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ASOCIACIÓN DE ABOGADOS LABORALISTAS DE ROSARIO

LEY 27.348. COMISIONES MÉDICAS. RAZONES POR LAS QUE LA


PROVINCIA DE SANTA FE NO DEBE ADHERIR AL TITULO I DE LA MISMA.

La ley 27.348, sancionada en Febrero de 2017, ratifica y agrava el sistema


implantado en nuestro país a partir de la Ley de Riesgos del Trabajo 24.557 de 1995.

Las exposiciones de motivos del Decreto de Necesidad y Urgencia 54/2007 –a


través del cual el Ejecutivo pretendió imponer esta reforma- y los del posterior proyecto
convertido en ley por el Congreso se fundan casi exclusivamente en el aumento de la
litigiosidad y exteriorizan un único objetivo: reducir el volumen de las reparaciones de
los daños y perjuicios provocados por los accidentes y enfermedades del trabajo.

Lo que los autores de la “Ley Complementaria” denominan litigiosidad tiene


como principales causas la alta siniestralidad y el desconocimiento de gran parte de las
enfermedades laborales por parte de las ART y las Comisiones Médicas en virtud del
subregistro de las mismas en el listado de enfermedades profesionales.

Mientras a nivel internacional la proporción de las enfermedades profesionales


alcanza al 36 % de los infortunios (el 64 % corresponde a los accidentes de trabajo), en
nuestro país el porcentaje baja a un insólito 2,85 %. Ello hace suponer que en la
Argentina habrían desaparecido prácticamente las enfermedades del trabajo, lo que
constituye una fantasía.

La ley 27.348 tiende a restaurar los pilares fundamentales de la Ley de Riesgos del
Trabajo que el trabajo de los abogados laboralistas y la doctrina de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación demolieron en la última década: la desjudicialización y la limitación
del derecho de los trabajadores a una justa reparación.

I. EL INEXISTENTE CARÁCTER FEDERAL DE LA MATERIA


La exposición de motivos del DNU 54/2017 y de la ley 27.348 han sostenido que
“la norma no cumplía debidamente la premisa de que la federalización estuviera fundada
en necesidades y fines federales legítimos impuestos por circunstancias de notoria
seriedad” (Considerando 7 del DNU 54/2017).

¿Cuáles serían las “necesidades reales y fines federales legítimos” que justificarían
la “federalización” de la materia de los accidentes y enfermedades laborales?

¿Cuáles serían las “circunstancias de notoria seriedad”?

Nada dice al respecto el legislador de la llamada Ley Complementaria 27.348. .

Y es que no existen tales razones legítimas. Desde hace más de un siglo, durante
la vigencia de la primera ley de accidentes de trabajo, la doctrina de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha establecido que “las responsabilidades por accidentes de trabajo a
que se refiere la ley 9688 y que nacen de hechos ocurridos en la ejecución o cumplimiento
de contratos entre patrones y obreros y empleados son de carácter común”.

Los artículos 75 inc. 12 y 116 de la Constitución Nacional son el fundamento de


este concepto.

La Ley de Riesgos del Trabajo 24.557 regula relaciones entre particulares y de su


texto no aparece manifiesta la existencia de una específica finalidad federal.

La aparición de las ART como nuevo sujeto no hace más que consolidar este
aserto; porque son “entidades de derecho privado” (ley 24.557, Art. 26 1).

No hay ninguna razón que justifique el apartamiento de esta verdad jurídica


indiscutible: el carácter común de las disposiciones en materia de accidentes y
enfermedades laborales. .

No se puede hacer retroceder la historia a 1915. Si las relaciones entre trabajadores


y empleadores, y entre trabajadores y ART son de derecho privado, las controversias
suscitadas entre los mismos deben ser tramitadas y resueltas por las justicias provinciales
y no por la justicia federal. Mucho menos por órganos como las comisiones médicas, a
las que se les asigna carácter jurisdiccional.
II. INCONSTITUCIONALIDAD DE LAS COMISIONES MÉDICAS
JURISDICCIONALES:

II A) Inconstitucionalidad por desconocimiento del Convenio 155 y 187 de


la OIT, norma supralegal que integran el bloque de constitucionalidad
(Art. 75 inc. 22 CN).

El Art. 1° de la ley 27.348 establece:

“Dispónese que la actuación de las comisiones médicas jurisdiccionales creadas por


el artículo 51 de la ley 24241 y sus modificatorias, constituirá la instancia administrativa
previa, de carácter obligatorio y excluyente de toda otra intervención, para que el
trabajador afectado, contando con el debido patrocinio letrado, solicite la determinación
del carácter profesional de su enfermedad o contingencia, la determinación de su
incapacidad y las correspondientes prestaciones dinerarias previstas en la ley de riesgos del
trabajo” . (Las negritas son nuestras).

