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ee ‘SIMPOSIUM INTERNACIONAL E:duacwn e Tustracton Das sighs de Reformas en la Ensenanza Ponencias MINISTERIO DE EDUCACION ¥ CIENCIA Coleeién SEMINARIOS SDUPOSIUM INTERNACIONAL SOBRE EDUCACION F ILUSTRACION. (0988 Mads, ‘Simposivn internacional sobre eductein eUuntral6n : dos slo de seformas na nssfanza + 78 10 de novembre: Pnenciak. - Madrié: Centro de Publicaciones de DMinsteio do Educacin y Cena CLD, 1988, 1 Hstosa de a educaién 2, Reforms edt. 3, Espa 4. Silo XVIIEXIX 5. Com (© mvisTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA CADE. Dies General de Renovncin Pedapica, Secretaria de Eta de Edueeia, EDITA: CENTRO DE PUBLICACIONES - Secretaria General Teri, Minitero de Educaciin y Cleni Tis: 1,000 Depésito Lega: 38356-1986. TSBN 84369-14724 Inpeime: GRAFICAS JUMA PszaRibadco, 7, 28029 MADRID LAS REFORMAS DE LA ILUSTRACION: PROYECTOS Y REALIDADES, OBSTACULOS Y RESISTENCIAS Antonio Vitao Frago En el contexto de estas Jomadas sobre “Doscientos aftos reforma educativas desde Ia Hlustracion”, se me propuso escribir (y hablar) sobre “Las Reformas de la Hustracion”. No sobre la reforma ilustrada, sino sobre “las reformas”, asf, en plural. Este matiz, importante matiz, refleja el cardecter vario, coyuntural y disperso del reformismo ilustrado. Y no solo en el campo educati- vo, sino también en el social y econdmico. 'No existid, pues, una reforma educative ilustrada, sino varias reformas parciales, asladas en el tiempo, asf como en sus proposi tos y alcance. Ello no significa negar la existencia de un ideatio ilustrado © de rasgos ideologicos y caracteristicas comunes en la génesis, formulacién y aplicacion de dichas reformas. Pero s! indi- ‘ear, ya desde un principio, que no existio una reforma global (tal ¥ como hoy entendemos este termina) sino actuaciones concretas fen ambitos y momentos definidos, sin continuidad o coherencia suficientes. Y la raz6n es obvia. Como mostraremos, no hubo un programa o proyecto educativo ilustrado, impulsado por un grupo, partido o bando cohesionado, con poder y tiempo para llevario & cabo de forma general y decidida y una administracion 0 agentes ‘que aseguraran su aplicacién. En suma, hubo ilustrados, incluso ‘grupos de ilustrados, mas no TlustraciOn; al menos como un movi miento 0 grupo suficientemente compacto y coherente, poderoso, en algin momento, para hacer realidad siquiera una parte de su programa 0 ideas. La perspectiva tradicional sobre estas reformas, ha prestado atencion, con preferencia, a los discursos teérico y legal, al pensa miento 0 ideas, a los proyectos y a la legislacion, a lo que se escri a eNTONIO Vi8AD FRAGO bio, propuso y levisl6, con alguns vonsideracion, a titulo de ejem- plo, de lo que se hizo, de lo actuado. Nuestra’ perspectiva, s diferente. Las alusiones a lo propuesto y legislada son, desde ue 180, necesarias, pero To que nos interesa son las diferencias, prime- ro, entre lo que se pretendia y lo que se logislata y. después, entre To que se legislaba y lo que efectivamente se hacfa, Todo ello en el contexto de un proceso de debilitamiento progresivo ~y adulte cidn, cuando no torpedeamiento— de cada reforma conereta y del espiritu general de reformas, De este modo, al invertir el punto de vista, se corre desde lue- go el peligro de terminar afirmando que poco o nada se innovd, {que no hubo reformas (lo que supone negar la posibilidad de este mismo discurso). Atin con tal riesgo, este enfoque permite captar Ja otra cara del fendmeno: las resistencias y obstéculos (institucios 4es, mentales, corporativos)a influencia de determinados aconte- cimientos y las fluctuaciones del poder politico (motin de Esquila cche, expulsion de los jesuitas, revolucion francesa, guerra con Francia) 0 las contradicciones, ambigiedades y Ifmites del ideario y reformas ilustradas, Contrastar un hecho w objeto con su opuesto permite captar més adecuadamente su naturaleza. La de ambos extremos. Es mas, ninguno de ellos tiene sentido sin el otro, Solo es aprehensible ‘como reaction 0 confrontacion, De aqui que uno de los modos de conocer que fue la Hustracion sea conocer las resistencias y obs- téculos, es decir, a quienes se oponfan alla. Y viceversa. Por otra parte, al confrontar proyectos y realidades es posible, ademas, dis- tinguir entze to que es consecuencia de las reformas o de la propia evolucién 0 fuerza de los hechos (por ejemplo, en la disolucién del sistema de ensefianza gremial o en la decadencia de las universida des). Atender mas a las continuidades que a los eambios, a las com tradieciones que a las coherencias, Insertar las reformas en el contexto social y politico en el que se gestaron, formularon y apli- caron, Analizar sus objetivos y pretensiones titimas, las acciones y medidas adoptadas, Ios medios y recursos afectados, sus posibili- dades y limites, los efectos no queridos 0 no imaginados, opuestos © simplemente diferentes de los inicialmente buscados. Bs decir, el proceso de adaptacion o deformacion de la idea inicial al entrar fen contacto con la realidad para modificarla, Queda por iltimo referimos, en estas consideraciones previas, 1 Jas reformas que van a ser objeto de anilisis y a la estructura general del texto. Exclufmos, como es obvio, la teorfa 0 pensa- miento, los abundantes discursos, proyectos o planes sobre educa- cion, impresos 0 manuscritos (aunque aludamos a ellos 0 los tengamos en mente). Nos centraremas en aquellas reformas lleva {das a cabo desde el poder pablico estatal por sf mismo, por asocia- ciones promovidas desde él (sociedades economicas) 0 por particu lares con su apoyo (Instituto Asturiano de Jovellanos). Quedan fuera las actividades educativas de obispos