You are on page 1of 26
Boletin del Instituto de Histor Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” Tercera setie, nim, 21, Ie semestre de 2000 CRISIS Y RECONSTRUCCION DEL ORDEN EN LA CAMPANA DE BUENOS AIRES Estado y sociedad en Ja primera mitad del siglo XIx* JORGE GELMAN La Reyolucién de Mayo va a promover fuertes cambios y plantear serios desafios en diversos aspectos de la vida politica, social, econdmica y cultural del Rio de la Pla- ta. Uno de los mas inmediatos sera el de la construccién de un orden legitimo, con reglas aceptadas medianamente por la mayoria de la sociedad y un aparato estatal ca- paz de aplicarlas. Durante el periodo colonial, esto se habfa garantizado fundamentalmente median- te un complejo sistema de negaciaciones cnire los diversas sectores dominantes y el resto de la sociedad, que reconocfan en la Corona y sus representantes locales un po- der de arbitraje que articulaba los diferentes intereses y permitia la reproduccion so- cial. Si bien 1a coaccidn y la represién desembozada no estaban ausentes del sistema de dominacién colonial, la clave del éxito y de la perduracidn del régimen parece en- contrarse mas bien en una especie de consenso, que colocaba a la justicia real en el centro de la resolucisn de los conflictos.! * Esta investigacion contd con un subsidio de la Universidad de Buenos Aires. Agradezco la colabo- racidn de Judith Farberiman y Silvia Ratto y las observaciones de Tulio Halperin Donghi, Juan Carlos Ga- ravaglia y dos drbitros andnimos a una versi6n preliminar, Una versidn reducida y algo diferente se publica simulténeamente en la revista Etudes Rurales, de Pacis, ** Instiwuto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravigaani", Universidad de Bueros Ai- res (WBA)-Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Técnicas (CONICET). 1 Esto incluye también a buena parte del mundo indigena, que comen2é a recurrir tempranamente la justicia colonial para resolver conflictos de todo tipo, Véase, por ejemplo, S. Stem, Los pueblos mdige- nas det Perit y el desafio de la conquisia espaiola, Madrid, Alianza, 1986. Un estudio reciente sobre el norte del Virreinato de Nueva Espatia en el siglo xvi muestra como en esta regin de frontera, donde Ia presencia del Estado es minima, igualmente funciona un consenso alrededor de una “cultura legal” encar- ‘nada en unus pocos funcionarios legos que buscan el compromiso entre las leyes hispanas, el gobiemo vi- rreinal y los intereses y costumbres locales. Véase Charles Cutter. The Legal Culture of Northen New Spain. 1700-1810, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1995. Si esto era en parte verdad para el conjunto de América. en Ja regién de Buenos Aires y su campagia pareve haber [uncionado de manera muy accitada, dado que sus diferentes sectores sociales parecen haber encontrado el espacio suficiente para des plegar sus intereses particulares. sin enfrentarse abiertamente con los demas, Los es- tudios sobre el mundo rural tardocolonial en la regién nos muestran un proceso de crecimiento econdmico y demogréfico, que permite una ocupacidn del espacio por distintos tipos de familias, productores medios y pequefios, vinculados con los mer- cados, con cierto grado de movilidad social y a su vez. articulados con una ciudad y sus clites, todavia dedicados centralmente a organizar un comercio de larga distancia y poco interesados en ese hinterland cercano, si no era para garantizar cl abasto de la ciudad. Estas elites urbanas y el aparato estatal local parecfan interesados sobre to- do en mantener Ja paz y la concordia en la campafia cereana.? La Revolucion, sin embargo, parece traer fueries vientos de cambio en este contex- to. Por un lado, las elites urbanas van a interesarse cada vez. mas en explotar la campa- fia de Buenos Aires, ante las nuevas posibilidades que abre fa coyuntura internacional y la crisis de las maneras tradicionales de hacer dinero en Buenos Aires. Se van a empe~ var a constituir algunas grandes empresas agrarias que van a entrar en friccién con las persistentes familias campesinas y sus antiguas pricticas de reproduccién social, y so- bre todo este proceso de cambios y contlictos carecerd en un inicio del marco de con- tencién y control que permita regular los intereses en pugna. Si algtin cambio drastico ¢ inmedialo se produce luego de la Revolucién de Mayo es la crisis de un orden legiti- mo, que ni siquiera podra ser compensado por la existencia de un aparato cocrcitivo ya muy reducido en la época colonial y que se debilita y entra en crisis con la revoluci6n.s La sucesién de gobiernos, de leyes. la formacién y disolucién de cuerpos admi- nistrativos, militares, policiales, son la expresién dramética de esta situacién, que tendrd uno de sus puntos culminantes en la llamada anarquia del afio veirte. En este contexto algunos de los sectores dirigentes locales comenzardn a pensar soluciones ‘nuevas para reencontrar la paz perdida! 2 Véase un balance de los estudios recientes sobre el mundo rural tardacoloniat y de inivios del XIX. en J.C. Garavaglia y J. Gelman, “Rural History of Rio de ta Plata, 1600-1850: results of a historiographi- cal renaissance”, en Latin American Research Review. vol. 30. nim. 3, 1995, pp. 75-105. 3 Como es sabido, con las Invastones Ingkesas hay un proceso de militarizacién masiva en Buenos Aires, pero estos nuevos cuerpos militares, lejos de expresar a un nuevo Estado arbitral por encima de la sociedad, permiten la representavién de intereses diversos y contradictorios de ta sociedad local, que los gobiernos posrevolucionarios buscarsn disciplinar con escaso éxito. Vease el aguuo andlisis de T. Halpe- ‘nn Donghi, “Militarizacién revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815". en su libro El aeasu del orden colonial en Hispancumerica, Buenos Aires, Sudamericana, 1978, pp. 121-158. Un estudio mis reciente que muestra la dificultad de considerar a los ejércitos poscoloniales como disciplinadores ce la sociedad local en R. Salvatore, “Reclutanviento militar. disciplinamiento y proletarizacién en la era de Rosas”, Bo: letin del Iustituia de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Facultad de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires, niim, 5, ler. semestre de 1992, pp. 25-47 4 Una de las expresiones mas dramaticas de esta conciencia y de Ia voluntad de actuar en conse- cuencia es ef conocido “Manifiesto at pueblo de Buenos Aires” del 10 de octubre de 1820, del propio La vision mas aceptada en ta historiografia coincide en que los nuevos sectores propictarios de la provincia de Buenos Aires, los grandes estancieros, van a adqui- rir centralidad en el manejo de los intereses publicos. Esta situacién se expresa ya en el gobierno de Martin Rodriguez y tendra su culminacién en el longeve man- dato del primer estanciero Juan Manuel de Rosas. Estos aplicaran una devidida politica que favorecera a esos sectores propietarios, pero para hacerlo deberdn re- construir el orden y desplegar un nuevo y aumentado aparato de coercién que en la campafia tendra sus puntales en los distintos cuerpos militares y policiales y sobre todo y cada vez, mas en un cuerpo de funcionarios adictos al gobicrno, los Jucces de Paz y sus subordinados, los Alcaldes y Tenientes Alcaldes, para controlar a la poblacién y reglar los conflictos. Seguin una buena parte de la literatura estos cuer- pos de funcionarios representan de manera fiel las nuevas jerarquias sociales de la provincia: tanto en el ejército como en el cuerpo administrative, Tas instancias de mando se encuentran en fos grandes propietarios, Los gauchos y campesinos sélo son la carne de cafién en los cuerpos militares y a su vez son cl sujeto coacziona- do por Jos funcionarios civiles encolumnados firmemente detras de los intereses es- tancieros.5 Nuestra hipotesis es que esta imagen refleja muy mal el complejisimo proceso de construccién de un nuevo orden en la camparia de Buenos Aires. De hecho algunos autores plantearon hace ya un tiempo que el proceso de construccién estatal y del or- den precede y es distinto al proceso de conformacisin de una clase terratenicnte en la region.6 Y aun el gobierno de Rosas, surgido de los sectores quizds mas lticidos del grupo de los grandes terratenientes, deberd encarar politicas que exceden y aun a ve- ces contrarian los intereses particulares de los grandes propietarios. Estos, y en espe- cial el Restaurador de las Leyes, parecen haber comprendido que para reinstalar la paz social, Gnico marco posible para realizar negocios, era necesatio reconocer a la socie~ dad que los rodeaba, con sus pricticas antiguas de reproduccién social, con sus habi- tos nuevos de participacién politica. Sélo asi se podria construir un nuevo orden legi timo y con él ir desplegando un eficaz aparato de contencidn, constituido por un cuerpo de funcionarios leales al gobierno, pero también reconocidos y aceptados por Rosas, quien entre otras cosas sefiala all: “lamentaba [yo] en sitencio la disolucién de todos tos vincu- los que ligan al ciudadano con Ia autoridad” y terminaba todas sus disquisiciones con las consignas “Odio etemo a los tumultost, Amor al orden, Fidetidud a los juramentos!, Obediencia a las autoridades cons- ituidas!”. Citado en J. L, Romero y 1. A. Romero, Pensamiento conservader, 1815-1898, Caracas, Bi- blioteca Ayacucho, pp. 233 y 58. 