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Textos de: ae Sap wel entes Marco Antonio Campos ‘Gerardo Deniz, Raquel Huerta-Nava a viasbos meee Acasa Qui Juan José intos Barrie Un cuento de José Gtadahipe | Posada V7 Antonio Tabucchi one Torres, David a ronne Domer nge a come ce eeee Poesia reciente de Culiacan iduardo Langagne, Fabian Mufioz, Vistazo a las revistas g Elvia Navarro de Nuevo Leén Vv v a Aguascalientes 200 Bases jodrén participar todos los es- ritores residentes en la Repi- blica Mexicana, Los concursantes deberdn enviar ito de poemas, escrito en espafiol, con tema y forma libres y-con una extension minima de 60 cuartillas, a la Casa de la Cultura de ‘Aguascalientes (Venustiano Carran- za 101, C.P. 20000, Aguascalientes, ‘Ags.)0 al Centro Nacional de Infor- macién y Promocién de la Literatu- ra, en Repiiblica de Brasil 37, Centro, C.P.06020, México, D.F a més tardar el 8 de noviembre de 2002. un libro ing Los trabajos deberdn estar escritos en espafol y presentarse por tripli- cado, escritos a maquina a doble espacio, en papel tamafio carta y por una sola cara. No podran participar: + Autores que hayan recibido el mismo premio con anterioridad. ‘+ Obras que se encuentren parti- cipando en otros concursos en es- pera de dictamen. ‘+ Obras que hayan sido premiadas con anterioridad. + Trabajos que se encuentren en proceso de contratacién o de pro- duccién editorial. E! fallo del jurado es inapelable. La participacién en este concurso implica la aceptacin de estas bases. Premio dinico e indivisible: $200 mil pesos y diploma Publicacién de la obra en la editorial Joaquin Mortiz ‘Mayores informes al publicarse la convocatoria respectiva en los me- ios y en las bases de los Premios de Literatura INBA, y al 5526 0449 6 5526 0219, e-mail: cnipl@data.net.mx dios apro (ACONACULTA - NBA INSTITUTO CULTURAL —_—_PATRONATO DE LA FERIA DE AGUASCALIENTES DE SAN MARCOS DE LIBRERIAS: PRESENTACION 2INOS DEJO EL TREN? | POEMA YSOLEDADES San os tress Fable Maton Jos us Vl a oo ‘TRENES EUROPEOS i Mes Ae Car PERSONAIES, ELESCRITORENEL CINE u1apas, 5 ROSTROSYESPACIOS Gedo dele Tore PRIVILEGIOS VISUALES Lisfologatas dela! Tones 70 yOwid Gea GUIA FERROVIARIA | Soffa Ramirez DE LA LITERATURA EPiLOGO MEXICANA as ‘amanda Santacruz EL SER HUMANO Entrevista con Seo Ort Hern ce SUPRIENTE ‘Evia Navarro Jurado ESTACION DE TREN ‘Claudia Posadas 7 sta del Vale 4 POEMAS 91 Juan Luis Campos FCC vIEIOY RE VIEJO Y Gerard Dene PPOESIA RECIENTE “ ELAMITO {AQUI Selecsonde Mara aranéa _-_-AAUCHOS SALUDOS eae ae is hoe B “AQUEL TREN ” | Traduccién de Eduardo Langagne | Marla Teresa Meneses FANZINES EN. EL CUENTO EN. 5 TES 21 | AGUASCALIENTES e 76 eee TES Puro Vllbos Mercado POSADAYLACATRINA | Sy = inaiesiocte? * DELLECTOR femando Qures antes: ARTISTA DEL | DE TIERRA ee a MUNDORODANTE A TIERRA | Nev head ISLA DECEPCION AGUASCALIENTES Y Be sprees LOS FERROCARRILES = (ha oe kuin wpa) | LAS i Ces Reyes Shain TRANSFORMACIONES | VISTAZOALASREVISTAS | me DE ENRIQUETA OCHOA DE NUEVO LEON Cena Vint Mancin | ean Alans Pubdo EL PARO = tn : Héctor area : IMAGEN Y ACCION. See sens: LOS POEMAS. RECIEN HALLADO- ILUSTRARON ESTE NUMERO EL FERROCARRIL ae DE a ‘Oscar Rivera Roda Eloisa Mora (México, D.F,, 1973). J INCA EL, FERROGAR JORGE ESOL ik hin (Marco, 1978) x ttn 03 Leeaeuae ESCULTURA DE FELGUBREZ, MAS QUE, [PORTADA: Femando Leal Audra, Si Ut SOLAmNTE TOMA ERATE VISIONARIO,PINTOR | puter sea sas a Rodot Revita ane cheeses Robe Rosque tn Coban un ao ee 36 o7 {CONACULTA, Rasa netscomo pessioemta | Vidor Manuel Cirdenas compen Snares fa nemo hc, Se Se ees Seana cence ees Si inier (ataeeteaceteen cartons pean serge, eee _Ritnnom gt entree ot eee ei |Resc teach amt sarsae ees ea |e | Riya ent ade Contr eopian coors. msc NR Neto chute laa ota a scomecnrarmcr ats | ee ‘eee tome Rites | OVAL men Osm ain Dna mc et ‘ge cl San Tae Manco 09 OF Presentacién ientras la red fertoviaria europea y la calidad del servicio de sus trenes se fortalecen, los ferrocarriles mexicanos nos temiten inevitablemente a la nostalgia. Iniciada a construecién, de su red a mediados del siglo x1x, € Porfirio, ésta tuvo una vida gloriosa de apenas cien afos , en la actualidad, su funcionamiento ha yerementad de manera pujante en los afios det prescindido précticamente de los pasajeros, con una actividad restringida a la transportacién de carga pesada. Dirfase que nos desenganchamos del ten y que las propuestase intenciones de rescatar- lo ytejuvenecerlo son mfnimas o inexistentes. El ferrocartles el tema de esta entrega, No es casual que su directora huésped sea la joven poe- a Soffa Ramitez, desde su natal Aguascalientes, ciudad nodal en el eruce de destinos de la red fe- rroviaria, como bien nos lo ree da el investigador Carlos Reyes Sahagin, Asi que, a bordo del ferrocartl y con un punto de partida aguascalentense, Tierra Adentro retorna ala ciudad que la vio nacer, crecer y extender sus ramas hacia toda la Reptblica. Abre la ediciGn un intenso texto sobre trenes europeos, del escritor vajero Marco Antonio Campos, tema que aqui comparte con el sobresaliente poeta Gerardo Deniz. Entre Campos y Deniz una ame- na entrevista sobre trenes y literatura al investigador Sergio Ortiz Hernan, quien hace algunos afios se destacara como director del Museo del Ferrocarril. A su vez, el veracruzano Juan José Barrientos ‘expone sus