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selon CAPITULO CUARTO La ética politica Vivir sin optar y comprometerse politicamente es impe' ‘irresponsabilidad. Entendemos aqut por politica todo el conjunto de personas, leyes ¢ instituciones que conforman el gobierno de los Estados y de los pueblos. Hasta donde la politica se rija por principios morales 0 sea una de mera convenien- cia pragmatica e3 una discusin que continda desde Maquiayelo Son muchos los interrogantes que plantea la politica. Enunciemos algunos de ellos: — {Cusles son las normas morales que rigen la accién politica? | — {Guindo se puede afirmar que una ley 0 procedimiento es justo? — ;Cusndo se estd obligado a obedecer al gobierno y eundo es justa ls rebelién? — {Cuil es el fin de | _— ,Cuél tipo de gobierno se ajusta mejor a los principios morales? | les son los Iimites de aceién del Estado sobre el individuo? ‘in politica? indo se justifica una revolucién del punto de vista moral? | Sin seguir un orden estricto, através del presente capitulo, trazaremos algunos en- deros que debemos transitar para responder @ esas inquietudes. ‘A manera de ilustracién veamos en primer lugar algunas respuestas dadas a tales interrogantes. 1. TEORIAS POLITICAS ‘A. Maquiavelo Nicolés Maquiavelo distingue dos clases de verdades — "Verdad moral” que indica cémo deberian ser las cosas. LA ETICA POLITICA 133 — “‘Verdad politica” que nos indica cémo se debe obrar “de hecho” para ser eficaz cen el gobierno de los Estados. Maquiavelo prescinde de la verdad moral, ya que la politica se refiere a lo que es, a aquello que conviene hacer para ser efectivo y conservar el poder. La politica esté orgénicamente ligada al interés de una persona, de un grupo o de un Estado. La astucia, la hipocresfa y la fuerza son los criterios de Ia accién de un “buen” go- bernante. Este no debe dejarse descubrir sus pensamientos; debe hacerse temer | pero no hacerse odiar. Maurice Joly en su libro: Didlogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu (Seix Barral, Barcelona, 1977 p. 56), pone en boca de Maquiavelo las siguientes palabras: “El secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espiritu pablico. .. en saber aduefiarse de los prejuicios y pasiones populares a fin de provocar una con- fusién que haga imposible todo entendimiento entre gentes que hablan la misma } lengua y tienen los mismos intereses”. Es el tradicional: Divide y ganarés. El primer fin de un gobernante es mantenerse en el poder por todos los medios; su peor pecado es dejarse tumbar. La politica tiene un fin en si misma: Retener y fia B. Tomas Hobbes | Para él, el Estado no “tiene” moral, él “es” su propia moral, es creador de la moralidad, Aquello que el Estado hace es por definicién moral. En efecto, carac- terfstico del Estado es su poder absoluto. Cémo justifica Hobbes tales afirmaciones? | Todos los hombres tienen por naturaleza un derecho no garantizado al uso discre- | ional de todo lo utilizable: “Derecho a todo”. Pero los hombres son también ten- dencialmente antisociales; cada cual busca por encima de todo el propio provecho. El hombre es un lobo para el hombre. Para garantizar efectivamente la convivencia yel “derecho a todo" es preciso, pues, que todos renuncien aeste derecho. Tal re- hnuncia debe ejercerse a favor de alguien (el soberano, el Estado) que establezea tun orden jurfdico para la utilizacién de tales bienes. De lo contrario el universo se cotivertiria en una tierra de nadie, un campo de lucha y la relacién entre los hom- bres en una guerra de todos contra todos, en una carnicerfa. El principe o gobernante personifica, pues, la voluntad de todos; é es todo; tiene Jos derechos de todos. A él se trasfiere el derecho de dominacién sobre todo y so- P bre todos. El ciudadano se relaciona con el Estado (Leviathan) como un miembro del cuerpo se relaciona con éste. Asi como la mano sigue los impulsos volitivos del organismo, asi el ciudadano sigue aquellos del Estado. El soberano y los ciudadanos no se en= frentan como personas diferentes sino que se identifican de la misma manera que la | mano conmigo. Al ser mi mano, ella quiere todo aquello a que yo la oblige... Y por Jo mismo es “a priori” imposible que se cometa injusticia con el ciudadano. Este a su ver no puede ser responsable de sus actos, es mera “causa natural”... } instrumento de. Sélo el soberano es responsable como “causa moral”. El “derecho a todo” abarca