Hemos podido observar -a través de nuestra práctica profesional- que las


Comisiones Médicas rechazan gran parte de las denuncias calificando como “enfermedad
inculpable” a la afección causada por el infortunio del trabajo, por el hecho de no
figurar en la lista de enfermedades profesionales. De esta forma, estos organismos
interpretan y aplican al caso concreto las disposiciones relativas a la calificación de la
naturaleza laboral del accidente o profesional de la enfermedad, que son facultades
eminentemente jurisdiccionales.
La Argentina optó por un sistema que excluye toda enfermedad que no estuviera
enlistada en el decreto del Poder Ejecutivo nro. 658/96, a partir de la ley 24.557, opción
que se enmarca en las políticas neoliberales, de restricción de los derechos laborales.
Otro dato importante es que lo cerrado del listado se circunscribe a la
enfermedad, no a las actividades laborales que la causan ni al agente, ya que existe la
confusión de que deben coincidir las tres condiciones, postura errónea de las ARTs, que
claramente no surge del texto legal, y que las Comisiones Medicas aplican a raja tabla.
Nos explicamos, las Comisiones Medicas resuelven en base a esta triple columna, por
insistencia de las ARTs, con lo cual ninguna enfermedad profesional que no encuadre
en este cuadro triple es aceptada, cuando lo que dice la ley es que el listado cerrado se
circunscribe a la enfermedad (art. 6 LRT). Obligar a l@s trabajador@s a transitar este
organismo para luego obtener una negativa es una pérdida de tiempo, además de las
molestias que genera, que no son pocas.
A la interpretación antojadiza que hacen estos organismos, se le suma una
circunstancia de gravedad institucional inusitada. El propio Poder Ejecutivo Nacional
(el Ministerio de Trabajo, ahora degradado a Secretaria) no imparte órdenes a la
Superintendencia de Riesgos de Trabajo, el órgano descentralizado que conduce las
Comisiones Medicas Jurisdiccionales, para que aplique la ley 26.693, que en su
artículo 1º dice:

“ARTICULO 1º — Apruébase el Convenio 155 de la Organización


Internacional del Trabajo, relativo a la seguridad y salud de los
trabajadores, adoptado el 22 de junio de 1981 y el Protocolo de 2002
relativo al convenio sobre seguridad y salud de los trabajadores,
adoptado el 20 de junio de 2002, en Ginebra, Confederación Suiza,
cuyas copias autenticadas forman parte de la presente ley.”

Hete aquí que las copias autenticadas son ley argentina, de carácter
supralegal (art. 75 inc. 22 de la CN) y el convenio 155 de la OIT y el Protocolo
Adicional del año 2002 modifican la ley de riesgos de trabajo, porque en el
artículo 1 inciso b) del Protocolo dice que "el término enfermedad
profesional designa toda enfermedad contraída por la exposición a factores
de riesgo que resulte de la actividad laboral". (La negrita de "toda enfermedad"
es nuestra, la negrita y cursiva de "enfermedad profesional" se encuentra en el
original del Protocolo).

A lo expuesto debemos agregar la definición de "lugar de trabajo"  y de


"salud" que están en el artículo 3 del Convenio:

“Artículo 3

A los efectos del presente Convenio:

c) la expresión lugar de trabajo abarca todos los sitios donde los


trabajadores deben permanecer o adonde tienen que acudir por razón de su
trabajo, y que se hallan bajo el control directo o indirecto del empleador;

e) el término salud , en relación con el trabajo, abarca no solamente la


ausencia de afecciones o de enfermedad, sino también los elementos físicos y
mentales que afectan a la salud y están directamente relacionados con la
seguridad e higiene en el trabajo.”

No sólo es inconstitucional el art. 6 ap. 2 de la ley de riesgos y los


decretos que regulan las enfermedades profesionales por ser un listado
cerrado, sino que tiene una Norma Supra Legal -26.693- que ha derogado esta
parte del sistema de la ley 24.557, pero nada de esto ha repercutido en el PEN,
que se obstina en validar un organismo –las Comisiones Medicas, SRT- que no
aplica normas internacionales de derechos humanos como son los Convenios
de la OIT.

