Vacas, cerdos,
guerras y brujas
Los enigmas dela culturaCiencias sociales
Marvin Harris
Vacas, cerdos,
guerras y brujas
Los enigmas de la cultura
Ellibro de bolsillo
Antropologfa
Alianza EditorialTeru1o aRcivat: Cows, Pigs, Wors end Witches: The Riddles of
Gulture, Publicado por acuerde de Random
House, Inc
‘TrapucTor: Juan Oliver Sinchez Fernindez
Primeraedicisn en «Fllibeo debesillo»: 1980
Primera reimpresisn: 1997
rimeraedicisn en «Area de conocimiento: Ciencia sociales»: 1998,
Disefio de cubierta: Alianza Editorial
lastraci6n: Fotografia Alvaro de Leiva / Anaya
Resende tod lor derechos. I comenido deest obra esta peotepa porls
Ley,queestublace pena de prs 0 mukas, edemis dela eorrespendients
Indesaizaones po dos y pecs, para quienes repodjeren, Hapa,
dos no sélo se desperdicia el estiércol del ganado, sino que se
deja que contamine las aguas freaticas en extensas éreas y |
contribuyaa la polucion de ios ylagos cercanos,
E] nivel de vida superior que poseen las naciones indus-
adas no es consecuencia de una mayor eficiencia pro~
* Marvin Harrisha desarrllado en su obra Culture, Pople, Nature, una
ecuacidn que establece unarelacién entre aspectos dela produccién ye)
soutpute energstico:
Bemxtxrxe
donde B esa energia alimenticia el nimero de calorfas queun sistema
produce anualmente; m = el niimero de productores de alimento; = el
nimero de horas de trabajo por cada producto de alimentosr= mimero
ddecalorias gastadas pore productor de alimentos por hors; e= Ia cant
ddad media de caloias de alimerto por cada calorfa gastada en la produe-
cin dealimentos. El facto erelejaelinventaro tecnoldgico de la pro
dduccidn de alimentos y la aplicacién de esta tecnologia ala tarea dela
produccién, Por tanto e revela a productvidad del trabajo o el nivel de
tficiencia tecnoambiental del que gozan los productoresdealimentosde
un sistema cultural en su intento de obtener energiaalimentici desu
medio ambiente Es decis, como dice M. Haris, «cuanto mayor es 6 ma
yor es el nimero de calories producidas por cada calora gestada en
produccién de alimentos». Consultar sabre este concepto de energla
ecosistema el capitulo 12, pigs. 229-255, dela obra de Marvin Harris,
Culture, People, Nature, Thomas ¥. Crowell, Nueva York, 1975,2.+edi-
ida. (N. del)
AnIADME ACA 7
uctiva, sino de un aumento muy fuerte en la cantidad de
tnengia disponible por persona, En 1970 Estados Unidos
‘onsumid el equivalente energético a 12 toneladas de carbon
or habitante, mientras que la cifra correspondiente a la In-
dia rala quinta parte de una tonelada por habitante. La for-
a.en quese consumié esta energia implica que cada perso-
‘nadespilfarra mucha més energiaen Estados Unidos que en
Ja India. Los automsviles los aviones son mas veloces que
Jascarretas de bueyes, pero no utilizan la energfa con mayor
eficiencia. De hecho, el calor y el humo imttiles provocados
durante un solo dia de embotellamientos de trafico en Esta-
os Unidos despilfarran mucha més energia que todas las
‘yacas dela India durante todo el afio. La comparacién es in-
‘luso menos favorable si consideramos el hecho de que los
‘gufombviles parados estén quemando reservas insustitui
bles de petréleo para cuya acumulacién la tierra ha requeri
dodecenas de millones de anos, Sidesean ver una verdadera
‘vaca sagrada, salgan a la calle y obscrven el automovil de la
familia.Porcofilia y porcofobia
‘porcontiA¥ FONCOTODIA 39
anos y tubérculos en proteinas y grasas de alta calidad de
» Ehamanera més eficiente que otros animales.
