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LANCELOT HOCBEN LA MATEMATICA EN LA VIDA DEL HOMBRE Tstancosss on J, F, HORRABIN EDUARDO CONDEMINAS ABOS Ingeniero Industral Compsfita Editorial Continental S. A. SAN LUS POTS Re 18 BUCO. BF CAPITULO VI La aurora de la nada, o cémo empezé el dlgebra ‘Paxa hacer Ia presentacién de esta nueva etapa de nues- tra relato lo mejor seré eitar unos fragmentos de T. Dant- zig en su admirable libro Number: «Este largo que sbarca casi cinco mil afios, ha presenciado el nacimiento y el ocaso de muchas civilizaciones, cada una de las cuales iba dejando tras de sf una herencia de literatura, arte, filo soffa y religién. Pero, y en cuanto al arte de caleular (que es cl practicado por el hombre desde més antiguo), equé ba- ance legaron? Una numeracién inflexible, tan ‘imperfecta ‘que hacia casi imposible el progreso, y unos instrumentos de ceilculo de aleance tan limitado que hasta Ias operaciones mas clementales requerfan particular experiencia... Los hombres ssc sirvieron de estos instrumentos durante millares de afios, sin hacer en ellos ningtin perfeccionamiento digno de men- ‘ign y sin aportar ni una sola idea innovadora del sistema. Ni aun teniendo en euenta el lento desarrollo de las ideas ‘en las épocas de supersticién e ignorancia, puede justficarse Ja singular visién de desolacién y estancamiento que ofrece Is historia del arte de ealcular. En contraste con este fondo de aridez, Ia hazaiia de aquel hindi andnimio que, un buen fa, en los primeros siglos de nuestra era, descubri6 el prin- cipio de la posicién relativa en la numeracién escrita, aleanze roporciones de acontecimiento mundial. En el transcurso de los tiltimos siglos antes de Jesucristo yy los primeros de nuestra era, se usaba en China una eseri- ‘Yura numérica fundada en Ja’ agrupacion de «palillos». Era esencialmente jeroglifica, una simple represent de las ‘cuentas efectuadas mediante trocitos de madera. El uso de simbolos como = y = pare representar 8 y 2, esté mis cerea Ge a simple realidad del manejo del abaco que la falsa nume- racién por letras de los hebreos,romanos y EFcgos, Cuyo exe Pleo requiere la introducei6n de letras distintas para cada una dlelaseolurnnas de dicho insteumento (i. 6) y es ual quey em Js numeracién romana, los signos I, X, Cy ME, represcatam, ‘espectivamente las columnas de las unidades, decenas, com {enas y pillares. La X repetida tres veoes (KX) styles tres bolas en la columna de ls desenas, y esribir dos veces E ‘quiere decir dos bolas en Is columna de las unidades. St las Yomanos, para eseribir 82, hubiesen puesto GH) (1D), a0 hhabrian podido distinguislo de 820, 002, 9200, 3002, ete. Desde ‘ite aapecto, lo mismo puede dectse de la notacién com pax lllos. $i representemos 82 poniendo = =, zpodremos dis- tinguir este iiimero de otto cualquista de los menciona- dos? Hay una manera sencilla de resolver esta cuestény Y consiste en utilizar algin signo especial, que primero fue an punto y luego fué un eieulo (0), para representar Ia oo Tuna que queda vacfa en el aaco, Gracias a esta conven in, $20 se eserbirk =. y 802 send = +— Con anterior ‘ad's Ia introduceiéa del seubolo * 0 del 0, el sinbolo = se habia transformado en 2 y Ia grafia de = era 7, que son las formas originales del 8 y del 2 de nuestro sistema Esta précticn empex6 en la Tadia en una époce situada entre 100 nos antes de Jesueristo y el aio 150 de Ia Er crietian. No fu fundamentelmente un deseubrimiento matemético ex el sentido nendémieo. Fue un deseubrimento préctico. La pa Jabra hinds para desiguar (0) es aunyo, que quiere decir vaio, [in identiicatiGn dsO con ela Nade» fu tna dea uterioe. Este aisuto descubrimiento 10 hizo, independientemente, la civic dacién maya del calendario, que florecis hacia el’ aio 500, ‘Los mayas, en sis monumentos de piedra, adoptaro. unk dlisposicién vertical de ls sgnos a base de palillos. TEstd universaimente reonnorido que este importante peso formé époea. Laplace, el eminente materndtic-astrénom ‘raneés, refrgndose a esto, dice eo un signifcativo pani “Es la India In que debemos el ingenioso método para -expreser todos los nimeros por medio de diez simboos, cada suno de los cuales, ademés de tener un valor abaoluto' tiene 0 ciao wotrees es, Seems ast un valor por la posicién que ocupa ; es una idea profunda importante, que, de tan seneilla coro nos parece ahora, hace que no nos denies cuenta de