You are on page 1of 85
PAUL WEY NE SEXO y PODER en ROMA PROLOGO DE LUCIEN JERPHAGNON PAIDOS ORIGENES “Titulo original: Sexe et powwoird Rome Publicado en lengua feancesa por Tallandier Editions, 2005, “Teaducin de Masia José Futis Cubierta de Jaime Fesnindes 1 cin, noviembre 2010, Nose eminence pr dec eo rpc emia Roe ee jonny culgier med edn resi, orf an tnsenomepertc ei pa et wn La nds ele devon ae treo elie na popinad chu (270 Se eee rei juhoes CED (cz ote de Deo Repos nee cine So ea oie se Dude cetactan CEDRO ve dels eb worries Sportensen e130 1970/992720687| (© World copyright TallandierFitions, 2005, © 2010 dela raiucida, Maria José Furis {© 2010 de todas ls ediciones en castellano Espasa Libros,S.L.U, ‘Pasco de Recelets, 4.28001 Madi idea es un sllo editorial de Espas Libros. U sww.paidos.com ISBN: 978.84-495.2440.6 ‘Depésito legal: NA-2663-2010 Impreso en Rottives de Estella, SL. Rodess) Villatuerea (Navarra) Impreso en Expata- Printed i Spat Sumario Prélogo, por Lucien Jerphagnon Primera parte . ‘Queda por explicar un pequeiio misterio y es que nadie vio nunca, © casi nunca, a esa fauna divin, Por lo tanto, los dioses se ocultaban a la mirada de los hombres, como hacen los unicomios o ls potentados cn sus palacios. A esos dioses invisibles en los que la plebe erefa, algu- nos pensadores, nada menos que Platén y Aristételes, que habian for jado una religién de inteleetuales, opontan sus verdaderos dioses, muy visibles dicho sea de paso: los astros, esféricos y blancas de uz, que ve- mos en el cielo y cuyo movimiento circular, regular como un relojf de- ‘muestra la existencia de un genio superior alos hombres y a todo este mundo, donde todo sucede de manera irregular y al azat. LA FAUNA INVISIBLE Ello no es ébice para que los dioses-astros de Plat6n sean tan nu- -merosos y tan coneretos como los dioses humanos del paganismo po- pula, Como éstos, los dioses-astros forman parte del mundo, mismo rango que los hombres o las plantas. Ya adivinamos qué pasé: Platén ya no podia tomarse en serio los dioses antropomorfos, pero todavia ‘era mas incapaz atin de zanjar el problema desde la raiz. En lugar de decirse: «Los dioses no son mas que un falso problema», se decia: «Los dioses del pueblo bajo no pueden ser los buenos, pero seguramente ‘hay un niicleo de verdad en la creencia en los dioses». Por lo tanto, el LS PAGANOS ¥ SUS BIOSES a7 _ paganismo empez6 a encajar en una versién més «cientifica» del mis- _ mo, reforzando la conviccién popular de que este paganismo tenia una interpretacién més inteligente que la que compostaba. Si la actitud de un ildsofo tan importante fue tan décil, no nos extraie que los ottos ppensadores y esericores atin dudaran menos de la existencia de los dio ses. Todos intentaron salvar la religién popular elaborando versiones nds eedbles. Esta postura duré mil afios: empez6 cinco siglos antes de inuestea era y se prolong hasta cinco siglos después; tenemos abajo la religién popular y, por encima, las diversas racionalizaciones de los in- telectuales, ‘Dado que los dioses eran una fauna y no existia nila Iglesia, ni un dios celoso, de ello se desprence que todos los dioses eran verdaderos, incluso los de los pueblos extranjeros. Existen dos posibilidades: o - bie los extranjeros conocian a dioses cuya existencia ignoraban los | grecorromanos hasta la fecha, o bien los extranjeros adoraban a dioses ya conocidos, pero traduciendo sus nombres a su propio idioma. Japi- ter es Japiter en todas partes, igual que un edn es en toclos lados un Je6n. Sencillamente, Jupiter se llama Zeus en griego, ‘Taranis en galo ¢ lao en hebreo. Los nombres de los dioses se traducfan de una lengua a ‘otra como ocutre con los nombres comunes. Seguia concediéndose es- tatuto de realidad a los dioses extranjeros, salvo si eran muy ridiculos, productos de una indigna ingenuidad, como sucedta con los dioses con cuerpo de animal que se veneraban en Egipto. El mundo antiguo viva cn una tolerancia universal, comparable ala de la sectas hinduistas en tte sf, Los judfos y los eristianos no escandalizaban alos demés porque tuvieran sus propios dioses, sino porque ellos negaban, o més bien des- preciaban, alos dioses de todo el mundo. Eos dioses eran buenos o se burlaban de toda moral divina o hu- mana? Conviene hacer previamente una distinei6n tan fundamental ‘como ignorada: se crefa, se querfa creer que, por ejemplo, los «dioses» ccastigaban tarde o temprano a los malvados. Pero zeundo recurtit a uno de los dioses en particular? Cada dios es poderoso, no hay dda, ero ges virtuoso? Ni més ni menos que los hombres: depende. Tiel los juzgaba implicitamente como se juzgaba a si mismo; un hombre les dirigia sus siplicas; otro intentaba comprar sus favores y un tercero les pediria justice lleno de confianza. Pero a grandes rasgos, dado que los diferentes dioses eran poderosos, es decir, venerables, mas bien se 48 {QUE LS SER ROMANO? inclinaban por la vittud. Eran algo arist6cratas, sf un patricio tiene sus debilidades y sus injustos caprichos, pero si fuese verdaderamente co- rrupto no serfa un auténtico patricio. ¢Eran compasivos? ¢Providen- ciales? No siempre, aunque muy a menuda st un sefior que no brinda- ra proteccién no seria un verdadero sefior. La distincién moral es un rusgo esencial de toda distincién, Sin ser un Angel, la duquesa de Guer- mantes desprendia cierto aire de virtud. Por ser personajes poderosos, los dioses debian parecer honrados y juzgar a los mortales conforme al respeto que recibian de ellos: «Los hombres supetiozes a los otros hombres son, a ojos de los seres huma- ‘nos, los que hacen el bien a sus semejantes; segin los dioses, son los piadosos y sirven a los dioses con premura», escribié un contempors- neo de Platén, También los hombres «honran» a los dioses, exacta- ‘mente como honran alos hombres poderosos: los grecottomanos ape- nas distinguian entre «culto» y «honor», y las mismas palabras, tied 1 colere, se aplicaban a los homenajes que se tendian a los dioses y a cicrtos mortales. eran providen- ciales y munificos; alos dioses» amaban a los hombres virtuosos; «los 56 QUE ES SER ROMANO? doses» hacian que teiunfara la buena causa, concediendo a Roma la victoria y el impetio, «Los diases castigarén a mi perseguidor», decia un oprimido. «Los dioses castigarin a ese bribonzuelo con el infierno»; «os dioses no permitinin exans «ls dioses protegen nuestra ciudad>... En resumen, «los dioses», en plural, servian para consolar y aplicar la nocién humana de justicia, algo que cada dios tomado por separado era incapaz de conseguir. La trillada cuestién de saber si el paganismo era una religién indi- fetente a la moral se resuelve facilmente si distinguimos entre «los dio- ses» y los diferentes dioses. Con una puntualizacin indispensable: se oftecta a os distintos diases un culto, unas oraciones y unos sactificios. En cambio, «los dioses» no recibian nada: uno se limitaba a invocarlos platénicamente con frases vengativas o amenazadoras. Se comprende cesta desigualdad on el trato: es factible corromper uno a uno a los dies rents minisros, pero equi se plants corromper al gobierno en blo que? Y atin hay més: se pretende creer que los ministros son unos gra- ‘nujas, pero que el rey es bueno y haré justicia cuando se entere, Los diferentes dioses velaban para que se cumplieran las esperanzas de to- dos Segunda parte Dinero y politica Politica y corrupcién: jAtin tenemos que aprenderlo todo de los romanos!' LHisroie: Es costumbre presentar al ciudadano romano como el modelo de las virtudes republieanas, En su libro Le Pain et le cieque [El pan y elcrco] usted rebatia este t6ptco, Incluso traza un cuadro de las re- laciones cvicas en elimperio que boy nos cuesta representanios: se reefan esencialmente por entregas de dinero, més 0 menos legales, entre indivi- duos, algo que nosotros llamariamos sencillanente corrupci6n y prevari- cacibn, a gran escala. + aut VEYNE: Es cierto. Conviene puntualizar ante todo que esta realidad abarca todo el periodo grecorromano, desde Alejandro Mag- no, en el siglo 1v a.C., hasta la caida del Imperio de Occidente, en 476, ues el mundo de las ciudades griegas de Grecia y Oriente fue también elde todo el Occidente latino. ¥ esto es cierto tanto sila ciudad era in dependiente, el caso de Grecia, o no lo era, como en el Imperio soma- no, donde estaba sometida al poder imperial. La ciudad constitaye el ‘marco de pensamiento politico de la gente, algo parecido a la Italia de] Renacimiento. Cada ciudad vivia a su ritmo. En ese contexto, aparecié un fenémeno que hoy nos parece muy cextrafio y que se llama evergetismo, Se trata de un mecenazgo dedica- do no ala cultura sino a lo que entre nosotros se refiere «lo politico y lo social, asi como a los impuestos; en suma, a toda la esfera pitblica, 1, Bae atialo fue publicado en LHioire,2.