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INDICE PROLOGO por Dolores Castniic Mirat INTRCDLC ION 1 DIVISION FUNDAMENTAL HW De ro Qte UNO OS Hl DF lo OLE UNO TENE Iv Dt £30 FE UNG REPRE ENIA Vo PARANESIS Y MAXIMAS NI DE LA DIFFER NOIA DE LAS FPOQCAS RELA VEDA Pags 9 39 4] al oO} io) PROLOGO N 1851, tras haber sido rechazado sucesivamente por tres editores, se decidia Hayn de Berlin a publicar el libro Pa verga y Paralipomena una extensa coleccion de aforismos sobre los mas diversos temas, desde la moral a la religion, pasando por el derecho, la metafisica, la literatura 0 el arte (1), que estaba destinada a proporcionar a su autor, pagado enton ces con diez eyemplares de su propia obra, la fama que durante tanto tiempo le fue negada Contaba a la sazon Arthur Scho- penhauer sesenta y tres anos, y la inusitada esperanza que en escasos momentos habia depositado en el juicio de la histona, por lo demas odiada por el, parecia verse realizada En el otono de su vida pudo saborear Schopenhaver los indicios de una popularidad que, sin embargo, jamas le infundio el sufi- ciente respeto para comprarla al precio de su verdadera filoso- fia En la epoca en que el tnunfalismo histoncista hegeliano se habia convertido en la filosofia oficial del estado totalitario de Federico Guillermo HI de Prusia, Schopenhauer, el mismo conservador, pero hombre de insobornable honradez y preocu- pado ante todo por la verdad, desenmascaraba la historia, a contrapelo de sus contemporaneos, como la fabula idealista del ardid de la razon en virtud de ella, el asesinato en masa, la tirania de emperadores, generales y reyes, la lucha por el poder, la delincuencia internacional organizada, en suma, toda esta coleccion de sucesos opacos, azarosos e indefendibles en (1) El libro que presentamos al lector recoge los fragmentos dedicados a la moral DOLORES C4sTRILITO MIRAT su gratuidad que componen el escenario de la tragiomedia humana recibian un oarniz de racionalidad, de la mano de los filosofos de ia historia a sueldo del Estado para hacerlos pasar por los momentos indispensables de una astuta razon que atraviesa providencialmente los siglos hasta conducir a la humanidad al fappy end del reino moral absoluto Pero para Schopenhauei ningun paraiso futuro podia coho nestar la cru-ldad de! pasado distinta pero identica la histona uaiversal es y sera siempre la histonade fas convulsiones los etrores y los padecimientos de la especie humana una triste cosa en definitiva, que ni las constituciones, ni las legislacio nes, ni las maquinas de vapor pueden n1 podran nunca volver mejor (1) Su intransigente veracidad le conducia a un irremediable pesimismo, que a los ojos de sus contemporaneos deslumbra dos todavia por el resplandor de la tecnica, 0 seducidos por el brillo del poder, parecia ciego e inoportuno Hoy, a mas de un siglo de distancia, la historia confiesa tristemente que Schopenhauer la habia penetrado hasta sus entranas, y revela la clarividente actualidad de ese pensador «inactual> que paso por su epoca como un solitario rezagado de la marcha de su tiempo Incluso a pesar de la popularidad que alcanzo al final de su vida, y sobre todo algunas decadas despues de su muerte, Schopenhauer continuana siendo un desconocido Nietzsche, Su sucesor, no se engano a este respecto Por el contrano, Lukacs, en el Asalto ala razon un libro dificil de superar por lo que toca al esquematismo de sus planteamientos, se empe Cina en recordarnos una y otra vez la enorme atraccion que llego a suscitar la obra de Schopenhauer lo que probaria a su entender, que la unica meta de su filosofia fue la de servir de guia ideologica a la burguesia decadentista de la epoca preim- perialista, que, tras el fracaso de la revolucion de 1848, veia frustrada sus aspiraciones al poder politico Forzando el h- mite, el pensamiento de Schopenhauer, Lukacs convierte su (1) El Mundo como Voluntad y Representacion L IH ap XXXVII 10 PROLOGO pesimismo, por esencia antipropositivo nada menos que en una apologetica del capitalismo. si: bien es cierto que matiza esta afirmacion anadiendole el! calificativo de indirecta Al transformar lo que tan solo son aspectos negativos del capita lismo, sus atrocidades en cualidades inherentes a la naturaleza humana Schopenhauer volvia absurdo y sin sentido cualquier intento de transformacion sovial, y de este modo se convirtio en el apologista indirecto de un sistema cuyos males, por otra parte, tan toscamente senalo Muchas son las objeciones que suscita este conocido planteamrendo empezando por la «tos- quedad que atribuye su autor al unico filosofo aleman que ha merecido verdaderamente el nombre de escntor eseritot como admiraba Thomas Mann que «se expresa con la vehe mencia del que esta enterado» expernmentado en el suffi miento y acabando por esa cuestion realmente espinosa que aqut siquiera es posible esbozar , hasta que punto el pes mismo de Schopenhauer concierne exclusivamente al estado presente del mundo? Partir implicitamente de una respuesta afirmativa, como es el caso de Lukacs, encterra, cuando no una ingenuidad estupidamente crega si al menos un pelrgroso a privri pragmatico susceptible de transformar cualquier uto pia de redencion social en una burda practica inquisitorial! La reflexion de Schopenhauer arranca de la expenencia mas elemental del dolor la del hombre concrete atravesado por sus necesidades y pasiones en su debatirse por existir (2) Cuando Horkheimer pronunctaba esta conferencia, e! 21 de septiembre de 1960, en el primer centenano de la muerte de Schopenhauer, no se insinuaba todavia esa cansina ola del desencanto, en cuyas aguas de tibia molicie habian de me- cerse, tras la tempestad del 68, tantas fatigas inutiles de ayer El escepticismo y Ja lucidez no siempre son subversivos Hoy todo e] mundo sabe que los dioses han muerto, sin embargo, nada impide acatar su servidumbre Es mas, la clarividente aceptacion de su imposible regreso, bajo nuevas y excitantes apariencias, pretexta una existencia que, riendose de las viejas legitimidades, vive «como Ss!» a pesar de todo nada supiese de su propio saber Hoy ser iconoclasta se ha convertido en un vicio demasiado vulgar para escandalizar a nadie, es una tarjeta de presentacion que pocos cometen Ja torpeza de exhi bir E]} lamento ha degenerado en tic, la critica en imprescindi- bie requisito teorico, la desmitificacion en academia El escep ticismo subversivo se ha convertido en la nueva escolastica de una epoca que ya no cree en la subversion Frente a esta almibarada afectacion, la prosa sanguinea de Schopenhauer descubre gue el escepticismo no siempre fue un juego de gabinete tedioso y pedante LI irritado tono de su estilo libre, que cultivo con una inmensa distincion, supuso en su tiempo un atentado contra la dignidad del filosofo Reducir al minimo las expresiones tec nicas y las oscuridades terminologicas, para expresar cn un lenguaje claro y accesible, sin neologismos vacuos, lo que todo el mundo puede llegar a pensar y de hecho piensa en esos momentos fugaces en que el dolor ya no nos permite seguir fingiendo decir, en definitiva, algo tan elemental que cual- quiera puede comprender, es sinonimo, para el erudito, de superficialidad y falta de mngor conceptual Pero solo quien confunda la profundidad con la oscuridad puede compartir esta Opinion, por su parte, Schopenhauer jamas se dejo intimidar (2) Laactualidad de Suhopenhauer enop cit pag 147 14 PROLOGO porella Los Parerga y Paralipomena entre los que se incluye esta coleccion de aforismos sobre el Arte del buen vivir a despecho de su titulo voluntariamente chocante, poseen un estilo aun mas accesible que el de su obra principal (1), lo que sin duda contribuyo decisivamente a la popularidad alcanzada por Schopenhauer en los ultimos anos de su vida Es un libro de vejez, donde el filosofo, stn corse metodologico alguno, se decide a hablarnos sin recato de todo aquello que, segun las reglas del juego vigente, mejor es callar «De nobis ipsis silemus » Estas palabras, que encabezan La Critica de la Razon Pura revelan de manera ejemplar la patica conjuracion del elemento biografico e individual que caracteriza, como la condicion misma de su posibilidad, al racionalismo moderno Por el contrario, en la escritura de Schopenhauer el pathos de lo personal esta siempre al acecho, manifestandose de manera particular en los ultimos escritos, que adquieren un tinte netamente autobiografico Esta evolucion de Schopen- hauer hacia un estilo cada vez mas proximo a lo literarto se ha contemplado como una degeneracion de lo propiamente filo- sofico Sin embargo, la aparicion de un nuevo estilo de filoso- far es inseparable del contenido de ese filosofar La irrupcion del sujyeto empirico en el seno del discurso filosofico es una modificacion que concieme a la esencia misma de la filosofia Desde Descartes, la filosofia hab1a tomado como cometido la fundamentacion de la nueva razon cientifico-tecnica y aspI- raba, como ella, al mismo ideal de ngor, exactitud y objetivi- dad El precio que por ello tuvo que pagar no fue otro que la ocultacion de la realidad individual de su portador, es decir, del filosofo ya no un sujeto real, sino una abstracta cosa pensante En su aspiracion a la objetividad, la ciencia y la filosofia han amordazado al sujeto real para convertirlo en una espectral entidad logica sin came, ni sangre, ni deseos, ni sentidos, n: dolor que mitigar, ni esperanzas que satisfacer, en suma, sin atisbo alguno de pasiones o intereses vitales que pudieran nublar la mgurosa objetividad que se trataba de fun- (1) Lacitada obra El Mundo come Voluntad \ Representacion DOLORES CASTRILLO MIRAT damentar. Para encarnar la palabra divina de la verdad y ei poder que de eila emana, todos los fildsofos querian nacer del hielo. Sin embargo, su aspiracién a la neutralidad es una empresa condenada de antemano al fracaso, pues todo conocer esta predeterminado por el querer. Este presupuesto, que hara futuro en la filosofia de la sospecha de la segunda mitad del siglo XIX, de la mano de los grandes genalogistas Marx, Freud y, sobre todo, Nietzsche, y que constituye la pieza clave de nuestro pensamiento actual, encuentra, como vemos, su primera formulacion en la filoso- fia de Schopenhauer. En efecto, ella es la primera en poner como absoluto el condicionamiento de las funciones intelec- tuales por las funciones afectivo-inconscientes, es decir, por la voluntad. Con ello sale a la luz la inevitable parcialidad que se esconde tras el juego de los conceptos de apariencia neutra y objetiva. La inquebrantable exigencia de la veracidad de Scho- penhauer conduce, pues, en rigurosa logica, a negar el con- cepto de verdad. ;Como podria subsistir el mito de Jo absoluto incondicionado, una vez que ha sido detectada la presencia de ese callado huésped que los filosofos se obstinaran en silenciar hasta ahora? La voluntad, es decir, el sujeto empirico, real, con sus pasiones y sus intereses, es el autentico portador del conocimiento, verdadero genio maligno enganador que torna irrisoria cualquier aspiracion a la objetividad. Descartes creyo poder exorcizarlo definitivamente y levantar sobre su tumba el edificio de la razon absoluta; Kant, ya lo hemos visto, co- mienza su obra con el magico conjuro: «Callemos acerca de nosotros mismos.» Hacer aflorar en el discurso el yo empirico supone una modificacion estilistica que conlleva aparejada la negacion de las pretensiones de verdad y objetividad que hasta ahora se habia atribuido la filosofia construida segun el mo- delo cientifico. Schopenhauer, admiraba Nietzsche, para quien la probidad intelectual pasaba por el reconocimiento de la imposibilidad de la verdad universal, «es honrado porque se escribe y se habla a si mismo y para si mismo». Si la metafisica de la Voluntad expuesta en El Mundo... abre el camino a la teoria genealogica de nuestra modernidad, el estilo casi auto- 16 PROLOGO biografico de los ultimos escritos de Schopenhauer aplica en la practica, aunque posiblemente no con plena conciencia, esta intuicion juvenil. En un caso y en otro, la presencia de la Voluntad —ese genio del engano, hasta entonces conjurado como el peligro mas aterrador— consuma la ruina de una forma de racionalismo