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SONIA ABADI TRANSICIONES EI modelo terapéutico de D. W. Winnicott (ME $13652 Fac. ce, Humanas y Educacion Editorial LUMEN Viamonte 1674 (1055) 1 373-7446 / 375-0452 | 814-4310 / FAX (54-1) 375-0453 Buenos Aires + Republica Argentina Coleccién Psicologta integrativa perspectivista interdisciplinaria Direceién: Maria Teresa Bollini ISBN 950-724-535-9 © 1996 by LUMEN Hecho el depésito que previene la ley 11.723 Todos los derechos reservados LIBRO DE EDICION ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA AGRADECIMIENTOS. AMalcolm, por su compaiiia, y su apoyo y su con- fianza. A Lorena, por su estimulo y su amorosa complici- dad. ALorena también y a Nicolas, por su presencia vi- va y su amor. A Gabriela, secretaria tan eficiente como compro- metida. A todos los colegas de Latinoamérica con quienes comparti los encuentros winnicottianos, y especial- mente a Myrta Casas de Pereda, Raquel Zac de Goldstein, Alfredo Painceira, de quienes aprendi y si- go aprendiendo. A la catedra de Psicoanalisis | de la Universidad de Belgrano y a todos los alumnos que pasaron por ella, incitandome a acercarles mi propio Winnicott. A los alumnos de los grupos de estudio y de los seminarios de la Asociacion Psicoanalitica Argentina, con quienes transitamos juntos la obra de Winnicott. A mis pacientes, que aceptaron el desafio de des- cubrirse y me permitieron encontrarlos. A Winnicott, cuya cdlida presencia me acompafié en la creacién de este libro y me sigue acomparian- do. iNDICE PROLOGO, de Myrta Casas de Pereda... INTRODUCCION PARTE | LA TEORIA DE LA TRANSICIONALIDAD Capitulo 1: La ilusién.. Capitulo 2: El objeto transicional.. Capitulo 3: El espacio transicional . Capitulo 4: El juego Capitulo 5: La transicionalidad y el mundo cultural... PARTE Il DESARROLLO EMOCIONAL, ADQUISICION DE LAS CAPACIDADES, INTEGRACION DEL SELF. Capitulo 1: El ambiente facilitador .... Capitulo 2: Dependencia y capacidad para estar a solas.. Capitulo 3: Integracién, personalizaci6n, relacién con los objetos. Capitulo 4: El desarrollo de la agresion Capitulo 5: La transi PARTE Ill LOS APORTES DE WINNICOTT ALA PSICOPATOLOGIA PSICOANALITICA119 Capitulo 1: La disociacién esquizoide............125 Capitulo 2: El falso self. cat (35) Capitulo 3: Una articulacién entre la patologia_ de Ia transicionalidad y el falso self {49> Capitulo 4: La tendencia antisocial . 453) Capitulo 5: El miedo al derrumbe.. 171) Capitulo 6: Algunas observaciones sobre las patologias por conflicto intrapsiquico ..175 PARTE IV LA TEORIA DE LA TECNICA .........181 Capitulo 1: Encuadre y regresion Aer | Capitulo 2: Transferencia | y contratransferencia.. 195 | Capitulo 3: Del juego a la interpretacién........207 Capitulo 4: El proceso terapéutico 215 Capitulo 5: El squiggle: la técnica | del garabato. 227 Capitulo 6: Habitar el espacio de la salud: una tarea sin fin.. .235, ibliografia general 1241 PROLOGO Sonia Abadi va desgranando a 1o largo de su Introduccion los objetivos y propuestas sobre el texto, “guia de viaje", “invita- oién a transitar" D. Winnicott, “a un recorrido de su obra’, “de- seo de construirlo, integrario’, “participar en el juego de sus ideas”, Con ello nos ubica en los alcances que desea tener su libro; no se trata de un comentario o reflexién sobre D. Winnicott, se trata de D. Winnicott mismo vuelto organizado en la presenta- cién de sus ideas, Pero un propdsito de tal naturaleza inevitablemente pone en relieve a su autor. Es que un texto, ‘su esencia verdadera —al decir de M. Bajtin— siempre se desarrolla sobre la frontera en- tre dos conciencias, dos sujetos” Sonia Abadi, en espiraladoe caminos winnicottianos, va rea lizando articulaciones 0 abrochamientos de la obra para re- presentarlas al lector. Logra asi un producto singular que, al tiempo que provee de ejes tematicos en una cierta organizacién de las ideas, también promueve el deseo de ir a las fuentes, al autor, de recrearse en la lectura de los textos winnicottianos. Esta titima condicién me parece la mas importante en un re- lato de esta naturaleza: conservar y transmitir lo medular de un autor promoviendo el deseo de conocer, leerlo. Esto es, a mi entender, el verdadero objetivo de un texto sobre un autor: con- vocar en el lector, desde ese auténtico entusiasmo personal, la necesaria dosis de empatia y cuestionamiento que empuje ha- cia un contacto intimo, removedor e intransferible de leer cada uno, y cada vez, a D. Winnicott. Es que D. Winnicott, pensador de lo original, incorpora al psi- coandlisis sus desarrollos personales que le permitieron distan- ciarse de un Kleinismo fuerte, cerrado, y que en sus propias pa- labras aparecia como el “peligro” de “ahogar lo vital de la teo- sia" (1952). Verdadero ariete en medio de discursos hegeménicos, intro- 9 duce al corpus teérico Ia transicionalidad, al tiempo que sus concepciones acerca del ser falso y verdadero abrian caminos fuevos para abarcar al paciente severamente perturbado, Un verdadero meollo de su originalidad —a mi modo de ver— lo constituyen el gerundio y la paradoja que conmueven bases tedricas librando batallas académicas, en parte querién- dolo, aunque muchas veces siendo llevado a su vez por su creatura, Por esto y por muchas razones en las que no entraremos, su ‘obra no tiene casi sistematizacién alguna. Lo vemos deslizarse desde su experiencia pedidtrica a su experiencia de analista siempre en un crear reflexivo, intuitivo, no exento de genialidad. Pero los conceptos se alternan y su- ceden en mitiples trabajos reunidos en diversos libros. Creo que Sonia Abadi, con este texto, nos acerca la obra de D. Winnicott reordenada por un hilo conductor que es, a su vez, el intenso compromiso libidinal de la autora con la obra. Logra ser particularmente fiel a su pensamiento, al tiempo que, al reordenario y sistematizarlo, deja su impronta. Mantiene la vigencia de sus ideas, naciéndolas trabajar en alguna oportunidad unos pasos mas. Y, en este sentido, tiene la virlud de dejar abiertos caminos para la reflexidn o la controver- sia. No justifica sino que desarrolla; tampoco hay controntacién, pero si articulaciones con el pensamiento de S. Froud o de M Klein. Los eslabones que agrega, nutrida de la metapsicologia freudiana, no hacen sino retomar las inquietudes de todo lector leyendo a D. Winnicott. ‘Todo lo que la autora nos adelanta en su Introduccién permi- te entrever a una lectora sensible y sutil, organizando para la transmisién su propio conocimiento. No olvidemos que el objeto de! psicoanilisis, ese oscuro e inaprehensible objeto —el inconsciente—, no se deja asir facil- mente; es mas, debemos contar siempre con la incertidumbre desde nuestro lugar de sujetos divididos. Sonia Abadi otorga cualidad transicional al objeto teérico y con ello intenta un paso epistemolégico para situar el aporte winnicottiano, 10 El ordenamiento estructural del texto permite al lector aden- trarse en las sucesivas espirales del pensamiento winnicottiano, que resignifican una y otra vez los aportes conceptuales. Comienza con la transicionalidad, donde abunda en este aporte crucial al psicoandlisis, realizando breves y ajustadas ar- ticulaciones con algunas ideas freudianas. Los conceptos de ilusién-desilusién pivotean todas sus refle- xiones en tomo al objeto y fenémenos transicionales, determi- nando momentos de simbolizaci6n y discriminacién. ‘También jorarquiza muy acertadamente la patologizaci6n, el uso fetichizado de! objeto. Siempre en este capitulo, los recortes sobre los miiltiples aportes de D. Winnicott sobre el juego quedan condensados sensiblemente en tomo a los conceptos teéricos: “Lo esencial 1no es la creacién terminada, sino la actividad de crear.” Centros nodales que irradian hacia la “integracién’, la exis- tencia, la creatividad, la experiencia cultural. Le sigue Desarrollo emocional, adquisicién de las capacida- des, intearacion del self, donde se interna en los momentos mas paraddjicos del pensamiento winnicottiano y por ello tan ricos y creativos. “Elcomienzo de los nifios es en el momento en que son ima- ginados.” En esta frase que cita la autora resuena, a través de su impacto emocional, el aporte conceptual mayor del autor: la importancia del otro para la vida. Y desde aqui va desplegando los diversos momentos de la obra que conciemen el tema. Sonia Abadi, en este capitulo, nos muestra el interés por un tema caro a sus inquietudes y que constituye una linea de in- vestigacién propia: la adiccién, la personalidad adictiva. Tal vez, éste es un momento singular en el texto que habla de ese en- cuentro fecundo entre autores que permiten nueva luz sobre un hecho clinico. Rene también aqui sus propias reflexiones acer- ca de la adolescencia, sostenidas desde algunos hilos winnicot- tianos, como son los tres ejes vivenciales: necesidad de desa- fio, busqueda de un nuevo comienzo e intransigencia ética. Deseo subrayar el privilegio que, junto con D. Winnicott, rea- liza Sonia Abadi de la agresividad que, separada de la pulsion de muerte, pasa a formar parte de la constitucién subjetiva. Considero altamente renovadora la propuesta de D. Winnicott " sobre la agresién, y pienso que deja abierto un camino de posi- ble inflexién en tomo a la pulsién de muerte. En Los aportes de D. Winnicott a la psicopatologia psicoana- Iitica (parte II!), nos sittia en las perspectivas psicoanaliticas de S. Freud y M. Klein, para destacar luego el aporte de D. Winni- cott Lo medular recae en “el acento en la influencia del factor am- biental y sus fallos”, que le permite postular el origen “tanto de rasgos de personalidad como estructuras psicopatolégicas”. Es que D. Winnicott propone otra perspectiva metapsicolégica que abre a un también diferente abarcado de la psicopatologia Queda asi abierta a las nuevas roflexiones en torno a la teoria de la técnica. “Ante la dificultad de existir —nos sefiala Sonia Abadi—, la alternativa sera reaccionar."Y desde este parametro analiza las. diversas clases de angustia (neurética y psicética), lo traumati- co de la realidad externa y los mecanismos de defensa primiti- vos en los diversos casos, Sefiala que ‘a clasificacién de D. Winnicott no contradice la psicopatologia paicoanalitica olacica, sino que la amplia hasta abarcar aquellos cuadros en que lo predominante es el trauma temprano por fallo ambiental y las defensas organizadas contra éste’. Comparto con Sonia Abadi la importancia de los aportes de D. Winnicott a la psiquiatria psicoanalitica, que han sido funda- mentales para una conceptualizacién dindmica y estructural, opuesta a la jerarquizacién biol6gica. En el capitulo La disociacién esquizoide, aborda la nocién winnicottiana de fantasying (fantaseo), que no coincide con la nocién de fantasia consciente o inconsciente y que queda del lado de lo no interpretable por no tener contenido simbdlico. Es- tas son verdaderas “provocaciones” winnicottianas a la metap- sicologia. Cuando se aboca a transmitir las nociones sobre el falso self (Capitulo 2), en un seguimiento pormenorizado, permite al lector ponerse en contacto con las vicisitudes, contradicciones y com- plejidades epistemoligicas que surgen en la conceptualizacién del verdadero y falso self. Luego, en Una articulacién entre la patologia de la transi 12 nalidad y ef falso self (capitulo 3), retoma sus inquietudes en tomo a la adiccién que quedan ahora finamente entramadas con los destinos patolégicos del self 0 del objeto transicional Trabaja los efectos del objeto transicional fetichizado y los ori- genes de los trastornos en el self verdadero por una excesiva adaptacién al medio, debido a las fallas de los cuidados mater- nos. Falso self y objeto fetichizado quedan en la mira de sus re- flexiones a lo largo de estas paginas. Aventura causalidades apoyada en las ideas de D. Winnicott y continudndolas algo mas. En el capitulo acerca de La tendencia antisocial, se privile- gia la organizacién psicopatolégica en tomo a los conceptos de privacién y desposesién, jerarquizando una vez més el lugar esencial otorgado por D. Winnicott a la provisién del otro para la vida psiquica. Y en este contexto de la desposesién, la convo- cacién al otro determina la base de los diversos abordajes tera- péuticos. En su ltimo apartado —parte IV— y en Ia relacién con La teoria de la técnica, vuelve a retomar los aportes mayores para redimensionar diversos elementos de la cura. "Los conceptos de espacio, fendmeno y objetos transicionales son retomados y partir de alll la postulacion del espacio-tiempo de la sesién co- mo un espacio transicional, la idea de la transterencia como fe- némeno transicional, y el uso del analista como objeto transicio- nal.” Transita entonces por el encuadre y la regresién, la transfe- rencia (neurética y psicstica) y la contratransferencia, el juego y la interpretacién, incluyendo el juego del garabato, para finalizar su propuesta con una reflexién final que denomina “Una histo- ta sin fin’. En tomo a las ideas winnicottianas sobre la regresion a la dependencia, que constituyen un indudable aporte, Sonia Aba- di se permite un cotejo con S. Freud que llama a la refiexién y también a la controversia. Subraya también la otra apoyatura fundamental de las modificaciones de la técnica, cual es el buen uso de las fallas del analista acotadas, dosificadas e interpreta- das (la importancia del odio con la contratransferencia). Ei capitulo 3, De! juego a la interpretacién, ha merecido mi atencién especialmente, pues forma parte de mis propios 13 “asuntes pendientes” con D. Winnicott. Sonia Abadi recuerda una especie de aforismo winnicottiano: “El juego es terapéutico en si mismo.” Esta frase, 0 similares, siempre me han dado mucho traba- jo. Fue punto de partida de investigaciones y busquedas clini- cas y teéricas. Aun hoy sigue intorrogandome. Los intentos de aprehenderla desde uno y’otro esquemas referenciales, inten- tando iluninar los meollos de la simbolizacién, estructuracién y deconstruccién, tropiezan siempre con un escollo irresuelto: la le 0 imposible articulaci6n cuerpo y palabra que hace que el simbolo nos enferme o nos nutra, No sé si el juego cura pero es incontrovertible su existencia como Ambito de elaboracién y sublimacién. Aproximando el jue- go al discurso infantil, podemos pensar que la palabra (hablada © actuada) cura, 0 mejor, que la cura se da a su través En El proceso terapéutico —capitulo 4— la autora nos muestra, desde lo mas personal, su asimilacién del pensamien- to winnicottiano en su trabajo como analista a través de mate- rial elinico. Dajo a los lectores el placer de asta encuentro. El cierrre del texto que elige Sonia Abadi (0 que la elige) es una reflexién sobre lo saludable. Alude alli al controvertido con- cepto de “libertad” del que D. Winnicott es caro sequidor. Pien- 30 que, asi como S. Froud, hablando de su mito en Tétem y ta- bu, sefialaba que “seria un disparate esperar exactitud en esta materia, asi como seria injusto pedir certezas", también D. Win- nicott, luego de caracterizar ideas sobre la salud, apunta que “hay que dejarle a la salud el derecho de conilevar sus propios riesgos". Desde el descentramiento del sujeto de la conciencia, signa- do por el descubrimiento freudiano del inconsciente, D. cott ha incursionado insistentemente por lo verdadero, por la in- tegracién, por la continuidad existencial, que otorgan matices controvertides al pensamiento psicoanalitico. Sin embargo, sus referentes pierden cada tanto su cardcter de absoluto, por 10 cual la indeterminacién y la incertidumbre logran reubicarse. Myrta Casas de Pereda 14 INTRODUCCION “Lo importante no es acabar una obra, sino permi- tir que se entrevea en esta obra lo que hard posi- ble que otros empiecen o produzcan en una fecha ‘mas 0 menos lejana.” Joan Miré Este no es un tratado sobre la obra de D. W. Win- nicott, ni siquiera un libro de texto. Es apenas una in- vitaci6n a transitar sus ideas de acuerdo con algunos itinerarios posibles. Como esas guias de viaje que proponen al lector cirouitos para recorrer a pie una ciudad, sefalandole los puntos de interés, los que uno sabe que vale la pena conocer, dejando tiempos y espacios para que cada uno descubra y encuentre su propia ciudad, y pueda inventar su propio viaje. Invitaci6n a recorrer juntos las ideas de D. W. Win- nicott, explorar, transitar, re-crear. ‘También, en un intento algo mds ambicioso, el de- seo de construirlo e integrarlo. No a partir de los que podrian llamarse ejes de ideas, ni siquiera conceptos fundamentales; sino de una integracién que como la del self del nifio proviene de un sostén, abrazo, de- seo de acoger y contener en si las ideas, accedien- do asi a una comprensién global del clima intelectual del autor. Conocimiento empatico por proximidad, 15 identificacion emocional, encuentro gozoso que nos permite aprehenderlo, El estilo de D. W. Winnicott tiene caracteristicas muy personales. Su método de transmitirnos sus ideas se basa en Ia integracién de experiencias con las que sale al encuentro del otro, intentando encon- trar resonancia en nuestras experiencias, intuiciones, conocimientos. De este modo nos invita a acercarnos como per- sonas totales. Por eso, cuando intentamos compren- derlo en forma puramente racional, nos irritan su am- bigiiedad, sus paradojas, y por momentos su abru- madora sencillez. Y sin embargo, apenas aceptamos el desafio de Participar en el juego de sus ideas, sin temor a per- der nuestra rigurosidad cientifica, empezamos a re- conocer como afin con nuestra experiencia clinica y personal, gran parte de lo que D. W. Winnicott nos re- lata. Y la conviccién llega. Esta idea, préxima a lo cono- cido, y distinta a la vez, adquiere esa cualidad esen- cial que suelen tener también las buenas interpreta- ciones: “Nunca lo habia pensado. Pero debe de ser verdad.” Elijo intuitivamente un ordenamiento, creyendo descubrir ciertos ejes integradores en la vision del autor. Pero, para mi sorpresa, cualquiera sea el pun- to de comienzo, cualquiera el camino tedrico, me encuentro con la necesidad de hablar de cosas que ya debiera haber explicado antes de llegar a ese punto. Esto muestra precisamente la dindmica vital de la obra de D. W. Winnicott, y la riqueza y entrelaza- 16 miento de su pensamiento siempre abierto Arbitrariamente —porque no hay otro modo—, de- cidi ordenar de acuerdo con un agrupamiento provi- sorio las ideas que reflejan la vasta experiencia y va- riada creatividad de este autor. Estos limites que me impongo me resultan necesarios para poder sostener y explicar lo que quiero contar. Espero no perder la posibilidad de preservar lo que D. W. Winnicott lam el “gesto espontaneo”: mi propia creatividad al trans- mitirles esto, conservando a la vez mi fidelidad a las. ideas del autor. Pero sé que en otro sentido esa integracion es una ilusion, un juego creado por mi relacion personal con las ideas del autor. Otros elegiran quiza otra forma de organizar las ideas, otra manera de desarrollarlas. He dividido mi relato en cuatro partes que corres- ponden a diferentes perspectivas tedricas, siempre en busca de un mismo objetivo: encontrar sentido a la clinica, comprender el padecimiento de cada uno - La transicionalidad: el espacio de encuentro en- tre el mundo externo y el mundo interno. - La teoria del desarrollo emocional: algunas “ca- pacidades” basicas. La integracién, la capacidad pa- fa estar a solas. La agresién y la capacidad para la inquietud. ~ La psicopatologia en relacién con el fallo ambien- tal y las organizaciones defensivas de la personali- dad. La disociacién esquizoide, el falso self, la ten- dencia antisocial - La teoria de la técnica, otra mirada. Significado e importancia del sostenimiento. El proceso terapéuti- co. Una manera de entender el espacio de la salud. 17 Hace varios afios que juego con D. W. Winnicott en el espacio transicional de su obra, este libro es un objeto creado y encontrado en ella. 18 PARTE I LA TEORIA DE LA TRANSICIONALIDAD Capitulo 1: La ilusion Capitulo 2: El objeto transicional Capitulo 3: El espacio transicional Capitulo 4: El juego Capitulo 5: La transicionalidad y el mundo cultural A partir de la observacién del uso de los primeros objetos en el bebé, D. W. Winnicott inicio la construc- cién de una teoria que da cuenta del espacio inter- medio entre el mundo interno y el externo. De alli sur- ge una nueva mirada sobre la estructuracién del p: quismo infantil y sobre la clinica, que se extiende también a la comprensién de los fenémenos cultura- les. D. W. Winnicott descubre que los nifios y los be- bés utilizan algunos objetos de una manera particu- lar. Si bien los objetos son reales y concretos, la re- lacién que el nifio establece con ellos esta impregna- da de subjetividad. Sin embargo, tampoco se puede decir que encuadren en la categoria de objetos inter- nos. Esta reflexion lo lleva a postular que la relacién con las primeras posesiones se realiza en una zona intermedia entre la realidad psiquica y la realidad ex- terna, zona que se encuentra entre el yo y el no-yo y que articula la presencia y la ausencia maternas. Denominard a esta tercera area, “espacio transi- cionat’. A partir de alli se referira a los objetos como “obje- tos transicionales” y a toda la experiencia que se despliega en ese espacio como “fenémenos transi- cionales". El interés que presenta esta teorizacién es la posi- bilidad de detectar, comprender y explorar estos fe- némenos en su origen, amplitud, o precariedad, enri- queciendo nuestra concepcién del mundo interno y 24 de las relaciones del individuo con Ia realidad, Hasta ese momento el concepto de area interme- dia no habia tenido espacio propio dentro del psicoa- ndlisis de nifios y de adultos. La postulacién de un 4rea transicional permite registrar el pasaje de los es- tados subjetivos al reconocimiento de la exterioridad. La ilusi6n, la aptitud creadora y los matices de este pasaje pueden ser asi observados en su surgimiento y vicisitudes. También los fallos y alteraciones de es- te espacio nos permitiran comprender y explicar cier- tos trastornos psiquicos relacionados con la persis- tencia de estados narcisistas, la dificultad en la cons- trucci6n de los limites del yo, 0 aun la concretizacién de los vinculos con la realidad. Apartir de esta concepcién, la crianza de los nifios, se podra encarar favoreciendo la aparicion y el des- pliegue de la transicionalidad. Clinicamente, la posibilidad de detectar y explorar los fenémenos transicionales abre un vasto campo a la investigacién del funcionamento mental. Asi, la funcién del andlisis se ampliara hacia la creacién y expansién de las experiencias transicionales, cuando éstas se hallan ausentes o empobrecidas. La lectura de ciertos fenémenos culturales como el juego, el aprendizaje creador, el arte y la literatura seran interpretados desde la superposicién de las reas transicionales individuales, mas alld del mundo interno de cada uno, pero también mas alld de la rea- lidad concreta y del hacer. A ssu vez, el uso compulsivo de ciertos objetos, la inhibici6n de la originalidad individual, los prejuicios y arbitrariedades de! pensamiento colectivo, podran ser considerados como fracasos en la construccion de los fenémenos transicionales. 22 Diré D. W. Winnicott: “Cuando se tiene a mano una teoria sobre los fenémenos transicionales es po- sible mirar con ojos nuevos muchos problemas anti- guos."") Resulta delicado transmitir el concepto de transi- cionalidad, ya que al hacerlo corremos el riesgo de perder la cualidad transicional del objeto tedrico, al aprisionarlo en un esquema rigido y estereotipado. Al propio D. W. Winnicott le preocupa esta dificul- tad. La publicacién de su primer articulo sobre el te- ma dio lugar a una serie de aportes de otros autores cuyas hipétesis tedricas y observaciones clinicas confirmaban su descubrimiento. Sin embargo, en muchos casos se traté de extensiones y aplicaciones que desvirtuaban el modelo original. Recordemos que los fenémenos transicionales son universales y la conceptualizacién no se agota en una enumera- cién 0 clasificacién de los primeros objetos usados por el bebé. Se trata, en cambio, de un modo de uso y de una actividad mental relacionada con la fanta- sia, que ocupa el espacio intermedio entre el mundo interno y el externo. Los conceptos de espacio, objeto y fenémeno transicional, claves de la teoria de la organizacién del mundo interno y del reconocimiento de! mundo exter- no, dan cuenta de la importancia que D. W. Winnicott otorga al campo de lo intersubjetivo en la configura- cién del sujeto humano. Esta mirada torna mas fe- cundas tanto la perspectiva freudiana como la klei- niana. Partiendo de los conceptos tedricos de Freud, po- driamos ubicar los fendmenos transicionales entre: El narcisismo y la relacién de objeto. 23 EI principio del placer y el principio de realidad. El proceso primario y el proceso secundario. La realidad psiquica y la realidad externa. El yo y el no-yo. Para D. W. Winnicott la creatividad humana, asi como toda la experiencia cultural, tienen su punto de partida en la relacién del bebé con la madre. Es esta relacion la que determinara la amplitud y la calidad de las experiencias transicionales. El espacio transicional se origina en la separacién y union del nifio con la madre, y se va abriendo a nuevas experiencias. Este espacio intermedio entre lo subjetivo y lo objetivo permanece a lo largo de la vida. Los primeros objetos que ayudan a lograrlo de- saparecen, pero su tuncion se amplia abarcando otros aspectos de la relacién del individuo consigo mismo, con los otros y la realidad. A partir de la abservacién clinica, D. W. Winnicott destaca la importancia del ambiente como facilitador de la maduracion. El rof materno de sostenimiento acompajia la integracién de! yo y permite el pasaje de la dependencia a la independencia. La experien- cia de ilusién-desilusin llevara a la constitucién del objeto transicional: “Los fenémenos transicionales representan las pri- meras etapas del uso de la ilusi6n, sin la cual no tie- ne sentido para el ser humano la idea de una relacién con un objeto que otros perciben como exterior a ese ser."@) En Ia alternancia entre ilusién y desilusion, el be- bé crea un puente imaginario que le permite mante- 24 ner la integridad del yo y la continuidad existencial, a la vez que la ilusién del reencuentro con la madre. La evoca a partir de las huellas de la percepcién, de un modo cercano a lo alucinatorio, que representa el ini- cio de los procesos transicionales. Estas experiencias son las precursoras de la ca- pacidad para el uso de simbolos, y de la apertura ha- cia los fenémenos culturales. 25 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona 1992. () Introduccion. (2) Cap. 1: “Objetos transicionales y fenémenos tran- sicionales.” 