impresiones sobre los viajes en tren. En cuanto. poesfa y narrativa, incluimos obras de Eduardo Langagne, Héctor Carreto, Rodolfo Revilla, Estrella del Valle, Elvia Navarro y Juan Luis Campos, asf como una seleccién de autores muy j6venes de Culiacdn elaborada por la poeta Maria Baranda. Gonzalo Vizquez Mantecén en- twega una entrevista que realizé a la maestra Enriqueta Ochoa en el cincuentenario de su labor creativa. Desde ultramar, acompafian nuestro trayecto la joven cuentista espafiola Blanca Riestra yel muy famoso Antonio Tabucchi (traducido por Marfa Teresa Meneses). ‘A150 afios del nacimiento del grabador José Guadalupe Posada, oftecemos un ensayo de Arman- do Quiroz sobre la popular y enigmstica Catrina, lo mismo que un encarte con diversos de sus inmor- tales grabados. El ensayo sobre ferrocarriles muestra trabajos del mencionado Reyes Sahagiin y de Raquel Huerta Nava, Asimismo, hay reflexiones de Arturo Villalobos, Armando Oviedo y Joxé Luis Engel sobre temas adyacentes @ nuestro actual interés. El nartador Gerardo de la Torre habla de la eseritura Cinematogrifica. En la seccién de revistas, Armando Alanfs Pulido echa un vistazo a las de Nuevo Leén, y en cuanto a librerias tenemos una crénica de José Luis Velarde. Por tltimo, en el espacio que los lectores estin haciendo suyo, incluimos lo mejor de euan- to hemos recibido. xt 3 —— —— a: Trenes europeos "Marco Antonio Camps (Meco. DF, 1949), peta, ric, narradory promotor cultural ha hecho raduesones de poesia francesa alana. autor, ere mis de una decena de tulos, de La desaparicién de Fabrizio Montesco (1977), Que la ‘ame es herba (1982) y Hemos perdido el reine (1987) in los trenes no hubiera conocido la Europa occidental. Ahora, en pri- mavera de 2002, recuerdo aquellos trenes de mis primeros viajes en la década de los 70, cuando tenfa gran fuerza‘en el cuerpo y velocidad en las piernas, Trenes puleros y exactos de los paises ndrdicos y germénicos, tre- nes italianos que exasperaban a menudo por los retrasos o las sfbitas huelgas que sorprendian al pasajero, trenes griegos traqueteantes y de escasa comodi- dad que anunciaban ya los apifiados trenes orientales de las peliculas policia- as, trenes franceses de los que no recuerdo ninguna queja de nadie, trenes entisimos espaftoles como lento era el tiempo del sombrio régimen franquis- ta..jvaya lejos entonces de la velocidad de ventarrén o fuego de algunos de los de ahora! Borges se sentia mAs orgulloso de lo lefdo que de lo escrito; yo he dicho que me siento mas orgulloso de lo que he caminado. Desde mis primeras salidas en 1972, aprendi a viajar en tren y a caminar ciudades. Pronto me instruf para no Ievara cabo esos recorridos de estupidez y usura que suelen hacer los jovénes asidticos y estadounidenses, que toman el tren de noche en Roma para llegar 4 Viena en la mafiana, de donde toman el tren de noche para llegara Hamburgo, 5 = [Se ee Lists ose aie Jara esi cee hen mle spaniel aever fener as compte canis ies cbr said one de donde toman el tren de noche para Ile- sgaren la mafiana a Parts... gqué puede cono- cerse de una gran ciudad en un dia sin saber de antemano de los puntos culturales y artis- ticos, de las pequerias calles populosas con sus magias sGibitas, de los jardines abiertos ‘alas golondrinas de paso ya las palomas caseras, de los mercados de plazas rumoro- sas mirandose en el color de las legumbres y las frutas, de las perspectivas numerosas del roo det lago, de los atardeceres puir- pus y violetas en las colinas verdes de los paises del sur, de los Alpes en dias de inten- sa claridad en los meses de invierno, de los pequeifos secretos de los idiomas, y menos, mucho menos, cuando no se ha dormido bien y se esti sujetoa la presion y a la fatiga? Qué puede saber de esto una sosegada per- soma que atraviesa los paises en tour, la cual cconove mas hoteles y aeropuertas, autobuses yrtiendas que los momentos de excepcién, como de ensalmo y encantamiento, que uno halla de pronto en paises y ciudades? De muy joven entendi con Borges que ‘nuestra tradiciGn es a oriental: en Europa co- nef gente de la més diversa indole, anduve cen caserios yen villas, callejeé pueblos y ciu- dades, entré a fortalezas y castillos, eré por praderas y bosques, ascend montafas ycoli- ‘as, caminé ala orilla de miltiplesrfos y me smiré larga y eflexivamente en imégenes pre- téritas en las aguas de los lagos, sufr los nales de inviemo y los inicios de primavera cen la Europa central y me deleité en el ve- ano mediterrineo, vi en palacios y museos 1 galerias lamer pintura del orbe, practiqué asiduamente con mayor 0 menor precisién algunas lenguas que he ido olvidando, me di ccuenta de lo indtil de la vanidad ante la fra- gilidad que somos y aprendf que debfa ofr mis al otro y que podia comportarme, segiin la ocasi6n, con las reglas del euro- peo con las reglas del latinoamericano... “Yo viajo para it”, dijo maravillosamente ‘Stevenson, Hospedindome en aquella déca- daenalbergues, de la juventud, en pensio- nes precarias y en hoteles desgajados, los viajes de entonces, hechos con alguna po- breza, no los cambiaria hoy por nada. Jamas tuve envidia de los que se alojan en hoteles de cinco estrellas, porque yo iba para ir. Cos- ino demasiado llegar a Eu- ropa para desaprovechar las horas que llega- ban y se iban como el movimiento de los horarios en los tableros