Coleccion dirigida por Anne Cheng
JOAQUIN BELTRAN
Historia del |
pensamiento chino
Traduccién de Anne-Iléléne Sudrez Girard
edicions bellaterraReferencias dndstcas
(618907: Dinara Tang
907.960: Cinco Dinas (periodo
de desuniso)
9601279, Dinas Song
Song del one (60-1127)
Lio (Khitan ea Mongolia,
916-1125)
Song desu (1127-1279)
Jin Jorhen en Manchuria
8-123)
1264-1368; Dinastia Yuan (Mongoles)
68.1644: Dinas Ming
1644-1912: Dinan Qing
(Manchies)
1912: Replica de China, wansfrida
Taiwan x pri de 1949
1949: Replies Popular
Referencias ntelectales
Xuanzang (Yogasir)
erode de stsracn del buds:
‘escubas Tiana, Huayan, Tera
Para, Chan
enactment conficano: Man Ye,
Liao
Fan Zhongyan, Ouyang Xiu,
‘Wang Ansti, Shao Yong.
Zou Duayi, Zhan Za, Sa Shi
(Chong Hoo, Chess Vi
a Xi, La Kiangshan
Liu Yin, Xu Heng, Wu Cheng
‘Chen Balsa, Wang Yangming,
‘Wang Tingiang. Lao Qinsin,
LiZbi- Lia Zongzboo
Loctaseate los pridaris del Donglin.
"los eunacos, Sociedad el Renacer,
‘nisioneosjesuias (Matte Rie)
Finals dels vu: Huang Zong
‘Gu Yanvu, Wang Farhi, Yan Yoon
siglo xv: Dai Zhen
siglo ix: Liu engl, Wei Yan,
‘Gong Zichen, Yan Fs, Kang Youwei
Liang Qicho, Tan Sion,
‘Zhang Binglin, Liu Sipe!
‘Movimiento dl 4 de mayo de 1919
4
Introduccién
China
{Qué percibimos hoy de China? Una confusa algarabia en que se
‘mezclan informaciones espectaculares sobre su economfa, noticias
alarmantes sobre su politica, ¢ interpretaciones mas o menos funda-
das acerca de su cultura, China es esa gran porcién de humanidad y
de civilizacién que sigue siendo, en lo esencial, esconocida del mun-
do occidental, sin haber dejado de suscitar su curiosidad, sus sueios,
sus apetitos ~desde los misioneras cristianos del siglo xvu hasta los
hombres de negocios actuales, pasando por los filésofos de Ia Tlustra-
ign o los defensores del maoismo. Como bien dice Simon Leys:
Desde el punto de vista occidental, China es sencillamente el otro polo
de la experiencia humana, Todas las demés grandes civilizaciones 0 bien
stn muerta (Egipto, Mesopotamia, la América precolombina),o bien se
encuentran exclusivamente absortas en los problemas de supervivencia en
condiciones extremas (culturas primitivas). bien son demasiado cerca
‘nas ala nuestra (cultura islémicas, India) para poder ofrecer un contaste
tan total, una alteridad tan completa, una orginalidad tan radical y es
recedora como la china, Slo cuando consideramos China podemos pr fin
_medi con mas exacttud nuestra propia identidad y empezamos a pereibir
{qué parte de nuestra herencia proviene dela humanidad universal. y qué
parte no hace sino reflejar simples idiosincrasias indacuropeas, China es
ese Otro fundamental sn cuyo encuentro Oceidente no podrfa cobrar rel
mente consciencia de los eontarnos y limites dest Yo culturl
En el momento en que resurgen todos los miedas y las tentaciones
de lo irracional que nos hacen oscilar entre el temor hacia el «peligro
amarillo» y la fascinacién por las «sabidurias orientale», parece mas
que nunca necesario poner los cimientos de un conocimiento auténti-
28co, basado en el respeto y la honradez intelectual, y no en una imagen
distorsionante que oculta casi siempre una voluntad de recuperacién.
En una época de fragmentacién de las identidades y de las certezas,
se nos ofrece una ocasién excepcional de analizar los recursos infini-
tamente variados de la inteligencia y de las aspiraciones humanas. En
las postrimerias de un siglo de ruido y furor, la cultura china llega a
un cambio decisivo en una historia continua de cuatro mil aiios. Tam-
bién es ahora o nunca cuando puede establecer un balance para enfo-
‘car con claridad su futuro: jes todavia capaz de alimentarse de su pro-
pia tradicién?, ,qué puede tener gle decir que nos resulte esencial a
‘quienes vivimos en el Occidente moderno?