fundada sobre la libertad y la indepen- dencia del intelecto. No hay conocimiento puro, saber desinte- resado, curiosidad intelectual; en todos Jos casos la busqueda racional esta movida por los intereses de la Voluntad. Sin embargo, Schopenhauer no fue plenamente consciente del alcance de su descubrimiento. Es cierto que realizo algunas aplicaciones de su metodo genealogico; puede encontrarse un ejemplo en el Cap. IV de este libro (pags. 103-129), donde traza la genealogia del sentimiento del honor en las diversas especies en que se manifiesta: el honor burgues, el honor del cargo, el honor caballeresco, sexual. En todos estos analisis el honor pierde su caracter de valor moral absoluto y queda rebajado al rango de una convencion destinada a servir a los intereses de una sociedad determinada o de un grupo de la misma. No obstante, a pesar de estos analisis concretos y de algunos otros diseminados por los Paverga y por los Suplemen- tos al libro II de E/ Mundo... (donde se anticipa al tema nietzs- cheano del resentimiento contra el dolor de la vida, como origen de la creencia cristiana en el mas alla), el método genealogico de Schopenhauer quedo, en general, vacio de contenido. La razon de ello estriba fundamentalmente, como ha puesto de relieve C. Rosset, en que la genealogia solo represento para Schopen- hauer una etapa hacia |a doctrina del absurdo, que constituye el verdadero nucleo de su pensamiento filosofico; solo fue invo- cada como un medio — para resaltar la importancia decisiva de la Voluntad—, pero jamas como fin; su proposito no era explicar nada mediante la nocion de Voluntad, sino precisamente denun- ciar todas las explicaciones. Su intuicion genealogica es solo el paso previo hacia esa experiencia del absurdo de un Querer que nada quiere, salvo a si mismo. Como hemos visto, el Querer irracional lo gobierna todo, incluido el intelecto. Todas nuestras metas, verdades y 17 DOLORES CASTRILLO MIRAT objetivos provienen de la Voluntad, pero —y ahi radica el absurdo- tambien desembocan en ella, pues en realidad las tendencias no tienen otro objetivo que la repeticion de su propio tender En efecto, la nota verdaderamente original del pesimismo de Schopenhauer, lo que le distingue del tema, clasico desde la antiguedad, de la desproporcion entre nuestros deseos y su Satisfaccion en la realidad, es la intuicion del absurdo de unas tendencias que en realidad no tienden a nada Detras de la insatusfaccion propia del deseo se esconde un secreto mas sombnio aun las tendencias humanas no son solamente imposibles de satisfacer, sino, ante todo, falsas El fin que persiguen nuestros deseos es usorio, una pura intul cron teatral «Si el deseo no se atiene a lo que promete, no es porque mienta haciendo espejear en el honzonte unos bienes tnaccesibles el lugar preciso de su mentira es el de presentarse como tendencia, cuando en realidad no es ni una cosa nm otra De ah la paradoja schopenhaueriana del hombre prisionero de cadenas ficticias, esclavo de tendencias que notienden Tan decepcionante, pero ciertamente menos absurdo, sera un mundo donde las tendenctas, por inalcanzables que pudieran Ser, estuviesen al menos fundadas con motivo y tendieran en realidad y no solo en apariencia Pero el analisis del Querer revela una ausencia de finalidad en el origen mismo de todos los fines que sugiere» (1) Con esto nos adentramos en el co razon de ja doctrina shopenhauenana del absurdo si la des- illusion acompana siempre al deseo, aun cuando hayamos alcanzado el objeto perseguido, es que este, lejos de tender hacia un objeto como a su fin propio, constituye en rigor su unico y propio fin El Querer nada quiere salvo a s1 mismo y utiliza todos los pretextos a su alcance para engendrarse una y otra vez en un esfuerzo de creacion infinita Y asi la vida del hombre se encuentra atrapada en el circulo infernal del Querer, que hace alternar, sin tregua, espera, satisfaccion ilusoria y, de nuevo, el dolor de la espera, sin que se pueda jamas salir de su (1) C Rosset Schopenhauer philosophe de tl absurde P UF Paris 1967 pags 67 68 18 PROLOGO circulo La concepcion schopenhaueriana del deseo anticipa el tema lacaniano de la labrlidad de la pulsion 1a pulsion no tiene objeto y por eso se autorreproduce constantemente sin que el abismo entre el deseo y Ja realidad pueda cerrarse nunca de modo definittvo De la misma manera recuerda tambien a esa compulsion a la repeticion que Freud asimila al imstinto de muerte En este sentido, el tema de la absurda repeticion del deseo parece aludir exclusivamente a las constantes pulsiona- les del ser humano, marcando el caracter a-historico del pesi- mismo schopenhaueriano Su intuicion del absurdo es la nota verdaderamente moderna de su pesimismo, como ha sabido ver Rosset, pero este no provendna de los males de nuestra modernidad Sin embargo, si el untento por derivar las leyes psicologicas de las sociologicas suele desembocar siempre en un superficial dogmatismo, como deciamos al principio, lo contrario no es menos cierto Ei universalismo, de cualquier tipo que sea, social o psicologico, es siempre falso el juego combinado de uno y otro elemento es. como senalaba Horkheimer, -dife- rente en cada epoca y hasta en cada instante historico, pues incluso si los mecanismos psiquicos de todos los mndividuos tomados aisladamente fueran los mismos obranan diversa mente en totalidades diferentes en cada caso (1) Toda solu- cion general, incluida la pesimista, es abstracta , porque la praxis no depende unicamente de la verdad, sino que esta depende asi mismo de aquella Ast pues, el pesimismo de Schopenhauer, y especialmente su doctrina del absurdo, no puede desligarse de la inquietante ogamzacion social del mundo moderno, derivada, como veremos de un prodigioso avance tecnico que se les ha escapado de entre las manos a los hombres Esto no signitica que compartamos la tes1s lukac- siana acerca de que en la recusacion de la filosofia de la historia, por parte de Schopenhauer, y en su teoma irractona- lista de la Voluntad se hallaba la consagracion de lo existente Al contrarnio, ambas suponen el reproche mas agudo contra las ti) Horxheumer Schopenhauer vtasociedad enop cit pap 128 19 DOLORES CASTRILLO MIRAT circunstancias historicas de su tiempo, y esto a pesar de lo que el propio Schopenhauer pudiese creer Su anthistoricismo es la tarea historica de la filosofia critica en un momento en que el mito de la historia se va deslizando desde sus promesas de salvacion hacia una ideologia de inqui- sicion Su tan denostado trracionalismo es tambien el testimo nio critico de la razon filosofica, en un momento en que del sueno ilustrado del progreso de la razon comienzan a emerger los monstruos de la sin-razon La Uustracion confiaba en la armonia entre e] progreso de Ja razon cientifica y el progreso moral y politico Alli donde esta armonia se escinde fracasa el sueno de las Luces, ambiguo proyecto que pronto habia de desvelar su lado sombno a comienzos del siglo XIX, la epoca que le tocara vivir a Schopenhauer y de la que fue su mas lucido testigo, la dominacion de la naturaleza no coincide ya para nada con la liberacron de la servidumbre, al contrano, la progresiva supresion de la indigencia material perpetua, y aun agrava, bajo nuevas formas el malestar social De ahi la desesperada mirada de Schopenhauer hacia la histona como fiel testimonio de este desgarramiento interno de Ia razon tlu- minista Nacida desde Descartes con las clencias empiricas, la razon compartia con ellas su caracter instrumental Pero de instru- mento para la dominacion de la naturaleza al servicio de la libertad humana se fue hipostasiando en un valor autonomo hasta desembocar en ese proceso de acumulacion indefinida e incontrolable que, como la ciega Voluntad de Schopenhauer, no sabe ya que quiere ni adonde va En laera de la civilizacion industrial, la razon legisla cosas, pcro ya no se legisla a 41 misma El escandalo ante el espectaculo absurdo de un Querer que nada quiere, salvo la eterna repeticion de su propio desig- nio hasta el infinito, es en enorme medida la dolorosa constata- cion de una racionalidad tecnica que, convertida en un princi- plo independiente, por encima de las necesidades de los indrvi- duos, tan solo efectua ya la perpetua reproduccion de su inerte mecanismo, que debe seguir su ntmo, imparable e indiferente a los sufrimientos de aquellos a quienes arrastra 20 PROLOGO Entre e] sueno ilustrado del progreso indefinido de !a razon y el tormento sin fin de la rueda de la Voluntad hay una diterencia la razon se ha vuelto una potencia clega, respecto de su pmmitiva finalidad —la emancipacion de los hombres reales de carne y hueso—, y por eso ya nada redime el esfuerzo de nuestra pasion productiva, que aparece ahora almidonada por el sinsentido y el mal Por todas partes, gentes que quieren, voluntades que se enfrentan entre si, millares de hombres tensos hacia un no se que ilusorio que apenas alcanzado se vuelve contra ellos Y es que, a pesar de lo que la ilusion de ta Voluntad nos promete, nadie puede reconocerse en sus accio- nes Nuestros actos se engalanan provisionalmente con los prestigios de la libertad individual, pero en realidad somos tan solo un juguete sin importancia en el seno de una Voluntad ajena, fuerza desconocida que lo engendra todo y lo decide todo por nosotros Por otra parte, esta oscura potencia de la Voluntad que nos impone el tormento de la accion solo es vida y movimiento en aparniencia En el seno de un Querer eterna- mente repetido, el tempo ya no cumple su mision fundamen- tal ta de hacer advenir al por-venir Al contrano, todos los acontecimientos estan ya fijados de antemano en una inmovili- dad originania el futuro no es mas que la muerta repeticion del pasado El mundo, segun Schopenhauer, esta muerto desde siempre Creemos que vive, pero en el fondo no es mas que el simulacro de una vida postiza El caracter tragicomico de la situacion humana proviene, para Schopenhauer, de la ceguera de los hombres respecto a su experiencia absurda « gober- nados por la necesidad, obran como s1 fuesen libres, y se creen activos y vivientes mientras que son pasivos y muertos> (1) La mayona de las gentes se resisten inconscientemente —y esta es otra profunda intuicion psicoanalitica de Schopen- hauer— a acceder a un estado de lucidez que le sumiria en el sentimiento de lanada Siguen ejecutando de buena fe su papel de munecos, prefiriendo una senedad irmisoria a una angustia verdaderamente seria, pero munecos a merced de una potencia (1) C Rosset op cit pag 107 DOLORES CASTRILLO MIRAT oscura y desconocida, sus acciones se vuelven siempre contra ellos y acaban por aniquilarlos Esos resultados que en el fondo nunca habian quendo ni buscado por s1 mismos, se extranan ahora en una objetividad opaca y amenazante que esCapa a su control Como ha sabido ver E Subirats (1), la Voluntad schopen- hauerlana es en buena medida ja heredera de la subyetividad trascendental de] kantismo. portadora de esa razon legisladora que domina el mundo a traves de la ciencia, la tecnica y ia produccion Pero enel mundo del capitalismo industrial desa- rroilado, la racionalidad que nige este proceso ya no es identica con el sujeto historico que era su portador Ahora, esta racio- nalidad se independiza, se hace exterior al sujeto social, hasta «alienarse», en el sentido que Marx mostrara mas tarde en una objetividad petnificada y todopoderosa que se erige contra y por encima del sujeto empimco En este sentido la doctrina schopenhauertana del absurdo de una Voluntad desconocida y sin nombre, que convierte a los individuos en fantoches de su clego designio, adquiere toda su envergadura social y cultural Es la experiencia del horror, probablemente no ractonalizada ante esa razon cientifico-tecnica, ensimismada en un bloque heteronomo y compacto, caracteristica de las sociedades in- dustriales desarrolladas, donde el sujeto es un clemento sin honores ni poderes En verdad, esta subjetividad trascenden tal, esa potencia legisladora y productora, llevaba ya en si misma el germen de su disolucion Pues como ya pudimos advertir, la identidad del sujeto racional burgues era una cons- truccion artificiosa tundada sobre el amordazamiento