26 Capitulo 1 La ilusién La transici6n de la dependencia a la independen- cia corresponde en Freud al pasaje del principio de placer al principio de realidad. D. W. Winnicott se pre- gunta cémo puede tolerar el nifio, y luego el adulto, la brecha entre fantasia y realidad sin caer en el abis- mo de la desilusién. Hablara de la creacién y persis- tencia de un area intermedia de experiencia de la que participan tanto el mundo interno como el exter- no. Llamard a esto ilusi6n. llusién de omnipotencia en el nifio, es decir, la idea de haber creado el obje- to que encuentia. EI bebé no tiene aun capacidad de reconocer la realidad. Esta capacidad se adquiere gradualmente y es este pasaje el que le interesa a D. W. Winnicott. Aqui el concepto clave es el de ilusién. En la parado- ja entre la capacidad para reconocer la realidad y la no aceptacién de ésta, se despliega la ilusién como fenémeno que permite articular ambas experiencias de un modo original. Mads adelante, en la vida adulta, la ilusién es la marca de la subjetividad, y la ilusién compartida es la que da origen a los fendmenos gru- pales y culturales. La experiencia ilusoria sdlo puede ser compartida Partiendo de la capacidad de ilusin de cada indivi- duo y en la superposicién de las areas transicionales. ‘Sin embargo, el pensamiento delirante intenta impo- ner la propia subjetividad como si se tratara de una 27 verdad universal, sin tener en cuenta la subjetividad del otro. A Laexperiencia de omnipotencia Sila madre se adapta suficientemente a las nece- sidades del bebé, se dan las condiciones para una breve experiencia de omnipotencia. Esta experiencia le permitira al nifio sobrellevar la realidad y, gradual- mente, gracias al proceso de desilusion, reconocerla, investirla y tolerarla. Cuando la adaptacién es adecuada, se produce en el bebé Ia ilusion de que la realidad corresponde a su capacidad de crearla “_. hay una superposicién entre lo que la madre proporciona y lo que e! bebé puede concebir al res- pecto”. (1) La omnipotencia de la primera infancia no es sélo la del pensamiento. El bebé cree que su poder se ex- tiende a ciertos objetos, como la madre y otras per- sonas cercanas, que responden casi magicamente a sus necesidades, “apareciendo” cuando él las convo- ca. Mads adelante pasard del control omnipotente al reconocimiento de que hay fenémenos que estan fuera de su control. Es la madre la que lleva a cabo una adaptacién activa a las necesidades del bebé “Un nifio no tiene la menor posibilidad de pasar del principio dei placer al de realidad... si no existe una madre lo bastante buena.”(?) La desilusiOn gradual sélo es posible si se tuvo su- ficiente oportunidad para la ilusi6n. 28 En caso contrario, el bebé se resiste a abandonar el pensamiento magico y omnipotente, que se hiper- trofia defensivamente para no aceptar la frustraci6n, con la consiguiente pérdida de la capacidad de reco- nocer la realidad. Alli se instaura la omnipotencia co- mo patologia B Ilusion - desilusién Para renunciar a la omnipotencia y afrontar la prueba de realidad, el bebé necesita que entre el adentro y el afuera se despliegue un area de expe- riencia en la cual elige objetos que seran los precur- sores del uso de simbolos. El objeto transicional, primera posesidn no-yo, es el modelo del objeto cultural. Es simbolo de unién que permite aceptar la separacion, que sera a la vez re-unién con la madre. S6lo cuando existe confianza en el ambiente es posible el despliegue de Ia ilusién. Esto significa el registro de la ausencia materna y a la vez la expec- tativa de su regreso, sostenida en la vivencia intema de la presencia constante, si no de la madre, al me- nos del entomno o los objetos que la representan. La primera etapa es de dependencia absoluta: fu- sién con la madre, y experiencia omnipotente de completud desde el bebé, que no se siente separado de ella. Este primer momento es indispensable para la su- pervivencia del individuo humano. Poco a poco, a medida que el bebé se va desarrollando, se produce la separacion entre él y la madre. Esta ya no es ca- paz de aportar en forma continua y sin interrupcion 29 todo lo que su hijo necesita; por lo tanto, el bebé co- mienza a registrar las ausencias y las frustraciones, y su vivencia de completud omnipotente es puesta en cuestién. En esta dialéctica entre unién-separacién, satis- faccién-frustracién, completud-incompletud, momen- tos de ir y venir entre un estado y el otro, se origina una brecha, un espacio que tendra el importante efecto psiquico de instaurar el limite entre el yo y el no-yo. Ese limite funda el mundo interno y, paralelamen- te, la capacidad de percibir y reconocer lo que esta fuera de él como mundo externo. Poco a poco el ni- fio pondra en marcha mecanismos mentales que le permitan transitar el espacio entre él y la madre y, en lo posible, recuperar la vivencia de unién, completud y Satisfaccin. C Elaborando la desilusion Desde un primer momento se pone en juego el de- seo, la aspiracién de reencontrarse con el objeto. Pe- ro la primera forma de procesamiento de este deseo es muy simple y breve, ya que implica meramente re- cargar la huella de la representacién del momento donde todo era completud. Este camino, el alucinato- rio, tranquiliza rdpidamente al nifio, porque lo pone en contacto con una representacién de algo que ya fue satisfactorio. Su corta duracién lo hace poco efi- caz para procesar la frustracién, ya que la necesidad se hace presente nuevamente. De alli en mas recurrird a mecanismos mas com- plejos para obtener aquello que lo calme. 30 Los mecanismos mentales que el individuo pone en juego para elaborar la ausencia del objeto son va- riados y convergentes: por un lado, el:recurso a las. satisfacciones autoeréticas, también el reconoci- miento de que la frustracién no es ilimitada; pero muy especialmente el inicio de la actividad mental que le permite recordar, fantasear, sofiar e integrar el pasa- do, el presente y el futuro. A partir de alli podra unir representaciones entre si, armando ideas con recuerdos de experiencias, y construird una relacién interna con el objeto que no esta, que le permita tolerar la ausencia durante un tiempo cada vez mayor. Mas adelante instrumentara conductas y actitudes que lo ayuden a volver a encontrar la satisfaccin a través de objetos sustitutivos, investidos por su capa- cidad de ilusién. Si todo va bien, se instaura la elaboracién simbé- lica tal como la plantea Freud. En D. W. Winnicott esta elaboracién se apoya en la apertura hacia los objetos transicionales, en un principio tan concretos como el chupete y el osito y, con el tiempo, tan abstractos como la amistad, la mu- sica, y otros modos en que el individuo recupera la experiencia de ilusién D llusi6n y realidad La tarea de aceptacién de la realidad es una em- presa que nunca concluye, y persiste a lo largo de to- da la vida. El conflicto de relacionar la realidad psi- quica con la realidad externa, y el riesgo de confun- dirlas, s6lo se ve aliviado por la existencia y acepta- 3t cién del area intermedia de ilusién, que siempre que- da protegida de ataques y cuestionamientos. En el adulto es la continuacién del area de ilusién de! bebé y del juego del nifio. Es la madre la que inicia al bebé en el complejo problema de reconocer entre sus percepciones sub- jetivas y las objetivas, si bien sabemos que esta preocupacién acompafiard al sujeto en toda su vida, apareciendo en forma dramatica en algunas situacio- nes extremas. Los fenémenos transicionales se originan en esta experiencia de ilusién y son la primera forma de di- versas manifestaciones de la vida cultural adulta: ar- te, religion, capacidad de imaginar, trabajo cientifico. Lo original del planteo winnicottiano se halla en la idea de que sdlo a partir de la creacién de un espa- cio ambiguo entre el adentro y el afuera, y una inves- tidura ilusoria det mundo, se har posible y tolerable el reconocimiento de la realidad objetiva. E Las patologias de la ilusién &Y si la experiencia de ilusi6n falla? Una posibilidad es el replegamiento. La ausencia matema, vivida como pérdida del objeto unico que suministraba todo, da origen a una fantasia en que tanto el reencuentro como el reemplazo parecen im- pensables. El duelo se instala para siempre. Toda la vida quedara marcada por una vivencia de pérdida irreparable y sin esperanza. El objeto es vivido como irrecuperable; la separaci6n, como un abismo. Sin la ilusi6n, entonces, una alternativa sera vivir refugiado en el mundo interno, en un estado de en- 32 sofiaci6n y aislamiento, sin poder amar a los otros ni participar en la ilusién compartida que forma parte del amor, el arte, la relacién con el mundo en gene- ral La otra posibilidad es el aferramiento patolégico a un Unico objeto que sustituye a la madre. D. W. Win- nicott la llama cronificacién patolégica del objeto tran- sicional, 0 fetichizacién del objeto. No hay proceso simbolico. El cambio es de un objeto unico a otro ob- jeto Unico, no para elaborar la pérdida, sino para ne- garla. Esta alternativa lleva a la coneretizacién del vincu- lo con la realidad y los otros, condenando al hacer y al tener como tnicas formas de relacién con el afue- ra, volcados hacia la exterioridad y sin contacto con el mundo interno y la fantasia. “Las esquizoides son personas tan poco satisfe- chas consigo mismas como los extravertidos que no logran ponerse en contacto con el sofiar. Estos dos grupos de personas acuden a nosotros en busca de psicoterapia porque en un caso no quieren vivir con una irrevocable carencia de contacto con los hechos. de la vida, y en el otro se sienten alienados en lo re- ferente a los suefios."®) 33 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992 (*) Cap. 1: “Objetos transicionales y fenémenos tran- sicionales.” 2) Cap. 5: “La creatividad y sus origenes.” 34 Capitulo 2 El objeto transicional D. W. Winnicott crea el término “objeto transicio- nal” para definir el uso de ciertos objetos en el area intermedia entre lo subjetivo y lo objetivo. Su signifi- cado se ubica dinémicamente entre las satisfaccio- nes autoerdticas y las relaciones objetales. A Descripcién clinica EI nifio ha encontrado o elagido, entre los objetos que lo rodean, algun objeto blando (un osito, una mantita), que adquiere importancia vital cuando se va a dormir 0 cuando se aleja de la casa, que lo prote- ge si esta triste, se siente mal o extrana. El vinculo con estos objetos suele prolongarse du- rante la primera infancia, generando una importante dependencia. Sin embargo, en la salud, el interés se amplia a multiples objetos y actividades. Los padres reconocen y aceptan el valor del ob- jeto, y lo trasladan junto con el bebé, o se lo ofrecen para calmarlo cuando llora 0 esta inquieto. No se la- va ni se reemplaza por otro similar, ya que el desgas- te, el olor caracteristico, las roturas 0 deformaciones son parte de la identidad del objeto y del reconoci- miento que el bebé hace de él. En la salud, al tiempo empiezan a interesarle nue- 35 vos objetos y ya no precisa de éste, aun si esta tris- te o se siente solo. Si en algin momento aparece una privacién im- portante o alguna situacién traumatica, podra intentar recuperar la relacién con el objeto recientemente abandonado. En esta etapa no hay diferencia entre el varén y la nena en cuanto al uso ni al tipo de objeto elegido. Cuando comienza a hablar, suele ponerle un nom- bre, que generalmente contiene una parte del nom- bre que le dan los adultos. Al bebé le parece que tiene vida y cualidades pro- pias. El bebé adquiere derechos sobre el objeto, que son aceptados por el entorno. Sin embargo, ya exis- te una cierta disminucién de la omnipotencia El objeto recibe tanto el afecto tranquilo, como la excitacién amorosa y hostil. Tendré que sobrevivir al amor y al odio. No es totalmente externo para el bebé, pero tam- poco es una alucinacién. Importa tanto su valor sim- bélico como su realidad. No es exterior ni interior, es una posesion. Finalmente, se descarga en forma gradual, no se lo olvida ni se lo llora, Su recuerdo no se reprime si- no que el objeto pierde significacién. Los fendmenos transicionales se difunden y amplian a toda la reali- dad. B La significacion La aparicién del objeto transicional se relaciona 36 con los ritmos y tiempos del vinculo madre-bebé, y tiene un sentido propio. Si el tiempo de alejamiento de la madre ha sido in- tolerable para el bebé, sucede que la brecha resulta demasiado amplia para que pueda cubrirla con sus propios recursos psiquicos sin desconsolarse, sin desesperarse. El peligro es que se descarguen las imagenes mentales del objeto, de tal modo que ya no pueda conectarse con él a su regreso. Esto entrafia un riesgo para la vida psiquica y aun para la supervi- vencia, En ese caso, la madre ofrece, y el bebé encuen- tra, a mitad de camino entre ambos, en el espacio in- termedio, soportes que le permiten puentear una pri- mera etapa y apoyarse en un objeto para poder con- tinuar el camino hacia la madre y la satisfaccién. Estos son los objetos transicionales. En la primera infancia pueden estar encarnados en un juguete, una almohada, el chupete, objetos todos que permiten al nifio esperar sin desesperar el regreso de la madre “No estudio especificamente el primer objeto de las relaciones de objeto. Mi enfoque tiene que ver con la primera posesién y con la zona intermedia en- tre lo subjetivo y lo que se percibe en forma objeti- va."2) D. W. Winnicott lo observ6 y luego lo teoriz6. Pos- tulé una paradoja: el bebé crea el objeto, pero el ob- jeto estaba alli. Objeto creado y hallado al mismo tiempo. Observ6 que en el drea de ilusién aparece algun objeto que adquiere llamativa importancia para el be- bé, importancia que es reconocida y aceptada por los padres. Lo llam6 “primera posesién no-yo”, y dio por 7 supuesto que la manipulacién de este objeto va acompafada de una actividad de la fantasia. Al con- junto de estas experiencias las llamdé “fenémenos transicionales" Para que la relacién con el objeto transicional se constituya y se mantenga, se requiere tanto la pre- sencia real y conereta de la madre como una repre- sentacion interna de ella, 0 del vinculo con ella, fir- memente establecido en el interior. Para el bebé, el objeto representa tanto el pecho de la madre como el pecho internalizado. “El objeto transicional es simbélico del objeto inter- no, al que la presencia viva de la madre mantiene vi- vo") E! objeto interno representa la unidn. El objeto ex- terno sostiene la experiencia de ilusién. Si el objeto interno no es demasiado persecutorio y conserva su vitalidad, podrd ser representado por el objeto transicional. A su vez, la permanencia y el significado del objeto interno se mantiene gracias a la presencia y comportamiento de la madre. Si el objeto extemno es insuficiente, el objeto inter- no pierde significado y también la pierde el objeto transicional. EI objeto transicional tuvo como finalidad conterir significacion a los primeros signos de aceptacién de un simbolo por el bebé en desarrollo. Este precursor del simbolo es, a la vez, parte del bebé y parte de la madre. La relacién con el objeto transicional se origina en el dominio magico que se deriva hacia el dominio corporal donde se halla involucrado e! erotismo mus- cular. Se halla fuera del dominio magico pero mas 38 cerca del dominio del bebé que la madre misma. Estos objetos ayudan a desarrollar la capacidad de espera, a tolerar la frustracién y a re-unirse, en la fantasia, con la madre que no esta. El objeto que la re-presenta mantiene el vinculo con la madre ausen- te. Qué objeto puede cumplir una funcién transicio- nal? Aquel que ocupe el lugar de la madre, pero que de ninguna manera la reemplace totalmente. Asi se elabora la ausencia. En el nifio hay un registro de que ese objeto lo acompaiia en ausencia de su ma- dre, pero no es la madre. Representarla implica el re- conocimiento de la pérdida y su recuperacién en la fantasia. Sobre esta base se construye el pensamiento sim- bélico, porque el objeto transicional es la primera co- sa que en el bebé ya esta representando simbdlica y subjetivamente a otra cosa. Este es el modelo de lo que seran todos los procesos de simbolizacién. EI destino de los objetos transicionales es la pér- dida de la significacién. EI objeto concreto que cum- plid esa funcién es dejado de lado de diversos mo- dos: puede ser reemplazado pero guardado, puede ser gastado 0 destruido, perdiendo todo interés. A ve- ces se le exige al nifio abandonario, lo que interrum- pe la experiencia natural de la pérdida de significa- cin. También puede ser la madre quien lo guarde como un recuerdo valorado de esa etapa de la vida. ‘Sin embargo, la transicionalidad no es un fenéme- no evolutivo o propio de una etapa, sino un modo de funcionamiento psiquico que luego es trasladado a otras experiencias. Permite el acceso a la cultura, ya que se pasa de un tinico objeto a una multiplicidad de objetos abstractos y variables. 39 El objeto transicional pierde gradualmente signifi- caci6n, no es objeto de duelo y su significado no es reprimido. Simplemente se hace innecesario ya que los fenémenos transicionales se han ampliado hacia la relacién con nuevos objetos. C La relacién patolégica Cuando es excesiva la fijacién a un objeto transi- cional, decimos que existe una patologia de la transi- cionalidad Hay una tenue linea que separa el empleo positi- vo y negativo de estos objetos; entre el juego, la creatividad, la fantasia, el arte y el sofiar por un lado; y el fetichismo, la mentira, los robos, las adicciones, el talisman de los rituales obsesivos, el objeto acom- panante de las fobias, por el otro. Lo transicional —re- cordémoslo— no es el objeto sino el uso. Cuando la relacién con estos objetos persiste en forma prolongada y exclusiva, hablamos de una cro- nificacién patoldgica o de un uso fetichizado. Alli el ‘objeto no sirve para elaborar la ausencia, sino exclu- sivamente para negarla. Su uso se ha pervertido de la funcién original Esta modalidad de uso empobrece a toda la per- sona presente, como también a su potencial futuro. Los objetos transicionales siempre tienen que ser relegados, para dejar lugar a los fenémenos transi- cionales. Resulta evidente que lo transicional no es el obje- to sino el pasaje del narcisismo a las relaciones con objetos diferentes de si. 40 Si la ausencia materna es reconocida, el uso del objeto tendria el sentido de ayudar a elaborar la se- paraci6n. Si es negada, se dificulta la creacién de la representacién interna. El uso fetichizado implica la ilusién de que el objeto es la madre, con el consi- guiente dafio de la capacidad de simbolizar. El aparato psiquico se vera dificultado en construir las representaciones internas de la madre; el nifio y luego el adulto tendran una tendencia a buscar obje- tos concretos de los cuales dependerdn adictivamen- te para aplacar el sentimiento de vacio y soledad. Aqui veremos multiples consecuencias: las adic- ciones, ciertas formas de consumismo, una busque- da de satisfaccién directa sin posibilidad de sublimar, la dificultad para estar a solas y por lo tanto para po- der pensar. eY esto cuando ocurre? La cronificacién patolégica y el uso fetichista de un objeto es un accidente en la construccién de la tran- sicionalidad. Generalmente el nifio oscila de un uso transicio- nal a un uso fetichizado o adictivo, pero es el com- portamiento del ambiente lo que va a pautar el estilo de esta experiencia. Si el ritmo de los encuentros y desencuentros con la madre acompajia los tiempos internos y los tiempos madurativos y capacidades elaborativas de cada etapa, el nifio sera capaz de usar los objetos en forma transicional, transitoria, provisoria. Si la experiencia excede sus posibilidades, habré una tendencia mayor al aferramiento patoldgico y, Por lo tanto, a la coneretizacién de la relacién con los objetos. a La alternativa patoldgica es la renegacién de la se- paracion, acompafada de fantasias de fusin y de la pérdida de la posibilidad de establecer la comunica- cién En la salud, entre el mundo interno y el externo se creara un espacio que permita la constitucién del pensamiento simbélico. Los objetos transicionales son precursores simbélicos, ya que con ellos el nifio empieza a desarrollar la capacidad de usar simbolos, cuya doble funcién sera la de reemplazar al objeto ausente y a la vez favorecer el reencuentro con el objeto al cual representa. La paradoja reside en que el objeto transicional protege tanto de la pérdida de la madre como del riesgo de fusién con ella. Su funcién es la de mante- ner unidos y a la vez separados a ambos para permi- tir el despliegue de las capacidades psiquicas del ni- no. Cuando esto se logra, se establece una comunica- cién con alguien reconocido como diferente y sepa- rado de si. Finalmente seran el mundo intemo y el extemo los que quedardn unidos y separados por los fendémenos transicionales, lo que brinda al individuo la posibili- dad de experimentar en el area intermedia entre lo subjetivo y lo objetivo. 42 YT Bibliografia Winnicott, D. W.: - Exploraciones psicoanaliticas |, Ed. Paidés, Bs. As.. 1991 (") Primera parte. Cap. 11: “El destino del objeto tran- sicional.” - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992. @) Cap. 1: “Objetos transicionales y fenémenos tran- sicionales.’ 43 Capitulo 3 El espacio transicional A El origen del espacio potencial Existe un camino que lleva de los fenémenos tran- sicionales al juego, del juego al juego compartido, y de alli a las experiencias culturales. D. W. Winnicott llamé “espacio potencial” al area intermedia en que se desarrolla el juego. Esta es mu- cho mas que el drea de ilusin.en la que se seguia sosteniendo la omnipotencia. Implica que el bebé puede empezar a experimentar frustracién. Alli oc despliega la capacidad creadora como una transac- cidn entre dos necesidades: la de sostener la omni- potencia de! pensamiento, y la de colmar la brecha dejada por la desilusién y la inclusién del principio de realidad “Se trata de una zona que no es objeto de desafio alguno, porque no se le presentan exigencias, salvo la de que exista como lugar de descanso para un in- dividuo dedicado a la perpetua tarea de mantener se- paradas y a la vez interrelacionadas la realidad inter- na y la exterior."") En un primer momento, el bebé y la madre estan unidos en una relacién de contigiiidad; no de conti- nuidad, porque no son uno, sino que estan adosa- dos. Poco a poco, en la medida en que el bebé cre- ce, y la madre deja de aportar Ia totalidad de lo que 45 61 necesita, se va produciendo un espacio entre am- bos Entre la presencia y la ausencia se crea una bre- cha entre el nifio y su madre (desde el punto de vis- ta del nifio, entre el yo y el no-yo, entre el mundo in- terno y el mundo externo). En el comienzo el espacio no es otra cosa que una brecha. Con el despliegue de los procesos mentales, el bebé comenzard a transitarlo. A su vez, la madre o recorreré con sus cuidados y su adaptacién. Se originan asi los fenémenos transicionales. Este espacio puenteado por la capacidad creado- ra de ambos, habitado por los fenémenos y objetos transicionales, sera entonces un espacio transicio- nal. Deseo, pensamiento y palabra son algunos de los puentes posibles. D. W. Winnicott define al espacio transicional co- mo espacio virtual o potencial. La idea de espacio virtual o potencial implica un espacio que se va generando en la medida en que.va siendo ocupado. B Intrusion y abandono Una madre intrusiva impide la apertura del espa- cio potencial, una madre abandonante también. Esto da lugar a dos posibles patologias en el espacio tran- sicional. Puede suceder que el “continente mateo” sea poco elastico. Sucederé que el bebé no se va a po- der desarrollar. Cuando intenta su expansién, la ma- dre no se retrae lo suficiente como para que el nifio 46 comience a experimentar, y el desarrollo queda aho- gado. En este caso hablamos de intrusi6n. El otro riesgo es que el sostenimiento materno sea excesivamente holgado para los procesos mentales del nifilo, que quedara “colgado”, sin soporte, como en un espacio ingravido. En esto caso hablamos de abandono. Sila madre se aleja durante un tiempo demasiado largo para el momento madurativo del bebé, éste no podra organizar desde su mundo interno la capaci- dad de crear puentes para tolerar el alejamiento, ni la de apoyarse en objetos como soportes provisorios. su vez, la capacidad de representar internamen- te los objetos fracasara tanto si la ausencia materna es excesiva, como si su presencia es permanente. La falta del espacio potencial puede ser reempla- zada por el vacio angustioso o la tendencia a llenar- lo demasiado con actividades y objetos. zCémo pensar el espacio que se genera entre satisfaccién-frustracién, completud-incompletud, de tal forma que ese espacio favorezca el uso transicio- nal de los objetos y por lo tanto la aparicin del pen- samiento simbélico? El ambiente facilitador tiene esta cualidad de vir- tualidad que permite el desarrollo y la posibilidad de experimentar tanto con las pulsiones del ello como con la creciente destreza del yo. Un buen entorno se- 1 entonces aquél lo suficientemente flexible como para ir tomando en cuenta el desarrollo individual, amplidndose segun este ritmo. 47 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992. () Cap. 1; “Objetos trasicionales y fenémenos transi- cionales.” 48, El juego El estudio del juego en la obra de D. W. Winnicott se basa en la observacién del jugar del nifio como actividad creadora, trascendiendo tanto la idea del juego reglado como la utilizacién diagnéstica que el psicoanalisis hace de éste. La nocién de jugar, intrin- seca a todo el quehacer humano que involucra la es- pontaneidad y la originalidad, se hallaria en la fuente de las producciones culturales. D. W. Winnicott diferencia entre la actividad de ju- gar libre e improvisada (play) y el juego reglado (ga- me). Es siempre el “play” el objeto de sus elaboracio- nes, y en particular la dinamica descripta por el ge- rundio “playing’. A El juego en relacién con la satisfacci6n instintiva Si bien el impulso motor de la actividad de jugar proviene del instinto, la satisfaccién depende del uso de simbolos. Es la posibilidad de representar y reem- plazar un objeto la que da sentido al juego. Debido a esto, en el juego deben tomarse en cuenta tanto la satisfaccién de las pulsiones del ello como la integracién de las experiencias del yo. Los impulsos del ello son significativos sdlo si se hallan contenidos en el vivir del yo, y lo refuerzan solo si tie- nen lugar dentro de la estructura del yo. 49 Existe un aspecto de la relacién del bebé con la madre que D. W. Winnicott denomina “relacion del yo". En ella lo predominante no es la busqueda de la satisfaccién instintiva a través del objeto, sino el vin- culo tranquilo que sobrevive a la descarga pulsional y consolida una relacién estable con el otro. Este mismo modo de relacién es el que da origen a la amistad y a la transferencia positiva. Al desarrollar el tema de la capacidad para estar a solas, D. W. Winnicott hablara de la “relacién del yo" y el “orgasmo del yo”. El orgasmo del yo corresponde a vivencias como el éxtasis y la plenitud emocional, espiritual o estéti- ca. Experiencias satisfactorias que se despliegan en ciertos momentos de empatia con el otro, en la rela- cién amistosa, 0 en el vinculo amoroso fuera de los momentos de perentoriedad del deseo sexual. Tam- bién en el campo creativo o cultural. Se caracterizan porque la descarga pulsional es minima y sin embar- go la vivencia de placer es maxima. El orgasmo del yo es el punto culminante de una buena relacién del yo. Trasciende el concepto de sublimacién freudiano, ya que aqui no se trata sdlo de las pulsiones del ello eréticas y agresivas sublimadas, sino de una calidad particular de placer que proviene del yo. El placer del ello necesita de la cantidad de descarga, el del yo de- pende de la cualidad. 7 En los juegos infantiles del nifio sano, observamos que no hay un incremento de excitacién perturbador, ni culminacién fisica. Hay una satisfacci6n placente- ray tranquila que proviene de la destreza con el ob- jeto, la alegria por el placer del juego, y la confianza en la seguridad del entorno. 