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GUERREROS Y CAMPESINOS Desarrollo inicial de [a economia europea 500-4200 por GEORGES DUBY Historia econémica mundial Guerneros y campesinos. Desarrollo i * de la economé cial europea 500-1200 siglo veintiuno editores, sa siglo veintiuno de espana editores, sa siglo veintiuno argentina editores, sa siglo veintiuno de colombia, Itda Primera edicion en espa, septembre de 1975, Segunda edicisa 2a espadl, febrero de 1977 Tercera edicidn en espanol. octubre de 1978 Guarea edictSn en espaol, ayo de 1979, (Quinta edicisn en expat, septembre de 1980 ‘Sexta edicion en espaol, noviembre de 1981 Septima edicidn en espa‘cl, noviembre de 1983 Octava edicion an espanol, feptiemore de 1985, Novena edicién en espatel, junio de (987 © stcco wat ve En coedicisn con © siete se eorrones, 5.4 (México) Titulo original: The early growek of the European economy - Warriors and Peasants from the Seventh 19 the Twelfth Contry © Weidenfeld and Nicholson, Londces Ente libra ha sido traducide de la edicon francesa, publicada en 1973 por Editions Gallimard Bibliotheque des Histo) paysare aja ol ttle Guero ot Disefo dela cubiera: Santiago Monforte Impreso y hecho en Espata Printed and made in Spain ISBN: 84.523.0220-5 Depésito legal: M. 20.219-1987 Impreso en Closas-Orcoyen, SL. Paligono Fgarsa Parscuellos de Jarama (Madrid) | 1 INDICE ADvERTENCA PREMERA PARTE LAS BASES siouos vir ¥ va 1. Las vmnzas proouersvas Le aturaleca, 7—Conjeturas demograticas, 14 Los lites de trabajo, 17—El paisaje, 21 2, Las esrRucTURAs Socrates Ios eselavos, 38.—Los campesinos libres, 42—Los se ores, 45 3. Las actirunes mewrates . Tomar, daz, consagrar, 61—La fascinacién de los mo- delos antiguos, 72 SEGUNDA PARTE LOS BENEFICIOS DE LA GUERRA siglo X - MEDIADOS DEL stcLo xt 1. La etArA caneuinera Tas teodencias demogrificas, 98—E1 gran dominio, 104,—El comercio, 122. 2, Las OLtraas acrestones Tos atagues, [él—Los efectos, 13 —Los centros de desarrollo, 152—La Europa salvaje, 153—Alrededor del mar del Norte, 164.—La versiente meridional, 176 6 7 1 TERCERA PARTE LAS CONQUISTAS MEDIADOS DEL SILO XE 1, La $70ck FEUDAL Los primeres signos de ls expansié feudal, 204 —Las tres Sr Las resorves de] crecimien: Los campestuos nico, 236—La rovuraciés, 252. Onsextacton EY’there ce ioe trabejaderss, 229-8) CAMPESINAS ES DEL XI 208. 4 iplotar, 280—La in directa, 283—La ex 298. 29 267 ADVERTENCIA Este Nbro no pretende ser un manual de historia eco némica; es solamente un ensayo, una serie de reflexiones sobre una evolucién muy amplia cuyo mecanismo, inseguro y complejo, he intentado observar y poner al descubierto. La insuficiencia de la documentacién y el imperfecto avan- investigacién histori ra abarcar un area geog y diversa como lo era entonces la europe periods tan extenso, era preferible situarme en el terreno fen el que me siento mas seguro: el de la historia del mundo rural, y més concretamente del mundo rural francés; no se extrafe, por tanto, el lector de clertas elecciones, de perspectivas y de todas las omisiones que cescubra Beaurecuell, septiembre de 1968. PREMERA PARTE LAS BASES SIGLos VIE Y VIE A fines del siglo vz, cuando se halla précticamente cerra- do en Occidente, con el asentamiento de los lombardos en Htalia y de los vascos en jerfa progresivamente baci pais profundamente salvaje, y por el! parte fuera del campo se halla en regresién en las zonas que tradicionalmente la usaban y en las demés le penetracién del escrito es lenta. Los textos conservados son, pues, escasos; los documentos més explicitos son los de la protohistoria, los que proporciona la investigacion arqueolégica. Pero estos documentos bign son defectuosos: los vestigios de la civilizacién mat Hal son, en la mayor parte de los casos, de datacién inse- gure; se hallan ademds dispersos, al azar de los descubri- mientos, y su reparticién esporddice, con grandes lagunas, hhace dificil y peligrosa toda interpretaciéa de conjunto. In sistamos, como punto de partida, sobre los reducidos limi- tes del conocimiento histérico, sobre el campo desinesu- ‘adamente amplio dejado a las conjeturas. Af'adamos qué sin duda, el historiador de la economia se encuentra espe. Gialmente desamparado. Le faltan casi por completo las ci fras, los datos cuantitatives que permitirian contar, medir. Necesita, sobre todo, abstenerse de ampliar abusivemente los modelos construidos por la economia moderna cuando intente observar en este mundo primitive los movimientos de crecimiento que lentamente, entre los siglos vi y Xa, han hecho salir a Europa de la barbarie. Es evidente, en ia actualidad, que los pioneros de Is historia econémica me dieval han sobreestimado, a menudo involuntariamente, la . Georges Duby importancia del comercio y de la moneda. La labor més necesaria —y sin duda tambign la mds dificil— consiste, pues, en definir las bases y los motores auténticos de la economia en esta civilizacién, y para llegar a esta defint las reflexiones de los econo: nos utiles que las de seneible das por Bizai is tarde por el Islam, se mantisne el sistema eco: heredado de la antigua Roma: ciudades que explotan Jos campos c , moneda de uso cotidiano, merca- eres, talleres en los que, para los ricos, se fabrican obje. tos espléndidos. Europa ‘nunca estuvo separada de estas zonas de prosperidad por barreras infranqueables; sufrié su influencia y su fascinacion, Por otra par- el espacio europeo se enfrentan de hechd dos tipos de incali ifca con el dominio germano-es- avo, con ‘baro», como decian los romanos; es Is zona de la inmadurez, de la juventud, del acceso pro. sresivo a formas superiores de civilizacién; es una zona de crecimiento continuo. La otra, por el contrario, es el domi- nio de la decrepitud; ea ella acaban de degradarse las su. pervivencias de la civilizacion romana, los diversos elemen. tos de una organizacién en otro tiempo compleja y flore. Giente: la moneda, las calzadas, la centuriacién, el gran dominio rural, fa ciudad, no esti completamente muertos algunos incluso resurgirin més adelante, pero de momento se bunden insensiblemente. Entre estos dos mundos, uno orientado hacia el norte y hacia el este, el otro hacia el Mediterzénco, se sinta, en las orillas del Canal de la Mancha, en la cuenca parisina, en Borgofia, ex Alemania, en Ba. una zona en la que se da mis activamente q otras partes el contacto entre las fuerzas jévenes de la bar- barie y Jos restos del romanismo. Ex ella se producen in- terpenetraciones, encuentros que en gran parte son fecun. dos. Conviene no perder de vista esta diversidad geogrs- fica; es fundamental, y de ella dependen en gran parte los primeros progresos del crecimiento. L. LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Ly NATURALEZA Sao er z adhe que @ am a Soe Rahtener Gotidianamente, para sobrevivir, ot a fuersas naturales. Comoate dificil, porque el hombre ma- Se armas poco eficaces ¥ el poder de la naturelaza lo do mina, La primera preocupacin del historiador debe ser la medicién de este poder y el intento, por conusiguiste, de ra construir a! aspecto del medio natural. La tare wi fnuciosa, a ras de tierra, ea requiere una investigaciéa minuciosa, a ras de terra, risqueda de los vestigios del paisaje antigua que conser Tastee los campos actuales los nombres de lupaes 7 ch tives, el trazado de los caminos, los limites de las tierras cultivedas, las formaciones vegetales. Esta investigacién {sth muy lejos de haberse completado; en muchas resonss de Europa apenas esta iniciada y, consiguientemente, tros conocimientos son insegures. | En Europe occidental la estepa penetra en Panoni la cuenca media del Danubio; se insinda incluso és lejos todavia, localmente, haste en ciertas Uanures pantanoses de ia cuenca parisiense, Sin embargo, de una forma, sree ral, las condiciones climéticas favorecea el desarrollo bosque; se pos occupa ef hosque parece reinar sobre todo siones di : cian por una Fegan [a quel esuerso sarzola ge habia desarrollado més ampliamente que en otra eee Cetbaigo el bosque cubria aun las dos quintas a tes de este dominio, Hasta fines del siglo xar la proximida de una amplia masa forestal inflayé sobre todos los 2s5ec- tos de la civilizacién: se pueden descubrir sus huellas tanto de ra 3 Georges Duby = Biss Burg es s, rourgus: Mapa de los bosguss de a Nia Baad Medion