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_ Roderic Camp, Crvce de espadas forticaryreliqian, Siglo kl Meio, 44> 2. FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA: DOS DECADAS DE BREVE REPOSO. En contraste con Ia falta de bibliografia que analice la religién, las instituciones religiosas y el papel politico de la Iglesia en décadas re- Cientes, los historiadores han bosquejado una imagen mucho més completa de la institucién durante diversos periodos previos a los | setenta, No es el propésito de este trabajo cubrir un terreno bien cultivado por otros, ni ofrecer una narrativa hist6rica, facil de con- | seguir y bien detallada en otras obras. Aunque se hacen referencias | a circunstancias hist6vicas especificas, tanto nacionales como inter- | nacionales, alo largo de todos los capftulos restantes, es ttl resumir | brevemente algunas condiciones internas importantes que tienen | una relevancid especitica para la religién y la politica, y mas estre- chamente para la Iglesia y el Estado a finales del siglo x3. ‘TEMAS PREVIOS A 1910 QUE SE ENCUENTRAN EN LA HISTORIA, RELIGIOSA DE MEXICO | i i | Uno de los temas mas importantes implicitos en las raices histéricas | de las tensiones Iglesia-Estado o religion-politica en México es la re | lacién simbiética entre las autoridades civiles y religiosas, o la falta de separacién enive Iglesia y Estado en el periodo colonial, A lo lar | go de la colonizacién espafiola la Iglesia fue un aliado activo, aun i i i 1 t que a veces recalcitrante, de las instituciones seculares. Esa alianza, cualesquiera que sean sus caracteristicas fundamentales, metié a 1a Iglesia y al catolicismo de Hleno en los asuntos seculares y politicos Sin embargo, nunca se traté de que la Corona espafiola pudiera contar con la Iglesia para alcanzar sus propias metas, en vez de las de ésta, con la posibilidad de socavar los imtereses de la realeza.! Es igualmente importante recalcar que las dos iastituciones nunca se comportaron como iguales en la relacién, ya que la Iglesia operaba como un socio subordinado. De acuerdo con Ivan Vallier, ese papel subordinado contribuy6 en realidad a que la Iglesia participara mas (42) | UNDAMENTOS HISTORICOS ¥ REFORMA 43 it ue al mismo tiempo reducia intensamente en la politica, mientras que su capacidad de influir en los valores extrapolitcos.* No obstante, a sar de los decenios de antilercalismo que caracterizd = México vexicano demostré su disposicién fen los siglos xIx y Xx, el Estado mexic Sacluso antes de las reformas constitucionales de 1992— 2 promo fara asuntos de politi- ver el apoyo activo del episcopado mexicano para asuntos de p we cur cuando pensaba que la Iglesia podria desempeniar un pa el itil e influyente> pe pespuiés dela Independencia la Iglesia catélica, de manera seme jante a otras instituciones coloniales, luché para conservar su fuer, vautonomfa y su estatura en la sociedad mexicana. Dentro del ject ie como actor que con- 2 one Migrate pale, come a" de ‘buia a ta inestabilidad social, la Iglesia participé abiertamente en ia vida politica. Por eso una segunda trama bien definids de la he rencia mrexicana es la participacion —a menudo directa~ de ta Igle- sia en la politica. Como afirmé un especialista: bpp pa acta deo ecesiticos desde arzbispo has So mee maura dei ida pablica en la primera etapa del See depenizne, hasta que a Constcién de 1857 yl guerra de Re cee ne reason ix practiea Antes de ese punto critica el CleT0 per eer ees en ante politics, neiso en astntos que no afectaba rectamente la iglesia! nistré una contraparte @ este tema las alianzas politicas seculares de 4 fuertes, el liberalismo la Iglesia Entre sus principios ortodoxos mas fuertes, aspiraba a eliminar todos los aspectos de control religioso ~cultura- Jes, econémicos y sociales de Ia vida mexicana. Esta herencia he: eno que se refiere a su anticlericalismo, llegé a su apice legisla to com i consti ide 1857 y 1917. Como parte de esta erenci ‘cs representada como antirrevolucionaria y con Neen ee enor como se observa repetidamente en 10s Captalos styurentes, son producto de esta doble tradicién conflict: va. liberal y catdlica. El conflicto entre las dos tradiciones, que em- pexé a principios del siglo XIX, levé 2 un legado histérico més am- lio: una representacién invariable y sesgada de la Iglesia en la Eultura piiblica secular. Como confess Sergio Obeso Rivera, recién elegido presidente del episcopado mexicano en 1995, “Digo esto E] liberalismo mexicano sumit religioso como reaccién directa a tivo con las constituciones 4 FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORBLA como persona, como mexicano y como obispo, que es muy desafor- tunado que siempre se nos observa como elementos totalmente nega- tivos en nuestro pats, porque [...] la historia oficial [...] la presencia de la Iglesia en México [...] est maldita.”