50 EI juego compromete al cuerpo por la manipula- cidn de objetos, y por cierto grado de excitacién cor- poral. Sin embargo, es satisfactorio sdlo cuando no se ve amenazado ni de adentro ni de afuera. Esta es la razén por la que el juego de los nifios debe ser comprendido més alla de la masturbacién y del concepto de sublimacién de la sexualidad. Del mismo modo que es reduccionista pensar en la exci- tacién sexual del nifio sublimada en el juego, seria empobrecedor creer que la ejecucién de un instru- mento musical o la realizacién de una escultura son formas de masturbacién sublimada. Tanto es asi que el exceso de excitacién interrum- pe el juego del nifio 0, en el adulto, perturba e inhibe una actividad placentera del yo, obligando a la repre- sin pulsional 0 a la descarga directa. B El significado del jugar EI juego es un logro en el desarrollo emocional, y ‘se inicia como simbolo de la confianza del nifio en el ambiente. “El juego es una elaboracién imaginativa en torno de las funciones corporales, relacionada con los ob- jetos y con la angustia.”") La capacidad de jugar se desarrolla en una se- cuenci Al comienzo, el nifio y el objeto estan fusionados. Su vision del objeto es subjetiva. La madre tavorece esta omnipotencia. ‘ Luego el objeto es repudiado y asi pasa a ser per- cibido en forma objetiva. A partir de alli puede ser re- 51 conocido y aceptado. La madre participa devolviendo al bebé lo que éste le ofrece. Gracias a esto, el nifio vive una experiencia de control magico. El paso siguiente es la posibilidad de jugar solo en presencia de la madre. Esta lo acompaha, lo tranqui- liza respecto del riesgo de desborde pulsional y de las intrusiones externas, le refleja sus experiencias de juego. Finalmente jugaran juntos, en la superposicién de dos areas de juego: la del bebé y la de la madre. Asi se inicia el juego compartido en una relacién donde cada uno introduce su propio modo de jugar. En la actividad de jugar el nino retine objetos o fe némenos de la realidad exterior y los usa al servicio de la realidad interna. Muestra su capacidad de fan- tasear y la despliega aduendndose de un fragmento privilegiado de la realidad externa. Al jugar manipula fendmenos exteriores al servicio de los suefios, e inviste a algunos de ellos de signi cacién. Junto con el control y los limites, descubre los alcances ilimitados de la imaginacion. Por eso el juego favorece la nocién de que la vida puede ser usada y enriquecida. El juego cumple una funcién esencial en el mane- jo de la agresién y la destructividad, cuando éstas son procesadas y pueden ser expresadas de mane- ra simbdlica: el objeto puede ser dafiado o destruido y luego reparado, ensuciado y vuelto a limpiar, mata- do y revivido. Ayuda a integrar los sentimientos am- bivalentes, en vez de mantener la disociacién en ob- jetos buenos y malos. El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se halla adentro ni afuera. No forma parte del yo ni del no-yo. 52 Esta mas alld del dominio magico. “Para dominar lo que esté afuera es necesario ha- cer cosas, no sélo pensar o desear, y hacer cosas lle- va tiempo. Jugar es hacer."@) El juego concluye cuando supera la capacidad del nifio para contener la experiencia La culminacién se puede producir como frustra- cién cuando el juego es interrumpido, dejando confu- sion mental y malestar fisico. También cuando provo- ca una reaccién del entorno, que se hace cargo de poner el limite, 0, en forma natural, cuando el nifio desplaza su interés a otra cosa, ya que ha usado el juego hasta agotarlo. © La psicopatologia del juego Cuando no es posible jugar, aparecen el someti- miento y el sentimiento de futilidad: el nifio se aburre, se aisla o esta indiferente. La otra alternativa es la explotacién de las satisfacciones instintivas directas: conductas autoersticas o agresivas. La capacidad de jugar se pierde si hay desconfian- za en el ambiente 0 angustia ante vivencias de per- secucion. También se puede instalar un tipo de juego monétono y estereotipado como defensa contra el riesgo de descontrol. En ciertos casos se produce la huida hacia el en- suefio diurno, como una forma de transicién fallida entre la fantasia y el juego activo. En el otro extremo observamos el surgimiento pulsional, con la excita- cion en estado puro, y la necesidad de descarga mo- tora, como en las acrobacias, los juegos violentos, fa destruccién de objetos. En algunos nifios, 0 adultos, aparece la necesidad de dominar al otro imponiendo las reglas y exigiendo la obediencia. Pero como contrapartida, ia incapaci- dad de aceptar juegos reglados, debido a la inquie- tud, dispersion 0 necesidad de trasgredir. D Actividad creadora y busqueda de la persona EI juego se desarrolla en el espacio transicional, heredero del espacio potencial entre la madre y el bebé. Su principal sentido, mas alld de cualquier in- tencionalidad, es dar lugar a la experiencia de “lo in- forme” , que s6lo puede surgir en momentos de no in- tegraci6n. Por lo tanto, no sdlo es motor de la creatividad’si- no también del encuentro con el propio si mismo. En el uso de la creatividad el individuo se conecta con el nucleo de su persona y despliega sus aptitu- des. Lo esencial no es la creacién terminada, sino la actividad de crear. Muchas personas producen logros en el terreno artistico o intelectual por los que reciben el reconoci- miento de la sociedad. Esto no asegura que el suje- to se sienta realmente en contacto consigo mismo. Mas atin, a veces la busqueda de reconocimiento se origina en una falla en la vivencia de existir como in- dividuo. La repeticién y multiplicaci6n de las realiza- ciones coneretas no hace mas que alejar al individuo de su propia experiencia creadora. Se pueden reali- zar grandes creaciones y no sentirse creativo en la experiencia de vivir. 54 ‘Cuando un individuo es “incapaz de llegar al esta- do de reposo en el cual se puede producir una bus- queda creadora”, diagnosticamos enfermedad. La li- bre asociacion de ideas no aparece, y en su lugar en contramos una coherencia excesiva del pensamiento que revela una organizacién defensiva. En la salud existen momentos de relajacién, am- parados por la confianza de no haber sido persegui- do durante los estados de no integracién. Alli se des- pliega la actividad creadora con libertad fisica y men- lal, 0 sea el juego. La reiteracién e instauracion de estas experiencias en diferentes situaciones y mo- mentos vitales producen el sentimiento de existir co- mo persona. ‘Sélo desde la experiencia informe sin exigencias externas ni intemas, se accede a los estados de no integraci6n. La creatividad que surge de esos esta- dos, expresada de diferentes modos y reflejada por el entorno, dara lugar al sentimiento de existencia. Es asi como la persona se reconoce y conserva la capa- cidad de encontrarse a si misma cuando esta sola y a través de los productos que ha creado. 55 Bibliografia: Winnicott, D. W.: - Exploraciones psicoanaliticas |, Ed. Paidés, Bs. As., 1991 (1) Primera parte. Cap. 12: “Notas sobre el juego.” - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992. @) Cap. 3: “El juego: exposicién tedrica.” 56 Capitulo 5 La transicionalidad y el mundo cultural Existe un recorrido desde la ilusién individual a los fenémenos culturales, como trama vital que protege de la consolidacién patolégica de un sistema de ideas, de una institucion, de una sociedad. Los fenémenos transicionales aparecen asi como verdadero motor de la creatividad y el cambio, pre- servando tanto Ia libertad individual como el potencial original de la civilizacion. A La ilusién necesaria A partir de la experiencia de ilusién - desilusin, se hacen presentes dos necesidades: la de sostener la omnipotencia del pensamiento y la de aceptar el prin- cipio de realidad. Esta es para D. W. Winnicott la fun- cidn de la ilusién La actividad mental y sus construcciones creativas, © sintométicas se hallan al servicio de reconocer, ne- gar y a la vez elaborar las primeras separaciones, lo desconocido, y, en ultima instancia, la muerte. La vivencia de desilusién genera el anhelo de reencontrar aque! objeto Unico que satisface todas las necesidades y remite a la madre de los primeros tiempos de vida. A partir de la primera separacién es- te objeto sdlo podra hallarse como promesa que res- ponde al ideal de completud. Ante la separaci6n y la s7 pérdida, se originan movimientos que marcaran el funcionamiento afectivo e intelectual, el deseo y la posibilidad de pensar a través de simbolos. La nostalgia por el objeto perdido genera dos esti- los de elaboraci6n. Uno de ellos accede a la capacidad de sustituir, creando nuevos caminos para el deseo, a través del desarrollo de los fenémenos transicionales. El otro aspira al reencuentro total y absoluto con el objeto primario, reencontrarlo todo en el mismo lugar, a través de la persistencia de la omnipotencia. Asi es como desde el principio de la vida las rup- turas en la continuidad del si mismo generan la ins- trumentacién de recursos de integracién y elabora- ciOn, en procura de la completud y la union perdidas, por caminos mas 0 menos creatives y simbélicos, o por atajos que llevan directamente a la ilusién omni- potente de reencuentro con el objeto Unico. Los sin- tomas, las adicciones, las construcciones delirantes, son sdlo algunos ejemplos. En esta busqueda aparece la posibilidad de inves- tir nuevos objetos, concretos o abstractos, que servi- rn para elaborar el espacio y poblar el mundo sim- bolic. Estos objetos podran poser cualidades tran- sicionales, como soportes provisorios de la libido, 0 cronificarse como objetos fetichizados que “empar- chan” al yo y sueldan su relacién con el mundo. B Creatividad y creacién La creatividad de un individuo se halla en estrecha relacién con su capacidad simbdlica, es decir-con la posibilidad de colmar el espacio dejado por el objeto 58 primario por medio de diferentes objetos, y accedien- do a distintos modos de satisfaccién, a través de la ampliacién de los fenémenos transicionales. En la teoria winnicottiana existe una continuidad entre la creatividad primaria, la ilusion y la actividad creadora del adulto. A su vez, el espacio transicional entre la madre y el bebé se continua en el juego com- partido y se amplia hacia las actividades culturales. En el origen, es la calidad del ambiente temprano la que brinda la oportunidad para la creatividad y el despliegue de la ilusin, generando un modo de vivir caracteristico que deriva en la riqueza personal del mundo interno y en la capacidad para ser original y aportar algo a la cultura. Mas alla de las aptitudes in- natas, y de la extensién de la realidad social en la que le toca vivir, el espacio transicional es patrimonio de cada individuo, Para D. W. Winnicott la creatividad es inherente al hecho de vivir, y no una cualidad exclusiva de algu- nos pocos. Lo original es el gesto creador. Aquello que no queda sujeto a adaptaciones ni formalizacio- nes. Desde el bebé que escucha su respiracion o goza con el sonido de su propio llanto, hasta el artista que crea en su fantasia y concreta en la realidad una obra terminada, se halla presente la actividad crea- dora. Clinicamente, observamos que sélo la oportuni- dad de funcionar creativamente brinda al individuo el sentimiento de: estar vivo. Cuando este impulso no existe 0 se ha perdido, surgen el vacio y la sensacion de que la vida no tiene sentido. Algunas personas que han sido creativas en dis- 59 tintos momentos de su vida han perdido esta posibi- lidad. Las enfermedades psiquicas 0 ciertas exigen- cias y limitaciones impuestas por la realidad social 0 laboral pueden ser la causa de esta devastacién. Es- tas personas refieren un intenso sufrimiento: son ca- paces de recordar y afiorar aquelia capacidad perdi- da sin la cual no se sienten existir. Sin embargo, la creatividad si bien daiada o repri- mida, nunca es destruida totalmente. Suele mante- nerse secreta, y la insatisfaccién proviene tanto del ocultamiento como de la falta de inventiva. Aparecen el sentimiento de futilidad, y aun el impulso al suici- dio. © La experiencia cultural Toda la experiencia cultural se ubica en el espacio potencial entre el individuo y el entorno. El vivir crea- dor, el juego y la experiencia cultural forman una uni- dad y una continuidad. El individuo puede hacer sintomas en sus intentos de resolver sus conflictos, pero la sociedad también produce sintomas: las guerras, los regimenes totali- tarios, los dogmas, las ideologias fandticas, son in- tentos de resolver un conflicto de manera rigida y es- quemiatica, con la simplificacién patolégica de los matices y transformaciones del mundo cultural. El slogan publicitario, el dogma religioso 0 ideolégico responden a una misma significacién: un discurso simbdlico congelado en un solo sentido y que ha per- dido la cualidad transicional. En el mundo adulto cada uno se relaciona con el otro desde la superposicién de sus espacios transi- 60 cionales. La ilusién compartida es el origen de los grupos. Sin embargo, la cohesion puede ser forzada por la imposicién de la subjetividad de algunos que, funcionando como lideres, estrechan el campo de la libertad y creatividad individuales. En esos casos, ha- blamos de sistemas de pensamiento en los que el discurso se ha fetichizado. La cultura entendida como espacio transicional funciona como garante de la salud de un sistema so- cial, ante el riesgo de consolidacién permanente de las estructuras institucionales y sistemas de poder. D El juego como figura de Io transicional Si el juego es la experiencia transicional por exce- lencia, la cultura ser entonces un juego “en serio” esencial para la vitalidad de los individuos y la civil: zaci6n. La actividad Iidica no sélo es un campo pri- vilegiado para sostener la paradoja entre reconocer y negar la realidad, sino también un antidoto ante el potencial patégeno de las organizaciones que cohe- sionan el campo social D. W. Winnicott no es el nico que se interes por el tema del juego como experiencia humana. Socié- logos y antropdlogos han investigado las formas del jugar, desde los pueblos primitives hasta la civiliza- cidn tecnolégica Uno de ellos, Jean Duvignaud, nos resulta particu- larmente cercano ya que ha buceado en la teoria winnicottiana articulandola con otros aportes. En la comprensién del espacio del juego en Ia ci- vilizacién, resulta enriquecedor “hacer jugar” las ideas de estos dos autores. Ambos reclaman un mo- 61 delo tedrico que permita ubicar el juego, asi como los fenémenos de la cultura. D. W. Winnicott: “Sugiero que ha llegado el mo- mento de que la teoria psicoanalitica rinda tributo a esta tercera zona, la de la experiencia cultural que es un derivado del juego.) Duvignaud: “Probablemente se necesite otro paso distinto, otra epistemologia para hacer frente a esas manifestaciones irrepetibles e inopinadas que son la fiesta, la creacién artistica, los suefios, la practica de lo imaginario que es el juego." La naturaleza fugaz y cambiante del objeto de es- tudio hace complejo crear una teoria que de cuenta de éste. Al igual que en el juego, la busqueda de un modelo teérico estructurado limita la posibilidad de dar cabida a fenémenos que son esencialmente ina- sibles. Sin embargo, tanto el juego como la experiencia cultural existen por derecho propio, y pueden ser pensados como fondo sobre el cual se dibujan las fi- guras de la estructura social. Si bien para jugar es necesario contar con un en- toro seguro y confiable, debe dejarse en suspenso la seguridad de los referentes fijos y relaciones esta- bles. La busqueda del juego y del placer sin utilidad es- capa a las reglas; por lo tanto, no pueden consolidar- se como adquisiciones definitivas. Si bien los fend- menos que en él ocurren son siempre efimeros, el espacio transicional es permanente e indestructible. Es posible pensar que en todas las culturas exis- ten experiencias que estan mas alld de la funcionali- dad y la productividad. Experiencias relacionadas 62 con lo inédito, lo intl, lo azaroso, finalmente el jue- go. Estas experiencias definirian una cultura mas alla de las estructuras establecidas. La eficacia y la funcionalidad aparentan ser los pi- lares del progreso. Sin embargo, cabria preguntarse si el motor de los cambios culturales se oculta en fuentes mas sutiles y secretas: la improvisacién y la creatividad. Son parte del universo Iidico ciertas actividades de la vida colectiva que escapan a la razén y la pro- ductividad. A la cantidad de trabajo, el capital y la ren- tabilidad. También al tiempo medido en rendimiento. El jugar y la experiencia cultural tienen la funcién de vincular el pasado, el presente y el futuro; ocupan tiempo, espacio y energia. Sin embargo, se caracte- rizan por la falta de exigencia y de obligatoriedad. Cuando se dejan en suspeneo las defensas, se despliega el ejercicio de la libertad y Ia ilusién. Espa- cio potencial que permite imaginar lo imposible. Afirma Duvignaud: “;Habra que admitir que existe una region en que el hombre dispone libremente de ‘si mismo, en que se anticipa por amplio margen a lo que aun no es?"(1) 63 Bibliogratia Duvignaud, Jean: (1) El juego del juego, Ed. Fondo de Cultura Econémi- ca. México, 1982. Winnicott, D. W.: - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992 ) Cap 7: “La ubicacién de la experiencia cultural”. PARTE Il DESARROLLO EMOCIONAL, ADQUISICION DE LAS CAPACIDADES, INTEGRACION DEL SELF Capitulo 1: El ambiente facilitador Capitulo 2: Dependencia y capacidad para estar a solas Capitulo 3: Integracién, personalizacién, relacion con los objetos Capitulo 4: El desarrollo de la agresion Capitulo 5: La transicién adolescente D. W. Winnicott afirma que en el desarrollo emo- cional son necesarias ciertas condiciones externas para que los potenciales de maduracién se hagan realidad. Toda su teoria del desarrollo psiquico se origina y articula alrededor del concepto de self, del ser o si mismo (que usa a su manera). Este concepto inte- grara elementos de Ia teoria Kleiniana, de la teoria freudiana, elementos de la psicologia del yo, y aun de la filosofia y la literatura. El de seifes un concepto central, que va sufriendo transformaciones y variaciones de sentido, segun el contexto en el que D. W. Winnicott lo utiliza. Sin em- bargo, la idea de una identidad personal unica, inte- grada y original esta siempre presente. En ese senti- do, D. W. Winnicott se apoya en la nocién de yo freu- diano, para hacer derivar de él la idea de un self, que implica el sentimiento de identidad que aparece con la percepcién de Ja propia existencia. Este self central, que esté en germen en el indivi- duo desde el comienzo, se transformara poco a poco en lo que D. W. Winnicott llamar el “verdadero self’ © nticleo de la persona. ALmismo tiempo, se desarro- llan un serie de mecanismos adaptativos, que darén lugar’ al “fe If, y que comprenden’ desde las adaptaciones eGesarias, hasta las. estructuras de- fensivas patolégicas, cuando el falso self predomina sobre el verdadero. “Se podria decir que el nticleo del seifes el poten- cial heredado que experimenta una continuidad de or existir y que a su modo y a su ritmo adquiere una rea- lidad psiquica personal y un esquema corporal per- sonal."()) Potencial heredado significa para D. W. Winnicott la tendencia al desarrollo, innata al individuo, que co- rresponde al crecimiento del cuerpo y a la aparicién gradual de las funciones. En este desarrollo estan presentes la integracién psiquica, la integracién psi- cosomatica —que D. W. Winnicott llama “personali- zacién’— y la capacidad de relacionarse con los ob- jetos y con el ambiente en general Del self verdadero, surgen el “gesto esponténeo” y la creatividad, y sdlo desde él. No es el ello, ya que no se trata de las pulsiones exclusivamente, sino de experiencias del sujeto en relacién con sus pulsio- nes. Es asi como, nos diré D. W. Winnicott, las pul- siunes del ello son al principio externas al yo, y ticn den a desorganizario. Gradualmente, gracias al apo- yo ambiental, se constituye un self que engloba la nocién de yo. Es el self quien vive las experiencias y permite que cada nueva satistaccion instintiva del ello devenga en una adquisicién que contribuye a la mayor fuerza del yo y que lo prepara para encarar, sin desorganizarse, demandas pulsionales cada vez mayores, y cada vez con mayor prescindencia del sostenimiento ambiental complementario. Es importante destacar que el yo infantil es aun precario y con escasa capacidad de ligar y elaborar. ‘Tanto las pulsiones como los estimulos externos con- servan el poder de desorganizarlo. Sdlo un yo fuerte e integrado es capaz de capitalizar la energia pulsio- nat a su servicio, La situacién es compleja y en cier- to sentido paradéjica. Si el yo precario se desorgani- za, parece imposible llegar a un grado de estructura- 68 cin suficiente para tolerar y ligar el embate pulsio- nal. Esta es la raz6n por la que el soporte ambiental se hace indispensable. Funcionando como apoyo transitorio del yo infantil, prestando representaciones y palabras, la madre permite la ligazén de las pulsio- nes a través de experiencias no traumaticas, conso- lidando asi el nucleo del yo. El self, entonces, madura del interior hacia el exte- rior, amparado por un ambiente humano, que a la vez que asiste a las necesidades fisiolégicas, facilita la integracién del yo y por lo tanto el recorrido desde la dependencia a la independencia. 69 liogratia Winnicott, D. W.: - El proceso de maduracién en él nifio, Ed. Laia, Bar- celona, 1975. () Primera parte. Cap. 3: “La teoria de la relacién patemo-filial.” 70 Capitulo 1 El ambiente facilitador “No existe nada que pueda denominarse bebé” (1) atirma D. W. Winnicott. Esta original declaracion intenta transmitimos la idea de que un bebé no es una entidad auténoma y sélo se lo puede comprender amparado por la madre yarticulado con el ambiente que lo rodea. “El nifio pequefio y el cuidado materno forman conjuntamente una unidad... en las primeras fases, el nifio pequefio y el cuidado matemo se pertenecen mutuamente y son inseparables."(!) A La experiencia de mutualidad madre-t Durante el limo periodo del embarazo y el primer tiempo después del parto, la madre y el bebé com- parten ciertas experiencias. Estas favorecen la iden- tificacion de la madre con su bebé y les permiten a ambos constituir una “experiencia de mutualidad”. Por esta raz6n, la madre natural se.ve favorecida para cumplir esta funcién. Sus vivencias corporales y emocionales le hacen experimentar. una continuidad yuna conexién con la vida de su bebé. Ademés, para D. W. Winnicott la experiencia del Propio nacimiento e infancia, si bien reprimidos, son Parte de la madre y aportan su cualidad al cuidado materno. n A partir de las propias experiencias y el deseo de la maternidad se desarrolla en la mujer la capacidad de crear en la fantasia un hijo vivo. “El comienzo de los nifios es en el momento en que son imaginados."(?) B La preocupacién maternal prima Este concepto fue utilizado por D. W. Winnicott pa- ra describir el estado psicolégico especial en que se encuentra la madre durante el primer tiempo de la crianza del bebé. Son los cuidados corporales y la elaboracién imaginativa de la relacién con el hijo los que caracterizan este estado. Apartir de una identificacién creciente, la madre le brinda sostenimiento emocional y apoyo yoico en la etapa de dependencia absoluta, previa a la integra- cién del yo infantil. Asu vez, es capaz de preservar al bebé de sus ex- periencias y sentimientos personales de frustracién o enojo. Trata de no ser vengativa y, si se halla altera- da por razones ajenas, espera hasta recuperar su equilibrio antes de relacionarse con su hijo. No Io in- vade con sus estados de énimo ni sus ansiedades. © El holding Segiin las diferentes versiones, este término ha si- do traducido como “sostenimiento” o “amparo” El concept de holding fue utilizado por D. W. Win- nicott para describir una conducta emocional de la madre respecto del bebé, que involucra aspectos tanto fisicos como emocionales. 72 En la etapa de sostenimiento, el bebé precisa cier- tas condiciones ambientales que satisfagan sus ne- cesidades fisioldgicas. A su vez, necesita que este sostenimiento sea estable y digno de confianza, mas alla de la estabilidad real del entorno. Esto se logra gracias a la identificacién emocional de la madre. Cuando el sostenimiento funciona adecuadamen- te, la criatura no es capaz de reconocer la provision ambiental. Sdlo cuando falla, el nifio toma concien- cia, no del fallo sino de los resultados de dicho fallo. Este holding es esencial para el desarrollo emo- cional temprano, tanto que sus fallos originardn dis- tintas estructuras psicopatologicas. La no integracién es caracteristica del bebé asi como su potencial tendencia al desarrollo. Estos s6- lo son posibles con el adecuado sostenimiento. El soporte materno sosticne al yo inmaduro, que. puede experimentar sin desorganizarse, sentando las bases para la integracién. Las funciones de sostenimiento implican proteger contra la irrupcién pulsional, tomar en cuenta la sen- sibilidad del bebé en términos corporales (tacto, tem- peratura, audicién, vision, accién de la gravedad). Reconocer y aceptar el estado narcisista, con el con- siguiente desconocimiento del no-yo por parte del bebé. Adaptarse al ritmo Unico y original de cada criatura. Acompafiar los sutiles cambios, tanto fisicos como psiquicos, que aparecen durante el crecimien- to, implementando “una adaptaci6n viva a sus nece- sidades”” Aesta adaptacién dinamica se refiere D. W. Win- nicott cuando define la funcién de la “madre suficien- temente buena”. No se refiere a un ajuste perfecto sino a un movi- 73 miento flexible de adaptacién-desadaptacién que acompafia los ritmos y cambios del bebé. Habitualmente esta aptitud surge en forma natural e intuitiva desde la madre, generando en el bebé la experiencia de continuidad de existir. Si el holding fracasa, la continuidad existencial se interrumpe y el sujeto vive amenazado por las angus- tias primitivas. Esta amenaza dafia tanto la integra- cién como el desarrollo, promoviendo defensas tem- pranas de desintegracién o una tendencia al auto- sostenimiento precoz y defensivo. Esta experiencia de haber estado en contacto con las angustias primitivas y las vivencias de confusion y desintegracién, deja una marca traumatica en el Psiquismo. La organizacién de defensas tempranas de emergencia genera una escisién del se/fcon el fin de mantener sitiado el trauma, que queda asi inscrip- to en el inconsciente no reprimido, sin acceso al re- cuerdo ni a la palabra, pero con la potencialidad de actualizarse en vivencias angustiosas. El temor de “ser dejado caer” y de perder la unidad psicosométi- ca se reactivara a lo largo de la vida. D La funcién del padre y la familia D. W. Winnicott afirma que, si bien el padre como persona, puede cumplir funciones afines a las de la madre, es importante en cuanto a ciertas cualidades especiales que configuran una funcién paterna dife- rente a la materna. El papel del padre, ademas de su colaboracién en la funcién de sostén, representa al “ambiente indes- tructible” que acompajia a la unidad madre-bebé y 74 T mas adelante a la relacién madre-hijo. Las primeras nociones de la funcion paterna se or- ganizan en el nifio a partir de ciertas cualidades de la madre: la firmeza, la severidad, el orden, la autori- dad. Gradualmente estara en condiciones de recono- cer al padre como persona diferente de la madre. La presencia del padre permite a la madre cumplir su propia funcidn, sin tener que hacerse cargo de las caracteristicas paternas, y dejando lugar al desplie- gue de diferentes sentimientos y experiencias en el nifio, en relacién con cada uno de sus progenitores y el vinculo entre ellos. Mas adelante, el padre podra aportar nuevos as- pectos del entorno a las experiencias infantiles. Asi incluird su lugar en el mundo social, sus intereses la- borales, sus valores e ideologia También, la posibilidad de abrirles el mundo a los hijos, acompajiandolos en sus salidas, en sus jue- gos, y en el aprendizaje de nuevas experiencias. La estructura familiar, fundada en la pareja paren tal, funciona como espacio transicional entre el nifio con sus relaciones més préximas, y la vastedad del mundo social. Cumple la doble funcién de protegerlo frente a las exigencias del medio y a la vez de abrir- le el camino hacia nuevas relaciones. A partir de alli, se instauraran tanto los vinculos afectivos mas intimos y confiables, como la posibili- dad de desenvolverse en ambientes mas amplios y de establecer relaciones de amistad, de esparcimien- to compartido y, mas adelante, de intereses labora- les. Asi como la madre organiza la aparicion gradual de la realidad en el psiquismo del bebé, la familia ad- 78 ministra la transicién entre el mundo intimo y cerca- no y la realidad social circundante. Permite una gra- dual permeabilizacién de los vinculos con el éntorno a través de la incorporacién de los miembros de la fa- milia ampliada: abuelos, tios, primos. ‘También acompaiia en el ingreso a la escolaridad y a las actividades sociales y culturales, ampliando asi el mundo del nifio, que se encuentra a la vez pro- tegido del exceso de estimulos externos y acompa- fado en su exploracién del mundo e insercién en la sociedad. 