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Referencia Bibliográfica

Unigarro, Manuel. (2004). El método: La comunicación educativa.


En Educación virtual: Encuentro formativo en el ciberespacio. (Pp.
96-111). Colombia: UNAB.
Educación virtual:
Encuentro formativo
en el ciberespacio

Manuel Antonio Unigarro Gutiérrez


Primera edición 2001
Segunda edición 2004

© Para Educación virtual: Encuentro formativo en el


ciberespacio
Editorial UNAB, 2004

Calle 48 N° 39-234
Bucaramanga (Colombia)
Todos los derechos reservados

ISBN 958-8166-26-8

La reproducción parcial o total de esta obra


sólo se puede hacer previa autorización de Editorial UNAB

Editorial UNAB es afiliada de la Asociación de Editoriales


Universitarias de Colombia, ASEUC
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Comunicaciones UNAB

Impreso y hecho en Colombia


Print and made in Colombia
Contenido

Introducción 5

l. La Educación en el contexto de la Sociedad


del Conocimiento 11

1.1 Entre apocalípticos e integrados 23

1.2 Entre la tradición y la innovación 26

2. Los conceptos de "educación", "virtual" 35


y "educación virtual"
2.1 "Educación" 37

2.2 "Virtual" 43

2.3 "Educación virtual" 45

3. El estudiante en la educación virtual: Adulto 53

4. Competencias que construyen los estudiantes 65

5. Aprendizaje abierto 79

6. El método: La comunicación educativa 95


6.1 Condiciones y criterios prácticos para
la comunicación educativa 100

7. Los medios y las tecnologías 113


7.1 Consideraciones para el uso educativo
de herramientas tecnológicas 100

8. La evaluación 127

215
8.1 Evaluar el aprendizaje 133
8.2 ¿Qué se pretende evaluar cuando
se evalúa el aprendizaje? 136
8.3 ¿Cómo se evalúa? 137
8.4 ¿Para qué se evalúa? 140

9. El maestro y la enseñanza flexible 143


~-
9.1 Las acciones del maestro en la educación virtual 146
9.2 Eliminar la "distancia transaccional" 149
9.3 Los dominios del maestro en la educación virtual 150
9.4 Roles del maestro en la educación virtual 152

10. El currículo: traducir, articular y proyectar 157


10.1 El currículo alternativo 165

11. Procesos críticos en la educación virtual 173


11.1 La inducción 175
11.2 Funcionamiento de la tecnología 178
11.3 Uso de la tecnología 180
11.4 La comunicación 181
11.5 El trabajo colaborativo 192
11.6 La realimentación 194 /
11.7 Organización del trabajo 196
11.8 La tutoría 198

12. Educación virtual: una educación sin distancia 205

Bibliografía 211
216
6
EL MÉTODO:
LA COMUNICACIÓN
EDUCATIVA
El método significa la manera concreta como los actores abordan
el proceso educativo. Se refiere a lo que se hace para alcanzar lo
que se busca:

El método es la reunión y síntesis de medidas educativas que se


fundan sobre conocimientos psicológicos, claros, seguros y comple-
tos, y sobre leyes lógicas, y que realizadas con habilidad personal
de artista alcanzan sin rodeo el fin previamente fijado (Nassif,
1984, p .164).

En términos menos rigurosos, el método es la mecánica que


se sigue para llegar a los ideales de formación que pretende la
educación. Son las instancias que se deben ir conquistando para
allanar los caminos de la formación.
Un método educativo debe ser coherente con los demás supues-
tos que integran el modelo de educación del cual hace parte. En
nuestro caso, por ejemplo, el método sigue los marcos propuestos
en la concepción de educación, en la reflexión acerca de cómo se
concibe al estudiante y, como veremos posteriormente, en la con-
cepción del maestro, del currículo y de los medios que se utilizan
en la educación virtual.
Un método busca la eficiencia y la eficacia. La primera se
refiere a hacer las cosas economizando esfuerzos inútiles. La se-
gunda tiene que ver con que el método lleve a la consecución de lo
deseado. Cuando los elementos anteriores se hacen evidentes en
los procesos de formación, decimos entonces que estamos ante un
muy buen método educativo.
Para concretar esto a lo que venimos presentando, decimos
que el método del modelo de educación virtual tiene como eje el
proceso de comunicación educativa que consiste en una refinada
y constante relación de diálogo entre los participantes y que se
apoya en medios que favorecen el encuentro de los mismos. Esta
estrategia dinamiza las relaciones pedagógicas entre quienes están
comprometidos en el proceso educativo virtual para potenciar y
ampliar la interacción, apropiar la cultura científica, profesional,
social y académica, y contribuir a la formación de ciudadanos y al
desarrollo social y productivo.
El concepto de comunicación educativa a que hacemos refe-
rencia aquí, es asumido desde la perspectiva de Habermas, en
coherencia con la concepción de educación y con la reflexión an-
tropológica que hemos desarrollado previamente.
Para Habermas existen tres tipos de interacciones: las com-
petitivas, las impositivas y las comunicativas. La comunicación,
para este a utor, es una interacción en la que los participantes
logran acuerdos comunes para adelantar algunas acciones. Para
llegar a esos acuerdos se realizan una serie de actos de habla,
de intercambio de posiciones y argumentos que les permiten el
entendimiento y la toma de decisiones.
Estos actos de habla suponen la rectitud y la veracidad de
los habla ntes. Entonces se llega a un acuerdo válido que genera
inmediatamente el co!ppromiso de todos y cada uno de los parti-
cipantes:

