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El Método La Comunicación Educativa
El Método La Comunicación Educativa
Calle 48 N° 39-234
Bucaramanga (Colombia)
Todos los derechos reservados
ISBN 958-8166-26-8
Introducción 5
2.2 "Virtual" 43
5. Aprendizaje abierto 79
8. La evaluación 127
215
8.1 Evaluar el aprendizaje 133
8.2 ¿Qué se pretende evaluar cuando
se evalúa el aprendizaje? 136
8.3 ¿Cómo se evalúa? 137
8.4 ¿Para qué se evalúa? 140
Bibliografía 211
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EL MÉTODO:
LA COMUNICACIÓN
EDUCATIVA
El método significa la manera concreta como los actores abordan
el proceso educativo. Se refiere a lo que se hace para alcanzar lo
que se busca:
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tología y la muerte se producen con el aislamiento y la separación"
(Sarramona, 1988, p .27).
La comunicación favorece el reconocimiento propio y el de los
otros y, por tanto, el acercamiento a ellos a partir del presupuesto
de la dignidad humana. El otro no es más que otro yo (el alter ego);
el otro se reconoce en mí y yo me reconozco en él. Esta dinámica
es la que se asume en el encuentro entre maestros y estudiantes:
el maestro se reconoce como tal en tanto tiene discípulos; el discí-
pulo se considera así en tanto tiene maestro. De manera que ser
maestro o ser discípulo no resultaQ. de un nombramiento oficial;
resultan del mutuo reconocimiento que entre ellos se establece
gracias a las acciones comunicativas que adelantan.
En un intento de síntesis de lo dicho hasta el momento, afir-
mamos que la comunicación educativa, entonces, consiste en los
acuerdos a los que llegan maestros y estudiantes, a partir del
diálogo argumentado y del reconocimiento mutuo y con lo cual
buscan comprometerse en la conquista de los ideales de formación.
No se trata del simple esquema emisor-medio-receptor; no se trata
tampoco de la mera transmisión de información. Su complejidad
es tal que toca las fibras más íntimas de la identidad y del creci-
miento de los sujetos que se comunican.
La comunicación educativa tiene como exigencias básicas su
estructuración de acuerdo con las finalidades que se persigan y con
la concepción de aprendizaje que se maneje. Para nuestro caso, eso
se refiere a que debe estar siempre orientada hacia la formación
de la persona, hacia la conquista de unas competencias que se
consideren deseables y hacia la construcción del conocimiento a
partir del aprendizaje abierto o flexible . Lo anterior partiendo de
la base de que el estudiante no es mero receptor, sino receptor-
procesador. Significa esto que el alumno elabora, a partir de su
experiencia previa y de sus pre-saberes, los mensajes que recibe;
no los asume neutralmente sino que los procesa y obtiene una
versión propia de los mismos fundada en las opciones de vida y
en la visión de mundo que posee:
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Lo mismo va a suceder con el maestro; él también elabora lo
que recibe del estudiante.
De otro lado, hay que precisar que la comunicación educativa
se ve afectada por las características del mensaje que se comuni-
ca. Según sea el mensaje se pueden lograr los acuerdos válidos y
el compromiso o, por el contrario, los desacuerdos y la parálisis.
No hay que olvidar aquí que el medio que se use también va a
determinar al mensaje. Entonces la comunicación entre maestros
y estudiantes debe tener en cuenta que las posibilidades de ella
radican en la articulacitm coherente entre mensajes y medios.
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interactuar con el medio. La comunicación entre maestros y
estudiantes lleva a concretar la afirmación de que la persona
es en y con el mundo. De ella se deriva la concreción del pos-
tulado antropológico que afirma que las personas se entienden
como sujetos que pueden transformar la naturaleza y no como
objetos que la padecen.
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La comunicación educador-educando que no respeta la libertad
carece de la dimensión ética necesaria. La expresión de la liber-
tad es la autonomía. La consideración de la libertad del educando
supone en la comunicación con el educador ausencia de coacción
en la iniciativa, la elección y la aceptación. La consideración de
la libertad social plantea a la comunicación educador-educando el
respeto de los grupos sociales (Sarramona, 1988, p . 68).
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de aprendizaje, los contenidos y, por supuesto, los maestros
mueven en el aprendiz sus concepciones previas y le presentan
experiencias frente a las cuales éste lanzará conjeturas que
harán explícitas sus redes conceptuales. Así, la clave está en
entender al estudiante como un interlocutor válido, que posee
una experiencia y unas construcciones teóricas que son punto
de partida para lo nuevo; máxime si, como se ha expresado
en la concepción acerca del estudiante, este es un adulto que
llega al proceso con toda una carga vital previa. Aquí se hace
muy concreta aquella afirmación de que el estudiante no es un
recipiente vacío el cual debe llé~arse sino que , por el contra-
rio, es una persona que posee ya todo un cúmulo de vivencias
y conceptos que no se pueden descartar en la conquista de
mundos posibles.
