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Coleccién Razén y Sociedad ANTONIO CAMPILLO. Dirigida por Jacobo Mufioz LA INVENCION DEL SUJETO BIBLIOTECA NUEVA Couplers: A Ambere © Aono Compile, 2001 © Eaitoval Biblioweca Nuova, SL Madrid, 200% Almagro, 38 28018 Madrid ISBN: 84.7030-863-7 epésio Lega: M-16.262-2001 Impreso en Régie, S.A Inmpren en Espa Printed in Spain inguin parte dec pisiacon,inchid deo del cain, pu sere rode, slvacnadso anemia en mance guna, por ningun med, Yrs seo, dui, mackie, Spec, de grianéa 6 de froupi, sa Demin previo dl eitor, INDICE Provoco L 1B :COMO NO HABLAR DE MICHEL FOUCAULT? 19 1. CONTRALA DISCIPLINA wns 2 2. CONTRA ELAUTOR wos as 30 3. Cowrea gL COMENTARIO. ausg: PARA UNA CRFTICA DE LA REVOLUCION: LA FILOSOFIA POLL TTICA DE MICHEL FOUCAULT er 1. La Revowweidw ¥ La Fizosoria a 2. Lacunsti6y pet Estapo a 50 3. La cunsti6w pe ta Historia 7 ELA GUERRA: ESPACIO DEL SABER, SABER DEL ESPACIO 79 1. FE MODELO BéLICO ¥ 14 HISTORIA DE LA VERDAD 79 2. La eanatfrica DEL poem 83 3. EL Estapo moperno ¥ g1 sujero . 87 4. Nacnareno Det sUjeTO ¥ NACIMEENTO DEL ESPACIO. 94 5. PABA UNA HISTORIA DE LAS PRACTICAS MILITARES wows 101 FOUCAULT Y DERRIDA: HISTORIA DE UN DESATE SOBRE LA, HISTORIA sensnnninnmmeninen 09 UNA TEORIA DEL NOMBRE PROPIO 149 EL AUTOR LA FICCION, LA VERDAD .. 161 1. Qué es uw avron?. 161 ol 10 2, Gusto TIEMPOS EN LA RELACION FILOSORiA-UTERATURA 3, Erica y estérica De 1a escarruna FISGION, SIMULACION, METAMOREOSIS DB AGUSTIN GARCIA CAL¥O LAINVENCION DEL SLIETO 4 José Marta Posuelo, con guien he recorrida durante tanto: aias os senderos entrecrazades dela flop, la literatura y le amistad PROLOGO Los nueve ensayos reunidos cw este volumen han sido publica dios anteriormente, ex visas especialzadas, obtas colectivas y a¢- as de congresos, entte fos afios 1990 y 2000. Si ahora vuelven a «editarse de forma conjunta, se debe a la combinacién de dos moti- vas: la creencia —tal ver infundada— de que estos escrivos pueden inceresar 2 los lectores no especializados y el hecho —en modo al- guno castal— de que todos ellos giran en tomo a la cuestién del sujero. En efecto, los nueve ensayos aquf reunidos abordan la cuestién del sujero y de su invencién histérica, pero lo hacen desde angulos muy diversos, puesto que han sido esericos (a veces, también pro- nunciados) en cortextos igualmente diversos. Los tes primeros en- sayos estin centrados en los estudios histérico-politicos de Fou: ‘ault: sobre lor mecanismos sociales de contro} de os discursos, como la edisciplinay, el eautor» y el xcomencatios; sobre el sentido dela Revolucién Francesa, en cuanto autoafiemacién de un sujeto colectivo y soberano: el spucblow: sobre las relaciones entre el su- jeto y el espacio, es decis, entre las ciencias humanas y las ciencias naturales. Los cinco dltimos ensayos analizan la institucién social del nombre propio, la nocién de autor, las relaciones entre ficcién y verdad. la posibilidad de una lengua andnima y,finalmente, a in« Vencidn hiistérico-politica de la identidad personal. En este se- suundo grupo de textos, Foucault deja de ser el protagonista princi- pal y junto a él comienzan 2 aparecer otros personajes, otras voces con nombre propio (Derrida, Canetti, Garcia Calvo y muchos mas), sencillamente porque el protagonismo lo adquiere la cosa misma: la cuesti6n del sujeto, El cuarto ensayo, centrado en las re 16 Avrowto Casspnnco lacions entre Foucault y Dens pd considera como una cie de puente o bisagra entre ambos grupos de textos. Creo que mo cent sentido reescrbrios para docalos de una unidad que les 1s del todo extraia, asi que he preferido reeditarlos sin apenas mo- dificaciones: me he limitado a realizar algunas correcciones de de- tale y a xcordenar el conjunto de las notas. El inconveniente, pot el que pido disculpas al lecros, son las reteraciones con que habré de encontrarse si decide leer sucesivamente los nueve ensayos. La ventaja es que puede leer cada uno de ellos por separado. 1a identidad humana, canco la de cada individuo como la de cada pueblo o nacién, ha sido pensada por Ia flosofla occidencal, durante més de dos milenios, como una identidad natural es deci, como una identidad heredada por nacimiento, de una vez pot to- das y para siempre. En el peor de los casos, 2 a historia se la acu- saba de ocultar, bajo una mukiplicidad de disfraces engafiosos y dispares, esa identidad individual y social que les habia sido dada a los seres humanos de manera universal y necesaria, sea por el ecetno ‘orden de la Naruraleza, sea por la providente voluntad de Dios, sea pot ambos a un tiempo. En el mejor de los casos, la historia era en- salzada como un largo camino de recorno al origen, como el labo- rioso trabajo de reconciliaci6n del ser humano con su propia esen- cia enajenada. De modo que el ser humano s6lo podia encontrarse ‘consigo mismo, con su verdadera e inmutable esencia, elevandose por encima del tempo, a la manera platénica, o aguardando el dia dlel Juicio Final, a la manera cristiana, 0 esforzdndose por realizar la ‘eersidad en el Geapu, a ks mancia hegeliana. Esta naturalizacén de la idencidad humana ha justificado todas las formas conocidas de dorninacién entre los individuos y entre los pueblos: encre hombres y mujeres, entre amos ¥ esclavos, entre ci- vilizados y béebaros, entre nacionales y extranjetos, encre creyentes ¢ incrédulos, entre normales y anormales, entre expertos ¢ inexper- tos, Por es0, todos los movimientos de contestacién social y de in- novacién intelectual que han surgido en los dos dltimos siglos (so- cialismo, feminism, anticolonialismo, vanguardias arcsticas y lte- raias, ec.) no han hecho sino historizar las identidades heredadas, ccuestionar su supuesta necesidad natural y afiemar més bien su ca- réccer histéricamente instituido. La identidad humana, tanto la de los individuos como la de los pueblos, ¢s una invencién histérica. Pero esta invencién no res- — Provoco 7 ponde 2 ningén providente plan de Dios, ni a ninguna evolucién de la Naturaleza, ni a ningiin progreso majestuoso del Espfricu Universal; no esté predecerminada de antemano, ni recorre ningyin camino de perfeccionamiento ascendente, ni eta destinada a con- cluir en un supuesto «final de la historiar. La historia de las dife- rentes formas de subjetividad es el resultado de las relaciones de cconvivencia y de conflicto que los seres humanos mantienen entre sly con el resco de los setes naturales, en el marco de unas condi- ciones de vida que ellos mismos no han elegido pero que sin em- bargo tienen la posibilidad de transforma. Si esta historia se man- tiene en perpetuo movimiento, es porque en ella se conjugan siem- pfs, inseparablemente, la fuerza del azar, la caducidad de la muerte y la inocencia de cada nuevo comienzo. La determinacin de la identidad (insisto: individual y colec- tiva) es uno de los mecanismos esenciales en las telaciones de poder ¥ de responsabilidad entre los seres humanos. Ast se explica que toda identidad sea tan inestable y tan ambivalence: es un instru- ‘mento de dominio, pero es también un instrumento de resistencias « efecto y alimento de las elaciones de hostilidad, pero es también ), pero adquiere su més clara fotrnulacidn en un texto de 1983: «Dos ensayos sobre el sujeto y el poder», En este cexto, Foucault parece que vuclve a retomar el punto de partida: la cuestién del sujeto, «No es el poder —nos ice— sino el sujeto lo que constituye el tema general de mis in- vestigaciones.» Desde la Alistoria de lt lcura, che procurado com- poner una historia de los diferentes modos de subjetivacién del ser hhumano en nuestra cultura». Si ha sido necesatio estudiar las rela- ciones de poder, es porque el sujeto humano esté inmerso en ellas tanto como en las relaciones de produccién y en las relaciones de significacién o comunicacién, y sobre todo porque no se contaba con un instrumental tedrico adecuado para analizarlas. ero Foucatult no regresa, en realidad, al punto de partida, sino que afiade una nueva vuelta de euerca a su pensamiento, de modo que el paso por la analitica del poder no ha sido dado en balde. En efecto, esea analitica nos ha hecho ver que los hombres no sélo se convierten en objetos de las ciencies humanas sino también en su- jeros sometides por unas nuevas pricticas disciplinaris de Saber/poder, esto 2s, que dichas pricticas son a unt tiempo formas de subjetivacién y de sometimiento. Por tanto, las luchas de resi tencia no s6lo se caracterizan por ser locales, inmedistas, andrqui- «2s, sino que ante todo «son luchas que ponen en duda el estarus del individuos, No es que sean luchas a favor o en contra del xin- dividuos, sino que se oponen al «gobierno de la individualizacién», alos saberes y poderes que impiden al individuo ejercer verdaders- ‘mente su individualidad, © que por el concrario Te sujeran a una identidad impuesta. Por es0, dice Foucault, «todas las luchas ac- tales vuelven sobre fa misma cuestién: gquiénes somos?», Aqui se ‘ve el nuevo paso dado por su pensamiento: no se crata ya de decir sio no al sujeto, sino que se trata de oponer, a las formas de subje- tivacién impuestas por los saberes/poderes del Estado contemporé- ‘neo, «nuevas formas de subjetividads: «El problema a la vex pol- | 4 {CMO No HastaR DE MicHEt Foucautt? 