76 Bibliografia Winnicott, D. W.: - El proceso de maduracién en el nifio, Ed. Laia, Bar- celona, 1975. (1) Primera parte. Cap. 3: “La teoria de la relacién paterno-filial.” 7 Capitulo 2 Dependencia y capacidad para estar a solas* Para D. W. Winnicott, el bebé como entidad no puede ser estudiado sino en relacién con la unidad de cuidado madre-bebé. Esto es asi porque la de- pendencia es, en un principio, un hecho ineludible de la realidad. La dependencia es absoluta en el mo- mento en que el nifio no es capaz de reconocer el cuidado materno ni a la madre como objeto. La de- pendencia es relativa, cuando el objeto es reconoci- do y los fallos ambientales comienzan a ser percibi dos como tales, Hay también un “camino hacia la in- dependencia’, que nunca llegara a ser absoluta. En su transcurso el individuo desarrolla recursos propios para prescindir del apoyo ambiental, a partir de la confluencia de varias experiencias: la acumulacién de recuerdos, la introyeccién de los cuidados mater- nos, la comprensién intelectual, la confianza en el ambiente. Aqui surge otro de los conceptos clave de la teo- ria winnicottiana: el desarrollo de la capacidad para estar a solas. Esta capacidad, dice D. W. Winnicott, se basa en una experiencia paraddjica de la primera infancia: la de estar solo en presencia de la madre. La adquisicion de esta capacidad seria un signo importante de madurez, y es transicional en la medi- da en que se preservan tanto la relacién con e| mun- * Este capitulo es parte de un articulo presentado en las Vill Jomadas Psicoanaliticas de la APU, Montavideo, 1999. 79 do interno como la conexién con la realidad. La no- cién de la existencia del otro es esencial. Al comienzo, la inmadurez del yo es compensada por la presencia de la madre. Gradualmente ésta se- ra introyectada, y esta introyeccién podra acompafiar ‘en los momentos de soledad real En la etapa intermedia, la figura de una madre no intrusiva pero presente permite al nifo experimentar con sus impulsos sin riesgo de desborde, a la vez que sin temor al abandono ni a la persecucién exter- na En el camino de la dependencia absoluta a la in- dependencia, D. W. Winnicott sefiala tres hitos: la in- tegracidn, la personalizacién y los comienzos de la relacién de objeto. Estos logros no se alcanzan con- secutivamente, ni de manera definitiva: se superpo- nen, se hallan y pierden, se allmentan entre si, a lo largo de toda la vida de un individuo Las patologias de la capacidad para estar a solas son, en un extrema, el aislamiento esquizoide o nar- cisista, y en el otro la dependencia patolégica, las adicciones a sustancias, objetos 0 personas. Estas pueden comprenderse desde distintos ejes tedricos. A En relacién con la transicionalidad y el objeto transicional Existe un estilo adictivo que se expresa tanto en las relaciones interpersonales como en otras formas de adiccién. En estas personas predominan la dependencia 80 emocional o formas reactivas de independencia que enmascaran adicciones secretas. En la relacién adictiva los otros son utilizados pa- ra aplacar una sensacién de ansiedad intolerable y un persistente sentimiento de soledad. Esta vivencia de soledad se origina en el tipo de relacién que se establece con los objetos, mas alld de que muchas veces Ia persona termina realmente sola. Las expresiones “me siento solo, estoy solo, tengo miedo a la soledad” aparecen con frecuencia en el padecimiento de estos pacientes. Clinicamente observamos una extrema depen- dencia, a la vez que una explotacion 0 abuso respec- to del objeto, con la compulsion a consumir, incorpo- rar 0 poser perentoriamente a éste. Se establece un lazo especial, intenso y exclusivo, amorusu y Ugspolivy entre el sujetu y el ubjeto. Ob- jeto deseado y temido, idealizado y siniestro. Odiado y amado. Relacién pasional de dependencia y fasci- nacién, pero también de temor y sometimiento. Esta es la marca de la relacin con el objeto transicional patolégico o fetichizado. El objeto de a adiccién es vivido como un objeto omnipotente que puede brindar la totalidad de la sa- tistaccién: puede aplacar la angustia, colmar el de- seo, calmar la necesidad, como la madre en los pri- meros tiempos de vida. Aqui el objeto “fetichizado” impide el reconoci- miento y la elaboracién de la ausencia. El telén de fondo serd la angustia de separaci6n. Este estilo de relacin se origina en‘un accidente particular durante la elaboracién de los pares satisfaccién-frustracién, unién-separacién. Recorde- a1 mos que en el desarrollo humano algunos objetos son ofretidos desde la madre y elegidos por el nino para favorecer esta transicién y proteger al sujeto tanto de la pérdida del objeto como del riesgo de fu- sin con él. En la estructura adictiva los objetos transicionales, que debieron abrir el camino al deseo y al pensa- miento, se hallan sobreinvestidos, ocupando un lugar de privilegio en la dinamica psiquica y obturando el despliegue simbdlico. En el origen de esta conducta se encuentran cier- tas experiencias infantiles: la crianza se produjo en un estilo en donde la relacién se establece mas con las cosas que con las personas. Desde ese momen- to el individuo aprende a depender de objetos con- cretos que le alivian las necesidades a la vez que le aplacan la ansiedad. Aqui vemos un fallo en lo, que D. W. Winnicott denomino “presentacion del objeto”. La adiccién seria entonces consecuencia de una falla en la relacién de objeto, negada por la interposi- cién de objetos concretos. Las caracteristicas de la relacién son la voracidad, la posesividad, la descon- sideracién por el objeto, la alternancia permanente entre idealizacién (cuando la necesidad se incremen- ta) y denigracién (cuando la necesidad disminuye). Paralelamente, el adicto no estableceré una rela- cién verdadera con el otro que implicaria el compro- miso de reconocerlo y cuidarlo. Sdlo utiliza objetos que supuestamente controla y puede tomar y aban- donar a voluntad. Finalmente tratard a las personas como cosas, que sdlo tienen valor en la medida en que ¢I las necesita. 82 B A partir de la capacidad de preocuparse Por el otro Aqui nos remitimos al concepto que D. W. Winni- cot llamé capacidad para la inquietud, o capacidad para preocuparse por el otro. Esta surgiria como una necesidad de poner un limite al amor despiadado, aquel que no toma en cuenta al objeto. EI desarrollo de la capacidad para la inquietud, fa- vorecida por el entorno temprano, es la que permitira la conservacién del objeto, al tiempo que cierto gra- do de satistaccién posible. Para esto serd necesario que los componentes agresivos puedan sufrir una transformaci6n en el sentido de la sublimacién, que lleva implicito un reconocimiento e integracién de los sentimientos ambivalentes. En caso contrario, éstos persisten no integrados y adquiriran modos de expre- sin sintomaticos como la formacién reactiva o, en este caso en particular, el funcionamiento alternante idealizacién-denigracién del objeto. En ciertos casos, cuando el medio ambiente ha fa- llado en ayudar al nifio a tolerar en si los sentimien- tos contradictorios, para permitirle resguardar de su agresi6n a las personas que le importan, la ambiva- lencia adquiere caracteristicas extremas e intolera- bles. Asi, estas personas demandan todo de aquellos a quienes quieren, y no toleran ninguna frustracion, ya que en ese caso aparecen la rabia y la destruc. cién. En las personalidades adictivas donde el encuen- {to amoroso con la madre fall6 en la infancia y la ca- pacidad para estar a solas no se instauré, persiste una necesidad y dependencia extrema de los otros al mismo tiempo que una intensa rabia por tener que 83 depender y una gran intolerancia a que fallen. Esas personas usan a los otros sélo para calmar su ansie- dad y no pueden tolerar una verdadera relacion con ellos. C Respecto del uso del objeto Aqui ubicamos, segun D. W. Winnicott, el fallo en el pasaje de la relacién (subjetiva) al uso del objeto (externo y diferente) y, en general, del pasaje del ob- jeto de la satisfaccién pulsional al objeto amoroso, 0 también del objeto parcial al objeto total. Es en este punto donde se genera la dependencia o adiccién con sus particulares caracteristicas de urgencia, in- capacidad de espera, intolerancia a la frustracién, irreemplazabilidad. Cuando el estado de necesidad es extremo, la otra persona aparece como idealizada y valiosa, y surgen sentimientos de desesperacién por estar jun- to alla. ‘Apenas esta necesidad es saciada, el individuo, avergonzado de su dependencia, siente rencor hacia aquel a quien tanto necesita. Se desprecia a si mis- mo y, para calmar su sentimiento de inferioridad, des- precia altaneramente a aquel al que “ya no necesita”, en un alarde de autosuficiencia vengativa,‘a la mane- ra de un triunfo maniaco. La permanente explotacién de los otros donde se alternan idealizacién y desprecio produce intensa an- gustia, en primer lugar a causa del sentimiento de culpa generado por la agresividad y el miedo de ha- ber destruido el objeto; pero también por temor a la venganza y al abandono de los otros. a4 Podriamos decir que la angustia tendr entonces un componente mas depresivo —la culpa— y un componente mas persecutorio —el miedo— que pueden reforzarse 0 aparecer en forma altemada, segun las caracteristicas de la personalidad total. Aqui aparecen el sentimiento de soledad —a ve- ces distrazado bajo la apariencia de independen- cia—, y la busqueda desesperada de nuevos objetos acompafiantes que aplaquen la angustia. Pero el individuo no puede evitar repetir este modelo de rela- cién. Con lo cual el ciclo necesidad-idealizacién- desprecio-angustia-soledad se realimenta nueva- mente. D Las dos formas clinicas En algunos individuos apareceran la ansiedad, la dependencia, el sometimiento, la necesidad extrema de estar con alguien sentido como tinico e irrempla- zable. En otros, tomara la forma de arrogancia, de autosuficiencia y de desapego, como modos react vos de independencia. También se observa la alter- nancia de las dos formas en un mismo sujeto: perio- dos de intensa dependencia y otros de cambio com- pulsivo de objetos En ambos casos observamos con frecuencia adic- ciones paralelas o aun alternativas, que aparecen o se agravan ante los fracasos afectivos: cigarrillo, al- cohol, pero también las compras compulsivas, la TV, el teléfono, y aun la actividad fisica excesiva; todas cosas que pueden tener un funcionamiento de reem- plazo, ocupando el lugar del objeto faltante. Comprar, comer, consumir, usar, funcionan como 85 vactos-sintoma que condensan miitiples sentidos: la descarga de la pulsién, la autorreparacion amorosa por la deprivacién afectiva, la apropiacién vengativa a la manera de un robo, los componentes autodes- tructivos en busca de castigo: comer lo que hace da- fio, alcoholizarse o drogarse, los acting sexuales compulsivos y promiscuos. La ferocidad y la depre- dacién son los rasgos centrales del vinculo con el otro. De cualquier modo, ambas formas clinicas remiten a una ausencia de un buen objeto interno, y necesi- tan desesperadamente del otro para incorporarlo o negarlo. La presencia constante del objeto real externo re- sulta indispensable debido al fallo en la constitucién del objeto interno, y por lo tanto de la capacidad pa- ra estar a solas. Existe una incapacidad de establecer vinculos ver- daderos con los otros que implicarian la estabilidad, la aceptaci6n de los limites y las diferencias y el re- conocimiento sin rabia de la dependencia reciproca que toda relacién humana implica. 86 Capitulo 3 Integracion, personalizacion, relacion con los objetos Al nacer, el bebé es una persona en potencia. Es- te potencial tiende a desarrollarse, tanto en creci miento fisico como en la parte psiquica. Las tenden- cias heredadas se hallan en ambos aspectos, y de parte de la psique incluyen las que llevan a la integra- cidn. El propio ser del bebé comienza cuando co- mienza su yo, y esta primera organizacién, que trae Por resultado la continuidad de existir, es el funda- mento de la identidad. “Resulta util pensar que la integracién surge de elementos motores y sensoriales, es decir, de-la ma- teria basica del narcisismo primario. Esta adquiriria una tendencia hacia un sentido existencial."(t) Al comienzo, el bebé no puede separarse del am- biente, no percibe la diferencia entre lo que es yo y lo que es no-yo. Si el ambiente es bueno, la continuidad de la linea de la vida origina una totalidad, que comienza cuan- do el bebé alcanza una condicién unitaria. Esta le permite el “yo soy’, el estado de integracién que sur- ge gradualmente en el momento de la dependencia absoluta. Al principio no existe la vivencia de un self propio integrado. Aquello que D. W. Winnicott llama globalmente “procesos de integraci6n” se halla en realidad confi- 87 gurado por tres mecanismos que se articulan y su- perponen entre si: la integracion, la personalizacién y la relacion con los objetos. A La integraci6n Integrarse significa la reunién de los componentes psiquicos y somaticos de las experiencias emociona- les. Gradualmente esto incluye la orientacién espa- cial y la nocién de! tiempo. El ambiente podra ser reconocido como extermo y a la vez permanente, independientemente de la om- nipotencia del nino. Aqui, el sostenimiento materno (holding) es el que provee las condiciones para la integracién. Sostener significa cuidar al bebé de la irrupcidn de situaciones externas traumaticas, y también cubrir sus necesida- des y contener la irrupci6n pulsional. Asi, el yo inma- duro se fortalece transitoriamente gracias al soporte materno, que permite tanto la integracién gradual co- mo el retorno sin riesgo a situaciones de no integra- cion. Cabe aqui aclarar la articulacién del concepto de integracién con el de desintegracién por una parte, y el de no integracién por la otra. La desintegracién corresponde a un mecanismo de defensa muy primitivo, organizado por el bebé an- te un fracaso masivo del sostenimiento. Implica la produccién activa del caos por el psiquismo infantil, como un intento de controlar la angustia inconcebible provocada por la ausencia de auxilio del yo materno. La no integracién corresponde a un estado normal del bebé, que puede permitirse permanecer relajado 88 en tanto la madre se hace cargo de la funcién de sos- tén, La integracién no es necesaria en forma perma- nente. Si el ambiente es confiable, la integracién psi- quica normal conservard la capacidad de regresar a estados de no integracién. Estos seran precursores de la capacidad del adulto para relajarse y disfrutar de la soledad, experiencia que provee las condicio- nes para la creatividad. Es importante aclarar que el yo materno no funcio- na como una prétesis en la funcién de holding, sino que provee el marco contenedor para que el yo débil gjercite las experiencias instintivas. Solo de este ejer- cicio totalmente personal surgira una integracién ver- dadera y auténoma. Esto mismo lo observamos en el tratamiento de pacientes graves, en relacién con el encuadre tera- péuticn No se trata de proveerle al paciente aquello que le falté en su entorno temprano, sino de instau- rar las condiciones de confianza y sostén que le per- mitan organizar los limites de su propio yo. B La personalizacion El proceso siguiente a la integracién es la perso- nalizacién. Este término, en el contexto de la obra de D. W. Winnicott, significa integracién psicosomatica 0, en palabras del autor, “que la psique habite el so- ma”. De este modo el nifio tiene un adentro y un afuera, y también un esquema corporal. Las funciones de incorporar y expulsar adquieren sentido, y se reconoce una realidad psiquica propia. D. W. Winnicott relaciona la personalizacién con otro aspecto de la provisién ambiental: el handling, 39 traducido por los términos “manipulacién” o “asisten- cia corporal”, “Sin una manipulacién activa y adaptativa satistac- toria, es muy probable que realizar la tarea desde adentro resulte dificil 0, de hecho, imposible para que quede instaurado como es debido este desarrollo de una interrelacién psicosomatica."(") Una manipulacién adaptativa supone que la per- sona que cuida al nifio es capaz de tratarlo junto con su cuerpo, dando por sentado que ambos forman una unidad (no como un mufieco, sino como una per- sona). El logro de la personalizacién dard como resultado una buena coordinacién psicomotora, disminuyendo el riesgo de las enfermedades psicosomaticas, y a la vez serd fuente de una relacién con los objetos, don- de cuerpo y objetos se hallen presentes y no disocia- dos. € La relacién con los objetos La ultima etapa de los procesos de maduracién tempranos es la capacidad para relacionarse con los objetos. Aqui la funcién del entorno se hace importante en cuanto a la forma de presentar los objetos. Ya hemos visto, en relacién con el fendmeno de ilusion y los ob- Jetos transicionales, la capacidad materna para ofre- cer objetos que el nifio pueda crear y a la vez descu- brit. En este sentido, la funcién materna no se reduci- ria a satisfacer al bebé, sino que implicaria la posibi- lidad de que éste “descubra al objeto y se las arregle 90 con él". El nifio experimenta desde la omnipotencia primaria, libre de intrusiones y, por lo tanto, sin nece- sidad de reaccionar a ellas, y asi vive la experiencia de crear los objetos que luego podra amar. La nocién de omnipotencia primaria no correspon- de a la idea de alucinacién sino al concepto de crea- cién, en que fantasia y realidad se corresponden. Es la madre, con su adaptacién casi perfecta, la que proporciona al bebé la oportunidad de vivir una “bre- ve experiencia de omnipotencia”. La desadaptacion gradual lo hard ingresar al principio de realidad. En esencia, no podemos hablar de evolucién gra- dual. La posibilidad de funcionar por momentos de acuerdo con el principio de realidad, conservando otros de omnipotencia, permite la instauracién de una relacién adecuada con la realidad, preservando tanto el principio del placer como la capacidad de ilu- sion. Sintetizando, recordemos que tres son las funcio- nes que adquiere el yo infantil, y cada una de ellas forma un par con un aspecto de la provisién ambien- tal. La integracién se produce gracias al holding, la personalizacién por obra del handling, y la capacidad de relacionarse con objetos se desarrolla gracias ala aptitud materna para la presentacién de objetos. D Las angustias primitivas D. W. Winnicott llamo “angustia inconcebible” a aquellas ansiedades muy primitivas a las que se ha- lla expuesto el bebé en la etapa de dependencia ab- soluta, en ausencia del soporte ambiental. Estas son a1 la matriz de las angustias psicoticas. Las clasificd se- gun varias modalidades de vivencia subjetiva: frag- mentarse, caer interminablemente, no tener relacion con el cuerpo, no tener orientacién en el espacio. Estas generan una reaccién en el bebé que inte- rrumpen la continuidad de existir, produciendo defen- sas de desintegracién o integraciones precoces inamovibles. Todos estos mecanismos llevan a defor- maciones del yo que daran lugar a distintas patolo- gias 92 Bibliografia Winnicott, D. W.: - El proceso de maduraci6n en el nifio, Ed. Laia, Bar- celona, 1975. (1) Primera parte. Cap. 4: “La integracién del ego en el desarrollo del nifio.” 93 Capitulo 4 El desarrollo de la agresion* La otra linea que D. W. Winnicott recorre para éx- plicar el desarrollo emocional es la de la agresividad, sus transformaciones y destinos. Del manejo de la agresién deriva en gran parte la capacidad creadora y constructiva del ser humano. Estos impulsos innatos sufren una serie de modifica- ciones. Su destino estard en estrecha relacién con el comportamiento ambiental. La madre, al decir de D. W. Winnicott, debera ser capaz de contener la des- carga agresiva del bebé, recibiendo tanto su impulso cruel como su capacidad de aportar algo, “sin morir- se ni vengarse”. Varias son las formas patolégicas posibles de la agresi6n, desde la inhibicién neurdtica hasta la psico- patia. Pero un destino es esencial, y hace tanto al desa- rrollo del individuo como al de la civilizacién: la capa- cidad de construir, heredera del impulso destructor. El uso de la agresién libidinal que no se vuelve con- tra uno mismo ni destruye al otro, que no es melan- cédlica ni paranoide, que se expresa con plena con- ciencia de su necesidad de ser utilizada, sin culpa ni miedo, también sin rabia ni rencor, “sin morirse ni vengarse’ * Este capitulo es parte de un articulo entregado para el bro Winnicott en Latinoamérica que va a publicarse en 1995. 95 A Los origenes de Ia agresividad Para D. W. Winnicott, la agresion y la destructivi- dad tienen origen en la vitalidad y actividad muscular primaria del bebé, aportando su intensidad a los im- pulsos eréticos. Es una fuente pulsional esencial junto con el amor. En un segundo tiempo podra corresponder a una reaccién airada ante la frustracién. ‘Al comienzo la destruccién sdlo puede ocurrir en forma involuntaria, como componente desconsidera- do de la avidez por el objeto. Acompafia al amor ins- tintivo, y no tiene una intencionalidad en el sentido de la ira 0 el odio. D. W. Winnicott lo llamara “amor des- piadado". El ejercicio de la agresividad resulta placentero y excitante por la satisfaccion pulsional. Mas tarde, a partir de la integracién del yo y los objetos, podra ser vivenciada y comprendida en términos de sentimien- tos de odio. A estos impulsos primitivos fusionados con los im- pulsos erdticos se les agregaran impulsos destructi- vos hacia los objetos, seguramente acompanados de fantasias. Aqui surge la originalidad del enfoque de D. W. Winnicott: cuando e! objeto sobrevive al con- junto formado por la fantasia y el impulso de destruc- cion, adquiere cualidad externa y, a la vez, cualidad de permanencia. Este es el momento en que el obje- to podra ser usado como otro diferente del yo, y es el origen de las relaciones de objeto. El objeto es destruido en la fantasia inconsciente, pero sobrevive en la realidad. La supervivencia del ‘objeto permite descubrirlo y relacionarse con él, ac- cediendo a las relaciones objetales y al reconoci- 96 miento de los otros como diferentes y externos al yo. El primer objeto sera la madre —catectizada pri- mero en forma narcisista, destruida luego en la fan- tasia inconsciente, y sobreviviendo a la omnipotencia infantil—, quien ofrecer la oportunidad de pérdida y reencuentro con el mundo a través de la ruptura de la continuidad narcisista y la recuperacién del objeto extemo por medio del vinculo afectivo. La relacién es al comienzo subjetiva, el objeto es solo soporte de proyecciones. Si sobrevive a la des- carga agresiva, el otro podra ser encontrado y perci- bido objetivamente. A partir de alli se puede estable- cer una relacién verdadera con él. Adiferencia de las teorias psicoanaliticas clasicas, en donde es el encuentro con el objeto externo el que desencadena la agresi6n, aqui es la agresién quien crea la exterioridad. En un segundo tiempo padra darse el caso de que la imposibilidad de controlar omnipotentemente el objeto externo, con la consi- guiente frustracion, genere realmente un ataque de ira. Solemos creer que el odio y la destructividad son una reaccién al encuentro con el principio de reali- dad. Sin embargo, es la agresién la que permite re- conocer al objeto externo. Para D. W. Winnicott, existe un primer tiempo en que el impulso destructivo crea la exterioridad, y un segundo tiempo en el que la agresién surge como consecuencia de la frustracién que impone la reali- dad. A partir de alli postularé el desarrollo de una nue- va capacidad: la capacidad para la inquietud (0 capa- cidad de preocuparse por el otro), proceso que co- mienza durante el segundo semestre de vida, y se 7 consolida alrededor de los dos ajios. Este proceso seria preedipico, y sdlo si se ha instaurado adecua- damente, la organizacion del superyé edipico tendra un sentido compatible con la salud psiquica Esta capacidad —que para D. W. Winnicott impli- ca reconocer la propia responsabilidad en las relacio- nes en las que estan involucrados los impulsos ins- tintivos— se hallaria en la base de muchos juegos y tenémenos constructivos. En la etapa de dependen- cia relativa, el bebé busca la satisfaccién instintiva sin interesarse por el destino del objeto que lo satis- face. Gradualmente, estara en condiciones de reco- nocer que aquello que él destruye cuando esta exci- tado es lo mismo que valora en los intervalos de quietud. A partir de alli, lograré la integracién de la ambivalencia, y la posibilidad de inquietarse por el objeto y preservarlo de su propia destructividad. B La respuesta del entorno \ La agresion es innata, junto con el amor. Sin em- bargo la actitud de! ambiente del nifio hacia estos im- pulsos basicos marcaré el destino de la agresividad y la capacidad de amar de cada uno. Solemos pensar que la posibilidad de reparar sur- ge como consecuencia de la culpa por el dafio cau- sado. Sin embargo, en la infancia, cuando el nifio no es atin consciente de sus actos, la situacién puede ser vista a la inversa. Es la oportunidad de reparar brindada por los pa- dres, la que hace posible para el nifio la confianza en su aptitud amorosa, favoreciendo la adquisicién de la capacidad de preocuparse por el otro, mientras se 98 hace responsable de los propios impulsos destructi- vos. Alli aparece el interés por el autocontrol como forma de preservar lo que se ama. D. W. Winnicott usar una imagen original para in- dicarnos la calidad de las relaciones del bebé con la madre: hablara de una madre-objeto y de una madre- ambiente. La madre-objeto seria la poseedora del objeto parcial que satistace la necesidad urgente. Es el blanco de la experiencia excitada respaldada por la descarga pulsional. La madre-ambiente sera la persona total, que satistace ademas necesidades del yo. Es la que recibe el afecto del bebé en una rela- cién més tranquila, la que permanece viva aun cuan- do la necesidad pulsional ya ha sido satisfecha. El ni- fio se alimenta de la madre-objeto, la madre-ambien- te sostiene la experiencia y sobrevive a la descarga instintiva Dira D. W. Winnicott: “Conforme a esta terminologia, la madre-ambien- te recibe todo cuanto pueda llamarse afecto y coexis- tencia sensual, en tanto que la madre-objeto pasa a ser el blanco de la experiencia excitada, respaldada por la burda tensién de los instintos."4) En cierto momento, y a partir de la repeticin con- tinuada de esta experiencia, el nifio comienza a sen- tir angustia por la destruccién de la madre-objeto, a la vez que una creciente confianza en su-capacidad de ofrecer algo a la madre-ambiente. Esta posibilidad —proxima a la idea de reparacién en Melanie Klein— se diferencia claramente en la teoria de D. W. Winni- cott, ya que él no hablard de sentimiento de culpa, si- no de una inquietud que implica dejar en suspenso el sentimiento de culpa por un breve periodo, en el que sigue siendo posible la oportunidad de reparacion. 