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‘Revista de Estudios Andaluces, n.° 11 (1988), pp. 109-136 LAS DIVISIONES TERRITORIALES EN LA CIUDAD DE CORDOBA Alfonso MULERO MENDIGORRI* 1, INTRODUCCION La ciudad, cada vez en mayor medida, es el marco espacial sobre el que se desarrollan multitud de andlisis de la mas variada indole —econémicos, demo- graficos, sociolégicos, geogréficos,...— por parte de los estudiosos de la real dad urbana, entendida ésta en toda su extensién. A la vez, y como consecuen- cia de lo anterior, estamos asistiendo a un debate basico! en torno a las divi siones territoriales empleadas tradicionalmente como soporte de los acerca- mientos cientificos a los niicleos urbanos. No obstante, el problema se plantea en una doble vertiente ya que no sdlo los citados especialistas han echado en falta unidades de andlisis s6lidas, coherentes, operativas y compatibles en la medida de lo posible. También la Administracién Local —y en mayor grado si se quiere— ha padecido y padece esta necesidad, optando por ignorarla en la mayorfa de los casos, y pasando por alto el apoyo técnico necesario en la elaboracidn de unas divisiones territoriales que, con carécter oficial, han con- figurado la base de la ordenacién en las ciudades espafiolas durante décadas. * Departamento de Geografia. Universidad de Cordoba. 1, Ver en este sentido fos trabajos de Martin Garcfa, A.: «Sevilla: Puzzle de Divisiones Territo- riales», Rev. de Estudios Andaluces, n.° 7, 1986, pp. 61-75; y «Divisiones territriales basicas ¥y primarias en la ciudad de Sevilla: condiciones para una ordenaci6n funcional de su espacio urbano». Ciudad y Territorio n.° 68, 1986, pp. 119-123. Asimismo, son interesantes en esta nea desde el trabajo pionero de Abascal Garayoa, A. («Una aportacién al estudio geogréfico de la ciudad: ta delimitacién del barrio». Geographica, Julio-Diciembre de 1954, pp. 68-74) shasta los més recientes de Carreras i Verdaguer, C. («El barrio. Aspectos conceptuales de un clemento bésico en la orgenizacién del espatio urbano». VII Cologuio de Geografta, A.G.E., Pamplona, 29 de Septiembre a 2 de Octubre de 1981, Tomo IT, pp. 333-336) y Gaviria, C (cEI barrio en los estudios de Geografia Urbana. Una propuesta de delimitacién». VII Colo- quio de Geografia A.G.E., Pamplona, 29 de Septiembre a 2 de Octubre de 1981, no publi- cado). fy 110 Alfonso Mulero Mendigorri Ante esta situacién los que se han visto necesitados de un soporte territorial en sus estudios urbanos han obrado de diferente forma. Una linea de actua- cién viene definida por aquellos que han optado por adaptarse a las divisiones vigentes y utilizadas por la Administracién, sin cuestionar la validez de las mis- mas y aceptandolas por la simple raz6n de su origen oficial, De otra parte estan los que han empleado algén tipo de unidad oficial o pseudoficial, sefia- lando sus deficiencias y justificando su uso ante la carencia de otra alternati- va*, Por tiltimo, una minoria de autores se ha enfrentado al problema realizan- do una compartimentacién més coherente del espacio urbano que las exist tes hasta el momento, buscando con ello dar una mayor solidez a su an: a la vez que lograr unos resultados mas rigurosos*. Por nuestra parte hemos pretendido en primer lugar un acercamiento a las divisiones territoriales empleadas por la Administracién Local cordobesa, se- fialando sus principales caracterfsticas que, a grandes rasgos, son coincidentes en buena parte de las ciudades espafiolas. De otro lado, ante la necesidad de conjugar en una célula territorial basica los rasgos propios de la comunidad con la eficacia administrativa, desarrollamos un acercamiento conceputal al is, 2. La mayoria de los estudios que emplean una division de la ciudad como soporte se encuadran en esta linea de actuacién, por ello s6lo citaremos algunos a modo de ejemplo: Casas Torres, J.M. y Bodega Fernandez, M.L: «Primera nota sobre la distribucin espacial de la poblacion de Madrid en 1970» Geographica. Homenaje a Manuel de Terén, Enero-Diciembre de 1974 pp. 213-233; Abellin Garcia, A.: ', E] mismo George en otra de sus obras afirma: «El barrio es la unidad basica de la vida urbana, y posee un nombre que le confiere personalidad dentro de la ciudad>"*, Por su parte Johnston ofrece una definicién con mayor matiz sociolégico y con aportaciones novedosas: «(...) habitualmente dentro de un drea urbana y en él dominan las relaciones cara a cara. Es una comunidad espacialmente de- limitada, Ia existencia de 1a cual es a menudo més facilmente percibida por 12. Carreras i Verdaguer, C.: op. cit., p. 333. 13. George, P.: Dictionnaire de la Géographie. P.U.F., Paris, 1970, p. 353. 14. George, P.: Geografia Urbana. Barcelona, Atiel, 1969 (2.