37 tico, ético, social y floséfico que hoy se nos plantea no es intent Tibetar al individuo del Exeado ¥ de sos insteuiones, sino liberate nos nosotros del Estado y del tipo de individualizacién con que se relaciona. Debemos promover nuevas formas de subjetividad re- azn el tipo de individualidad que se nos ha impuesto durante Este desplazamiento en la obra de Foucault responde, una vez més, a los cambios que nuestra propia época ha experimentado en. la dleima década. Unos cambios que podrfamos resumir con el equivoco término de sindividualismo». Por un lado, Foucault pa- rece distanciarse de la lucha politica y limitarse a la defensa de la propia individualidad, pero por otto lado —y esto es lo que le dis- tinge de quienes han optado por retirarse al cultivo autista de la vida privada— nos muestra muy claramente obmo la defensa de la tropa indvdualiad conduc ineviablemente 2 una lack dere sistencia contra los saberes/poderes toralizantes e individuali ae ps cs ¢ individualizances El resultado final de este desplazamienco realizado por Foucault son los voliimenes segundo y tercero de su Historia dela sexualidad, publicados en 1984, pocos dias antes de su muerte. En la Intro- duccién al volumen segundo, cl autor nos explica esta nueva reo rientacién de su rabajo. Por primera vez, Foucault adopra un estilo de escricura inusual en él, mesurado, discreto, por no decir hu- iilde, repleto de citas y referencias bibliogrificas. Por primera ver, Foucault abandona el periodo que le era familiar y se remonta a la Autigitedac grecolatina. Por primera vez, no hace historia critica del presente, sino que busca entre los griegos y los comanos una forma diferente de subjetividad, una wproblematizacién» de la sub- jetividad no regulada desde el exterior del propio sujeto, es decis, tuna forma de autogobierno que el aucor describe positivamente, ‘como una ética sin ley. ¥ no es que Foucault preconice un nostil- gico stetomno a Grecia», sino que encuentra en la moral de los an- tiguos fildsofos un cierco estilo, una cierta xestética de la existencia» que puede servir de referencia a la hora de xpromover nuevas for- ‘mas de subjetividad> en el tiempo presente. Pensat, practicar, de- fender esas «nuevas formas de subjetividads es rarea que ahora nos ‘orresponde a nosotros, a ese mosotrs del que Foucaule hablaba y del que seguiré formando parte mientras perdue la fuerza de st Pensamiento. 38 Asvronio Caneraito 3. CONTRA EL COMENTARIO Ahora bien, gen dénde reside la fuerza del pensamiento de Fou- cault? En la nocién de acontecimiento discursive. Podrfa decirse que la singularidad de EY orden del dscuro, su novedad como acon- tecimiento discursivo, consiste precisamente en ta insroduccién de la noci6n de acontecimiento. La nocién de acontecimiento se opone radicalmente ala regia del comentario: mientras que ésta es- tablece un desdoblamiento, una relaciéa a un tiempo jerasquica y repetitiva entre el texto primero, zomado como fundador u origi- ral, y el texto segundo, tomado como dependiente y derivado del primero, aquélla convierte 2 todo discurso en un acontecimiento discontinue, a un tiempo singular y regular, inscrico de ansemnano en una red 0 juego de discursos, pero siempre capaz de alterar 0 trastornar el equilibrio de fuerza. @No es precisamente una alteracién, un desonten, fo que ha pretendido Foucault al dicrar esta leccién inaugural desde la mas alea y més citualizada cibuna del saber? zNo afirma, de entrada, el casdcter a un ciempo inquietante y regulado de su propio discurso, y-en general de todo acto de habla? zNo escé destinado a ser este son las dos formas bajo las cuales Kant ha planteado el problema de su propia actualidad. Son tambien, creo, los dos pro- blemas que no han cesado de obsesionar si no a coda'la flosaia smodema desde el siglo xrx, al menos 2 una gran parte de esa filo- sofia (..) Las dos preguntas: Que es la Aufelirung y equ ha- cer dela Revolucidn?in defini, aunbas, el campo de interrogacicn Floséficareferida a lo que nosotros somos en nuestra actualidad! Esto significa que desde el siglo xvut, y especialmente des- de 1789, el destino de la Revolucién y el de la Filosofia han estado esttechamente unidos. No s6lo porque la Revolucién se haya con- vertido en w problema filossfico, mas ain, en el problema por ex- celencia de una cierta tradicién filoséfica, sino porque es el con- juunco de ideas de la filosofia moderna (los fines de wilustracién» y de eliberacién», los juicios acerca del progreso intelectual y moral de la humanidad, las esis acerca de la naturaleza del Estado y de la “ eSeminatio sobre el eato de Kane Wa it Auftlarung?s, ob. a concepcién del poder implica que toda lucha revoluciona- a ma ee ie aes tado, pata modificar desde ariba todo el conjunto de las relaciones Sociales, esto es, para acabar de una ver por todas con la gran divi- sién social encre dominadores y dominados, ¢ imponer definitiva- tec a verdader ey que no sno lle de edad: a sober nia la paz entre los Estados, o el cominismo y la sol- ee cane bdels hombres, como verdadero zelos de la historia de a especie bumana. Frente a este modelo juridica y sustancialista del poder, Fou- cault eree necesario adoptar un modelo estratégico y nominalista 7 Para la contraposicin ente eres dos models, véase Hiora de la seal Pata UNA onitica DE LA Revouuciby. 38 el poder no es una propiedad, sino una relaciéns no cs algo que unos tengan y 0t70s no, sino ec! nombre que se presta a una situa- cin cstratégica compleja en una sociedad dada»; no procede de arriba a abajo, sino a la inversa: los grandes aparatos juridico- politicos y las grandes dominaciones de clase no son la fuente ori- ginal de la que proceden rodas las relaciones de poder, sino que son mas bien el resultado final, el efecto estrarégico global de una mal- tiplicidad de relaciones de fuerza que se cjercen de manera local y discontinua; estas relaciones, ademis, no estén en posicién de exte- tiotidad respecto a otras relaciones (econémicas,sexuales, de cono- cimiento, etc), sino que les son inmmanentes; la inteligibilidad 0 racionalidad interna de rales relaciones no es analizable a partir de una soberana y omuniscience subjetividad (sea personal o colectiva), sino a partir de las pequettas técticas locales y de las grandes estra- tegias anénimas; por tltimo, «onde hay poder hay resistencia, es decit, que todo poder se ejerce a partir de una resistencia determi- nada, y que toda resistencia se ejerce contra un poder determinado, de modo que rampoco cabe su lugar del gran Rechazo —alma de la revuclta, foco de rodas las rebeliones, ley pura del revoluciona. rios, sino que hay mas bien miltiples y cambiantes focos de resis- tencia, oy ¢8 sin dude fa codificacion estratégica de esos puntos de resistencia lo que torna posible una revolucién, un poco como el Estado reposa en la integracidn institucional de las telaciones de poder». Las resistencias no son, pues, los efectos derivados y de- pendientes de una lucha general revolucionaria, sino que es ésta, tds bien, Ia que ciene Tugar como condensacion momentanea de aquéllas, Ahora bien, gpor qué es preferible el modelo bélico al modelo jurfdico? No por tina mera opcién especulativa, sino porque uno de los rasgos fundamentales de las sociedades occidentales consist, en efecto, en que las relaciones de fuerza —que durante mucho ‘icmpo habian encontrado en la guerra, en todas las formas de gue- ra, su expresi6n principal se habilitaron poco a poco en el orden del poder politico». Esto es lo que lleva a Foucault a formular una ded, f, Lava de saber, Mica, Sigo XXI, 1977, capitulo 1V2, Métedon, Pegs. 112-125, 56 Axronto Caspiito doble critica contra esa concepcién del Estado que reduce el pro- bblema del poder al problema jusidico de la soberanfa. En primer la- gar, es una concepcién heredada de aquello mismo que pretende combatir en efecto, fue elaborada ya en la Edad Media por las pri- ‘meras monarquias europess, ras [a recuperacién del Derecho ro- mano iniciada en el siglo xu. «En las sociedades occidentales, y desde la Edad Media, laelaboracién del pensamienco juridico se ha desarrollado esencialmente alrededor del poder real. A partic del poder real, en su provecho y para sevirle de instrumento 0 de jus- tificacién, se ha construido el edificio juridico de nuestras socieda- des. El derecho en Occidente es un derecho regido por el rey>*. Desde el siglo xvut, nos hemos acostumbrado a ssituar el poder monarquico del lado del no-derecho», de lo arbitrario, de los abu- s0s, del capricho. «Pero eso significa olvidar el rasgo histérico fun- damental: las monarquias occidentales se edificaron como sistemas de derecho, se relejaron 2 través de teorias del derecho € funcionar sus mecanismos de poder segrin la forma del derecho (...) A través del desarrollo de la monarquia y de sus instituciones se instaurd esa dimensién de lo juridico-politco; por cierto que no se adecua 2 la manera en que el poder se ejercié y se ejerce, pero es el cbdigo con que se presenta, y prescribe que se lo piense segiin ese cbdigor® La tesis de Foucault es que esta concepcién del poder, elaborada por as antiguas monarqufas europeas, ha sobrevivido a ella: «A pe sar de los esferzos realizados para separar lo juridico de la institu cién monarquica y pata liberar lo politico de lo juridico, la repre sentaci6n del poder continus atrapada por ese sistemas", y esto tanto en ef caso de! liberalismo como del marxismo, tanto en ¢l momento de la Revolucién Francesa como en el momento de la Revolucién Rusa, «En el fondo, a pesar de las diferencias de épocas ¥y de objetivos, la representacién del poder ha permanecido ace- chada por la monarqufa. En el pensamiento y en el andlisis politico, aiin no se ha guillotinado al rey. De ahi la importancia que todavia 1 Curso del 14 de Enero de 1976, en Mionfica de pdr, Madrid, La Pe ‘que1, 1979, pig, 140. 5 Hora de a secualidad, 1. La volumad de saber, ob. cic, pigs. 106-107 © hid, pag. 107. aa UNA cafrica DE ta Revouvcrdni, 7 se ororga en la ceoria del poder al problema del derecho y de la vio- lencia, de la ley y la ilegalidad, de la voluntad y de la libertad, y so- bre todo del Estado y de la soberania (incluso si ésta es interrogada en un set colectivo y no ya en la persona del soberano). Pensar el poder a partir de estos problemas equivale a pensarlos a partir de tuna forma histética muy particular de nuestras sociedades: la mo- narqufa juridica. Muy particular, y a pesar de todo transitoria, Pues si muchas de sus formas subsistieron y atin subsisten, novisimos mecanismos de poder la penetraron poco a poco y son probable- mente irreductibles ala representacién del derecho»!’