99 En este esquema no hablamos de reparacién en sen- tido estricto sino de la posibilidad de aportar algo a la relacion. Solo si esa oportunidad desaparece, el sentimien- to de inquietud surgird como tristeza o culpa. Es evi- dente que el lapso de suspensién de la inquietud hasta su transformacién en culpa depende del mo- mento madurativo del nifio, y de su capacidad para mantener viva la imagen interna del objeto, a la es- pera de la reparacion. Es la madre-ambiente la que brinda la oportunidad de reparacién y la madre objeto la que sobrevive. En estas circunstancias el bebé adquiere la capacidad de preocuparse por el objeto. Cuando la madre real fracasa en su funcién, apareceran las defensas pri- mitivas de escision y defusion de la agresividad. Si la madre es capaz de recibir la contribucion, que en un momento puede estar representada por la sonrisa del bebé luego de haber sido alimentado por el pecho, se instaura lo que D. W. Winnicott llamara un “ciclo benigno”. Un ciclo benigno es lo contrario de una relacién paranoide, en la que la persecucién y la desconfianza se realimentan. Aqui la madre confia en la capacidad reparadora del bebé, lo cual acre- cienta en el bebé la confianza en su propia capaci- dad reparadora, no necesitando del despliegue de seatimientos persecutorios respecto de la madre, y realimentando su confianza en el ambiente. Cuando la madre no responde adecuadamente, los esfuerzos reparatorios resultan intttles, el nifio se ve invadido por un sentimiento de culpa patolégico que lo lleva a perder parte de su espontaneidad, o se instala la ausencia del sentimiento de culpa con con- ductas agresivas y sin confianza en el ambiente. 100 r En todo este proceso esta implicita la percepcion por parte del nifio de su propia integracién en el tiem- po, y de la permanencia temporal del objeto. Este planteo lleva a D. W. Winnicott a una cons- truccién paraddjica que complementa en forma inte- resante la teoria kleiniana de la posicion depresiva: “No es el reconocimiento de la propia destructivi- dad el que produce la posibilidad de reparacién, sino que son las experiencias constructivas y creativas las que permiten reconocer la propia destructividad.” () C Las alternativas patolégicas La agresién puede tomar varios caminos, que pa- ra D. W. Winnicott se hallaran en estrecha relacion con la respuesta ambiental: el desarrollo normal de la capacidad para la inquietud, y dos alternativas pato- légicas. La primera es la no adquisicién de ta capacidad para la inquietud. El nino pierde la esperanza en su propia capacidad de reparar, cuando desde el am- biente no se le brinda la oportunidad para hacerlo. La falta del sentimiento de culpa es caracteristica de los antisociales y psicopatas. Falla también la capacidad de reparacion. Si ademas, en la historia edipica, el supery6 no se ha estructurado adecuadamente, los impulsos que- dan en estado anarquico y no hay control de ninguna clase: ni el autocontrol que provenia del yo, ni el con- trol impuesto por el entorno. En estos casos, el individuo no es capaz de domi- nar su agresividad, y lo Gnico que puede contenerlo es el limite externa real 0 el miedo al castigo. Muchas 101 veces, sdlo el encierro 0 las rejas de una cércel po- nen freno a una destructividad que el propio sujeto no puede manejar. La otra alternativa patoldgica se orienta en el sen- tido de la neurosis. En ese caso el nifio ha sido so- metido a valores que no tienen relacién con su mun- do interno. Allli se instaura la neurosis con un despro- porcionado sentimiento de culpabilidad. En este caso, la posibilidad de experimentar con las propias pulsiones queda coartada por la repre- sién ambiental. En vez de un yo fuerte que disfruta con el autocontrol, se desarrolla un superyé cruel y acusador. Aqui veremos un cuadro que puede tomar rasgos obsesivos 0 melancdlicos. EI sujeto se halla atemorizado por sus pulsiones erdticas y agresivas y por sus propias fantasias, que son entonces reprimidas. El comportamiento hacia los objetos es sumamen- te cuidadoso y obediente, pero el individuo pierde la capacidad de amar y crear. En esta alternativa aparece el sentimiento de cul- pa exagerado y enfermizo, con aspectos positivos y destructivos. En este caso, la ley de la cultura y las prohibiciones que la vida en sociedad impone no se han construido sobre la capacidad infantil de cuidar a quienes quiere, sino desde afuéra, como mandato. En egos casos, el nifio contiene su agresividad a través de un excesivo control, volviéndose rigido y formal. Sus impulsos quedan inhibidos y la conse- cuencia es la pérdida de la espontaneidad y la crea- tividad. Cuando las reglas y normas son impuestas desde 102 afuera sin la experiencia previa de “preocuparse por el otro”, la crianza y la educacién tendrén el estilo de un adiestramiento, internalizando una serie de fun- ciones sin que éstas sean procesadas por el yo. Con esto, el sujeto logra una adaptacién razonable a la sociedad, cumpliendo con normas basicas de com- portamiento, pero no tiene participacion creativa en la capitalizacion de sus logros; por lo tanto, no le per- tenecen, quedando éstos a la manera de corteza co- mo “falso self’. Las relaciones objetales y la capaci- dad de amar se limitan debido a la pérdida del com- ponente agresivo ligado al amor. El correlato de este exceso de control artificial es un yo fragil e inmaduro que apenas puede sostener- se, y expuesto a la vivencia angustiosa de temor ala pérdida del control. D La agresividad en el mundo social D. W. Winnicott nos revela el componente agresi- vo implicito en cada intento de relacionarse con los objetos erdticos. Tanto la relacién amorosa como el aprendizaje 0 la adquisicin de bienes se hallan tefii- dos y reforzados por el impulso agresivo. ‘Sin embargo, a las personas y a la sociedad les cuesta aceptar que todo acercamiento a un objeto de amor involucra un aspecto voraz y destructor. Habra una normalidad y una patologia, segtin el grado de defusién de lo agresivo, o su integracién con los componentes eréticos, en las relaciones ob- jetales. A su vez, existen multiples disociaciones de lo agresivo ocultas en los comportamientos sociales. 103 D. W. Winnicott nos llama la atencién sobre las for- mas desplazadas de la agresin en la vida social, de- velando facetas agresivas en el comprar, el poseer, el comer compulsivamente como formas de satisfa- cer una necesidad de apoderamiento que implica vo- racidad y crueldad. La agresién contenida crea conflictos en el indivi- duo; también la proyectada sobre los otros, ya que origina sentimientos persecutorios. Es innecesario enfatizar los resultados de la agresién que se actia en forma directa, D. W. Winnicott se interroga acerca de los posibles destinos del impulso agresivo en el individuo y sus consecuencias en el Ambito social. La represi6n de la agresividad en los nifios impide su elaboracién e integracion adecuada, generando en el individuo adullu comportamientos quo agreden ala sociedad. Por eso el procesamiento de la agresi- vidad, de tal modo que no se reprima ni se actue, se hace esencial para la salud individual y la tranquili- dad del mundo social. “En ese caso habrd una falta de integracién de los elementos agresivos por intolerancia a la ambivalen- cia, la direccién por vias separadas del amor y del odio, y la represién de la agresividad con consecuen- cias individuales y sociales caracteristicas La escisi6n de los objetos en malos e idealizados alivia la culpa; sin embargo, impide la fusion del com- ponente agresivo con el amor dejando a su vez al ‘odio en libertad de aparecer en forma disruptiva. El otro destino implica una agresividad ligada al amor, a partir de la fusion de los elementos agresivos de la ambivalencia y de la configuracion de una rela- cién con objetos totales. 104 Esta alternativa preserva, sin embargo, la poten- cialidad de disociacién y recuperacién de lo agresivo al servicio del ataque y la defensa. “En la salud, el individuo puede ir atesorando la maldad en el interior con el fin de utilizarla en un ata- que contra las fuerzas externas que parecen amena- zar lo que él percibe que vale la pena preservar. Asi pues, la agresion tiene un valor social. Este valor... reside en el hecho de que la objetividad se ve preser- vada y al enemigo se le puede hacer frente con eco- nomia de esfuerzos. Entonces para atacar al enemi- go no hace falta amarle.”@) Creatividad y construccién Los distintos modelos familiares y culturales de ciianza y educacién no sélo originan las dos modali- dades patolégicas sino también un punto de espe- ranza.no utdépico para el ser humano: la responsabi- idad. La capacidad para la inquietud —término que D. W. Winnicott utiliza para hablar de la responsabili- dad— es la altemnativa que permite tanto el desarro- lo personal como una vida en el mundo. La actividad constructiva se originard entonces en una encrucijada donde participardn el ello, con sus pulsiones eréticas y agresivas, y el yo, con su capa- cidad de control. {Qué actitud del entorno puede inhibir el desarro- lo normal de la capacidad de construir? D. W. Winnicott utiliza el término “sentimentalismo" para referitse @ una modalidad de crianza 0 educa- cién basada en la negacién de la agresividad infantil 105 y construida sobre formaciones reactivas de aquel adulto que no puede reconocer su propia agresivi- dad. Estas actitudes “sentimentales” generan culpa en el nifio y le impiden la aceptacién de la agresién y su utilizacién constructiva. Cuando el medio ambiente es sentimental, el nifio no encuentra espacio para expresar y hacer recono- cer sus sentimientos agresivos y elaborarlos con al- gun tipo e actividad constructiva o reparatoria. En su lugar, puede mostrar conductas destructivas como una provocacién al medio que parece negar y desco- nocer la agresividad. El deseo de construir se apoya tanto en la satis- faccién sublimada de los impulsos destructivos, co- mo en la creciente capacidad de autocontrol lograda por el yo. La experiencia de sublimacién de la agresién apa- rece siempre que se realiza una tarea creativa. El control es también, en la medida en que surge de una necesidad interna del sujeto y no de una imposi- cién represiva, fuente de una calidad particular de placer, el que deriva de la destreza, del desarrollo de las propias habilidades, de los logros yoicos. Asi se desarrollan el mundo interno y la capacidad de autocontener los impulsos y las fantasias. Esta capacidad sirve al individuo para llevar a ca- bo acciones constructivas y preservar objetos ama- dos de su propia destructividad El autocontrol comienza a resultar placentero por los beneficios que aporta; la destreza en todos sus campos: fisico, intelectual y artistico. La consecuen- cia serd el incremento de la fuerza del yo, y por lo tanto de la autoestim: 108 “Finalmente, toda la agresién que no se niega, y por la que es posible aceptar responsabilidad perso- nal, puede utilizarse para fortalecer los intentos de reparacién y restitucién. En el trasfondo de todo jue- go, de todo trabajo y de todo arte, hay un remordi- miento inconsciente por el dafio realizado en la fan- tasia inconsciente, y un deseo inconsciente de éo- menzar a arreglar las cosas."(3) 107 Bibliografia Winnicott, D. W. - El proceso de maduracién en el nifio, Editorial Laia, Barcelona, 1975. (1) Primera parte. Cap. 6: “El desarrollo de la capaci- dad para la inquietud.” - Escritos de pediatria y psicoandlisis, Ed. Laia, Bar- celona, 1979. @) Tercera parte. Cap. 6: "La agresion en relacién con el desarrollo emocional.” = Deprivacién y delincuencia, Paidés, Bs. As., 1990. (9) Segunda parte. Cap. 10: “La agresin y\sus rai- ces.” (#) Segunda parte. Cap. 11: “El desarrollo de la capa- cidad de preocuparse por el otro.” 108 Capitulo 5 La tran Atravesado por la experiencia de cambio, el ado- lescente, desorientado e impaciente, busca un espa- cio para vivir. Entre la destructividad y la creatividad, entre la marginalidad y la sobreadaptacién, aun sin la posibi- lidad de aceptar transacciones. El adolescente transita por una zona de alto ries- go vital, alternando actitudes y modelos hasta el lo- gro de la integracién, la creacién de compromisos y el descubrimiento de la propia identidad. “Fundamentaimente es un periodo de descubri- miento personal, en el que cada individuo participa de manera comprometida en una experiencia de vi- da, un problema concerniente al hecho de existir y al establecimiento de una identidad."@) D. W. Winnicott llamé a esta etapa “fase de desa- liento malhumorado”. A Cambio, fantasia de muerte y muerte real Los enormes cambios y replanteos vitales en el adolescente ponen en movimiento impulsos y fanta- * Este capitulo es parte de un articulo presentado en el “Congreso La- tinoamericano de nifios y adolescentes”, FEPAL, Villa Cados Paz, Cér- \doba, 1994. 109 sias en relaci6n con la muerte. Si bien ésta es una fantasia que acompafia a todo cambio, aqui el riesgo de suicidio 0 accidente se vuelve real. Esta preocupacién reaparece desde diferentes perspectivas, en la obra de D. W. Winnicott. Sabemos que las fantasias de muerte acompanan a los sentimentos de odio del nifio en la etapa edipi- ca; sin embargo, su agresividad atin no resulta pel grosa para los padres y el mundo adulto. Enla fantasia inconsciente del adolescente, el cre- cimiento aparece ligado a la agresién, y la fantasia de muerte se transforma en fantasia de asesinato, con el agravante de que el adolescente tiene ya ca- pacidad y fuerza fisica suficientes para llevarlo a ca- bo. Por otra parte, el adolescente teme por su propia vida. La vivencia de riesgo es una variable que abarca varios sentidos: riesgo de perder la identidad por su- misién al medio social y familiar, riesgo de perderse y desmoronarse como individuo, riesgo de fracasar en el logro de un lugar valorado en el mundo, final- mente riesgo de aniquilarse en el camino de encon- trar la propia persona como objetivo tan esencial que puede hacer peligrar la vida misma. ‘También bajo la forma de sintomas © conductas autodestructivas en un amplio espectro que va des- de actos simbélicos de destruccién, hasta las formas més dramaticas de autodestruccién. Aqui pueden aparecer impulsos suicidas y aun lle- gar al suicidio real. Desde los fracasos en los estudios, hasta el mal- trato del propio cuerpo: bulimia, anorexia, lesiones cutaneas por agresién directa sobre un brote de ac- 110 | né, mutilaciones y marcas como los tatuajes, ciertos cortes de pelo, aritos, etc. Maltrato a los objetos amorosos, no sélo a los pa- dres sino también a la pareja y los amigos, con su consiguiente pérdida e inevitable sentimiento de so- ledad Violencia sobre los objetos concretos: descuido y destruccién de las cosas propias y ajenas que pue- den llegar hasta actos de vandalismo. También tas salidas, vacaciones 0 viajes con alto contenido de riesgo. La velocidad en motos 0 auto- méviles, y sin duda el consumo de alcohol y de dro- gas. El adolescente es esencialmente un ser aislado, y las relaciones que establece son de tipo narcisista. Sin embargo, son la repeticién y la superposicion de estos vinculos las que lo llevarén gradualmente a la capacidad de reconocer y tolerar las relaciones obje- tales. - en un grupo de adolescentes las diversas ten- dencias suelen ser representadas por los individuos mas enfermos. Un miembro del grupo toma una so- bredosis de una droga; otro guarda cama, afectado por la depresién; un tercero echa mano facilmente a su navaja. En cada caso, detrds del individuo enfer- mo, cuyo sintoma extremo ha hecho intrusion en la sociedad, se agrupa una pandilla de adolescentes aislados” (2) Por otra parte debemos destacar la vitalidad y ri- queza del mundo adolescente, expresada a través del respeto por valores esenciales y sensibles. El amor por la musica, el apasionamiento, el idealismo y la lealtad. Las amistades y amores intensos e in- condicionales. La generosidad y la valentia. Al mismo tiempo lo creativo: renacer, recrear, in- ventar. La originalidad en el vestir y el hablar. Cierta mira- da irreverente sobre los prejuicios y solemnidades del mundo que los rodea. Un humor acide y ocurren- te que enfrenta al adulto a su falta de libertad y a sus propias limitaciones. B Los tres ejes vivenciales D. W. Winnicott destaca tres ejes de vivencia de cambio que generan a su vez diferentes estilos de sintomas. Estos son la necesidad de desafio, la busqueda de un nuevo comienzo y la intransigencia ética. En primer lugar, el desafio: la sensacién de vacio, el sentimiento de itrealidad y la incertidumbre del pro- pio ser, los llevan a actuar sobre la realidad concreta en forma destructiva 0 autodestructiva, como intento de afirmarse a través del desafio Diré Winnicott: “Se sienten irreales... y eso los in- duce a hacer ciertas cosas que son demasiado rea- les desde el punto de vista de la sociedad.”?) Luego, la busqueda de un nuevo comienzo para todo, como si no pudiesen aceptar nada de nadie. La idea es desoubrirse, inventarse, sin sometersé a na- da ajeno. El adolescente alterna identificaciones en busca de su identidad pero teme quedar atrapado en la identidad de otro y por eso rechaza todos los mode- los. En realidad, buscando un modelo Unico y original que no repita nada de lo conocido, y le permita en- contrar el sentimiento de si. Esto lo lleva a la viven- 112 cia de soledad, de no poder ser comprendido ni ayu- dado, que puede llegar hasta la desesperacién. Es una busqueda ansiosa e impaciente, con la ne- cesidad imperiosa de descartar cualquier identifica cién demasiado estable. Debe desechar la herencia cultural, asi como los modelos parentales. Lo hace a través de la utilizacién compulsiva de experiencias nuevas, rapidamente decepcionantes, que lo impul- san a seguir explorando. El temor a quedar atrapado, endeudado, encasilla- do 0 sometido a los deseos de otros lo lleva muchas veces a buscar el fracaso 0 la marginalidad, como protesta ante la vivencia de que sus logros pueden ser explotados o robados por los padres. Esto reaparece en el andlisis de pacientes adoles- centes, donde es frecuente la irrupcién de una reac- cidn terapéutica negativa, cuando el analista intenta atribuirse los logros de su paciente, 0 incluso cuando espera recibir reconocimiento por su ayuda. Finalmente, la intransigencia ética. Esta “feroz mo- ralidad” no tolera la falta de autenticidad ni las solu- ciones falsas. Esto los hace exponerse a los peligros sin medir las consecuencias, y hasta preferir morir antes que ceder en algo que consideran injusto o fal- 50. Sdlo con la gradual maduracién el individuo podra encontrar formas de flexibilizar sus verdades sin ce- der en lo esencial. Mas allé del malestar y los reclamos de los pa- dres, ellos no se hallan preocupados por su actividad © inactividad. Su objetivo esencial es ser fieles a si mismos, y cualquier actividad que pueda hacerlos sentir sometidos a la voluntad de otros les resulta inaceptable. La intransigencia ética los lleva a des- 113 cartar soluciones de compromiso, La paradoja esta en que buscan ser fieles a si mismos y a la vez inten- tan encontrar ese si mismo al que poder serle fiel. C El final de ta adolescencia 4Cuales son las altemnativas de resolucién de la crisis adolescente? En la salud, la estructuracién de una personalidad coherente a la vez que flexible, hecha tanto de iden- tificaciones como de experiencias originales. En los casos mds graves, el derrumbe depresivo, con toda la sintomatologia y las actuaciones que co- nocemos, hasta el riesgo de muerte real. Pero también, y esto es importante detectarlo, la organizacién de un falso self reactive y sumiso, con el empobrecimiento emocional y creativo de todo el ser. Exitosos aparentes que pagardn mds adelante, en la vida adulta, el precio de la pérdida de la espon- taneidad y el sentimiento de existir. Afortunadamente, una gran mayoria de los ado- lescentes logra atravesar esta etapa y volver a en- contrar un lugar propio en el mundo, conectandose con la vida y los proyectos personales. Estos sdlo ne- cesitan la presencia estable y coherente de los pa- dres y el entorno; ni la comprensién benevolente, ni las acusaciones vengativas, sino la confrontacién ho- nesta y clara: sostener los propios puntos de vista, poner los limites necesarios. Algunos mas fragiles no resisten la inmensa pre- sién de sus nuevos impulsos, conflictos y contradic- ciones, y precisardn de cuidados especiales de los padres, o de un apoyo terapéutico. 114 D Algunas reflexiones respecto de lo familiar D. W. Winnicott propone sostener y tolerar la cri- sis, ofreciendo asi las condiciones para el mejor de- sartollo de la persona. Mantenerse firmes en la res- ponsabilidad, y no abdicar del ro! adulto, lo que lo de- jaria impotente y desarmado, sin un rival digno con el que competir, al cual desafiar, en parte vencer y en parte valorar e identificarse. El sostén parental y ambiental se hace indispensa- ble para que dentro de él se desplieguen la libertad y la impulsividad del adolescente. Si este sostén falla, el adolescente se ve condenado al autocontrol exce- sivo 0 al descontrol. También reconoce los celos implicitos del adulto ante el potencial adolescente, el dolor de descubrir las nuevas oportunidades de las que éste se benefi- cia, la renuncia que implica acompaiiarlos, la delica- da calidad de la tardia gratificacin. El reconocimiento vendra con la comprobacién de que los jévenes comienzan a desplegar sus aptitudes ya ser capaces de aportar algo al mundo que los ro- dea. E El reto a la sociedad 4Como se ve interpelada la sociedad por el fené- meno adolescente? Es justamente la adolescencia quien mantiene vi- gentes el desafio, el idealismo, el valor de la identi- dad individual. Y sin embargo, lo mas complejo de aceptar es lo 115 més obvio: la adolescencia sélo dura un tiempo y es- tos jévenes, tan irritantes hoy, son los adultos que mafiana se preocuparan lticidamente por los proble- mas de nuestra sociedad. Desde siempre los adultos responsables de una sociedad han atravesado y so- brevivido a esa etapa. Assu vez, la sociedad deberd confiar en la aptitud del adolescente de acceder a la adultez, y apostar a que sera capaz de esta doble misi6n: preservar y ala vez modificar el mundo que le esta siendo entregado. Si damos por sentado que la elaboracién de la adolescencia es un proceso natural y parte del creci- miento, tendremos que considerar que ese proceso concluye en la estructuracién de un individuo estable, responsable y maduro. Quizé la paradoja mas dificil de sostener es la que nos proponen en su demanda alternante o coinciden- te de desafio y de dependencia. Es frecuente que las estructuras sociales, familiares e institucionales que- den entrampadas en esta paradoja. La tentacién puede ser comprenderlos demasi do. Empresa tan imposible como empobrecedora, ya que no sélo mutila el desarrollo original de la adoles- cencia, sino que priva a la sociedad de su aporte iné- dito. D. W. Winnicott nos alerta contra el riesgo de ser comprensivos. La posibilidad de sostener el desafio permite al joven atravesar la “fase de desaliento mal- humorado” y entrar en el mundo adulto identificando- se con él, y preservando sus cualidades personales. Finalmente, el tema de la confrontacién: “Puede que la frase ‘entrentar el desafio’ repre- sente un regreso a la cordura, porque la comprensién 116 ‘es reemplazada por la confrontacién. Que los jéve- nes modifiquen la sociedad y ensefien a Jos adultos aver el mundo en forma renovada; pero donde exis- te el desafio de un joven en crecimiento, que haya un adulto para encararlo. Y no es obligatorio que ello re- sulle agradable."()) 17 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1979 (Y) Cap. 11: “Conceptos contempordneos sobre el de- sarrollo adolescente, y las inferencias que de ellos se desprenden en lo que respecta a la educacin supe- rior.” ~ Deprivacién y delincuencia, Ed. Paidés, Bs. As., 1990. 2) Segunda parte. Cap. 17: “Luchando por superar la fase de desaliento malhumorado,” 118 | PARTE Ill LOS APORTES DE WINNICOTT ALA PSICOPATOLOGIA PSICOANALITICA Capitulo 1: La disociacién esquizoide Capitulo 2: El falso self Capitulo 3: Una articulacion entre la patologia de la transicionalidad y el falso self Capitulo 4: La tendencia antisocial Capitulo 5: El miedo al derrumbe Capitulo 6: Algunas observaciones sobre las patologias por conflicto intrapsiquico Freud, al estudiar la vida instintiva, formuld, en pri- mer lugar, la teoria de la sexualidad infantil y, luego, las etapas de la sexualidad pregenital. Asi estableci6 los conceptos de puntos de fijacién y de regresion a los puntos de fijacién. La olasificacién de las enfermedades psiquicas quedé entonces relacionada con el predominio de ciertos puntos de fijacion y los mecanismos de defen- sa del yo. En el centro de la problematica se hallarian la angustia de castracién y el complejo de Edipo. A partir de la teoria del narcisismo, surge en Freud una inquietud respecto de las enfermedades no neu- roticas. Estas implicarian un trastorno del yo, trastor- ‘no que dificulta e! andlisis por la incapacidad del pa- ciente para instaurar una neurosis de transferencia. Es en ese punto donde el psicoanilisis recibié el auxilio de los aportes de Melanie Klein, quien se ocu- p6 del estudio del psiquismo temprano y sus trastor- nos. Pero, quiz4s apegada a la doctrina del conflicto intrapsiquico, no destacé la importancia de la depen- dencia real del nifo, y por lo tanto la influencia del comportamiento del entorno real en el desarrollo emocional. Este es el punto de partida de la elabora- ci6n icottiana. D. W. Winnicott pone el acento en Ia influencia del factor ambiental y sus fallos, lo que daria como con- secuencia una intrusién traumatica del entorno en la configuracién del psiquismo infantil. Esto lo lleva a postular ciertas modalidades de funcionamiento psiquico que podrén originar tanto 121 rasgos de personalidad como estructura psicopato- légicas, y cuya caracteristica fundamental son las de- formaciones defensivas del yo. La deformacién acon- teceria en un momento temprano de dependencia maxima en relacién con la madre, y estas estructuras son previas a la organizacién de una neurosis. Estas ltimas implican ya un aparato psiquico estructurado, capaz de enfermar por la presion de los conflictos in- trapsiquicos y capaz de reaccionar mediante defen- sas y sintomas caracteristicos. eCémo explica D. W. Winnicott el trauma? El be- bé interactéa con el ambiente desde sus necesida- des e impulsos espontaneos. El ambiente materno satisface sus necesidades, a la vez que ofrece el so- porte para el yo. No olvidemos que en el comienzo tanto los estimulos como las pulsiones son externos al yo. Sin el apoyo ambiental, conservan la capaci- dad de desorganizarlo. Si este soporte falla, el ambiente y el mundo pul- sional hacen intrusion en el bebé, que esta entonces obligado a reaccionar. Asi, la continuidad existencial se interrumpe. Cuando estas intrusiones traumaticas se acumu- lan en la etapa de dependencia, la salud mental esta en peligro. Ante la dificultad de existir, la alternativa sera reac- cionar; reaccionar interrumpe el existir y aniquila el desarrollo del yo. La funcién del holding (sosteni- miento 0 amparo) es reducir al minimo las intrusiones traumaticas. La imagen seria la de un pais en guerra cuya prio- ridad serd la de defender sus fronteras. Toda su ener- gia y sus recursos estardn destinados al ministerio de defensa. La salud, la educacién, la cultura y el 122 ] crecimiento en general se veran empobrecidos. Al faltar el sostenimiento se experimentan las an- gustias inconcebibles, que D. W. Winnicott llamo “agonias primitivas” (fragmentarse-caer interminable- mente-no tener relacién con el cuerpo-no tener orien- tacién espacial). Estas agonias primitivas seran la matriz de las angustias psicoticas. Recordemos que, cuanto mas impotente se halla un individuo para modificar la magnitud traumatica que le impone la realidad externa, mas primitivos se- ran los mecanismos de defensa que utilizard, y ésto aun en la vida adulta. A su vez, los mecanismos de defensa mas primitivos son aquellos que imponen al aparato psiquico un costo mas elevado en términos de deformacién y mutilacion. En el caso del fallo ambiental temprano, se orga- nizan defensas primitivas de emergencia. La conse- cuencia sera la inhibicion del desarrollo emocional, a pérdida de los procesos de integracion y el empobre- cimiento de toda la vida psiquica. La funcionalidad propia del yo se pierde, asi como la plasticidad, la permeabilidad, y la posibidad de cre- cimiento y expansién del seif. La clasificacién de D. W. Winnicott no contradice la psicopatologia psicoanalitica clasica, sino que la amplia hasta abarcar aquellos cuadros en donde lo predominante es el trauma temprano por fallo am- biental y las defensas organizadas contra éste. Cua- dros que delimita segun el tipo de fallo y el momento madurativo en que se produce. A grandes rasgos, Son tres estructuras, y cada una de ellas puede pre- sentar diferentes grados de enfermedad, La primera es la disociacién esquizoide desde una Perspectiva que la relaciona con la privacién emocio- 123 nal en una fase previa a la capacidad del individu para percibir tal privacién. La diferencia sujeto-objeto no se instauré aun, y el fallo ambiental es sentido co- mo pérdida del si mismo. La segunda se relaciona con la idea de que existe un verdadero self y un falso self. El falso self puede corresponder a una estructura normal 0 configurar un cuadro psicopatolégico claramente identificable. La tercera hace derivar la tendencia antisocial y la psicopatia de una privacién emocional en una etapa en que ésta puede ser percibida por el individuo co- mo externa. La disociacién esquizoide y la constitucién de un falso self patolégico corresponderan a la fase de de- pendencia absoluta; en tanto que la organizacién de una tendencia antisocial remite a la fase posterior, de dependencia relativa. 