* ed.), p. 94. {10} Las divisiones teritoriaes en la ciudad de Cérdoba 119 los forasteros que por los residentes. Se asume que subculturas separadas exis- ten en 4reas particulares y que estas configuran las ideas y actividades de aque- Ilos que viven alli (...)». Y concluye: «la delimitacin geogréfica precisa es dificil». Tanto George como Johnston dejan claro el hecho de que el barrio tiene unos Ifmites mas 0 menos estables, que pueden quedar definidos atendiendo a diferentes criterios (histéricos, de emplazamiento, de edad o funcionales se- gtin George, y en base a las relaciones humanas dominantes y a la percepcién. del individuo segtin Johnston), con lo que hemos dado un paso importante. También es enriquecedora la definici6n de Audrey N. Clark: «Un barrio es un pequeiio distrito habitado por gente en el que hay contactos sociales cerca- nos y cotidianos, y dentro del cual el individuo se siente seguro, en casa —la patria chica—. Los limites son indeterminados y més fécilmente discernibles por aquellos que vienen de fuera que por sus propios habitantes»"®, La evidencia de los contactos sociales y la mejor captacién de los limites del barrio por las personas ajenas a él, son dos rasgos que manejan tanto Johnston como Clark, y que deben ser tenidos en cuenta en los proyectos de division de la ciudad en unidades de andlisis. Ademés de las anteriores aportaciones puramente tedricas, aunque no por ello menos validas, otros gedgrafos han intentado proporcionar una serie de pautas practicas que leven a una delimitacién efectiva del barrio en el seno de la ciudad. En esta linea Angel Abascal, hace ya més de treinta afios, cons- tataba la imprecision en el establecimiento de los limites del barrio, aportando tres criterios fundamentales de delimitacién: funcional, morfolégico y social; y alcaraba inmediatamente que, aunque distintos, son susceptibles de comple- mentarse: «el criterio funcional se basa en el lugar ocupado por los habitantes del barrio, dentro de la ciudad. Su especialidad, laboral o no, les prestara una impronta muy particular: barrio comercial, industrial, administrativo, intelec- tual, militar, residencial, etc. El criterio morfolgico utiliza datos mas diver- sos: tipo y edad de las casas, materiales de construccién, disposicién de las calles, forma del plano, etc. El criterio social tiene en cuenta el nivel de vida de los residentes habituales»'’. Pese al interés del profesor Abascal por esta~ blecer un método riguroso y completo, no tiene en cuenta en ningiin momento la opinién del vecino, del conocedor del barrio o del simple habitante de la ciudad. 15, Johnston, RJ. y otros: The Dictionary of Human Geography. Oxford, Basil Blackwell Publis- her Limited, 1981, 16. Clark, Audrey N.: Longman Dictionary of Geography, Human and Physical. Haslow, Essex, Longman Group Limited, 1985. 17. Abascal Garayoa, A.: op. cit. p. 68. wy Las divisiones teritoriales en la cludad de Cérdoba CASCO HISTORICO (Ajarqufa) 1, Santa Marina 2. San Agustin 3. San Pablo 4, La Magdalena 5. San Pedro-La Ribera CASCO HISTORICO (Villa) 6. Villa Alta 7. Villa Media 8. Villa Baja 9. San Basilio BARRIOS DEL NORTE 10. u 12. B. rr 15, 16. Valdeotleros Santa Rosa Moreras . Margaritas Brillante Huerta de la Reina Ronda de Cercadilla- Medina-Azahara Ensanche Barrio Naranjo Zumbacin Esperanza Molinos Alta 17. 18. 19. 20. 21 1a LECTURA DEL PLANO BARRIOS DE CORDOBA 22. 23. 24, BARRIOS DEL SUR Sector Sur Fray Albino Miraflores BARRIOS DEL ESTE 25, 26. 2 28 29, 30, 31 32, 33, . Fuensanta Levante Norte . Fatima . Vituela . Cairo ). Caero Santuario Benito de Baiios Aredngel BARRIOS DEL OESTE 34, 35, 36. 37. 38. 39, 40. aL 42, 43, 4. . Ciudad Jardin . Parque Figueroa Parque Cruz Conde Electromecénicas Palmeras . Vallellano Huerta de la Marquesa . Vista Alegre Poligono de Poniente Olivos Borrachos . Poligono del Guadalquivir En cada sector los barrios estén numerados de mayor a menor, en orden a la poblacién que acogen, excepto el «Poligono del Guadalquivir», incorporado a posteriori dada su reciente consolidacién. 13] 12 Alfonso Mulero Mendigorri En el mismo sentido que Abascal, J.L. Calvo Palacios aporté dos criterios de delimitacién fundamentales: el morfol6gico y el funcional'®, 3.2. Concepci6n arquitect6nico-urbanistica En las visiones aportadas por los arquitectos urbanistas acerca del espacio interno de las ciudades ha predominado el componente morfolégico. Segtin Carles Carreras, desde la consideracién de la ciudad como un todo orgénico compuesto de células relativamente aut6nomas, y la paralela concepcién del barrio como nticleo vital, se han desarrollado dos tendencias en la caracteriza- cién del barrio, poniendo ambas el peso de sus percepciones y delimitaciones en los aspectos morfoldgicos"®. Una de ellas es de contenido més espiritual, y la sintetiza muy bien Kevin Lynch: «Un barrio urbano es, en su sentido més simple, un sector de cardcter homogéneo, que se reconoce por claves que son continuas a través del barrio y discontinuas en otras partes. La homogeneidad puede ser de caracterfsticas espaciales (...), de tipo arquitecténico (...), de es- tilo o topograffa. Puede ser una continuidad de textura, de color 0 de mate- rial, de superficie del piso, de escala 0 detalles de la fachada, de iluminacion, arbolado o silueta. Cuanto més se superponen estos rasgos, més fuerte es la impresi6n de una regi6n unificada»””. Y en otro parrafo afirma: «el observador entra en su seno (del barrio) mentalmente (...); siempre identificables desde el interior, también se los usa para la referencia exterior en caso de ser visibles desde fuera»!, Sin embargo, entre las aportaciones de los arquitectos, los anilisis de Aldo Rossi han sido fundamentales, y su concepcién del barrio es considerada por algunos estudiosos del tema como la mejor, mas critica y operativa”: «El ba- rrio se convierte, por ello, en un momento, un sector de la forma de la ciudad, intimamente vinculado a su evolucién y a su naturaleza, constituido por par- tes, y a su imagen. De estas partes tenemos una experiencia concreta, Para la morfologia social, el barrio es una unidad morfolégica y estructural; esta caracterizado por cierto paisaje urbano, cierto contenido social y una fanci6n propia; de donde un cambio en uno de estos elementos es suficiente para fijar el limite del barrio. También hay que tener en cuenta aqui el anilisis del ba- rrio como hecho social fundado en la segregacion de clases o de razas, y en la funcién econémica, 0 en todo caso en el rango social (...)»*3. 18, Calvo Palacios, J.L.: op. cit., pp. 6 y ss. 19, Carreras i Verdaguer, C.: op. cit., p. 334 20. Lynch, K.: La imagen de la ciudad. Barcelona, Gustavo Gili, 1984, p. 127, 21. Ibidem, p. 85. 22. Carreras i Verdaguer, C.: op. cit. p. 335, 23, Rossi, A.: La arquitectura de la ciudad, Barcelona, Gustavo Gili, 1979, p. 105. 4) Las divisiones territoriales en la ciudad de Cérdoba 123, 3.3. Concepcién sociolégica EL componente sociolégico en la percepcién, definicién y delimitacién del barrio urbano esta presente en los andlisis de buena parte de las personas que han tratado este tema. Lo hemos detectado en las definiciones de casi todos los ge6grafos, en las de Lynch y Rossi y ahora proponemos la que considera- ‘mos fundamental, enunciada por Suzanne Keller, que centrada especificamen- te en el terreno de Ia sociologia se ocupa mis del vecindario —entendido éste como el componente social del barrio— que del barrio como entidad global: «Dentro de sus fronteras fisicas y simbolicas, un vecindario contiene habitan- tes que tienen algo en comin, quizé sdlo el medio ambiente que comparten. Esto le da un cierto cardcter colectivo que influye y refleja los sentimientos de la gente sobre la vida en él y los tipos de relaciones que establecen los residentes». Y més adelante sostiene: «La existencia de vecindarios diferen- ciados en Areas urbanas ha sido estudiada mediante dos métodos principales, utilizando indicadores objetivos y subjetivos. En la utilizacién del método ob- jetivo el investigador identifica y localiza areas ffsicamente diferenciadas sobre la base de datos estadisticos y censuales, reconocimiento fisico del terreno e informacion proporcionada por los informadores especialmente conocedores del érea (...). Un enfoque subjetivo utiliza informacién sobre donde compra, trabaja y se divierte la gente de un 4rea determinada, la distribucién espacial de estas actividades proporciona la base para la fijacién de limites (...). Otro enfoque pide a los mismos informadores que indique los limites y la extension de sus vecindarios»? 3.4. Concepcién histérica Las investigaciones de Torres Balbas contribuyen a aclarar el origen hist6- rico del barrio, a la vez que despejan algunas confusiones. Asi sucede con el frecuente error de, una vez establecido el origen musulmén del barrio, hacerlo derivar de la palabra arrabal”*, cuando el término barrio aparecfa claramente establecido en la semantica musulmana: «...las palabras arrabal —rabad— y barrio —hara— se empleaban con frecuencia indistintamente en la Espaiia mu- sulmana, por lo que suelen confundirse ambas agrupaciones urbanas, El pri- 24, Keller, $.: Bl vecindario urbano. Una perspectiva socioldgica. Madrid, Siglo XXI, 1975, p. 131 25. idem, pp. 135 y ss 26. Carreras i Verdaguer, C.+ op. cit., p. 333, afirma: «el gran ingeniero (refiriéndose a Ildefonso Cerda) fall6 en Ia etimologfa al atribuir el origen del vocablo (barrio) a una deformacién del burg germénico, ignorando su claro origen érabe que significa exterior, relativo a las afueras, arrabab>, fs] 124 Alfonso Mulero Mendigorri mer nombre se aplicaba casi siempre a una zona relativamente populosa, den- tro de la cual habia numerosos barrios de extensién variable, a veces formados tan s6lo por una calle, pero no faltan ejemplos del caso contrario»*". Por otra parte este autor insiste en que la desigual extensién de los barrios de las ciudades hispanomusulmanas ha Ilevado a que los diccionarios traduz- can la palabra con que se les designa en lengua drabe —hdra y hawma en sin- gular, harat en plural— unas veces por barrio y otras por calle*®, En todo caso queda claro en la obra de Balbas que el barrio era una realidad presente en la configuracién urbana de la época y en este sentido recoge los nombres de miltiples barrios perfectamente localizados en diferentes ciudades. Asi, en la medina y arrabales de la C6rdoba califal tenemos el barrio de los Zapyali (fun- cionarios de la Corte), el harat al-Tarrazin (barrio de los tejedores 0 bordado- res), el al-Raqgagin (barrio de los pergamineros)...”