despia- dado de la sensibthdad, los deseos y las necesidades del individuo empirico y real Precisamente porque desde el mo- mento mismo de su fundamentacton, con Descartes y Kant, la racionalidad cientitico-tecnica se levantaba sobre el silencia- muento de las necesidades concretas que debra satisfacer. pudo hipostasiarse mas tarde como un fin en si misma, olvidarse de (1) E Subirats figures de lo Conciencia Desdic ada Taurus Madid 1979 22 PROLOGO su funcion supuestamente liberadora e imponerse sobre el individuo con la fuerza de un destino que Jo aplasta Ni Kant, nt Hegel, ni Goethe ignoraban el dolor que el esfuerzo de la raZon impone a sus portadores, la humillacion que exige, pero lo justificaban en nombre del progreso Fausto es una entidad que se realiza en el movimiento, su anhelo de absoluto no le deya descansar jamas es la figura de la perpetua insatisfaccion, el esfuerzo iminterrumpido de la vo- luntad hacia un fin que nunca alcanza Jamas colma su sed de infinito Como ta subjetividad trascendental kantiana, Fausto se halla desgarrado entre su aspiracion tlimuitada y su limitada capacidad Pero su msactable sed de plenitud encuentra una solucion conciliadora en el progreso Al faltar este termino mediador, el] esfuerzo taustico de la voluntad ya no puede experimentar Otra cosa que la tautologia de su propio dolor Fausto (1) conftesa ahora su tmpotencia ya no ejyemplifica el proceso ascendente de una razon dominadora que sacrifica todo dolor empirico a la invocacion de una meta absoluta, sino el yudio condenado a errar eternamente en una marcha sin fin, carente de todo sentido La unica posibilidad de escapar a la rueda infernal de esta febril actividad, que conduce a ninguna parte. es la renuncta de la voluntad a su propia esencia Asi pues, el pesimismo schopenhaueriano no esta motivado solamente por la constatacion de nuestra defectuosa constitu- cion pulsional, sino, ademas, por el espectaculo de un mundo que, disponiendo de medios para miugarla, la agrava mas aun al exigir del hombre moderno un esfuerzo productivo que, cuanto mayor es, mas se dirge necesariamente contra el, aplastandole bajo el peso de su omnipodo poder En este sentido, la moral schopenhauenana de la autoani- quilacion de la Voluntad adquiere tambien su dimension histo- rica y propiamente moderna No se trata solo del tema clasico de la renuncia a los deseos La nostalgia de ese paratso de la inaccion que es el nirvana budico introduce en el interior de la {1} Vease fas versiones posteriores al Fausto de Goethe Chamisso Lenau Nd Go DOLORES CASTRILLO MIRAT civilizacion occidental un contrapunto cntico, frente a la acti- vidad sin sentido de la racionalidad imperante en nuestro mundo actual En los aforismos del Arte def buen vivir el pensamiento etico de Schopenhauer ha renunciado a la base metafisica de su obra principal, E] Mundo como Voluntad y Representacion para descender, como el propio autor reco noce en el prefacio de este libro, al plano empirico y esencral- mente erroneo de lo cotidiano La verdadera etica, en efecto, tiene que partir de la imposibilidad absoluta de consecucion de la telicidad Ningun bien final saciara por completo la avidez arrolladora de nuestro deseo, porque la voluntad es un pozo sin tondo que jamas se agota La unica forma de liberacion posible sena el abatimiento definitivo de los deseos hasta la total autoaniquilacion de la voluntad Algunos autores han subra- yado la contradiccion que supone este curioso postulado opti- mista dentro del pesimismo schopenhaueriano No se com- prende como el hombre, prisionero en todo de Ia Voluntad, puede tener, sin embargo, el misterioso poder de negarla y de revolverse contra ella, bajo ciertas condiciones excepcionales Parece como si la tensa lucidez de este nihilista, desenganado, cediera por un momento ante el espeyismo de la felicidad, aunque ahora concebido solo en terminos netamente nega- tivos Los ultimos escritos de Schopenhauer desmienien esta im- presion En el Arte del buen vivir la idea del nirvana budico brilla por su ausencia El titulo del libro no debe Hevarnos a equivoco Su pesimismo es tan amargo como siempre, pero se ha hecho mas retorcido y sarcastico Sin olvidar por un mo- mento la imposibilidad de la felicidad, siquiera sea en su forma negativa, nos ofrece una serie de consejos practicos y neta- mente autobiograficos que tratan de hacer la vida lo mas soportable posible, dentro del esquema convencionalmente aceptado de que sea asequible ese minimo de felicidad que su filosofia mega por principio La posicion de Schopenhauer no es la del asceta, sino la del hombre que se encuentra arrojado sin remedio a este mundo, que es el estado perpetuo de guerra de todos contra todos y 24 PROLOGO trata de salir de el !o mas tleso posible, defendiendose con las unicas armas que estan a su alcance Jas de fa cautela El traductor de! Oraculo Manual ha aprendido sin duda mucho de ese arte de la prudencia gracianesca Pero, como el, cuando aconseja con cinicas sentencias, no lo hace sino desde el mas desesperado sarcasmo No propone, como algunos afirman, una moral del egoismo en un sentido positivo, al contrano, en sus Consejos aparentemente cinicos se encuentra la mas agre- siva denuncia contra el que tenga que ser as: Por otra parte, no se trata de una moral del tnunfo mundano, sino tan solo de esquivar los dolores de esta vida El Arte del buen vivir es, pues, esencialmente e] arte de sobrevivir en un mundo host) Otras muchas sentencias provementes de Ja vieya sabiduna mundana de todos los tiempos, desde la mora! de los estoicos y epicureos hasta los apogtemas Ilenos de iroma y cinismo de La Bruyere o La Rochefoucauld, son pacientemente espigados y reelaborados por Schopenhauer para componer el amplio mo- saico de su pesimismo filosofico Este adquiere asi un tinte a-historico y aparentemente poco novedoso Pocas cosas sos- tenidas por el que no hayan sido ya dichas Sin embargo, hay un tema obsesivamente reiterado a lo largo de todas las paginas de esta obra por el que el pesimismo de Schopenhauer cobra tambien aqui toda su envergadura social y cultural este temaes el del aislamiento La vida de los hombres vulgares en quienes predomina el impulso imarticu- lado y monocorde de la volicion oscila como un pendulo entre el dolor y el aburrimtento Parecidos a «esos reloyes a los que se les ha dado cuerda y andan sin saber por que» (1), cuando el cese de sus obligaciones les permite un desahogo tratan de matar el tiempo libre con el ajetreo de la vida social u otras actividades suplementamnas, para evitar caer presa del tedio y protegerse asi de Ja angustiosa revelacion del sinsentido de su vida que de algun modo ya presienten Si Schopenhauer hu biese conocido nuestras maquinas de matar el tempo Itbre, tan (1) Schopenhauer El amor fas mujeres la muerte Ed EDAF Madnd 1981 pag 159 25 DOLORES CASTRILIO MIRAI parecidas a esas otras maquinas del trabajo en las fabricas, en las que nuestro tempo muere, podria haber confirmado rabio- samente su tntuicion acerca de las posibilidades emancipato rias de Ja tecnica Cuanto mas progresamos, mas borrasas se hacen, en nuestra cultura de masas, las fronteras entre el oc 10 y el trabajo, entre la vida y la muerte Solo el hombre inteli- gente, nos decia ya entonces el filosofo, sabra acoge: Como una bendicion esa ociosidad a la que llega merced a la indepen dencia de las urgencias extenores, cuando no tiene que ala narse para procurarse la subsistencia Para cl el ocio ya no esta amenazado por el fantasma dei hastio, al contrario ese don negativo es el unico que reclama del mundo exterior Gracias a el podra desaniollar las facultades de su espiritu y ensenorearse de la mqueza de su mundo interior Su inteligencia, desocu pada de la servidumbre a las necesidades practicas de la voluntad, le transporta a una region en la que el sufrimtento adscrito a la vida corriente de los hombres, nundidos en el sempiterno teyer y destejer de la voluntad, fe es esencialmente extrano La invitacion de Schopenhauer a la vida contemplativa y al refugio en una interroridad sedicente, atslada de la sociedad de la historia, son para Lukacs otro signo inequivoco de la apolo- gia del capitalismo, {levado a cabo, por lo que se ve, sistemati- camente, en la obra de este filosoto Encontramos aqui la inflacion del individuo elevado a potencia cosmica, el augusto desprecio contra toda actividad social, el aristocratismo de los inictados frente a la plebe, en suma, el Compendio arquetipico de la actitud del intelectual burgues decadente el acrisola- miento en un egowsmo sublime y contemplativo que conduce desde la estetica del pesimismo a la etica de la evasion Y naturalmente, en el refinado goce de esta evasion se halla la glonticacion de la miseria existente Para completar este cuadro bastana considerar Ja desaho- gada posicion economica de que pudo distrutar Schopenhauer gracias a las sustanciosas rentas que le procuraba la fortuna heredada de su padre, un adinerado financiero Una v otra vez en este libro, se felicita el filosofo de una suerte que le permitia 26 PROLOGO vivir sin trabajar, aderezando sus escritos con tacanas adver- tencras sobre Ja necesidad de no malgastar el capital Sin embargo, ni su tacanena, ni su condicion de rentista, ni si- quiera su agradecimiento frente a los defensores del orden, que ei mismo terma, dictan ningun juicio amistoso sobre la socie dad capitalista Al contrano, en su filosofia encontramos la mayor desmutificacion de uno de los pilares basicos en que esta se apoya, la ideologia del trabajo, que tantos marxistas por su parte no solo no han derribado, sino que se han encargado de apuntalar firmemente Su conservadora actitud estaba moti- vada por el deseo de salvaguardar su libertad intelectual frente a la filistea apoteusis del Estado que la hipotecaban los profe- sores universitarios y aun mas, por el miedo visceral a quedar expuestos sin bienes a una realidad social donde el derecho a sobrevivir se paga no solo al precio de la renuncia a las propias convicciones, sino a la propia vida «entrar en una fabrica de hilados —-y desde entonces estar alli sentado primero diez, despues doce horas y finalmente catorce horas, haciendo siem- pre el mismo trabajo mecanico, es comprar terriblemente la satisfaccion de respirar > (1) Aunque Schopenhauer no tndago en las causas economicas, como Marx hara mas tarde, nt propuso soluciones alternauvas, tue sin embargo un testigo de excepcion de la condicion alienada del hombre en ia vida moderna Piensese que sus intuiciones a este respecta, contenidas ya en “/ mundve como voluntud \ representacion datande [818 precisamente el ano en que nacio Marx En los aforismos sobre el Arte del buen vivir el trabajo es denunciado insistentemente como aqueilo que impide al hombre ser e/ nusmo Solo quien se posee a 4i mismo en la permanente ocupacion con sus obras y sus pensa- mientos, sin tener necesidad de trabajar, es verdaderamente hombre nacido /i67e con esta condicion es uno realmente «sut juris >, senor de su tiempo \ de sus fuerzas y puede decir cada manana La jornada es mia> (Vease Arie del buen vir pa- gina 87) Es cierto que su desconfianza ante la historia le (1) Schopenhauer £/ Mundo como Voluntad\ Rcpresentacton L Hl 27 DOLORES CASTRILLO MIRAT impidio prever soluciones colectivas y le anclo en posturas netamente conservadoras el privilegio de ser uno mismo esta reservado exclusivamente a los que poseian, como el, un peculio y unas rentas aseguradas Sin embargo, en su defensa del oc10, por minoritario que este hubtera de ser, se encuentra de hecho una franca denuncia contra las condiciones alienan tes del trabajo, aunque nunca |\egara a expresarse con esta terminologia Mientras que Hegel se obstinaba en presentarlo como el momento dialectico por el que el sujeto particular se reconcilia con la totalidad social y deviene una individualidad plena o universal, el nominalismo de Schopenhauer lo desen- mascaraba como una falacia, similar a la del Estado, que liquida esa vida del individuo, sus rayendole literalmente to- das sus fuerzas para convertirle en una pieza inconsciente de un todo estandarizado y manipulado Frente a esta fragmenta- cion del ser humano en la sociedad