Fie, SS, Foret ee SEP aeaiSal, A Cala, coleetion a las «tierras fsias>, 5 decir, los suelos ligeros en los que cl agua penetra fécil- mente y al aire circula, a a trabajar con facilided, 2 los suelos duras, espesos, donde le humedad penetra oh \ valles 0 en las len: que Ja capa for hombre vite] bosque europeo aparece sembrado de innum rables anos son recientes y estrechos, como los Que proporcionaron su alimento a los primeros monjes de Saint Bavon de Gante; otros se extienden por amplias 2- ras, como aquellos en los que, desde siglos, se mezclan Jos campos y la maleza en las llanuras de Picardia. Se debe notar, por otra parte, que en las proximidades del Meci- terréneo la aridez estival, la violencia de las luvias, las di- erencias acusadas del relieve, la potencia de la erosién que arranca la tierra a las laderas de los valles y acumula en la parte inferior los depésitos no fértiles, hacen el bosque fragil, vulnerable al fuego que encienden los agricultores y los pastores; el bosque se reconstruye lentamente y se de- grada con facilidad, y de modo definitivo, ex matorral. Ea [a franja meridional para producir las subsistencias hay que luchar més contra las aguas que contra el arbol. Se trata de domesticar éstas para proteger e! suelo de las pendien- tes, para drenar ios pantanos de las Hlanuras y para com- penser con la irrigacién la excesiva sequedad de los ve- rancs. Ala vista de Jo 2x insajs_que_ decom: Ta temperatura, y mas atin de la humedad, de la reparticida te: 10 Georges Duby de las luvias en ef curso de las las lluvias en el curso de las estaciones, dependen la re- sistencia mas o menos grande de las formaciones boscoses, gl cqmportamiento de fos suelo, ein o al acoso del Hombre cuand® se cofucrat 20° extender ol espacio culiva do. Ahora bien: a0 es posible actualmente exeer que el cl ja ha permanecido estable en Europa durante lov tiempos histéricos. El bistoriador de una e 2 hstaricos, BL dor economia tan_primitiva rimer OF otclonan, sobre estos puntos duda, los ‘cronistas de 1 3 de ordi uly atentos a os meteoros, anotea a 19 ange te ov ake, las demds cal ss con las que [a cél sl genero hussaso, los 3 : : ‘penere F cesives y [as inunda- nes, pero sus apreciaciones son siempre subjetinas is iene 7 ceasionles y lo que interesa pare este géaezo surables. Se ha Intentado recurs a la dendeclooe er ae, riz a la dendrologia, es de. sir, al examen de los troncos de los arboles concéniricos anualesrefljan, por la varscie oe Seas sor, la mayor 0 menor vitalidad de la planta, es decir. tus reacciones a las influencias climaticas Pero las especies arbéress curopeas son de longevidad insufciente pars oro, porcionar indicios aplicables 2 la Alta Edad Media Los da. tos is Wels para el medievalism siguensiendo, en Euro. a, los que proporciona el estudio del sey rete fies de los glaciares alpine. Ta echoes SSeS ES, Tirol, situada ea la proximidad de un frente glaciar, he ex iado en varias ocasiones en curso da la Sistars, secu bierta por los hielos. La acumulacidn de vegetales tus om fonces interrumpida, y en el espesor de ta Trbera se ue. fen descubrir hoy dia capas de arena mas o menos espe. que ge intercala entre las canas de descompostidn vege rresponden a los avances del glaciar, Es posible ast Bropones usa cronclogls,evicentements aproximata, de los ujos y reflujos glaciares, es decir, de las oscilaciones miétieas, puesto que los movimieatos dl glasiar covia at Las fuerzes productivas i rectamente relacionados con las variaciones de la tempers fara y de la pluviosidad. Parece ser, pues, que los Alpes han fMocido, durante la Edad Media, un primer avance gla cpncdine se pusde situar entre los comienzos del siglo ¥ 7 la primera mitad del siglo viet Esta fase fue seguida de Jn retroceso que.se prolongé hasta mediados del siglo ada de los hielos fue entonces, al parecer, cla suponer @! do correspondiente al clima més suave que el actual, y tambi fho se observa ex las turberas la presencia de musgos hiss filos. Después, los glaciares progresan de nuevo desde me- diados del siglo x1, y muy bruscamente: el glacier de ‘Aletsch recubrié en esta époce todo un bosque de co ras cuyos troncos momificados han quedado al descu! tras el retroceso actual. Esta segunda fase activa hacia 1300-1350. Debe ser relacionada con un desc [a temperatura media (débil, en realidad: los especialistas la creen inferior a un grado centigrado) y con un aumento de la pluviosidad cuyas huellas son visibles por todas par tes: en las proximidades de una aldea provenzal ciertas grutas fueron abandonadas a mediados del siglo ar a Causa de las fuertes infltraciones de agua provocadas, sin duda, por Ia agravacién de las luvias de verano y por la debilitacién de la evaporacién debida al descenso general de la temperatura, Los datos suministrados por la glaciologia alpina pu: den ser corroborados por fenémenos conocidos a través ds testimonies de otro tipo y de otros lugares. Tal vez sea arriesgado establecer una relacién directa entre Jas oscila- ciones climéticas y la transgresiéa marina, a acaba de ser establecida, que, poco después sumergié los establecimientos humanos de las costas fa: mences. En cambio, existen concordancias dignes de int las alternaciones de flujos y reflujos glaciares y las modificaciones del manto vegetal que pone de manifies- to el examen del polea conservado en las turberas. El es- tudio de estos residuos vegetales permite sobre todo esta: blecer una cronologia, igualmente aproximada, de la ex + ssn Georges Duby * wasn, Digan 245% Chisiet —sensnervanene Che A Pomin Haie 2esDiagrama de polen del Rover Mé i iclecar auctiaires de Piste 10 20 20 49 0% - ral 10 20 30 40 50% Beuiesu , sega Delon: Introduction {césdaiest”cereaes: Las juerzas productivas 33 tensidn y la retraccién de las formaciones forestales en la vecindad de las ecumulaciones de turba. Uno de los pri- meros diagrames polinicos realizados muestra, en las ila- auras del centro de Alemania, entre el siglo vit y mediados del x1, un retroceso progresivo del bosque al que siguié, en los siglos xitt y 27, la lenta reconquista del espacio por al arbol ntemente, estudios realizados en las Ardenas hen separados por fases de ietrovesu, ues avances sucesivos del haya; fechados respectivamente en los alrededores de los afios 200, 700 y 1200, corroboran lo gue sugieren las observaciones glaciolégicas en cuanto a las oscilaciones de larga duracién del clima europeo. Por iglo var y la seg 5 ir, en el momento en el ‘que se insinda el primer despegue de un crecimiento eco némico que, como veremos, fue esencialmente agricola. Seria temerario afirmar que nos hallamos ante una es- trecha correlacién de estos dos fenémenos y no ante una simple coincidencia; los efectos de la coyuatura climética sobre las actividades humanas no son tan simples y, ade més, hay que considerar que Ia fluctuacién fue ciertamente de escesa amplitud, demasiado escasa 31 menos para que Ia elevacién de la temperatura y la reduccién de la pluvio- sidad hayan podido determinar en el manto vegetal cam- bios de especie. Sin embargo, incluso si el aumento de las medias térmices amuales, como se puede suponer en la hie dente, fue inferior a un grado centigrado, no dejé, en el estado de las técnicas agricolas de la época, efecto, que tal variacién cor mis o menos 2 la dif entre el clima de Dunkerque y el de Rennes, a de Belfort y el de Ly = a aumento de temperatura fue acompaiado de una relative sequedad, y esto es lo importante. Investigaciones realiza- das en base a documentos ingleses correspondientes a una €poca ligeramente posterior a la que aqui estudiamos han 4 Georg s Duby establecido, en efecto, que en los campos europeos some dos a la influencia atléntica la cosecha cerealista no se vio afectada por las oscilaciones térmicas, pero era tanto mejor cuanto mas secos eran el verano y el otofio y, por el contra: tio, se hallaba comprometida per lluvias demasiado abua- dantes, sobre todo cuando el exceso de pluviosidad se ba en el pericdo otofial'. No se pue: este dato que nos ofrece la moderna hi los campos de Euro; que estaban a del sigio viz todavia sumidos en la hostilidad de ui iodo de humedad fria, las condiciones atmosféricas, se: ia todas las apariencias, se hicieron poco después y de forma lenta mds propicias a los trabajos de la tierra ya la produccién de las