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Judith Butier Ernesto Laciau Slavoj Zitek Dialoges contemporaneos en fa izquierda oe a JUDITH BUTLER, ERNESTO LACLAU y SLAVOJ ZIZEK GRACIELA HOMS CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD Didlogos contempordneos en la izquierda Ge e FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE ~ ESPANA, EsTADOS UNIDOS DE AMERICA - GUATEMALA - PERU - VENEZUELA Primera edicién en inglés, 2000 Primera edicién en espafiol, 2003 Segunda reimpresién, 2004 (fc8, Argentina) Titulo original: Contingency, Hegemony, Universality ISBN de la edicidn original: 1-85984-757-9 © 2000, Judith Budler, Ernesto Laclau, Slavoj Zizek D.R. © 2000, FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina E-mail: fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D.F. ISBN: 950-557-512-2 Forocopiar libros est4 penado por la ley. Prohibida su reproduccién votal o parcial por cualquier medio de impresién o digital, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin autorizacién expresa de la editorial. IMPRESO EN LA.ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA Hecho ef depdsito que previene Ja ley 11.723 INTRODUCCION Durante varios aftos, los tres hablamos de cémo dar forma a un libro que in- tentara establecer la trayeccoria comin de nuestro pensamiento y a la vez presentar de una manera productiva nuestros diferentes compromisos inte- fectuales. Iniciamos este proceso elaborando tres cuestionarios que aparecen al comienzo de este volumen, El resultado que tienen ante ustedes representa, pues, la culminacién de varias conversaciones, de varias resefias escritas y did- logos y, en el caso de Slavoj Zizek y Ernesto Laclau, una colaboracién que se remonta. a 1985, el afio en que Chantal Mouffe y Laclau publicaron Hegemo- nia y estrategia socialista.’ De hecho, ese fibro constituye el anvecedente de es- te didlogo, no sélo porque fijé una nueva direccién para la idea de hegemonia de Antonio Gramsci, sino porque también representé un giro para la teoria posestructuralista dentro del marxismo, que tomé el problerna del lenguaje como esencial para la formulacién de un proyecto democratico anti-totalita- rio radical. - En ese libro aparecen argumentos que en éste son considerados a través de distintas lentes tedricas; también se presentan argumentos en contra de aquel texto, que son retomados implicitamente en el didlogo escrito que sigue. Un argumento del libro adopsé la siguiente forma: los nuevos movimientos soci les se apoyan con frecuencia en los reclamos de identidad, pero la “identidad” en si nunca se constituye plenamente; de hecho, puesto que la identificacién no eg reducible a la identidad, es importante considerar la brecha 0 incon- mensurabilidad entre ambas. Esto no quiere decir que el hecho de que fa identidad no alcance su determinacién total debilite los movimientos socia- jes en discusién; al contrario, esa incompletitud es esencial para el proyecto mismo de hegemonia. Ningiin movimiento social puede, de hecho, gozar de su estatus en una articulacién politica democrdtica abierta sin presuponer y operacionalizar la negatividad en el corazén de la identidad. * De préxima aparicién en FCE. 8 CONTINGENCIA, HEGEMONTA, UNTVERSALIDAD La categorfa tedrica que inteneS comprender este fracaso, negatividad, brecha o incompletitud fue fa de “antagonisme” formulada en ese trabajo previo. Posteriormente, Laclau, que contintia ubicdmdose dentro de la tradi- cidn gramsciana, elabord a cavegorfa de “dislocacién”, tomando sus herra- mientas de un espectro intelectual que va de Derrida y Lacan a Wittgenstein. Si bien Zizek utiliza con més énfasis la teorfa lacaniana para abordar este te- ma, especialmente mediante el recurso a “lo Real”, también usa a Hegel, y ofrece razones para evitat la estructura de referencia derridana, Puede decirse que Butler usa un Hegel diferente, poniendo el acento en jas posibilidades de negacién en su obra, junto con Foucault y algo de Derrida, para considerar fo que sigue siendo no realizable en la constitucién discu:siva del sujeto. Existen diferencias significativas entre nosotros respecto de la cuestién del “sujeto”, y esto se percibe cuando cada uno trata de tomar en cuenta lo que consticuye o condiciona el fracaso de toda afirmacién de identidad de alcan- zar una determinacién final o total. Es cierto, no obstante, que cada uno de nosotros valora ese “fracaso” como condicién de la contienda democratica propiamenze dicha. En Jo que diferimos es en cdmo concebir el sujeto ~si es fundacional, cartesiano; si estd estructurado por la diferencia sexual, ya través de qué medio esta garantizada la definicién de esa misma diferencia— También disentimos en cuanto a si entender el fracaso de la identidad como un elemen- to estructural o necesario de toda constitucién identiaria, y cé6mo tomar en cuenta esa estructura y necesidad. En tanto Butler se alinea con una explica- cién historicamente variable de la constitucién del sujeto (una linea foucaul- tiana), Zizek basa sus afirmaciones acerca de la negativa fundacional de la identidad en el trabajo de Lacan, y Laclau, en un enfoque que, sin ser estric- tamente lacaniano, tiene varios puntos de convergencia con lo Real lacaniano. ‘Una de las criticas que se hicieron contra Hegemonta y estrategia socialista --y, mds aun, contra las intervenciones estructuralistas y posestructuralistas en la teoria polftica~ es que no soma en cuenta el concepto de universalidad 0 erosiona su fuerza cuestionando su estatus fundacional. Los tres sostenemos, sin embargo, que la universalidad no es un presupuesto estétice, ni un a priori dado, y que deberia en cambio ser entendida como un proceso o una condi- cién irreductible a cualesquiera de sus modos determinados de apaticién. Si bien a veces diferimos zespecto de la manera en que debe ponerse el énfasis, cada uno de nosotros ofrece exposiciones de universalidad que stiponen. que la condicién negativa de toda articudacién politica es “universal” (Zi%ek), que el proceso contestatario determina formas de universalidades que son lleva- INTRODUCCION 9 das a entrar en un conflicto productivo y, en definitiva, insoluble entre sf (La- clau), 0 que existe un proceso de traduccién por ef cual to repudiado dentro de la universalidad es admitido nuevamente en el término en el proceso de su nueva formacién (Butler), En algtin momento, cada uno de nosotros considera despliegues ideolégi- cos diferentes de la universalidad y alerta contra abordajes de la cuestién tanto sustanciales como:procesales. De modo que nos diferenciamas (ya diferencia- dos internamenze) del esfuerzo habermasiano de descubrir 0 conjurar una universalidad preestablecida como presuposicién del acto de habla, una uni- versalidad que supuestamente concierne a um rasgo racional de “hombre”, una concepcién sustantiva de la universalidad que la iguala a una determina- cién cognoscible y predecible, y una forma procesal que presupone gue el campo politico esté constituido por actores racionales. Es de importancia a lo largo de estos textos la cuestién estratégica de la hegemonfa: cémo se constituye el campo politico, qué posibilidades emergen de un enfoque de ese campo que indaga acerca de las condiciones de su po- sibilidad y articulacién. Significativamente, Laclau detecta un movimiento de a teorfa marxista desde la postulacién de una “clase universal”, que en defini- tiva climinarfa la mediacién politica y las relaciones de representacién, a una universalidad “hegeménica” por la cual lo politico es constitutive del vincu- lo social. El posestructuralismno de este enfoque se alinea, por lo tanto, con la critica del totalitarismo y, especificamente, el cropo de un sujeto “conocedor” de vanguardia que “es” todas las relaciones sociales que articula y moviliza. Mientras Laclau asocia a Hegel con la metafisica del cierre, Zizek lo entien- de como un reérico de la reflexividad en confrontacién con lo Real, y Butler lo usa para indagar acerca de tos limites necesarios del formalismo en cual- quier exposicién de la socialidad. Laclau explica cl anti-tozalitarismo de un enfoque légico y lingiifstico del problema de Ja representacidn que insiste en el cardeter irteductible de la diferencia. Zizek mos recuerda que el capital glo- al no puede ser excluido del andlisis “posmoderno” del lenguaje y la cultu- ra, y contintia exponiendo el revés obsceno del poder. Butler plantea la cuestidn de cémo los nuevos movimientos sociales rearticulan el problema de la hegemonja, considerande el cuestionamiento de las polfticas sexuales re- cientes a la teorfa de la diferencia sexual y propone una concepcién contra- imperialista de la traduccién. Los tres estamos empefiados en formas radicales de la democracia que tra- tan de comprender los procesos de representacién a través de fos cuales pro 10 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD cede fa articulacién politica, el problema de la identificacién ~y sus fracasos necesarios— a través del cual tiene ugar la movilizacién politica, la cuestién del fururo tal como surge para los marcos tedricos que insisten en la fuerza productiva de lo negativo. Aunque no reflexionamos de manera autocons- ciente acerca del lugar del intelectual en la izquierda, quizds este texto actiie como una suerte de colocacién capaz de refundir (y recuperar) la filosofia co- mo un modo critico de investigacién que pertenece ~antagénicamente~ a la esfera de la polftica. En nuestros debates, citamos considerablemente nuestras correspondien- tes colaboraciones. Las referencias cruzadas se identifican con las iniciales del autor, seguidas por el mtimero de pagina correspondiente. Este volumen fue escrito en su mayor parte en la primavera y el verano de 1999, coordinado por los editores Jane Hindle y Sebastian Budgen, en Verso. A ellos todo nuestro agradecimiento por haber organizado nuestra tarea. Judith Bucler también agradece a Stuart Murray por su asistencia indispensable con ef manuscrito. jo Bu, EL, 8. Z,, septiembre de 1999 PREGUNTAS Estas son las preguntas que cada autor quiso formular a los otros; forman la base de los didlogos de este libro. Preguntas de Judith Butler 1. Me gustarfa saber con mayor precisién si Ja visidn lacaniana de la constitu- cidia del sujeto es compatible con Ja idea de hegemonia. Entiendo que la nocién del sujeto incompleto o del sujeto barrado parece garantizar cierta incomple- titud a la interpelacién, pero jno le hace instalando una barra como condicién y estructura de toda constitucién del sujeto? Le incompletitud de la forma- cién del sujeto que requiere la hegemonfa es una incompleticud en la que el sujeto-en-curso es incompleto precisamente porque esté constituide a través de exclusiones que son polfticamente salientes, no estructuralmente estdticas? En otras palabras, la incompletitud de Ja formacién del sujeto, sno se vincula con el proceso democratico de la disputa sobre los significantes?. Puede el re- curso ahistérico de la barra lacaniana reconciliarse con la cuestién estratégica que plantea la hegemonia o se presenta come una limitacién casi trascenden- tal a toda posible constitucién del sujeto y, por ende, indiferente a la politica? 2. {Qué es lo que constituye una teorfa viable de Ja representacién para la vi- da politica contemporénea? ;La nocién derridana de “decisién” basta para ex- plicar los tipos de negociacién que requiere la representacién politica? sla decisién” es una categoria ética o existencial?, y, en ese caso, scédmo debe re- lacionarse con la esfera de lo polftico? 3. ¢Cual es ef estatus de la “Iégica” al describir el proceso social y politico y en la descripcién de la formacién del sujeto? Una légica que invariablemente de- tiva en aporias, :produce una suerte de estatus opuesto al proyecto de hegemo- il 12 CONTINGENCIA, HEGEMONI4, UNIVERSALIDAD nia? (Bsta pregunta es subsidiaria de la pregunta 1), {Estas légicas estan encar- nadas en la préctica social? ;Cudl es la relacién entre légica y practica social? 4. ;Gudl es la relacién entre versiones psicoanaliticas de a identificaciém y formas de idenrificacién politica? ,El psicoandlisis aporta la teorfa para la po- ifcica? gY qué psicoandlisis? 5, :Bs posible hablar de “la Iégica metafisica de ‘le identidad” como si fuera singular? 6. ,Qué significa performativamente suponer una posicién de sujeto?, zresuita alguna vez simple? 7. Sila diferencia sexual es un callején sin salida, jsignifica que el ferninismo es un callején sin salida? Si, en el sentido lacaniane, la diferencia sexual es “seal”, :significa que no tiene un lugar en las luchas hegeménicas? ;O acaso es el Lfmite casi crascendental de toda esa lucha, y, por ende, estd inmovilizada como pre o dhistérica? 8. El reciente esfuerzo por dividir las teorfas criticas en universalismos e his- toricismas, sforma parte de una dialéctica fallida y cegada que se niega a dis- criminar entre posiciones snatizadas? {Tiene esto que ver con el Lugar de Kant en las formas resurgentes de la deconstruccién y el lacanianismo? jExiste tam- bién una doxa lacaniana que impide la apropiacién heterodoxa de Lacan pa ra el pensamiento de fa hegemonia? 8a. Seguimos coincidiendo todos en que la hegemonia es una categoria tril para describir nuestras inclinaciones polfticas? ;Clarificar esto serfa un buen lugar para empezar? 9. Una consideracién seria de Hegel, ines Hleva a repensar las oposiciones kcantianas entre forma y contenido, entre las afirmaciones casi trascendentales y los ejeraplos histéricos que se invocan para ilustrar su veracidad? 10. :En qué consiste la autoridad ceftica del tedrico critico? ;Nuestras propias afirmaciones estdn sometidas a una autocritica?, ;cdmo aparece ésta en el nivel de la setdsica? PREGUNTAS 13 Pregunias de Ernesto Lachat. L. En numeroses debates contemporineos, se: presents eb universalisme em oposicién « lx pluralidad de actores sociales. que peoliferan: en. el mando. comtempordneo. En esta cuestién de la relacién, unixersalisme versus parci- cularismo,. aparece; sim erabango,, cierta polisemia relatiiva alos dus pollas. 5 malticulturalisme es, por ejemplo, reducible « su [égica 9: laniisum quae nigga. todo: derecho: a. be: “wmivensal”? Asingismo: la wocikiw de, “plualisrao” -que evoca una vaniedad die posiciones deh sujeto del mismo actor social jes acaso: dinectamente asimilable al “multicwlruralistme” que implica una refe- rencia a comunidades calswralcs/seciales integrales que, sin. embargo, no coinciden com la comunidad! nacional global? A Ta imwexsa, jes cierto que la Yinica: farma concebdible de universalism est4 ligadae a una fundamentacién fiardaciomaliista o esencialista? 2. Uma de las numezosas consecuencias de la fragmentaciéa cada vez mayor de:las sociedades contempordneas es que los valawes comunitaries ~contextua- Irados en fa medida en que siempre estamos tratando con comunidades espe- cfficas— se complementan con discursos sobre derechos (como, por ejemplo, fos devechos de los puebles o las minorfas culturales a Ja autodeterminacién) que se afireman como validos independientemente de tado contexto. {Estos dos mo- virnientos ~afirmacién de los derechos universales y afirmacién de la especifi- cidad comunitaria~ son en tiltima instancia compatibles? ¥ sino lo son, jesta incompatibilidad no es positiva en tanto abse paso a una variedad de negocia- ciones y una pluralidad de juegos de lenguaje que son necesarios para la cons- titucién de espacios piiblicos en las sociedades en las cuales vivimos? 3. Las teorfas cldsicas de la emancipacién postularon la homogencidad wlti- ma de los agentes sociales que debfan. emanciparse ~en el marxismo, por ejemplo, la condicién para que el proletariado fuera agente de una emanci- pacién global era que no tenia intereses particulares que defender, puesto que se habla convertido en Ja expresion de la esencia humana pura. Asimismo, en algunas de las formas de la politica democrdtica cldsica -el jacobinismo seria el ejemplo més claro, !2 unidad de la voluntad del pueblo es el requisite pre- vio para cualquier transformacién democratica. Hoy, por el contrario, tende- mos a hablar de emancipaciones (en plural), que comienzan a partir de una diversidad de reclamos sociales, y a identificar la practica democrdtica con el 14 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD consenso negociado entre una pluralidad de actores sociales. ;Qué nocién de representatividad social es compatible con este enfoque transformado? 4, La teorfa de la hegemonia presupone, por un lado, que lo “universal” es un objeto a la vez imposible y necesario ~que siempre requiere, por consiguien- te, la presencia de un residuo de particularidad~ y, por el otro, que la relacién entre poder y emancipacién no es de exclusién sino, por el contrario, de im- plicacién mutua aunque contradictoria-. La relacién hegemdnica, concebida de esta forma, jes constitutiva del vinculo politico? ¥ en ese caso, jcudles son los juegos estratégicos que es posible jugar a partir de sus tensiones internas? 5. La categoria de diferencia, de una u otra manera, est en la base de los enfoques tedricos ms importantes de los diltimos treinra afios, Las identi- dades némadas en Deleuze y Guatiari, la microfisica del poder en Foucault, ja differance en Derrida, la légica del significante en Lacan son formas alter- nativas de abordar el cardcter constitutivo de la “diferencia®. ;Son incompa- tibles entre sit, y, en ese caso, ¢dénde radican las incompatibilidades? ;Cémo podemes evaluar su tespectiva productividad para el andlisis polftico? 6, Hace tiempo que la cuestién de la transcendencia obsesiona a la teorfa con- tempordnea. :Cudl es, por ejemplo, el estarus de categarfas psicoanaliticas co- mo el Edipo o el complejo de castracién? Son productos histéricos 0, antes biea, las condiciones a priori de toda sociedad posible? El sentimiento gene- ralizado es que ni un historicismo radical ni un trascendentalismo a ultranza constituirian respuestas apropiadas, y se ha postulado cierto tipo de solucién que evita los obstéculos de ambos extremos —como la nocién de casi trascen- denralismo. El estatus de este “casi” hasta ahora no ha sido, sin embargo, su- ficientemente analizado. jCudles serfan los requisitos previos para un avance tedrico en este campo?, sy cudles serfan las consecuencias de este iltimo para el andlisis histérico? Preguntas de Slavoj Zizek 1. Lo Real y la bistoricidad: {Es lo Real lacaniano el fandamento dltimo, el refe- rente firme del proceso simbdlico, o representa. su Mmite inherente totalmente no sustancial, punto de falla, que mantiene la brecha misma entre [a realidad PREGUNTAS 15 y su simbolizacién y, de ese modo, pone en movimiento el proceso contin- gente de la historizacién-simbolizacién? 2. Falta y repeticidn: 32) movimiento de la repeticién se funda en alguna falta primordial o la nocién de una falta primordial fundadora implica necesaria~ mente la reinscripcién del proceso de repeticidn en la Iégica metafisica de la identidad? 