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FRANGOIS-XAVIER GUERRA. MODERNIDAD E INDEPENDENCIAS Ensayos sobre las revoluciones hispdnicas @ BB EDITORIAL MAPFRE FONDO DE CULTURA ECONOMICA INTRODUCCION UN PROCESO REVOLUCIONARIO UNICO A partir de 1808 se abre en todo el mundo hispinico una época de profndas transformaciones. En Espafia comienza la tevolucién li. beral, en América el proceso que va a llevar a la Independencia, Fe. némenos de una importancia fundamental que plantean varios proble- mas explicativos. El primero es su relacién reciproca. En la mayoria de los casos, ¢stas_ profundas ‘rupturas han sido estudiadas como si se trateran de dos fendmenos independientes. Quiza porque ain contemplamos estos fenémenos con los ojos de los historiadores del siglo xix, ya fucsen Americanos 0 espatioles, para los cuales el marco de referencia era el Estado-nacién, Para los primeros, a través de las srevolucioness de Ine dependencia, se trataba de legitimar la emancipacin de las nuevas ‘snaciones hispanoamericanas y la formacién de rtegimenes politicos ‘modemos. Para los segundos, la revolucidn liberal era el tema central ¥ suficiente para una Espatia desgarrada por un paso traumatizante a }i Modemidad. Todos olvidaron muy pronto la estructura politice que habia precedido su existencia como Estados separados: esr estructorg Politica del Antiguo Régimen que era la Monarquia hispdnica, con “como se decia entonces— sus dos pilates, el espaol y el americano, Existian ciettamemte referencias en los estudios sobre América a (cs acontecimientos peninsulares y en los espaioles a los problemas americanos, pero en ambos casos se trataba més bien de una referencia Contextual, sin verdadera importancia explicativa. Era ciertamente ime Portante saber cual era la politica espafiola con respecto a América, Pues ella determinaba en parte la lucha emancipadora; también lo ex unque menos, en Espafa el recordar la existencia de la insurgencia 12 Modernidad ¢ Independencias tares © financieros, pero esas americana para situar los problemas mi referencias obligadas remitian en ambos casos a causas exteriores. Esta ptica nos parece insuficiente, puesto que los dos fenémenos, la revo- licién liberal espafiola y las independencias hispanoamericanas apare- cen continuamente imbricadas en todas las fuentes. Como intentare- tos mostrarlo en estas paginas, se trata de hecho de un proceso nico que comienza con la irrupcién de la Moderidad en una Monarquia del Antiguo Régimen, y va a desembocar en la desintegracién de ese conjunto politico en multiples Estados soberanos, uno de los cuales sera la Espafia actual. El caricter global de este proceso se puede comprender mejor ahora que hace unos afios, puesto que acabamos de ver cémo a crisis de otro gran conjunto politico ~aunque de naturaleza diferente-, la URSS, acaba por dar origen a una multitud de nuevos Estados. El segundo problema atafie a la naturaleza de ese proceso. Para sus protagonistas, y para una larga tradicin historiogréfica, se trata, sin ninguna duda, de un proceso revolucionario. Para los americanos, y desde el principio, se trata de la época revolucionaria por excelencia. Para los espafioles, y también desde sus inicios, su cardcter revolucio- nario no oftece la menor duda. Ahora bien, el consenso terminol6gico sobre el caricter revolucionario de estos fenémenos esconde diferen- cias considerables que dependen de lo que se entiende, 0 se ha enten- dido, por revolucién. Cierto para sus protagonistas, el carécter revolu- ionario de nuestro periodo tiende a difuminarse y llega incluso a ser totalmente problematico, cuando la revolucién se ve ante todo, como una radical transformacién de las estructuras sociales y econdmicas, 0 como el acceso al poder de una nueva clase social ‘Asi, como en América la Independencia trajo consigo pocas mo- dificaciones substanciales de las estructuras econdmicas 0 sociales pro- fundas, se ha tendido iltimamente a infravalorar su caricter revolucio- nario. La revolucién de Independencia ha pasado a ser considerada, por muchos autores, como un fendmeno «puramente politico» y por tanto de importancia relativamente secundaria con respecto a las permanen- cias estructurales. Lo «puramente politico» se refiere aqui tanto a la ruptura del vinculo con la metrépoli, como a la sustitucién en el po- der politico de los peninsulares por los criollos. En Espafia, cl caracter revolucionario del proceso abierto en 1808, sigue siendo normalmente aceptado, pero muchas veces el adjetivo «li- Introduccion B beral» viene en cierta manera a disminuir la fuerza de la palabra revor guo Régimen a la sociedad burguesa, é fundamentalmeste por ss maze Reece SF agua os. En los dos casos, en Espatia y en América, utilizande Cine gidos de las interpretaciones clisicas de la Revolucién Fann ee bla como mucho de una revolucién burguess, ealizada en Fence tuna burguesia revolucionaria o en América por tna bus pis ct Sn a op pe re cn cit s revoluciones a una serie de 105 inst ly soll 0 econdmicon dj de ldo el ago meen oe Ie chars Ja conciencia que tienen los actores, y que todas las faent reflejan, de abordar una nueva era, de estar fundando un honbee ee mee Y una nueva politica. Ese hombre meal ae te de los vinculos de la antigua sociedad seamen y compen tna Ia nueva sciede, tune sociedad contactal, social; la nueva politica, la expresi6 nuevo sabero, el publ, + tats dee cempeicin de os uc ban de reform iniclonaly socal 6 cee a ie cones movedad y también su efcaia. En este campo, ea toler Hees yee queville @ propésto de la Revolucidn Francesa, la revolucign lle 4 su témino muchos proceso: a= Procesos comenzados durante el Antiguo Régi- Lo tadicalmen Imente nuevo no es tampoco la