En la acción comunicativa, cada uno de los personajes que inter-


viene se ve compelido racionalmente a una acción complementaria.
En el caso del habla esto se consigue merced al efecto vinculante
locutivo de una oferta del acto de hablar. Es esta complementarie-
dad racional, comprensiva, la que hace de la comunicación un acto
diferencial y específicamente humano (Sarramona, 1988, p.26).
Que un hablante pueda impeler a un oyente a aceptar tal oferta,
no se explica en función de la validez de lo dicho, sino de la garantía
surgida de la coordinación que formula el hablante de que, llegado
el caso, hará realidad la pretensión de validez que ha presentado.
En el caso de pretensiones de verdad y rectitud, el hablante pue-
de dar cumplimiento a su garantía por medios discursivos, esto
es, aduciendo razones; en el caso de pretensiones de sinceridad,
media nte un comportamiento congruente (el hecho de que alguien
piense de verdad lo que dice, es algo que sólo puede demostrarse
mediante la congruencia de sus actos y no acumulando motivos)
(Hab ermas, 1985, p. 78).

Como observamos en la cita anterior, la comunicación posee


toda una dimensión ética que opera como compromiso y garantía
de quienes entran en relación dialógica. Con la acción comunicativa
los sujetos entran en la dinámica del desarrollo humano ya que
a partir de allí se concreta el impulso hacia el ser más entendido
tal y como se presentó en otro capítulo de este texto. Al asumir
de esta manera el concepto de comunicación para el Modelo de
Educación Virtual, le estamos asignando un valor crucial en el
proceso educativo. De allí que este aspecto se convierta en la co-
lumna vertebral del modelo. Con la comunicación que se da entre
maestros y estudiantes .. . "Ninguno pierde. Ambos aumentan su
propia realidad como seres y como sujetos. El desequilibrio, lapa-

98
tología y la muerte se producen con el aislamiento y la separación"
(Sarramona, 1988, p .27).
La comunicación favorece el reconocimiento propio y el de los
otros y, por tanto, el acercamiento a ellos a partir del presupuesto
de la dignidad humana. El otro no es más que otro yo (el alter ego);
el otro se reconoce en mí y yo me reconozco en él. Esta dinámica
es la que se asume en el encuentro entre maestros y estudiantes:
el maestro se reconoce como tal en tanto tiene discípulos; el discí-
pulo se considera así en tanto tiene maestro. De manera que ser
maestro o ser discípulo no resultaQ. de un nombramiento oficial;
resultan del mutuo reconocimiento que entre ellos se establece
gracias a las acciones comunicativas que adelantan.
En un intento de síntesis de lo dicho hasta el momento, afir-
mamos que la comunicación educativa, entonces, consiste en los
acuerdos a los que llegan maestros y estudiantes, a partir del
diálogo argumentado y del reconocimiento mutuo y con lo cual
buscan comprometerse en la conquista de los ideales de formación.
No se trata del simple esquema emisor-medio-receptor; no se trata
tampoco de la mera transmisión de información. Su complejidad
es tal que toca las fibras más íntimas de la identidad y del creci-
miento de los sujetos que se comunican.
La comunicación educativa tiene como exigencias básicas su
estructuración de acuerdo con las finalidades que se persigan y con
la concepción de aprendizaje que se maneje. Para nuestro caso, eso
se refiere a que debe estar siempre orientada hacia la formación
de la persona, hacia la conquista de unas competencias que se
consideren deseables y hacia la construcción del conocimiento a
partir del aprendizaje abierto o flexible . Lo anterior partiendo de
la base de que el estudiante no es mero receptor, sino receptor-
procesador. Significa esto que el alumno elabora, a partir de su
experiencia previa y de sus pre-saberes, los mensajes que recibe;
no los asume neutralmente sino que los procesa y obtiene una
versión propia de los mismos fundada en las opciones de vida y
en la visión de mundo que posee:

La persona del educando que escucha no es pasiva, sino activa


e indagadora. La comunicación del educador, si es la adecuada, ha
de estimular la reflexión del discente, debe ser ayuda para colocarle
autónomamente en el camino del conocimiento. La comunicación
se hace significativa cuando orienta, no cuando conforma o modela
(Sarramona, 1988, p. 70).

99
Lo mismo va a suceder con el maestro; él también elabora lo
que recibe del estudiante.
De otro lado, hay que precisar que la comunicación educativa
se ve afectada por las características del mensaje que se comuni-
ca. Según sea el mensaje se pueden lograr los acuerdos válidos y
el compromiso o, por el contrario, los desacuerdos y la parálisis.
No hay que olvidar aquí que el medio que se use también va a
determinar al mensaje. Entonces la comunicación entre maestros
y estudiantes debe tener en cuenta que las posibilidades de ella
radican en la articulacitm coherente entre mensajes y medios.

6.1 Condiciones y criterios prácticos para la comunicación


educativa

Teniendo en cuenta las exigencias específicas del proceso educati-


vo, las características de quien en él interviene y las posibilidades
del propio proceso comunicativo, debemos decir con Sarramona
(1988) que las condiciones fundamentales para que exista comu-
nicación educativa son las siguientes:

La comunicación debe ser motivadora en el sentido de que


mueve al otro, lo problematiza, lo lanza en la búsqueda del
equilibrio. Los diálogos entre maestros y estudiantes no para-
lizan, por el contrario, son inquietantes y despiertan el interés
por avanzar en la conquista de mundos posibles.

La comunicación debe ser persuasiva. Significa que busca


convencer y para eso apela a la argumentación rigurosa. No
hay imposición u obligatoriedad; hay un discurso que busca
impactar en el otro y convencerlo de algo con la previa acep-
tación de que el interlocutor puede tomar un camino distinto
al propuesto.
La comunicación debe ser estructurante. Esto es, que permita
a quienes intervienen en el diálogo su construcción personal.
Se trata entonces de ir creciendo, de ir haciéndose cada vez
más persona en la medida en que se interactúa con los otros.

La comunicación debe ser adaptativa. Se refiere esto a que


ella debe abrir horizontes para que las personas puedan

100
interactuar con el medio. La comunicación entre maestros y
estudiantes lleva a concretar la afirmación de que la persona
es en y con el mundo. De ella se deriva la concreción del pos-
tulado antropológico que afirma que las personas se entienden
como sujetos que pueden transformar la naturaleza y no como
objetos que la padecen.

La comunicación debe ser consistente. Significa que se espera


de los actores la congruencia, la coherencia, no solamente en
el discurso sino también en los sompromisos que de él se deri-
van. Si hay algo que sea reclamado, tanto por maestros como
por estudiantes en una relación educativa es justamente que
quien se exprese sea congruente con aquello que plantea.

La comunicación debe ser generalizadora. Lleva a los indivi-


duos a ampliar su horizonte y les permite ver más allá de lo
obvio. En la relación educativa, la comunicación hace posible
que los interlocutores contemplen panoramas y alternativas
que, en solitario, jamás hubieran sido tenidas en cuenta.

La comunicación debe facilitar la inteligibilidad. Esto es,


propiciar el entendimiento, la comprensión de lo que se está
tratando de comunicar. Se trata de lograr que el lenguaje usa-
do sea un código común entre los participantes. Si hay código
común, hay posibilidad de entendimiento.