3. La légica social de la (des)identificacion: 3La desidencificacién es necesaria- mente subversiva del orden existente, o un cierto modo de desidentificacién, de “mantener una distancia” con la propia identidad simbélica, es consus- tancial con Ja participacion efectiva en la vida social? ;Cudles son los diferen- tes modos de desidentificacidn? A. Sujeto, subjetivizuciin, posiciones del sujeto: £1 “sujeto” es simplemente el resultado del proceso de subjetivacién, de interpelacién, de asumir perfor- mativamente alguna “posicién fija del sujeto”, o la nocién lacaniana de “suje- to barrado” (y la nocién idealista alemana del sujeto con negacividad relacionada consiga misma) también plantea una alternativa a la metafisica identitaria-sustancialista tradicional? 5. El estatus de la diferencia sexual: Nuevamente, gla diferencia sexual repre- senta simplemente “hombre” y “mujer” en tanto dos posiciones del sujeto que los individuos asumen a través de la adquisicién performativa repetitiva o la diferencia sexual es “real” en el sentido lacaniano —es decir, un callején sin salida--, de modo que todo intento de traducirlo a posiciones fijas del sujeto fracasa? 6. Significante falico: ;La nocién de falo de Lacan es “falogocentrista” —cs decir, la nocién de un significante central que, como una suerte de punto de referencia trascendental, estructura el campo de la sexualidad— 0 cambia algo el hecho de que, para Lacan, falo como significante es un suplemento “proté- sico” de la falta de sujeto? 7. Lo Universal y el bistoricismo: iBs suficiente, en 1a actualidad, seguir el con- sejo jamesoniano “jHistoricen!”? ;Cudles son los mites de la critica historicista de los universales falsos? ;No es mucho mas productivo, tanto por razones ted- 16 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD: ricas intrinsecas. como pox razones politicas, mantener la nocién paraddjica de fo universal como. simwuleineamente imposible y mecesatio? 8. Hegel: Hieget es simplemente el metafisico par excellence, de manera que cualquier intento de afirmar el complejo posmetafisico de temporalidad-con- tingencia-finieuc es por definicién antihegeliano, 0 la misma hostilidad pos- metafisica contra Hegel es acaso una suerte de indice de su propia limitacién redrica, de modo que deberiamos, mds bien, concentrarnos en sacat a Ja luz “otro Hegel” que no se ajuste a la doxa del “panlogicismo”? 9. Lacan » ka deconstruccidn: Es teduicamente correcto concebir a Lacan como uno en Ja serie de deconstruccionistas o el hecho de que todo un conjunto de aspectos distingan a Lacan de la doxa deconstruccionista (mantener la nocién de sujeto como cogits, etc.) apunta hacia una inconmensu rabilidad entre am- bos campos? 10, La euestién politica: sDebemos aceprar Ja nocién “posmoderna” de phura- lidad de fuchas por el reconocimiento {en su mayorta étnicas, sexuales 0 de es- tilos de vida) o ef reciente resurgimiento del populismo de derecha nos obliga a repensar las coordenadas convencionales de la politica radical “posmoderna” y a revivir la tradicién de la “critica de {2 econom{a politica’? ;CAémo afecta todo esto las nociones de hegemontfa y totalidad? Reescinificactén de lo universal: hegemonia y limites del formalismo Judith Budler ALO LARGO de estos iltimos aiios, Ernesto Laciau, Slavoj Zi%ek y yo hemos mantenido varias conversaciones respecto del posestructuralismo, el proyecto politico de la hegemonia y el estatus del psicoandlisis. Todos hemos trabajado, creo, acerca de los mérgenes tedricos de un proyecto politico de izquierda y tenemos diversos grados de afinidad persistente con el marxismo como mo- vimiento y teorfa social critica. Ciertos conceptos claves de la teorfa social pro- gresista han recibido articulaciones nuevas y vatiadas en nuestro trabajo y todos estamos comunmente ocupades en el estatus y la formacién del sujeco, las implicancias de una teoria del sujeto para pensar ja democracia, la articu- lacién de la “universalidad” dentro de una teorfa de la hegernonfa. En lo que diferimos, en mi opinidn, es tal vez, primero y principalmente, en nuestros en- foques.de la teorfa del sujeto dentro de un andlisis de la hegemonfa y en el es- tatus de un andlisis “légico” o “estructural” de las formaciones politicas en relacién con sus articulaciones culturaies y sociales especificas. Le que yo entiendo de la visién de la hegemonfa que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe establecen en Hegemonta y estrategia sociatista’ es que las ot- ganizaciones politicas democraticas se constituyen mediante exclusiones que retornan para frecuentar aquellas organizaciones politicas predicadas sobre la ausencia de esas exclusiones. Esa frecuentacién se hace polfticamente efectiva precisamente en la medida en que el retorno de lo excluido fuerza a una expan- sién y wna rearticulacién de fas prernisas bdsicas de la democracia. En trabajos 1. Zmesta Laclau y Chantal Moule, Hegemony and Soctalise Strasegy: Towards a Radical Demo- cratic Politics, Londres y Nueva York, Verso, 1985 [traduccién castellana: Hegemonta y estra- tegia socialista, Madrid, Siglo XX1, 1987. ¥ de préxima aparicidn en FCE]. 17 18 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD posteriores, Laclau y Zizek postulan que la formacién de una organizacién politica democratica —o, en realidad, cualquier posicién de sujeto en particular dentro de una organizacién politica~ es necesariamente incomplera. Hay, sin embargo, formas divergentes de entender esa incompletizud. Yo entendf la “in- completitud” de la posicién de sujeto de Ja siguiente forma: 1) como el fracaso de cualquier articulaciéa en particular para describir a la poblacién que repse- senta; 2) que cada sujeto estd constituide sobre diferencias y lo que es produci- do como el “exterior constitutive” del sujeto nunca puede pasar a ser totalmente interno o inmanence. Tomo este tilrimo punto para establecer la di- ferencia fundamental entre el trabajo de Laciau y Mouffe, de neto corte aithus- seriano, y una teorfa del sujeto mds hegeliana en Ja cual todas las relaciones externas son —al menos idealmente— transformables en internas. Ona forma de explicar la “incompletitud” del sujeto es establecer su “ne- cesidad” mediante el recurso de una descripcién psicoznalitica lacaniana de aquél. Zizek sugiere ~y Laclau est4 parcialmente de acuerdo— que lo “Real” lacaniano es sélo otro nombre que se le da a esa “incompletitud” y que cada sujeto, independientemente de sus condiciones sociales ¢ histéricas, esté su- jeto al mismo postulade de inconclusividad. El sujeto que llega a existiz a tra- vés de la “barra” es uno cuya prehiscoria es necesariamente excluida de su experiencia como sujeto. Ese limite fundacional y definidor funda asf al su- jeto a una distancia irreversible y necesaria de las condiciones de su propia emergencia tratumdatica, “Tanto a Ziel como a Laclau les sefialé que me gustarfa saber mis precisa- mente si fa visién lacaniana acerca de la constitucién del sujeto es finalmente compatible con la nocién de hegemonta. Yo entiendo que la nacién del sujeto incompleto o barrado aparece para gavantizar una cierta incompletitud de la in- terpelacidn: “Tui me llamas asi, pero lo que yo soy elude el alcance semdntico de cualquier esfuerzo lingiiistico por capturarme”. jEste eludir el llamado del otro se lleva a cabo a través de la instalacién de una barra como la condicién y estructura de toda constitucién de sujeto? La incompletitud en la formacién del sujeto que la hegernonfa requiere, jes una incompleitud en la cual el sujero en proceso esid incompleto precisamefite porque est4 constituide a través de ex- clusiones que son politicamente salientes y no estructuralmente estaticas o fun- dacionales? Y si esa distincién es desatinada, gcdmo vamos a pensar esas exclusiones constituyentes, que son estructurales y fundacionales conjuntamen- te, con aquellas que consideramos politicamente salientes en el movimiento de la hegemonia? En otras palabras, ;no deberfa la incompletitud en la formacién REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL.. yD del sujeto vincularse con fa disputa democratica sobre significantes? Ei recurso ahistérico a la barra lacaniana, gpuede reconciliarse con la pregunta estratégica que plantea la hegemonia o es una limitacidn casi trascendental para toda for- macién posible de sujeto y estrategias, y, por lo tanto, fundamentalmente indi- ferente al campo politico al que se supone que ella condiciona? Si el sujeto siempre encuentra su limite en un mismo e idéntico lugar, en- tonces, el sujeto es fundamentalmente exterior a la historia en la cual se en- cuentra: no hay hiscoricidad para el sujeto, sus lfmites y su articulabilidad. Mas aun, si acepramos la nocién de que toda Jucha histérica no es mds que un yano esfuerzo para desplazar un limize fundacional cuyo estatus es estruc- tural, go quedamos confinados entonces a una distincién entre los dorninios histé6rico y estructural que, en consecuencia, excluye el dominio histérico de la comprensién respecto de la oposicién? ~ Este prablema de un acercamiento estructural a los Ifmires fandacionales del sujeto tiene importancia cuando consideramos las diferentes formas posi- bles de oposicién. Si hegemonfa denota las posibilidades histéricas de articu- laci6n que emergen dentro de un horizonte polftico dado, entonces serd significativamente diferente si entendemos ese campo como transformable y revisable histéricamente o si esté dado como un campo cuya integridad est4 asegurada por ciertos l{mites y exclusiones identificables estructuralmente. Si ambos términos, dominacién y oposicién, estén constrefiidos por dicho carn- po de articulabilidad, la posibilidad misma de expandir los posibles sitios de articulacién para justicia, igualdad y universalidad estard determinada en par- te por el hecho de si entendemas este campo como sujeto al cambio a través dei tiempo. Lo que yo entiendo como hegemonfa es que su momento no: mativo y optimista consiste, precisamente, en las posibilidades de expandir: las posibilidades democraticas para los términos claves del liberalismo, tor-: ndndolos més inclusivos, mds dindmicos y mds concretos. Si la posibilidad de - tal cambio est4 excluida por una sobredeterminacién tedrica de los limites es-~ tructurales en el campo de articulabilidad politica, entonces se hace necesa- rio reconsiderar la relacién entre historia y estructura para preservar el proyecto politico de hegemonia. Creo que por mds que podamos discrepar en otras cosas, Laclau, Zizek y yo estamos de acuerdo en el proyecto de demo- cracia radical y en la continua promesa politica de la nocién gramsciana de hegenionta. A diferencia de una-visién que forja la operacién de poder en el campo politico exclusivamente en términos de blogues separados que com- piten entre si por el control de cuestiones de polfticas, la hegemonia pone el 20 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD énfasis en las maneras en que opera el poder para formar nuestra compren- sién cotidiana de las relaciones sociales y para orquestar las maneras en las que_consentimos (y reproducimos) esas relaciones tdcitas y disimuladas del poder. El poder no es estable ni estatico, sino que es reconstruido en diversas coyunturas dentro de Ja vida cotidiana; constituye nuestro tenue sentido de sentido comin y estd cémadamente insralado en el lugar de las epistemes prevalecientes de una cultura. Més aun, la transformacién social no ocurre simplemente por una concentracién masiva en favor de wna causa, sino pre- cisamente a través de las formas en que las relaciones sociales cotidianas son rearticuladas y nuevos horizontes conceptuales abicrtos por practicas anémalas o subversivas. La teoria de la performatividad no dista mucho de la teoria de hegemonia en este sentido: ambas enfatizan la forma en que el mundo social es construi- do ~y emergen nuevas posibilidades sociales— en diversos niveles de accién social mediante una relacién de colaboracién con el poder. Mi plan es abordar estas cuestiones a través de dos caminos diferentes. El primero serd para analizar el problema de la exclusién constitutiva desde dentro de una perspectiva hegeliana, concentrandome en el “Terror” y su re- lacién con jos postulados de universalidad en. la Fenomenologia del espiritu. El segundo ser para ilustrar cémo Ia nocién de universalidad, como Ja ha claborado Laclau, puede ser reescenificada en términos de traduccidn cultu- ral. Espero poder aclarar mejor, en mis posteriores contribuciones para este volumen, cémo enticndo fa relacién entre psicoandlisis, teorfa social y pro- yeoto de hegemonia. Si bien critico ciertas apropiaciones del psicoandlisis para pensar los limites de la autoidentificacién politica, espero aclarar en mi proxima contribucién la centralidad de éste para cualquier proyecto que in- tente entender los proyectos emancipatorios tanto en sus dimensiones psi- quicas como sociales. Coloco el eje en el tema de la universalidad porque es uno de los tépicos més discutidos dentro de la ultima teorfa social. En realidad, son muchos los que han expresado su temor a que las descripciones constructivistas y poses- tructuralistas de universalidad no consigan ofrecer una firme descripcién sus- tantiva o ptocesal de lo que es comtin a todos los sujetos-ciudadanos dentro del dominio de {a representacidn polftica. Todavia hay algunos teéricos polf- ticos que quieren saber qué rasgos politicamente relevantes de los seres hu- manos pueden ser extendidos a todos fos seres humanos (deseo, habla, deliberacién, dependencia), y luego fundar sus visiones normativas de lo que REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 21 debe ser un orden politico en esa descripcién universal. Seyla Benhabib nos ha mostrado cémo, tanto Rawls como Habermas, de diferentes maneras, ofre- cen una descripcién de la universalidad que evade la cuestién de la naturaleza humana, y una deseripcidn sustantiva de rasgos universalizables en favor de un método procesal que establece la universalibilidad como criterio para justificar las reivindicaciones normativas de cualquier programa social y politico.” Aun- que el método procesal implica no hacer ningtin reclamo sustantive acerca de lo que son los seres husnanos, implicicamente demanda una cierta capacidad racional y atribuye a esa capacidad racional una relacion inherente a la univer- salibilidad. El supuesto kantiano de que cuando “yo” razono participo de una _ racionalidad que es transpersonal culmina en la reivindicacién de que mi ra- zonamiento presupone la universalibilidad de mis reivindicaciones. Ast, el en- foque procesal presupone la prioridad de una racionalidad como ésa y rambién ptesupone el cardcter sospechoso de sasgos ostensiblemente no racionales de conducta humana en el dominio de la politica. ‘La cuestién de Ja universalidad ha emergido tal vez mds criticamente en aquellos discursos de la izquierda que advirtieron el uso de la doctrina de ia universalidad. al servicio del colonialismo y el imperialismo. El tremor, por su- puesto, es que lo que es nombrado como universal es la propiedad parroquial de la cultura dominante, y que “universalibilidad” es indisociable de expan- sién impetialista. La visién procesal busca salvar este problema insistiendo en que no hace ninguna reivindicacién sustantiva acerca de la naturaleza humana, pero su exclusivo apoyo en la racionalidad para hacer su reckamo desmiente esa misma aseveracién, La viabilidad de la solucién procesalista se apoya en parte en el estatus de los reclamos formales y, por cierto, en si uno puede es- tablecer un método puramente formal para resolver los reclamos politicos. Aquf vale la pena reconsiderar fa interpretacién critica hegeliana del forma- lismo kantiano, fundamentalmente porque Hegel cuestion6 si tales formatis- mos son realmente tan formales como parccen. En la Légica Menor de Hegel, Parte | de su Enciclopedia de las ciencias fi- losdficas (1 830),2 él vincula la reformulacién de la universalidad con su critica 2 Seyla Benhabib, Critique, Norm and Utopia: A Study of the Poundasions of Critical Theory, Nueva York, Columbia University Press, 1986, pp. 279-354. 