5 Por ejemplo, véuse J. Lynch, Juan Manue? de Rosas, Buenos Aires, Emecé, 1984; Ricardo Rodri- gucz Molas, Historia Sucial del Gaucho, Buenos Aires, Mara, 1968 0 Andrés Carretero, La Hlegada de Rosas af poder. Buenos Aires, Panncdille, 1971 © Sobre todo fue planteado de manera muy perspicaz por Tulio Halperin Donghi en un trabajo re cciente que desarrolla, pero también corrige, algunos argumentos que ya habia plantcado antericrmente. Véase su “Clase terrateniente y poder politico en Buenos Aires (1820-1930)", Cuadernos de Historia Re- gional, 1S, 1992. pp 11-45. la sociedad 7 Esta, claro esté. era una tarea harto dificil: apoyarse en la compleja y movi- lizada sociedad bonaerense para tatar de construir un aparato de dominacisn legitimo, que lucgo fuera ale}éndose de esa misma sociedad y respondiera mas fifci mente a las érdenes det gobierno y a los intereses mas generales de los scctores dominantes. Y todo esto con distintos frentes de guerra y conflictos y con recursos financieros esea- sos, 0 mejor dicho dedicados en su casi totalidad a contener esos frentes Esto es lo que nos proponemos estudiar aqui: la diffeil construccién ce un apara- to estatal eficaz y legitimo en la campaita de Buenos Aires en La primera mitad del siglo XIX, y en especial durante el gobierno que parece alcanzar este objetivo, el de Rosas. Para ello tomaremos un aspecto de este proceso, que es el del despliegue de Jos nuevos funcionarios del ambito rural desde los afios veinte, los Jueces de Paz y sus subordinados, los Alcaldes y Tenientes. LA LENTA Y DIFICIL CONFORMACION DE UN ELENCO POLITICG EN LA CAMPANA Como es sabido, los Tuzgados de Paz son creados en 1821, cuando se suprime el Ca- bildo de Buenos Aires y se reorganiza cl sistema politico y judicial de la provincia. En cada partido se instalaba un Juez de Paz, quien a su vez coordinaba un equipo con- formado por un Alcalde para cada cuartel, y sus respectivos Tenientes Alcaldes.4 Con esto se pretende suprimir un cuerpo de funcionarios que competta con las autoridades centrales de la provincia y crear otro que le fuera subordinado, y a la ve7 extender y aumentar el aparato burocratico y judicial a toda la provincia. Las atribuciones de los Jueces de Paz son diversas. ya que por un lado son los encargados de hacer cumplir las drdenes del gobierno en sus respectivas jurisdicciones, pero al mismo tiempo atienden causas judiciales menores y en primera instancia, con lo cual forman parte de] nuevo aparato judicial, centrado en los Jueces de Primera Instancia, cue también 7 Diversos estudios han destacado la conciencia creviente de sectores de las elites de Buenos Aires. ¥ en particular de Rosas y de quienes impuisan su proyecto politico, de la necesidad de generar ua con- senso que incluya a séctores sociales amplios como forma de reimplantar el orden social y logear estabi- ligad, Véase por ejemplo el interesante anilisis de los debates de Ta legislatura porteria que realiza Nora Pagano, “La Junta de Representantes durante el rosisino (1829-1847¥". tesis de licenciatura, Buenos Ai- res, Universidad Nacional de Lujén, 1991 & Todos los aspectos legales de este proceso fueron muy bien estudiados por Benito Diaz, Jucgadtas de Paz de Campana de la Pravincia de Buenos Aires (1821-1854), Buenos Autes, Universidad Nacional de La Plata, 1959. nente nos simpiificando un proceso sumumente complejo, Véase. por ejemplo. de J. C jamonte et al.. “Vieja y nueva representacisn: los procesos electorates en Buenos Aires, [810-1820", en A. Annino (coord), Historia de las eleeciones en theroumérica, siglo XIX. Buenos Aires, Fondo de Cul- tunt Beondmica, 1995, pp. 19-63. 10 se crean en esos mismos afios.!9 Sus funciones de policia cambian a través del tiem- po. ya que inicialmente se crean Comisarias de Campafia que compiten con los Jue- ces de Paz y que tienen el control de Alcaldes y Tenientes, pero a lo largo de la década del veinte esta indefiniciOn se ird inctinando hacia el lado de los Jueces, que pasarén a controlar a los funcionarios menores, culminando hacia fines de esa década ¢ inicios de la siguiente con la subordinacién de la propias comisarias a los Juzgados. Es decir que, cuando asume su primer gobierno Rosas. los Jueces han terminado de convertir- se en el centro del aparato administrativo, coercitivo y judicial de ta campaia. Se trataba pues de (ener un aparato estatal ampliado, eficiente y capaz de respon- der a las iniciativas del gobierno central de Buenos Aires. Para esto se requeria au- mentar el personal, delimitar sus atribuciones y garantizar su fidelidad y adhesin al gobierno. Como veremos, nada de esto resultaba fécil de realizar. El aumento de los Juzgados de Paz y su personal subaltemo se fue realizando pro- gresivamente acompafiando la creacién de partidos en la campafia, ya sea como resul- tado de la particisn de viejos partidos o sobre todo por la ereacién de nuevos cn las zonas de frontera ganadas al indigena. Asi, de los 29 juzgados de 1822, llezamos a 48 en 1852. Este aumento, bastante impresionante, en realidad es el resultado de un au- mento muy gradual y lento en ta mayor parte del petfodo considerado, y un solo mo- mento de aumento dramético, que se produce en 1840, De resultas del levantamiento del sur de la campaiia en 1839, y de la conciencia de la administracién rosista de la debilidad de su control de ese mundo rural nuevo en la frontera sur, se va a producir un enorme esfuerzo por aumentar el aparato del Estado en esa parte de la campaiia: los hasta entonces cuatro partidos de Azul, Monsalvo, Dolores y Tandil pasardn a constituir 14 nuevos partidos, con sus respectivos planteles de funcionarios. Sin embargo, el aumento en el nimero de funcionarios no garantizaba por sf mis- mo laeficiencia en ta administacién, ni menos adn la subordinacién a fa voluntad del gobierno. Desde un inicio se buscaré denodadamente este objetivo. Luego del primer nombramiento de Jueces de Paz por el gobierno de la ciudad en 1822, el sistema de eleccién sera por ternas propuestas inicialmente por las autoridades policiales, hasta que en 1829 se decide que estas ternas serén clevadas por los propios jueces salien- tes, A partir de allf, también el Juez era quien proponfa a sus subordinados Alcal- des y Tenientes, pero en todos los casos el gobierno central tenfa la dltima palabra en tas designaciones. De esta manera, se buscaba como primer requisito un control de los, funcionarios y su adhesin a la causa del gobierno. Logicamente, esta basqueda de ad- hesién no fue sélo una caracteristica de la administracién rosista, sino de todos los go- biernos bonaerenses. ‘Fenemos constancia de esta preocupacién desde los primeros afios en que comienzan a funcionar los Juzgados de Paz. En 1822, por ejemplo, un Juez de Primera Instancia de Campafia informa al gobierno que al buscar candidatos para cl Jurgado de Paz de Exaltacién de la Cruz “procedi a recibir los debidos conocimizntos 10 En 1821 se crean 5 Juzgados de Primera Instancia (dos para la ciudad y tres para ta campaiia), pe- ro en 1824 s¢ los reemplaza por 4 Jueces instalados en la propia ciudad de Buenos Aires. iW de los que por su buena conducta, aptitud v adhesin al orden y a la presente adiinis tracién pudieran ser propuestos”.!! Como se ve, hay que responder a ciertos criterios Gticos y de profesionalidad, pero también (y, seguramente, sobre todo) “adherir a ka presente administracisin”. Sin embargo. como veremos, no serd f objetivos. En ef mismo caso antes mencionado. las conclusiones del Juez de Primera Instancia son desoladoras: “BI resultado (de la biisqueda anterior] ha sido que no es cil hallar en el partido de La Cruz. personas que rednan tales calidades”.!2 Las causas de esta dificultad de constituir un elenco de funcionarios aptos y fie- les al gobierno son milliples y tienen que ver en primera instancia con la propia ines- tabilidad politica y la falta de un gobierno legitimo. Pero también dehemos agregar a ello la dificultad de constituir un cuerpo de funcionarios con los escasos recursos financieros que para ello destinaba la provincia. En efecto, la primera, y no suficien- temente sefialada, caracteristica de tos Juzgados de Paz es que sus titulares no esta ban rentados por el gobierno, Es decir que el cargo, lejos de constituir una forma de conseguir ingresos estables, era una carga publica, que en muchos casos resultaba es- pecialmente ingrata. Y no sélo podia resultar ingrata por lo que significaba como abandono de Ja direccidn de los negocios privados, sino que los beneficios direetos 6 indirectos que se podian obtener por el cargo de poder al que se accedia corrfan el riesgo de perderse y aun volverse en contra frente a los reiterados cambios de gobier- no y los conilictos civiles que se sucedian en el periodo. Aunque volver:mos sobre esto mas adelante, sirva como ejemplo de ambos fenémenos fas kumentaciones de Juan Pio Dolz, quien renuncia en 1830 al Juzgado de Conchas: ficil conseguir estos [servi} touo el allo 28 el penoso y gravoso cargo que se me confiere en este amv 30, ha biendo pasado solo un af de pérdidas y quebrantos que es necesario repararlas: cn es- te estado me hallo, acabo de llegar de regreso de la Banda Oriental det Uruguay adlonde me fue forzoso refugiarme a causa de haber desempefiado el expresado cargo abandonando mis intereses. Hoy para repararlos me veo en la necesidad de atender personalmente al despacho de una pulperfa que es mi Gnica agencia para poder subsi ir sin poder suiragar los gastos de moso; atendiendo también la construccién de una casita para poder vivir, Todo esto necesariamente debo atenderto para hacerme cargo del juzgado que se me confiere, Por otra parte Exmo. Seflor seame permitido hacer presente que fa prictica constante en estos gravoxos cargos ha sido la rotacién entre to- os los vevinos del pueblo, hay muchos que en nada son molestados y hacen ran ne. gocio distrutando de excepciones, con el perjuicio de unos pocos que cargan con el grave peso de tales cargos. 