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PLAN GENERAL DE LA SERIE ‘Teologia fundamental "3 Dios, horizonte del hombre, J. de Sahagiin Lucas (publicado) 5 Pairologia, R. Trevijano (publicado) 5. Historia de la Teologia, .L. Manes y 1. Saranyana (publicado) 14. Inivoduccién a fa Teologia, J. M* Rovira Belloso (publicado) 19. Fenomenologia y flosfia dela religion, J. de Sehagin Lucas (publicado) Teologia de la revelacion y de la fe, A. Gonzalez Montes ‘Teologia sistemitiea 1 Teologia del pecado original y dela gracia, LF. Ladaia (publicado) 10. Mariologia, 1. C. R. Garcia Paredes (publicado) 16 La pascua de la creacin, 1. Ruiz de la Peta (publicado) 18 Eclesioiogia, E, Bueno de la Fuente (publicado) El misterio del Dios trinitaro, 8, del Cura 24 Cristologla, O. Gonzalez de Cardedal (publicado) 26 dniropologia teoldgica fundamental, A. Mastinez Sierra (publicado) ‘Teologia sacramental 2 Penitencia y Uncién de enfermas, G. Florez (publicado) 4 Tratado general de los sacramentos, R. Arnau Garcis (publicedo) 6 La lturgia de la Ielesia, J. Lopez Martin (publicado) 11 Orden y ministerios, R_ Arnau Garcia (publicado) 12. Matritonio y familia, G. Florez (publicado) 22 Bautismo y Conftrmacin, |. Opatibia (publicado) 23 Eucaristia, D. Borobio (publicado) ‘Teologia moral 8 Moral fundamental, J. RB Flecha Andrés (publicado) 15. Moral socioeconémica, A. Galindo (publicado) 28 Moral de la persona, J. RFlecha Andrés (publicado) ‘Moral sociopoliaca, ®. M* Sanz de Diego ‘Teologia pastoral y espiritual 7 Teologia espiritual, 8. Gamarre (publicado) 13. Teologla pastoral, J. Ramos Guerreira (publicado) Pastoral categuetica, A. Cafizares 29. Homiletica, FJ. Calvo Guinda Historia y arte 17 Arqueologia cristiana, J. Alvarez Gémez (publicado) 20 Historia del ate cristiano, J Plazaola (publicado) 21 Historia de las religiones, M. Guerra Gémez (publicado) 25. Historta de la Iglesia. I: Antigua, J. Alvarez, Gmez (publicado) Historia de la Iglesia. 1: Media, 1. Sanchez Herrero Historia de la Iglesia. WK: Moderna, J. Garcia Oro 27 Historia de la iglesia. 'V: Contemporénea, 1. M.* Laboa (publicado) DIOS, HORIZONTE DEL HOMBRE POR JUAN DE SAHAGUN LUCAS PRIMERA EDICION (Tercera impresin) BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS ‘MADRID 2003 Primera edicién: enero 1994 — Segunda impresién: mayo 1998 Tercera impresién: octubre 2003 FORDHAM UNIVERSITY LIBRARY BRONX, NY ROSE HILL Con icenciaeclestéstia del Arzobispao de Burgos (10-X-1993) © Bibloteg de Autores Cristianos. Doa Ramén de Ia Cr 57 ‘Madrid 2008 ‘Depeaito legal: M. 756-1994 KEN 891158 Impreso eo Fspata. Printed in Spain INDICE GENERAL Paseracios Binuogearia Stocasy AMREVATRAS Inrnopvccos: El honibre pregunia por Dios La onsehansa de fa storia. I Contes histoicos dela prin por Dios. La tradi Sion ta aetualidad- 5 Conteto tradicional de la pregsia por Dios 8) Content actual dela pregunta por Bios tu, Diteetca del preguniar humano IV. Problema de! hombre ycuestn de Dios 1 "Caressa intl de maestro mundo 2, Laeuestin dl hombre 3, Ellprobleme de Dios desde hombre PRIMERA PARTE BUSQUEDA DE DIOS EN LA HISTORIA Cartruy0 1. Genesis de I idea de Dios enol hombre y formas historicas del encuentro con la divinidad "Origen de la idea de Dios en el hombre 1." Causas de la idea de Dios - 2, Teotias sobre Ia genesis de la idea de Dios 1) Positano Soiolépen: A. Comte B. Dusk 2)_Interpoiasin marisa: Ke Mare y F. Bogels 3) Teoria psicoanalista 3. Conclusion general 1) Aspecto historico 2) Proveso evolutive de la idea de Dios en el ind vyiduo TL Formas histbricas del encuentro con Dios ... 1. Politefsmo . 2 Bl monismo (panieismo y monoteismo) <. Cavinivo . Basqueda cultural de Dios 1. Precisiones terminolégicas 21 21 2 Py 26 29 29 31 2 3 34 31 37 INTRODUCCION EL HOMBRE PREGUNTA POR DIOS Los puntos teméticos que abordamos en esta introduccién gene ral son éstos: 1. La enseiianza de la historia. 2. Contextos histor 0s de Ja pregunta por Dios. 3. Dialéetica del preguntar humano. 4. Problema del hombre y cuestin de Dios. 1 LAENSENANZA DE LA HISTORIA La historia de la reflexién sobre Dios describe las variaciones del concepto «Dios» a través del tiempo y del espacio, pero no los cam- bios y vaivenes de su realidad objetiva. Es la historia de sus objeti vaciones mentales y formulaciones categoriales, quedando fuera de este proceso su ser y realidad. Dios en si mismo no cambia, Es ix. mutable. En este largo proceso histérico, un hecho aparece en toda su evi- dencia: la preocupacién incesante del ser humano pot el mas alla de Ia realidad historica. Se trata de una inguietud que emerge en formas distintas en los momentos cruciales de {a humanidad, cuando pereibe mis hondamente la necesidad de sentido y cobra conciencia de Io inreversible. Las diferentes afirmaciones sobre Dios revisten enton- ces el caricter de aproximaciones graduales y complementarias a luna instancia entidad misteriosa que confiere sentido pleno a la cxistencia humana y fija el destino de Ia historia, Semejante realidad se presenta también como el punto de referencia de toda teoria y el Luorizonte de toda praxis, que, ademAs de justficar el orden eticaso- cial, ofrece marco valido de comprensién de la realidad global, del ser en su conjunto, Asimismo es preciso reconocer que la extrafleza que causan en ‘nuestros contemporéneos algunas de las formas de presentar la divi- nidad hoy suscitan diversas actitudes que van desde el rechazo del ‘ema, por anacrénico, hasta el intento sincero de reformarlo y trade cirlo en categorias y formulas inteligibles para el hombre de nuestro ccontexto cultural, Hasta muy entrada la Edad Modema, el Dios de la tradicién ju- eocristiana, ser trascendente y personal, ostenté el privilegio de do- tar de sentido a la vida humana y de dar coherencia racional al pen samiento, Pero no siempre ha sido asi desde entonces. A partir del siglo xvi, Ia filosofia revisionista de M. Kant (1724-1804) socavé 4 Iniroduecién los presupuestos epistemolégicos de aquella conviceién, Hegando a cuestionar més tarde con los epigonos kantianos (Hegel, Fichte, Schelling) y Nietzsche la misma consistencia objetiva metabistérica del Dios de la religion, Por otra parte, esta misma historia muestra la crisis de los signos tradicionales en que el hombre ha venido vertiendo su conocimiento del Absoluto trascendente y sus vivencias religiosas. El ocaso del Dios de la mitologia, la critica de la religién supranaturalista la rein- terpretacién de la divinidad y la remodelacién de las vivencias del “Absoluto han levado al hombre actual a recuperar niveles profundos de si mismo que, mas que negar la realidad de Dios, imponen la necesidad de una bisqueda renovada que lo haga compatible con Ja cultura humanista actual de Occidente. Puesto que la razin tecnol6gica prevalente hoy es incapaz de cenfrentarse con los principios filosdficos que dan razén iltima de Ja existencia humana y apustalan la marcha irreversible de la historia, el hombre de nuestro tiempo se siente obligado a ponerse en relacién con una instancia superior que dote de cobterencia y dé profundidad ‘su vida personal y colectiva. Esto lo impulsa @ mantener una doble fidelidad en su bitsqueda de Dios: fidetidad a la verdad que pretende formular, fidelidad a la situacién histdrica en que ba de expresar- la ', Esta necesidad, que ha marcado la pauta del pensamiento buma- no en la historia, dicta el itinerario de nuestro trabajo. En una palabra, la tradicién cultural y filosofica presenta a Dios como el etemo necesario, ve al mundo como espacio y periodo de ‘ransito ¥ considera al hombre como realidad intermedia entre el Dios permanente y el mundo perecedero. Por el contrario, la cultura ‘actual, que concibe cada vez. mas al mundo como hechura del hom- ‘bre, margina en buena medida la cuestiOn de Dios, convencida de qué el tinico responsable de la historia, cuajada de juces y de som- ‘ras, no es otro mas que el ser bumano, cuyas contradicéiones son también Tas del mundo >. No obstante, nuestros contemporiineos si- jguen planteando la cuestién de Dios, porque no encuentran en la razén tecnolégica la panacea de los males que aquejan a la humani- dad. Pero, es0 si, la plantean no desde el cosmos, sino desde el mis- ‘mo hombre en relacién con sus semejantes, esto es, desde la vida en sociedad y la utopia colectiva. "Cf Gower Hanns, J. M, Religin y modernidad (Cérdob 1986), 197-205. 2 Sqioet, E Dios como mister de! mundo (Salazanca 1984), 77 Introduccion s I, CONTEXTOS HISTORICOS DE LA PREGUNTA POR DIOS, LA TRADICION ¥ LA ACTUALIDAD El hombre progresa preguntando. Pero no pregunta porque des- conozea las cosas por completo. No parte de la ignorancia total, sino de un conocimiento inicial imperfecto que desea completar basta el limite de sus posibilidades. Esta es la razin de su incesante indaga- cidn, que lo lleva a encontrar la verdad en las cosas que lo rodean y en sf mismo, aunque nada de lo que tiene a mano le proporcione la ‘iltima respuesta y sacie su necesidad de saber. Esta insuficiencia es la raz de la permanente insatisfaccién que Janza historicamente a los humanos a la bisqueda de una realidad indeficiente y absoluta que sea fundamento de todo y constituya la ‘meta de sus tendencias y aspiraciones. Que colme los anhelos de inreversibilidad que los earacterizan, Este proceso ha estado marcado en todo momento por las circunstancias y condiciones propias de ‘cada época. De ahi la necesidad de distinguir entre el contexto tradi- cional y el actual en el planteamiento de la cuestin de Dios, 1. Contexto tradicional de la pregunta por Dios Dos han sido los procedimientos 0 vias que se han seguido tradi- cionalmente en el planteamiento del problema de Dios: el antropolé- <0 y el cosmolégico, El camino antropolégico parte del andlisis de la experiencia de la relacién del hombre con el mundo y con los demas hombres y abar- ca una amplia gama de vivencias integrada por conocimientos, voli- ‘ones, sentimientos, afecios, comportamiento ético y conciencia historica. Este andlisis leva all convencimiento de que Ta vida luusna- na sobre la tierra, tomada en toda su amplitud y profundidad, es inexplicable sin la presencia de un ser desconocido, totalmente otro, que polariza y da sentido a la propia experiencia. Ante sus ojos, el hombre carece de sentido si no se trasciende en uno mayor que él situado més allé del tiempo y del espacio. Ta via cosmolégica, llamada también ontol6gico-metafisica, pro- ‘cede del conocimiento del cosmos y tiene en cuenta las caracteristi- ‘8 comunes de todos los seres del universo. Comprende el amplio ‘marco de realidades de las que tenemos noticia. Al igual que el and- lisis anterior, este tltimo pone en evidencia la precariedad del mun- + do en su estado actual y la imposibilidad de explicarse por si mismo, [asi como la necesidad de otra realidad de distinto orden que posibi- Tite su existencia, 6 Introduccién Sobre ambas vias se han hilvanado una serie de discursos racio- nales que dan lugar a los distintos sistemas filoséficos y teolégicos registrados en Ia historia. Entre ellos destacan hoy, como los mas significativos, la teologia fundamental clasica basada en la filosofia tomista; el neotomismo trascendental de inspiracién kantiana, repre- sentado por Maréchal y Rahner, el discurso teol6gico fundamental de la Reforma, con Barth, Bultmann y Jingel; el discurso antropol6- ‘zico critico de W. Pannenberg, H. Kting y X. Zubiri, basado en el «sentido racionab> 3. Todos estos sistemas, que se consideran here- deros de los antiguos, pretenden establecer un encuentro con Dios a nivel intelectivo, manteniéndose fieles a la tradicién filos6fica y teo- lgica. 