también el “derecho a todos” (basado en la legitima | defensa y el derecho ala guerra), 0 sea el derecho sobre el cuerpo y la persona del otro. La persona es como una cosa integrada también a la voluntad discrecional de z ————EEE=_ 5 134 ETICA APLICADA, los demés como medio o fin. Para hacer posible la convivencia se renuncia también ‘a este derecho en la voluntad del principe. En efecto, para trasformar la situacién natural de "guerra de todos contra todos” en una situaci6n de paz, se precisa una ‘voluntad y poder absolutos que disponga tanto de las cosas como de los hombres. Los pactos sin la fuerza son palabras vanas, son vinculos demasiado débiles como para sujetar la ambicién, la avaricia y otras pasiones humanas. La fuerza bruta no es bruta, La autoridad de ia ley se extiende en efecto solamente hasta donde pueda golpear. Para el soberano no existe arbitrariedad. Como decian Arist6teles y Heré- clito: ""Toda bestia se lleva a pastar a golpes". Como dirn otros en nuestra époc "EL poder nace del fusi “Para cooperar, los hombres deben hacer aquello que no les gusta, para evitar cosas que les gustarian menos”. | Toda distinci6n entre ley y moral no es sino confusién. La sociedad tiene una sola voluntad y raz6n de ser: El soberano, el poder absoluto. El no obra mal, pero pue- de cometer equivocaciones. El es la ley, 61 es la moral. ‘Todos los medios son buenos siempre que sean eficaces para retener el poder. El tal amor a la libertad y la igualdad son, o sentimentalismos quiméricos, o burda hipo- \ Como la Gnica raz6n que justifica al-gobierno es que efectivamente gobierne, éste | deja de existir si no gobierna. Siuna resistencia tumba al soberano, éste deja de serlo y los subditos dejan de ser tales. La legitimidad la dan los hechos, la da el poder. No puede haber leyes “legitimas”” que condicionen el poder del soberano. C. El legitimismo ‘Afirma que los gobernantes “legitimos” siempre tienen la raz6n. Aunque pueden equivocarse, el bien general exige que siempre se les deba obedecer. ‘Apoyan dicha tesis en diversas razones: — "Toda autoridad viene de Dios”. Sélo Dios la da y la puede quitar. Al pueblo le toca obedecer. = Siendo el gobierno legitimo, la “raz6n de Estado”, la “seguridad nacional”, la "preservaci6n de las instituciones” hace que todos debamos obediencia a Jos gobernantes legitimos, Pero, es claro que a menudo dicha “legitimidad” se esgrime no para defender el bien comin, sino los intereses de grupos dominantes particulares. La capacidad de los gobgrnantes: Ellos son la gente competente en medio de tun pueblo ignorante. Los grandes hombres, decia Hegel, estén exentos de la ‘moral; ellos mismos son su moral D. El humanismo ‘Afirma esta teoria que el objetivo de la acci6n politica es buscar la aproximacién ‘um estado general de bienestar social con un minimo de inhumanidad. Un orden donde la persona humana se realice al méximo posible dentro de las circunstan- tas hist6ricas coneretas. El Estado tiene como fin promover la realizacin de los ‘seres humanos. Un Estado es tanto mas moral cuanto més se acerque a dicha meta. LAETICA POLITICA. 135 | ara lograrlo, la actividad politica debe regirse por estos principios: — Toda autoridad viene del pueblo y es elegida o escogida para que busque el ma- yor bienestar posible para la comunidad. Esto no quiere decir que se exija siempre la democracia parlamentaria o que siempre las mayorias tengan la raz6n, pues también el pueblo puede equivocar- se, También las mayorias deben regirse por los principios morales fundamen. tales. — Aunque el bien com(in debe privar sobre el bien individual, debe respetarse a la persona humana en su dignidad, sus derechos y su libertad, absteniéndose del uso de medios que atenten contra ellos. — Entre tales derechos humanos estén los siguientes: «Libertad de seguir la propia conciencia mientras no se lesionen los legitimos | derechos de otros o de su comunidad en su conjunto. La libertad de expresién esté ligada con ella SR R Reba s FeRE tal © Derecho a vivir decentemente: Comida, salud, seguridad, proteccién de su 90- | honra y bienes, educaci6n, recreacién, progreso. © Derecho a amar: A elegir libremente el propio eényuge y formar una familia. ste | ‘© Derecho a un trabajo digno que le provea lo necesario para un digno sustento. eo * Derecho a usar de los bienes comunes. Derecho a una patria, a un techo, a io tun suelo donde tener su morad: © Derecho a asociarse