Inevitablemente, abordamos el pensamiento chino partiendo de
‘nuestros hébitos mentales, pero jlo condena eso al exotismo, a una
pura exterioridad? Por grande que sea nuestro deseo de conocerto, 0
importante ~y lo més diffcil~ es aprender a respetarlo en su especi
cidad: interrogarlo, pero también saber callar para ofr la respuesta; in-
cluso escucharlo antes atin de acuciarlo con preguntas, No trataremos
pues, de sepultar a los autores chinos bajo discursos metodol6gicos, y
‘menos atin de hablar en su lugar, sino, al contrario, de cederles lo més
posible la palabra dedicando una parte importante a los textos. Em-
pecemos por acostumbrar nuestro ofdo a distinguir la miisica propia
del pensamiento chino, sus motivos recurrentes y sus temas innova:
ores,
Es, pues, un espititu a la vez crftico y simpético (en sentido eti-
‘mol6gico), un punto de vista a Ia vez exterior e interior, lo que ha ins-
pirado este libro. Al asignarse principalmente un papel iniciador, no
‘aspira a proporcionar una suma de conocimientos como verdades in-
discutibles, sino a suscitar intereses, curiosidades, facilitando al mis
‘mo tiempo algunos medios para satisfacerlos: algunas claves que po-
«dra resultar tiles al lector antes (y con objeto) de que sea capaz de
forjarse las suyas propias. Lejos de pretender erigir un monumento de~
finitivo, Ia autora ha tenido como tinica ambicién compartir el placer
de frecuentar alos grandes pensadores y su mirada formada a partir de
una doble cultura
Historia
El género en que se ha convertido la historia intelectual constituye
tun ejercicio dificil, dividido entre Ia linealidad de la eronologta y el
trabajo en profundidad de las ideas. Si su utilidad es discutible en una.
cultura determinada en la cual hay comunidad de lengua y de refe-
rencias, lo es menos cuando se trata de dar a conocer & un pifblico no
6
especializado una cultura radicalmente diferente, cuyos modos de ex-
presidn y estructuras de pensamiento parecen no ofrecer ningin pun
‘ode apoyo. Como seiiala Jacques Gemet, «lo més dificil es ser cla-
ro, cuando se trata de hacer participar en un pensamiento que nos
resulta verdaderamente ajeno y que esté anclado en una inmensa tra-
dicién. Ei riesgo de asimilacién abusiva es grande...»?
Pese a que la historia intelectual china no deja de producir a los
‘jos de los occidentales una impresién de repeticién -las problemati-
cas del siglo x1, incluso las del siglo xvi, eiteran una y otra ver. no-
ciones existentes ya en la antigledad-, esa evolucién, no tan lineal
‘como espiralada, no basta para acreditar la imagen demasiado exten-
dda de una sabiduria intemporal e inmutable, Cienamente, no exime
de una perspectiva diacrdnica de la cual los propios pensadores chi
‘nos, preocupaclos ante todo por resolver las cuestiones especificus de
su tiempo, tenfan aguda consciencia, Comprender la tradicién china &
Jo largo del tiempo permite descubrir su diversidad y su vitalidad, cap-
tar sus variaciones y sus constantes. La dimensiGa hist6rica garantiza
ademas la distancia necesaria para el ejercicio continuado de un espi-
itu ritico y previene el riesgo siempre presente de generalizacién y
de extrapolacién, Nociones desarrolladas alo largo de tan larga tradi-
cin no necesariamente revisten el mismo sentido en todas lus épacas,
‘Puesto que intervienen en problemticas y contextos siempre nuevos.
La importancia de la historia proviene de la que China hia dado tra-
dicionalmente a lo social y lo politico, aunque lo individual haya co-
brado relevancia en épocas de desorden. Es preciso recordar aqui el
status particular del intelectual que, sobre todo como letrado-funcio-
nario durante Ia era imperial, rara vez pierde de vista su papel de «con
sejero del principe». Desde Confucio, que desarroll6 en el siglo v
ane. la nocién de «mandato celeste» hasta el declive de la tradicién
ccannica directamente relacionado con la caida del régimen imperial
4 principios del siglo xx, parece que el destino del pensamiento chi-
no sea indisociable del de las dina
Ya.en la remota antigedad, a partir de mediados del segundo mi
lenio antes de la era cristiana, los primeros escritos muestran los ras-
{0s originales de la civilizacién china, arraigada en el culto a los an-
tepasados y en el caricier adivinatorio de la escritura y la racionalided,
Con la formidable apuesta de Confucio por el hombre se forj6 una éti-
cca que a lo largo de la historia no dejarfs de preocupar a la conscien-
cia china. Durante los Reinos Combatientes (siglos 1-1 a.n.e.),el dis-
curso se afta en una extraordinaria profusién de ideas debido a la
‘multiplicaci6n de las corrientes de pensamiento. En ese perfodo es
cuando todo se juega y se perfila: las cartas de partida, los triunfos,
Tos envites, asi como las orientaciones futur.