subsisiencias. De esta ligera mej beneficiaron, sobre todo, las provincias septentrion la zona mediterrénea, en cambio, el aumenco de la Sizo, sin duda, més érégil la cobertura forestal y, por com Siguiente, mis vulnerable el suelo a los efectos destructor storia CONTETURAS DEMOGRAFICAS Cuando se intenta conocer, en el umbral del periodo que estudiamos, la implantacién humans, se tropieza con dift cultades précticamente insuperables. Los documentos es- rites no proporcionan casi ninguna indicacién; las prime ras relaciones susceptibles de ser utilizadas por el demé- gafo no aparecen hasta comienzos del siglo rx en los in- ventartos de algunos grandes dominios carolingios; todas proceden de zonas muy concretas en las que se habia ex tendido el uso de la escritura en lz administraci6n, es de- ir, de las-regiones situadas entre el Loira y el Rin, por un lado, y de Ttalia del norte, adems, todas se r fieren a islotes de poblamiento muy restringidos. La ar queologia podria darnos indicios mas numerosos y menos desigualmente repartidos en el espacio, pero las investiga. ciones son todavia muy escasas. La prospeccién arqueolé- iJ. Thow, «Evidence of weather ip the account sells of the bishopric of Winchester, 1208-159, Economic History Review, 1800 upg il Las fuertas productivas a interpretacién demo- desqubre restos de habitat cuya interpretaciéa demo gratica seiuy delicada, Del estudio de lag sepuuras » de rafica e5 Ty gnos que contienen se pueden obtener al Tos restos Humans See i cexo fa edad y. a veces, In com nas intormnatijea de los inhumados; con estos datos #8 po- plexién Bigog® Coustrair tablas de mortalidad, pero antes sible atreveres ataviar al cementerio entero, #323 Seguro SEP todos los habitan gar fueron sepultados en 4! Se eee ha habido fenémenos de segregacion en fu See A ee ees fico, ¥, POF éltimo, hay 4 paride de wise SSS 2s Ta necropolis, es decir, hay que fechar las rumbes or eible hacerlo, con una clerta aproximaci¢a, cuand i ‘Ssepuleros coi objetos funerarios, pero el Progre: fo de fa cristanizacion y las modifcaciones 2B eso determiné en el culto a los muertos hack 2 = irso del tiempo, todos 3 ‘Suma, de dificil soluciéa, vasion, Problemas téenicos, en suma, de dificil soluc Gee ge extraordinariamente al valor de los deseubr ‘Rontos. Muy Ripotsics tambign soa fs resultados és es miemiggaciones que, mediante al examen de los terzitoros are oT du rueios 7 de los restos forales, intentan SEiiitar al drea de la ocupacién humana en estas épocas Gnuigues, Ba una palabra, toda conjetura demogréfica se lative a esta época Se basa en fundamentos muy TET Fanos Te impresion de conjunto 65 que et Sig10 se gtaa ea la bistoria del poblamiento de Europa, a Sal na Tar de regresidn que, sin duda, se relacio Condo romano se vio afectado a partir del sigio de le < de descenso demo: do brusea: gio vr én de una epidemia ae ee Sea 5 Biantiae Posen, peste negra. Sez gantino Procopie, = ior testigo de estas calamidades, el mal se exte parte de la Galia y llege hasta, tas oes cet in superior So. Sabemos por la descripcién de Gregori = y medio. Grameate, se tataba ce la peste bubénice, aus BES ST oparicion después de unas inundaciones catastrof 6 Georges Duby cas, que atacé a toda la poblacién, y sobre todo a los nik fos, y que provocaba la muerte inmediata. Como después del segundo ataque del mismo azote que Europa sufrié a mediados dei siglo xv la epidemia signié causando victi- mas durante mas de medio siglo, surgiendo nuevos brotes de peste como los sefialados por los textos en el 20 563 en Auvernia; en el 570, en Italia del norte, en Galia y en Espa- fa; en el 580, en el sur de Galia: idemia hace estragos en Tours y en Nantes en 592; reina entre el 587 y el 618 en Italia ¥ en gin dato numérico permite la menor evaluacion de los efectos de la mortalidad. En Ita lia, a los de Ja peste se unen los de le guerra provocada por la invasién lombarda. Las observaciones de los arquedlogos descubren, en todo in sensible del po- blamiento, que no se I 2s de los que sabe mos por los Alemania se observa un claro 7 de la ocupaci jumana tant sudoeste como en las costas del mar del Norte: el yacimiente de Mahndorf, al sudeste de Brem estaba ocupado por ochenta campesinos entre el 250 y el 500; entre el 500 y el 700 los habitantes eran, como més mo, una veint poblada hacia el aiio 400, parece vaciarse después de un modo total. Ciertas evaluaciones de conjunto de la poblacién eu- ropea han sido realizadas. para e! siglo vt proponen una estimacién de 5,5 habitantes por kilémetro cuadrado en Galia, de 2 endria menos de medio millén de hab 22 en Germania, donde, en las regiones més intensamente ocupadas, el espacio cultivado hebria abarcado del 3,5 al 4 por 100 de la superficie total. Mantegamos la mayor prudencia respecto a estes cifras; su tnico interés radica en mostrar cud escasos eran los hombres en Europa en el inicio del movimiento de progre- so que nos proponemos observar. Estas terras boscosas estaban précticamente vacias. Ademés, sus habitantes apa- recen en estado de desnutncién: los esqueletos y Iz den- ticién recogidos en las se f turas revelan la exist lidad de la poblacion a los ataques de la peste. Epidemias no identificadas est n atestiguadas todavia en Inglaterra en Las fuerzas productivas 7 el 664; en Italia, hacia el afio 680; en el 694, en Ja regiéa de Narbona; un ‘nuevo recrudecimiento de la’ peste se pro- duce hacia el 742-743; la despoblacién, el abandono de las tierras cultivadas y su conversion en zonas pantanosas pro- vocan la instalacién endémica de la malaria en les lanuras mediterraneas. En este vacio humano el espacio es sob abundante. En estas condiciones la base de una fortuna no es la posesién del suelo, sina el poder sobre los hombres, sin embargo tan miseros, y sobre sus muy pobres utiles de trabajo. LOS UTILES DE TRABAIO De estos utiles apenas sabemos nada. Son peor conoc- dos que los de los campesinos del Neolitico. Los textos, los nos dan palabras, y latinas que traducen torpemente el lenguaje vulgar, ant cuadas ¢ incapaces de expresar la realidad cotidiana. Bajo estos vocsblos, ¢eémo conocer ¢! objeto, su forme, teria, en definitiva, su mayor o menor eficacia? Del aratrum © de la carruca mencionados de vez en cuando por los do- cumentos escrites muy poco prolijos que han intentado a Jo largo de los siglos describir los trabajos agricolas, cqué podemos conocer? Los dos términos, sin duda intercam- biables —el primero ¢s utilizado por los escribas més le- trados, porque procedia del vocabulario clasico; el otro tra- duce més felmente el habla popular—, evocen solamente un instrumento arrestrado por un tiro y destinado a la labor. La segunda palabra indicaria, como méximo, que el til estaba provisto de ruedas, pero ninguna glosa permit definir cudl era Ja traza de su Teja, si su accién se ampliaba con el atadido de una vertedera, es decir, sivel labrador dis- ponia de un verdadero arado, capaz de remover el suelo y de airearlo en toda su profundidad, o solamente de un arado cuya reja simétrica pod{a, como maximo, abrir un surco sin remover la tierra. Los descubrimientos arqueolé- gicos no han proporcionado casi nada que pueda iluminer, Para esta época, le historia de la tecnologia campesina, 18 Georges Duby ¥ tampoco se puede esperar mucho de la iconografia, otra parte muy defciente; de hecho, nada nos permits jun ta reproducir el espectaculo de [a vontermporanes o si, inspirdndose en modelos de tale es antiguos o exéticos, presenta forinas puramente simbs, licas y desprovistas de toda referencia ¢ lo cotidigno, se La falta de informacion: preocupar guras relativas a los aperos de labranz: lamentable. Cémo hi tivas si se ignora tedo sob Ea ura oscuridad se: a es particularmen a idea de las fuerzas produc los dtiles de trabajo? tan profunda resulta obligado recu ere 8 docaneats sats talon a oe atcs gue eae misnto de la escritura, astimulado por la administrectos Carolingia, hizo surgic 4 Baer del Geert $a femoe a tes de nada que estos escritos se refleren sélo a los don, los mas amplios y a los mejor organizadas, es decir, a sec de vanguardia de la téenica agricola, 1. rs, a los que se conié la mision de real de estas grandes explotaciones, tenian srdenes de enumene los utiles de ios que disponia cada centro y espevialmen Jos utensilios de metal, que eran los de