libremente ps la comunidad. fines que no lesionen los derechos de ‘© Derecho a participar en el ordenamiento de la comunidad: Elegir, ser elegi- dos y demas derechos politicos. — No hay “raz6n de estado” aun en caso de guerra justa que permita a los gober- nantes atentar contra los principios morales generales (mentiras, incumpli- miento de pactos libremente aceptados, torturas...). La “pena de muerte” es tun homicidio frfamente premeditado, violatorio de la dignidad e inviolabilidad de la persona humana. La tinica justificacién, o mejor explicacién de la guerra, cestd en la defensa del bien comiin contra el injusto agresor. r ‘Tema de diseusion 2Cual de los sistemas politicos existentes es aquel que est més conforme con la ética general? 2. ETICA Y REVOLUCION ¢Se puede justificar como buena una revolucién, no sélo en el sentido politico (con- veniente para algunos intereses) sino también en sentido ético, es decir como conveniente para el hombre en cuanto tal, en una situacién hist6rica dada? En par- ticular, se pueden dar casos en los cuales se justifique la violencia revolucionaria? En efecto el problema se pone aqui especialmente sobre las revoluciones violen- tas, con la fuerza, donde se sacrifica la libertad de algunos. Se entiende por revolucién el derrocamiento de un gobierno y de una constitucién, establecidos, con el fin de cambiar radicalmente la estructura social politica de un Estado. 136 ETICA APLICADA ‘A través de la historia diversos tratadistas han tomado posicién respecte al proble- ma. Tanto Platén como Aristételes erefan que las revoluciones estaban incorporadas 1a la dinémica interna de la politica, que pertenecian a su ciclo histérico En el Medioevo la introduccién del “Tus divinum’” (derecho divino) de los reyes, negaba la misma posibilidad de resistencia frente al gobierno existente y la hacia obligatoria respecto a los regimenes no establecidos por Dios. Hobbes y Descartes decfan que todo cambio conduce a algo peor: "Dejad las insti. tuciones wociales poiticas existentes tal cual estén; por malas que sean, el riesgo al derribarlas es demasiado grande”. Kant toma una posicién ambigua. Niega el derecho a oponerse al gobierno legitimo, pero agrega que una ver que ha trascurrido la revolucign eficazmente y se ha es Fablecido un nuevo gobierno legal, el hombre debe obediencia a este nuevo gobierno revolucionario. Para Robespierre la violencia se convierte en el elemento esencial y necesario del progreso. En la lucha por la libertad, el terror puede convertfse en una necesidad y obligacién moral. Para Rousseau, la fuerza se hace necesaria a causa de las condiciones inmorales y represivas bajo las cuales viven los hombres. Marx concibe la dictadura del proletariado y la violencia revolucionaria como un estado pasajero. Una vez lograda la victoria, debe detenerse. La violencia revolu- Gionaria es realmente una contraviolencia, una legitima defensa. Las clases domi- antes nunca abandonarén voluntariamente su situacién y emplean la violencia para sostenerse. Hay que oponer la violencia revolucionaria a la violencia reaccio- naria, Marcuse analiza ampliamente el problema. Segtin este autor, para los gobiernos texistentes (como es natural), toda revoluci6n es por definicién ““inmoral” pues Gquebranta el derecho legitimamente constituido y requiere represién, destruccién de vidas, bienes y propiedades, etc. Las revoluciones no son en sf malas. Adin més, todas las revoluciones hist6ricas fueron realizadas en nombre de la libertad y bienestar generales. La libertad huma- nna siendo hist6rica, puede incluir la alteracién radical del orden establecido. La lad en concreto vive todavia esclavizad huma Si la libertad real supone la liberacién de las condiciones de esclavitud y represién, sta libertad supone la ruptura de moldes preestablecidos y de intereses ci Estos histéricamente nunca han cedido voluntariamente. El derecho “legitimo” existente puede colisionar con el derecho natural de lo que puede y debe ser, de la isminueidn del dolor, la miseria y la injusticia, Se justifica la revolucién violenta ‘cuando, no habiendo otro medio eficaz, se busca una sociedad mejor que la exis: tente. Pero, ze6mo se sabe que la sociedad futura es mejor que la existente? Mar- tcuse afirma que eso se puede probar por medio de un célculo racional ¢ historico. La historia ha sido un experimento calculado, Racionalmente se puede demos- trar que la cueva