124 Capitulo 1 La disociacion esquizoide A Etiologia D. W. Winnicott afirma que la psicosis se origina en las regresiones, confusiones y deformaciones del psiquismo en las primeras fases de la relacion medio-individuo. La personalidad esquizoide, asi como la esquizo- frenia y el autismo infantil, estarian relacionados con la falta de provision ambiental en la fase previa a la capacidad del individuo para percibir que el fallo pro- viene del ambiente. Cuando éste ocurre en la etapa de dependencia absoluta, se lo denomina “priva- cion’. La estructuracién de la enfermedad psicctica se produce debido a la organizacién de defensas primi- tivas ante las angustias impensables que se desen- cadenan por el fracaso ambiental. Estas defensas, normales en esa etapa, no precisarian organizarse ni cronificarse si la provision fuese adecuada. Como consecuencia de las defensas primitivas, se origina un trastomo en la organizacién de la persona- lidad y en la instauracién del self unitario. La defor- macién del self asi originada produce una escisién que llamamos esquizotrenia. La confusién y falta de integracién que aparecen en las etapas tempranas ante el fallo ambiental seran 125 de la misma calidad que las que configuran el cuadro de la esquizofrenia adulta. Al fallar el sostenimiento ambiental, el bebé queda expuesto a los ataques del medio y se ve obligado a reaccionar contra ellos. Se producen vivencias de aniquilamiento del self, que intenta recuperarse a tra- vés del aisiamiento: éste es el origen del mecanismo de disociacién esquizoide. Cuando el medio no se adapta adecuadamente, la intrusién ambiental irrumpe en el psiquismo infantil, y dajia la continuidad existencial y la integridad de self. EI replegamiento tiene alli una funcién protectora. B El mecanismo de disociacién esquizoide El mecanismo de disociacién esquizoide tendria el sentido de configurar una organizacién hacia la invul- nerabilidad. Es decir, el intento de no volver a expe- rimentar jamas las agonias primitivas que se experi- mentaron al fallar la provision ambiental. El nifio au- tista, dice D. W. Winnicottt, ha aleanzado casi la in- vulnerabilidad. El sufrimiento queda a cargo de los padres. La disociacién esquizoide es un mecanismo co- mun a diferentes cuadros clinicos, desde la persona- lidad neurética con nticleos esquizoides hasta la es- quizofrenia. D. W. Winnicott desarrolla el concepto de fanta- seo (fantasying), como modelo de funcionamento mental, para explicar la disociacién esquizoide, y lo diferencia de la actividad de la fantasia tanto cons- ciente como inconsciente. “El fantaseo corresponde a una funcién mental di- 126 ferente de la fantasia, la imaginacién, 0 incluso los suefios; se adscribe al estado de disociacion.”(1) En tanto la fantasia es un estado integrado que enriquece la vida psiquica, se conecta con la realidad y a la vez con los objetos y deseos del mundo inter- no, pensada siempre en un espacio y una secuencia temporal, el fantaseo es un estado disociado que em- pobrece la vida psiquica, esta desconectado de la realidad, implica una fuga estatica, una ausencia sin espacio ni tiempo, cercana al campo de la alucina- cién. La fantasia tiene alto contenido simbélico. Anclada en el deseo inconsciente, provee libido, y se modifi- ca a lo largo de la vida. El fantaseo, por el contrario, no tiene contenido simbdlico ni provee energia al vi. vir, Sino que la absorbe, sin aportar libido a las activi- dades del individuo, ni modificarse nunca. El tantaseo se mantiene estatico a lo largo de la vi- da. No evoluciona con las nuevas experiencias ni con la aparicién de nuevos deseos acordes a cada etapa. La fantasia se relaciona con el mecanismo de re- presiOn. Al reprimirse los deseos originarios, aparece en su lugar la fantasia consciente como formacion sustitutiva. El fantaseo, en cambio, se relaciona con la disociacién, no sucumbe a la represion. EI fantaseo resulta inaccesible tanto para el ana- lista como para el propio sujeto, se halla disociado tanto del resto del funcionamiento mental como de las actividades en relacién con la realidad. La fantasia, en su dinamismo, sé conecta con el mundo interno y el externo y, en este sentido, se ha- lla cerca de los fenémenos transicionales; el indivi duo es consciente de su refugio en la fantasia, en la cual ocurren cosas, planea, proyecta y elige, otor- 127 gando base a la actividad det jugar, el sofiar y el vivir. En el fantaseo, la desconexién se produce tanto con el afuera como con el adentro. No hay un yo que pueda registrar la disociaci6n; por lo tanto, no puede haber conciencia de ese estado que se le impone. No hay actividad, ni proyectos reales. Es un estado inerte que inhibe la acci6n. La realidad psiquica no se integra adecuadamen- te debido a la escisién del fantaseo. Este tampoco aporta a las actividades vitales y culturales. Parad6- jicamente, este mecanismo psiquico puede estar ‘oculto por una actividad o por palabras. Esto es muy frecuente en los trastornos esquizoides encubiertos por una buena adaptacién social, en los que la per- gona mantiene didlogos aparentes sin conectarse emocionalmente, o despliega una gran actividad “con la cabeza cn otra parte”. Respecto del abordaje técnico, D. W. Winnicott se- fiala que la fantasia se puede y se debe interpretar, porque tiene un significado inconsciente. Al interpre- tarla, recuperamos el sentido secreto que esta sien- do representado en ella. Por el contrario, el fantaseo no es interpretable porque no tiene contenido simbélico. Sélo se lo pue- de sefalar, con la intencién de que el paciente co- mience a registrar los momentos de ida y vuelta a ese estado. C El cuadro clinico La psicosis se origina en un deficiente apoyo del yo por parte de la madre en la etapa de dependencia absoluta. D. W. Winnicott desarrollara el estudio de 128 diferentes cuadros cl temprana. icos derivados de la privacion En primer lugar, la esquizofrenia infantil 0 autismo. Aqui se deben tomar en cuenta los trastornos neuro- logicos hereditarios 0 congénitos, pero también los fallos en las primeras etapas de maduracién debidos al fracaso del apoyo yoico por el ambiente. D. W. Winnicott considera que en cierto numero de casos no hay indicio alguno de enfermedades o defectos neurolégicos, sino de reacciones producidas por el fracaso del apoyo del yo. En estos casos, la disociacién, la escision y hasta la desintegracién son mecanismos defensivos ante las amenazas de persecucién e intrusion del ambien- te. Como un ejército vencido que tiene que elegir en- tre encerrarse indefinidamente en una fortaleza o dis- persarse para no ser destruido en su: totalidad. Las ansiedades paranoides de las primeras eta- pas generan una defensa de replegamiento 0 intro- version. A su vez, el mundo interno permanece en estado disociado como otro modo de defensa ante el riesgo de persecucién. Resulta evidente que todos los procesos que impi- den la integracién del yo tienen el sentido de prote- gerlo de la aniquilacién, que sélo se haria posible si el ataque ambiental pudiera afectar a la totalidad del self. El recurso extremo lo brinda la introversién, que en su versién mas lograda se denomina autismo. E| mundo interno permanece aislado y no recibe estimulos de la realidad externa ni tiene aptitud para comunicarse con el afuera. El cuadro siguiente en la descripcién es el de la esquizofrenia latente. © 129 eet Esta puede aparecer en nifios aparentemente nor- males que a veces manifiestan gran precocidad y ca- pacidad intelectual. Sin embargo, estos logros son muy frdgiles y las tensiones de otras fases del desa- rrollo pueden desencadenar la enfermedad. D. W. Winnicott habla de una “prostitucién de la actividad mental” en aquellos individuos que han reaccionado frente al fallo ambiental con un derrum- be interno ocultado y protegido por un sobredimen- sionamiento de los procesos de pensamiento. Sin embargo, persiste la amenaza del derrumbe esquizo- frénico El otro cuadro descripto es el de personalidad es- quizoide. Esta implica algtin elemento esquizoide oculto en una personalidad normal o neurética. D. W. Winnicott dira que los esquizoides ya tienen fijada la tarea de toda su vida: el establecimiento de si mismos, cada uno de ellos como individuo con sentimientos de identidad y de realidad. En estos casos existe un elemento esquizoide coculto dentro de la personalidad sana. Frecuente- mente este elemento esquizoide encuentra un modo de socializacién a través de la realizacién de activida- des en las que el aislamiento es valorado y aceptado por e| medio cultural. Ciertas actividades que preci san de la soledad daran una apariencia de normali- dad a estos comportamientos. En la esquizofrenia propiamente dicha podemos observar el cuadro clinico estructurado con sus de: fensas caracteristicas, .o las crisis en que éstas se derrumban dando lugar a periodos de gran angustia y confusion. : EI cuadro psicético aparece cuando las defensas se derrumban. En ese momento, observamos el lla: 130 | mado brote psicético 0, segin D. W. Winnicott, “co- lapso mental”. En esos casos se hacen necesarias condiciones especiales de sostén, tratamiento, medi- cacién y a veces internacidn. Estas condiciones per- miten la reorganizacién de nuevas defensas que ge- neralmente suelen ser mas primitivas que las anterio- res. Cuando los procesos de integracién se interrum- pen, entran en funcionamiento los mecanismos de escision y desintegracién, como ya dijimos, al servi- cio de la defensa. En la esquizofrenia observamos procesos inver- sos a la integracién psiquica. En primer lugar, la es- cision que da el nombre a ta enfermedad conocida como esquizofrenia, y en un grado mas grave la es- cision multiple que denominamos desintegracion de la personalidad. El origen de la psicosis se halla en la relacion dual del nifio con la madre, antes de la organizacién del complejo de Edipo. Todos estos procesos se producen en la etapa de relacién con objetos parciales, de dependencia con la madre y del camino hacia la integracién. Es en es- {a relacion temprana donde se construye el self inte- grado y donde existen los mayores riesgos de danio Psiquico con la amenaza de enfermedad psicotica. La organizacién de la personalidad esta dafiada o debilitada, lo que da por resultado una incapacidad Para el establecimiento de los vinculos y afectos que surgirén durante el complejo de Edipo. No tiene sen- tido pensar en términos de conflictos intrapsiquicos cuando es el continente mismo, el seff, quien esta deformado y no puede contener ni tolerar sus expe- ‘iencias tan intensas en esta etapa. 131 El complejo de Edipo no se instaura o se instaura en forma inadecuada, ya que las relaciones triangu- lares no llegaron a establecerse debido al fallo de las etapas anteriores. No nos hallamos atin en el terreno de la represién. D Algunas reflexiones sobre el tratamiento EI paciente no esta enfermo de sus “contenidos psiquicos” como ocurre en el conflicto neurético, sino que es el “continente” mismo, el self, quien estd afec- tado. Esta es la razon por la que el encuadre, el sos- tenimiento terapéutico y la presencia del analista cumplen una funcién esencial La funcién del andlisis en estos pacientes es la provisién de un soporte yoico que equivale al holding matero, debido al surgimiento de las angustias pri- mitivas. Es muy posible que el analista descubra gran cantidad de material interpretable. Sin embargo, I paciente no esta atin en condiciones de recibir y comprender las interpretaciones hasta tanto el yo se halle suficientemente estructurado. El objetivo de esta funcién de sostenimiento no es el de funcionar como una prétesis ni el de ofrecer una experiencia correctiva, sino el de permitir que el pa ciente pueda regresar a la etapa de maxima depen- dencia y desde alli acercarse lo mas posible a las ex- periencias traumaticas originales. La nueva fuerza del yo, sumada al soporte que recibe en la transfe rencia, le permitirdn acceder a experiencias inacces+ bles a través del recuerdo. Estas sdlo pueden ser re- vividas en la relacién transferencial y “clinicamente se presentan como locuras localizadas’. 192 Bibliografia Winnicott, D. W. - Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1992. (9) Cap. 2: “Suefios, fantasia y vida. Historia de un ca- so que describe una disociacién primaria.” 133 Capitulo 2 4 El falso self D. W. Winnicott utiliz6 la expresién “falso self pa- ra describir una organizacién defensiva en la cual se asumen prematuramente las funciones de cuidado y proteccién maternas, de tal modo que el bebé o el ni- fio se adapta al ambiente a la par que protege y ocul- la su verdadero self, o sea la fuente de los impulsos personales. En este caso, el fallo ambiental y el sur- gimiento de las angustias primitivas son enfrentados a través de una defensa de autosostenimiento pro- coz y excesivo, En los casos mas severos, el verdadero self, apri- sionado, es incapaz de funcionar, y estando asi pro- tegido, pero inmaduro y oculto, queda limitada’ su oportunidad para una experiencia viva. No puede ex- presarse ni hallar satisfaccion. La vida se vive a través del falso y adaptado self, y clinicamente el resultado es el sentimiento de irrea. lidad. Si el seif falso es tratado como real y explota- do por el entomo, el individuo experimenta senti- mientos de futilidad y desesperacién. i A El origen del falso self La espontaneidad y el impulso original sélo pue- den provenir del verdadero self, y para que ello ocu- "ra alguien tiene que hacerse cargo de las funciones 135 de sostén y proteccién durante la primera infancia En la etapa de dependencia absoluta, el nifio se halla la mayor parte del tiempo en estado no integra- do, y precisa del sostenimiento emocional permanen- te y, en muchos momentos, del sostenimiento con- creto. El término holding implica para D. W. Winnicott ambas formas de sostenimiento. Este es el marco basico de seguridad dentro del cual el individuo pue- de dar lugar a sus propios impulsos, provenientes del verdadero self. Es la respuesta matemna la que permite la expre- sion del gesto espontaneo, cuya fuente es el verda- dero self. Ala necesidad del holding se agrega aqui la experiencia de ilusién en las primeras formas de presentacién del objeto, en tanto la madre debera ubicar a éste en el momento y lugar en que el nifo los crea. La “madre suficientemente buena” es aquélla ca- paz de aceptar la omnipotencia del nifio y con esto darle un sentido. Al hacerlo repetidamente, las expre- siones de omnipotencia de ese yo aun inmaduro ad- quieren ilusin de verdad y el self verdadero se con- solida. Cuando la madre es incapaz de sostener la omni- potencia del nifio con su reconocimiento, y no va al encuentro de él, en su lugar introduce su propio ges- to, que deberd ser aceptado por el nifio. Este acata- miento es el primer estadio del falso self y se origina en a dificultad de la madre para entrar en resonancia con lo propio de su bebé. D. W. Winnicott afirma que sdlo el éxito repetido de la respuesta materna al gesto espontaneo da vida 136 y sentido al verdadero self. En este caso, el nifio em- pieza a creer en esa realidad externa que se compor- ta como por arte de magia, sin atacar su omnipoten- cia A partir de esta primera y breve experiencia de omnipotencia, el nifio podra renunciar gradualmente a ella, preservando la capacidad de gozar de Ia ilu- sin de creacién y reconociendo a la vez el mundo externo que se halla fuera de su control. Aqui se ori- gina el uso de simbolos que hemos descripto al ha- blar de fenémenos y objetos transicionales. La interrupcién temprana de la experiencia de ilu- sién conducira al bloqueo de la formacién de simbo- los. El nifio se ve reducido a la sumisién, ante una realidad que no deja lugar a la ilusién y, por lo tanto, ala creatividad. Sin emmbaryo, la funcién primordial del falso se/fes la defensa contra lo impensable: la explotaci6n y ani- quilamiento del verdadero self. El sometimiento a las exigencias del ambiente puede generar un sistema de relaciones que aparen- tan ser verdaderas, y la introyeccién de estas relacio- nes le da apariencia real al falso self. B El verdadero self Detengémonos un momento a examinar la idea del verdadero self. Este, en la fase mas temprana, es el lugar de donde provienen el gesto espontaneo y los impulsos personales. Todavia esta muy cerca del concepto de ello descripto por Freud. Se origina en el funcionamiento corporal, ligado a las pulsiones, y funcionando de acuerdo con el proceso primario. No 137 se desarrolla por reaccién al contacto con los estimu- los del mundo externo, sino que se origina esponté- neamente en la propia persona. Surge de la expe- riencia del yo que participa de la satistaccion del ello, preservando su vitalidad y subjetividad. Cuando el verdadero self cumple un ro! activo en la experiencia, ésta incrementara la fuerza del yo, en tanto que, si es pasivo, la experiencia se inscribe co- mo traumatica y enajenante. Slo el ser verdadero puede percibirse como real, pero éste no debe estar afectado por la realidad ex- terna ni sometido a ella. El verdadero self primitivo evolucionara hacia la adquisicién de un mundo interno original y personal, representante del verdadero self a lo largo de la vi- da. ~Cémo se adquiere este mundo interno? Cuando la satisfacién de las necesidades no irrumpe en la continuidad existencial, sino que la presentacién del objeto favorece el fenémeno de ilusi6n, reforzando la nocién del nifio de que sus impulsos le pertenecen, y es él quien crea al objeto. Asi se va complejizando y estableciendo relaciones con el mundo exterior, sin pérdida de su autonomia y estilo propios Si el funcionamiento del verdadero self no es inte- rrumpido precoz ni repetidamente, el individuo asi fortalecido estara en condiciones de tolerar las inte- rrupciones a su continuidad existencial sin deformar- se, y conservando cierto grado de funcionamiento adaptativo y flexible. También sera capaz de soportar la necesidad de funcionar reaccionando a las exigencias externas, o de actuar adaptativamente en determinadas circuns- 138 tancias, sin resultar dafiado en su esencia. Esto es importante porque esta tolerancia no es ilimitada. Pa- ra cada individuo serdn necesarias ciertas relaciones © actividades, donde vivir conectado con su esponta- neidad y su creatividad propias, sin la exigencia de estar integrado Aqui podemos hacer referencia al cuadro caracte- ristico del “stress” originado en una relacién perma- nente y agotadora con estimulos externos, con pérdi- da de la posibilidad de conectarse consigo mismo. La diferencia con el paciente esquizoide es que éste se halla desconectado tanto de su mundo interno como de la realidad € Los grados del falso self Las oryanizaciones del falso self pueden clasifi- carse en un gradiente que va desde la estructura de personalidad totalmente artificial y adaptada, con el diagnéstico explicito de personalidad falso self, has- ta los aspectos socialmente indispensables y que constituyen una parte complaciente en la relacién con los otros y la realidad. En el extremo patolégico encontramos la estructu- ra de personalidad caracteristica en la que predomi- na el falso self. En estos casos el falso self es tomado por verda- dero, ya que el verdadero self esta totalmente oculto. Al no poder relacionarse con la realidad, la vida pier- de sentido y la utilizacién de simbolos es escasa. Las actividades culturales son limitadas ya que la fantasia esta empobrecida y hay poca capacidad de concentracién. En su lugar observamos una marcada 139 tendencia a hacer cosas y una necesidad permanen- te de estimulos externos. Desde la primera infancia, estos nifios demasiado adaptados parecen “prometedores”. Sin embargo, la ausencia de una verdadera personalidad los hace muy {ragiles e inconsistentes y expuestos a situacio- nes de fracaso ante las presiones que irdn surgiendo en cada etapa del crecimiento. En apariencia, estas personas pueden llevar una vida normal, y hasta tener grandes logros. Sin em- bargo, en las relaciones afectivas, en aquellas situa- ciones en las que hace falta una persona completa, el falso self empieza a fallar. Fracasard probable- mente en la relaci6n con los hijos, en la intimidad se- xual y afectiva, en las facetas de su desempefio labo- ral que precisan de la espontaneidad y la creatividad. El falso self sc hipertrofia desmesuradamente, pe- ro ademas, con el correr del tiempo, el verdadero self queda cada vez mas aislado y detenido en un esta- do primitivo, ya que no tuvo oportunidad de vivir ex- periencias. Por eso, entrar en contacto con él resulta dificil y riesgoso dada su gran fragilidad e inmadurez, ya que se ha quedado a “afios luz” del desarrollo del falso selfy la relacion con el mundo social y laboral o con las responsabilidades afectivas de la vida adulta Es lo mas verdadero que el sujeto pose, pero tam- bién lo mas primitivo y fragil. Otra posibilidad es la existencia secreta del self verdadero, si bien al costo de un funcionamiento neu- rotico o de la construcci6n de sintomas que permitan preservar, detras del sometimiento, las satisfaccio- nes instintivas. En este caso la significacién es in-- consciente aun para el individuo, que no es duefio de conocer y disfrutar plenamente de su subjetividad. 140 Desde otra perspectiva, el falso self se ocupa de corganizar condiciones que permitan al verdadero self conservar la esperanza de expresarse alguna vez. Esto est mas cerca de la salud porque es un esfuer- zo consciente. Pero si el ser falso se confunde con el verdadero, éste se ve amenazado de aniquilamiento. La desesperanza puede llevar al suicidio como reafir- macién del ser verdadero. ° También existe un falso seff edificado a partir de identificaciones con personas protectoras y que per- mite una vida con cierto grado de dependencia de aciones, pero preservando el self ver- Finalmente, en la salud se ha producido una dis- minucién de la omnipotencia con la posibildad de aceptar el principio de realidad y reconocer los limi- tes que el entorno social impone, asi como también la aptitud para protegerse y nu descubrirse innecesa- riamente. En la vida adulta, el individuo es capaz de no ex- ponerse a través de la formacién de compromisos entre sus deseos y necesidades y las exigencias del mundo social. Los buenos modales son un ejemplo de esta adaptacién. Sin embargo, en la salud, exis- ten situaciones vitales en donde resulta inadmisible responder desde el falso self. En esos casos, el ver- dadero self necesita expresar su verdad més alla de las consecuencias. En estos individuos, el aspecto creador y esponta- neo se conserva mas alld de la sumision relativa, y esto permite la existencia de una zona intermedia en- tre el suefio y la realidad, que tiene que ver con la fantasia, con el uso de simbolos y con la vida cultu- ral. 141 D Un caso particular: el falso seif intelectual Un estilo particular y frecuente que adopta el falso self es la hipertrofia de la actividad intelectual. Existe una disociacién entre la mente y el psique-soma, que da un cuadro reconocible: racionalizacién, descone- xidn de los afectos, frecuentemente acompafiado de trastornos psicosomaticos. En la normalidad, los fallos de la madre pueden ser gradualmente tolerados debido a la creciente ca- pacidad del bebé de compensarlos y elaborarlos me- diante el desarrollo de los procesos intelectuales. La mente es un aliado de la madre y toma a su cargo parte de la funcién de ella. Pero si la insuficiencia de la adaptacién materna es demasiado precoz, 0 el cuidado es intermitente e imprevisible, la Unica salida para el bebé es sobre vir por medio del intelecto. Si el ambiente no funciona normaimente, por una inestabilidad del cuidado materno, se produce una reacci6n en que el nifio asume el control y organiza el cuidado psicosomatico. En condiciones normales, este cuidado le corresponde al entorno y la mente debiera funcionar sdlo para comprender el fallo, y si éste no es excesivo, hasta podria utilizarlo para ejer- citar sus capacidades mentales. En este caso, ademés del funcionamiento normal de la mente, ésta adquiere una funcién secundaria, que requiere de un esfuerzo extraordinario y a veces atormentador. Esta nueva funcién esta al servicio del autosostenimiento. Si la dependencia del bebé respecto de la madre no le brindé condiciones de seguridad, éste tendera a apoyarse en su propio funcionamiento mental. Es 142 asi como la dependencia del pensamiento toma el re- levo del sostén ambiental, ofreciendo seguridad y confianza. Si el bebé tiene un buen aparato mental, la madre tendera a explotar la capacidad de ésie para repre- sentar y comprender. El pensamiento como actividad se convierte en un sustituto del cuidado y la adapta- cién maternas, hace de madre de si mismo, com- prendiendo demasiado. “.. nos encontramos con que el funcionamiento mental se transforma en una cosa por derecho pro- pio, reemplazando practicamente a la madre buena y haciéndola innecesaria”.(1) En el caso extremo, la mente y el pensamiento del bebé Ie llegan a permitir, ahora que esta creciendo, funcionar prescindiendo de los aspectos mas impor- tantes del cuidado materno de que necesitan todos los bebés: la seguridad y ta adaptacion a sus necesi- dades. Esta dofensa es exitosa en la medida en que sos- tiene y protege al individuo a través del falso self in- telectual y le permite prescindir del cuidado materno, y en general independizarse de las condiciones am- bientales. En las relaciones personales estos individuos tie- nen la tendencia a identificarse con el aspecto am- biental, funcionando como soporte para otros, resul- tando “una madre maravillosamente buena para los demas”. Suelen tener condiciones terapéuticas casi magicas debido a su capacidad de adaptarse a las. necesidades de los otros. Sin embargo, paradéjicamente viven con la ame- naza permanente del propio derrumbe, que a veces puede concretarse en la realidad. 