su valor real pero su gran senci- ler y la enorme facilidad que da para todos los céleulos sitéa nuestra aritmética en le primera fila de los grandes inventos Stiles. Y apreciaremos todavia miejor la importancia de esta ‘dea capital si tenemos presente que escapd a los genios de Arquimedes y Apolonio, des de los hombres més eminentes que nos dis In antigtedad.» "T. Dantzig expresa la misma extrafieza: eo que no acertamos a explicarnos es eémo pudo ser aque los grandes matemsticos gritgos no tropezaran liter mente con este idea. Seria porque los griegos sentfan tan mareado desprecio por las ciencias aplieadas que hasts con- fiaban a esclavos la instruceién de sus hijos? Pero, si fué ast, zedmo pudo ser que wna nacién que nos dié una geometris, y In Tlevé tan adelante, no pudo Hegar a crear ni tan sélo tuna digebra ridimentaria ? Por otra parte, {no es igualmente extraio que el Algebra, la piedra angular de las matematicas Imodernas, tuviers st origen en la India, y easi al mismo tiempo en que nacia la numeracién a base de la posieiéa relativa de los simbolos?» Ts indudablemente imposible dar una contestacién com- pleta a estas preguntas, Pero, de todas maneras; no es tan ‘ifieil ver algo claro en este problema. Una razin de por qué Jos mateméticos de la antigiedad no fueron capaces de llegar 4a tales realizaciones esté en que heredaron una cultura s0- cial que les forzaba a servirse de una numeracién escrita que ‘se haba desarroliado antes de que se sintiera agudameate la necesidad de eéleulos laboriosos con grandes cifras. En ests situseién, el progreso tuvo que venir por la aportacién de tun pueblo menos sofisticado, que no habia empezado a escr bir mimeros hasta que mianej6 cifras considerables y pudo hacerlo libre de prejuicios. El volumen del comercio mun: ‘mano. Ko un problema que se encuentra en el Lilavati, y que citaremas més abajo, se revelan las preocupaciones de los prinieros aritmétions hindiies por los impuestos, deudas ¢ inte- reses, ;Por qué este paso tivieron que darlo los hindies? {Por qué ‘ao lo dieron aquellos eélebres matemiticos de le ase 1 sumoMS DE Le #4 aantigledad? {Por qué tuvo que ser un hombre préctico quien lo diese primero? La dificultad en comprender estos hechos sélo es insuperable en caso de limitarnos a buscar la inter- pretacién de las contingencias del progreso inteleetual en e! fgenio de unas pocas personas de talento privilegiado, en ka- gar de buscarla en la compleja armazin social de Ia rutina. aque envuclve hasta a los talentos més preclaros. Lo que st cedi6 en Ia India hacia el afio 100, habia ya sucedido antes, Al llegar a un cierto nivel en la historia de una cultura, Ie irrupeion de una comunidad menos falsenda determina una virada decisive. La Historia se vole de las cosas més is pparatadas del mundo para deseoncertar a los sabios, y de Ins cosas débiles para reducir a la nada lag (uertes. Esta ver~ dad social inelndible no es lisonjera para los materticos. La califican de necesidad. Accptarla cs conceder que cada cultura eontiene en sf misma si propia condena, a menos que conceda tanta atencién a la instruccién de le masa er general como a la de las gentes excepcionalmente dotad: En el curso del presente capitulo aparecera una respuesta fla pregunta de por qué los griegos fracasaron en el des- arrollo del algebra y por qué los hindies y Grabes lograron 10. que ellos no pudieron conseguir. La invencién de la sunya © e0>, libr5 a la inteligencia humane de las rejas earceleras del dbaco. Una vez eonseguido cl signo para representer Ia ccolumna vaeia, Ia operacién de llevar eifrase de un orden al superior se hizo tan facilmente sobre la pizarta, papel, et. ‘como en el sbaco, La nueva eseritura numérica rah mo- ‘elo perfecto de la aecién meciniea, pero con la ventaja de ‘ane desaparecia el modelo mecénico, Permitia extender an rimero en cualquiera de las dos direcciones y tanto como fuese necesario. Si tiene usted un sbaco de, por ejemplo, cue tro columnas (M, C, X, I), cncontearé difeultades cuando dquiera hacer efleulos von nsimeros mayores de 9.900. En cam~ bio, sobre el papel es tan féeil mancjar mecénicamente cant dades de la magnitud de: 0.990.909.009.090.900, como de la magnitud de 9.900. Entonees también se hallaron algunas earacteristicas sencillas de las series mumérieas, que expusimos, mediante la paradoja de Zenén, en el capitulo (0 cdo ewree6 xu KiaRDRA 358 primero, Su