3G, WE Hegel, The Encyclopaedia Logic: Dart I of'the Encyclopaedia of Philosophical Sciences with she Zusitze, vrad, de'l. B. Gevaets, W. A, Suchting y H. S. Harris, indiandpolis, Hackert, 1991 [traducctén castellana: Enciclopedia de las ciencias fitos cas, México, Portia]. wa S CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD del formalismo. Cuando introduce {a identificacién de universalidad con el pensamiento abstracto en el capitulo titulado “Concepciones preliminares” (8 19-83), lo hace por medio de varias revisiones de la nocién de universali- dad misraa. Al principio se refiere al producto, la forma y el cardcter del pen- samiento en conjunto como “universal”, fo cual él presenta como equivalente 2 “lo abstracto”. Luego pasa a desglosar y revisar su definicién, destacando que “pensar, como actividad, es el universal active” y la accién, su producto, “lo producida, es precisamente ef universal” (§ 20). De esta manera, Hegel oftece tres nombres diferentes para una universalidad que él identifica como singular e insiste simult4neamente en su pluralidad. A este conjunto de revi- siones agrega la nocién de que el sujeto, que opera a craves de la forma pro- nominal “yo”, también es lo universal, de modo que “yo” es sélo otro sinédnimo y especificacién de universalidad. Asa altura, no esta claro si hemos llegado a la tiltima de una serie de re- visiones 0 si la definicién que acaba de ofrecer Ilevard todavia a otra. En los pé- trafos subsiguientes, se torna claro que Hegel est4 habitando en una voz kantiana cuando, finalmente, comienza su pardfrasis de la visién kantiana ex- plicitamente: “Kant empleé la inconveniente expresién de que yo ‘acompaiia’ todas mis manifestaciones —y mis sensaciones, deseos, acciones, ete., tam- bién—. ‘Yo’ es fo universal en y para sf, y lo comunitario es otra forma mds —si bien externa— de universalidad” (§ 20). Parece importante preguntarse qué quiere decir Hegel aquf con forma “externa”, dado que parece que pronto in- vocard una forma “interna” y que lo interno sera precisainence lo que Kant no toma en cuenta. E'l significado de “forma interna”, de todos modos, est4 en camino: tomado abstractamente como tal, “yo” es una pura telacién con s{ mismo, en la cual se hace abstraccién de manifestacién y sensacién, de cada estado asi come de cada peculiaridad de naturaleza, de talento, de experiencia, y asf su- cesivamente. De este modo, “yo” es la existencla de la universalidad totalmente abstracta, lo abstractamente Libre (§ 20). Cualquiera sea la “forma interna” de la universalidad, estard sin duda telacio- nada con la forma concreta de universalidad. Hegel luego comiensa a objetar abiertamente la bifurcacidn de la persona que requiere fa abstraccién de uni- versalidad: “yo” es pensar como el sujeto, y puesto que yo estoy al mismo tiempo en, todas mis sensaciones, aociones, estados, etc., el pensamiento esta REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 23 presente en todas partes c invade todas esas determinaciones como categoria [de ellas}” (§ 20; los corchetes son de Ja traduccién). La postulacién del “yo” universal, requiere asi la exclusién de lo que es espectfico y vital del sf mismo [seff] para su definicién. La universalidad en su forma abstracta requiere, en- tonces, aislar a la persona de [as cualidades que él o ella puede bien compar- tir con otros, pero que no llegan al nivel de abstraccién requerido para el término “universalidad”. Lo que es universal es, por lo tanto, lo que pertenece a todas las personas, pero no es todo lo que pertenece a cada persona. En realidad, si podemos de- cir que las concepciones, los estados de conciencia, los sentimientos, lo que es especifico y vital, también pertenecen a todas las personas, hemos jdentifi- cado aparentemente un rasgo universal que no encaja bajo la ribrica de uni- versalidad, De este modo, el requerimiento abstracto de la universalidad produce una situacién en la cual la universalidad misma se duplica: en fa pri- mera instancia es abstracta y en la segunda es concreta. Hegel sigue esta linea en relacién a juicios empfricos y morales, mostran- do cémo, en cada instancia en que lo universal es concebido como un. rasgo del pensamiento es, por definicién, separado del mundo que busca conocer. Se entiende que el pensamiento tiene dentro de sf las reglas que necesita pa- ra conocer las cosas 0 para saber cémo actuar en relacién con ellas. Las cosas en sf mismas no son pertinentes ai problema del conocimiento, y pensar pa~ saa ser no sélo abstracto sino autorreferencial. En la medida en que !a uni- versalidad del pensamiento garantiza libertad, la libertad es definida precisamente por encima y contra toda influencia exterior. Una vez mds He- gel ocupa la posicién kantiana aunque sdlo para marcar su salida de ella a me~ dida que se desarrolla la exposicién: Pensar implica inmediatamente Hertad, porque es la actividad de lo univer- sal, un xelacionarse con s{ mismo que es por lo tanto abstracto, un estar con s{ mismo que es indeterminado con respecto a subjetividad, y que con respec- to a su contenido esta, al mismo tiempo, sdélo en la materia [misma] y en sus determinaciones (§ 23; los corchetes son de la traduccién). Hegel pasa luego a asociar esa concepcién de libertad abstracta intrinseca al acto del pensamiento con una clerta arrogancia —una veluntad de dominio, podrfamos agregar, que debe ser compensada con “humildad” y “modestia”— “Con respecto a su contenido”, escribe Hegel: 24 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD pensar es sélo genuino [...} en la medida en que estd inmerso en la materia [in die Sache vertief ist] y con respecto a su forma en la medida en que no es un ser o hacer particudar del sujeto, pero consiste precisamente en esto, que la conciencia se conduce a si misma como un “ye” abstracto, como Héerado de toda particularidad |Partikularitit| de rasgos, estados, etc., y hace solamente lo que es universal, en lo cual es idéntico a todas los individuos (§ 23). Hegel no aclara en qué consiste esta “accién universal”, aunque sf estipula que no es “el acto del sujeto” [nicht et besonderes Sein oder Tun des Subjekts| ¥ que es algo como el reverso de cualquiera de rales actos. Su accién anive sal es sélo ambiguamente activa: se sumerge en los hechos o la “materia”. “Considerarnos merecedores de conductas de este tipo”, escribe Hegel, “con- siste precisamente en abandonar [fabrenztlassen| nuestras opiniones y convic- ciones particulares y en permitir que la materia [misma] ejerza su dominio sobre nosotros [in sich walten zu lassen|” (§ 23). De este modo, Hegel objeta fa formulacién de universalidad abstracta al sostener que ¢s solipsista y que nicga la sociabilidad fundamental de jos hu- manos: “pues eso es justamente lo que es la libertad: sentirse comodo con uno mismo en su otro, depender de uno mismo, y ser uno mismo quien decide {...}. La libertad [en este sentido abstracto] esté presente solamente adonde no hay otro para mi que no sea yo mismo” (§ 24, Zusatz 2). Esto es, en la visién de Hegel, una libertad meramente “formal”. Para que la libertad se transforme en concreta, el pensamiento debe “sumergirse en Ja materia”. A continuacién, He- gel nos alertard sobre ciertas formas de empiricismo que sostienen que uno no aporta nada al objeto, sino que tan sélo traza los rasgos inmanentes que el ob- jeto despliega. Hegel concluird que no sélo esté el yo [seéf] pensante fundamen- talmente relacionado con lo que busca conocer, sino que el yo [se/f) formal pierde su “formalismo” una vez que se entendié que la produccién y exclusién de lo “concreto” es una precondicién necesaria para la fabricacién de lo formal. Inversamente, lo concreto no puede ser “tenido” en forma independiente y es igualmente vano desconocer el acto de cognicién que entrega lo concteto a la mente humana como un objeto dé conocimiento. La breve crftica de Hegel al formalisme kantiano subsaya. una serie de pantos que nos resultan titiles cuando consideramos si se puede presentar la filosoffa de Hegel como un esquema formalista —algo que Zizek tiende a ha- cer y si la universalidad puede ser entendida en términos de un formalismo tedrico, algo que Zitel, Laclau y yo misma, los tres, hemos estado muy cerca REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 25 de hacer. En la primera instancia, parece crucial ver que el formalisme no es un, método que sale de la nada y es diversamenre aplicado a situaciones con- cretas o ilustrado a través de ejemplos especificos. Por el contrario, el forma- lismo es un producto de ta abstraccién, y esta abstraccién necesita su separacién de lo concreto, algo que deja la huella o remanente de esa separa- cién en ef funcionamiento mismo de Ja abstraccién. En otras palabras, la abs- traccién no puede permanecer rigurosamente abscracta sin exhibir algo de lo que debe excluir para constituirse como abstraccién, Hegel ha escrito que las categorfas del pensamiento que son censideradas subjetivas, como las de Kant, producen lo objetivo, “y estén permanentemen- ve en antitesis con lo objetivo [den bleibenden Gegensatz am Objektiven haben\” (§ 25). La abstraccién esta asf contaminada precisamente por la concrecién de fa cual busca diferenciarse. Hin segundo lugar, la posibilidad misma de Hlustrar un punto abstracto por medio de un ejemplo concreto presupone la separa cién de lo abstracto y lo concreto; efectivamente, presupone la produccién de un campo epistémice definido por esa oposicién binaria. Si fo abstracto es en. s{ mismo producido a través de la separacién y negacién de lo concrete, y lo concreto permanece adherido a lo abstracto como su contaminacién necesa~ ria, exponiendo el fracaso de su formalisme para permanecer rigurosamente como tal, se desprende entonces que lo abstracto es fundamentalmente depen- diente de lo concreto y “es” ese otro concreto en una forma que es sistemdti- camente elidida por !a posterior aparicién de lo concreto como ejemplo jlustrativo de un formalismo abstracto. En la Légica Mayor,‘ Hegel da el ejemplo de la persona que piensa que pue- de aprender a nadar aprendiendo {o necesario antes de entrar al agua. Fsta per- sona no se da cuenta de que uno sélo aprende a nadar metiéndose en al agua y practicando los movimientos en medio de la actividad misma. Hegel implici- tamente compara al kantiano con una persona que intenta saber nadar sin tra- tar de nadar de verdad, y contrapone ese modelo de cognicién autoadquirida con uno que se entrega a la actividad misma, una forma de conocer que se en- trega al mundo que intenta conocer. Si bien a Hegel se le llama con frecuencia el filésofo de la “maestria”, podemos ver aqu{~y en el incisivo libro de Nancy sobre la “inquietud” de Hegel— que la disposicién ek-statica del ya [self] hacia 4 GWE Hegel, Hegel Science of Logic, wad. de A. V. Miller, Nueva York, Humanities Press, 1976 [ecaduccién castellana: Ciencia de la Idgica, Buenos Aires, Hachette; trad. de Augusta y Rodolfo Mondolfo, dir. por Gregorio Weinberg]. 26 CONTINGENCIA, HEG MONIA, UNIVERSALIDAD su mundo deshace la maestrfa cognitiva.> Las constantes referencias de Hegel a “perderse” y “entregarse” sélo confirman el hecho de que el sujeto del saber no puede ser entendido como un sujeto que impone categorias preconcebidas aun mundo pre-dado. Las categorias son formadas por el mundo que el suje- to busca conocer, del mismo modo que el mundo no se conoce sin la previa accion de esas categorias. Y as{ como insiste en. revisar varias veces su defini- cién de “universalidad”, Hegel deja bien claro que las categorias por las cuales podemos acceder al mundo son continuamente rehechas por el encuentro con el mundo que ellas facilican. Nosotros no permanecemos iguales, ni tampoco las categorfas cognitivas, a medida que vamos teniendo encuentros de conoci- miento con el mundo. El s ujeto del saber y ef mundo, los dos, son deshechos y tehechos por el acto del conocimignto. = , En Fenomenologia del espiritu,S en la seccién Utulada “Razén’, Hegel deja bien en claro que la universalidad no es un rasgo de una capacidad cognitive subjetiva sino que esré ligada al problema del reconocimiento reciproco. Més aun, ¢l reconocimiento mismo depende de la costumbre 0 la Sitilichkeit: “en Ta Sustancia universal, el individuo tiene esa forma de subsistencia no sdlo por su actividad como tal sino tambien, y no en menor grado, por el contenido de esa actividad; lo que él hace es la habilidad y practica consuetudinaria de todos” (S 351). El reconocimiento no es posible separado dela practica consuetudina- ria en Ja cual tiene lugar, y, por lo tanto, ninguna condicién formal de recono- cimiento seré suficiente. De modo similar, en Ja medida en que lo que Hegel llama “sustancia universal” es esencialmente condicionada por la préctica con- suetudinaria, el individuo ejemplifica concretamente y reproduce esa costum- bre. Para emplear las palabras de Hegel: “el individuo en su trabajo individual ya inconscientemente realiza un, trabajo universal...” (dem). La implicancia de esta visién es que cualquier esfuerzo por establecer Ja universalidad como trascendente de normas culturales parece ser imposible. Si bien estd claro que Hegel entiende prdctica consuetudinatia, orden ético y nacién como unidades simples, no se desprende de ello que Ja universalidad que atraviesa culcuras o emerge de naciones culturalmence heterogéneas de- ba, en consecuencia, trascender la cultura misma. De hecho, si la nocién de universalidad de Hegel debe demostrar servir bajo condiciones de culturas hi- ? Véase Jean-Luc Nancy, Linguidtude du négatif, Paris, Hachette, 1997. © GW. R Hegel, Hegel’s Phenomenology of Spirit, wad. de A, V. Miller, Oxford, Oxford Uni- versity Press, 1977 [traduccién castellana: Henomenologia del expirist, México, FCB, 2000] REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 27 bridas y fronteras nacionales vacilantes, deberd ser una universalidad forjada a través del trabajo de traduccién cultural. ¥ no sera posible establecer las fronteras de las culturas en cuestidn, como si la nocién de universalidad de una cultura pudiera ser traducida a la de otra. Las culcuras no son entidades con limites; el modo de su intercambio es, en realidad, constitutivo de la identidad de aquellas.’ Si vamos a comenzar a repensar Ja universalidad en términos de este acto constitutive de traduccién cultural lo cual espero aclarar mds adelante en mis observaciones—, entonces, ni una presuncién de comunidad lingitistica © cognitiva ni un. postulado teleolégico de una fusién final de todos los horizontes culturales serén una ruta posible para el recla- mo universal. (Qué implicancias tiene esta critica del formalismo para pensar la univer- salidad en técminos polfticos? Es importante recordar que para Hegel los vér- minos clave de su vocabulario filaséfico son ensayados varias veces y que casi siempre que son pronunciados adquieren un significado diferente o revierten uno anterior. Esto es especialmente verdad en cuanto a palabras como “uni- versalidad” y “acto”, pero también en cuanto a “conciencia” y “autoconciencia” La seccién titulada “Libertad absoluta y terror” de la Fenomenologia del espt- ritu se basa en concepciones previas del hecho, pues considera precisamente lo que un individuo puede hacer en condiciones de terror de Estade. Basdn- dose en la Revolucién Francesa, Hegel entiende al individuo como incapaz de llevar a cabo una accida que a) acttie sobre un objeto y b) ofrezca una re- flexién sobre su propia actividad a ese individuo. Esta fue la norma de ac- cidn que goberné la discusién previa de trabajo de Hegel en la seccién “Sefiorio y servidumbze”, Bajo condiciones de tezror de Estado, ningtin in- dividuo trabaja, pues ningtin individuo es capaz de exteriorizar un objeto que lieve su firma: la conciencia ha perdido su capacidad de autoexpresién mediada y “no deja que nada se suelte para pasar a ser un objeto libre que so- bresalga sobre él” (§ 588). Aunque el individuo trabaja y vive en un régimen que se llama a sf mismo “universalidad” y “libertad absoluta”, el individuo no puede encontrarse a sf mismo en ef trabajo universal de libertad absoluta. Ciertamente, este fracaso del individuo para encontrar un lugar en este sistema absoluto (una critica del terror que anticipa la crftica de Kierkegaard a Hegel mismo} expone los limi- tes de esta nocién de universalidad, y por lo tanto contradice su pretensida ” Véase Homi Baba, The Location of Culture, Nueva York, Routledge, 1996, 28 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD de absolutismo. Seguin Hegel, para realizar una obra uno debe llegar a ser in~ dividuado; la libertad universal, desindividuada, 10 puede realizar una obra. ‘Todo to que puede hacer es dar rienda suelta a su furia, la furia de fa destruc cién. Asi, dencro de la condicién de terror absoluto, la autoconciencia real pasa a ser io opuesto de libertad universal, y lo universal es expuesto como restringido, lo que es decir que lo universal demuestra ser un universal falso. Dado que no hay espacio para la autoconciencia o ef individuo en estas con- diciones, y dado que no se puede realizar ninguna obra que cumpla con la norma de autoexpresién mediada, cualquier “obra” que aparece es radical- mente desfigurada y desfigurante. Para Hegel, la unica obra que puede apa- recer es una anti-obra, la destruccién misma, una nada que proviene de una nada. En su visidn, la inica obra y trabajo de libertad universal es, por lo tan- to, la muerte (§ 360). No sdlo es anulado el individuo y, por lo tanto, muerto, sino que esta muerte tiene un significado tanto literal como metaférico. El hecho de que los individuos fueron matados fécilmente en el Reino del Terror en pro de la “libertad absolura” esc4 bien documentado. Més aun, bubo individuos que sobrevivieron, pero esos no son “individuos” en sentido normativo. Despro~ vistos de reconocimiento y de la capacidad de exteriorizarse a través de obras, dichos individuos pasan a ser nulidades crryo timico acto es anular el mundo quc los ha anulado. Si nos preguntamos: jqué clase de libertad es esta?, la res- puesta que Hegel ofrece es que es “el punto vacfo del yo [sedf] absolutamente Libre”, “la mds fria y mezquina de todas las muertes”, no mds significativo que “cortar un repollo o tragar agua” (§ 590). “> Hegel estd exponiendo claramente lo qtie sucede cuando una faccién se eri- ge como lo universal y dice representar la voluntad general, donde la voluntad general supera las voluntades individuals de las cuales esté compuesta y por Jas cuales, en realidad, existe. La “voluntad” que es representada oficialmente por el gobierno es asf perseguida por una “voluntad” que es excluida de la fun- cién representativa, De este modo, el gobierno es establecido sobre la base de una economia paranoide en la cual debe establecer repetidamente su reivindi- cacién de universalidad borrando todos los remanentes de aquellas voluntades que excluye del dominio de la representacién. Aquellos cuyas voluntades no estan oficialmence representadas o reconocidas constituyen “una pura volun- tad irreal” (§ 591), y dado que esa voluntad no es conocida, es incesantemen- te sospechada. En un acceso aparentemente paranoide, fa universalidad »despliega y proclama las separaciones violentas de su propio fundamento. La REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 29 libertad absoluta se transforma en esta autoconciencia abstracta que entiende que ja aniquilacién es su trabajo, y elimina (aniquila) codo rastro de la altesi- dad que permanece adherida a ella. A esta altura de la exposicidn de Hegel, la figura de una universalidad ani- quiladora que asume una forma anisnada se asemeja al “Sefior de “Sefiorfo y servidumbre”. Cuando su aniquilacién pasa a ser objetiva para ella, esta “universalidad”, imaginada como un ser emocional, siente, se dice, el terror de la muerte: “el rerror de Ja muerte es la visidn de esa naturaleza negativa de sf misma” (§ 592). La universalidad no sdlo se ve a sf misma como negariva y; por lo tanto, como fo opuesto de lo que pensé que era; también experimen- ta la ransicién pura de un extremo al otro y, por ende, llega a conocerse co- mo transicin ~es decir, como aquella que tiene come actividad fundamental la negacién y aderés estd ella misma sujeta a negacién— Si bien al principio Ja universalidad denotd aquello que es autoidéntico a todos los seres humanos, pierde esa auto-identidad porque se niega a acomo- dar a todos los seres humanos dentro de su esfera, No sélo pasa a estar escin- dida entre una universalidad oficial y una espectral, sino que es desmembrada en un sistema de estamentos que refleja el cardcter dividido de la voluntad y Jas discontinuidades inherentes a esta versién de universalidad. Los que son desposeidos o permanecen radicalmnence no representados por la voluntad ge- neral o fo universal no alcanzan el nivel de lo reconociblemente humano den- tro de sus términos. El “humano” que esr4 fuera de esa voluntad general esté sujeto a que ella lo aniquile, pero ésta no es una aniquilacién de fa cual se puede derivar un significado: su aniquilacién es nihilismo, En términos de Hegel: “su negacién es fa muerte que no tiene significado, el mero terror de | lo negativo que no contiene nada positivo” (§ 594). Hegel describe las consecuencias nihilistas de las nociones formales de la universalidad en términos gréficos. En la medida en que la universalidad no logra abarcar toda particularidad y, por