2Con la unificacién de China por el Primer Emperador Qin en 221
‘ance..el pluralismo de los Reinos Combatientes marca el paso. La
efervescencia intelectual anterior a la instauracién del imperio expe
rimenta una primera forma de estabilizacign con la dinatta Han (206
‘1ne-220).Al tiempo que se establecen ls insttuciones y los habi-
tos poltcos que caracteriarian a grandes rasg0s el sistema imperial,
chino durante sus dos mil aos deexistencia, se perfila una identidad
Cultural china basada en un conjunto de nociones comones Y un pen
Samiento ya formalizado
El momento en que parece triunfar Ia pax sinica, el pensamiento
inicia una nvewa era en que se ve confrontado a su eexterior». Tras Ia
caida dela dinasta Han, en cl siglo y el hundimiento de toda su vi-
sin del mundo, el espacio politico chino sufié una fragmentacion
aque favoreceri el resurgimiento de las corrietes flosicas de los
Reinos Combatientesy i implantacign del budismo venido de fa In-
dia. Aladaptarse ala sociedad y las costumbes china, esta forma de
Pensamiento en principio extranjera transformaria en profundidad
{odo el pstrimonio cultural hasta hacer posible el gran floecimiento,
de los Tang
De igual amplitud que Ia inflvencia budista es el inmenso esfuerzo
llevado a cabo partir de finales del primer milenio por la tradicin
letrada de los Song para volver a plantear sus propas bases en fun-
cigu de hs iueyan carts, Conny reas conta eva eovacion con-
Siderada demasiado libresca,en Ia dinastia Ming se produce en Tos
¢los xv-xv1 un redescubrimiento de las virtudes de Ie introspeccién
‘que, a su ver, suscita como conrareacciéa un regreso alos valores,
Dricticos, acelerado por la instanracién de la dinastia mane de los
Qing
En una époce en que ya tiene asimilado el budismo, el pensamien-
to chino se ve confrontado &latadicin, ain mas ajena, de cris
nism y de las ciencias europeas, primero por mediacién de los mi-
sioneros,y mis adelante a través de os contacts que se mltipican
{To largo de todo el siglo xi hasta desembocaren las agresiones por
Parte de las pofencins occidentale. En el umbral del siglo XX, China
Se encuenradividida entre el peso aplastante de la herencia del pasa
do y laexigenciaimperiosa de responder al nuevo desaio de Occi=
dente, entendido como el de la modernidad misma. El movimiento
iconoclasta del 4 de mayo de 1919 constitvirt et Imite simbélico de
nuestro dseurso: el primero de esta amplitud en dar decididamente la
espalda a una tradicién dos veces milenara, neugurando una nueva
era hecha de contradiccionesy conflictos que siguen sin resolverse
28
Tradicién
Si la cronologfa proporciona un marco y unas referencias genera
les la presente obra se construye en tomo a las preocupaciones prin-
cipales de los pensadores chinos: fo que constituye el eje de las dis.
ccusiones y el problema, pero también lo que queda sobreentendido,
cconsiderado como evidente sin necesidad de explicitarlo, Contraria
mente al discurso filos6fico heredado del Jogos griego, que siente la
nevesidad constante de dar cuenta de sus fundamentos y proposicio-
nes, el pensamiento chino, al funcionar a partir de un substrato comin
implicitamente aceptado, no puede presentarse como una sucesién de
sistemas tedricos. ; Acaso no declara abiertamente Confueio, pese a
ser considerado como el primer autor chino en expresarse en su pro-
pio nombre: «Transmito, sin crear nada nueva»?