. A la vista de estos y otros ejemplos puede pensarse que en su origen el barrio tendrfa una acepcin de tipo gremial, si bien estan perfectamente datados multitud de barrios donde no aparecia necesariamente una agrupacién de gentes dedicadas al mismo me- nester. Otras veces barrios y arrabales venfan definidos por su composicién étnica, asf las juderfas, 0 barrios de los judfos, y las mozarabfas 0 barrios de los mozérabes Por tiltimo, es interesante constatar que a partir de su origen islmico el barrio permanecié sOlidamente integrado en las ciudades peninsulares y prue- ba de ello es que hacia 1500 se conservaban los nombres, castellanizados, de bastantes de los barrios de la Granada isl4mica, algunos de los cuales perduran en la toponimia urbana®, En cualquier caso, de este acercamiento parcial a las principales nociones del barrio se desprende que la concepeién geografica es la mas efectiva en la consecucién de una delimitacién del territorio urbano que pretenda apoyarse en aquel. La Geografia, como ciencia de sintesis, posibilita la confluencia de un mayor mimero de indicadores —funcionalidad, antigiiedad, relaciones vi- venciales, morfologia, condicién socioeconémica de los habitantes, etc.— ne- cesarios todos ellos a la hora de alcanzar la divisin territorial integradora a que antes hacfamos alusién, No obstante, las visiones de la historia, urbanis- ‘mo, sociologia y otras disciplinas afines han de ser necesariamente tenidas en cuenta y sus principales aportaciones deben ser engarzadas con las especifica- mente geograficas. 27. Torres Balbas, L Ciudades Hispanomusulmanas. Madeid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1985, (24 ed,), p. 179. 28. Toidem, p. 190. 28. Thidem, p. 191 30. Thidem, p. 192, (16) Las divisiones teritoriales en la ciudad de Cérdoba 125 Antes de seguir adelante, y a modo de recapitulacién, creemos conveniente dejar sentadas las siguientes bases: 1) Que el barrio como tal es, entre otras cosas, una entidad geogratica di- ferenciada dentro de la ciudad y, por lo tanto, un marco adecuado para cualquier andlisis que pretenda considerar las diferentes realidades es- paciales. 2) Que los criterios para la delimitacién del barrio pueden ser numerosos, ero no infinitos, y varios autores coinciden en la efectividad de su apli- cacién, 3) Que el barrio es una realidad viva y, como tal, mutable, por lo que «la delimitacién solamente se justifica en aras de una simplificacién artifi- cial de la realidad que facilite el andlisis, puesto que los hechos fisicos © humanos no siempre tienen un punto y aparte que pueda apreciarse con nitidez»™. A continuacién expondremos a grandes rasgos los criterios aplicados en la divisin de Cérdoba en barrios. 4. CRITERIOS BASICOS PARA LA DELIMITACION DEL BARRIO. LOS BARRIOS CORDOBESES Resulta evidente que una ciudad tan rica en matices como Cérdoba no pue- de ser dividida atendiendo a un solo criterio, ya sea éste de base morfolégica, funcional, perceptiva, ete. Por lo tanto, desde el primer momento nos propu- simos adoptar una metodologfa mixta, que abarcara cuanta informacion fuese necesaria para conseguir una delimitacién de los barrios coherente, sdlida y vivida por los cordobeses en la medida de lo posible. Conviene aitadir que desde el comienzo estuvieron presentes cuatro situaciones que condicionaron la posterior delimitacién, y que en cierto modo resumen el camino recorrido: 31, Calvo Palacios, J.L.: op. cit., p. 5. 32. No debe confundirse esta division en barrios con las existentes en otras ciudades espafiolas. Asi tenemos la de Madrid de 1971 (Ver Bodega Fernéndez, M.I. y Casas Torres, J.M.: op. cit., p. 215) 0 la de Sevilla de 1971 (Ver Martin Garefa, AA.: «Divisiones...», p. 121), que no son sino una compartimentaci6n de los distritos administrativos preexistentes en unidades me- nores a las que, infundadamente en muchos casos, se denomina barrios, Desde un punto de vista territorial estos supuestos barrios se encuentran a medio camino entre la superficie de Ia seccién y del distrito, y respetando escrupulosamente los limites de este iltimo aunque elo suponga fragmentar un barrio con identidad propia. Lamentablemente esta concepcién del ba- rio como mera subdivisién del distrito administrativo esta muy extendida, ya que incluso es una de las acepciones més utilizadas por los diccionarios de la lengua (Ver, por ejemplo, el tratamiento que el Diccionario de la Real Academia de Ia Lengua 20 ed., da a este térmnino). 