3 Como se ve, en este caso se juntan los dos problemas que mencionamos antes: por un [ado el necesatio abandono de las actividades privadas por el desempeiio del car- go, que Dolz ve como un agravio comparativo frente a los que sdlo se dedican a sus 1 Citado en B. Diaz, Juzgadus de Paz de Campatia..., ob. vit. p. 82 12 ibidem: 1818 de enero de 1830, Archivo General de la Nacién (en adelante AGN), x. 18. 7. 2 12 negocios. ¥ también el dafio complementario y guizis mas grave de haber sufr do el ensafamiento de los partidarios de Lavalle, que lo obligaron a refugiarse en la Ban- da Oriental por haber sido el Juez de Conchas durante el gobierno de Dorrego En cualquier caso, el tema de convertir a fos Jucces en funcionarios del Estado asalariados fue discutide durante la primera mitad del siglo xix. Manuel Antonio de Castro, uno de los principales juristas de principios de siglo, propone en 1821 que Jos Jueces de Primera Instancia sean asalariados, aunque no propone lo mismo pa ra los Jueces de Paz. Por su parte, Guret Bellemate. en su Plan General de orga nizacién Judicial para Buenos Aires de 1829.'% propone abiertamente que todas los Jueces de Paz scan asalariados del gobierno “para indemnizarlos de sus trabajos y ponerles al abrigo de toda corrupcidn”.16 Este jurista francés, legado al Rio de la Plata en 1822 y que eseribe este “Plan” por pedido de Dorrego, es claramente par- tidario de lo que él lama el sistema de Jucces de Francia. por oposicisn al inglés. Este ullimo, explica, con Jueces ad hondrem, reclutados entre las clases mas ricas de la campifta inglesa, es impracticable en Buenos Aires. No slo por la falta ce una “deferential society”, en la cual esos propictarios sean respetados por ef conjuato de la poblacién, sino ademuis porque en Bucnos Aires, nos dice, es imposible encontrar 4 propietarios y negociantes dispuestos “a distraerse de sus ocupaciones cotidianas para estudiar y apliear las leyes. Su conclusidn es rotunda: “No; esto nos parece im- practicable”. Sin embargo, estas recomendaciones parecen haber chocado cnn los problemas financieros de la provincia y Jos cargos de lox Juzgados continuaror, sien- do no rentados, salvo por una cantidad de dinero mensual que se les asigna desde 1835, por haberse hecho cargo de las Comisarfas de Campatia.'* 14 Vgase su nota af gobierno del 6 de diciembre de 1821. publicada como Apéndice de su Prentuarie de Prictica Forenso, é¢ 1834, Buenos Aires, Imprenta de Ta Indepenlencia 15. Editado por la imprenta del Estado, Buenos Aires 16 Guret Beilemare, Plan general de orgamzacidn.... 0b. vit. p. 134, Ea sus afios se progoce Ic. misma discusidn en el Brasil, cuando los liberales proponen dar un salario a los Juoces de Paz, para haverlos mus in- dependientes de lus sociedades locales que debian controlar. Véase Thomas Flory, Et Juez de Pac y el Jura do en ef Brasil Imperial, 1808-1871, México, Fondo de Cultura Econdmica, 1986, en especial pp. 212 y ss. 17 Ibidem, pp. 97-98. 1% Como ya seitalamos, la ley del 24 Ue diciembre de 1824 de reordenamiento administrativo de la pro- vincia establecia salaries para los Jueces de Primera Instacia y pura jos Comisarios de Campaiia, pero no para tos Jucces de Paz, Catorce aos mis tarde. un decreta del 3 de julio de 1835 establece que los Jueces de Paz que st hacen cargo de fas Comisarfas pasarin a recibir los 160 pesos mensuales que comesponden ‘esos destacamentos. Esta cifra se muntiene estable por bo menos hasta 1859 y, como To establecia el de- creto mencionado. comprendia el “sueldo con inclusidn de ayuda de costas. gastos de eseritonio y alumbra- do” El devreto se puede ver en aGx, Colecvién Gras. leg. 4. doe. 214. y la continuidad en las cifras giradas ‘los Jueves/Comisaries cn AGN, ill 17, 10. 3. Esta citta de 160 pesos mensuales, sin ser despreciable, era ‘o que ganaba un capatar. de puesto en las estancias de Rosas a mediados del 40. Pero por esos mismmos afios tun “peén por dia” necesitaba apenas # dias de trabajo para alcanzar esa cifra, Estos datus figaran en nues {ro trabajo “Las condiciones det erecimiento estanciero en el Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX", en.J. Geiman, J. C. Garavaglia y B. Zeherio (comps). Expansidin cupitalista y transfurmaciones ve- ionales, Buenos Aires, La Colmenwinstituto de Estudios Histérico-Sociales (18), 1999. El resultado de esto fue un cuerpo de funcionarios muy inestable, paco forma- do para la funcién. muy vinculado con la sociedad que tenia que gobernar y muy susceptible a los sucesivos cambios de gobierno y crisis politicas Si consideramos el conjunto de los Jueces de Paz de la campaiia de Buenos Ai- res, desde 1822 hasta 1856, estas conclusiones saltan a ta vista.!? En todo este pe- tfodo tenemos datos sobre la designacién de 1.008 cargos anuales de Jueces de Paz en los distintos partidos de la campaiia y estos cargos fueron ocupados por 437 per- sonas distintas.2° Es decir que el promedio de permanencia de un Juez de Paz en su cargo apenas Ilegaba a los 2.3 aiios. Por supuesto, este promedio significa que la inmensa mayoria de los Jueces sélo lo fue un aio, una cifra considerable entre 2 y 3 afios y que sdlo una minoria ejercié el cargo por mas tiempo. De todos modos, si observamos el cuadro con las frecuencias, notamos que los Jueces més cstables, aquellos que estuvieron 5 0 més afios en el cargo, pese a ser una minora (ef 11.4% de los Jueces), acuparon un porcentaje no despreciable del total de cargos anuales (el 36.4%). CUADRO I. Permanencia de los jueces en sus cargos Afios Personas Porcentaje Total afios Porcentaje 1 228 52,2 228 22.6 2 86 19,7 172 Vat 3 51 7 153 15, 4 22 5 88 87 5 9 24 45 45 6 10 23 60 6 7 10 23 70 69 8 6 1 48 48 9 8 1,8 nR 4 10 6 14 60 6 12 I 0.2 12 1,2 Total 437 1.008 49 Si bien nuestro estudio se centra en el perfodo que se cierra con la caida de Rosas, preferimos con- tinuarlo unos afios més para percibir efecto de los cambios posteriores. Los datos que brindamos a con tinuactén incluyen informacion sobte los anos comprendiddos entre 1822 y 1856, con ta excepcidn de 1823, 1824, 1826, 1845, 1849, 1850, 1851 ¥ 1853, para los cuales no hemos encontrado los nombramientos, 2 Esta informacin praviene de las publicaciones oficiales del periodo, Rewistro Oficial de Buenos Aires (ROBA) Lat Gaceta de Buenos Aires, y de los innumicrables legajos de archivos de Juzeados de Par 60 AGN y Archive Histérico de la Provincia de Buenos Aires (A11P2A), asf como de legajos de "Secretaria de Rosas” on el AGN. €s decir que parece haber un pequefo sector de fas personas que ih Jusgados de campaia, que tuvicron la voluntad y la posibtlidad de hacerlo por mas tiempo. Luego trataremos de ver quiénes eran estos Jueces mis longevos en sus car- gos y también intentaremos entender por qué lo eran. En cualquier caso parece impo- sible encontrar un patrén regional para exphear esta mayor o menor permanencia de Jos Jucees. En todas las regiones de campaiia, en Jos partidos de mis vieja colo cidn, en los agricolas, en los del norte, en los del Salado o en los nuevos de las sfue- ras del Salado, encontramos partidos con altos niveles de rotacién de los funcionarios. como algunos que tienen mayores indices de concentracién de los cargos. Asi tene- mos una altisima rotacidn en partidos como Baradero, San Pedro. San Nicolas, Salto. Areco, Chivileoy. Monte, Ranchos, Ensenada, Pila, Dolores, Vecino. Las Flores, Sa- ladillo, Tapalqué y Monsalvo; y. al contrario, una fuerte concentracisn en pocas per- sonas en partidos como Morén, Matanza, San Isidro, Pergamino, Rojas. Giles, Lujan, Lobos, Cafiuelas, Chascomis, Quilmes, Magdalena, Tordillo, Ajé, Tuy. Mar Criqui- ta, Loberfa. Chapaleufii y Patagones, En el resto la situacién es intermedia. arn a ocupar los za CUADRO 2. Jueces con 50 mds afios en el cargo por partido* A B Porentaje BA San José de Flores u 26 423 Morén 16 25 o4 Matanzas 12 24 50 San Isidro 4 26 538 San Fernando 12 27 add Conchas 2 ea a4 Pilar 9 28 36 Capilla det Senor 6 16 a5 Baradero 6 24 25 San Pedro 6 2 m3 San Nicokis 0 uM 0 Arrecifes 8 23 348 Salto 0 25 9 Pergamino 15 % 517 Rojas 15 24 025 San Antoniv de Areco 0 n 0 Fortin y Areco Arriba 10 28 357 Sun Andrés de Giles 10 19 52.6 Guardia Lujén 9 4 378 15 Cuabro 2 (continuacién) Jueces con 5.0 mds afios en el cargo por partido” A B Porcentaje B/A Chivileoy 0 7 0 Villa Lujan 13 26 so Navarro 12 2m 444 Lobos 15 a 355 Monte 7 26 269 San Vicente 9 a 333 Cafuelas 19 a 14 Ranchos 7 26 269 Chascomds 12 24 5¢ Quilmes 7 7 63 Ensenada 6 4 28 Magdalena 14 25 56 Pita 0 10 c Dolores 0 18 a ‘Tordillo 8 12 66,7 Ai6 6 n 545 Tuya 8 12 667 Mar Chiquita 9 12 75 Loberia 7 12 583 Vecino 0 9 0 Chapaleufi 3 7 na Las Flores 0 10 0 Saladillo 0 8 0 Awl 5 15 333 Tapalqué 0 7 6 Bahia Banca 7 16 438 Patagones 10 13 769 Monsalvo 0 a o * Dado que no contamos con la misma cantidad de afios con datos para los partidos, in- dicamos en A el total de afios ocupados en cada partido por los Jueves que estén al menos $ afios en. el cargo, en B el total de afios con