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— LOS SONIDOS DE UNA ELECCION USICA PARA UN PLEBISCITO pM ) SR Sergio Araya Alfaro Sin lugar a dudas que el oscuro panorama que se dibujé en Chile después del golpe militar de septiembre de 1973, fue sindnimo de muchas cosas, pero sobretodo de silencio, desconcierto y terror. Si hasta esa fecha el pais era practicamente una caldera, no sdlo se debfa al proceso politico- econémico que estaba experimentando, sino ademds a las consecuencias que esto trafa, o mejor dicho, en la forma en que éstas se manifestaban. No obstante, primé un clima propicio y generoso para la creacién; el mismo que se perdié a partir del golpe militar, cuestién casi obvia si pen- samos que se trataba de borrar una parte de la historia que ~aungue bre- ve— se definié en Ifneas generales por una abierta concepcién de «la cultura», De esta manera, el cierre de editoriales, sellos discograficos, imprentas y radioemisoras, y la implantacién de «el toque de queda», se constituyeron en los elementos que iba a utilizar el régimen militar en su cardcter higienizante, porque resultaba definitivamente nocivo y peligro- 30 el reunirse e intercambiar ideas. Uniformar cabezas era la idea, y para esto se dictaron decretos, bandos y se ejercieron diversas medidas de pre- sién que vinieron a regular la vida publica y privada de todos los chile- nos, medidas que afectaron directamente al medio artistico local. El exi- lio, el silencio obligado, o la desercién voluntaria dejaron una escena local bastante alicafda, permitiendo que las instancias artfsticas genera- das por las ramificaciones juveniles del régimen favorecieran la apari- cién de diversos exponentes que por su calidad y heterogeneidad se vol- vian dificiles de catalogar en tendencias 0 movimientos. 1 2 Pero las cosas caen por su propio peso, y ese ambiente de «aqui no ha pasado nada» cuando en realidad hab{a y estaba pasando de todo, no po- dia prolongarse en el tiempo mis allé de lo necesario ni de lo moralmente permitido. Si algo generé la dictadura fue una capacidad de asombro que necesariamente debfa tener su equivalente factico; si no se puede hablar, entonces se puede cantar. De hecho, y ya a fines de los afios °70, la reac- cién més evidente a toda esta situacidn fueron las «pefias folcléricas», encuentros casi siempre furtivos de mtisicos y cantores populares, orga- nizadas por la Iglesia Cat6lica, algtin productor particular 0 los propios participantes, y apoyadas por Radio Chilena, el sello discogréfico Aler- ce, y publicaciones como La Bicicleta, todos medios casi oficiales de la misica alternativa 0 no oficial de la época. El Café del Cerro, La Casona de San Isidro, la Pefia de Nano Parra, y posteriormente en otro contexto, el Garage de Matucana, se encuentran entre los reductos musicales post- golpe. Lentamente habia comenzado a configurarse lo que seria el mapa musi- cal que constituirfa finalmente la base del escenario del plebiscito; el medio no oficial estaba tomando un cuerpo que presentaba una variedad de ros- tros y aristas que no interferirfan en absoluto en el logro de un objetivo comin, que en un principio se remitirfa a la lucha por la vuelta a la demo- cracia. En efecto, el llamado Canto Nuevo, la misica de fusién, los cantautores, y mas tarde, la rebelién punk-rock de bandas como Dadé, Indice de Desempleo y Los Prisioneros, la propuesta tercermundista de los veteranos Congreso y los noveles De Kiruza y Compaiiero de Viajes, la energia de Sol y Lluvia y Transporte Urbano, y la ironfa de Florcita Motuda, confluyeron en Ia llamada instancia eleccionaria, la que tuvo como ente organizador en la parte politica a la Concertacién de Partidos por la Democracia, que con los slogan «Chile, la alegria ya viene» y «Gana la gente», se dio a la tarea de estructurar una campaiia para retornar a algo tan basico y olvidado como el derecho a elegir, a tener opciones Se organizaron las caravanas de la alegrfa con la participacién de los miisicos a través de todo el pais, se popularizé el «Vals del No», y la gente, la que iba a ganar, entendié que estaba frente a una posibilidad de cambio realmente concreta. Los miisicos locales -y en general la gente ligada a la cultura y quehacer artistico nacional— también lo entendieron asi, y con un entusiasmo exacerbado pero en cierto modo justificado, se - dieron a la tarca de elaborar proyectos, hacer peticiones y apoyar a los diversos candida- tos, con la esperanza de que el mentado cambio trajera consigo un espacio para desarro- Jlar las ideas, derecho legitimo si consideramos que estaban innovando y respondiendo a Ja tan manida cuestiOn de la identidad nacional, y estaban colaborando para romper el estancamiento cultural del pafs; porque para nadie era un misterio el derroche creativo que se habfa experimentado en el sltimo tiempo, y que habia que canalizar, para lo cual necesariamente tenian que variar las formas de conexién entre el arte, los creadores y el publico. Enel fondo, lo que se estaba solicitando, eran efectivas politicas culturales que propicia- ran la creacidn y alcanzaran a las nuevas generaciones por medio de -por ejemplo— cambios en la educacién musical. Para todos estaba claro que la cultura no constituia un regalo, sino.un proceso que debfa retomarse; ése era el objetivo final, y por el que los misicos chilenos se comprometieron. Se realizaron las elecciones, gané la gente, y hasta el aire -con un poco de buena volun- tad— podtfa oler distinto, menos denso, mds respirable. Era el aire de los afios "90 y traia una serie de exigencias para los artistas locales, que bien puede resumirse en aquello