® Un cuarto tema que domina la literatura hist6rica sobre la Iglesia catdlica ¢s el monopolio del catolicismo y su falta de competencia religiosa durante la mayor parte de la historia antigua del pais. Se puede argumentar que, dada la posicion dominante del catolicismo en la sociedad, religiosa y culturalmente, la Iglesia estaba en liber- tad de competir con el Estado, en ver de dirigir su espiritu competi tivo hacia otras religiones. Aun cuando los protestantes han tenido cierta presencia en México desde la mitad del siglo xix, nunca, hasta Ja década de los sesenta, representaron una amenaza para el catoli- cismo.', Los estudiosos de la politica estadunidense han sostenido que lo5 politicos de Estados Unidos “han experimentado poca ambi- valencia hacia la Iglesia porque, a diferencia de la Iglesia catdlica en México, las diversas iglesias en Estados Unidos no han competido con el Estado sino solamente entre si, Por tanto los politicos tienen la libertad de utilizar simbolos religiosos.”* La Independencia de México con respecto a Espa presenté un problema al que se referfan frecuentemente tanto el clero como los politicos: la diferencia entre el bajo clero, muchos de cuyos miem- bros favorecian los movimientos de Independencia, y el alto clero, ‘que segufa apoyando a la Corona. La existencia de una divisién en. tre el bajo y el alto clero acerca del problema politico ms importan- te de esa época, y la incapacidad de las autoridades seculares para comprender cabalmente las posiciones divergentes dentro de la Igle sia, se repitié durante la Revolucién de 1910 y mas tarde en la rebe li6n cristera de la década de los veinte. Un quinto tema que caracte- Fiza la imagen civil de la Iglesia en México es la perdurable percepcién de ésta como una instituci6n jerarquica centralizada. Desde hace mucho la Iglesia ha albergado diferencias pastorales y teol6gicas entre el episcopado y el clero, diferencias que muchos sa- cerdlotes identifican como la fortaleza de la institucién. Cualquier andlisis de la Iglesia mexicana contempordnea, espe- mente desde la aplicacién de disposiciones anticlericales en la Constitucién de 1917, sefiala la gran discrepancia entre teorfa y rea: lidad. La renuencia de las autoridades nacionales a aplicar las leyes, y el grado de resistencia entre aquellos a los que se aplican, se re- ‘monta hasta el periodo colonial. Més recientemente la relaci6n legal FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA 45 entre Iglesia y Estado es evidente en el patrén establecido por Porti- rio Diaz (1884-1910), quien “regres6 a las pricticas de los tltimos afios de Juarez, en que el gobierno central intervenia para asegurar el cumpiimiento s6lo cuando habfa informes de violaciones flagran- tes o frecuentes sin respuesta adecuada de los funcionarios locales 0 estatales”.? Aun cuando los estudios sobre la relacién Iglesia-Estado recalcan la intolerancia de éste hacia aquélla, en la prictica la tole- rancia en la relacién ha sido aparente durante mucho tiempo, inclu- so desde la década de 1870. Como sostenfa un obispo, quien piensa que es un ingrediente crucial de la relacién, “hemos aprendido a vi vir durante muchos afios en una situacién que yo describiria como (olerante y esa situacién ha existido aproximadamente desde 1940”. Hay politicos destacados que estaban de acuerdo. Como acept6 el presidente Luis Echeverria, “hay un valor esencial: la tole- rancia. Este valor es la clave para lograr una relacién positiva.""