y clérigos reformistas (Climent, Armanya, Tavira..), de tal modo que las referencias a esta cuesti6n solo tendrin por objeto situar las reformas ilustradas en un contexto social ¢ ideologico més amplio. Incluso asi delimitado, el conjunto de reformas a considerar parece excesivo para un trabajo de estas caracterfsticas, Una expo- sicion detallada en un grado siquiera mfnimo~ de las reformas universitarias, de las innovaciones introducidas en la enseflanza profesional y técnica, en el campo de la ciencia, de la ensefianza de primeras letras y en esa amplia diversidad de establecimientos que constituian Io que hoy llamamos educacion secundaria —escuelas de latinidad y gramatica, colegios, seminarios—, por no afladir determinadas enseflanzas especiales —ejército, marina, inge- nierfa~, resulta imposible, Hemos preferido por ello, tras uns refe- rencia general a los principios bisicos de dichas reformas ~y de la ustracion—, tratar, con cierto detalle, determinadas reformas par- ciales 0 aspectos comunes a todas 0 la mayor parte de ellas, con especial atencién a aquellas que, a diferencia de la universitaria y la de los colegios mayores, no han gozado de las preferencias de los historiadores, IDEAS 0 PRINCIPIOS BASICOS DE LA REFORMA Existe un acuerdo bisico, expresa 0 técitamente aceptado, acerca de las ideas o principios que presidieron las reformas ilustra- das. Con unos u otros matices, con una u otra interpretacion, pero casi con idénticos términos, una y otra vez se repiten las palabras clave, algunas de ellas patrimonio compartido con otros periodos 0 a ANTONIO VIRAO FRAGO movimientos ideologicos y otras mis peculiares y propias. La refe- rencia —rapida referencis— a ellas tiene por objeto no ya ofrecer un panorama ideol6gico general y previo, sino destacar su cardcter de discurso ideologico que justifica y apoya unas pricticas deter- minadas, elaborado y utilizado bien por los mismos ilustrados, bien por la historiograffa posterior que de ellos se ha preocupado, Otra cosa —como en todo discurso ideologico~ es la veracidad 0 desarrollo real de tales palabras. Términos compartidos con el liberalismo posterior (excluyer do el liberalismo radical) son los de centralizacién, uniformidad y secularizacién, Tomado, asimismo, del proceso de constitucion y afirmaciOn estatal frente a la iglesia romana, es decir, de la monar- quia absoluta frente al obispo de Roma o papado, hallamos, junto 4 los tres anteriores, el de regalismo, Relacionados con la revolt cién industrial, los de razén y racionalidad, utilitarismo y saberes tiles, clencia 'y técnica, 0 sea, progreso y luces. Desde un punto de vista politico (frente a la sociedad estamental tradicional y el liberalismo burgués), Io especitfico de la Mustracion es la moderae cién y el reformismo social y econdmico, la consolidacion (no la quiebra) de la sociedad estamental desde nuevas bases ideologicas ¥ en provecho de nuevas élites, es decir, su renovacion, El despla- zamiento de'las “inatiles” y “estériles” élites tradicionales —aris- tocracia y clero conservadores~ por otras también ennoblecidas 0 clericales, pero apoyadas en el saber y en su contribucion a la fell cidad, wilidad y prosperidad de la nacion o del pueblo (Frente a la libertad, igualdad y fraternidad liberales con su acento en el punto de partida y despreocupacién por las consecuencias reales, la triada ilustrada constituye toda una justificacion por los resulta. dos de las desigualdades estamentales). De ahi que los instrumen- tos para difundir sus ideas y aplicar sus programas scan no la inter vencion directa, sino el fomento, el hacer que otros hagan, el promover y sobre todo utilidad, de sus propuestas, Y junto al fomento, como panacea, la culttira escrita y la educacion, el impre- 0 (catecismo, cartilla, peri6dico, libro...) y la enseftanza, como no, de saberes utiles, pero también Ia inculcacién de ideas y précticas religiosas y morales, de buenas maneras, de habitos de orden, tra bajo y productividad. La cuasiobsesiva preocupacion ilustrada por Ja educacién no es sino consecuencia de la fe puesta en ella como instramento de cambio social regulado frente a la revolucién, el motin 0 la revuelta, frente a la disolucién de las jerarquias esta- mentales. Sélo asi se explica su reaecién, virulenta reaccion, ante los acontecimientos revolucionarios franceses y su ceguera, en casos significativos, ante las nuevas realidades y cambios sociales gue estaban produciéndose. EL CONTEXTO POLITICO DE LAS REFORMAS. LA EXPULSION DE LOS JESUITAS No hay Ilustracién sino ilustrados. Pero tampoco hay ilustra- dos aislados (quizas Feii60, por su caracter de pre fenencia a la orden benedictina). Una ripida geogratia de la Ilustracion permite captar Ia existencia, aqui y allé, de grupos aglutinados en torno a una institucién, el poder politico, una sociedad o tertulia, Hay grupos definides y asentados. Por ejem- plo, el sevillano (Arjona, Lista, Blanco-White, Matute, Reinoso, Trigueros, Marmol...) integrado en la Academia Particular de Letras Humanas, creada en 1793, y Ia Sociedad Econémica sevilla- nna, donde abunda el “modus vivendi” clerical y el gusto por las, hhumanidades literarias, 0 el vasco, formado por miembros y profe- sores de la Econémica Vascongada de Amigos del Pafs y el Semina- rio de vergara (conde de Pefaflorida, Marqués de Narros, Altuna, Tbanez de la Renterfa, Foronda...), més preocupado por las ci cias sociales y de la naturaleza, asf como por sus aplicaciones té Hay otros, como el valenciano, integrado por personalidades ccultural_y académicamente relevantes (Mayans, Mufioz, Pérez Bayer, Cavanilles, Blasco, Cerdé Rico, Jaime Villanueva...), cuya influencia social y politica no se carresponde (sobre todo en el ccaso de Mayans, alejado de los centros de poder madrilefios y reti rado a su pueblo natal, Oliva, desde 1739 a 1767), salvo en deter ‘minados instantes, con dicha relevancia. En otros casos, las afin: dades proceden de opiniones similares (las lecturas, los libros, la poesfa, la historia), la amistad, una abundante correspondencia y/o |i pertenencia a alguno de los cuerpos de la administracién civil © millitar Govellanos, Meléndez Valdés, Forner, Vargas Ponet Cadalso...) que propician encuentros y una formacién, preocupe ciones y mentalidad similares m6 ANTONIO VIRAO FRAGO Pero el grupo que ahora nos interesa de un modo particular es 1 de los ilustrados que ocupan el poder politico (es decir, puestos relevantes en el sistema de Secretarias de Estado y del despacho y Consejos del antiguo régimen), los mds destacados de los llamados “manteistas”, “golillas”, “covachuelistas”, 0 “abogados: Roda, Monino conde de Floridablanca~ y Campomanes, A Aranda lo incluimos en el llamado “partido aragonés”, algo distanciado del anterior, pero tampoco integrado en el bando “aristocratico”, “es- panol”, “castizo”, opuesto a las refornmas, partidario decidido del orden estamental tradicional y aliado del partido “colegial” y del “jesuitico”, opuestos asimismo y afectados negativamente por dichas reformas, La confluencia en el poder de Roda (nombrado Secretario de Gracia y Justicia en 1765, se mantuvo en el cargo hasta su muerte en 1782), Floridablanea (fiscal del Consejo de Castilla en 1766 y retario de Estado y Guerra desde 1777 a 1792) y Campomanes (fiscal del Consejo de Castilla desde 1762 y a la vez de su Camara deste 1767 »-gebemnedor det Conseho-de-Costitiedente Hoey ah ver de-st-Cémeredesde +767 y gobernadar del Consejo de Castilla desde 1783 hasta 1791), junto con el nombramiento de, Aranda para la Secretarfa de Estado y Guerra en 1766 (cargo en el que estuvo hasta 1773), hizo posible acometer un programa reformista, Nada sistematico © global. Ni siquiera previamente trazado. Las diferencias entre ellos y entre sus ideas acerca de cbmo y quiénes debian Hevarlo a cabo (aparte debilidades y resistencias a las que aludiremos) eran demasiado grandes. Mas que coincidir en un plan general de lo que se pretendia, lo que existfa era una cierta menta- lidad e intereses comunes en cuanto fraecién de una élite que des plazaba a otra (aristocracia y clero tradicionales, colegiales y jesui- tas) y ese sentido oportunista y pragmatico caracteristico de la alta burocracia. La primera y casi nica ocasin de consolidar su situacion en el poder, en detrimento de la easta colegial y del Partido jesuftico (hasta entonces preeminentes en la administra- cidn eclesidstica y civil, en los Consejos, tribunales y cétedras), fue propiciada por el motin de Esquilache, las revueltas populares de 1766 y la supuesta o real participacién en ellos de los jesuitas. Su expulsion en 1767, (un hecho excepeional si se compara con todas las cautelosas reformas posteriores), seria el detonante que abriria las, puertas a las reformas de las enseflanzas universitaria y secundaria, Oe Una posible aproximacisn —Ia més usual, desde la perspectiva | educativa— a las consecuencias y reformas introducidas tras y a | ‘causa de dicha expulsion, consiste en analizar las disposiciones o medidas tomadas para suplir la red escolar desmantelada (por ejemplo, 1a Real Provisi6n de 5 de octubre de 1767, para la instala- in de escuelas de primeras letras y de latinidad y retérica y la seleccién por oposicién, de sus maestros y profesores), los proyec- tos de reforma universitaria que originé (por ejemplo, el plan Olavide para Sevilla, de 1768, o la creacién de los Reales Convicto- rios Carolinos de Salamanca y Valladolid, para el estudio de las Jenguas orientales, teologia dogmatica, medicina y matemiticas) 0 los nuevos establecimicntos de ensenanza secundaria que se crea ron (Reales Estudios de San Isidro y Seminarios de Nobles). Pero caben otras perspectivas diferentes. Una de ellas ~en aplicacién del principio de secularizacién— dirige su andlisis hacia el destino dado a sus bienes muebles (objetos artisticos, ornamen- tos, boticas, bibliotecas...) ¢ inmuebles (edificios —colegios, con- vventos, igksias, residencias, noviciados-, tierras) y rentas. Uno de los destinos posibles era el educativo. Pero habia otros, En otro lugar hemos estudiado --y pormenorizado— como el nacimiento y consolidacién de los Institutos de serunda enseftanza y las Escuelas Normales, a mediados del XIX, fue posible, entre ‘otras razones, por el destino a este fin de unos pocos conventos y de las rentas de también una minima parte de la propiedad inmueble desamortizada, que se sustraia, asi, a la venta pablica. En este caso, en 1767, el proceso seguido seria el inverso: sélo dos edificios de un total de 143, propiedad de los jesuitas expulsos, fueron objeto de venta pablica (integrindose, ademds, en las tem= poralidades la cantidad obtenida). El resto, hasta 141 (por vfa directa o indirecta, de un modo exclusivo 0 compartido —de aqui ue Ia suma total de usos asignados supere dicha cifra~-), se asigna ron a otras érdenes o congregaciones(13) 0 se destinaron a cérce~ Ies(1), cuarteles(1), hospitales(8), usos episcopales(1) o del comii ), beneficencia “casas de misericordia, hospicios, expésitos, re- ogimiento de mujeres-(23) y educacidn(155). Ertre estos tiltimos usos, algunos eran de indole excepcional —enseftanza de la lengua griega(2), aritmética o matemdticas(3) y naiitica(3), escuela de niftas(1) y cast-colegio de nifias(3)~. A otros edificios(7) se les daba un destino universitatio, lo que, en ne ANTONIO VIRAO FRAGO algunos casos (Salamanca, Valladolid, Sevilla) suponta ta reordena- cin o una nueva organizacién de la Universidad en cuestion. Otros, en buen niimero(33), se dedicaron a la formacién del elero; es de~ cit, a seminarios conciliares(18 de ellos), clericales, de misione: 0 de correecidn. Otros(5), a la configuracién de una nueva educa cin secundaria de élite: Reales Estudios de San Isidro, Seminario de Vergara y Seminarios de Nobles de Barcelona, Valencia y Sevi- lia. Y otros usos(98) por altimo, mantenian, ahora bajo el control local, los estudios de primeras letras y latinidad y retérica (con 0 sin pensidn o casa de pupilos), segtin la siguiente distribucidn —escuelas de primeras letras, latinidad y retérica y casa de pupilos. 