Parece, pues, mas razonable poner el énfasis en la evolucién de las
nociones que, al ser casi siempre transmitidas por la tradicién, no son
propias de un autor en particular.‘ Dado que el pensamiento chino pro-
cede de un conjunto de presupuestos, el trabajo propiamente histéri-
co consistiré en circunscribir las cuestiones y los debates que hacen
evolucionar una tradicién mas acumulativa que dialéctica, Chang Hao
habla actualmente de «dislogos internos», entendiendo con eso «dis
cusiones intelectuales de naturaleza especifica que se han prolongado
através Ue lus siglos eu was la wauicion china, Est, al igual que mas
tradiciones de alta cultura, evolucioné acumulando un fondo de cues-
liones ¢ ideas que preocuparon al mundo intelectual generacién tras
_generacién».* Lo que hemos querido mostrar aqui es eémo ha ido te-
Jiéndose a lo largo del tiempo un tapiz de «dislogos internos» que aca-
ban formando motivos en relieve. Se trataré, pues, no sélo de seguit
un hilo cronolégico, sino de esbozar un espacio articulado donde
orientarse.*
{Pensamiento o filosofia?
Cuanto se ha dicho hasta aquf parece impedir que se califique el
ppensamiento chino de filosofia, titulo que se reservan celosamente los
herederos del logos, relezando a los demas pretendientes a los mér-
genes: el pensamiento chino aparece entonces como una fase «prefi-
Joséfica», cuando no se circunscribe al terreno de la «sabidurfan, S
no queda més remedio que admitir que «la filosofia habla griega».
{para qué cuestionar el monopolio de un «arte de crear conceptos»
Gue parece bastarse a s{ mismo? «Oriente», se nos dice, «ignora el
concepto porque se limita a hacer coexistir el vacfo mis abstracto y
29el ser ms trivial, sin mediaci6n alguna» * Se encuentra aqut la expre-
sign de una soberbia intelectual que, asociada a la supremacfa occi-
dental, explica que la etiqueta filosofica, convertida en sinénimo de
‘una dignidad que toda cultura trata de reivindicar para sf, sea actual-
mente tan codiciada. Como ha demostrado Joél Thoraval, China no es
tuna excepcién en lo que se refiere a ese deseo de reconocimiento y se
hha otorgado en la época moderna la categoria «filosofia», adoptando
tun neologismo tomado del japonés a finales del siglo xix (zhexwe
‘en japonés tetsugaku)?
‘Ante lt heterogeneidad de los escritos de los pensadores chinos
(aparte de los tratados que desarrollan un tema 0 una nocién, existe
tuna abundante literatura de comentarios, en primer lugar sobre los clé-
sicos, pero también sobre poemas, cartas, prefacios y ott0s escritos
circunstanciales), no queda més remedio que reconocer Ia dificultad,
de aislar un corpus textual propiamente «filos6fico» diferenciado del
sreligioso», del «literario» o del «cientifico» (pero jacaso los estoi-
‘cos no se expresaron también através de las formas posticas 0 epis-
tolares?). Sin embargo, no se puede negar que existe en el seno de esta
cexuberante tradicién cierto ntimero de textos portadores de intuicio-
nes fértiles que han alimentado el pensamiento durante milenios y que
pponen de relieve una notable coherencia en la visién del mundo y del
hombre, asf como de una gran constancia en el esfuerzo de formula
clon. En efecto, ya a partir de la época preimperial se elabora un lem=
‘guaje que, tras un proceso de afinamiento y de preparacién entre los
siglos V y'ul ance, constituye un magnifico instrumento, maravillo-
samente afilado, que penetra en todos los intersticios de la realidad y
se adapta de maravilla a las suilezas del pensamiento.
Si bien ose lenguaje, lejos de resultar vago, como a menudo se ha
dicho, tiende al contrario a una creciente precisién de la formulacién,
rara Ver cl texto que produce se presenta bajo forma de ilaci6n l6gi-
ca, lineal y autosuficiente por proporcionar las claves de su propia
comprensin. En la mayoria de los casos, el texto consttuye un tej
do que presupone una familiardad en el lector con los motivos recu-
rrentes, Aunque ese lenguaje da la impresi6n de repetir hasta la sa-
cciedad los enunciados tradicionales, como una lanzadera que pasa
incesante, una y otra vez, por la misma urdimbre, a lo que hay que
prestar atenci6n es al motivo que se perfila poco a poco, ya que en é1
se encuentra el sentido,
Rara vez se especifica el objeto de los debates, sin que ello signi-
fique que no hay debates. En los textos de los Reinos Combatientes
tienen lugar auténticas batallas de ideas que, sin embargo, se produ-
‘cen de manera curiosa, sobre todo si se comparan con las polémicas
abiertas de In tradici6n griega, avezada al arte oratoriaen el {gora o el
30
tribunal, en los debates contradictorias nutridos de sofistica y de I6-
gica. En la palestra intelectual de Ja China antigua, Ia regla principal
consiste en descifrar a qué nocin apunta lo que se dice, a qué debate
se refiete y en funcidn de qué pensamiento se puede entender otro,
Los textos chinos se esclarecen a partir del momento en que uno sabe
‘a quign responden. No pueden, por tanto, constitu sistemas cerrados,
ya ue su sentido se elabora en el entramado de las relaciones que los
‘constituyen. En lugar de construirse en forma de conceptos, as ideas
se desarrollan en ese gran juego de referencias que es la wadicién y
{que las convierte en un proceso vivo.