2. Contexto actual de la pregunta por Dios El hombre de nuestra cultura, preferentemente cientifica, ha des- vyelado los misterios del mundo y, aunque todavia le restan parcelas insondables, sabe lo que puede dar de s{ su conocimiento de la rea- Tidad. Conoce cada vez. mejor el comportamiento de la naturaleza, asi como los factores que influyen en él y las leyes que lo tigen. Pero se vale de este pretexto para no aceptar a Dios como hipotesis de ‘abajo porque Ia considera encubridora de la ignorancia de épocas pasadas. Escudado en la ciencia y en la técnica, cuyas carencias actuales serin subsanadas indudablemente mafiana, el hombre de hoy, situa- do en su mayoria de edad, se refugia en la seguridad de lo inmediato yy prescinde de todo fundamento trascendente , Crea asf un mundo tecnificado, cuyas caracteristicas principales son la profanidad y el ppropésito intencionado de comprenderse a si mismo y al mundo que lo rodea preacindiendo de lo metacmpirico y trascendente. Hechura del mismo hombre, este mundo deja de transparentar a Dios y, en su Jugar, devuelve la imagen del mismo hombre, que se proyecia como autor de la realidad y de la historia Por este motivo, en los tltimos ciento cincuenta afios, la pregunta por Dios, como fundamento ‘ilti- mo de todo, se ha hecho irrelevante en amplios sectores de nuestra cultura, como lo reconoce el mismo M. Heidegger: «Quien haya ex- pperimentado cudles han sido los origenes de la teologia, tanto de la fe ctistiana como de la filosofia, preferira hoy, en el Ambito del pen- sar sobre Dios, guardar silencio» * > Mowsesear, J, wil dscurso sobre Dios hoy», en Razén y Fe 209 (1984), 27.298, * Kasim, W. El Dia de Jesueriso (Salamanca 1988), 17.23. » Hapecone, M,, dena and diference: Opuscula (Tubingen 1957, 51. Introduecién a Pero cuando la sociedad secularizada, ufana de s{ misma, ace te mopuesa del aime como sluién, espera dl seo Git iencia y se convence de que sus prodigiosos te si bien so Sufcentes en su area, no basan pars acalar on lho nee de set y de saber, Como ser que se rebasa a si mismo en su acto as Dreguntar, el hombre se muestra capaz de sobrepasar cualquier situa, ign adquitida y de transformar radicalmente su entomo.La ante, ologiafiloséfica contempordnea, por medio de sus maximos tepre. Sentantes (A. Portman, A. Gehlen, M. Landmann, E. Block), ha com firmado esta verdad, al definir al hombre como ser que se proyecta delante de sf en un erebasamicnto constante hacia la coincidencis onsigo mismo, que munca se dara 6, Es el ser que se mura por sk ima del hombro, que dijera Pascal. Desde el punto de vista sociole: ico, Georg Picht, abundando en esta idea, ha dicho que «desde uc Slhombre se ba convert inevocablemente en cudadano del mer, io producido por él mismo, desde que 3 8 propio destin, su ftv es otro Poe etd de product 1a etema pregunta del hombre apunta siempre la misma meta Ja completa liberacién ylaconguista de lo treverable, dineaseees, ambas de su propio ser. Un objetivo inalcanzable en el tiempo cies famente, ya que el ser humano es capaz de crear en cada momento ERS nee eer a poderoso. En este contexto precisamente es donde tiene lugar la pre- gunta por Dios. Una pregunta enraizada en la misma entrafia de lo ay ps tng rath isa xa ee ee era tyr see cada amore Se ce tory soit MI, DIALECTICA DEL PREGUNTAR HUMANO Nadie ignora que el saber se da en la contestacién a una pregunta ¥.que el modo de preguntar condiciona la respuesta, anticipandola en sierto modo. Como ha dicho Heidegger, el buscat «tiene su direc ion previa que le viene de lo buscadoy. Y a respuesta dae § Sons, 1.P, Elser la nada Buenos Ares 1972), 11-712. 2 Citado por Marz J.B. «El hombre ft 0s nico», en Sex Dig (Beeson 1978) 28, Pannen CE Pasnasno, W., Custionesfindamenaes de s LExemeno Fiamentles de teolgia sista (Sal f Introduccion acuerdo con su sentido més peculiar, la indicacién a la investigacion aereiguicn conereta de empezar por hacer las preguntas correspor- dientes» °, Por consiguicnte, en el correcto planteamiento del proble- ma se encuentra ya el comienzo de la solucién. Dado que en la historia del pensamiento aparece una constant, especie de cantus firmus, en la manera de responder a la cuestin de Dios, no invalidada por el agnosticismo ni el nibilismo exacerbados, fs preciso saber que es lo que se pregunta propiamente. La respuesta Yiene dada por la antropologia filosofica actual, para quien seguir preguntando més allé de toda respuesta lograda forma parte del inte- Frogar mismo. En efecto, en su estructura peculiar, Ja pregunta se proyecta siempre mis lejos en un continuo inguirir, de forma que sléctica interrogativa es una dialéctica de trascendencia que supera {odas las metas alcanzadas y hace de cada conquista una nueva tarea, tun nuevo punto de interrogacién. Y esto porque el desnivel insupe- fable entre el cuestionarinagotabl y la respuesta obtenida convirte a la pregunta en constitutivo o momento ontolégico del ser humnano, ‘Tan esencial es al hombre el preguntar como cl entender y el que- sn vista de ello, grandes sectores de la filosofia occidental mo- en cose gianna omeapondenca ete In 25 comnoscente y le realidad cognoscble, esto es, reconocen la ractona- gad intrinseca de la realidad global, En otras palabras, defienden tuna relacion constitutiva entre el hombre y el ser. El mismo Santo ‘Tomas fo habia averid ya en su docrina sobre el fumen natal jonde ensefia que existen en el hombre ciertas nociones conocidas sa ose pr tos, com se, yerdad, bodad y a de esta “TN aiéndose ceo de ela nseana, I. Alfaro alin et pension epistemologico al convcimiento de Dios y legs a I siguiente con- clusibnseSi Dios no estuviera presente a priori en su esprit, € hhombre no podsia encontraro.. Se trata findamentalmente de una reflexién mental guiada por el principio de inteligibilidad, es decir, por la luz trascendental del ser y en iltimo término por el mismo set rr firmar que, si el hombre pregunta por 2 este modo es legitimo afirmar que, si el hombre pregunta pot ie forgo se da a conocer previamente de alguna ma + stmoeoor, Ms Soy tempo (Mico 197,142. 1 eM, Se teedn del hombre ata cuestén de Dio (Salamanca teascendental en el conocimiento amano de Dios», Insvoduecién ° ___hera, ya que el ser racional humano es un ser adloguiado por Dios, | como acaba de escribir Jingel Pero nada de esto debe inducimos a pensar que la respuesta esté dada con antelacién. En este error cayé el fideismo, al optar por la supremacia de la respuesta sobre la pregunta, sin pasarla antes por el tamiz del discemnimiento racional. Ser adloguiado por Dios significa algo muy distinto. Quiere decir que el habla de Dios no esta dada con Ja naturaleza humana sin més, sino que es algo que acontece al hombre porque esté dotado de capacidad para recibir esta palabra en el caso en. que se pronuncie. Expresa que el hombre esté abierto al ser, desde éste, a Dios En todo caso, la postura correcta ante el problema de Dios es la dialéctica propia de la busqueda racional, la cual configura al exis- ‘tente humano como experiencia incesante de su propio cuestiona~ _ miento y del de la realidad como tal. Se trata, por tanto, de un exis- ‘encial humano (modo de ser del hombre) basado en la conciencia de __ Ja propia ignorancia merced a la exigencia metafisico-antropolégica ___de encontrar sentido a la propia vida e iluminar as{ el obrar humano en el mundo. J. Delanglade ha resumido esta idea de la siguiente _ manera: «La cuestién consistejustamente en saber si existe realmen- __te-un problema del mundo y del hombre, y si esté planteado correc- famente por aquellos que creen encontrar su solucién en la afirma- _ cin de Dios» ©. Podemos conclu, por tanto, que la pregunta, primera manifesta- cidn dl saber sogtin Socrates, es obra de tina luz o intoligencia del set (lumen naturale), mediante la cual el mundo se hace comprensi- ble y se desvela la realidad de las cosas. Se quiera 0 no, la experiea ‘ia de nuestra vida cognoscitiva muestra que cl entendimniento huma- fno esté abierto constitutivamente al misterio del ser concreto, de suerte que conocer equivale a reconocer la realidad profunda de los seres mundanos, su dimensién de realidad 1, Y, deode ahi, al ser en toda su extensién y a todo cuanto de absoluto hay en la existencia _ En.su apertura al mundo, el hombre se siente referido a un funda- ‘mento no identificable con nada de lo que existe, con lo fictico. S6lo "testa saber si semejante apertura es Ginicamente la capacidad auto- creadora del hombre en cuanto ser actuante, como piensan Geblen y Sartre, 0 si presupone, por el contrario, un fundamento superior ¥ distinto que lo sustenta © Co Jonost, By oe, 319-324, * Chip, 323383, © Desiscane, 1, Le problime de Dieu (Pars 1968), 17 | Ck Habacosa, My 1c, 238-287. © Cf Guim, A., Er Aomire (Sslamanca 1980), 397-410. Saxmes, J.P, o.c, ues 0 Introduccion Esta es la clave de la dialéetica del conocer humano, el cual, en su aproximacién a la verdad, so mueve siempre entre lo relaiivo (facticidad) y lo absoluto (fundamento radical) entre lo finito y la infinito, Para la antropologiafilosOfica, se trata de un movimiento de ‘conguista progresiva de Ia realidad y de un gesto de acogida del risterio. Ambas, conquista y acogida, pesan sobre el hombre como includibie tarea. Lo reconoci6 ya Santo Tomas con estas palabras: ‘cAci, pues, no se puede legar al conocimiento de dicha verdad sino a fuerza de intenst labor investigadora» ‘De todas formas, fiay que convenir en que la pregunta teolégica es el problema esencial del hombre, en cuanto que su razén, por estar constitutivamente dirigida ala verdad, es por si misma afirma- Cién de la verdad mismna. La exigencia radical, que afecta al hombre n sv intimidad profunda, Te hace sentir la necesidad y el derecho de tuna salvaci6n completa que sélo puede venirle de lo ireversible y absoluto, Por eso se pregunta por lo totalmente otro, por Dios. Recapitulando todo lo anterior, podemos afirmar que mediante el conocimiento intelectivo, el hombre se pone en contacto con la rea- lidad como tal, adoptando posturas, tomando decisiones y desarro- ando su actividad especifica personal en el mundo. Lejos de quedar ‘enclasado en el drea de lo sensible, elabora el dato percibido por los sentidos dotindolo de significacién universal. Esta actividad de- ‘muestra que el sujeto umano posee uh poder extraordinario —liber- tad radical— mediante el cual se desvincula de su entorno inmediato y se abre a un horizonte sin limites. Se sitia en un nuevo nivel de Tealidad en el que se sobrepuja a si mismo haciéndose acreedor de tun orden ontolégica superior y trascendente. Se percibe a si mismo como ser inmaterial formando parte del mundo del espiritu. «S6lo desde el espiritu —eseribe Coreth— se puede entender de leno lo ue significa ser hombre y lo que nosotros experimentamos como Seres humanos» !, Esta es la raz6n por la que el espiritu humano, por naturaleza finito, proyecta desde sf una actividad en cierto modo infinita que lo ‘conduce hasta el Absoluto. En este poder estriba Ia dialéctica del conocimiento, que, en su dinamismo, no descansa en la posesién de Jo inmediato y perecedero, sino que trasciende las fronteras del mun- do hasta alcanzar el fondo ultimo y radical que confiere sentido a lo cempirico, Asi surge el problema de Dios como airosa salida al mis- terio del mundo y del hombre, en una palabra, al enigma del ser. Es ® CGent, Lie4 » Conernt Ey 7Oud es el hombre? Esquema de una antroplogiafloséfca (Bar cxlons 1976), 128 Iniroducetén n ‘una cuestién eminentemente prictica que concieme a todo hombre fn foes las dimensiones de fu existencia, Atae decent 2 a ery asu obraren Ia historia, Consciente de esta exigencia, la antro- ‘pologia filosofica actual ha reducido la cuestiGn de Dios a la cues- {i del hombre *, Indudablemente, éte se esfuerza por conocer el 3 ci Te reali Se dea ‘su propia realidad con Ia realidad como tal _ IV. PROBLEMA DEL HOMBRE Y CUESTION DE Dios | Dividimos el presente apartado en tres puntos. Prim veri a nas pene sentido de la cuestionabilidad del hombre y terminar con Dlema de Dios desde el hombre. and Caracteristicas intelectuales de nuestro mundo | La experiencia revela hoy al hombre it : 0Y como ser probl tuesionable. Al estado de seguridad creado po a ustaion hs 2c. Guido una atmésfera de duda y falta de sentido producida por el - ibilismo nietescheano y el existencialismo radical, as{ como por los. -extremismos posmodernos. Esta situacién brota de una experiencia __ historica singular que ha puesto todo en entredicho: el bien, la ver dad, la vida, el valor, el hombre y lo absoluto. Semejante contexto _ cultural, que hace gala de la inmediatez como titimo recurso, intenta __ Convencer al hombre del fracaso del progreso cientifico y tecnologi- "0, tan aireado a finales del siglo pasado, y de los resultados peri __Siosos de la modernidad filos6fica. Ni el progreso indefinido del po- Ge see Sates Mel renee cl pe is, Lenin), ni las teorias del hombre reconciliado (Freud) han sido 1 paaoca uiveral que pronsticaban sus fundadors, El mundo st tan vacio como antatio y la ex sin-senti elo como antao y Ia experiencia del sin-sentio se ha situacién, el hombre de hoy emprende de u mismo y se pregunta por la razén del mun Go, por el destino dela historia y por el futur absoluto de Ia sie. ad. En una palabra, inguiere el origen y el fin tiltimo de la realidad ‘global, cuyo Spice es él mismo. Se pregunta por Dios para solucio- ‘har su propio problema. Pero hay que reconocer asimismo que el hecho de que el problema del hombre implique la cuestion de Dios 2 Introduccién no significa que el existente humano sea el tinico borizonte de res- ‘puesta, No se trata tanto de antropologizar lo divino como de divini- Zzar lo humano. Se intenta dar con la respuesta satisfactoria a las exigencias de irreversibilidad connaturales a la interrogacién huma- na. Bxigencias existenciales ciertamente, pero que rebasan el marco de lo hist6rico, porque, como hemos visto antes, en el mismo pre- {guntar entra en juego el Absoluto, ya que esti en cuestién el ser como tal. Ni qué decir tiene que al problema antropoldgico corres- ponde una respuesta teolégica, en cuanto que el hombre no encuen- ita solucién adecuada a su problema fundamental en el dmbito me- ramente humano, Necesita mas ser que el que le oftecen las cosas y el mismo hombre *. 