07) 126 Alfonso Mulero Mendigorri — La existencia de barrios que por una u otra caracteristica —o por la conjuncién de varias— estén perfectamente diferenciados en la ciudad. — La presencia de espacios plenamente vividos por sus habitantes, pero con unos limites difusos, ¢ incluso sin una clara denominacién, — La complejidad de la division del casco hist6rico (Villa y Ajarquia) en barrios. — La conveniencia de que los barrios respetaran —en la medida de lo po- sible y siempre que ello no supusiera la desfiguracién de algin barrio— el trazado de las secciones censales. La razén es doble: de una parte asi sera més fécil aprovechar a posteriori la informacion administrativa asica que nos ofrecen los Censos y Padrones; y en segundo lugar, con esta medida posibilitamos que Ia divisi6n resultante pueda ser empleada por los propios organismos de gestién municipal 4.1, Metodologia A partir de estas premisas los pasos seguidos fueron los siguientes: 4.1.1. Reconocimiento personal y detallado de la ciudad En base a este reconocimiento fuimos estableciendo, en unas tablas confec- cionadas al efecto, las caracteristicas que visualmente sirven para diferenciar cada parte de la ciudad. Se trataba de conocer lo siguiente: tipologfa edifica- tiva, presencia de espacios intersticiales, obstaculos fisicos destacados, funcio- nes predominantes en cada zona, equipamientos piblicos, densidad peatonal y de vehiculos, caracteristicas de los emplazamientos residenciales y caracte- risticas socioecondmicas basicas de los habitantes 4.1.2, Recopilacién de informacién teérica Referida ésta a las diferentes partes de la ciudad, fundamentalmente en lo concerniente al perfodo de implantacién de cada una, el tipo de iniciativa que las hizo posibles y, en suma, a la evolucién que han seguido hasta nuestros dias. [18] Las divisiones territoriales en Ia ciudad de Cérdoba 127 4.1.3. Encuesta directa EI reconocimiento visual y bibliogréfico del territorio dej6 lagunas impor- tantes que procuramos solventar mediante la encuesta a vecinos y conocedores de cada parte de la ciudad. Fue de utilidad fundamentalmente en los siguientes casos: — Cuando la denominacién de una parte de la ciudad se desconocia o se prestaba a confusin. — Cuando los Ifmites entre barrios vecinos (con diferente denominacién) eran confusos. En lo referente a las personas sondeadas, no sdlo fueron residentes en la zona, sino también fordneos conocedores de aquella, tipificados en tres perso- nas: carteros, taxistas y pequefios comerciantes. Eleccién que en aquel mo- mento consideramos acertada y que después vimos reforzada por las opiniones al respecto de Johnston y Clark’. Con anterioridad algunos autores (Lynch, por ejemplo) habian puesto en practica el método de encuesta en este tipo de estudios urbanos obteniendo unos resultados muy positivos. 4.2. Criterios utilizados en la delimitacion Con Ia informacién de base conseguida tras el desarrollo de la citada meto- dologia, més la aportacién conceptual de los especialistas en el tema —antes expuesta sintéticamente— establecimos un conjunto de criterios complemen- tarios que nos llevaron al trazado definitivo de los barrios cordobeses. A tales criterios objetivos unimos nuestra propio opinion en algunos casos puntuales. 4.2.1, Criterio morfolégico Ha sido revisado con detalle por Calvo Palacios** que lo considera criterio fundamental en la delimitacién de areas de andlisis. En nuestro caso hace alu- sién primordialmente, no exclusivamente, a la forma de las construcciones re- sidenciales. 33. Johnston, R.J.: op. cit. p. 2325 y Clark, A.N.: op. cit. p. 412, en su argumentaci6n sobre la definici6n y delimitacién de los barrios urbanos, coinciden en la cuestién de que los forineos perciben mejor la realidad del barrio que, incluso, los propios residentes en él 34. Calvo Palacios, J.L.: op. cit., p. 6. 19) 128 Alfonso Mulero Mendigorri El barrio definido por este criterio contiene un caserio residencial homogé- neo en buena medida, con una disposicién de los ejes viarios sin grandes dis- cordancias internas. Se trata de un criterio bastante extendido (compartido por el 75 % de los barrios), lo que puede deberse en parte a lo tardfo de la expansién cordobesa extramuros, cuyas iniciativas aisladas y su crecimiento «a saltos» han otorgado una morfologia propia a cada barrio. Por su parte una gran porci6n del caserio del caso hist6rico mantiene una morfologia afieja que Dominguez Ortiz ha descrito acertadamente*. Sin embargo, hay una serie de barrios (25 %) para los que sus caracteristicas morfolégicas no son definitorias de su individualidad 0, en todo caso, ofrecen dudas. Sucede esto en Ciudad Jardin, donde esta presente una amplia gama de edificacin residencial —atin existen casas unifamiliares de dos plantas que contrastan con edificios de hasta nueve alturas—, lo cual queda compensado parcialmente por el trazado geo- métrico de sus vias principales y secundarias, que otorga unidad al conjunto. En otros casos como La Esperanza —donde coexisten la propia urbanizacion que le da nombre con toda la variedad edificativa de la calle Alonso El Sa- bio—, o como Las Margaritas —con una heterogenidad abrumadora fruto de su desordenada expansién— es pricticamente imposible una definicién en base a este criterio morfoldgico. 