moderna, donde los hom- bres se parecen a esos toscos instrumentos musicales que solo son capaces de emutir una nota, Schopenhauer sonaba con el hombre que es por s1 solo «una orquesta en pequeno>. un mundo en pequeno (vease Arre del buen vivir pag 187) Para conseguir esto, el logro de uno mismo, el dinero que nos libera de la esclavitud del trabajo, le parecio siempre un bien necesa- rio, pero desde luego no suficiente En los cuatro pnmeros capitulos de esta obra, Schopenhauer denuncia un espejismo que se produce con enorme frecuencia la tendencta a confun- dir insensiblemente el ser con el tener, y tambien lo que uno es en si mismo con lo que uno representa ante los demas Creerse «realizado» por haber amasado una considerable fortuna o por gozar del prestigio social es una forma de autoengano que practicamos a diario Pero bastana un instante de lucidez, de la que nos protegemos permanentemente, para descubrir que tales exitos solo son una apaniencia de logro que enmascara en realidad el malogro basico de toda una vida Todos aquellos que se atanan sin descanso por aumentar mas y mas su capital, © por conquistar los honores publicos y los puestos sociales «Importantes >, siguen siendo los juguetes de ese guinol em- bustero de la voluntad que hace que el hombre se olvide de s1 28 PROLOGO mismo (vease Arte del buen vivir, pag 66) Ni los intentos de Goethe, ni mucho menos aun los de Hegel. que Schopenhauer miro siempre con un sarcastico desden, podian restablecer la unidad perdida entre el suyeto y el mundo La Superacion de la intenoridad romantica era para el una vana ilusion, cuando no una hipocnta falacia, como en el caso de Hegel Aunque se haya contemplado a menudo como un movi- miento regresivo, nostalgico y en definitiva reaccionario, el romanticismo significo mas bien el momento de una resisten- Cla critica contra la racionalidad del progreso de fa civilizacion industrial Si el suseto se vuelca sobre si mismo, aislandose de todo acontecer externo, es porque el mundo generado por esa racionalidad se ha convertido en una realidad ajena, violenta y amenazadora Imposible reconocerse en una naturaleza cada dia mas asediada por el /ogos civilizador e industnial (No hay que dejarse enganar por el extasis romantico de fusion con la maturaleza es solo un ultimo recurso que grita mas cuanto menos puede ) Imposible reconocerse tambien en un todo social cuyo proceso de desarrollo es algo que el sujcto mi controla, ni abarca, ni comprende La subjetividad romantica, @ pesar de que se presente en no pocas ocasiones bao la or- (1) Eugenio Inmas Conecer Goethe Ed Dopesa Barcelona 1980 pa nas (12 113 31 DOLORES CASTRILLO MIRAT gullosa figura del genio, es esencialmente una subjetividad infeliz, desgarrada por la experiencia del extranamiento, res- pecto a la naturaleza, la sociedad, y la historia. E] dolor de la conciencia encerrada en su soledad, que aqui aflora por vez pnmera, pone en evidencia la crisis del concepto humanista de razon. En la tradicion clasica del humanismo, la razon y el sujeto individual como potencia creadora y conquis- tadora formaban una unidad indisoluble; de ahi que el sujeto portador de esta razon pudiese reconocerse en el mundo por ella creado. Mas tarde, con Descartes y Kant, bajo la separa- cion entre e] individuo empirico y el sujeto racional conver- tido, como vimos, en un puro fantasma trascendental, esta armonia comienza a hacerse problematica. Las consecuencias de esta disyuncion se revelan con toda su gravedad en los albores de la civilizacion industrial. Cada vez mas independi- zada de las necesidades del hombre concreto, la racionalidad meramente instrumental produce un mundo en el que aquél ya no puede reconocerse. El esfuerzo faustico de esa razon domi- nadora caracteristica del sujeto burgués no ha hecho del mundo nuestro mundo, como querian Kant, Hegel y Goethe, sino una exterioridad desolada que ya no es capaz de acoger al individuo en su seno. Solo en el recinto de una interiondad cerrada sobre si misma encuentra este refugio y apoyo contra la desolacion exterior. Su individualidad monadica, sin venta- nas al mundo ni a la vida, constituye el unico mundo donde acaso todavia ésta es posible. «En ninguna parte, amada, sera el mundo mas que en el interior» , escribia el poeta Rilke; y por su parte, Schopenhauer: «Asi también es feliz el hombre a quien basta su riqueza interior y que exige... muy poco o nada del mundo exterior, supuesto que esa importacion es cara, esclavizadora, y peligrosa, expone a desenganos y, en defini- tiva, nunca es mas que un mal sucedaneo de las producciones de si propio» (véase Arte del buen vivir, pags. 64, 65 y 187). Pese a su indudable afinidad con la categoria romantica de interioridad, la filosofia de Schopenhauer marca, no obstante, la crisis definitiva de esta figura historica, y abre aqui, como en tanto otros aspectos, el marco en que van a moverse la 32 PROLOG reflexion v la sensibilidad de nuestra epuca actual Su expe- riencia del mundo esta mas proxima « los personajes de un Beckett. agitandose como fantoches absurdes en tacdio de ur mundo vacio ¥ muerto, que a la sublune sofedad del genio romantico EJ alma romantica vivo siempre su desdi hada escision con upa esencial ambizuedad: en mecto de la incertidumbre del mundo exterior, Ja delonda subieuvidad encontraba ua firme apcyo en da fidelidad ceonsige misma La uperacton Cauca resultaba hastd wierto punto lograda +l proceso de ensimiania miento de la conciencia infelz comsezuta Dan smutarse no pocas veces en ja orgullosa toma de conciencia de su indepen- dencia personal frente alo que la rodea. Es el parhos romanticy del genio creador Yvonde e} sujeto aparece dotade de pleno sentido Pero Schopenhauer nunea fue un romantico consen- cido. Desde su juventud hadia expuesio tajantemente sus dis- Crepancias no solo contra el realismio megenuo, sino tambien contra el mas puro subjeny smo posthantang, tal como se cum- ple en !a obra de Fichte, que estimaba ta mas tediosa de cuantas se han escrito en nilosotia Su intento por -derivar el non-ego dei ego, como una arana saca su tela de st misma», es fan inaceptable come las pretensiones cbhyetivistas de signo conira- no Pues sujeto y objeto son categoras que conciernen eactu- sivaMente 4 nuestra representacion del mundo, algo por tanto Meramente fenomenico, una ficcion terida por nuestro inte lecto. gran hilandera um-versal que por todas partes extiende cl velo de la ilusion Pero. ma, alla de este velo. alcunzamos a des. ubrir que el rondo ultumo v esconuido de todas fas Cusas &> wig y ei mismo. la Voiuntad. FL Queer es un principio tmpersenal y nuestras apetonuias personales, COMO ya VESIOS, ho son sino et pretexto enganosc de que se vale esta aciaga Volurtad que juega dive ruda y cruelmente cun nosotres fa invocacion de Schopeahauer al aislamuento no procede, nue- de una ingenua creencia en ios poderes ommnimodes de un so hincbado hasta fo cxeelso sino mus bien de la Tesisfercra desesperada, corira el destino faiat lucidamente constatudu por el. de ese 50 hegemonic gue ahora se Viielve Jugucl? Ge ull a3 DOLORES CASTRILLO MIRAT oscuro poder, la voluntad, que escapa a su comprension Somos vividos por la Voluntad, mientras pensamos que vivi- mos, sentimos y actuamos unicamente por propia decision Semejante concepcion de la Voluntad encuentra su reteren- cia en la realidad del mundo industrial, donde la razon se ha reiticado en una obyetividad petnficada, convertida en una fuerza todopoderosa que se alza por encima y contra el sujeto empirico hasta su totai aniquilacion Eneste sentido, la muerte del sujeto no es el comienzo de una nueva era de emancipa con, sino el principio de una nueva barbarie De igual manera, de la sustitucion de la antes divinizada razon por el principio irracional de la voluntad podian deri- varse luminosas consecuencias, como las que trato de extraer Nietzsche, pero a Schopenhauer aquel pensamiento unico del que tan justificadamente se vanagloriaba termino por resul- tarle literalmente insoportable De ahi la etica del anonada- miento de la Voluntad en que culmina su metatisica, o el refugio frente al sinsentido del mundo exterior en una interiori dad cerrada sobre $1 misma, que sin embargo, a diterencia de los romanticos, se sabe ya tan solo quimera de una quimera A pesar del doior que ello le causaba y ahi reside ese heroismo de la veracidad que tanto admiro Nietzsche, Scho- penhauer fue el primero en atreverse a reconocer abiertamente que ei sueno de las Luces se hallaba amenazado por una herida de muerte Su filosofia pone al descubierto el derrumbamiento detinitivo de los dos pilares en que este se asentaba el del progreso indefinido de la razon y el del suyeto soberano que, como un Hercules, soportaba subre sus espaldas la ordenacion racional del mundo La absurda pesadilla de la Voluntad, casugada como Tantalo a la repeticion de su esfuerzo eterna- mente frustrado, no hace sino desenmascarar la falacia del progreso, bajo cuya Invocacion se pretendia, como el propio Kant nos hace ver, impulsar al hombre =a soportar con pacien- cia las fatigas que odia, a perseguir un brillante oropel de trabajos que detecta, a olvidar ja muerte que le aterra Enel circulo internal del Querer el tempo gira —como gira la rueda de Ixion y rueda [a roca de Sisifo~—, pero no avanza, sino que 34 PROL OGO se repife a sp mismo eternamente sobre un fondo de mucrte Fse mismo fondo sobre el que se desphega precisamente la ractonalidad def mundo moderno que olvidadas yacn lacpoca de Schopenhauer todas sus promesas emancipadoras solo persigue la indefinida perpetuacion de su cteza Maquinaria a costa de los sufrimientos de quienes lasirven Fnel siglo \Es Ja razon COnoce UN proceso de acumulacion incontrolable pero proplamente tampoco progresa Al contrario la denomi nacion cientifica de la naturaleza se transforma insensible mente en la amenaza de su destruccion§ y la hberacion que de aquella cabta esperar adquiere el rostro de una nueva servs dumbre donde cuanto mayor cs el esfuci7zo humano tante mas poderosa e inhumana se Vuclve la realidad producida a su costa Y asi mientras se afanan por ef engrandecimiento de una objetividad gue les destruve las gentes se controntan con cl absurdo de su propio dolor tncomprensible En la medida en que asume este dolor individual que en vano trato de constrcnir la talsa universalidad del racionalismo moderno fa intuicton schopenhauerana del adsurdo de la Voluntad refleya crticamente el proceso de ensimismaniento de ja razon ilustrada de] que emerge como su sombra el tantasma de lasinrazon de tierzaconstructoray civiltzadora la razon ha pasado 4a convertirs. cn una cieka e Hravional potuncta de destruccton bajo cuva fatalidad sucumben cl hom bre v la naturaleza a un ticmpo La razon no he sido uestruida por eb rracionalismo como protende entre otros Lukas sipo que eHaes hoy por hoy destrucova Fl trragionalismoe schopenhaueriano tildado de burgues por cl teorico Marxisia no hizo otra Cosa Que CONStal at Jucidd y Cmticamente csie destino wracional de ta racronalidad burguesa Ei estilo schopenhauetiano debe Contemplarse tambicn bajo estu nueva duz Que la manere en que un pensamiento se dice es inseparable de Jo que cse pensamicnty dice es alao jue resulta evidente si comparamos la cscrttura de Schopenh iucr tan ricamente Htteraria con cl risor concepiual que hacia tas delicias de fos flosofos rictonaliseas desde Descartes a Hee! 34 Relate pea pple peg cathe DOLORES CASTRILLO MIRAT pasando por Wolf y Kant. ; Por qué el lenguaje literario? ;Por qué Schopenhauer abandona, como mas tarde haran Kierke- gaard y Nietzsche, el afan de rigor y exactitud que marcaba hasta entonces el] tono de la verdadera especulacion filosofica? La respuesta no puede ser otra que el reconocimiento de que, con él, la filosofia experimenta un giro que debe ser calificado, sin asomo de exageracion, de «revolucionario». Ya no asume mas la tarea de legitimacion de la razon cientifico técnica que la filosofia habia hecho suya desde Descartes —no en vano su modelo era el matematico—, sino que emprende la critica de la razon destructiva. Es muy posible, por no decir seguro, que Schopenhauer hubiera repudiado como pura charlataneria el