You are on page 1of 22
Revista del Instituto de Antopotogia ne V “1074 CONCEPTOS INSTRUMENTALES Y MARCO TEORICO EN RELACION AL ANALISIS DEL DESAROLLO- CULTURAL DEL NOROESTE ARGENTINO Victor A. NuSez Recvrmo ° Introduccion ‘Al intentar analizar el desarrollo cultural del noroeste argentino desde el punto de vista arqueolégico, se tropieza con dificul- tades que, a grandes rasgos, pueden in- cluirse en dos amplias categorias: 1) informacién insuficiente oa zonas, periodos, o problemas espe- cificos; 2) la circunstancia de que los datos re- cogidos no han sido sistematizados, © se han ido acumulando o sistema: tizando de acuerdo a conceptos y ca- tegorian que actusineste deben ser formulados. Esta situacién es el resultado tanto de la falta de claboracién teériea, como de la existencia de ciertos conceptos tedricos que han obstaculizado el desarrollo de la ar- queologia, ya los que en forma breve he- ‘mos pasado revista en un trabajo anterior (Nuiiez Regueiro 1972) Lo que nos interesa sefialar ahora, ticularizando y desarrollando algunos and lisis efectuados en ese trabajo, es la nece- sidad de: 1) rever algunos tos instrumenta- les, tales como “contexto cultural”, “cultura”, “difusién”, que se relacio- nan estrechamente con el marco te6- rico general; = elaboras (mis qu reelaborar) sl mak co tebrico. ico en Jo que res- Sig ees ae 20 aaettgnr dal auf nes de ls Unvertiad Naclndl de Rosa ‘este argentino, incorporando en él el anilisis del modo de produccién’ de las entidades socio-culturales prehis- panicas ¢ hispano-indigenas, y eva- luando axiticamente el concepto de “difusién”, que por lo se lo hha utilizado en forma desmedida pa- ra intentar explicar 0 describir los procesos culturales que han tenido lugar, 1 Necesidad de rever algunos conceptos insteumentales. Durante varios aiios, y en sucesivos ar- ticulos, nos hemos ocupado de una “cultu- a” prehispanica del noroeste argentino, Ia cultura Alamito; el trabajo realizado a lo largo de cinco temporadas de campo, ¥ sucesivos anilisis y claboracién de los re- sultados, nos llevé a ir modificando la me- todologia de la investigacién, ya que a medida que ésta avanzaba se iban hacien- do més evidentes las falencias de los tra- bajos anteriores. Actualmente el disefio de investigacién que podriamos elaborar seria Hay lfeccate: y a extractive de los tie: bajos diferiria también, en parte por la ina- decuacién que para el marco tedrico gene- «a co tener sa como made de cin conjunto de las fucreay producticas iin y les medios de produecién, que comprenden mu ver: a) los instramentor de’produccién —he- Tramentas, sistemas de nego, etc, yb) los ob- fetos do produccién (fale como suelo, biota, sub- Silo ol) y la rlertnen de. pouch ove adopian los hombres de cada entidad.soclo-eul fora entre of y con os medios de producciéa que Aisponen. PTT RT 170 ral que utilizamos tienen las categorias de anilisis que hemos venido empleando hast este momento. Es a partir de esta experiencia concreta, de la estimulante lectura de algunos tra- ajos como los de Bindford (1972, 1964, 1965), Clarke (1968) y Chang (1967), que sentimos la necesidad de rever algunos con- ceptos bisicos. Contexto cultural En primer lugar, la integracién de los datos arqueolégicos se hizo utilizando el concepto de “contexto cultural”, que en de- terminades momentos de la historia de nuestra arqueologia resulté fructifero *. Sin ‘embargo, adolece de graves limitaciones. “Contexto cultural” is tal como se lo ha estado empleando hasta ahora, la adi- cién mecsnica. de rasgos o pautas cultu- rales sincrénicos, encontrados en repetica asociacién en un drea, 0 sea la simple reu- nidn de elementos culturales que coexisti~ ron en una dimensién cultural-espacial-tem- ‘poral determinada. Carece por lo tanto de ‘un elemento bésico que permite la inte- gracién de todos esos rasgos o pantas cul- turales: Ia estructura de la que forman par- te. De ah{ que en la integracién de los “contextos culturales” se pierda de vista la existencia de las entidades socioculturales coneretas®, y de la estructura socio-econd- mica que las caracteriz6, tapadas peso de una variada cantidad de clemen- tos culturales inconexos *. 