Las condiciones de la comunicación educativa reseñadas an-


teriormente nos llevan a plantear que en el Modelo de Educación
Virtual que vamos presentando, no tiene cabida el autoritarismo
en la relación maestros y estudiantes. El autoritarismo es la ne-
gación de la comunicación; se reduce a la emisión de mensaj es
en una sola dirección. El maestro autoritario lo único que logra
es generar la parálisis de sus discípulos y llenarlos de temores.
En términos de Erich Fromm, el maestro autoritario refuerza el
miedo a la libertad; y, para decirlo con Kant, se constituye en un
tutor del pensamiento que mantiene a sus discípulos en un estado
de postración, de heteronomía. En tanto no da espacios para la
interlocución y el intercambio argumentativo, nunca logra acuer-
dos válidos, solamente imposiciones que son abandonadas por los
estudiantes tan pronto como les sea posible:

101
La comunicación educador-educando que no respeta la libertad
carece de la dimensión ética necesaria. La expresión de la liber-
tad es la autonomía. La consideración de la libertad del educando
supone en la comunicación con el educador ausencia de coacción
en la iniciativa, la elección y la aceptación. La consideración de
la libertad social plantea a la comunicación educador-educando el
respeto de los grupos sociales (Sarramona, 1988, p . 68).

Contrario a lo anterior, cuando los estudiantes encuentran en


el maestro la actitud abierta, la aceptación de la interlocución y
la posibilidad de ser eseuchados, entonces reconocen al maestro,
ganan confianza en sí mismos, expresan sus sentimientos y se
comprometen hasta el final con los acuerdos logrados mediante
el consenso válido.
Para concretar como método todos los elementos en torno a la
comunicación que se han presentado en este aparte, el Modelo de
Educación Virtual que proponemos asume la comunicación edu-
cativa desde los siguientes criterios prácticos:

Tener siempre presente que la comunicación no es solamente


de naturaleza informal y, por tanto, el resultado de la improvi-
sación. Si bien hay que dar espacio a lo informal y aprovechar
la comunicación que allí puede generarse, los procesos educa-
tivos no deben dejarla a la arbitrariedad del azar. Cualquier
programa o curso de la modalidad de educación virtual debe,
desde su mismo diseño, precisar cómo va a operar la comu-
nicación entre los actores del proceso. Así entonces se deben
definir los canales que se van a utilizar y establecer cuáles
son las actividades que se van a desarrollar y que favorecen el
encuentro de los participantes. Hay que garantizar que cada
curso puesto en escena se pueda llevar a cabo sí y sólo sí se
realiza dentro de un ámbito de comunicación con sentido, esto
es, de diálogo argumentado y de construcción colectiva. No
es suficiente tener claridad en cuanto a las formas de enviar
la información; es fundamental que se planifique cómo esa
información va a generar interacción comunicativa.

Para lograr una comunicación educativa es menester, por


parte del maestro, partir de los presaberes, preconceptos y
redes conceptuales de los estudiantes para abordar los cono-
cimientos nuevos. Esto significa que, frente al nuevo objeto

102
de aprendizaje, los contenidos y, por supuesto, los maestros
mueven en el aprendiz sus concepciones previas y le presentan
experiencias frente a las cuales éste lanzará conjeturas que
harán explícitas sus redes conceptuales. Así, la clave está en
entender al estudiante como un interlocutor válido, que posee
una experiencia y unas construcciones teóricas que son punto
de partida para lo nuevo; máxime si, como se ha expresado
en la concepción acerca del estudiante, este es un adulto que
llega al proceso con toda una carga vital previa. Aquí se hace
muy concreta aquella afirmación de que el estudiante no es un
recipiente vacío el cual debe llé~arse sino que , por el contra-
rio, es una persona que posee ya todo un cúmulo de vivencias
y conceptos que no se pueden descartar en la conquista de
mundos posibles.

Hay que asumir la interlocución. Como condición de la acción


anterior, debe reconocerse al sujeto como punto de referencia
del discurso y de las prácticas pedagógicas y educativas. Que
la persona del estudiante sea el punto de referencia de las ac-
ciones educativas propuestas significa, siguiendo la conceptua-
lización kantiana, que el discurso es básicamente fenomenal
y no tanto noumenal, es decir, que prima la referencia a las
circunstancias concretas de los alumnos y no la abstracción de
sistemas gaseosos que muchas veces no tienen asidero en el
mundo de la vida cotidiana. Es la vida misma, el espacio próxi-
mo operable de los estudiantes, el motor, la fuente y el sentido
de las acciones de un modelo educativo virtual. Por esto se ha
dicho antes que la comunicación auténtica, entre otras cosas,
propicia en los interlocutores el compromiso consigo mismos,
con los otros y con el mundo en que se hayan inscritos.