. ‘Con estas tltimas palabras, Foucault apunta la segunda ctiica cen el momento mismo en que se produce la Revolucién Francesa, y con ella lacreacién de un nuevo régimen jucidico de poder —la de- ‘mocracia parlamentaria—, se produce también la aparicién, o mas bien la reorganizacién y la reagrupacién estratégica de toda una se- fie de técnicas de poder que no pertenecen al dominio del Derecho y que proceden igualmente de la Edad Media cristiana, Es justa- ‘mente la genealogia de esta nueva técnica de poder lo que Foucault se propone hacer en Viglar y castigar, en donde la denomina gené- ricamente como «poder disciplinario», y en La voluntad de taber, en donde recibe e! nombre de sbiopoders. Esta reconstruceién genea- légica acabaré llevandole una vex mds, como ya les sucedié a Nietzsche y a Weber, a reconocer la decisva importancia histérica del cristianismo en la constitucién de la sociedad moderna. Fou- caule descubrira, en las téenicas de epoder pastorals elaboradas por Ja Iglesia cristina, el verdadero inicio de los procedimientos disc plinarios puestos a punto por los Estados europeos a partir del si- glo xvin', La verdadera novedad del siglo xvmt no est, pues, en la invencién propiamente dicha del poder disciplinario, sino en la modificaci6n estratégica por la que este poder pasa de las insticu- ciones eclesiésticas a ls instiuciones del Estado. Ei Estado mondrquico nacido en la Edad Media se habia ido desarrollando como una forma de poder cada vez més centralizada, "Thi. pig, 108, "2 Véase, a este respect, «Bl sujeto y el poder, ob cits rambidn, «Omer et ‘ingulati acia una celsea de la “avén pois. en Tcnologas dey yore tx ‘tafe, Barcelona, PaidSs/ICE de le Univ de Bazcclon, pgs 95-140. 58 Axrowto Caner: apoyada en tres grandes instituciones 0 aparatos: el ejército, la jus- ticia y la hacienda. Lo que ocurre ya a partir del siglo xvi es que el Estado comienza a ocuparse también de todo aquello que los trata dos politicos de a época llamaban la «polica», es decir, el earte de gobernar» la vida de sus habitantes, tanto la vida global de las po- Blaciones como la vida particular de los individuos. El Estado co- mienza a interesatse por aseguras, proteger,estimular, cultivar, mejo- rar la vida de quienes habiean en su terrtorio, y es este nuevo interés cl quelle lleva a desarrolla unas técnicas de poder que ya no tienden a la centralizacién sino a la individualizacién, que ya no adoptan la forma dela represion fisca, la exacci6n econdtnica y la regulacién ju- sfdica, sino que adopran mds bien una forma positiva, productiva y normalizadora: pretenden educa, sanar, corregie, perfeccionar los individuos, pero también pretenden examinatios, casficatlos, disri- buislos,fijaclos, atribuirles una identidad y sujerarlos a ella, hacién- dolos a un tiempo felices y sumisos, déciles y productive. «Las diseiplinas son unas técnices para ordenar las multiplici- dades humanass!S, dice Foucault. Pero esta ordenacién, que es un problema de todo régimen de poder, en las disciplinas adopta tres rasgos caractersticos: se trata de hacer que el poder sea o menos costoso posible {econémicamente, por su escaso gasto, y politica- ‘mente, por su discrecién, su invisibilidad, y la poce resistencia que suscita}; que sus efectos sean lo mds incensos y se extiendan lo més homogéneamente posible por todo el cuerpo social, sin lagunas en el espacio y en el tiempo; que este poder «econdmicor y homogé- neo sea a la ver productivo, que asegure ci méximo redinsicute de los individuos y de las instivuciones en que se ejerce (sean pedagd- gicas, médicas, industriales, militares, penales, et.) 7A qué se debe la aparicién de este poder disciplinatio, de esta «policia», de este xarte de gobernar» 2 las poblaciones? Esta apari- cidn wresponde a una coyuncura histérica muy conocidas: por un lado, sel gran crecimiento demografico del siglo xvitis, que pro- vooa un aumento de o-sedencarizar) y un 1 Para lo que sigue, vase Vigilarycattgar nacimicmi del prion, México, Sig XI, 1976, pigs. 221 sigs, poblacidn flotante (ala que se traca de fijar bio de escala de ios grupos ¢ los que hay que controlar (escolares, enfermos, «celincuenies, soldados, et); PaRa UNA eRfrica DE LA REVOLUCION:.. 59 por otto iado, cel crecimiento del aparaio de produccidn, cada vez mds extenso y complejo, cada vex més costosa también y cuya ten- tabilidad se trara de hacer crecers, wi el despegue econémico de Occidenve ha comenzado con los procedimientos que permitieron la acumulacién del capital, pucde decitse, quizd, que los mécodos para ditigit la acusmulaci6n de los hombees han perizido un des- pegue poiitico sespecco de las formas de poder cradicionales (...) De hecho los dos procesos, acumulacién de ios hombres y acumui- lacidn dei capital, no pueden ser separados.» Por e50, vel dessrroito de los procedimientos disciplinarios responde a estos dos procesos ‘més bien, sin duda, a fe nccesidad de ajustar su cortelacidns, Los vigjos mecanismos del poser feudal, municipal y monarquico ne Podlaa redizar ea funcin, dado que cu poder era inepular en 50 ejercicio, leno de lagunas; dado que su funcionamiento era bas- tante conflict: y, sobre todo, dado que era un poder «dispen- diosos: porque costaba mucho, porque pesaba de modo agobiente sobre Ja poblacidn, porque suscitaba resistencias, porque procedia ‘sencialmente por extraccibn. Las disciplinas, en caimbio, sustizu- yen et principio texaccién-vieiencia» por el principio ssuavidad- produccién-provecho». untae ce Pero si se habla de un sarte de gobernar» ¢s porque pone en juego un cierto saber, una cerca tecnologia, una cierta racionali- dad. Esta es otra de las novedades que tienen lugar desde fines del siglo xvi: «Tomados uno 3 tno, la mayoria de estos procedimien- 2 sciplnaris Calo laaga histozia cas ellos. Pero el punto de nowedad, en el siglo xvii, es que componiéndove y generalizdn. dose alcanzan el nivel a partir del cual formacion de saber y ate mento de poder se refuerzan regularmente segiin un proceso circu- lar. Las disciplinas franquean entonces el umbral ‘‘ecnoldgico’» En las instituciones de enciesto que comienzan a surgit entonces (asi los psiquiericos, hosptalesclinicos, circles, ebriens, ecuels, cuarteles, etc.), un mismo dispositivo disciplinario —la vigilancia continua, el examen individualizado, la correccién sistemaética de la conducta— opera no sélo como una técnica de control y de some- timiento sino también como un procedimiento de adquisiciéa y validacién de unos ciestos saberes: las lamadas wciencias humanas», tanto las ncias individualizantes (la pedogogia, la psicciogia, ta Psiquiaeria) como las ciencias globalizantes ([a estadistica, la demo- grafia, la economia, la sociologia). Axroxto Cannio La generalizacién de estas téenicas de disciplina y examen en el siglo xvut es equivalence, segtin Foucault, 2 la aparicién de la in- vvestigacién judicial en a Edad Media. La investigaci6n, vieja préc- tica fiscal y administrativa, desarrollada por la Iglesia y por los Es- tados eurapeos desde los siglos xr y xmt, pasaré a ser también el procedimiento habicual de los tribunales eclesifsticos y civiles. La bisqueda autoritaria de la verdad mediante eltestimonio, y la con- secuente enunciacién de dicha verdad por el poder politico, repre sentado por ke figura del juez, reemplazaré 2 los arcaicos procedi- ientos del juramento, la ordalia, el duelo, el juicio de Dios o la simple transaccién entre particulares. La investigacién es un proce- dimienco a un tiempo policico y epistemolégico, que permite ejer- cer un cierto poder y adquitir un cierto saber: su origen esté a50- ciado al nacimiento de los Estados y de la soberanta monérquica, aunque su mattiz jusidico-politica servies de modelo para la cons- titucién de las llamadas ciencias experimentales. Lo que este proce- dimiento de investigacién por testimonio fue para las ciencias de la naturaleza, el procedimiento disciplinario del examen lo ha sido para las ciencias del hombre. Pero asf como la investigacién emp\- ica «se ha desprendido del procedimiento inquisicoril en que his- téricamente enraizaba», el procedimiento del examen sha quedado ‘muy cerca del poder disciplinario que lo formé», de modo que el proceso de elaboracién de las ciencias humanas sigue siendo parte esencial del dispositivo disciplinatio. ‘Ast como la técnica judicial de la investigaci6n se impuso desde. artiba, por asf decitlo, deede el poder mondrquico, la wenica disci- plinaria sha invadido, insidiosamente y como por abajo, una justi cia penal que es todavia, en su principio, inquisitoria. Se ha pro- ducido, dice Foucault, sla penetracién del examen disciplinario en le inquisiciOn judicial: cada ver més, no se trata ya solamente de castigar el crimen como acto singular, sino sobre todo de corregir el estado psiquico, la disposicién animica del individuo identii- cado como criminal; no se trata ya solamente de juzgar, esto es, de cenunciar la verdad del hecho, de determinar la culpabilidad del autor y de aplicar a correspondiente sancién legal, sino que también se trata de enunciar una verdad cientifica que es a a ver una norma, ya que el delito se convierte en una anomalia, el delincuente en un fenfermo y la sancién en una terapia correctora; por iltimo, no ya sélo el juez quien juzga, sino toda una serie de expertos (psicé- Pana UNA cxfica Ds 1a Revowweron:. 