II B) Inconstitucionalidad por delegación de facultades que son propias


del Poder Judicial.
Las “delegaciones” de facultades que hace la LRT –ahora ratificado por la ley
27.348- a las Comisiones Medicas, son funciones propias del Poder Judicial y por ello
vulneran el principio del juez natural, el de supremacía constitucional (art. 31 C.N.), el
art. 5, al desconocer el Poder Jurisdiccional de las Provincias, y en definitiva la forma
republicana de Gobierno (art.75 inc. 12: facultades indelegables del Congreso; art. 75 inc.
22: pactos y tratados internacionales, con jerarquía constitucional).
Esta delegación esconde que ni la Comisión Médica Jurisdiccional, ni la Comisión
Médica Central, ni obviamente la Cámara Federal de la Seguridad Social, se ocupan en la
práctica de investigar la real tarea del reclamante-trabajador, las condiciones en que se
hicieron las mismas y la relación causal entre la patología denunciada y la tarea desarrollada
y el ambiente de trabajo, dictaminando en abstracto, sin siquiera ir al lugar de trabajo, sin
producirse prueba, sin requerirse la documentación necesaria y que obligadamente debe
tener en materia de higiene y seguridad, en cada caso la empresa y la ART.
¿Cómo puede ser que se dictamine (la Comisión Médica Jurisdiccional y la Comisión
Médica Central) sin siquiera ver el lugar de trabajo, las condiciones reales de cómo se
efectuaron las tareas, el ambiente de trabajo, sin examinar la documentación de Higiene y
Seguridad, para el caso concreto?, Obviamente que no revisa nada, con lo cual en la práctica
se trata de una evidente denegación de justicia para el trabajador.
El proceso instaurado por la nueva ley reafirma el fiasco para el trabajador que
originariamente impuso la ley 24.557, quien estando incapacitado, todavía tiene que sufrir
afrentas de todo tipo que le cercenan su derecho a ser debidamente reparado, en realidad
una verdadera vergüenza.
Afirmamos que la LRT y la ley 27.348 le dan un total y absoluto manejo al Poder
Ejecutivo Nacional para incluir o no enfermedades profesionales, modificar la lista, ampliar o
limitar su contenido, es decir que la LRT viola la división de poderes en ese sentido y es una
clara denegación de justicia y no ofrece garantía alguna.
En conclusión el sistema del listado del art. 6 ap. 2 de la ley 24.557 y el decreto
1278/00 –que son el marco normativo con el cual funcionan las Comisiones Medicas-, que
irrazonablemente prevé un único tipo de apelación ante la Comisión Médica Central por la
exclusiva circunstancia de tratarse de “enfermedades no incluidas en el listado” (otra más,
irrazonabilidad y discriminación de este conglomerado normativo), son a todas luces
caprichosos, carentes de fundamento científico y racional, y en la práctica están ligados a la
desprotección de los trabajadores que se accidentan y enferman, una verdadera burla al
derecho laboral en general.
Uno de los puntos trascendentes del fallo de la Corte en el caso Castillo es que
declara que las Comisiones Médicas son organismos federales, pero que las normas que
regulan la materia de los accidentes y enfermedades del trabajo son de derecho común.
Por lo tanto, las Comisiones Médicas son incompetentes para entender en cuestiones de
derecho común; y ante la inexistencia de materia federal, se justifica la atribución de
competencia a la justicia provincial para conocer en las controversias entre trabajadores
y las ART.
Los fundamentos de los fallos de la CSJN recaídos en los casos Castillo y Venialgo
constituyen una doctrina sólida y armónica, que puede y debe ser aplicada al conjunto de
disposiciones de la ley, sus reglamentaciones y decretos complementarios que implican
la federalización de los organismos administrativos y sus procedimientos, y
conjuntamente con ello el impedimento de recurrir al juez natural, que es el fuero
laboral correspondiente a cada provincia. La atribución de competencia a organismos
administrativos federales: Comisiones Médicas y Comisión Médica Central, no se hallan
razonablemente justificadas y los procedimientos regulados son incompatibles con la
garantía del debido proceso.
La atribución de facultades jurisdiccionales a las Comisiones Médicas y Comisión
Médica Central pretende cerrar administrativamente cualquier conflicto existente entre
el trabajador y la ART, previendo en última instancia un recurso ante la Cámara Federal
de la Seguridad Social (art. 46 inc. 1 LRT).
La Corte Suprema ha establecido en el caso Ángel Estrada que si bien el Estado
nacional puede atribuir en ciertos casos facultades jurisdiccionales a organismos
administrativos, habida cuenta de que ello implica restringir facultades propias del poder
judicial, es requisito indispensable que el objetivo económico y político tenido en cuenta
por el legislador para crearlos haya sido razonable.
Por otra parte —conforme al mismo fallo de la CSJN— debe garantizarse en estos
casos un control judicial amplio y suficiente, que se revela ausente en la atribución de
facultades jurisdiccionales a las Comisiones Médicas y Comisión Médica Central.
Se ha dicho en concordancia con el fallo recaído en Castillo que

No cabe admitir la federalización de la ley 24.557 so pretexto de


un conjuro de situaciones excepcionales, que el logro de un mayor
grado de uniformidad en la interpretación y aplicación judicial de la
ley citada, al detraer este cometido de las justicias provinciales, no
descartaría el reproche de inconstitucionalidad, toda vez que, de
seguirse el criterio cuestionado, no habría materia alguna de las
contenidas en el art. 75 inc 12 C.N., ajena al aludido propósito, con lo
cual el precepto podría quedar vacío de todo contenido y desbaratado
el sistema federal, y que no se advierte ningún motivo para sospechar
que la protección de los intereses que la LRT pone en juego dejaría de
ser eficaz a través de la interpretación y aplicación de sus normas por
la justicia que las provincias organizaran dentro del molde
constitucional.1