Articular la educación y la comunicación con la tecnología al


orientar el uso de los recursos tecnológicos y de los materiales
escritos, sonoros, audiovisuales e informáticos con sentido pe-
dagógico para provocar con experiencias, experimentos y acti-
vidades lúdicas la participación y reflexión activa del educando
en su aprendizaje. Esta es una nota definitiva en el modelo
educativo virtual; no se trata simplemente de usar tecnología
en la educación, lo que se busca es generar todo un proceso
comunicativo en el que la tecnología es el medio para favorecer

103
la interacción de maestros-estudiantes, maestros-maestros y
estudiantes-estudiantes. Supone entonces que los medios no
resultan arbitrarios, no se seleccionan caprichosamente, sino
que se determinan previo análisis concienzudo en el cual prime
el valor comunicativo que poseen y su contribución a la pre-
cisión de los mensajes y señales que se emiten en la relación
educativa. No todos los medios disponibles sirven para todos
los cursos. Habrá ocasiones, por ejemplo, en las que un texto
impreso no será tan pertinente como una producción de mul-
timedia. En otras, la multimedia puede entorpecer lo que se
quiere comunicar i'es mejor opción un libro.

Los maestros deben propiciar la interacción del estudiante


con las demás personas que participan en el proceso, con los
distintos saberes y diferentes fuentes , percepciones e interpre-
taciones de la realidad. Así, quien aprende no es un receptor
pasivo sino que, por el contrario, pasa a ser el protagonista
mismo del proceso. La comunicación educativa implica nego-
ciación, diálogo, argumentación y acuerdos entre los partici-
pantes. Como ampliaremos más adelante, hay que reducir la
distancia transaccional: esa estructura rígida e inamovible
de ciertos cursos que no le dan al alumno ninguna libertad de
maniobra. El maestro no toma las decisiones en solitario, la
voz del estudiante es determinante en el Modelo de Educación
Virtual. Si no hay apertura para la participación, para ser
escuchado, el estudiante no se compromete y los acuerdos no
serán válidos. Una vez más debemos anotar aquí que estamos
refiriéndonos a un estudiante adulto que, como tal, posee cri-
terios; por tanto es una voz que desea y merece ser escuchada.
No implica lo anterior que no existan unas reglas de juego;
implica que existe la posibilidad de cambiar algunas en un
momento dado para poder jugar mejor.

La comunicación entre maestros y estudiantes de la modalidad


virtual debe ser breve y oportuna. La brevedad será tenida en
gran estima por quienes participan en el proceso. Cuando un
maestro abre su buzón de correo electrónico y encuentra 12
mensajes, agradece que los mismos sean cortos y precisos. Lo
mismo sucede con el alumno. No se aceptan de buen agrado
esas comunicaciones que dan amplios rodeos y, después de

104
varios párrafos y páginas formulan la pregunta en cuestión. La
brevedad permite que quien recibe el mensaje pueda concen-
trarse en lo nuclear del mismo y pueda responder atendiendo
al punto preciso que se solicita.
La oportunidad en este caso se refiere a no exceder los
tiempos de interacción, ya que cuando ésta es demasiado
frecuente alguno de los protagonistas va perdiendo interés.
Ni el maestro ni el alumno se sienten cómodos cuando el otro
envía diariamente varios correos electrónicos y, adicional-
mente, aparece en el programa. de mensajería varias veces
durante la jornada de trabajo. Hay que tener en cuenta que
ni el maestro ni el estudiante de la modalidad virtual están
dedicados exclusivamente al curso que los convoca; tienen otros
compromisos y por eso, entre otras cosas, eligen esta manera
de hacer educación. Entonces la brevedad y la oportunidad
contribuyen a economizar esfuerzo y tiempo y, además, hacen
que los interlocutores no caigan en la rutina del encuentro,
sino que éste sea esperado y recibido con gusto.

La comunicación ha de ser clara y suficiente. Esta es una do-


ble condición para que los acuerdos sean válidos. La claridad
tiene que ver con garantizar que el lenguaje y el sentido del
mensaje sean captados en su totalidad por el interlocutor. El
maestro opera como un traductor que pone en los códigos del
estudiante los códigos del saber que enseña. La no ambigüe-
dad, la rigurosidad del lenguaje favorecen el entendimiento y
hacen posible el intercambio de argumentos. Cuando no hay
claridad surgen las malas interpretaciones y, por supuesto,
los malos entendidos que terminan siendo un campo minado
para la interacción educativa.
La comunicación suficiente hace referencia a que lo que se
comunica sea, en efecto lo que necesita el otro para compren-
der. Se trata de dar ni más, ni menos; solamente lo que lleve
al interlocutor al entendimiento. Cuando se da demasiada
información se satura a quien la está solicitando; y cuando se
da de manera insuficiente se impide la toma de decisión acer-
tada. Para el caso del maestro virtual esto resulta definitivo.
Si peca por exceso o por defecto va a terminar espantando a
sus discípulos. Nada hay más aterrador que formular una
pregunta y recibir la respuesta en decenas de páginas; nada