°193, noviembre de 1995, pigs. £2-85, 60 DiveRo ¥ POLENICA Bien, en la Antigiiedad esta prictica estuvo muy extendida, Casi todas {os anfiteatros de! mundo romano —se han encontcado un centenar— 1no son monumentos pablicos, sino que fueron una donacién de ciu- dadanos ticos. Tomemos como equivalente los pantanos. Imaginemos que todo el sistema eléctrico francés lo hubiesen costeaclo varios me- cends... Los monumentos llamados pablicos son en sus cuatro quin- tas partes monumentes regalados por los hombres més ricos de la ciudad. Pero cexistian on todo caso los impuestos, legates, obligatorios para la poblacién? Es decir, gestaba en vigor la nocién de dinero puiblico? De ninguna manera en la forma en la que lo entendemos hoy. Eran precisamente los ticos, los miembros del consejo municipal, los que Aistribufan el impuesto y los que se preocupuban de quedar exentos, hnaciendo que recayera sobre las clases mas pobres de la poblacién, des- gravandose a sf mismos sus gastos suntuarios... Pero, aparte de esas «grandes obras» que acaba de mencionar, (qué ‘otros gastos asumia los ciudadanos més reos? ¢¥ ebm se os repartan? En una pequefia ciudad, los habitantes eran ciudadanos, tenian de- recho a disfrutar del baiio pablico, lo mismo que hoy tienen derecho a Ja Seguridad Social: era el lujo de la época. El bafio piblico implicaba madera para calentar el agua y aceite, que en la época servia de jabén, Su reparto era gratuito. El consejo municipal, integrado por entre treinta y cien personas eicas y nobles del pais, se rcunfa. Haba que ele- air al que pagaria cl coste de los baiios piblicos a sus conciudadanos. En la practica, se hacia alternativamente, Tenemos discursos tipicos de ‘esta época: «Nuestro compatriota tal es un hombre rico y generoso. Sin luda consentira en pagar los batios piiblicos este aio. Hace mucho ticmpo que sufre por no haber podido ofrecer nada a nuestra ciudad {lease entre lineas:jhace afios que escurre el bulto!]». Fl otro protes taba: «;Pero si no tengo un denario!». «j Vamos!,, no lo niegues, todo el mundo sabe que tienes dinero.» El pueblo aguardaba en la entrada del consejo municipal y gritaba, organizaba un guitigay. El hombte rico sa bbfa que, si sala sin haberse comprometido a pagar los baitos piblicos, Jo abuchearian o quizés algo peor. ¥ terminaba cediendo... POLITICA ¥ CORREPCION a eSignifica exo que los ricos entregaban dinero para los pobres? ‘Mucho menos de lo que se cree. En caso de grave escasez, si los ri- cos tenfan que hacer un esfuerzo, En esa época, un hombre rico alma- ‘cenaba en la ciudad los cereales cosechados en sus tierras para vender- os més caros en aiios de carestia, Pero cuando la carestia alcanzaba ‘cotas muy graves, habia riesgo de revuelta sino abrfa sus graneros o si vendia el pan a un precio excesivo. Era un juego de luche de clases in tetminable. Y el rico aprovechaba la ocasién para vanagloriarse de ha- ‘ber vendido su trigo a cuatro denarios menos que la ciudad de al led. Existéa otra categoria que recibfa un estipendio, em este caso del go- bierno imperial: el eiévito. ¢Debemos imaginarnos al eiérito romano como un ejército priuado al servicio del emperador en vez de como tm ajército de ciudadanos? No, En esa época, el cuerpo del ejército no estaba conformado por Jos oficiales, como ea un ejército medieval o moderno, sino por los no bles, con una masa de plebeyos debajo, que no eran més que came de caiion. En los ejércitos antiguos, el cuerpo lo formaban los soldades En sus campaiias, el emperador no reunia a su Estado Mayor sino a sus 60,000 0 100,000 soldados, a quienes explicaba su estrategia y éstos :anifestaban su conformidad o no. De golpe, el emperador no conta- ta con un cuerpo de oficiales parif mantener el imperio sino con entre 100.000 y 200.000 soldados a su disposici6n, Fra un ejército de ciuda- danos y el sueldo que recibian era fijo. Pero, dada la relacién privile- giada que el emperador mantenfa con sus soldadlos, resulta evidente que éste debia ofrecerles, ademés, una prima en dinero, De no hacerlo, os soldados se rebelaban, Y.al emperador no le interesaba provocar el descontento de los solda- dos, ya que étas desempertaban un papel nada desdemable en su acceso al poder, gno es ast? Si, pero con la salvedad de que cada cuerpo del ejército envidiaba alos demas. Cada vez que habia una crisis, todos consideraban que su favorito seria el mejor a la hora de defender al imperio, y de ello se de- rivaban una serie de pronunciamientos militares y de guerras civiles, Y que se anduviera con ojo el soberano que perdi el favor de su ercito Enel siglo en que las cosas andaban mal para el Imperio romano, de la 2 Dinego ¥ POLITICA teintena de emperadores conocidos, tres murieron en su propio lecho, uno de ellos de peste. Los veintsieterestantes murieron en el campo de batalla, o bien fueron asesinados por incapaces... Y los donativos de los emperadores a sus soldados gera una manera de evitar esa suerte? No exactamente, era algo mis sutil, A los soldados no se los com- praba, Ahiesté el matiz. En aquel mundo no se compraba a la gente, lo que se hacfa era demostratles con dinero un aprecio, No era nunca una simple telaci6n amorosa, aunque era algo més complicaco que la mera prostitucién, Elemperador no era el tino on das muesteas de generosided. Los po- tentados romanos también lo haclan cuando pretendian ganarse el favor de sus proséitos... Hay que diferenciar claramente el clientelismo y el evergetismo: cuando un ciudadano rico hacfa regalos a sus conciudadanos, éstos no eran sus clientes. Las clientelas privadas, en cambio, constitufan autén- ticas mafias. El capo mafioso antiguo mantenia una telacién personal con cada uno de sus clientes: los habia elegido, camponian su gran fa- nilia... Es, de hecho, la antitesis del evergetismo, que consiste en ha a —s—CSs—sSssO—C=s jindolos colectivamente. En cambio, rechutar protegides personales no supone una extensién del cuerpo cfvico, sino més bien su negacién, en lamedida que se trata de organizar en provecho propio exclusivamen- te toda una trama de hombres al servicio de uno solo, ¢Y para qué servia esa trama? Para jalcar al gran personaje, que se sentia asi muy importante, To- das las mafianes cien personas se presentaban para saludazlo ala hora del desayuno. ¥ esas personas recibsan a cambio la moneda con la que podian comer, en una época en que tener qué comer era un problema cotidiano para las cuatro quintas partes de la poblacién, Tenia clientes el omperador? il estaba por encima de eso! Tenia sus favoritos politicos sf, pero no hay gue imaginarse aqut las tipicas intrigas de los serrallos, cuando PoL{Ti¢n ¥ commuPcION 8 ‘era un mundo completamente distnto, No, elemperador no se mante- nia en cl poder porque dispusiera de una clientela mas nttida que el Lo que si podfa ocurrir, en cambio, es que una red de partidarios ‘suy0s lo aupara al poder. Sila situaci6n politica se habia deteriorado, si hhabfa que sustituir al emperador porque habfa sido derrotado en una | etal ejcito el que decidia. Bl poder imperial no se sostenta gracias @ ~ une clientela privada, {Qué empujaba a los ricos a gastar ast su dinero para ofrecer a sus - conciudadanos determinados servicios pitblicos? Habfa dos razones, En primer lugar, se daba lo que yo lamaria un sistema de acumulacién de primacias. Quiero decir que, entre noso- tros, un millonario no es necesariamente, ¢ incluso lo es muy rara vez, diputado —Ila Caimara de Diputados no esté integrada por las grandes forrunas de Francia, la politica es un oficio—, mas rara vez ministro, y tampoco es necesariamente un gran escritor, més bien casi nunca, ni si- «uieta un hombre cultivado, En determinadas sociedades antiguas, en cambio, como el mundo grecorrafnano, todo el mundo posee todas las primacias ala ver. El rico era al mismo tiempo un hombre cultivado, ose suponia que o era lo que viene a set lo mismo: era el tinico que habia cur- sado lo que hoy llamamos estudios superiores. ¥ era quien gobernaba, La riqueza seria entonces el erterio de