2. La cuestién del hombre EI inagotable preguntar del hombre se enfrenta con una cuestion ineludible y radical: el sentido iltimo de la propia existencia. Cues- ‘On que puede ser formulada esquematicamente en estos términos: ipor qué soy yo? Uno de los pensadores que comenzé a plantearla de esta manera, en primera persona, fue San Agustin. En su intento por desciffar ef enigma que lo atenazaba, el Obispo de Hipona no ppudo menos de preguntarse: « Quién es este ser que soy yo?» ® Un interrogante parecido surge en todo hombre que, replogiidose sobre si mismo, se contrasta com el resto de los seres. ‘Bastantes siglos después, M. Kant formulé la misma pregunta en términos més universales y especulativos («Qué es el hombre?»), situdndola en cuarto lugar como respuesta a las ies preguntas que le preceden. Pero, aungue no la respondié directamente, raz6 con ella el plan general del saber filossfico. «Fl campo de la filosofia en este ‘campo cosmopolita se deja resumir en las siguientes preguntas 2Qué puedo saber? ,Qué debo hacer? {Qué me es permitido espe- Tar? {Qué es el hombre?» * En esta pregunta, la relaci6n establecida cn el acto de interrogar no es la del sujeto al objeto, sino la del sujeto hacia si mismo como materia cuestionada ®. Estriba en la experien- cia que el hombre tiene de s{ mismo como mismidad, como perte- 3 ocr J, BI hombre, Antropologla cristina en las conflcos del presente (Galgmanca 1973), 19.3, CE Airako, 3, De ia cueston del hombre.» eis, 13-29, 201-238 §, Acusroy Confesiones, 41, 1, tll (Madrid 1953). ™ Kars, M, Logik: WW, IX (Bedin 1923), 24: 2 Al preguntaeeporsi mismo, el hombre est amado a tomar posesién sobre st misao. Les ante si miamo como coestion que le amt ala respuesta: ALFARO, J, Della cuestiénn, ed. 14. Introduccién 8 nencia y como insistencia (radica en si mismo); esto es, como iden- fda personal innegable, peo no plenamente lograda ni congus- En este deber de conguista, el hombre se hace cuestién para si ‘mismo, porque en cada momento se siente llamado a ser més que lo nitido a un estado de plenitud que lo sobrepuja. Consciente de esta inadecuacién consigo mismo, se pregunta por la ‘rascendencia como ambito 0 nivel de realidad donde espera encon- __ttar su propia medida. Pero puede ir-a-mds sin una meta ireversi- ble que marque la direccién y garantice el éxito definitive? :Puede | culminar este proceso sin un polo de atraceién por encima del mis- | mo? {Qué sentido puede tener Ia marcha temporal sin un término ~ absoluto allende la temporalidad? ___ Estos interrogantes, que forman la trama de la cuestién del hom- ‘bre se orientan hacia dos hechos incontrastabls: la experiencia del -comienzo y la conciencia del fin, Todos sabemos que hubo un mo- ‘mento en que no existimos y que habra otro en que dejaremos de ser Estos dos limites marcan la negatividad constitutiva de la existencia humana, la cual aparece sin fundamento en si misma y destinada a | algo fuera y més alld de ella. El comienzo y el fin son el sello de la initud humana y dan pie al hombre para preguntarse por Dios. |. El problema de Dios desde el hombre __ La negatividad originaria pone al hombre ante la encrucijada de su origen y fundamento. {Por qué comencé a existir y sigo existien- do? Esta cuestién hace referencia a un fundamento que tiene que ser ‘en si mismo y por si mismo y, por consiguiente, existiendo desde __ siempre y para siempre, Apusta a un ser radicalmente primero, in- | cuestionable y autofundante, puesto que, si el hombre comienza a "ser, no esti en él el principio originario. | De la misma manera, la negatividad final (dejar de ser un dia) abre la posibilidad cierta de detenerse en el camino sin poder volver | airis ni seguir adelante. Una detencién presentida e innegable que n0 _ se aviene con la marcha ascendente emprendida y que, por 10 mis- _ mo, pone en cuestin la vida entera. ;Un cese definitive? Ser para dejar de ser totalmente? Est serfa ei limite irrebasable matcado por Ja muerte. = __ Igual que la negatividad del origen, la del término remite necesa- __tlamente a otro nivel de ser allende las fronteras de la-vida presente, ‘Siel hombre deja de ser un dia, es porque no es lo definitivo y, por consiguiente, hay més ser que el que tiene delante. “4 Introduccion Ambas negatividades revelan la radical cuestionabilidad de la existencia humana, no sdlo a nivel tedrico, sino fundamentalmente prictico. Ademés de sentirse impulsado el hombre a indagar el fun- {famento y la meta de su existencia, se ve obligado a obrar de acuer- do con ef resultado de su bisqueda. No se contenta con conocer su ser radical, pesa, ademés, sobre él Ia obligacién de tealizarse como persona en completa libertad, lo cual no es posible sin plantearse la Cuestion del sentido. Esta cuestidn se presenta bajo un doble aspecto: tener sentido y dar sentido. A continuacién explicamos esta doble modalidad. a) Tener sentido, Este aspecto se reficre a la estructura de 1a vvida humana y a su constitucién ontolégica, que ha de ser inteligible por si misma y estar dotada de coherencia racional. Todo lo que le pasa al hombre debe tener justficacién a nivel de la razén, so pena de caer en la contradiccién y en el absurdo. 'b) Dar sentido, Este aspecto esté relacionado con el obrar del hombre. En efecto, el comportamiento humano es consecuencia de ‘su ser y estructura, Esta prefigurado en ella, de modo que el hombre debe obrar fundamentalmente de acuerdo con Jo que es; con lo que Je marca su naturaleza, De lo contrario, su existencia carece de so- porte y de inteligibilidad * ‘La estructura ontol6gica de la persona humana se exterioriza en su tendencia radical a ser lo que esté lamada a ser, y se configura, @ su-vez, en la inquietud incesante de estar a la bisqueda de si misma ¥ de su porvenir. Implica, por tanto, un doble acto, del entendimien- fo y de la voluntad. Ambos son la fuente de la libertad, propiedad specifica de la persona humana, polarizada por el bien y la verdad; por el ser absoluto, en definitive. De ahi que el ser humano sea por fsencia tn ser abierto a lo absoluto ¢ infinito; al ser en toda su €x- tensin, En esta apertara consist pecisamenté el spit ‘Ni que decir tiene que la pregunta por el sentido uo es exclusiva ae ee a, no pertenece s6lo al individuo aistado, sino que lo afecta en su di- ‘mensién social y de conmunién con todos los demés seres bumanos. Es una pregunta indivisiblemente personal y comunitaria, ya que la comunitariedad es constitutivo esencial del hombre, Esta dimension Comporta aspectos éticos y sociales innegables desde donde es posi- ble, y hasta necesario, plantear también el problema de Dios. Ast lo hacen amplios sectores de la filosofia actual que, sin negar los paré- metros de filosofias anteriores, abordan el problema de la trascen- dencia desde el paradigma hisiérico y social 0 utépico, como es el se plate el problem de Dios, en Rarawsotx, J, Dies » CE Ware B, «Por: a0 13,1037 come problema (Maid I Introduecién 1s _ aso de algunos existencialismos, del personalismo y del socialismo uutbpico *”. Mis tarde volveremos sobre este aspecto del problema. Basta decir por ahora que los caminos hacia Dios son rastreados hoy'en las anticipaciones de sentido absoluto y de eticidad ideal acontecidas en los procesos histéricos y en los proyectos de convi- ‘vencia humana. En esta perspectiva Dios asume la funcién de futuro _ absoluto regulador del dinamismo hist6rico de la sociedad, presen. _ vase como el arouetiponecsaro dela sociedad fata, opinion de B. Jtingel,«@ a vista de la experiencia dela vacuidad de un mundo cargado con la subjetividad humana, se vuelve a pregun- | _{2rpor Dios, pero de tal manera que se puede encontrarlo en aquello _ de lo que se lo quisiera hacer responsable» *. Ahora bien, esto de lo due s pretends hacerlo responsable es, segin determinadss cas dl | Penstmiento actual, el futuro plenamente logrado del hombre, 0 s ___lahumanidad en plenitud. «El devenirde los humanos a plenitudes el horizonte donde la acttud religiosa y Dios se hacen presentes oausen- s.. Dios se anticipa en el tiempo en forma de poder oculto que arrasira el presente hacia un futuro de plenitud __ Bn cualquiera de estos dos procedimientos —andlisis del existir ‘personal hurnano y antropologia historicosocial—, el punto de arran- _ gue es siempre el mismo: la experiencia de la éxistencia humana ‘dividual y colectiva, Esta experiencia se nutre de innumerables re- _ laciones: con el mundo material (ser-en-el-mundo), con los otros hombres (ser-con-otros), con la historia (ser-de-futuro). Todas ellas conforman lo que se viene lamando tiltimamente «experiencia hu mana totaly, a saber, la noticia de las propias vivencias, el conoci- “miento del mundo entomo, el saber cientifico, la actitud religiosa y prictica sociopolitica. Esa experiencia comprende, ademas dela realidad, el sentido que _éstatiene para nosotros. Es una clase de saber que implica la noticia y su interpretaci6n. Por eso puede definirse como el encuentro dialécti- | codel hombre con el mundo; 0, si se prefiere, como el proceso hist’ Tico generado por el trato reiterado con la realidad y con los demés ‘ombres, Blo hace que contenga un componente colecivo que la | comvierteen experiencia de a humanidad como tal, cuyo término final | sel hecho ineluaibie de la muerte como posiblidad ttn _ _. Enuna experiencia de esta indole se pone de manifiesto el caric- | ‘ter gratuito del existente humano, por el que descuibre su no autopo- _sesi6n y pertenencia completas, sino su remisién a otro superior a él 8) CE. Gonna-Hianas, J. M, 0.6, 236-246, 257-372, 3 Minot, B, 06,79. 1. 