el contrario, es construida sobre una fundamental hostilidad a Ja particularidad, continda siendo y animando la hostilidad misma por la cual se funda. Lo universal puede ser lo universal s6- lo hasta el punto en que permanece inalrerado por lo que es particular, con- | creto ¢ individual. Por lo tanto, requiere la desaparicién constante y sin sentido del individuo, lo que es exhibido dramaticamente por el Reino del Tesror. Para Hegel, esta universalidad abstracta no sélo requiere esa desapari- cién y proclama esa negacién, sino que depende tanto de esa desaparicién que sin ésta no seria nada. Sin esa inmediatez desvaneciente, la universalidad sa er een nA ws ’ ‘ ee 30 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD misma, podriamos decir, desaparecerfa. Pero de cualquier manera, la univer- salidad no es nada sin su desaparicién, lo que significa, en términos hegelia- nos, que ella “es” la desaparicién misma. Una vez que se entiende que la transitoriedad de la vida individual es crucial para la opetacién de Ja univer~ salidad abstracta, la universalidad misma desaparece como el concepto que se supone incluye toda esa vida: “esta inmediatez desaparecida es la voluntad universal misma” (§ 594) Aunque pueda parecer que Hegel estd intentando llegar a una universali- dad real y todoinclusiva, no es éste el caso. En todo caso, lo que ofrece es una visidn de la universalidad que es inseparable de sus negaciones fundacionales. La trayectoria todoabarcadora del término es deshecha necesariamente por la exclusién de la particularidad sobre la cual descansa. No hay forma de intro- ducir la particularidad excluida en lo universal sin primero negar esa particu- laridad. Y esa negacién sélo confirmarfa una vez mds que la universalidad no puede proceder sin destruir aquello que intenta incluiz. Mds aun, Ja integra- cién de lo particular a lo universal deja su huella, un resto no integrable, que convierte a la universalidad en fantasmal para sf misma. * La lectura que he presentado aqui presupone que las ideas de Hegel no se pueden leer separadas de su texto. En otras palabras, no es posible recortar “la teorfa de la universalidad” de su texto y presenzarla en proposiciones separa- das y simples, porque la idea es desarrollada a través de una estrategia textual reiterativa. La universalidad no sélo es sometida a revisiones en el transcurso del tiempo, sino que sus sucesivas revisiones y disoluciones son esenciales a lo que ella “es”. El sentido proposicional de la cépula debe ser reemplazado por el especulativo. Podria parecer que tal concepcién temporalizada de universalidad tiene poco que ver con la region de Ia politica mds que considerar los riesgos poli- ticos de mantener una concepcidn estatica, que no logra dar cabida al reto, que rehiisa responder a sus propias exclusiones constitutivas. De este modo podemos llegar aquf a algunas conclusiones preliminares acerca del procedimiento de Hegel: 1) la universalidad es un nombre que pa- sa por significativas acreencias y reversiones de significado y no puede ser re- ducida a ninguno de sus “momentos” constitutivos; 2) es frecuentada * inevitablemente por el rastro de la cosa particular a la cual se le opone, y es- to toma la forma de a) una duplicacién espectral de la universalidad y b) una adhesidn de esa cosa particular a la universalidad misma, con lo cual expo- ne el formalismo de su reclamo como necesariamente impuro; 3) la relacién REFSCINIPICACION DE LO UNIVERSAL... 31 de la universalidad can su articulacién culcural es insuperable, es decir que cualquier nocién transculrural de lo universal estard manchada por las nor mas culcurales que intenta trascender; y 4) ninguna nocién de universalidad puede asenrarse fAcilmente dentro de la nocién de una “cultura” tinica, pues el concepto mismo de universalidad obliga a una comprensién de cultura co- mo una telacién de intercambio y una tarea de traduccién. En rérminos que podriamos llamar hegelianos, aunque Hegel misma no los haya usado, se ha- ce necesario ver la nocién de una “cultura” distinta y entitaria como esencial- mente otra para si misma, en una relacidn de definicién con Ia alteridad.® Y aqui no nos estamos refiriendo a una cultura que se define a si misma en comparacién con diva, porque esa formulacién preserva la nocién de “cultu- ra’ como un toralismo [swhodism]. Por el contrario, estamos intentando abor- dar Ja nocién de cultura en términos de un problema definivorio de traduccién, el cual esté significativamente relacionado con el problema de --"’ - traduccién transcultural en el que se convirtié el concepto de universalidad. Esta coyuntura de mi argumento es un lugar en el cual mis diferencias con, Laclau y Zigek se pueden entender muy claramente. Una diferencia que es sin, duda manifiesta es que mi aproximacién a Hegel se basa sobre un cierto con- junro de presunciones literarias y retdricas acerca de cémo se genera el signi- ficado en su texto. Por lo tanto, opongo el esfuerzo de interpretar a Hegel en términos formales 0, en realidad, presentarlo como compatible con un for- malismo kantiano, con algo que Zidek ha hecho oportunamente.? Cualquier esfuerzo por reducir el propio texto de Hegel a un esquematismo formal es- tard sujeto a exactamente la misma critica que Hegel ha oftecide con respecta a todos esos formalisms, y sujeto a las mismas zozobras. Cuando lee “la ‘Légica de la Esencia’ de Hegel”,!° Zizek considera la para doja hegeliana de que lo que sea que una cosa “es” estd determinada por sus; condiciones externas, es decir, las condiciones histéricas de su surgimiento, de” las que adquiere sus atributos especificos: “después de descomponer un obje- to en sus ingredientes, buscamos cn ellos en vano algin rasgo espectfico que mantiene unida esa multitud y la presenta come una cosa tinica, idéntica a sf £ Con respecto a esta cuestion de definicién, véase Johannes Fabian, Time and the Others Mow Anthropology Makes its Object, Nueva York, Columbia University Press, 1983, > ‘Véase Slavoj Zitek, Jarying awith the Negative: Kant, Hegel, and the Critique of Ideology, Durham, Carolina del Norte, Duke University Press, 1993. 10 Tem, 32 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD misma” (p. 148). Este esfuerzo por encontrar el rasgo definidor interno al ob- jeto es, sin embargo, desbararado por el reconocimicnto al que nos referimos més atriba~ de que una cosa esti condicionada por sus circunstancias externas. Lo que sucede, segtin Zitek, es que un “gesto tautolégico, puramente simbéli- oo [...] presenta estas condiciones externas como las condiciones-componentes de la cosa” (idem). En otras palabras, las condiciones que son. externas a la co- _sa son formuladas como internas ¢ inmanentes a ella misma. Mas aun, al mis- “mo tiempo que las condiciones externas y arbitrarias son presentadas como rasgos inmanentes y necesarios de ta cosa, ésta est también sustentada y unifi- cada por este acto performative de definicién. Esto es a lo que Zitek se refiere como “el tantoldgico ‘retorno de la cosa a sf misma” (idem). Esta “formula- cién” es un artilugio, sin dudas, pero un artilugio necesario y fundacional, y, para Zizek, roma la forma de un casgo universal de toda mismidad. ” Fitek continita su exposicién proponiendo un paralelo entre ese momento hegeliano y lo que Lacan llama poiat de capiton, donde aparece un signo arbi- trario no sélo como esencial para su significado sino que organiza activamente la cosa bajo el signa mismo. Con su caracteristico humor y osadia, Zizek en- tonces sugiere que esa nocién lacaniana se puede ilustrar fcilmente con el ti- burdén asesino de jaws [Tiburdnl, la pelicula de Spielberg, que “oftece un ‘contenedor’ comin para [...] los miedos inconsistentes, que flotan con liber~ tad” (p. 149), sociales por naturaleza, tales como las intrusiones del gobierno y las grandes ernpresas, fa inmigracidn, la inestabilidad politica. El point de capiton o “contenedor” “sujera” y “materializa” este conjunto ingobernable de significados:sociales y “bloquea una mayor investigacién del significado so- cial” (fdem). Lo que a mf me interesa cn esta exposicidn es el cardcter formal y transfe- tible def acto performativo que Zizek identifica tan diestramente. jEs ef acto de formulacién tautoldgica por el cual una condicién externa llega a aparecer como inmanente lo mismo que el point de capiton? ;Puede el ejemplo de cul- tura popular ser usado para ilustzar ese punto formal que es, por decirlo de algtin modo, ya real antes de su ejemplificacién? El punto de Hegel en con- tra de Kant era, precisamente, que no se puede identificar rales estructuras primero y luego aplicarlas a sus ejemplos, porque en la instancia de su “apli- cacién” pasan a ser otra cosa diferente. El vinculo entre formalismo teérico y una aproximacidn cecnoldgica al ejemplo se hace explicito aqui: la teorfa es aplicada a sus ejemplos y su relacién con su ejemplo es una relacién “exter- na’, en términos hegelianos. La teorfa es articulada sobre su autosuficiencia y REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 33 juego cambia de registro sdlo con el propésito pedagdgico de ilustrar una ver- dad ya cumplida, Si bica tengo objeciones que hacerle a la aproximacién tecnoldgica a la teo- rfa y al vinculo entre formalismo y tecnologia que deja fuera a su objeto, mi mayor preocupacién tiene que ver con cdmo leemos el momento de azbitra- tiedad y cémo nos aproximamos al problema del remanente. Zizek nos ofre- ce una herramienta que podemos utilizar en una gran diversidad de contexvos para ver cémo opera una fancién constituidora de identidad transejemplar, Emerge un. conjunto de temores y angustias, un nombre es adjudicado re- troactiva y arbitratiamente a esos temores y angustias: de repente, ese racimo de temores y angustias se vuelve una sola cosa, y esa cosa J[ega 2 funcionar co- mo una causa o un fundamento de lo que sea que estd perturbando. Lo que al ptincipic aparecié como un campo desorganizado de angustia social es transformado por una cierta operacién performativa en un universo ordena- do con una causa identificable. No hay duda de que hay una gran capacidad analitica en esta formulacién y su brillo da cuenta sin duda de la reputacion de crftico social abrasive que se ha ganado Zizek, Pero jcudl es el lugar y tiempo de esta operacién performativa? ;Ocurre en todo lugar y momento? ;Es un rasgo invariable de cultura humana, del len- guaje, del nombre, o estd restringida a los poderes del nominalismo dentro de la modernidad? Como herramienta que puede ser tanspuesta de cualquier contexto a cualquier objeto, opera precisamente como un fetiche tedrico que repudia las condiciones de su propia emergencia. Zizek aclara bien que ese gesto tauroldgico por el cual un objeto es for- mado, definide y subsiguientemente animado como una causa es siempre solamente tenue. La contingencia que el nombre busca dominar retorna pre- cisamente como el espectro de la disolucién de ta cosa; La rela cidn entre esa contingencia y la adjudicacién de necesidad es dialéctica, segtin Zitek, dado que"tn término puede fAcilmente convertirse en el otro. Ademés, el acto es un acto que puede encontrarse tanto en Kant como en Hegel. Para Hegel, “es sélo el acto libre del sujeto de ‘poner el punto sobre lai’ lo que instala retroac- tivamente la necesidad” (p. 150)..Mds adelante, Zitek argumenta: “el mismo gesto tautolégico ya est4 operando en Ia analitica de la razén pura de Kant: Ja sintesis de la multitud de sensaciones en la representacién del objeto [...] [implica] la formulacién de una X como el sustrato desconacido de las sen- saciones fenomenales percibidas” (idem). Esa “X.” es formulada, pero precisa- mente est4 vacfa, sin contenido, un “acto de pura conversién formal” que 34 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD confiere unidad y constituye el acto de simbolizacién que Zitek encuentra igualmente ejemplificado en e! trabajo de Hegel y Kant. Lo que es necesario para que este acto de simbolizacién tenga jugar es una cierta funcién lingiifstica de la formulacién, lo que retroactivamente le con- fiere necesidad al objeto (significado) mediante el nombre (significaate) que usa. Uno podria especular: el acto de simbolizacién se desarma cuando se da “cuenta de que no puede mantener la unidad que produce, cuando Jas fuerzas sociales que busca doiinar y unificar atraviesan el barniz doméstico del nombre. Curiosamente, sin embargo, Zizek no considera la fractusa social de este acto de simbolizacién, sino que se centra, en cambio, en el “excedente” que es producido por este acto de formulacién. Hay una expectativa de sig- nificado, una sustancia, que es de inmediato producida y desbaratada por el acto formal de formulacién. La identidad que el nombre confiere resulta es- tar vacla y este insight sobre su vacuidad produce una posicién critica sobre los efectos naturalizantes de ese proceso de nombrar. El emperador no tiene ropas y nosotros nes encontramos de algtin modo liberados de las légicas pre- juiciosas y fébicas que establecen a los “judfos” u otra minoridad étnica co- _mo la “causa” de una serie de angustias sociales. Para Zidek, el momento cx{tico emerge cuando somos capaces de ver que esta estructura se quiebra, y cuando la fuerza sustancial y causal atribuida a una tinica cosa a través del nombre queda expuesta como una atribucién arbitraria. De modo similar, esto sucede cuando pensarmos que hemos encontrado un punto de eposicién ala dominacién y luego nos damos cuenta de que ese punto mismo de oposicién es el inscrimento a través del cual opera la domi- nacién, y que sin querer hemos fortalecido los poderes de dominacidn a tra~ ves de nuestra participacidn en la tarea de oponernos. La dominacidn aparece con mayor eficacia precisamente como su “Otro”. El colapso de la dialéctica nos da una nueva perspectiva porque nos muestra que el esquema mismo por el cual se distinguen dominacién y oposicién disimula el uso instramental que la primera hace de la ltima. En. éstas y muchas otras instancias, Zizek nos da una perspectiva crftica que implica repensar la manera en que necesidad, contingencia y oposicién son pensadas dentro de la vida cotidiana. Pero ; adénde nos !leva esto? La ex- posicién de una aporfa, aun una aporia constitutiva al nivel de lo performa- tivo lingiifstico, strabaja al servicio de un proyecto contra-hegeménico? ;Cudl es Ja relacién de esta exposicién formal de sustancia. falsa y contradiccién falsa con el proyecto de Ja hegemonfa? Si esas son algunas de las trampas que la he- REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 35 gemonfa usa, algunas de las formas como llegamos a ordenar el mundo social frente a su contingencia, entonces es indudablemente penetrante. Pero si no podemos ver cémo puede proyenir algo nuevo de tales estructuras invaria- bles, :nos sirve ver cémo se pueden forjar nuevas articulaciones sociales y po- {fticas a partir de la subversién de fa actitud natural dentro de Ja cual vivimos? Mas aun, hay una diferencia aqui entre una descripcién estructural y una cultural de la performatividad, entendida como la funcién de postulacién del lenguaje. Zizek. muestra cémo esta postulacidn crea la apariencia de su base y causalidad necesazias, y esto es seguramente no diferente de la descripcién de performatividad del género que he ofrecido en Ei género en disputa’’ y en otros trabajos. Allf sugiero que la performance del género crea la ilusién de una sustancialidad anterior —un yo [seff] con género central- y construye los efectos del ritual performativo del géncro como emanaciones necesarias o consecuencias causales de esa sustancia anteriot Peto mientras Zizek afsla los rasgos estructurales de la formulacién lingiifstica y ofrece ejemplos culturales para ilustrar esta verdad estructural, yo estoy més preocupada, creo, por re- pensar la performatividad come ritual cultural, como la relteracién de nor- mas culturales, como el Aabitus del cuerpo en el cual las dimensiones estructurales y sociales de significado no son finalmente separables. Parece importante recordar que “hegemonia” ~segitin es definida por An- tonio Gramsci y elaborada por Chantal Mouffe y Ernesto Laclau en Hegemo- nia y estrategia socialista— implicaba centralmente Ja posibilidad de nuevas articulaciones de formaciones polfticas. Lo que Ziel nos aporta es un insight en las estructuras aporéticas y metalépticas invariables que afligen a toda pet- formatividad dentro de ja politica. La inconmensurabilidad entre la formula- cién generalizada y sus ejemplos ilustrativos confirma que el contexto de las reversiones que ¢l identifica es extrinseco a las estructuras de las reversiones. ‘También hegemonia involucrd una interrogacién critica del consentimiento, y me parece que Zikek continiia esta tradicién mostréndonos cémo el poder nos obliga a consentir aquello que nos constrifie, y cémo nuestro mismo sen- tido de libertad o resistencia puede ser el inserumento disimulado de domi- nacién. Pero lo que me queda menos claro es cémo va uno mas alld de tal inversidn dialdctica o tmpasse hacia algo nuevo, ¢Cémo podria lo nuevo pro- ducirse a partir de un andlisis del campo social que permanece restringido a 1 Véase Judith Budes, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Nueva York, Routledge, 1990 [traduccién castellana: El género en disputa, México, Paidds]. 36 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD inversiones, las aporias y las reve ones que operan independientemente del momento y el lugar? ;Estas reversiones producen algo que no sean sus pro- pias repeticiones esteucturalmente idénticas? El otro aspecto de la hegemonia, el cual se ocupa de las nuevas articulacio- nes politicas del campo social, estructura el reciente trabajo de Laclau. Como he sugerido envotros lados,'* tengo algunas dudas con respecto a si la tesis laca~ niana del trabajo de Laclau, que enfatiza lo Real como el punto limite de toda formacién de sujeto, es compatible con el andlisis social y politico que pre- senta. No hay dudas de que no es lo mismo si uno entiende la incompletitud invariable del sujeto en términos de los limites establecidos por lo Real, consi- derado como ei punto donde la autorrepresentacidn fracasa y falla, o como fa incapacidad de la categoria social para caprurar la movilidad y compléjidad de las personas (véase ef ultimo trabajo de Denise Riley).3 En cualquier caso, esa no es mi principal preocupacién aqui. Si bien Laclau nos ofrece una nocién di- ndmica de hegemonfa que busca encontrar localizaciones sociales para lo{poli- ticamente nuevo, tengo algunas dificultades con su manera de presenitar el problema de lo particular y le universal. Proponge, entonces, dedicarnos a al- gunas de sus uiltimas formulaciones de ese problema y volver a considerar el problema de universalidad y hegemonia hacia el final de esta discusién. En se volumen publicado The Making of Political Identities,M Laclau des- taca un “doble movimiento” en la politizacién de identidades de fines del si- glo Xx: Hay una declinacién de los grandes actores histéricos y de aquellos espacios pubiicos centrales donde se habfan tomado en el pasado las decisiones signi- ficativas para la sociedad en su conjunto, Pero, aJ mismo tiempo, hay una po- litizacién de vastas dreas de Ja vida social que abre el camino para una proliferacién de identidades particularistas (p. 4). Ocupado con los desaffos impuestos por “la emergencia de una pluralidad de sujetos nuevos que han escapado de los marcos cldsicos” ({dem), Laclau pasa a teflexionar sobre el desaffo que estos particularismos imponen al esquema ilu- 12 Véase el inteccambio de ideas entre Ernesto Laclau y Judith Butler en el articulo autorizado por ambos “Uses of Equality”, ea: Diaerisies 27.1, primavera de 1997. '3 Denise Riley, The Words of Selves: Identification, Solidarity Irony, Stanford, California, Stan- ford University Press, 2000. '4 Ernesto Laclau (comp.), The Making of Political Identities, Londres y Nueva York, Verso, 1994. REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL.. 37 minista en el cual los reclamos universales del sujeto son un prerrequisito para la politica en su verdadero sentide.? La discusién mis sustentada de Laclau sobre la universalidad en selacion con las actuales demandas politicas de particularismo se encuentra en Eman- cipation(s),!