2 La arqueologia argentina venia desarro~ indose hasta 1048. sin idad histérica, se reunfan bajo, las clenominaciones probistéricas como * "0 “Galchaci” a todos los res tos arqueologieos hallados en les zonas que ha ‘ian ocupado esas parcialidades en el momento de Te conquista, Recién con el trabajo de Bennett, Bieler y Sommer en 1948 ("Northwest Argentina ‘Archacology") -y especialmente a lel de Alberto Rex Gonzalez publicado en 1955 (“Con textos culturales y cronologia relativa en ol dea central del N. 0, argentino (Nota preliminar)”) se encard sistemiticamente el de inte- rar los “contextos culturales” de las diferentes ulturas que existieron en distintas épocas y Tn- gates del noroeste. Esto signifios un muy positive Bis adelante deste el punto de wists, metodols ico, que hizo cambiar completaments Ser ddl pendo prehspinio de nuestro Dale 4 Ver mas adelante 1a nota N° 7, 4 La integmciin do lod contestos ordinstia- ‘mente se va realizando a manera de un inventario de los elementos hallados, en lo posible, sepetida- ‘mente en stoeiaeién, utilizando como. elemento VICTOR A. NUSEZ REGUEO 1° Por eso, metodolégicamente, hemos re [emplazado el intento de reconstruir los “contextos culturales” por el de reconstruir las “entidades socio-culturales", con todo lo “que ello implica desde el punto de vista que lo estamos analizando. Esta perspectiva es lo suficientemente distinta como para obligar necesariamente a cambiar sustan- cialmente cualquier disefio de investiga- cidn 5, Cultura Intimamente relacionado con este con- cepto esta el do “cultura”, en el sentido instrumental que tiene en arqueologia. El concepto tradicional de “cultura” (“cultu- ra” Condorhuasi, “cultura” Aguada, “cultu- ra? Belén, “cultura” Inca, etc.) se ha es- tucturada sobre la base de la reconstruc- cién de los respectivos “contextos. cultura~ les”, no de Jas “entidades socio-culturales” coneretas, y ha incorporado, por lo tanto, las deficiencias que posee el concepto de apoinante I cermin doerada sein 10 a. priori como “diagnéstica” ° tol cltura, Como efsnplo: "Aguada Tesla que enota mayor claridad a través de los rettor en- ‘contrados; ‘naturalmente que la eerimiea sigue Sondo para nosotros el “fésil guia” hab:endo com- probado la existencia de todos los tipos clisicos ara esta fase (...)” (De La Fuente 1973: 121). Para integrer “contestos eulturales” en rea lidadd no se necesita disponer de un verdadero “dino do Investgnedn's et svficlente reins tun correcto “plan de investigacién”, cuyas etapas Bevay son: “bioqueds de biblograi. wads jo colecciones, prospeccién de wna zona; Juego Se procede dizectamente a excavar las. estructuras © sitios que, de acuerdo al juicio def investigadox y a] {indole de la problemitica que se espera esolver, pueden ser mis, “productivos", “signi- ficativos", 0. “importantes”, ‘sin ningin’ eriterio sistemiftico, Asi pueden: realizarse dos o tres san- dos statics en un Inga, exeavacion de algunas habitaciones en otros sitios, 0 en los mismos, algiin entierro aislado © cementerio qne fe haya tenido la suerte de localiza, ete. Hin 1 Tidad no importa mucho el ordea y cl eriterio, ya que luego todos los elementos hallados se irin fei ‘a onden, irén ocupando cada cual su lugar dentro de un “contexto cultural” determi- nado, bajo le orientacion y_ guia de la cerdanica Gecorada que se les asocia, Un. “diseno de inves- tigacién™ estricturado sobre ta base de la. exis- tencia de las. entidades socio culturales euio vunidades de anilisis, va a ser completamente di- ferente; la. estrategia para el trabajo de campo sera por completo distinta. Ver al respecto: Tarra y Nuitez: Rewueiro 1972. | CONGEPTOS INSTRUMENTALES Y MARCO TEORICO im “contexto cultural” ®. A esta deficiencia de- be sumérsele el hecho de que frecuente- mente, en la practica se termina pensando en cada “cultura” como si constituyese un sistema unitario que pudiese ser tomado ‘como una valida unidad de anilisis en Ja investigacién arqueologica. En este trabajo, cuando hablamos de cualquier “cultura”, no hacemos referencia a una entidad socio-cultural real mayor, con existencia propia, sino que bajo el con- = cepto instrumental, abstracto ce “cultu- xa”, reunimos a una serie de entidad@s’s0- Gio-culturales especificas* que poseen en comin un conjunto de pautas culturales (un mismo “patrén de asentamiento”, un conjunto de tipos cerdmicos, y una serie de otros elementos culturales), pero que no obstante difieren entre si en otros as- pectos; y estas diferencias pueden ser tan importantes y significativas como lo son Jas similitudes que nos permiten incluirlas ajo una denominacién comin. Al utilizar el concepto de “cultura” en el sentido tradicional, se diluye la posibili- dad de analizar en profundidad la dind- mica cultural que tuvo lugar, por ejemplo, entre las distintas aldeas de una misma “cultura”, y entre éstas y otras aldeas de “cultura” distinta °, “En suma, si bien el término “cultura” re- sulta instramentalmente util, debe variar la perspectiva del andlisis de su conteni- do para no hacer perder de vista la exis- tencia de las entidades socio-culturales co- ‘mo tinicas unidades de andlisis a partir de las cuales podemos intentar reconstruir el | Pasado. ce Se ort, eae, en. Nacos tura” dada por la Primera Conyencién Nacional de Arausologia (IT Fate). (is ae be ‘proyecto preparado por Osvaldo B. a Jorg Lis Najenson: "En sentido instrument puede Hamarse cultura en Prehistoria, a los con- ecurrentes de tipos, encontnados reitera- damente en asociacion, de los cuales puede in- “of ferirse la existencia de pautas, correspondientes 4 por lo menos les siguientes aspectosunivenles ‘comportamientohiumano: tecnologia, conor ima, orgunizacion social, arte, concepeién de vida y"hiuerte”. 1 Para. seguir con el ejemplo: en Alamito, tua serie de aldens seuilas mas 0 Teno nde™ pendientes, de organizacién. dual, 8 Es muy ilustrativo a este respecto el ejem- plo que da Bindford (1965: 206) sobre la Ge It comparacién catze la tradicién Havana de Ilinois eon la Seiato de Ohio. Difusion Bajo la denominacién general de “difu: sign” suele incluirse una serie de mecanis- mos culturales diferentes, que sin embargo no deben ser confundidos. Para: dar un efeaplos i decines, simplemente, que dos objetos similares, hallados en zonas apar- tadas entre si, son semejantes debido a la “difusién” de uno de esos elementos de una ‘a, dejamos sin establecer si esa implica: migracién, trueque, co- mercio, exogamia, “difusién” en sentido es- tricto (vale decir, por circulacién de una idea), ete, Es indudable que cada uno de “estos mecanismos implica una serie de cle- mentos correlativos enteramente diferentes, y a menos que los diferenciemos y explici- temos, y definamos claramente los indicado- res respectivos, la perspectiva de’ andlisis seri deficiente. ‘A. mis de este problema referente al anilisis de la “difusién”, y continuando tuna vieja tradicién de nuestra arqueolo- gia, es frecuente aun en muchos trabajos recientes la utilizacién del concepto de “difusién” (en sentido lato) para explicar algunos aspectos del desarrollo socio-cul- tural de nuestro pasado prehispinico que, a nuestro entender, deben enfocarse desde un punto de vista diferente, Es en cicrta manera una manifestacién de lo que Bind- ford grificamente Tama, “he aquatic view of culture” (Bindford 1965: 204) * Si bien es indudable que por medio de la “difusign” se han extendido técnicas y costumbres prehispénicas a Io largo de América (Lorandi, 1970), ¢ incluso han existido contactos transoceénicos que hi- cieron viable Ia difusién de muchos ele- mentos, hay que tener en cnenta. también la estructura socio-cultural de los grupos que se analiza, Jos factoresSnternos de lesarrollo que operan en ellos, en conjun- cién con el medio ecoldgico en el cual se insertan. Cora OMEOM IMT) seledoary ‘No por'el hecho de entrar un pueblo en contacto eon atro adgulere, sin mis, vale quier elemento; ello depende de la parti- cularidad estructural y situacional que tie- ne cada entidad socio-cultural para inte- grar dentro de ella al elemento extrafio ® Asi, por ejemplo, Pérez (1968; 289) con- sidera “quell patton Go, poblamiento de este pe- iodo Tardio fen la quebrada de Humabuaca) se debe a influencias venidas desde Chile en épocas osteriores al “Tlahuanaco”, 172 mue se le presenta, Es més ffcil incorporar th estilo Gecorativo (a pesar de Jo com plejo que pueda resultar este proceso) 0 tuna técnica de manufactora, que un patron {de poblamiento, que implica cambios ra- dicales en cuanto a ae