En los autos “Abbondio, Eliana Isabel c/Provincia ART”, la Sala VI de la Cámara


Nacional de Apelaciones del Trabajo declara la inconstitucionalidad de las Comisiones
Médicas, en base a los siguientes argumentos:

• El sistema de la LRT se halla viciado de inconstitucionalidad, porque confiere


naturaleza federal a una materia propia del derecho común como es la relativa a los
accidentes de trabajo.
• Las normas que asignan a las Comisiones Médicas, organismos administrativos
federales, competencia en materia laboral, que por mandato constitucional corresponde
a la justicia ordinaria (art. 75 inc. 12), deben ser declaradas inconstitucionales.

1
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, Sala V, “González Protacio c/ Berkley International ART S.A. s/
Accidente - Acción Civil, SD 70.573, 31/03/08.
• La inexistencia de materia federal no puede quedar saneada por la creación de
una competencia defectuosa, porque ello significaría alterar la distribución
constitucional de competencias.

Conforme al art. 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que


forma parte del bloque de constitucionalidad como pacto internacional de
jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 CN), toda persona tiene derecho, en
condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones. El derecho a ser oído con justicia sólo puede ser garantizado por el
poder jurisdiccional.
La garantía del debido proceso supone que las partes deben concurrir en
una situación de cierto equilibrio. Aún cuando los trabajadores cuenten con
patrocinio letrado, la controversia se ventila ante un organismo médico-
administrativo, integrado por médicos.
La garantía constitucional del debido proceso implica la idoneidad
técnico-jurídica de los jueces o tribunales, condición que no reúnen los
integrantes de las comisiones médicas previstas en el sistema de Ley de Riesgos
del Trabajo, puesto que están integrados exclusivamente por médicos. No los
integran especialistas en seguridad en el trabajo, ni abogados. Ello conspira
contra la idoneidad de la denominada Comisión Médica Jurisdiccional para
investigar los accidentes y enfermedades del trabajo, las condiciones y medio
ambiente, y la relación entre éstos y las enfermedades.
Si a ello agregamos el hecho de que los médicos que integran las
Comisiones no son funcionarios públicos, careciendo por lo tanto de estabilidad
y que los gastos son financiados parcialmente por las ART, podemos sostener que
estos organismos son inconstitucionales, ya que no ofrecen garantías de la
debida imparcialidad que debe tener todo organismo jurisdiccional.
Es importante destacar además lo que resulta de la evidencia de los
hechos: ningún trabajador cree estar asistiendo a un proceso dirigido por un
órgano administrativo de carácter jurisdiccional, sino que supone que se trata de
una simple “junta médica”.
Si la comisión fuera sólo una junta médica, no sería un obstáculo sino una
prueba que podría ser utilizada en el juicio. Se pretende que sean tribunales
administrativos y el único fin perseguido es la protección de los intereses de las
ART y los empleadores. De esta forma se soslayan los objetivos perseguidos por la
propia ley de riesgos del trabajo, su decreto reglamentario, la ley 19.587 y el deber
de seguridad del art. 75 LCT, hoy recuperado en todo su alcance por la reciente
reforma; y se contradicen los pactos internacionales y los Convenios 155 y 187 de la
OIT.

Entendemos que si los arts. 21, 22 y 46.1 de la LRT son inconstitucionales, el


procedimiento realizado ante dichas comisiones sería nulo, y por lo tanto
ineficaz la “cosa juzgada administrativa”. Ni el DNU 54/2017 ni el proyecto
aprobado por la Cámara de Senadores que denominan “jurisdiccionales” a estas
comisiones médicas incorporan nuevos argumentos tendientes a demostrar la
necesidad de estos organismos.
La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo Sala X admite el acceso directo a
la jurisdicción laboral del trabajador, sosteniendo la inconstitucionalidad de las
facultades conferidas por la Resolución SRT 298/17 A las Comisiones Médicas, por cuanto
otorga a sus integrantes típicas funciones desempeñadas por los jueces, como recibir las
pruebas testimoniales, técnicas, desestimar las pruebas que consideren inoficiosas,
determinar la existencia o inexistencia de la relación de causalidad entre el accidente o
enfermedad y la actividad desarrollada por el trabajador, y recibir alegatos sobre las
pruebas producidas. Los médicos sólo están capacitados y tienen títulos para determinar
enfermedades y grados de incapacidad,.
Se declara la inconstitucionalidad de las normas reglamentarias contenidas en la
Resolución 298/2017, al determinar un procedimiento mediante el cuál se les otorga a los
médicos que integran dichas Comisiones facultades que los habilita a pronunciarse sobre
temas ajenaos a su saber profesionales, dotándolo de atribuciones que competen a los
jueces según las leyes adjetivas, tal como la ley orgánica 18.345. 2