La ausencia de teorizaciGn a la manera griega 0 escokdstica expli-
cea sin duda la tendencia china a los sineretismos. No hay verdad ab-
soluta y eterna, sino dosificaciones. De ello se desprende, en particu-
lar, que las contradicciones no se perciben como irreductibles, sino
‘mas bien como alternativas. En lugar de términos que se excluyen,
predominan las oposiciones complementarias que admiten el mAs o el
‘menos: se pasa del Yin al Yang, de lo indiferenciado a lo diferenci
do, por transicién imperceptible.
En resumidas cuentas, el pensamiento chino no procede tanto de
forma lineal o dialéctica como en espiral. Delimita su tema, no de una
‘vez por todas con un conjunto de definiciones, sino describiendo a st
alrededor citculos cada vez més cerrados. No se trata de un pensa-
‘uiiety indeciso ni impreciso, sino mas bien de una voluntad de pro=
fundizar un sentido més que de aclarar un concepto o un objeto de
pensamiento, Profundizar, es decir dejar que vaya abondando en uno
‘mismo, en su existencia, el sentido de una leccidn (extraida dela fre-
cuentacién asidua de los Clasicos), de una enseiianza (prodigada por
lun maestro), de una experiencia (de las vivencias personales). Asi es
como se utilizan los textos en la educacién china: objeto de una préc
tica més que de una simple lectura, primero se memorizan y luego se
profundiza su estudio gracias alos comentarios, la discusién, la refle-
Xin y la meditacién. Testimonios de la palabra de los maestros, no se
ditigen tinicamente al inelecto, sino ala persona entera; més que ser-
Vir al raciocinio, hay que frecuentarlos, practicarlos y, en definitiva
vivirlos. Pues el objetivo final que se persigue no lo constituye la gra:
tificacién intelectual que es el placer de las ideas, de la aventura del
pensamiento, sino Ia tensién constante de una busqueda de santidad,
No el razonar cada vez mejor, sino el vivir cada vez mejor la natura~
Jeza humana en armonia con el mundo.
31Un pensamiento al nivel de las cosas
El Jenguaje en la China antigua vale no tanto por su capacidad des-
criptiva y analitica como por su instrumentalidad. Si el pensamiento
chino munca siente Ia necesidad de explicitar ni la cuestién, ni el su-
Jeto, ni el objeto, es porque no le preocupa descubrir una verdad de
‘orden teérico. Este aspecto podria quizé estar relacionado con una es~
critura muy particular, radicalmente diferente de los sistemas de no-
tacién fonética propios de las lenguas alfabéticas europeas. De origen
adivinatorio, la acreditan poderes migicos asociados més general-
‘mente a cualquier signo visible.
En lugar de basarse en construcciones conceptuales, los pensado-
res chinos parten de los signos escritos. Lejos de ser una concatena-
cin de elementos fonéticos desprovistos de significado, cada uno de
ellos constituye una entidad cargada de sentido y se pervibe como una
‘«cosa entre as cosas», Cuando un autor chino habla de «naturaleza»,
piensa en el caricter escrito { ~compuesto del elemento 4, que in-
dica lo que nace o lo que vive, y del radical del corazén/mente-, que
dirige su reflexién sobre la naturaleza, humana en particular, en un
sentido vitalista, Por la esencia particular de su escritura, el pensa-
rmiento chino se sitda en Jo real en lugar de superponerse a ello." Esta
[proximidad o fusidn con las cosas responde también sin duda a la re~
Dresentacién, pero no por ello deja de determinar una forma de pen-
samiento que, en lugar de elaborar objetos en la distancia critica, tien-
de, al contrario, a permanecer inmersa en lo real para experimentar y
reservar mejor su armonia,
‘Aparte de la escritura, hay que subrayar las particularidades gra-
maticales del chino antiguo, La filosofia de la Antigiledad griega y la-
tina no se concibe sin la existencia de prefijos privativos, de sulijos
que permiten la abstraccién, etc. Es sabido que la escolistica medie-
val procede en gran parte de una reflexién acerca de las categorfas de
la gramitica latina: distinciGn del substantivo y el adjetivo, de lo pa-
sivo y lo activo (sujeto/objeio), verbo de existencia, etc. En cambio,
el chino noes una lengua flexiva en que el papel de cada parte del dis-
curso esté determinado por el género, Ia marca del singular 0 del plu-
ral, a dectinacin, la conjugacién, etc: us reluciones quedan indica-
das Gnicamente por la posicién de las palabras (recordemos que cada