esfuerzo por interpretar hasta donde es posible — y no mas— su experiencia del absurdo a la luz del fracaso historico del proyecto ilus- trado. Su obra es no interpretativa y en ningiin momento se pro- puso ofrecer razones para acallar el silencio del absurdo, lo que naturalmente abriria, al menos en cierto grado, la posibili- dad de su superaci6n. Sin embargo, a pesar de que nada promete, en ella se encuentra el reconocimtento del mundo del sufrimiento, y este es el punto de partida que incita a la lucha por su supresion. Dolores CASTRILLO MIRAT ARTE DEL BUEN VIVIR # a 3 * = +t ae INTRODUCCION OMO Ila nocién de la sabiduria de la vida en su acep- cidn inmanente, a, saber: en el sentido de arte de hacer la vida lo mds agradable y feliz posible, estudio pue pudiera ilamarse también eudemonologia; seria un tratado sobre la existencia feliz. Esta podria a su vez definirse como una existencia que, considerada desde el punto de vista puramente exterior o mds bien (pues Se trata aqui de una apreciacidn subjetiva) que, después de fria y madura reflexidn es preferible a la no-existen- cia. La vida feliz, asi definida, nos apegaria a ella por si misma y no solo por el temor de la muerte, resultaria de aqui, ademds, que deseariamos verla durar indefini- damente. Si la vida humana corresponde o puede co- rresponder a la nocioén de esa existencia, es una cues- tién ala cual ha respondido negativamente mi filosofia ; por el contrario, la eudemonologia presupone una res- puesta afirmativa. Esta, en efecto, se basa en el error innato que he combatido en mi gran obra, al comienzo del capitulo XLIX, volumen II (1). Por consiguiente, para poder tratar la cuestién, he debido apartarme por completo del punto de vista elevado, metafisico y mo- ral a que conduce mi verdadera filosofia. Todos los asuntos que siguen estan fundados, en cierto modo, en una acomodacion, en el sentido de que se examinan des- (1) El mundo como voluntad y representacién (Die Welt als Wille und Vorstellung). 39 St HOPLNHAUER de el punto de vista habitual y empirico yv conservan aquel error. Su yalor sélo puede ser condicional, desde el momento en que la palabra misma de eudemonologia es un eufemismo. No aspiran tampoco a ser completos, ya porque el tema es inagotable, o porque hubiera de- bido repetir lo que otros han dicho ya. Como obra digna de leerse, que trate de la misma materia gue los actuales aforismos, sdlo recuerdo el libro de Cardanus: De utilitate ex adversis capienda ; podrd servir para completar lo: que presento aqui. Es cierto que Aristdteles, en el capitulo V del libro I so- bre la Retérica, ha intercalado una corta eudemonolo- gia; pero ha producido una obra muy menguada. Yo no he recurrido a estos predecesores; compilar no es mi oficio, y tanto menos cuanto que asi se pierde la unidad de perspectiva, que es el alma de las obras de esta clase. En general, los sabios de todos los tiempos han dicho siempre lo mismo, y los necios, esto es, la inmensa mayoria de todos los tiempos, han hecho y di- cho también lo mismo, y siempre seguird siendo asi. Por eso decia Voltaire: Nous laisserons ce monde ci aussi sot et aussi mechant que nous l’avons trouvé en y arrivant (al marcharnos del mundo, le dejaremos tan tonto y tan malo como le encontramos al llegar a él). 40 pats CAPITULO PRIMERO DivisiON FUNDAMENTAL ie Ajristoretes ha dividido (1) los bienes de la vida hu- mana en tres clases: los exteriores, los del alma y Jos del cuerpo. Conservando la divisién en tres, digo que lo que diferencia la suerte de los mortales puede re- ducirse a tres condiciones fundamentales. Son éstas: - 1. Lo que uno es; asi, pues, la personalidad en su sentido mas lato. Por consiguiente, se comprende aqui la salud, ta fuerza, la belleza, el temperamento, el ca- tacter moral, la inteligencia y su desarrollo. 2." Lo que uno fiene: asi, pues, la propiedad y el haber de todas clases. 3.* Lo que se representa: sabido es que por esta ex- presidn se entiende la manera como los demas se re- presentan a un individuo; por consiguiente, lo que esta en su representacion. Consiste, pues, en su opinidn so- bre él, y se divide en honor, categoria y gloria. Las diferencias de la primera clase de que tenemos que ocuparnos son las que la misma naturaleza ha es- tablecido entre los hombres, de donde ya se puede in- ‘ ferir que su influencia sobre la felicidad o la desgracia sera mds esencial y mds venetrante que ta de las di- ' ferencias derivadas de las reglas humanas que hemos (1) Ethica Nicomaco, I, 8. 41 S HCPENHAUER mencionado en las dos clases siguientes. Por lo que atafie a las verdaderas ventajas personales son, con res- pecto a todas las ventajas de la categoria y hasta del nacimiento, aunque sea real, de la riqueza y demas, lo que los reyes verdaderos son a los reyes de teatro. Ya Metrodoro, primer discipulo de Epicuro, habfa intitulado un capitulo: Majoren esse causam ad felici- taten eam, quae est ex nobis, ed, quae ex rebus ori- tur (1). Y, sin duda alguna, para el bienestar de] indi- viduo y hasta para toda su manera de ser, lo principal es lo gue se encuentra o se produce en él. Allf reside inmediatamente, en efecto, su bienestar o su malestar; bajo esta forma, en definitiva, se manifiesta primero el resultado de su sensibilidad, de su voluntad y de su pensamiento; todo Jo que se encuentra en ei exterior, tiene sdlo una influencia indirecta. Asi, pues, las mismas circunstancias, los mismos_ acontecimientos exteriores afectan a cada individuo de diferente manera, y aunque colocados en un niismo ambiente, cada cual vive en un mundo distinto. Porque no tiene directamente relacion mds que con sus propias percepciones, con sus propias sensaciones y con movimientos de su propia voluntad ; las cosas exteriores no ejercen influencia alguna sobre él, sino en cuanto que determinan estos fendmenos inte- riores. El] mundo en que vive cada uno, depende de la manera de concebirlo, la cual difiere en cada cerebro ; sepgiin la naturaleza de la inteligencia, parecerd pobre, insipido y monétono, o rico, interesante e importante. Cuando uno, por ejemplo, envidia a otro las aventuras interesantes que le han ocurrido durante su vida, debiera envidiarle mds bien la facultad de concepciédn que ha prestado a estos acontecimientos, la importancia que (L} De cémo las causas que provienen de nosotros mis- mos contribuyen mds a nuestra felicidad que las que na- cen de las cosas exteriores. Véase Clemente de Alejandria, Stromata, II, 21, 632, en la edicién de Wiirzbarger de las Operas polémicas, 42 a | ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I tienen en su descripcién, porque el mismo aconteci- miento que se presenta de una manera tan interesante en el cerebro de un hombre de talento, no pareceria, concebido por un cerebro vulgar, mas que una escena insipida de la vida cotidiana. Esto se manifiesta, en el mas alto grado, en muchas poesias de Goethe y de By- ron, cuyo asunto se basa, indudablemente, en un dato real; un necio, al leerlas, es capaz de envidiar al poeta la agradable aventura, en lugar de envidiarle la robusta imaginacién, que de un acontecimiento vulgar ha sa- bido hacer algo tan grande y tan bello. De igual manera, el melancélico vera una escena de tragedia alli donde el sanguineo no ve mds que un conflicto interesante, y el flematico un hecho insipido, Todo eso deriva de que toda realidad, es decir, toda actualidad cumplida se compone de dos partes, el sujeto y el objeto, partes tan necesaria y tan estrictamente unidas como el oxigeno y el hidrdégeno en el agua. La mitad objetiva idéntica, siendo distinta la subjetiva, o reciprocamente, hard que la realidad actual sera distinta; la mitad objetiva mds hermosa y mejor, cuando Ja subjetiva es obtusa, de mala calidad, nunca proporcionarad mds que una mala realidad y actualidad, semejante a una hermosa region vista en el] mal tiempo o reflejada por una mala cama- ra oscura. Para hablar mds vulgarmente, cada cual esté forrado en su conciencia como en su piel, y sdlo vive inmediatamente en ella; asi hay poco socorro que pue- da venirle de fuera. En la escena, uno hace de principe, otro de consejero, otro de Jacayo, otro de soldado, otro de general, y asi sucesivamente. Pero estas diferencias no existen sino en el exterior; en el interior, como nt- cleo del personaje, el mismo ser esta forrado en todos: un pobre cémico con miseria y preocupaciones. En la vida ocurre lo mismo. Las diferencias de categoria y de riqueza dan a cada cual su papel que desempefiar, al cual no corresponde, en manera alguna, una diferencia interior de felicidad y de bienestar; aqui se alberga en 43 a Ea SCHOPENHAUER cada cual el mismo pobre siervo, con sus cuidados y sus miserias, que pueden diferir en cada cual en el fondo; pero que, por lo que atafie a la forma, es decir, con respecto al ser propio, son casi idénticos entre todos; hay, seguramente, diferencias de grado, pero no dependen en absoluto de la posicién o de la riqueza, es decir, del papel. Como todo lo que pasa, todo lo que existe para el hombre no pasa, y no existe inmédiata- Mente sino en su conciencia; indudablemente, la cua- lidad de la conciencia sera lo préximamente esencial, y. ep Ja mayoria de los casos, todo dependera de ésta mucho mas que de Jas imagenes que en ella se repre- sentan. Todo ej fausto, todos los goces, son pobres, reflejados en la conciencia obtusa de un trops, en com- paracién de la conciencia de un Cervantes cuando, en una carcel incémoda, escribia el Don Quijote. La parte objetiva de la actualidad y de la realidad esta en ma- nos de la suerte, y es, por consiguiente, variable; la mitad subjetiva somos nosotros mismos; es, por lo tanto. inmutable en su parte esencial. Asi, a pesar de todos los cambios exteriores, Ja vida de cada hombre lleva, de un extremo a otro, el mismo cardcter: se le pue- de comparar a una serie de variaciones sobre el mismo tema. Nadie puede salir de su individualidad. Sucede con el hombre lo que con el animal: éste, cualquiera que sean las condiciones en que se Je coloca, permanece confinado en el circulo estrecho que la naturaleza ha trazado irrevocablemente alrededor de su ser, lo cual explica por qué, por ejemplo, todos nuestros esfuerzos por hacer la felicidad de un animal que amamos deben mantenerse forzosamente en limites muy restringidos, precisamente a causa de esos limites de su ser y de su conciencia; de igual modo, la individualidad del hom- bre ha establecido de antemano la medida de su fell- cidad posible. Son, especialmente, los limites de sus fuerzas intelectuales los que han determinado, de una veZ para siempre, su aptitud para los goces elevados. 44 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I Si son reducidas, todos los esfuerzos exteriores, todo lo que los hombres o la fortuna hagan por él, todo eso sera impotente para transportarla mas all4 de la feli- cidad y del bienestar humano ordinario, medio animal; ha de contentarse con los goces sensuales de una vida intima y alegre en su familia, de una sociedad de baja estofa o de pasatiempos vulgares. La instruccién mis- ma, aunque tenga cierto influjo, no puede ensanchar mucho este circulo, porque los goces mas elevados, mds variados y mds durables son los del espiritu, por falsa que pueda ser durante la juventud nuestra opi- ni6n a este respecto; y esos goces dependen especial- mente de la fuerza intelectual. Facil, es pues, ver clara- mente como nuestra felicidad depende de lo que somos, de nuestra individualidad, mientras a menudo no se tiene en cuenta sino lo que tenemos o lo que representa- mos. Cierto que la suerte puede mejorarse; ademas, el que posee la riqueza interioy, no le exigird gran cosa; pero un trops seguira siendo un trops; un palurdo se- guira siendo palurdo hasta su fin, aunque fuese en el Paraiso y rodeado de huries. Goethe dijo: Volk und Knecht und Ueberwinder, Sie gestebn, zu jeder, Zeit, Kochstes Gliick der Erdenkinder Sei nur die Personlickeit (1). * Que lo subjetivo sea incomparablemente mas esen- cial a nuestra felicidad y a nuestros goces que lo objeti- vo, se conforma por el hambre, que es el mejor cocine- ro, y por ei anciano, que mira con idiferencia la diosa que el joven idolatra, y arriba encontramos la vida del hombre de genio y del santo. La salud excede de tal manera a los bienes exteriores, que en realidad un men- (1) Pueblo y lacayo conquistador —reconocen cada vez “—que el supremo bien de los mortales —es sdélo la perso- nalidad.