excelencia... ‘Exactamente. Y para poner de manifiesto esa excelencia habia que demostrat que uno era rico, habia que ser generoso, lo que los antiguos llamaban «magnificencia>. Y llenando la ciudad ce monumentos pii- blicos es como se demostraba que uno era un particular con fortuna. Pues la ciudad era propiedad de los notables: ellos eran quienes la go- bernaban y ponian su dinero en comiin para engalanatla, eY la segunda ratén? [No era tan importante ser rico como tener personas que te mostra an sumisi6n; y venia a ser el sistema de las dédivas. Repartiendo gene- “4 DINERO ¥ POLITICA rosamente tu dinero disponias de una autoridad y la gente se ponia a tu servicio. Los notables se comportaban como reyezuelos locales 'Y ademés, hay que afiadir otra razén, que yo considero irracional, ‘extrafia, que es el prestigio: una persona rica es prestigiosa igual que un perro de gran tamaiio suscita la admiracidn de los persillos; es algo tan tonto como eso. Lo vemos en los pueblos de Francia los vifiateros celegiriin como alcalde al mas rico entre ellos; no porque dependan de alsino porque es el més prestigioso y eso los honta e¥ no habla también cierto eileulo politica detes? Es decir, pagaban 4 sus conciudadanos para conservar su favor... Habia un céleulo politico, efectivamente. Pero eso no quiere decir ue los notables sometieran al pucblo pagindole ciertos subsidios, Quiere decir que era un Estado tan antiguo, tan arcaico, que no tenfan necesidad de compratlo: a iqueza suscitaba tal admiracién que el pue- blo ya estaba sometido, ; En cuanto al emperador, ¢no cabria decir que ofrecta al pueblo los Juegos circenses para apartarlo de los asuntos piblicosy evitar la contes- tacion politica? No, porque era algo que s6lo ocurtia en Roma, El emperador sola: mente actuaba como evergeta en su ciudad. Cuando se trataba de S0- meter a las provincias, volvemos a la gran politica, la que impone que se inviertan recursos y que se asuman riesgos. La ciudad de Roma era un elemento folcl6rico, un eseaparate. El emperador era una especie de uedette local, como el papa hasta hace cincuenta afios El sentimentalismo desempefiaba un papel enorme en la politica de la Antigiiedad. El pueblo de la ciudad de Roma queri el amor del em- perador. Pero, a cambio, era preciso que el emperador no lo desdefia- ra, pues de lo copizario no estaba contento. Y si el pueblo no estaba ccontento, aclamaba poco al emperador y éste se sentfa molesto... Aho- 1 bien, el emperador tenfa una manera de demostrarle a Roma su ‘amor, ofreciéndole los juegos. No compraba la opinién de una ciudad ‘que, en definitiva, de nada le servia, Es una mera cuestién de imagen de ‘area. De todos modos, durante el Imperio, el pueblo de Roma estaba despolitizado: era monérquico y no votaba. POLITICA ¥ CORRUPCION 6 Todos los emperadores supieron responder a estas expectativas del pueblo? Huubo das tipos de emperadores. Los que eran serios, graves, y no ofrecian juegos: la mitad de los emperadores pertenecian a este tipo; y Juego estaban los que ofrecian juegos a manos llenas. Fs el caso de Ne r6n: el pueblo Io adoraba, pero despertaba odio entre los patricios, pues estaban celosos... Habia que elegic: 0 bien favorecgr alos nobles obien ser el rey de la plebe, eLlegé a formularse en la época alguna critica politica al evergetismo? Si. Algunos, por racionalismo politico, consideraban escandaloso que los ricos tuvieean que desprenderse de su dinero para ofrecer pla- ceres a la plebe; afirmaban que habia cosas politicamente mas impor- tantes que procurar diversiones al pueblo. Pero tan pronto estallaban protestas en la ciudad, tensiones internas, el emperador daba marcha ausis en su rechazo a los juegos, Pues lo cierto es que el pueblo poseta tun arma que consistia en provocar un pequeio motin o en prapagar disturbios por la ciudad, y en insultar al rico, que ya no podia salir sin «que sc buslaran de él, Esto era algo que no podta soportar, pues signi ficaba que habia perdido todo su prestigio. €Y las criticas nunca llegaban-més lejos? Hubo algin que otro escéindalo, como en el caso de los funciona trios que vivian de la «magnificencia» de sus administrados. Recorde- mos al respecto que en el Imperio romano los funcionatios eran se- fiores; nadie trata con un sefior sin ofrecerle algin presente: es [a institucién del bakobich, que no es exclusiva del Imperio romano, sino aquesse den todas las ciudades antiguas. Podriamos afirmar que los ac- tuales derechos de justicia son un vestigio oficializado de los bakchich ‘que se ofrecfan entonces a los jueces. No obstante, estas practices, levadas al extremo, podian escanda- lizat. El caso citado con ms frecuencia es el de Verres, que en el siglo 1G, impuso a Sicilia, donde era gobemador, una serie de impuestos desorbitados, y que comparecié ante un tribunal acusado de concu- sién, en un proceso que se hizo famoso, y en el que Cicerén actué de portavoz de la acusacién. En realidad, el esedndalo empieza cuando los excesos se hacen piiblicos o si uno deja que lo pillen. En el caso de 66 DINERO Y POLITICA Verres, la situacién aleanzé proporciones inimaginables, Y, ademés, habia cometido algunos crimenes. La situacién derivé en una comple- ta anarquia: Verres habia perdido la cabeza y acabé deshonrando a su clase. La diferencia entre Verres yel esto de los gobernadores que ro- aban es la que puede existir entre los chanchullos nozmales de cual quier ayuntamiento francés y el Chicago de Al Capone. Era pablico, eta confeso, y ademas empleaba procedimientos violentos, Cicerén sélo r0b6 dos millones durante su afio en Cilicia, Exa may poco y se jactaba de ello: «(He regresado con tan s6lo dos millones de sester- cios!», A los ciudadanos romanos, en cualquier caso, les escardalizaban al- unas pricticas electorales: bubo leyes contra la sbriga», es decir, el hecho de obtener por medios econdmicos el voto de los conciudadanos. Ast que ‘no era algo tan natural que alguien comprara a sus electores. Es cierto, Se intents establecer una tava para regulas la briga elec- toral en tiempos de la Repablica, pues las sumas aumentaban sin parat Podria compararse « una limitacién de armamento entre paises tivales. El Gnico que pronuncié una sincera condena moral fue un hombre cé- lebre por su ingenuidad, Catén el Joven, que vivié en el siglo 1a.C., y gue hacia un verdadero drama de cada sestercio desviado del dine: del Estado, Bra un estoico, una especie de clétigo laico que no bi nada igual que sus colegas, ¢Quiere eso decir que cuando los filésofos promonciaban invectivas sutilizando las palabras ademagogian, xpopulismon, etc, no lo bacian en el misono sentido que hoy, que era pura retérica? No podemas ir tan lejos. Yo creo que los filésofos hablabun en se- rio, Consideraban que los placeres, el pan, el circo, etc. eran asuntos ridiculos w odiosos, o demagégicos, que signifieaban derrochar el nero del Fstado que convendrfa gastarlo de manera més ttl; también consideraban que los ricos eran los verdaderos pobres, pues lo tnico ‘que se hacia era despojarlos de su dinero, Estos son los argumentos de clase mis aceptados, no nos hagamos ilusiones. Para concluie, cosmo definirta usted el modelo politico romano, las reglas de la vida en contiin instauradas dentro de la ciudad? Pouimicn ¥ conRurCION 6 <0 que descansa en dos ideas fundamentales Bin primer lugar, una ciudad antigua se parece a lo que en nuestros dias es un partido politico militante, Los ciudadanos no estén en la ciudad para obtener ventajas y beneficios a cambio de su adhesién civica, sino ‘que son gente adepta a una causa. Dicho de otto modo, no es una so- ciedad que busque la felicidad a través de las acciones de sus integran- ‘tes, sino una organizacién donde todo cindadano se entyega a la causa: la defensa de la ciudad, su grandeza. Son militantes cfvicos. La segunda idea es el estatuto muy concreto del ciudadano. Todos nosotros admitimos que, a cambio de las ventajas que la sociedad nos oftece, pagamos unos impuestos, calculados con exactitud casi cente- simal, El ciudadano es entonces un ser abstracto, una persona juridica mente definida, con derechos y deberes. Si pretendiera hacer més, se- sia sospechoso de comprar el Estado. En la Antigiiedad el ciudadano se ponia al servicio de la ciudad con armas y bagajes, es decir, con su ti «queza, por cjemplo, No era una persona juridica sino un individuo que ponia todos los recursos de los que disponta a beneficio dela