143 En términos clinicos, el cuadro del falso self inte- lectual tiene la particularidad de que engafa facil. mente. El mundo observa logros en una personalidad exitosa, y puede resultarle dificil creer en el real su- frimiento de ese individuo, que se siente més falso cuanto mas triunfa. La sensacién de impostura es permanente, asi co- mo la vivencia de la propia vulnerabilidad, Si uno de estos individuos se destruye de una for- ma u olra, esto produce una desagradable sorpresa en quienes habian concebido grandes esperanzas respecto de él. E El tratamiento Adelantemos algunas consecuencias en relacién con el tratamiento psicoanalitico. Diré D. W. Winni- cot: “Solo el ser verdadero puede ser analizado. El psi- coanilisis del ser falso, es decir, el andlisis dirigido a lo que en realidad se reduce a un medio ambiente in- teriorizado solamente puede conducir a la decep- cin.” 2) Al analizar una personalidad falsa, hay que tener en cuenta que el analista se ve limitado a hablar del ser verdadero del paciente con el falso self del mis- mo; es como si un adulto llevase a un nifio a la con- sulla y el analista empezase por hablar con él acerca del problema del nifio sin establecer contacto directo con éste. El analisis no empieza en tanto el nifio que- de a solas con el analista Pero, para comunicarse con el ser verdadero, es necesario que el analista provea las condiciones pa- 144 ra que el paciente pueda transferirle el peso del am- biente interiorizado. En este caso se convierte en un nifio muy dependiente e inmaduro, pero real. Asi es posible analizar al ser verdadero. En el punto de transicién, cuando el analista co- mienza a establecer contacto con el verdadero self, suele haber un periodo de extrema dependencia. El falso self se ocupa de encontrar el tratamiento y comprobar si el analista es digno de confianza. Lue- go podra pasarle su funcién a éste, y reanudar la custodia cuando el analista falla. Esto puede ser ne- cesario durante una interrupcion del andlisis por una enfermedad, 0 debido a las vacaciones. Cuando el analisis parece interminable es porque se esta trabajando con el falso self, quien colabora indefinida e incondicionalmente con el analista en el andlisis de las defensas. En estos casos se adolanta mas denunciando ciertos fallos basicos en el funcio- namiento del paciente que interpretando. Este reco- nocimiento abre el camino para el encuentro del ver- dadero self, quiza precario pero con existencia pro- pia. Es cierto que el falso self puede aparentar un funcionamiento pleno, pero los rasgos que lo delatan son la carencia de espontaneidad y originalidad crea- dora. D. W. Winnicott afirma que se requiere gran expe- riencia clinica y tolerancia para soportar la regresion al analizar este tipo de pacientes. La dependencia extrema es dificil de contener, ya que es real y con- creta. Por eso muchos analistas buscan liberarse de estos pacientes. En el diagnéstico no hay que dejarse engafiar por las apariencias. La defensa es maciza y puede ir acompaiiada de éxito social importante. El indicio de 145 7 I las posibilidades terapéuticas lo brinda la vivencia de irrealidad que lo lleva a pedir ayuda. Es interesante observar que muchas veces estos pacientes nos llegan derivados por diferentes espe. cialistas médicos debido a trastomnos de origen psi- cosomatico: enfermedades de la piel, ulceras diges- tivas 0 aun padecimientos cardiacos. El problema ra- dica en descubrir si existe sufrimiento psiquico cons- ciente que haga posible el tratamiento. Asimismo, el diagnéstico de falso self debe hacer- se antes de cualquier otro aspecto de la enfermedad ya que, de no hacerlo, terminariamos en un’ falso andlisis, estéril y frustrante. Este diagnéstico sera clave en aquellos que aspiran a la formacién psicoa- nalitica, ya que la rigidez de las defensas impide tan- to el andlisis como el aprendizaje y el crecimiento personal. Muchos individuos que presentan un falso seif aparentan una normalidad que intenta disimular un sufrimiento secreto. Esta “hipernormalidad” resulta llamativa, y nos plantea un serio problema clinico y ético. D. W. Winnicott afirma que a veces el tratamiento promueve la aparicién de la enfermedad sin garan- tias de curacién. Sin embargo, es dificil inferir qué sucederia sin el tratamiento. El riesgo de suicidio es- ta siempre presente pero también la posibilidad de lo- gros cada vez mayores, sin llegar nunca al colapso. De cualquier modo, el sentimiento de irrealidad es el acompaiiante habitual de estos individuos, A menudo, el colapso que lo llevara a la consulta © que se produce dentro del tratamiento es una sali- da hacia la salud, ya que implica la posibilidad para el individuo de utilizar el soporte ambiental con el fin 146 de intentar acceder a una existencia verdadera. De- safio complejo en el que a veces nos vemos compro- metidos. “Naturalmente esta estratagema dista de salir bien en todas las ocasiones, y la sociedad se queda per- ploja al ver cémo un ser sumiso, y tal vez valioso, destruye un buen porvenir al renunciar a toda una gama de ventajas evidentes en aras de otra ventaja oculta consistente en adquirir una sensacién de rea- lidad."®) 447 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Escritos de pediatria y psicoandlisis, Ed Laia, Bar- celona, 1979. () Tercera parte. Cap. 9: “La mente y su relaci6n con el psiquesoma.” - El proceso de maduracién en el nifio, Ed Laia, Bar- celona, 1979. (2) Segunda parte. Cap. 3: “Clasificacién: ¢Existe una aportacién psicoanalitica a la clasificacion psiquiatri- ca?” (9) Segunda parte. Cap. 12: “Los casos de enferme- dad mental.” 148 Capitulo 3 Una articulacién entre la patologia de la transicionalidad y el falso self* A De la transicionalidad al falso self A lo largo de la obra de D. W. Winnicott se va di- sefiando el modelo del individuo como un potencial dinamico que tiende a la consolidacién. Paradojicamente, la salud implicaré la posibilidad de preservar lo virtual sin consolidaciones definitivas. Este modelo esta implicito tanto en el desarrollo de la teoria de la lransicionalidad como en la teoria de la estructuracion del yo. A partir de esta observacién intentaré el recorrido por los pares objeto transicional-objeto fetichizado y verdadero seiffalso self, con la hipétesis de que el objeto fetichizado es al objeto y a los fenémenos transicionales como el falso self es al self verdadero. D. W. Winnicott atribuye un mismo significado a ambos fenémenos: el objeto fetichizado como acci- dente en el recorrido de los objetos a los fendmenos transicionales; la integracién patolégica defensiva como accidente en el pasaje de la no integraci6n a la integracién del yo. Pero mas all del modelo metapsicoldgico existe * Este capitulp es parte de un articulo presentado en el Ill Encuentro Winnicottiano, Gramado, Brasil, 1994 149 una verdad clinica: el paralelismo y la confluencia, en el desarrollo del individuo, de la capacidad de usar objetos y la integracién del yo. Hablaré de la transicionalidad y sus destinos: del objeto transicional hacia los fenémenos transiciona- les y del riesgo de la cronificacién del uso de un ob- jeto a la manera del objeto fetichizado. Luego, del self, del desarrollo del self verdadero a la organizacién de identificaciones y defensas de au- tosostenimiento: el falso self. Finalmente, de las construcciones que el individuo instalard para hacer frente a lo traumatico: barreras protectoras que son a la vez cicatrices y mutilaciones del funcionamiento psiquico. B Elser: lugar de permanencia y transicién Una misma estructura se despliega en tres esta- dos caracteristicos y a veces intercambiables: la adiccién a objetos, la estructuracién de un falso seff, las conductas 0 actividades ritualizadas. éCual es la funcién de esta estructura? Defensa, autosostenimiento, acompariamiento, la negacién de una ausencia, la neutralizacién de la angustia. En el comienzo, el gesto esponténeo. El objeto es encontrado y a la vez creado. Alli surge lo transicio- nal como primer espacio entre el nifio y la madre y luego como lugar psiquico en contacto con el mundo interno y el externo. Si el holding falla, a apertura transicional fracasa y se produce el aferramiento patolégico a aquellos ‘objetos que originalmente cumplian la funcién de res- tablecer el vinculo. 150 Asu vez, el self verdadero ve interrumpida su con- tinuidad existencial. En su lugar, el bebé hace una adaptacién al medio, identificandose con un aspecto del cuidado matero e incorporandolo como parte de su persona. Estos dos incidentes darén lugar a efectos de una sorprendente afinidad. En el primer caso se instaura la relacion adictiva con un objeto concreto que man- tiene su condicién de exterioridad y representa as- pectos de la madre: el objeto transicional fetichizado. En el segundo caso, se originara la incorporacion identificatoria de partes del objeto materno en el pro- pio self, Ambas serdn formas de restablecimiento de a continuidad existencial perdida, a expensas de un cuerpo extrafio. Estos “cuerpos extrafios” aparece- ran en la clinica con varias modalidades. Cuando Ia relacién con un objeto persiste en for- ma prolongada y exclusiva, hablamos de una cronifi- cacién patolégica o de un uso fetichizado. Alli el ob- jeto no sirve para elaborar la ausencia, sino para ne- garla. Su uso se ha pervertido de la funcion original. El proceso simbdlico se detiene Esta forma de uso empobrece a toda la persona presente, como también a su potencial futuro. Aqui veremos diversas consecuencias: las adic- ciones, ciertas formas de consumismo, una buisque- da de satisfaccién directa que desdefa —por decir asi—la posibilidad de sublimar, la dificultad para es- tar a solas. Recordemos que D. W. Winnicott nos mostraba la “tenue linea” que separa el empleo positivo y negati- vo de estos objetos: entre el juego, la creatividad, el arte y el sofiar, por un lado; y el fetichismo, los robos, 151 las adicciones, los rituales obsesivos, por el otro. En el desarrollo individual, el psiquismo humano, sostenido por un ambiente facilitador, tiende a pasar de un estado de no integracion a uno de integracisn, En esta integraci6n el individuo conserva la capaci- dad de volver a estados de no integracién. Es en esos estados donde, desde D. W. Winnicott, se ha- cen posibles tanto el gesto espontaneo como la crea- tividad Si el sostén ambiental falla, la integracién utilizara recursos defensivos patolégicos, generando solda- duras precoces e inamovibles (a la manera de un fal- so self) 0 desintegraciones defensivas (como en la psicosis). El falso self, aparentemente, confiere consistencia al self y sin embargo se halla figuradamente en su contorno, a la manera de una coraza. Utilizaré como imagen y metéfora aquella diferen- cia que sefiala la biologia entre los animales verte- brados y los moluscos. Los primeros tienen el esque- leto por dentro y las partes blandas por fuera, en tan- to que los Ultimos tienen el esqueleto por fuera. Se hace claro asi que el esqueleto interno funciona co- mo estructura sostén que permite el crecimiento, la movilidad y la flexibilidad. A su vez, las partes blan- das externas favorecen la permeabilidad y la sensibi- lidad. En el otro caso, todas estas funciones estan empobrecidas 0 ausentes; la caparazén es rigida, con el consiguiente riesgo de fractura. D. W. Winnicott hablar de {a integracién del yo como un proceso dinamico, y del yo como lugar de transicién. Se referird a un self verdadero, fuente de lo espon- 152 taneo, y un falso self, consecuencia de la adaptacién. EI self, espacio en permanente cambio, modifica- do por las experiencias, heredero del seff verdadero que ha madurado y crecido, es esencialmente transi- cional. El falso self sera entonces un aspecto cristalizado del se/f que ha perdido su cualidad potencial o virtual. € Elorigen de cada uno En las adicciones observamos el uso fetichizado de un objeto externo que brinda seguridad, protec- cidn y completud. El falso selfs una parte entroniza- da del self, idealizada y utilizada a la manera de un fetiche. Mas adelante esta funcién podra estar des- plazada sobre alguna cualidad personal hipervalora- da En la patologia del objeto transicional el garante del se? se halla en el afuera y a lo largo de la vida se- rd transferido sobre alguna posesién material o esta- rd en el origen de las conductas adictivas. En un caso hay dependencia de un objeto externo y en otro la dependencia es de un aspecto interno. éPor qué .un individuo hace una adiccién y otro construye una estructura narcisista sobrevalorando un aspecto de su propia persona? ,Corresponden a distintos momentos del psiquismo o a distintos tipos de fallo? Creemos que, en el caso del objeto transicional patolégico, la madre evita la relacién personal con el nifio: las cosas concretas serdn las encargadas de brindarle calma y acompafamiento. 153 } En el otro modo de relacién, la madre le transmite al hijo su cerleza de que sera capaz y maduro para autosostenerse y prescindir de ella. También se apo- ya excesivamente en su capacidad de comprender y tolerar las ausencias. Le atribuye cualidades adapta- tivas que el nifio tiene que asumir aunque se sienta frustrado 0 atemorizado. D De la clinica de lo potencial a la de la cristalizacion Asi como el uso fetichizado de los objetos es la patologia de lo transicional y el falso self lo es del self, existen otras formaciones patolégicas que se caracterizan por su inmovilidad y rigidez Mas atin, podemos considerar que en toda la cli- nica aparece un efecto de virtualidad con la posibil- dad de cambio y crecimiento, y un efecto que he lla- mado cristalizacién y remite a una estructura defen- siva consolidada e inapelable. El origen de estas soldaduras inertes debera bus- carse en el fracaso del holding. Cuando esto sucede, el ambiente hace intrusién en el psiquismo infantil, generando la aparicién de las agonias primitivas y la vivencia de derrumbe. La continuidad existencial se interrumpe y se ponen en movimiento mecanismos de defensa de alto poder pero también de alto costo. Mecanismos primitives que tienen un efecto de mul laci6n para el psiquismo. Las integraciones patolégicas, el autosostenimien- to, el uso adictivo de objetos son algunos ejemplos de esta consolidacién cicatricial cuyo objetivo es la restauraci6n de la identidad perdida. 154 Las rupturas de la continuidad existencial son una experiencia ineludible del vivenciar humano, y gene- ran diferentes reacciones segun su calidad, intensi- dad y duracién. También segun el momento evolutivo del nifio o la fortaleza del yo del adulto. Finalmente, la capacidad del ambiente de conte- ner la situaci6n de ruptura influird favorablemente en la posibilidad de elaboracién y el restablecimiento de la integridad. Si el individuo es inmaduro o fragil, y el ambiente le falla masivamente, la tendencia sera el derrumbe y el vacio en sus distintas versiones: desde la depre- si6n hasta la muerte misma. Si la defensa es posible, la alternativa seré una consolidacién patoldgica, generando un espacio de- masiado Mleno por aferramiento a un objeto transicio- nal fetichizado o estructuracién de una coraza sinto- matica. Si todo va bien, la elaboracién transicional. El indi- viduo recupera la integridad, ampliada por nuevas experiencias y capacidades. Esta posibilidad favore- ce el desarrollo dinamico del sujeto, ya que implica tanto la capacidad de usar diferentes objetos como la configuracién de un self de gran plasticidad y capaz de vivir distintas experiencias. Estos tres modelos persistiran en el individuo or- ganizando la experiencia futura: ante cada ruptura, crisis 0 pérdida (de referentes, objetos 0 espacio), re~ currira a alguno de estos tres estilos. Serdn creacio- nes propias: sintomaticas, pobres, invalidantes; o vi- tales, ricas, originales. Desde D. W. Winnicott, la transicionalidad: el self 155 verdadero como una parte de la persona en perma- nente creacién. Desde Freud, la sublimacién como transformacién de los impulsos primarios para fines diferentes. Tam- bién la simbolizacién como posibilidad de trasladar e| significado de un objeto a otro. La movilidad de la li- bido, de las defensas y de las adaptaciones. Movimiento, cambio, cierto grado de ambigiiedad tolerable, cierto grado de no integracién posible. El otro modelo sera el de lo estatico e inamovible. Alli donde debiera estar lo transicional, aparecera el objeto fetichizado. Donde estaba el verdadero self, surgira el falso self defensivo que impide el creci- miento. En lugar de la sublimacién, la represion o la actuacién, con el consiguiente estrechamiento de la vida psiquica. E Esta estructura en las otras patologias Ejemplifiquemos en las distintas patologias el lu- gar de lo inerte. En la neurosis, el sintoma, transaccién empobre- cedora e invalidante. En la psicosis, la restitucién y las construcciones delirantes que “emparchan” al yo y sueldan su rela- cién con el mundo. En las adicciones, la negacién del desamparo a través del uso de un objeto “protector”. En general, en todas las patologias narcisistas en- contramos una expansion compensatoria del self an- te la vivencia de desvalorizaci6n o fragilidad. Quiero incluir también la defensa maniaca ante la 156 depresi6n, y la contrafobia como reaccién contra la fobia. También las perversiones responden a este modo de funcionamiento: la escena perversa en su moné- tona repetici6n seria esencial para el equilibrio del yo. Dijimos que la elaboraci6n simbdlica de las ruptu- ras evita tanto el riesgo de derrumbe, como el de la curaci6n cicatricial que disminuye la funcionalidad. Finalmente cabe expresar que todo lo que remite a una curacién cicatricial para evitar la angustia 0 la amenaza de derrumbe se inscribe en el sentido de la muerte. Triunfo de la defensa, que protege la vida al alto costo de encorsetarla o encerrarla en una forta- leza. Sacrificio necesario de partes del ser para salva- guardar lo que se pueda, Io original y verdadero aun en el lugar mas recéndito y secreto. Aun si ese teso- ro escondido esta condenado a no poder ser utiliza- do jamas. Y sin embargo, en cada individuo que recurre al tratamiento, descubrimos intacta la esperanza de re- cuperar la libertad, de desactivar la enfermedad que alguna vez eligié como refugio. 197 Capitulo 4 La tendencia antisocial La expresion “tendencia antisocial" no puede res- ringirse a un diagnéstico psicopatolégico. Puede ha- llarse presente acompafando distintos cuadros clini- cos y Se caracteriza por presentar rasgos que provo- can una reaccién del ambiente. A La desposesin originaria La estructura que D. W. Winnicott describe aqui se origina en la insuficiencia ambiental en la ctapa de dependencia relativa. En la dependencia absoluta hablabamos de “privacién”, aqui hablamos de “des- posesién”. El reconocimiento del bebé de que el fallo proviene del ambiente provoca una deformacién de- fensiva de la personalidad y la busqueda de la cura- cién por medio de una nueva provisién ambiental. El grado de madurez del yo de esta etapa es lo que per- mite el surgimiento de la tendencia antisocial en vez de la enfermedad psicética. En las primeras etapas el ambiente funcioné ade- cuadamente hasta que se produjo un fallo importan- te. En ese momento el bebé fue capaz de percibir que el fallo provino del ambiente. Todas sus conduc- tas se originan en esta percepcién y en el reclamo auténtico que 61 realiza hacia el ambiente, si bien re- clama al ambiente actual un dari producido por un fallo del ambiente temprano. 159 La provocacién para obtener reacciones ambien. tales parece significar el intento de hallar un marco que represente el cuerpo 0 los brazos de la madre, Estos comportamientos se expresan a través de dos aspectos fundamentales: la biisqueda de objeto y su destruccin. Recordemos que, en la vertiente erdtica, la bus- queda de objeto se acomparia de la busqueda de sa- tisfaccion. ~Como se origina la tendencia antisocial? Al comienzo la adaptacién materna funcionaba adecuadamente, hasta el momento en que se predu- jo un fallo importante. La pérdida ocurre en un mo- mento en que el nifio ya puede discernir su depen- dencia y por lo tanto percibir que el desajuste provie- ne del ambiente. Tanto es asi que, en el andlisis, es- te nifio es capaz do recordar, a través del juego, el sue/io 0 el relato, los aspectos esenciales de la des- posesién original. No se trata aqui del fallo en la satisfaccion de las demandas instintivas, ya que la frustracién es parte inevitable de la funcién materna. Se trata de no fra- casar en el sostenimiento: “no dejar caer al bebé”, y atender a las necesidades del yo. D. W. Winnicott describe una secuencia en la es- tructuracion de este cuadro: En un primer momento el desarrollo se producia adecuadamente y el apoyo materno promovia la inte- gracién del yo. Se presenta luego una perturbacién del apoyo yoi co por un periodo démasiado prolongado para la ca- pacidad del nifio de conservar la buena relacién con el objeto. Esta perturbacién puede provenir tanto de 160 ] ina pérdida de adaptacién de la madre como de la érdida del ambiente indestructible que le permitia al fio experimentar y explorar con sus propios impul- jos erdticos y agresivos. En esta situacién, aparecen las angustias primiti- }as y un estado de confusién frente a la pérdida de ljeto. Se inicia entonces una reaccién, y una construc- lién de nuevas defensas yoicas, con el consiguiente lio del proceso de maduracién. El contacto afecti- lo con las personas vivas se pierde y también la ca- jacidad de sentir culpa debido a la falta de oportuni- jad para la reparacion. Surgen la desesperanza y el sentimiento de de- amparo; al principio sin reacciones visibles en la nducta, Silas condiciones ambientales mejoran, y se vuel- jen mas confiables, el nifio recupera la esperanza, y mienza a organizar conductas antisociales. Aqui despliega toda la sintomatologia caracteristica, fssde los reclamos o los robos hasta las conductas structivas, que buscan poner a prueba la fortaleza fl entorno y su capacidad de sostenimiento. Todo js en un intento de recuperar la seguridad perdida. fe es el momento en que se establece la tenden- antisocial. El cuadro se despliega entre los seis meses y los afios, y puede hacer fracasar el proceso de so- lizacion del nifio. Aqui cabe recordar el concepto de adquisicién de capacidad para la inquietud. En estos nifios, dicha acidad no se instaura adecuadamente, y se cie- fel camino hacia la preocupacién por el otro y la ibilidad de reparacion 161 B El cuadro clinico id, lo que reforzaria la conducta antisocial. Se tra- en cambio, de proveer a sus necesidades yoicas Jon una disposicion conectada y activa que involucre vinculo personal. En el comportamiento normal del nifio son necesa. rios el despliegue y la puesta en escena de sus im. pulsos tanto eréticos como agresivos. Cuando el ambiente familiar es contiable, el nifio lo pone a prueba permanentemente: reciama, exige, destruye, para experimentar todas sus posibilidades y la consistencia y solidez del entorno. Es interesan- te observar que antes de jugar tranquilo el nifio debe poner a prueba la fortaleza del entorno familiar, para sentirse a la vez libre y seguro. Esto suele verse con mayor insistencia cuando existen dudas 0 sospechas acerca de la solidez de la pareja parental o de la estabilidad del hogar. Los primeros trastornos de conducta, en sus ma- ‘staciones mas leves, suelen aparecer en la infan- cia, ya que remiten al fracaso de los padres en la adaptacién. En general estos fallos son corregidos y compensados en la propia familia, generando la cu- racién natural de la incipiente tendencia antisocial. En este cuadro incluimos las rabietas, la voraci- dad, los reclamos excesivos, la negativa a separarse de los padres. Estos sintomas son un intento de lograr la repare- cién desde los padres, los mismos a quienes se ha ce responsables de la desposesi6n. Potencialments estos comportamientos pueden ser precursores del robo u otras conductas antisociales, pero los padres suelen ser capaces de curarlos mediante nuevas adaptaciones y actitudes reparatorias. Es importante aclarar que no se trata aqui de “ma! criar’ al nifio con regalos 0 con exceso de permisiv- Del mismo modo es esencial que se reconozcan ls necesidades reales acordes con cada etapa del cimiento de los hijos. “De esto se infiere con claridad que los regalos de pleafios, asi como el dinero que se da a los ni © adolescentes para sus gastos personales, ab- ben parte de la tendencia antisocial normalmente visible.") Si los padres fracasan en su funcién de compen- ry Curar los primeros sintomas, se instala la enfer- dad. La tendencia antisocial sera la organizacién de Womnas y Conductas que expresan una reaccién an- la desposesi6n. D. W. Winnicott da como ejemplos enuresis, el robo, las mentiras, las conductas agre- fas, los actos destructivos, la compulsién a la cruel- , ciertas perversiones sadicas, hasta la psicopa- Lo que se hace evidente en este tipo de compor- iniento es, por una parte, el intento de recuperar el mento previo a la desposesién, cuando el ambien- era sélido, sostenedor y confiable; al mismo tiem- , el individuo antisocial busca que el ambiente ac- | reconozca y repare el dafo que le fue infligido. Se produjo un vacio al interrumpirse la provision ental, y el nifio busca el modo de Hlenar ese va- Ko, En ese sentido, D. W. Winnicott habla de “espe- anza”. 162 163 as T EI agravamiento del cuadro determinara condug. tas de tipo delictivo, que pueden comenzar en la in. fancia y dar lugar a un cuadro de delincuencia juve. nil, que para D. W. Winnicott estara directamente re. lacionado con la falta de vida hogarefia. Cuando el “buen ambiente interno” no ha teride oportunidad de desarrollarse, se hace necesario un control externo que ofrezca las condiciones de sequ. ridad necesarias para poder desplegar sus activida. des personales. Si el entorno es destruido, el nifio se ve invadidg por la ansiedad e intenta buscar un encuadre soste. nedor fuera de su familia primaria. Pretende hacer reaccionar a los cuidadores, parientes, 0 maestros, Cuando esta busqueda fracasa, puede apelar ala sociedad, provocdndola a través de comportamien- tos agresivos 0 transgresores. Los robos en la escuela, y mas adelante e7 a mundo social, tendrén como origen la misma bis- queda del ambiente materno, pero ahora se hallan complicados por la necesidad de encontrar limites 0 figuras paternas que frenen su destructividad. Ese robo es entonces un pedido de ayuda que general- mente fracasa, ya que la sociedad comprende poco y tolera mal este tipo de reclamos. La falta de limites resulta enloquecedora, y aniqu- la la vivencia de libertad. El ataque a la sociedad tie ne el sentido de recuperar el control externo. Los fallos mas graves y los fracasos repetidos en la bisqueda de un ambiente continente producirén un estado de profunda decepcién y desesperanza, cuyo resultado sera la estructuracion de una psicopa- tia. 164 El psicdpata es un nifio antisocial que no ha sido jurado. En este caso, las defensas se estructuran y la ex- jectativa de reparacién desaparece. Se instala la jsicopatia con sus caracteristicas de robo y destruc- (gon dirigidas a la sociedad en general donde la es- ranza de ser ayudado es casi inexistente. La pro- jabilidad de ser castigado es mayor, pero también lo ‘sla posibilidad de obtener beneficios. En estos casos, nos encontraremos ante un cua- zo mas severo e inmodificable. El acting antisocial se vuelve importante para el individuo, debido a los teneficios secundarios que le aporta: el dominio so- tre los otros, la ganancia material, la sensacién de poder. Estos beneficios comienzan a ocupar toda la esce- ra psiquica, disminuyendo el sufrimiento y frenando 1 impulso del individuo a buscar ayuda o a aceptar lz que se le ofrece. C La desposesién en la neurosis D. W. Winnicott nos habla de aquellos sintomas y onductas que se juegan en el plano de la relacién y tuscan provocar una reaccién en el ambiente a tra- hés de la utilizacién de ciertos aspectos de la enter- Inedad. Cuando los comportamientos antisociales apare- en en la conducta de un neurético, resulta importan- lp detectar los sintomas de desposesién. Estos sintomas evidencian dafios de origen tem- prano en la estructura psiquica, y precisan de un sos- lenimiento yoico. 