més valon He sau una de estas relaciones. Conservada en un manuscrito del Primer tercio del siglo rx, se refere a un gran dominio real, al de Annappes, situado en los confines de Flandes 7 de Anois: «Utlles: dos barretios de cobre, dos vases pare be 1 ber, dos calderos de cobre, uno de hierro, une sartee anes Hllares, un morillo, un poctaantorchas, dos destrales, una doladera, dos taladros, un hacha, un raspador, une garlopa una lana, dos guadatas, dos hoces, doa palas de bene, Utiles de ‘madera sufcientess*, Del texto copiade se des. los objetos cui lizar et c i en esta explota- cién muy amplia en la que se eriaban cerca de doscientas reses bovinas los dnicos instrumentos de metal expleados ea Ja agricultura estaban destinados a cortar la hierba y 3 Merumenta Carmanice Ristori, Morir feges, sCapitalaria regum fresco: | Las fuerzas productivas 8 la tierra 2 mano; el duedo no po Sas que un siimero reducido de ellos, sin duda porque los qultivadores de la tierra venian en su mayor parte de fuera igo sus propios aperos; ningin instrumento encionado entre los cién del hi ce, pues, extremadam: wuipo agricola, y la rareza del mezal se halla confir or | sélica, cuya primera reda 6 afiadidos y mo castiga- lar De villés, gala redactada hacia él uso de os admiaistradores de las propiedades reales, les reco- mendaba que realizaran atentameate el inventario de los "os, de los ministeriales ferrarii; a su paso por Ann pes, los pesquisidores han snotado que no habia ningia herrero en ef dominio. En el gran monasterio de Corbie, oa Picardia, 10s bastant el trigo 0 8 ba hierro de modo regular y donde se levaban a reparer todos los de trabajo de los diferentes dominios ru rales: pero alli no se fabricaban los arados empleados 22 la huerta de la abadia; proporcionados por los campesinos, eran construides y reparados con sus propias mazes y, por consiguiente, parece, sin utilizar el metal, Nos inclinamos 2 pensar, por taato, que en las grandes explotaciones agrico- las sobre las que nos informan los manuscritos de la época carolingia —a excepeién tal vez de los redactados en Lom- bardia que hablan més a menudo de los herreros y que alse den a algunos colonos obligados a entregar en ceaso rejas oO, el arado, el instrumento basico para el cultivo ales, Sguraba entre los utiles de madera olvide- de los inventarios que se contents ban con anotar que habia «suficientess. El arado 20 era construido por un especialista, capaz de trabajarlo de me nera més compieja y eficaz, sino en la casa campesina, S: puede pensar que su punts de ataque, en su totalidad 4: madera endurecida al fuego, y en el mejor de los casos re- cubierta de una delgada [dmina de metal, era poco capaz, de los dos por los redact 20 Georges Duby incluso cuando el util fuera muy pesado, escuviera provisto de ruedas y Jo arrastraran seis u ocho bueyes, de remover Suelos compactos. No podia ni siquiera remover bastante profundamente las tierras ligeras para estimular vigorosar Frente la regeneracién de sus principios de fertilidad, Frent Bia potencia de la vegetacién aatural el arado era un arma irrisorie. De hecho, no es seguro que el personal de los grandes dominios que descriven los inventarios del siglo Dx haya estado tan bien equipado como los cultivadores de las co Grarcas més salvajes. Estas exploteciones pertenecfan casi todes a sonjes, es deciz, a hombres letrados, influidos por es modelos clisicos de le agriculnura romana, que inten- aban aplicar sus férmulas a la puesta en valor de la tierra Pero la civilizacién romans, porque era predominantemen- porque el Mediterraneo es pobre tales, porque los suelos arables soa frégiles, porque la le bor no consiste en dar la vuelta a la tierra, sino tan sélo ea Fomper la costra superiicial y en destruir la vegetacién pe setaria, no se habia preocupado del perfeccionamiento de fas téenicas aratorias: desde el comienzo de nuest los romanos habjen descubierto con sorpresa que los «bar arose empleaban unos aperos agricolas menos rudimen- caries que los suyos, ¥ pese a odo no habian intentado spropidrselos. Durante la Alta Edad Media alganos indicios pemmiten atribuir una clerta superioridad técnica a region pee menos «civilizadas» que le region de la Isla de Francia, El estudio de las lenguas eslavas nos informa, por ejemplo, de que el arado verdadero, so busca ron entones 4 patrocinio de un poderoso que pudiera protegerles o simplemente alimentarlos. El texto de los formularios merovingios es ilustrador en este punto: «Co- mo es de todos sabido que no tengo con qué alimentar- {ne ni vestirme, he solicitado de vuestra pledad, y vuestra voluntad me lo ha concedido, poder entregarme 0 confiar- me a vuestra proteccién, Lo hago con las condiciones si debéis ayudarme y sostenerme, tanto para el alimento como para el vestido, segiim yo pueda serviros y merecerlo. Mientras viva, os deberé el servicio y la obe- diencia compatibles con le libertad, y no tendré en toda mi vida el derecho de sustraerme 2 vuestro poder 0 pro- | | | Las estructuras sociales st teccién»', De esta manera, un nuevo dependiente, con toda la tierra que poseia, y sin duda con toda su familia, se in- corporaba al gran dominio. A veces también Ja piedad, la preocupacién por asegurarse los favores y la proteccién dal més allé, impulsaban a los humildes a renunciar a su inde- pendencia y a incorporarse a Is familia, a la clientela de blecimieato religioso. Con mayor frecuencia fue la miseria, el deseo de eludir ¢l peso del Estado, de evitar a los recaudadores, o la presién del jefe local lo que, en la Galia del siglo vit, transformé tantos viei, poblados por hombres libres, en villae, habitados por colonos. Afiadamos que !2 realeza, voluntariamente 0 no, y de forma tanto més facil cuanto mds extenso era el tersitorio sometido a su autoridad, delegsba en los grandes su poder de explotar. La Iglesia se lo pedia para asegurarse la be- nevolencia del cielo; la nobleza Iaica le obligaba a cedér- selo porque ere preciso hacerle donativos constantes para que no fuese demasiado turbulenta. Desde el siglo vit los reyes anglosajones concedieron a los obispos y a los abades la feorm: el derecho de posada y los servicios de construc eién debidos por los ceorls de todo un territorio. Un poco més tarde comienzan a aparecer en los textos concesiones similares hechas a los sefiores laicos, pero es seguro q los favores del soberano 2 estos uiltimos fueron incluso an- teriores y més amplios que los otorgados a los eclesiésti- cos. De esta forma los derechos reales se integraron en los patrimonios privados, y las exacciones que de ellos deri vaban se mezclaron con las prestaciones exigidas a los colonos del dominio. En el seno de la costumbre territo- Hal, répidamente se produjo lz confusién entre las cargas de origen publico y las rentas debidas por el alquiler de Ja tierra: [a entrega de viveres realizada en virtud de la feorm se trensformé répidamente en servicios en trabajo, en prestaciones personales. La nocién de servicium, de ab- sequium, que expresaba en épocas anteriores las obligacio- nes especificas de los esclavos y de los libertos hacia su sefior, absorbié todo. Insensiblemente se produjo una sx f mazavi- nias; es preciso que los jefes del pueblo ord: sos elements de su tes tuna aureola de esplendor. Estcs objetos son su. orgull Ensefando a Gregorio de Tours las medallas que habla re gogo del emperador Tiberio gran bandeja de or febreria adomada de p' preciosas, Chilperico dec aon Tari nese francos...; si Dios me da vida, haré otras.» Todo | puebl en definitiva, se gloria de Jas riquez scnalas on torno a su rey, Es necesario tambi hermosas, puesto que el tesaro es un adorno de L 082s, 2 2 adoro de la perso: aa del rey; esto hace que los cesoros reales lleven ‘anzlo ta taller gue 5 artistas, quienes se de ican a inte Jon coherente los objetos he: s de las ofvendas. Estos artistas son i como San Eloy, que sirvié 2 Da goberto, Afaden al precio de las cosas el valor, infinito ¢ inestimable, de su trabajo. Las cortes, las de Paris y Sois sons en tiempo de los primeros merovingtos, la de Toledo en el siglo vit, !a de Pavia bajo el reinado de! lombardo Liutprando, son as técnicas artesanales més ntros de creacién art ea cuyo brillo es tanto més vivo cuanto mayor es el po. del principe. Son centzos ampliamen: tos cuy ductos son difundidos