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la interacción de maestros-estudiantes, maestros-maestros y
estudiantes-estudiantes. Supone entonces que los medios no
resultan arbitrarios, no se seleccionan caprichosamente, sino
que se determinan previo análisis concienzudo en el cual prime
el valor comunicativo que poseen y su contribución a la pre-
cisión de los mensajes y señales que se emiten en la relación
educativa. No todos los medios disponibles sirven para todos
los cursos. Habrá ocasiones, por ejemplo, en las que un texto
impreso no será tan pertinente como una producción de mul-
timedia. En otras, la multimedia puede entorpecer lo que se
quiere comunicar i'es mejor opción un libro.
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varios párrafos y páginas formulan la pregunta en cuestión. La
brevedad permite que quien recibe el mensaje pueda concen-
trarse en lo nuclear del mismo y pueda responder atendiendo
al punto preciso que se solicita.
La oportunidad en este caso se refiere a no exceder los
tiempos de interacción, ya que cuando ésta es demasiado
frecuente alguno de los protagonistas va perdiendo interés.
Ni el maestro ni el alumno se sienten cómodos cuando el otro
envía diariamente varios correos electrónicos y, adicional-
mente, aparece en el programa. de mensajería varias veces
durante la jornada de trabajo. Hay que tener en cuenta que
ni el maestro ni el estudiante de la modalidad virtual están
dedicados exclusivamente al curso que los convoca; tienen otros
compromisos y por eso, entre otras cosas, eligen esta manera
de hacer educación. Entonces la brevedad y la oportunidad
contribuyen a economizar esfuerzo y tiempo y, además, hacen
que los interlocutores no caigan en la rutina del encuentro,
sino que éste sea esperado y recibido con gusto.
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hay más decepcionante que formular la pregunta y recibir como
respuesta un correo electrónico que solamente diga "si".
Un acuerdo es válido cuando este se ha obtenido gracias a
la comunicación clara y suficiente. Hay ocasiones en las cua-
les la información es clara y ha sido comprendida por el otro;
pero no ha sido suficiente, no se ha dado toda la información
requerida. Allí el acuerdo no es válido. En otras ocasiones se
ha dado toda la información, ha sido suficiente; pero el otro
no la ha comprendido. En este caso tampoco hay validez en el
acuerdo. Maestros y estudiantes de la educación virtual han de
poner su mejor empello en que esta doble condición se cumpla
en su justa medida pues a partir de ella se va a generar una
verdadera comunidad educativa.
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expresa es ignorado, que no importa lo que el otro exprese,
que lo que dice no causa ningún impacto. Por el contrario,
la tolerancia activa implica apertura, pero compromiso de
respuesta. Se escucha y se responde; el otro puede decir, pero
también debe recibir los comentarios que se tengan frente a lo
expresado. La apertura, en tanto tolerancia activa, es lo que
da seguridad a quienes intervienen en la comunicación pues
se saben escuchados e interpelados, es decir, reconocidos.
Los criterios de la comunicación educativa expresados
anteriormente tienen su condición de posibilidad cuando las
personas se comprometen de ve; dad con el proceso educativo;
cuando viven con pasión la experiencia de la educación virtual.
En la base de esos criterios subyacen toda una serie de princi-
pios que le dan a la educación toda una connotación ética. La
educación es fundamentalmente una acción comunicativa; y es
justamente la ética la que proclama las condiciones para que
las personas puedan encontrarse alrededor de una verdadera
comunicación.
De otra parte, siguiendo a Colom y Mélich (1994), y para
que lá comunicación educativa pueda darse desde la perspec-
tiva de método, es necesario que el proceso educativo virtual
garantice los siguientes aspectos:
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computador va ofreciendo variaciones según intente una u otra
opción. Muchos de esos juegos hoy se juegan en línea: conec-
tados a internet, jugadores de distintas partes del mundo van
realizando sus movimientos y, en cada caso, el computador res-
ponde de manera particular. Lo mismo ocurre con programas
de software diseñados para la instrucción: El principio es el
mismo; la persona que está aprendiendo algo del sistema solar,
por ejemplo, podrá desarrollar el programa de muy diversas
maneras; en cada caso la máquina le va a proponer retos nue-
vos, diferentes niveles de dificultad y, por supuesto, algunas
recompensas. Claro. que, por más opciones que la máquina
ofrezca, estas tendrán un límite, no son infinitas ya que han
sido programadas. Por eso encontramos a las personas que,
una vez descubiertas y recorridas todas las opciones posibles,
guardan el juego o lo cambian por otro desconocido.
Aunque la interactividad no sea en sentido estricto una
acción comunicativa sino una acción instrumental, es muy
importante en los programas y cursos de la educación virtual
en tanto que a partir de ella el estudiante asume protagonismo
y se ve lanzado a la participación. Programas de multimedia
que entren a apoyar el desarrollo de actividades educativas
dentro de la modalidad virtual serán siempre necesarios dado
el poder de ellos para la transmisión de la información y para
la instrucción. No olvidemos que una cosa es la instrucción
y otra la educación; pero la educación requiere de ciertos
momentos de instrucción. Para estos casos los materiales
interactivos resultan determinantes pues lanzan al alumno
a una constante actividad.