sociedad exigiré menos sacrificios al pueblo y que los recursos cxistentes «rn mejor empleados para su bienestar. Histdricamente se puede pro- bar que un inovimiento revolucionario tiene la seriedad y la fuerza técnica, mate- rial, intelectual y moral para mejorar las condiciones existentes. Nuestra posicién. Tespecto a la violencia revolucionaria se puede condensar en las siguientes afirma- eados. ciones: LA ETICA POLITICA 137 — No se puede declarar buena toda violencia por el hecho de que sea revolucio- naria, La violencia en sf no puede ser canonizada. Sin embargo oponerse a toda violencia podré tener fundamentos en la ética general pero es una posiciGn an- tihistérica. No ha habido revoluciones sin violencia. — La violencia revolucionaria es aceptable sélo si se prueba que en unas circuns- tancias dadas es apta, para lograr un mayor bienestar para més gente, ya que cl fin del Estado y aquello que en Gltimas lo legitima es el logro del mayor bie- nestar posible para el mayor niimero. — Hay formas de violencia y represién injustificables en todos los casos: La ar- bitrariedad, la crueldad, el secuestro, la tortura, el terror indiferenciado. Hay medios en s{ mismo malos y que por lo tanto no pueden utilizarse aun con los fines més sublimes. La lucha de clases no puede desligarse de todas las condi: ciones morales. — La violencia no es defendible “en sf” sino como parte de una represién de las actividades contrarrevolucionarias. Hist6ricamente todas las revoluciones po- sitivas han tenido su e6digo ético y han afirmado la tolerancia y el respeto por los derechos humanos. — Los medios utilizados para hacer la revolucién deben demostrarse objetivamen- te adecuados y efectivos para alcanzar el fin propuesto, de acuerdo con las con- diciones existentes. El aventurerismo es inmoral. — La violencia puede aceptarse sélo si no hay otros medios eficaces (por ejem- plo: la confrontacién democritica) para alcanzar los fines comunes. — En el sentido de moral absoluta y suprahistérica no hay ninguna justificacién de la violencia. Histéricamente, ya que la represién y el sacrificio son el pan de cada dia de todas las sociedades, se puede utilizar la violencia revolucionaria, siel edleulo hist6rico permite probar que se va a mejorar la situacién. En cierto sentido, en estos casos, el fin justifica los medios. La biisqueda de un fin leg timo puede exigir represién y sacrificios. Pero este fin debe vivir en los medios represivos, utilizéndolos tinicamente cuando realmente se los necesite. Mis que violencia, aquello que puede utilizarse es la “fuerza” racional, me- dida, no como la forma vindicativa sino como un medio lamentablemente ne- cesario para el logro del bienestar para todos. ‘Temas de diseusién — La guerra se puede legitimar? — Puede moralmente aceptarse la pena de muerte? Lecturas Ser politico no es sélo el maximo honor sino el méximo deber de todo ciudadano. Decirse ciudadano y de- clararse apolitico, desintereséndose conscientemente de la cosa ptiblica, no es solamente una contradiccién sino la mayor muestra de irresponsabilidad social. Demandar derechos sin cumplir deberes no es digno de seres humanos. 138 BTICA APLICADA En politica hay muchas opciones, desde el apoyo incondicional al gobierno de tuo y a las “insttuciones democréticas”, hasta la subversién armada. Y todas estas opciones son mds respetables que la de no optar, dejando que unos pocos decidan ante la pasividad de muchos. Ser lider politico es un honor y una respon. sabilidad ain mayor. El jefe politico es més importante aun que el maestro y el médico. Parque un buen politico crea bienestar y vida para la comunidad, pero un mal jefe polttico es generador de miseria y muer- te colectivas. Lideres politicos los hay de muchas clases. Algunos (por desgracia muchos) se sirven de la politica para hacer chanchullos, para enriquecerse sin causa; slo piensan en su bolsillo. El pueblo, su ignorancia y su miseria son instrumentos para sus mezquinas intereses. Tales lideres son los peores antisociales. Sobre ellos deberia caer el implacable castigo del pueblo. Hay otros que han tomado la politica como una "‘carrera’”. Les interesa el puesto, el sueldo. Forman el grupo de los politicos buréeratas. No roban pero tampoco trabajan. Se mueven durante la época de elecciones para no perder su puesto en la lista. Pasadas éstas se sientan a calentar asiento, esperando los futuros comicios. Pero hay también burdcratas