! Un legado importante que afecta las relaciones Iglesia Estado en México, y acerca del cual casi no se ha escrito, es el papel del mayor: domo. El impacto del mayordomo, figura cuyas rafces se remontan al periodo colonial, es importante en el nivel local, lo que puede ex- plicar su omision en estos temas religiosos més amplios. Nicéforo Guerrero, quien durante muchos afios represent6 al gobierno na cional en asuntos de la Iglesia, considera crucial el papel del mayor- domo en las controversias internas, que a veces se extienden a la co- ‘munidad entera.!? El mayordomo es una figura secular responsable de la organizacién de las fiestas importantes en pequefias comuni dades de todo el pafs, y en general tiene la responsabilidad financie a de las ceremonias de los santos locales. Estas personas frecuente mente representan a los feligreses ante el parroco. A veces pueden surgir conflictos entre el mayordomo y el sacerdote o entre el ma yordomo y los feligreses. TEMAS POSTERIORES A 1910 QUE SE ENCUENTRAN EN LA HISTORIA RELIGIOSA DE MEXICO. Los acontecimientos mas importantes que influyen en el patron de las relaciones Iglesia-Estado en el siglo Xx son la Revolucién mexica- na de 1910 y la Constitucién de 1917, documento que codifica los valores eclécticos que surgieron de ese violento conflicto. Los re- Ee { 46 FUNDAMENTOS HISTORICOS ¥ REFORM dactores de la Constitucién de 1917 atacaban a la Iglesia catélica por muchos motivos, pero de acuerdo con un estudioso de los deba- tes constitucionales sobre las disposiciones religiosas, el tema més constante fue el de “destruir ¢l dominio ideolégico de la Igtesia”.! Es interesante ver que los revolucionatios regresaron a un tema pro- minente del liberalismo del siglo XIX: Ia influencia de la Iglesia so- bre la socializaci6n de los valores}La otra explicacién de esas dispo siciones y el tono anticlerical virulento cle la Constitucién se origina en el hecho de que la Iglesia se uniese a Victoriano Huerta, en 1913, para oponerse a la Revolucién, Como.sostenfa un famoso historia dor: “Los catélicos comprometieron su prestigio al escoger el lado equivocado cuando Huerta expuls6 a los maderistas {...J aparente mente le temfan més al radicalismo que a la dictadura.”™* La Iglesia sell6 su destino en la época posrevolucionaria al rechazar inmedia tamente el documento y, 1o mas importante, al convocar a los catéli cos a luchar por su abolicién.!> Un segundo punto de vista, menos comtin, para explicar el tono de la Constitucién de 1917 hacia la Iglesia, es presentado por otros conocedores que argumentan que durante la primera década del st glo xx el clero mexicano se tomé muy a pecho la enciclica Rerum Nowarum del papa Leén XIII, socialmente liberal, y establecié coo- perativas de campesinos, sindicatos de obreros ¢ instituciones técni ‘cas mucho antes que las autoridades gubernamentales. Esta inter Pretacién afirma que la Iglesia “representaba, no una fuerza Feaccionaria que tenia que ser aplastada para que continuara Ia Re- volucién, sino més bien su principal competidor por el liderazgo del movimiento para el cambio social”.!® En suma, el Estado ino tole rarfa ningdin rival.!” Sin embargo, es interesante que durante fa década revolucionaria Ja mitra no alentase su identificacién con el inexperto Partido Cat lico Nacional (FCN), tnica vez en este siglo que funcioné un partido politico catstico. Aunque el arzobispo de México particips en su Fundacion, otros obispos prohibieron al clero aliarse con ningin partido, espectficamente el Pox. "Al margen de la motivacién del Estado para suprimir a la Iglesia cat6lica, limitando su influencia re ligiosa, la herencia principal que surgié de esta época fue la suprema «ia del Estado sobre la Iglesia y la monopolizacién de los valores se culares.4 Las disposiciones anticlericales de la Constitucién crearon el am: biente cultural, legal y secular en que funcioné la Iglesia desde 1917 FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA a hasta 1992, Muchas de sus consecuencias a largo plazo sobre las re- laciones Iglesia-Estado se tratan ampliamente en otra parte del tex to. Un resumen breve aunque penetrante de su impacto sobre la Iglesia sugiere que ta Contin de 1917 esond su apacid de expen ns convciones les Is ue tambin proujo ana invasion de fos derechos reigosos Pep. Colocé al udadano en el terrible