electronicos de las jones del tren. Fuga o suefio o sed de conocimiento, viajaba por eso y por algo més, no importa; lo necesario era viajar para i no detenerse; no perder el tiempo; una ciu- dad ya preparaba la otra. Lejos en la part da de regreso cerca, pensaba en el tren: salir del vestibulo, andar por los andenes, subir los escalones del vagén escogido al azar, tabaa un me) recorrer los pasillos, buscar un comparti- mento solitario para leer o para ver el paisaje ‘oalguno donde se viera una mujer hermosa, Cal vivao ceniza ardiente en las manos, era urgente pari, era demasiado urgente par- tir Yaestaba la maleta en la puerta. Ya tenia. Quizés no habria mafiana. El mafiana que ha legado y en el que siento nostalgia triste por las trenes antiguos que ignoro a dénde partieron o en qué 5™ estacién pararon. WW oie — NAVARRO JURADO Guia ferroviaria de la literatura mexicana ENTREVISTA CON SERGIO ORTIZ HERNAN ‘Sergio Ortiz Hernin ac en a ciudad de Mésicoen 1995, Economia einvestigador, digi el Museo Nacional de lose rTocales de 1995 1987, Impul el Programa Nasional de Rescate del Patimonio Cultural Asia delos Fecal Fue a recor urate vente fos de revista Comercio Exterior del Banco Nacional de Carer ys ato devas eto racionados ‘on el mundo del ferrcar, ol mis destcado es Los frrocaries en Mésico, una vsén scialyeconémice, ha, 1987, Ace unos meses aparecié un texto de Sergio Ortiz Hemnén titulado “Después de los ferrocarriles ya nada fue igual”, un répido vistazo a los primerosaftos del tren en México a través de las cr6nicasy viajes de escritores del siglo x1x. Casi de inmediato incenté concertar una cita con él, pero estaba de viaje y habia que esperar su regreso. Hoy es eldta de conversar can él sobre ese protagonista de la historia, testigo y personaje de muchas paginas literarias, que avin desata una emocién intensa, una mezcla de asombro, misterio y nostalgia. Lego la casa de Sergio, quien me espera impaciente en la puerta. Sin més presentaciones, ‘nos sentamos en la sala y comenzamos a conversar sobre el presente de los ferrocartiles mexi- canos. De poco sirvié el guién de preguntas, que se qued6 en mis manos: saltamos de un tema 4 otto, pero siempre esté ahi como un ruido constante la pasién y el ansia por descubrir en to- das la paginas la presencia de los ferrocartiles, Sergio Ortiz. Hernan es un estudioso, un explora- dor y un viajero imaginario yliterario, INTRODUCCION AL VIAIE Desde hace més de quince aio, usted seha dedicadso ala incestigacién sobre ferrocarviles tanto en la Historia como en a literatura, como nacid esta pasién? Llcgué al mundo del ferrocaril por una casualidad, y es una de las pocas cosas que le agra- dezco al PRI: yo entré a trabajar en la Secretaria de Comunicaciones y originalmente estaba ‘encargado de la planificacién pero de pronto, por grillas internas, me encontré en el bando de los malos y nos empezaron a hostilizar y a perseguir; aunque yo no tenia nada que ver, no ‘nos daban trabajo, tenfamos que estar sin hacer nada, ast que mi director resolvi6 inventarnos uno: escribirla historia dela Secretaria de Comunicaciones. Me encomends la historia de los ferrocartiles en la etapa de la Revolucién. Asi empecé a estudiar el asunto y me di cuenta de 2 engo un libro inédito que revisa la presencia del ferocaril en toda la obra de Lopez Velarde. En uno de sus primeros articulos periodisticos, celebra la construccion de los Fesrocaries, Nacionales de México; en otro habla det Nacional de Tehuantepec y dice {que ojalé nunca caiga se tren en manos cextranjeras 0 que sea privatizado que no se podia entender al ferrocarril s6lo desde la Revolucién Mexicana, por lo que me remonté a principios del siglo XIX, y tampoco por si mismo. Descubri la fuerte conexién del ferrocartly la literatura. Todo ese trabajo desembocé en el libro Los ferrocarriles de México, una vision social y econémica, Después de este libro mi interés, sobre los ferrocarriles se centré en la parte literaria, Toda esta labor de investigacién me permitié ser nombrado en 1995 director del Museo del Ferrocartl, donde estuve dos afios solamente, hasta 1997. Después segui por mi cuenta con la investigacién del mun- ddo del ferrocarrl en la literatura y ahora es- toy comenzando a investiga la conexidn del tren con la pincura ‘ATODO VAPOR Lo mds emblemdtico de los ferrocarriles son sin dude las locomotoras de vapor, con sus nombres fabulosos. Usted tevo la oportunidad de verlas «en funcionamiento, grecuerda con especial cari- ‘fio un viaje? Obviamente me tocaron todavia en uso Jas locomotoras de vapor y, aunque de chico no viajé mucho, s6lo hice los ctisicos viajes a Veracruz y a Guadalajara; alguna vez uve Ja suerte de viajar en la cabina de una loco- motora de vapor y fue una experiencia fasci- nante, quedé todo negro, leno de hollin y hhumo, ain guardo Ja chamarra que llevaba ese dia, Ese viaje lo hice en fa famosa ma- quina 1150, que es una estrella de cine, sa- fi6 en un sinfin de peliculas, por ejemplo, Gringo viejo. Oura locomotora emblemstica cs la 650, que también salié en muchas pe- Kiculas y telenovelas; esta m4quina estaba en Durango cuando ésta era una sucursal de Hollywood; esa locomotora salié en varios westerns protagonizados por John Wayne. Ambas locomotoras estin en el Museo del Ferrocartil, pues son méquinas demasiado valiosas; estén completas y funcionan, pero: cada dfa es mas dificil mantenerlas porque se van muriendo los que saben arreglarlas; ‘ya s6lo quedan algunos viejitos y el conoci- miento que se transmitia de generacién en generacin se ha perdido, pues yannose uili- zan locomotoras de vapor en la mayor parte del mundo, salvo en paises como China, Po- lonia y Cuba, En China se siguen constru- yendo locomotoras de vapor y se utilizan pa ra viajes de pasajeros; esto responde en parte una politica de autonomia tecnolégica, cosa que no se hizo en México, y en cuanto se construyeron dos méquinas de vapor total- mente mexicanas, llegaron las locomotoras PRIMERA ESTACION, CRONICA DEL SIGLO XIX Con la aparicin del ferrocarril e comiensa a descubrir realmente el paisaje mexicano. 