61 logos, educadores, psiquiatra, fncionarios, asistentes sociales, etc) «que se reparten la capacidad de aplicas, modifica, intensificat,ate- nnuat, prolongat Ia sancién normalizadora o correctora. Por tanto, bajo la benignidad cada ver mayor de los catigoso, que podria ha. cet pensar en una cteciente chumanizaciéns de la justicia a partie dela Ilustraci6n y de la Revolucién francesas, Foucault trata de ha- cet aparecer «un desplazamiento de su punto de aplicacién, y a ua- vés de este desplazamiento, todo un campo de abjetos recientes, todo un nuevo régimen de verdad y una multitud de papeles hasta ahora inéditos en el ejercicio de la justicia criminal. Un saber, unas cécnicas, unos discursos “cientificos” se forman y se encrelazan con la prictica del poder de castigar»' Ahora bien, siesta spenetracién del examen disciplinario en la inguisicidn judicial» se ha producido «desde abajo», ello quiere de- cit dos cosas. Por un lado, que la aparicidn de esta nueva tecnolo- ia politica eno csté bajo la dependencia inmediata ni en la pro- longacién directa de las grandes estructuras juridico-politicas de una sociedad», y que por tanto no puede ser explicada ni por las teo- tas liberales ni por las marxistas, ya que ambas localizan el poder cn los grandes aparatos juridicos y coereitivos del Estado. Las dis- ciplinas no son un xinfraderecho», no prolongan hasta el nivel in- Gnitesimal de las existencias singulares las formas generales del de- recho, sino que son més bien un «contraderecho» Desepefan el ppl prev dno una diet superables y de exclu reciprocidades. Fn primer hngar, pore fx disciplinactea entre lor indviduos un vinculo wptivadon, que c una relacién de coaccionesenteramente diferentes de la obligacién contractual (...) Ademds, en ranto que los sistemas jaridicos calif loves de deci spin unas poms ives adi Giplnas caracterzan, clasifian,especializan, disibuyen a lo la dE una sal reparten en oro ain norma, jetargean sf dividos alos unos en relacén con los ots, y en el limite desce- lfcane invaldan (..) Por regula einstuconal que se, la disc plina, en su mecanismo, es un «contradetecho>. Y si el juriismo universal de la sociedad moderna parece Sjar los limites al jeri Viilar 9 castigar, ob. ct, pig 29. Axtosto Cannio de los poderes, su panoptismo difundido por doquier hace funcio- nat, a contrapelo del derecho, una maquinatia inmensa y mindseu- Inala vez que sostiene,refuerza, multplica a disimerra de los po- dderes y vuelve vanos ls limites que se le han trazado", Peto, por otro lado, las disciplinas han cinvadidow sin cesar el campo del Derecho, y se han desarrollado a la par que éste. Y este desaolo parle de as grandes insuctones jin polis y de los pequcfios poderes disciplinarias es precisamente la caracte- rca een dele sociedades moderna Histéricamente, el proceso por el cual la burguesa ha llegado 4 ser en el cuso del siglo xv1u la clase politicamente dominante se hha puesto a cubierto tas la instalacién de un matco juriico ito, codifcado, formalmente igualitaro, ya través de la organiza ‘idn de un régimen de tipo paslamentaio y representativo. Pero ol desarzlloy la generalizacién de los dispostvos disciplinarios han constituido [a otta vertcnte, oseura, de estos procesos. Bajo la fxn ji general gu ui sir derechos en rincipio igualitarios habia, subyacentes, esos mecanismos menu Use, cbidanes y fio, rados cos semis de micropoder ea cialmence inigualitaios y dsiméticos que constituyen las disci nas. ¥ si de una manera formal, el régimen representativo permite que direca 0 indirecramente, con 0 sin enlaces, ta voluncad de 10- dos forme la instancia fundamental de la soberanta, las disciplinas dlan, en [a base, garancia de la sumisin de las Fuerza y de los cuer- pos (...) Las Luces, que han descubierto las libertades, invencaron fambida las dlsiplinas™ el sujeto sometido, contra la identidad que al individuo I Pana UNA CRITICA DE 1a RevoUsciOn.. 6 ciente oponerse al poder de las disciplinas reafitmando la soberant del derecho, «Lin derecho de soberania y una mecnica dela di plina: entre estos dos limites, creo, se juega el ejercicio del poder. Pero estos dos limites som can heterogéncos que no pueden redu- citse el uno al otto. Los poderes se ejecitan en las sociedades mo- dernas a través, a patti y en el mismo juego de esta heterogencidad entre un Derecho piblico de la soberania y una mecénica polimorfa de las disciplinas.» Ahora bien, :qué hacer ante la ereciente winva- sidne de las disciplinas sobre el Derecho, de la norma cientifico- terapéutica sobre la ley jurcico-penal? «No es recurtiendo a la so- berania en consra de las disciplinas como se podria limitar los efec- tos del poder disciplinatio, porque soberania y disciplina, derecho de soberania y mecanismos disciplinarios son las dos caras consti- tutivas de los mecanismos generales del poder en nuestra sociedad.» Segdin Foucault, habria que ir shacia un nuevo derecho que serfa antidisciplinatio al mismo tiempo que liberado del principio de la soberanias'® 2Qué puede significar esto? Para Foucault, se trata de ir contra pone uun cierto saber-poder disciplinario (la identidad de loco, de en- fermo, de delincuente, etc., pero también se trata de ir contra la ilusién del sujeto soberano, contra esa identidad ideal sobre la que se sostienen los aparatos juridico-politicos del Estado. Por tanto, la lucha politica es una lucha contta este doble «gobierno de la in Vidualizacién», que pretende hacer a los individuos a la vez sujetos coberanes y sujetos sometidos, sujews de derecho y sujetos de di ciplina, obligados a responder ante la ley juridica eincapaces de res- ponder ance la norma cientifica, Este es el doble sentido de unas lu- Para Foucault, no se trata de que el campo del Derecho sea la mentira y el campo de la disciplinas sea la verdad, que el uno de~ limite un poder ilusorio y el otro un poder real. Ambos son igual- mente reales ¢ igualmente ilusorios, ya que ambos son dos formas diferentes y a un tiempo articuladas de eracionalidad politica, que responden a una misma escrategia histérica””. Por ello, no es sufi- bisticamence stele, sno que su objeco de estado han sido las Formacionts y les prdcicas discursivas, los negimenes de ser y de poder, gon sus covtespon- dienes efecos de verdad y de taldad, Ax, Foucaule no dice que el poder disc Dlinaio ses reaimente seconémicor, homoggnca y productvo, ni siguiea que sea Inds efecrvo que el poder juridico, sino simplemente uc és cs el objetivo, el dis Positvo, la estratega conform ala cual pretende set pensado¥ ejecido, Léase sobre esa cuescdin de tanta importanca en el pensamiento de Michel Foucault, ‘tt debare con un grupo de historiadons, publica con el elo La impsibe pri “ibn, Barcelona, Amagrama, 1982. sar del 14 de Encode 1976s, Misia dl poder ob cits pgs. 150-152 "Thi, pigs 225-226. ° Thi pigs. 224.225, ° Aes tees, Fount a nstido um y oma ves gue lo pretend he cerhistoria delat ideas (0 dels sdeologts), pero ampeco historia de los hechos 4 Aytowto Cannio Pana UNA cafrica be LA Revouvctént, 6 chas que no son revolucionarias sino de eresistenciay, es decir, que (alos que muy pronto habré que referise en pasado, ya que apenas no cratan de apropiarse del poder politico sino que tratan de ejer- quedan los casos de China, Cuba y algunos otros paises del llamado cer el poder propio, esto es, el autogobiemno. ‘Tercer Mundo, que por ello mismo tampoco podra seguir siendo La reconstruccién histérica o genealdgica del poder llamado asf). Esta «transversalidady es un rasgo que también carac- rio, que es a la ver su critica politica, ec4 para Foucault indisolu- teriza, por cierto, al movimiento ecologists. blemente ligada alas luchas del presente. La pregunta por el pasdo — El objetivo de estas luchas no es la toma del poder politico de la Revolucién esc ligada a la pregunca por las modalidades ac- del Estado, ni el combate contra la explotacién econémica, sino el cuales de la lucha politica. Foucault dice tomar estas luchas como zechazo de slos efectos de poder como tales, es decir, la resistencia punto de partida, «como un catalizador quimico>”, para analizar contra cualquier relacién de dominio que petmita a unos indi cbmo funcionan efectivamente las relaciones de poder en la socie- duos gobernat, controlar 0 conducir la accién de otros, indepen- ded contemposinea. Lo primero que llama la atencién en estas lu- dientemente de que esta relacién se dé en la fbrica, en la escuela, chas, en las que Foucault pretende inscribir su propia actividad ted en dl hospital clinico, en la familia 0 en cualquier otra insticucién rica, y que él mismo sitda a partir de momentos «tevolucionarios» social. como la Primavera de Praga y el Mayo francés de 1968, es que van — Son luchas winmediatas, y esto en. un doble sentido: «En justamente en contra de los dos grandes sistemas de poder (la de- primer lugar, porque las personas critican las instancias de poder ‘mocracia parlamentatia y la wdictadura del proletaiado>) instaura~ que les son més préximas, las que ejercen su accién sobre fos inc dos por las dos grandes revoluciones modernas: la francesa y la viduos. No buscan al “enemigo mimero uno’, sino al enemigo in- usa. Dicho de otro modo: las nuevas luchas ponen de relieve ‘mediato, En segundo lugar, no consideran que la solucién a su pro- la existencia de relaciones de poder que no son analizables ni pot la blema pueda radicar en un porvenir cualquiera (es decis, en una teoria juridica del contrato nit por lz teorfa econdmica de la lucha promesa de liberacién, de revolucién, en el fin del contflicto de cla eae ss)» No se remizen, pues, ala supuesta unidad de una lucha revo- En efecto, en las sociedades contemporineas han ido sur- | _lucionaria, cuyo doble carscter toralizante y escatolégico pretende ilo grupos y movimientos de lucha muy heterogéneos (contra resolver todas las luchas simulténeamente, aplazandolas y. subordi- familia machiste 0 patiarcal, contra los ails psiquidticos, indolas a un Unico y definitivo acto de conquista del poder polt- contra las cdrceles, contra la medicalizacién de los cuerpos, contra tico, En este sentido, son luchas anérquicas la disciplina militar, ete.) que no tienen como objetivo la con- Neon lucheo contra la mera violencia fsica, pro tampoco quisca del poder politico, sino que su estrategia es mas bien la de conita la mera falsedad 0 deformacién ideolégica, sino que «opo- I eresiecenciaw: 4 nen una resistencia a los efectos de poder que estén relacionados con el saber, la competencia y la cualificaciém», es decir, al modo en — A diferencia de las revoluciones, que son siempre «naciona- ue los saberes se ejercen como procedimientos de concrol de los les», esto es, que se dan en el interior de un Estado, las nuevas lu- individuos por parte de