® donde él intenta derivar una concepcién de universalidad a partir la cadena de equivalencias, concepto que es central para Hegemonia y estrate- gia sovialista, publicado una década antes. En Emuncipation(s), Laclau intenta mostrar que cada identidad particular nunca estd completa en su esfuerzo por lograr la autodeterminacién. Una, identidad particular es entendida come atada a un contenido especffico como género, raza o etnia. El rasgo estructu- ral que se supone que todas estas identidades comparten es una incompleti- tud constitutiva. Una identidad particular se convierte en una identidad en virtud de su localizacién relativa en un sistema abierto de relaciones diferen- ciales. En otras palabras, una identidad es constituida a través de su diferen- cia con un conjunto ilimitado de otras identidades. Esa diferencia es.definida en el curso de la exposicién de Laclau como una relacién de egelusion ylo an- tagonismo. El punto de referencia de Laclau aqui es Saussure mds que Hegel, y esto implica que las diferencias que constituyen (¢ invariablemente limitan) la postulacién de identidad no son de cardcter binario y que pertenecen a un campo de operacién que carece de totalidad. Se podria argumentar contra el tropo de la filosoffa de Hegel como “totalizante”.'” y también se podria sefia- lar que Laclau ofrece una revisién posestructuralista de Saussure en esta dis- cusién, pero tales debates sobre el estacus de la totalidad, si bicn son importantes, nos lievarian en otra direccién, De cualquier modo, estamos de '5 Joan Wallach Scott (Only Pantdaxes to Offer: French Feminists and the Rights of Man, Cam- bridge, Massachussets, Harvard University Press, 1996) muestra cémo las veivindicaciones ferninistas de 1a Revolucion Francesa eran dobles invariablemente y no siempre internamen- ze reconciliadas: tanto una reivindicacién especifica acerca de los derechos de las mujeres co- mo una reivindicacién universal acerca de su personerfa. En realidad, creo que la mayorfa de las luchas por los derechos de la minotia emplean tanto estrategias particularistas como universalistas simultdneamente, con lo cual producen un discurso politico que sostiene una velacién ambigua con las nociones ilaministas de universalidad, Con respecto a otza desta- cada formulacin de esta paradéjica coineidencia de las reivindicaciones particulates y uni- versales, véase Paul Gilroy, The Blick Aslantic: Modernity and Double Consciousness (Cambridge, Massachussets, Harvard University Press, 1993). \6 Ernesto Laclau, Emancipation(s), Londres y Nueva York, Verso, 1996. 1 Véase el nuevo Prefacio a Judith Butler, Subjects of Desire: Hegelian Reflections in Tiventierh- Censury France (1987), Nueva York, Columbia University Press, 1999. 38 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD acuerdo, creo, en que el campo de las relaciones diferenciales de las cuales emergen todas y cada una de las identidades particulares debe ser ilimitado. | Mas aun, la “incompletitud” de todas y cada una de las identidades es el re~ ‘ sultado directo de su emergencia diferencial: ninguna identidad particular -| puede emerger sin suponer y proclamar fa exclusidn de otras, y esta exclusién | constizutiva o anragonismo es la misma condicién compartida de toda cons- . fituciéa de identidad. "Lo que resulta interesante es el papel que este campo ilimitado de defini- ciones con bases diferenciales juega para Laclau en la teorizacién de la uni- versalidad. Cuando Ja cadena de equivalencias es manejada como una categoria politica, se requiere que las idencidades particulares reconozcan que comparten con ouras identidades la situacién de una determinacién necesa- riamente incomplera. Bilas son fundamentalmente el conjunto de diferencias por las cuales emergen, y este conjunto de diferencias constituye los rasgos ¢: tructurales del dominio de sociabilidad politica. Si cualquiera de esas identi- dades particulares busca universalizar su propia situacidn sin reconocer que otras identidades estén en una situacién estructural idéntica no logrard conse- _ guir una alianza con otras identidades emergentes ¢ identificard erréneamen- te el significado y el lugar de la universalidad misma. La universalizacion de lo particular busca elevar un contenido especifico a condicién global, constru- yendo un imperio de su significado local. El lugar donde la universalidad serd encontrada es, segtin Laclau, como un “lugar vacfo pero inerradicable” (p. 58). No es una condicién supuesta o una condicién a priori que debe ser descu- bierta y articulada, y no es el ideal de lograr una lista completa de todos y cada _ uno de los particularismos que serfan unificados por un contenido compar- tido. Paraddjicamente, eg la ausencia de ese.contenido compartido lo que .constituye la promesa de universalidad: si el lugar de lo universal es un lugar vacio y no hay una razén a priori para que el mismo no sea llenado por cualquier contenido, si las fuerzas que llenan ese lugar estan constitutivamente escindidas entre las politicas concretas que promueven y Ia habilidad de esas politicas para Henat el lugar vacfo, el len- guaje politico de cualquier sociedad cuyo grado de institucionalizacién ha si- do, en cierto grado, sacudido o socavado, también estard escindido (p. 60). De este modo, Laclau identifica una condicidn comin a toda politizacién, pero es precisamente no una condicién con un contenido: es, en todo caso, REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 39 la condicién por la cual cualquier contenido especifico fracasa completamen- te en consticuir una identidad, una condicidn de fracaso necesario que no sé- lo pertenece universalmente sino que es el “lugar vacio ¢ inerradicable” de la universalidad misma, Una cierta rensién emerge dentro de cualquier formea- cién politica en tanto busca llenar ese lugar y advierte que no puede. Fete fra~ caso para flenar el lugar es, sin embargo, precisamente fa promesa fatura de universalidad, su estatus como un rasgo ilimitado ¢ incondicional de toda ar- ticulacién politica. Asf como es inevitable que una organizacién politica postule la posibilidad de llenar ese lugar como un ideal, igualmente inevitable es que no pueda ha- cerlo, Por més que este fracaso no pueda ser directamente perseguido como el “objetivo” de la politica, s{ produce un valor, ciertamente, el valor de univer- salidad del que ninguna polftica puede prescindir. De este modo, el objetivo de la politica debe entonces cambiar, parece, para acomodar precisamente ese fracaso coro una fuente estruceural de su alianza con tales otros movimientos politicos, Le que es idéntico a todos los términos en una cadena de equivalentes [...] sélo puede set la plenitud pura, abstracia y ausen- te de la comunidad, la cual carece de toda forma directa de representa- cién y se expresa a través de la equivalencia de los términos diferenciales [...] ° es esencial que la cadena de equivalencias permanezca abierta: de our modo su certamiento sdlo podria ser el resultado de una diferencia més, especifica~ ble en su pacticularidad, y no nos veriamos confroncados con la plenitad de Ja comunidad como una ausencia (p. 57). Linda Zerilli explica la concepcién de lo universal de Laclau en estos tésmi- nos: “Este universalismo no es Uno: no es algo (esencia o forma) preexistente alo cual los individuos acceden sino, en todo caso, el logro fragil, cambiante y siempre incompleto de la accidn politica; no es el comtenedor de una presen- cia sino el que tiene el lugar de una ausencia’.!® Zerilli muestra diestramente que —con el debido respeto 2 Zizek~ la “incompletitud” de la identidad en fa teorfa politica de Laclau no puede reducirse a lo Real lacaniano ¢ insintia que lo universal no estaré fundado en una condicidn lingufscica 0 psiquica del su- jeto. Mas aun, no se lo encontrard como un ideal regulador, una postulacién 8 Linda M. G. Zerilli, “The Universalism Which is Not One”, en: Diacvities 28.2, verano de 1998, p. 15. Véase en particular su convincente critica de Naomi Schor, 40 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD utépica, que trasciende lo particular, pero siempre sera “relaciones de diferen~ cia polfticamente articuladas” (p. 15). Poniende el énfasis en lo que Laclau llama la “adhesién parasitaria” de lo universal a algtin parcicular, Zerilli argu- menta que lo universal se encontrard sélo en la cadena de parriculares. Como parte de su planteo, Zerilli cita el trabajo de Joan Wallach Scott, cuyo reciente andlisis del feminismo francés en la Francia posrevolucionaria ofrece una reformulacién implicira de la posicién de Laclau. Zerilli explica que Scott rastrea la “necesidad tanto de aceptar como de rechazar la “diferencia sexual? como una condicién de inclusién en lo universal” (p. 16). En Only Pa- radoxes to Offer, Scout sostiene que las feministas francesas de los sigios XVI y Xix debieron reclamar sus derechos sobre la base de su diferencia, pero tam- bién debieron argumentar que sus reclamos eran una extensidn légica de la liberacién universal. La reconciliacidn de la diferencia sexual con Ja universa- jidad tomé diversas formas tacticas y paraddjicas, pero muy rasas veces esas posiciones pudieron superar una cierta formulacién disonante del problema. Argumentar en favor de la diferencia sexual podfa significar argumentar a fa- vor del particularismo, pero también podia ser —si se acepta el estatus finda- cional de fa diferencia sexual para toda la humanidad— apelar direceamente a __ lo universal. Zerilli entiende que Scott ofrece una formulacién inversa, pero complementaria, ala de Laclau. Mientras Laclau muestra que 1a incompleti- tud estructural de cada reclamo particular est4 implicada en un universal, “Scott muestra que no hay posibilidad de extraer el reclamo universal de lo particular. Me agregaré a esta discusién tan sélo sugiriendo que Scott desta : ca la algunas veces indecidible coincidencia de particular y universal, mos- tzando que el mismo término “diferencia sexual” puede denotar to particular ‘en un contexto politico y lo universal en otro. Su trabajo parece provocar la siguiente pregunta: sabemos siempre si un reclamo es particular o universal, y qué sucede cuando la semantica del reclamo, gobernado por el contexto po- iftica, hace que la distincién sea indecidible? Querrfa plantear dos preguntas acerca de la exposicidn anterior: una nos retrotrae a Hegel y la relacidn entre Jo particular y lo universal; {4 otra nos ile- va ala cuestién de la traduccién cultural que se mencioné antes brevemente. Primero: gqué significa precisamente encontrar lo universal tanto ev la rela- cién entre particulares como inseparable de esa relacién? Segundo: la relacién entre particulares que Laclau y Zerilli analizan, jdebe transformatse en una relacién de traduccién cultural si lo universal ha de convertirse en un concep- to activo y operativo en la vida polftica? REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 4} La primera pregunta nos exige considerar el estavus de esta incompletitud estructural de la identidad, ;Cual es el nivel estruceural que garantiza esta no completacién? El argumento de Laclau se funda en el modelo de lenguaje de Saussure y la tcemprana apropiacién que Foucault hace de aquél en La argueo- logia del saber, algo que ha influenciado por cierto mi trabajo y también el de Zizek. La nocién de que toda identidad-es postulada en un campo de re- laciones diferenciales es suficientemente clara, pero si esas relaciones son pre- sociales, a si consticuyen un nivel estructural de diferenciacién que condiciona y estructura lo social pero se distingue de éste, estamos localizan- do lo universal en otro dominio incluso: en el de los rasgos estructurales de todos y cualquiera de los lenguajes. ;Es esto significativamente diferente de identificar lo universal en las presuposiciones estructurales del acto de habla, en Ja medida en que ambos proyectos elaboran una descripcién universal de algunas caracterfsticas del lenguaje? Tal enfoque separa el andlisis formal del lenguaje de su sintaxis y seman- tica social y cultural, y esto ademas sugiere que Jo que se dice acerca dei len- guaje se dice acerca de todos los que usan el lenguaje, y que sus formaciones sociales y politicas particulares seran sdlo instancias de una verdad mds ge- neralizada y no contextual acerca del lenguaje mismo, M4s aun, si concebi- mos la universalidad como un Jugar “vacio” que es “Ilenado” por contenidos espectficos, y ademas entendemos que los contenides con los cuales el lugar vacio es llenado son significados politicos, entonces le ponemos una exterio- tidad de politica al lenguaje que parece deshacer el concepto mismo de per- formatividad politica que Laclau postula. ;Por qué pensar la universalidad como un “lugar” vacfo que espera su contenido-en un heche anterior y sub- siguiente? ;Estd vacfo simplemente porque ya repudié o suprimid el conte- nido del cual emerge y dénde esta el rastro de lo repudiado en la estructura formal que emerge? El reclamo de universalidad siempte tiene lugar en una sintaxis dada, a tra- vés de un cierto conjunto de convenciones culturales en un terreno reconoci- ble. En verdad, el reclame no puede ser efectuado si no es reconocido como un reclamo. Pero jqué orquesta lo que serd y lo que no serd reconocible como un reclamo? Esrd claro que hay una retérica determinante para la aseveracién de 19 Michel Foucault, The Archaeology of Knowledge & The Discourse on Language, wad. de Alan Sherida, Nueva York, Pantheon Books, 1972 [traduccién castellana: La arqueologia del saber, México, Siglo XX1}. 42 CONTINGENCIA, HEGEMONTA, UNTVERSALIDAD universalidad y un conjunto de normas gue son invocadas en el reconoci- miento de tales reclamos. Més aun, no hay consenso cultural 2 nivel interna- cional acerca de lo que deberfa y no deberfa ser un reclamo de universalidad, quién puede hacerlo y qué forma deberfa tomar. As{, para que el reclamo fun- cione, para que concite consenso, y para que, performativamente, promulgue la universalidad misma que enuncia, debe experimentar un conjunto de tra- ducciones a los diversos contextos retéricos y culturales en Jos cuales se for- jan el significado y la fuerza de los reclamos universales. Significativamente, esto implica que ninguna afirmacién de universalidad tiene lugar seperada de una norma cultural y, dada la serie de normas en conflicro que constituyen el campo internacional, toda afirmacién que se enuncie requiere de inmediato una traduccién cultural. Sin traduccién, el concepto mismo de universalidad no puede atravesar las fronteras lingiifsticas que, en principio, sostiene ser ca- paz de atravesat. O podziamos decirlo de otra forma: sin traduccién, el dni- co modo en que la aseveracién de universalidad puede atravesar una frontera es a través de una légica colonial y expansionista. Un reciente resurgimiento del anglofeminismo en Ja academia ba busca- do replantear la importancia de hacer reclamos universaies con, respecto a las condiciones y derechos de la mujer (Okin, Nussbaum), independientemente de las normas prevalecienres en fas culturas locales y sin hacerse cargo de la tarea de traduccién cultural. Este esfuerzo por invalidar el problema que las culturas locales presentan para el feminismo internacional no entiende el ca- racter parroquial de sus propias normas y no toma en. consideracién la mane- ra en que funciona ci feminismo en total complicidad con los objetivos coloniales de los Estados Unidos al imponer sus normas de ciudadania bo- rrando y destruyendo las culturas locales del Segundo y el Tercer Mundo. Por supuesto, fa traduccién misma puede también funcionar en total complici- dad con la légica de la expansién colonial, cuando Ja traduccién se convierte en el instrumento a través del cual los valores dominantes son trasladados al lenguaje de los subordinados y los subordinados corren el riesgo de llegar a conocerlos y entenderlos como sefales de su “liberacién”. Pero esta es una visidn limitada del colonialismo, una visién que supone que lo colonizado emerge como un sujeto de acuerdo con normas que son clara, reconociblemente eurocentrales. Segtin Gayatri Chakravorty Spivak, el “universalismo” as{ como el “internacionalismo” vienen para dominar una” politica centrada en el sujeto de derecho, por eso ocluyen desde la teorizacién de les pueblos subordinados la fuerza del capital global y sus formas diferen- E i eseisaicnieeneaa REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 43 ciales de explotacién. En palabras de Spivak, atin tenemos que pensar esa forma de vida empobrecida que no puede ser articulada por la categorfa eurocentral del sujeto. La narrativa de la autorrepresentacién politica es, para ella, parte de un cierto izquierdismo dominante pero no proporciona todo lo que cons- tituye el sitio de resistencia hegeménica. En “Can the Subalrern Speak?”,? Spivak observa: “para los intele Deleuze y Foucault] es imposible imaginar e} poder y el deseo que habiraria en el sujeto innombrado del Otro de Europa’ (p. 280). La exclusién del otro subordinado de Europa es tan central para la produccién de regimenes epis- témicos europeos “que el subalterno no puede hablar”, Spivak no quiere de- cir con este reclamo que el subalterno no exprese los deseos de ella, no forme alianzas poifticas ni produzca efectos cultural y polfticamente significativos, sino que dentro de la conceptualizacidn dominante de representatividad, la representatividad de ella permanece ilegible. El punto no serfa extender un ré- gimen violenco para incluir al subalterno como uno de sus miembros: ella es- 14, en realidad, ya incluida allf y es precisamence el modo en que es incluida el que efectiia la violencia de su borramiento. No hay “otro” allf, en el sitio del tuales franceses [se refiere principalmente a subalterno, sino una serie de pucblos que no pueden ser homogeneizados o cuya homogeneizacién es el efecto de la violencia epistémica misma. El inte. Jectual del Primer Mundo no puede abstenerse de “epresentar” al subalterno, - pero la tarea de representacién no serd facil, especialmente cuando se trata de una existencia que requiere una traduccidn, porque la traduccién siempre co- rre el riesgo de una apropiacién. En su ensayo, Spivak aconseja y pone en vir gencia una prdctica autolimitadora de traduccién culcural por parte de los intelectuales del Primer Mundo. Al tiempo que rechaza simuftdneamente la “romantizacidn de lo tribal” y ef ardid de la transparencia que es el instrumento de fa “razén” colonial, Spivale ofrece la traduccidn cultural como una teoria y prdctica de responsabilidad politica.” Ella se refieve a Mahasweta Devi, cuya literatura de ficcién femi- nista tradujo, como un subalterno que habla. Pero aqui no debemos pensar 2° Gayatri Chalcavorty Spivak, “Can the Subaltern Speak?”, en: Cary Nelson y Lawrence Grossberg (comps.), Marxism and the Faterprecation of Culture, Urbana, University of Illi- nois Press, 1988. 