ciudad. Los emperadores romanos eran Berlusconis tiquisimos que accedian al poder gracias a su inmensa riqueza. Ast fue como Augusto pagé gran parte de los gastos de la Italia romana, con su propia fortuna. Fl empe- rador eta el mayor propietatio de su reino y podia llegar a poseer la veinteava parte de las tierras del imperio, En realidad, es el reino de lo no juridico. Bl Estado no es verdade- tamente un Estado de derecho y los ciudadanos no son intercambis bles; son lo que son. Es un civismo concreto, improvisado, informal, i ‘dual, una mezcla de desigualdades econémicas y de solidaridad civiea donde bajo ningiin concepro entran en el mismo molde el rico y el pobre para extzaer al ciudadano puro, modelo 1793, con derechos y deberes detinidos por un cédigo. lira ademés una vide piblica en donde las nociones de opintén y de partido politico no estaban presentes? ‘Absolutamente. No existian grandes lineas politicas, De ver en cuando habia emperadores escandalosos. ¥ luego estaban los proble- ‘mas, souy reales, de escasez, Fuera de eso no existia vida politica en el sentido en que nosotros la entendemas hoy. Se trataba de la mera ges- tién de una sociedad pobre que se perpetuaba segtin las mismas re- 68 DINERO ¥ POLITICA blas. ¥ Ja oposicién cra meramente moralista. Ura un tipo de critica al estilo de Philippe de Villiers, contra la decadencia, contra la ausencia de ideal... Una referencia completamente mitica a algo que nunca exist, Declaraciones recogidas por Véronique Sales) El Imperio romano era una mafia’ Paul Veyne, émaginemos que nos encontramos en Roma, a principios | del Imperio. Recibo una paliza y me roban el dinero. Han violado a mi tnssjer'y matado a mi ijo. ¢Obtendria yo justicia? ;Caramba, qué panorama! Lo imagino llegado de las profundidades dela Galia, perdido en Subura, el bartio «caliente» de Roma. Sea como fuete, ante todo le deseo que fuera rico, es decir, que contara con una bbuena «clientela», pues sevian ustety sus amigos quienes se ocuparian dle realizar la investigacién, de halla los culpables y de levarlos ante [a justicia. Por increfble que pueda parecer, no existia una verdadera ‘en el mundo romano. El efército se ocupaba de la seguridad po- Itica teprimiendo las algaradas. En cambio, su intervencién era bas- tante discreta en asuntos de seguridad civil, salvo para meter en cintu- ta el bandidaje, pues a veces habia bandidos en las montafias y, en ‘casiones, la poblacién recurtia a Ia autodefensa. Se afiema que este ‘bandidaje era una lucha de clases. No estoy muy seguro de ello. ¢Y qué ocurrivia si no fuera rico? Si usted no fuera un personaje poderoso, lo mas probable es que ‘nwviera un «jefe», de quien seria cliente, o una cuadrilla de amigos. En- 1, Extearticulo fue publicado en l'Histoir, 2° 168, julio de 1993, pips. 84-85 (orimero especial cLe Crime. Juges et asissns depuis 5 000 ans») 70 DINERO ¥ FoLITICA tonces intentaria conseguir que su jefe lo protegiera, y que sus amigos Ieecharan una mano, En cambio, si usted fuera un esclavo, las cosas se- rian mas sencillas. A su propictario le indignarfa que le estropeasen el ‘material de su propiedad, de manera que peditia a sus esbirtos que so Jucionaran el asunto. 2Significa eso que en Roma ni el robo ni la violencia, ni siquiera el crimen de sangre, merecian incluirse en wn obdigo penal? El robo y la violencia no estaban considerados en Roma delitos criminales, sino delitos civiles, privados, como las deudas, por ejem- plo. Los eximenes, en cambio, eran castigados por las autoridades, que actuaban en virtud de su derecho a reprimis, a castigas, de forma coer citiva, mas que en virtud de un «derecho penal», que se atenia a una tradicién de castigos més que a aplicar un eédigo. Ademis, el derecho civil respetaba tn proceso juridico que ofrecia un minimo de garantias a los ltigantes, mientras que el «derecho» penal era sumamente arbi- tratio. 4 El deporte nacional romano era el derecho privado, la jurisprudén- cia civil. A los romanos les encantaba, seguian los procesos como no- sotros los culebrones en televisién, Y aunque pasan por ser los inven- tores del derecho, no hay que olvidar que pare ellos era ante todo una acumulacién de jurisprudencias. Estas cambiaban segiin las regiones del Imperio; el procedimiento, sin embargo, er invariable, SiRoma no inyenté el derecho estrictamente hablando, si destacé en los procesos, cen la roglamentacién «universal> de las transaeciones segtin formas ju- ridicas precisas. El suministro de ls piezas del proceso, la citacin de ls cestigos, el sitio que las distintas partes ocupaban en el pretorio.. tado estaba so- metido a una codificacién romana idéntica, desde Bretafia hasta Asia ‘Menor. Allitigar por un problema de sucesién, una viuda galesa invo- caba unas costumbres bastante distintas de las que invocaba en el otto. cextremo del Impecio una viuda siia, pero el procedimiento era total: ‘mente romano. sa era una de las manifestaciones mis impresionantes, para las poblaciones, del imperium. Con suma habilidad, los romanos se abstenfan de introducie de- masiados cambios en las costumbres locales. Con no menos habilidad, después de los gobiernos de Augusto (27 a.C.-14 d.C), y sobre todo de [HL IMPEIUO ROMANO FRA UNA MAFIA n Claudio (41-54), presentaban el hecho de poseer la ciudadanfa roma na (y, porlo tanto, un determinado niimero de derechos civicos) como un privilepio. Este estatuto se convirtis en una aspiracién, no era una obligacién impuesta. El caso de san Pablo, navegando entre las leyes judias y su ciudadania romana (pues Pablo era ciudadano romano y dependia de los jueces romancs),ilustea bien esta superposicién juri- ica indisociable de la aventura romana, y decisiva en la evalucién de Occidente. , Auuno le roban, le violan y le matan... 2Y nadie puede presentar una denuncia? No. El proceso solamente empezaba si uno le echaba el guante a su agcesor y lo llevaba delante del juez. La funcién de dicho magistrado consistia en confiar el proceso a un jurado, que se limitaba a decidir so- bre qué debia deliberar y qué tipo de sentencia debia emitiz. Cuando emitfa su juicio, la accién de lajusticia habfa terminado. A usted le co- rresponderfa cjecutar la sentencia, Uno podta, por ejemplo, tomar por asalto la casa del culpable y capturarlo, salvo que aprovechara para darle muerte, una desgracia muy habitual... y encerrarlo en su cércel privada, si optaba por impro- visar una en su domicilio particular: Habitualmente, e reo se alojaba ea casa, a veces se Jo mantenia encadenado en un rincéan, se lo mantenia prisionero dentro de casa y see obligaba a trabajar como esclavo. Sélo saldria libre cuando hubiera pagado su deuda, la multa o la compensa- ci6n determinada por el juez. Asi como ningiin poder pablico le ayu- darfa a uno a ¢jecutar el juicio, ningan poder piblico pondria limite a su venganza, En cambio, su adversario podta contar con un clan que negociara con usted o se wengara a su vez, sia usted see iba la mano en el castigo, Una vex cada siglo 0 cada dos, el emperador ordenaba visi tar las cérceles privadas y exigia la liberacién de fos ciudadanos a los ue se mantenia como esclavos indebidameme, para demostrar que era ‘ quien detentaba el verdadero poder. &Y podia fucionar una sociedad semejante? Es evidente que funciond, El derecho del mas fuerte se ejerefa sin limites. En esa época la usura que los icos, los poderosos, eferefan era mucho mas importante que la banca, Existia una lucha de clases entre 2 pineRo ¥ Pounica Jos ricos y los plebeyos debida a los préstamos de dinero de los prime- 108 a los segundos. En cuestién de deudas (una verdadera obsesién de lasociedad romana), se puede hablar incluso de una ¢justicia de clase» de us cinismo asombroso, Dicho esto, habrfa que preguntarse por los mecanismos compen- satorios que scgutamente se pusieron en marcha; es evidente que to- dos los peces gordos no se comicron a todos los pececillos, cuando —por lo que sabemos del derecho romano— nada lo impedia.Tene- :mos vatios testimonios de grandes propietatios que se apoderaban de las tierras de sus vecinos pobres, gracias a su cuadrilla de hombres ar mados. ¢Cémo se explica que no desaparecieran todos los pequetios propictarios? Valdria la pena analizarlo, pero los juristas acostumbran a estudiar el derecho por sf mismo, sin preguntarse sobre su funciona- miento. Al parecer, usted supone que un clan podia limitar los abusos de otro. 4 Si. El