Por supuesto que no todas las actividades, ni todos los me-
dios que se usan en la educación virtual son interactivos. Habrá
momentos del proceso que, por sus características especiales,
sean más directivos que interactivos. Sin embargo, sabiendo
que lo otro también tiene cabida cuando sea necesario, el én-
fasis está puesto en dar privilegio a todo aquello que favorezca
la acción de los participantes.
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cativo. De la simple interactividad: sujeto-máquina, se pasa
a la interacción: estudiante-estudiante, estudiante-maestro,
maestro- maestro.
La interacción implica el tejido de las actividades parti-
culares; es la red que se va conformando con todos y cada
uno de los aportes de los individuos. Su condición está en la
participación de todos. Con ella se pasa del objeto al sujeto;
es la que hace evidente el papel protagónico de las personas
que han decidido apuntarle a la formación; al ser más. Por
supuesto, la actividad (y no la pasividad) es la condición que
hace posible ese entramado.
Al entrar en relación con los otros, igual que en el caso de la
interactividad, el participante encontrará distintas opciones y
posibilidades. Para cada una de sus respuestas o movimientos
que realice habrá otras preguntas y nuevos retos. Pero la gran
diferencia entre la interactividad y la interacción estriba en
que en esta la relación es entre personas. Y cuando la rela-
ción es interpersonal no hay límites en las opciones pues no
existe programación previa. La persona, en tanto misterio,
no es' predecible, como sí lo es un juego de multimedia. En la
interacción, entonces, sí se da la acción comunicativa.
Hemos de reiterar que la interacción será la condición fun-
damental para que exista comunicación en el proceso educati-
vo. Será por tanto el elemento que, bajo ninguna circunstancia
podrá estar ausente del Modelo de Educación Virtual so pena
de convertirlo solamente en educación a distancia de primera
generación, pero disfrazada, o en un slogan de momento que
se aprovecha para captar matrículas.
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Es más, con este modelo aun las fronteras del campus se
pierden. El estudiante puede desarrollar su actividad forma-
tiva desde su hogar, desde su lugar de trabajo o desde una
ciudad que no sea la suya cuando, por ejemplo, un viaje laboral
implique la ausencia de su sitio habitual.
La posibilidad que tienen los estudiantes y maestros de
desarrollar la acción educativa desde cualquier lugar y man-
tener una comunicación fluida entre todos, sin necesidad de
desplazarse físicamente , es uno de los aportes más significa-
tivos del Modelo d~. Educación Virtual y, sin duda, uno de los
puntos que más atrae a los posibles participantes.
Con la movilidad se da paso a lo que algunos autores han
denominado omnipresencia y que consiste en la posibilidad de
realizar una difusión educativa para toda la sociedad. Así, la
institución educativa ya no tendrá que preocuparse por la cons-
trucción de nuevas sedes o campus. Podrá estar presente sin
que necesariamente exista un espacio físico en las diferentes
regiones a las cuales llega su acción. Con esta característica se
hace realidad lo que algunos han llamado la democratización de
la educación. Por supuesto, hay que ahondar más críticamente
en este punto; recordemos que nuestra apuesta no está ni por
los apocalípticos, ni tampoco por los integrados.
Pero, independientemente de esa discusión, un programa
o curso de educación virtual debe garantizarle al estudiante y
a sus maestros que puedan desarrollar las actividades corres-
pondientes sin tener que desplazarse a un lugar determinado.
Y no quita lo anterior que en algún momento pueda, y deba,
existir el encuentro físico. La clave aquí está en propiciar la
comunicación sin que cuerpo, tiempo y espacio sean obstáculos
para la misma.
Convertibilidad, o capacidad de transferir información entre
medios diferentes a fin de conformar redes complejas y multi-
variadas al mismo tiempo que fuentes plurales de información.
Se trata de aprovechar todo lo que contenga información, que
abra posibilidades de comunicación o conduzca a ella; de sa-
ber combinar t elevisión, radio, Internet, prensa, etc. , a fin de
generar el conocimiento más amplio que sea posible.
En esta sociedad del conocimiento se han multiplicado las
fuentes de información antes reservadas a unos pocos exper-
tos o a las bibliotecas especializadas. Las tecnologías de la
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información y la comunicación le permiten a una institución
educativa diseñar y poner en ejecución programas utilizando
diversidad de medios. De esta forma su propuesta educativa
puede ser entregada a los estudiantes por distintas vías.
La comunicación no puede circunscribirse a un solo medio.
Bien sabemos que las tecnologías fallan con frecuencia. En-
tonces, si se ha estipulado solamente una vía para favorecer
el encuentro, lo más seguro es que la comunicación se va a
romper cuando esa vía falle. Es importante contar con varias
opciones para garantizar que los alumnos puedan comunicarse
efectivamente con sus maestros~y con la institución que está
ofreciendo el programa o curso.
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