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Immanuel Kant Ce =i se Ro rm him ae RE me monn a> — VY "S 3 Filosofia Alianza Enitosal : q El conflicto de las Facultades en tres partes Estas paginas que ahora ven la luz gracias a un gobier- oilustrado, inclinadoa liberar de sus cadenas al espi- | humano (promoviendo merced a esa libertad de ensamiento una obediencia tanto mds solicita), pue- den servir también para justificar la libertad que se toma su autor, al anteponerles un breve relato sobre como le afecté a él mismo ese cambio. _ El rey Federico Guillermo I, soberano valiente, ae leal, caritativo y~almargen de ciertos Tasgos tempera- ae a eximio, quien me conocfa personalmente y : he ‘vez en cuando me hacia llegar testimonios de su ee Sa sevio instigado por un clérigo (nombrado mas tarde ministro de asuntos religiosos' y al que para ser ‘ae no cabe atribuir sino presuntas buenas intencio- es basadas en una intima conviecién) a promulgar ‘en el afio 1788 un edicto de religién, reforzado a ren- gién seguido por un edicto de censura que restringia _ sobremanera la actividad literaria en general, No se _ puede negar que ciertos signos (que Presagiaban la a lis : | 1 Serefiere, lar esté,a Wellner, iNT] 49 a ee SS 30 BL CONFLICTO DE Las FACULTADES explosisn acontecida poco después) hacfan aconseja- ble al gobierno la necesidad de una reforma en ese campo; algo que bien pudiera haberse logrado por el silencioso camino de la instruceién académica recibi- da por los futturos maestros del pueblo, pues estos jé- venes clérigos habjan llevado sus prédicas a un tono tal que incluso quien no tome a mal una broma dificilmen- te quedard convertido por semejanites instructores, Justamente cuando el edicto de religién ejercia una notable influencia sobre los escritores tanto autécto- hos como fordneos, aparecié mi tratado sobre La reli- gion dentro de los limites de la mera \ razén* ys como antepongo mi nombre a todos mis escritos para evitar Jaimputacién de clandestinidad, en el afio de 1794me fue remitida la siguiente comunicacién real, dela que no se ha sabido nada hasta este momento (algo queno deja de resultarsorprendente, atin cuando pormi par- te s6lo se la referf a mi amigo de mas confianza)?; «Federico Guillermo, Rey de Prusia por la G. de Dios... »Vaya por delante nuestra deferente salutacién, ho- norable y sapientisimo subdito. Nuestra alta persona ” Este titulo fue puesto con toda intencign, para no dar Iu- Bar a creer que dicho tratado se referfa a la teligin desde la mera raz6n (sin revelaci6n); algo que hubiera resultado de- masiado pretencioso, cual si sus ensefianzas dimanaran de hombres inspirados sobrenaturalmente: en realidad, me i- mité a sistematizar cuanto del texto de la religion tenida por revelada, esto es, de la Biblia, puede verse reconocido tam- bién por la mera razén, 2. Parece tratarse de Wasianski (el famoso bidgrafo de Kant), cuya rela- cin con Kant se inicié en 1790 y fue muy estrecha 8 partir de 1794, tras la partida de Jachmann (eft. el trabajo de A, Warda publicado en el val, | XXXVI del Altpreuss, Monatssehrift, p, 90.n.). [N.T] FROLOGO _ ha-venido observando con enorme desagrado desde _ hace ya algun tiempo cémo abusdis de vuestra filoso- para deformar y profanar algunos principios capi- tales dela Sagrada Escritura y del cristianismo, como lo habéis hecho en vuestro libro La religién dentro de - los limites de fa mera razén al igual que en otros trata~ _ dos mas breves. Nos habfamos hecho otra idea de vos, pues a vos mismo se os debe alcanzar cudn irrespon- sablemente habéis obrado con ello en contra de vues- tro deber como maestro de Ja juventud y en contra de nuestras intenciones como soberano que de sobra co- nocéis. Exigimos vuestra pronta y concienzuda justi- _ ficacidn, y esperamos que para evitar perder nuestro - favor, no volvais a cometer ninguna otra falta de este , sino que, por el contrario, apliqueis vuestro as- diente y vuestro talento:a secundar nuestros pro- os; de no ser asi, vuestra reticencia habria de con- ar irremisiblemente con ingratas disposiciones. »Os tenemos en gracia. Berlin, 1 de Octubre de 1794, __»Por orden especial desu muy graciosa majestad, _ »Woellner \ ab extra: A nuestro honorable y sapienti- simo profesor, el querido y leal Kant, en Kénigsberg, sia (praesentat. el 12 de Octubre de 1794)». Por mi parte, remiti esta humildisimacontestacién: «Muy graciosa... _»La orden que vuestra augusta majestad real me _ hizoenviar el 1 de Octubrey recibi el dia 12 del mismo ‘mes me impone el respetuoso deber de: En primer lu- “om | gon, «presentar una concienzuda justificacién por ha- 3 ale VIB EL CONFIIGTO DE LAS FACULTADES berabusado de mifilosofia para deformar y profanaral- gunos principios capitales de la Sagrada Escritura, par- ticularmente en mi libro La religién dentro de los limites de la mera razdnal igual que en otros tratados mas bre- ves, incurriendo con ello ena falta de transgredir mi de- ber como maestro de la juventud y atentando’ contra ‘vuestros reales propésitos que me son sobradamente conocidos»; y en segundo lugar, «no cometer la misma falta en lo sucesivo. En Jo tocante a estos dos puntosno dejo de postrarme ante la obediencia debida a vuestra majestad testimonidndolo con la siguiente declaracién. »Por lo que atafie al primer punto, es decir, ala acu- sacién formulada en mi contra, ésta es mi declaracién en conciencia: »En cuanto maestro de la juventud, esto es, enten- diendo que con ello se alude a mis cursosacadémicos, nunca he vertido juicio alguno sobre la Sagrada Escri- tura o sobre el cristianismo, ni tan siquiera podia ha- cetlo, como ya queda probado por el simple hecho de utilizar en mis clases los manuales de Baumgarten, puesto que dichos textos no contienen epigrafe al- guno sobre la Sagrada Escritura y el cristianismo, ni tampoco pueden albergarlo en cuanto mera filosofia; Pero menos todavia se me podrd reprochar el error de desbordar los limites de una ciencia determinada o in- vadir el territorio de alguna otra, siendo esto algo que siempre he criticado y prevenido en su contra. »Como maestro del pueblo —valga decirlo as{-, tam- poco he ido nunca \ en detrimento de los altisimos propésitos del padre de la patria, que tan bien conoz- co, ni en mi libro La religin dentro de los limites de la mera raz6n, ni en ningun otro lugar, he perjudicado la religién piiblica de la nacién; lo cual se deduce incluso del hecho de que el libro en cuestién no esté al alcance del gran ptiblico, para el que mds bien resulta incompren- : Be cscs 53 sible, tratandose de una obra para ser discutida en el claustro de las Facultades, sin que el pueblo tenga no- - ticia alguna de ello. Ahora bien, las Facultades si son libres para juzgar publicamente en conciencia a este zespecto segtin su leal saber y entender; timicamente Tos maestros del pueblo situados en escuelas y pullpi- tos quedan ligados al resultado de esa discusi6n san- cionada para su exposicién publica por parte de la au- __ toridad gubernamental y, como ésta no inventa por si __ misma su propia fe religiosa, sino que sdlo ha podido __ adquirirla por esa misma via, esto es,a través del exa- men y el ajuste acometido por las Facultades cualifica- das para ello (la teolégica y la filoséfica), el soberano ‘no sdlo debe aprobar es¢ debate, sino que tiene el de- o de exigirles a poner en conocimiento del gobier- mediante sus escritos todo cuanto consideren pro- oso para una religién publica nacional. _ »Asimismo, tampoco se me puede acusar de me- nospreciar al cristianismo en el citado libro, puesto que no contiene ninguna apreciacidn sobre el particu- lar, al tratar propiamente de lareligion natural. El em- pleo de algunos pasajes biblicos para confirmar cier- tas doctrinas de una religion basada en la raz6n pura eslo tinico que ha podido motivar esta falsa interpre- cién. Pero el difunto Michaelis*, que procedié de jahann David Michaelis (1717-1791), profesor de teologia en Gottin- desde 1745, fue el fundador de la critica biblica del Antiguo Testa- me y dirigié entre 1753 y 1770 las Gottinger Gelehrten Anzeigen. Su Moral fue publicada péstumamente en 1792 por sucolega Staudlin. En la pagina 5 de dicha obra cabe leer lo siguiente; «No me es posible aportar aqui ninguna prueba tomada de la Biblia y, cuando lo pretenda, tales citas no supondrin sino illustrationis causa, comparables a las que hubiera po- ido tomar de cualquier otro libro cuyo tema fuera el derecho, la étice ola tiay. (N-E] x SAL VILO> BL CONFLICTO DE LAS FACUMTADES igual forma en su moral filoséfica, ya ha explicado que con ello no pretendia transferir nada de lo biblico ala filosofia, ni tampoco sacar algo filoséfico de la Biblia, sino tinicamente dotar a sus tesis racionales de la cla- ridady la confirmacién ofrecida Por suLpresunta o au- Poelas y tetoricos), Pero cuando la razén se expresa £n este punto de un mado autosuficiente, como sila revelacién fuera superflua (lo que tomado sin mds habria deser considerado ¢fectivamente como un me- nosprecio del cristianismo), ello no es sino sefial de su propia dignidad; ésta no estriba en su poder, sino en aquello que prescribe hacer; tinica fuente de donde di- manan la universalidad, la unidad y la necesidad dela fe, aquello que constituye la esencia de una religi6nen general, \ cuyo cardcter sustantivo'se cifraen lo prac- tico-moral (en aquello que debemas hacer); por el contrario, aquello cuya creencia se basa en argumen- tos histéricos (no entrando en liza deber-ser alguno), es decir, la revelacién como credo contingente de suyo, se tiene por algo adjetivo, mas no Por ello innecesario Y superfluo; pues la revelacion sirve para enjugar ese déficit tedrico de la pura fe racional del que ésta no re- niega, completando convenientemente, y, Br Cuestio- nes tales como las relativas al origen del mal, el transi- to del mal al bien, la certeza del hombre de hallarse en este ultimo estado, ete., ycontribuyendo mas o menos a satisfacer cualquier demanda racional de este tipo en funcidn de jas distintas coyunturas tanto persona- les como colectivas, »Por lo demas, he mostrado mi gran estima por el credo biblico del cristianismo, entre Otros, a través de los comentarios vertidos en ese mismo libro recién ¢j- tado, donde la Biblia es Preconizada como el mejor medio existente para guiar validamente la fundamen- PROLOGO _ taciény el mantenimiento de una religién natural que mejore realmente las almas; de ahi que también cen- sure y tenga como indisciplina la impertinencia de suscitar objeciones y dudas contra sus dogmas tedri- cos (que tantos misterios contienen) en el marco de las escuelas, de los pulpitos o de los escritos dirigidos al pueblo (algo que sin embargo sf cabe en el ambito _ de las Facultades). Mas esta censura no slo que supo- ne la mayor muestra de respeto hacia el cristianismo, Pues lo que constituye su mejor y mas perdurable pa- negirico, es la coincidencia establecida en esa obra en- _ tre la Biblia y la mds pura fe moral dela razn, habida cuenta de que gracias a ello, y no a la erudicidn histé- rica, es cémo ha ido restableciéndose una y otra vez el tan a menudo desnaturalizado cristianismo, siendo esto lo mica que podrd restablecerlo de nuevo mas adelante en unas circunstancias similares, que no de- jardin de comparecer en el futuro, »Por tiltimo, tal como siempre he recomendado ante _ todo a otros adeptos de la fe, el no pretender sino una es- - crupulosa sinceridad y el no imponer a los demés otros ~ articulos de fe que aquellos sobre los cuales estén segu~ 10s ellos mismos, en todo momento me herepresentado aeste juez junto a mi en la redaccién de-mis escritos, a fin de mantenerme alejaco, no sdlo de cualquier error pernicioso para el alma, sino hastade cualquier expre- _sién poco cautelosa que pudiera resultar chocante; por ‘eso ahora, a mis 70 afios de edad, cuando a unole viene con facilidad la idea de que bien pudiera estar muy pro- xima la hora de rendir cuentas por todo eso / ante un juez universal capaz de escudrinar los corazones, puedo presentar esta justificacién que por causa de mis teorias seme ha exigido realizar con plena escrupulosidad. _ »Por lo que atafte al segundo punto relativo ano rei- terar en el futuro esa deformacién y profanacién del 53 HL CONFLICTO DE LAS FACUETADES cristianismo (que meson imputadas), entiendo que lo mas seguro para conjurar la menor sospecha sera de- clarar aqui solemnemente, como el mds fiel svibdito de vuestra majestad*: que en lo sucesivo me abstendré por completo de disertar publicamente sobre religién, sea natural sea revelada, tanto en mis lecciones como en mis escritos. »Se despide con la mas profunda devocién...», La ulterior historia de este constante impulso hacia una fe que se aleja cada vez mds de la razén es sobra- damente conocida. El examen de los candidatos para ocupar puestos eclesidsticos fue confiada a una comisién de fe, la cual se atenfa a un schema examinationis de corte pietista que ahuyents en masa a quienes tenfan esa vocacién, viniendo a quedar superpoblada la Facultad de Dere- cho; una suerte de emigracién que, dicho sea de paso, resulté casualmente provechosa, Para dar una ligera idea del espiritu de esa comisidn, recordaremos que, tras la contricién que necesariamente precede al per- d6n, todavia se exigfa una afliccién mas profunda en el arrepentimiento (maeror anirm), preguntandose si el hombre podrfa Ilegar a ella por sf mismo. Quod ne- gandum ac pernegandur, era la respuesta; el pecador arrepentido ha de rogar al cielo que le conceda esa especial contricién. Ahora bien, salta a la vista que quien ha de rogar por el arrepentimiento (relativo a'su transgresién), noise arrepiente de hecho de sus actos; * También elegf cuidadosamente este giro, con objeto de no renunciara mi libertad de juicio en este contencioso sobre la religién de una vez para siempre, sino tan sdlo mientras vi- viera su majestad, i FROLOGO 57 esto parece algo tan contradictorio como cuando se dice de la oracién que, para ser escuchada, debe darse en la fe. Pues, si quien reza tiene fe, no tiene por qué rogarle y, de no tenerla, su oracién no puede ser aten- dida. Ahora se han suprimido esos desatinos, no sélo en pro- vecho de toda la