2-Gower thas 1M, aL. pegunt por lo religiso y 0 divinoy, en Cuadernos ©) Salmantinos de Filosofia | (1974), 110. ee res Gua 6 Introduccién Se encuentra con algo que sobrepasa la experiencia, el misterio, ol ual, aunque rebasa lo existente, es condicién imprescindible de su posibilidad. Esta es la puerta del hombre para la trascendencia. "Ahondando més en este proceso cognoscitivo, podemos distin- guir en él tres momentos o fases principales: una existencial, ot Fromenologica y otra final trascendente. E] paso existencial est Constituido por nuestra experiencia primigenia (saberse siendo-con- Stos-en-el-mundo). E] fenomenol6gico viene dado en el. descubri- srento del sentido de la existencia individual y colectiva. Bl trascen- ente traspasa el umbral de lo fenoménico ¢ indaga los presupuestos ‘nfolégicos que Io hacen posible. Los tres, mutuamente escalonados, Son la base de la cuestion de Dios, que requiere, a su vez, los si- fuientes requisitos: Que el hombre se vea indigente y en continua ‘insidn, y que la reflexién sobre su condicién le presente la trascen- Sencia como factor necesario de su plenitud existencial. Es decir, sin lin ser trascendente totalmente otto, el hombre no llega a conocerse trol mismo de forma exabustiva ni a realizarse cabalmente: «Esto prueba que el verdadero origen y lugar existencial del problema de Dios, y de la fe en Dios, se encuentra en la cuesti6n del sentido de ja existencia humana y'—como respuesta— en Ta experiencia de ‘sentido que s6lo en Dios alcanza su fundamento altima», "Al termino de esta larga reflexién, es legitimo afirmar que la ‘cuestién de Dios sélo es posible porque el ser humano esti constitu fivamente abierto al ser como tal, al Absoluto. Es capax Dei. Como fia esorito P, Tillch, la conciencia de finitud del hombre entrafia la conciencia de su potencial infinitud. Pero no nos pereatamos de Silo de antemano (a prion), sino solamente mediante la reflexion (a posterior) sobre nuestra vida y viéndonos como ineégnita para nos, Ps. Esta actitud es por si misma signo del Absoluto. De este modo Tz via cosmolbgico-ontolégica de Tos clésicos empalma con la antro- pologica € historico-humanista de tos modernos. ‘Sobre este eje ha girado la afirmacién de Dios en la historia de Ja cultura y de la filosolia. Una reconstruccién de la misma demuestra Gque la expresion cultural y el pensamiento filoséfico abordan el mis AG problema fundamental en el hombre: la necesidad de consisten- Tie de lo real a través de sus constantes cambios y de su contingencia constitutiva. ‘En las partes que siguen daremos cuenta de Ios hitos que marcan esta historia. » Conams, E., 0.6, 250-251 1 Ge tation, P. Feologia sistemdtica | (Salamancs 1981, 27-Desée Plata hast toy, as lucbansiones sobre Dis an cesta eo fn bumana a presen ay coe qs a cascade, Sin eas presencia no sehubier planteado manta el problema de Dios, PRIMERA PARTE BUSQUEDA DE DIOS EN LA HISTORIA CapiruLoL GENESIS DE LA IDEA DE DIOS EN EL HOMBRE ¥ FORMAS HISTORICAS DE ENCUENTRO CON LA DIVINIDAD BIBLIOGRAFIA __ Donen, E., Formas elementales de la vida religiosa (Madrid 1982); Insts, 0, Introduccion a la historia comparada de las religiones (Madrid 1975) Lunac, Hox, Por los caminas de Dios (Buenos Aies 1962), 20-51; cas, be Sain Iuerpretacl del eck rele, Fenomenoogta ‘flasofa de la religion (S 71990), 110ss; Rus, J, Lo sagrado.en Istaria de la humanidad (Madrid 1988); ScxsaesrA, B. Le sens rel- ine: des primis (Paris 1963), Zauaano, M., EI hombre y to divino (Mexico 1865); Zincen, H., Critica de la religion (Barcelona 1985), 64s, ‘ess; Zuam, X. El probiema filosifico de la historia de las religiones 1. ORIGEN DE LA IDEA DE DIOS EN FL HOMBRE, “No es lo mismo indagar las razones que inducen al hombre a lantearse el problema de Dios que bucear en los or{genes de su idea et la humanidad. Aqui nos referimos a este tltimo aspecto, en tomo al cual han proliferado interpretaciones muy diversas, que oscilan entre las que, basadas en un apriorismo ateo, optan por fa ilusién y | falacia primitivas, y las que propugnan una revelacién originaria de © Dios en los albores mismos de la humanidad | Conviene distinguir desde el principio entre causas determinan- 5 del hecho y factores condicionantes o circunstancias ocasionales del mismo. También queremos notar que, cuando hablamos del oti- 1 de la idea de Dios en el hombre, n0 nos referimos a su aparicion ‘las personas concretas ¢ individuales. Este es un hecho del que ada, uno puede dar cuenta y razén. Nos referimos, més bien, a la jumanidad como tal, al ser humano en general. Mas que de una " cuestion de hecho, se trata de la posibilidad CF. Lune, H. 05, 20-50, 2 PL. Biisqueda de Dios en la historia Hechas estas observaciones, podemos afirmar que, desde sus orf- ‘genes, el ser humano ha sacralizado determinados objetos, tiempos y Iugares, convirtigndolos en simbolos de realidades de orden supe- rior, dela divinidad misteriosa 2. Ante semejante hecho cabe pregun~ tar por la causa que le induce a ver la divinidad representada en las cosas. zDe dénde ha tomado su idea para verla reflejada en objetos paipables? O en otros términos, ,e6mo se explica este anhelo divini- zante presente ya en los estadios més remotos de la humanidad? ‘Quienes atribuyen a la idea de Dios una génesis propiamente dicha yy lahacen depender de agentes extrafios, como el positivismo y socio- Jogismo religiosos, desfiguran su verdadero contenido y reducen esta idea a otra cosa muy diferente. «Todos éstos —escribe H. de Lubac— riegan de antemano, al menos implicitamente, la idea de Dios. Nié- ganla reduciéndolo enteramente a otra cosa» ?. No negamos que de- terminados acontecimientos ycircunstancias diversas contribuyan ala aparicién de esta idea en la conciencia del hombre, pero no atribuimos ‘tales hechos el cardcter de causa determinante y efectora. No pasan de ser meros factores condicionantes o favorecedores de la misma ‘Laidea de Dios debe ser comprendida por sus razones intrinsecas, sin que guarde proporcién con las ocasiones y circunstancias en que se produce. Entre el estado de incultura de un pueblo, por ejemplo, ¥ la idea del Absoluto no existe proporcién ni vinculacion causal posi- ble. Tampoco guarda relacién con Dios la situacién de miseria y postracién de determinados sectores de la sociedad hnumana, Ninguno de estos estados puede producir por si mismo la idea de un ser infinito y todopoderoso. Sucede, sin embargo, que el descubrimiento de Dios Sigue un determinado proceso que discurre por diferentes caminos, ppero sin que ninguno constituya su explicacién tiltima. En otras palabras, el origen de la idea de Dios en el hombre no ¢s debido a causas externas. Por eso carece de génesis propiamente. Es una idea o afirmacion especifica que «no se explica ni como la de una ilusiOn perfectamente penetrada en sus causas, ni como la de una construccién del espiritw» 4 Es un concepto peculiar que germina en la conciencia de la per- sona humana cuando ésta llega a su madurez racional y es capaz de asumir conscientemente su finitud. Mas, para que este brote adquiera ppleno desarrollo, se requiere un esfuerzo constante de clarificacién y ‘un continuado trabajo de discernimiento que empetian la vida entera del individuo. 2 Mircea, E. Lo sagrado y lo profano (Madeid 1967); In, Tratado de historia de las religrones, 2 vol, (Maatié 1978). Sense, Hoe, 28 * 2022. CL Génesis deta idea de Dios en el hombre 2 “Tanto en sus manifestaciones histbricas més primitivas y ele- __ mentales como en sus formas mejor eleboradas, esta idea desborda | todos los cuadros mentales y sociales. De este modo, mientras que en el monotefsmo del antiguo Egipto y de la cultura grecorromans la ‘dea de un Dios tinico es sugerida por Ia jerarquizacion de las dife- -tentes divinidades, en el monoteismo biblico, por el contrario, se ~impone por si misma con rotunda exclusividad. Es un Dios al que se ‘lega rompiendo el marco de los fdolos, porque ostenta un cardcter “trascendente, universal y de ser tinico. "En ninguno de estos casos la idea de Dios procede de factores ajenos al sentimiento religioso, ni surge de una critica de las circuns- fancias econémicas y sociales o de la decepcién de la propia vida. ‘Tampoco es debida a un proceso de integracién, de depuracién y de taste, sino que aparece como exigencia interna del espiritu, que Ja descubre al reflexionar sobre si mismo o por comunicacién del ‘mismo Dios. En el fondo esti siempre Ia experiencia de finitud razo- “nada por el hombre, asi como la necesidad de infinitud, Se trata, por ‘de una relacion de dependencia basada en la misma constita- -_Lasintesis y la elaboracidn, lo mismo que la depuracién te6rica _ _¥ os contrastes, son obra de un proceso dialéctico posterior conti- do en el que se va clarificando y justficando racionalmente. Esta génesis es connatural a la condicién cognoscitiva del hom- de forma que suprimir en ella una referencia a Dios seria tanto como destruir Ia vida.del espiritu, cuyo objeto es el ser y la verdad. «Enel acto del juicio de existencia—escribe A. Forest— se encuen- yimpliia I afimacin de Dios para quien busca las condiciones ‘etafisicas de todo conocimiento» *. «Sépalo 0 no —afade A. Marc—, desde el momento que afirmo, me refiero a la idea del Ab- oluto, presente en mip 6 © Por consiguiente, es legitimo concluir que la idea de Dios, como ser sin mds, se hace presente a la inteligencia (facultad del ser), por -de'disposicién natural o «habito», antes de cualquier razona- miento explicito y con anterioridad a su conceptuacién y formula- ‘in categorial. «Antes de ser “identificado” por cualquier acto consciente, debe exist en el espititu cierto “habito” de Dios» ?. ‘Aunque no parezca plenamente identificado, en cada uno de mues- Eas Page ne Pai 90) 106 E+ Mate Ay Deletes del frmacion Ensayo de metfela reflva (Maia | 360, 1 Si-31. Tambien Seto Towns, De veriate, @22 dL No hy ue adi eras afirmacionse on e ianaamo creriano aj con el ontologisto ds traache Serta solamente de una Sispsiion natal que, sl sontacto cou le epercncia,cxplicits lida el or en la este. Tom, Be, 3 PL Biisqueda de Dios en a historia ‘ros conocimientos aprehendemos al ser absoluto por inclusién y ‘concomitancia. Y esto con total independencia de agentes y elemen- ‘os fordneos a la vida intelectiva, 2. Teorias sobre la génesis de Ia idea de Dios ‘A pesar de Ia connaturalidad de esta idea, no cabe duda que de- terminadas circunstancias de indole psicol6gica y social pueden con- tribuir de distinta manera a su nacimiento y desarrollo. Este hecho hha inducido a pensadores de renombre a formular diversas teorias sobre este tema, con notable influencia y repercusién en el contexto cultural de nuestro mundo, Es un tema relacionado directamente con la historia y la fenome- nologia de la religi6n; por es0 nos limitamos a exponer con la mayor Drevedad aquellas corrientes que juzgamos més relevantes al respec- to, Entre ellas destacan el positivismo sociolégico, la interpretacién ‘marxista y la teoria psicoanalitica *. 1) Positivismo sociolégico: A. Comte (1798-1857) y E. Durkheim (1858-1917) ‘A. Comte explica el proceso del desarrollo de la sociedad huma- na con Su célebre teoria de los tres estadios. Al primero, tedlogico y ficticio, corresponde la idea de Dios como explicacién de los fené- menos de la naturaleza. En esta etapa desconocedora de las leyes naturales, el espiritu humano atribuye el funcionamiento del mundo aa intervenein de un ser desconocido trascendente. Primeramente este orden divino es identificado con el mundo de los astros (fet chismo). Mas tarde se le hace coincidir con seres ficticios e imagina- ros (Politeismo). Por fin, la pluralidad de dioses es reducida a uni- dad, siendo un inico ser personal el causante de los fenomenos ob- servables (monoteismo) ° En el segundo estadio la teologia se convierte en metafisica, en el sentido de que el agente sobrenatural es sustinuido por fuerzas, inherentes al mundo, reductibles, en ultimo término, a una sola ener- sia, la naturaleza. Es entonces cuando el hombre deja de ser reli 50 ¥ deviene fil6sofo. Suple a Dios por la naturaleza, § Scwaesra, P, 13-17, 281-283 ® Cons A. Cours de pilasophie postive, tl (Pars 1830-1842), 3. Trad. cast Curso de ilasofia positive (MaGtid 1977). CL. Génesis deta idea de Dios en el hombre 25 _ Bitercer estadio, positivo y cientifico, se limita @ constatar la red de relaciones entre antecedentes y consecuentes de los fenémenos, eocuparse de sus cauisas ‘iltimas ". Toda la atencién se centra en.lo.dado fenoménicamente, en lo medible y titil como dimension de lo real. Todo es relative y no hay’ por qué pensar en lo bsoluto. La realidad entera se reduce al estado actual dentro del aso evolutivo de la historia. De haber una religién, ésta tendria emo objeto la humanidad misma y no un ser por encima de ella. «A ‘inico verdadero gran Ser, del que conscientemente somos los os necesarios, se referirin de ahora en adelante todos los as~ _ pectos de nuestra existencia, individual y colectivay "!, Esta opcién _Yiene'a climinar irrevocablemente la idea de un Dios trascendente. _ Sin entrar ahora en una critica detallada de este sistema, le hace- mos solamente dos puntualizaciones necesarias. Una de caricter et- 0 y otta de orden filos6fico. a) El testimonio undnime de los etnélogos afirma que el feti- hismo propugnado por A. Comte como forma universal de religio- dad es sélo fuente parcial de la creencia, pero nunca causa tiica. mismo, la amplitud concedida por Comte a la palabra «fetiche (60, luna, tierra, como «los grandes fetiches»), ademis de no estar da cientificamente, no se ajusta tampoco a los hallazgos de la nologia. Se trata, pues, de una teoria desmentida por la misma = ciencia positiva |b) Desde el punto de vista antropolégico y epistemoldgico, conte pate Spam evn anon cpt, ar Ja fantasia, y no la inteligencia, facultad para descubrir la verdad 4e las cosas. La realidad del mundo, que no se agota en su factici- dad, consta de niveles no observables inmediatamente y s6lo pene- irables