en verdad, una agonia irreversible. Empez6 a sentir cierta fascinaci6n y un entu- siasmo infantil con lo que hacian en su cerebro. Hasta supo darle cauce y plenitud a su vida de estar muerto. Sus visitas se hicieron frecuentes. Los jueces estaban complacidos. El sentenciado era un modelo de buen comportamiento. Pero de pronto, el Sefior de las Comodidades creyS que su muerte se estaba haciendo notoria por una serie de indicios a cuyo nucleo no se atrevia a llegar. Miradas que lo traspasaban como si fuera in- visible. Espejos que reflejaban transparencias y le devolvian contornos lividos. Murmullos que se desvanecian dejandolo abrumado. Frases dubitativas o burlonas que estremecian sus oidos empujandolo a una soledad sin remedio. Fue entonces cuando de cidié marcar la vida de los que se creian vivos para que no sospecharan su verdadero estado. Todo eso no podia durar siempre, su clase de muerte no era eterna. Luego podia ser distinto, pero peor. Por eso quiso reivindicarse en la multiplicacién alucinante de sus pasos. Bn la constancia de su sonido surgiendo del ritmo de un andar inacabable y sometié a todos a su cadencia y a su tiempo. Sintid que, si bien el des- tino le habia cerrado ya todas las trampas, él podia manejar la ultima. Un dia el barrio se desperté en silencio y todo fue un caos. Al parecer el Sefior de las Comodidades habia triunfado. Al fin habia abandonado su esfuerzo, su lucha salvaje por mantenerse muerto y habia deci- dido no caminar mas. -217- Lo encontraron, boca abajo, tendido en medio de una inmovilidad con la que habfa logrado juntar Ios dos polos de la vida y su cara estaba invadida de una enorme sontrisa indescifrable. -218- LUZ ARGENTINA CHIRIBOGA Nacié en Esmeraldas en 1940. Realizé estudios de Biologia en la Universidad Central. Es autora de seis novelas: Bajo la piel de los tambores (1991), Jonatas y Manuela (1992), En la noche del viernes (1997), Cuéntanos, abuela (2002), La Nariz del Diablo (2010) y Desde la sombra del silencio (2010), y de dos colecciones de cuentos: Las casas viejas y Este mundo no es de las feas (2006). Algunas de sus obras han sido tradu- cidas al inglés, italiano y francés. En 1986 obtuvo el premio de xelato José de San Martin», en Buenos Aires.

You might also like