datos por partido y, finalmente, el porcentaje de afios/eargo que ocupan los primeros en cada caso. 16 Donde sf podemos percibir cierto patron de cambio es con el transcurso del tiempo. Si bien los jueces mas longevos en sus cargos se inician en sus funciones en casi to- dos los aiios que estamos considerando, parece haber un cambio considerable desde cl segundo gobierno de Rosas, con la constitucién de un elenco de Jueces relativa- mente mas duraderos. Como observamos en el cuadro de la derecha, a pesar de que en los primeros afios hay mayor probabilidad estadistica de figurar con mayor duracién en los car- ‘g05, la realidad es que entre 1822 y 1834 tenemos 22 personas que inician una ca- rrera en los Juzgados con 5 0 més afios de permanencia y entre 1835 y 1841 tenemos a 28 personas en esa condicién, En realidad, Cuapro 3. Inicio de Jueces como se observa en el cuadro 3, cl afio clave con 5.0 mds afios en el cargo para haber iniciado una carrera duradera en un Juzgado de Par parece ser 1838, con 14 ‘Ano Total neces personas que s¢ inician como Jueces y perdu- ran en sus cargos. Es decir que creemos que 822 7 por estos afios el rosismo parece haber tenido 1825 - cierto éxito en constituir un elenco relativa- 1827 2 mente estable de funcionarios, y que aquellos 1928 2 que logran pasar exitosamente la crisis de 1229 3 1839-1840 tendrn fuertes chances de ser in- 1830 3 cluidos en ese aparato estatal mas estable.2! ig31 De todos modes sigue siendo cierto que, ae 1832 4 aun después de iniciado el segundo rosismo, la mayoria de los Jueces de Paz lo serin por po- 133 : co tiempo. Y, como decfamos, en esto influyen 1834 1 tanto la dificultad de reclutar personas idéneas 1835 2 y fieles a la causa, como las propias crisis po 1836 4 liticas. Las mayores crisis politicas de la pro- 1837 1 vincia en el perfodo considerado se reflejan a 1838 i“ nivel de los funcionarios de los Juzgados: en- 1839 \ tre 1828 y 1829 la rotacién del personal poli- tico es enorme, al igual que sucederé en 1852. 1840 3 Con la revolucién que dirige Lavalle caen 29 1841 3 de los 31 Jueces de Paz de campaiia (sélo que- Total 50 21. Aqui eteemos coincidir con lo seftalado por M. Ternavasio y P. Gonzéle7, cuando analizan el per- sonal politico mis alto en la ciudad de Buenos Aires. Véase M, Temavasia, “Nuevo régimen representa- tivo y expansién de la frontera politica. Las elecciones en el Estado de Buenos Aires, 1820-1840" en A. Annino (coord.), Historia de las elecciones. ... ob. cit, pp. 65-105, y P. Gonzalez, La creation d'une Na- lion. Histoire politique des nouvelles appartenances culturelles dans ta ville de Buenos Aires entre 1829 er 1862, tesis doctoral, Paris 1, Sorbonne. 17 dan en sus cargos Benito Rivas de Morin y Mariano Fuentes de Pergamino) y cuan- do cae Lavalle séle queda uno de los Jueces que habia nombrado (el misme imper- turbable Juez de Pergamino), vuelven 7 de los Jucces de la época de Dorrego y el resto (23) son todos nuevos. Con la caida de Rosas en 1852 pasa algo similar: sélo quedan 5 de los 46 Jueces de los que tenemos datos. Por el contraria, Ja crisis del 1839-1840 nos muestra un perfil claramente distinto y que es sin duda el reflejo de ese éxito que sefialibamos del segundo gobierno de Rosas: en 1840 quedan en sus cargos 29 de los 33 Jueces que estaban en e] momento del levantamiento de los “Li- bres del Sur”. Los que cambian son los de San Nicolds y Quilmes y los de los dos. partidos que estuvieron en el centro de la escena de la crisis: Dolores y Monsalvo.22 En resumen, tenemos aqui el escenario de un intento y sus limites, El aparato es- latal busca ampliarse y fortaleccrse en ka campafia que se agranda y se puebla en to- da Ja primera mitad del xix. Pero las sucesivas autoridades de la ciudad tendran serias dificultades en constituir un clenco mas o menos estable y fiel de funcionarios, frente a la esvasez de recursos y las recurrentes crisis politicas, Para constituir ese elenco estable y legitimo debersin apoyarse en la propia sociedad y esto se nota cla- ramente si estudiamos quignes fueron esos funcionarios EL ESTADO ¥ LA SOCIEDAD 0 BL ESTADO ES LA SOCIEDAD. EL PERFIL DE LOS FUNCIONARIOS Si estudiamos las caractevisticas personales y el perfil socioecondmico de los Jueces de Paz durante la primera mitad del XtX, dificilmente podamos sostener la imagen de buena parte de is historiogratfa: un cuerpo de funcionarios. que en su etispide refle- Ja.al sector mas poderosu de Jos estancieros de la campaiia. Contamos ya con un es- tudio de este tipo para los Alealdes y Tenientes de scis partidos de la campaiia y alli se ve muy bien que en el nivel més bajo de la administracién se ve representado ea- siel conjunto de la sociedad rural, y no su sector mas poderoso.2* Entre los funcio- narios subalternes se encuentran tanto pobladores nativos de Buenos Aires como migrantes del interior, estan excluidos en general los sectores mas pobres de la cam- pafia (los peones y ohviamente los esclavos), pero también -en general- los més 2 Een el caso de Son Nivokis pasece el resulta de kt buena acogida de varios propietarins (incluios ‘ex Jueves) ata invasidn de Lavaile, 4 ex Jueces de Paz son dectarados “Salvajes Unilarivs” et 1841: Ma- uel Feminder, Juez en 1822), Jan José Obligado (en 1829), Juan de Dios Carranza (en 1830) y Jose Maria Naftez (en 1831-1833), Véase M. Canedo, Lac terra y fa poblacién en un drea de temprana catoni: cacidn, EF partide de Los Arroyas, 1600-1850. wesis doctoral, UBA, 1997, 2 Juan Carlos Garavaglia, “Paz, Orden y Trabajo en la Campafa: la justicia rural y los Juzgados de Paz en Bucnos Altes, 1830-1850", Desarrulla Evencimico, nim. 147. 1997 ricos. Mas bien, los Alcaldes y Tenientes representan a los sectores medios y medios bajos de los pastores y labradores de la campafia, sumado a algunos sectores ce ser- vicios de los pueblos rurales. Veamioxs qué sucede con los Jueces de Paz, donde en principio sf deberiamos en- contrar a los sectores més ricos de la campafia2+ En primer lugar, lo que parece evidente a nivel de los Jueces de Paz es que se tra- ta de personas de edad madura, con familia y, si no originarios, al menos con larga residencia en la campafia de Buenos Aires. Lo que los gobiernos parecen buscar en estos funcionarios son personas que por su propia situacidn tiendan a la estabilidad (en una sociedad extremadamente mévil), con intereses personales que defender y con ascendiente sobre la poblacisn por su larga vinculacién con los pagos. El prome- div de edad es de 42 afios (sobre 95 casos), practicamente todos son casados 0 viu- dos con hijos y una amplisima mayoria ha nacido en la provincia de Buenos Aires, aunque pocos en el propio partido que Megan a administrar. Ademis, una buena can- tidad de los Jueces ha ejercido previamente los cargos de Alcalde 0 Teniente. ponien- do a prucha su capacidad para ejercer esas funciones.?6 CUADRO 4. Origen de los jueces (108 casos) Jueces Porcentaje Porcentaje Alcaldes v Tenientes” Misino Partido 18 167 2 Buenos Aires 1 65,7 44 Interior 5 46 17 Litoral 6 55 i Resto 8 74 6 * Incluimos a modo comparativo Jos origenes (en porcentaje) de los Alcaldes y Tenientes de 6 partidos de la campaia, segiin Garavaglia, “Paz, Orden”, ob. cit. En la categoria “Resto” se incluyen Jueves nacidos fuera del actual territorio argentino. 24 1.4 fuente principal para este estudio del pestil de los Jucces son las termas con Jas propuestas que se elevaban anualmente al Gobierno. Alli se inciutan datos diversos, desde fa edad, estado civil, fortuna, actividad, capital y lugar de nacimiento hasta una serie de observaciones sobre conducta y adhesion a ta causa, Sobre estos wihimmos elementos nos detendremos nis adelante. Heros podido localiar informacisn sobre 142 Jueces de Paz sobre el total de 437, fo cual nos permite tener una muestra bastante amplia, La- mentablemente fa calidad de la inforinacidin de esos 142 casos no es pareja. Puera de esas fuentes que he- mos localizado en los lepajos de lus Juzgados de Paz en el AGN y el AHPRA, 0 en los de Ta Secretaria de Rosas, hemos utilizado otras como los padrones de propietarius Ue 1836-1837, que ya hemos anatizado en J. Gelman, “Unos ndmeros sorprendentes. Cambio y continuidad”, Ameria ussis, nim. 11, 1996 25 Esto oltimo nos consta en 34 casos, pero sin duda esa cifra debe de ser mayor. Como se ve en el cuadro 4, si en el nivel de Alcaldes y ‘Tenientes habia un lugar im- portante para los numerosisimos migrantes del fitoral ¢ interior que poblaban la cam- pafia de Buenos Aires, a nivel de los Jueces este lugar se ha reducido mucho, ya que en el 82.4% de los casos son originarios de la provincia. Con todo. y esto refleja el propio proceso de corrimiento de la frontera y la fuerte movilidad de la poblacién, apenas el 17% de los Jueces han nacido en el mismo partide que administran.2? En cuanto a la actividad econdmica que desarrollan estos Jueces. aparece una am- plia mayoria dedicada a la ganaderfa, aunque queda un espacio razonable para los co- merciantes y labradores CUADRO 5. Actividad de los jueces (135 casos Jueces Porcentaje. Ganaderia 92 684 Agricultura 1 96 Comercio 25 185 Ejercicio de campo 5 32 “Grnaderia” incluye hacendados, estancieros y criadores; “Agricultura” inctuye labra- dores y quinteros: “Comercio”, a pulperos y comerciantes, Sin embargo este predominio de ganaderos, no significa en al yoritaria de los estancieros mds ricos de la campaiia porteiia. En muchas de las ternas que se elevan se indica si la fortuna del candidato cs Buena”, “Regular”. 