1a posibilidad de viajar por place, de esto tratan ‘muchas de las primeras paginas que se dedicaron aliren. Alo largo de todo el siglo XIX abundan las crGnicas sobre ls ferrocariles. Hay infinidad de ellas escritas tanto por mexicanos como por extranjezos, muchas muy importantes. Uno de los que més recuerdo es un libro de cr6nicas de Aurelia Castillo, corresponsal cubana que vinoa México en la década de los 80 rumbo ala Exposicién Universal de Chi- ispuestaa tomar des- de la capital el ren que se llamaba Nacional Mexicano, rumboa la frontera, y en su largo viaje pas6 por San Luis Potosi, Saltillo y Monterrey, de donde fue a Nuevo Laredo. Muchas de estas erdnicas son muy resantes pues no s6lo retratan el viaje en tren y el paisaje através de la ventanilla, si- no toda la €poca, las costumbres y la politi- a ferroviaria de la época. En este sentido, un libro muy interesante es el de Berges, quien era enviado del Diario de la Marina de Cuba, que era el diario de mayor circu- seabre cago. Llegéa Veracr M a lacidn en Latinoamérica, Berges recorre dos veces la ruta México-Veracruz con motivo de la ceremonia inaugural de la linea, en 1873, en la comitiva de Lerdo de Tejada. Es una crénica sobresaliente por todo lo que describe, pues no s6lo habla del ferrocarril yy del paisaje mexicano sino de la politica mexicana, retrataa Lerdo de’ Tejada con una perspicacia formidable, habla de los mag- nates de ferracaril, describe una fiesta en Jacasa-hacienda de campo de Escandén, en “Tacubaya, donde muestra la impresionante riqueza y el boato de los politicos. Angel de Campo Micrés, en su cucnto “Prosa pequefta”, incluido en Ocios y apuntes, describe al tren como un personaje, pero so- bre todo como un ser vivo. Es el primero en presentar al tren como un ser viviente vin- culado al paisaje, como parte de la natura- Teza; dice que es como una luciérnaga que auraviesa los campos, Manuel Gutiérrez Najera tiene crénicas preciosas de viajes a Guanajuato (1882) ya “Toluca, aunque algunos de sus articulos res- pecto del ferocari son de un corte muy na- cionalista. Guillermo Prieto también escribié muchas cronicas, no tanto de viajes al ince- tior de México como de sus viajes a Estados anvel Gutérez Najera tiene cxbnicas preciosas de Viajes a Guangjuato (1882) y a Toluca, aunque algunos de sus artiulosrespecto del fertocari son de un corte muy nacionalista Guillermo Prieto también escribis muchas rénicas, no tanto de vigjes a interior de Meco como de sus viajes a Estados Unidos zea] Escribié £123 novelas yel ferrocari aparece, en dstintos grads y bajo distintas 40 n sus recortidos por ica, Alberto Lom- Unidos; se extiende fs de manera magnit wep bardo tiene un fibro que es mucho mis que tuna erdnica de viaje, es un estudio profun- da sobre Estados Unidos que comienvza des- dle que toma ef tren en Buenavista a Ver pasta Hegara. Estados Unidos. En la fireratura mexicana, lay primer apariviones importantes del ferrocartil —y iad las primeras— son de 1890, Jose ‘To- isde Cuda, en su novela Las fueretas, le ca ung importaneia en téminos node exten- sidn sino del papel que desemperia. “Los: fucreios” son una familia que viene a vivir «la ciudad de México y a la que le sucede toda clave de cosas tertiles desde que toma el tren rumbo a kx capital: ya en la ciudad de Mesico, quedtan eseandlizados.con las c0s- tumbrey depravadas de ka gente moderna, avi que deciden regresar (en tren, por su- puesto} st st pueblo, Coneluyen que ka causa de tlos los males, de la degradacidn de las contumbres, es culpa del fertocartl Este gemploes un buen testimonio del enfrenta- siento dedas mundos. Para unos el ferracarril representa la nueva sociedad de finales del siglo xin, frente la antigua sociedad rural que repu- ia la teica y sus deprecadas costumes. Desde su inauguracion, el ferrocaril trae consign elen- tusiasmo y el recela. Si, existis la visidn del ferrocarril como vehiculo del mal. Esta posicién figura en Malahierta, de Mariano Anucls, donde hay tuna sola alusin al ferrocarril y es en ese sen- tido: un ingeniero norteamericano que esti relacionado con fa consttuceidn de un puen- te ferroviario importante, llega al pueblo y es rechavado porque es extranjero y no es eatélico; pero como tiene dinero, pronto se gana a todos y se le ocurre rapeara una ran- ccherita e ise, pero regresa al pueblo con ella ‘como su seftora de planta y la gente del pue- bilo se escandaliza, Asf se plantea la idea de que el ferrocarril trae lo extrafto, el mal, el getmen que corrompe. PEQUEN]OS MOMENTOS A BORDO DE UN TREN La primera vez que aparece el tren en la obra de Azuela es en el