[EI pliblico conoce menos las tradiciones de los amantes
{fandticos delos cerdos. Elcentro mundial del amor alos cer-
_ Gos se localiza en Nueva Guinea yen as islas Melanesias del
‘Sur del Pacifico. Para las tribus horticultoras de esta regién
sque residen en aldeas, los cerdos son animales sagrados que
se sacrfican a los antepasados y se comen en ocasiones im-
rtantes, como bodas y funerales. En muchas tribus se de-
ben sacrificar cerdos para declararla guerra y hacer la paz.
agente dela tribu cree que susantepasados difuntos ansfan
acamne de cerdo. El hambre de carne de cerdo es tan irresis-
tible entre los vivos ylos muertos que de vez.en cuando se
| organizan festines grandiosos y se comen casi todos os cer-
Todas las personas conocen ejemplos de habitos alimenti-
ios aparentemente irracionales. A los chinos les gusta la
carne de perro, pero desdertan la leche de vaca: a nosotros
nos gustala leche de vaca, pero nos negamos acomer lacar-
ne de perro; algunas tribus del Brasil se deleitan con las hor-
‘migas, pero menosprecian la carne de venado. ¥ asf sucesi- gu!
vamente en todoel mundo. i
Blenigma del cerdo me parece una buena continuacion |
del dela madre vaca, Nos obliga a tener que explicar por qué,
algunos pueblos aborrecen el mismo animal al que otros ,
La hitad del enigma que concierne ala porcofobia es bien
conocida para judios, musulmanes y cristianos. El dios de
Jos antiguos hebreos hizo todo lo posible (una vez en el Li-
brodel Génesis yotra en el Levitico) paradenunciar al cerdo
como ser impuro, como bestia que contamine a quien lo,
prueba otoca. Unos mil quinientosaios mas tarde, Alé dijo
su profeta Mahoma que elestatus del cerdo tenfa que ser el
‘mismo para los seguidores del Islam! El cerdo sigue siendo
‘una abominacién para millones de judios y cientos de millo-
nes de musulmanes, pese al hecho de que puede transformar ,
38 i
-
dosdelatribu de una sola ver. Durante varios dias seguidos,
fosaldeanosy sus huéspedes engullen grandes cantidades de
carne de cero, voritando lo que no pueden digerir para
‘volver a ingerir mas, Cuando todo ha finalizado, la piara de
‘erdosha quedado tan mermada quese necesitan afios de ri-
rosa frugalidad para recomponerla, Tan pronto como se
Jha logrado esto se realizan los preparativos para una nueva
‘ypantagruélica orgia. Y asi vuelve a comenzar el extraio ci-
dlocausado por laaparente mala administracisn,
Empezaré con el problema de los porc6fobos judios e is-
Limicos. sPor qué dioses tan sublimes como Yahveé y Ali se
Jan tomado la molestia de condenar tma bestia inofensiva ¢
incluso graciosa, cuya carnele encanta la mayor parte de la
humanidad? Los estudiosos que admiten la condena biblica
yeoranica de los cerdoshan ofrecido diversas explicaciones.
‘Antes del Renacimiento, la ms popular consistia en que el
cerdo eraliteralmente un animal sucio, mas sucio que otros,
puesto quese revuelca en su propia orina y come exeremen-
| tos, Pero relacionar la suciedad fisica con la abominacién re-
ligiosa lleva a incoherencias. También las vacas que permit~
necen en un recinto cerrado chapotean en su propia ovina y40 ‘Acas\CERDES GUERRASY AROS
heces. ¥ las vacas hambrientas comerdn con placer excre-
mentos humanos. Losperros y los pollos hacen lo mismo sin
preocuparse nadie porello;los antiguos deben haber sabido
‘que los cerdos criados en pocilgas limpias se convierten en,
remilgados animales domésticos. Finalmente, si invocamos
pautas puramente estéticas de «limpieza», debemos tener
presente la formidable incoherencia que supone la clasifica-
‘cin biblica de langostas y saltamontes como animales «pu-
ros. El argumento de que los insectos son estéticamente
is saludables que los cerdos no hard progresarla causa de
losfieles.