signo escrito constituye una unidad serndntica) en a cadena de la fra-
se. Por tanto, no hay una estructura bésica del tipo sujeto-predicado
aque tienda a decir algo acerca de algo y plantee implicitamente la
ccuestidn de sila proposici6n es verdadera o falsa, En comparacién con
las lenguas indoeuropeas, uno de los aspectos més llamativos es la
sausencia, en chino antiguo, del verbo «ser» como predicado. Por lo
2
ddoms, la identidad se indica por simple yuxtaposicién, Por wilizar la
formula de Jean Beaulret: «La fuente esis en todas partes, es indeter-
‘minada, tanto china, como érabe 0 india... Pero esté el episodio grie-
80, ls gtiegos tuvieron el extrafo privilegio de llamar a la fuente
No resulta, pues, muy sorprendente que el pensamiento chino no
se haya constituido en campos como la epistemologfa o la I6gica, ba-
sadas en la convicci6n de que lo real puede ser objeto de una descrip-
cid te6rica en un paralelismo entre sus estructuras y las de la razén
‘humana. El proceso analitico empieza por una toma de distancia cri-
tica, constitutiva tanto del sujeto como del objeto. El pensamiento chi-
no, en cambio, se encuentra totalmente inmerso en la realidad: no hay
saz6n fuera del mundo,
Conocimiento y accién: Dao
En este pensamiento situado al nivel de las cosas lo que domina es
la reflexién, no tanto sobre el conocimiento en si como sobre su rela-
cidn con la accién. Destacan dos grandes orientaciones: una consis-
tente en asignar al conocimiento la accién como horizonte (cuidando
cconstantemente de no buscar mas conocimiento que el garantizado por
la accion), otra en negar cualquier validez a la relacion entre conoct-
miento y acci6n (es decir a toda forma de accién garantizada por el
‘conocimiento y a toda forma de conocimiento orientado hacia la ac-
cin). La primera orientacién, eminentemente ilustrada por la tra-
dicién confuciana, se interesa sobre todo por el paso efectivo entre co-
ngcimiento y accién, entendido en términos chinos de relacién entre
lo latente y su manifestacién visible; en cambio, la tradicién daoist
ue representa la principal alternativa, privilegia y cultiva el «mas
‘ac, Jo anterior a lo visible. El eje conocimiento-accién comporta ast
tuna doble vertiente: la de la preocupacién politica (en el sentido de
tuna organizacién del mundo segtin la visi6n humana); y Ta de la pers-
Pectiva artistica (en el sentido de una participacién del hombre en la
‘zestaci6n del mundo). No resulta, pues, sorprendente que se encuen-
tren a menudo ambos aspectos reunidos en el mismo individuo, que
puede ser con toda naturalidad a la vez poeta, pintor, calfgrafo y con-
sejeto del principe u hombre de estado.
Mis que un «saber qué» (es decir un conocimiento proposicional
{que tenga la verdad como contenido ideal), el conocimiento ~conce-
bbido como lo que, sin serlo atin, tiende a la accién— es ante todo un
- se endurece y muere,!*
Relacién y centralidad
La continuidad de las partes al todo también se plantea en la re-
flexién china sobre la relacién, Esta no se ve como un simple lazo
gue se establece entre entidades antes distintas, sino que es constitu-
tiva de los seres en su existencia y devenir. Confucio empieza por si:
{war nuestra humanidad en la relacién que nos une por el hecho de
que convivimos. Los pares de opuestos complementarios que estruc-
turan la visién china del mundo y de la sociedad (Yin/Yang, Cie-
lo/Tierra, Vacfo/Plenitud, padre/hijo, soberano/ministro, etc.) deter-
‘minan una forma de pensamiento, no dualista en el sentido disyuntivo
meneionado anteriormente, sino ternario por cuanto integra la cireu-
lacién del soplo que une ambos términos. En su movimiento girato-
rio y espiralado, indica un centro que, aunque nunca es localizable ni
prefijado, no deja de ser real y constante
Al sugerir la interacciGn y el devenir reefproco que su relaci¢n im-
plica, la pareja Cielo-Tierra no se limita a la simple suma de dos tér-
‘minos, sino que genera el tercer término implicito que es la telacién
orgénica, viva y creadora, que los constituye. Este tercer término,ex-
plicitado por la especulacién cosmol6gica, noes sino el hombre, que,
37por su patcipacién activa, es lo que «temata» el orden edsmico. A
través de ly de lo que fo une con el universo Tos pensadoreschinos
centraron sureflexin en la realidad de «lo que nace entte> en fo que
ésta implica en cuanto a comportamiento moral: és sel sentido de
In nocién de «Medio» (zhong.