III.- SUSTITUCIÓN DEL 4° PÁRRAFO DEL ART. 4° DE LA LEY 26.773


El Art. 15 de la ley 27.348 sustituye dicho párrafo por el siguiente:
“Las acciones judiciales con fundamento en otros sistemas de responsabilidad
sólo podrán iniciarse una vez recibida la notificación fehaciente prevista en este
artículo y agotada la vía administrativa mediante la resolución de la respectiva

2
CNAT Sala X, “Corvalán Héctor Eduardo c/ Swiss Medical ART S.A. s/ Accidente Ley Especial”,
30/08/2017.
comisión médica jurisdiccional o cuando se hubiere vencido el plazo legalmente
establecido para su dictado” .
Esta disposición es cuestionable por las siguientes razones:
La modificación implica un grave e injustificado impedimento para el
ejercicio del derecho del trabajador a optar por la acción judicial basada en “otros
sistemas de responsabilidad”. Se le imponen dos condiciones previas para ello: a) Ser
notificado fehacientemente del monto indemnizatorio a percibir conforme a las
pautas de la ley 24.557. b) Transitar por el camino de la comisión médica
jurisdiccional, esperar su resolución o el transcurso del plazo legalmente establecido
para emitir la misma.
El trabajador ha decidido optar por la vía “no sistémica” y no obstante ello se
lo obliga a esperar el resultado del trámite ante la comisión médica. Es evidente que
esta modificación del Art. 4° de la ley 26.773 tiene como única finalidad impedir,
desalentar o dilatar el ejercicio de un derecho: el de acceder a la Justicia para obtener
una reparación integral del daño causado por el accidente o enfermedad. No existe
necesidad ni motivo razonable alguno que justifique este obstáculo creado por la “Ley
Complementaria”, por lo que entendemos que la finalidad perseguida es de carácter
arbitrario e ilícito.
Ninguna norma jurídica puede transformarse en una sucesión de vallas,
trampas u obstáculos que tiendan a impedir, trabar, retardar o desalentar el ejercicio
de los derechos. Si estos impedimentos perjudican a una determinada clase de
personas: las que trabajan y han sufrido un accidente o enfermedad laboral, la norma
es discriminatoria y por ende un acto ilícito de acuerdo a la ley 23.592 y a los pactos
internacionales con jerarquía constitucional.
Es innecesario el tránsito por el procedimiento administrativo, porque las
comisiones médicas tienen una función exclusivamente sistémica y sólo pueden
pronunciarse sobre cuestiones incluidas expresamente en la Ley de Riesgos del
Trabajo, y no sobre la viabilidad de una acción fundada en el derecho común o en la
violación del deber de seguridad del Art. 75 de la LCT.
Es además inconstitucional, porque refiere a la “obligatoriedad de las
comisiones médicas jurisdiccionales”, aspecto procedimental que se encuentra
regulado por el Título I de la ley 27.348, cuya vigencia está condicionada a la adhesión
expresa de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según el Art. 4° de
la misma ley. El Art. 15 contradice los propios términos de la ley 27.348.
IV.-APLICACIÓN EXCLUSIVA A LOS TRABAJADORES REGISTRADOS.
La ley 27.348 viola la Constitucional Nacional y los tratados internacionales a los
que adhirió la Argentina en materia de Derechos Humanos porque pone en una mejor
situación a un trabajador clandestino que otro registrado; atento al carácter “obligatorio
y excluyente” del procedimiento ante las Comisiones Médicas Jurisdiccionales a las que
deben someterse los trabajadores que sufran accidentes laborales antes de iniciar sus
demandas.
En tal sentido compartimos los fundamentos de la sentencia dictada por el Juez
Nacional de Trabajo Dr. Alejandro Segura el 21 de Febrero de 2017, quien señala que el
DNU 54/2017 ha creado una doble estándar en términos de derechos para los
trabajadores que estén registrados y los que no lo están. Siendo el fallo anterior a la
promulgación de la ley 27.348, el magistrado aclara que lo sustancial de lo que ha
resuelto no se modificará en un ápice para cuando ésta esté promulgada y publicada (art.
5º, CCyCN): “Diré que tanto el art. 1º del DNU como el 1º de la ley son irremediablemente
inconvencionales e inconstitucionales, sin que la formalidad etiológica de uno u otro
alteren el sentido de mi parecer”3

V.- CAMBIO DE LOS EFECTOS DE LOS RECURSOS:


La ley 27.348 desconoce el principio de progresividad, al cambiar los efectos de
los recursos jurisdiccionales -ahora suspensivos- con lo cual se coloca al justiciable en
una situación extrema de decidir, entre cobrar lo que dé la C.M, o apelar, sin percibir
nada a cuenta, como lo establecía el régimen vigente hasta hoy.
La Resolución de la SRT 298/17 ha derogado el decreto reglamentario 170/96, que
entre otras cosas, había consagrado en su art. 28 el efecto “devolutivo” de los recursos
deducidos contra las decisiones de las Comisiones Médicas. En la práctica esto implica
que los trabajadores accidentados que antes podían percibir una parte del daño (por
ejemplo la incapacidad fijada por la Comisión Medica era de 10%, pero la real ascendía a
20%) ahora si interponen el recurso de apelación ante la Justicia, suspende el dictamen,
con lo cual no existe el título ejecutivo para cobrar directamente de su deudor –la ART-

CONCLUSIONES:

3
Juzgado Nacional de Primera Instancia del Trabajo N° 41. Dr. Alejandro Segura. Expte. N° 4520/2017.
Alcaraz, Florencia Soledad c/ Federación Patronal Seguros s/ Accidente. Ley Especial. 21/02/2017.
Cesión de facultades indelegables. Violación del federalismo :

Luego de la establecer la obligatoriedad de la intervención de las Comisiones


Médicas Jurisdiccionales, a las que nos hemos referido precedentemente, el Art. 4° de la
ley 27.348 “invita” a las provincias a adherir a dicho título, agregando:

“La adhesión precedentemente referida, importará la delegación expresa a la


jurisdicción administrativa nacional de la totalidad de las competencias necesarias para
dar cumplimiento a lo establecido en los artículos 1, 2 y 3 del presente y en el apartado 1 del
Art. 46 de la ley 24.557 y sus modificatorias, así como la debida adecuación, por parte de
los Estados provinciales adherentes, de la normativa local que resulte necesaria”.

En síntesis, las provincias deberían someterse a la “jurisdicción administrativa


nacional” creada por la ley, y “adecuar” sus normas procesales en todo lo que resulte
necesario para garantizar este sometimiento a organismos administrativos del Estado
nacional.

Estas disposiciones son claramente inconstitucionales. El Art. 121 de la CN dice


que las provincias “conservan todo el poder no delegado por esta Constitución”.

Es por ello que consideramos que las provincias que han adherido a este
procedimiento han quebrado el pacto federal, puesto que han cedido facultades
indelegables al gobierno central.

Las provincias sólo podrían delegar sus facultades reservadas a través de una
Convención Reformadora Constituyente que modifique la Constitución Nacional (Art. 121
CN).

Inexistencia de normas que garanticen la prevención eficaz:


El objetivo principal de la Ley de Riesgos del Trabajo, establecido en su Art. 1°: la
prevención de la siniestralidad, no ha sido contemplado en la ley 27.348, dados sus
objetivos coyunturales de beneficiar a las aseguradoras de riesgos del trabajo y
empleadores que no cumplen con el deber de seguridad (Art. 75 LCT).
El Art. 18 de la ley 27.348 se limita a ordenar a la Superintendencia de Riesgos del
Trabajo que remita al Comité Consultivo Permanente creado por el Art. 40 de la Ley
24.557 y sus modificatorias dentro del plazo de TRES (3) meses contado a partir de su
vigencia, “un Anteproyecto de Ley de Protección y Prevención Laboral destinado a
garantizar que las condiciones y medio ambiente de trabajo resulten acordes con las
mejores prácticas y la normativa internacional en materia de su incumbencia, y que
permita que esos principios generales sean ajustados en forma específica para cada
actividad, a través de los Convenios Colectivos de Trabajo”.
Se trata de una vaga referencia al problema más importante que constituye la
verdadera causa de las demandas judiciales: la inexistencia de una verdadera Ley de
Prevención de Accidentes y Enfermedades del Trabajo, que sustituya la vieja ley 19.587 y
determine la obligatoriedad de los medios de prevención colectivos más eficaces, que
incorpore los Comités Mixtos de Salud y Seguridad, conforme a los Convenios 155 y 187 y
Recomendación 164 de la OIT y cuya obligatoriedad han establecido por ley varias
provincias, entre ellas Santa Fe y Buenos Aires.
Una vez más el objetivo principal de cualquier legislación en la materia: la
prevención eficaz de los accidentes y enfermedades del trabajo ha sido postergada.

La ley 27.348 se limita a ordenar a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo que


remita al Comité Consultivo Permanente creado por el Art. 40 de la ley 24.557 dentro del
plazo de tres meses contados a partir de su vigencia, “un Anteproyecto de Ley de
Protección y Prevención Laboral destinado a garantizar que las condiciones y medio
ambiente de trabajo resulten acordes con las mejores prácticas y la normativa
internacional en materia de su incumbencia, y que permita que esos principios generales
sean ajustados en forma específica para cada actividad a través de los Convenios
Colectivos de Trabajo”.