signifieasién no quedé enterrada en la obscu- Fidad de Ia notacién a base de letras. En realidad, en Ale- jandria hubo hombres de talento, como Diofanto'y Teén, ‘que sisladamente abordaron problemas de igual naturaleza ‘que los tratados por los hindtes y los arabes, sucesores suyos. Pero su dlgebra era desesperadamente complicada por el he cho de tener que usar los mismos simbolos para expresar palabras y mimeros propios. No podfan reservar el uso de las letras para la representacién de ndimeros abstractos. ¥ no se desperts un fructifero interés por las reglas aplicables a la ‘manipulaeién de los nimeros sino, precisaniente, enando hubo ‘una nueva cultura social que, brotando de la vida de trabajo de una combnidad libre de los grilletes de afiejas rutinas, trajo consigo el aparejo para manejar los nimeros con faci id y sugirié problemas précticos para ser resueltos mumé- ricamente. A los griegos les falt6 el impulso social para desarrollar el algebra, Los alejandrinos sintieron la necesi- ad de ella, pero les falté el equipe social. Los hinddes tenfan cl equipo social ‘cuando nacié la neoesidad. Bn este capitulo ‘examinaremos separademente las tres corrientes que contri- Dayeron al dlgebra do los hindties y de los arabes, a saber: primeramente, Ia nesesidad de reglas sencillas para el eleulo, ‘que forman Ie algoritmin, nombre que se daba a la aritmé- toa en el siglo x10, derivado del nombre del algebrista érabe Al Joarismi (1); en segundo lugar, la revolueién de proble- ‘mas précticos que requerfan la aplicacién de nimeros, como, por ejemplo, Ia reralucidn de eovaciones; y, finalmente, Ia ‘vuelta al estudio de las series ‘Nuestro conocimiento de ls matemAticas hindies empieza. en el Lilavati, de Arya-Bhatta, hacia el aflo 470 de nuestra era, Este autor trata de las reglas de aritmétiea, aplica 1a ley de los signos de Diofanto, da uns tabla de senos, a inter- valos de 84%, y asigna a 7 el valor de 31416. En poeas palabras, puede decirse que las mateméticas hides empie- an donde cesan las matemétieas alejandrinas. Un poco més tarde, en el siglo vf, aparece Brahmagupta, que se ocupé en los mismos temas que Arya-Bhatta: efléulos, ccuaciones, series. Estos primeros mateméticos hindiies enunciaron aM Spremimive de Mehmed Aten, lado tie Mas 58 1 AURORA Di a xD las leyes del era una ex- presién usual en Espafia, tal conio en la Rdad Me Jano y barbero eran la misma cosa. Con lo que, tal vez, s¢ ‘menospreciaban las dotes intelectuales de los barberos. ‘Antes de tratar de In nueva aritmética o algoritmia, nos serd til params adelante detenernos a ver las posibili- (1) Llama in Leonardo do Pan, — Ns 7. (©) Si cxribinos em ta forma © et tein endsimo, seein con recedente sed (4) Beperndor de Alemania y ney 6 Sila, — N. de. © cfuo faere2s x1 StcEmmA o dades latentes que desperts inniediatamente en la imagina- ‘eiéa de los diseipulos de Ia cultura drabe la nueva notaciéa, ‘numérica, Stifel, a quien hemos encontrado como comenta- dor del emisterio apocaliptico», decia, sin referirse ya al ni- ‘mero G06: «Puedo cicribir un libro entero acerca de cosas maravillosas que nos ofrecen los nimerosy. Se referfa a nue- vvas relaciones que pudieron deducirse cuando Ia Humanidad fadguirié una eseritura numérica eapaz de reproducir el tra- Bajo mecinico que sc hacia en el éhaco, pero sin tener que acudir para nada a este instrumento. Consideremos el nti lero MMCCCXXXIL, que en nuestra notacién es 2.882. Le cifras romanas son marcas que indican dos bolas en Ja pri- ‘mera columna (tunidades), tres bolas en Ia segunda, tres en Ia tereera y dos en la cuarta columna (millares). La esencia, del antiguo sistema era que cada simbolo (M, C, ete.) repre- ‘sentaba tuna determinada columne, o en el easo del sistema Fiebreo y del griego ético representaba una determinada bola ‘en una determinada columna. Escrito en guarismos, leyendo ‘de iaquierda a dereche, 2.892 nos va dando el némero de ‘bolas de cada una de las columnas sueesivas sin necesidad de recurrir a signos distintos para indicar Ia eolumna corre pondiente. Cada signo en sf sdlo representa el nimero de bolas. Las columnas se sefialan por la posicién relativa de Jos niimeros, y una columns vaeia se representa por «<0» No obstante, la posicién puede también deflnirse mediante xiimeros, como verd usted si pe fija on ol significado del nii- ‘mero 0.600.606, Este niimero significa que, si tuviéramos un ‘havo que aleanzase