comunidad, para quien la religi6n\su- a eS Se 5. Sigo desde aqui la estructura propuesta por Reinhard Brandt, que giere tomar el apartado cuyo titulo : ts Eenplificacién del conflict de de les Jacultades a tawsdel | pleito que mantienen las de Tealogia y Filosofia en el comienzo estricto de la primera seccién, dado que los ep anteriores constituyen una intraduccién general a los tres aj s. Cff. Reinhard Brandt, «Zum “Streit der Fakultiiten"», en R. Brandt / W. Stark (eds.), Neue Autographen und Dokumente zu Kants Leben, Schriften und Vorle- sungen, F. Meiner, Hamburgo, 1987; Kant Forschungen, vol. 1, pp. 31-78 (cfr. 58 yss.). Esta observacin estd recogida también en R. Brandt (ed.), Zustand und Zukunft der Akademie Ausgabe von Immanuel Kants Gesarn- melten Schriften, Walter de Gruyter, Berlin, 2000; R. Brandt / P. Giorda- neti, «Streit der Pakultiiten», Kant-Studien Sonderheft 91, pp, 66-75 (cfr. pp. 70-71), [N.T.] Desde luego, no anduvo falto de inspiracién aquel a quien se le ocurris por primera vez la idea de tatar fa- brilmente todo el conjunto del saber (propiamente las - cabezas consagradas al mismo), proponiendo poner "en practica dicho proyecto mediante la division del trabajo entre tantos profesores o docentes ptiblicos como disciplinas hubiese, los cuales, en tanto que de- positarios de las distintas materias, vinieran a consti- tuir una suerte de comunidad cientifica, llamada Uni-- versidad (o Escuela Superior), con cierta autonomia (dado que sobre los doctos en cuanto tales no pueden juzgar sino ellos mismos); semejante comunidad cient{- fica quedaria habilitada por medio de sus Facultades* - (las pequenas y diversas corporaciones entre las quese * Cada una de las cuales es regida por su correspondiente decano, Este titulo, tomado de la astrologia, denotaba origi- __ nariamente uno de los tres genios astrales que presiden cada signo del Zodfaco (guiando por lo tanto diez de sus respecti- vos treinta grados), fue trasladado en un principio desde los astros hacia los campamentos castrenses (ab astris ad castra; 61 cak VIL 18> ra a EL CONFLICTO DE LAS PACULTADES distribuyen los integrantes de la Universidad en fun- cién de las distintas ramas del saber) para acoger en ella a los alumnos mds prometedores de las escuelas inferioresy, de otro lado, también tendriala capacidad de suministrar profesionales Jiberales (que no consti- tuyan miembros de dicha comunidad), al otorgarles tras las pruebas oportunas un rango (un grado) reco- nocido por todos, esto es, la capacidad de investir doc- tores.\ Almargende este gremiode eruditos cabe hallar sa- bios que no pertenezcan a la Universidad, sino que simplemente cultiven una parcela del yasto conjunto del saber, ya lo hagan formando parte de ciertas cor- poraciones independientes (denominadas Academias © también Sociedades Cientificas) o bien vivan, por decirlo asi, en el estado de naturaleza del saber, donde cada cual se ocupa de ampliarlo 0 difundirlo a titulo de aficionado sin seguir pauta o regia algunas. ‘Todavia cabe distinguir a los propiamente doctos de esos otros letrados (con estudios) que, al verse re- vestidos con un cargo, acttian como instrumentos del gobierno y en provecho propio (no precisamente en aras de las ciencias); sin duda, han de haber cursado su carrera en la universidad, pero acaso hayan olvida- do mucho de ella (cuanto concierne ala teoria), rete- niendo tan sélo aquello que les es imprescindible para yid, Salmasius®, de annis climacteriis, p. 561) y finalmen- te hasta las Universidades; en este ultimo caso sin tener en cuenta el numero diez (el mimero de los profesores). No cabe reprochar a los eruditos el no haberse olvidado de si mismos, después de haber inyentado casi todos los titulos honorificos con que se adornan actualmente los estadistas. 6, Claude de Saumaise (1588-1655), historiador y jurista francés, cuya obra De aris climacteriis et de antiqua astrologia fue publicada en 1648, INTRODUCCION el ejercicio de un cargo puiblico, esto es, el conoci- miento empirico de los estatutos relativos a su cargo (lo concerniente a Ja praxis), atin cuando sus doctri- nas fundamentales s6lo puedan provenir de los doc- tos en la materia, de modo que también se les puede lamar negociantes o peritos del saber. Estos, en cuanto Grganos del gobierno (eclesidsticos, magistrados y mé- dicos) ven sometido a la ley su influjo sobre el publico en general y constituyen una clase especial de letrados que, lejos de ser libre para hacer un uso publico de sus conocimientos, se halla bajo la censura de sus Faculta- des respectivas, ya que se dirigen directamente al pue- blo, compuesto de legos en sus disciplinas (mas o me- nos como el clero se dirige a los laicos) y el gobierno debe mantener el orden a fin de que, si bien detenten parte del poder ejecutivo dentro de sus especialidades, no acaparen el poder legislativo, ni tampoco se subs- traigan al poder judicial que compete alas Facultades. AK VIL I9> Division general de las Facultades Conforme al uso establecido se dividenen dos catego- ras: tres Facultades superiores y una Facultad inferior, Como es obvio, para esta divisién y su correspondien- te nomenclatura, no se ha consultado al mundo aca- démico, sino al gobierno, Pues entre las superiores s6lo se cuentan aquellas sobre cuyas doctrinas le inte- tesa al gobierno determinar cules hayan de ser sus contenidos o si deben ser expuestos publicamente; por contra, aquella que s6lo ha \ de velar por el interés de laciencia, es llamada inferior, dado que ésta puede tratar sus tesis a su antojo, Al gobierno le interesa por encima de todo aquello que procura un fuerte y dura- dero influjo sobre el pueblo, y de esa indole son las materias de las Facultades superiores. De ahi que el gobierno se reserve para si el derecho a sancionar las doctrinas de las Facultades superiores, mientras que confia las de la inferior a la propia razén del pueblo versado en ello. Mas, aun cuando sancione doctrinas, no es él mismo (el gobierno) quien las ensenia; le basta con que ciertas doctrinas tengan cabida en las confe- rencias publicas de sus respectivas Facultades ysevean 4 INTRODUCTION marginadas aquellas que se opongan a las mismas. Por consiguiente, no practica la ensefianza, sino que acaudilla a quienes lo hacen (dictando a su antojo lo que se compadece con la verdad), puesto que adquie- ren ese compromiso contractual con el gobierno al to- mar posesion de su cargo*. Un gobierno que se ocu- para de las doctrinas, asf como de la ampliacisn o el perfeccionamiento de las ciencias, y cuyo mis alto dig- natario pretendiera hacerse pasar por sabio, se despo- jarfa del respeto que le es debido y menoscabaria su estima, envileciéndose ante los ojos del pueblo (y de su estamento intelectual), que no soporta ninguna bur- la y mide con el mismo rasero a cuantos censuran las ciencias. Se mire como se mire, todavia hay que concederala comunidad cientifica otra Facultad, que sea indepen- diente de los mandatos del gobierno** con respecto a * Se debe reconocer que ese principio del parlamento brita- nico merced al cual el discurso del trono de su rey