Los rabinos judios reconocieron estas incoherencias a
principios del Renacimiento. Moisés Maiménides, médico
de a corte de Saladino en El Cairo durante el siglo xitt, nos,
ha proporcionado le primera explicacién naturalista del re-
‘chazo judio y masulmén de la carne de cerdo. Maiménides,
decia que Dios habe querido prohibir la carne de cerdo -
ioe
‘como medida de salud publica. La carne de cendo,escr
rabino, «tenia un efecto malo y perjudicial para el cuerpo»,
‘Maiménides no especificé cuales eran las razones médicas,
‘en que se basaba esta opinién, pero era el médico del sultan y
su juicio era muy respetado.
A mediados del siglo xrx, el descubrimiento de quela tri-
‘quinosis era provocada por comer carne de cerdo poco co-
para siy de-
jando la mayor parte de los «huesos y las tartas estropea-
das» para sus seguidores.
Siguiendo la linea evolutiva que conduce desde Atana, el
«gran hombre» trabajador-empresario empobrecido, hasta
los jefes kwakiut semi-hereditarios, terminamos en las so-
iedades estatales gobernadas por reyes hereditarios que no
realizan ningyin trabajo industrial o agricola basico y que
‘guardan para sila mayor parte ylo mejor de todas las cosas.
Aceste nivel imperial, los poderosos gobernantes por dere-
‘cho divino mantienen su prestigio construyendo vistosos,
palacios, templos y gigantescos monumentos, y hacen valer
suis derechos a los privilegios hereditarios contra todos los
posiblesaspirantes, no medianteel potlatch, sino porlafuer-
2a de las armas. Si invertimos la diteccién, podemos pasar
de los reyes alos efes de potlatch ya los «grandes hombres»,
yde éstosa los estilosde vida igualitarios en los cuales desa-
parece toda ostentacién competitiva o consumo conspicuo
de indole individual, y en los que cualquier persona lo16 {ACAS,CERDOS. GUEERASY BRUIAS
bastante esttipida para jactarse de su importancia es acusada
ie brujeriay lapidada.
Enlas sociedades realmente igualitarias que han sobrevi-
vido el tiempo suficiente para ser estudiadas por los antro~
pélogos, no aparece la redistribucién en forma dedonacién
de festines competitivos. En ver de ello, predomina la for-
ma de intercambio conocida como reciprocidad. La recipro-
cidad es el término técnico para un intercambio econdmico
que tiene lugar entre dos individuos en el que ninguno espe-
fica con precision qué es lo que espera como recompensa
ni cuindo lo espera, Superficialmente, los intercambios re-
c{pracos no se parecen en nada alos intercambios. No sees
pecifican las expectativas de una parte ni las obligaciones de
la otra. Un grupo puede continuar recibiendo de otro du-
fante bastante tiempo sin que el donante oponga resistencia
alguna ni el receptor manifieste turbacién. Sin embargo, no
podemos considerar la transaccién como puro regalo. Sub-
yace ana expectativa de devolucién, y si el equilibrio entre
los dos individuos se sale de madce, finalmente el donante
comenzaré a quejarse y a chismortear. Se mostrard interés
por asalud y cordura del receptor, ysila situacién no mejo~
ra,]a gente empezarda sospechar que el receptor esté posei-
do por espiritus malignos o que practica la brujeria. Es pro-
bable que en las sociedades igualitarias los individuos que
violan persistentemente las normas de reciprocidad sean de
hecho psic6ticos y constituyan una amensza para su comu-
nidad.
Podemoshacernos alguna idea delo que significan los in-
tercambios reeiprocos pensando en Ja manera en que inter
cambiamos bienes y servicios con nuestros parientes 0 ami-
gos intimos. Por ejemplo, suponemos que los hermanos no
calculan el valor exacto en délares de todo lo que hacen el
‘uno por el otro. Deben sentirse libres para prestarse mutua-
mente sus camisas o sus discos y no dudan en pedirse favo-
res, Cuando se trata de hermanos o amigos, ambas partes
suromarce: ur
aceptan el principio de que, aunque se dé més delo que se re-