los especialstas. Pero esta resistencia no su- chas son etransversaless, no se limitan a un solo pals, «no se res- pone «un rechazo escéptico o relativista de toda verdad atesti- tringen a un tipo particular de gobierno politico 0 econémico». guada, sino que se ejerce en el interior mismo del saber, en su pro- Afeccan ranto a las dictaduras como @ las democracias, canto a los Pio campo de juego o de combate, puesto que wlo que se somete 2 regimenes capitalists eomo a los comunistas o de esocalismo real+ dlscusién es la manera en que circula y funciona el sabes, sus rla- ciones con el poder. En pocas palabras el régimen del sabeor. — Peto lo més importante es que estas luchas, precisamence Porque tienen que ver con los efectos especificos del poder en uanto ta, es decis, con el modo en que unas hombres son condu- Para lo que sigue a continuacién, véase aE syjetoy el poder, ob. cit. 66 Awroxto Camenio Pana UNA ERfrICA DE LA Revowucid. o cidos 0 «gobernados» por ottos (independientemente de la institu- iQuiere decir esto que Foucault contrapone las luchas de resis- cidn y de las finalidades con que este poder se ejerza), tienen como tencia a las luchas revolucionarias, como si fuesen excluyentes o in- caracter(stica més peculiar la puesta en cuestién del estatuto de los compatibles entre si? En absoluto. ;Quiere decir, al vez, que ya ha individuos, esto es, su capacidad para «gobernarse» a si mismos. No pasado Ia era de las revoluciones, sea que se las entienda en térmi- son luchas «en pro» o «en contra» del individuo, sino que «se opo- ros liberales o en cérminos marxiseas, como revoluciones juridico- nen a lo que se podria llamar el ‘gobierno de la individualizacién’», policicas o como revoluciones socioccondimicas, y que ahora en- tal y como es practicado en las mds diversas insticuciones, por los tramos en la era de las resistencias? Tampoco. Para Foucault, ls més diversos saberes. Se oponen, pues, a una forma de poder-saber chas de resistencia no excluyen ni sustituyen a las luchas aque transforma a los individuos en sujetos, y que es caracteristica revolucionarias, sino que simplemente responden a objetivos estra- de la sociedad contempordnea, «Hay dos sentidos en la palabra “su- tdgicos y a situaciones histéricas diferentes. «De una manera gene- jeto": sujeto somerido al otro mediante el control y la dependencie, ralse puede decir que hay tes tipos de luchas: las que se oponen a ¥ sujeto ligado a sa propia idencidad por medio de la coneciencia, las formas de dominacion (écnicas, sociales y rligiosas), ls que de- ‘del conocimiento de sf mismo. En ambos casos, esta palabra sugiere rnuncian las formas de explotacién que separan al individuo de lo tuna forma de pader que subyuga y somese.» 3 que produce y las que combaten todo lo que ata al individuo a si mismo y asegura as{ su sumisién a fos otros (luchas conta el so- Lo caracteristico de los Estados modernos de Occidente, lo que metimiento, contra las diversas formas de subjeivided y de sumi- los distingue de cualquier otra forma politica del pasado, es su do- 4 SiGn). La historia es rica en ejemplos de estos tees tipos de luchas ble proceso de eentralizacin y de subjecvizacin de los poderes, es sociales, las eutales se producen de forma aislada o conjunta, Pero decir, el hecho de que hayan conseguido «una combinacién tan incluso cuando estas luchas se entremezclan, casi siempre hay una compleja de técnicas de individualizacién y de procedimientos to- que domina. En las sociedades feudales, por ejemplo, son las luchas talizadoress. De ahi que el objetivo de las luchas de resistencia sea contra las formas de dominacién écnica o social las que prevalecen, el de edesembarazarnas de esta especie de “doble coaccién” politica aun cuando la explotacién econémica habria podido constituir un que son la individualizacién y la toralizacién simuleineas de las es- factor de rebelién muy importance. Es en el siglo x1x cuando la lu- tructuras del poder moderno», Para Foucault, «el problema a la vez ‘ch contra la explotacién ocupa un primer plano. Y hoy en dia es politico, &ico, social y filosdfico que hoy se nos plantea no es in- -__lslucha contra las formas de somerimiento —contra la sumisién de tencatliberat al individuo del Esuaio y desus iustvuciones (éSta se te eubjerividad a que prevalece cada ver mvs, x pesar de que ks ria la vieja cesis liberal], sino liberarnos nosotras del Estado y del lucas contra la dominacién y la explotacién no han desaparecido, tipo de individualizacién con que se elaciona. Debemos promover sino muy al contrario» nuevas formas de subjetividad rechazando el tipo de individualidad Las luchas contra la dominacién politica, contra la exploracién {que se nos ha impuesto durante sigloss® _conémica y contra el disciplinamiento individual no son exclu- ‘mente pa y por individuosvarones,adulosysstécats, No obstante, ce que 2 Los limos estuios de Foucaul sobre la ca greoltina (los vie sm.tee nos encontrmos hoy coa wn prc sar al de les giegos oven esl y I dese Hasna ela sondidad pulicadono& 1984, poocs dias nes qf 'Cuna dia del autogobiermo, const una sabjosrded lbeeade de ws poy de au muere; hay trad. espanol en Madrid, Siglo XXI, 1987) tatan de most, toed la igi, el Derecho la cence, De ai que consider il retenes orto preisamente, cio fue posible en Ia Antigiedad una forma de subjerividad no mar a idea de una sestcca de [a existe. Pata rad eso, vee [a eno ‘egulada dede el exerir dl propio individu, ex dei una ea sin ley. ¥ no 1 pre de la gintalogie de échique: un apezg de travail en course er Hubert «qe Foacaul recone uo nostgcowecoro 4 Grecia, puesto que mitno not 1 Dreyfus y Paul Rabinow, Mb! Fonanls nx parous pibophaque Aad de ‘ecuerda que la moral de los anciguos isofes cra una moral pensada exclusive eject cde la beste, Ps Gallimard, 1984, pigs. 322-246. 68 Axronio Carnie yyentes entre si, pero tampoco son reductibles la una a la otra. «Es ‘evidente que no se puede estudiar los mecanismos de sometimiento sin tener en cuenca sus relaciones con los mecanismos de explota- ccién y de dominacién. Pero estos mecanismos de sumisién no constituyen simplemente el “terminal” de otros mecanismos més bisicos. Mantienen relaciones complejasy circulates con otras for- mas. La critica de Marx a la Revolucién Francesa trataba de mos- rar cémo la abolicién de la dominacién juridico-politica era in- suficiente si no iba acompafiada de la abolicién de la explotacion socioeconémica. La critica de la socialdemocracia a la Revolucién Rusa ha consistido en mostrar, a la inversa, que la abolicién de la ‘explotacién econémica no podia llevarse a cabo instaurando una nueva forma de dominacién politica. Por tiltimo, a crfica de Fou cault a liberales, marxistas y socialdemseratas ha tratado de mos- trar, en fin, que tanto la abolicidn de la dominacién politica como Ia abolicién de la explotacién econémiea son insuficientes, por no decir imposibles, sino se combate al mismo tiempo la sumisién de los individuos al «gobierno de la individualizacién», es decir, al po- der normalizador de los expertos, de los cientificos, de los ingenie- ros sociales. Este reconocimiento de la diversidad e irreductibilidad de las luchas sociales obliga a revisar y a relativizar cl concepto moderno de Revolucién. Tanto la Revolucién Francesa como la Revolucién Rusa pretendian En a Touoocibn + La argue of acer Yous aima qe el i ato hic dete deere da smote antopaligc dee memes he Converse ms ie nn drat un ates uta con le Jbl ase dele ibjevidad eserdene ye obtiad emp (emai te gore elms como pore pote) abs conic cl coi de Enc fradora dl tos Aros on las or ea dee nade pen ‘ict ura ie conidndose og dl lo x (erg fe sto ob pg 2031) Bn Nia ln Gone a irs Roca ‘ihe a ealimar ee primer abjein deuce: Ll endo hisan oo toe fo que prc Is wile Be asian ere deta fot Niccoche)rntodue en el devenis cdo sql qucse blac omar a thombee (Lehto dng de ade sora nr no se apoya sobre ningun contancis: na ene hombre “ni tmpocs a ‘xeon fp como ora compendr oer yee. txneenalor(.)lahnornssd ete en amesidnenquintodvenin ds exmino en no mi sos (one dpe ob ce pg 19.20) 82 Awronto Camenio que cnuncia la verdad hubiese de volverse ajeno a todo poder: ‘come si la fuerza sélo pudiera imponerse mediante la negacién de la lengua y de la ley, y éstas solo pudieran instauratse mediante la suspensida de fa fuerza. El trabajo de Foucault se ha dirigido tam- bin contra este «mito platénico», del que son herederos tanto el idealismo como el positivismo. En este segundo frente, Foucault ha utilizado la historiografla como un instrumento de eritca érica- politica, afin de mostrar que hay una alianza indisoluble entte la verdad y la violencia, es decie, que los diversos discursos de verdad producen cierto tipo de efectos politicos y los diversos regimenes de poder producen cierto tipo de discursos de verdad. Asi, [a historia de la humanidad no se nos aparece como un pa- cifico didlogo entre las generaciones, a través del cual los hombres van aproximéndose paulatinamente a la verdad y a la ley, sino més bien como un campo de batalla, como una eterna contienda de fuer as y de interprecaciones: Si incerprerar es apoderarse, por violencia o subreptciamence, ddeun siscema de rglas que no tiene en si mismo sgnifiacién exer cial, eimponerle una direcién, plegarlo a una nueva voluatad, ba- cero entrar en otro juego, y someterlo e reglas segundas, enonces cf devenir de la humanidad es una serie de incerpretaciones' Esta sevie de interpretaciones no esta sometida a ningtin deter- rminismo originario, ni escé tampoco orientada por un movimiento ‘cleol6gico, sino gue mds bien responde a un juego azaroso e impre- visible. Dado que en toda interpretaci6n se da a un tiempo la fuerza y la raz6n, la violencia y la ley, no es posible reconacer en la histo- ria un movimiento progresivo que conduzca de las tinieblas a la luz y de la guerra a la pas: {La humanidad no progres lencamente, de combate en com bate, hasca una reciprocidad universal en la que las reglassustitai- in