por la razén humana, capaz de preguntarse por el sentido de las cosas, En este nivel se inscribe, como hemos visto E, Durkheim tiene una doctrina eminentemente sociolégica. Pre- tende dotar a la sociologia del mismo grado de certea y objetividad gue las cienias postivas. Apoyado en Tos principos psitivstas de 2, atribuye los hechos individuales al conjunto social. El verda- _dero agente de Ia actividad humana no es el individuo, sino la socie- ens Ln, Stime de politique paste Pasi 1851), 330. ¥ Sclatasia Py 282-203. o 26 PA. Biisqueda de Dios en a historia dad considerada como organismo superior suprapersonal. Todo he- cho colectivo y social es siempre anterior ¢ independiente de sus manifestaciones de carécter individual. En el caso concreto del origen de Ta idea de Dios en el hombre, ‘Durkheim la atribuye a un hecho social integral, en vez de a la refle- xin personal. Emana de Ia conciencia colectiva formada por el con- Jjunto de creencias y sentimientos comunes a la media de los miem- ‘bros de una sociedad concreta. En este sentido, le religién es la ins- titucién central de la sociedad y de la cultura. Este hecho tiene explicacién en el carcter divino que Ia sociedad presenta ante sus miembros, como lo demuestran las fiestas tribales de los pueblos pprimitivos, que ven en el tdtem la personalizacién transfigurada del ‘grupo. Dando un paso més en esta interpretacién, Durkheim llega a afirmar que «los dioses son los pueblos pensados simbélicamen- toy 3 ‘Resumiendo nuestra critica de la interpretacién de Durkheim, de- cimos que no posee mis valor que el de describ las cireunstancias fen que se produjeron unos hechos histéricos coneretos que, si bien son condicionantes de los mismos, no los determinan causativamen- te, Por eso no es legitimo convert en factor fundamental y exclusi- ‘vo lo que solamente ejerce una influencia parcial En una palabra, el sociélogo determina las condiciones culturales donde se origina el hecho religioso y la idea de Dios; el filésofo, en cambio, emite un juicio de valor objetivo sobre &'y lo encuentra «alli donde esti, en el interior de la concienciay ™. 2) Imerpretacion marisa: K. Mars (1818-1883) YF Engels (1820-1895) De este aspecto nos hemos ocupado expresamente en otra oca- sién y volveremos a incidir en é1 cuando hablemos del ateismo con- temporneo en la wtima parte de esta obra. Recogemos ahora los punlos que se refieren directamente a la génesis de la idea de Dios en la humanidad. ara el marxismo en general, la idea de Dios es resultado de un proceso de alienacién de la propia persona, en el sentido en que la © Dunne, E, Le probléme religieux ta dualit de la famillen,en Bulletin de 1a Soc franaise de phlsopte 1 (912), GC I, Forma lames dels ida veligfsa (Made 1982), 50-70, 280s. CE. Ras, 1, Lo sagrado en la historia de Jahumanidad (Madd 1988), 19-23. "Dinaay, H, Crltque erreligion. Problémes de méthode en philosophie de a religion (Pais 1957), 78 CL. Génesis de la idea de Dios en et hombre 7 ‘entienden Hegel y Feuerbach, merced a circunstancias de carécter amentalmente econdmico y social lienacién religiosa, que consiste en desposeerse io = Seren favor de un Dios fctito, tiene su origen en pomucia secre = mica del trabajador por cuenta ajena que beneficia al capitalista, ~ duefio de los medios de produccién. Siguiendo este proceso, el hom __ bre, postrado en a miseria y explotado por poderes extrafios, erea un + Protector imaginario 2 quien confi la obra de su liberacion, De este ‘modo, la idea de Dios no surge como resultado de reflexionar sobre Ja constitucién del ser humano, sino como fruto de la indigencia cir. | fitsimcal No es obra dn intelgenci, sno dela fantasia, Dios es ncia explicit ibre proyectada por encima e's mismo én un mondo imagiadoe ineal =? ™S En su afin de liberacién y completa felicidad, la persona homana zo consigue ver como proyecciones suyas las afirmaciones que hace de Dios. Por eso las objetiva hipostasidndolas en una realidad tras. cendente y absoluta, que no es otra cosa que la transfiguracién del hombre mismo. En éste sentido, la religién es, segiin Marx, «la con- ‘iencia de si mismo y el sentimiento de si del hombre que alin no se ~ ha encontrado» ‘6, O en términos més precisos: «Las pruebas de la ___ &xistencia de Dios no son mis que las pruebas de la autoconciencia [el hombre, expliaciones logis de étay | __Esta forma de proceder se debe, segin el marxismo, a una _de fuctores naturales, cconémieos sociales que obstcalizan aes eso natural del hombre a su pleno desarrollo y autonomia, obligin. ‘elo buscar fucra de slo qu le pertnece por naturaleza. Dos 3 feulos, el hombre se encontraré a si _ snd del ea de Dios came y _ En la critica de esta teoria podemos emplear los mismos princi- "ios gue aplicamos antes la doctrina soioliica da A Comte y E, Durkheim. No obstante, afiadimos una anotacién importante _ Ademés de ignorar la universalidad temporal y espacial de la idea de Dios, reconocida por la etnologia y Ia prehistoria, el marxismo traba ' CE. Loess, J.ne Sanaain, Intepretaciin del hecho rligioso, Flosolay fno- ‘nenologia dela eligtin Salamanca 1990) las gg MAB K-ENGES,F, Sobre la religin, ed, Hasewans Mare Salamanca 1974), 2p, 61, * CE Las, J.08 Saraaon, 131-136; Atvanaz Tue, 8, ‘G08 de ln ritca de la eligin en Marx», en La Ciudad de Dias 196 (19 os Hlossf- laeritca dela eligion on Marx (Sarclons 1973). PES Poss 2 Pi Bisqueda de Dios en la historia ‘que postulan una respuesta convincente a nivel racional. Por el con- {tario, atibuir el concepto de Dios a meras relaciones de produccién ¥y comercio no es postulado indiscutible, sino mera hipétesis carente de comprobacién cietifica de cardcter universal 3) Teorla psicoanalitica del origen de la idea de Dios La teoria de Freud (1856-1939) sobre el origen de Ia idea de Dios en el hombre obedece al propésito de devolver al ser humano a ‘su estado original. El psicblogo vienés se esfuerza por descubrir la fuente de la creencia religiosa y basa su estrategia en la interpreta cién de los deseos e impulsos que hacen de la vida instintiva la tra- ma del psiquismo humano. Todo se reduce a la buisqueda del placer yal rechazo del displacer. Aqui radica la clave de la conducta fuma- ina en todos sus aspectos, ineluido el religioso. Para Freud y su escuela, la idea de Dios en el hombre se explica por una neurosis colectiva que tiene por fundamento el sentido de Culpabilidad y cl instinto de proteccién. Amenazado en su debilidad psicolégica, el hombre proyecta sobre si mismo una realidad tras- ‘cendente todopoderosa que ejerce las mismas funciones que el padre terreno. Remedia las necesidades y satisface los deseos, presta segu- ridad y perdona las culpas, pero también marca la rectitad y exige responsabilidades. La figura del padre universal, simbolo del poder, Ge la autoridad, del orden prohibido y de la accién protectora, cons- tituye en este sistema el punto de articulacién de la conducta religio- say moral de la persona humana. “Ahora bien, Ia idea de un padre universal dotado de caracteres divinos es mis fruto de la imaginacién anbelante y temerosa que del discurso racional. Este procede de las facultades del psiquismo supe- Hor (inteligencia y voluntad); aquélla, en cambio, del psiquismo in- ferior (afectividad y sentimiento). 'Es un proceso que se inicia en la infancia, adquiere consistencia en la edad adulta y se desarrolla plenamente a lo largo de Ia historia de la humanidad. «El Dios justo y poderoso y la naturaleza bonda- ddosa se nos presentan como sublimaciones grandiosas del padre y de Ja madre; mejor dicho, como reviviscencias y reconstrucciones de las primeras percepciones de la infancia» *. En una palabra, para Freud y su escuela, la idea de Dios no es otra cosa que la idealizacién del padre que cada persona ha ereido Cf, Lucas, J-pe Saunatny, 136-140; Zong, H. 131-137; Mesus, M, prox ‘maciones au concia dela religiones (Masi 1978), 6461. SS Eneuo, S. Un reeuerdo de infanca de Leonardo da Vinci: Obras 1 (Made 1967-1968), 886. CA. Génesis deta idea de Dios enel hombre 2» ver o hubiera descado tener. Ignorando le : ue no son mas 08 de su propio deseo, el indviduo hunano sublime os atbtos Bitemos de autridad pode, justicia, bondad y constrye con ellos {a figura de un pare ideal coavertide en Dios, De este modo piensa Pecans ue lo aparta de sus origenes y se reconcilia AI igual que en el sistema comtiano, en el psicoanaliti Freud ef individuo humano pasa por tres fases. Bn la primes fe Sent formant pare de la naturale lob y configura Su relia acuerdo esentaciones. fn la segunda advierte que n todo esté sometido a su poder y voluntad y se siti frente a un ser poderoso (Dios), de quien se siente depender por completo. En la {ror constinte ye de su propia capacidad de dominio ogra nx Gependizarse de poderesextrafos y dea de erer en realidadesSupe- Esta doctrina, de evidente intencionalidad t forma : ; © terapéuti ia de Dio dee ls contesion = de os 2 sanar. No se razones filoséficas, sino en el andlisis de tas humana ptologiasydefomadas por uns define sn _ Neco de Ia eteencia. Més que buscar la raz6n antropol6gica verda- de 1a idea de Dios, se limita @ interpretar comportamientos que et de Di mi pn conporamiron ac rsencia objtiva de Dos no aparezzaen la exporaién del invons- Gente, no hay que negar por ello su existencia teal 3. Conclusién general En esta conclusién recogemos 4: Jos aspectos que centran la que venimos exponiendo: uno histrico y otto psicologica, 1) Aspecto historico rh wa poceinints mettle bdo oa ; a soit ch misien olin baad ade don ‘ligiones W. Schmidt defiende, contra las teorias en boga de su ames mona end cons fs aro gs de pe emire y a bummamiad. ‘Segiin Schmidt, los pueblos de cultura SSS SARE wt remo a ae esa 2 Tien ed 2s th 1911 aaa ee xs imo. 1 Eee Weer ier tena a TO cs laa ease ale oe rele, ay 30 PL Bisque de Dis en la istria CL Genesis dea iea de Dias ene omive an |W. Schaiat explica el origen de a idea de Dios, en Ja medida en que dopentte del hombre y al margen de cualquier revelacin primi- a. pur tres factores principales: necesidad de causalidad, exigencia de ttalidad y deseo de personalizacién, Sin estos elementos, los pri- fhetos hombres, dotados de la misma capacidad mental que noso- ‘Pos no hubieren podido desarrollar su vida de verdaderos seres hates que, en cuanto tales, buscan la raiz primera de las cosas y se preoeupan pot el destino altimo. ‘En un paso ulterior de su dialéctica, W. Schmidt, apoyado en razones etolopieas, admite la existencia de na «civilizacién primi- {Theo monoteista, ete comin de la culturas posterioresy origen de todas las religiones de Ia humanidad. Prueba de ello son las evi- {entes concordancias monotelstas de los pueblos primitvos actuales, qepasar de ou distanciamiento geogrifico (pigmeos,negritos, aust: Tianos del Sur y fueguinos) *. ‘Uno de ls erticos mis destcadon de esta intepretacin ool 7 itatlano BR Petazzoni, para quien el monoteismo no es la actitud ori- jos a los padres, sobre todo on el ‘ginaria, sino derivacién de otras creencias. Este historiador de la re- tints de las relaiones eon los dems mienbeos oe neat a ligién pretende confirmar su tesis a 1a luz. de las grandes religiones as jedad. Son lazos afectivos que dan lugar a proyecs er wenoctisias actuales (zoroastrismo, judaismo, eristianismo, islamis- ‘es paradigmticas que se van deteriorando con el paso de los alos. qh), consideradas como estados terminales de un largo proceso de ‘medida que crece, el nifio descubre que el ideal de perlecnon ‘Fecarrollo del poitesino inicial. Petazzoni no aprecia en los pueblos oyectao on su pare es go que Pe pac nay oe Dereccion sesetiuzados un monoteismo historico propiamente, sino la idea de ‘mismo lo que hasta ese momento represeniaba su progenitor is tuna realidad suprema tinica. Intenta con ello contrarrestar la tesis pene de Ja infancia a la adolescencia. ‘Progenitor. Es el Gvolucionista, haciendo ver que fa ereencia en un solo Dios no es | Bn.un paso posterior, en el o . Fao del proceso evolutivo de la humanidad, sino efecto de una re- 3 i crue 1 adult se pereata de sus imi- Volueién feligiosa y, por consiguiente, deivada, ‘A pesat de las matizaciones de Petazzoni, lo expertos en el tema sigity considerando valida la teoria monotesta de Schmil, entre Seas razones porque Ta idea de un ser supremo no se aviene con Gvatudes pantsisiasy poltestasni puede provenir de una revolucién