libro de relatos /m- resiones de un estudiante (1896), cuyos tex- tos tienen cardcter autobiogrifico: en ellos se habla de los estudiantes que salen de Guadalajara en tren para ir de vacaciones a sus pueblos. Uno de los relatos se Hama * ‘6 la campana”, un relato muy curioso ¢ in- lusive algo morboso. El estudiante que pro- tagoniza el cuento viaja en tren, va muy contento porque, a diferencia de sus compa- jieros que dejaron sus amores.en Guadala- jara, va a encontrarse con el suyo en el pue- blo; pero se pone a coquetear con una joven pasajera que resulta ser la sobrina del cura, Ella lo ignora y el estudiante, embelesado, describe cémo su conquista ve el paisaje y la locomotora, cémo saca la cabeza del tren para respirar el aire del campos el calor es intenso y, ante la emocién del viaje, la chi- ca no se da cuenta de que se le cae el ma- 0 quillaje, dejando al descubierto sus imper- fecciones, Resulta que es feisima porque esté picada de viruela, El relato termina con que el estudiante se consuela un poco cuian- do recuerda que en la estacién lo espera su novia, que tiene unos ojos hermosos, una piel espléndida y es casi perfecta, salvo por elpequefio detalle de que tiene una pierna de palo. Ouro relato de la primera etapa de Azuela se llama “De paso” (1908), es una breve na- rracién que me parece muy interesante por- ‘que Azucla trata el asunto del viaje de mane- ra semejante a la que hizo Proust aos més tarde en A la sombra de las muchachas en flor En este relato, el narrador viaja en un tren que se detiene en una estacién minscula de un pueblo olvidado; detris de la venta- nilla de la oficina de telégrafos hay una mu- chacha blonda, muy bella, cuyos ojos refle- jan una profunda tristeza, y de inmediato el viajero piensa en el posible origen de sus pesares, un posible amor fracasado o una ¢s- peranza frustrada; pero el tren parte y se Ile- va en su memoria la imagen y su tristeza, En a obra de Proust, el protagonista va a bordo de un tren que llega a una estacién solitaria en la que vea una joven muy her- ‘mosa que vende leche a los pasajeros: al pensar en su imagen, el narrador comienza a tomar conciencia de la belleza, del amor que no ha encontrado y siente deseos de ha- bla, pero el tten parte. El parecido es sor- prendente y el mérito de Azuela es que cuando escribié este relato Proust ni siquiera habja publicado; aftos después, conocie la obra de Marcel Proust y se convirtié en una de sus obras predilectas. .n Dickens, la Eererca tren es muy abundante, Desde Martin Chuzzlewit, quien sale de Inglaterra para ir alos Estados Unidos, donde lo sorprenden los ferocariles norteamericanos, hasta American Notes, que contiene una presencia constante del ferocart a primera novela de la Revolucion es de Andrés Pérez Madersta. En ela hay haciendas, campesinos, caciques y todo el desencanto social, pero nada de trenes. Es Azuela quien presenta el tren vinelado al moviiento revolucionaio. 32 Aleidndonos un poco de la literatura mexicana, Ja presencia de ferrocarrilen a obra de Proust esmury ampliay rica, no lo cree? Desde luego, en el primer parrafo de Por el camino de Stoann ya apacece el tren ligado «ila memoria del que se acuesta temprano no puede dormir y escucha el tren que pa- saa lo lejos reveléndole la inmensidad del paisaje. Dentro de Ex busca del tempo perdi do, Proust crea un ferrocarril, inventa sus tu- tas, los nombres de las estaciones ya bordo de ese tren ocurren muchas cosas importan- tes, Es tremenda la presencia del tren. DE REGRESO POR LOS CAMINOS MEXICANOS, Volviendo a la obra de Azuela yaa presen- cia del ferrocarril en ella, podemos citar mu- chas novelas del periodo anterior al de a no- vela dela Revolucion, Una es Las racasads, donde aparece una sola alusi6n al tranvia y ala industria del cransporte que es esencial, porque da un panorama completo de la in- teraccién del transporte de larga distancia con el transporte de la ciudad, que es el tran- B1 protagonista hace una descripeién ‘muy hermosa de fa estacién de llegada. LANOVELA DE LA REVOLUCION La primera novela de la Revoluci6n es de ‘Andrés Pérez Maderista. En ella hay hacien- das, campesinos, caciques y todo el desen- canto social, pero nada de trenes. Es Azuela quien presenta el tren vinculado al movi- miento revolucionario. En Las de abajo apa- rece el tren pero de manera tangencial; no sun personaje, es parte de todo el movimien- to. Los personajes son rancheros que ope- ranen una zona donde todavia no hay ferro- cart En el resto de la obra de Azuela, el tren es un personaje. Creo que entre sus grandes aportaciones a la literatura mexicana esté haber sido el iniciador de lo que Ilamamos novela de la Revolucién, y uno de los pri- meros en dar valor pleno al lenguaje popu- lar, incluir la presencia del ferrocartil como todo un sistema: en su obra estin las estaci nes, el paisaje visto desde el tren, el viaje, eltren como parte del paisaje la locomoto- ra como ser vivo, los usos politicos del tren. Son muy interesantes las descripcfones de viajes a bordo de los trenes revolucionarios, ya que representan una fuente directa para historiadores: se describe muy bien eémo ena viajar en esos trenes y se representan los personajes tipicos de los vagones de terecra, como la vieja que estafa.a los revoluciona- rios diciéndoles que alguien le habia roba- ola maleta con los ahorros de