es conside- rado como obra de su ministro (pues el incurrir en un error, ignorancia o falsedad, atentaria contra la dignidad del mo- narca, aun cuando la ciimara haya de estar autarizada a juz~ gar sobre su contenido, examinarlo e incluso impugnarlo) es harto ingenioso y acertado, Igualmente, la seleccidn de cier- tas doctrinas, cuya ensefanza publica se ve sancionada por el gobierno con canicter exclusivo, debe ser confiada al examen de los especialistas, puesto que dicha sancién no ha de ser considerada como un producto del monarca, sino de un fun- cionario a quien se le ha encomendado dicha tarea y respec- to del cual siempre cabe sospechar que puede no haber com- prendido bien la voluntad de su sefior o incluso haberla ter- ‘Siversado, ** Cierto ministro francés [Colbert (1619-1683), ministro de Luis XIV] convocé a algunos de los comerciantes mas repu- tados, con objeto de recabar sus propuestas respecto a como restablecer el comercio, como si él fuera capaz de elegir las | AK VIL20> EL CONFLICTO DE LAS FACUCTADES sus doctrinas y tenga Ta libertad, \ no de dar orden al- guna, pero sf de juzgar todo cuanto tenga que ver con los intereses cientificos, es decir, con la verdad, terreno en-el que la raz6n debe tener el derecho de expresarse publicamente, ya que sin ello la verdad nunca llegaria a manifestarse (en perjuicio del Propio gobierno), dado que la razén es libre conforme:a su naturaleza y. ho admite la imposicién de tomar algo por verdadero (no admitienda crede alguno, sino tan sélo un credo li- mejores entre ellas. Después de que varios hubieran emitido Su parecer, un viejo comerciante [Legendre], que habia guar- dado silencio hasta entonces, dijo: \ «Haga buenos caminos, acufie buena moneda, Proporciénenos un derecho de cam. bio gil y todo eso, Pero respecto alo demds “jdéjennos ha- cer!”», Una respuesta similar seria la que habria de dar la Ea- ha prescrito al estudioso en general: «limitarse cimiento y de las ciencias», En tornoa la relacién entre las Facultades Primer capitulo: Concepto y division de las Facultades superiores Cabe admitir que toda institucién no natural tiene'a su base una idea racional (como lo es lade un gobier- no), la cual debe patentizarse pricticamente en un ob- jeto de la experiencia (al igual que todo el actual am- bito del saber), no mediante la acumnulacion casual y la combinacién arbitraria de los hechos que se presen- tan, sino conforme a un principio que yace en algun recéndito lugar de la raz6ny sobre el cual han intenta- do cimentar ese plan que hace necesario cierto tipo de division. Sobre esta base puede admitirse que la organiza- - ciénde una Universidad en lo concerniente a sus cla- ses y Facultades no ha dependido enteramente del azar, sino que el gobierno, sin atribuirse por ello un saber prematuro y merced a una necesidad sentida por él mismo (la de actuar sobre el pueblo mediante ciertas doctrinas), ha podido llegar @ priori a un prin- _ Gpio de divisién que coincide felizmente con el adop- 67 Ak VILQ> meets lid eet EL CONFLICTO DE LAS PACULTADES tado ahora; si bien esto no significa que yo pretenda hablar en su favor, como si fuera irreprochable. Conforme a la raz6n (esto es, objetivamente) los méviles que el gobierno puede utilizar para cumplir con su objetivo (de influir sobre el pueblo) serian los siguientes: en primer lugar, el bien eterno de cada cual, luego el bien civil en cuanto miembro de la so- ciedad y, finalmente, el bien corporal (larga vida y salud), A través de las doctrinas publicas que atahen al primero, el gobierno puede alcanzar una enorme influencia \ hasta sobre los pensamientos mis inti- mos y las mds reservadas decisiones de los stibdites, revelando aquellos y manejando éstas; por medio de las que conciernen a lo seguncdo, mantiene su con- ducta externa bajo la rienda de las leyes ptiblicas; mediante el tercero se asegura la existencia de un pueblo fuerte y numeroso que sea titil para sus pro- positos. De acuerdo con la razdn, por lo tanto, entre Jas Facultades superiores deberia darse la jerarquia admitida usualmente; a saber, primero la Facultad de Teologia, a continuacién la de Derecho y, por ulti- mo, la de Medicina. Por contra, segun el instinto na- tural, el médico habria de ser el personaje mds im- portante para el hombre, al tratarse de quien pré- rroga su vida, luego le seguiria en importancia el jurista, que se compromete a velar por sus bienes materiales y s6lo en Ultimo lugar (casi en el umbral de la muerte), aunque esté en juego la dicha eterna, se buscarfa al sacerdote; pues incluso este mismo, por mucho que aprecie la felicidad del mundo futu- ro, al no tener ningiin testimonio de la misma, le re- clama ardientemente al médico el permanecer un ratito mds en este valle de lagrimas. INTRODUCCION Todas y cada una de las tres Facultades superiores ba- san las ensefanzas que les han sido confiadas por el gobierno en escrites, como no puede ser de otro modo en el caso de un pueblo guiado por el saber, ya que sin ellos no existirfa una norma permanente y asequible a cualquiera, con respecto a la cual quepa orientarse. Que semejante escrito (0 libro) haya de contener esta- tutos, esto es, doctrinas emanadas del arbitrio de al- guien con autoridad, es algo que resulta bastante ob- vio, porque si no ¢stas no podrian exigir obediencia alguna.en cuanto sancionadas sin mas por el gobierno y eso vale también para el propio cédigo concerniente a las doctrinas que pueden ser expuestas al publico; dichas teorias podrfan ser derivadas de la razén, pero este parecer no es tenido para nada en cuenta y tal cé- _ digo se basa en el mandato de un legislador externo. Del cédigo (en cuanto canon) se diferencian radical- mente aquellos libros redactados por las Facultades como (presuntos) compendios del espiritu del cédigo destinados a una mds clara concepcién y un manejo mas certero del mismo por parte de la comunidad (de doctos e incultos) a modo de libros simbdlicos. Dichos libros sdlo pueden aspirar a ser considerados como _ érganos para facilitar el acceso al \ cédigo y carecen de _ autoridad alguna, aun cuando los mas destacados es- pecialistas en una determinada materia juzguen apro- piado semejante libro como norma valida para su _ Facultad, algo para lo cual no se hallan autorizados en absoluto, salvo que se trate de implantarlo provi- _ sionalmente como un método pedagégico suscepti- ble de ser modificado conformea las circunstancias y que, en términos generales, sdlo puede concernir al aspecto formal de la exposicién, mas no tepresentar nada en lo que ataie al contenido mismo de la legis- lacién. EL CONFEIGIO DE LAS FACULTADES: De ahi que el tedlogo biblico no tome sus doctrinas de la razén, sino dela Biblia, al igual que el profesor de derecho no saca las suyas del derecho natural, sino del eddigo civil, y el médico no basa su terapéutica (de cara al paciente) en la fisiologia del cuerpo humano, sino en un vademécum de medicina. En cuanto una de es- tas Facultades se aventura a inmiscuirse en algo toma- do de la razén yulnera con ello la autoridad que el g0- bierno ejercea través suyo e