politicos eficientes. Trabajan con responsabilidad, cumplen con sus deberes ‘burocrdticos, se mantienen en contacto con sus electores, etc... Pero su principal motivacién reside en el sueldo, las dietas y los gajes del oficio. El verdadero lider politico debe tener como meta principal el servicio a las necesidades de su pueblo. Lasana politica no es una “profesién” sino una "misién”; quien es verdadero lider politico vive permanentemente ‘con su pueblo y para su pueblo. Hace suyas sus alegrias y sus tristezas, sus problemas y sus soluciones. Por desgracia estos lideres escasean demasiado entre nosotros. Es a ellos a quienes va dirigido este mensaje. Quitnes, sino los lideres politicos a lo largo de nuestra historia son los responsables méximos de que colee- tivamente nuestro pueblo no haya podido resolver sus necesidades bésicas? Colombia es en efecto un pats con recursos materiales y humanos formidables, mal gobernado y administrado. Ustedes las jefes politicos saben muy bien cémo: — Nuestros pocos hospitales carecen hasta de algodén, en medio de una bonanza algodonera; — Nuestras pocas escuelas carecen de maestros idéneamente preparados y motivados y de los més elemen- tales recursos de ensefianza; — Las periferias de nuestras ciudades son verdaderos basureros para ser humanos; — Nuestras carreteras se han trasformado en caminos de herradura; — Nuestros campesinas carecen de tierra mientras abundan los latifundios improductivos; — Nuestros empresarios viven saltando matones victimas del contrabando, las importaciones y exporta- ciones anirquicas 0 ficticias y las politieas laborales e impositivas incoherentes; — Nuestros trabajadores ven indefensos, cémo sus salarios disminuyen cada vez mds su poder adquisitivo; — Nuestras calles estén siendo invadidas por ladrones y malechores, :ustodiadas por unos policias ham- brientos y mal pagos, ete.. Y ustedes saben muy bien cémo, entre tanto: — La evasién de impuestos se ha generalizado; junto con los chanchullos y la deshonestidad pablica; = Los ladrones de frac y los especuladores hacen su agosto en la impunidad; = Los burécratas oficiales y los oligareas se pasean por las calles en costosos vehiculos, desafiando la crisis energética, y con sus derrochadores lujos desafian a un pueblo hambriento fisica y culturalmente. Y ustedes los jefes politicos, sobre todo en visperas de elecciones, se entretienen en luchas personalistas y de- ‘magégicas, atomizados en grupos cada vez més pequeias... Preparando, después de elecciones, la subida al carro del vencedor para recibir sus prebendas y repartrse el ponqué burocrético. Por Pan, fren Sato Polit estuvi indisp opinié tenem pero Los ay tridas sahog atenie como LA ETICA POLITICA 139 Por qué no dirigir todas esas energias a preparar y realizar soluciones a los problemas concretos del pueblo: Pan, techo, salud, trabajo, educacién, recreacién? ;Por qué no unirse todos los politicos sinceros en un solo ‘frente popular para generar en nuestro pais un nuevo orden politico basado en el trabajo honrado, la igual- dad de oportunidades y la libertad real para todos los ciudadanos? ‘Sélo entonces podrén los lideres politicos con la frente alta, la mirada serena y la tranquilidad de concien- cia pedir al pueblo que sufrague por ellos. Politica es el gobierno de la cosa ptiblica. Como tal es el arte mas sublime ¢ importante en una sociedad. Ella camina bien o mal, segtin como camine su politica. Por ese motivo quienes se dedican de lleno a los menes- teres piiblicos deberian ser reconocidas como las primeros entre todos los ciudadanos. Pero, equé pasa entre nosotros? Asistimos a una devaluacién y desprecio generalizado por la clase politica. Y clloes peligrostsimo. Porque la clase politica es la columna vertebral del Estado. Tal desprestigio es en parte Justificado y en parte signo de la decadencia de los valores sociales. Seatin las diversas acttudes hacia la cosa piblica podemos dividir a los “ciudadanos” en cuatro grupos: politiqueros, politicélogos, politicos y apoliticos. En Colombia abundan los apoliticos, sobran los polit ‘queros, faltan politicélogos y escasean los verdaderos politicos. Politiqueros son aquellos que viven de la cosa piiblica pero no para la cosa piiblica. Sacan miltiples bene- ficios de su “servicio” piblico pero no viven para servir a sus ciudadanos. Hagamos una somera descrip- cidn de esta abundante fauna. Unicamente bajan a los pueblos en