7 63 escuelas de primeras letras y latinidad y retérica, 28 escuelas de primeras letras. 3 —escuelas de latinidad y retérica, 2 cescuelas de primeras letras y casa de pupilos. 1 ~ escuelas de latinidad y ret6rica y casa de pupilos, 1 Esta relacidn, elaborada a partir de la adseripci6n inicial (tal y como figura en la “parte tercera”, impresa en Madrid en 1769, de la Coleceién General de las Providencias hasta aqui tomadas sobre el entrafamiento y ocupacién de temporalidades de los regulares de la Compania) deja a un lado el destino de las iglesias a sos parroquiales (via anexién 0 creaci6n de nuevas parroquias) u orato- ios, 0 su venta ¢ incorporacién de lo obtenido a la fabrica parro- uial en cuestién, asf como el de las boticas, bibliotecas w ora mentos de culto. E interesa, no tanto por la informacion en misma (no todos os destinos asignados se hicieron realidad, aunque sf la gran mayorfa de ellos) cuanto por reflejar la impor- fancia de la operacién en su conjunto y el destino preferentemente eclesidstico y educativo-asistencial (de responsabilidad municipal) de dichos bienes y rentas. tra perspectiva posible, por iltimo, sitia esta decision en el contexto —ya aludido— de le lucha por el poder entre diversas fracciones 0 grupos de la élite politica. Mas en concreto, ayuda a explicar la alianza y relaciones del partido o grupo “jesuitico”, de Jos jesuitas expulsos (algunos de Ios cuales bien pueden caracteri= zase como ilustrados), con el partido o grupo pao!” o “castizo” y,deambos, con el de los “colegiales” afectado a raiz por la reforma de los colegios mayores emprendida en 1771 y desplazado de los centros de poder por los “golillas” 0 “mantefs- tas”, Sin tener en cuenta este entresijo de intereses, alignzas y conflictos, no pueden entenderse ni analizarse las resistencias a las reformas aprobadas (0 a los proyectos), los vehiculos a través de Jos que dichas resistencias se instrumentaban y la debilidad —timi- dez, moderacién, transacciones, compromisos— con la que tales reformas se Hlevaron a cabo. En suma, su disolucién, no aplicacion u olvido en aras del mantenimiento de la cohesi6n necesaria entre Ja nobleza, alta burocracia, Ia iglesia —clero secular y regular— y la monarqufa para no poner en peligro esta tiltima y la sociedad cestamental en que se apoyaba, Solo desde esta perspectiva pueden comprenderse los avatares. y fracasos de alguna de las reformas emprendidas, Vedmos sino, en un répido recorrido, algunas de Las reformas universitarias y en la censefianza secundaria Este epigrafe podria muy bien llevar el siguiente subtétulo: ‘de cuanto més fécil es levantar un edificio de nueva planta que mejorar 0 remozar otro ya construfdo, con los propietarios © inquilinos dentro”. En especial, cuando este siltimo no nos perte: rece y carecemos de recursos —poder y finanzas— para llevar adelante la reforma que deseamos. Y mucho més, todavia, si su ejecucién queda en manos de los mismos propietarios e inquilinos “conformes cuando no gustosamente acordes con la actual dispo- sicién del inmueble~ y no es posible no ya sustituirlos sino incluso introducir otros nuevos. Los acontecimientos basicos de las reformas universitarias son ya conocidos: la expulsion de los jesuitas como motivo y princi- pio; los proyectos o planes de Mayans (1767) para todas las univer sidades, redactado por encargo de Roda, y de Olavide (1768) para la de Sevilla, también por encargo gubernamental en su cali- dad de Asistente de la ciudad; la creacidn de los directores (1769) y censores regis (1770) como agentes estatales de control; los 80 ANTONIO VIRAO FRAGO nuevos planes de estudios aprobados para cada universidad desde 1771 1786; la Real Cédula de 22 de enero de 1786 que, al menos sobre el papel, uniformizaba la organizacién universitaria; y, como Complemento bésico, la reforma de los colegios mayores empren- dida en 1771 Desde una perspectiva general y a medio plazo la institucién universitaria mostt6 una capacidad envidiable para diluir cualquier reforma sustancial. Un observador situado a cierta distancia hist rica de los acontecimientos apreciarfa rids las continuidades que Jos cambios. En primer lugar, las reformas aprobadas segufan una linea més moderada que las propuestas por Mayans y Olavide. En segundo lugar, las innovaciones en Ios planes de estudio —punto clave de las reformas~ afectaron mas a los autores o libros de tex: to utilizados —Iefdos— que a la introduccion y difusién de nuevas isciplinas. Y, en el primer aspecto, siguiendo una orientacion ecléctica, sin modificaciones importantes. Nada notable, al menos, fen la facultad de Artes donde continud predominando la logica aristotélica y el escolasticismo. Timidas inclinaciones jansenistas y regalistas en las de Teologia y Canones. Més atenci6n al derecho patrio ¢ introduccién del derecho natural y de gentes ~suprimido en 1794— en la de Leyes. Nuevos y modernos autores en algunas de Medicina, Pero ningin cambio fundamental que, por ejemplo, alterara el predominio de las facultades de Leyes