dilema de respetar ala autor Mey Sasa conciencia. Esta herda provocs la revuetaerstera lo que HE Rae Subnurda'a que el gobierno tomara la armas conta sus opis cudadanoe Oblige la Acton Caoica a formar socedadessece- MestTambitn ees un grupo de personas que todavia creen que cslquir ca icaconada con el gobierno es corrupta. Yo conozco a una de estas pertom, que me dijo que por su honor personal nunca habia puesto xn Sheen el Palacio Nacional! La ret6rica revolucionaria codificada en el documento de 1917 no impidié a los mexicanos con inclinacién religiosa aceptar a la Iglesia como su guia espiritual, al mismo tiempo que adoptaban a la lite politica como sus dirigentes seculares.7 Si la Constitucién de 1917 comunicaba un anticlericalismo extre ‘mo en palabras, la guerra cristera de 1926-2929 lo hizo con hechos. De acuerdo con su principal estudioso, este conflicto violento entre catélicos, el clero y e} gobierno explica muchas de las diferencias en- tre la Iglesia catdlica mexicana y las instituciones catélicas en el resto de América Lating,/la rebelién cristera foment6 un conjunto singular de condiciones en el comportamiento entre la Iglesia mexi- cana y el Estado, que dejé un residuo importante de desconfianza y resentimiento mutuos por parte del clero, las élites seculares y el cuerpo de oficiales. Por ejemplo, Jean Meyer sostiene que esta he- rencia especifica es la que hizo que la Iglesia fuera més lenta para poner en prictica las reformas posteriores a la era del Concilio Vati- cano Segundo. En parte la confrontacién puede verse asimismo como consecuencia de un Estado “determinado a ampliar el alcance de su autoridad."2#(8in embargo, también es importante destacar, ‘como en el caso de otras fuentes del conflicto Iglesia Estado, que la Jerarquia catélica nunca acepté completamente e! movimiento cris- tero, en esencia porque no lo controlaba por entero." La historia revisionista sostiene que 1929 fue un afo clave en las Telaciones Iglesia-Estado. Interpretaciones anteriores han presenta- ae 48 FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA do una imagen de conflicto continuo entre las dos instituciones, después que los dirigentes politicos y de la Iglesia lograron una paz informal, negociada verbalmente. Peter Reich revel6 que “tuvo lu- ‘gar_un arreglo de base amplia en los niveles nacional, regionai y to- cal”, y que este patron explica muchos de los vinculos y comporta- miento contemporaneos."* No existe mejor ejemplo piiblico de la postura de cooperacién entre las dos instituciones que la decisién del presidente Lazaro Cérdenas, en 1938, de expropiar el petréleo, Jo que la Iglesia apoy6 politica y financieramente.*? Otros analistas sostienen que Ia jerarquia catélica se alejé de su participacién en asuntos seculares para éstimular a los laicos @ adoptar un papel mas activo durante esa época.*® Por ejemplo, en 1934, un obispo exhor- t6 al episcopado a aconsejar a los catélicos que adoptaran un papel activo en las siguientes elecciones y se opusieran a las disposiciones de una educacién socialista en la Constitucién.2” El propio papa re pitid ese punto de vista cuando declaré en una enciclica especial so- bre ta “Situacién religiosa en México”, en marzo de 1987, que los ca télicos laicos deberian “continuar ejerciendo sus derechos politicos y civiles y sus obligaciones en defensa de los derechos personales y de la Iglesia", al mismo tiempo que advertia a “la Iglesia, el clero yt Acci6n Catélica contra su participacién en cualquier tipo de parti do politico cat6lico”2* Los arreglos que se estaban Hlevando a cabo calladamente des- pués de 1929 fueron expuestos a la atencién piiblica en 1940, fecha ‘que los historiadores coinciden en considerar el inicio de las nugvas relaciones entre la Iglesia y el Estado. Esto se vio simbolizado con ¢! giemplo que frecuentemente se cita, cuando el recién electo presi dente Manuel Avila Camacho declaré: “Soy creyente.” El clero s€ sorprendié muchisimo con la declaracién del presidente, y le atribu- y6 un profundo efecto en la ciudadanfa y haber contribuido a la paz social. Las medidas de Avila Camacho establecieron el concept de conciliacién como una politica piiblica aceptable en la arena po- Iitica, lo que generé un clima favorable @ una instrumentacién mas abierta de la estrategia de conciliaciény El presidente fue mucho mas alld de una declasacién simbélica, haciendo evidente en nume- rosas medidas que la secularizacién ya no era una meta explicita de la administracién. Ademés, los valores que tradicionalmente apoya ba la Iglesia ~Ia unidad, el orden y la paz social— parecfan coincidit con los adoptados por el liderazgo politico.