MSigiosa 2 Como reconoce R. Garaudy, la razon humana reeién es- ‘Fekida elabora una «concepeidn teista de Dios semejante a un ser fedopoderoso, a un Juez moral 0 un concepto metafisico» %. Y esto Pore el hombre, consciente de su propa initd, vive desde siem- pee la necesidad de adoracign en el fondo de su eorazén, como ba ‘puesto de manifiesto A. Gide”, Esta artida festo A. Gide”. Esta opinién es _ ls fenomenslogos deta reign mi represeritvs dl omen. _ 16, G. Wan der Leeuw, para quien el hombre puede ine Dios, pero no le es posible esquivarlo nunca’ spuete eso hu de 2). Proceso evolutivo de la idea de Dios en el individuo Completamos este apartado con un bre _ncomplcames ta un breve apunte sobre una va- _fianedo ema, mis piclégea qu Mlosiie, dua de ser elds | Como hemos tenido ocasién de ver, psicél Feu dsingun te pus en ol proceso de dsmolo Ge acon _{2peign de Dios ene hombre: de jcién, de propiacin y de pro Flom tasendente: Ta base noe ta gue el modo de elacién Con cx funcional segin las necesidades del individuo, Para Jung, incién irracional, en cuanto tal, es absolutamente necesatia, independiente dela existenviaobjetiva de Dios». Lo que en infancie es solamente un desdoblamiento del inconscientefijado BJs figura patera, Tlegada la adultez, se convierte en un arquetipo pltamente distinto, «Aqui el problema —afirma hing pase @ fereno extrabumano que, en todo tempo, s ha designado por oa! 189199 a3 111 raw cast L hone rina il L., «Antropologia de la religiGr ead opoldg Zee C1980) 69.70 Xow, a cadres (OREO tose Lena sc tenho as egos aa 99) Tes ding, C. G., Das Cabos in es Unbewasste im normaten und kranken Seelenteben (Ziti ‘I, Wirkichkett der Seele (Zirich 1932), 208 cedor de las wbus indogermanicas; H. lunge, epiptdlogo; A. 1. Kraber, epecialis ‘EAE Poblacion pemitiva de Celiforia,P- Sehebest,expero en la cule de fos i pacbe Pesan ls isio desde a pscologis JH. Leuba, Oesteeich y otros. Ch Bienes, P 300-308 oP Ck Somer, W, 0. 276-286; Mesin, M06, 51. % Gf Scvesssta,B, 310-311 ® Gana Re Appel aux ants Pacis 1979), 179. 32 PL Bisqueda de Dios en la historia Es cierto que Jung se muestra reticente ante la objetividad tras- cendente de esta idea, pero, fiel a su método fenomenolégico, no se atreve a negarle valor objetivo real. «Pero mientras nos valemos de ella (la ciencia) como instrumento, estamos obligados a trabajar en plan de hombres de ciencia y permanecer fieles a los datos de la experiencia, a menos que tengamos pruebas irrefutables de su insu- ficiencia» *. Como se advierte claramente, Ia actitud de Tung res- ppecto de la idea de Dios es metodolégica y no filoséfica, Distingue ctamente entre su significacién y su existencia objetiva, ‘De todos modos, paralelo al proceso psicolégico de apropiacién yy de proyeccién trascendente, se realiza en el individuo humano otro 4e discernimiento racional que lo coloca indefectiblemente ante la cuestion de Dios, obra del conocimiento progresivo de la realidad y de sf mismo, Es un proceso de clarificacién que avanza al mismo ritmo que la maduracion intelectual de la persona. ‘Vistos la génesis de la idea de Dios en el hombre y su desarrollo, ‘nos quedan por conocer las distintas formas histéricas de encuentro con la divinidad. IL FORMAS HISTORICAS DEL ENCUENTRO CON DIOS Es un hecho que la idea de Dios ha ido cambiando en el transcur- so del tiempo. A medida que el hombre adquiere un mejor conoci- ‘miento de si mismo al contacto con la realidad, forja un concepto nds exacto del Absoluto, que queda plasmado en st acervo cultural. Ta historia del pensamiento es testigo fehaciente de las distintas con- cepciones de Dios en los distintos contextos culturales. Por otra parte, es obligado reconocer que esta idea se obtiene dialécticamente, en cuanto que el sujeto humano va tomando progke- sivamente conciencia de ella. Tal clarificacién da lugar a las diversas formas historicas de la religiOn, como otzos tantos cauces o vias de acceso a la divinidad. El fundamento es siempre el mismo: el diver- ‘so grado de conocimiento del hombre y de su relacién con el funda- mento de Ia idea de Dios, en el sentido de crecimiento y profundizacién en ‘80 conocimiento. En este hecho estriban las formas estructurales @ través de las cuales el hombre intenta relacionarse con Dios en su peregrinar histérico, Ello da a entender que en la cuestién de Dios no se trata tanto de su problema como de la solucién que ef hombre busca a sus inquie- 2" to, Ueber die Energetk der Sei (Zatich 1928), 224, ‘de la realidad. En este sentido puede hablarse de historicidad CA. Génesis de ta idea de Dios en el hombre "tudes radicales y profundas. Se tra ¢ : , Se tata, ‘ont existe un problema del mundo y del hone. r los miiltiples cauces por los que éste ha accedido a la divi iad através dela historia, destacan dos findmentales I va do diversi cae, que multiplies cel titimo principio en entidades dife- rentes no), ¥ la via de concentracién, que reduce a una sol tierce se na eee , dos formas diferentes: la inmanencia o identificac oe d E (mon Pe i _ sos amines a lpi histoicamene et hotbe as edad El marco de esta iltima via es el mundo de le profecia en la __ fist mediterinca y Oriente Medio. Agu lorecen las grandes re igi tinsas monotistas, como ol judaisno, el crstnismo y ‘slamismo. EL , lo mismo i __ den sentir tami em este gar geogrifico, tone su sade prepa en Extremo Oriente. Ante la imposibilidad de contar aqui esta aga historia, nos limitamos a dejar constancia de sus hitos principales 33 Por tanto, de saber si efectiva- ‘Dejamos para la historia de las reli 1 estudio porment zo del politismo y nos deteacmos en la comideraecn dene oe Jess baie vantooloicon cn aa ene de xn psn Beas Ey eh ne ie cin ran ___desde.el principio su objetivo con toda claridad, viéndose obligada a Seguir un camino tortuoso y leno de difcultades que desemboca en 1 presnacin polfsin del principio supremo, de Dios. Lieve saa pl que encaman la condicién divina del ser (@occosiniea de as sv cede : ito as gue epee ster vn epee Gatano, gue pals frances fa) pale adv: Cave Heniorez, ., El puesto del Isiam en Ia eo di ligne ca lomensfe a over anit Mad STO TE % El problena fsa dels Natta de ls regions (aned aN, __® Interesan sobre este tema BRANDon, S. G. syrah rere Eig vn On mmo * Ce Woe 7 i sa ont a, Maxain Vasco, 1, «Policismo, fe mes 19S) TAS Tg eo Desetonario teoligico, EI Dias cristiano (Sala- jueda de Dios en la historia ad eee CL. Génesis de ta idea de Dios enel hombre 35 El primer concepto de Dios propuesto por el mito proviene de la propia experiencia en relacién con el universo material del que forma parte el hombre. El primitivo despoja de los rasgos propios de los Fenomenos naturales ese ser global que representa para él la natura- leza en su conjunto, y 10 considera en su set sustancial puro. Lo ‘concibe como un algo para él, misterioso ¢ indefinible, tras el que se eulta un fi que le brinda proteccién y ayuda. Espontiineamente lo Convierte en alguien y, por lo mismo, en uno entre otros posibles con ‘quien guarda relacién directa y personal. Estos otros posibles se rela~ Gjonan asimismo con los demas hombres, incluso con los enemigos. De esta manera aparece el politeismo como resultado de un proceso normal del inteligencia,incapaz todavia de formar una sintesis com pleta, En una palabra, el hombre de cultura primitiva, para expresar a Dios, se ve obligado a crear sus dioses °°. La defensa de los intereses particulares de los individuos y de 1os pueblos exige la pluralidad de Uioses protectores. Son la manera de dar satisfaceién y cumplimiento a las exigencias del «para mip y «para nosotros. El mismo Yahiveh de la Biblia no responde al principio al con- cepto filosdfico de Dios, sino que se presenta como el «Dios para» y el wDios de». Solamente después de un largo proceso histérico, des- {aca como vencedor de todos los demés poderes supremos, demos ‘rando que los otros no eran verdadero dios *. Es necesario recordar que en el politeismo ningiin dios es tonido por el Absoluto, Tan sélo se le considera «sumo» y «supremo» en su propio rango y dominio donde es tmico. Su trascendencia y superio~ Fidad son visias desde la diferencia con la realidad mundana, siendo Gebida su multiplicidad a una concepeién. i hnidad, que se aviene perfectamente con la condicién trigica de la existencia, De abi que el henoteismo que aparece en determinados politeismos, sobre todo de origen griego, sea més jerirquico y cro- Pologico que real y ontoléxico ". Flay que anotar también que no fsélo se trata de una diferencia numérica, sino principalmente cualita- tiv. % bre es capaz de superar las imagenes y representaci lo sapat ou verdadero contenido univera, Sustnye las igenes por los conceptos y entiende al Absoluto como suprema realidad globante, Histércamente, la idea mitica pluralist de a divinidad {i comegida muy pronto por la fllosoia, que ve en la esencia diving las propiedades siguientes: icondicionalidad,ifiniud,generosdad tad, omnipotenci absolites, unidad y unde Pero la deidad asf considerada no tiene nada que ver con steam tligios. Equvae, mis bie, un monsoon ben, ‘que sélo percibe en el ser supremo su dimensién de fundamento y de ‘az6a suprema del mundo, mas no su necesariatrascendencia y per- ‘sonalidad. No obstante, la figura del ser supremo, como principio y fin de todo lo que existe, es una figura original y originaria que ha - constituido una de las vias historicas de acceso @ la divinidad. Sus ‘connotaciones pantefsticas son evidentes, Por eso distinguimos, den fo del monismo general, dos clases netamente diferentes: monismo oa sta (pantelsmo) y monismo teista(monoteisme). Los et “\a) Panteismo, Este sistema es una forma a cament ls rclacons ene Dis y el mundo ye pesenia como “una de las primeras vias de acceso a la divinidad. Exactamente cuan- do el hombre carece atin de categorias mentales adecuadas para su era Ia realidad circundante y formar la idea de un ser superior sin Beesidad de absoluzar la undad deo real, ‘panteismo diviniza la realidad global hipostasiando a Dios (nora boeken sas emanaciones necesris que prolongany eoderetan el princi "lo divino, en lugar de considerarias como efectos de su aecién po- rosa De eta manera desaparee a tascendencia ane la iamanen- Bice iris ngeeicad la libertad, a la par que la emanacion ‘Todo cuanto sucede esté determinado previamente por un princi dinimico inmanente, cuya acion se coneretizaen el obrar de las tras, incluso del hombre. Es verdad que no se destruye la abso- fez del ser supremo, pero desaparecen una su trascendencia y _ personalidad. Esta concepeién ha sido formulada de distintas mane- = as en la historia de las relgiones y de la filosofia. Sobre este tema volveremos en la parte sistemética, al estudiar las relaciones de Dios 2. Elmonismo (pantefsmo y monotefsmo) ‘Creemos oportuino advertir desde el principio que el monotefsmo supone un grado especial de madurez intelectual por la que el hom 2 CouannonneatsP. By El hombre ex busca de Dias (Barcelons 1983), 3742. 