invade el campo de la Fa~ cultad de Filosofia, lacual las despoja sin mitamientos de las deslumbrantes plumas prestadas por el gobier- no y trata con ellas en pie de igualdad conforme al ca- non de la libertad, Esa es la razon de que las Faculta- des superiores hayan de mostrarse particularmente cautelosas en este punto y no deban consentir un ma- trimonio desigual con la inferior, sino mantenerla te- nuemente alejada de si a una respetuosa distancia, a fin de que el examen de sus estatutos no se vea dafiado por el libre razonar de esta ultima. A) Los rasgos caractertsticos dle la Facultad de Teologia El tedlogo biblico demuestra la existencia de Dios en basea que éste seha manifestado en la Biblia, en la que también se habla de su naturaleza (Ilegando incluso hasta donde la razén no puede seguirla paso a paso, como ocurre con el misterio inaccesible de su triple personalidad), Con todo, el hecho de que sea Dios mismo quien haya hablado a través de la Biblia, es algo que el tedlogo biblico en cuanto tal no puede ni debe probar, al tratarse de una cuestién histérica que compete a la Facultad de Filosofia, Se basard por lo tanto.en un cierto seztimiento (que no cabe probar ni explicar) del cardcter divino de la Biblia como materia i 1 a INTRODUCCION de fe valida incluso para el sabio, pero la cuestion rela- tiva a si tiene (literalmente) su origen en ese cardcter divino no debe ser suscitada en exposiciones publicas dirigidas al \ pueblo, por cuanto éste no comprende nada de todo ello en tanto que asunto de erudicién y s6lo quedarfa sumido en un mar de dudas e imperti- nentes cavilaciones; bien al contrario, mds vale contar aqui con el amplio margen de confianza que el pueblo deposita en sus maestros. Tampoco tiene licencia para interpretar los pasajes de las Escrituras atribuyéndoles un sentido moral que no concuerda con lo allf expre- sado y, como no existe ningtin exegeta humano auto- _ rizado por Dios a tal efecto, el tedlogo biblico debe ~ contar con una sobrenatural apertura de la compren- - sidn, debida a un espiritu que le guia hacia la verdad, antes que la razén se entrometa para convalidar su in- - terpretacidn (carente de toda autoridad superior), Fi- nalmente, por lo que se refiere a la consumacién delos mandatos divinos por parte de nuestta voluntad, tam- poco puede el tedlogo biblico contar con la Naturale- za, esto es, con la intima capacidad moral del ser hu- mano (la virtud), sino con la Gracia (una influencia sobrenatural, aunque moral al mismo tiempo), de la cual, sin embargo, el hombre no puede participar sino por medio de una fe que transforma hondamente su corazén, si bien tampoco le quepa esperar esa fe sino dela propia Gracia. Eno tocantea algunas de estas te- sis el tedlogo biblico arremete contra la razon, puesta en la tesitura de tender hacia el mismo objetivo con la _ mayor seriedad y franqueza, saltando entonces (como el hermano de Rémulo) por encima del muro de la mera fe eclesidstica, con !o cual se extrayia por el cam- po abierto de su propio juicio y filosofia, en donde se expone a todos los peligros de la anarquia. Sin embar- go, ha de quedar bien claro que no me refiero aqui : EL CONFLICIO DE EAS FAGULTADES sino al tedlogo biblico puro (puros, patas), incontami- nado atin del tan desacreditado espiritu de libertad propio de la raz6n y de la filosofia. Pues en tanto que entremezclemos dos ocupaciones de muy diversa in- dole y las confundamos en una sola, no sera posible forjarnos un concepto preciso acerca de la peculiari- dad de cada una de ellas. B) Los rasgos caracteristicos de la Facultad de Derecho El jurista dedicado a ello rastrea las leyes que han de garantizar lo mio y lo tuyo (procediendo como debe en cuanto funcionario del Estado), no en su razon, sing en el cédigo hecho puiblicoy \ sancionado por las mas altas instancias. No seria justo exigirle comprobar la verdad y legitimidad de dichas leyes, ni tampoco encargarle su defensa contra las objeciones interpues- tas por la raz6n. Pues, dando por sentado que los re- glamentos establecen aquello que es justo, el cuestio~ narse si los propios reglamentos lo son es algo que debe ser rechazado de inmediato por los juristas como algo absurdo. Resultaria ridiculo pretender dejar de obedecer a una voluntad externa y suprema por la mera suposicién de que ésta no viene a coincidir con la razdn. Ya que en esa se cifra precisamente el ascen- diente del gobierno, en no dejar alos stibditos la liber- tad de juzgar sobre lo justo y lo injusto segun su pro- pio criterio, sino conforme ala prescripcién del poder legislativo. Sin embargo, en cierto sentido la Facultad de Dere- cho se halla mejor dispuesta que la de Teologia de cara ala praxis, al contar con un intérprete visible de las le- yes, ya se trate de un juez o de su apelacién a una co- misidn judicial y (en tltimo extremo) al legislador INTRODUCCION mismo, algo que no se da a la hora de interpretar los pasajes de un libro sagrado en la Facultad de Teologia. Ahora bien, esta ventaja se ve compensada por una desventaja nada desdefable, cual es que los cédigos laicos han de hallarse sometidos a modificacién en cuanto la experiencia brinde nuevos 0 mejores consi- derandos, mientras que, bien al contrario, el libro sa- grado no estipula variacién alguna (ni merma ni adi- cién) y pretende estar concluido de una vez para siem- pre. La queja del jurista respecto a que resulta ocioso esperar una norma perfectamente definida en el terre- no de la jurisprudencia (ius certwm) no ha lugar para el tedlogo biblico. Pues éste no se deja arrebatar la pre- tension de que su dogmitica carece de semejante nor- ma, claramente determinada y valida para todos los casos, Ademds, mientras que quienes ejercen el dere- cho (los abogados o los funcionarios de justicia) no se hacen responsables del perjuicio ecasionado a su cliente por haberle aconsejado mal (ob consilin nemo tenetur), los «burderatas» teolégicos (los predi- cadores y los pérrocos) s{ que asumen sin reparos tal responsabilidad y responden solemnemente de que todo serd juzgado definitivamente en el mundo futuro conforme al balance cerrado en éste; con toda, de ver- se citados formalmente a declarar si se compromete- rian a garantizar con sualma la verdad de cuanto pre- tenden que sea creido en base a la autoridad biblica, \ lo mds probable es que disculparan su incomparecen- cia, Sin embargo, el no consentir que se ponga de nin- guna manera en duda la rectitud de sus aseveracio- nes es algo consustancial a la propia naturaleza de los principios sustentados por estos maestros del pueblo y; desde luego, esto es algo que pueden permitirse con toda tranquilidad, al no tener que temer refutacién al- guna por parte de la experiencia en esta vida. a 74 £L CONFLICYO DE LAS FACULTADES C) Los rasgos caracteristicos de la Facultad de Medicina El médico es un artista que, al tomar su arte directa- mente de la Naturaleza y tener que derivarlo de una ciencia natural, se ve subordinado con todo, como docto en la materia, a aquella Facultad donde ha cur- sado sus estudios y a la cual ha de someter sus dicta- menes. Sin