existencia de un nuevo Sistema global de referencias en el que se combinan las i farios sociales, valores y comportamientos que deben configures al Ba hombre y a la nueva sociedad. En gran medida, tod net vedades habian ido surgiendo men gfuper a radicalmente nuevo es é 0 es la creacin de una escena piiblica cuando este nuevo sistema de re i Stema de referencias deja los circulos privados en los que hasta Jo, para irrumpir en ple r fetonesh pir en plena juz. Trinfa tonces una nueva legitimidad —Ia de la nacign 0 la del poche sate Taz uns nueva politica con actores de una clase nuevs que, por ove practi Pueden ser llamados politicos, en tanto que se constituve mente para conquistar esa nueva legitimmidad, me “4 Modernidad e Independencias La vietoria de todas estas mutaciones, que englobamos bajo el tér- imino sintético de Modernidad, son las que crean esa ruptura profunda de la que nos han dejado constancia los propios actores. Sea cual fuera la profundidad de las medidas concretas de reforma y los avatares de la ducha entre los revolucionarios y sus adversarios, la ruptura es paten- tee ineversible. Pueden existir después tentativas de restauracion del ‘Antiguo Régimen, pero ya no podirin ser una simple vuelta al pasado, Gino regimenes nuevos destinados a poner coto, provisionalmente, a la politica modema y al nuevo sistema de referencias subyacente, Podemos ahora abordar el problema de la identidad de los acto- res, iPuede decirse que el nuevo sistema de referencias y las medidas concretas que él inspira, esté elaborado e impuesto por un grupo social determinado y que este grupo sea un grupo burgués? La respuesta esté fen gran parte dada, Cuando se examinan de cerca los medios en que jresa el nuevo sistema de referencias y los principales actores del proceso revolucionario, se encuentran ciertamente algunos burgueses pero sobre todo nobles y patricios, clérigos, profesores y estudiantes, empleados piblicos..; todo un conjunto de hombres cuyo rasgo com ‘min no es una comiin situacién socio-econémica, sino su pertenencia fal mismo mundo coltural. La hurguesia triunfante es una burguesia i trowvable, Como lo muestra claramente el ejemplo actual de los paises del este europeo y de la URSS, la marcha bacia un sistema social cen trado en el individuo y hacia la democracia representativa no esté li- gada a una hipotética burguesia, sino a mutaciones culturales y politi cas de los grupos dirigentes, y de la sociedad. Por esto hemos adoptado una dptica voluntariamente politica y cultural, Politica en el sentido mds fuerte de la palabra, es decir el de {as relaciones de alianza y de oposicién, de autoridad y de subordina~ ‘cién entre actores sociales. Que estas relaciones poseen también un contenido econémico es obvio. De ahi que una visién «politicar no sea una negacién de lo econémico o de lo socio-econémico, sino la aspiracién a un andlisis més global. Este enfoque incluye necesariamen- te en el estudio la dimensién socio-econémica como una de las varia- bles que configuran al actor y a sus telaciones con los otros actores. Dado el caricter preliminar de estos ensayos trataremos poco de esos aspectos y, por tanto, de los temas socio-econémicos. Pero la relacidn entre actores no sdlo esté regida por una relacién mecinica de fuerzas, sino también, y sobre todo, por cédigos cultura~ proj Antroduccién 15 les de un grupo o de un conj 'de un conjunto de grupos sociales, en un mom dado. Toda relacin social pose un contenido cultural fandamental, Como ext Penvada © imaginada la sociedad? éQué es lo que consti tuye el vinculo social? Qué tipo de autoridad der legitima? eaye i ridad se considera legitima? {Coles son sus ficiones?¢Qué poderes 5 le awetenes te: «Guiles son los derechos y deberesrecprocos ene gobermants sobemados? Toda unidad social, desde a mis pequeBa a la mis ane pla dipone de 2 propas espuess a ete tipo de preguntas Toda organizacién social lleva también consigo, aunque impliciamente, un modelo de sociedad ideal que puede steare cane aa pasado como en el futuro: que puede ser tanto una mol como um poveto,o ambos a ve, puesto gut I vs a Edad a sido a menudo uno de los principales motores de l lucien. Estamos aq en el campo de los modelos 0 pec a sided itimamente wider los princpios de lepimiad y ls valores, campo primordial de cstudio en el cual nuestra é un Ingar pivilegiado pues fi precamente entoncer cute i wee dujeron esas radicales mutaciones que hacen de ella la época revolucion natia por excekencia del mundo hispinico. Tenemos gut un wang cap carted fs meneame ge woe y comportamientos, que seri uno de yom q uno de fos que mds trataremos en estos Queda, en fin, un tercer problema: la relacién ent ' t ma: la relacién entre la Wispanica y la Revolucién Francesa que s6lo 20 afios separn, El pan. [Gat hs liacién, o el parentesco, entre las dos revoluciones es incvita: Be esto que Ia Revolucién Francesa no s6lo tastocé el equlbtio. Politico europeo, sino que fue un fenémeno social, politico y cultural tan uevo que domind ~como modelo © como objeto de rechizo~ ol debate Polltico europeo de aquella Epoca uriosamente, lo que a primera vista podria parecer com tea bi _discasiin scadémica, ha sido objeto de un debate spesionado, wuaiRimente Polimico en Tow debutes politics « ambos dos del ‘alintico, Las modalidades y la ctonologia del debate han sido diferen- [pana los teminos del debate de hecho no lo fuesen. En ambox Seon ¢| fondo de la polémica fue el oponer lo francés, identficado tleeaio: 5 & {spatcl,identcado con lo wadicionl iia, aunque los origenes de esta ién monten al siglo vito incase al wom ten lege 6 Searees oe 16 Modernidad ¢ Independencias polémico precisemente en la época revolucionaria, puesto que los