y Canones, intro dujera la ciencia moderna (quimica, fisica, matemticas,) modifi- cara el caricter eclesidstico de la institucién o lograra acabar con el proceso de decadencia (descenso del niimero de alumnos y falta de recursos) que la universidad venta arrastrando o los males wna y otra vez advertidos (absentismo, temor a la novedad, relajacion de Ja disciplina, abusos en las certificaciones y colacién de grados, espiritu de partido y disputa...). Incluso la dnica reforma que pue- de merecer el nombre de tal —la de los colegios mayores— solo sirvié para sustituir la “‘casta colegial” por otra nueva que repro- dujo los habitos y actitudes de la anterior, de tal modo que su final, bajo Carlos IV, no fue su transformacion en instituciones integradas en la universidad correspondiente, sino su supresion de hecho. Bien poco, en suma, para las energias y atencién prestadas, asta cuestién Aqui y all, en alguna universidad (Salamanca, Valencia) y en algin momento determinado, es cierto que, en los afios finales del siglo, se observa li presencia de profesores innovadores. También Jos hubo, por aquellos afos, en otros establecimientos (Seminario de Vergara, Seminario de San Fulgencio de Murcia, Reales Estu- dios de San Isidro). Pero no fue ésia la tnica general. Dichos grupos destacan justamente por su caracter excepeional. No es en. las universidades donde hay que buscar las innovaciones curricula- res, las nuevas disciplinas, le ensefianza y cultivo de la economia politica, derecho natural, comercio, natitica, fisica, quimica, meta- Iurgia, cosmegrafia, botinica, cirugfa, lenguas vivas, geometria, arquitectura, dibujo, ingenierfa, mecénica, mineria o agricultura, es decir, de aquellas materias que consideramos més especitica mente “ilustradas”, sino en instituciones ajenas a ellas, dependien- tes de la administracion estatal civil o militar o promovidas por ella (como las sociedades econémicas) © de iniciativa particular Guntas de comercio, Instituto Asturiano). Ni siquiera encontramos cen la universidad los focos de renovacién de las humanidades clési- cas y castellanas, sino, en todo caso, en los Reales Estudios de San Isidro, seminarios de nobles, academias literarias, Real Biblioteca. Reales Academias de la Lengua ¢ Historia, tertulias y el mundo editorial, Las reformas emprendidas en el ambito de Io que hoy llama- mos educacién secundaria tuvieron, en parte, un signo diferente, Aqui también habéa, por un lado, que remozar un més que vetusto edificio —Ies escuelas de latinidad y gramética—, pero, a la vez, habfa que crear nuevos establecimientos que, sustituyendo a los de Ios jesuitas expulsos, ofrecieron una educacién ilustrada a los vistagos de Ia nobleza y clases acomodadas. Fruto de esta necesi- dad fueron los Reales Estudios de San Isidro de Madrid y unos 1pocos seminarios de nobles erigidos con diversa fortuna. Los objetivos de le politica ilustrada en relacién con las es- cuelas de latinidad y gramética fueron, en sintesis, los siguientes: © Aplicar la eélebra pragmatica restrictiva de 1623, que limita- ba su creacién a las ciudades o villas con corregidor y exigfa uuna renta no inferior @ 30 ducedos, a fin de sean palabras de Campomanes en un informe de 1767, “con dis- crecién y prudencia el que los hijos de jormaleros y artesanos pobres que no pueden matenerlos eémodamente en los estu dios, los dediquen a ellos, debiendo en este caso aplicartos a las artes y oficios”, © Mcjorar la calidad de los preceptores 0 maestros, exigiendo la selecein mediante oposicion, municipalizando las catedras de los jesuitas expulsos, excluyendo en las oposiciones a los miembros de 6rdenes religiosas y prohibiondo le ensenanza de los “leccionistas” sin titulo (Real Provisi6n de $ de octu- bre de 1767) © Favorecer la ensefianza, en ellas, del castellano frente al latin introduciendo la gramética castellana, aprobada por la Real Academia, Ia retérica también castellana, Ia lectura de los eld sicos del siglo de oro y el aprendizaje en castellano de gram tica latina, En cuanto al primer objetivo, de indole restrictiva, poco 0 nada pudo hacerse. Los intentos de conocer y controlar el nimero de escuelas resultaron vanos, a causa, como indicaremos, de la inexistencia de una administracién y agentes eficaces. En nimeros globales, las estimaciones de R. L. Kagan, a partir de los datos frag. ‘mentarios del censo de estas escuelas levado a cabo en 1764-1767, hhan fijado en unos 25.000 los alumnos que asistfan a ellas. Pues bien, el “Estado de estudiantes” del curso 1830-1831, recogido cn Ia Gaceta de Madrid del 23 de febrero de 1833, al final del anti- guo régimen, cifraba dichos alumnos en 26.275, La restriecién del miimero de edtedras 0 escuelas y alumnos guardaba relacion, a su vez, con la mejora de Is calidad de sus titu- lures y ensenanza, Faltan estudios que comprueben el grado de cumpiimiento de los objetivos indicados. En cuanto a la seculariza- cién —vfa municipal de estas escuelas, nunca fue aceptada, por ejemplo, la propuesta de Ia Real Academia Latina Matritense, rea Tizada en 1767 tras la expulsion se los jesuitas, de monopolizar las ensefianzas de latinidad en Madrid, excluyendo al clero secular y regular, La exclusion de este iltimo no lleg6 a hacerse efectiva: ‘buena parte de las escuelas del pafs fueron ocupadas por ecles os ¥, por otra parte, los iustrados tampoco querfan fortalecer los gremios de profesores. De aquf, por eiemplo, que ni siquiera la Real Cédula de 21 de julio de 1770, que reconocta a la citada Aca- demia el monopolio de la concesién de t{tulos para ensefiar latin fen Madrid, se aplicara de un modo riguroso y que las quejas por lh existencis de “leccionistas” sin titulo se reprodujeran ao