embargo, como el gobierno cobra forzosa- mente un gran interés por el modo en que los médicos traten la salud del pueblo, se reserva la supervisién de su procedera través de un consejo superior de sanidad y de ciertas prescripciones gracias a una junta integra- da por miembros de dicha Facultad (de médicos en ejercicio). Ahora bien, merced a la peculiar indole de esta Facultad, cuyas normas de conducta no deben ser tomadas, como en el caso de las dos anteriores, de lo decretado por la autoridad, sino de la propia naturale- za de las cosas —motive por el cual sus doctrinas tam- bién competerian primordialmente a la Facultad de Filosofia tomada en su sentido més lato-, las disposi- ciones médicas no han de consistir tanto en lo que los médicos deben hacer cuanto en lo que debieran omitir, a saber: primero, que haya médicos para el pu- blico'‘en general y segundo, que no haya curanderos (ningtin iis impune occidendi conforme al principio «fiat experimentum in corpore vilix). El gobierno vela asi segun el primer principio por la comodidad piubli- ca y mediante el segundo por la seguridad piblica (en lo que afecta a la salud del pueblo) y; como ambas cuestiones dan lugar a una policia, toda prescripcién médica no concernird propiamente sino a la policia médica. Esta Facultad es, por lo tanto, mucho mas libre que las otras dos Facultades superioresy se halla estrecha- mente emparentada con la Facultad de Filosofia; en lo | | : INTKODUCCION que ataie a las doctrinas por las cuales son instruidos los médicos es enteramente libre, dado que para ellas no pueden darse libros sancionados por la autoridad, sino libros inspirados tmicamente en la Naturaleza, ni tampoco caben leyes propiamente dichas (si bajo tal rotulo \ se entiende la voluntad inmutable del legisla- dor), sino tan sdlo disposiciones ( edictos), cuyo. cono- cimiento no supone ciencia alguna, en cuanto ésta re- quiere un conjunto sistemético de teorfas que la Fa- cultad sin duda posee, pero que al gobierno no le incumbe sancionar (al no hallarse contenidas encédi- go alguno) y debe dejar a cargo de dicha Facultad, li- i a favorecer la practica de la medicina pu- blica por parte de sus miembros mediante dispensarios y-centros hospitalarios, Sin embargo, estos profesiona- les (médicos) quedan sometidos al dictamen desu Fa- cultad en aquellos casos que, en cuanto conciernen a la policia médica, interesan al gobierno. Segundo capitulo: Definicién y estructura de la Facultad inferior Cabe denominar «Facultad inferior» a aquella parte de la Universidad que sélo se Ocupa, o en tanto que Sélo se ocupa, de doctrinas que no son adoptadas en _ funcion de una orden superior, Puede darse el caso de ‘que se siga una doctrina practica‘en base ala obedien- cia, pero aceptarla como verdadera por el hecho de haber sido impuesta (de par le Roi) es algo sencilla- mente imposible, no sélo objetivamente (como un juicio que no deberia darse), sino también subjetiva- mente (en cuanto supone un juicio que nadie puede emitir). Pues quien se Ppropone errar, como él mismo pone de manifiesto, no yerra en realidad y, de hecho, ae ean neg Tun ir rt meee 76 | ene VII #L CONFLICTO DE LAS FACULTADES no da por auténtico el falso juicio, limiténdose a simu- lar una conviccién que no cabe hallar en él. Asf pues, cuando se trata sobre la verdad de ciertas doctrinas que deben ser expuestas en puiblico, el docente no puede in- ‘yocar una orden superior, ni el discente pretender que la ha crefdo en base a un mandato, algo que sin embar- go sf tiene cabida en el plano del obrar. Pero incluso en- tonces el sujeto en cuestién debe reconocer libremente que padecié de hecho semejante imposicién, asi co- mo que se vio obligado 0 cuando menos instado a abe- decer, pues de lo contrario su admisién representa una vana presunciény una vulgar mentira. Ahora bien, a la capacidad de juzgar con autonomia, esto es, libremente (conforme a los principios del pensar en general), se le lama razén. Y por lo tanto, la Facultad de Filosofia, en cuanto debe ser enteramente libre para compulsar la verdad de las doctrinas que debe admitir o simplemen- te albergar, tiene que ser concebida como sujeta tan sélo ala legislacin de la razon yno ala del gobierno. \ Cualquier Universidad ha de contar, pues, con un Departamento semejante, es decir, con una Facultad de Filosofia. Con respecto a las tres Facultades superiores ésta sirve para controlarlas, prestandoles un gran servi- cio con ello, puesto que todo depende de la verdad (condicién primera y esencial del saber en general); sin embargo, la utilidad que las Facultades superiores pro- ‘meten al gobierno con tal motivo sélo tiene un valor de segundo orden, Incluso cabria conceder a la Facultad de Teologia la arrogante pretensién de que la Facul- tad de Filosofia sea su sierva (aunque siempre subsista la duda de si ésta precede a su graciosa sefora portando la antorcha o va tras ella sujeténdole Ia cola del manto), con tal de que no la despidan 0 le tapen la boca; pues justamente esa modesta pretension de ser libre, pero tambign de dejar en libertad a los demas, tan sdlo para EXTRODUCCION descubrir la verdad en provecho de cada ciencia y po- nerlaal servicio de las Facultades superiores, debe reco- mendarla ante el propio gobierno como nada sospe- chosa y del todo imprescindible. La Facultad de Filosofia comprende dos Departa- mentos, el de la ciencia histérica (donde se inscriben la historia, la geografia, la filologia, las humanidades con todo cuanto presenta la ciencia natural del conocimien- to empirico) y el de las ciencias racionales puras (mate- matica pura y de la fllosofia pura, metafisica dela natu- raleza y de las costumbres), asf como la mutua correla- cién entre ambas partes del saber. Abarca, pues, todos los Ambitos del conocimiento humano (y, por ende, des- de un punto de vista histérico también las Facultades superiores), slo que no todos (a saber, las doctrinas 0 preceptos especificos de las superiores) constituyen contenidos suyos, sino objetos de su examen y critica en aras del provecho de las ciencias. La Facultad de Filosofia puede, por lo tanto, recla~ mar cualquier disciplina, para someter a examen su verdad. Dicha Facultad no puede verse anclada con una interdiccién del gobierno sin que éste actiie en contra de su auténtico propésito, de suerte que las Fa- cultades superiores'no pueden substraerse a las abje- ciones y dudas aireadas por la Facultad de Filosofia, siendo esto algo que, indudablemente, debe resultar- les harto incémodo, ya que sin semejante critica den- tro de sus posesiones, ostentadas bajo no importa que titulo, podrfan disfrutar de una tranquilidad sin so- bresaltos y ejercer el despotismo, En efecto, sélo a los profesionales de aquellas Facultades superiores (ecle- sidsticos, jurisconsultos y médices) puede prohibirse- les que, \ en el ejercicio de sus respectivas funciones, no contradigan publicamente las doctrinas que les han sido confiadas por el gobierno y se arroguen el papel del EL CONFLIGTO DE LAS FACULTADES fildsofo; pues esto sélo cabe permitirselo.a las Faculta- des, no a los