0 directamente “Escasa”. Si en esta ultima cate- gorfa encontramos s6lo dos Jueces, también encontramos muy pocos entre los de “Muy Buena” fortuna (5 casos),?8 21 con “Buena” y 30 con “Regular”. Obviamente resulta aventurado sacar muchas conclusiones sobre la base de categorias tan impre- cisas como las anteriores. pero en unos cuantos casos tenemos datos sobre capital po- seido o sobre stock ganadero. Y aqui las dudas son mucho menores, sotuto ka presencia ma- 26 Mientras que en el caso de los Alcaldes y Tenientes de los 6 partidos estudiados por Garavaglia Ike- aban al 66%: véase “Paz, Orden y Trabajo en Ia Campafa...", ob. ct 27 De todos modlos, tanto para fos bonaerenses no nacidos en el partido como para los migrantes que Hegaban a cargo, era fundamental acreditar muchos aifos de residencia y vecindad en el partido. Asi, en muchas temas encontrams expresiones como “hané 20 afos esta avecindado en este partide” «Victorino Eycalads en San Isidro). Lgualimente para Alcaldes y Tenientes, como se puede observar en lis propuestas de Saladillo en 1849. que inclayen a muchos migeantes, pero todos con “LI aibos en el partido”, “14 afio [aos ete, em AGN, X. 20. 10. 4, 2% Estos son Felipe Veta, hacendado de Chapaleufé; Juan Benito Sosa, estanciero de Navarro: Eladio Olamendi, estaneiero de Magdalena: José Ruiz, pulpero y estanciero de Rojas. y Fernando Ramero, co- rmereiante de Navarro. 20 CUADRO 6 Capital de los jueces (47 casos) Frecuencia Jueves Capital total Capital promedi» + de 99.040 pesos 9 1.165.000 129.444 $0,000 a 99.000 pesos x 509,000 63.025 20,000 a 49.000 pesos 2 652.500 31.071 ~ de 20,000 pesos 9 81.500 9.055 Total aT 2.408.000 31.234 CUADRO 7. Stock ganadero de los jireces (37 cayos) Promedio Promedio Frecuencia Jueces Vaca Ovinos —__Equinos _vacunos _avinoy + de 3.999 vac. 2 12.500 2.000. 500 6.250 1.900 2.000 a 3.999 5 45.000, 5.500 1.445 3.000, 1.100 1,000.0 1,999 4 5.400 6.200 1.150 1.350 1550 500 2 999 5 3.4000 3.100 555 8 620 — de 500 21 6.100 8.800 RAW 290 41g Torat 37 42.400 25.600 5.825 L146 692 Los Jueces cuyo capital conocemos tienen en promedio 51.000 pesos, Jo cual no pa- rece una cifra impresiomante.2# De esas 47 personas slo 9 superan los 100.000 pe- sos," la ampli mayoria tiene entre 20,000 y 50.000 pesos y los 9 mas pobres apenas alcanzan la cifra promedio de 9.000 pesos. Si observamos el stock ganadero, a partir de la informacién de los censos de 1836-1837, los datos son menos impresionantes adn: el promedio de un millar de vacunos, 700 ovinos y 157 equinos refleja clacamen- 2 Obviamente no es lo snismo un capital de 50.000 pesos en 1831 (primer aio para el cual tenemos teste lipo de dato) que en 1847 0 1849. Podriamos haber intentado deflacionar esos capitales, pero nos pat- recid poco razonable. Por un lado, carevernos de series de precios compleias y fables para el periodo y, por el otro, los datos que indicamos a continucidn sobre stock ganadero eluden este problema, Con todo, vale la pena indivar que de fos 47 casos cuyo capital conocemos hay S entre 1831 y 1834 24 enue y [839 y 18 entre 1840 y 1847. A modo de ciemplo podemos sefialar que hacks 1839 una cabeza de vacuo era cotizada en Azul a un promedio de 20 peses. Si suponemos que el propietano rural “medio” destinaba un 60% de su capital a ganado (véase J.C. Garavaglia, “Un siglo de estancias en ta eampaiia de Buenos Ai- res: 1750/1850", mimeo, 1997), tendriamos que nuestro Juez “medio” podria poseer unos 1.500 vacun0s con los 39,000 pesos dedicados a ese rubro. cn fa frontera de Azul. 30, Los dos mds ricos son Mariano Castafied con 265.000 pesos, de Chapaleuit, y Federive Tervera ‘con 200,000 en Monte. Los 7 restantes rondan os 100.000 pesos, te a los sectores medios de la campafia. Solo 7 tienen stocks realmente importantes}! pero la mayoria aleanza apenas algunos centenares de animales, De hecho, si compa- ramos estos datos con los de la distribucién del ganado para el conjunto de la campa- iia sur de Buenos Aires, que analizamos en otro lado, tenemos en los Jueces una nuestra casi perfecta de los distintos tipos de propietarios de la campafia.” Se podria pensar quizas que la mayoria de estos propietarios pobres © medias de Ja campajia pasaban fugazmente por los cargos de Jucces de Paz, mientras que los més ricos cran los que permanecfan muchos afios en el cargo. Los datos de que dis- ponemos no sostienen cn absoluto esta hipétesis sino incluso, en parte, lo contrario: del listado inicial de 142 Jueces ternados cuyos datos evaluamos, hay 33 que perma- necen en sus cargos 5 0 mds afios, De ellos se indica capital en 12 casos y nos da un promedio de 50.423 pesos, es decir, levemente inferior al promedio general de Juc- ces. En cuanto a stock ganadero la situacién es peor: en los 7 casos de los que tene- mos informacién, el promedio de vacunos es 650 y de ovinos 486, o sea, claramente menor que cn los Jueces que permanecen menos tiempo. Es decir que lo que estos datos nos mucstran con bastante elocuencia es que los Jueces de Paz no cran reclutados con preferencia entre los sectores mas ricos de la campaiia, sino entre los sectores medios y medios bajos y que de alguna manera los més altos funcionarios rurales reflejaban bastante bien al conjunto de la sociedad, Por supuesto que en este nivel hay algunos excluidos, como en general también lo estan entre los Alcaldes y Tenientes: en primer lugar Jas mujeres, aunque algunas de ellas fueran titulares de familias y a veces de importantes propiedades: no encontraremos alli a los migrantes recientes (como dijimos, los escasos migrantes que Megan al car- go, y los un poco mas numerosos enire los Alcaldes y Tenientes, llevan bastantes afios de avecindamicato), y tampoco encontramos a los pcones (que a su vez eran en gran medida migrantes recientes). Los Jueces reflejan més bien una sociedad de pro- Piclarios, ni muy ricos ni extremadamente pobres, de edad avanzada, nacidos en la provincia 0 con muchos afios de residencia, casados y con familia. De alguna mane- ra podrfamos pensar, junto con Cansanello, que reflejan una comunidad de vecinos, en la cual Ja distincién no pasa tanto por la pertenencia a una clase social o por el ni- vel de riqueza, sino por la inserci6n en esa comunidad con toda una serie de derechos adguiridos, pera también de respeto de tradiciones y obligaciones.** 21 Los mayores ganaderos entre los Jueces con datos son personajes conocidos en fa campaiia: Beni to Miguens, Manuel Morillo, Juan José de la Canal, Santiago Chiclana, José Eruola, Hipélito Piaeiro y Pe- dro Rosas y Belgcano. 32 Vease nuestro trahajo “Unos niimeros. ..". ob. cit, Con esta comparacidn obviamos el problema de] subrogistro de animales de esta fuente. Aunque el stock real fuera mayor, fos Jueces seguitian repre- sentando a lus diversos niveles de propietarios de la campaita 33 Vase por ejemplo de C. Cansanello, “Domiciliados y (ransetintes en el proceso de formacisin es- {atal bonaerense (1820-1832)", Entrepasados. IV, nim. 6, 1994, pp. 7-22. Aunque en este trabajo el autor plantea que a partir de ta fecha en que concluye su estudio las “formas de legitimidad” se modifican, co- sa que nuestro estudio tiende a matizar. 22 En cualquier caso, sacando esos extremos que se encuentran excluidos de la fun cién péblica casi por definicién, podemos encontrarnos Jueces de Paz. de casi todos los sectores de ese complejo mundo de propietarios que componen la sociedad de la campaiia de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX. Podriamos acaso decir que cl Estado refleja a esa sociedad, o atin mas que “es Ja sociedad." Este pertil de fos funcionarios nos muestra que los gobiernos de la ciu- dad debieron apoyarse en la compleja sociedad de la campaiia para tratar de construii un aparato estatal. Y esto tenia obviamente un precio: con ese cuerpo de funciona- Tios resultaba dificil imponer un orden distinto del que los pobladores de la campaiia consideraban legitimo. ORDEN ANTIGUO, POLITIZACION FACCIOSA Y CONSTRUCCION DEL ESTARO. Con este equipo cada ver mas amplio de uncionarios, los gobiernos de Buenos Ai- res intentardn consiruir un aparato estatal capaz de imponer un nuevo order en ka camparia. Al menos desde Jos aiios veinte es posible percibir que este orden tent una serie de preocupaciones centrales, no siempre coherentes: se trataba de resta- blecer la par social y cierta disciplina, que el propio proceso revolucionariv y las guerras hab(an alterado seriamenie. Sélo restableciendo esa paz era posible hacer negocios seguros y permitir el progreso cconémico. Sin embargo, los principios al- rededor de los cuales se debia restablecer esa disciptina eran menos claros. Los pro- pictarios rurales mas importantes y. en general, los gobiernos entendian que habia que consolidar y proteger los derechos a la propiedad privada, seriamente amena- zados por las pricticas de apropiacién directa que ta crisis habia agravado, pero que a su ver. se imbricaban con una serie de précticas de acceso a los recursos que no {enian que ver con la crisis, sino con mecanismos que la sociedad campesina de fronteras habia desarrollado desde mucho tiempo atras y que una buena parte de Ta poblacién reconocia como viilidas.'5 Toda una serie de conflictos sobre la propic- 4 En distintos documentos de los gobiernos portefios del perfodo se manifiesta la percepcion de tos Tuncicnarios rurates como expresi¢n de la sociedad de Jucees de Paz del 18 de naszo de 1825, que intenta fomentar un mayor cele represive de los ju ‘ma: “In administraci6n de justicia en la eampafa ha quedado tuda en tas manos de sus propivs vecines. Y su velo debe suplir a cuanto sea indispensable para la correccisn ¥ castigo de los erimenes ", Véase esto en Manual part fay Jueves de Paz de Campaiia, Bustos Aires, Inyprenta de ta Independenena, L825 (AGR. Biblioteca, Col, Celecia, 6-1-45), 35 Aunque éste cs un tera que requiere mayores investigaciones, una serie de trabajos recientes tien- den a mostiarnas cierto consenso alrededor del libre acveso a recursos que se consideran comunes, como Jos montes de lefia, lus animales silyestres (nutrias, avestruces, ete), el reconocimiento de los desechos de cocupantes de tierras de langa data sin titulos de propiedad, la aveptacidn de las practicas de la agregacion, |i poblacién en terrenus ajenos no uflizados por sus utulares, ciertas prdeticas en los arendanreentas, el alir- 2 3 dad de 1a tierra en las primeras décadas posrevolucionarias ponen a prueba estas comtradicciones y nos muesttan un Estado que titubea frente a los derectos contra dictorios de antiguos ocupantes de terrenos sin titulos y los nuevos rivos denun- ciantes que pretenden hacer valer sus derechos privados.