tras, afto, En estas condiciones (inexistencia de establecimientos publi- cos estatales y diversidad de intereses en juego municipios, clero secular, clero regular, gremios de preceptores—) todo hace dudar de la eficacia y difusign de la Real Cédula de 23 de junio de 1768 que declaraba obligatorio enseftar Ia gramética latina en Iengua castellana ode las gramaticas latinas en castellano de Mayans (1768) e Iriarte (1771). Aparte las resistencias ofrecidas por los intereses en juego, las dificultades de fondo eran obvias: jdénde encontrar y dénde formar a los preceptores de estas escuclas? jen Jas no renovadas facultades de Artes? jen los no controlados semi narios? ;Cémo renovar, ademds, a los preceptores cxistentes? La Sinica solucién posible para estos establecimientos serfa la adopta- da. mediados del XIX por los liberales: su supresiOn e integracion de rentas y profesores— en los Institutos de segunda ensefianza. Las escuelas de latinidad y gramética era un tipico producto del antiguo régimen y con él habrfan de morir La creacién de nuevos establecimientos docentes no universi- tarios para la educacién de la nobleza y clases acomodadas, y susti- iucién, a la vez, de los colegios de los jesuitas expulsos, implicaba todo un debate acerca del tipo de educacion que se pretendfa en relacidn con estos erupos sociales. Las eriticas a la nobleza tradicional, hereditaria, ociosa y ab- sentista son usuales, conforme avanza el siglo, entze los ilustrados. Incluso a veces virulentas. Pero no son ataques al orden nobiliario en si mismo, nia la idea de ennoblecimiento que ellos mismos per segufan. Simplemente a ese tipo de nobleza se opone otra basada en la virtud, los servicios personales a la sociedad, el rey o el estado y la labor de mecenazgo, promocién, fomento y reforma en los, sectores econdmico, asistencial, cultural y educativo. Esta idea del ennoblecimiento justificado por los resultados y acciones (0, si se prefiere, de los servicios prestados que justifican el privilegio nobiliario) precisaba una instruccién adecuada. A su vez, otro aspecto de la politica ilustrada, la equiparacién entre nobleza y entes o clases acomodadas, Ia apertura estamental hacia nuevos ‘grupos sociales y profesionales cuya funcién social destacada les hacia acreedores a la consideracién de vasallos distinguidos, propi cid la ereccién de una serie de establecimientos docentes aprove- chando edificios y rentas de los jesuitas y la configuracién por Campomanes, en 1785, de un programa —frustrado— de creacién de seminarios o colegios para la “nobleza y gentes acomodadas” Estos nuevos establecimientos, por otra parte, ofrecen dife- rencias significativas en su organizacién, objetivos y planes de studios. El centro modelo, sin duda, fueron los Reales Estudios de San Isidro, creados en 1770, en el edificio y con las rentas del gue habia sido Colegio Imperial de los jesuitas. Con un plan de studios tradicional, similar al del establecimiento anterior y al de las facultades de Artes, cont6 con un buen plantel de profesores seglares seleccionados mediante oposiciones a las que concurrfan aspirantes de todo el pais. ‘Los seminarios de nobles fueron erigidos asimismo con el apoyo oficial y sobre la base de los edificios y rentas que Tos jesui- tas tenfan en Madrid, Barcelona y Valencia. De los tres, el madri- Jeno fue el que conté con un plan de estudios mas completo ~de caricter ecléctico— y los mejores profesores. Su organizacion y clima, la condicién militar de sus directores, dieron al centro una mareada orientacién hacia la formacion para la milicia de sus alumnos. Muy diferente de las tres anteriores, por su orientacién mas cientifico-técnica y Iaicista, fue el Seminario de Nobles de Vergara. El caricter aplicado y utilitario de sus estudios —aiin cuando también se impartian las disciplinas tradicionales y de adorno, propias de este tipo de centros— y la admisibn de alumnos extemos, le acercaban a otros establecimientos tipicamente ilustra dos tales como el Instituto Asturiano de Gijon y las cétedras de las juntas de comercio 0 consulados. Una Real Cédula de 25 de octubre de 1787 mandaba a las universidades que, para la recepeién del grado de bachiller, incor- poraran los estudios realizados en los seminarios de nobles de Madrid, Vergara y Valencia y en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid. Con ella se integraban en cl sistema educativo estos nuevos establecimientos. Pero la reforma no pudo levarse mds all Cuando en 1785, a iniciativa de Campomanes, se promueven, des- de el Consejo de'Castilla y con el apoyo de las sociedades econ6: micas la creacién de seminarios de nobles, a imitacién de los de Madrid, Valencia y Vergara, las respuestas (Le6n, Jaén, Valladolid, Santiago, Granada, Murcia, entre otras localidades) y lo infructuoso de las gestiones mostraran las dificultades econémicas, Ia crisis de dichas sociedades 0 bien que los edificios y rentas de los jesuitas, ccon los que se contaba para tal fin, habjan sido ya dedicados a otros menesteres. Lleg6 incluso a encargarse, en 1786, la elabora- cién de un plan de estudios general a una comision de la que formaba parte Vargas Ponce, autor principal de un plan ecléctico y modernizante que, entregado en 1788, no lleg6 siquiera a apro. barse. Todo quedé’ pues, como programa de buenas intenciones. Una oportunidad truncada: las ensefianzas cientificas, profesionales y téenicas La atencién y el interés por la ciencia y la téeniea, los “sabe- res titles”, fue uno de los rasgos tipicos de la Tustracion. Y, en algunos aspectos coneretos, es aqut donde hallamos sus principales logros. En las dos tiltimas décadas del siglo se erean toda una serie de instituciones dedicadas a