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Catedra Abaca
{(des-pliegue de la forma)
DE VIAJEROS Y LUGARES
Roberto Doberti (*)
Roberto Dobert es arqutect,profesaeméito de la UBA, director del Docorado de a
Facultad de Arquitecura,Diseio y Urbanismo de a UB, intearante del Conseo Académico
de a Asociacin de FiosoiLatinoamericana y Ciencias Sociales, profesor de Teoria del
Habitary socio fundador dealeph Asocacén Latinoamercana de estucos de a Forma
Este texto fue escrito alrededor del aio 1990
Un viajero se pierde en el desierto. Otto vajero se pierde en la selva
Muchos, innumerables viajes, se pierden en|a ciudad.
La salvacin para el primero de los viajeros es encontrar un oasis, algo que
no sea desierto
Para el segundo de los viajeros la salaciin consiste en llegar a una aldea,
un lugar donde la selva decae ose aplaca,
‘os dtimos, imumerables viejeros,no les cabe la esperanza de salir de la
ciudad porque ello ya no es posible, su dnica posibilidad es encortrarse con
ellos mismos,
El desierto es un lugar de posible perdicién porque es pura mineralidad.
‘Arena y piedra son sus presencias.
La vida esté excluida, 0 reducida a un minimo insuficiente, casi inobservable,
circunscipta a formas que se adaptaron al predominio de lo inert,
subsistencias precariasinsaladas en ligeras gietas de ese mundo,
Las grandes fuerzas planetarias o césmicas regulan, para mal del viajero
perdido, el espacio del desierto: los vientos, el sol abrasador y la clarided
enceguecedora junto al insondable misterio del cielo estrllado y el frio
abrupto dominan el ciclo de los dias y las noches
También es posible perderse ena selva porque ahi dominan y abruman las
formas dela vida vegetal y animal
La base rocos, la frmeza y pasivdad de lo mineral estin soterrados.
EI aire mismo es bésicamente portador de los olores de la vida y su
descomposicion, el suelo que se psa es hol, raiz expuesta, resto de pluma,
heso o pelambve.
€\ zumbido permanente de los insects, el canto y el cilldo de las aves y de
los animales de costumbres arbéreas pueblan las horas diumnas, por las
noches no cesa el croar de los batracios, cruzado por el chistar de lospajaros noctambulos y, de vez en cuando el rugido aterrador de las fier
todo ello compone el denso espacio aucitvo que desassiega al vijero abi
perdi.
Las fuerzas de la naturaleza estin tamizadas, teftidas 0 impregnadas por la
exuberancia de lo bioldgico; la luz del soles siempre verdosa sombra y la luz
de la luna es apenas un conjunto de flamentos paralelos azarosamente
esparcidos, la lluia gotea 0 chorrea guiada por el follaje, el viento de la
tormenta es golpeteo de las remas, carera hacia la cueva protectora,
desbande y bramido
En la ciudad es posible que muchos, innumerables videros, se pierdan,
‘aunque esto es profundamente extrafio, insdlito 0 contradictorio porque la
ciudad es el espacio que los seres humanos constryeron para si mismos, el
espacio que delimitaron y clfcaron como una gran casa donde convivir al
reparo 0 resguardo de las inclemencias. Sin embargo, es posible perderse en
la cluded, revitiendo el sentido de esa construccién colectiva, diluyendo el
acogimiento e incorporando otras inclemencias en el ambito que inventamos
del que Soros tnicos responsables.
Muchos, innumerables viajes, se podria decir que caen en su propia
‘trampa, aunque la expresién no es exacta porque la ciudad no fue instituida
‘como trampa: la ciudad fue pensada como casa y suele devenir en laberinto.
El laberinto no solo es lugar propicio para perderse sino también
construccion_ajena, espacio misterisa 0 perversamente dispuesto para
cificutar su comprensién, ocultar su sentido, impedir la ovientacién y anular
la salida,
Es inesperado el tio de laberinto en que suele devenir la ciudad, en ela lo
que se pierde no es el rumbo sino el propio caminante, o que se desvanece
‘omimetiza hasta la indiferencacion noes el recorido sino el vier.
Este resultado es consecuencia de un céleulo de los hombres que
progresivamente fue minimizando, instumentalizendo, sometiendo de un
modo que casi equivale a la exclusion, tanto a la base o sustento mineral
como a la filiacién o anclaje biolégico. La piedra sera mampuesta de muro,
dovela de arco 0 losa de pavimento, nunca mas mera pero plena piedra, Los
arboles se plegardn a ser el verde, el pastizal sed dscplinado para devenir
en césped, la domesticacion sera el destino atrbuido 0 reasigrado a la
funcional dotacién instintiva del animal cuando se acepte su convivencia,
Cuando el objetivo sea el consumo, &rbol y animal serén solo madera o
caine y Cueto, Circos, z00l6gicos y parques contendrn esa vida ahora
clispuesta para el exclusvo y analitico ojo de la cvlizacién.
El cielo estrellado se apagara incapaz de competi con las luces que juegan
al dia interminable.