4.2.2. Criterio funcional Todos los barrios tienen una funcién predominante que los caracteriza, sien- do ésta, en la mayor parte de los cordobeses, la residencial. Por este motivo nos hemos limitado a individualizar los barrios que, en lugar de la residencial © conjuntamente con ella, presentan otra funcién caracteristica que ayude a definirlos. En este sentido, proponemos como ejemplos a la Villa Alta con una funcién comercial y de negocios; a la Villa Baja con un claro componente turistico; al Ensanche, con parecida funcién que la Villa Alta, pero con un marcado cardcter residencial que no tiene aquella, etc. En el otro extremo des- tacan Las Moreras y Las Palmeras, cuyo cardcter original de U.V.A.S. (Uni- dades Vecinales de AbsorciGn) los define como bartios de alojamiento tempo- ral para un determinado grupo social, mas que propiamente residenciales. Creemos que en estos casos, mas que en el resto, la funcién ha modelado la forma. 35, Dominguez Ortiz, A.: Andalucia ayer y hoy, Barcelona, Planeta, 1983, p. 50, dice asf: «El cleo antiguo de Cérdoba, por ejemplo, a pesar de destrucciones parciales, se conserva en lo esencial, y ain destila ese aroma centenario, milenario casi, que hace de su caserio el mas {ntimamente andaluz. Ati se reconoce perfectamente el Iimite entre la Medina y la Ajarquia, atin es posible perderse en las callejas de la juderia...». 20) Las divisiones territoriales en la ciudad de Cérdoba 129 4.2.3. Criterio vivencial Se trata de un criterio sumamente importante a 1a hora del estudio del ba- rrio, tanto por lo valioso de la opiniGn de los propios habitantes como por el olvido a que tradicionalmente se ha visto sometido**, En la compartimentacion que proponemos ha jugado un papel fundamental y creemos que es la plata~ forma sobre la que deberian apoyarse todos los intentos de ordenacién terri- torial. En el caso de Cérdoba no ha ofrecido problema alguno en su aplicacién y 30 de los 44 barrios de la ciudad aparecen como plenamente vividos por sus habitantes. 4.2.4, Criterio de connotaciones socioeconémicas extremas Individualiza a ciertos barrios cuyo status socioeconémico hace que resulten diferenciados instanténeamente incluso por los fordneos, Los equipamientos del barrio, y el comportamiento de sus habitantes para con ellos; el aspecto exterior de las viviendas; el hacinamiento; la presencia 0 ausencia de luz y zonas ajardinadas; etc. creemos que son rasgos definitorios de un espacio re- sidencial, y se hacen particularmente acusados cuando se comparan espacios ocupados por miembros pertenecientes a los dos extremos de la escala social. Tal es lo que sucede con la Villa Alta, Ensanche, Molinos, Alta, Brillante, Vallellano y Vista Alegre —todos ellos de alto standing— si los comparamos con el Zumbacén, Moreras y Palmeras, caracterizados por sus pésimas condi- ciones de habitabilidad. En conjunto son 12 los barrios que comparten este ctiterio, y es un indicador a tener muy en cuenta, pues estd demostrado que «buena parte de los barrios mejor definidos son bastante atipicos en cierto modo por estar aislados o estar fuera del curso de la vida urbana, econémica- mente, como los barrios muy ricos 0 muy pobres; socialmente, como en los barrios pobres o en los suburbanos, y culturalmente, como en los guetos racia- les o de inmigrantes»””. 36. En este sentido Carreras i Verdaguer, C.: op. cit., p. 336, insiste en la necesidad de considerar el punto de vista del habitante, en tanto que otras especialistas que han abordado expresemen- te la delimitacién del barrio no han ereido necesario tenerlo en cuenta (ver, por ejemplo, Abas- ccal Garayoa, A.: op. cit. pp. 68 a 74), 37, Keller, S.: op. cit. p. 180. fai) 130 Alfonso Mulero Mendigorri 4.2.5. Criterio histérico Aunque debe ser considerado en todas las ciudades, en Cordoba adquiere un protagonismo especial, ya que buena parte de ella esté ocupada por un micleo hist6rico que hasta el siglo XX fue précticamente el tinico espacio re- sidencial existente —excepcién hecha de algunos arrabales extramuros—**, Este criterio por si s6lo caracteriza a los nueve barrios que se encuentran intramuros. En opinién de Suzanne Keller el criterio de identidad historica es de los que ms aportan en la definicién de un vecindario (soporte vivencial del barrio): «Parece que la gente no identifica, por lo general, las subdreas donde vive por medio de nombres o de limites diferenciados, a no ser que tales dreas estén geografica o socialmente aisladas o tengan una identidad his- torica o de clase definida»®, 4.2.6. Criterio de emplazamiento excéntrico ylo aislamiento Se trata de un criterio que no es contemplado normalmente en estudios a! nes al que nos ocupa, puesto que suele ser considerado un ingrediente més del criterio morfoldgico. En nuestro caso hemos creido conveniente tratarlo aparte a tenor de la es- pecial configuracién del municipio y de su ya sefalada expansién a «saltos». Especial configuracin porque Cordoba tiene en su seno dos verdaderos obs- taculos que definen sus relaciones internas: el rio Guadalquivir y la estacién del ferrocarril. Expansién «a saltos» porque las iniciativas piblicas y privadas anduvieron a la busqueda a suelo barato, y éste lo era, en buena medida, en relacién directa a su distancia al centro urbano —Cajiero, Secem, Barrio Na- ranjo, Fray Albino,...