estos “Saberes” (0 se revitalizan otros ya existentes): jardines botir ‘cos, gabinetes de historia natural, olegios de cirugia, observa. srios. astronémicos, Iaboratorios quimicos o metalirgicos, gabinetes de fisica y escuelas de ingenie- 10s. Se contratan expertos y cientificos extranjeros y se conceden pensiones para viajar al exterior con fines de estudio y/o conoci- miento de las uiltimas invenciones y adelantas. Se llevan a cabo expediciones cientificas. En 1785 se proyeeta incluso, como cule minacidn de toda esta politica, una Academia de Ciencias a ubicar fen un nuevo edificio ~el actual Museo del Prado— que no llegara aerigirse En este vasto programa de renovacion cientifica se actia, ademés, no s6lo promoviendo (por ejemplo, las cétedras de dibujo y agricultura a través de las sociedades econémicas), sino sobre todo de un modo directo. Es decir, dedicando a esta cuestién fon- dos estatales. No en balde estos saberes titles (cultivados también por las juntas de comercio y consulados) guardaban una estrecha relacin con aspectos econémicos (producci6n agraria y de manu- facturas, fébricas reales, transportes y comunicaciones), politicos Gmperio colonial, ejército), humanos (salud publica) y un buen nnimero de profesiones emergentes del mundo de la produccién y del comercio, ase ANTONIO VIRAO FRAGO Este desarrollo cientifico y tecnoligico adolecis, sin embar- 20, de dispersion y descabezamiento. Ello origind, en muchos casos, dificultades y cierta debilidad institucional (e inestabilidad) en los nuevos centros 0 establecimientos creados o renovados. Como hemos indicado, nunca lleg6 a constituirse una Academia de Ciencias. Es cierto, por otra parte, que se puso mds énfasis en la ciencia aplicada, en lo prictico y utilitario, que en lo tedrico. Mas en el experto que en el cientifico. También que este desarrollo se vid frenado por la militarizacién (supeditacion a las necesidades y objetivos militares y sujecién de los cientificos a la disciplina y jetarquia militares) de algunas disciplinas y cuestiones y las pugnas corporativas entre diferentes cuerpos 0 servicios de la adm nistraci6n o grupos profesionales. Pero por encima de todo queda se interés por implicar a la nobleza, clero y clases acomodadas en la difusion de la ciencia moderna (y, sobre todo, en sus aplica- ciones ities) y el decidido apoyo estatal (institucional y financie~ ro) por crear y renovar centros y establecimientos y favorecer el intercambio cientifico con el exterior. Suficiente, como un primer ppaso, si los acontecimientos de 1808 y el negative reinado de Femando VII no hubieran dado al traste, por razones financieras e ideol6gicas, con esta politica de promocién cientifiea y téenica que los liberales tendrfan que reiniciar, ctiarenta anos més tarde, como casi nada hubiera cxistido. El amplio y diverso campo de la enseftanza profesional y t6 nica que hoy llamarfamos de “nivel medio”, quedé casi todo en manos de las juntas de comercio y consulados, asf como de las sociedades econémicas. Durante Ia segunda mitad del XVII, espe- cialmente en su diltima tercio, es justamente cuando se inicia el proceso de institucionalizacién de las ensefianzas técnicas (comer- cio, nattica, nobles artes, dibujo, quimica aplicada, agricultura, mecénica). Algunas de ellas (por ejemplo, la naiitica donde, en 1790, lleg6 incluso a dictarse una Instruccin general para su ense- ftanza) con una clara presencia activa estatal. Pero la mayorfa eracias a las entidades antes resefiadas (es conocida tanto la desta~ cada labor, en este campo, de la Junta de Comercio de Barcelona y del Consulado de Malaga, como que fue en estas actividades edu- ‘ativas ~y no en las de primeras letras~ donde més énfasis pusie- ron las sociedades econémicas), sin que en ningin momento lega- Fan a coordinarse o regularse de un modo general y uniforme y cortiendo, ademds, diferente suerte, Una suerte ligada al desarrollo de las fuerzas productivas de cada Sector especifico, Ello explica, por ejemplo, el escaso desarrollo 0 mejora de la formacién pro sional artesanal —a la que seguidamente aludiremos~ 0 la escasa fortuna de las cdtedras y escuelas de agricultura, pese a los apayos estatakes recibidos (legislacién incluida). El desarrollo de la agri- cultura no era tanto cuestion de nuevas téenicas © de la difusién de la ciencia agricola, cuanto de cambios estructurales en el régi- men de propiedad de la tierra, sus rentas (supresi6n del diezmo) y comercializacién de sus productos (ampliacién del mercado), ‘cuya consecucién era una condiciOn si no suficiente si al menos necesaria para interesar al agricultor en dichas cuestiones. En el Ambito de la formacion profesional gremial o de los operarios, la de primer nivel, las reformas ilustradas no fueron mds alld de Ios proyectos e intenciones. Ni las propuestas de Campo- manes (orientadas no hacia la disolucién del sistema de formacién sremial, sino a su mejora y control con la colaboracién de las, sociedades econémicas, asi como a la difusién del sistema de trabajo a domicilio frente al fabril) ni las bien diferentes de Jove- anos (partidario de la supresién de los gremios y de la ereacion de dos tipos de escuelas: unas de formacién profesional en los princi piios generales y otras en los especifioos de cada arte particular) tuvieron no ya aplicacién sino formulacién gubernativa o legislati va. En este caso, la crisis de 1808-1833 no vino a cercenar nada nuevo. Simplemente, disueltos los gremios y debilitado el sistema de formacion de aprendices, habrfa que esperar al siglo XX, y bien entrado el siglo XX, para hallar un programa global de formacién profesional estatal en escuelas especificas. La ensefanza de primeras letras: desinterés 