para siempre ala guerra; instala cada una de estas violencias en un sistema de relas y va as de dominacin en dominacién>. + hid, pig. 17 [DE LA GUERRA: ESPACIO DEL SABER, SABER DEL ESPACIO 83 2, LAsANALITICA DEL PODER» Esca conftontacién general entre el «modelo de la lengua» y el «modelo de la guerra» adquiere una mayor especificacién cuando Foucault cata de analizar las relaciones encre el saber y el poder en | Occidente modemno: en Vigilar y castigar en el primec volumen de su Historia de la sexualidad y ‘en las lecciones del College de France. Advierte entonces que las grandes interpretaciones del po- der (canto las liberales como las marsxistas) han girado en rorno al problema de la soberania (del sujeto y del Estado), y han estado do- minadas por el modelo juridico-econémico del contrato y de la propiedad, de la ley y de la cransgresidn, Frente a este «modelo ju- ridico», Foucault vuelve a defender el «modelo estratégicov: Se trata, en suma, de orientarse hacia una concepeidn del po dec que reemplaza el privilegio de la ley por el punco de vista del ‘objetivo, el prvilegio de fo prohibido por el panco de vista de la hasta el emodso dela peso. des fs uy sisteen localizar el ipo de saberes y de pricticas sociales en donde res de exclusién hasta tos lugares de vigilancia” Foucon!e fa 99 dd dominio del hombre y el domingo dela nataraeza se interpene. J _-mostaar el modo en que las relaciones de pocies si tcan, esto ¢s, en donde el control de las poblaciones y el control de espacio, cémo lo organizan, emo lo diseribuyen, edme to te los territorios e requieten y se refuerzan mutuamente, ¥ eto es pre: | __forman: »Podria escribirse toda una “historia de ln espacios” ~ se ente fo que ocurre con la medicina y con la geopolitica. ; sera al mismo tiempo una “historia de or poderes =~ ow hhemos visto que Foucault, desde sus primeros estudios «anqueo- prendesia desde las grandes estrategias de Ia geopolicica hosra Iss pr légiuom, habia vnido mostrando la importancia deeisiva de la medi quefias tdcticas del habitat, de la arquitectura institucional, de ia ina, su foncidn de puente entre los saberes-poderes individualizantes | lade das ode I oganizaion hospitals pando pe y los saberes-poderes globalizances, pero también entre los saberes s0- Plantaciones econémico-politicas.» Si a partir de un cicxto re el hombre y los saberes sobre la nacuraleza. Ahora, ante las pre | __-mento la reflexién sobre el tiempo comenzs a ser ae iegiacla por aunts de Hlredote Fouctul reconoce que la geograia, la geopolitca | __'0s fildsofos (Kant, Hegel, Bergson, Heidegges), ello sc deb, s yen general, los saberes militares cumplen también esta funcién de iin Foucaule, a que durante los sighos xvut y xvus hal wwette: se Ucupan de conocer y eonuolar van al huunbre canola 3-828 una «doble ocupacién del espacio por una seenclogin politica » raturaleza, tanto a las poblaciones como a los terrtorios. Las prict-_]_ Pt una préctica ciencificay” «as miliares, al igual que la medicina,Hevan a cabo una articulacién 4} entre las ciencias nacurales y las ciencias humanas, entre l conctol del cerrtorio y el control de fas poblaciones, entre fa explotacion de las ‘energlas isicasy la explotacién de las energfas humanas. Més ain, li aap propia medicina ha estado estrechamente ligada ala actividad belica. El pendpce, La Pique, Madi 36 lacie Foucaus encuentra en. LHommemiachine de La Merrie el cruce de meee ee ea eee tuna metafisica materialist y de una tecnologia politica, en donde laf Sobre la relacién ente ol wmodelo de a Iepraey sn “doclidad de la maquina anatomica hace que les cuerpos sean 2 veel excsidn yIa vgn, eate el eine y Ia vind, ee in option en Vile eters cpg 199230. po analizables y manipulables, inceligibles y productivos"; pero 2 eEl ojo dl podeen cb tpg 12 Vw amin Des epee sense Gonférence au Cercle dBrades Architecoeles. 14 mars 9167) en Ast | Mouvement, Continutt, 5, ocubse 1984, pigs. 46.49 (ead. sxpanels:«tspacios Vigil y eatin ob cy pg 0. | oto: utopias y heterotopia, en Carer de ls Cia, ps, 5-9) 2 Pl oo del poder» (ntrevisa con J.P Barsos'y M, Pezasien ). Bentham, 100 Axronto Caneri1o, Se trataria de analizar, por tanto, todas aquellas pricticas socia~ les a través de las cuales ef espacio ha llegado a ser objeto de control politico y de conocimiento cientifico. Son precisamente esas précticas las que’nos permitirfan dar cuenta de los grandes cambios que & partir del Renacimiento han tenido lugar no slo en la gesti6n po- litica y econémica del espacio sino tambign en st conocimiento y en su dominio cientifico-téenico. En otras palabras, se trataria de analizat a través de qué procesos histricos ha tenido lugar e! naci siento del espacio. Se watatia de realizar la genealogia del espacio mo- derno, a fir. de mostrar eémo ha llegado a consttuirse en objeto si- ‘mutedneo de um nuevo conociniento cientfic y de una nueva tecno- logia politica. Si unas determinadas pricticas de poder hicieron posible la apatici6n simulténea de las ciencias humanas y de su ob- jeto de conocimiento (el sujeto), otras pricticas de poder igual- mente determinadas hicieron posible la aparicién simulténea de las ciencias naturales y de su objeto de conocimiento (el espacio). Si el despegue de los Estados modernos de Occidente requirié de unos sabeces disciplinatios y biopoliticos, destinados al gobierno indi dualizance y globalizante de los seres humanos, requitié igualmente de unos saberes militares ¢ industriales, destinados al dominio de los territories y de las energias naturales (animadas e inanimadas). Por iltimo, si las luchas actuales tratan de combatir los efictos politicos del saber, si son luchas de resistencia gue giran en torno al ‘gobierno de la propia vida, ello no concierne s6lo al saber-poder s0- dre el cuerpo, sino también al saber-poder sobre la Tierra, Como han puesto de mantfiesto los movimnientos pavlistas y cvvlogistas cn las llkimas décadas, también las ciencias nasurales estén ligadas a esra- tegias de poder milzear y econémico, cambién en ellas se libra la bara~ Ila por el gobierno de fa propia vida, pero lo que ahora estéen juego noes sdlo la vide individual, ni la vida de una sociedad, sino la vida de tnd la husmanidad y del resto de las especies que pueblan la Tierra, ya que la moderna tecnociencia desatrollada por los Estados mili- tarizados ¢ industrializados de Occidente ha hecho del ser human la especie més poderosa y peligrosa de todas, [De 1A GUERRA: BSPACIO DBL SABER, SABER DEL FSPACIO 101 5. PARA UNA HISTORIA DE LAS PRACTICAS MILITARES Asi, de la consideracién de la guerra como un modelo tedrico, como un espacio de hicha enire sabers, nos hemos visto conducidos ala consideracién de la guerra como una prictica socal, como un saber-poder sob el espacio. Foucaule reconocié la importancia de- isa des prdticas milrares,enclus se most dspucsto a ara izarlas Hay un tema que queria estudiar en los ais préximass el ef- cito como matte de organivacbn y de saber —la necesidad de e- tur la fortaleza, a scampaay, el «movimiento, la colonia dl rritorio®, : : __ Sin embargo, fueton otros los problemas a los que acabé dedi- cindose. De las précticas militares sdlo legs a analizar aquel as- ecto qu esté directamente relacionado con la génesis de las cien- de labia cna ahora lle pragma a obra dl re dor ants Georges Day "Sobre ens primera Be, we Caso M. Cipla, Cane as nl pi ant fide espn enraps (1400-1700), At, arcana, 1967: A Max le taco nado y mevided a 2 vole, Ma, Revista de Oxi {© 19721 And Conon, Arde ee ison ive de 1494 4.1789, ai TUE 1976 Alin Gallen, Le pore een Friern marin en Ode. Artaud Ban 1985; J.B Hele, Romance Wir Sua, Love, Hamedon Pres 1983 y Chom io up de Reinet (1430-1620) Mad ‘Alaa, 930 Jcny Back), he Orig of War Early Mode Europe, Jo Donal; Edimbung 1987; Geof Pu, Lectin milan La nace mae pee de eso, 300-1606, Barco, Cte, 1950 : tua ve: Dt R Heck Ls minnie npr Tsoi inprion ergs en ells IK. Madd, Alaa, 19 Pesan cea deco sobs eat cela gucray al dara kes eS De tA GUERRA: ESPACIO DEL SABER, SARER BAL HSPACTO 103 primera srevolucién militar» europea permitié a los Estados occi- dentales hacerse con cl 35 por 100 de la superficie terrestre; entre 1800 y 1914, Ia sindustrializacién de Ia guerras les permiti6 am- pliar sus dominios coloniales de un 35 a un 84 por 100". ‘Ahora bien, esas dos fases de innovacién tecnoldgica y de ex- pansién politica coinciden, precisamente, con los dos grandes mo- ‘mencos de eclosién de las ciencias naturales, y en particular de las ciencias fsico-quimicas y bioldgicas. Por un lado, la «revolucién cientificar de los siglos xvt y xv, es decis, la elaboracidn de un mo- delo mecanicista (que hard de la naturaleza un espacio de colisién centre fterzas de gravitacién, tanto estiticas como dindmicas) y la puesta a punto de unas ecnicas de experimentacién (que hard po- sible el conocimiento y el dominio de tales fuerzas). Por otto lado, ta setisis del modelo mecanicistar, que se inicia en la segunda m tad del siglo xrx, y que hard posible la aparicién de nuevos mode- los fisicos (basados en espacios no euclidianos y centrados en la ex- plicaciéa y explotacién de nuevas modalidades de fuerza: termodi- ndmicas, electromagnéticas, nucleares, etc.)s paralelamente, irk surgiendo nuevos modelos bioldgicos (desde las teorias evolucio- nistas sobre la adapcacién funcional y la lucha encre las especies, hasta las teorfas bioquimicas sobre la estructura orginica y la trans misién gendtica de la vida, pasando por las teorias exolgicas y eco- logicas sobre la relacién entre las diversas especies vivientes y-su en- totno fisico}*. En efecto, si las ciencias del hombre estén destinadas al cono- Limicno y a ta exploracién de las diversas fuerzas del cuerpo hur ‘mano, a fin de hacetlas a un tiempo inteligibles y manele, d6- ciles y productvas, las ciencias de la naturaleza estin destinadas al conocimiento y a fa explotacién de las diversas fierzas del mundo Estados occidentales, son exclences fs erabyos siguicntes: Michael Howard, La queria en is bistoria europe, México, FCE, (983i William H, McNeil, Le bis: (queda del pader. Tecnologia, fuerza: arvadasy sociedad deel 1000 dC, Mae Siglo XXI, 1988; Chases Til, Coecin, capital y le Eade enropes (980-1990), Madeid, Afianzs, 1992; Michael Mann, Lay funts del poder stl, 2 vo, Ma tid, Aliana, 199197, * Danie! R. Headvik, Ler imonementa del iniperi, ob cit, pS. 9. © aa esa segunda fase J. M. Sdicher Ron, AU per de a cionci, Madr Alianza, 1992. 