—El Divan. ee 45 SCHOPENHAUER digo sano es mas feliz que un rey enfermo. Un tempe- ramento tranquilo y jovial, nacido de una salud perfecta y de una feliz organizacién; una razdén lucida, viva, penetrante y exacta; una voluntad moderada y dulce; y como resultado, una buena conciencia, son ventajas que ninguna categoria, ninguna riqueza puede reempla- zar. Lo que un hombre es en si mismo, lo que le acom- pajia en la soledad y lo que nadie puede darle ni qui- tarle, es indudablemente mas esencial para él que todo lo que puede poseer o lo que puede ser a los ojos de los c2mas. Un hombre de talento, en Ja soledad mas absoluta, ericuentra en sus propios pensamientos y én. su propia imaginacién con qué divertirse agradable- mente, mientras el ser Jimitado, por mas que varie de_ fiestas, de espectdculos, de paseos y de diversiones, no Ilegara a sofocar el tedio que le atormenta. Un cardcter bueno, moderado y dulce, podra estar contento en la indigencia, mientras que todas las riquezas no pueden satisfacer a un cardcter avido, envidioso y perverso. En cuanto al hombre dotado con permanencia de una individualidad extraordinaria, espiritualmente superioy, éste puede prescindir de la mayoria de los goces a que el hombre aspira generalmente; ademas, no son para él mds que un trastorno y un peso. Horacio dice de si mismo: Gemmas, marmor, ebur, Thyrrhena sigilla, tabellas, argentum, vestes Gaetulo murice tinctas, sunt qui habeant, est qui non curat habere (2); y Sdcrates decia, viendo algunos objetos de lujo ex- puestos para Ja venta: ;Cudntas cosas hay que yo no necesito! (2) Hay quien tiene perlas, mdrmol, marfil, estatuillas ti- rrenas, tablilla, plata, ropas tefiidas de purpura getuliana, y hay quien no se cuida de tenerlas. 46 ae ——— a SS eT ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I Asi, pues, la condicién primera_y.mds esencial para la felicidad de la vida €s que existimos, la personalidad; aun cuando no fuese sino porque obra constantemente y en todas las circunstancias, esto bastaria para expli- carla; pero, ademas, no esta sometida a la fortuna como los bienes de las otras dos categorias y no puede sernos arrebatada. En este sentido, su valor puede pasar por absoluto, por oposicién al valor puramente relativo de las otras dos. De aqui resulta que el hombre es menos susceptible de ser modificado por el mundo exterior de lo que generalmente se supone. Sdlo el tiempo om- nipotente ejerce también aqui su poder; las cualidades fisicas e intelectuales sucumben insensiblemente bajo sus ataques; sdlo el cardcter moral permanece inac- cesible para él. Bajo este respecto, los bienes de las dos ultimas categorias tienen una ventaja sobre los de la primera, en cuanto que el tiempo no los arrebata directamente. Una segunda ventaja pudiera ser que, estando colocados fuera de nosotros son accesibles por su naturaleza, y que cada cual tiene, por lo menos, la posibilidad de adquirirlos, mientras que lo que estd en nosotros, lo subjetivo, se sustrae a nuestro poder; es- tablecido jure divino, se mantiene invariable durante toda la vida. Asi, los versos siguientes de Goethe con- tienen una inexorable verdad: Wie an dem Tag, der dich der Welt verlichen, Die Soone stand zum Grusze der Planeten, Bist alsobald und fort und fort gediehen, Nach dem Gesetz, wonach du angetreten. So murzt du seyn, dir kanust du nicht ent fliehen, So sagien schon Sybillen, so Propheten; Un keine Zeit und keine Macht zerstiickel Gepragte Form, die lebend sich entwickelt (1). (1) Asf como el dfa que has salido al mundo, el sol es- taba allf para saludar a los planetas; tu has crecido tam- bién continuamente, con arreglo a la ley, conforme a la 47 meee eee == SCHOPENHAUER Lo Unico que podemos hacer, por nuestra parte, es emplear esta personalidad, tal como se nos ha dado, en provecho nuestro; por consiguiente, no perseguir sino las aspiraciones que le corresponden; no buscar sino el desarrollo que le es apropiado, evitando cual- quier otro; no escoger, por tanto, sino el estado, la ocupacion el género de vida que le conviene. Un atleta dotado de una fuerza muscular extraordi- naria, forzado por las circunstancias exteriores a dedi- carse a una Ocupacion sedentaria, a un trabajo manual, meticuloso y pesado, o bien al estudio y a ocupaciones cerebrales; ocupaciones que reclaman fuerzas muy dis- tintas, que no esta desarrolladas en él y que dejan pre- cisamente sin empleo las fuerzas por las cuales se dis- tinguen; un hombre asi se sentira desgraciado toda su vida; mucho mas desgraciado sera aquél en el cual las fuerzas intelectuales dominan y que se ve obligado a dejarlas inertes y sin empleo para ocuparse en un cargo vulgar que no las reclama, o bien en un trabajo corporal para el cual no es suficiente la fuerza fisica. No obstante, en esto hay que hurr. principalmente -en la juventud, del escollo de la presuncidn y no atribuirse fuerzas que no Sse tienen. De la preponderancia bien marcada de nuestra pri- mera clase sobre las otras dos, resulta que es mas Cuer- do trabajar por conservar la salud y por desarrollar las facultades que por adquirir riquezas; sin embargo, no ha de interpretarse esto en el sentido de que deba des- defiarse la adquisicién de lo necesario y de lo conve- niente. Pero la riqueza propiamente dicha, esto es, lo superfluo, contribuye poco a nuestra felicidad; asi que, much@gs: Tieds se sienten desgraciados ‘porque estan des-_ “provistos de cultura real del espiritu, de conocimientos, — cual haz comenzado. Tal es tu destino; no puedes librarte de ti mismo; asi hablaban ya las Sibilas, asf los Profetas; ningun tiempo, ninguna potencia destruye la forma impresa que se desarrolla en el transcurso de la vida. 48 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I 3 3 Por consiguiente, de todo interés objetivo que pueda acerles_aptos para una ocupacidn intelectual. Porque lo que la riqueza puede proporcionar, aparte de la sa- tisfaccién de las necesidades reales y naturales, ejerce una minima influencia sobre nuestro verdadero bien- estar; esto es, al contrario, perturbado por las verdade- ras € innumerables inquietudes que trae consigo la con- servacién de una gran fortuna. No obstante, los hombres que se ocupan mil veces mas de adquirir la riqueza que la cultura intelectual, aunque seguramente lo que uno es contribuye mucho més a nuestra felicidad que lo que uno tiene. jCuadntos vemos, diligentes como hormigas, y ocupados desde la mafiana hasta la noche en au- mentar una riqueza ya adquirida! No conocen nada mas alla del limitado horizonte que encierra los medios de conseguir eso; su espiritu esta vacio, y, en conse- cuencia, inaccesible a cualquier otra ocupacién. Los goces mas elevados, los goces intelectuales son inabor- dables para ellos; en vano tratan de reemplazarlos por goces fugitivos, sensuales, ligeros, pero costosos de ad- quirir, que se permiten de cuando en cuando. En el término de su vida se encuentran como resultado, cuan- do la fortuna les ha sido favorable, un gran montén de dinero, que dejan a sus herederos, encargandose ésto de aumentarlo o de disiparlo. Esa existencia, aunque] en _apariencia sea muy seria y muy importante, es tan‘ insensata como lo seria la que enarbolase por ensefia | el centro de la locura. Asi, pues, lo esencial para la felicidad de la vida es . lo~que uno fleré-en sf mismo, Unicamente porque la “dosis es de ordinario” tan reducida, es por lo que la mayoria de los que han salido ya victoriosos de la lu- cha contra la penuria se sienten en el fondo tan desgra- ciados como los que aun estan en la refriega. Su vacio interior, la insipidez de su inteligencia, la pobreza de su espfritu, les inducen a buscar la compafiia de otros, pero la compafifa de otros iguales a ellos, porque simi- 49 SCHOPENHAUER lis simili gaudet. Entonces comienza en comin la caza del pasatiempo y de la diversiédn, que buscan primero en los goces sensuales, luego en los placeres de todas clases y, por ultimo, en el desenfreno. La causa de esta funesta disipacién, que en un tiempo a veces increible- mente corto hace dilapidar grandes herencias a tantos hi- jos de familia que han entrado ricos en la vida, no es otra, en verdad, que el tedio resultante de esta pobreza y de este vacio del espiritu que acabamos de describir. Un joven asi lanzado al mundo, rico en el exterior y pobre por dentro, inutilmente se esfuerza en reemplazar la riqueza interior por la exterior; quiere recibirlo todo de fuera, como esos ancianos que tratan de apurar nue- vas fuerzas en el aliento de las jévenes. De esta manera, la pobreza interior acaba por producir también la po- breza exterior. No encareceré la importancia de las otras dos cate- gorias de bienes de la vida humana, porque la fortuna es hoy demasiado universalmente apreciada para ne- cesitar que se recomiende. La tercera categoria es de una naturaleza muy etérea comparada con la segunda, toda vez que no consiste sino en la opinidn de los de- mas. Sin embargo, cada cual esta obligado a aspirar al honor, es decir, a un buen nombre; a una posicidn sélo pueden aspirar los que sitven al Estado, y, por lo que atafie a la gloria, son infinitamente pocos los que pue- den pretenderla. El honor se considera como un bien inapreciable y la gloria como la cosa mas exquisita que el hombre pueda adquirir; es el vellocino de oro de los elegidos; por el contrario, sélo los necios prefe- riran la posicién a la riqueza. La segunda y la tercera categoria ejercen, ademas, una sobre otra, lo que se llama una accién reciproca; asi, el adagio de Petronio: habes, habeberis (1), es cierto, y, en senfido inverso, la buena fama de otro en todas sus formas, nos ayuda mu- chas veces a adquirir Ja riqueza, (1) Tienes, tendrds. 50 ie eS a a | ee, CAP{TULO I DE LO QUE UNO ES Y4 hemos reconocido de una manera general que lo que uno es contribuye mas a la felicidad que lo que uno tiene o lo que uno representa. Lo principal es siempre lo que un hombre es, por consiguiente, lo que posee en si mismo; porque sn-individualidad le acom- pafia en todo tiempo y en todo lugar y tifie con su ma- tiz todos los acontecimientos de su vida, En toda cosa y en toda ocasién, lo que le afecta primero es él mis- mo. Esto es cierto aun para los goces materiales, y, con mayor razon,-para los espirituales. Asi, pues, la expre- sién inglesa to enjoy one’s self (1) es muy exacta; no se dice en inglés: Paris le gusta; se dice: “Disfruta en Pa- ris (He enjoys himself at Paris). Mas si la individualidad es de mala especie, todos los goces ser4n como un vino generoso en una boca im- pregnada de acibar. As{, pues, en Ja buena como en la mala fortuna, salvo la eventualidad de una gran des- gracia, lo que sucede a un hombre en su vida es de menos importancia que la manera de sentirlo, es decir, la naturaleza y el grado de ‘sensibilidad bajo todos. loe aspectos, Lo que tenemos en nosotros mismos y por nosotros mismos, en una palabra, la personalidad y su valor, ese es el unico factor inmediato de nuestra (1) Esta frase, aproximadamente, significa disfrutar. 51 Se cc SCHOPENHAUER felicidad y de nuestro bienestar. Todos los demas obran indirectamente; asi, pues, su accidn puede anularse, pero la de la personalidad, nunca. De ahi viene que la. “A. culdadosamente disimulada, es la que tiene por objeto las jas personales, Ademas, Ja cualidad de la coficientia es la unica cosa permanente y persistente; la individualidad obra conscientemente, continuamente, y, mds o menos, en todo instante; todas las demas condiciones sdélo influyen temporalmente, ocasionalmen- te, pasajeramente y pueden cambiar o desaparecer. Aris- tételes dice: nam natura perennis est, non opes (1). Por eso soportamos con mas resignacién una desgracia, cuya causa eS puramente exterior, que aquella de que somos culpables nosotros mismos; porque el destino puede variar, pero nuestro propio cardcter es inmutable. Por consiguiente, los bienes subjetivos, tales como un ca- racter generoso, un cerebro robusto, un humor alegre, un cuerpo bien organizado, y en perfecta salud, o, de una manera general; mens sana in corpore sano (2); esos son los bienes supremos y mas importantes para nuestra felicidad; asi, pues,debiéramos dedicarnos mas bien a su desarrollo y a su conservacién que a la posesién de los bienes exteriores y de la honra exte- rior. Pero lo que mas que nada contribuye directamente a nuestra felicidad, es un humor jovial, porque esta buena cualidad encuentra inmediatamente su recom- pensa_en si. misma. En efecto; el que es alegre; tene~ siempre motivo para serlo, por lo mismo que lo es. Nada puede reemplazar a todos los demas bienes tan completamente como esta cualidad, mientras que ella misma no puede reemplazarse por nada. Que un hom- (1) “Porque la Naturaleza es perenne, mas no las obras”, (2) Alma sana en cuerpo sano”. 