2% Buctinsan, V, vos Wl camino de acceso sla realidad de Dios», en Mysterium ‘Salut, Il (Maid 1969), 47-48, f SCE Macons V.,«Tipologi deidea di Dio nella storia delle religion. Saass0 descritvon, ea La Scuola Catolica 89 (1962) 422-426. ). Monoteismo, El verdadero teismo es el monotek una concepin dea realidad donde le exitenca de un Piet Cl Wnmouy, G. 0, 83-102; Les, Jos Sait, «Pant (onari tolgien Bl Dias ristana, ec, 1042-toaT* Pamsamion on Di 36 PLL Biisqueda de Dias en ta historia principio trascendente y personal, creador y providente, es admitida Sin reticencias por necesidad absoluta del funcionamiento del mun- do. Todas las religiones reveladas o proféticas hacen suya esta ver dad, coy coberencia racial e confirma por I reflexion filosé- ica, ‘En el ejercicio normal de sus facultades especificas, el individuo Jnumano e8 capaz de elaborar Ia idea de Dios, cuyos rasgos funda- ‘mentales coinciden con el de la creencia religiosa, Por tanto, no cabe ‘oposicién, ni mucho menos contradiccién, entre el conocimiento ra- tonal de Dios y el sobrenatural dado por revelacién. ‘Desde el punto de vista de Ja fenomenologia, el teismo es exigi- do como forma de verdaderareligién, ya que la actitud religiosa bro- ta del conocimiento y aceptacién de un ser trascendente personal del que el hombre sabe que depende su vida, y es el sentido tltimo de 1a historia ®. «El limite de la potencia humana y el principio de la di vvina forman juntos el objetivo buscado y encontrado en todo tiempo en la religiéa, es decir, la salvacion... La religidn se encamina siem- pre a la salvacién, nunca a Ia vida ‘misma tal como esté dada» *. Esto supone una relacion estrictamente personal que s6lo tiene lugar en el teismo. ‘A los oj0s del filésof, el tefsmo dilata Jos limites del espiritu fhumano, haciéndolo acreedor de una realidad que lo rebasa y se offece como objeto de su pensamiento. Lo pone en la frontera de la realidad por excelencia. Por es0 el tefsmo predomina en las €pocas fen que el hombre, consciente de su inconsistencia ontolégica, se Siente a la intemperie y recurre @ un poder extraordinario que le presta cobijo*!, descubriendo en él un alguien, duetio y sedior, a Guien adorar, un Dios suyo. Santo Tomds reconoce esta actitud co- to la expresién legitima de uns tendencia natural inserts en el ser hhumano * » Lucas, J.pe Swot, Interpretacidn del hecho religios,e.c., S6-64 © Leow, G. vanben, Penomenologia.., cd. 652 4 GE Buen, M, :Qué es ef hombre? (Mexico 1960), 2425. GEL hombre tise clings natal a conocer le verdad acerca de Dios»: 1, ‘q9a,ade Sobre fonnacion y genesis hstrics dl monoteismointeresa ZBI, X., oc, 211-231, Capiruto I BUSQUEDA CULTURAL DE DIOS [BIBLIOGRAFIA = Desnocnes, H, El hombre y sus religions. Clencias humanas y con: ejecta rela (esti 1979, Gaonutn HG. aie ‘diving en el " pensamiontoantguo de los repos», en Homenaje a Kanner Zabir | (Ma I 191) Hamtwoee Carsit'V La cxpreson deo dt ela a forecasts 1 Macing V, iaag Sien ola sora dele elpin. Saggio descritivos, ea La Seuola Catica 69 1962), 410-414; Maar Vezasco, Dios on la historia de las (Nai 130, Bas 9 Sara shred aad arid 1988); Scrvon, W., Manual de historia comparada de las religio- y Teorfas y hechos (Maid 1941), a I. PRECISIONES TERMINOLOGICAS La biisqueda de Dios ha cristalizado en unos resultados concretos jue forman parte integrante de la historia de Ia humanidad bajo dos 5 distintas; la cultural en sentido amplio y la propiamente filo- ~ Generalmente se entiende por cultura el micleo de ideas, sy valores obtenido por el hombre en su trato con el mundo y con us semejantes, transmitido por aprendizaje ¥ no por herencia biol6é- ica. Filosofia, en cambio, es un conocimiento reflexivo que descu- y clatifica el sentido profundo de las cosas y de los aconteci- ‘mientos, incluida la cultura. Una operacién radical, en suma, que netra ia intimidad del hecho empitico por el poder iluminativo de 6n para descubrir su Jogos interno, esto es, su razén y sentido. tradicional se definié a sf misma como la vuelta empren- ppor el sujeto sobre el dato fenomenolégico. “Por estos dos caminos, el cultural y el filos6fico, el hombre ha con la idea de Dios, que deja plasmada en la historia del pen- siento. En las péginas que siguen haremos un répido recuento de doble itinerario. En primer lugar nos fijamos en la busqueda famente cultural y en el capitulo siguiente lo haremos en la 38 PL Bisqueda de Dios en la historia TL. IDEADE DIOS ENLA CULTURA ara facilitar el trabajo, dividimos este apartado en tres momen tos. En primer lugar nos referimos a las culturas més antiguas de clara connotacién religiosa, A continuacién estudiamos la cultura {grecorromana por sus caracteristcas pecutiares. Finalmente nos ocu- paremos del problema de Dios en el marco de un nuevo género de tultura, la cientifico-naturalista. Antes vamos a exponer con la mé- ‘xima brevedad lo que consideramos razin formal o cardcter especi- fico de la busqueda cultural de Dios. 1. Funei6n espeeifica de Ia cultura en la bisqueda de Dios ‘Sin perjuicio de lo que hemos dicho en paginas anteriores, debe~ ‘mos reconocer que el ser humano se encuentra distanciado de su tentomno natural, Entre su ser y su medio existe un abismo mayor que el que se da en los demés vivientes. Por eso infenta dominar Ia natu- Taleza, remodelando, incluso, sus mismas leyes. Resultado de esta Gomestificacién, Hevada a cabo merced a su capacidad racional, es Ja cultura. Pero este resultado inmediato no es la etapa final y definitiva de su accién sobre la naturaleza. Aunque Ios éxitos de esta operacién hhan sido extraordinarios, no por ello se siente satisfecho y a cubierto de todas sus necesidades. Sigue inguieto y se pregunta por si mismo Y por lo que hay mas alla de sus conquistas. ;Cuales son sus rafces rofundas? {Qué va a ser de él después de la muerte? Las diferentes Tespuestas a estos interrogantes dan lugar a otras tantas formas de Cultura que se esfuerzan por integrar en un todo coberente las pric- ficas sociales, los gestos religiosos y las representaciones simbélicas. ‘Todas ellas apuntan a un sentido diltimo, como veremos. Pero, aunque estas formas culturales son la expresién del conoci~ ‘iento que el hombre tiene de su propia condicién humana, ninguna de ellas, siempre fragil y provisional, es considerada como altima respuesta. Mas allé de cualquier conquista y expresiOn cultural, si- ‘gue preguntando cl hombre. Al hilo de sus respuestas se forja la idea Ge un orden de realidad determinante de su vida. Es un orden que 1 ‘mismo plasma no s6lo en el culto y en su conducta ética individual, sino que queda reflejado también en las relaciones familiares y so- Ciales. Resultado de esta actividad incesante a lo largo de la historia Son las distintas configuraciones en las que han ido cristalizando los hhallazgos de la bisqueda de aquello que dé sentido a la vida humana ¥¥ a todo cuanto se agita en el mundo. Esta constante forma la histo~ tia de la cultura y la determina. C2, Biisqueda cultural de Dios 39 2. Dios en las culturas antiguas _ -Conviene recordar que los especialistas no entienden la historia, de las religiones como simple recuento de hechos religiosos acaeci- dos en los distintos tiempos y lugares. Su infencionalidad explicita descubrir al hombre mismo en el corazén de los hechos relatados. ‘Un pionero en este campo fue el historiador rumano Mircea Elia- que cambié la finalidad de la investigacion hist6rica de la reli- al descubrir que la vivencia de lo sagrado se presenta como la cia esencial del hombre. El homo religiosus no es un ser fnao, sino el Bombe integral que ha encontrado el verdadero entido de su existencia. Las modalidades son diferentes segiin dem cree Tat dale om tty mu 0 las religiones monoteistas historicas. Lo importante es que @ de estas diferencias se puede llegar a saber qué concepto tiene smbre de si mismo. De ahi la importancia concedida tltimamen- ala hermentutica de 1o sagrado '. {El método empleado es el estudio de las hierofanias y de los simbolos religiosos. En efecto, el comportamiento del hombre reli- gi0s0 se organiza en tomo alo sagrado, entendido como mundo tey distinto del natural y ordinario. Es el mundo de las medi ciones de la divinidad (seres, objetos, acontecimientos, personas, lu- ¥ tiempos), que suscitan en el sujeto humano la conciencia de realidad te or, en la que hallan cumplimiento el mun- doyy la historia. Cuando el hombre percibe esta nueva dimensi6n, se ce religioso y adopta una conducta peculiar por la que crea una tura especifica, la religiosa, En todo caso juegan papel importante en todo esto el mito y el bolo: Son las representaciones coneretas del misterio, mediante cuales se establecen vinculos de sotidaridad con él en la vida “Las hierofanias son realidades que, como la risa y el llanto, su- en. otras més profuundas y consistentes. Estin tomadas general- ¢ logue es considerade como valioso segin los pardmetos les de e verdad; el artista, de los cénones estéticos y de belleza; los, los desarrollados socialmente, del principio de solidaridad y “Puede decirse, por tanto, que la forma de representar a Dios es ejo del talante cultural y psicolgico de Tos pueblos en su empetio ‘expresar el cardcter de superioridad y, al mismo tiempo, de cer- 40 PL Bisqueda de Dios en la historia C2. Bisqueda cultural de Dios - a ‘cania del, ser misterioso con quien se relaciona y de quien se sabe depender, "Asimismo es preciso reconocer que mediante las hierofanias, jnsirumento comin de expresiGn en las culturas areaicas, los. dos Srdenes de realidad que Ia via inmanentista habia presentado unidos, Dios y el mundo, aparecen separados y dotados de autonomia pro- pia, De este modo superan su cosmologismo inicial encubierto bacis Bh antropologismo que se esfuerza por acercarse al Dios invisible * ‘En cuanto al Dios de las culturas mas antiguas, destacados espe- cialistes, como P. Pinard de la Boulaye, A. di Nola, G. van der Leeuw y G. Widengren, defienden su universalidad historia y geo” gafiea, Consideran que Ja idea de un Ser supremo es patrimonio de ‘ida la humanidad desde sus mismos comienzos. «La existencia de ma fe en Dios —afirma G. Widengren— se da pricticaments en todos los pueblos, civilizados o carentes de escritura» 9, Ni que decir tiene que el significado filos6fico de esta idea queda todavia en pe~ umbra, siendo muy borrosas también sus expresiones originales, ‘pero su realidad histrica es indudable “. Sus rasgos caractersticos on éstos: Ser supremo y iltimo, creador y providente, realidad espi- ‘tual, Hacemos una rapida descripcidn de cada uno de ellos. ‘Ser supremo y tltimo. Estos dos terminos poseen idéntico sig niffeado, Con ellos se pretende expresar un género de realidad, tinica 6 plural numéricamente, por encima de la cual no existe ningin otro ser. Su estructura ha sido objeto de interpretaciones diversas, que Van desde el monoteismo estricto (W. Schmidt) hasta la disolucién Enun deismo camuflado semejante al de la Tlustracién (dios ocioso,’ ‘Van der Leeuw). No obstante, esta realidad es reconocida por el hhombre como principio activo anterior a la historia, consciente y = jperante, separado de los seres de este mundo y superior a ellos °. Su Feteogsietad respect del mundo y de la historia no admite du- ‘Creador y providente. Aspecto caracteristico de maxima im- portancia es también la actividad ereadora de este Ser supremo. Acr Big que se hace presente en la historia del hombre y en las eyes del ee ene aa ey en a mete le llama «Padrew y se le siente cercano e ama «P: ‘en medio de los ava boa Winans age ee mis de su intervencion bienbechora. Los bosquimanos, 1s pig- ts Sulaustralanos, ods ellos pueblos decal primiiva Suse era 3 azaores del neoitivo, dan testinonio supremacia ontolégica conduce a la prioridad causal respe« onan stralidaes & la anlrordad trea con flaca a waleza en su conjunto, Es el primera de todos, principio origin de todo cuanto existe Esta es tambin la rats de a espintua- _Realidad espiritual. A pesar de las carencias Pes L ar de la termino! js Clas ates, no cae ude sobre eden hen de como cpt comprises na ola ode, iritu, compardndoto a la luz al ie -¢§ muy signifcativa la ausencia total de represctaeioncs ately del mise, Todos insien ea un oden de Ser completamente distin las consideraciones anteri jem i De las consideraciones anteriores podemos deducir l siguiente “12 El hombre arcaico ha forjado unas Y ‘unas expresiones que det suconepié del connos dea vd. Tos elias aba de su wero con wna realidad enteraments superior y con un valor ne- distinto alos terenos, que contfieren sentido pleno a su vida lo autorza a pensar lo sagrado como elemento de i estructura de conciencia humana y de la unidad espiritual de la humanidad, Sus » CE Bazruasan, Uy El problema de Dias ene! hombre actual (Matsid 1960), 204 > EE Winans G08. 