por la es el resorte de su pre de la gloria spend = Ia glor fependia en v calidad maravillosa de los objetas fabricados facturas imperi Basileus a los jezes éstos midiesen toda la extensién de su Pero tambiga los soberanos de Occidents da- Ban abundantemente,y lo mis hermoso. que poreian, Ob, jetos que por su precio y por su perfeccién formal contras- taban violentamente con la indigencia del campesinado f= las siquez: sia vcteel Las ectitudes mentales ar mélico, dominado, aplastado, cuyo trabajo era, instancia, la fuente de todo él lujo de las corte: No imaginemos, sin embargo, que el Iujo servado a Jos reyes y a los grandes, sus fieles. Ea aste mun los trabajadores més humildes a0 ignoraban Jas fiestas cuyo fin era hacer renacer periédicamente la fre la benevolencia de las fueraas invisibles la destrucciéa colectiva, breve y alegre fas riquezas en ¢l an las potationes, las consum! licas con las que se pretendia a la vez ras de lo ignoto y cimentar la cohesion reabrir [as de los grupos de defensa mutus. Ni tampoco ignoreban los adornos; se descubren ea las sepulzuras m: fetos que son la réplica irrisoria de los que adornaban los guerpos de los reyes. En la Germania del siglo vit, or 7 fundidores ambulantes producian para una clientela ris- tica fibulas y hebillas en bronce troquelado cuya decors: ida populariza los temas artisticos de los tesores reales y aristocriticos. En definitiva, de arriba abajo de la so- diedad y hasta ea sus més oscuras profundidades, las crt cias, el temor a lo invisible, el interés en burlar las trampas insidiosas tendidas en todas partes por las potencias so- brenaturales, levantaban barreras, obligaban a realizar actos de consagracién y sacrificios cuya influencia ea los mo vimieantos de la economia seria peligroso desconccer. Cabe la posibilidad de que el culto 2 fos Arboles y 2 los bosques “ina ribrica integra de los cénones del concilio de Lep- tines, reunido ea 743 en la Galia franca, invita a comba- tirlo y, todavia en el siglo x1, el obispo Burcardo de Worms denuncia sus tenaces supervivencias— haya dado lugar 2 vodarosos tables que frenaron las actividades de los furadores, que limitaron le extensiéa de la tierra alime Gia a las lines de los claros iacluso donde no faltaban los ‘brazos y donde los estémagos estaban vacios. La propage cidn del cristianismo tardé largo tiempo en romper total mente estos tabiies. En cualquier caso, las actitudes reli- giosas imponian igualmente regalos, los mds valiosos, los mas necesarios, puesto que se dirigian a fuerzas inexora: “bles cuyos limites nadie conecia. cy ‘Ademis, las donaciones piadosas represeataban una dis: nisncion decisiva a expensas de la produccién y del conse: wiesuesto que, al contrario que los preseates de los Gus mo Pificiaban los sedares y los reyes, no eren compensa: Se tor la redistribucién de ventajas visibles, Sacrificios cos Paros de ganado, de caballos, sacrificios humanos in: Ree ee tos gue se sabe por excavaciones recientes ane Ce SRctieados todavia en ol siglo x en los confines de fr" Duincias cristianizadas. En los ritos del paganismo, tun gran niimero de estas ofrend: dedicaban a los mu wee ios que bay que considerar como una categorie ie weer ete de consummidores on un sistema econdmico ae Ey orovisiones alimenscis, : aeeege rumba lo que le habia pertenecido: sus joyas, 52 Yer cStuto, cus iiles, toda una serie de perirechos de los Gue el hogar de los vives se vela privado de gol ‘eaje se afiadian los dones de los pacientes. ta abundan. bagsle Safe egos ce la arqucologia, aunque formats ¥ £3 SSados en una proporcion muy débil de sepulturas, gia la gravedad de las pérdidas que sufrieron Oa durante generaciones, las riquezas de los vivos. Est Bineioa afectaba de modo esencial a los objetcs de ‘ule, al Puce dividual que todo ser humano, por pobre que fue, WSerSgervaba, pero afectaba también 2 Jos instrumentos seneho a los de metal, de los que Ta sociedad de Js SEE, Gotaba tan mal provista, Eran valores tan tentadorss Ske muchos no dudaban, para obtenerlos, en fron la se raae terrorifica de las almas de los difuntos —" Tadudeitgaocisron un considerable reflujo. Las ciudades noma jsaron: se plantaron vias, se hizo pacer & los EEETeiae los restos de los momumentos antiguos. Fas batos ene Ttiaron. Cada vez se hizo més dificil hallas petulps de tierras lejanas, Pero 20 desaparecieron So=k Uietamente, Ea cualquier caso, le ciudad sige siendo el pletaments, Tiida publica, porque en ella estaba el palaclo cent oe ano 0 de su representante, la residencia del obis Goi lor zenoJochia en los que los viajeros hallaban asilo. Avededor de todas las ciudades de las Gallas, @ sigung disnnsia Gel centro fortificado, abla suraido, desce al Selo vi, una corona de establecimientos monéstco Saint: Siglo vir PE SeuiGermeindes Prés, en Paris; Saint Médards wer Siissaney, Sainte-Radegonde, en Poitiers; Saint-Rem} Riss fuera del recinto amurallado de Le Mans se cont Reims; {ieTEip vi ocho monasterios ¥ bospicios. La com ban oF Sos jefee politicos, los domésticas de las iglesiss ta de Wes aien al mucieo urbano 3a, grupo importante, fe cae eaeables y de nivel de vide relativamente alto caderes, mo en Pavi Su sola presencia daba lugar 2 un aprovisionamiento con aoe Presa n acvided de aresanos copecializadss Porque los sucesores de los ciudadanos romanos aspiraban a llevar la vida de sus antepasados. Se esforzaban por man- fener, mal que bien, en funcionamiento el marco material | que aquellos Tes habian legado. Se preacupaban sxpecal | Gente por construir. A fines del siglo vt, el poeta Fort nato aleba al dugue Leunebolde por ‘haber construido una iglesia y este hombre con mis dos compaderce ies recovecos del bosque, pasamos por toda clase de inform nios. Engafiados por el eruce de dos caminos, aicimos seis leguas més de las necesarias.» A seis millas de Meaux, la acémila muere, «Dejé alli al criado con el equipaje, no sin des mentales Las ac! antes decisle lo que deberia responder a los viandantes Pilegué a Meaus. Apenas la clarided del dis me perminé ZI pueate subve el qu me aventuraba, 7 ‘9 la me di cuenta de que me esper compaiiero, después de haber pescado indtilmente una barca, volvié al peligroso paso del puente y quiso el cielo que los caballos pudieran pasarlo idente. En los lugares carcomidos, colocaba a veces jo bajo sus pies; en otras ocasiones unia los tablo- es separados; a voces a gatas, 2 vects de pie, a veces ava zando y otras retrocediendo, consiguié pasar felizmente el feate con los caballos, y yo le segui.e Sin embargo, les ransporses en carretera ho se Intermumpieron. Ba un texto Gactado antes del ado 752 en Saint-Denis, este medio era Considerado como normal. Se trata de una decision real por la que se concedia a un establecimieato religioso ls Exencién de las tasas cobradas sobre las mercancias: hemos concedido la gracia, para sus representant comercien 0 se deeplacen por cualquier otto motivo, de x pagar al fisco el peaje o cualquier otro impuesto, cada fo por tantas carretas, cuando van a Marsella o cualqui otro puerso de nuestro reino 2 comprar lo que necesitas para luminarias (es decir, el aceite), Por tanto.... a recl fnareis ni exigiréis ningun peaje por tatas carretas de esi Obispo en Marsella, Toulon, Fos, Arles, Avignon, Valence, Vienne, Lyon, Chalon y demés ciudades de nuestro reiz0 ea las que se exige, tanto si se trata de imipuestos sobre fl transporte en barco como ea carro, en los caminos, en Jos puentes, por ¢l polvo levantado, por la reverencis de bida o por la hierba consumida»". Pero este documento mencioaa en primer lugar barcos, ¥ io que ciona ¢s efectivam: + los barcos. De hecho, los rios se conve: ae circule cién, lo que favorecia, respecto a las otras aglomeracio: hes, a las situadas en la proximidad de aquéllos. Por tit mo, se encuentran en esta formula alusiones muy claras = Compras, a puntos de percepcién de impuestos atravesados por mercatores, por mercaderes. cxaminaba atentamen! ban auevas calamidades. Mi 19 Macculs, Formuleraom Wort duo, Upsala, 1942 p. 352, 16 Georges Duby culecign de productos lejanos 20 consistia sélo eo @) inereambio de regalos; intervenian también, sin duda, Snpecalistas del comercio. Se trataba a veces —como Jo St fire la formula anteriormente citada— de servidores =nv'a- Bere gr un sefor para ocuparse en tierras lejanas