organizacién. social y densidad de pobl: cién, Los cambios en esta estera aon ser el reflejo de cambios en la estructura so- cial y el modo de produccién operados in- ternamente, 0 de adaptacién a nuevos me- lig, anna a intel Scie on estos cambios con mayor. menor intensi- dad (al aportar, por Jo, nuevos ins- ‘trumentos de on, 0 abrir 1a posi- bilidad de enearar nuevos objetos de pro- duecién —cultigenos por ejemplo—, nue- (Yas tecnologias, ete). En ocasiones, un simple inétodo de tra- ajo, o incluso una técnica, lega casi a transformarse en'tna verdadera metodolo- gia por no analizarse sus presupuestos 16- a y utilizarse mecinica e indiscrimina- jenite para intentar resolver problemas para los cuales no ha sido creada. En lo que hace al analisis del desarrollo cultu ral de una regién, un método usualmente eado consiste em establecer para ca- da lugar la fecha més antigua conocida de Ja aparicidn de un rasgo, para ver hacia qué zonas 0 culturas se fue difuindiendo, y qué direceién tnvo en su difusion, par- tiendo del supuesto de que su origen de~ be encontrarse en el sitio donde la fecha es mas antigua, el dltimo punto de su di- fusién, eb sitio que posee la fecha més xe~ ciente’ (Moggers 1063), y que la existencia del rasgo anilizado en’ dos zonas distintas no sea debida a un proceso de convergen- eia_o invencién paralela independiente, Este método sirve, bajo determinadas condiciones, para establecer la forma en ee difundié eae unirse “frente a un enemigo comin (...) en grupos federados de importancia, que no sélo abarcaron un valle sino varios de ellos, hasta la quebrada de Humahuaca” (Gonzilez y Pérez 1972: 91-2); las créni- cas etnohistéricas nos han dejado testimo- nio de ello #. En el subperiodo de Desarrollos Regio- nales Superior se estaban dando las bases para una transformacién que se vio alte: tada por la Hegada de los Incas, en el til- timo cuarto del siglo XV, Ja Tegeda de los espafioles zs la primere mitad del siglo XVI, Ae pate ela ee estamos aun de conocer en iidad al periodo de De- sarrollos Res creemos que dispone- mos de ites elementos como para pensar que en su origen deben haber inter- yenido activamente grupos del Formativo Superior y Medio. Hay muchos datos aue apuntan hacia ésto: las hachas ceremonia- les manifiestan “un claro desarrollo por evolucién de las similares de la cultura de la Aguada” (Gonzalez. y Pérez 1972: 90); ‘parte de los elementos cerdimicos de Ia fase ‘decadente” de Aguada pueden de alguna forma relacionarse con los del Formativo ‘adelantos tecnol6gos”) so_Tullan fundamento- ae ae sso ee eran a proceso : Selinies chethel remains Mitre’ (1079) oe fo presupate necetariamente la exisencia do una ada 9 doe en, cambio, bala presente cen el Noroeste argentino en el periode de Desa trolls ‘El mismo Cigiano, junto eon y, Raffino “1973: 175-80) ". (Cighiano y Raffino 1973: 178). 41 A pesar de que, lamentablemente, hasta el momento se hallan muy descuidados los estuclios de etnohistoria del noroeste argentino, que. son ‘esenciales para comprender en pofundidad el periodo de Desarrollos Regionales y los periodos Posteriores. Fig. 8. — Grandes silos comunales construidos en el interior de wia gruta, Sitio SSallap 14 (Los Graneros): posiblemente periods de Desarrollos Regionales Superior CONCEPTOS INSTRUMENTALES ¥ MARCO TEORICO Superior, como hemos visto; algunos ele- mentos arquitecténicos pueden ser filiados a partic de Tali y Alamo; lop coltignos del periodo de Desarrollos Regionales’ en su mayoria estin ya presentes en el For- mativo Superior, etc. Desgraciadamente, el comparativamente pobre patimonio ceramolégleo de los pue- los contemporineos a Aguada en otros regiones de la subarea ha pasado hasta ahora poco menos que desapercibido para los arqueélogos; es mas bien una falta de biisquedas sistemiticas y correctamente di- sefiadas partiendo del principio de que Aguida no constitay un horizonte cultura’ extendido por toda la subérea, y de que en esas otras regiones de la misma se de- senvolvié un largo proceso de desarrollo continuo, lo que nos ofrece un pobre pano- rama del lpso cronoldgico Menedo por el periudo Formativo Medio en ias regiones periféricas y septentrionales de la subdrca; la misma deficiencia debe ser la