funcionarios nombrados por el gobierno, ya que éstos toman su saber deaquéllas. Si, por poner un ejemplo, los predicadores o los magistrados se dejaran llevar por el antojo de comunicaral pueblo sus reparos y dudas frente a la legislacisn eclesiastica o civil, le harfan sublevarse con ello en contra del gobierno; en cambio, si son las Facultades, en tanto que centros’ de investiga- cidn, quienes se limitan a participarse mutuamente tales dudas, el pueblo no recibe practicamente noticia alguna detodo ello, al darse por satisfecho con el reconocimien- to de que semejantes sutilezas no son asunto suyo, y se siente vinculado tan sdlo con cuanto le hacen saber los funcionarios comisionados por el gobierno a tal efecto. Esta libertad que, sin embargo, no cabe cercenar ala Fa- cultad inferior, brinda el logro de que las Facultades su- periores (mejor ilustradas ellasmismas) encaucen mds y mas porla senda dela-yerdad alos funcionarios, quienes a su vez, mejor instruidos asimismo acerca de su deber, acabarén-porno encontrar dificultad alguna en lamodi- ficacién del discurso; maxime cuando se trate tinica- mente de una mejor comprensién de los medios condu- centes al mismo fin, algo que muy bien puede acontecer sin polémicas agresiones, que no causan sino alborotos, al sistema pedagégico en curso ya la plena vigencia de sus contenidos. Tercer capitulo: Acerca del pleito ilegitimo de las Facultades superiores con la inferior Un pleito ptiblico de opiniones, y por ende un litigio académico, puede ser ilegitimo, bien en base al conte- nido, cuando no se permite debatir publicamente una INTRODUCCION tesis, al no estar autorizado el pronunciarse en puiblico sobresu antitesis, o bien a causa dela mera forma; cuan- do el modo de conducirse no se basa en argumentos ‘objetivos, dirigidos a la razén del adversario, sino en factores subjetivos tendentes a anclar su juicio en mo- tivaciones determinadas por la inclinacién, con el fin de lograr el consenso a través de la astucia (donde también tiene cabida la corrupcién) 0 por la fuerza (amenaza). La disputa de las Facultades gira en torno a.su inci- dencia en el \ pueblo y sdlo pueden conseguir dicha influencia por cuanto cada una de ellas haga:creer al pueblo que conoce el mejor modo para fomentar su dicha, aunque sean tan opuestos el uno del otro, Mas el pueblo no cifta su mixima dicha en la liber- tad, sino en sus fines naturales, los cuales se concretan en estos tres aspectos: esperar bienaventuranza tras la muerte, contar con que una ley publica garantice lo suyo en esta vida entre sus semejantes y, por tiltimo, el goce fisico.de la vida en si misma (esto es, la salud yla longevidad). La Facultad de Filosofia, sin embargo, s6lo puede admitir todos esos deseos a través de prescripcio- nes tomadas de la razén y, permaneciendo adicta al principio de la libertad, se limita a sostener aquello que el hombre debe y puede hacer: vivir honesta- mente, nO cometer injusticias, mostrarse moderado en el goce y paciente en la enfermedad, ateniéndose sobre todo a la espontaneidad de la Naturaleza; para todo esto no se requiere, claro esté, una gran sabidu- ria, pues en gran parte todo se reduce al hecho de que uno refrene sus inclinaciones y confie la batuta a su razon, algo que, sin embargo, no le interesa en absoluto al pueblo por representar un esfuerzo per- sonal. : } i I j c ‘ t SAK VOID BL CONFLICTO DE Las FACUETADES Las tres Facultades superiores se ven exhortadas por el pueblo (quien encuentra en los preceptos recién eénumerados una mala alternativa para su inelinacion a gozar y su aversion a cultivarse) a realizar propuestas que resulten mds aceptables, de mado que sus reivin- dicaciones ante los doctos rezan como sigue: «Lo que parlotean Vds., senores fildsafos, ya lo sabia por mi cuenta desde hace mucho tiempo; lo que a mf me inte- resa averiguar de vosotros en vuestra condicién de sa- bios es mis bien esto: ;Cémo podria, aun cuando hu- biese vivido como un desalmado, procurarme a ulti- ma hora um billete de ingreso al reino-de los cielos?; acdmo podria, aun cuando no tuviese razén, ganar mi proceso?; y ;e6mo podrfa, aun cuando hubiese usado y abusado a mi antojo de mis fuerzas fisicas, seguir es- tando sanoy tener una larga vida? Para eso habéis es- tudiado y debierais saber mas que cualquiera de noso- tros (a quienes calificdis de idiotas), cuya tinica pre- tensidn es la de tener buen juicio». Da la impresién de que el pueblo se dirigieraal erudito comoa un adi- vino 0 un hechicero familiarizado con las cosas sobre- naturales; pues el ignorante gusta de forjarse una idea exagerada acerca de las cualidades del sabio a quien exige algo excesivo. Por eso resulta ficcil presu- mir que, si alguien es lo bastante osado como para ha- cerse pasar por taumaturgo, \ éste conquistard al pue- blo y le hard abandonar con desprecio el bando de la Facultad de Filosofia. Los profesionales de las tres Facultades superiores ofician sin embargo como tales taumaturgos, siempre que no se le consienta a la Facultad de Filosofia opo- nérseles publicamente, no para derribar sus doctri- nas, sino Unicamente para desmentir esa fuerza mdgi- ca que el publico les atribuye de un modo supersticio- so y rebatir las observancias ligadas a ella; como si el INTRODUCTION encomendarse pasivamente a tan ingeniosos guias dispensara de toda iniciativa propia, al procurar la enorme tranquilidad de alcanzar con ello los fines propuestos. Cuando las Pacultades superiores aceptan tales principios (lo que no constituye su misién en modo alguno) quedan en eterno conflicto con la Facultad in- ferior; sin embargo, este litigio es asimismo ilegitimo, dado que aquéllas, lejos de considerar un obstdculo el conculear la ley, no dejan de ver en ello una ocasién propicia para esgrimir su ingenio y habilidad para arreglarlo todo e incluso para mejorarlo més de lo que hubiera podido hacerse sin swintervencién. El pueblo quiere ser guiado, esto es (en palabras de los demagogos), ser embnucado. Mas no desea verse guiado por los doctos de las Facultades (cuya sabidu- rfa es demasiado elevada para él), sino por esos peri- tos suyos que practican la chapuceria (el savoir faire), esto es, por eclesidsticos, magistrados y médicos, cuyo gjercicio de la profesién les granjea la mas favorable Presuncion; ésa es la razon de que el gobierna, al no poder incidir en el pueblo sino por esa mediacién, se yea inducido a imponer a las Facultades una teoria que no tiene su origen en el puro discernimiento de quie- nes se hallan versados en la materia, sino en el calculo de la influencia que sus comisionados puedan alean- zar con ella sobre el pueblo, pues éste propende natu- ralmente hacia aquello que le obligue a esforzarse lo menos posible sin seryirse de su propia razén, permi- tiéndole conciliar del mejor modo los deberes con las inclinaciones; por ejemplo, en el terreno de la teologia, elhecho de que sea intrinsecamente saludable el «creer» al pie de la letra, sin examinar (e incluso sin compren- der del todo) lo que debe creerse y que gracias al se- guimiento reglamentario de ciertas formalidades se 8! a2 