La tradaccon de hong no deja de resulta problemsticay sujet
mafentenddos. A la vez nominal y verbal, el tring no indica s6lo
ta centralida espacial que sugiere el sustantivo «medion, sino tam-
big una vi dindnicay activa, Como sutaniv,e la va justa que
implica el lugar adecuadoy el momento propicio; como verbo, es el
tmovimiento del flecha que a en el pleno blanco (epresentada con
Ia graia tf), Al igual que cl arqucro que daenel centr dela diana
en virtue dela simple precision desu gest, que le proprciona su per-
fectay natural armonia con el Dio, cl zhong es pur eficaca del acto
ritual Lejos estamos de la precancién de mantener un «jus medion
éntre dos extremos ode un compromis timorato que se conforma con
un «érmino medio». Sdmmorn de la paradoj: los pensadoreschinos
describieron el Medio como «la extremidad de la viga maestra» (ji i),
la que mantene el conjunto del edificio y dela que deriva todo lo de-
mis." El «Gran Plano» del antigo Lib de los Documentos vein en
clo ia exigenci extrema:
‘Nada inclinado, nada parcial: grande es la Via de fos reyes. Nada par
ada incl: Ilana es la Via de ls reyes, Ni vuelta ats ni desvia-
‘ign: fntegra y recta es la Via de ls reyes. Todo converge en la extrema
cexigenca, todo a ello retorna.*
EI Medio no es, pues, un punto equidistante entre dos términos,,
sino més bien el polo cuya fuerza nos atrae hacia arriba, creando y
‘manteniendo en cualquier situacién de vida una tensin que nos hace
aspirar siempre més a la mejor parte de lo que nace entre nosotros,
Para el pensamiento chino, esto reviste una importancia vital: a falta
de esa tensién, de esa exigencia constante que se mantiene a lo lar-
120 de las mutaciones, el orien dela vida que es el Dao no podria crear-
se ni perdurar, Bfectivamente, el Medio no es sino la ley del Dao. En
el Vacio que la intuici6n daoista cultiva, se reconoce el centro, el Iu
{ar en que las fuerzas vitales se crean y se regeneran para una muta-
Cin armoniosa y duradera.
Mis vale, dice el Laozi, permanecer en el centro»."” Antes que
caer en la fécil tentacién de cuidar las ramas, paree visible y agrada-
ble ala vista, més vale cultivar la raz del drbol, que al extraer vida y
alimento de lo ms profundo de la Tierra mientras erece ~pase To que
pase-hacia el Cielo, es la perfecta imagen de la sabiduria china, de su
38
sentido del equilibrio, de su confianza en el hombre y en el mundo. Es
probable que sea por sus rafces, y no por sus ramas, como el pens
‘miento chino entrar verdaderamente en comunicaci6n con su int
locutor, que tras haber sido budista es, hoy en dia, occidental. Es el
precio de su renovacién.
Notas
|. L'HleueUHonneur I Horeur Essie sur la clare tla poligue chines,
Robe Lffont, Pris, 1991-79-61
2. ease Linellgence de la Chine. Le social elemental, Gallimard, Paris, 1994,
303
3, Enretens(Lunya) VI, eaducein de Anne Cheng. 4, du Seu, Pars, 198,
Del mismo modo que unauor chino no puede extenders fvera des traci el em
‘leo del termi ia (3) que sigrifcasfamiliano clay se usa para refers &
a corrente de pensaieato demuesa qoe Ia radii nee transite como
Ja familiar. Eb lak eneilopeiasy dems clsificacioneso eatlogos, ne doctina se
‘keine no en func de su autor, no partendo de un corpus de textos transmidos Se
seneaci en generis
4, Los elementos biogrfcos ve educirin, por tuo, al minim, y ern menco
dos slo en Ta medida en qu contibuyan Te comprensign del pensamiento de un
5 Chinese Intellectual in Cri: Search for Onder and Meaning, 1890-1911, Uni
‘essity of California Press, Berkey, 1987p 10,
‘6. Laorginalidad dl pensamento chino se perf mucho ms en ss peocups
«ones que en su contenido ei, Desde ena perspestiva parece neces renova
‘nero enc que se mmpusieon saonumsentoss como Feng Youlano Hou Wall, doe
‘uiieron presenta a lost china como una sucess de eis ela qu etna,
ete oas cosas de identifier las concigencias con sistemas acidentales rts
smo marxista idealismo Katianoo pragmatismo anglosjén, vease Feng Youlon.