2\ Gayatci Chakravorty Spivale, Prefacio del uraductor y Epflogo de Mahasweta Devi, “Imagi- nary Maps” en Donna Landry y Gerald MacLean (comps), The Spivak Reader, Nueva Yorke, Routledge, 1996, p. 275. 44 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD que sabemeos lo que es “hablar”, puesto que lo que resulta claro en estas his- torias es que la escritura de Devi es menos una sintesis de los discursos dis- ponibles que una cierta “conexiéa vielenta” entre discursos, que muestra los filosos costados de todos los discursos disponibles de colectividades. ;Pode- mos leer para la hegemontfa sin saber c6mo leer para la movilidad de este G- po de exclusién, sin suponer por adelantado que la tarea del traductor sera poner a esos escritos en formas de representacién legibles para una audiencia angloeuropea? En este sentido, la tarea del traductor poscolonial es, podrfa~ mos decir, precisamente poner en relieve la no convergencia de discursos, de modo que uno pueda conocer, a través de las mismas rupturas de Ja narrati- vidad, las violencias fandacionales de una episieme. La traduccién puede tener su posibilidad contracolonialista, puesto que también expone los limites de lo que el lenguaje dominante puede manejar. No siempre ocurre que e| cérmino dominante al ser taducido al lenguaje (giros idioméaticas, narmas discursivas e institucionales) de una cultura subordinada si- ga siendo el mismo. En realidad, la figura misma del término dominate puede alterarse al ser imitada y redesplegado en ese contexto de subordinacién. De esta manera, el énfasis de Homi Baba en la escisidn del significante en el con- texto colonial busca mostrar que el maestro ~para usar la jerga hegeliana— pier- de algo de su pretensién de prioridad y originalidad precisamente por ser tomado por un doble mimético. La mimesis puede realizar un despiazamien- to del primer sérmino o, en realidad, revelar que el término es otra cosa que una serie de desplazamientos que reduce cualquier reclamo al significado pri- mario y anténtico. No existe, por supuesto, traduccién sin contaminacidn y no hay ningtin desplazamiento mimético del original sin una apropiacién del término que lo separa de su autoridad putativa. Al poner énfasis en Ja localizacién cultural de la enunciacién de universa- lidad, se ve no sdlo que no puede haber una nocidn operativa de la universali- dad que no asuma los riesgos de la traduccién sino que el propio reclamo de universalidad esta ligado a varios escenarios sintdcticos dentro de la cultura, que hacen imposible separar lo formal de los rasgos culturales de todo recla- mo universalista, Ambos, la forma y el contenido de [a universalidad, son muy discutidos y no pueden set articulados fuera del escenario de su controversia. Utilizando el lenguaje de la genealogia de Foucault, podriamos insistir en que la universalidad es un “surgimiento” [Ewtstehung] o un “no lugar”, “una meza distancia, que indica que los adversarios no pertenecen 2 un espacio comin. En consecuencia, nadie es responsable de un surgimiento: nadie puede vanaglo- REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 45 siarse de ello dado que siempre ocurre en el intessticio”.”” Sostener que la uni- versalidad es un “sitio de contienda” ha pasado a ser algo asi como un t6pico académico pero no asf considerar el significado y la promesa de esa contienda. Por un lado tal como Laclau y Zizek saben muy bien y Etienne Balibar ha dejado bien en claro—,”* la universalidad se usé para extender ciertas compren- siones colonialistas y racistas del “hombre” civilizado, para exchuir ciertas pobla- ciones del dominio de lo hurnano y para producirse a si misma como una categoria falsa y sospechosa. Cuando comenzamos la critica de tales noclones de universalidad, podrfa parecer a algunos ~especialmente los habermasianos— que nosotros operamos con otro concepto de universalidad en mente, un con- cépto que serfa realmente omniabarcativo. Laclau ha argumentado persuasi- yamente que ningtin concepto de universalidad puede ser omniabarcativo, y que si éste abarcaza todos los contenidos posibles no sdlo cerrarfa el concepto de tiempo sino que adems arruinarfa la eficacia polftica de la universalidad. La universalidad pertenece a una lucha hegeménica de final abierto. 2Pero qué sucede entonces cuando un grupo despojado de derechos ciu- dadanos procede a reclamar “universalidad”, a reclamar que deberfa ser apro- piadamente incluido dentro de su esfera de accién? ;Presupone ese reclamo una nocién mds amplia y fundamental de universalidad, o es que ¢! reclamo es performativo, produciendo una nocidn de universalidad que ejerce, en pa- labras de Zizek, une necesidad retroactiva por encima de las condiciones de su emergencia? ;La nueva universalidad aparece como si siempre hubiera si- do real desde el principio? Esta viltima formulacién niga que exista como concepto anterior sine que, como consecuencia de haber sido formulad asume la calidad presente de haber sido siempre asf. Pero aqui debemos ser cuidadosos: la postulacién de nuevas formas de universelidad no produce pa- ra todos ese efecto y muchas de las actuales Luchas por la soberania nacional y los mites apropiados para extender los derechos de grupos afirman que los efectos performativos de tales reclamos son escasamente uniformes. La enunciacién de universalidad por aquellos que han sido formalmente excluidos del término produce con frecuencia un cierto tipo de contradiccién performativa. Pero esta contradiccién, a la manera hegeliana, no es autecan- celatoria sino que expone el doble espectral del concepto en si: Y da jugar a 22 Michel Foucault, “Niewsche, Genealogy, History’, en Donald E Bouchard (comp.), Language, Counter-memory, Practice, Idhaca, Nueva York, Cornell University Press, 1977, p. 150. 23 Brienne Balibar, “Ambiguous Universalicy”, en: Differences 7.1, primavera de 1995. 46 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD an conjunto de especulaciones antagonistas sobre cudl deberfa ser el campo apropiado para el reclamo de universalidad. ;Quién puede expresarlo? ;Y c6- mo debe ser expresado? El hecho de que no sepamos las respuestas a estas pte- guntas confirma que la cuestién de la universalidad no ha sido resuelta. Como he argumentado en otras oportunidades,* sostener que fo universal atin no ha sido articulado es insistic en que el “atin no” es caracteristico de una comprensién de Jo universal: !o que permanece “irrealizado” por lo uni- versal es lo que lo constituye esencialmente. Lo universal anuncia, por decirlo asi, su “no lugar”, su modalidad fundamentalmente temporal, precisamente cuando los retos a su formulacién existente emergen de aquellos que no estén cubiertos por ella, que no tienen derecho a ocupar el lugar de los “quién” pe- ro que a pesar de eso demandan que lo universal como tal deberia incluirlos. Aqut est en juego la funcidn de exclusién de ciertas sormas de universalidad que, en cierto modo, trascienden las iocalizaciones culturales de las cuales emergen. Si bien a menudo aparecen como criterios wansculturales o forma- les por los cuales se van a juzgar las convenciones culcurales existentes, son pre- cisamente convenciones culturales que, a través de un proceso de abstraccién, ban [egado a aparecer come principios posconvencionales. La tarea entonces consiste en referir estas concepciones formales de universalidad de vuelta al rastro contaminante de su “contenido”, evivar la distincién forma/contenido pues promueve la obcecacién ideoldgica, y en rener en cuenta la forma cultu- ral que toma esta pugna acerca del significado y el alcance de las normas. Cuando itno no tiene derecho a hablar con jos auspicios de lo universal, y habla de todos modos, reclamando derechos universales, y lo hace de una forma que preserva la particularidad de su lucha, uno habla de una forma que puede ser Hcilmente desechada por absurda o imposible. Cuando escucha- mos hablar de “derechos humanos de lesbianas y gays” 0 inclusive de “dere- chos humanos de la mujer”, nos vemos confrontados con una extrafia vecindad de lo universal y Jo particular que ni sinretiza a los dos ni los man- tiene separados. Los sustantivos funcionan adjetivamente y, aunque son iden- tidades y “sustancias” gramaticales, también estén presentes en el acto de calificar y ser calificados entre ellos. Evidentemente, no obstante, el “humane”, segtin se definié previamente, no incluye facilmente lesbianas, gays y mujeres, y la movilizacion actual busca exponer las limitaciones convencionales de fo humano, rérmino que establece los limites del alcance universal del derecho #4 Véase Judith Butler, Eveitable Speech: A Politics of the Parformative, Nueva York, Routledge, 1997, REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL... 47 internacional. Pero el cardcter de exclusién de esas normas convencionales de universalidad no impide que se recurra al término, aunque signifique entrar en. la situacién en la cual el significado convencional se transforma en no conven- cional (0 catacresis). Esto no significa que tenemos un recurso a priori a un cri- rerio mds verdadero de universalidad. S{ sugiere, sin embargo, que las normas convencionales y de exclusida de universalidad pueden, a través de reiteracio- nes perversas, produciz formulaciones no convencionales de universalidad que exponen fos rasgos limitados y de exclusidn de ia primera al mismo tiempo que movilizan un nuevo conjunto de demandas. Este punto es destacado de manera significativa por Paul Gilroy, quien, en The Black Adlantic,® disiente de las formas del escepticismo contemporéneo que llevan a un rechazo total de los términos clave de modernidad, incluido “univer- salidad”. Gilroy, sin embargo, también toma distancia de Habermas y sefiala que ésts no logra tener en cuenta la centralidad de la esclavitud para el “proyecto de modernidad”. Fl fracaso de Habermas, sefiala, puede ser atribuido al hecho de que prefiera a Kant por encima de Hegel (1): “Habermas no sigue a Hegel argu- mentando que la esclavitud es una fuerza modernizadora en tanto conduce al amo y al esclavo primero a la autoconciencia y luego a la desilusién, obligando a ambos a enfrenuar la infeliz comprensién de que lo verdadero, lo bueno y Jo hello no tienen un origen compartide” (p. 50). Gilroy acepta la nocién de que los rérminos mismos de modernidad, no obstante, pueden ser reapropiades ra- dicalmente por aquellos que han sido excluidos de esos términos. Los principales términos de modernidad estén sujetos a un nuevo uso in- novador lo que algunos podrfan Hamar un “mal uso”— precisamente porque son expresados por aquellos que no estén autorizados por adelantado a hacer uso de ellos. Y lo que emerge es un tipo de reivindicacién polftica que, yo dis- cutirfa, no es ni exclusivamente universal ni exclusivamente particular; donde, en realidad, se exponen los intereses particulares propios de ciertas formula- ciones culturales de universalidad y ningtin universal es liberado de su conta- minacién por los contextos particulares de los cuales emerge y en los cuales se mueve. Los levantamientos de esclavos que insisten en la autorizacién uni- vetsal de la emancipacién adoptan un discurso que corre por lo menos un do- ble riesgo: ¢l esclavo emancipado puede ser liberado dentro de un nuevo modo de sujecién”® que la doctrina de ciudadanfa tiene reservado y esa doc- 25 Paul Gilroy, The Black Atlantic, ob. cit. % Saidiya Hateman, Scenes of Subjection, Nueva Yorks, Oxford Universicy Press, 1998, 48 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD trina puede encontrarse conceptualmente rasgada precisamente por los recla- mos emancipatorios que ella ha hecho posible. No hay forma de predecir qué sucederé en tales instancias cuando lo universal es esgrimido precisamente por aquellos que significan su contaminacién, pevo la purificacién de lo uni- versal hacia un. nuevo formalismo sélo reiniciard la dialéctica que produce su escisién y condicidn espectral. “Recurriz” a un discurso establecido puede, al mismo tiempo, ser el acto de “hacer un nuevo reclamo”, y esto no es necesariamente extender una vieja lé- gica o entrar en un mecanismo por el cual el demandante es asimilade por un régimen existeate. El discurso establecido permanece establecido sélo por ser reestablecido perpetuamente; por lo tanto, se arriesga en la propia repeticidn que requiere. Mas aun, el discurso anterior es reiterado precisamente a través de un acto de habla que muestra algo que el discurso no puede decir: que el discurso “opera” a través de su momento efectivo en el presente y depende fundamentalmente de esa instancia contermpordnea para su mantenimiento. El acto de habla reirerativo ofrece asf la posibilidad -aunque no la necesidad— de privar al pasado del discurso establecido dei control exclusivo de la defini- cidn de los parameros de lo universal dentro de la polftica. Esta forma de per- formatividad politica no absolutiza retroactivamente su propio reclamo sino que tecita y reescenifica un conjunto de normas culturales que desplazan la le- gitimidad desde una autoridad supuesta hacia el mecanismo de su renovacion. Tal giro hace més ambigua ~y mds abierta a una reformulacién— la movilidad de legitimacién en el discurso, En realidad, tales reclamos no nos vuelven a una sabidurfa que ya tenemos, sino que provocan un conjunto de preguntas que muestran cudn profunda es y debe ser nuestra sensacién de desconoci- miento mientras reclamamos las normas de principio politico. ;Qué es, enton- ces, un derecho? ;Qué deberfa ser la universalidad? ;Cémo se entiende lo que es ser un “humano”? El punto como Laclau, Zizek y yo estarfamos de acuer- do por cierto~ no es entonces responder a estas preguntas sino perrnitirles una apertura, provocar un discurso polftico. que sostenga las preguntas y muestre cudn ignorante puede ser una democtacia respecto de su futuro. Que la uni- versalidad no es pronunciable fuera de un lenguaje cultural, pero su articula- cién no implica que dispongamos de un lenguaje adecuado, solamente significa que cuando pronunciaros su nombre, no escapamos de nuestro len- guaje, si bien podemos —y debemos~ empujar los limites. : e Identidad y hegemonia: el rol de la universalidad en la constitucién de légicas politicas Ernesto I, Hegemonta: :qué significa el iérmino? COMO PUNTO DE PARTIDA tomaré la octava pregunta de Judith Bucler: “;Es- tamos todavia todos de acuerdo en que hegemonéa es una categorfa tril para describir nuestras inclinaciones politicas?”. Mi respuesta es desde luego que sf y sdlo agregarla que “hegemonia’ ¢s.mds que una categoria util en tanto define el terreno mismo en que.una relacién politica s¢ constituye verdaderamente. “Para fundamentar esta afirmacién, sin embargo, es necesario defini con ma- yor precisién la especificidad de lo que se entiende por ldgica hegeménica. Tntentaré hacerlo mediante un andlisis de los desplazamientos conceptuales que un enfoque hegemdnico introduce en las categorfas basicas de la teoria politica cldsica. Comenzaremos citando un pasaje de Marx que podrfa considetarse como el grado cero de la hegernonia: El proletariado en Alemania comienza apenas a nacer en el movimiento dndus- trial que alborea, pues la pobreza de que se nutre el proletariado no es la po- breza que surge naturalmente, sino la que se produce artificialmente, no es la masa humana mecdnicamente agobiada bajo el peso de la sociedad, sino la que brota de ia agudla disolucién de ésta, y preferentemente de ta disolucién de la clase media [...], Allf donde el protetariado proclama la disolucién del or- den universal anterior, no hace sino pregonar el secreto de su propia existencia, ya que él es la disolucion de hecho de este ozden universal. Cuando el proleta- riado reclama la negacién de la propiedad privada, no hace mas que elevar a principio de la sociedad \o que la propia sociedad ha elevade a principio del protetariads, lo que ya aparece personificade en éf, sin intervencién suya, como 49 50 CONTINGENCIA, HEGEMON , UNIVERSALIDAD resultado negativo de la sociedad. [...] Asi como |a filosofia encuentra en el proletariado sus armas materiales, el prolevariado encuentra en la filosoffa sus artnas espirituales, y cuando el rayo del pensamiento prenda en lo profundo de este candoroso suelo popular, la emancipacién de los alemanes como hom- bres sera una realidad.! Comparemos ahora ese pasaje con el siguiente, extraido del mismo ensayo: sSobré qué descansa una revolucién parcial, la revolucién meramente politi- ca? Sobre ¢l hecho de que se emancipe solamente una parte de la sociedad ci- vile instaure su dominacién general; sobre el hecho de que una determinada clase emprenda la emancipacién general de la sociedad, partiendo de su espe- cial situacién. (...Para que la revolucién de la nacién y la emancipacién de una clase especial de la socicdad civil coineidan, para que un estzaro sea reconacida como el Estado de toda la sociedad, se necesita, por ¢] contrasio, que todos los defectos de la sociedad se condensen en una clase, que esta determinada clase resuma en sila repulsa general, sea la incorporacidn de los obscdculos ge- nerales; se necesita que una decerminada esfera social sea considerada como el crimen manifiesto de |a sociedad toda} de tal modo que su liberacién se con- sidere como la autoliberacién general. Para que una clase de la sociedad sea la clase de Ja liberacién por excelencia, es necesario que otra sea manifiestamen- te.cl Estado de sujecién? Al comparer los dos pasajes, nos encontramos con varias diferencias bastante sorprendentes. En el primer caso{ la emancipacién es resultado de una “agu- da disolucién” de la sociedad, mientras que en el segundd aperece como con- secnencia de la “dominacién general” que logra un sector parcial de la sociedad civil O sea, mientras en el primer caso desaparece toda particulari- dad, en el segundo caso ef pasaje por una particularidad es la condicién de emergencia de efectos universalizantes. Es por todos conocida la hipétesis so- cioldgico-teleolégica sobre la cual se apoya el primer caso: la légica del desa- trollo capiralista deberfa conducir a una proletarizacién de las clases medias y del campesinado, de resultas de lo cual una masa proletaria homogénea se transformard en la vasta mayorla de la poblacién que levard adelante la hucha * Kad Marx, “Contiibution co the Critique of Hegel’s Philosophy of Lave Introduction”, en Kar! Marty Frederick Engels, Callecred Works, vol. 3, Londres, Lawrence & Wishart, 1975, pp. 186-187. Ei destacado es de! original. ? Ibid., pp. 184-185. IDENTIDAD Y HEGEMONIA... 