0 impotencia? Uno de los lugares comuines, entre los estudiosos de las refor- ‘mas educativas ilustradas, ha sido aludir al escaso interés mostrado por la ensefianza de primeras letras en comparacién con el presta- do a las ensentanzas universitarias y técnicas. Hoy esta opinién (productos més del desconocimiento que del saber) precisa ser ma- tizada, Establecer comparaciones resulta siempre dificil. Las refe- ans ANTONIO VIRAO FRAGO rencias @ la enseftanza de las primeras letras, en las memorias, planes, informes y escritos de los ilustrados, son bastante mume rosas. La educacién del pueblo, de los nifios en general, era una de sus preocupaciones. Eso si, por razones moralizadoras y de control Social, pero desde perspectivas y con recetas muy diferentes: desde la nacional, pablica y laica de Cabarris (por lo demés, excepcio- nal) hasta las clericales de Sarmiento y Floridablanca, pasando por las ecléeticas de Len de Arroyal o Jovellanos. La politica estatal ilustrada en relaciGn con la enseanza de primeras letras no difiere, en sus rasgos generales, de la seguida en otros niveles educativos: timida centralizaciOn, fomento, escasa y ébil actuaciOn directa, incapacidad financiera y necesidad de contar con la colaboracién de quienes se oponian a las luces y reformas. Los intereses a tener en cuenta eran, ademds, diversos. Primero, ef poder municipal, las oligarquias locales, directamente responsables del mantenimiento y extension de la red escolar. Des pués, los maestros agrupados en gremios 0 hermandades, deseosos de controlar y limitar el acceso a la docencia, el ntmero de escue~ las, eon el argumento de mejorar su calidad, Ademds, cémo no, la iglesia on muy diferentes aspectos y maneras: control del acceso la docencia y de los conocimientos y enseftanza de la doctrina Cristiana; pérrocos y religiosos (escolapios, sobre todo) dedicados 4 esta ensenanza; promocién directa de escuelas; catequesis infan- Uil, Por ultimo, el estado, los reformistas ilustrados, interesados. fen controlar a los tres poderes anteriores, corregir corruptelas y fomentar su actuaciOn en esta enseftanca. La centralizacion y control estatales précticamente no existie- ron. En ningin momento, desde el estado, por sf 0 en colabora cién con otros poderes © agencias, se proyecto, emprendié 0 promocion6 un programa determinado de escolarizaciOn o alfabe: tizaci6n (a diferencia, por ejemplo, de lo acaecido en Suecia, Esco- cia y Prusia o incluso Portugal). El tnico aspecto centralizado, la concesién de titulos por el Consejo de Castilla, era un mero formu: lismo legal. Lo importante eran los exmenes para el acceso a la doceneia y la extensién de la red escolar. En cuanto a la primera cuestign —los exdmenes para la conce- sidn del titulo de maestro y poder regentar escuela, una Real Pro- vision de 11 de julio de 1771 fif6 los requisitos para ser maestro y asigné la funcién examinadora a los municipios en colaboracién con Jos gremios de maestros y con la posterior supervision de la Hermandad de San Casiano de Madrid. Esta tarea se centralizé en diversos organismos gremiales (Colegio Académico de Primeras Letras, creado en 1780, y Real Academia de Primera Educacién, creada en 1791) 0 localasistenciales (Real Junta de Caridad), hasta que en 1804 y 1806 se crearon, respectivamente, una Junta gene- ral de exmenes (con representantes de la Junta de Caridad, esco- lapios y colegios académicos de primers’ letras) y unas juntas provinciales. El modelo centralizadorgremial tuvo consecuencias nefastas para la escolarizacion. Casaba, ademis, a la perfeccidn con el desin- lerés municipal por esta cuestion. Las hermandades, gremios 0 colegios de maestros eran las primeras interesadas en controlar la formacién de nuevos maestros, restringir la concesion de titulos y no incrementar el mtimero de escuelas, dejando sin atender a los ‘que no podian pagar a causa de su pobreza. Por otra parte, nada hace pensar en un cambio de actitud y mentalidad entre las heredi- tarias y venales oligarquias locales (regidores y jurados) en relacién con la ensefianza de primeras letras y el siglo precedente, tal y como ha sido descrito por R. L. Kagan (aversion del patriciado turbano a gastar fondos pablicos en escuelas durante el XVII, fren- te a-una mayor liberalidad en el XVI). El intento, timido intento, de democratizacion de la administracién local —la recreacién de los diputados y sindicos personeros del comin en poco o nada cambi6 dichas actitudes y mentalidad. Tampoco sirvieron de mucho los encargos, en favor de la escolarizacidn de la grey infan- til, hechos @ los corregidores y alcaldes mayores (punto XVII de la Real Cédula de 15 de mayo de 1788) o a los padres y justicias (Real Cédula de 12 de julio de 1781, “un ensayo de establecimi (o de la ensefanza obligatoria” seutin L. Luzuriaga). A la hora de Ja verdad, el reformismo estatal se limit6 casi exclusivamente a promover la voluntaria actuacién en este campo de la nobleza, el clero y las clases acomodadas, bien a través de las sociedades eco nomicas (aunque s6l0 una cuarta parte crearon y mantuvieron a su costa escuclas de primeras letras), bien de las juntas de caridad a erigir segtin el modelo de la madrilefa, creada en 1788 (es decir, a partir de un objetivo asistencial y de las limosnas de nobles, cléri 208 y personas adineradas), Solo una excepeién debe ser consignada: la “Escuela de San Isidro”, ereada en Madrid en 1789, y las ocho “escuelas reale creadas también en Madrid en 1791, sostenidas con fondos espe tificos de la Secretaria de Estado, De estas escuelas —ampliamente estudiadas por Ruiz Berrio— s6lo nos interesa destacar su caracter singular —

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