causa del eseaso conocimiento que aun tenemos so- bre el Formativo Superior, a pesar de la enorme importancia que tiene para enten- der el desarrollo de nuestro pasado pre- hhispénico. Si bien el intercambio entre diversas en- tidades socio-culturales de diferente tradi- cién cultural, y Ia movilidad espacial, han sido anentes, con. diferentes intensi- dades, a Io largo de toda la prehistoria, no es. necesario recurrir a estos mecanismos como los timicos medios para anterpretar los cambios cualitativos y cuantitativos que registramos en el periodo Formativo Su- parlor y en el de Desarollos Regionales especialmente, en el sentido de pensar, por ejemplo, que la cultura Santamariana Ne- ga ya formada de otra regién fuera del noroeste, y que se implant sobre la cultu- ra San José, que a su vez habria legado de otra “zona, ete, Son cambios registrados en los distintos elementos constitutivos del modo de produccién de los Pueblos pre- hispdnicos los que han determinado las grandes Iineas de desarrollo cultural del noroeste, aunque sometidos constantemen- te a las limitaciones y posibilidades de integracion ecoldgica alas distintas zonas, y a la rica dinmica de los contactos inter- @nicos y las presiones y contactos en las zonas de frontera, con Ia consiguiente po- “Hay que tener en cuenta al evaluar este >. Jas reservas apuntadas en la nota (11). 187 sibilidad de difusién de mumerosos ele- mentos, Periodo Imperial (1480 - 1536 A:D.) Los incas penetraron hacia elt 1480 en 1 noroeste argentino, bajo el décimo Inca; “al expandirse el Tawantinsuyo, su élite (convertida en dinastia y clase dominan- te) Ilevé a los temitorios y pueblos con- quistados un modelo previo de control ver- teal que ya conocian y utilizaban éstos. (.-.)_al ainpliarse Ta escala se modificaba también el contenido (...) crecen las dis- tancias factibles entre el niicleo y sus islas periféricas, aparece la especializacién arte- sanal concentrada en pueblos de alfareros ‘© de metalirgicos, puede cambiar la situa- cién social y econémica de reciprocidad entre centro y periferia y surgir la explo- tacién de los pobladores de islas alejadas —por ejemplo— los pastores de dedicacién exclusiva de la puna” (Murra 1972: 465). Esta conquista de “islas’ econémicas a larga distancia por grupos de mitimées trasplantados de su medio ambiente y es- tructura socio - econémica original, distin- ta, es un hecho que debe tenerse en consi- deracién al hacer el andlisis de la movi- lidad tanto dentro del fendmeno especifi- camente incaico como en el inmediato posterior (Hispano - Indigena) ** Al romperse la estructura econémica y socio - politica del imperio incaico, los gru- pos indigenas que habian sido integrados a ese complejo sistema experimentarén nuevamente una serie de desajustes, obliga- dos a enfrentar una nueva situacién. En el noroeste los Incas se extendieron instalando tambos y “pequefios centros ad- ministrativos y Falliaros de. joyo, uno de los enales fue’ el de Londres (Catamarca)” (Gonzilez y Pérez 1972: 109), constrayen- do fortalezas como las del Pucaré de An- dalgalé (Peis. de Catamarca), instalando sus construcciones como verdaderas “intru- siones de unidades de sitio” (Lathrap 1956, Nijfiez Re iro y Tarragé 1972: 37) como la “Casa Morada” de La Paya, Potrero de Payogasta y Cortaderas (Pcia. de Salta), ‘0 modificando la estructura arquitectonica Esto debe haber faciltado de algin modo Ja penetracién del espafiol, que habria eneontra- do ante sia algunas poblaciones: relativamente Aebilitadas por la falta de tiempo para realizar una én convenient a esa nueva situacién impnesta por los incas 188 VICTOR A. NUSEZ REGUEIRO de los poblados preexistentes, como en et Pucara de Tilcara (Pcia. de fy) alo largo de caminos (Strube Erdmann 1963) ya utilizados con frectiencia en los perio- dos anteriores como rutas de intercambio y migracién. = La influecia incaica, en términos de si- tuaciones de contacto cultural, dejé sus ras- tins.en el norte ay agers »peiin de les de rasgos sin Prdleionga, hats Ie fasisn ds seciades de sitio (Nufiez Regueiro y Tarragé 1972). Esta gama de intensidades en los contactos con los pueblos paren existentes ori- gind diferentes alteraciones en el proceso, que en algunos casos