%° En 1945 Avila Cama- cho permitié a la Iglesia celebrar una impresionante ceremonia reli FUNDAMENTQS HISTORICOS ¥ REFORMA 49 sgiosa para conmemorar la coronacién de la Virgen de Guadalupe, € incluso autorizé una transmisién religiosa en cadena nacional. Lo que es mas importante, su administraci6n abolié las controvertidas disposiciones socialistas del articulo 3° de la Constitucién.** Su sucesor, Miguel Aleman (1946-1952), continué con el patrén concitiatorio de Avila Camacho, implantando una politica de cola- ‘boracién repetida por las administraciones subsecuentes. Por ejem: plo, Aleman utilis al clero para ayudar a mejorar el desarrollo agri- cola, especificamente durante su campaia para controlar Ia aftosa. Como haria Luis Echeverria en los setenta, Alemn asigné fondos para la restauracién de la Basilica de Guadalupe.*8Aunque era ma- s6n, educé a sus hijos en un ambiente respetuoso de la religion y an- tes de legar a la presidencia cuando fue gobernador de su estado natal, Veracruz, reabrié las iglesias.38 El nivel de cooperaci6n entre la Iglesia y el Estado en las décadas de los cincuenta y los sesenta no evit6 sus diferencias ni comprome- 1i6 la autonomia de la Iglesia. Aunque durante esos decenios se es- tablecieron importantes patrones de coaperacién, el periodo ofrece indicios igualmente importantes sobre la postura més abierta y cri tica de la Iglesia en las décadas de los ochenta y los noventa/Por éjemplo, la carta pastoral en el Lx aniversario de Rerum Névarum fue una de las primeras en criticar el modelo de desarrollo de Mé- xico.4De acuerdo con un especialista, algunos sacerdotes empeza- son a intervenit més directamente en politica, recomendando alos. «atélicos que votaran por los candidatos del Partido Accién Nacio- nal en las elecciones de 1985, 1958, 1961 y 1964.4 Los miembros de la jerarquia lanzaron una campaha para exhortar a los catdlicos a ejercer sus responsabilidades civiles y a votar por sus convicciones religiosas.% La década de los sesenta presenta un periodo de transicién en las telaciones Iglesia Estado. Naturalmente, el acontecimiento de mayor influencia para la Iglesia catélica, y después para su participacién €n politica, fue el Concilio Vaticano Segundo, en 1962. Esta reu- ign episcopal, y las reuniones regionales de la Conferencia Episco- Pal Latinoamericana (CELAM) fueron hechos fundamentales, cuyas consecuencias se analizan desde una perspectiva mexicana en el ca- ftulo 4, Los acontecimientos politicos en Cuba, con el levantamiento de Fidel Castro y la supresién del catolicismo, también estimularon for mas nuevas de cambio politico en los catélicos en otros lugares de la bie / 50 FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA regién.7 En México la democracia cristiana tuvo una fuerte ine ‘luencia en el Partido Accién Nacional, pero nunca se tradujo en victorias electorales, ni la Iglesia en sf particip6 activamente en asuntos partidariogyNo obstante, Cuba tuvo reverberaciones en Mé- xico, que impulsaron al episcopado a aprobar una dectaracién su- brayando los peligros del comunismo, ofreciendo por un lado ayu- da al gobierno para oponerse a esa amenaza, mientras que por otro hacia fuertes criticas a las politicas econémicas del gobierno; ¢s0 permitié que la teologia de la liberacién estableciera una base fir- me.** En 1967 el lider de la mayoria de la Camara de Diputados, AF fonso Martinez Dominguez, anticipandose al gesto del presidente Salinas veinte afios mAs tarde, invit6 al obispo de Cuernavaca, Ser- jo Méndez Arceo, y al canénigo de la catedral de México, a una se sin del Congreso.