clientelismo era a condlcién para la supervivencia de los nis pequefios. Todos estaban bajo la proteccién de propictarios mayores, ‘una especie de caciques que, a su vez, contaban con la proteccién de ‘otros mas poderosos, y esos grandes se mantenfan el respeto reciproce- mente, bajo el control del gobernador dela provincia, el representante del emperadot. Peto el gobernador era asu vez, por definicién, uno de los grandes... Fl gobernadot romano y los notables de cada ciudad tra- taban de poder a poder, se entendian a espaldas de la gente humilde y a veces combatfan unos con otros. Podemos pensar sencillamente que un jefe de clan que hubiera ad- quitido cierto poder se sentia inclinado a adoptar el cédigo aristocrit- co dela élite imperial, y por ello debfa respetar las reglas de cuidado de tuno mismo y de equilibrio propias de esta casta. Después de todo, exis: tia dentro del medio un c6digo de honor». Pero habia que trabajar ids tiempo en estos temas. El Imperio romano, atrevimonos a decirlo, tenfa la estructura de una mafia, Es una inmensa Sicilia. Pero geudntdo se crea el Estado en la obligacin de intervenis? La nocién de Estado tal y como nosotros la entendemos carece de sentido dentro del Imperio, Digamos que existéa un poder, una potes- BL IMERIO ROMANO ERA UNA MAFIA B 1s, que se hacia respetar cuando se atacaba a las fuerzas vivas, El go- bemador romano de la provincia intervenia, entonces, emitéa condenas a muerte, enviaba a la tropa y castigaba severamente manu mulitar, . Precisamente lo que los romanos no hacian: ellos abrian sin ma- yores miramientos los armatios llenos de esqueletos. En un poema LA OBSCENIDAD EL POLCLORD» RNTRE LOS HOMANOS 7 dedicado al matrimonio de un gran seiior, y también su mecenas, el poeta Estacio escribe que Ia opinién piiblica, que durante mucho tiempo censur6 a ese sefior por vivir maritalmente con una noble viu- da, ya podia cerrar la boca: jel concubinato estaba ahora regulatiza- do! En un poema dedicado a la gloria de otro mecenas, Estacio entt- mera las cualidades de su protector y confiesa que ha padecido sus desdichas, pues la indigne madre del mecenas quiso nagla menos que envenenar a su hoy fue condenada a muerte por este delito, Peto el hijo la ba perdonado y desea, un poco tarde, que este incidente caiga en dl olvido, Fsta rudeza, que tanto nos recuerda a los predicadores populares de la Edad Media, es el sintoma de una relacién sumisa de los indivi- duos con Ia censura de la opinién pablica y conferia a los romanos un cierto aire de zafiedad, De ahi los miles de incidentes nimios que ert6- neamente parecen anecdéticos. Ovidio, refinado poeta sobre ef que se abate el drama del exilio, sinde emocionado homenaje a su esposa, que petmanece en Roma: jporque ella no lo engafia! Al componer su elo- gio personal, el poeta Horacio no se anda por las rams: él nunca fue enssu juventud el Gitén, el mantenido, de nadie. Estacio hace en honor de un viudo el elogio de su difunta esposa y asegura que ésta por nada del mundo le habria sido infiel, aunque Ia hubiesen tentado con un dineral. Plinio, senador tan pomposo como cualquier académico, en sus loas al emperador ‘Trajano afirma que vale mas que su predecesor, pues nadie le ha visto maltratar a nadie ni seduci a las esposas de sus sibditos. Unos y otros destacan la humanidad fuera de lo comin y lo ‘que les causa asombro no es el vicio sino Ja virtud, lo cual tendria el ‘mayor interés para el sociélogo de un género plenamente romano, la satira. Eltemor al qué dinin era, en efecto, grande, pues como la moral re- ligiosa apenas exista, los tinicos romanos que disponian de un tefugio para desafiara la opinién eran los que se adherfan a una sectafilosoti- a. El comiin de los ciudadanos vivia en una moral de la responsabili- dad cfvica, donde las criticas de sus pares hacian las veces de ley. Cada cual eta responsable ante la opinién publica; cada matrimonio, cada di- __vorcio, cada testamento pasaba por el tamiz de la censura de las con- versaciones, lo cual recibia el nombre de reprehensio. Antes de tomar la decisidn de casatse o de suicidarse, todo patricio romano convocaba a 8 Dingo ¥ POLITICA cierto ndimero de sus pares, no tanto para que le proporcionasen ideas ‘como para someter a su juicio su decision. Nadie quedaba dispensado de justifcarse ante la opinién piblica, ni siquiera los emperadores, si eran principes-magistrados y no tiranos. Cuando Claudio supo que Mesalina, su mujer, se habia divorciado sin comunicarselo y se habia vuelto a casaren secreto, arengé a a guardia imperial, contandole con todo detalle las infidclidades de su esposa y prometié «que nunca volveria a casarse, pues ala vista estaba que los ‘matrimonios nunca le resultaban dichosos». Cuando Augusto tuvo no- ticias dela mala conducta de su hija, y mis tarde de su nieta, que pre- tendian vivir como grandes damas libres y no como miembros de la familia reinamt, conté pormenorizadamente sus cscinndalos en un dis- curso al Senado y en un manifiesto al pueblo romano. Y los emperado- +es tiranos iban més lejos si cabe, pero en sentido inverso, pues alardea- ‘ban de mantenidos ¢ incestos para demostrar que un potentado estaba por encima de la moral del sebaiio. : ‘EL ATAQUE VERBAL COMO ARMA DEFENSIVA Un hombre pablico, ya lo vemos, carecia de vida privada, Ahorg bien, cualquier ciudadano, iba a decir cualquier militante, era en cier to sentido un hombre piblico. ¥ ésa es la razén por la que la polémica inspiré un géneto literatio especial: la invectiva, tan tipica como eo nnuesteos dias el diatio satirico Le Canard enchainé 0 Le Pere Duchesne durante la Revolucién francesa. Consistia en divulgar las acusaciones e injurias mas increfbles referidas a la vida privada del adversario. Varios discursos de Cicerén, y entre ellos la famosa Segunda Filfpica, no son sino invectivas. Acusaciones e injuriasrituales que nadie se tomaba al pie dela letra, pues con esa sarta de injurias no se pretendia convencer a la gente sino dejar mudo de horror al interesado, Hay que advertir que Ja politica consistfa en luchas de poder y no apelaba a grandes principios. No era algo que se le pudiera reprochar al adversatio pues, en definitiva, buscaba lo mismo que ti. No le quedaba otra que acu- sarlo ritualmente de tener costumbres infames. ‘Una catarata de insultos obscenos era otro género de polémica lite- ratia: Catulo o Maccal vertieron auténticas carretadas sobre otros poe [LA OBSCENIDAD Y 5, «FOLCLORE® ENTHE LOS ROMANOS 9 tas tivales. Este uso polémico de la obscenidad era comtin entre los se- nadores, los intelectual y la plebe. Al principio de la terceta Bucdlica de Virgilio, dos pastores charlan con una mezcla de fraternidad y de hostilidad (son rivales),y para zafarse de esta relacién ambigua se acu san entre bromas de vergonzosas fechorfas, que ambos saben que son pura invencidn. Asi concebfan los romanos las chanzas. El uso polémico de la obscenidad tenfa una explicacion. Las pala- bras gruesas estaban prohibidas, de manera que para emplearlas a ppesat de todo, habia que tener el valor de volar una prohibicién, Fl pri- mero que tiene este valor realiza una hazafia, que impresiona al adver sario, quien se defenderé demostrando que tampoco él tiene miedo y har estallara su vez una bomba obscens, Apuntaré a su agzesor con el dedo medio (llamado «el dedo obscenos), haciendo el gesto que napo- litanos y brasilefios Haman atin la «higa». Consecuencia: las palabras y los gestos obscenos eran armas defer sivas contra cualquier amenaza, viniera de donde vinicra. Eso explica por qué los propietarios romanos defendian sus jardines contra los la- drones levantando en ellos la estatuilla cle madera ce un Pri pripico. Y hasta las ms honorables casas romanas ex! entrada la imagen de un falo, que tenia el mismo rol protector que an tafio tenia una herradura para nosotros, De qué habfa que defenderse? De la mala suerte, de los celos de los dioses? No: dela invidia, de la hostilidad y envidia de sus vecinos y de los hombres en general. Esta universal malevolencia es especial- mente peligrosa porque el envidioso disimula sus sentimientos para pa- sat inadvertido y porque algunos envidiosos pueden echarnos «el mal de ojo». En la Africa romana, profiferan los simbolos mgicos y obsce- nos de proteccién: mosaicos, amuletos, engaste de anillos. Un propie- tatio africano grabé en un mosaico sus sarcasmos dedicados a los eavi- diosos que auguraban que nunca