haste los millones, o' sea con siste co- Jumnas, habria seis bolas en la séptima (millones), sels en la sexta (centenas de millar), seis en la quinta (decenas de milla), seis en la cuurta (unidades de millar) y asf siguiendo. Ahora bien, un millén es (10x 10%10 x10 x10% 10), 0 sea, seis nimercs diez miultiplicados entre sf, o también’ 10%, Andlogamente, cien mil seré 10°. En otras palabras, cada bola situnda en la séptima columna representa 10°. Cada bola ‘en Ia sexta columna quiere decir 10°, cada una en la quinta olumna expresa 10, en la cuarta column es 10° y cada ‘ola en Ie tezeera columna es 10°. Expresando todo esto en ‘una regla sencilla, podremos decir que 10" es el valor de ‘eada una de las bolas situadas en le columna (n + 1). Pax reve ser que las consecuencias de esta regla, encontrada por Stifel, le impresionaron casi tanto como el niimero 068. Examinemos lo que signifies, Primeramente, hemos en- contrado un modelo fisico para representar 10", que nos leva mucho més alld de los Iimites de la geomettia. griega. La geometria zriega podia proporcionarnos un modelo para 10', fque serie na recta de 10 unidades de longitnd, un modelo para 10", 0 sea un cuadrado de 10 unidades de lado, y un niodelo para 10°, esto es, un cubo cuya arista es de 10 uni- dades de longitud. Mas allé de este limite (ver pég. 100), al ‘imero » coloeado donde lo escribinios, es deeir, en la parte superior derecha, para significar la operacién de mult entre sim mimeros 10, no tiene equivalente ffsico en el mundo real. En esta nueva numeraciéa, 10 (au billén) significa el valor que tendria cada una de las bolas situadas fen la columna décimotercia de un abaco de trece 0 mas com Jumnas, silos hubiera de este nimero de columnas. Con esto se amplia inmensamente el horizonte de los grandes ndmeros. ‘Yen euanto 2 los miimeres menores que la unidad, :qué si cede? No hemos dicho todavia nada de la primera columna. Para ver las coneeouencias de la nueva forma de traducie 10%, eseribiremos la seric geométrica en el orden descendente que iguen Tos niimeros indice (n) en Ia aumeracién esar 1.000.000 100.000 16.000 1,000, 10010, no! io" a a Esto indica que cada ver que el valor de Ia bola se divide por diez, m baja un grado. Por lo tanto, el indice n de le primera columna deberd ser uno menos que 1, 0 sea 0. Atin podemes ir mis abajo. Uno menos 0 es —1, de suerte que 1 dividide por 10 es 10°, Podremos, pues, extender hasta el grado de pequetiez Jos fndices en disminucién. As 10.000 1.000 100-101 i En segundo Tugar, otra cose maravillosa acerca de estos ‘nvimeros es que también pueden darnos el signifieado de a cuando a es tin niimero distinto de 10. Esto es una manera 0 6x0 eerie a Suen a0 de deeir que Jas ventajas de los némeros hindies no tienen hada que ver con las propiedades misteriosss del 10. Al con- trario, las misteriosas propiedades del 10 se deben mera- mente al hecho de que los niimeros hindies se introdujeron para ajustarse aun ébaco en el que, cuando los valores de Jas bolas se hacen diez veces mayores, los indices aumentan cn una tinidad, Diez se eseogié en primer lugar, simplemente, porque los liombres usan los diez dedos para contar. Si fue Semos manos, contariamos por eincos, como, hasta cierto punto, hicieron los romanos al emplear los ‘intervalos Vs E, D, para indicar 5, 50 y 50. La primera columna del fbaco tendrla cinco bolas, cade una de lag cusles. valdria ‘uno; Ie segunda tendria cineo bolas, cada una de las cuales valdria. cinco; Ia tercera columna contendria cineo bolas, baa tna de las euales valdria cinco veces cinco; Ja euarta tendrfa einco Holas, cad una de las euales valdria cinco veces cinco veces eineo, Cuando hubiéramos contado todas las bolas fe la primera columna, vaciarfamos ésta y pondrfamos una bola en la segunda columns, Cuando hubiésemos eontado cinco cen le segunda columna, retirariamos las bolas de ésta y pon ‘Griamos tna bola en la tercera columna. Dispondrfamos de cinco signos, que podrian ser los 1, 2, 3 y 4 del sistema deci imal y- ademas el O para representar las columnas vactas pero ahora cinco serfan 10 y veinticinco serian 100, Usando fas mismas palabras que para nuestra notacién, tendriamos los sitmbolos = Uno a cinco 12 8 4 w se @ die 2 Bow 2 ‘once «quince Pe Veintiuno. 4. veinticineo 4 42 48 4s 100 Sento veintiang a clento veintcineo $41 442 418 444 1.000,

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