104 Awronro CaMPnto fisico y de las diversas especies del mundo viviente, 2 fin de hacet- has jgualmente inteligibles y productivas. Silas primeras requieren de las modernas instituciones de encierroy del control biopolitco de las poblaciones para llevat a cabo sus précticas de examen y de nor- ‘malizacin, las segundas requieren de los modernos laboratorias y del control ecopolitico de los espacios, para que las diversas fxerzas fi- sicas y biol6gicas puedan ser a un tiempo desencadenadas y some- tidas, explosadas y analizadas, intensificadas y reguladas, En fin, si las ciencias humanas estén ligadas a una tecnologia biopolitica que ppetsigue el control del sujeo viviente, las ciencias navurales estén li- ‘gadas a una cecnologia ecopolitica que persigue el control del espa- de la duda no puede ser reducido, sencerrador en tna eestructurar 0 etotalidad» histérica (esto ser, dice Derrida, ela violencia misma»), ya que su historicidad peculiar cs una apertura siempre de nuevo renovada, una apertura del logor que excede toda determinacién discursiva. — Que el propio Foucault, en fin, no habria podido mamar como un sacontecimientor (j, con ello, problematicar de manera cxcica) a wexelusidne de la Iocues, ol wencierror y el silencio» al {que éta ha sido sometida por parte della wraz6n clasicay, sino fuera | porque su problematizacién repite, en cierto modo, la radicalidad del Cogito caresiano, esto es, sino fuera porque su reato hist6rico se apoya cn ese mismo xpunto-ceron, en ese fondo abismal y trans- histético desde donde el pensamiento trata de «pensar la totalidad cescapando a éstav, por més que receiga siempre de nuevo en ella, por més que tal pensamiento no pueda decrse sin traicionarse a si mismo, sin recaer en una configuracién discursiva histéricamente determinada, como le ocutre a Descartes una vez que emprende el camino de regreso a la certeza, ¢s decir, a esa «razén clisica» que ha excluido y encerrado a los locos. — Que el caso de Descartes no hace sino ejemplificar el pare déjico estatuto del discurso filosdfico, a un tiempo finito e infinito, Foucautr y DeRkina: HISTORIA bé UN DEBATE. us histérico y tanshistorico, razonable y delirante. Para Dertida la es- cisién entre raz6n y locura no puede sec considerada, en iltimo tér- mino, como un «acontecimniento» histérico, En primer lugar, por- gue la escisidn entre razén y locura, entre ef lenguaje y el silencio, es la condicién misma de la historicidad y del discurso, de modo que no cs posible un relato histérico de esa escisién que no la dé ya por presupuesta; no es posible, pues, ni una «historia de fa razén ni una shistoria de la Jocura», sino solamence una historia de las su- cesivas formas de relacidn y de reparto entre diversas figuras de la razon y de la locura. En segundo lugat, porque no hay una razén que no esté ya atravesada por fa locura, ni una locuea que no esté ya atravesada por a razbn, de modo que son igualmente imposibles luna ra26n pura y una pura sinrazén; asi, no cabe euestionar la ra- in desde la locura, desde una especie de exterior absoluro, sino que s6lo cabe cuestionar la razén desde su propio interior, me- dianee el «recurso a la escratagema y ala esteategias sélo cabe cucs- tionar una figura hist6ricamente finira o decerminada de la razén, pero este cuestionamiento ha de hacerse desde la propia instancia de la razén, desde una instancia que es, por ello mismo, transhis- ‘érica, infinita, indeterminada y en cierto modo «loca» Por el contrario, hablar de la escsién entre razén y locura como ua cacontecimientos histérico obligasfa a presuponer un sorigeno anterior a la scafdas, esto cs, un dagos unitario anterior a ese acon- ecimiento de escisidn (tal sera el caso del /ogos griego), susceptible de ser rescaurado o restablecido mediante la reconcaliacién de lo di- vidido y la inclusién de lo excluido. Esta, dice Derrida, es la vieja imagen mitolégica y mecafisica de la razén, de la que Foucault no logra desembarazarse en su Historia de la locura, ya la que se mues- tua inclinado desde el prélogo mismo de la obra. Un prdlogo que, pot cierto, fue suprimido por Foucault en su segunda edicién. :Por qué lo suprimis, si al mismo tiempo, en un apéndice de ext s¢- gunda edicién, pretende refutar la critica de su anciguo discipulo? El acto mismo de suprimir el prélogo para restar argumentos a esa critica, zno es ya una forma de aceprarla? Pero no nos anticipemes. ‘Vayamos paso a paso. > Asimismo, comviene recordar que la Hixoria dela leurs fie ceeditada de 16 Avromto Canritio 3, Foucault no contesté a Derrida eras la conferencia de 1963, ri tampoco Io hizo cras la primera publicacién del texto de la misma. Ambos autores mantenian bucnas relaciones, y; de hecho, durante los afios 60, participaron juntos en el consejo editorial de la revisea Critique, al que Derrida se incorporé en 1967. Peco Fou- caule volvié a reafirmar sus ideas en diversos libros y articulos que fue publicando durance esa década. Por ejemplo, en un articulo pur blicado en 1964 y ticulado «La locura, Ix ausencia de obra», que serd reeditado luego, en. 1972, como primer apéndice a la segunda edicién de la Historia de la lacura’. En efecto, la telaci6n entte lo- ccura y escritura ocupa un lugar central en los diversos estudios pu- blicados por Foucault durante los afias 60, desde sus grandes in- vestigaciones warqueoldgicas» sobre ef nacimiento de les ciencias hhumanas y las instivuciones de encierto (Historia de la locura, Na- cimiento de la clinica y Las palabras 7 las cosas) hasta sus pequetios, censayos de critica literaria (sobre todo, Raymond Rowsel y los ar- teulos publicados en la revista Critique): en ambos casos, se trata de problematizar la frontera misma entre saber y no saber, entre ra- 26a y sinrazdn, entre verdad y fleci6n. En 1965, en un ensayo sobre Artaud titulado «La palabra so- plada»’, Derrida cuestiona de nuevo el punto de vista de Foucault, y trata de mostrar que el supuesto movimiento destructivo 0 exransgeesivor de la escritura delirante, en la medida en que pre= tende borrar o anular la escisién entre escritura y existencia, entre lenguaje y vida, no hace sino inseribirse de nuevo en la tradicién metafisica de la que crete Laberse Ueseinbarazedo, levdndola in- farms abreviada a partir de 1964, y que en esa version abreviads fe suprimid el passe sre Descarces.Solamente en 1972 se reedta la vers Integra, pero sus fituyendo el prélogo orginal por no nucvo ¢ incluyenda en apéndice Ia éplica a Dertia, El psdlogo suprimido, pigs. XI dela primera edicidn frances, puede lesise ahora en Die frit (1954-1988), edcion realizada bajo Ia direecién de Daniel Deferey Feangois Evald, con la colaboragn de Jaogues Lagrange, 4 vob arf, Gallimard, 1994, vo. 1 pigs. 159-167 "La folie, absence d'eeuvser, Le Tible Ronde, 196, mayo de 1964. Taduc- cin cast, La locura, la autencia de Oban, Hitoria de le lcung ob. city vel. paginas 328-340. Recogido también en Obras eenciales, I Entre filosofiay lien 217, Bueelona, Paidés, 1999, pigs, 269-278 + Te Quel 2, evicino de 1965 Reogide luego en La cerinun yl dif ia, ob. city pag. 233-270 Foucauir y Daaeipa: HISTORIA DE UN DEBATE 7 ! En esta primera discusién publica, sin embargo, Foucaule no responde ala ertica que Derrida le habia hecho en 1963, sino que toma en consideracin ottos textos posteriores de su antiguo dise- plo, en los que éte habia ido elaborando su propio pensamiento ‘eramatologicor™. En concteto, parece aludie al exo de un semi- que Derrida habia impartido en la Soci Francaise de Phi- losophie, el 27 de enero de 1968, un afio antes de que él mismo ee wise * ucques Dersida et la earue de origins, Critique, 245, 1967 (reed. en Tiaditonis radii, Pais, Gallimard, 1972). ° "Todos los datos aqul mencionados sobre la euprura personal entre Joques Derrida y Michel Foucauleban sido tomados de a biogafaesrita por Didier Exi- & 4 bom (Mabel oneal 1926 198%, Pat, Pammarion, 1989, pig 144-147, Hay | tad, castellanaen Atagrama}, Aungne Exibon 09 lo dice expresamente, € bi {que era versdn de los eches se la proporcion6 Derrida, pues Foucaule ya habia, fallecido, Posteriormence, he renida oeasiGn de confirmatlo escuchando el rlato del propio Derrida, durante una vista que ralzé a Murcia en noviembre de 1990, invieado por Patricio Pesalver Te Querece quun auteur, en Bullen de la Sod Facute de Philp.) bie, 63 (1969), pgs. 73-95 lSeguido de un coloquo, pigs 96-104). Todas ls tas que on adelante haé de ere texto han sido ueducids por mi. Hay una ver én cxtllina del mismo, realizade por Miguel Morey, en Obvaseeniaes, 1 Ex te ily literavure, ob. cit, pgs. 329-360. "Ast en 1967. apaecen La ves yal fendmeno (Valencia, Precextos, 1985) ¥ De la gumatologie (Buenos Aires, Sigho XI, 1971). A esas dos obras hay QUE afadir una sere de conference y acculoe que Decrida dicta ylo publica ew tue 1965 7 1971, y que sein reunides, en 1972, en dos imporcances Hbos: La d= seminaciin (Maésid, Pundameatos, 1975) y Magnes del fila (Madrid, Ch veda, 1989). Foucauur ¥ Dennipa: nistoRia Dé UN DEBATE 119 acudicra a ese mismo lugar para referise, sin citar, a ese mismo texto. Tales, al menos, mi sospecha"” Ante la pregunra «Qué es un aucor?s, la argumentacién de Foucault es dable. Por un lado, se trata de cuestionar los privilegios que a la figura del autor se le han venido otorgando en la historia de las ideas, de la literacura, de la flosofia, de las ciencias, en fin, en la historia de la eseritura. Peto, por otro lado, no basta levancar acta de esta muerte del autor. Hay que localizat el espacio vacio dlejado por esa