llegarfaa acabar la construccién des casa, hermosa en exceso: jque reventaran de despecho! Hl estilo de las relaciones humanas cambia mucho de una civilizacién a otra. En el mundo romano parece haber sido de lo més rudo. Los romanos tenfan, ademas, la mania de los procesos, al igual que cen el siglo en que Racine escribié Los litigantes, pero con mucha mas crudeza: se entablaban juicios para dispucarse herencias y patrimonios, no solamente cuando el «buen derecho» cra discutible, sino también 80 pineno ¥ pouizica contra todo derecho: los pleitos no respetaban nada, ninguna posesién estaba garantizada y se vivia en un estado permanente de guerra judi- cial. Un escritorafticano, Apuleyo, se eas6 con una rica vind al poco, Ja parentela de la viuda intentaba un proceso por magia contra nuestro hombre acuséndolo de usar sortilegios para llevara al mattimonio, at- timafia punible con la pena de muerte. La desmoralizacién de la po- blacién tenia como causa principal la existencia del Fiseo. Se llamaba Fisco al conjunto de propiedades e ingresos de Ia corona, un conjunto sigantesco pues, en ausencia de heredero, cualquier herencia y todo testamento que contuviera la menor itregularidad entrafiaba la confis- cacién de la sucesién en favor cel emperads, con una recompensa sus- tanciosa para el demunciante. ¥ se requeria muy poco para que un tes tamento fuera invalidado, ya que el Fisco, al que se ha comparado con un Gulag {cl emperador posefa las minas y cantetas donde se cum- plian los trabsjos forzados), juzgaba los procesos en los que estab in- teresaco y rara vez los perdia, siendo como esa juez y parte. En cada sucesién, los herederos que habian visto frustradas sus esperanzas:de- nunciaban al Fisco, con el menor pretexto, a su pariente més afortu- nado. Convendrfa, por lo tanto, estudiar la funcién del derecho en la vida social de Roma, en lugar de limitarnos @ admirar su magnifica cons- ‘rucci6n y a suponer que desempediaba la funcién «eterna» que desent- pefia «el derecho» en toda sociedad civilizaca. Podemos alubar a los romanos por haber inventado la disciplina de la vida social mediante el derecho, pero conviene constatar asimismo que tenfan mayor incli- naci6n que nadie ala judicializacién, la mania de los procesos. Su de- recho no servia para solucionar por la via pacifica conflictos inevita- bles, sino que los multiplicaba, constituyendo asi un campo de batalla suplementario para Ja lucha de todos contra todos. En los inicios del Imperio, tuvo lugar una guerra de damas cuando las princesas impe- riales y las damas de la corte empezaron a denunciarse alegremente como culpables de lesa majestad con objeto de apoderarse de las pro- piedades de la dama condenada. ¥ se necesitaba muy poco para resul- tur culpable de atentar a la majestad del emperador. ‘Ademas del derecho, en la época clasica subsistian vestigios de una €poca en que el derecho era una coaccién ejercida por la propia colec- tividad, a la manera del deb. Algo que sabemos gracias a Caligula, [LA OBSCENIDAD ¥ HL. @FOLCLORE> ENTRE LOS ROMANOS 81 Nadie pone en duda que Caligula estaba loco, pero més de una vez su paranoia consistié en resucitar tradiciones de crueldad colectiva, Mand6 construir un puente en Pozmuoli y el dia de la inauguracién hizo arrojar al agua desde lo alto del puente a una parte de los especta dores, A los foleloristas no les costara reconocer la costumbre de inat- gutar un monumento con un sacrificio 0, de manera més prosaica, la tradicién que exige que toda inauguraci6n sea una festa y que no hay fiesta lograda sin chivo expiatorio. BAILE SOBRE EL PUENTE DE VERONA El poema 17 de Catulo nos descubre a otro chivo expiatorio. El poeta se ha enterado de que sus conciudadanos veroneses iban a ce- lebrar una fiesta bailando sobre su puemte, pues en Verona, igual que en Avion, se bailaba sobre el puente porque, en esos sighos en que las calles no estaban pavimentadas, el adoquinado del pucate era el Gni- co punto donde se podia bailar sin levantar una polvareda, Catulo sugiere a sus conciudadanos que aprovechen la agitacién del para arrojar al agua a un carcamal que ha cometido la iniquidad im- perdonable de casatse con una mujer demasiado joven. Los folclo- ristas saben que elchivo expiatotio preferido es un marido engafiado ‘o bien un viejo que, al contraer matrimonio con una muchacha, pri- va de ella al clan de los j6venes, los reyes de la fiesta, En Francia, en cl siglo x1x, en las fiestas de 1a Cuaresma las wictimas preferidas de las bbromas del pueblo solian ser los maridos engafiados o demasiado vieja. Caligula fue més de una vez un gran folclorista, Una vee en que se haallaba gravemente enfermo, algunos ciudadanos, no se sabe si patsio- tas o arribistas, prometieron luchar como gladiadores silos dioses le devolvian la salud. Caligula sané y tuvo el mal gusto de exigir que cum- pliesen con su palabra, Como aquellos mestraban una repentina falta de entusiasmo, los condené a muerte y encargé alla colectividad su su- plicio: entregé a uno de esos desdichados a los nifios de Roma y el otto alas mujeres. Las arpias y la chiquillerfa pasearon a sus vietimas por las calles de Roma, abochornindolos con sus sarcasmos, antes de arrojat- los desde lo alto de la muralla ee 82 pineno ¥ POLITICA ‘Ademés de los castigos colectivos, las venganzas individuales tam- bién tenian una tradicién a sus espaldas y estaban ritualizadas. En la tercera Bucélica, un pastor que agobiaba a otro con imaginarios agra- vios, también rituales le reprochaba que hubiese destrozado cl huerto y las visas de un vecino, Era éta una forma consageada de venganza campesina; la antigua ley de las Doce Tablas, trescientos afios antes de nuestra era, ya castigaba este tipo de venganza. El Digesto, unos qui- nientos afios después, también insistird en erradicarla, y en nuestros dias la policia sigue teniendo noticia de esta costumbre. En el campo, cuando alguien esta cnojado con un vecina, destroze sus frboles o sus setos, pisotea su jardin o le envenena al perro. Es frecuente que la venganza individual, siempre ritualizada, no se haga a escondidas sino que, al contrario, consista en sefialar a alguicn de la colectividad de quien se tienen quejas, para avergonzarlo ante la opinién publica, Pos ejemplo, se acude en familia debajo de sus venta- nas para abucheatlo o para arrojar piedras contra la fachada de su casa A principios de nuestra era, en Herculano, la propietara de a casatla- mada del Bicentenario vio cémo arrojaban piedras contra su puerta'un grupo de personas que ella dijo no conocer. Mis divertido resultaba sorprender a la victima en plena calle; en tal caso, se la «acompafiaba hasta la puerta», es decir se la seguia ent abucheos, cantindole reproches a fa huz de las teas, humillindola coh obscenidades, se la desnudaba y se la exhibia en trae de Adan. Tam- bién se podia recurrie alos mass media de la época, colgando un texto insultante, un epigrama sarcéstico que quedaria adherido a su persona en lamemoria colectiva; o bien se componia una canci6n satirica en su honor que la gente cantarfa por las calles. ‘Cunpano oon et. conver Epigramas anénimos pegados en las paredes o en la base de una es- tatua, canciones satiricas, estas maneras de dirigirse «la colectividad también servian en ocasiones para manifestar une oposicién politica Razén de mis pars los jurist en su intento de reprimir esta justiciafol- clérica. No obstante, tuvieron que tolerar una costumbre consagrada, la del convicium, una forma de obligar al deudor a pagar sus deudas. |LAOBSCENIDAD ¥ EL, «FOLCLORE» ENTHE 108 ROMANOS 8 Consistfa en sorprender al individuo en plena calle en presencia de nu- :mecosos testigos y seguisle los pasos cantando una canci6n en la que se repetta cl estibillo que recordaba la deuda no saldada, Los juistas lo toleraron, pero siempre y cuando la letra de las canciones no contra tiase las buenas costumbres. En su poema 42, Catulo imita esta cos- tumbre: prendado de una dama, le envié algunos versos de amor; cxan: do mis tarde, cansado de la dama o abandonado por ella, quiso recuperar su poema para publicarlo, la dama pretendié conservar este recuerdo autégrafo, Bntonces Catulo publics un segundo poema en el ue reclamaba a la dama sus versos ala uz de los facolillos. Qué podlia hacer un deudor cuando erefa que habia un convsciuns cen ol aire contta él? En primer lugar, esconderse: el deudor no salia.o lohhacfa pegado a las paredes; stenfa