toda su vida. Azucla es tan habil que los revolucionasios cempiezan a confesar sus robos y erimenes, En Las tribulaciones de una familia decente, el ferrocarrl es ya un personaje. La novela presenta a una familia que sale de Zacatecas antes de que la tome Villa, en busca de refu- gio, ala ciudad de México. Azuela dedica capitulos enteros a la deseripeién de la laco- ‘motora los trenes atestados y las porquerias que ocurren en los patios. Hay un fragmento de la novela que muestra la oreja de médi- co de Azuela, pues al empezar el viaje de Zacatecas a Aguascalientes describe a kalo- comotora con términos médicos, dice que Ja locomotora es asmitica, enfisematosa, que apenas levanta vapor, pero que revive cuan- do llega a Buenavista y entra poderosamente en Ia estacisn. Aauela era.un amante de los ferrocarriles, viajé mucho en tren. De hecho, en una de sus paginas autobiogrificas confiesa que él aprendié del campo, de la Revolucién, det ferrocartil, y de todo, en el ferrocartil cribi6 23 novelas y el ferrocartl aparece, en distintos grados y bajo distintas perspecti- vas, en once de ellas. Una de las mis “ferrocaurileras” es Nueou burgues en la que los personajes masculinos relevantes son ferrocarrileros. En ese mundo hay viajes, estaciones y politica durante la adminis- tracién obrera, lo que se conecta con la polit- ca nacional. No olvidemos que el sindicato de ferroca-trileros fue el primer sindicato industrial de Latinoamérica Ese LOPEZ VELARDE TAMBIEN VIAIO EN TREN ‘Tengo un libro inédito que revisa la presen- cia del ferrocartl en toda la obra de Lépez Velarde. Esta presencia es més abundante de lo que uno se imagina, no sélo se encuentra en “No me condenes” y “La stave patria”, poemas que tienen una légicaferroviaria en dos estrofas como “el tren como agui- naldo de jugueteria” y “el barullo de las estaciones”. Estos versos nos ‘muestran c6mo el viaje comienza y termina en la estacién y se reini- cia, También encontramos trenes en sus ensayos eriticos y, sobre todo, en sus articulos politicos, en los que hay datos importantes so- bre el ferrocarril. En uno de sus primeros artfculos periodisticos, celebra fa construccién de los Ferrocarriles Nacionales de México; en otro habla del Nacional de ‘Tehuantepec y dice {que ojalé nunca caiga ese tren en manos ex- tranjeras 0 que sea privatizado (aftos después, algin diputado plante6 cl earicter estratégi- co de esa linea para Estados Unidos y, gra- ciasa su iniciativa, la linea de Tehuantepec no fue concesionada). Es sorprendente, exist toda una legion de admi- adores de los trons, pginas de Internet con in- formacién especializada,catélogos de misica sobre trenes, hordas de madelistas, publicaciones, concenciones'y de nitis gue sin haber viajado en tren tienen un cario especial por estas méquinas. 2A qué atribuye este fendmeno? Creo que se debe a que el tren es un ser vivo. Es frecuente encontrar en la literatu- ra comprensiones de la locomotora como un ser vivo, como drag6n, serpiente, caballo, etcétera, En efecto, la locomotora vive y siente, se queja, resopla, uno puede sentir que vive y no hablo sélo de ta locomotora de vapor: las locomotoras diesel eléctricas, aunque son muy distintas, también transmi- ten esa impresin. Ks ficil imaginar al tren como un ser vivo, la locomotora como fa ca- beza y el corazin, los carros como el cuer- po, dotarlo de una gran imagineria de la que carece otro medio de transporte, con excep- Az de Campo crs 1 describe al tren como un personae, pero sobre todo como un ser vivo. Esl primero en presentar al tren como un ser vviente vineulado al pase, como parte dela raturaleza; dice que es como una luciémaga que atravies ls campos. 43 marae 5 frecuente Eoesoraren fa literatura comprensiones de la locomotora como unser vivo, como dragon, sespiente, caballo, etcétera, En efecto, la locomotora vive y sient, se queja, resopla, uno puede sentir que vive [.] Es fécilimaginar al tren ‘como un ser vivo, la locomatora como la cabeza y el corazon, 4os carts como et cuerpo, dotario de ‘una gran imagineria de la que carece otro medio de transporte, con excepcién del bareo. 44 cién del barco. Ambos han sido los vehiculos de los grandes viajes, han cruzado continen- tes, atravesado paises; ahf estin el Orient- Express y el Transiberiano. Los autores sealistas y naturalistas dedicaron al ferrocarril extensas descrip- ciones, convirtiéndolo en protagonista, tren se convirtié en un auténtico persona- je que vive y muere, lo que es muy claro en La bestia humana, de Zola. Hay un choque impresionante provocado por una guardabarreras celosa que atraviesa un ca- rro para que choque el tren que viene de Havre, Bs espléndida la descripcién de la muerte de esta mujer, porque la locomoto- aes una mujer. La historia parte de un win guloamoroso entre ell, cl maquinistay el fo- gonero, La locomotora esl famosa Lison, que es la maquina emblematica de Zola, quien describe la muerte de la locomotora como si fuera una persona: dice cémo le revien- tala caldera y quedan los tubos al descu- biesto como visceras; finalmente, exhala su tiltimo suspiro. La locomotora era la mu- jer del maquinista y del fogonero LAHISTORIA SOBRE RIELES El ferrocarril ha sido escenario y testigo de grandes y pequefios acontecimientos, Parte dela Iistoria ha discurrido sobre rides, desde la firma de La pass deVersales” a bordo de