que Piaban siguiendo los pasos de la Revolucién Francesa eran los mismos Gque estaban, a a vez luchando, contra su heredero, Napoleon Bona- parte, Sea cual fuera las modificaciones que se proponian hacer al mo- Fulo revolucionario francés, el modelo era inconfesable pues propor y esindic 7 eae ae Toe sevings son elegibles ya que no necesita tis eateae riinguno de estos encargos porque pueden sect aun plebeyos, por ser enteramente depen: so en el campo politico, promiscuamente en los nobles y jel conceptn piiblico» ". . . sae for tant, uno buscar, como se hace a veces, ls pole i fe las medidas enos de a revolcién en la modeidad de las ideas 0 de as edie de reforma social de la época de la Tlustracibn, Una ena pare de as lites modernas de finales del xvi era a la ver ilustrada y pro on mente adicta a un absolutismo que consttuia para ella el imma Uhm capi que los re a sen a menudo en el mundo hispénico ~ ie ene pa no sélo de la modemizaion adminisraiva, sing tambien de las nuevas ideas”. Este fe es am mis patente en His américa, incluso en visperas de la época revolu se dian Jax set Ye wepans oe bo petepule ema HS Modemidad europen fel earicter mas tradicional de su suciedad hacen aqui mis p «Cf para ete wea en Espa lio isin de Sincher Ages, 1953 ® NRE mo li Wl HV Bey hn se eee Fi channels y Conteolcon# ofr aves eo Hom Prhnann Reon y Conan ‘Msi de as eras borhoniss (790-1794), eh Gem, 1989 tomo Revolucion francesa y revoluciones bispénicas a el desfase entre las referencias de la élite administrativa y las de la max yoria de la sociedad. Pero a medida que las sluces» se iban difundiendo, que crecian las ‘lites modemas y se fortalecfa el poder del Estado, la alianza empez6 a quebrarse. El Estado absolutista no podia llegar hasta los iltimee lk. mites de la reforma que el nuevo imaginario exigia, ya que una buena parte de su legitimidad ~quizd la més importante— pertenecta al regis. tro tradicional. El monarca seguia siendo para él mismo y para ans wan patte de sus stibditos, le premier seigneur du royaume 0 el asetior natural» del reino, colocado en Ia cispide de una pirémide de dign! dades y honores. Los vinculos que lo unian a sus sabditos eran pen: sados, mds que como la relacién abstracta entre el siibdito y el sobe. Fano, como algo mds personal y tradicional: la relacién entre el vasallo ¥ su sefior, 0 entre el padre de familia y sus hijos. La imagen «organi cista» de la sociedad como un cuerpo, con su cabeza y sus diversos miembros, ¢s omnipresente adn a finales del xvur'' La metifora, tan usual también, del «cuerpo mistico de la Monarquia» remite del mis. mo modo a una visién jerirquica y religiosa poco compatible con el igualtarismo del nuevo imaginario. La resistencia de los cuerpos priv legiados no era la de un enemigo exterior, sino gue encomerabe on apoyo indiscutible dentro del imaginario monérquico mismo. En una época, que varia segiin los paises y que puede ser situada de manera definitiva en Ia Monarquia hispénica con la subida al trono de Carlos IV y la privanza de Godoy, la Monarquia, para las élites mo. demas, deié de ser slustrada», es decir, de consttuit el motor para le construccién de la nueva sociedad ". Progresivamente, el poder omni modo del rey y de sus ministros, que antes habia sido considerado Some ¢l medio privilegiado de las reformas, empezé a verse como «po- det arbitrarios, Aungue el rey mismo no fue al principio discutido, si to fue el ~despotismo ministerial. El ejemplo de Inglaterra y de sus instituciones representativas afiade a este descontento un modelo pro Ximo y aparcutemente imitable, Las aspiraciones de las élites modernas fam la manifetacin en plena luz de este imaginario en 1808, efi, capitulo V, el rey y deberes de los vasllos~ 1. £8 Franca, este cambio puede ser fchado en 1776 con el facaso de lat for Sis de Necker. Cft. para una interpretacion de conjunto de le Revolucion Franceox ta obra de sntesis de Furet, 1988 y Furet et Ozout, 1988, sldgen 28 Modemidad ¢ Independencias mente en su de- los grupos privilegiados coinciden provisional : ee ces poderes del rey y del Estado modemo. Coin tiden también, en esta primera época, en el medio de aloe ee e fa convocatora de la representacin tradicional del reino: de lo dos Generales en Francia"; de las Cortes, mis tarde, en Bspata, | Ose deere all wcoastinclenaisna htcom, knee oy que la aspiracién al «gobierno librer se ampara el de las viejas libertades y de la ancius repesentaciin. del rina". En 1700, en Expat, Jowilns, su dient de iin on Ld Real Academia de la Historia, hacia ya una apologia a e ncaa insti nes representativas ". Esta tendencia no cesara de crecer en do hitpénico hata convertsse en una referencia obligitoria para todo ie san pelidon, Lan powoladhasece sete waicion de im ‘Guat at Cidlin tendrin aun que encubrir su adhesion a ae setehrioneas francés bajo el vocabulario y las referencias de «las leyes del reino: Dos 1ocreas pireReNres fsperas del principio del proceso revolucionario Asi pues, en visperas del p > revohuonaro —1789 en Francia y 1808 en el mundo hispdnico— la aspi 5 ee bierno libre» toma la forma de una nostalgia de las antiguas sain nes representativas. Esta nostalgia es para algunos una masca ; nada a legitimar la conquista de una nueva libertad, para otros ten un caricter utépico: la vuelta a una Edad de Oro en la que reinaba la armonia entre el rey y el reino. oe 1 convergence ambos gps ev funda en bus pr ae politico comin que remite a ima- sobre la ambigiiedad de un lenguaje px ee ginarios diferentes. Al hablar de libertad, ae ae [2 envienlen on Ia de individuos iguales bajo una misma ley; los ot © ya eb ecn Fn pos yal canbe de a pe ce i er on Revolucion francesa y revoluciones hispénicas 29 