la mala suerte de tropezar con su acreedor en la plaza pitblica, se escondia raudo dettis de las columnas que la rodeaban. Pero también él podia despertar la compasién de la colectividad, de tal modo que el acreedor que lo llevaba ante les tribu- nales se hiciera impopular. Vestéa de lato o incluso llevaba harapos, se cubrfa la cabeza con cenizas en sefial de desesperacién y se dejaba cre- cer la barba y el pelo, como Jos que se proponian atravesar un gran pe- ligro, como un proceso o un viaje por mar (pasado el peligro, se corta- ban el pelo y lo ofrecian como exvoto alos dioses a los que debian la salvacién). El deudor podia asimixino irse a vie dia y noche a ls pies de una estatua del emperador, lugar de asilo inviolable, expresando de «ese modo que desesperaba de recibir el apoyo de la ley y no albergaba ‘ya otra esperanza que la ecuanimidad del soberano. Al pie de la estatua se encontraba en compatifa de los esclavos que habfan acudido bus- cando refugio contra el maltrato de un amo cruel. El espeetéculo de las calles antiguas era, como vemos, el de un teatro donde habia miliples maneras de dirigirse ala colectividad, Sil deudor se obstinaba ea no saldar la deuda, el juez acababa por atribuir la propiedad de sus bienes a su acreedos, que se apresuraba a dar a conocer el veredicto a todos mediante carteles, Tedticamente, esta publicacién estaba destinada a prevenir a otros acreedozes y a snunciar Ja venta en subasta de los bienes del deudor; en la prctica, servfa para avergonzar al mal pagador y vengar al acreedor. En Roma, los carteles de este tipo tradicionalmente se pegaban en la columna de ‘Maenio, en pleno Foro, una especie de picota de los morosos. Se trata~ 4 DINERO ¥ POLITICA ba en gran medida de una forma de venganza euyos excesos la ley se vela obligada a reprimir: cuando un prestamista, sin que interviniera un jez, se limitaba a poner en venta la fianza como era su derecho, tenia prohibido hacerlo saber piiblicamente mediante carteles, para no arruinar la reputacién del que habia tomado prestado el dinero, Se convertia «los viandantes en testigos sin el menor rubor, algo que también se hacia por motives piadosos. Uno de los espectéculos que ofrecian as calles dela Antigiiedad era el de los cortejos que iban a ha- cer sacrifcios y celebrar el banquete en un templo: una familia entera, padre, madee, hijo y esclavos, crvzaba la ciudad levando della correa o portando en brazos al animal —un cordero o un gallo, que inmolarfan enel alta, stuado ante la puerta del emplo donde viva el dios al que se proponfan honrar, Para el dios serian el humo y los huesos. Los cele- brantes asarfan la carne en las cocinas especiales contiguas al emplo y comerian came ese dia, Bien, hay datos de que a menudo esos piadosos coztejos iban precedidos por un hombre que portaba en lo alto una,ta- Dilla en Ja que estaban anotados el nombre del dios al que se iba a Hion- rary ol favor concedido a sus fcles. Era una forma mas de mostrar aa decimiento al dios, de complacerlo y de adquirir méritos a sus ojos confesando los favores o milagres que habia realizado en su favor. Desde sas tablillas a as Confesiones, donde san Agustin manifiesta la grany deza dela gracia divina que ha sabida devolver al pecador que fue en el pasado a la senda de la verdad, hay menos distancia de lo que parece... En todas estas manifestaciones, un individuo le hablaba a la multi- tud. En otros era la multitud la gue presionaba @ un individuo. Exist’a ‘una costumbre finebre y eaenavalesca: la multitud agatzaba a un cul- pable, lo subia a una carroza fiinebre y segufa entre risa y ligrimas el cortejo finebse del falso muerto antes de dejarlo escapar, También se insultaba e los muertos si su testamento no recibia la aprobacién de la ‘opini6n piiblica o si sus herederos, por avaricia, no oftecfan a la mul- tinud, para honsar In memoria del amado difunto, los placeres que consideraba su derecho cada vex que uno de los nobles de la ciudad ‘moria, La plebe de Pollenzo, en la Liguria, retuvo en la plaza piblica {os funerales de un antiguo oficial hasta que los herederos prometieron ala ciudad dinero para gladiadores. ‘Las manifestaciones ptiblicas, efectivamente, servian para forzar a los notables a cumplir el deber de dar pan y circo a su ciudad, como {LA OBSCENIDAD Y EL «POLCLORE® ENTRE LOS ROMANOS 3 querfa el ideal politico de la época, Hemos visto que el literato Apuleyo supo conguistar una sica viuda; como la boda se eelebré en el campo, la familia acus6 a Apuleyo de haber querido elucit las miradas indi cretas para ejercer a su antojo sus artes de brujerfa sobre su esposa, En ‘ano se justified Apuleyo: su esposay él pretendian pura y simplemen- te escapar de ls reivindicaciones de la gente de su ciudad, que habta exigido a los recién caszdos un donativo ea dineto para djversiones po- pulares. La mujer de Apuleyo ya habia desembolsado una suma consi- derable cuando su hijo, entrado en la edad adulta, haba abandonado solemnemente sus ropas de nifio para vestir la toga de joven adulto, Ni siquiera después de pagar, los herederos se quedaton satisfe- chos: afin tenian que organizar el espectéculo, contratar alos actotes y presidi la representacién, sentados con sus mejores galas en el palco de honor para rendir homenaje a sus conciududanos. Podian asimismo comprarles un gladiador esclavo, al que podrian revender después de Ja representacién. Por desgeacia, sil gladiador luchaba mal, el pabli- co exigia que fuera degollado,y, si luchaba bien, reclamaba que los he- reder0s lo premiaran liberindolo de su esclavitud. En ambos casos su- ponia tuna pérdida clara para los herederos; pero no habia manera de resistir ala voluntad de la plebe reunida en las gradas del teatro 0 del anfiteatro: los derechos del publica ciudadano sobre le ticos de la ciu- dad eran sagrados, 2 EL FOLCLORE DE 108 JOVENES Todo estos folelore, en cuanto que la colectividad y el individuo «atin en relacién directa, sin pasar por laley © por les poderes piiblicos. Exista, asimismo, folclore en otzo sentido de a palabra: un sector de la poblacién, la juventud, gozaba en Roma de un priviegio consuetudina- rio, el de importunar a los tansedintes, que constituia una excepei6n a la legalidad comin, En Paris, en el siglo xvut, los aprendices del Fau- bourg Saint-Antoine gozaban, durante dias determinados, del derecho a vapulear alos nobles que cometian Ia imprudencia de asomar la nariz, por la zona, Los estudiantes, mientras ha habide monomios,* han go- ° Monomios: celebraciones estudiantes posteiores a os eximenes,(N. dela) 86 bineRo ¥ FoLiTIcs zado de privilegios similares, incluido el de dar una tunda a los gua de la ronda nocturna, En Roms, dicho privilegio era privativo de la ju ventud dorada En El asno de oro, Apuleyo describe a un muchacho de juerga que procura regresar pronto de una cena en la ciudad, presa de «una faccién, de jévenes de la nobleza completamente enloquecidos» que se divierten linchando a los transetintes rezagaclos. No es ficeién lo que relata Apa leyo: las ciudades romanas, de noche, quedaban abandonadas a los 6+ vvenes y los propios emperadotes, en su juventud, patticipaban en dichas, expediciones nocturnas. Tan pronto caia la noche, un veinteafiero Ne- rn se desprendia de la pirpura imperial, se disfrazaba y, acompaiiado por algunos camaradas, portadores de teas y matones, salfa a importu- burgueses. Todos los 6venes de la nobleza habsan seguido esta in, Atemorizaban a los transetintes; saqueaban las tiendas para revender al dia siguiente el producto del robo; manteaban a los borra- -virtaosa; lo dinico que digo es que no era la virtud lo que dictaba dicha actitud (de lo contratio habrian pasado al terreno de Ia oposicién actif va, en vez de desmayarse). Elfin de los combates de gladiadores no fue tuna victoria del humanitarismo. Se explica, de un lado, por el cambio de clima politica a finales de la Antigitedad y, del otro, por un miedo ampliamente extendido y que habia estado reprimido durante medio mi- Ienio. Con el cambio de clima politico, subié a la superficie, como un corcho desde el fondo del agua Este miedo, que podemos juzgar como objetivamente virtuoso, ¢s cit, Gul, tiene como causa el instinto de conservacién, No hace que uno se desmaye ante el especticulo de la sangre derramada —Io cual no impide un sidico 0 suicida deleite ante dicho espectaculo—, pero suscita una sorda inquietud por el porvenir: Estaba mucho més