de a los nuevos tiempos», los que involucraban entre otras cosas un concep- En alguna medida, el plebiscito sirvié para poner en la balanza las diversas propuestas, que en casos como el de Sol y Lluvia, trascendia lo estrictamente musical. Asf, la salida de Pinochet gest6 una pseudo-apertura hacia el mundo cultural que el tiempo se ha en- cargado de develar casi en su totalidad. En efecto, se cambiaron las protestas por el didlogo gpor qué gritar si se puede conversar? Se han realizado cosas, se han generado espacios e instancias para la creacién, y acaso lo mas destacable de esto sea la participa- cién en esas instancias de musicos y gente que particip6 activamente en la movida plebiscitaria. De esta manera, han nacido bajo el alero de los gobienos de la Concertacién, Ja Asociacién de Trabajadores del Rock (ATR), las Escuelas de Rock, y el Centro Cultu- tal Balmaceda, entre otros. Pero {por qué los protagonistas de entonces no pudieron salvar -en su mayoria— el obstdculo de una instancia eleccionaria? Después de duros cabezazos contra el muro que Tepresentaba Pinochet, la movida plebiscitaria vino a caer en cuenta que aquello no era més que la punta del iceberg, un pequefio Alien que escondia la parte més grotesca detrés de un muro que tarde o temprano iba a derrumbarse, En ese-contexto; poco importaba si Se era funcional o no al régimen, pues la sobrevivencia a esa circunstancia no la iban a determinar finalmente los colores politicos o los uniformes; al sonido que venfa lo acom- Pafiaban las multinacionales, las grandes compajifas discograficas, el criterio -o B ” descriterio— de los programadores de radios y televisién, y lo que es més importante: el grado de sacrificio que estaba dispuesto a hacer el ptiblico consumidor de miisica para apoyar a la escena nacional en el marco de las nuevas coordenadas. Ya no estaban todos los que eran, y muchos tra- taban de renacer desde unas cenizas que el sistema no se cansaba de so- plar, mientras otros segufan creando desde y con otras perspectivas, y por ende, en otros espacios. Si bien su nuevo discurso era formalmente dis- tinto, tampoco tenfan cabida en la movida de los ’90, por lo que quedaban reducidos a circuitos pequefios, con escaso poder de convocatoria. Ese - quizés—fue el gran pecado de los «no oficiales»: no supieron —dentro de su ingenuidad y confianza— flirtear con el marketing ni con las leyes del libre mercado que se habfan apoderado de la forma de vida de los chile- nos hacia tiempo, convirtiendo a Pinochet y su s€quito en el fcono de un sistema. El abanico se habfa desperdigado, y el piiblico y los tutores politicos de los mtisicos plebiscitarios se perdieron en la «fuerza laboral» unos, y en cargos de gobierno otros. Entré en juego derechamente el creerse el cuento de la modernidad, la era del jaguar, y la estructuracién de ranking tipo Billboard, en el que no cabfa el sonido sucio, ni la estética de las ocho pistas; quedaba muy en claro que la mtisica obedecfa ala «dindmica del. medio», y que ésta traspasaba la cuestién partidista del momento. Lo con- tingente, la musica antes llamada «comprometida» ya no ocupa el espa- cio de antes, qued6 relegado al plano roméntico en la conciencia de la gente. , Por otra parte debe consignarse que las propuestas que se aduefiaron de los *90 surgieron de un trabajo concebido a partir del oficio y visiones personales: La Ley, Los Tres, Mauricio Redolés, De Kiruza, y Pablo Herrera, por nombrar a algunos exponentes de la escena actual, presentan notables diferencias entre sf, pero los une el hecho de haber comenzado a trabajar en base a un concepto y con anterioridad al plebiscito, sin transar en sus objetivos, Otras agrupaciones, como Congreso, Fulano, Illapu, e Inti Illimani, estan ajenos a la moda precisamente porque basan su traba- jo enuna constante experimentacién y elaboracién del lenguaje musical, tomando elementos del folclore latinoamericano, el jazz y el rock. Pero esa es una arista del problema, porque tal como sefialé anteriormen- te, la cultura es un proceso que debe ser asimilado y entendido. Entonces gaquién le corresponde educar a la gran masa si hasta los medios de comunicacién se fefinen como empresas, y lo mds importante que puede pasar es un partido de fiitbol, una telenovela, 0 un programa de concursos? Si antes se quemaron libros y matrices _discogréficas, ahora ocurre algo peor, los libros no se leen y la misica no se escucha lo “suficiente, no hace ruido. No se trata de caer en un nacionalismo a ultranza, pero una Ydentidad, asf como un pafs, se hace entre todos. {Cémo se entiende un seminario sobre elsilencio de la miisica popular en Chile en 1993, en plena democracia? ;Cémo se debe entender que una de las figuras mas siniestras de la historia de este pais haya pasado a ser un mufieco que puede hacer refr inclusive a los que antes protestaban? Se debe suponer que no es necesario que la vida nacional se fracture brutalmente una vez més para que el respetable ptiblico se una en torno a los misicos nacionales. El problema, en definitiva, no es el gobierno de turno, es el ser nacional que subvalora esa verdadera cola de pavo real, ese crisol cultural que no aceptamos de buena gana salvo para aparentar. Es sinto- mético que las bandas que pululan por el circuito de los pubs, tengan que terminar ha- ciendo covers, y es sintoméatico que se diga hasta el cansancio que no se le cree a los politicos pero que se siga votando por los mismos. Al parecer este pafs en el tiltimo tiempo se desarrollé més por el lado de la ingenierfa comercial que por el humanista. 15

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