de los sQhocios del duedo, pero también habia, sin duda, sutin negocilercaderes. Verdaderamente, es dificil saber si los “Seociatares que sperecen en los documentos eran inde. Jendientes 0 criados de un patron, Probablemente, ¥ ost0 Betde el Bajo Tmperio, los grandes se habian babituado & Sonteatar agentes comerciales, més al corriente de las prac. creel negocio. Estos profesionales obtenfan ventajas de Su pertenencia, temporal, 2 [2 casa de ua sefor poderoco: gracias a ol podian conseguir salvoconductos y privilegios Se facilitaban sus propias transacciones. Ea todo casa PM uestencia de traficantes, al menos parcialmente ausé J, mos, que vivien de su funcidn de intermediarios, no 0} noedas, Roma habia dejado en las ciudades los residuos $E Golonias de negociantes orieteles, los Syri, que mencio~ ne las fuentes galas del siglo vi, cuyo re ERS tomaron rapidamente los mercaderes israelitas, Entre Tee que Dagoberso lama sus emercaderese Aigureban ier 1S oMEsios se beneficiaban, en la direccién de sus empr S08 merciales, de una preparacién intelectual mas e637 Ths a estas actividades, asi como de las estrechas relacio” See que mantenian los multiples islotes de la Diéspors z= Betidos por todo el espacio del antiguo Imperio. Su caeerceevior con relacién al pueblo y a la cristiandad los Seuisponia a camplir estas funciones econémicas; en fee, arene Sociedades para las que el comercio es una actividad to, eS bi, situada en los linderos de wna economia del do~ weigoy por consiguiente sospechosa —como lo ere a los Glos de le Iglesia eristiana-— encomiendan voluntariamente Te Sedexiea del comercio a los extrafios. Sin embargo, exis Tee también cristianos entre los profesionales del comercio, y estos mereaderes indigenas eran més BEMETONOS, las Yagiones donde las huelias romanas eran més visibles. Des seers ecnito en que Italia sale de la profunda oscuridad Gh que la habla mantenido durante todo el siglo vit Ja af on ee én de calamidades, se ve cémo los reyes lombardos La ci Las actitudes mentales nT dedican especial stencié; tos m | atencién a estos mercadere eyes de Liupranto, del 122, eoatenen Gpoctetones copes respecto a los hombres libres que se ausentan denasiads tiempo de su vivienda por asuntos comerciales 0 para prac tsar irrestnado del que son especialistas. Aistulfo, ex el 750, al repartir entre los miembros del pu an jecir, de aquellos cuya riqueza a rra, @ Tos regositore 9 etn ton Tortsan una lave an diverse cada y tan importante que la ley clasifica a sus miembros cn ee grpon on Fn de a fortis Eo erases mis ricos deben servir a caballo, con un & ‘at Scmpleo. Lo gue los distague se los mls feos propio. Hos de la tierra es que tienen la posibilidad de liberarse us obligaciones mediante el pago de dinero ai tesoro Fe ui rigueza es, en su mayor parte, monetaria. ara todos los pueblos que ocupan el Occidente de Euro- pa, la plata y sobre todo el oro representan los mas altos Nalores materiales. Pero los metales preciosos nose pre sentan en, forma monetaria, sino de modo marginal ya tar drededoy de los owes, de Is persoun Ge los sejes i , de le persona de los reyes, ee los jefe, a x os es ricos y alrededor de los wauersos, a aureola de magnificencia. Los saqueos, los tributos y Jos regelos bacea circular estos metales en forma de oye Los artesanos, que goran dun gran presto, seuen como slsion daies forms, afin de hacerlos mds aptos para mx aifestar In gloria de quien lov dstrta, Sin embargo, por tadas pares y hasta en los lugares més salvaes cireula la joneda. Apreciar con exactitud el papel qu: ir poulda Gecapetar fo an socednccs 46 ssta pce 2b farce fic, ln mds diel tal vez de cueates se impouea al Rstorador de Ia economia. En primer lugar, porque | tredion de informacion sobre particular son enpecial mente decepionantes: as nics indicciones que pueden futorizarjulcos segures son las monedas mismas, Se ban facontrado tsuchas, pero siempre al azar de los deseubri Tent arquengios, en lx seplturns y en dot tsoror gue sus propictarios, después de-haberlos enterrado —por ones que ignoramos, pero sin duda con la esperanza de 78 Georges Duby a t sustracr provisionalmente al peligro estas reservas de po- der no pudisron recuperar, Todos los documentos au fismaticos proceden de una serie de accidentes, a cada al mas fortuito: cue se hayan escondido las monedas, gus Bayan permaneigo ocultes, que los sequedioges as cubier ccasional limita conside 1, al primero en im- serio para des. gone @l mundo mico se orde coducirse en un remos tener un ctiterio més acersado, Si la moneda esta presente por todas partes no en todas partes se acufia, Al es 5 datan, 2 lo po muy limit oro de Sutton. quedlogos piensan que fue enterrado hacia 625 0 hacia 635, Zoo, del que los ar- contiene solam: inta y siete monedas, y todas son hasta el siglo cf esto limitada af sudecte de ie le 3 suposer une mutaiés lguier tipa en esta parte de Inglaterra les alrededores del £00, Observemos, nase, tae we acclse do selacionar de manece demasiado esteta fa apernure le un taller monetario con un proceso de. crecis Mas vale, sin duds, considerar que la a a crecimiento jacién se in’ y fascinante. La otros, de I pas, beber vino, bala, convettisse al cristianismo-~ no es necesariamente un si ica. Bs prueba de un «renacimi saan! echo, 2 comienzos del siglo vi, la moneda es acu fiada en fodus las provincias que han permanecido feles 4 las tradiciones antiguas, ¢ incluso en estos casos es pre 30 interrogarse sobre el uso que se hacia de estas piecas Las actitudes mentales 7 sobre su verdadera significacién. Tomemos el caso de { ‘Galia del siglo viz. En el sur, hasta el Sena, el numera: Ho era contado, sumado; el precio de las cusas se trade fi en ua cierto numero de monedas; lo que quier= we tenia confianza en su peso y en su ley; en los hadi ales d2 12 zona era reconocidas como medidas, Jalos é2 valor, como elementos de apreciacién, fs se entra en la barbaris, més jas monedas eran pesadas y as faba, por tanto, inseguras y distintas, y esto deriva SMidentemente del hecho de que el aprovisionamiento ex Sumerario era irregular, los talleres, lejanos, miltipies, y fas emisiones, de calidad variable; pero, sobre todo, pueblos de estas regiones no estaben acostumbrados & Eibir el dizeco por el valor abstracto que se Ie atribuis: fas monedas eran para ellos trozos de metal ¢ cesario comprobar, uno por uno. ‘Anadamos que, aunque presente en todas las regi todas era insuficiente la moneda. Los documentos ¢s tos ast lo prueban. Nos hablan de hombres muy ricos is: Cepaces de reunir el qumerario que necesiten en determi: sedos momentos, como en el caso de un grande de Neustris que, gor 20 haberse unido al ejército real, fue condenado d'fines del siglo viz a la multe, muy pesada, de seisci fos sueldos, con la que se_castigaba le defeccién fz al abad de SaintDenis, entregarle en onedas de oro’ necesarias, un fran dominio en Beauvaisis; murié sin haber podido tk brarse de le deuda, y su bijo tuvo conocer al monas- el comprader pague, en ia regalo de objetos que al posefa y que el vended gmbicionaba. «El precio es valorado en oro, plata y cabs Hlos, por un total de 53 librase: esta formula, que viene Gel nordeste de la Galla y que data del 739, 23 muy signi Ecativa, Mas raro resulta ver cémo un propietario italiano vende ea el afio 760 una tierra que vale un sueldo y recibe corriente es 20 Georges Duby an trozo de tocino por la mitad del precio y seis modios SE QD sor It'oure muted; o como en Luce, un cambics es decir, una persona que puede con mayors facilidac cs Gue nadie obtener dinero, da un caballo por los erece suele dos que debe, Mas caraceristica del lager Limite 3 fenia la moneda en los iatercambios es la ausencia, en les Sociedades més evolucionadas de !a época, de moneda frac- seciedades Ae Side ev wc lzada on ls pequstas ab Saccioaes, La Antigiedad habia scufado en bronce uns SSoneda fraceicnaria, y ésta no aparece ni on Italia ni ea TrGalia después del siglo vi. En este periodo sélo circulan ‘piezas de oro y de plata que tienen un fuerte valor libera- tori jitular de de dos libras, 0 quince panes de centeno, 9 pada. ¢Cémo pagar uz solo pan, es deci de un hombre? ¢¥ pera qué podien ser idiana las monedas de oro, que valian como minimo doce Voces mis que el dinero de plata de Carlomagno, y que Prose pus Gea acutadas en la Galia