52 at ‘Ba * pe Aah ARTE DFL BUEN VIVIR.—CAP. II bre sea joven, hermoso, rico y considerado, para poder juzgar de su felicidad: la cuestién seria saber si, ademas es alegre; en cambio, si es alegre, entonces poco im- porta que sea joven o viejo, bien formado o contra- hecho, pobre o rico: es feliz. Siendo joven, lei un dia en un libro viejo la frase siguiente. Quien rie mucho, es feliz, y quien llora mucho es desgraciado; nota muy _ vulgar, pero que yo, a causa de su verdad tan sencilla, no he podido olvidar, aunque sea el superlativo de un truism {1). Asi, pues, debemos abrir puertas y ventanas a ja alegria, siempre que se presente, porque nunca Nega a destiempo, en vez de vacilar en admitirla, como a menudo hacemos, queriendo primero darnos cuenta de si tenemos motivos para estar contentos por todos conceptos, o por miedo de que nos aparte de medita- clones serias o de graves preocupaciones; y, sin em- bargo, es muy incierto que éstas puedan mejorar nues- tra situacién, al paso que Ja alegria es un beneficio inmediato. Ella sola es, por decirlo asi, el dinero con- tante y sonante de la felicidad; todo lo demas no es mas que el billete de banco; porque solo ella nos da la felicidad en un presente inmediato; asf, pues, es el bien supremo para los seres cuya realidad tiene la for- ma de una actualidad indivisible entre dos tiempos in- finitos. Debiéramos, pues, aspirar, ante todo, a adquirir + conservar este bien. Es cierto que nada contribuye menos a la alegria que la riqueza, y nada contribuye! mds que la salud; en las clases inferiores, entre los tra-! sajadores, y particularmente entre los trabajadores de la’ ‘efra, se observan los rostros alegres y contentos; er as ricos y los grandes dominan las figuras melancédlicas.\ Por consiguiente, debiéramos dedicarnos, ante todo, a :onservar este estado perfecto de salud, cuya floracidén 1) Palabra inglesa muy expresiva; viene a ser como -erdad trivial, evidentisima, perogruliada. if 53 1. SCHOPENHAUER es la alegria. Para eso sabido es que deben evitarse to- dos los excesos y desenfrenos, toda emocién violenta o penosa, asi como toda satisfacci6n excesiva 0 muy pro- longada; hay que tener cada dia dos horas, por lo me- nos, de ejercicio rapido al aire libre, darse bafios fre- cuentes de agua fria y otras medidas dietéticas del mismo género. No hay salud si no se hace todos los dias suficiente movimiento; todas las funciones de la vida, para efectuarse adecuadamente, exigen el movi- miento de los érganos en los cuales se verifican y del cuerpo en conjunto. Por eso ha dicho Aristdteles, con tazén: La vida esté en el movimiento, La vida con- . siste en el movimiento, y en él tiene su esencia. En el interior de todo organismo reina un movimiento ince- sante y rapido; el corazén, en su doble movimiento, tan complicado, de sistole y de diastole, palpita impe- tuosa e infatigablemente; veintiocho pulsaciones le bas- tan para precipitar la masa entera de la sangre en el torrente de la circulacidn grande y pequena; el pulmén da a Ja bomba sin cesar como una maquina de vapor ; las entrafias se contraen continuamente en un movi- miento peristaltico (motus peristdlticus); todas las glan- dulas absorben y secrecionan sin interrupcién; el mis- mo cerebro tiene un doble movimiento para cada latido del corazén y para cada aspiracién del pulmén. Si, como ocurre en el género de vida completamente seden- tario de tantos individuos, el movimiento falta casi en absoluto, resulta una desproporcidén notable y perniciosa entre el reposo exterior y el interior tumulto. Porque este perpetuo movimiento en e] interior exige que sea ayudado en parte por el del exterior; este estado des- proporcionado es andlogo al en que nos encontramos cuando nos vemos forzados a no manifestar nada al exte- rior mientras una emocién cualquiera nos hace hervir in- teriormente. Hasta los arboles, para florecer, necesitan ser agitados por el viento. Esta es una regla absoluta que 54 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. II se puede enunciar de una manera més concisa en latin: Omnis motus, quo celerior, eo magis motus ()). Para darnos cuenta de cémo nuestra felicidad depen-_. de de una alegre disposicién de animo, y ésta del estado__ de salud, no tenemos mds que comparar la impresién que producen sobre nosotros las mismas circunstancias - exteriores 0 los mismos acontecimientos durante los _ dias de salud y de vigor, con la que se produce cuando . un estado de enfermedad nos dispone a estar torpes e_ inquietos. No es lo que son objetivamente y en realidad las cosas, sino lo que son para nosotros, en nuestra per- cepcidn, lo que nos hace felices o desgraciados. Esto lo expreso bien Epicteto: Commovent homines non res, sed de rebus opiniones (2). En general, las nueve déci- mas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud. Con ella, todo se convierte en manantial de placer; sin ella, por el contrario, no podriamos disfrutar de un bien exterior, de cualquier naturaleza que sea; hasta los demas bienes subjetivos, tales como las cualidades de la inteligencia, del corazén, de! cardcter, disminuyen y se echan a perder por el estado de enfermedad. Asi, pues, no sin razén, nos informamos mutuamente del estado de nuestra salud y nos deseamos reciprocamente el estar bien; porque eso es, en realidad, lo mds impor- tante que hay para la felicidad humana. Siguese, pues, de aqui que es la mas grave locura sacrificar fa salud a cualquier cosa: riqueza, carrera, estudios, gloria y, es- pecialmente, a la voluptuosidad y a los goces fugitivos ; ror e] contrario, todo debe cederle el puesto. Por grande que sea la influencia de la salud sobre esa alegria tan esencial a nuestra felicidad, sin embargo, zsta no depende unicamente de la primera, porque, con ana salud perfecta, se puede tener un temperamento (1) “Un movimiento, cuanto mds acelerado, tanto mds ®ovimiento es”. (2) “Conmueven a los hombres no las cosas, sino sus spreciaciones sobre las cosas” 55 th ~ ah ~ +s me SCHOPENHAUER melancélico y una disposicién predominante a la tris- teza. La causa reside, seguramente, en la constitucién primitiva y, por consiguiente, inmutable del organismo, y mas especialmente en la relacién mas o menos normal de la sensibilidad con fa irritabilidad y la reproducti- vidad. Una preponderancia anormal de Ja sensibilidad producita la desigualdad de humor, una alegria periddica exagerada y una melancolfa temporal excesiva. Como el genio esta determinado por un exceso de la fuerza nerviosa, es decir, de la sensibilidad, Aristételes ha ob- servado rectamente que todos los hombres ilustres y eminentes son melancolicos: “Todos los hombres que se han distinguido en la filosofia, en la politica, en la poesia, en Ja ciencia, han sido melancédlicos.” Este pasaje ha tenido, sin duda, a la vista Cicerén en aquella frase tan citada: Aristdteles ait, omnes ingenio- sos melancholicos esse (1). Shakespeare ha descrito muy graciosamente esta diversidad del temperamento ge- neral: Nature has fram‘d strange fellows in her time: Some that will evermore peep through their eyes, And Laugh, like parrots, at a bag-piper; And others of soch vinegar aspect, That they'll not show their teeth in way of simile, Though Nestor swear the jeest is laughble (2). Esta misma diversidad la designa Platén con los nom- bres de “De humor, diffcil” y “De humor, facil”. Puede referirse esta diversidad a la susceptibilidad, muy distin- (1) Aristételes dice que todos los hombres de talento han sido melancélicos. Tusculanae, I, 33. (2) La Naturaleza ha formado a veces extrafios indivi- duos: unos que eternamente estan guifiando los ojos y que rfen como los papagayos ante un tocador de flauta, y otros de tal aspecto avinagrado, que ensefardn sus dientes son- riendo, aunque Néstor jure que la chirigota es digna de risa, Merchater Of Venise, Escena I, 56 aye Reo mE a EER oer 7 mia = a ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. II ta en los diferentes individuos, para las impresiones agradables o desagradables, a consecuencia de la cual uno se rie de lo que a otro le desespera. La susceptibilidad para las impresiones agradables es tanto menor cuanto mayor es la susceptibilidad para las desagradables y viceversa. En iguales circunstancias de éxito o de fra- caso en una empresa, el “de humor, dificil” se enfadard por el fracaso y no se regocijara por el éxito; el “de hu- mor, facil”, por el contrario, no se disgustaré por el fracaso y se alegrard del éxito. Si el “de humor, di- ficil” tiene éxito en sus proyectos, de diez veces, nueve no_se alegrara de Jas nueve veces en aue ha tenido éxito, sino que se enfadard por la décima en que ha fracasado; en el caso inverso, el “de humor, facil” se consolarad y regocijard con este éxito Unico. Pero no es facil encontrar un mal sin compensacién alguna; asi ocurre que los “de humor, dificil”, es decir, los caracteres sombrios e inquietos, tendran que soportar mas desgracias y sufrimientos imagina- rios, pero, en cambio, menos desgracias y sufrimien- tos reales que los caracteres alegres y despreocupados, porque el que lo ve todo negro, el que siempre piensa en lo peor y, por consiguiente, toma sus determina- ciones, no tendra desengafios tan frecuentes como el que ve todas las cosas con los colores y las perspectivas tisuefias. Sin embargo, cuando una afeccién mérbida del sistema nervioso o del aparato digestivo viene a recru- decer una dificultad innata, entonces ésta puede llegar a ese alto grado en que el disgusto permanente produce el tedio de la vida, de donde resulta la inclinacién al suicidio. Este puede entonces provocarse por fas mds minimas contrariedades; en un grado superior del mal, no se recesita siquiera motivo; la sola permanencia del mal sasta para determinarlo. El suicidio se Ileva a cabo emionces con una reflexién tan fria y una resolucién 57 SCHOPENHAUER tan inflexible, que el enfermo, en esta etapa, puesto ya generalmente bajo cierta vigilancia, con el espiritu cons- tantemente fijo en esta idea, se aprovecha del pri ter momento en que se descuide la vigilancia para recurrir sin vacilacién, sin lucha y sin espanto a es. medio de alivio para él tan satural y tan oportuno en aquel mo- mento. Este estado lo ha descrito muy a Ja larga Esquirol en su tratado Des maladies mentales. Es cierto que el hom- bre mas sano, mds alegre, podra también, en ciertas circunstancias, determinarse al suicidio; eso sucederd cuando la intensidad de los sufrimientos o de una desgra- cia préxima e inevitable sea mas fuerte que los terrores de la muerte. No hay diferencia mds que en la fuerza mayor o menor del motivo determinante, la cual esta en relacién inversa con la dificultad, Cuanto mayor es ésta, mas insignificante podra ser el motivo, hasta Hegar a ser nulo; por el contrario, cuanto mayor sea la vivacidad, asi como la salud, que es su base, mas grave debe ser el motivo. Habrd, pues, grados innumerables entre los dos casos extremos de suicidio; entre el pro- vocado puramente por una recrudescencia enfermiza de la dificultad innata y el del hombre sano y alegre, origi- nado por causas meramente objetivas. La belleza es andloga a la salud, en parte. Esta cua- lidad subjetiva, aunque sdlo contribuya indirectamente a la felicidad por Ja impresiédn que produce sobre los demas, tiene, con todo, gran importancia, aun para el sexo masculino. La belleza es una carta abierta de frecomendacién, que nos gana los corazones de antema- no; a ella se aplican principalmente aquellos versos de Homero : No deben desdeftarse los dones gloriosos de los dio- ses, que sdlo ellos pueden dar y que nadie puede acep- tar o rehusar a capricho. 