lbertades-privilegios de los antiguos cuerpos. Por nacién, los primeros catienden el pueblo, un ente homogéneo ~el conjunto de los indine cluos asociados por un pacto social y los segundos, el reino, une ren lidad heterogénea producto de la historia ~los pueblos~. Al hablar ale Constitucién, los unos piensan en un texto nuevo, que seria como el acto fundador de una nueva sociedad fundada en la tazén, y los otros, en las sleyes fundamentales del reino», tal como las ha ido acu muulando una préctica politica secular Fut Wo ue ambos estin de acuerdo es, si queremos emplear tér- ‘minos modemos, en la necesidad de una representacién de la sociedad ante el Estado; en lo que difieren es en la imagen de la soviedad repre- sentada: nacion moderna formada por individuos para unos, nacién Antigua, 0 reino, formada por cuerpos, para otros. De ahi que las die ferencias apatezcan claramente cuando se trate de la composicion y del Foro de la representacion del reino o de la nacidn: Representacign de los estamentos o sélo del «Tiers» en Francia 0 del «Comins en Espa- Aa? éReunién y voto separados de los estamentos o asamblea tniea ton volo individual? No se trata de un debate técnico, sino de la traduce cidn prictica de dos imaginarios diferentes. Estos problemas tomarin gran importancia una vez que se haya passto en marcha el proceso revolucionario. Entre tanto, Ia aspiracion a Ia restauracin de las instituciones representativas es comin » amboe ztupos. Sin embargo, existen otras posibilidades de alianza y de con. Hlicto en la medida que atin hay pattdarios del absolutiomo mondrqui- 9. Las posiciones politicas pueden esquematizarse como un tridngulo, fit los vértices del cual se encuentran los modemos, los absoluticns y los constitucionalistas histéricos. Cada uno de estos dos grupos com- Peg con los otros dos un cierto miimero de visiones, conceptos y as, Pirfcioncs. Los modemos comparten con los absolutista la imagen del poder como relacién binaria Estado-individuos, la lucha contre Ing pti tilegios de los cuerpos y las tentativas de homogencizacion social toe absolutistas coincides con los constitucionalistas historicos on lee fia clamentos histéricos de la sociedad y en el imaginario de enc sociedad formada por estamentos. Y, en fin, los modemos con los consttacre Lalistas hist6ricos en el rechazo del poder absolut y en la necahed de una representacién de la sociedad. Esta tipolaridad dle lan osicio- renipeiiticas puede explicar una buena parte de los diferentes tpos de egimenes del periodo revolucionario y posrevolucionario, 30 Modernidad e Independencias De todas maneras, la alianza entre modemos y constitucionalistas hhistoricos, fundamental en los origenes de la revolucién, estaba lama- da a durar muy poco. En efecto, la reivindicacién de las viejas institu- iones representativas no podia ser una restauracién, Los Estados Ge~ nerales no se habjan reunido en Francia desde 1614 y las Cortes espafiolas del xvim eran organismos muy poco representativos y muy controlados. La vuelta a la Edad de Oro no podia consistir en una res- tauraci6n, sino en una invencién. La constitucién que todos piden como garantia de las libertades, aunque se presente al principio come fa restauracién de las «leyes fundamentales» tendré que ser una crea- cién, obra de la raz6n. De ahi que «la libertad a la francesa» sea una libertad nueva y abs- tracta que hay que construir segiin un modelo ideal, mientras que la libertad a la inglesa» sea una prictica antigua que hay que conservar y perfeccionar. La pugna entre la l6gica representativa y la légica de la construccién de un modelo ideal se encuentra en el centro mismo de a Modernidad de tipo francés y explica tanto su influencia universal como cl tipo de problemas que genera”. En Francia esta pugna duré muy poco. Casi inmediatamente el modelo ideal del hombre y de la sociedad irrumpe en Ia escena pribli- ca. El hombre se concibe ante todo como individuo, como ciudadano; Ja nacién, como un pacto voluntario entre estos hombres en el que no caben ni los cuerpos, ni los estatutos particulares. La tinica fuente po- sible de legitimidad ¢s la que surge de esta nacién y Ia soberania nacio~ nal reemplaza a la soberania del monarca. La nacién soberana ¢s libre de darse una nueva ley, la Constitucién, que no resulta de la restaura- cién de las eleyes fundamentales», sino de un nuevo pacto social, ca- paz de curar todos los males sociales y de crear ex mihilo un hombre nuevo y una nueva sociedad. La Revolucién Francesa, consiste, antes que en la aparicién de ac- tores nuevos en la vida social y politica, en una revolucién cultural que hace posible la creacién de la politica y la aparicién de estos actores, La politica moderna nace de la necesidad de obtener la opi- © Gauchet, 1988, estudia acertadamente Ia peradoja de una revolucién que pone Jas bases de la democraciay al mismo tiempo, la hace imposible. 