entre el 550 y el 650? Tee istorladores se resisten a admitir la inexistencia de moneda fraccionaria y se han preguntado si no les engafiaba Ja deficiencia de las fuentes. Que esté ausente de los tesoros, dicen, no prueba nada: no tenia valor suficiente para que se le tesaurizase. El argumento es débil: hasta el siglo Ww jos iesores contienen también monedas de bronee. Algw nos historiadores han lanzado la hipétesis de un uso, prov Jongado de las antiguas monedas romanas; pero esté de- maosirado que las piezas de esta época se desgastaban muy Hpidamente, haste +1 punto de desaparecer, cuando circ aban, en menos de un siglo, Hay que inclinarse ante le evidencia: as monedas que se welzaban en esta spec fas mis valiosas. Pero los etnélogos nos ensedan que sociedades primitivas pueden prescindir de In moneda frac: Gionaria, sin que por ello ignozen los intercambios, ni si quiera los tipicamente comerciales. De hecho, la Europe Jet siglo vit, como acabamos de ver, practicaba abundan a} erueque. Entre las casas ricas y las pobres se toda una serie de prestaciones diversas que be 2 excepcional, en todo c2s0 establect cfan de la compra una operaci Las actitudes mencales at periddica. En esta economia, sin embargo muy abierta, las monedas de poco valor no eran indispensables. La razén profunda de su desaparicién fue que los sober te 05 se desin- yon de su acufacién: ésta no afadia nada a su pres gio. Del sistema romano sélo conservaron los elementos de majestad, y acufiaron la moneda de oro porq era ante todo imitar al emperador. Repitémoslo: en la época que nos ocupa, los fenémenos monetarios estén menos relacionados con la historia eco- némics que con Ja de la cultura o la de las estructuras politicas. De hecho, hay que intentar explicar la progre- siva difusién del instrumento monetario y las Sluctuaciones que afectaron a la circulacién del dinero por la evolucién cultura! y politica, Emitir mon: do, un asuinto de Estado. Tal acto requiere por tanto un minimo de organizacién politica sin la cual no es posible la fabricacién regular de estos objetos idénticos que son las monedas, bajo la garantia de una autoridad reconocida. Requiere sobre todo que haya un concepto claro de sobera: que haya madurado el concepto de soberania, la idea que el principe es el sostén del orden, el duefio de la medida y que le corresponde poner a disposicién del pueblo Jos patrones necesarios para la regularidad de las" transac- ciones. Como la justicia, la acufiacién de moneda es und in tinucién de la paz publica; como ella, emana del personaje que, por su magistratura eminente, tiene la misién de man- tener en correlacién armoniosa y saludable el mundo vi- sible y los designios de Dios. Esta mision suprema de equi- brio y de paz corresponde al emperador. Durante largo tiempo el emperador fue 1 nico considerado capaz de cumplir esta misin. La Europa de comienzos de la Alta Edad Media utilizé tnica y exclusivamente monedas que Uevaban en una de sus caras Ia efigie del césar. La retire da progresiva de estes monedas. la aparicién de otras emi. tidas en nombre de los reyes ebérbaros» se integran, pues, gn el proceso general de aculturacién que hizo que la bar barie se insertase insensiblemente en los marcos politicos heredados de la romanidad. Las monedas de oro bizantinas més tardfas que se han encontrado en Occidente al otro lado de los Alpes proceden su deseo 2 1635, A deci nedas de oro, sueldos y sobre todo tercios de Sueldo (eriens), En Italia, que permanecié més largo tiempo bajo ta tutela politica de Bizaacio, las cecas prosiguieron su actividad es nombre del emperador: an Ravena, hasta que este ciudad es imperiales hasta la conquista drabe en los reinos barbaros, los soberanos se habian ai de los talleres, y, sin embargo, durante largo tiempo no se atrevian 2 apropiarse realmente de la acufacién. Deja. ron subsistir las monedas con la efigie del emperador, Para atreverse a sustituirla por ia suya propia fue 9 que se persuadieran de que ya no eran delegados del poder imperial, sino verdaderos dueiios y responsables del orden publico, Los primeros en dar este paso fueron los reyes francos, hacia el 540. Los monareas lombardos les siguie. Ja iniciativa correspondié al rey Leovi gildo (562575), y se incluye en um esfuerzo de conjunto Pare reorganizar el Estado, enlazar con la tradiciéa jure dice y restaurar los manos de fa soberania, lo que prueba una vez mas que le reanudacién de la actividad monetaria manifiesta ante todo la recuperacién del seati- miento de majestad. Del mismo moda, en Kent, a comien. zos del siglo viz, las primeras emisiones de mionedas de oro tradu 2 instituciones politicas, que halla su expresién en las leyes de Edelberto. Lo que extraia también en les decisiones de los reyes bérbaros es 2! 5 peto de que dan prueba hacia la tradicién antigua de acuflacién, Fidelided evi mds visible en Lomb: dia, donde los recuerdos de Roma eran més tenaces. El rey Rotari recoastituye, a imitacién de Bizancio, los colegios monederos, cuyos miembros, juramentados, en posesién hereditaria dei cargo, dominarén la economia de las ciuda- des lombardas hasta el siglo xm. El monarca afrma el monopolio de las acuiaciones como un atributo primordial de la soberania; reserva al principe todo el metal reco- gido en los rios por los buscadores de oro: condena a la Georges Duby ® “pena bi Las actitudes mer der la mano a quien int PPS atuaaclon se encuentra 20 Pavia 5 del monedero no apa- bien el cardcter 3 a Gr la moneda case Milén, Luca y Treviso, y el nom aeevta la moneda, para que se note blico dei taller. ; : ° nto 2 la funcién de la moneda real Ea cuaete 8 [tar as la afrmacion del res ple, Ea primer juico. Por ofa fess estables, YF todas las transacsiones 2 sms we cn fe monaia Ports, t eto sans {E funcion principal de la moneda, en concreto, © 8 Aivinttcambics que se desarcollan alrededor de [a per Bee taal Las monedas son objetos hermosos, hechos de Eureras muy precios, como Tat joyas que fabri Stibres ageegados al tesoro real (los cuales som f Scents tasbuan oy fesponsbles de ik seufacie ven ante todo estas monedas como vebculo 4 fs que emanan del palacio real, y después para llevar a zy lo que sus agentes cobran sobre los convoys eae fetch large de fos exrincs y de Jos os eos tributos impuestos a las poblacones, some oe Rhecs de las multas infligidas ex los trfbunales Ei) Las referencias a valores monesaros :no agereeh cea eayor frecuencia ex las estipulaciones de las leve fas que Bijan i tarife de Tas penas pecuniria? for trasvases de rquesne, los gue dependen del En7uese sh foges sus formas, go peeden dejar de reser li frumento monetario. El frueque no tiene lugar aquf: el fe de eciamos que fue condecade 19 Teal, tuvo, 2 pesar 4 isfacer Ia ‘en a rey distribuys alrededor de su Por su munificencia, el rey distribuys alzededor, ds $8 oro, marcados & persone aa co od por la saldad, Al Rosia un eixcuito, Uimitado y casi enteramente cert Sore si mismo, del que el palacio es el ele. Tal parece ser I papel fundamental de esta pesada moneda, cuye incr fnodidad, al nivel de los intercambios propiamente. cease il economista, La woneda, no lo elvidemes, ade 3 Georges Duby pertenece al césar, y debe serle devuelta. Pero si el sume Peers el vehiculo de la fiscalidad, es también uno de ss ae erentost del metal precioso que Jos particulares lle insiretigs alieres para que con él se acufen monedas, el WSbarano tiene derecho a una paste. Y este benelicio, abe soeeret os reyes ceden a los que autorizan a batir moneda, 8 ees MMos que poseen @l derecho de acuaar moneda = ON Ar Gn la medida de sus posibilidades el derarrallo de la circulacién monetaria, ‘Ea le historia del instrumento monetario, y porque ©5 ama sods una iastitucién politica, se reflejan, pues, todes je vidisitudes del Estado, El caso de Ja Galia franca, 6 BS je este punto de vista ilustrativo. Al revés que en Tis feees Soue el poder estaba aqui menos conesntrado y los Te Bloc romanos més difuminados, Galia vio, dispersarse rece ssecion en mileiples talleres. Su distribucion, 60° afica sigue le orientacién hacia el Mediterraneo, de Jes se Srincipales Ge circulaciéa, aquellas en las que se 69° Taube un peaje, que habia que pagar en numerario, aque: PSS eulen los mercaderes, porque la moneda, log: camente, servia para las operaciones comerciales. La. ofr