—, salvo en los casos en que el traslado de la alta bur- guesfa a la periferia revaloriz6 ese espacio —E Brillante—. Diecinueve barrios bienen definidos en parte por este criterio. Los emplaza- mientos del Barrio Naranjo y de Las Palmeras son suficientemente ilustrativos de hasta donde puede llegar la desarticulacién de un municipio urbano de me- dianas proporciones (ver Plano 3). 38. Lopez Diputa 39. Keller, $.: op. ci ntiveros, A.: Evolucién urbana de Cordoba y de los pueblos campitieses, Cérdoba, én Provincial, 1981 (2.* ed.), pp. 135 y ss. +p. M45. (22) Las divisiones territorialesen la ciudad de Cérdoba 131 4.2.7. Criterio de limites fisicos nitidamente establecidos Estos limites son, fundamentalmente, las principales arterias circulatorias —avenidas, ferrocarril,...—, el rio Guadalquivir y los grandes espacios inters- ticiales y zonas verdes, Practicamente los podemos identificar con lo que Lynch denominé «bordes»®, y son apreciables a simple vista o sobre un plano de la ciudad en los casos mas claros del Barrio Naranjo y Olivos Borrachos —completamente aislados—; Ciudad Jardin y Ensanche —bordeados por cua- tro avenidas fundamentales—; Sector Sur, Miraflores, Fray Albino y Poligono del Guadalquivir —separados del niicleo urbano por el rfo—, ete. Veinticinco barrios ostentan este criterio con claridad. 4.2.8. Criterio de denominacién inconfundible Corre paralelo al vivencial, pero se han dado situaciones en que los habitan- tes reconocen e individualizan una zona y, sin embargo, ya sea por su implan- tacién reciente u otro motivo, tal zona no responde a una denominacién tinica ¢ inconfundible. Lynch*! y Pierre George consideran a los nombres elemen- tos importantes que hacen cristalizar la identidad de un barrio. Veintiocho ba- rrios tienen en Cérdoba un nombre sélidamente establecido, los mismos que comparten el criterio vivencial, salvo dos excepciones: Poligono de Poniente y La Esperanza, seguramente por su conformacién reciente. 4.2.9. Criterio énico Este criterio es utilizado generalmente en los estudios anglosajones, pues en buena parte de sus ciudades de origen es frecuente la presencia de guetos de diferentes razas y nacionalidades. En nuestro caso nos hemos limitado a considerar el elemento gitano, puesto que contribuye a caracterizar ciertos ba- rrios cordobeses, como Las Moreras, Las Palmeras o la zona alta del Sector Sur. 40. Lynch, K.: op. eit. p. 162. 41. Tbidem, p. 87. 42. George, P.: Geografia Urbana..., p. 94. = 3) 132 Alfonso Mulero Mendigorri 4.2.10. Reajustes del autor Por tiltimo, nuestro propio criterio ha debido ser aplicado a una serie de barrios detallados en el cuadro II, Parcialmente subjetiva ha sido la division del casco histérico ante el escollo que supone su gran homogeneidad interna en diversos sectores, y muy destacadamente en Ia Ajarquia. Subjetiva ha sido también la denominacién otorgada a un grupo de barrios perfectamente indi- vidualizados, pero que carecfan de un nombre tnico e inconfundible, Io que puede ser achacado en la mayoria de los casos a lo reciente de su implantacin en la ciudad, que no ha permitido atin la gestacién y difusién entre los habi- tantes del correspondiente nombre. Ronda de Cercadilla-Medina Azahara, Molinos Alta y Esperanza se encuentran en esta situacin. Los barrios de Benito de Barios, Cairo, Levante Norte y La Vifiuela forma- ban parte del mas amplio Poligono de Levante nombre bajo el que s¢ les iden- tificaba conjuntamente. No obstante, a tenor de su desmesurada superficie y del gran volumen de poblacién que acogen creimos conveniente fragmentarlo en cuatro unidades que mantienen una personalidad propia dentro del extenso poligono. En estos casos las denominaciones empleadas, a excepcién de Le- vante Norte, responden al nombre del eje viario principal de cada barrio. Por ditimo, el barrio del Brillante (amplia zona residencial de alto standing que se desarrolla por el piedemonte de la Sierra Morena cordobesa) ha sido delimitado al norte por la curva de nivel de 275 m., que coincide a grandes rasgos con el final de la Iinea de maxima edificacién, Los 44 barrios resultantes tras el proceso descrito® son, por lo tanto, aque- las partes de la ciudad en las que se deja sentir con fuerza uno de los criterios citados, o en las que confluyen varios de ellos. Siendo un barrio tanto mas s6lido cuanto més criterios comparta. El cuadro III refleja el reparto de la superficie y poblacién urbanas en los barrios propuestos, asi como el cuadro II muestra que en Cordoba los barrios mejor perfilados —seis 0 mas crite- rios— son: Zumbac6n, Moreras, Brillante, Sector Sur, Miraflores, Poligono 43, Llegados a este punto es conveniente aclarar que el reciente complejo residencial «Miralbaida» —emplazado en el sector Oeste de la ciudad— ha adquirido rapidamente una personalidad propia en el contexto de Cérdoba y en el futuro, si los estudios previos asi lo determinan, hhabré de ser considerado un barrio més, También ha de quedar claro que los criterios propues- tos por nosotros pueden y deben ser modificados o ampliados en cada caso si las cireunstancias espacio-temporales lo