1 Ee Meet deta idea de Diog en Ins diversas cultures puede verse en Dsnocit 11, BY Ronee y sus religiones. Clonclas umanas y experiencia religiosa (stl 195), ss, TPZ go admit ninguna dada cla cuss niveradad de as reenig m8 ‘formulaciones ser ae ator dl univers gaan de in ecndind del erav: LA05, laciones constituyen otros tantos caminos por los que Fan rade as religions (Madi 1954), 48, Tambien PETTAZON, NPB Spree er ee sua dor Far rer lg dl esd Dio oele tna dle eligi. Sega sition en La Sewola Cattolica 89 (1982), 410-84, com. ans Fane, M, Sucre and Changes i Histor af Religion, exact de Cit (Chicago 1960), 357-561. at (CEMacom, Vi 806,421, 2 PL. Biisqueda de Dias en ta historia A el hombre se dirige al Absohito como presencia que lo trasciende por completo ®, 22 Esta realidad por excelencia, Dios, nunca es captada directa~ ‘mente en si misma, sino a través de mediaciones que sugieren un otden distinto del natural y ordinario, Los historiadores comprucban Ja admisiOn de este orden como hecho histérico incuestionable, de ‘modo que al hombre le resulta imposible vivir en un mundo comple- tamente desacralizado '!. Ello demuestra una actitud de bisqueda in- cesante de sentido tiltimo ante la insatisfaccién que producen al hombre la realidad circundante y su mismo ser 32 Es opiniéa comin entre los especialistas de la religién que Jas culturas de los pueblos antiguos més desarrollados (Egipto, Babi- Jonia, Persia, China, India) comportan connotaciones de orden reli- soso, se nutren de elementos teolégicos y, en algunos casos (Babi- Ionia, Persia, India), son enteramente religiosas. ‘Las religiones monoteistas muestran una mayor depuracién Guz0, Gy Dialogo sopra ide massimt sistent del mundo: Opere VII (Flo- reacia 1842-1852), 60 Sf urna’ G., ca cieniafsea ye atefsmoy, en Gano} 50.6, U1, 487, > GF Pinzy Lasoiba, Ar al siglo de enusiasmo por la ciencia yporatéonican, cen Relgibny Culura 27 G98), 813-429 2 PLL Biisqueda de Dias en la historia C2. Bisqueda cultural de Dios 33 3) Implicaciones en el conocimiento de Dias tra la afirmacién de Laplace: La hipétesis Dios es innecesaria ¢ itl pare explicar el mundo *. Sin declararse positivamente atea, la ultura cientifista se profesa abiertamente agndstica, en cuanto que oso tne cabide ens metodo "solviendo ahora a la primera postura, advertimos en ella dos enderos por los que se puede llegar a la Trascendencia. Uno, reco- tido por Newton, apela a Dios para aclarar aquellas incégnitas que _Teciencia no loge depejar. Pero, ademis de oponersefrotalmente “al método cientifico, tenemos que reconocer que esta solucién es 8) Las ciencias de la naturaleca. 1 paradigma epistemol6gi- = co configurador de la cultura cientifica hace inviable la idea de un ser absolut trascendente emanada de la cultura religiosa. La natura 7 Teza con sus fuerzas y sus leyes se hace patente por completo al observador y desaparéce el misterio que plantee ulteriores cuestio- ‘nes. Tanto la naturaleza como el entramado de las relaciones hums pas se presentan como un todo ordenado y sin fisuras («cosmos»), ‘que se desarrolla dinamicamente con total autosuficiencia, sin nece- Sidad de la intervencién de principios extrafios. Se pasa asi de una Cultura, en la que nada tenia explicacién sin la accién de Dios, a otra donde ia realidad tiene pleno sentido en st misma y por si misma *. Dios, como pensd Unamuno, es una gran equis en la barrera de nuestros conocimientos, de forma que, a medida que la ciencia avan- za, la barrera se retira %, 5 Ni secretos ni misterios naturales encarnados en potencias ines- crutables, sino claridad meridiana para unas mentes cuyas ecuacio- nes diferenciales permiten comprender y predecir el movimiento del tuniverso hasta sus més minimos detalles. El mismo funcionamiento {dela libertad humana cae dentro de este pragmatismo epistemologi- co de la raz6n cientifica ™. + La segunda via sabe colaborar con a ciencia, pero sin introducir Dios ene sistema eauselinmediato, sino descubriendo en la mis sa racionalidad cientfica el reflejo de una raz6n superior necesaria adoptada por Hume en el siglo xvit, cuando se plantea el pro- blema de Dios en sus Didlogos sobre la religién natural ®. La cien- “cia, segin esta postura, no debe extender su juicio mas alld de los «datos de experiencia, pero no puede cerrarse a la realidad total, Ia “coal plantea por si misma ulteriores preguntas a un mis ato nivel. “Todo esto nos lleva a una primera conclusién. La cultura cienti- o-naturalista esté orientada, por razén de su método, a excluir de : savencimiento de que sus explicaciones teéricas, lo mismo que su Es obligado reconocer también que la idea de naturaleza ha sido items tual, deben desarrol téeminos de entdades ‘modificada segin el modelo evolucionista del cosmos. Las catego- eer re epee op enna pling tas evolutivas se imponen hoy tanto en el mundo inorgénico como “mites y distorsiona su comotido. En cuanto tal ciencia, e i en el orgénico. La constitucion de la termodindmica, la ley de la ” Fa co pga cease ta cleociay es Ioalbetet tentropia, la irreversiblidad de los procesos fisicos, el descubrimien-- fo dela radiactividad y otras conquistas semejantes ban contribuido a reemplazar la imagen estitica del mundo por una visién del univer- ‘8 que avanza entre tanteos y fracasos regulado por mecanismos in- deerbies. Conseovencie de ello e el rechazo, por coniadictrio, ‘Se cualquier empetio metafisico por llegar a un fundamento absoluto pestis " isi y supra conjunte de fnomsnos que s suredn en es tiempo y en el espacio. Biss competencia del método postvo, pero tampoco lo es su janis na racionalidad de esta clase se han adoptao os, postures fdas ‘Dios ao ae lloga por un proceso cietico cat, pero la diferentes respecto de la cuestin de Dios. La que intenta armonizat spectiva de laciencia sobre el mundo no es la tinica posible. Més fa razén teologica con la azn cientifica y teenol6gica, y la que no ” ‘admite més que el conocimiento positivo, eliminando Ia apelacién.a Dios para explicar la realidad global. Esta ultima toma al pie dele ero la perspectiva es muy distinta cuando el saber cientifico es “contemplado desde el sujeto que lo encarna, Desde esta atalaya con- , Ig cuestidn se ventila en un doble nivel: el de la misma razén = En el mismo procedimiento cognoscitivo empleado por la A cempleado por Ia cien- abe detectar un momento o nivel metafisico, en el sentido de , mas alld de lo observable, el hombre de ciencia capta la vincu- ® C& Dats, Dio yla eva fea (Barcelo a (CE Danes, P, Dias y la nueva iia (Barcelona estructural de los hechos percibidos. Estos postulan en su con- 986). % Chanano, ML Del sentindento rdgico dela vida (Masri 1986), 158. 5 Pans Cy ela afimacion telogies vista desde fa fntud metodolgia dele enc de In satralegan, en INSruTO FEY SxCULARIDAD, Convicetdn defy ertica = CE Lariac, PS. oe, Traité de la Mécanique Céeste, V-IV (Paris ‘atonal (Selamanea 1973), 245-246, iu (Pars 1805-1825), » Hue, D, Didlogos sobre la religion naturel Salamanca 1974), 97-195. . enna pe tettese ee _ ger), entidad inefable (Weisziicker). Su denominador ti ie a PP inteligible la realidad **, een eee a es ay godt | ie SDIR Spa cnmes y _ una 'cosmovisién en la que subyace toda una filosofia apoyada en pereicnioe metafsions y teol6gions. de indiscutible valor. En el pro- Soci ue er pero a Sone et ts Slats Dean ie __Ni la racionalidad cientifica es capaz si sole se re ene cre er sa pa i ua junto un devenirireversible, que carece de explicaciOn convincente Sin un pancipio dindmico izsible por el metodo cientifico. Quiere dlecir esto que en todo proceso natiral se da un grado de necesidad ge estd exigiendo una raz6n absolut. Como reconacen los fldso- is de le cieneia, la nevesidad de no detencrse en la bisqueda de la ‘verdad completa impera en el conocimiento cientfico mismo, ya {ue su racionalidad forma parte de otra mayor englobante, la racio- falidad humane como tal, instalada en el dea del se. Este hecho obliga ala ciencia a sobrepujarse asi misma hacia ‘una comprensi6n as amplia de la realidad contemplada, Semejant= corps ban ceremente [a etiologic, pero 20 puede ser a de antemano. Grrr de see nant bi tiene sentid ‘Dos son, po consguiente, los momento o dimensiones que pos: | eor de lo centiicos ever on cmureiaion yee ‘olan un orden metaempiriea que haga posible el mundo de los he- [Tin In cxprenbe eee ek emis y principio dela hos estudio por la cienca: el momento de dependencia, exprest- fits neebranln deseo esenciles de la aturalezao del ser, en Go en la contingencia radical de la naturaleza, y el momento de con- ‘uz son s6lo constmcciones, modelos, que estn detrmnados Sistenci epistemolégica, exigido por la inteligencia humana, que stiolaciones y pasulades sprot de ee ee ee Busca cgherence comply Inssuén de reves Go deve ahade G. Baieson que wa lene munea prc nada. Ave, ni fenoménico gen 4 Be gon Las bate ee a nada... A-ve- En todo caso, la ciencia no puede recluse en su metodologia Gis mejor las hipétesis y otras veces las refuta, pero probarlas es specifica, Debe abrirse a un nuevo orden de realidad més amplio. He si ceincoy la cuestiin de Dios. aia Ev un imperativo dela conexién necesaria del objeto estudiado con be emia y lowest de otra cara del problema elresto de los eres de la naturaleza, Por eso, cuando el cientifico ha roe plete ie en St ica como tales indiferente ante econ el camino completo de su investigaci, el interrogante de problema de Dios, sin que por ello se cere por completo as Ios terogants Se presenta demo : Be ees Germs cence no puede adoptar une acid oF esta razon, la teoriacientifica contiene une ontologfa imp fndar hombre suscita necesaramente la cussion de Dios ya uc la cita que sitia ala Giencia entrance de superase asi misma ®. Buena _ er ombre suscita neezsriament a cuestn de Dios ya que la cita que Stina Siesdd Bergoon y P, Teilhard de Chardin, quienes MME lemrarcen lapoute de lnc croc oto oe ol mundo guenta dic eo asavobra que el problema de Dios no care: MMU Cit que arf el eter eect arate de ser, La contingen: ‘ce de sentido en el discurso cientifico *. Lo exige el orden incues- | namifiesta la experimental no de explicacién defimtiva ni Slonapls del cosmos, ue no puede emanar del eapirta human, sino ac omermetacn tia de lo femenos obwervadoe {gue postula un principio superior que domine la realidad en su con: es a Junto, cuya racionalidad reconstruyen las leyes formuladas por el. a enn ién. Ante este hecho, el cientifico no puede permane- Hombre. Ea ese cso, I hipstesis eDiog» se hace necesarit ajo Fear esque as ciencian se : fspeotos muy distintos: panteismo (Einstein), ser personal (Heideg- cra fend ae ls cena basta a lms para se fo i icientes para que el horn a + ct. Dunas D. «Pens scietiqe et prevesaiionneis de eitence de ‘como tal hombre *, El mismo A. Einstein reconoce que la ciencia DicgnCen VV AAs Be le cnnatsonce de Deu (Pas 1958), 75 FE eet kentee yl pobienn Ge Biome Ricaor", G Con Dio conn Bos Bartana 1980, 8-78 : ee ee bn ao wy 174-175. Cf Roast, 3.D, «Bsa arr de le come na i veri stein c= WAS tence de Die Touma 1961), 267 286 Sem ya, ter, i ia ei ow a iste neces pn is compression Se un enesdenaeto To bs ‘Romicos observadosn:Lacene ou NUy, La dgnté humane (Pats 1953), 145. Cf, Wf GING. Cds Base 98,17 | 7 Bly, , Byrn y narra (0s Aire i _— Sh —rrst—t ms, H., «Probiemas de racionalidad en bislogian, en la Nfl moa 188, Vea WV AAs Eracinsbre is Sts dentate et ans pu ser etsy plane lo gun, fen baton pa ors ut dear apc aay ae, 56 PLL Biisqueda de Dias en ta historia s6lo descubre lo que es, pero no lo que deberia ser. Por eso son hecesarios siempre los juicios de valor que superan el ambito cienti- fico. En efecto, el hombre no se resigna a poseer espacios parcis- les del ser. Pretende abarcarlo en toda su extensin, porque es preci- samente en el hombre donde se entiende y se percibe el ser en gene- ral. El hombre es el lugar del ser. Redimensionar la racionalidad es, por tanto, ensanchar el universo cientifico y proponerse descubrir, en interior de sus propias limitaciones metodologicas, al hombre en todas sus inguietudes existenciales, Si, por otra parte, nos atenemos a la historia de la cultura cienti- fica, nos daremos cuenta que esta protagonizada por dos actitudes diferentes. La de equellos cientificos que admiten la existencia de Dios en virtud precisamente de sus conocimientos especificos y Ia de aquellos otros que la rechazan por los mismos motivos. Dos pos- furas opuestas ciertamente: una que afirma sin discusién que no ‘existe ofro camino para la verdad que el cientifico, y otra que descu- bre en la ciencia un elemento dinsmico capaz de abrila ala realidad ‘trascendente, pero no en el sentido de que la afirmacién de Dios sea prolongacién de las adquisiciones cientfficas, sino en el de que éstas, son la base de ulteriores preguntas *, Resumiendo lo anteriormente expuesto, podemos establecer la siguiente conclusién. Es verdad que el orden natural goza de una autonomia que da razén de su fimcionamiento, pero no es menos cierto que It misma eienciaestéreclamando una caus o princi ‘is amplio que lo explique adecuada y globalmente, Muchos cien- tificos y filésofos de la Edad Modera han visto en Dios la causa cficienie primera de este orden. Kepler Ileg6 a considerarlo imagen de Dios Trinitario, Galileo puso su fuente en la naturaleza del Verbo

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