§* A su vez. el Estado, que parece alinearse cada vez mds con los intereses de los grandes propietarios, tiene una serie de nevesidades propias que muchas veces van a entrar en conflicto con los intereses de esos scctores. Por un lado las necesidades financieras, aunque es verdad que la disponibilidad de los recursos aduaneros (y en los afios con bajos in- gresos y fuertes necesidades fiscales la emisién monetaria) le permiten reducir I: presién impositiva directa sobre los propietarios, imponiendo al conjunto de la so- ciedad via los aumentos de precios." Pero por atro lado el Estado, inmerso en los intentos de expansién fronteriza y sobre todo en gucrras internas y externas inter- mitentes, ejerce una presién reclutadora sobre la sociedad, que en este caso parece afectar indirectamente més a los mayores estancieros que a los pequefios o media- nos propietarios. Como es sabido, la mayor parte de fa mano de obra regular a fa que podian recurrir los estancieros, ante el fin progresivo de la esclavitud, era so- bre todo una multitud de varones migrantes recientes, y s6lo ocasionalmemte a la poblacién local, mayormente constituida por pequefios productores independien- tes. Por ello los estancieros presionardn sobre el Estado para que excluya a estos migrantes de las levas. Aunque la legislaci6n tendié a reconocer esta excepcidn, la rea- lidad impuso que el peso de la leva recayera mayormente sobre este sector de fa po- blacién sin lazos con la sociedad local. La crisis politica, la movilizazién de la poblacién, los sistemas de convalidacién democratizante de los gobiernos locales que habia impuesto la revolucién y la propia estructura del aparato estatal que aca~ bamos de describir hacfan imposible enfrentar abiertamente a la poblacién mayo- ritaria de vecinos/campesinos de la regién.* Las quejas de los grandes propietarios derecho a recurtir 0 Solicitar bienes ajenos ante situaciones de extrema necesidad y un largo etcétera que obviamente el sector de los propietarios mas poderosos quiere limitar. Véase Rad] Fradkin, “Entre la ley y la practica: la costumbre en Ia campatia bonaerense de la primera mitad del siglo XIX", Anuario teHS, 12, 1997, y J. Gelman, “Un gigante con pies de barro, Rosas y los pobladores de la campafia”. en N. Gold- man y R. Salvatore (comps.}, Caudillismas rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo probleme, Buenos Ai- res, Endeba, 1998, pp. 223-240. 36 Véase G. Banzato, “Los conflictos por la ocupacién de fa tierra en la frontera bonaerense: Chasco- més, 1779-1822", V Jornadas Inter-Escuelas/Departamentos de Historia, Montevideo, 1995. y J. Gelman, Un funcionario en busea del Estado, Pedro A. Gurcta y la euestion agraria bonaerense 1810-1822, Buc- nos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1997 37 Véase T. Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los origenes del Estado argentina ‘1791-1850), Buenos Aires. Ed. de Belgrano, 1982. La imposicién directa nunca tuvo resultados importantes, como es el caso con la Hamada Contribucién Directa, Al respecto véase A, Estévez, “La Contibucién Directa, 1821-1852”, Revista de Ciencias Econtimicas, 1V. mim. 10, 1960, Buenos Aires, pp. 123-234 # Dos estudios recientes que analizan las detenciones en la campafia rosista, que resultan en el envio de reelutas forzosos a los ejéreitos, nos muestran el peso de los migrantes recientes, mayoritariamente j6- venes. Véase J.C. Garavaglia, “Paz, Orden y Trabajo en la Campafia..”, ob. cit. y R. Salvatore, “Los eri- 24 sobre esta cuestion serin reiteradas y se ven exacerbadas en los momentos de eri- sis bélica. ‘Como se ve, una situacién compleja y unos objetives del Estado no siempre cohe- rentes, que se debian emprender contando con un aparato estatal que parecia expresar mas bien a esos mundillos rurales locales que a un poder arbitral externo que se queria imponer. Los Juzgados de Paz y su personal, que -hernos visto expresaban desde el punto de vista de su composicin el abigarrado mundo de vecinos de los pueblos, pequetios y medianos propietartos, arrendatarios, pobladores. ete.. parecen actuar también en consonancia con ese perfil social y como expresién de esa voluntad local y sus redes. Una serie de debates que se producen en los inicios de la década de 1820, sobre las atribuciones de los Juzgados de Paz y el nucvo Reglamento de Campaiia, expre- san esta situacién, Si bien varios Jueces parecen coincidir en la necesidad de limitar la movilidad de los sectores definidos como vagos 0 que cuestionan los derechos de propiedad (pulperos inescrupulosos, agregados, etc.}, cada uno expresa también inte- reses locales. contradictorios con otros. Asi, por ejemplo, el Juez de Paz de Morén en 1822 defiende abiertamente a los chacareros locales, en contra de los ganaderos que con sus animales destruyen los sembrados de tos vecinos.” Estos ganaderos, que es- taban preferentemente ubicados en los terrenos de la Matanza (incluido por esos afios en el partido de Mordn), y que no se sienten representados por las autoridades de Mo- én, a su ver. van a presionar por separarse de ese partido para lograr una mejor repre- sentacién de sus intereses, y en efecto en 1825 se conforma el nuevo partido de La Matanza.® Algunos Jueces quieren suprimir a los agregados y convertirlos en peones, otros sélo proponen que sean controlados por los Jueces de Paz.*! Ejemplos como éstos encontramos a lo largo de toda Ia primera mitad de! siglo XIX, y son Ja expresin de la existencia de una sociedad rural sumamente compleja, menes de los paisanos”, Anuario /£118, 12, 1997. Halperin planted hace tiempo que el reconocimiento por parte de Rosas de las nuevas prictivas democratizantes fue una de las claves de su éxito. Dice, por ejein- plo: “Lo que separa a Rosas de Ia linea del pensamiento reaccionasio ¢s entonces su aceptacivin de Ia de- rmocracia -a ta que hallaba detestable como Gnico sistema politico viable en cl Rio de la Plata”. La cita es de “Estudios recientes sobre el pensamiento politico de Rosas”. ahora reproducido en su Ensayas de historiugrafia, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996. p. £38. 39 Véase el escrito de Leonardo de In Gandara, 23 de febrero de 1822, AGN, x, 12, 10. 1. En este ke gajo yen 12. 8 7 se pueden consultar varios de los escritos de esos afos sobre €l nuevo Reglamento de Campata 4). Véase ta solicitud de los “vecinos” de La Matanza explicando esa diferencia de intereses con Mo- t6n en B, Diaz, Jusgetdos de Paz de Campuii... ob. cit. pp. 77-78, Se podria pensar que este florecimien- to de demandas Jocales microcregionales, se ascmeja bastante al modelo planteado por J. C, Chiwamonte a nivel de los Estados provinciales luego de 1810, Véase por ejemplo su “El Federalismo angentiao en la primera mitad del siglo xix", en M. Carmagnani (coord), Federalismos Latinoamericanes, México, Fon- do de Cultura Econémica, 1993, pp. 81-132 41 Véase por ejemplo lo que dice el Juez de Primera Instancia de Luin el 25 de febrero de 1822, AGN, X12. 10.1 25 que se siente de alguna manera reflejada en los funcionarios lcales y que los gobier- nos de Buenos Aires tendedn serias dificultades en disciplinar para imponer un orden propietario de nuevo cufio.4? De hecho uno de tos fundamentos de la creacién de los Juzgados de Paz en reem- plazo de los Alcaldes de Hermandad era Ja ineficacia de estos ultimos en suprimir to- da una serie de practicas rurales#* Y sin embargo. ya creados los Juzgados, las protestas de los gobiernos se reiterardn. Desde Rivadavia hasta Rosas encontramos multiples ejemplos de esas quejas sobre los Jueces.“4 Rosas, que intenté imponer a rajatabla el respeto a toda una serie de derechos privados que las pricticas usuales de la campaiia cuestionaban, tendré serias dificultades en imponerlas en sus propias es- tancias y muchas veces estas prdcticas se perpetuaran con la complicidad de los jue- ces lovales. #5 Tenemos entonces aqui expresado un problema central que deberdn enfrentar Jos gobiernos de Bucnos Aires: por un lado no tienen mis remedio que apoyarse en las sociedades locales para construir el aparato del Estado, pero por ello mismo, les serdi muy dificil imponer ciertas érdenes del gobierno cuando éstas se enfrentan con intcreses de las redes locales y con practicas reconocidas como validas desde tiem- po atras. 