exten- dido que el humanicatismo de «mujercita» que, por desgracia, apenas afectaba a una reducida minorfa, como demuestra claramente la histo- tia de las diferentes naciones civlizadas en el siglo xx. Este miedo vir- tuos0 es el que experimentamos ante cualquier muerte violenta que no LOS GLADIADORES, ARTISTAS MALDITOS mt ~ seala de un enemigo, un extranjero, un criminal, sino la de un hombre jgual a nosotros. Nos sentimos amenazados, pues tenemos entonces Ia ‘impresién de que la vida civica, a sociedad, retrocede a la ley de la jun- ‘gla, Este es el miedo que Hlevé a renunciar a los sacrificios humanos; «este miedo contribuye a cimentar la vida colectiva (pues, como se ha di- ‘cho acertadamente, el poder, o lo que asi Ilamamos, no se preocupa tanto de areprimimnos> como de utilizar ep su provecho nuestros te rrores fntimos). Por eso, los combates de gladiadores no deben colocar- seal mismo nivel que Auschwitz, la represién comunista revolucionaria ‘0 Hiroshima, que fueron masacres cometidas contra quienes estaban «fuera del grupo» (ademés, ests matanzas encontraron cierta com- prensién). Las luchas de gladiadores suponian el asesinato apolitico de ‘un ciudadano en tiempo de paz; eta una diversidn, pero una diversién que provocaba escalofrios. AL César.. Los combates de gladiadores desaparecieron lentamente, con difi- caltad, alo largo del siglo 1v de nuestra era, cuando los emperadores se convirtieron al cristianismo. Pero no fue en su condicién de cristianos como los emperadores acabaron gpn ellos: Io hicieron como un nuevo tipo de soberanos, convertidos en padres de sus stibditos. La conversiOn de los emperadozes y el final de ls luchas de gladiadores son dos con- secuencias gemelas de esta transformacién del poder politico, que tavo lugar cn toro al afio 300, que marca el auténtico fin de la Antigitedad. Es verdad que algunos cristianos animaron a los emperadores a acabar con estos combates, pero no o hicieron tanto por ser crstianos ‘como portavoces de la «mayoria silenciosa», cristiana © pagana, que siempre habia temido a los pladindores sin dejar de eclamarlos. El exis. tianismo fue menos sensible a este horror de lo que podriamos creer. El teatro y sus escenas subidas de tono siempre le parecieron més peli _grosos para la salvaci6n de ls almas que el especticulo de los pladia- lores, igual que la censura modema prohibe a la audiencia infantil as peliculas con desnudos antes que las de violencia Nila religion ni la moral acabaron con las luchas de gladiadores. Fue la politica. En los afios 300 surgié un nuevo clima politico, muy 42 La MUERTE Como EsPscrACULO distinto del paganismo y bastante cercano al de la Edad Media y de iuestro Antiguo Régimen, un clima en el que el soberano se convict «en padre de su pueblo, Es evidente que un buen padre evita asus hijos los espectaculos sangrientos que les divierten mientras los ven, pero que de noche les provocan pesadillas. Acabaron con los gladiadores igual que nosotros apagamos el televisor de nuestros hijos cuando em- pieza una pelicula violenta, Los emperadores paganos de los tres pri- meros siglos de nuestra era permitieron que la plebe se atiborrara de especticulos de horror. Quizé pretendtan que se custiera con ellos, convertirla en un pueblo fuerte. Lo més probable es que lo hicieran por desdén, Es decir, la plebe no es més que un rebatio y un pastor abandona a los animales a sus instintos. No se ocupa de moralizarlo ni evita pesadillas a los animales sensibles. De lo tinico que se preacups es de tenerlos sujetos. Los gladiadores 0 la muerte como espectaculo! . LHisrome: ¢Qué es lo que convierte em tinica on la historia la inst- suci6n de la lucha de gladiadores? ¢Cual es la diferencia de, par ejemplo, sum dueloy una corria de toros? aut. Veve: Fl duelo a muerte es algo muy serio cuyos escasos tes- tigos silo estén presentes para dar fe de la cabsllerosidad del combate. Un combate de gladiadores, en cambio, era un espectaculo, al mismo nivel que el teatro o una carrera de cuadrigas. Incluso, y sobre todo, si algunos hombres mosian durante ef desarrollo de esta atracci6n, para a mayorfa del ptblico se trataba de divertisse, ‘A veces nos sentimos tentados de comparar los combates de gla- adores con una corrida de toros. Sin embargo, no tienen nada en co- imdin, Asistit @ una corrida de toros es vet a unos hombres valientes que gsumen ciettos riesgos. Contemplar un espectaculo de esta clase hace que nuestro corazén lata mas deprisa, peto no deseamos que esos hom- bres mueran. Y cuando ocurre o parece que va a ocuttir, lanzamos un grito de horror, Ademés, ninguna imagen de la corrida presenta al torero cornea: dos y si se hiciera algo asi, seria un escndalo. Mientras que las lam. paras romanas, los bajotrelieves y las pinturas antiguas suelen repre- sentar con suma delectacién el momento en que el gladiador era 1. Fite arteulo ve publindo en Fiat, n° 25, septiembre de 2004, igs. 78.43, 4 LA MUERTE CONO ESPECTACULO degollado. Los que asistian a las luchas de gladiadores gozaban al ver hombres maténdose. Y¥ cuantos mas veian morir, mejor era el espec- ticulo. En la historia, evidentemente, abundan los ejemplos dle atrocida- des, Perolo que hacta especialmente crueles los combates de gladiado- res era que consistian en que dos voluntarios salieran a matarse entre sf para divertic a otros. ¢Cémo y cudndo nacié esta costumbre? ‘Apareeid en Roma en Jos tltimos siglos antes de nuestra era, Es el desplazamiento de una costumbre funeraria, comin a muchos pue- los. Cuando moria un personaje importante, era costumbre que, como muestra de desesperacicin, se arrancaran el cabello, se autoinfli- sicsen heridas, se cortaran un dedo cerca de la hoguera del difunto, 0 incluso que varios hombres entablaran una lucha cerca de su tumba. [Lo vemos en Ia Hada, delante de la hoguera de Patrodo. Los gladiadores romanes supusieron la transformacién en pitro especticulo, para diversion, de esos duelos organizades durante los entierros. Este cambio tuvo que iniciarse con los propios comba- tientes: alos duelistas improvisados les sucedieron profesionales, los sladiadores que, al igual que las plaiideras, iban de funeral en fune- ral, t La politica hizo lo demas. En aquellos tiempos, la poblacién local en pleno asistia al cortejo fiinebre de un personaje de la nobleza y su hheredero obsequiaba al pueblo con un banquete ftinebre y un comba- te de gladiadores. Paulatinamente, se convirtié en maniobra electoral: tun gran sefior se postulaba como candidato a una eleccién; tomando ‘como pretexto la muerte de uno de sus allegados, acaecida unos meses © unos aiios antes, se organizaban los juegos de gladiadores en honor del difunto, La verdadera razén era, evidentemente, complacer al pé- blico y ganar votos... Por tiltimo, el pretexto funerario desaparecié por completo y los ‘combates cn Ja arena se convittieron en festejos exelusivamente popu: Jares, aunque su vocacién original hacia que los combates de gladiado- res fuesen en principio privados. El resto de las atracciones—el teatro, las carreras del ciceo— las organizaba y pagaba el Estado. 108 GLADIADORES 0 1A MUERTE COMO BSPECTACULO 115 ¢Cémo transcurria una lucha de gladiadores? Habfa tes tipos de desenlace posibles, O bien uno de los gladiado- es morfa en el curso de la lucha, o bien ambos se daban muerte el uno al otro (conocemos un caso). Por tiltimo, uno de los dos hombres caia derribado o hetido, o bien se derrumbaba a causa del agotamiento y se declaraba vencido, En este iltimo caso, el combate se interrumpia y el yencido se en- comendaba a la decisién de los espectadores. Lo hacia a través del mecenas que ofrecia el espectéculo y que lo presidia, 0 del magistra- do que, supuestamente, ofrecia dicho especticulo a sus expensas, para cclebrar su toma de posesidn. Este presidente, en funcién de los zritos del piblico, permitia que el vencido siguiera con vida u otde- nnaba que se le diera muerte (con el famoso gesto del pulgar mizando al suelo). Si ambos gladiadotes habjan luchado bien, si su enfrentamiento habia entusiasmado al pablico, el presidente podta optar por aplau- direl mérito del vencido indultandolo. El agraciado luchatia en otz0s combates y el pablico disfrutaria viéndolo exhibirse en la arena. Si, por el contrario, los dos hombres habian sido flojos en la lucha, dan- do la impresién de que estaban compinchados, jel perdedor no se li- braria de la muerte!

You might also like