51 final contra la burguesia. Es decir que —al estar la universalidad de la comu- nidad corporizada en el prolerariado- el Estado, como instancia separada, pierde toda razén de existencia y su extincidn es la consecuencia inevitable de la aparicién de una comunidad para la que la divisién Estado/sociedad civil se torna superflua. En el segundo caso, por el contrario, no se puede aseverar que exista tal universalidad dada, no mediada: algo que no deja de ser parti- cular debe demostrar sus derechos para identificar sus propios objetivos con los objetivos emancipatorios universales de la comunidad. Ademés, mientras en el primer caso el poder pasa a ser superiluo, ya que el ser real de la socie- dad civil hace posible en sf y para sf la universalidad, en el segundo caso, los efectos universalizantes potenciales dependen de !a exciusién antagonista de un sector opresor, lo cualjsignifica que el poder y la mediacién politica son inherentes a toda identidad emancipatoria universal Tercero, la emancipa- cién, en el primer caso, conduce a una plenitud sin mediacién: la recupera- . En el segundo caso, por el contrario, para constituir ef discurso emancipatorio se cién de una esencia que no requiere externalidad alguna para ser lo que necesitan dos mediaciones: primero, la transformacién de los intereses parti- culares del sector dominance ascendente en discurso emancipatorio de toda la sociedad: y segundo, la presencia de un régimen de sujecion, aye €s la condi- cién. misma de tal transformacién. De modo que, en. este casoy la emancipa- cida, la posibilidad misma de un discurso universal dirigido a la comunidad como un todo, no depende de un colapso de todas las particularidades sino de una paraddjica interaccién entre ellas/ Para Marx, por supuesto, tinicamente una reconciliacién plena, no media- da, constituye una verdadera emancipacién. La otra alternativa es sélo una universalidad parcial o espuria, compatible con una sociedad de clases."La consecucién de la universalidad y la emancipacién plena depende, no obstan- te, de la verificacién de su hipétesis fundamental: la simplificacién de la es- tructura de clases bajo ef capitalismo/ Es suficiente que fa Iégica del capital no se mueva.en esa direccién para que el dominio del particularismo (parti- cularismo que, como hemos visto, no es incompatible con una pluralidad de efectos universalizantes) se prolongue sine die. Ahora bien, si la emancipacién y la universalizacion estuvieran limitadas a este modelo, se desprenderian dos consecuencias para nuestro ergumento, Primero, la mediacién politica, lejos de agorarse, se transformarfa en la condicién misma de la universalidad y la emancipacién de la sociedad. Sin embargo, como esa mediacién tiene su ori- gen en las acciones de un actor histérico limitado interno a la sociedad, no se 52 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD la puede atribuir, como a la clase universal hegeliana, a una esfera separada y pura. Es una universalidad parcial y pragmatica, Pero, en segundo lugar, fa po- sibilidad misma de dominacion dependesa de Ja capacidad que tenga un limi- tado actor histérico para presentar su propia emancipacién “parcial” como equivalence de la emancipacién de la sociedad toda. Como esta dimensién “ho- Ifstica” no puede seducirse a la particularidad que su representacién supone, su misma posibilided implica la anzonomfa de la esfera de las representaciones ideoldgicas frente a los aparatos de dominacién directa. Las ideas, segtin las pro- pias palabras de Marx, se transforman en fuerzas materiales.{Si dominacién im- plica subordinacién politica, esta ultima, a su vez, sdlo se po A joprar a través de aquellos procesos de universalizacién, que hacen que toda dominacién sea inestable. Con esto tenemos todas las dimensiones de la situacién politica y ted- rica que posibilitan ¢l giro “hegemdnico” de las polfticas emancipatoriag, Comencemos por los desplazamientos tedricos que la intervencién “hege- ménica” de Gramsci introduce en relacién con el pensamiento politico tanto de Marx como de Hegel. Como afirma Norberto Bobbio en un ensayo clési- co sobre Ja concepcién de sociedad civil de Gramsci: “La sociedad civil en Gramsci no pertenece al momenta estructural sino al superestructural’? En. pala- bras de Gramsci: Lo que podemos haces, por el momento, es establecer dos “niveles” superes- cructurales capitales: uno que podsia llamatse “sociedad civil”, que es el con- junto de organismos que habitualmente se denomina “privade”; y el otra que os la “sociedad politica” © “el Estado”. Estos dos niveles conresponden, por un lado, a la funcién de “hegemonta” que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y, por otro, a la de “dominacién directa” o de mando que se ejerce a través del “Estado” y el gobierno “juridice” 4 El tfpico ejemplo de hegemonia de una sociedad civil que da Gramsci es fa Iglesia en Ja Edad Media. Tanto Marx como Gramsci privilegian, en comtraposicién a Hegel, Ja so- ? Norberto Bobbio, “Gramsci and the concept of civil society”, en Chantal Mouffe (comp.), Gramsci and Marxist Theory, Londces, Routledge, 1979, p. 30; destacado del original, 4 Antonio Gramsci, Selections from she Prison Notebooks, comp. y trad. de Quintin Hoare y Geoffrey Nowell Smith, Londres, Lawrence & Wishart, 1971, p. 12 [traduccion castellana: Cuadernos de la cdreel, México, Era). IDENTIDAD Y HEGEMONIA... 53 ciedad civil sobre el Estado, pero mientras el. planteo que Marx hace en epo- sicién a Hegel implica la subordinacién de Ja superestructura a la estructura, la inversion que plantea Gramsci con respecto a Hegel tiene lugar exclusive- mente dentro de la superestructura. El rema.se complica ann mds por el he- cho de que si bien Gramsci toma abiertamente el concepto de social civil de Hegel, fo considera no obstante superestructural. Segtin Bobbio, esto sola- mente seria posible si Gramsci se refiriera no a la nocidn del “sistema de nece- sidades” de Hegel sino a aquel momento de la sociedad civil que implica una forma rudimentaria de organizacién (corporaciones y policfa). O sea que, aun cuando Gramsci privilegia la sociedad civi] sobre el Estado concebido como dominacién (fuerza), el énfasis lo pone en la organizacién, en algo que depen- de de la intervencién de una voluntad. Es este énfasis lo que Bobbio destaca. En Cuadernos de la edrcel -sefiala Bobbio— hay tres dicotomias: momento eco- némico/momento ético-polftico, necesidad/libertad, objetivo/subjetivo, en las “cuales el segundo término siempre juega un rol primario y subordinante. La polémica de Gramsci contra el economicismo y su privilegio de la dimensién politica cristalizada en el partido se apoyan en la dicotom{a base/superestruc- tura. Por otro fado, su idea de que las clases subordinadas deben ganar sus ba- tallas primero en el nivel de la sociedad civil parte de la dicorom{a base institucién/ideologia dentro de la superestructurg . De aqui deriva la centrali- dad que Gramsci da a la categoria de hegemonia; En general, no hay duda acerca de que Gramsci contrapone sociedad civil a Estado concebido como dorninacién., ;Qué hacer, entonces, con pasajes como los siguientes?: “7Y qué otra cosa significa eso sino que por ‘Estado’ debe enten- derse no sdlo e! aparato de gobierno sino también el aparato ‘privado’ de la ‘he- gemonia’ o sociedad civil?”.° “El error en politica es resultado de una comprensién equivocada de lo que el Estado (en sur significado integral: dicta- dura + hegemonia) es verdaderamente.”© A esto se podria agregar, adernds, el andlisis de “estadolatria” en el que Gramsci hace referencia a “las dos formas con que se presenta el Estado en la lengua y la cultura de determinadas épocas, por ejemplo, como sociedad civil y como sociedad politica’.” Pienso que tenemos que inscribir estas aparentes (0 tal vez reales) oscilaciones textuales dentro del coritexto de una pregunta mds amplia: ;hasta qué punto una “voluntad colec- 3 Antonio Gramsci, Selections from the Prison Notebooks, ob. cit., p. 261. § Ibid. p. 239. 7 Ibid., p. 268. 54 CONTINGENCIA, HEGEMONTA, UNIVERSALIDAD tiva” pertenece al. Estado o a la sociedad civil, a !a esfera prepolitica o a la po- Mica? Veamos la afirmacién de Bobbio segiin la cual para Gramsci lo ético-po- Iitico es el momento de libertad concebida como conciencia de la necesidad. Tal asimilacién —se la atribuyamos o no a Gramsci~ es a las claras demasiado apresurada. La nocién de libertad como conciencia de la necesidad es una no- cién spinoceana-hegeliana que excluye explicitamente al sujeto active de la historia que podria ectuar de un modo contingente o instrumental sobre una condicién material dada. En la versién hegeliana, implica la idea de libertad como autodeterminacidn, y esto presupone la abolicién de la distincién. suje- co/objeto y la necesaria determinacién por una unidad que no tiene excernalt- dad y no puede actuar sobre nada en forma instrumental. Ahora bien, si el sujeto gramsciano se relaciona en forma contingente con sus propias condicio- nes materiales, se desprenden dos consecuencias necesarias: 1. Ya no se trata de una objetividad que necesariamente impone sus propios dikiats porque las intervenciones contingentes de los actores sociales derer- minen en forma parcial esa objetividad. estructural. Lo mdximo que podria~ mos llegar a tener es la objetividad transitoria de un “bloque histérico” que estabiliza parcialmente el fujo social, pero ne hay ninguna “necesidad” cu- ya conciencia agote nuestra subjetividad, ni politica ni de otre tipo. 2. Del mismo modo, por el lado del “sujeto activo de la historia” encontrames s6lo contingencia elemental. Pero aqui surge el problema: jddnde y como se constituye ese sujeto? ;Cudles son los lugares y las légicas de su constitucién que hacen que las acciones que se espera tealice sean compatibles con el ca- récter contingente de esta intervencién? Como indica Bobbio, esos movi- mientos presuponen: a) la coustruccién activa de la primacta del momento del partido {no en el sentido sociolégico cldsico sino come otro nombre para la primacia de la superestructura sobre Ja estructura); b)jla primacta del momento de hegemonia (lo que es equivalence a fa prevalencia de lo ideolégico sobre lo institucional). ~ Fras dos primacfas combinedas excluyen un conjunto de lugares de consti- tucién del “sujeto activo de la historia’. Primero, si hegemonfa comprende una serie de efectos universalizantes, el lugar de constitucién no puede ser el “sistema de necesidades”, en e! sentido hegeliano, que es el dominio de la par- ticularidad pura. Pero, en segundo ugar, no puede ser el dominio de la clase universal -el Estado como esfera ético-politica~ porque la irradiacién de_esos mesnessceraneseerei i IDENTIDAD Y HEGEMONIA... 58 efectos universalizantes sobre la sociedad evita que queden relegados a una linica esfera, En tercer lugar, y por las mismas razones, la sociedad civil ne puede constitwirse como una instancia totalmente separada dado que sus fun- ciones prevén y extienden e! rol del Estado. El Estado serfa el nombre o la hi- péstasis de una funcién que excede largamente sus fronteras institucionales. .. — Tal vez las ambigiiedades de Gramsci frente a las fronteras Estado/socie- dad civil no residan tanto en su pensamiento como en la realidad social mis- ma. Si el Estado, definido como el momento ético-politice de la sociedad, no constituye una instancia dentro de una topografia, entonces es simplemente imposible identificarlo con la esfera publica. Si la sociedad civil, concebida como un espacio de organizaciones privadas, es en sf misma el focus de efec- tos ético-politicas, su relacién con el Estado como instancia ptblica se desdi- buja. Por ultimo, el nivel de la “estructura” no es simplemente tal nivel si sus principios de organizacién estén contaminados por los efectos hegemsnicos que se derivan de otros “niveles’. De este mado, nos quedamos con un bori- zonte de inteligibilidad de lo social fundado no en ropografias sino en ldgicas, Esas son. las légicas del “partido” y la “hegemonia”, que son fundamentalmen- te idénticas, en tanto ambas presuponen articulaciones no dialécticas que no se pueden reducir a ningin sistema de posiciones topograficas! La confusa terminologfa de Gramsci refleja ~y oculta al mistno tiempo~ esa superposi- cién imposible encre légica y topografia. Un tiltimo ejemplo de esta superpo- sicidn imposible se puede encontrar en !a enigmética primacfa que Gramsci le otorga a fa ideologia por sobre el aparato institucional. ;No desaparece es- ta primacta frence a la importancia que él da a la organizacién institucional para lograr la hegemonfa? Sélo en apariencia. Si los efectos wniversalizantes hegeménicos van a set irradiados a partir de un sector particular de la socie- dad, no se los podra reducir a la organizacién de esa particulagidad en torno a sus propios intereses, que necesasiamente serdn corporativos; $i la hegemo- nfa de un sector social particular depende, para su éxito, de que pueda pre- sentar sus objetivos propios como aquellos que hacen posible la realizacién de los objetivos universales de la comunidad, queda claro que esta identificacién no es la simple prolongacién de un sistema institucional de dominacién sino que, por el contrario, toda expansida de esa dominacidn. presupone el éxito de esa articulacién entre universalidad y particularidad (es decis, una victoria he- geménica)§ Ningtin modelo en el que lo econémico (Ja estructura) determine que un primer nivel instiucional (politicas, instituciones) vaya seguido de un mundo de ideas epifenomenales habré de funcionar, dado que la sociedad estd 56 CONTINGENCLA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD configurada como un espacio ético-politico y que éste presupone articulaciones contingentes. De esto se deduce necesariamente Ja centralidad de la funcién in- telectual (= ideolégica) como base del vincule social. ~ En este punto, los diversos desplazamientos que hace Gramsci, en relaciéa con Hegel y Marx, se hacen voralmente inteligibles. Como Mane y en contra- posicién con Hegel{ Gramsci mueve el centro de gravedad. del andlisis social del Estado a la sociedad civil: toda “clase universal” se deriva de esta dltima y no de una esfera separada constituida por encima de ella} Pero, como Hegel y en contraposicién con Ma r{Gramsei concibe ese momento de aniversalidad como un momento pol/icd'y no como una reconciliacién de la sociedad con su propia esencia.(Para Gramsci, no obstante, la dnica universalidad que la sociedad puede lograr es una universalidad hegeménica —una universalidad contaminada por la particularidad’: Por lo ranto, si bien Gramsci, por un la- do, le quita valor a la separacién del Estado hegeliano al extender el drea de los efectos érica-polfticos a una multitud de organizaciones pertenecientes a la sociedad civil, esa misma extensién, por otro lado, implica, en gran medida, que la sociedad civil esté constiruida como un espacio politico. Esto explica las oscilaciones en los textos de Gramsci, a las que hemos hecho referencia an- tes, con respecto a las fronteras entre el Estado y ja sociedad civil y también explica por qué enfatiza el momento de las “corporaciones” en el andlisis he- geliano de la sociedad civil: la construccién de los aparatos de hegemonfa debe erascender la distincién entre lo publico y lo privade. Intentemos ahora juntar los diversos hilos de nuestro argumento. Los dos textos de Marx con los que comenzamos hablan de la emancipacién humana universal pero de maneras totalmente diferentes. En el primer texto, univer- salidad significa la reconciliacién directa de Ja sociedad con su propia esencia, es decir, lo universal se expresa sin necesidad de mediacidn. En el segundo ca- so, la emancipacién universal se logra solamente a través de una identifica- cién transitoria con fos objetivos de un sector social determinadbo, lo cual significa que es una universalidad contingente que requiere constinutivamente mediacidn politica y rélaciones de sepresentacién. Es la profundizacién de es- ta segunda forma de ver la emancipacién y su generalizacién al conjunto de la politica de la era moderna lo que constituye el logro de Gramsci. Su resul- tado fue, como hemos visto, 1a construccién de un marco tedtico que otorgs su centralidad a la categorfa de “hegemon{a”. Lo que debemos ver ahora son las condiciones histéricas de su generalizacién como herramienta de andlisis politico y las dimensiones estructurales que abatca. | | IDENTIDAD ¥ HEGEMONIA... SF En el momento en guefGramsci escribié ya estaba clare que el capitalismo maduro ng avanzaba hacia una creciente homogeneizacidn de fa estructura so- cial sino, por el contrario, hacia una mayor complejidad social ¢ institucional. ; La nocién de “capitalismo organizado” se habfa planteado en {os afios inme- diatamente anteriores y posteriores a la Primera Guerra Mundial y esa tenden- cia se acentud con la depresién econdmica de los afios treinta. En esta nueva situacién histérica estaba claro que si una “clase universal” habla de surgir se- rfa como resultado de una construccién politica laboriosa y no de los movi- mientos automaticos y necesarios de una infraestructura determinada. « Laespecificidad del cambio tedrico de Gramsci se puede ver con mds cla- ridad si se lo inscribe dentro del sistema de alternativas polftico-intelectuales construido por el marxismo 2 comienzos de siglo. ‘Tomemos a Sorel y Trotsky como dos pensadores que tenian conciencia, al menos parciaimente, de los problemas que Gramsci estaba discutiendo. Sorel comprendia que les princi- pales tendencias del desarrollo capitalista no iban en la direccién prevista por cl marxismo sino que, por el contrario, estaban generando una creciente complejidad social incompatible con la aparicién de una “clase universal” en Ja sociedad civil. Por ese motivo, segtin Sorel, era necesario mantener la pu- reza del proletariado por medios artificiales: el mito de la huelga general ce- nia como principal funcidn proteger la identidad separada de la clase tiabajadora. Mientras esta creciente complejidad social llevé a Gramsci a afir- mar Ja necesidad de extender el momento de mediacién politica, llev6 a So- rel 2 un repudio total de la polftica. ‘Tanto. para Marx como para Sorel, la verdadera emancipacién significaba una sociedad plenamente reconciliada, pero mientras para Marx la emancipacién era el resultado de las leyes objeti- vas del desarrollo capitalista, para Sorel iba a ser la consecuencia de una in- tervencién auténoma de fa voluntadj-Y como esta voluntad rendifa a reforzar el aislamiento de la identidad proleraria, poz una cuestién de principio, que- daba excluida toda articulacién hegeménica. __ Algo similar sucede en el caso de Trotsky. Su planteo comienza con fa o- ma de conciencia de que la relacién entre la emancipacién global y sus posi- bles agentes es inestable: la burguesf rusa es demasiado débil para llevar a cabo la revolucién democratica y las tareas democraticas deben Hlevarse a ca- bo bajo el liderazgo de} proletariado; esto es !o que l lama “revolucién per- manente”, Pero mientras pata Gramsci esta transferencla hegeménica !levaba ala construccién de una voluntad colectiva compleja, para Trotsky era sim- plemente la ocasién estrarégica para que la clase trabajadora llevara a cabo su 58 CONTINGENCHA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD propia revolucién clasisa. Jia tarea hegetndnica no afecta a la identidad del agente hegemdnice. Todo el enfoque no va mds alld de la concepcidn leninis- ta de “alianzas de clases”. vet Es en estos dos puntos precisos en fos que Grams ise separa de Sorel y de Tiotéky— donde encontramos la posibilidad de expansion y radicalizacién de una teorfa de fa hegemonfa. Contrariarnente a Jo que dice Sorel, 'la batalla emancipatoria exige articulacién y mediacién politica; contrariamente a lo que dice Trotsky, la transferencia de las tareas democraticas de una clase a otra cambia no sélo la naturaleza de las tareas sino también la identidad de los agentes (que dejan de ser meros agentes “de clase”).