€l cima sera solo una varlante a controlar y los vigjes solo lapsos que se
pretende reducir,
Las fuerzas de la naturakza tendrén que extremarse para ser
circunstancialmente reconocidas, deberan tomar las formas del terremoto, la
inundacién ol huracénEn una fabula que se contentaba con narrar los acaeceres del viajero que se
pierde en et desert, se sugeria una interpretacin que hace al desierto
simbolo de la incertidumbre, de a puesta en duda sistematica y exhaustiva,
del voluntario despojo de las certezas y al oasis metéfora del conocimiento
alcancado con esfuerzoe impeldo por lanecesidad de reencontrar un saber
donde instalarse, atin reconociendo que esa instalacién es necesariamente
precaria y mutable.
EI desierto es ahi en la intespretacion- lugar posible donde perderse
porque @5 solo desconocimiento, ignorancia, ausencia de referencias; el
‘oasis es salvacin porque es saber construido, elaborado, donde durante un
tiempo cabe solazarse y descansar.
Siguiendo esos lineamientos la selva invirte las condiciones del desierto
esta sobrecargada de conocimientos, enroscados como lianas en los arboles
los textos de diversas procedencias y divergentes concepciones envueven y
hogan; lo que se exhibe como amplitud de saber solo encubre la
desorientacién. El viajero se pierde en la erudicién, no le faltan, sino que le
sobran las referencias, la visién no se pierde en la leanta indefinida e
infnita, sino que se recorta, se limita y se divesifica por las miliples
llamadas que se le presentan en todas direcciones. La aldea, si se la alcanza,
es lugar de superacin, porque ahi hay seleccién y talado, ordenamiento y
valoracién, restriccidn voluntaria de la cantidad para posibiltar el sembradio
y la eleccin dela vida animal que nutre el cuerpo o satistace la mirada. En
la selva solo son posbles, y ala vez necesarias, la recoleccin, la caroferia
y eventualmente la caza; en los espacios que la aldea predispone se habilta
elcultivo.
El saber ya no es miltiple, parasitario, oclyente y recibido sino seleccin y
tarea
La ciudad actual, con su frenesi de actividades, con sus serpenteantes
autopstas que no akanzan a eitar los nudos de un trénsto vehicular cada
vez mas anhelante de repidez y cada vez mas generador de incontrolables
detenciones, con su paroxismo publicitario, con sus inescrupulosas
exclusiones y exaltaciones, es metéfora de la vanidad en que puede
degradarse el conocimiento
\Vanidad segun su significado primero, en tanto conocimiento vacio, hueco.
VVanos que no se abren a panorama algun, multpicdad de informaciones
‘que se superponen obturando todo intento que pretenda ir més alla del
aprovechamiento de la oportunidad que esa informacion genera para el
astuto buscador de prestigiosy fortuna
Vanidad también en su otro significado, vanidad de un saber presuntuoso,
injustficadamente satisfecho por la instauracién de un orden donde el
cercano es competidor, el saber es reservorio privado y el marginado puede
boirarse de la conciencia con la simpleza y la impunidad con que se aprita
una teca de la computadora,
Encontrarse con uno mismo es posibilidad de saberes con sentido porque en
‘ese encuentro pueden superarse la futilidad y la exasperacién, recuperarse la
armonia de los ritmos de produccién, despertarse la imaginacién yreconocerse la inevitable y constructiva intencionalidad de la mirada que
solo asi es capaz de adentrarse en lo Real
En aquella fatula anterior, el viajero que se pierde en el desierto y luego
alcanza y disfruta del oasis, despues de algin tiempo vuelve al desierto,
Impulsado par la afioranza de los espelismos que padeci, por la vision de
sus visiones, por la luz de sus ilusiones. Aunque reconoce el riesgo no vuelve
al desirto en afan de suicidio, vuelve porque sabe o intuye que el desierto
puede contener otros oasis més venturosos, porque desconfia de la malice y
la complacencia. En defnitiva, porque en tanto teérico sabe que el
conocimiento es busqueda de lo que esté mas alli, es expicacion siempre
parcial, requerida de ampliacon y gozosamente acechada por la sustitucién
renovadora
Es deseable que el viaero que se habia perdido en la selva también regrase
ella, que desconfie de la comodidad y la rutina de la vida en esa aldea que
lo salva,
Si el vgjero wuelve @ la selva es porque martiene el recuerdo de la flor
ex6ticay exquisita que entrevié en la multiplcidad de presencias con que la
selva lo envolvia, o tal vez la marailla de un plumaje, una coramenta
una piel, que son ahora, cuando estén mas préximos al esfumado que al
registro, més valiosos y més deseables que en la experiencia esterlizante de
la exorbitancia de estimulos que la selva le proponia,
El vigjero que se pierde en la selva es también el teérico, pero lbgicamente
un teérico inverso o simetrico respecto del que recore el desierto, Este
viajero solo alcanza la condicién de te6rico en su reingreso a la selva. En su
primer periplo no deambula por la inceridumbre vertiginosa pero
prometedora, no abre sus vsuales ni esbaza soluciones, en su prime viaje
esta perdido entre postuaciones enrevesadas, contradictrias y, lo que es
peor, simuladoras de sabidura cuando no son més que repeticiones,
constituidas por ita, menciones, evocaciones.