1 Pinel debit dk: 1826 sobre la division de la provincia de Buenos Aires, que es rechavada por ale nos grandes propretarios/comerciantes (encabezados por N. Anchorena), el apoyo a la propuesta de Riva davia aparece sostenido por vecinos/productores curales que adems de su condena a los ricos de la ciudad pplantoan cLarumente la nevesidad de poderes locates unis fuertes, que expresea Sus intereses en contra de los poderosos portefios. Diven por ejemplo: “Las medianas fostunas de pastoreo, el labrador y los brazos aausillares de Toy unas y Ins otros, a componen casi todo de Ta poblacién y son fas clases que mas ne- cesitan de los cuidados patemales de un Gabiemns Domésticw por decitlo asi, y constituide por ellos mis- mas, Néase Docanenios del Congreso General Constituyente, 1824-1827, 4HPBA, La Plata, 1949, tomo Xl, pp 294 y ss 42 Asi por ejemplo uo amticulo de La Gaceta de Buenos Aires, det 25 de julio de 1821, explicaba que tos males de la campafia se debjan en parte que los Alcaldes no perseguian a los “fascinerosos” y no im- ponian Ia tranguilidad y la seguridad, segun ellos la entendian, 44 En 1825, una ciscular del gobierno a los Jueces de Paz se queja det "poco zelo v interes que se to- sma en la persecusion de lus vagos y de toda clase de criminales. Con este objeto sv han expedido ya di- versas resoluciones, pero el Gobierno observa con dolor, que no ban producido ni producer todo el bien que era de desearse”, Véase Manual para los Jueves... ob. cit, pp. 22-27. Otros ejemplos de la década de 1820 en B. Diaz, Juzeudes de Paz de Campai... ob. cit., pp. 89, 95, 219. También las reiteradas quejas de Rosas en sus mensajes a la Legislatura, en Registra Oficial de Buenos Aires, 1848 y 1849 por ejemplo. 45” Vease un analisis de esto en nuestro trabajo “Un gigante con pies de barra... ob. cit. El ejemplo nds contundente sobre ello lo encontramos én cl infructuoso intento de Rosas de fimitaro suprimic la priic- tica de los pobladores de ocupar parte de sus terrenos 0 en la continuidad del acceso de los vecinos a ctee- tos bienes de sus tierras como la madera 0 los aniraales silvestres, Asi, por ejemplo, en 1844, un cuarto de siglo después de que hubiera prohibido tajantemente la caza de avestruces en sus tierras se queja amarga- mente de que se sigue practicando y aiiade: “Pero lo mas escandaloso aun es que Don Basilio cl auminis. trador de la estancia) fo haya silenciado y que ef Juez de Paz lo haya consentido”. Carta de Rosas a Ramirez, 20 de septiembre de 1844. AGN, x, 43.2.8, 26 En las propias ternas de Jueves de Paz y en las filiaciones del personal subalter- no de los Juzgados encontramos esa contradiceién. En 1832, por efemplo, se aropo- ne reemplazar a cuatro tenientes de Alcalde de Capilla del Sefior, y Jos argumentos para ello muestran esta dificultad del gobierno central. En ef caso de uno de ellos (Pe- dro Borja) se sefiala: “se comporta con muy poca delicadeza y anhelo en el desem- pefio de sus funciones”. En otro José Luis Abalos) se indica: “se demuestra muy poco exacto ¢ indiferente al cumplimiento de las disposiciones superiores”.*¢ En cl partido de Pilar en el mismo aiio también se propone deponer a algunos tenientes y Jos argumentos son adn mas explicitos: Toribio Alegre, se dice. “ha sido depucs- to de su cargo por el ningtin celo que tiene en los bafiados sobre los robos y raterias que se practican diariamente, haber faltado en dar cuenta de varios individuos sos. pechosos que después he sabido se han alojado en su manzana sin dar cuenta a la Comisaria |... ha desobedecido varias érdenes de citacién”.#7 Y, sin embargo, tenemos la impresién de que poco a poco, y sobre todo desde la segunda gobernacién de Rosas, se va a lograr it imponiendo cierto orden. Un orden que no expresa abiertamente los iniereses del sector més rico de la sociedad en el sec- lor agrario, sino uno que se construye sobre un consenso muy amplio, que atravicsa a la mayor parte de esa sociedad. Un orden y un consenso que a fa vez. van a permi- tir al gobierno de Rosas ir instalando progresivamente la idea de un Estado que ex- prosa ese consenso y cuyos representantes se colocan por encima de la sociedad y pueden ejercer el poder de arbitraje sin ataduras con sectores particulares. Las claves de ese consenso parecen (ener algunos pilares fundamentales. El ro- sismo va imponicndo en la sociedad una serie de ideas encadenadas que asocian Orden/Buenas Costumbres/Propiedad/Religién y, a su vez, todas estas ideas se vin- culan con una politizacin rabiosa, que las propias crisis politicas propician. y que unen esas Virtudes con la Federacion. Ser Buen Federal pasar a ser progresiva- mente sinGnimo de todas esas virtudes que caracterizan ala comunidad y de fa cual quedan excluides todos los que representan lo contrario, resumido en el vocablo Unitario.4® Ese consenso fuertemente politizado se coloca por encima de grupos so- ciales y el clivaje no se establece entre ricos y pobres (aunque sf puede estarlo cn tre propietarios cualquiera sea su nivel~ y no propietarios), sino entre defensores de la Federacién, el orden, la religign, la propiedad, las buenas costumbres, que pa- san a ser progresivamente sindnimos, y del otro lado los unitarios. Se puede ser po- bre y Buen Federal o rico Unitario y exeluido? 48 AGN. x. 20. 10.6 47 AGN KILL 48 Sarmicnto es uno de los primeros en destacar la labor de Rosas en establecer en la conciencia po blica una serie de ideas encudenadas. En su Facundo, luego de describir los rituales y el discurse rosista, ‘escribié: “es admirable la paciencia que ha mostrado Rosas en fijar el sentide de ciertas palabras y el te: sm en cepetirlas” (p. 219). 49 Sobre el discurso del rosismo y Ia busqueda de este consenso se puede ver J. Myers, Orden y Vir- ud. EF diseurso sepublicuno en el Régimen Rosista, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 27 Las caracteristicas que se destacan de los Jueces de Paz y sus subalternos en Tas ter- nas y propuestas que se realizan expresan cada vee mais la construccivin de este consen- so. Como ya dijimos, en esas ternas de Jueves o en las filiaciones de Alcaldes y Tenientes se debe indicar la actividad de la persona, su fortuna, su edad y familia, y co~ mo también vimos es mis caracteristica ta edad avancada y la Familia que el nivel de riqueza del candidato, Se debe ser propictario y vecino, pero no necesariamente rico y. coma vimos, de hecho la mayoria de los Jueces y més atin los Alealdes y Tenientes per- (enecen a los sectores medios y bajos de los propictarios de la campaiia. Pero junto a estas caracteristicas sefialadas en las ternas y filiaciones se indican otras, cue parecen tener mayor peso que las anteriores, Se debe probar que se cs “Federal Neto” © “Buen Federal”, que se respeta el Orden y las Buenas Costumbees, la Propiedad, que se tiene Tespeto entre Jos vecinos. Y todo esto debe probarse fehaciememente. en particular ka adhesin a la causa federal. Asf se indica sistemiiticamente, segdn la época. si se par- ticipé en Ja lucha contra Lavalle en 1829 0 al menos si se sufrié la persecucién de los decembristas, si se estuvo luego del buen lado en los afios 1832-1833, si se mantuvo ficl a la causa en 1839-1840, etc. Absolutamente fodas las ternas y propuestas de fun- cionarios incluyen este tipo de mérito faccioso, pero también en general la adhesin al orden, las buenas costumbres, la autoridad moral sobre el vecindario, ete. Asi, en 1836, por ejemplo, se dice de Manue} Pardo, propuesto como Juez de Matanza, que “su con ducta €s intachable, su honrado y juicioso proceder lo han hecho acreedor al concepto y estimacidn de Jos vecinos de este partido y retine a mas virtudes cardinales y un bien conocido amor al orden”.s! Estas virtudes aparecen indisolublemente ligadas con Ja usa federal. Sirva de ejemplo el caso del teniente del cuartel 4 de Monsalvo en 1832, Miguel Colares, de quien se dice que “no ha servido en el cjército restauracor, pero no cabe duda de su adhesion a ta causa federal por su amor al orden” 52 En todos los co sos se sefialan los ciudadanos declarados “Beneméritos” en el treinta por haber com- batido contra Lavalle, los que participaron en el bando rosista en los afios «reinta.S? Si 1995, donde destaca ciertos téipicos de] Uiscurso rosista y su circulacién, R. Salvatore plante« tanibicn ka idea de un discurso rosista que reposabit en un sistema de valores compartido con los pequeitos propieta- tins rurales, Veéase su “BI imperio de la Tey’ delito. Estado y soviedad en la era Rosista”, Lelito ¥ Sacie~ dladd, 3-4-5, 1993-1994, Buenos Aires, pp. 93-118. 39. Bsto es asf incluso en el caso de las “clasificaciones” que los Iueces deben hacer de aquellos a yuienes apresan por diversos motives. A modo de ejemplo, en 1846 se le recrimina al Juez de Paz de Guardia de Lu- {jm que en el caso del informe sobre un desertor no haba colocado “el pamafa de los servicios prestados a nue {ra sagrada causa nacional de la FederaciGn” y s¢ le exige que lo haga “conve le estd ordenado y con arreglo formulario que se le mands”, A, Reyes al J, de Paz, I de enero de 1846, AGN. Col, Gras, eg. 6. oe, 381 SY AGN. x, 16.8.3 82 AGN. x, 2143 53 Sirva como ejemplo, entre decenas, el caso del Juez de Morin, Juan Bemardo Navarrete, de quien se dice en 1839 que “ha servido en el ejéreito restausador con su persona y bienes (...] y es de los ciud: danos benemérites dle fa patria por fa Sala de Representantes el 25 de enero de 1840", en AGN. X. 17. | En ofta ocasisn se dice def mismo que “en el afio de 1833 se hizo recomendable por su adhesin a la cau sade la Federacign”, en AGN. , 21, 3. 