3 Seguimos aqui la explicacion de Fare, 1977. Revolucin francesa y revoluciones bispénicas 3 nidn o la voluntad del nuevo sobe cm nuevo soberano: la nacién. Las prictic: ci tras de elaboracion de la opin y de dzeecion dels socabildades Imodemas se extisnden al conjunto de la sociedad y se ee una lucha para obtener real o simbélicamente la neve legtimidad, Le competion por el poder enee grupos, limitada ants al imiato pr vado, sale a la calle y crea el espacio piblico, la escena en ne 4 compet los nuevos actores oo Ta revolucién es una mutaci6: a8 's una mutacin cultural: en las ideas, en el imagi- en Los valores, en los comportamientos, en las pricticas poli <5 peo también an: en el discurso uni- stu de I ann onl rete pln en ls lca en iconografia y en los rituales, ¢ incluso en la est a ono : , en la estética y en la moda Nuevos lenguajes que manifiestan una nueva vision del homb a 1a sociedad, pero que son también una pedagogia 7 : ao es pedagogia porque la sociedad ‘no es todavia el pucblo ideal Es vez del pueblo modero, formado por indvduos fi be ef = nomos, undnime en la manifestacién de su voluntad, lo que iste es una sociedad que, como todas las sociedades, esta formed or wn coniunto hetrogeneo de grupos, en su mayoria todavia cor. »orativos y tradicionales, de una com ia Pena de nplejidad irreductible a una unidad tm La pia del modelo ideal en esa sociedad hace que la cons- trucibn de un rgimen representativo pase a un segundo plan, ya que toda representacion verdadera lleva consigo un reconocimiento del Peteogencdad soca y, en esta época, del tradicionalimo. de una buena pant le la sociedad. Ante esta realidad, los grupos que se adhie {fn alas muevas referencias —que son los inicos que se sienten clude % ¥ 3 plensin como pusblo~ se radcalizaron ripidamente = sng, Gy adclizacién aparece como una consecuencia del micro site {28 Sung, por una pane, dela pugna dentro de ls dites modems te sonstruccin del modelo ideal es posible y deseable, ldgicameute {a imponiendo aquellos que se proclaman mis cerca de la press de Principios. Por otra parte, la radicalizacién resulta también de a «38, pero también en los lenguajes que los expres tx, | bt 0b de Ozout, 1976, xe ha conversido en un clisico para este tipo de and * Gif. sobre la difcultad en admit la heterogencidad socal, Baceho, 1989 32 Modernidad e Independencias la sociedad a grupos cada vex mis lifusién de las nuevas referencias en |: . a mee Fl caricter abstracto y no determinado del nuevo : ge me tan poder movilizador considerable. En algunos casos este s ds aural apeios ¥ Ft cue de ks el score epee tivos como, por ejemplo, los pueblos que se ransan duran Grande Peur», la gran revues campesina de ve hee ‘ampo a las utopias sociales y a las revueltas igu como k posibes del mundo ideal son iiiadoey su conrenienca idea ‘an 4s aun, toda resistencia social erie pt ara, incr Ys say ead este oi i libertad que, po no pueden venir mis que de los enemigos de la por de nian, wo pueden sera goa, Hl -yousln confiams a suedelo “as minorias que lo asumen— se estrecha cada vez més hasta ear a It época del Comité de Salud Piblica, en que toda la lagica present tiva y las garantias del egobiero libre» han desaparecido... Com dice con ironia Augustin Cochin: : blo ors mismo, la de in cl orden politico, es el gobierno del pi P penne aa ees (... y, como [el Pueblo] gobierna por si nis a i rome ead pbiay qe no eam amin pt vets gue qberaban: ial drecho de voto ha do supendid, porte emda hd in porque él juzga; la libertad de prensa, porque él escribe; la liberta de opinion, porque él habla. ii vi nte, a unos limites tan ex- La situacién habia legado, evidentemente, so tremos que era necesario detener el proceso. Termidor fue “ ez un miso con la sociedad y el establecimiento, dentro del grupo Soe ee reglas que respetar para asegurat su propia super- Vivencia fsica. Sin embargo, este parén no supuso la veel ala Via pra imenes hibridos el directorio, el consulado, representativa, sino a regimenes , imperion en que el ae revolucionario se mantenia en el pode eto ple sadly mis especialmente» auto qu, apoyindse en fora a pal erlo, fuera de las pricticas representat plat, pretenden llegar at poder, o ej Revolucion francesa y revoluciones hispénicas 33 conservando las nuevas referencias, pero moderando su aplicacin para haceilasviables. Ea una combinacién imprevista, pero no menos log ca, el imperio mezclaba la herencia del Estado absolutista ™ con los nuevos principios. Aunque sus fandamentos fuesen diferentes, se vuel ve a la estrategia reformista de las étes ilustradas: apoyarse en la au. toridad omnimoda del Estado para transformar progresivamente la so. citdad. Se mantenia la revolucionaria soberania del pueblo, el nuevo imaginario del individuo-ciudadano, los términos claves del nuevo len. suaje politico, pero se conflaba en’ otros medios y en el tiempo pars que se convirtieran en realidad. Sin embargo, aunque sélo fuera de ana manera latente, el modelo de la sociedad ideal seguia presente, lo quue hard posible que vuelva a reactivarse en otros momentos o en otos lugares. También ha de aguardar, de momento, la construccidn del «go- biemo libres. Como Francois Furet lo ha sefalado acertadamente, ha- bei que esperar hasta el establecimiento definitivo de la Ill Republica, en el tltimo tercio de siglo xxx, para recuperar enteramente Is ligica representativa *, FRANCIA Y EL MUNDO HISPANICO: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS Si nos hemos extendido en una reflexién sobre las races y las lov gicas de la revolucién en el area absolutista, y més particularmente en Francia, no ha sido tanto por un prurito erudito, sino pata poner en videncia el parentesco entre ambas revoluciones y las razones que lo explican, Sin embargo, parentesco no es identidad y las diferenciss en. tte Francia y el mundo hispénico son tan evidentes como sus semejan as, {as semejanzas, que provienen de un patrimonio romano y ger nanico semejante y que se ha alimentado siempre de intercambios hamanos” y culturales muy intensos, se manifiestan en institacones 2 Tocqueville puso admirablemente de manifesto ea continuidad ente el Exe ‘49 mrodero del absolutismo yl de la époes tevolucionaris ® Foret, 1988 A kos Pirineos son, bajo ete punto de vista, mis un vincula que una barreta, La Santtscibu feancesa hacia Espatia finales del siglo xvin representa aun un atte cont Siderable de hombres. 