Ake VII 52> EL CONFLICTO DE LAS FAGULTADES lavan inmediatamente los crimenes; 0 en el Ambita ju- tidico, el que la observancia de la ley conforme a su literalidad dispense de examinar el énimo del legis- lador. Se concita aqu{ un importante litigio, tan ilegitimo como insoslayable, \ entre las Facultades superiores y la inferior, ya que el principio de legislacién que atri- buye al gobierno para las primeras significaria una es- pecie de ilegalidad autorizada por él mismo. Pues la inclinacién y, en general, cuanto uno encuentra prove- choso para su particular propésito, no se cualifica en absoluto como ley, ni tampoco puede ser presentada como tal por las Facultades superiores; un gobierno que asf lo sancionara atentaria contra la propia raz6n, haciendo entrara las Facultades superiores en un con- flicto con la inferior que no puede tolerarse de ningdin modo mientras aniquile por entero a esta Ultima, lo cual representa, sin duda, el medio mas corto de zan- jar una disputa, pero también acarrea (segiin la expre- sién de los médicos) un medio heroico que conlleya peligro de muerte. Cuarto capitulo: En torno a la legitima querella entre las Facultades superiores y la inferior Sea cual fuere su contenido, las doctrinas cuya exposi- cin se halla el gobierno facultado para imponer a las Facultades superiores mediante sancidn. no pueden ser tomadas ni respetadas sino como un mero estatn- to que nace de su voluntad y que, como todo saber hu- mano, no es infalible. Mas como su verdad no puede serles indiferente, tienen que someterse bajo ese res- pecto a la raz6n (por cuyos intereses ha de velar la Fa- INTRODUCCION cultad de Filosofia), algo que no es posible salvo fo- mentando una plena libertad para el examen ptiblico de dichas doctrinas y, como los preceptos arbitrarios, por muy alta que sea su instancia sancionadora, no siempre vienen a coincidir con las tesis consideradas necesarias por la raz6n, tal discrepancia originard ine- vitablemente un conflicto de las Facultades superiores para con la inferior, pero dicho conflicto tendré por lo demas un cardcter legitimo, no en tanto que una sim- ple cuestin de competencia, sino por cuanto la Facul- tad inferior tiene el deber de velar porque, si bien nose diga puiblicamente toda la verdad, si sea verdad tado lo que se diga y sea establecido como principio. Cuando la fuente de ciertas doctrinas sancionadas es histérica, por mucho que se encarezca su santidad ante la ciega obediencia de la fe, la Facultad de Filoso- fia no sdlo estd autorizada, \ sino incluso obligada, a rastrear ese punto de partida con espiritu critico, Si, aunque se la presente bajo el tinte de un conocimiento histérico (en cuanto revelacién), esa fuente no deja par ello de ser racional, de modo que no puede prohi- birsele (a la Facultad inferior) poner de relieve los principios racionales de la legislacién en base los tes- timonios histéricos y valorar, por afiadidura, si se tra- ta de dictamenes técnicos 0 practico-morales. Por otra parte, si la fuente de la doctrina que se proclama como ley fuera meramente estética, esto es, se basara en un sentimiento vinculado a una ensenanza (que, al no proporcionar principio objetivo alguno, sdlo posee una validez subjetiva y es incapaz de llegar a consti- tuir una ley universal con esa base, cual seria el caso del sentimiento piadoso relativo a un influjo sobrena- tural), la Facultad de Filosofia ha de ser libre para exa- minar puiblicamente y valorar friamente con la razon tanto el origen como el contenido de ese supuesto fun- 83 riores (ala derecha del parlamento de la ciencia) de- fiende los estatutos del gobierno, pero en una consti- tucién tan libre como ha de ser aquella que se erija en aras dela verdad, debe haber también un partido opo- sitor (el ala izquierda), cuyos escafios corresponden a la Facultad de Filosofia, ya que sin contar con el seve- ro examen y las criticas de ésta el gobierno no se halla- ria satisfactoriamente informado respecto de aquello que puede resultarle ventajoso o perjudicial. Ahora bien, si los integrantes de las Facultades quisieran in- troducir modificaciones por su cuenta en la disposi- cién dada para la exposicién publica, entonces el go- bierno estaria en su derecho de catalogarlos como unos innovadores que podrian resultar peligrosos para sus fi- nes, si bien antes de pasar a desacreditarlos sin mds habria de recabar su parecer a la Facultad involucrada, habida cuenta de que tales profesiones sélo pueden haber sido asignadas a Ja ensefianza de determinadas doctrinas a través de esa Facultad. dose asi lugar a esa querella ilegitima mencionada anterior- mente, donde la exposicién de las doctrinas se adapta a las in- clinaciones del pueblo y se disemina el germen dela revuelta y de las facciones, poniendo en peligro al gobierno. Quienes se erigen arbitrariamente asimismos en tribunos del pueblo renuncian con ello a la condicién de sabios, atentan contra los derechos de la constitucién civil (comercio mundano) y son propiamente nedlogos, nombre aborrecido con toda ra~ z6n en este caso, pero que da lugar a malentendidos cuando se aplica al introductor de cualquier novedad en una doctri- na o en el terreno de la ensenanza, (Pues, spor qué habria de ser siempre mejor lo mas antiguo?) En cambio, si merecerian verse estigmatizados con esa etiqueta aquellos que promueyen una forma de gobierno totalmente distinta o mds bien una total ausencia del mismo (anarquia) y remiten el dictamen sobre cuestiones académicas al pueblo, cuyo juicio manejan a sus costumbres, sentimientos \ e inclinaciones, cobrant ventaja sobre la influencia de un gobierno legftimo. INTREDUCCION 4) Esta querella puede perdurar hasta que se logre un acuerdo entre la comunidad académica y la socie- dad civil en materia de maximas cuya observancia ha de propiciar en ambas clases de Facultades un progre- so continuo hacia una mayor perfeccién y abolir, fi- nalmente, cualquier tipo de restriccién que el gobier- no pretenda imponer a la libertad. De este modo, bien podria llegar el dia en que los Ultimos fueran los primeros (trocéndose la Facultad inferior en la superior), no desde luego para ejercer el poder, pero sf para asesorar a quien lo detenta (el go- bierno), hallando en la libertad de la Facultad de Filo- sofia y en la comprensién obtenida gracias a ella me- jor medio para conseguir sus fines que en su propia autoridad absoluta. Resultado Eseantagonismo, es decir, este conflicto entre dos par- tidos coaligados en aras de un propésito comtn (con- cordia discors, discordia cancors) no supone guerra al- guna, es decir, una discordancia basada en Ja contra- posicién de miras con respecto al tryyo y mifo académi- cos, \ algo que ~al igual que lo polftico— consta de li- bertad y propiedad, siendo ast que la primera debe preceder necesariamente a la segunda en cuanto con- dicién; por consiguiente, no cabe conceder derecho alguno a las Facultades superiores sin que la inferior quede autorizada al mismo tiempo para presentar sus objeciones ante los expertos, Ake VII 36>

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