La aldea lo salva y asegura su cordura, pero eso es poca cosa para ser
tebrco; se necesita ese arriesgado reingreso a la selva para rescata la idea,
que pas6 casi desapercibida, para recobrara, desplegarla y mulplicaa,
Los innumerables viajeros que se pierden en la ciudad.
los innumerables viajeros que como a cada uno de nosotros les esté vedado
salir de la ciudad.
Los innumerables viajeros que requieren encontrarse a si mismos, también
necesitan volver avila cudady encontrarse sin esquives con todo lo otro.
Ese encuentro no es simple, exige precisas alquimias capaces, en primer
lugar, de transmutar lo mineral y lo biolagico y en mas decisva instancia
capaces de acercar al oro con quien se convive
La transmutacién de lo inerte y lo animado exige aprecar y superar su
esencialsimpliidad, es necesario incorporares ota faz: hacerlos al mismo
tiempo piedra y muro 0 baro y tear, y también ver ala vez la vegetacion y
el jardin, y hasta adivinar en las pulides superficie de metal o de plstico la
estructura cristalina de los étomos o las macro moléculassinetizadas,&s mas dif, pero ain mas necesario, sentise préximo al préjimo porque,
aunque esto redunde en la légica del lenguaje no abunda en los ejerccios
dell socaldad
Ya Dédalo tuvo que vagar por el Laberinto que habia construido para el
Minotauro, y también Dédalo demastrd que la salida es por ariba y que
exige precauciones y cierta mesura para ser eficaz; nosotros no podemos
menos que emularlo,
Los muchos, innumerables viajeros, son todos potencales teéricos porque
esta condicién no esté negada a nadie y, en rigor, desaparece ose dilyye si
se la entiende propia de algun grupo select,
Los viajeos que se encuentren a si mismos y se dewelvan @ la ciudad
tendrén la posibilidad de inicar el aprendizaje, de probar la innata
fecundidad del pensamiento liberado de ataduras, predspuesto a las aturas
del welo y ala profundidad de la excavacin.
De la innumerable multtud de viajeros de la que farmamos parte, solo
alcancarén la. comprension aquellos que se arriesquen a la convivencia
solidaria, aquellos que hagan de su saber un obrar, Serén entonces,
verdaderos teéricos porque sern también el poeta, el artesano y todas las
formas que plenifcan la vide humana, o tal vez solo la justifican, pero eso ya
es suficiente
Corolarios de la fabula
Esta f2bule se origina en otra fébule, podriamos decir entonces que es
clblemente fébula,o hasta que es una metafsbula. Sin embargo, todo
ello es bastante dudoso: el habe sido oiginados por otos seres
humanos no nos hace doblemente humanas y menos aun metahumanos.
* Enrigor, la fabula primera se constituye a partir de una frase, que es la
misma que abre ambos relatos: "Un vialero se pierde en el desierto". El
corigen estéen elencanto de esa frase, mas bien en el cantode esa frase
que desencadena o requiere tramasy palabras que la acompafien
Una vez escrita, ya yaciendo como escritura, se puede descubrir que la
fébula habla de tes vigjeros—tnicos 0 multiples cuyos destnos, a su
vez, se acompasan en tes instancias 0 momentos: el deambular inca
fa llegada a un lugar de reparoy la reincidencia en el primer terreno,
Tres pasos que insindan una circularidad recurrente o una espiral que
ampla cada vuelta.
£1 resultado efecto de este descubrimiento es sospechosamente
contradictorio, hemos cifrado la fabula -segin el valor tres—y también
podemos pensar que la hernos des-ifrado, aunque es posible que el
procedimiento solo sea una dela infinitas interpretaciones supefuas 0
anodinas.La fébula, notoriamente retorca y doctrnaria, previene respecto dees
modealdades que anulan o reducen el conocimiento: la incertidumbre
total la erudicin asfxiantey la prolferacién de la vane.
‘También conduce por caminos 0 métodos, para superar estos desvios.
Cabria preguntarse cual seria el resultado si se aplicaran conjuntamente
25 tres modalidades sobre las que se alerta; la fabula podria ser un
indicio sobre estos excesos
Lo que la fabula no explicta fo que tal vez quiere que cada uno se
cliga-es que su propa reterica y doctrna es también impedimento que
debe evacuarse. Si esto se produjera la fabulaalcanzaria cometidos tan
eficaces como nunca pudo programarlos, pero convengamos que esa
ausencia 0 despreocupacii es una condicién necesaria para realizar
tales comets.
A Historia Universal de La Arquitectura. Un Análisis Cronológico Comparado A Través de Las Culturas Vol 1. de Las Culturas Primitivas Al Siglo XIV. Francis D. K. Ching PDF