34 Modernidad ¢ Independencias parecidas, en un universo cultural andlogo y en una evolucién politica similar, aunque desfasada en el tiempo La diferencia més importante afecta al campo religioso. A partir del siglo xv11 no hay en el mundo hispénico minorias religiosas signi- ficativas. El catolicismo representa desde esa época un elemento esen- cial de la identidad hispénica, lo que explica que, a diferencia de Fran- cia, no haya en el primer periodo revolucionario un conflicto religioso y que los nuevos principios coexistan pacificamente en las constitucio- nes con la exclusividad otorgada al catolicismo ”. Otra diferencia importante es la estructura plural de la Monar- quia, Hasta principios del siglo xvi, ésta sigue estando constituida por reinos diferentes, con sus instituciones propias, unidos simplemente en la persona del rey. De ahi una tradicién pactista muy fuerte que con- ieme tanto a la teoria politica como al recuerdo de una prictica ins- titucional atin reciente. Para una parte considerable de los habitantes, de la Monarquia ~y sobre todo para la lejana América, afectada tard mente por las reformas centralizadoras de los Borbones-, la «nacién» ‘espafiola se concibe ain a principios del siglo 21x como un conjunto de reinos. La soberania del pueblo de la época revolucionaria seré muy a menudo pensada y vivida no como la saberania de wna nacibn taria, sino como la de los «pueblos», la de esas comunidades de tipo antiguo que son los reinos, las provincias o las municipalidades “. Faltan también en Espafia una serie de elementos que dieron a la Revolucién Francesa un mayor radicalismo social. No existen en Es- pafia, en el mismo grado que en Francia, salvo en algunas regiones, muchos «derechos feudaless, ni una reaccién seftorial significativa en 1 sentimiento antinobiliario es también mucho visperas de la crisis; ™ Condorcet en 1792 en su wAvis aux Espagnols sur les avantages que Espagne doit titer de a Revolution fansaises, parte del comin sdespotismor instaurado por la Casa de Borbén de ambos lador de los Ptineos; consciente del mayor tadicionaliemo sspatol, propone a los espafioles una Hberad més modesta que la de Francia. que se sascmeja a la del constitucionaismo histérico. Cft. Eduardo Mutor, «Deux thémes de Fépoque de 'Indépendance: pacte social et constitution histonque aul Chili, en Guerta, 1989, tomo I Tanto la Consttuciin de la Monarquia espaiola, promulgada en Cadiz en 1812, como las primeras constituciones americanas no admiten més que «a scligion eatcica, con exclusién de cualquier otra » ifr capitalo IX, «La vietoria de Nacién moderna» Revolucin francesa y revoluciones bispénicas 35 menor, quiza por Ia diversidad de la nobleza espai 1 porcentaje de hidalgos en la poblacién total y ies a ce eens est tenia todavia para amplis grupos socale. Falta tambien un ajo pueblo urbano numeroso y ya en ectado por la icles comacleide eggs ge ee Te ‘También difieren las circunstancias politicas, puesto que, si la Re- volucién Francesa se enfrenté con el rey y acabé por volverse contra 4, la revolueién hispanica se hizo en buena parte rm su sosence combatiendo en su nombre. El hecho de que las primeras fases de iz revolucién tengan lugar al mismo tiempo que se luchaba contra un nei een, contbuys Poderosamente a evitar la exasperacién de EI desfase cronolégico, en fin, que concieme tanto al grado de modernidad de los dos Estados como a la anterioridad de la Revolu- cién Francesa provocan diferencias suplementarias en las dos revo. ciones. Aunque es semejante la evolucién en esta mutacién de las ideas, del imaginario y de las formas de sociabilidad que es la Moder- nidad, la sociedad espafiola, y atin mds la americana, se muesttan mas corporativas y tradicionales y con menos élites modernas que la fran- cesa. Bl hecho de que la Revolucion Francesa preceda en 20 aiios a las revoluciones hispanicas aftade diferencias complementarias, La mes ims Portante es que la Revolucién Francesa no tiene precedentes y por eso Su capacidad inventiva es incomparablemente superior 2 las que le su ceden. Las revoluciones hispdnicas dispondrin, al contrario’ de todo uum acervo de nuevas referencias —ideas, imaginarios, simbolos, expe, (enc constucionale~ que podsinutlizar, a veces de manera die Tete © combinals con ots aporacions, pero que no tein que 1a Revolucién Francesa modifica las revoluciones_postriors, Pucsto que los actores conocen de antemano adénde puede llevar Ip Logica revolucionaria. Por esta ra7n, aunque la tensién entre la higica Tepresentativa y Ia ldgica de constraccién de una sociedad ideal exsta ¢n las revoluciones hispénicas, también se conoce el paso de 1789 al " Cli. para estas com; ie pa paraciones, Antonio Dominguez Ortiz, «La Corona, el go biemo y las insituciones ant bere y as is ante el fendmeno revolucionstio= en Moral Sandoval, 1989, 36 Modernidad ¢ Independencias terror y, luego, al imperio, asi como el debate de ideas que provocb: de Edmond Burke 2 Benjamin Constant. Por eso los revolucionarios hispdnicos, obsesionados por un posible terror, cortarin por lo sano toda sociabilidad 0 discurso revolucionarios que pudiesen levar al «ja- cobinismo», se mostrarin prudentes en la movilizacién del pueblo ur- bano en sus querellas intestinas y utilizarin con mucha moderacién, el lenguaje de la libertad para evitar la aparicién de un nuevo Haiti. Es, sin duda, aqui, en la ausencia de una movilizacién popular moderna y de fenémenos de tipo jacobino, donde reside la especifici- dad mayor de las tevoluciones hispénicas. Si uno de los temas mas de- batidos en Francia en el afio del Bicentenario de la Revolucién ha sido cl de saber si 1789 Hevaba inexorablemente 2 1793 ~al terror—, quiz4 las experiencias hispanicas puedan aportar elementos de solucién al de- bate. Sin duda, la Francia de 1789 conducia a la de 1793, pero quiz porque el fenémeno