105
hay más decepcionante que formular la pregunta y recibir como
respuesta un correo electrónico que solamente diga "si".
Un acuerdo es válido cuando este se ha obtenido gracias a
la comunicación clara y suficiente. Hay ocasiones en las cua-
les la información es clara y ha sido comprendida por el otro;
pero no ha sido suficiente, no se ha dado toda la información
requerida. Allí el acuerdo no es válido. En otras ocasiones se
ha dado toda la información, ha sido suficiente; pero el otro
no la ha comprendido. En este caso tampoco hay validez en el
acuerdo. Maestros y estudiantes de la educación virtual han de
poner su mejor empello en que esta doble condición se cumpla
en su justa medida pues a partir de ella se va a generar una
verdadera comunidad educativa.

La comunicación ha de ser cordial y abierta. La cordialidad


hace referencia a la relación amistosa, de cercanía, que se
entabla entre los actores del proceso. Es un componente de
tipo afectivo que determina en gran medida el acercamiento
o alejamiento de las partes. La comunicación fría o agresiva
no es el escenario para la acción educativa. Hay que cuidar
especialmente este aspecto, pues las nuevas tecnologías hacen
que fácilmente se pierda la cordialidad. En cierto artículo de
revista publicado por Negroponte se mostraba cómo, desde
que en algunas empresas se había instalado la intranet, los
llamados de atención usando el correo electrónico habían su-
bido de tono. Claro, como los medios virtuales no requieren de
presencia física , el jefe podía regañar a sus subalternos mucho
más rigurosamente que si hubiera estado frente a ellos. Como
veremos más adelante, la ausencia del cuerpo impone que se
use la escritura como mediador entre quienes se comunican.
Y es más fácil agredir por medio del escrito que hacerlo cara a
cara. Es más fácil ser descortés en la educación virtual que en
la presencial. Es más fácil, por tanto, romper la comunicación
en el ciberespacio que en el aula de clases.
La apertura tiene que ver con la disposición a escucharse,
con estar comprometido en atender al otro aunque vaya en
contravía. La apertura tiene que ver con la tolerancia activa.
No tolerancia a secas, sino tolerancia activa. La primera es
sinónimo de desinterés, de no reconocimiento. La tolerancia
a secas resulta insultante en tanto demuestra que quien se

106
expresa es ignorado, que no importa lo que el otro exprese,
que lo que dice no causa ningún impacto. Por el contrario,
la tolerancia activa implica apertura, pero compromiso de
respuesta. Se escucha y se responde; el otro puede decir, pero
también debe recibir los comentarios que se tengan frente a lo
expresado. La apertura, en tanto tolerancia activa, es lo que
da seguridad a quienes intervienen en la comunicación pues
se saben escuchados e interpelados, es decir, reconocidos.
Los criterios de la comunicación educativa expresados
anteriormente tienen su condición de posibilidad cuando las
personas se comprometen de ve; dad con el proceso educativo;
cuando viven con pasión la experiencia de la educación virtual.
En la base de esos criterios subyacen toda una serie de princi-
pios que le dan a la educación toda una connotación ética. La
educación es fundamentalmente una acción comunicativa; y es
justamente la ética la que proclama las condiciones para que
las personas puedan encontrarse alrededor de una verdadera
comunicación.
De otra parte, siguiendo a Colom y Mélich (1994), y para
que lá comunicación educativa pueda darse desde la perspec-
tiva de método, es necesario que el proceso educativo virtual
garantice los siguientes aspectos:

Interactividad. En la concepción original esta expresión se


refiere a la educación a través de tecnología con capacidad
de respuesta adaptativa bidimensional (alumno-máquina-
alumno). Significa una relación en la cual el sujeto no es un
receptor pasivo de la información y en la que la máquina va
generando múltiples opciones según sea el comportamiento
del estudiante. La interactividad hace referencia a la relación
estudiante-máquina o maestro-máquina. Allí, hablando rigu-
rosamente, no hay comunicación en tanto que la persona entra
en contacto, no con otros, sino con una máquina. En términos
de Habermas lo que se da es una acción instrumental, no una
acción comunicativa.
La interactividad tiene que ver con una serie de medios
que hacen posible múltiples alternativas para quien los usa.
Ciertos juegos de computador son un buen ejemplo de ello.
En el mercado se encuentran cientos de títulos de aventuras
en las cuales el jugador emplea sus propias estrategias y el

107
computador va ofreciendo variaciones según intente una u otra
opción. Muchos de esos juegos hoy se juegan en línea: conec-
tados a internet, jugadores de distintas partes del mundo van
realizando sus movimientos y, en cada caso, el computador res-
ponde de manera particular. Lo mismo ocurre con programas
de software diseñados para la instrucción: El principio es el
mismo; la persona que está aprendiendo algo del sistema solar,
por ejemplo, podrá desarrollar el programa de muy diversas
maneras; en cada caso la máquina le va a proponer retos nue-
vos, diferentes niveles de dificultad y, por supuesto, algunas
recompensas. Claro. que, por más opciones que la máquina
ofrezca, estas tendrán un límite, no son infinitas ya que han
sido programadas. Por eso encontramos a las personas que,
una vez descubiertas y recorridas todas las opciones posibles,
guardan el juego o lo cambian por otro desconocido.
Aunque la interactividad no sea en sentido estricto una
acción comunicativa sino una acción instrumental, es muy
importante en los programas y cursos de la educación virtual
en tanto que a partir de ella el estudiante asume protagonismo
y se ve lanzado a la participación. Programas de multimedia
que entren a apoyar el desarrollo de actividades educativas
dentro de la modalidad virtual serán siempre necesarios dado
el poder de ellos para la transmisión de la información y para
la instrucción. No olvidemos que una cosa es la instrucción
y otra la educación; pero la educación requiere de ciertos
momentos de instrucción. Para estos casos los materiales
interactivos resultan determinantes pues lanzan al alumno
a una constante actividad.
Por supuesto que no todas las actividades, ni todos los me-
dios que se usan en la educación virtual son interactivos. Habrá
momentos del proceso que, por sus características especiales,
sean más directivos que interactivos. Sin embargo, sabiendo
que lo otro también tiene cabida cuando sea necesario, el én-
fasis está puesto en dar privilegio a todo aquello que favorezca
la acción de los participantes.

Interacción. Hace referencia a que el estudiante y el maestro


participan activamente realizando intercambios comunicativos
con todas las personas que se relacionan con el proceso edu-

108
cativo. De la simple interactividad: sujeto-máquina, se pasa
a la interacción: estudiante-estudiante, estudiante-maestro,
maestro- maestro.
La interacción implica el tejido de las actividades parti-
culares; es la red que se va conformando con todos y cada
uno de los aportes de los individuos. Su condición está en la
participación de todos. Con ella se pasa del objeto al sujeto;
es la que hace evidente el papel protagónico de las personas
que han decidido apuntarle a la formación; al ser más. Por
supuesto, la actividad (y no la pasividad) es la condición que
hace posible ese entramado.
Al entrar en relación con los otros, igual que en el caso de la
interactividad, el participante encontrará distintas opciones y
posibilidades. Para cada una de sus respuestas o movimientos
que realice habrá otras preguntas y nuevos retos. Pero la gran
diferencia entre la interactividad y la interacción estriba en
que en esta la relación es entre personas. Y cuando la rela-
ción es interpersonal no hay límites en las opciones pues no
existe programación previa. La persona, en tanto misterio,
no es' predecible, como sí lo es un juego de multimedia. En la
interacción, entonces, sí se da la acción comunicativa.
Hemos de reiterar que la interacción será la condición fun-
damental para que exista comunicación en el proceso educati-
vo. Será por tanto el elemento que, bajo ninguna circunstancia
podrá estar ausente del Modelo de Educación Virtual so pena
de convertirlo solamente en educación a distancia de primera
generación, pero disfrazada, o en un slogan de momento que
se aprovecha para captar matrículas.

Movilidad, o capacidad de desarrollar educación en diferentes


escenarios. Así el aula de clase deja de ser el único espacio en
el cual se puede activar la formación. Existen universidades,
como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Monterrey, ITESM, por ejemplo, que han desarrollado una in-
fraestructura tal que le permite al estudiante conectarse a la
red con su computador portátil en cualquier lugar del campus:
la cafetería, los pasillos y hasta los jardines. El aprendizaje
no está reservado al salón de clases que, en muchas ocasiones
(por ventilación, iluminación o espacio, por ejemplo) no es el
más adecuado para propiciado.