posibilité aun un mayor nivel de desarrollo de la subarea considerada en conjunto, como por ejem- plo una mayor eficiencia en los instrumen- tos de produccién, y el empleo del bronce para usos diarios. elementos no lle- ‘on a desarrollarse al cortarse el proceso Soe ee 7 Las tradiciones culturales preexistentes continuaron, con algunas modificaciones, hhasta Ja legada de los espaiioles, que pro- ujeron und alteracién radical en el deca- rrollo indigena del noroeste. Etapa de E: ‘Mercantil, Europea (post. 1536 A.D.) Periodos Hispano - Indigena y Colonial. Desde los primeros contactos entre indios ¥. espafioles se originaron cambios sustan- ciales que se acentuaron légicamente con la colonia. La conquista trajo aparejada para los in- Ge ie aoe cee «a bane en la complementaridad ecolégica; las so- ciedades aborigenes habian alcanzado una estructura econémica que la conquista des- truyd, y con ello la posibilidad de sub- sistir con la organizacién social que tenfan entonces. Su organizacién econdmico - so- cial se trastocd radicalmento, y se modifi- cé su patrimonio cultural frente a este cam- Dio de estructura, y la incorporacién de elementos traidos por los espaiioles. Sin embargo, en un primer momento, posiblemente para los grandes valles longi- tudinales del noroeste (Calchaqui, Santa Maria, Hualfin) durante un siglo (hasta el primer tercio del siglo XVII) y para algu- nos lugares de la Puna hasta muy entrado al Colonial, hay una continuacién de los patrones socio - econémicos aborige- nes bisieos. Recién con la eolonizacién efec- tiva, la fimdacién de pueblos. espaiioles en las reas de los valles, y la evangeli- zacién, ve produjp, un cambio vibiento ‘una ruptara total de los grupos indigenas tn todas los niveles: econdimico, soca; relic gios0, con una brusca caida poblacional, Como lo indican las estimaciones, para la época_(Difrieri 1961). Por ello es. valida la distincién de dos momentos: el Hispano- Indigena, como se encuentra itado arqueol6gicamente en Cachi Adentro y Cas- pinchango (Nuiiez jeiro y Tarragé 1972), y el Colonial en los poblados espa- fioles, misiones, etc. Agradecimientos Deseo manifestar mi agradecimiento al Dr. Alberto Rex Gonzélez por haberme permitido leer su trabajo inédito sobre imé- enes duales y anatrépicas, y por el perma- Resi aaeetlgsnue wasn ead ‘Monica De Lorenzi y Marfa Delia Arena y al Sr. Pio Pablo Diaz, gracias a cuyas inves- tigaciones en el sitio Puente del Diablo pu- de sncorporar algunos nuevos elements do juicio sobre el iodo Arcaico; al Dr. Al- erto J. Marcellino, por haberme adelanta- do verbalmente los datos sobre el anélisis de Jos restos humanos hallados en la cueva de Puente Diablo, que utilizo en este tra- bajo; a la Prof. Myriam N. ‘Tarragé por atom ‘ropotelonado informactén sobre Campo Colorado y- observaciones. suma mente titiles respecto a este ensayo, cuyo primer borrador tuvo la gentileza de leer y comentar eriticamente; y a Marta R. A. Tartusi, sin cuya compafiia no hubiera po- dido realizar este trabajo. BIBLIOGRAFIA ee thropology, American 21 = Sale Lake Ci — 1964. A consideration of archaeological research design, American Antiquity 29: 425-41. Salt Lake Gity. =2.1005. Archacological systematics and the study of culture. process. American Antiquity, 31; 203-10. Salt Lake City, CARDICH, Augusto. 1971. Hacia waa interpreta: ‘iin de’ la. prchistoria. de Sudamériea, Anales CONCETOS INSTRUMENTALES Y MARCO TEORICO dio Arqueloga y Btnologia 24.5; 5:32 Mendo- Eo ae ae Fame nacegeea te sue det eeetalate a Santa’ Maria. (Proy- Go. Ctariarca) Revita del Musen de ba Plata (Nuova Seve), Scion ‘Snuroptogia 5: 29~ 132. La Pata 11078 Tent, ia cded protence angen. Sees — 1968, Panorira elas industry pe- teriok ss ord Seeme gpa ne ol 57 Congreso Internacional dé Americonttes 9: 330440 Benes Alves, CIGLIANO, Elsardo My Rodally A. RAFFINO. 1G7S, Tastle om mecalg eatral de adap tact, funciomamiento y otarell de una s- giana pretreat doo ‘Argentina de. Antropologia (Necea Sere). 1668 Ducane Atfer S GIGLIANO, Bdeardo M, Rodolfo A: RAFFINO y Horacio CALANDRA. 1973, Nocvos aperte arn el conoeimlento de las entdaes eet: lareras ris tempranas del Norpeste Argon: tino. Relaciones de la Sociedad Argenting de Antroplogia (Nucta sere) 6: Tine tos Ales GLANKE, David 1. 