1 no consia que haya participado en las luchas directamente se debe probar de alguna otra manera su adhesin a la causa. Asi, por ejemplo, se sefiala: “sin embargo de no ha- her prestado servicios a la causa de ka Federacién, se clasifica por tal porque desde an- tes de la revolucién se demostré exaltado en sus conversaciones # este respecta y por esta consideracién fue reelecto”.S! La enumcracién sobre estas consideraciones puede ser tediosa, pero queda claro que todas esas virtudes aparecen asociadas en las per nas que (erminan siendo nombradas en los cargos y que. por el contrario, cuando exis- ten dudas sobre alguna de ellas, el candidato no Hlega al cargo 0 es depuesto. ¥ en esto no parece incidir ninguna consideracién sobre la condicién socioecondmica de ‘a per- sona. Asi, encontramos importantes propietarios “resfriados con el sistema de la fede- racién” que son alejados de los cargos piblicos.** Tal es el caso por ejemplo de Jacinto Arioz, importante propietario de Lobos, primer Juez de Paz, del partido en 1822, pero del cual se informa en 1835 que aunque participé en fa lucha contra Lavalle en 1829. durante la administracion de Balcarce “se dej6 seducir por el gencral Espinosa, mas adelante se mostré indeciso, pero cuando soné el movimiento popular del II de octu- bre se decidié por los restauradores”.5 Aungue al final opté por los ganadores, Ardioz ya no volverd a figurar entre los Jueces de! partido. Y por supuesto los malos federa- les se verdn adjudicar todos los males condenados por el sistema lederal. El ex Juez de Paz de San Antonio de Areco, Patricio Arriaga, es descrito en una filiacién como “Uni- lario empecinado [,..] dedicado a la bebida [...] es extremo hablador [...] no goza de opinién en el partido por ser en extremo vicioso, permanecié en Buenos Aires durante la guerra contra los sublevados del primero de diciembre” 57 Del otro lado podemos en- conirar a pobres rurates, pero que han manifestado adhesién a los principios proclama- dos por la causa y que son designados en los cargos. El caso quizas mas extremo que hemos encontrado es el de Manuel Cabral, del partido de Pilar, quien es nombredo te- niente en 1832 y “que por corresponder a la clase pobre no se ineluys en la clasifica- cin general”, es decir que ni siquiera es propictario pobre, sino pobre de solemnidad, pero sin embargo “es de buena conducta y ha sufrido golpes y ultrajes en la ciudad por uno de los amotinados del I? de Diciembre [...] y aca prestd sus servicios personales en la reunién federal de Pilar”.s* 54 Se trata aquy de Tiburcio Miranda, teniente en Baradero en 1832. Hay muchos ejenmplos de este tipo. 55. Esto se dice de Sebastidn Chorroarin, depuesto del cargo de teniente en Pilar en 1832. AGN, X, 2d 56 AGN, X, 16. 7. 2. Sobre este importante propietario y Funcionario de Lobos véase la tesis de macs tria de J. Mateo, Poblacion, parentescu y red social en ta frontera, Lobos (Provincia de Buenos Aires) en of siglo xix, UNIARA, La Rabida, 1997. En este importante trabajo se estudia la constitucisn de ks redes sociales en el partido. En este perfodo hay sobre todo dos grandes redes entradas en los mas grandes pro- pietarios locales, los Cascallares y los Urquiols, Los primetos, a pesar de ser quizas los mas importantes y antiguos del pago, son alejados del poder durante ta administracién rosista y récién regresun a st cafda, ST AGN. x, 16.7.2. 58 AGN. x. 21. HL 1. Oteo caso similar es el de Pascual Rodriguez. también propuesto para un cargo en e! partido de Pilar en 18.33, que aunque ex de “escasa fortuna” se destacan las virtudes que Io hacen acreedor al puesto: “muy adicto a vonservar el orden”. AGN, x. 16.3. 1. 29 A la hora de ser propuesto y sobre todo nombrado en un cargo en los Ju estos argumentos parecen tener mucho mas peso que cualquier consideracién sobre la condicién social o el nivel de riqueza de un individuo. Sobre la base de este tipo de consenso, Rosas va a ir tratando de establecer una jerarquia, donde tos mejores federales son los que ocupan los cargos de responsabi- lidad y representan al Estado, que se puede colocar como garante de ese consenso, por encima de los intereses particulares. La puntillosidad de Rosas para establecer un riguroso ritual en las actividades de Jos funcionarios publicos parece claramente cncaminada a lograr estos abjetivos: tan- to elevar a los funcionarios, necesariamente inmersos cn las sociedades locales, por encima de las mismas, como convencer a los propios funcionarios de ello, En enero de 1832, Rosas ordené el ceremonial para la asuncién de los Jueces, que aunque co- nocido vale la pena recordar aqué: 1a asuncidn del cargo se hard haciendo asistir a la mayor parte de la poblacién, utilizando para ello un dia festivo y antes de la Misa Mayor. Para el acto se colocard en una mesa cubierta con un pafio “un crucilijo, 2 velas y el libro de los Santos Evangelios”. Se establece una formula de juramento que destaca la obediencia a las “autoridades legitimas” y a la Federacién y luego de este juramento “se cantara la misa mayor, que oirdn desde sus puestos ambos jueces [el saliente y el entrante], alealde y vecinos”, y asi podrfamos seguir. La explicacién que da Rosas de la nccesidad de estos procedimientos resulta en extremo interesante, considerando “cuanto convienc ensefiar a los pueblos por actos publicos y solemnes, el respeto que deben a los encargados de la administracion de justicia, y hacer sentir iguaimente a estos la gravedad ¢ importancia de sus funciones” $1 Rosas parece especialmente interesado en mostrar al aparato del Estado Federal por encima de los intereses privados, y no sélo en un plano discursivo.© Las propias 59 Por supuesto que en la caspide de esta jerarquia estaba el propio Rosas. Véase a este respocto lus consideraciones de J. Myers, Orden y Virtad.. ob. cit. sobre la asociacién en el discuiso ofivial de la fi- ura de Rosas con [a de Cincinato. Rosas va.a ser destacado siempre como el mejor federal, ef mejor de~ fensor del orden y la religidn, etc. Vale la pena seftalar que en cuanto a su condicién de hombre de campo, no serd tanto destaeado como gran estanciero, sino como baqueano de Tas faenas de campo, ¢ incluso co- ‘mo “primer labrador del pais”. tal como Io llama su panegirista Pedro de Angelis, en la “Biografia de Don Juan Manuel de Rosas”, publicada en 1830 (incluida en Rosas, lustruccianes a los mayordomos de estan cia, Buenos Aires, Americana, 1950) © La utilizacion de las instancias rituales religiosas para difundir las ideas det gobiernc no cs nueva Los gobiemnos liberales que Io preceden la utilizan y Rosas lo sistematiza, Asi, habia dispuesto en 1830 que las drdenes de gobierno fueran leidas en los pueblos de campaiia “en los dias festivos después de la isa parroquial”. Véase decreto 7 de enero de 1830, zona. 1830. p. 4. 61 poBA, 1832, p. 6. #2 En su mensaje a la Legislatura de 1837, por ejemplo, sefiala que los Jucces deben ser elegidos “con- sultando a mas de Jas aptitudes y costumbres, la calidad de ser decididos, constantemente adictos, fieles y servidores de hecho a Ia Santa Causa de la Federacién’. Y haciendo un balance de su gestién de gobier- no, indica que “Ia autoridad se ha colocado en una posicidn elevada e independiente, sin dar lugar a temo- res, influencias, preocupaciones, ni a esas teorias abstractas”. RBA, 1837, pp. 8-9 y 14-15, 30 crisis politicas Ie daran la ocasién de demostrarlo, afectando los intereses de propic~ tarios, ricos © menos ricos, que se han adherido a Ya causa de los unitarios, hasta le- gar incluso a las expropiaciones masivas posteriores a 1839-1840. En clecto, esos afios de aguda crisis parecen ser el momento culminante de este proceso. Apoyado en ese consenso y en un aparato estatal ya bastante disciplinado logra vencer una conjuncién de enemigos, que incluye desde los “Libres del Sur” hasta la invasién de Lavalle sostenida con fuerzas externas. El objetivo planeado pacientemente parece estar convirtiéndose en realidad. Las “Bodas de Chivico y Pancha”, obra de teatro muy representada en la época de Ro- sas. parece expresar muy bien la idea que el Gobernador tenia del Estado que estaba construyendo y que inicialmente sdlo era una expresién de deseos. En un mundo ru- ral can aetores diversos, se producen conflictos inevitables, que sélo se arreglan cuando interviene el Alealde ¢ impone el orden. 63, Laresolucidn de esta crisis no slo demuestra el poder arbitral del Estado rosista, sine que ademas pone en manos de ese Estado una ingente cantidad de tierras y ganados que le pertniten eludir la relacién con los propietarios cuando necesita recursos de origen tural como los caballos para el ejército 0 para el “negocio pacifico” con los “indios amigos”, Sobre este tema véase §, Ratto, La poitiva de fronteras en la provincia de Buenos Aires (1870-1852), esis de maestrfa, UNARA, Ja Rabida, 1997 64 ata obra del llamado “teatro gauchesco” parece haber sido escrita en 1823, pero sufrié stcesivos cambios y fue muy representada durante el gobiemo de Rosas. Véase R. Castagnino, Teairy argentina pre- moreirista (1600-1884), Buenos Aires, Plus Ultra, 1969.

You might also like