Se Nnnaalla fue Curante largo tiempo le mas activa. Se ¢e oe aiid considerablemente hacia el 600 y conocié su apogee erRediados del siglo Viz, cuando, en la Ttalis arrsinada ps fui Resras de Tustiniano, le invasion lombarde desplese Bs 2 valle del Rodano las principales corrientes de tm Son de articulos orientales. Al norte de Galia se co” or moneda hacia el 650, y también aqui, 2 lo incgo de los itinerarios més frecuentados, en Hoy ¥_ © Musstricht, junto al Mosa, ex Quentovie, donde se concen: Meet] trafico hacia Gran Bretafia, Lo que importa s0ore wae le progresiva diseminacién de las cecas. En la Bor wotha del siglo vist las principales estén en las ciudades T° Bone. s que jalonan [a ruta desde el Szona hacia Newstria, eeUhion primero, después en Sens, Autun, Auxerre, Macon, $c han localizado otras sueve, Son més de sn miles 69 YS, Gaia, Muchas estin situadas en lugares mintscule toes Chiedos que, en el ceste, el 20 por 100 0. han side 12a Petes, La dispersién es mucho més visible en ¢l wore, donde las actividades propiamente comerciales eran, Las actitudes mentales 85 sin embargo, aparentemente menos intensas; la diserin cidn no es, por tanto, una respuesta a las necesidades de los Usuarios; e8 pricba de la descomposicién de la autoridad tondrquica. Ahogada poco a poco por los progresos del poder aristoerético, la realeza franca no ha podido mantener bajo su control el monopolio. Junto con otros favores, a Ptdnarquia a concedido a las iglesias el derecho de acular moneda; ha dejado a los monederos —cada vez més nu fnerosos, se conocen més de mil quinientos, algunos de los Guales eran némadas— adquirir cada vez mayor indepen: dencia, ¥ manifestaria sustituyendo en las monedas el nom bre del rey por el suyo propio: el primer nombre de mo- _nedero aparece en el 585, el nombre real desaparede de la moneda de oro a comienzos del Gilapidacion del poder real, y Gad de la acufacién y el deterioro de las monedas, cuyo peso poco @ poco disminuye y cuya ley se altera. Es tentador poner en relaciéa con esta evolucién, con secuencia del desastre politico, el fenémeno monetario mas importante de la época: la victoria progresiva, pero total, cbtenida por la moneda de plate sobre la moneda de oro. En el momento mismo en que, en el Estado lombardo, el realce del prestigio real hacia que se reforzase la ‘acufacién Gel oro y se abandonese la de la plata, los talleres de Galia, co abla detanaceside as completa. cia el aio 650, en Clermont, en Lyon, Orléans, el «dinero», es decir, una moneda de aa Su peso, que varia entre 113 y 128 gramos, ere claramente fnayor que la del criens, que pesaba apenas un gramo. Per- jmanecié estable hasta fines del siglo vitt. Poco a poco las monedas de oro desaparecieron: se dejé de acufarlas en Marsella hacia el 680; no se encuentran en Jos tesoros ocul- tos en Frisia después del ultimo tercio del siglo vir Un huevo sistema monetario se instalé. en tres dece ae aa i eee Contleig al or ado el ean de La Mancha. Cuando la acufiacién fue reemprendida, hacia 1 600, en el sudeste de Inglaterra, los talleres emitieroa esas monedas de plata que los numismaticas llaman sceat tas, y que se difundieron por todas partes: hay varias de llas en un tesoro oculto en Cimiez, cerca de Niza, en el glo viri, Estamos ante un: 86 Georges Duby aio 737. Este pletamente, A fines de siglo vutr, la acufiacién dal oro no era mas que un do. La conquista carolingia la habia supri ino lombardo primero, y en Roma més tarde, en tiempos del Papa Adriano. Se excontraba reducida a las franjas de Ox Gidente, en las que se mantenia la presencia de Bizancio. No me extenderé sobre las polémicas sin fin que han gpuesto a los historiedorss a propésito de esta a. Recordemos solamente que Europa occidental no poses fuentes de oro. 20h i de metal ama recoger los buscado: en los torrentes del reine lombardo? Occidence debia, pues, vivir de sus reservas, que se gastaban, o alimentarse en al exterior. Es cierto que las aportaciones exteriores dis amente en la ienguideci acién de oro, pero no por razones comerciales, Bizancio habi I siglo vt lo era todavia a comienzos de! 1, el principal proveedor de oro. No por sus actividades comerciales —estaba rigurosa. mente probibido a los mercaderes sacar monedas fuera del Imperio—, sino por sus actos politices, por los regalos cidos a los soberanos bérbaros, por los sueldos pagados a los mercenarios, por los tributos que su orgullo disfrazaba de regalos graciosos: el exarca de Ravena, 2 fines del si. glo vt, hacia eatregar cad aio trescientas libras de aro a los reyes lombardas. A medids que el imperio de Orieate se replegaba sobre si mismo, las entregas de oro se haciast jenos abuadantes. Pronto cesaron del todo y quedaron sélo las reservas, que eren considerables. El aro aparece con frecuencia ex los escritos de la ésaca merovingic, y le orfebreria franca y sajon2 quizds no fue nunca tan active como en la seguada mitad dal siglo wrt, es decir, en el mo. mento mismo en que se producen muy répidamente las com stas del dinero. Pero justamente, el oro tendia en este momento a fijarse en fos tesoros, en los de los reyes, en los de las igiesias, en los dicaben a los muertos, La plata era un producto focal; Técito se habla extrafiado de ver que los germanos Ja preferian al oro. A los sedores Privados, que controlaban 2 acuitacién en le Galia. y que a se preocupaban tanto como los reyes de la majestad, la plata les parecié una materia prima cémoda. Los hombres ss des men Les act 23 | clos a lacge dist utilizaben lz moneda para los negocios a Gf mostraron més interés por ot dinero a medida GE lento movimiento pendular, disminuiaa la: ‘Petts con ef mundo Suanngo y s staseasan [oe cambios con los pucblos de Germania y del mas det Nowe, ast como con el mundo musulmén, cuya moneds, el ‘ghems, era de plata. Por ultimo, no es absurdo pensar get non de menor valor, fue considerads un sin. la excepeionales. El abancs gues, ser el signo, no epetdas veces dt Ge Lenesecse seonemen, sno, muy al contrac 2 ura a jog intercambios comerciales, aunaue le is a bastante marginal. Ante todo porque la moneda, Eialquiera que fuese el material empleado, contineé sien: y extremacamente rara. Cuando Alcuino queria commplacer Seas amigos ingleses ofreciéndoles objetos raros, les ex- S252 copecias, aceite, y tambida plate amonedada, Ea I: jaterza, donde el rey Offa no acuflaba moneda mis aut fn Canterbury —Io rlsmo ocurre en Germania! uso de ine monedas de plata no se generalio antes del sigio ©. Es cotta parte, como hemos indicado ya, a SEER Dinero era una moneda fraccionaris hecka para ies tedficos cotidianos. Su adopeiéa manifesta an = todo is lee oles, Segre ett 2 bade, Su valor cp presigio fe ateatd al mismo teaze que daclinaba Ia fascinacion de Bizancio. Cada consis 8 Ta Smncion de a moneds al comienso de jos movimiestos que provocaron partic del siglo = at desaralio de ia economia europen. La moneda 28 una be ca de iss structures econéricas mucho més evolucio das que se Sabian creado alcededor del Mediterréneo ss: Zpuo, El Oceidente barbaro y rural habia olvidada durante iedgo tiempo esta herencia, y por este hecho la imoneds ba bia perdido una de sus dos funciones principales: las mo eta nsideradas como reservas de tiquezs: laba en forma de joyas. Queda edas no eran ya 1 metal precioso se acumul 88 Georges Duby la segunda funcidn, la de simbolo, de medida del valor be 12 SeBiis, pero la varefaccién de los intercamibios co- CRerciales habia limitado considerablemente su importan- Fa, Se puede situar en el curso del siglo vit el término de Seta degradacion progresiva que tendia limiter el papel al instrumento monerario. A partir de esta fecha, el sen io de la evolucién se invierte, al parecer. Desde que en veo de eevee @ ss) Ee se te chadurez para que le acuSacién se regularice, ésta tiende Seatac ins ecto conjugado de ante todo, sin duda, las ventajas que ofrece cercarnbiar bienes el uso de la moneda; 'y de manera determinante, el deseo de los icios de la acuflacién. Fue con el medieval, afianzé poco 2 poco, fa costumbre de a. Desde este punto de vista, la subida olingio inicla una Else decisive en Ja historia econémica de Europa. A partir del siglo vist, y en forma progresiva a partir de las, provi Sas romenizadas de Occidente,

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