(Una dimensién politica pasa a ser constitutiva de soda identidad social y esté conduce a un mayor desdibujamiento de la Linea de separacién entre Estado y sociedad civil? Este mayor desdibujamiento se encuentra precisamente en forrna més acentuada en la sociedad contempordnea que en la época de Gramsci. La globalizacién de la economfa, la disminucidn de las funciones y poderes del Estado-nacién, la proliferacién de organizaciones casi estatales internacionales, todo apunta en Ja direccién de complejos procesos de toma decisién que pueden encararse en zérminos de ldgicas hegeménicas pero no, por cierto, sobre la base de una simple distincién entre lo piiblico y lo privado. Lo tinico que queda por afiadir es que el mundo en ci que Gramsci desasrollé su pensamienro era un mundo en | que los sujetos, asi como las instituciones, eran todavia relativamente es- tables, lo cual significa que para adaptar sus cavegorias a las actuales circunstan- clas serd necesario redefinirlas y radicalizarlas en gran parte. Este mayor refinamienco y radicalizacién nos exigen realizar una tarea muy precisa: reemplazar el tratamiento puramente sociologista y descriptivo de los agentes concretas que participan, en las operaciones hegeménicas por un andlisis formal de las ldgicas que implican estas ultimas.* Es muy poco lo que * Ef andlisis formal y 1a abstraccida son esenciales para el estudio de los procesos histéricos concretos, no sdlo porgue !a construccién tedrica det objeto es of requisito'de toda préctica intelectual que se precie de lamarse asi, stno también porque la realidad social misma gene- ra abstragcciones que organizan sus ‘propios principios de funcionamiento. Asi, Marx, por ejemplo, demostré cémo las leyes formates y abstracras de la produccién de mercanefas cons- cuyen el nticleo del funcionamiento concreto real de las sociedades capitalistas. Del mis- mo modo, cuando tratamos de explicar la estructuracién de Jos campos polfticos mediante categorias tales como “Logica de equivalencia”, “Iégica de diferencia” y."produccida de sig- niGcantes”, estamos intencando constcuir un horizonte tedrico cuyas abstracciones no son abstracciones meramente anal{ticas sino reales de las cuales depende Ja constitucién de iden- scan iat an IDENTIDAD ¥ HEGEMONIA... 59 se gana, una vez concebidas las identidades como voluntades colectivas com- plejamente articulaclas, al referirse a ellas con simples designaciones come, por ejemplo, clases, grupos étnicos, etc., que en e] mejor de los casos son nombres para puntes transitorios de estabilizacién. La tarea realmente importante es entender las légicas de su constitucién y disolucién, asf como Jas determina- ciones formales de los espacios en las que ellas se interrelacionan. Precisamente a estas determinaciones formales dedicaré el resto de esta seecidn. - Volvamos ahora a nuestro texto de Marx sobre la emancipacién polttica y veamos la estructura légica de sus diferentes momentos. En primer lugar, tene- mos la identiticacién de los objetivos de un grupo particular con los objetivos emancipatorios de toda la comunidad. ;Cémo resulta posible esta idéntifica- cign? Se trata de un proceso de adienacidn de la comunidad, que abandona sus verdaderos objetivos para abrazar Jos de uno de sus componentes? ;O de un ac- to de manipulacién demagégica de uno de estos tltimos, por el cual se logra unir a una vasta mayoria de la sociedad bajo sus propias banderas? En absolu- to. La raz6n de esa identificacién es que ese sector social en particular es el que es capaz de derrocar a una clase perci ida como “crififen general”. Ahora bien, si el “crimen” es general y, a pesar de ello, sdlo un sector en particular o una constelacién de sectores, mds que el “pueblo” como un todo, es capaz de ven- cerlo, esto sdlo puede significar que la distribucién de poder dentro del polo “popular” es esencialmente desigual. Mientras en nuestra primera cita de Mars habia una exacta superposicién entre universalidad de contenido y universali- dad formal en el cuerpo del proletaziado, en Ja llamada emancipacién politica tenemos una escisién entre el particularismo de los contenidos y la universali- zacién formal que se deriva de su irradiacién sobre toda la sociedad. Esta esci- sién es, como hemos visto, efecto de la universalidad del crimen combinado con la particularidad del poder capaz de abolirloll Vemoas ast una primera di- mension de ta relacién hegeménica: la desigualdad de poder es constitutiva de ella}Podemos ver f4cilmente la diferencia con una teorfa como la de Hobbes. Para Hobbes, en el estado de naturaleza, el poder est distribuido de forma tidades y acciculaciones politicas. Esto, por supuesto, no es entendido por cierto empiricis- mo, muy difundido en ciertos enfoques dentro de las ciencias sociales, que confunde ef and- lisis de lo concreto con descripciones periodisticas y puramente Facticas. Un ejemplo patticularmente vulger de esta concepeidn errénea (conjuntamente con varios otros) puede encontrarse en Anna Marie Smith, Lackin and Mouffe, The Radical Democratic Imaginary, Loridres y Nueva York, Roucdedge, 1998. 60 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD pareja entre los individuos, y como cada uno tiende hacia’ objetivos conflic- tivos, la sociedad se torna imposible. De modo que el pacto que entrega el poder total al Leviatda es un acto esencialmente no politico en canto excluye completamente Ja interaccién entre voluntades antagénicas. Un poder que es total no es poder. Si, por el contrario, cenemos una distribucién del poder ori- ginariamente desigual, la posibilidad de garantizar un orden social puede re- sultar de esa misma desigualdad y no de la entrega del poder toral a manos del soberano. En tal caso, sin embargo, el reclamo que haga una clase social para gobernar dependerd de la su capacidad de presentar sus propios objetivos par- ticulares como los tinicos compatibles con el real funcionamiento de la comu- nidad, lo que es, precisamente, intrinseco a la operacidn hegembnica. Esto, sin embargo, no es suficiente, Porque si la aceptacién peneralizada de la hegemonia de la fuerza que lleva a cabo la emancipacién politica dependie- ra s6lo de su capacidad para derrocar un régimen opresor, el apoyo que obten- drfa estarfa limitado estrictamente a dicho acto de derrocamiento y no habria ninguna “coincidencia” entre la “revolucién del pueblo” y la “emancipacién” de una clase particular de la sociedad civil. Entonces, ;qué es lo que puede ha- cer que se dé esa coi idencia? Piense que la respuesta se encuertra en la afir- vl macién de Marx: “se necesita que una determinada esfera social sea considerada como el erimen manifiesto de la sociedad toda, de tal modo que su liberacién se considere como la auroliberacién general”, Para que esto sea - posible, es necesario hacer varios desplazamientos, todo lo cual apunta hacia una creciente compiejidad en Ja relacién entre universalidad y particularidad. -~ En primer lugar, un sistema de dominacién es siempre, desde un punto de vis- ta dntico, un sistema particular, pero si se lo debe ver como “el crimen mani- Jiesto de la sociedad toda’, su propia particularidad se torna el simbolo de algo diferente -e inconmensurable con ella: e] obstdculo que evita que la sociedad coincida con s{ misma, que alcance su plenitud. Por supuesto, no hay ningtin concepto que corresponda a esa plenitud y, como resultado, ningtin concepto correspondiente a un objeto uaiversal que lo bloquee; pero un objeto imposi- ble, al cual no le corresponde ningtin concepto, podré atin tener un nombre: lo toma de la particularidad del régimen opresor ~el cual de ese modo se uni- versaliza parcialmente~. En segundo lugar, si existe un crimen general, deberia haber también una victima general. La sociedad es, no obstante, una plurali- dad de grupos y demandas particularisticos. Por lo tanto, si va a haber un su- jeto de una cierta emancipacién global, sujeto que es wansformado en antagénico por el crimen general, sélo podré ser politicamente construido por i i ' I \ i { i i i \ IDENTIDAD ¥ HEGEMONIA.. 61 medio de la equivalencia de una pluralidad de demandas. Como resultado, es- tas particularidades también se escinden: a través de su equivalencia, ellas no permanecen simplemente como tales sino que ademds constituyen un drea de efectos universalizantes —no exactamente la voluntad general de Rousseau, pe- ro una versién pragmdtica y contingente de aquélla~. Por ultimo, gqué pasa con ese objeto imposible, la plenirud de la sociedad, contra el cual peca el “cri- men manifiesto” y cuya emancipacién trata de alcanzar? Obviamente no te- ne ninguna forma de expresidén directa y sdlo puede acceder al nivel de representacién, como en los dos casos anteriotes, mediante un pasaje por lo particular. Este particular esta dado, en este caso, por los objetivos de aquel ector cuya capacidad para detrocar al régimen opresor abre un camino hacia Fremancipacion politica —a lo cual sélo tenemos que agregar que, en este pro- “eso, la particularidad de los objetivos no permanece como una mera particu- laridad: est4 contaminada por la cadena de equivalencias que viene a representar. Podemos, de este modo, sefialar ana segunda dimensién de la re- lacién hegeménica: hay hegemonta sblo si la dicotomta untversalidad/particela- ridad es superada; la universalidad sdlo existe st se encarna -y subvierte~ una particularidad, pero ninguna particularidad puede, por otro lado, tornarse politi- ca si no se ha convertido en el locus de efectos universalizantes,2 Esta segunda dimensién nos conduce, no obstante, a un nuevo problema. i Lo que ¢s inherente a la relacién hegeménica, si lo universal y lo particular se techazan y se necesitan a la vez, es la representacibn de una imposibilidad: La plenitud de la sociedad y su correlato, ei “ctimen” total, son objetos necesarios para que haya alguna “coincidencia” entre los objetivos particulares y los ge- nerales. Si se requiere, no obstante, el pasaje por lo particular, es porque la universalidad no puede estar representada de un modo directo -0 no existe un concepto en correspondencia con el objeto~ Esto significa que el objeto, a pesar de su necesidad, también es imposible, {si su necesidad exige acceder al nivel de representacién, su imposibilidad significa que siempre va a existir una representacién distorsionada, es decir que los medios de representacién ° van a set constitutivamente inadecuados.? Ya sabemos que estos medios de re- presentacién son particularidades que, sin dejar de ser particularidades, asu- men una funcién de representacién universal. Esto es lo que esta en la rafz de : aN las relaciones hegemsnicas:\ ° Véase Ernesto Laclau, “Power and Representation”, en Emancipation(s}, Londres y Nueva York, Verso, 1996, pp. 84-104 62 CONTINGENCIA, HEGEMONIA, UNIVERSALIDAD 3Cudl es la posibilidad ontoldgica de relaciones en Jas cuales las identida- des particulares asumen la representacién de algo diferente de si mismas? Ha- biamos dicho antes que algo a fo que no corresponda ningtin concepio (un esa sin un gzé [a chaz without a whatl) puede, sin embargo, tener un nombre —asu- miendo que una funcién universal de represenzacién consiste, en tal sentido, en ampliar ef hiato entre el arden de la nominacidn y el de aquello que pue- de ser conceptual mente aprehendido. Estamos, de algiin modo, en una situa- cién comparable a la descripra por Derrida en La voz y el fendmeno a propésito de Husserl: “significado” y “conocimiento” no se superponen. Co- mo resultado de esta brecha constitutiva, podemos decir qu 1) cuanto més extensa sea la cadena de equivalencias que un sector particular represeate y cuanto mds se transformen Sus objetivos en un. nombre para la emancipacion global, mds indefinidos seran los vinculos entre ese nombre y su significado erginal espectfico y mds se aproximard al estatus de significante vaci {6 10h) co- mo, no obstante, esta total coincidencia de lo universal con lo pattict las esen dltima instancia imposible -dada la deficiencia constitutiva de los medios de tepresentacién-, siempre quedard un residuo de particularidad) El proceso de nominacién, come no estd consirefiido por ningtin limite conceptual a prio- ni, es él que determinard en forma retroactiva ~dependiendo de articulaciones hegeménicas contingentes— lo que precisamente se est4 nombrando. Esto quiere decir que la transicién de 1a emancipacién politica de Marx a la eman- cipacién éotal nunca puede llegar Esto nos muestra una tercera dimensién de la relacién hegeménica: que regitiere la produccién de significantes tendencial mente vactos que, mientras mantienen la inconmensurabilidad entre ugiversal y particulares, permite que los iltimos tomen la representacion del primerg ~Por ultimo, un corolario de nuestras conclusiones previas es que la “repre- sentacién’ es constitutiva de la relacién hegemdnica. La eliminacién de toda representacién es la iJusién que acompafia a la nocién de emancipacién zoral. n (Pera! en tanto la universalidad de fa comunidad sdlo se pueda lograr a través de fd mediacign de una particularidad, la relacién de sepresentacién pasard a ser constitutive: ‘Tenemas, como inherente al vinculo representativo, la mis- ma dialéctica entre nombre y concepto que acabamos de mencionas. Si la re- Presentacién fuese total ~si el momento representativo fuese enteramente transparente respecto de aquello que representa—, el “concepto” tendrfa una 1 Véase mi ensayo “Why Do Empry Signifiers Matrer to Politics?”, en Emancipation(s), ab. cic, pp. 34-46 | | | | IDENTIDAD Y HEGEMONIA... 63 primacfa indiscutible sobre el “nombre” (en términos de Saussure: el signifi- cado subordinarfa compleramente a sf mismo el ordea del significante). Pero en ese caso no habria hegemonla, porque su mismo requisito, qug es la pro- duccién de significantes tendencialmente vacfos, no se lograrfa,{Para tener monia necesitamos que los objetivos sectorialgs de un grupo acttien como cl nombre de una universalidad que los trasciendal ésta es la sinéedoque cons- dtutiva delvinculo hégeménico. Pero si el nombre (significante) esta tan uni- do ‘af concepto (significado) que ‘no hay posibilidad de desplazamiento en la relacién entre los dos, no podemos tener ninguna cearticulacién hegemdni a La idéd de’una sociedad completamerite emancipada y wansparente, de la qué se habrfa eliminado todo movimiento tropoldgico entre sus partes constituti- vas, implica el fin de toda relacion hegemsnica {y ademds, como veremos mas adelante, de toda politica democratica). JAqui tenemos una: cuarta dimension de “Hégemonia’: ef terreno en el cual se extiende es el de la generalizacién de ls relaciones de representacién como condicién de la constitucién de un orden soéuii Esto explica por qué la forma hegeménica de la politica tiende a tornarse gé neal en nuestro mundo globalizado contempordneo: como el descentramien- to de las estructuras de poder tiende a aumentar) toda centtalidad requiere que sus agentes estén constitutivamente sobredererminados, eg decis, que siempre represemten algo mds que su mera identidad particulariscay Para concluir, querria hacer dos observaciones. Primerb, del mismo modo que €sta compleja dialéctica entre particularidad y universalidad} entre con-- tenido éntico y dimensién ontoldgica, estructura la usalidad social misma, también: ‘estructura da identidad de los agentes sociales! Como i intentaré argu- mentar mds adelante, es la misma ausencia dentro de la estructura lo que es- t4 en el origen del sujeto. Esto quiere decir que no tenemos simplemente posiciones de sujetos dentro de la estructura sino también al sujeto como un intento de Ilenar esas brechas estructurales. Bota es fa razén Pat} Ja que no te- neios simplemente dentidades sino, mas bien, identifi cactoné Si hay identi- ficacién, no obstante, habrd una ambigiiedad bdsica en el centro de toda idenridad. Esta es la forma en que yo encararfa la cuestién de la desidentifica- cién propuesta por Zizek. En cuanto a la cuestién acerca del historicismo, mi perspectiva coincide to- talmente con la de Zizek, Pienso quelel historicismo radical es una empresa que se autoelimina} No reconoce las formas en que lo eniversal penetra en la cons- titucién de todas las idenridades particulares. Desde un punto de vista tedrico, la nocién misma de particularidad presupone la de totalidad (ni siquiera la se-

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