revolucionario era totalmente inédito; pero, a su vez, la experiencia revolucionaria francesa haria que esta evolucién no pudiese repetirse ficilmente, ni en Francia ni en otros paises, Fens ne ra Revorucion FRANCESA EN FL MUNRO HISPANICO Intentemos ahora una ripida exposicién que combine el impacto directo de la Revolucién Francesa con la preparacién y el comienzo de las revoluciones hispénicas. En la Espaia peninsular el impacto fue in- nculos comer- mediato y muy grande. La proximidad geogrifica, los encia de una ciales. muy intensos que unian a los dos paises, la ex constante emigracién francesa hacia Espana y Ja presencia de impor- ™ Bl pueblo usbano es pocas veces movilzado y, cuando se hace, se prefiere ut lizar, en vez de sotiedades revalucionaras, los vinculos tradicionales o la sociabilided militar. Cit. por ejemplo, Pilar Gonzilez Bernaldo, «Produccién de una nueva legitimi Gad: eireito y sociedades patridticas en Buenos Aires entre 1810 y 181%, en Guerra, 1988, romo UL » En la segunda revolucin liberal espafola, la de 1820, los moderados consegui rau contoolr las sociedades patriétcas que tenian muchas semijanzas con los clubes volucionatios fanceses. Cf. Gil Novales, 1975. Es entonces, cuando la revolucién espa fola empezd a seguir en su afrontamiento con el rey, los pasos de la Revolucion Francesa. Cf. la excelente comparacin de Catlos Seco Serrano, en la introducciém a Arcola, 1983 Revolucin francesa y revoluciones bispénicas 37 tantes colonias francesas en las principales ciudades espaftolas —Cidip, por sjemplo, cuenta en esa Epoca varios miles de frinceses- "favor, cian la répida propagacién de las noticias y de la propaganda Le immo ocurte en América. Las regiones mas influenciaas son las que stin mejor comunicadas: los puertos y las capitales y las costas pute mas al foco revolucionario de las Antillas francesas : Los medios sociales mas atentos a los acontecimientos franceses faerom, primero, las éites culturales: a alta administracién publics 2) dlero superior, los profesores y estudiantes de seminarios y eniverida, des, los profesionales, la nobleza espaitola y la aristocracia ctiolla”” En estos ambiente, en los que el constitucionalismo historco se hable qe lado, 1789 fue visto con simpatia™. La reunién de los Estados Generales se aparecia, sin duda, a una parte de la dltes como una sce tauracin de ls antiguas libertades a las que ellas mismas aspiraben, El pocta Manuel Quintana contaba més tarde una impresign muy difuane = «Cuando veinte afios antes se ‘oyé resonar la voz de la ibertad en Jas margenes del Sena, el corazén de uen de gro escuchind agus ean Bahn a nes Path lempotalesotundos del Limousin que desempeian toda clas de shore bee Sabian aument venitacion er ns cone frase seformas que habian inraduedo en lon cad nae oe ex Geeeho natural sno también el eu de la leglacon dl Reso, hoes fe spsnotaro conociniento del egacion medal que Henea og Phat de sm ipl als Diontados de Cares, Mallora, tmp, Real, 1810, ct. Por Hans Jaretschke, «Concept Joretechke, oe VI y también, Moreno Alonso, 1989. “vee reriencia del Directorio, i, Estado, Papeles de La Junta Cent oe ” DS.CGE., 20.XIL1810. en eats meee 7G 48 Moaernuiad ¢ indspendencias ejemplo francés, De ahi que la proclamacién de la soberania nacio- nal —las Cortes de Cadiz abren la via el dia mismo de su reunién, el 24 de septiembre de 1810— vaya despues seguida de la elaboracién de constituciones y de leyes destinadas a destruir el Antiguo Régimen en el campo social. La via francesa domina: adopcién del nuevo imagi- nario social la nacién se compone de individuos-ciudadanos—, rup- tura con las viejas sleyes fandamentaless, la constitucién vista como pacto fundador de una nueva sociedad, proyectos educativos para crear el hombre nuevo, etc En esta mutacién cultural, las élites americanas siguen al principio la evolucién de las de Espafia, en donde se encuentra aiin, con el go- bierno central, el centro ideoldgico de la revolucién. Después, las ten- siones antiguas y las mis recientes, originadas por el debate sobre la igualdad entre Espaiia y América, conducen a las primeras insurteccio- nes y a la guerra civil. El proceso de ruptura con la Peninsula precede cen América unas veces a la revolucién, y en ottos casos la sigue. Las regiones leales ~Nueva Espaiia, América Central, Penti— evo- lucionan siguiendo los diversos episodios del liberalismo espafiol ®. La modemidad politica en esta area viene sobre todo de la Peninsula a través de la constitucién, de las leyes, de las pricticas politicas. Como lo dird en 1822 Vicente Rocafuerte, el liberal ecuatoriano que vive en- tonces en México: «La America, ilustrada no solo con la doctrina de tantos libros como ha corrido en ella desde el establecimicnto de la Constitucién espafola, sino, lo que es més, con el ejemplo que le daba Ja Peninsula en la lucha contra el servi [..] %. En las regiones insurgentes, la ruptura se justifica primero con un discurso pactista en el que se encuentran muchos de los elementos del constitucionalismo historico. Este sirve de base tanto a la autonomia americana como al proyecto de fundar una nueva sociedad, pero muy pronto se buscaré la inspiracién para construirla en las referencias re- vohucionarias francesas”. Las élites insurgentes van entonces més alli ™ La Consttucién de Is Monarguia expafola promulgada en Cidiz en 1812 se ‘ngpies en la Constitucia francesa de 1291, Cfe, Diaz Lois, 1976, para la manera en que fueron dspuestos en el texto los derechos del Hombre y del Ciudadano * Chi. por ejemplo, para América Cental, Rodriguez, 1984 % Rocafueree, 1822, ” Aunque a veces las consituciones de los vos pases americanos se intpiren SS Pa FT AY eee 49 que los liberales