Es la única referencia contenida en la ley 27.348 al problema más importante de


toda legislación que tutele la salud psicofísica de los trabajadores.

Creemos en la necesidad de que el Estado nacional recupere sus facultades


indelegables de control de la prevención de los riesgos del trabajo, que nunca debieron
transferirse a entidades privadas con fines de lucro. Pensamos que el seguro social a
cargo de un organismo de Derecho Público no estatal, administrado por los propios
interesados, como lo determina el art. 14 bis de la Constitución Nacional, es –como lo
demuestra la experiencia internacional- el mejor de los sistemas para la prevención y
reparación de los riesgos del trabajo.

No existen estadísticas confiables en cuanto a la siniestralidad en nuestro país.


La Superintendencia de Riesgos del Trabajo ha dicho que en la Argentina desde hace tres
años hay menos accidentes y menos muertes en términos porcentuales, si bien son cifras
superiores al 2001/2002, destacándose comparativamente la mayor actividad económica
que no se ha detenido en los últimos años.

No obstante ello, creemos que la siniestralidad es mayor, si tenemos en cuenta la


alta proporción de trabajo no registrado, que alcanza aproximadamente a un 37 % de la
fuerza de trabajo en la Argentina, y el sub registro producto del no reconocimiento de la
mayor parte de las enfermedades vinculadas con el trabajo. Las diversas formas de
precariedad existentes (trabajo en negro, contratos temporarios) afectan negativamente
la salud de los trabajadores y agravan la exposición al riesgo. Se ha demostrado que la
inestabilidad en el empleo se asocia a una peor salud mental, y que los trabajadores
temporarios o eventuales tienen al menos el doble de riesgo de sufrir un accidente. Pero
además de ello, el trabajo no registrado y la precariedad obstaculizan la intervención
preventiva. El trabajador precario, ante la disyuntiva de tener que elegir entre la
conservación del empleo y la salud, prefiere no efectuar reclamos, optando por aceptar la
exposición al riesgo. No hay mecanismos de prevención que puedan evaluar eficazmente
estos riesgos o un verdadero seguimiento de los trabajadores que están sometidos a la
precariedad, ya fuere a través del trabajo no registrado como del abuso de los contratos
temporarios.

Hay una estrecha vinculación entre el crecimiento de la siniestralidad y la


duración de la jornada de trabajo. La organización del trabajo en turnos rotativos, la
fatiga de quienes cumplen con una jornada superior a la normal, los denominados
“turnos americanos” de 12 o más horas de trabajo, la reducción de las pausas y tiempos de
descanso, el fraccionamiento de las vacaciones, también son causas determinantes o
coadyuvantes de los daños físicos y psíquicos de los que ponen su fuerza de trabajo a
disposición de la empresa.

Por eso entendemos que no basta con la mejora de la eficacia de las medidas de
prevención colectivas o individuales, sino que es necesario controlar el cumplimiento de
las normas sobre limitación de la jornada de trabajo y de las horas suplementarias, y
promover una legislación que reduzca la misma, la que además de permitir una mayor
ocupación, mejoraría la salud psicofísica de los trabajadores.

La vida y la salud de los trabajadores están vinculadas a la estabilidad en las


relaciones de trabajo; y su mejora depende en gran medida del grado de intervención
sindical, que puede ir desde la investigación autónoma de los accidentes, hasta la
propuesta de modificar las condiciones de trabajo desde la propia empresa a la actividad.
Esta intervención debe ser colectiva, y para ello debe ser asumida por todas las personas
involucradas: trabajadores y empresarios.

Cercenamiento del derecho de los trabajadores a recurrir a la Justicia


Laboral. Afectación del deber de seguridad (Art. 75 LCT):
El Art. 14 de la ley 27.348 sustituye el cuarto párrafo del Art. 4° de la Ley 26.773
por el siguiente texto:
“Las acciones judiciales con fundamento en otros sistemas de responsabilidad sólo
podrán iniciarse una vez recibida la notificación fehaciente prevista en este artículo y
agotada la vía administrativa mediante la resolución de la respectiva Comisión Médica
Jurisdiccional o cuando se hubiere vencido el plazo legalmente establecido para su
dictado”.
De esta forma se reemplaza la opción excluyente establecida por la ley 26.773 por
un impedimento que obtura la posibilidad de que el trabajador pueda recurrir a la
Justicia Laboral para demandar la reparación plena de accidentes o enfermedades no
reconocidas por el listado, mientras se encuentre el trámite pendiente ante la Comisión
Médica Jurisdiccional; aún cuando resulte evidente que su reclamo será inevitablemente
rechazado por este organismo.
Esta imposibilidad de recurrir a la Justicia Laboral a los fines de obtener la
reparación plena con fundamento en “otros sistemas de responsabilidad”
alcanzaría no sólo a las acciones basadas en el Derecho Civil, sino también las
que se funden en el incumplimiento del deber de seguridad por parte del
empleador (Art. 75 de la LCT), que la ley 27.323 sancionada en Diciembre de 2016 –
en contradicción con el clima de época de restauración de la hegemonía
neoliberal- ha restablecido plenamente,
eliminando las injustificadas limitaciones introducidas en la reforma de 1995 con
la sanción de la ley 24.557 de Riesgos del Trabajo. Se ha vuelto a la redacción
original de este artículo (83 de la ley 20.744).
“Artículo 75: Deber de Seguridad. El empleador debe hacer observar las
pautas y limitaciones a la duración del trabajo establecidas en la ley y demás
normas reglamentarias, y adoptar las medidas que según el tipo de trabajo, la
experiencia y la técnica sean necesarias para tutelar la integridad psicofísica y la
dignidad de los trabajadores, debiendo evitar los efectos perniciosos de las tareas
penosas, riesgosas o determinantes de vejez o agotamiento prematuro, así como
también los derivados de ambientes insalubres o ruidosos.