1968. Analytical Areal Tondon: Methnen " CHANG, ‘Kwang Chih, 1967, Rethinking Ar- Chacdlogy. Now York: Random House, DE LA FUENTE, Niclas Re 1972. Infoone ar Tucligiay bre at Vals ds Yencae Fie. wincla de La, Rioj. Reolta det Tnstito do Antropologin,Unicersidad Nacional de Cordobe 4: 95-12, Cordoba, DIFRIERL, orc 151. Pblin ien colonial, en Argenting Suma de Geog bin Woo. de Aparicio, pp. 1-88. Bute fc ae, FERNANDIZ, Jorge. 1969. La indastia de Mal Pas mately alg pti terrae del Yacoraite euperir (pung. de Juny) Ate de Argun y Biota 23: Bey Mendors, —T871 La edad de ta pled en ta puna de ‘Ascama, Hecate del Insiut do Unicoriiad Nacional de ucumén 3 brie 72138. 8 Mede Tosti, FONSECA MARTEL, Centr, 1972, “La econo- la veel y la cconami. de mercado en ls ‘cmumidadataltetias del Peri, en. Vir de 1 Proolcts Ledn de Husnaco ex 1562 2 pp 317-38. New Yorks Comnell University. FORD, James A” 1069. A comporion of formate culties inthe Amiericay, Washingten D.C Smithooian Tnstitation Press GONZALEZ, Alberto Rex 1950, La extra, Con- othe! del nocorste argentine. Bune Ts Sf 5, Buenos Aire, = 1963, ‘Cultural ‘development jn northyester ‘Argentina. Smlihvonian Micelanoous Collec: tions 146. (1): 105-17. = 1885, Le altura To Aguada del N, 0. argent, Revita det Initio de dia: Uniocrtdad. Nacional de Cordoba 2-9; Sm Cina : Siioer tis erences cleat ca wee NO" argentino, ia: 6 Olavarias = 1872, “The felinte compier in northwest Ar 189 the feline. Dumbarton fei pace tate Sie asp 117 38 Ws cite ae D eactige ad Of aeeuner GONZALEZ, Alberto Rex y Humberto A. LAGI- GLIA. 1570 Nest Nelo le fosadon te ise binite, Neato ar wx eect oc tiones de la Sociedad de Antropolo- Ga (Nueva Sone): 200 Id Bases Kees GONZALEZ, Alberto Rex y Vicor A. NUSEZ TRECUEINO, 1000, Endlyo sobre as tensors manoplas del N, O. ». Boletin det Museo. de Historia Netural 80: 297-90. San- tig, chat GONZALEZ, Alberto Rex_y Vietor A, NUNEZ ECUEINO, 1980. Drelimtsay ‘report on archeological research in Tafj del Valle, N. W. Argentina, Akten des 34, Internationalen ‘Anerlgnidenkongresen 458-96." Wien, GONZALEZ, Alberto Rex y J. A. PEREZ. 1966, Eo iy metiout dae | Jebus del 38 Congreso Internacional de Americantstas at 60° Sov — 1968, Una nota sobre etnobotinica del N. O. eet y Resorts dt 37 cnpro Internacional de Americanistas 2: 209-28. Beeee Gee SSBIT Pinca! rvs Gouna ee ToT Argentine indigena, —ie claps eta eon ‘ute. Bocnos: Ate Paisoe HARDOY, Jonge #1904. Cadadesprecolombinas Buenos. ieee Infinito. HEREDIA, Osvaldo R, 1969. Consideraciones ‘sobre, el contexto y la cronologia de la cultura Gandelaria. Glencia e Investignclon 25 (9) SET M05" Buenos Alto KRAPOVICKAS, Pedro, 1900, La istslcin abo. igen on Pack do Yacorate Bina i 8 Bick. LAGIGLIA, Humberto A, 1968, Pants eltivads en el drea Centro-Andina y su vinculacién Chore eects ater y Meats del oF Congress Intmacionl ao. Amcnconsee $25°98, Buenos Aven — 1060, Secnencle cxftalag del Contr - Oeste ee a ment as meet: 159-74, Mendoza, me LAMING EMPERAIRE, A. et C. BAUDEZ. 1968, “La prdhitois ee La Prékitione, far Leroi - Gourhan, G, Ballon, J. Chavaillon et Av"Lamiog Emperir pp.) 20030 Sei Presses Universitaires de France. LATHRAP, Donald W. 1955. An archaeol: classification of culture contact situations. Memcie of the Sclety for American Arohaco: logy U1: 1-30. Salt Lake City, LORANDI, Ana Maria. 1067, Vatps de Cate faa ae aerate oe Anjucdogie y Bnclogis S2 35°3 Mendo; = a a. — 1970. La difusién cultural precolombina en Ainérica nuclear. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologia (Nueva Serie) 5 (1): 87-35. Buenos Aires, 190, LUMBRERAS, Luis G. 1969. De los pueblos, las cultures y'las artes, del antiguo Pert. Lima. Moncloa = Campodlénico, — 1972 De tos origenes del estado en el Pert. Lima: Milla Batres, MADRAZZO, Guillermo, 1969, Los sectores de cedificacion en el Pacarh de Tileara. Etnia 9: 21-8, Olavarria MADRAZO, Guillermo y Marta OTONELLO DE ‘GARCIA REYNOSO, 1965. Arqueologia del Novos argendon Algunas interprtaciones Funcionales sobre el Periodo Tardio. Etnia 2: 17-9. Olavarria, = 1966, ‘Tipos de instaiacidn repién de la Puna y au borde. Monografay 1 )UEZ MIRANDA, Fy Eduardo M. Cl. GLIANO. 