*#fMunque abundaban las diferencias teol6gicas dentro del episcopado mexicano a lo largo de esos decenios, la tra- ma comiin en el comportamiento de la Iglesia fue la critica abierta a los fracasos econémicos y sociales, mitigada por una postura reser- vada en asuntos politicos. y 1968: {MOMENTO DECISIVO EN LAS RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y ELESTADO? En el otofio de 1968 la violenta represién del movimiento estudian- til en Ia ciudad de México hizo mas por cambiar el contexto soci de la politica mexicana que por influir en la conducta de la Iglesia. De hecho, lo més sorprendente es que mientras esa violencia social marcé una salida critica en la evolucién del modelo politico mexica no, que afecté a toda una generaciénf produjo poca reaccién en el episcopado mexicano. Los curas que hablaron ptblicamente contra la matanza de Tlatelolco fueron la minorfa, aunque un grupo de cerdotes emitié una declaracién para apoyar la posicién de los est diantes antes de que ocurriera la represi6n #9.El tinico miembro de la jerarquia que expres6 una fuerte critica puiblica fue el obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, un destacado defensor de los principios del Vaticano Segundo, que procuré sin éxito, que la Com ferencia del Episcopado Mexicano examinara el asunto.*! ‘Sin embargo, los sucesos de 1968 sf tuvieron un impacto sobre la Iglesia catdlica, en especial sobre el Secretariado Social Mexicano, {FUNDAMENTOS HISTORICOS Y REFORMA, 31 aque rompié con la jerarquia al criticarla pablicamente por su indeci- sin para responder a la matanza de estudiantes.*® Lo que es més im- portante, provocé una escisiOn entre los sacerdotes més progresistas la jerarqufa. Eso marca una crisis en el control social dentro de la institucion, en particular en los crecientes conflictos internos dle a- toridad y en la ruptura de la homogeneidad ideol6gica, estable des- de 1929" Las serias interrogantes que despertaron las medidas del gobierno acerca de la legitimidad y la eficacia del modelo politico se presentaron en un momento en el que la dirigencia de la Iglesia ya habfa empezado ~a principios de 1968 a reflexionar sobre sus res- ponsabilidades sociales, cuestionando las caracteristicas econémicas y politicas de México, atacando especificamente la corrupcién adminis trativa y la falta de desarrollo civico.** Las declaraciones de la Iglesia reflejaban las tendencias interna- cionales manifestadas durante la segunda reunién del Consejo del Episcopado Latinoamericano en Medellin, Colombia, ese mismo alio.® Como sostiene Daniel Levine, 1968 marcé el principio de la apertura de la jerarqufa latinoamericana al cambio y “un nuevo di curso arftico acerca de la sociedad y Ia politica’.*® Se puede argu- mentar que la coincidencia de los acontecimientos politicos inter- nos, larelacién histérica de la Iglesia con el Estado y las tendencias teolégicas del catolicismo internacional en América Latina cons} raron para rejuvenecer a la Iglesia mexicana, pero a diferencia de sus contrapartes en otros lugares de la region, el episcopado mexi: ‘ano se concentré mis en su renacimiento interno que en traducir sus recién adquiridas perspectivas al terreno secular y pastoral.” Sélo al final de los setenta, diez afios después de que los movimien- tos progresistas habian llegado al maximo, la jerarquia mexicana co- menzéa centrarse en los asuntos politicos y econdmicos. Se puede sostener que fue 1979, y no 1968, el afio que marcé un importante cambio en las relaciones Iglesia-Estado en México. Du- ante ese atio el papa visité México y se celebré en Puebla la tercera Teunién de cELAM. La conferencia de Puebla fue mucho més impor- ‘ante para la jerarquia mexicana que su més notable predecesora, que ejercié una enorme influencia en el clero latinoamericano."* Como sugiere un especialista, en particular después de Puebla, la mitra empez6 “a sentir el impacto mds cabal del Concilio Vatica- no” Numerosos obispos mexicanos participaron personalmente en esa reunién y, a diferencia de la de Medellin, fueron los propios obispes y no los expertos (muchos de los cuales eran tedlogos de la hia. 52 FUNDAMENTOS HISTORICOS ¥ REFORMA liberacién) los que escribieron los documentos de trabajo. EL asunto crucial sobre el que se enfocé Puebla fueron los medios 0 procesos para que el clero pudiera transmitir su mensaje religio- so, que incluyera una visién cristiana de la realidad social y polit ca.5! Como recordaba tun obispo mexicano, su interés en el “pro- yecto social de la evangelizacién” crecié con nueva fuerza después de esa reunién.5? Aunque los obispos negaron explicitamente su competencia para hablar sobre politica 0 economia, recalcando su papel evangelizador, reclamaron la autoridad de “ofrecer criti ca moral y directrices para los que comparten valores catélicos en la toma de decisiones especificas sobre euestiones sociales y pol ticas? 