Zhongguo hese shi Historia dela lasofia china) en 2 vos, publics por prime
ra vez en Shanghai en 1931 y 1934; y How Wail et ol, Zhongguo sisang ongshl
(ister general del pensamiento choo), Sanion saan, Sbanghal, 1980. La obra de
Feng Youlan (Fung Ye-lan eonocis un éxito noahle gracias In excelente agus
al inglés de Deck Bode tlds A History of Chinese Philosphy. 2 vols. Prineton
University Pres, 1952-1883; versign smu condensada y arevtads en francés: Press
“thsore de la pilsophie chinoce, Ed, tu Mall 1985,
"Mas tarde, tambien en ng, aparecieron eompilcionesigalmentesionumente
les pero mis centads en os exes, vase W. deBary, Chon Wing st y Bure, Wat
son! Sources of Chinese Tradition, Columbia University Pres, 1960: y Chang Wing
{sit A Source Book in Chinese Philosophy, Princeton University Press, 1963. Ea
francés, Marcel Grane! abr Ia fa cde un estudio temo con una obra que se envi.
‘i6en cisco. si bien ha quedao algo destasad, véase Ls Pens chinvse, 1984, eb
Albin Michel, 1968. Jacques Gemet, por su parte, describe Ia evolucign dels eas en
| Cina clisica con una sinesis mis generalmenc isn, vane Le Monde chit,
Paris, Armand Colin, 1972,3* ed. revisadny aumentada 1990
7, Frangois Chace, «Du mythe 3 a pense ratonneie,en Pee Aubengue Jean
Bersharé 3 Francois Chalet Miso de ta philesophe: La philosophe pater it
iscle a J-C. out iele ape 1) Machete, Pas, 1972, p.
39£. Opiniga cada en Gilles Deleuze y Felix Guat: Qu'est-ce que la pilosophie?
£4, de Mit, Pari, 1991, 9.90
‘5; Vetse «De ls philewopie en Chine 8a Chine” dans la philosophic: Exist
ue pilosephi ehioise?, Esp, p°201 (ayo 1998) pp. 5:38,
10. Poresta azn nos fa precio important nto cierto mero ~minno-
caracteres chins cya gris determinahe pra comprender ls wacones que repe-
11, Citsdo en Giles Deleuze y Félix Guatai, Qu'estce gue la philosophie?,
p. 9091. Recordemns las abservaciones de Benveniste sobre I mprancia deciiva
‘el verbo “ses pars la caboracin de pensmienoontlgio en ls enguascuopeas
‘ease wesc respectoelimporsnt acu de Angus C. Graham, Being” im Western
Prilesopy Compared with til and yes in Chinese Philosophy Asia Major, 6
‘Be nueva, vol. 8.8° 2 (1961), p. 79-12.
12, Sobre aestin de I verdad seria, véase Chad Hansen: «Chinese Lan
‘guage, Chinese Philosophy and "Teah"», Journal of Aslan Suis, vol 44, 0° 3
(1985), 9p. 491520: y Ie eica de Chisoph Harbsmeie: «Marginal Sino-logica»,
‘en Robert. Alinson, ed, Understanding the Chinese Mind: The Philosophical Roos,
(Oxford University Press, 1989, pp. 158161
13, Zhuang 28y 17,editon Zhuang jis de Goo Qingfn, e a stie ZZIC,
pp. 396 258 Solve Zhuang, vss el cau 4
14, Sobre Confia,e} Laz ye bro de as Musacones, vase mds adelante los
capitis 2,7 y 1
15, Véise poreemplo, Cheng Yi (fiufo de silo x1 acre del cal consular!
capil 18), shu 19, en Br Cheng it 256.
16, Véase Serphin Covvrur, Chou King ec anoles del Chine, red. Cathasia,
1980, p. 201. Sobre el «Gran Plano» Hongfan), un captalo det Libro de los Doct
mento Shuyjing, hase nant ol ap note 7
17 Lanai.
Parte I
LOS CIMIENTOS ANTIGUOS
DEL PENSAMIENTO CHINO
(Segundo milenio
siglo Vane.)