espafioles. En la buisqueda de principios y de simbolos que les ayuden a subrayar su especificidad se adopta de una manera mas franca el nuevo sistema de referencias, puesto que ya no existe aqui cl elemento de tradicionalismo que es el rey en Espafa y en la ‘América realista. A fin de fundar cuanto antes una nueva identidad y con ritmos que son especificos en cada regién, se adoptan répidamente ef lenguaje, Los simbolos y la iconografia ®, las fiestas y ceremonias ®, las sociabilidades " y las instituciones ® de la Francia revolucionaria, Aiin quedaria por ver hasta qué punto todas estas novedades, adoptadas por una parte de las élites, fueron aceptadas por el resto de Ih sociedad. La propaganda del delegado de la junta de Buenos Aires, José Castelli, por ejemplo, movilizé cicrtamente grupos importantes de indigenas con un discurso jacobino, pero su mensaje fue captado se- giin las categorias mucho més tradicionales de la sociedad y su presti- gio se basé en elementos que remiten a um sistema de referencias antiguo formamente en el modelo inglés 9 amencano, 31 ai ances, puso tata de un preconnmitnto de lang bere sins de oe Consagtion ex whi, eaborads por la "Cli, por semplo, Anne Mare Brent y David Chae Rodel, Du snc: ls a a tanuchunie ventana dn tna de Carman aces 1589, fmol Cle tambien Nocai Goldman El dear pallteo ie ets Moreno», en El diseurse como objeto de la hissoria, Buenos Aires, 1989. a ™ Cli. or ejemplo, Jo Enilio Bunions y otto, slaflacnia de los tipo ono er de Revol Fant ens pues det Plt, Gr, 199, ™ rats fea civias de Buenos Aires, Clos tabajs de Henry Ph, Vogl y paca a hbriacién de os simbolosy site revoluinarios ances conc onde hi Fico y amercano, Georges Lomng, La Revelation fangs ayo {us Boivin, endow tome dng a de ndopendnia Ch por cpl, Pir Gomi eae, vnomsnesrvolutonnaies et formes omanistion plaque: soci ct modems 1 ay Rio del Pata (110 y 1815p, en Vowel, 189) pur el pido oer Fob ubran, sas scabiidades modems nls Nut Grads, MD 888 co Gets 1989, tomo II. i sant itcioes tanto politics, Ci. por ejemplo, ©. Caos Stoeter, Le make ni an es sie plies an les camer carton der novels ‘eeubligees du Rio dela Pata BI] TR4e, en som tomo I como eéucterm Ce Sel Sern, La Revolucion fice y I foracion del stems nacional de sdasabe em Chiles en id "Clin ole Chasn, «Comment lie es foules la Revlon? Les dicoun 50 Modemidad ¢ Independencias De todos mods, la neesdal de cearunidades politica inéditas refuerza la aspiraci6n a crear una sociedad nueva, tipica de la moder- nidad de ruptura, y hace que la época de la Independencia sea un pe- riodo de gran creatividad en todos estos campos ®, Los elementos re- volucionarios se mezclan al fondo hispinico y a las raices autéctonas y producen combinaciones muy variadas que quedan ain por estudiar, asi como los ritmos, las especificidades regionales y el modelo francés utilizado §5, En efecto, el proceso de difusidn de los modelos franceses que se hizo en las primeras épocas por la via espafiola ~a menudo, por medio del periddico londinense El Espatol de Blanco White— toma otros caminos mds directos después de la Independencia. Los viajes a Francia %, la emigracién a América de militares, intelectuales © politicos después de la caida de! Imperio 87, la publicacién de mili ples obras francesas ®* hacen que se produzca entonces la incorpo- racién cultural de Hispanoamérica a Francia. LESPECIFICIDADES Y PROBLEMAS AMERICANOS La adopcién de la via francesa de acceso a la Modernidad, contra- riamente a lo que sucede en Europa, uu seid discutida nunca mas en de Juan José Castell dans Pexpédition ibératrce du Haut Pérou (1810-1811), en idem, tomo I aes ttn “a Reuse se Bas ee cee Sd ei a meee tag ol ie Rees fn a, a “8 Deeenas de obras de tea frances son entonces repesentadas en México, Ch. acs roa os de Hes IS ace 1M eR ‘aise, en ibidem, tomo Il Revolucién francesa y revoluciones bispanicas 51 Hispanoamérica. En efecto, tanto en Espaia como en la misma Fran- cia, la restauracién de la Monarquia era todavia posible. En Espatia, la vuelta del rey en 1814 y el apoyo popular que recibi6, que demostraba el caricter atin minoritario de los liberales, le permitié abolir la Cons- titucién y restaurar la Monarquia absoluta. En Francia, el reinado de Luis XVII, aunque era un retomo a la antigua legitimidad, conservd muchos de los principios y medidas de Ja revolucién, ya que los cam- bios producidos eran demasiado importantes para que se pudiese vol- ver « un state quo anterior. Incluso en Espafia la mutacién de las élites cma tal que pronto una nueva revolucién liberal, la de 1820, vino a poner de nuevo en marcha el proceso revolucionario, Aunque otra res- tauracién, hecha con la ayuda de la Santa Alianza en 1823, viniese lue- go 2 interrumpir el proceso, toda la Espafia contemporinea estaré mar- cada por la coexistencia 0 la competencia de los principios rivales de |a soberania del rey y la de la nacién ®, Hispanoamérica ocupa un lugar singular, y en cierta manera para- dojico, en el area latina. En efecto, cuando toda Europa habia vuelto a regimenes mondrquicos ¢ incluso absolutistas, slo los patses hispa- noamericanos continuaban siendo repuiblicas y poseyendo constitucio- nes y libertades modemas. Hay que buscar su explicacién en el hecho ‘mismo de la Independencia. Al romper el vinculo con la Peninsula, también se rompia el vinculo con el rey, es decir, con la legitimidad histérica. No quedaba entonces més via para legitimar el poder que la modema soberania del pueblo. Por eso, toda instauracién de una Mo- wnarquia fracasaré en América, aun cuando una buena parte de las élites cstuviese tentada en algunas épocas por esta solucidn. Porque:

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