3% La visita del papa reforz6 la capacidad de los obispos para trasla- dar las declaraciones morales a las declaraciones politicas y sociales. La aparicién publica de Juan Pablo II simbolizaba el resurgimiento de la participacién de la Iglesia en la vida politica mexicana. De hecho, se ha afirmado que sus abiertas violaciones la Constitucién mexicana, con permiso de las ‘autoridades puiblicas, contribuyeron a Ja tenuncia del secretario de Gobernacién.* La relacign de los presidentes Echeverria (1970-1976), L6 3¢2 Por tillo (1976-1982), Miguel de la Madrid (1982-1988) y Salinas con e1 episcopado mexicano y los sucesos especificos que atrajeron a la Iglesia a las actividades politicas, se tratan en detalle en capitulos subsecuentes. La interacci6n entre los movimmientos sociales y la Iglesia durante esas décadas esté bien documentada.* Pero para principios de la década de los ochenta tres cambios de importancia en eJ contexto politico mexicano establecieron condiciones favor bles para la introduccién de reformas constitucionales: las sucesivas reformas electorales a finales de los sesenta, los setenta y principios de los ochenta, asi como el consecuente aumento de la oposicién politica; la decreciente legitimidad del liderazgo politico y de las ins tituciones politicas establecidas, y la répida expansién de los grupos populares afitiados a la Iglesialcomo secuela del sismo de 1985 en la ciudad de México.” La Iglesia adquiri6 un prestigio adicional debi do a que fue la tnica organizacién civil importante que reaccioné inmediatamente al desastre, utilizando su red de organizaciones para recibir donativos del extranjero y distribuirlos entre los que ne- cesitaban ayuda. \Ademés, después de las secuelas desastsosas del temblor surgieron cientos de grupos basados en la Iglesias que de mostraron su talento para negociar ayuda y ganarse “la confianza FUNDAMENTOS HISTORICOS ¥ REFORMA 53 porsu capacidad de manejar asuntos‘seculares” y de crear un mo- Gelo de organizacién en las arenas sociales.>* ‘Conforme las reformas politicas dieron mayor voz a los partidos de oposicién en la derecha y en la izquierda, se generé un potencial més grande para la competencia politica y para las consecuencias realistas del ejercicio de las responsabilidades civicas. En algunos ‘casos, en su deseo de promover el pluralismo, algunos partidos de ‘oposicién —como el Partido Comunista Mexicano— expresaron el punto de vista de que el clero deberia tener derecho al voto. Los mnismos cambios sociales que insertaron a la Iglesia en un papel mas activo en los asuntos sociales y politicos contribuyeron también a disminuir un apoyo favorable para cambiar el stats quo.®®"Cuando la Iglesia emperd a expresar inquietudes acerca de deficiencias polt cas importantes, como el fraude electoral, las restricciones guberna- mentales comenzaron a agudizarse y los politicos liberales buscaron la forma de bloquear su influencia secular. , LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES: SE CIERRA LA BRECHA ENTRE LA ‘TEORIAY LA PRACTICA Carlos Salinas de Gortari acepté Ie banda presidencial el 1 de di- ciembre de 1988, pero ni un solo analista pudo anticipar que intro- ucirfa una nueva agenda para las relaciones Iglesia Estado. Un re presentante de la jerarquia eclesistica mexicana admitié que fue “Salinas el que inicié realmente este nuevo periodo al invitarnos @ la Cémara de Diputados [a su toma de posesién] y més directamen- te después al establecer un foro piblico para crear el dilogo entre la Iglesia y el Estado”.®! La invitackin de Salinas a representantes de la jerarquia para asisir a su toma de posesiGn —primer presidente que lo hizo en tiempos modernos-, produjo una tremenda oposi-

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