109
Es más, con este modelo aun las fronteras del campus se
pierden. El estudiante puede desarrollar su actividad forma-
tiva desde su hogar, desde su lugar de trabajo o desde una
ciudad que no sea la suya cuando, por ejemplo, un viaje laboral
implique la ausencia de su sitio habitual.
La posibilidad que tienen los estudiantes y maestros de
desarrollar la acción educativa desde cualquier lugar y man-
tener una comunicación fluida entre todos, sin necesidad de
desplazarse físicamente , es uno de los aportes más significa-
tivos del Modelo d~. Educación Virtual y, sin duda, uno de los
puntos que más atrae a los posibles participantes.
Con la movilidad se da paso a lo que algunos autores han
denominado omnipresencia y que consiste en la posibilidad de
realizar una difusión educativa para toda la sociedad. Así, la
institución educativa ya no tendrá que preocuparse por la cons-
trucción de nuevas sedes o campus. Podrá estar presente sin
que necesariamente exista un espacio físico en las diferentes
regiones a las cuales llega su acción. Con esta característica se
hace realidad lo que algunos han llamado la democratización de
la educación. Por supuesto, hay que ahondar más críticamente
en este punto; recordemos que nuestra apuesta no está ni por
los apocalípticos, ni tampoco por los integrados.
Pero, independientemente de esa discusión, un programa
o curso de educación virtual debe garantizarle al estudiante y
a sus maestros que puedan desarrollar las actividades corres-
pondientes sin tener que desplazarse a un lugar determinado.
Y no quita lo anterior que en algún momento pueda, y deba,
existir el encuentro físico. La clave aquí está en propiciar la
comunicación sin que cuerpo, tiempo y espacio sean obstáculos
para la misma.
Convertibilidad, o capacidad de transferir información entre
medios diferentes a fin de conformar redes complejas y multi-
variadas al mismo tiempo que fuentes plurales de información.
Se trata de aprovechar todo lo que contenga información, que
abra posibilidades de comunicación o conduzca a ella; de sa-
ber combinar t elevisión, radio, Internet, prensa, etc. , a fin de
generar el conocimiento más amplio que sea posible.
En esta sociedad del conocimiento se han multiplicado las
fuentes de información antes reservadas a unos pocos exper-
tos o a las bibliotecas especializadas. Las tecnologías de la

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información y la comunicación le permiten a una institución
educativa diseñar y poner en ejecución programas utilizando
diversidad de medios. De esta forma su propuesta educativa
puede ser entregada a los estudiantes por distintas vías.
La comunicación no puede circunscribirse a un solo medio.
Bien sabemos que las tecnologías fallan con frecuencia. En-
tonces, si se ha estipulado solamente una vía para favorecer
el encuentro, lo más seguro es que la comunicación se va a
romper cuando esa vía falle. Es importante contar con varias
opciones para garantizar que los alumnos puedan comunicarse
efectivamente con sus maestros~y con la institución que está
ofreciendo el programa o curso.

Conectabilidad o, como consecuencia de lo anterior, la posi-


bilidad de presentar al estudiante múltiples focos o canales
de información. Estar conectado, hoy, consiste en tener las
posibilidades de acceder a cualquier tipo de información en el
momento en que se requiera.
La misma observación que se hizo con respecto a la institu-
ción educativa en lo tocante a la convertibilidad, se hace aquí
para el estudiante en lo que tiene que ver con la conectabilidad.
Es fundamental que él posea las tecnologías que le permitan
entablar el proceso. Podríamos decir que si la movilidad es la
gran ventaja de la educación virtual, la conectabilidad (en el
momento presente) es uno de sus talones de Aquiles. Esto en
tanto que aún la tecnología que se usa en este estilo educativo
no se ha generalizado entre la gran mayoría de la población.
El uso de internet, por ejemplo, no es tan extendido como se
desearía.
Las condiciones de conectabilidad de los participantes
deben ser un criterio central en los procesos de admisiones a
cursos y programas. De lo contrario se generan falsas espe-
ranzas; inclusive se puede llegar a desvirtuar el sentido de la
modalidad y, por ausencia de este criterio, hacer educación a
distancia de primera o segunda generación con el nombre de
educación virtual.

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