muerte, el hueco marcado por el nombre del autor Hay que interrogarse qué es un nombre de autor y qué funciones ‘cumple en el interior de un texto. ¥ esto es, precisamente, lo que Foucault se propone: analirar la efunci6n-autor» en telacién con los discursos escricas Antes de comenzar el andlisis, Foucault se detiene un momento a denunciar dos nociones que parecen destinadas a acabar definiti- ‘vamente con los privilegios del autor, y que, sin embargo, los ha- ‘cen pervivir de manera mas o menos encubierta. En primer lugar, la nocién de «obrav: ante la pretensién de muchos criticos forma- listas ¢ historiadores estructuralistas, preocupados por analizar ex- clusivamente la forma o estructura interna de una soba» (flos6fica 6 literati), prescindiendo de toda explicacién genética o biogré- fica, Foucault se pregunta que es una sobrix, qué es lo que le da su supuesta tnidad orginica, qué es lo que permite agrupat,-bajo ese rotulo comin, una hererogénea serie de textos. La respuesta es bien sencilla: el nombre propio de su autor. Th seguindo lugar, a oxra nocidn que hereda y preserva los pri- vilegios del autos, en el movimiento mismo en que parece dene- gatlos, es la nocién de vescrituray. Foucault no menciona el nom- bre de Derrida, pero la alusién a su teoria «gramatol6gica» es in- sa Différancen, en Miegenes del flo, ob. cit. pig. 37-62. Tengate fn cuenta que este texto ya habla sido publicado en el Bultin de la Socné Franeaise de Philomphie (juliosepriebre de 1968) y en el volumen colectivo Theorie ensemble (Pais, Seuil, 1968; trad cast, Tera de conjunte, Barcelona, ScixBarral, 1971, volumen en el que, por cierto, se rcogia también un eat del Propio Foucaue (:Diseancia, aspect onigen) sobre ls escrtores agrupados en fore ala revista Tel Quek. '® Paraeste cuesionamiento de a figura del saurors miro a mi anticalo , los enunciados cons- sicuyen acontecimientos ligados entre i por reglas formales, micn~ tras que el sujeto del discurso permanece fio, neutralizado, no afee~ ‘ado por la demostracién. En una «meditacién», en cambio, cada acontecimiento discursivo conlleva una modificacién en e! sujet del discurso, un cambio de posicién o de estado. Fl discurso de Foucauur ¥ DeRsibs: HISTORIA DE UN DEBATE. 125 Descartes, dice Foucault, es un discurso hibrido, euna medicacién demostrativan, es decir, «un conjunto de acontecimientos discursi- vyos que constituyen a la vez grupos de enunciados ligados los unos alos ottos por reglas formales de deduccidn, y series de modifica- ciones del sujeto enunciante, modificaciones que se encadenan continuamente las unas a les otras», de modo que «los enunciados, formalmente ligados, modifican al sujeto a medida que se desarto- Ilany. No puede leerse el texto cartesiano sin tener en cuenta esta espectfica spréctica discursivay. Foucault vuelve a releer el citado pasaje de Descartes, esta ver para mostrar el «entrecruzamiento de la erama demostrativa y la trama ascéticay, del sistema» y del sejercicios. Descartes parce de tuna proposieidn sistematica: toda verdad recibida de los sentidos debe ser puéesta en duda. El ejemplo de la locura y del suetio no son amados! como cree Derrida, para generalizar la duda a todo co- rocimignto sensible, puesto que esa generalizaciSn ya ha sido afir ‘mada de antemano; ni tampoco hay que imaginar, como pretende Derrida, que es0s ejemplos los mencione Descartes para responder ale objecién de un supuesto lector, més o menos ristica e ingenuo. La resistencia procede del propio sujeto del discurso: hay cosas sen- sibles de las que «razonablemente no se puede dudar». Ahora bien, aPor qué no se puede? «Es la imposibilidad, para el sujeto, de efec- tuar, en el ejercicio que lo modifica a si mismo, una duda tan ge- netal.» Sobre codo, no se puede efectuar esa duda naeonablemenre, ya que ome expongo a perder esta califcacién de “tazonable” que hie pucsto cn juego desde el principiv de kas sneitaciones», al pre- sentarme como un espiricu bastante maduro, libre de euidados y pasiones,y aislado en un pacifico retio. «La importancia de las pa- labtas “poder dudar completamente” se basa en que marcan el unto de cruce de las dos formas discursivas Ja del sistema y la del cjetcicios en el Ambito de la discursividad ascétiea, atin no se puede dudar rzonablemente. Por tanto, es ésta la que va a dominar al desarrollo siguiente, y, en ello, lo que se encuentra empefiado no es fa extensién de las cosas dudosas, sino el estatuto del sujeto du- dante, la elaboracidn calificadora que le permite ser a la ver “om- nidudante” y razonable» La resistencia procede del sujeto del discurso, y, precisamente Por ello, las cosas sensibles de las que «razonablemente no se puede dudar» son aquellas, wvivas» y apréximas», que conciernen al acto 126 ANTONIO Carat mismo de la enunciacién, al acontecimiento singular de inscrip- cién det texto, a stodo el sistema de actualidad que caracteriza este momento de mi medicacidn» (mi cuerpo, ese papel, ese fuego): «Es capital el hecho de que Descartes no evoque aqui la certidurmbte que se puede cener, en general, del propio cuerpo, sino todo aque- Ilo que, en este instante preciso de la meditacién, resiste, de hecho, ala efeccuacién de la duda por el sujeso que medita actualmente, Puede verse que no son ciertas cosas las que, por s{ mismas (su na- curaleza, su universalidad, su inccigibilidad), cesistirfan a la duda, sino, antes bien, lo que caracteriza la actualidad del sujeto medi- «ante (el lugar de su mediactén el gesto que esté haciendo, las sen- saciones que laman su atencidn), Si ealmente dudara de todo este sistema de actualidad, gain serfa razonable2 ara romper esa resistencia, Descartes recurre a dos ejemplos que permiten poner en duda el sistema de mi actualidad: la locura y el suefio. Ahora bien, zcudl es la diferencia entre ellos? Por qué es preferible el suefio a la locura? Porque la locura es un «ejemplo demasiado fuerte», que le permite al sujeto efectuar la duda, pero «que, al mismo tiempo, le descalifica por completo como sujeto me: dicante: «las dos calficaciones “sujeto dudante’-sujeto medicante”, ‘en este caso, no son simulténeamente posibles»: «Que la locura sea planteada como descalificante en toda biisqueda de la verdad, que no sea *rzzonable” acudir a si mismo para efectuar la duda necese- fia, que no se la pueda fingir ni por un instante, que inmediats- rence se haga obvia la imposibilidad de la asignacidn del término domenc-ral eel punta decisive en que Descartes se separa de todos aquellos para quienes la locura puede ser, de un modo o de otto, poradora o reveladora de verdad.» Derrida no ha sabido reconocer, segiin Foucault, este entrecru- zamiento del sistema y el ejercicio, de la edemostracidn» y la «medi- taciéne, por medio del cual (o en razén del cual) es excluida la lo- cura como devcalificacién del sujeto meditante: «Derrida, al ima- ginar deeds de la escritura de Descartes esta otra voa, objerante ¢ ingenua, ha borrado todas las diferencias del texto.» Y, con ellas, he borrado la diferencia radical entre la locura y el suefio. Al actuar as «Derrida proseguia la exclusién cartesiana Ahora bien, gpor qué Derrida prosigue a Descares, a cergiversar su texto? ;Por qué rpite {a exclusién de la locura, al exeluir que haya tal exclusion en el di curso del Cogito? Porque elo revelaia una determinaci6n hiscSticd Foucauur y Derioa: HISTORIA DE UN DEBATE. 127 del discurso filoséfico a la que Derrida se opone, Aqui, en muy po- cas lineas, Foucault alude 2 esa concepciéa transhistorica de la fi- losofia que Dertida habia defendido en su conferencia de 1963: «Para Descartes, cl sujeto meditante debia exeluir [a locura al cali- ficarse como no-loco. Ahota bien, esta exclusién, a su vez, es de- masiado peligrosa, sin duda, para Derrida ya no a causa de la des- calificacién con que amenaza con anular al sujeto filosofante, sino por la califcacién con que matcaria al discurso filossfico; lo deter- minaria, en efecto, como “otro” que el discurso loco; establecerta cencre ellos una relacién de exterioridad, haria pasar al discurso filo- séfico al “ot lado” en la pura presuncién de no estar loco. Sep racién, excerioridad, determinacién de las que debe salvarse el di curso del fildsofo si debe ser “proyecto de exceder toda totalidad terminada y determinads’. Por ranto, hay que excluir, porque es determinate, esta exclusién cartesiana» En cuanto al pasaje del Genio Maligno, para Foucault no su- pone una verdadera consideracién de la hipétesis de la locura, sino todo lo contrario, epuesco que en Ia locura yo creo que una pirpura ilusoria cubre mi desnudex.y miseri, en tanto que la hipétesis del genio malo me permite no creer que existen ese cuerpo y esas ma- nos (...) Si el genio malo retoma las potencias de la lacuna, cs des- pués de que l ejercicio de la meditacién ha exchuido el riesgo de ex ‘ar loco», Foucault cita el rexto de Descartes para mostrar «que, ante el astuto engafiador, el sujeto medicante se comporta no como un loco enloquecido por el error universal, sino como un adversario ‘no menos astuto, siempre ext yuaudis, constantemente razonable, que permanece en posicién de soberano ante su ficcidns ‘Tras una larga y pormenorizada réplica, de la que yo sélo he mencionado los argumentos esenciales, Foucaule lanza una duri- sima acusacién contra Derrida, contra su modo de leer los textos f- loséficos, y, de modo més general, contra su concepcién de la his- toricidad de la eseritura. La acusacién que le dirige Foucault es do- ble: el ptocedimiento de la deconseruecién, como procedimiento de lectura, al insisti en la diseminacién y descontextualizacién del sentido, no sélo deja fuera del analisis los contextos histdricos de __ Inscripcién del discurso, yen especial los regimenes de poder expe- ‘lficos en los que se encuentra inscrica toda «préctica discussivan, sino que, al hacerlo asi, pone en juego una muy vieja prictica dis cursiva, un régimen politico del diseurso que es tan antiguo como

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