Está obligado a observar las disposiciones legales y reglamentarias


pertinentes sobre higiene y seguridad en el trabajo. El trabajador podrá rehusar la
prestación de trabajo, sin que ello le ocasiones pérdida o disminución de la
remuneración, si el mismo le fuera exigido en transgresión a tales condiciones,
siempre que exista peligro inminente de daño o se hubiera configurado el
incumplimiento de la obligación, mediante constitución en mora, o si habiendo el
organismo competente declarado la insalubridad del lugar, el empleador no
realizara los trabajos o proporcionara los elementos que dicha autoridad
establezca.”

¿Cómo podría una ley del Congreso anular lo que el mismo Congreso
sancionó en Diciembre de 2016? ¿Cómo se puede impedir a un trabajador que
recurra a la Justicia Laboral para hacer cumplir el Art. 75 de la LCT o para exigir la
reparación integral del daño causado como consecuencia del incumplimiento del
empleador?.
El nuevo Art. 75 de la LCT restablece en todo su alcance el deber de seguridad,
dado que el mismo no puede limitarse al cumplimiento de las normas en vigencia,
debiendo el empleador “adoptar las medidas que según el tipo de trabajo, la
experiencia y la técnica sean necesarias”.
El nuevo Art. 75 de la LCT restablece el derecho del trabajador a rehusarse a
trabajar en condiciones de inseguridad, que se hallaba reconocido en el art. 83 del texto
original de la Ley de Contrato de Trabajo:
“El trabajador podrá rehusar la prestación de trabajo, sin que ello le ocasiones
pérdida o disminución de la remuneración, si el mismo le fuera exigido en transgresión a
tales condiciones, siempre que exista peligro inminente de daño o se hubiera configurado el
incumplimiento de la obligación, mediante constitución en mora, o si habiendo el
organismo competente declarado la insalubridad del lugar, el empleador no realizara los
trabajos o proporcionara los elementos que dicha autoridad establezca.”

En todos los contratos bilaterales, cuando las partes deben cumplir


simultáneamente sus respectivas prestaciones, una de ellas puede suspender el
cumplimiento de su prestación hasta que la otra cumpla u ofrezca su cumplimiento.
La Provincia de Santa Fe ha dispuesto la obligatoriedad de los comités mixtos de
salud y seguridad en el trabajo. Pero los temas de salud laboral no pueden ser
transferidos a las o los delegados de prevención, que de ningún modo suplantan, sino
que complementan el rol indelegable del Estado y el deber de seguridad del empleador
(Art. 75 de la Ley de Contrato de Trabajo), que como veremos más adelante ha sido
restablecido en su alcance.

En síntesis, la ley 27.348 viola el sistema federal establecido por nuestra


Constitución Nacional al pretender que las provincias cedan facultades indelegables, lo
que en sí mismo constituye un motivo más que suficiente para que la Legislatura de la
Provincia de Santa Fe no adhiera al Título I : “De las Comisiones Médicas” de la citada
ley, rechazando la “invitación” formulada en el Art. 4.

La ley 27.348 niega, impide u obstaculiza el ejercicio de los siguientes derechos:

1) La prevención de los accidentes y enfermedades del trabajo.


2) El derecho a una reparación justa y plena de los daños psicofísicos
y la muerte del trabajador, consecuencia del incumplimiento del deber de
seguridad del empleador.
3) El acceso irrestricto al juez natural para que decida sin otra
limitación que el derecho, que incluye el bloque de constitucionalidad federal.
En consecuencia, vulnera derechos fundamentales de los trabajadores, sujetos de
preferente tutela jurisdiccional, y el principio de progresividad reconocido por la
Constitución Nacional y los pactos internacionales con jerarquía constitucional.

Por todo ello consideramos que la Provincia de Santa Fe no debe adherir a la ley
27.348.

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