165 Las conductas que se observan, si bien pueden tener varios niveles de significacién, tienen en comin “un elemento que obliga al ambiente a participar’, La bulimia, asi como Ia anorexia, representan as. pectos de autorreparacion y de venganza hacia ¢| entorno frustrante. En la avidez por el objeto se ha. lan condensados dos significados: el robo y la des. truccion. “La voracidad es un sintoma antisocial muy co. mtn, estrechamente ligado a la inhibicién del apeti. to.) En ese sentido, todas las conductas compulsivas, como la acumulacidn de objetos, e! consumismo, el derroche, responden a una misma necesidad. El ro- bo y la compra tienen una unica raiz en el deseo de apoderamiento del objeto. “Para estudiar mas a fondo el robo tendria que re- ferirme al deseo compulsivo de salir a comprar algo, una manifestacién comun en la tendencia antisocial que encontramos en nuestros pacientes psicoanalit cos."(1) Escaparse de la escuela, faltar al trabajo, salir “de levante”, implican un doble movimiento de fuga trans- gresora y de esperanza difusa de encontrar algo sa- tisfactorio. “Siempre desde el punto de vista clinico, dentro de la misma categoria a que pertenece el salir a com- prar algo, encontramos las salidas sin finalidad algu- na, a modo de rabonas, manifestaciones de una ten- dencia centrifuga que reemplaza el gesto centripeto implicito en el robo."(1) 166 D El tratamiento Para D. W. Winnicott hay un primer tiempo en que ls desposesién es compensada mediante cuidados speciales dentro del marco familiar. También la es- Jwela u otras instituciones pueden enmendar esta iesposesién proveyendo un contexto ambiental re- jjarador. Alli o en la psicoterapia, el auxilio adecuado leva al nifio a retroceder al momento anterior a la esposesién y a redescubrir el objeto bueno y el am- hiente humano contenedor que le permitan experi inentar impulsos erdticos y agresivos. En el tratamiento de distintos tipos de pacientes, el |urgimiento de un aspecto de tendencia antisocial se presenta cuando somos convocados a intervenir y lesponder a demandas y conductas que exigen una {éplica directa en forma de indicaciones, puesta de li- jritos © ajustes del encuadre. Aparece como una modalidad particular de resis- lencia que desplaza al andlisis fuera del campo de la jnetdfora, del simbolo, finalmente de lo psiquico. Es- logenera un problema técnico. Retomando los conceptos winnicottianos de Jnadre-objeto y madre-ambiente, podriamos hablar qui de un momento del andlisis en que el paciente folicita al analista en su funcién de ambiente repara- ltr. Pero inevitablemente se halla condenado a utili- Harlo como madre-objeto, es decir como objeto par- kal. EI paciente precisa de un sostenimiento yoico, pe- fo lo busca a través de irritar al analista, curioseando bs objetos del consultorio, creando dificultades con Hl pago o los horarios, expresando demandas que fxigen satisfacciones concretas. 167 En el caso de la tendencia antisocial como estruc. tura predominante, en pacientes graves propensos a} acting y a las manipulaciones de estilo psicopatico, se requieren encuadres especiales. t En el tratamiento de nifios y adolescentes, se de. be tener en cuenta que la tendencia antisocial se desplegaré con su maxima intensidad dentro de la si- tuacién analitica. Ante la confiabilidad del ambienie terapéutico u otros soportes complementarios, debe esperarse que los sintomas se agraven. Ademés, e| analista se verd obligado a hacerse cargo de aspec- tos del entorno, dar directivas, orientar a la familia, contactar instituciones. La cuestién esencial es proveer al nifo o al aduto de un encuadre que pueda poner a prueba para ex. perimentar con sus impulsos. Esto puede ocurrir tan- to dentro de la psicoterapia como en algun marco institucional que ofrezca estabilidad y un nuevo sumi- nistro ambiental. D. W. Winnicott afirma que el marco institucional que permita gradualmente ciertas dosis de libertad es indispensable en el tratamiento de estos pacien- tes. Tanto es asi que sin 61 la psicoterapia es casi im- posible. Como contrapartida, si el marco cumple ade- cuadamente su funcisn, la psicoterapia puede hacer- se innecesaria. _COmo opera el andlisis? ‘Al recuperarse la capacidad de sufrimiento, existe la posibilidad de un auxilio terapéutico. Esto Se ve claramente cuando el paciente siente a su analista como confiable y puede empezar a dirigirle reclamos. Los afectos reaparecen y, si la respuesta del ambien- te no es vengativa, pueden surgir sentimientos de in- quietud y preocupacién por el otro, a la vez que la ca 168 cidad de reparacién. A esto D. W. Winnicott lo tla- Ind un “ciclo benigno” con aumento de la confianza jeciproca y disminucién de los sentimientos persecu- lorios de ambas partes. En el tratamiento de este tipo de pacientes se re- Jwiere la instauracién de un vinculo confiable no per- gcutorio, a la vez que la provision de un encuadre le apoyo yoico relativamente indestructible en rela- lién con el tipo y grado de conductas agresivas que ld individuo realiza en esa etapa. 169 Bibliografia Winnicott, D. W.: - Deprivacién y delincuencia, Ed. Paidés, Bs, Ag, 1990. (1) Segunda parte. Cap. 14: “La tendencia antisocial," 170 apitulo 5 i miedo al derrumbe Asi como en la neurosis lo que subyace a las de- nsas es la angustia de castracion, en el Ambito de fenémenos psicsticos lo que se aprecia es el te- or al derrumbe del self unitario. A Descripcion clinica En la infancia, los fracasos del entorno generan la menaza de desintegracién y las angustias primiti- as. Contra éstas el yo organiza las defensas, ya que jada puede hacer contra el fallo ambiental, debido al to. grado de dependencia real. Estas vivencias tem- nas se hallan en el origen de lo que D. W. Winni- it Hlam6 el miedo al derrumbe 0 breakdown. Tam- ifn fue traducido por el término “colapso" Cuando se produce un colapso real es porque la uctura defensiva del paciente ha fallado; en un gundo tiempo se construiran nuevas defensas. El lapso originario no puede ser recordado pero si re- ido durante el tratamiento gracias a la nueva fuer- yoica y al apoyo prestado por el analista y el en- dre. Este miedo al derrumbe puede hallarse como fan- sia en cualquier individuo; en algunos pacientes arece en forma repetitiva y aguda. En un sentido es un fenémeno universal, lo que 71 ase a5 nos permite comprenderlo empaticamente cuandy un paciente lo experimenta en forma dramatica. Esta fantasia no siempre se observa desde el oc. mienzo. En aquellos que tienen un sistema defensiv muy bien organizado sdlo aparece con el progres del tratamiento. El temor al derrumbe es el temor a la falla en la or. ganizaci6n de las defensas que mantiene unida la o- ganizacién yoica. B E! fallo ambiental Ya dijimos que se puede describir el ambiente fa- cilitador como un sostén (holding) que evoluciona ha- cia la manipulacién corporal (handling) a la que se le agrega la presentacién del objeto. En dichas cond ciones, el individuo se desarrolla hacia la integraci6n, con la aparicion de la relacin psicosomatica o per sonalizacion, seguida de la relacion con el objeto. An- te el fallo ambiental, reaparecen las agonias primii- vas: - El retorno a un estado de no-integracion cuya de- fensa serd la desintegracién. - El caer para siempre cuya defensa es el auto- sostenimiento. - La pérdida de la relacién psicosomatica, cuya d= fensa es la despersonalizacion. - La pérdida del sentido de lo real cuya defensa es la explotacién del narcisismo primario y del pensa- miento omnipotente. - La pérdida de la capacidad para relacionarse con los objetos, que dard como defensa los estados au- 172 Istas y la relacién exclusiva con los fenémenos del of. En este sentido, el cuadro psicético clinico es gempre una organizacion defensiva, y nunca el fend- jneno de derrumbe propiamente dicho. C El tratamiento D. W. Winnicott sostiene como postulado funda- inental que el miedo clinico al derrumbe es el miedo ,Jderrumbe ya experimentado en el momento en que dd yo era demasiado inmaduro para acoger en si el lenémeno traumatico. El trauma quedé fuera de la posibilidad de ligaz6n | elaboracién, en el inconsciente no reprimido, sin cceso al recuerdo ni a la palabra. La pregunta es: ,por qué este temor aparece en lo actual si e! derrumbe ya tuvo lugar? El trauma originario no puede ser experimentado hasta tanto el yo pueda acogerlo en si y darle senti- to. Aparece en forma de repeticién o de amenaza fu- lura. Sdlo a través del sostén yoico brindado por el analista, la experiencia puede ser revivida, significa- da y asi transformada en pasado. Un rasgo de transicién entre el derrumbe origina- oy la repeticién en la transferencia se suele ver en el recuerdo del paciente de situaciones de derrumbe jacaecidas durante la latencia o la adolescencia. Esto seria ya una version posterior o resignificacién del lderrumbe primitivo sobre el cual se puede trabajar analiticamente. D. W. Winnicott afirma que al paciente se le debe 173 comunicar la hipotesis de que su derrumbe ya acon. tecid en un pasado inaccesible al recuerdo, ya que esto puede aliviarlo de su sufrimiento. Sin embargo, resulta importante que se den en ¢} andlisis las posibilidades de experimentar una cuota de este derrumbe que el paciente necesita vivir, para poder incorporarlo a la posibilidad de procesamiento psiquico. Si los fallos del analista se producen en dosis tole- rables, el paciente podra revivir parcialmente aspec- tos del derrumbe primitivo y comenzar a darles sen. tido psiquico. El paciente necesita recordar el de. rrumbe original y esto no es posible; la Unica forma es la repeticién en la transferencia, y su reviviscencia en la relacién analitica equivale al levantamiento de la represién en el andlisis del paciente neurotico. Icapitulo 6 ligunas observaciones sobre las patologias por conflicto intrapsiquico Cuando ef'riesgo de las deformaciones del yo de- sido al fallo ambiental temprano ha sido superado, jain quedan pendientes la estructuraci6n de las rela- jones triangulares y la resolucién del complejo de Edipo. Esto quiere decir que, una vez elaborados en el iatamiento los problemas concernientes a una mejor istructuracién del self 0 en aquellos individuos que jo han padecido del fracaso ambiental, pueden pre entarse conflictos de indole intrapsiquica originados jarticularmente en la ambivalencia inherente a las jelaciones objetales. Aqui encontramos los cuadros descriptos clasica- Inente como depresi6n, y las distintas formas de neu- sis. A La depresién D. W. Winnicott afirma que la depresién, mas all lie sus extremos patolégicos, es un trastorno inhe- lente a todos los seres humanos integrados. Para él, sentir las cosas profundamente y asumir responsabi- idades puede llevar a vivencias depresivas. Esto sig- fica que el individuo es capaz de reconocer sus as- pectos mezquinos, su odio y su crueldad, que convi- 174 175 ven con su capacidad de amar y construir. Es asi co. mo las personas valiosas tienen la capacidad de de. primirse. Sin embargo, en las depresiones graves, el indivi. duo se siente responsable de todos los males de| mundo, aun de aquellos que no tienen nada que ver con él. El psicoandlisis reconoce la relaci6n entre la de- presién y un aspecto que corresponde a la salud: la capacidad para sentir tristeza y culpa. Corresponde entonces diferenciar los aspectos depresivos de las personas normales y los otros tipos de depresién. La depresién tiene un punto de origen intermedi entre los puntos de fijacién de la esquizofrenia y los, de las neurosis. Las depresiones abarcan un amplio campo de los trastornos mentales, desde aspectos casi normales hasta las depresiones psiccticas. Mas cerca de la normalidad encontramos enfer- medades depresivas que implican cierta madurez del individuo y cierta integraci6n de! self. Aqui lo indica- do es el tratamiento psicoanalitico cldsico. La dife- rencia estriba en que en la transferencia la relacién madre-hijo va a tener un rol protagénico, y la angus- tia de separacion también. En esta relaci6n el indivi- duo se halla dominado por ideas destructivas, y se hace esencial la supervivencia del analista a los ata- ques del paciente. El conflicto tiene que ver con la dificultad de reco: nocer e integrar los propios impulsos de agresién y destruccién. En el duelo normal, la afliccién surge por el senti miento de responsabilidad por la muerte del otro, € 176 causa de los aspectos agresivos que acompafiaban el amor. En la depresi6n reactiva ocurre lo mismo, sdlo que existe un mayor grado de represién y estos procesos son inconscientes. En los casos mas graves aparece la depresién psicética 0 “depresién esquizoide”, con vivencias de despersonalizacién y sentimientos de irrealidad. Si bien estamos en el terreno de la pérdida objetal, es- ta pérdida es mas confusa que en la depresién reac- tiva, y deriva de una fecha mds temprana en el desa- rrolip del individuo. La vivencia es que junto con el objeto se han perdido partes del propio ser. En las re- laciones objetales de estos pacientes existen meca- nismos primitivos como la escisién del objeto para protegerse de la ambivalencia, lo que lleva a la esci- sién del yo Al diagnosticar la depresién, damos por sentadas la fortaleza y la organizacién yoicas. Analizarla impli- ca comprender los mecanismos de introyeccion, y la nocién de realidad psiquica en el mundo interno. “El objeto perdido es llevado a este lugar interior y alli se lo somete al odio, hasta que el odio se agota; y la recuperacién con respecto a los sentimientos de afliccién 0 depresién tiene lugar entonces, esponta: neamente en el caso de la afliccién y a menudo tam- bién en el de la depresién reactiva."() El odio y el. amor necesitan ser soportados dentro del mundo interno; en fa depresién se produce un os- curecimiento de todos los fendmenos internos con el fin de mantener oculta la ambivalencia. Al disiparse la depresién, los elementos buenos y los persecutorios se hacen conscientes y se encuen- tran entre si. « 17 A partir de alli el yo del paciente sera capaz de acogerlos en forma integrada y aceptarlos como par- te de su ambivalencia. B Las neurosis Para D. W. Winnicott, la neurosis es un trastorno determinado por conflictos internos *... que se desa- rrollan en el interior del ser intacto, integrado, perso- nalizado y con relaciones objetales”.(") A partir de Freud las neurosis fueron descriptas dando por sentada una estructuracién suficiente del aparato psiquico, en tres instancias: el ello, el yo y el superyd. En la constitucién del aparato resultaron significa: tivos los conceptos de fijacién a determinadas etapas de la libido y regresion a ellas, las que configurarian diferentes cuadros clinicos junto con los mecanismos de defensa especificos. La teoria de! desarrollo libidinal nos mostré al nifio transitando diferentes etapas pregenitales: oral, anal, falica, convergiendo todas ellas en la estructuracién edipica, con sus variados y a veces contradictorios impulsos afectivos. En la organizacién de una neuro- sis, esto significa la aparicién de la angustia de cas- tracion y de las defensas instauradas contra ella. Las relaciones triangulares ya se han instalado"y el complejo de Edipo funciona a pleno. Los senti- mientos ambivalentes y contradictorios que en él se generan dan origen a la enfermedad neurética. La’ priricipal defensa es la represién. Del mismo modo que la escisién es la defensa caracteristica de la psicosis. La organizacién y rigidez de las defensas 178 son las que otorgan su forma tipica al cuadro neuré- tico. Si bien el inconsciente es el origen de los aspec- tos mas valiosos del ser humano, aportando a los suefios, las fantasias y la vida en general, el incons- ciente reprimido no puede utilizarse libremente y s6- lo se manifiesta en forma de amenaza a través de la angustia, 0 generando sintomas. El tratamiento de los pacientes neuréticos apunta al conocimiento de la vida instintiva del individuo y al inconsciente reprimido, dando por sentado que la personalidad se ha construido y la capacidad para las relaciones objetales no esta dahada. En ol tratamiento de estos pacientes la técnica cla- sica freudiana es adecuada y suficiente. A lo largo del tratamiento, y gracias al levanta- miento de la represién, los componentes de la ambi: valencia se integran y las fantasias reprimidas se ha- cen conscientes. Las fijaciones se aligeran y se ins- tauran las relaciones interpersonales con menores componentes pregenitales y con mayor integracion de la ambivalencia y de los objetos. Fundamentalmente, en el tratamiento psicoanaliti- co de las neurosis se trabaja por medio de la inter- pretacién de la ambivalencia y su aparicion y elabo- racién en la neurosis de transferencia. 179 Bibliografia Winnicott, D. W.: - El proceso de maduracién en el nifio, Ed. Laia, Bar- celona, 1979. () Segunda parte. Cap. 12: “Los casos de enferme- dad mental.” ©) Segunda parte. Cap. 13: “El trastorno psicoanaliti- co en términos de los procesos infantiles de madura- cion.” 180 PARTE IV LA TEORIA DE LA TECNICA Capitulo 1: Encuadre y regresion Capitulo 2: Transferencia y contratransferencia Capitulo 3: Del juego a la interpretacin Capitulo 4: El proceso terapéutico Capitulo 5: El squiggle: la técnica del garabato Capitulo 6: Habitar el espacio de la salud: una tarea sin fin D. W. Winnicott afirma que para el ser humano existe una tarea que no tiene fin: la de mantener se- parados y a la vez interrelacionados el mundo inter- no y el mundo externo. Sélo una zona de reposo per- mite tolerar esta fatigosa empresa: el espacio transi- cional, espacio de ilusién donde es posible vivir, en el que la vida adquiere sentido. Zona de reposo porque no sera cuestionada. Alli la pregunta “Zesto pertenece a la realidad externa o ha sido creado por tu fantasia?” no tiene razén de ser. La tolerancia matema a la omnipotencia del bebé, y luego la aceptacién de la fantasia y del espacio de Juego en el nifo, inauguran y amplian esta zona. No hay salud posible, ni actividad creadora, ni sentimiento de ser para aquel que esta privado de ese espacio. Aqui aparece uno de los sentidos fundamentales del tratamiento psicoanalitico: la apertura y expan- sién del espacio transicional. El espacio intermedio entre el adentro y el afuera es para D. W. Winnicott no sélo Ia clave del sentido de la vida, sino también del buen funcionamiento psi- quico y de la salud mental i Si éste llegara a faltar, se produciria la confusion entre el adentro y el afuera, como sucede en el caso limite. Quizé el replegamiento esquizoide, por exce- so de separacion entre ambos espacios. También la concretizacin de la relacién con la realidad a través de una adaptacién excesiva al ambiente, con pérdida 183 del contacto con el mundo interno, como la vemos en el falso self. La teoria freudiana postula un primer momento de yo realidad con el reconocimiento de lo propio y lo ‘externo, y luego la creacién de una zona libre de las, presiones del principio de realidad, la actividad de la fantasia. D. W. Winnicott, en cambio, propondra lo transicio- nal, la ilusién primaria como indispensable al psi quismo, sin la cual el individuo no podria tolerar el so- meterse al principio de realidad. Sélo bajo esta condicién, la vivencia de un breve periodo de omnipotencia, aceptaré gradualmente la desilusion y el reconocimiento del afuera, con la po- sibilidad de preservar la interioridad y a la vez la ca- pacidad de sostener una ilusién transformadora del mundo externo. A partir de esta concepcién del psiquismo se pos- lularan la modalidad y los objetivos del tratamiento psicoanalitico. EI andlisis intentara brindar al paciente las condi- ciones adecuadas para la ilusién cuando el medio ambiente temprano fallé en esa funcién. En él, el in- dividuo podré desplegar nuevas aptitudes y expe- riencias; asi comenzara a ser duefio de un espacio precario y a la vez permanente, espacio transicional, espacio de la salud. Me referiré al encuadre y al espacio del andlisis como escenario y argumento que sostienen la expe- riencia transicional. Sostén necesario en el camino hacia la salud, sélo precisan de un analista “vivo y despierto”. El espacio-tiempo del analisis: lugar del cambio, 184 lugar de la cura, soporte para la experiencia de la continuidad existencial. El objeto analista que se ofrece para la experiencia. El sostén que hace posi- ble la regresién. El reconocimiento de las necesida- des del ello, la respuesta a las necesidades del yo. El trabajo terapéutico en D. W. Winnicott puede ser pensado en relacién con varios ejes: - El encuadre que posibilita la regresion. - La transferencia y la contratransferencia. - El juego y la interpretacién, interactuando en el espacio compartido del analisis. - Los movimientos del paciente a través del proce- so terapéutico, inaprehensibles en su esencia pero accesibles a nuestra mirada a través de algunas ins- tantaneas de momentos de encuentro de un analisi - Una técnica original de comunicacién: el juego del garabato. - - Por ultimo, una historia sin fin. Aquella que surge al habitar el espacio de la salud. 185 Capitulo 1 Encuadre y regresion A La funcién del encuadre Uno de los principales aportes de D. W. Winnicott a la teoria de la técnica es el significado y uso tera- Péutico del encuadre y sus variables. Este cumplira las funciones de holding, espacio transicional y garante de la continuidad existencial, permitiendo la regresién a la dependencia, la viven cia de no integracién y la experiencia del ser en el tiempo. Qué es lo que otorga al encuadre este sentido tan caracteristico? Diferentes desarrollos que surgen de toda la obra: ~ La importancia del entorno en el desarrollo psi- quico temprano y por lo tanto del encuadre durante las fases de regresion a la dependencia en el anali- sis. - El planteo de tres estructuras Ppsicopatolégicas (la disociacién esquizoide, el falso Self, la tendencia antisocial), cuya etiologia deriva del fallo ambiental, y que no son accesibles ni modificables sdlo con las in- terpretaciones, ya que precisan de un soporte para el yo, que debera ser provisto por el entomno actual, pa- ra asi poder dejar en suspenso las defensas que lo han deformado, abriendo la Posibilidad a nuevas for- mas de integracién 187 A partir de Freud surge la idea de un analisis en el que el material del paciente debe ser comprendido e interpretado. Esto es valido para la neurosis, pero, sin embargo, Freud no descuida los aspectos que hacen al encuadre. Es asi como D. W. Winnicott se detiene con una nueva mirada sobre el encuadre froudiano. Asi nos muestra que, si bien Freud privilegié la interpretacion como recurso técnico, tuvo gran cuidado en instalar el Ambito adecuado para sostener al paciente y po- der trabajar con él: - el horario fijo, la frecuencia estable; el lugar tran- quilo y acogedor; la luz y los ruidos normales, la pre- sencia de un divan; - el analista puntual y vivo, despierto y preocupa- do por el paciente; expresando amor y odio (interés y estrictez), reconocidos honestamente y no negadas; - el analista que no juzga, se abstiene de incluirse, no toma partido (neutralidad benevolente); que es especialmente digno de confianza y esta libre de desbordes pulsionales: que no se venga y no se muere; que es capaz de distinguir entre fantasia y realidad. B La regresién a la dependencia Para D. W. Winnicott, la regresién, mas que a los puntos de fijacion, se realiza a las etapas de mayor dependencia. Una de las funciones del encuadre es favorecer la regresion a la dependencia. En la clinica se hae necesario diferenciar la re- gresién del replegamiento. La regresién implica el sentimiento de confianza en el ambiente que permite 188 : dejar en suspenso las defensas y retornar a estados de no integracién. El replegamiento, en cambio, es consecuencia de vivencias de persecucién. Es un estado defensivo extremo en el que se establece una independencia reactiva y patolgica a través de la negacién de la necesidad de depender del analista. El encuadre invita a la regresién por su confiabili- dad, ya que reproduce la relacién temprana con la madre sostenedora. Permite al paciente regresar a la dependencia y dejar en suspenso sus organizaciones defensivas. El alivio surge de una provision ambiental especializada en concordancia con el grado y tipo de regresién del paciente. Es particularmente importante y significati- vo en las patologias graves. En esos casos el mantenimiento del encuadre es mas importante que las interpretaciones. Sdlo asi es posible la regresion a la dependencia necesaria para establecer contacto con los traumas que deformaron tempranamente al yo. Durante la regresién nos hallamos en el terreno de las necesidades. Necesidades del ello y necesidades del yo. Casi no es posible hablar de deseo, dado el grado de desamparo y la falta de integracién yoica. A partir de la regla de abstinencia postulada por Freud, resulta claro para cualquier analista que las necesidades del ello, como expresién del mundo pul- sional, no deben ser satisfechas. D. W. Winnicott considera que las necesidades yoicas, de confianza, estabilidad y sostenimiento, si deben ser tomadas en cuenta y requieren de una respuesta adaptativa del analista. 189 Si el andlisis provee el sostén adecuado, Ia satis- faccién 0 aun la frustracién de las necesidades po- dran ser procesadas psiquicamente, y estas expe- riencias enriquecen y fortalecen al yo. Para el paciente resulta no sélo penoso, sino tam- bién riesgoso exponerse a la dependencia. Tiene que enfrentar el miedo a Ia desintegracién, al aniquila- miento y a ser dejado caer. Por eso, puede tardar mucho tiempo en llegar a ella, ya que precisa poner a prueba al analista, debido al temor originado en el fracaso de las experiencias anteriores. La dependencia durante esa etapa es extrema, y las demandas al analista durante las sesiones suelen ser urgentes e imperiosas. La transferencia se presenta en forma dramatica y el paciente necesita de la incondicionalidad del ana- lista. En muchos casos esta experiencia se manticne acotada en el marco de cada sesién. ‘Sin embargo, sabemos que no siempre es asi. En ciertos periodos del andlisis, la dependencia de la persona real del analista puede ser tan intensa que requiera de éste una disponibilidad permanente, ‘ofreciendo al paciente la posibilidad de encontrarlo fuera de los horarios de sesién e impidiéndole tomar- se vacaciones a riesgo de un derrumbe severo. Este puede implicar la aparicion de una enfermedad fisica, los actings y aun el suicidio. En este tipo de pacientes, el desarrollo del trata- miento se hace imposible sin tomar en cuenta las ne- cesidades del yo. Los intentos de aplicar la técnica cldsica fracasa- rn si el analista se ubica en una posicién ortodoxa. D. W. Winnicott no se cuestiona si es correcto 0 inco- 190 recto modificar la técnica: simplemente plantea que sin estas modificaciones el tratamiento resulta impo- sible. También en algunas etapas del trabajo con pa- cientes neurdticos, cuando se hacen presentes nu- cleos de funcionamiento muy primitivo, la técnica de- bera modificarse estableciendo adaptaciones ade- cuadas a las necesidades yoicas de ese momento. “La porcién enferma es tan enferma en uno como en otro, y el analista no puede en modo alguno men- guar su adaptacidn a las necesidades del paciente Por el hecho de saber que éste cuenta con una cuan- tiosa porcién de personalidad sana. Es con la parte enferma que uno trata, y ésta esta tan enferma como es posible."@) Lo importante es que, mas alld de los intentos del analista, éste estard expuesto a fracasos en la adap- tacién en muchos momentos del tratamiento. Son es- tos fallos acotados y dosificados los que permiten al Paciente revivir en la transterencia experiencia pro- ximas al derrumbe originario que se produjo con el fallo ambiental temprano. “Asi, en definitiva, triunfamos gracias al fracaso. el hecho dista mucho de la teoria simplista de la cu- racién por medio de la experiencia correctiva."(1) El andlisis sélo ofrece la oportunidad de un marco seguro para reexperimentar las angustias primitivas y las vivencias traumaticas tempranas, sin demasia- do riesgo y con la esperanza de elaborarlas. “Quiero decir que una cosa es que un paciente simplemente sufra un derrumbe, y otra que lo sufra Porque alguna nueva provisin ambiental le ofrece cuidados confiables.”) 191

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