un tren has- 4a las asalosatrenes en la Revolucion Mexicana, ud ese hecho histrico a bordo de un tren que més lo ha impresionado? ‘Son incontables los datos, pero el que més ime impresiona es el primer ferrocarril del ‘mundo ereado como empresa ferroviaria: el Liverpool-Manchester, que fue el primero cn transportar todo con méquina de vapor. No fue el primer fesrocarril, pero sf el pri- mero que se organiz6 como empresa en 1830, El primer ferrocartil fue el Stockton and Darlington, un ferrocarril minero que cen 1825 sélo transportaba carbén con una -méquina de vapor mientras que los pasajeros se desplazaban en carruajes adaptados so- bre una plataforma tirada por caballos. Algo gracioso es que este ferrocarril empez6 a transportar pasajeros gracias a unas faculta- des que la empresa propieraria cedié a unos subcontratisca; la dueia de la linea les co- braba por transportar pasajeros con caballos; asf nacié el transporte de pasajeros en ferro- carril. Elaboraban contratos muy extrafios la empresa prestaba dinero a un seilor para ‘que comprata fos caballos y una cléusula de- fa que todo era permitido mientras no con- dujeran borrachos. Asi se logré el permiso ‘para que los caballos fueran por la vias donde se transportaba el carbdn, pero surgieron problemas graves. Existfan laderos para que cuando se juntaran dos carros con pasajeros uno se orillara, pero al encontrarse ninguno se querfa salir del camino y recurrian a los golpes; el que ganaba segufa. La empresa decidié sacar a los subcontratistas y encargar- se de los dos transportes. La otra cosa diver- tida es quea los eaballos de bajada les costa- ba trabajo frenar el tren y se les ocurtié subirlos en una plataforma; hubo un mo- mento en que los caballos se acostumbraron y les gust6 destizarse hacia abajo en la pla- taforma,; ellos mismos se detenian para su- birse a su plataforma. Existe la anéedota de que una vez un caballo se par6 para subirse, pero la plataforma no estaba y entonces in- tent subirse a un coche de pasajeros. EB] ferrocarril Liverpool-Manchester se inaugur6 en 1830 con una ceremonia fastuo- sa, En ese primer viaje iba ‘Tennyson y hubo un aceidente terrible, pues un integrante de 1a Cmarade los Comunes, muy amigo de los ferrocartiles, se baj6 en una de las paradas y nose dio cuenta de que venia en sentido contrario la facomatora Rocket, que era em- blemética de George Stephenson, y se lo lev6, Esa fue la primera muerte ferroviara sin contarla gran cantidad de muerces du- rante fa construccidn de la linea, para la cual se hicieron trabajos impresionantes de relle- no de terreno: la linea cruzaba pantanos y para consolidar las vias hubo que rellenar con millones de toneladas de material. A esto alude la novela de Elizabeth Gazkell, Cousin Phyllis (1864); ella estaba muy ente- rada de los problemas de la construecién, El personaje principal es un constructor de. rrocartiles, y es que el tren es parte de la época victoriana. Bxisten numerosas nove~ las en las que el tren tiene presencia. Uno de los personajes de Dombey & Son, de Dic~ ens, es un cochero que describe al tren co- ‘mo un monstruo apestoso y vociferante y habla de la fllida transformacién de un su- burbio tranquilo de Londres en un merca- do gracias al tren, Es curioso que la literatura veal tren como un instrumento de castigo, como Tolstoi en Ana Karenina, que se suici da lanzandose entre dos vagones para ser aurollada por todos os caros del tren. Otro sui- Cidio ocurte en The Prime Minister, de Antho- ny Trollop, donde un personaje se lanza frente a una locomotora; es el primer suici- dio novelado, escrito en 1875. La obra trata del maridaje entre la politica y las finanzas, EL personaje es un especulador inglés de una empresa ferroviara fantasma que vende acciones de un tren que supuestamente seri {| Mexicano-Pacttico. Trollop inventa un ferrocarril que irfa de Nuevo México a Veracruz y lo juzga como una gran aportacién de la Corona briténi aeste pats de salvaje zados gracias al ferrocarril. Otra novela de Trollop es Doctor Thorne, donde se cuenta lahistoria de un hombre que se hace a si mismo hasta convertirse en un magnate fe- rroviatio. En Dickens, la presencia del tren es muy abundante, Desde Martin Chusslewit, quien sale de Inglaterra para ira los Estados Uni- os, donde lo sorprenden los ferrocartiles norteamericanos, hasta American Notes, que contiene una presencia constante del ferro- cartil, Pero los textos mas destacados de Dickens a este respecto son los pequefios relatos incluidos en Cuentos de Navidad, don- de se habla del empalme ferroviario de ‘Mugby, un sitio en el que convergen ocho lineas y al que llega un jubilado que ha deci- ido dejar todo y marcharse pero que se que- da.en ese empalme, incapaz de tomar nin- ‘guna ruta y sin querer irse de ese lugar casi fantasmagérico, Es un relato impresionan- te que recrea una atmésfera extrafia que to- dos hemos percibido en estaciones fap donde todo parece un decorado. vi quienes serfan civil bviamente Ovrser todavia en uso las locomotoras de vapor y, aunque de chico no viajé mucho slo hice los lisicos viajes a Veracruz y a Guadalajara; alguna ver tuve la suerte de viajar en la cabina de una locomotora de vapor y fue una experiencia fascinante, quedé todo negro, leno de holin y humo, atin guardo la chamarra ‘que llevaba ese dia 45 oye 46 FF.CC. Gerardo Dene (Madi, pana, 1924), poeta, events, ensayta y vader En 1991 btuvo el Premio Xaver iat Entre mis de una decena de ttulos,sobresalen Adrede (1970), Gatypera (1978), Grosso mado (1988) nescricor cuyo nombre he aprendido a callar, para evitar que se rian de mi, opi- naba que los crticos de miisica debian ser sordos y los de pintura ciegos,a fin de «que aleanzaran el nivel de abstraccién requerido por su labor. Pues bien, mi caso ¢s parecido: luego de una primera infancia rica en trastados ferroviarios (pues fueron muy Enticos viajes), de sesenta afios a esta parte sélo he hecho, hace acho, cua- {to recorridos en tren, unas quince horas en total. Sé bien, pues, de lo que hablo, Durante mis primeros dos afios, segtin me cuentan, fui traido y Hevado muchas veces entre Madrid, Valencia y Santander. Mi abuelo materno era burécrata ferroviario, y toda Ja familia podfamos viajar gratis. Como es natural, nada recuerdo, Apenas un indefinible ‘malestar asociado al nombre de Perpitiin. Esto indica que se trata del viaje de Espatia a Ginebra, en las giltimas semanas del 36, Cinco afios estuvimos en Suiza, y pasé en fertocarril innumerables ratos. Nada mas ratos, y siempre iguales: entre Ginebra y Nyon, que esté al lado. Es que mi madre expre~ saba, segiin ella, su solidaridad con la repsiblica espafiola negéndose a extender los paseos, dominicales siquiera hasta Lausana. (Bn realidad, como en cierto famoso chiste, la cosa era... jorobar.) A menudo fbamos a Nyon en barco por el lago, pasando ante Coppet, inmor ‘alizado por madame de Stadl, y por la tarde regresdbamos a Ginebra en tren, Inti seria sefialar la eficiencia y velocidad de los ferrocarriles suizos, electrificados todos, 0 casi, los de pasajeros. Al parecer ya en 1940 los trenes de vapor eran sobre todo de mercanefas. A mi, como a todos los nifios, me encantaban los trenes. Los dibujaba incansablemente. Al respecto cescasos los au me planteo, desde hace mucho, un hecho ceurioso: pese a la abrumadora competencia de los aviones, las naves interplanetarias y dems, tengo la impresién de que los nifios actuales estén familiarizados, como siem- pre, con las ocomotoras de vapor y campana centrifuga, que no se ven en el mundo real desde hace langas décadas. (Luego siguieron las diesel, que nunca han sido populates.) Claro que, como en juguetes, o en pelicu- las, o en cuentos, las viejas locomotoras con- servan vigencia, no hay que asombrase, solo que yo no hubiera esperado tanta. Es como los dinosaurios: hoy todos los niiios se los saben de memoria, aun sin haber visto rninguno de verdad. Naturalmente, los nifios—y algunos no tan pequefios—sofidbamos con los tren citos eléetricas y maravillosos que se vefan cen las grandes jugueterias, pero eran carsi- ‘mos y nunca conocf a ningiin coetineo mio que poseyera uno de aquellos tesoros. Yo fui duefio de una locomotora y un par de vago- nes, pero de hojalata, de cuerda, que ape- nas permitia al convoy dar vuelta y media a un triste cireulo de vias, de un metro de di- metro, Aun asi, fui afortunado. No obstante, habia recibido ya una pufialada de orden ca- si metafisico, que todavia hoy me entistece. Antes de tener mi trenecito de hojalata, me conformaba con alinear taruguitos de madera de colores, y empezar la fila, llaman- dola tren, con gran satisfaccién de mi gata, Feliciana I, que lo revolvia todo, para enojo mio. En todo caso, aquellos falsfsimos fe- trocarrilitos me entretenfan bastante. Pues bien, una tarde se me permitié contemplar largamente un escaparate inmenso, acrecen- tado por el hecho de tener yo cinco afios. Dentro habia todo un paisaje, por el cual co- irfa un trenecito eléctrico estupendo, que subfa, bajaba, viraba, cruzaba un puente, atravesaba un tunel. Contemplé arrobado. Ala mafiana siguiente hice uno de mis tre- e planteo, desde hace mucho, un hecho curioso: pese a la abrumadora competencia de los aviones as aves interplanetarias y demas, tengo la impresion de que los nifios actuales estén familaizados, como siempre, com las locomotoras de vapor y campana centrifuga, que no se ven en el mundo real desde hace largas décadas (Luego siguieron las dlesel, que nunca han sido populares) © Stora dose tmoniad cota anor als (mee iy Conn coma de ea Soins or 39 ue ctmepr mde der enna ce erp capo vo cos peataere exes veri berate ata sar encleuce wpe ater ben dni wens rose nes de taruguitos. De pronto me llegé el re~ cuerdo del escaparate de la vispera. Nor- ‘malmente me habria contentado con unos momentos de reflexién melanedlica, pero aquel dia, quién sabe por qué, mi pena fue infinita, ontol6gica, y, como dicen los ltera- tos, “senté que dentro de mf algo se rompia si fue, en efecto. —Esto , tte para siempre”. que hago no son trenecitos —pensé necito era el de ayer. Se acabaron los trene citos de madera. Reanudo la misera lista de mis recorridos en ferrocarril. En abril de 1942 dejamos Gi- nebra para siempre. Del viaje hasta Marsella conservo nada més la vista de un R6dano gris y triste, Dias mas tarde, luego de una terrible cuesta artiba en Orin al amanecer, a fin de aleanzar el tren, veinticuatro horas hasta Casablanca, una pesadilla para los adultos, de pie, mientras los nifios dormia- mos, sin saber que pasibamos por Fer. Ya en Veracruz comienzan las sorpresas, pero por la noche del dia mismo de nuestro

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