58 ~ a He ARTE DEL BUEN VIVIR.—C€CAP. II Una ojeada general nos hace descubrir dos enemigos de la felicidad humana: son el dolor y el tedio. Ade- mds podemos observar que, a medida que conseguimos alejarnos del uno, nos acercamos al otro, y reciproca- mente; de manera, que nuestra vida representa, en rea- lidad, una oscilacidn mas o menos fuerte entre ambos. Eso proviene del doble antagonismo en que cada uno de ellos se encuentra respecto del otro, exterior u ob- jetivo, e interior o subjetivo. En efecto, exteriormente la necesidad y la privacién engendran el dolor; en cambio, el bienestar y la abundancia hacen brotar el te- dio. Por eso vemos a la clase baja del pueblo en lucha incesante contra la necesidad, y, por consiguiente, con- tra el dolor; y a la clase rica y elevada, empefiada en una lucha permanente y a veces desesperada contra el tedio (1). El antagonismo interior o subjetivo se funda en que, en todo individuo, la facilidad para impresio- narse por uno de estos males est4 en relacidn inversa con la de impresionarse por el otro; porque esta sus- ceptibilidad esta determinada por la medida de las fuer- zas intelectuales. En efecto, un espiritu obtuso va siem- pre acompafiado de impresiones obtusas y de una falta de irritabilidad, lo que hace al individuo poco accesi- ble a los dolores y a Jos disgustos de toda especie y de todo grado; pero esta misma cualidad obtusa de la in- teligencia produce, por otra parte, ese vacio interior que se revela en tantos semblantes, y que se manifiesta ~or una atencién siempre despierta hacia todos los acon- :cimientos, alin los mas insignificantes del mundo ex- 2rlor; ese vacio es la verdadera causa del tedio, y el ue lo sufre aspira, con avidez, excitaciones exteriores, - fin de llegar a poner en movimiento su espiritu y su yrazon por cualquier medio. Asi que no es dificil la (1) La vida ndémada, que denota la fnfima etapa de la -" lizacién, se encuentra también en la superior, en la vida ce tourista generalmente propagada. La primera nace de la -ecesidad: fa segunda, del tedio. * 59 SCHOPENHAUER elecciédn de medios: bien se nota en la lamentable mez- quindad de las distracciones a que se entregan los hom- bres, en el género de sociedades y conversaciones que buscan, no menos que en el gran numero de imbéciles y babayos (1) que por el mundo andan. Ese vacio inte- rior es lo que principalmente les induce a la persecu- cidn de toda especie de reuniones, de diversiones, de placeres y de lujo: persecucidn que a tantas personas conduce a la disipacion y. finalmente, a la miseria. Na- da pone mds en guardia contra estos extravios que la riqueza interior, la riqueza del espiritu; porque cuanto mds se aproxima éste a la supertoridad, menos lugar deja al tedio. La actividad incesante de los pensamientos, su ejercicio siempre tenovado en presencia de las ma- nifestaciones diversas del mundo interior y exterior, la fuerza y la capacidad de las combinaciones siempre variadas, ponen a un cerebro eminente fuera del al- cance del tedio, salvo en los momentos de fatiga. Mas, por otra parte, una inteligencia superior tiene por con- dicidn inmediata una sensibilidad mas viva, y por cau- sa una impetuosidad mayor de Ja voluntad y, en con- secucncia, de la pasién; de la unidén de estas dos condi- ciones resulta una intensidad mds considerable de to- das las emociones y una sensibilidad exagerada para los dolores morales y hasta para los dolores fisicos, como también una impaciencia mayor enfrente de todo obstdculo y hasta de un simple trastorno. Lo que con- tribuye aun mas poderosamente a todos estos efectos es la vivacidad producida por la fuerza de la imagina- ci6n. Lo que acabamos de decir se aplica, guardada toda proporcién, a todos los grados intermedios que llenan el vasto intervalo comprendido entre el imbécil mas obtuso y el mayor genio. Por consiguiente, tanto obje- tiva como subjetivamente, todo ser se aproxima tanto (1) Thiirsteher und Fensterkucker; literalmente, porteros y ventaneros. 60 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. II mas a uno de los manantiales de las desgracias huma- nas cuanto mds se aleja de! otro. Su inclinaciédn natu- ral le Ilevard, pues, en este respecto a compaginar lo mejor posible lo objetivo con lo subjetivo, es decir, a precaverse lo mejor que puede contra Ja causa de su- frimientos que mds facilmente le afecta. El hombre inte- ligente aspirard, ante todo, a evitar cualquier dolor,~ cualquier molestia y a encontrar el reposo y el ocio; buscard, pues, una vida tranquila, modesta, defendida de los importunos; después de haber mantenido durante algun tiempo relaciones con lo que se Ilama los hom- bres, preferira una existencia retirada, y, si es un es- piritu muy superior, escogera la soledad. Porque cuanto mds posee en sf mismo, un hombre, menos necesidad ticnen del mundo exterior y menos Utiles le pueden ser los demas, Asi, pues, la superioridad de la inteli- - gencia conduce a la insociabtlidad. ; Ah! Cuando la calidad de la sociedad pueda sustituir a la cantidad, en- tonces merecera la pena vivir aunque sea en el gran mundo; pero cien necios puestos en montén no pro- ducen un hombre de talento. El individuo colocado en el extremo opuesto, desde el momento en que la nece- sidad le da tiempo para tomar aliento, buscard a toda costa pasatiempos y sociedad; se acomodara a todo, sin huir de nada més que de si mismo. En la soledad, donde cada uno se ve reducido a sus propios recursos, se re- vela lo que posee por si mismo; alli el imbécil cubierto de purpura, suspira aplastado por el fardo eterno de su miserable individualidad, mientras que el hombre de altas dotes puebla y anima con sus pensamientos la re- gidn mas desierta. Por eso dijo Séneca con razén: Om- nis Stultitia laborat fastidio sui (1); asi también la sen- tencia de Jestis de Sirach: “La vida del necio es peor que la muerte.” Por consiguiente, vemos, en resumen, que todo individuo es tanto mds sociable cuanto més po- (1) Toda necedad sufre el fastidio de si misma. 61 SCHOPENHAUER bre de espiritu, y, en general, cuanto mas vulgar es. Porque en el mundo apenas hay término medio entre el aislamiento y la sociedad. Se supone que los negros «* son los mas sociables de todos los hombres; como son NY iO Vv & . también, sin duda alguna, los mas atrasados intelectual- mente; informes enviados de la América del Norte y publicados por periddicos franceses (i), cuentan que los negros, sin distincidn de libres o esclavos, se revinen en gran numero en el local mds reducido, porque no se icamsan de ver reflejadas sus caras negras y abultadas. Del mismo modo que el cerebro parece ser el pa- rdsito o inquilino del organismo entero, asi también los ocios adquiridos por cada uno, dandole el libre goce de su conciencia y de su individualidad, son por este motivo el fruto y el rédito de toda su existencia, que, para los demas, no es mas que trabajo y dolor. Pero ahora veamos lo que dan por resultado los ocios de la mayoria de los hombres. Tedio e idiotizacién, siem- pre que no se encuentran goces sensuales o tonterias para llenar estos ocios. Lo que demuestra que esos ocios no tienen valor alguno, es la manera de ocuparlos: son el ozio lunge d@homini ignoranti (2) del Ariosto. El hom- bre vulgar sdlo se preocupa de pasar el tiempo; el hom- bre de talento de a@provecharlo, La razén de que los espiritus limitados estén tan expuestos al tedio, es que su inteligencia no es absolutamente otra cosa que el intermediario de los motivos para su voluntad. Si en un momento dado no hay motivos que tener en cuenta, entonces la voluntad reposa y la inteligencia huelga, porque la primera, lo mismo que el otro, no puede en- trar en actividad por su propio impulso; el resultado es un terrible estancamiento de todas las fuerzas en el individuo entero: el tedio. Para combatirlo, se insindan socarronamente a la voluntad motivos insignificantes, provisionales, escogidos indiferentemente, a fin de es- (1) Le Commerce, 19 de octubre de 1837. (2) Ocio dilatado de los hombres ignorantes 62 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. fi timularia y de poner con eso igualmente en actividad a la inteligencia que debe percibirlos: esos motivos son, pues, con relacion a Jos motivos reales y naturales lo que el papel-moneda es con respecto al dinero, puesto que su valor es puramente convencional. Tales motivos son los juegos de naipes u otros, inventados precisamen- te con el fin que acabamos de indicar. A falta de éstos, el hombre vulgar se pondra a tamborilear en los cris- tales o a juguetear con todo lo que caiga en sus manos. El cigarro es también un sustituto voluntario del pen- samiento. Por eso en todos los pafses ios juegos de naipes han legado a ser la ocupacion principal en toda sociedad; esto es, la medida del valor de esas reunio- nes y ja bancarrota declarada de todo pensamiento. No_ teniendo ideas que cambiar, se cambian cartas y se tra- ta de sustraerse mutuamente algunos florines. ;Oh lastimosa especie! Para no ser injusto, no quiero omi- ‘tir el argumento que se puede invocar para justificar el juego de naipes; puede decirse que es una preparacion a la vida del mundo y de los negocios, en cuanto que se aprende a aprovecharse con prudencia de las cir- cunstancias invariables establecidas por el azar (las car- tas) para sacar de ellas todo el partido posible; con este fin, se habitda uno a conservar el buen porte po- niendo buena cara al mal juego. Pero por eso mismo los juegos de cartas ejercen una influencia desmorali- zadora. En efecto, el espiritu del juego es sustraer a otro lo que posee por cualquier rodeo cualquier ardid. Mas la costumbre de proceder asi, contrafda en el jue- go, se afraiga, predomina en la vida practica y se llega insensiblemente a proceder de la misma manera cuan- do se trata de Jo tuyo y de lo mio, y a considerar como permitida toda ventaja que actualmente se tiene entre manos, desde el momento en que se puede hacer eso le- galmente. En la vida vulgar se dan pruebas de esto to- dos los dias. Puesto que los ocios son como hemos di- cho, la flor, o mas bien, el fruto de la existencia de cada 63 { SCHOPENHAUER cual, ya que sdélo ellos le ponen en posesidn de su yo propio, debemos juzgar felices, a los que, al ganarse, ganan algo que tenga valor; siendo asi que la mayoria de los hombres no encuentran en los ocios mas que un pretexto para no tener nada que hacer, aburriéndose mortalmente y siendo una carga para si mismos. Feli- citémonos, pues, mis queridos hermanos, de ser hijos, no de esclavas, sino de madres libres (1). Ademdas, del mismo modo que el pajfs mds feliz es aquel que tiene menos necesidad de importacién o no tiene necesidad ninguna, asi también es feliz el hombre a quien basta su riqueza interior y que exige pata su diversi6n muy poco 0 nada al mundo exterior, suptésto que esa importacién es cara, esclavizadora’ y peligrosa, expone a desengafios y, en definitiva, nunca es mas que un mal suceddneo para las producciones de si propio. Porque no debemos esperar gran cosa de otro y del ex- terior en general. Lo que un individuo puede ser para otro es cosa muy estrictamente limitada; cada cual aca- ba por quedar solo y quien esta solo es entonces la gran cuesti6n. Goethe (2) ha dicho a este propdsito, hablando de una manera general, que en todas las cosas cada cual en definitiva esta reducido a si mismo, o como dice Oliveiro Goldsmith : Still to ourselves in ev’ry place consign’d, Our own felicity we make or find (3): Cada cual debe ser y proporcionarse lo mejor y mas importante. Cuanto mas sea asf mds encontrara en si mismo el individuo las causas de sus placeres y mas feliz serdé. Con gran razon dijo, pues. Aristdteles (4): (1) Epistola ad Galathas, IV, 31. (2) Dichtung und Wahrheit, ML, 474. (3) Reducidos en cualquier lugar a nosotros mismos, nos- otros creamos o encontramos nuestra felicidad. The Tra- veller, 431 y siguientes. (4) Ethica Eudemo., VII, 2. 64

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