1961. Problems arqueoligicos en la zona de Ingenio Arenal (provineia de Cata- ‘marca, Repiiblica Argentina). Revista del Mu- seo (Nueva Serie), Seccion Antropologia 5: 193-69, La Plata. MEGCERS, Betty J. 1963. “Cultural. develop, ‘ment in, Latin” America: an interpretative overview”, ett Aboriginal Cultural ent jn Latin America: an Interpretative overview. Edited by B. J. Meggors and C. Evans, pp. 131 - 45. Smithsonian Miscellaneous Collections 46 (1). Washington, D. C. ‘MURRA, John V, 1972. “ET control vertical de ‘un ‘miiximo de. pisos ocolbgicas en la eco- noma de las. sociedades en, Visiea de la provincia de Lei de Huanico en {B82 21 420-78. New York: Corel Univer NUNEZ REGUEIRO, Victor A. 1972a. Observa- iones sobre el articuly de NH, Palma: “Soe bre el concepto de periodificacion (...)”. Actualidad Anéropoldgica 10: 24, Olavarria 100, The Alani core of Northen gentina. American Antiguity 35: 133-40. Salt Lake City. = — 1979b. Conceptos tedricos que han obstaci- lzado el desamello de Ia arquelog en Sud- ca, Estudios de Arquoologia 1: 11-35. Cachi, Salta = 1973a, Consideraciones sobre In_periodizactin dol Noroeste Argentino, Ponencia. presentada al “IXth ICAES", Chicago, 1973. ++ 19736, La cultura’ Alamito de la subizea Va- Hiserrana del N.O. Argentino. Journal dela Société des Américanistes 00: 7-85, Paris, NUNEZ REGUEIRO, Vietor y Myriam N, TA- RRAGO, 1972, Evaluacion de datos arqueois- jor: ejemplos de, aculturaclin, Estudios do logia 1: 98-48. Cachi, Salta, OTTONELLO DE GARCIA REINOSO, Marta ¥ Gulllermo MADRAZZO. 1968. Instalacion ¥ economia, prehispéinicas tardias on la Pun aargentina y su borde. Actar y Memorias dct 37 Congreso Internacional de Americanistas 1 85-94, Buenos Aires. PALOMINO FLORES, Salvador. 1971. La, dua- lidad en la organizacién socio-cultural de al on lo VICTOR A. NUSEZ REGUEIRO sgunos pueblos del dren gndina, Actus del 99 fon Internacional de Americantstas. 3: 291-60, Lima. PARDO, Raimundo, 1872, La ciencia y la fos0- fia como saber sin ser. Rosario. Universidad Nacional de Rosario, PEREZ, José Antonio. 1968. Subirea de Huma- Inuaca Actas y Memorias del 37 Te temacional dé Americonitas 2: 27363. Buc. mos Alva — 1973, Argueologia. de las culuras agqontfare- ras de Ia Quebrada de Humahuaea, (Prov de Jajuy, Repiblice Argentina). Amética In- ddigina 88 (3): 861-79. Mexico. PRIMERA CONVENCION NACIONAL DE AN- TROPOLOGIA (If Parte). 1865. Informe Fi- nal, Resistencia, Universidad Nacional del Nor- RAFFINO, Rodolfo A. y Eduardo M, CIGLIANO, 1973, “La Alumbrera” —Antofagasta dela Sierra—. Un modelo de ecologia cultural pre- hispinica. Relaciones de la Sociedad fing de Antropologia (Nueoa Serle) 7: 58, Buenos Aires. RIBEIRO, Darcy, 1070. The culture- historical ccontigurations of the american people. Cu- trent Anthropology 11 (4-5): 403-93. Chicago. — 1971. EL proceso civilzatorio: de ta revoke cigs agricola a la termonuclear. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. SANTILLAN DE ANDRES, Selva, 1951, Datos ee ee ina et Varia, pp. 17-27. Tw coats, Vilieehind Neconu tua SCHAEDEL, Richard P. 1968. On tho definitions ‘of civilization, urban, city and town in pre- historic America. Actas y Memoriae del. 37 Congreso Internacional de Americanistar 1: 5-18, Buenos Aires. SCHOBINGER, Juan, 19652, Zona cuyana (Men- doa y San Juan): sintesis arqueolbgica. Actas atv. ones 425- Gongreso de’ Arqueologia CI 5 1a Serefm, Meneo Anqueolegicn de 1d Se- Labor, STRUBE ERDMANN, Leén. 1963, Vialidad im- ‘perial de los Incas. Desde Colombia hasta Chile Central y Sur do Mendoza (Argentina) ‘con, inclusion ‘de sus proyecciones ortentales, Instituto de Extullog Americanistas, Univer- sidad Nacional de Cérdoba, Serle ‘Historica 33. Cérdoba. TARRAGO, Myriam N, 1968, Secuencias cultu- ‘rales de Ja ctupd_agroalfarera de San Pedro de Atacama (Chile). Actas y Memonias del 37 Congreso ‘Internacional de Americanistas 3: 119-44. Buenos Aires. TARRAGO, Myriam N.y Pio P, DIAZ. 1972. Sitios arqueolbgicos del Valle Calchaqui, Ex tudioy de Arqueologia 1: 49-61. Cachi, Salta. TARRAGO, Myriam N. y Victor A. NUNEZ RE- ‘GUEIRO. 1972, Un diseno de_investigacion arqueologica sobre el. valle Calchaqui:” fase ‘exploratoria, Estudios de Arqueologia 1: 62-85,

You might also like