busca de votos que les aseguren el puesto en el cual se encuentran ama- fiados. Por eso visitan a sus electores para inaugurar obras a las cuales muchas veces no han contribuido, para las fiestas importantes y durante la campaiia electoral, Aman el poder porque desde allé pueden disponer de puestos, ya que tienen sus feudos grandes 0 chicos que cultivan celosamente, y que les sirven para almacenar votos cautivos. Se amafian mas en los puestos admi- nistrativos que en aquellos de representacién popular, pues alli disponen de chequeras del tesoro priblico para repartir cheques a granel, aunque después salgan chimbos. Fundan su periddico y hasta su emisora para aparecer siempre en primera pdgina y tener renovada su imagen. Los sostienen con avisos de entida- des oficiales gracias a los amigos que han colocado en puestos claves. Sus iniciativas son demagégicas. Con ello buscan tinicamente agradar al pueblo, no hacer reformas de ca- recter estructural para mejorar su situaciGn. Siempre buscan apuntarse al carro del vencedor. Antes y des- pués de elecciones son siempre triunfadores. Para hacerlo cambian sus ideas (0 mejor sus frases) y anteriores planteamientos (si los tuvieron) que puedan desagradar al nuevo principe. Sélo se ponen bravos cuando no se les han dado suficientes puestos. La preocupacién principal de estos poitiqueros es el sueldo que van a devengar y los “auxilios” que van a repartir. ¥ los hacen publicar a grandes tipos en los rotativos regionales. Politicélogos son aquellos que estudian los problemas de la cosa piiblica, dan ideas y opiniones pero no se lanzan directamente en busca de los puestos de gobierno. Ojala hubiera de ellos unos pocos mas. ¥ ojald no estuvieran tan alienados o mirando hacia el pasado o copiando del exterior. Porque las ideas son requisito indispensable para la accién. Y ojalé los hubiera de diversas tendencias. Porque como decia Pericles: “es opinién nuestra que el peligro no esta en la discusin sino en la ignorancia, porque nosotros los demécratas tenemos como facultad especial la de pensar antes de obrar, mientras que otros son valientesen a ignorancia pero vacilan en cuanto empiezan a. pensar”. Los apoliticos 0 sea quienes se desinteresan de la cosa piiblica son los peores ciudadanos y verdaderos “apé- tridas”. Desgraciadamente los hay muchos. Son abstencionistas pasivos. Hablan contra los politics, se de- sahogan con abundante bla bla bla, pero no pierden su virginidad politica. Nunca se comprometen. Los dtenienses con mucha razén “miraban a quien rehuia ocuparse de politica, no como persona indiferente sino como a un ciudadano peligraso”. 140 ETICA APLICADA Los politicos, « diferencia de los politicblages, no temen “embarrarse” con el pueblo y «diferencia de los politiqueros no defienden st propio puesto sino el interés de oe ‘ciudadanos. Por ese motivo son coherentes iva ideas y planteamientos aunque saben reconacer sus erores. Viven Part cl pueblo y estén permanen- temente pulsando sus necesidades y opiniones. Llevan en su sangre el deseo de servir'y la conviccién de que dor evadadanon tienen los mismas derechos, que la libertad ylajusica eben ‘seriguales para todos, que Ia ley debe imperar pero més ain el sentimiento del deber y que ls ‘eulpables deben temer mds que a la sen- tencia del juez a la condenacién de los ciudadanos, “Ast eran los politicos atenienses. Otra seria la suerte de nuestro pais st abundaran, hombres como étos. ‘i Ud. quiere tiunfar en la vida y no desea que lo sepulten sin haber realizado algo grande, no le queda otro ‘camino que ser hipécrta. En este mundo actual los lagres son ‘proporcionales ala hipocresia, y la sincesidad wi produce dividendas. Pero ella debe ser tal que no deje grieia due a trasluzea. Si Ud. quiere lograr aque- THe ue piensa o se propone, no permita que alguien lodescubra, En ete sociedad no hay otra filosofiaeficaz. Quien noes hipdcrita es ingenuo y la ingenuidad es un pectdo ‘mortal que se paga €aro. ‘Los roménticos, topsts eidealistas son (o somes) slo unos idiotas ils: Sergimos PAE distraer la aten caer los muchos, mientras unos pocos maquinan entre bambalinas, hacen 7 deshacen. Si Ud. quiere triunfar, excichelos, déls cuerda pero no ls crea. Usilicelos; poco le cues hacerlo, pues ellos trabajan gra- tis, _Desea ejemplos? Jesis de Nazareth, aquel gran hombre que habléantas Sunt bonitassirvid para que otros,

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