requieren. Asimismo hay que incidir en que el grado de profundizacién en el estudio de cada eriterio estard en funcién de las caracteristicas de la ciudad y del propio barrio. Asi, mientras que un barrio cualquiera quedard definido en funcién de, por ejemplo, In condiciGn socioeconémica media de sus vecinos en base a una serie de datos elementales, otro requerira un andlisis profundo de esas mismas caracteristicas socioecondmicas antes de establecer si queda 0 no individualizado por aque! criterio. (24) 133 Las divisiones terrtoriales en la ciudad de Cérdoba * vereqezy 705 101995 fueseN Ome stag soraq}oap16 Bs0q UES - seIDLOW uaa 8] 2p Buon seymesrepy oneal wes feet A PW IA, ary tA esoqnu-anpog tes ‘RusTepaeyy &T oigea ues andy wes way reg sony me, 6 L 9 s Sone SaS4#0HOO SONRIVE SO Id NOIDV.LIAT TAC 3d SORELLE mouavaa sour [5] Alfonso Mulero Mendigorri ‘eidosd worsexoqayg ‘quo woven onbieg routed sequpooMTON a soqgeniog s0a1Q spuog i> onbitg cores QUOTW BISLA, squaquog 2p ovodito4 + esonbaoyy 1 aP eu2NI . wpzer pepni oumenea or03t) + urscom + ‘oueniueg olurary coe BANAL ‘SUON aUEAMT one 2p oming ‘BONA. iambrepeng top oUo8}|O . core SLOT, . vo ~ omary Seng sony reo, 9 SOI (aopenupueD) 1 OGVAD soureq [26] Las divisiones teritoriales en la ciudad de Cérdoba 135 cus mt DISFRIRUCION DE LA POBLACION ¥ SUPERFICTE DE LOS maRRIOs CORDOBESES (381) Barrio Poblacion (Fabs) Superficie (Has.) Sena Mana 219 1391 Sergei’ coc : ing a8 snags co : oats itis Peg : 308 aM Serio con se vA ous Vis fc comin fost vi Be : mo 3888 SERN a co Tos Caro Ha 3978 Valen von 11.28 sncee : eS cine : Sr sere : eo nie ed HELE iin $38 fn Gail Loot eee com a8 Bo Raj 00 2 tints : : 33 Mabie G80 et Toll Boro del Nore ssvsvssnnnnn 688 secs Sr ve as. Brae co TE iar ae ge al aati s Tot Berio el Su 7a a Foessana isa wn Een aie 83a 83 oy Boe fe ar tae ee as 738 re ei ons ie Sas oes a8 en was Sas is ions os fed Tort Brio es 55 Ta Gina arn 73568 2a Fore Hers oie 82 Bae Oa ee Ee Eilean £38 ine linc $00! 38 Tain 3s ie He woes wsuoncnn BABE ey Taree comm Bos re Felons Seis comm i ih SHE Baa se Tio Tot arias et est Hosa a {Es 1934 ain no se Fabia producido la consolidacin deiitva de exe bari Fuente: Padréa Municipal de Habitantes y Elaboracidn propia 27) 136 Alfonso Mutero Mendigorri del Guadalquivir y Palmeras; barrios que tienen en comén albergar a personas de condicién socioeconémica extrema. Con esto se confirma una vez mas la tesis de Garcia Bellido y Gonz4lez Tamarit sobre la evidente segregacién so- cial de las ciudades espaftolas“, a la vez que coincidimos con Carter cuando afirma: «La segregacién residencial es mayor para aquellos grupos ocupacio- nales con un status muy definido que para los que el status es ambiguo»4%. 5. CONCLUSIONES En Ia actualidad las divisiones territoriales existentes no respondea, por lo general, a las necesidades crecientes de estudio y gestion en buena parte de las ciudades espafiolas. Por ello es preciso continuar la busqueda de fSrmulas que contribuyan a la pronta resolucién del problema, La definicién y delimi- tacién del barrio puede ser una soluci6n efectiva a corto y largo plazo ya que, entre otras cosas, esta realidad urbana goza de una slida trayectoria historica. La aplicacién de la metodologia descrita sintéticamente demuestra la posi- bilidad de acceder a una divisin territorial de la ciudad, que sea vivida por la mayor parte de los vecinos, més racional y objetiva que las existentes hasta el momento (en su mayoria administrativas) y potencialmente utilizable por la Administracin Local en la ordenacién de la ciudad. En este entido, y en funcién de necesidades operativas, tal divisién ofrece la posibilidad de crear unidades mayores (que cumplirfan la funcién de los actuales distritos) a partir de la agrupcién de barrios, y no al contrario como viene siendo habitual, Asi- mismo, el hecho de haber respetado —en la medida de lo posible— las seccio- nes censales, facilita la recogida de la informacién basica a nivel demogréfico, socioeconémico, educativo, etc. a partir de los Censos y Padrones, y la con- vierte, por lo tanto, en una aceptable divisin a la hora de elaborar estudios de diversa indole. Por iiltimo, la aceptacién del barrio como unidad geogrdfica diferenciada en el seno de la ciudad tiene, ademas, dos consecuencias muy positivas: en primer lugar se trata de un instrumento titil con vistas a una descentralizaci6n administrativa —especialmente en las grandes ciudades—; en segundo térmi- no, facilitaré al vecindario su participacién en la gesti6n y el conocimiento de la realidad urbana. Para que estos logros sean efectivos no bastaré con la mera aceptacién de 1a unidad barrio, sino que habré que dotarla de una definicién juridica y de un uso técnico continuado por parte de los expertos. 44, Garefa Bellido, J. y Gonzélez Tamarit, L.: Para comprender la ciudad. Madrid, Nuestra Cul- tura, 1980 (2.* ed.), pp. 63 y ss. 45. Carter, H.: El estudio de la Geografia Urbana. Madrid, Instituto de Estudios de Administra- cién Local, 1974, p. 291, [28]

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